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EL FIN DEL MUNDO COMO ACONTECIMIENTO FRACTAL

Yo no quiero-morir de nuevo. EPIGRAFE.

Davi Kopenawa

Chaman indígena que toma la voz de su pueblo diciendo que Todos los
pueblos indígenas nacieron con una profunda conexión con la tierra, y eso
sigue siendo así hoy en día. Somos diferentes de las personas de la ciudad. Los
blancos no lo saben, no conocen nuestras raíces.

Nosotros cuidamos de la naturaleza, y la naturaleza cuida de nosotros.


Es realmente importante para todos los indígenas quedarse en El lugar donde
nacieron y viven, pescan, cazan y plantan debe ser protegido. Las autoridades
deben reconocer que es territorio indígena.

Latour filósofo y sociólogo contemporáneo se pregunta si no sería posible


aceptar la candidatura "de aquellos pueblos que pretenden estar reunidos bajo
la égida, por ejemplo, de la Pachamama, la diosa de la Tierra".

El se refiere claramente a los pueblos amerindios y sus congéneres no


modernos, que vienen adaptándose cada vez más al lenguaje modernizado de
inequívoca intención política, y que con esto pretenden hacer que la
civilización que considera haber inventado la política, y que cree que tal
invención
la distingue, entienda que la política es solo un departamento de la
cosmopolítica, y que esto la iguala a todas las otras civilizaciones. La voz de
esos pueblos empieza a ser oída por lo menos en algunos sectores de las
sociedades privilegiadas, aquellos que ya se dieron cuenta de que, esta vez, las
cosas pueden terminar mal para todo el mundo, en todas partes, de un modo u
otro.

Pero sucede que Latour no cree que esa "gente de la Pachamama" esté a la
altura del desafío:

Tal parece que Latour no considera la posibilidad de que las en general


pequeñas poblaciones, y la tecnología "relativamente rudimentaria" de los
pueblos indígenas y de tantas otras minorías sociopolíticas de la Tierra,
puedan transformarse en un ejemplo, un "recurso" y una ventaja cruciales en
un futuro pos catastrófico o, si se prefiere, en un mundo humano
permanentemente disminuido.

Nuestro autor no parece estar preparado para enfrentar la situación altamente


probable de que seamos nosotros, los pueblos del centro, con· nuestras
sociedades de tecnología "avanzada", pobladas por autómatas obesos,
mediáticamente teleguiados, psicofarmacológicamente estabilizados,
dependientes de un consumo (de un desperdicio) monumental de energía,
viviendo como enfermos heteronómicamente sustentados por aparatos de
delicada y carísima manutención. No cree que seamos nosotros los que a la
mayor brevedad tengamos que poner un freno y la magnitud de nuestros
confortables modos de vida.

La oposición latouriana entre modernos y no modernos, desarrollada en


Nunca fuimos modernos, su libro seminal de 1991, se apoyaba extensamente
en una "diferencia de escala"
En su propuesta de una nueva constitución, el autor afirmaba la deseabilidad
de que se preservasen las "redes largas" de los colectivos modernos, Pero ya
vimos cómo la definición misma del Antropoceno consiste en el fenómeno del
colapso de las magnitudes escalares ¿Qué sabemos con certeza sobre las
ampliaciones o reducciones de escala que tendremos que sufrir a lo largo de
este siglo? No mucho.· El futuro es cada vez más incierto, o mejor (o peor),

En cuanto al pequeño número poblacional de los pueblos "llamados


tradicionales", según una estimación reciente de la ONU, existen cerca de 370
millones de personas indígenas -es decir, miembros de pueblos que no se
reconocen ni son reconocidos como ciudadanos comunes de los Estados que
los engloban y que, .frecuentemente, los dividen- repartidas en setenta países
del mundo.

Plus intra es el llamado que hace Latour contra ese peligro, corrigiendo y
actualizando el viejo plus ultra del tiempo de las grandes navegaciones -las
cuales, no olvidemos, instituyeron el moderno "nomos de la Tierra" Eso significa
que consideramos la Tierra —el astro en el que vivimos— como un todo, como una esfera, y que
buscamos su ordenación global. La palabra griega nomos, que empleamos para designar esta
ordenación fundamental, viene del infinitivo nemein.  Nemein es la misma palabra que el
alemán nehmen, "tomar", "coger". Así que nomos significa, primero, tomar o coger algo; después,
significa también el reparto y la división de lo que se ha tomado; por último, expresa la explotación
y la utilización de lo que se ha adquirido mediante el reparto, es decir, la producción y el consumo.
de acuerdo ·con Schmitt, nomos que necesitó del genocidio americano y del
exterminio de muchos millones de seres humanos que se encontraban fuera
del espacio del derecho de gentes europea,

