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Armenia
Diciembre 2015
Las concepciones y usos de la ironía verbal en el aula de clase por docentes
en ejercicio de Educación Básica Secundaria y Media Vocacional en
colegios oficiales del departamento del Quindío
Modalidad
Homologación por participación como estudiantes investigadoras en el
grupo DILEMA
Línea de investigación
Didáctica de la Lengua Materna y la Literatura
Resumen
El presente informe surge de la participación de las autoras como estudiantes
investigadoras en el proyecto La ironía del profesor y sus efectos perlocutivos. Análisis
de una muestra representativa docente en colegios oficiales del Departamento del
Quindío, del grupo DILEMA de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la
Universidad del Quindío. La investigación macro, indagaba por el lugar, las funciones y
los efectos perlocutivos de la ironía verbal en el aula, a partir del diálogo directo con
profesores de Educación Básica Secundaria y Media Vocacional. En este informe que
parte de la investigación principal, se examinan algunas tareas de análisis operativo y
otras de análisis complejo. En las primeras, se interpretan algunos porcentajes
relacionados con la población entrevistada. En las segundas, se indaga sobre la ironía en
el aula como un recurso didáctico y/o anti-didáctico y sobre las concepciones en
docentes. El corpus de base lo constituye una muestra representativa de 104 entrevistas
semiestructuradas a profesores en ejercicio. Así, el desarrollo de este trabajo se divide
en 3 capítulos: 1. Marco teórico: desde Caro y Castrillón, y Torres-Hernández; 2. Marco
metodológico de corte histórico-hermenéutico; 3. Resultados en gráficas y luego
divididos según su concepción en dos grupos: a) la comprensión; b) el uso que hacen de
ella. Para las conclusiones, se analizan los resultados con una concepción de la ironía
verbal como dispositivo pedagógico-didáctico, que puede generar efectos positivos o
negativos, según el contexto lingüístico, situacional y socio-cultural en el que se
produzca.
Palabras claves
Ironía, efectos, concepciones, entrevistas
1
Grupo de investigación: El discurso oral en el Quindío: de la academia a la cotidianidad
(DILEMA)
1. Introducción
Pero se trata de la ironía constructiva, de efecto positivo, orientada hacia la formación, con
una cuota de riesgo y de incertidumbre, donde lo que cuentan son las diferencias y el caos,
para hacer consciente al joven sobre lo paradójico que es el mundo, en el que hay que
participar con creatividad, significarlo, expresarlo y verlo de otra forma, con pertenencia y
apertura hacia lo alternativo (2012: 472).
Por ello, la importancia de enseñar la ironía desde sus efectos positivos y/o negativos,
para así erradicar los imaginarios que la vinculan con el irrespeto, la burla, el matoneo,
entre otros. De allí parte el propósito de interpretar las creencias, de conocer cuáles son
los tipos de ironía más usados en el aula de clase por parte de los docentes, y sobre todo,
las reacciones o interpretaciones de los ironizados, en este caso, los estudiantes. Todo
esto debe ser una tarea abordada por docentes en formación y en ejercicio, no solo de la
Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, sino de otras licenciaturas y otras
comunidades académicas. De allí, la necesidad de investigar sobre ironía verbal, puesto
que son pocos los trabajos que se han realizado en Colombia al respecto.
Para dar inicio, a cada auxiliar se le asignaron unas tareas concretas y unas metas que le
permitirían aproximarse a los objetivos propuestos. En nuestro caso, abordamos las
tareas relacionadas con el análisis operativo (porcentaje de docentes que utilizan la
ironía, porcentaje de docentes que fueron marcados por la ironía en su etapa como
estudiantes y porcentaje por género y por ubicación) y el análisis de tareas complejas (la
ironía como recurso pedagógico y/o didáctico y las concepciones de la ironía verbal)
correspondientes a nuestro enfoque dentro de esta investigación. Con el fin de
desarrollarlas, planteamos en este informe los siguientes objetivos para el análisis de
dichas asignaciones:
General
Analizar las concepciones y usos de la ironía verbal en el aula de clases, a partir de una
muestra representativa de entrevistas semiestructuradas a profesores de Educación
Básica Secundaria y Media Vocacional en colegios oficiales del departamento del
Quindío.