Es imperativo ahora, según Latour, reconocer la existencia de límites ("Los


terrícolas deben explorar la cuestión de sus límites": esta declaración, osamos
decir, es un verdadero tipping point (punto de inflexión) en la visión del
mundo latouriana ... ), convencerse de la idea de que, en este mundo sublunar
nuestro, toda acción tiene un costo,

. No obstante, nosotros debemos prepararnos para una intensificación no


material de nuestro "modo de vida",

Se plantea que a llegado la hora de transformar e iniciar un proyecto colectivo


de re-civilización ("civilizar las prácticas modernas", escribe Stengers) o,
quién sabe,
en un proyecto -tal vez más "molecular", menos titánico- de incivilización. El
plus intra debe significar, de ese modo, una tecnología de frenado, una
deseconomía liberada de la alucinación del crecimiento continuo, y una
insurrección cultural (si se nos permite la expresión) contra el proceso de
zombificación del ciudadano-consumidor.

Aquí el autor diferencia las técnicas. Existen técnicas terrícolas como existen
técnicas humanas, diferencia que no se reduce, nos parece, a la mera cuestión
del largo de sus redes. La guerra entre los terrícolas y los humanos habrá de
librarse esencialmente en este plano, sobre todo cuando incluimos en la
categoría ampliada y pluralizada de las técnicas toda una gama de
agenciamientos sociotécnicos y de inventos institucionales, algunos muy
antiguos, otros más recientes, que van desde los sistemas de parentesco y los
mapas totémicos de los aborígenes australianos hasta la organización
horizontal y la táctica defensiva black bloc.

Los aborígenes australianos cuya caja de herramientas no comprendía más que


algunos pobres artefactos -de piedra, cuerno o piel- supieron, sin embargo,
establecer con los seres técnicos relaciones de una complejidad que continúa
asombrando 'a los arqueólogos:
Una vez que se acepta esa definición ampliada de "técnica"o "tecnología", es
posible ver de modo más claro que la división entre humanos y terrícolas no es
solo inherente a nuestra especie (esto es algo, creemos, con lo que La tour
fácilmente coincidiría). La guerra de Gaia opone dos campos o partidos
poblados de humanos y no-humanos: animales, plantas, máquinas, ríos,
glaciares, océanos, elementos químicos, en fin, toda la gama de existentes que
se encuentran involucrados en el advenimiento del Antropoceno, y cuya se
sitúa, virtual o actualmente, como "negando" el campo opuesto o "negada" por
él y, por consiguiente, en la situación schmittiana de enemigo político.56 Los
virus letales que se propagan junto con el igualmente devastador turismo
intercontinental, la numerosísima fauna simbiótica que evolucionó a la par del
aparato digestivo humano, las bacterias definitivamente resistentes a los
antibióticos, las armas atómicas que en silencio aguardan su hora en silos
subterráneos y en submarinos en movimiento perpetuo, la· incontable legión
de animales confinados y torturádos en campos de exterminio para la
extracción de proteína, 5 las poderosas fábricas de metano instaladas en los
estómagos de los millones de rumiantes "creados" para el agronegocio, etc

en fin, esos innumerables agentes, agencias, actores, actuantes, acciones,


fenómenos, o como mejor se los quiera llamar, se ven automáticamente
convocados por la guerra de Gaia -nótese que algunos, tal vez varios de ellos,
pueden cambiar de campo (de efecto y de función) de las maneras más
inesperadas- y se articulan con diferentes pueblos, colectivos, y
organizaciones de individuos de la especie Horno sapiens, los cuales a su vez
se oponen entre sí en la medida misma en que mantienen alianzas con tal
multitud de no-humanos, esto es, en la misma medida de los intereses vitales
que los unen a ellos. Si no es muy difícil enumerar a los no-humanos que están
implicados en la guerra de Gaia, ya vimos que identificar quiénes son, dentro
de la especie humana, los terrícolas y sus enemigos "humanos" no es tan fácil.

Latour asocia a estos últimos de manera un tanto genérica con los


"modernos", esto es, con todos aquellos agentes, de corporaciones a países e
individuos, que se encuentran comprometidos de un modo u otro con el
avance implacable del frente de modernización. Pero no es una tarea
imposible, ni inútil, nombrar al menos a algunos de los representantes de la
línea de frente del ejército "humano", los responsables más inmediatos por el
agravamiento creciente de la catástrofe antropogénica y los interesados más
directos (¿o deberíamos decir desinteresados?) en la derrota de los terricolas.

HUManOS Y TERRÍCOLAS EN LA GUERRA DE GAIA a fin de cuentas,


para comenzar, solo noventa .grandes son responsables por dos tercios de las
emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre: Chevron,
Exxon, BP, Shell, Saudi Arameo, GazProm, la Statoil noruega, la brasileña
Petrobrás, las estatales de explotación minera. de carbón de países como
China, Rusia, Polonia ... En fin, la lista es larga pero no es infinita. No es en
contra de la "civilización", el "progreso", la "historia", el "destino" o la
"humanidad", concretamente, que los terrícolas están luchando, sino en contra
de estas entidades mencionadas. Son ellas las que actúan en nombre de los
"humanos".

Es por esto que para los pueblos nativos de las Américas, el fin del mundo ya
sucedió, cinco siglos atrás. Para ser más precisos, la primera señal del fin se
manifestó el 12 de octubre de 1492. Cuando "el primer indio que encontró a
Colón hizo un pésimo descubrimiento" ... ) La población indígena del
continente, mayor que la de Europa en aquella misma época, puede haber
perdido (por la acción combinada de los virus -la viruela fue espantosamente
letal-, del hierro, de la pólvora y del papel -los tratados, las bulas papales, las
encomiendas y, por supuesto, la Biblia-) Así, podríamos dar el nombre de
Primera Gran Extinción Moderna a ese evento americano en el que el Nuevo
Mundo fue alcanzado por el Viejo corno si se tratase de un planeta
.gigantesco, que proponernos llamar Mercancía,

Evidentemente, estos fines de mundo provocados por el avance del frente (en
el sentido bélico) de modernización, que se inicia, precisamente, con el ¡plus
ultra! de la expansión europea del siglo XVI, continúan sucediendo en
distintas escalas, en varios lugares más o menos remotos del planeta, en los
tiempos que corren.

La palabra "fracking", en verdad, no podría ser más apropiada: pues es corno


si el fin del mundo fuese un acontecimiento fractal, que se reproduce
indefinidamente en diferentes escalas, desde las guerras etnocidas en distintas
partes de África al asesinato sistemático de líderes indígenas o de militantes
arnbientalistas en la Amazonia, desde la compra de gigantescos territorios de
países pobres por parte de potencias hiperindustriales a la apropiación y
deforestación de tierras indígenas en función de intereses tanto mineros corno
del agronegocio, Eso por no hablar de la "fractalización" del fin que atraviesa
de arriba abajo a la Gran Cadena del Ser, con la desaparición de los
innumerables de los vivientes. Gaia es "solo" el nombre de la sumatoria final
-en todos los sentidos de este adjetivo- de todas esas figuras del fin: Gaia, en
suma, es el punto máximo que podernos alcanzar.

en la categoría de los ''humanos"-, los indios sobrevivientes, los terrícolas de


pleno derecho de aquel Nuevo Mundo, se vieron, a la inversa, corno hombres
sin mundo, náufragos, refugiados, inquilinos precarios de· un mundo al que ya
no podían pertenecer, pues ya no les pertenecía. Y, no obstante,
inesperadamente, muchos de ellos sobrevivieron. Pasaron a vivir en otro
mundo, un mundo de otros, sus invasores y señores. Algunos de esos
náufragos se adaptaron y se ~~modernizaron", pero en general lo hicieron de
formas que poco tienen que ver con lo que los modernos entienden por eso;
otros luchan por mantener lo poco de mundo que les quedó, con la esperanza
de que, mientras tanto, los blancos no acaben por destruir su propio mundo.

Con la invasión de América en el siglo XVI, los mayas -como los demás
pueblos del continente fueron, sometidos y esclavizados, además de
devastados por_ las· epidemias que trajo el invasor. El genocidio de los
pueblos amerindios -el fin del mundo para ellos- fue el inicio del mundo
moderno en Europa: sin la expoliación de América, Europa jamás habría
dejado de ser el patio trasero de Eurasia, Sin el saqueo de las Américas, no
existiría el capitalismo, ni hubiese existido, más tarde, la revolución industrial;
por lo tanto, tal vez, tampoco existiría el Antropoceno. Este fin del mundo que
alcanzó a todos los pueblos amerindios es incluso más emblemático, en el
caso de los mayas,
los mayas continúan existiendo, su población aumenta, su lengua florece, su
mundo resiste, disminuido pero irredento. Pues son justamente los mayas
quienes nos ofrecen, hoy, el mejor ejemplo quizás de una insurrección popular
exitosa contra el monstruo bicéfalo Estado-mercado que oprime a las minorías
del planeta: el único alzamiento de un pueblo indígena de América Latina que
logró mantenerse sin degenerar en otro proyecto estatal nacionalista y, lo que
es por demás importante, que rápidamente dejó de apoyarse en la vieja
escatología revolucionaria "marxista"
(Los mayas, que vivieron varios fines-del-mundo, nos muestran a los
HUMANOS Y TERRÍCOLAS EN LA GUERRA DE GAlA hoy cómo es
posible vivir después del fin del mundo; cómo, en suma, es posible desafiar al
Estado y al mercado, y hacer valer el derecho de los pueblos a la
autodeterminación. Verdaderos especialistas en fines del mundo, los mayas -y
todos los demás pueblos indígenas de las América tienen mucho para
enseñarnos, ahora que estarnos en el inicio de un proceso de transformación
del planeta

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