Específicos:
1) Examinar el porcentaje de docentes que fueron marcados por la ironía en su
proceso como estudiantes, cuántos docentes hacen uso de la ironía, datos de la
población: género y ubicación.
2) Interpretar las entrevistas semiestructuradas, en clave pragmático-socio-
discursiva, y pedagógica-didáctica.
3) Analizar las concepciones sobre ironía verbal de los docentes en el aula de
clases, a partir de la muestra representativa de entrevistas semiestructuradas.
Finalmente, este informe presenta una ruta de lectura que comprende, en primera
instancia, el marco teórico con los conceptos claves de esta investigación. En un
segundo lugar, se introduce la metodología que acompaña el proceso. En tercer lugar,
una muestra de resultados y proyecciones, entre la cuales se adelanta una investigación
desde la perspectiva de los estudiantes; y por último, las conclusiones del trabajo
investigativo.
2. Desarrollo
2.1 Marco teórico
Siguiendo la línea del grupo de investigación principal, este apartado está ligado a
nuestro informe y, por ello, lo adaptamos para los fines de nuestro análisis. En trabajos
anteriores sobre el tema, Caro y Castrillón (2011) indicaban que la ironía, en su calidad
de detonadora de sentidos, ha sido dibujada desde múltiples metáforas que arrastran
consigo tratamientos teóricos diversos desde la filosofía, la pragmática, la retórica, el
análisis del discurso y la semiótica; entre ellas, la ironía como torre de Babel, la cual se
entiende como el lugar en el que confluyen “lo estandarizado y lo estigmatizado, lo
culto y lo vulgar, lo formal y lo informal, lo erudito y lo coloquial; en últimas conseguir,
al menos por lo que dure la ficción, el propósito del carnaval: la supresión temporal de
las jerarquías” (2011: 72). Para el estudio de la ironía, se advierten perspectivas de
orden retórico, filosófico, político, literario, psicolingüístico, neurolingüístico y
pragmático-socio-discursivo.
En relación con los referentes teóricos, interesa, en particular, la vía neogriceana que
propone el grupo GRIALE de la Universidad de Alicante (Ruiz-Gurillo, Marimón-
Llorca, Padilla-García y Timofeeva, 2004; Ruiz-Gurillo, 2010 y 2012); una de las
razones es la combinación que consigue entre perspectivas retóricas, pragmáticas y
lingüísticas en el marco de un enfoque sistemático, afín a la idea de diálogo
interdisciplinar que tanto sigue la investigación en Ciencias del Lenguaje y en Ciencias
de la Educación. En última instancia, partimos de un concepto de ironía como
dispositivo de diversos tipos: retórico, socio-discursivo, carnavalizante y, ante todo,
pedagógico-didáctico, que puede generar efectos positivos o negativos, según el
contexto lingüístico, situacional y socio-cultural en el que se produzca.
Por otro lado, el presente proyecto permite tantear si los docentes entrevistados pueden
entrever la presencia de ironías continuadas (aquellas en los que toda una clase sería
ironía) o si solo estamos ante ironías focalizadas y precisas que cumplen funciones
concretas en determinado momento de la clase. Por la cercanía que establece entre
ironía y humor, Rodríguez-Rosique señala que hay “una semejanza de familia y
fronteras difusas con respecto a otros procedimientos humorísticos, de los que en
ocasiones se sirve también el hablante irónico” (2009: 129). Estas relaciones simbióticas
ocurren de modo permanente en las clases, tal como lo documenta Torres-Hernández
(2012a y 2012b), quien menciona que “la ironía funciona como puente entre la
educación y la comunicación, abordando las relaciones entre el sentido de la
comunicación en la educación, del silencio a la palabra, y entre la conversación del
dialogo” (2012a: 101). Todo ello contribuye a la generación de efectos positivos en los
estudiantes y docentes, quienes mencionan que la ironía ayuda a reflexionar, a tener
cambios de actitud, a agudizar la mente, entre otras.
Una vez más, las vecindades, las simbiosis, las trashumancias, los límites porosos entre
fenómenos como la ironía y el humor, fortalecen las bases epistémicas de una didáctica
de la lengua en el siglo XXI. En suma, la elección de esta perspectiva se fundamenta en
la condición dialógica de las ciencias del lenguaje y la comunicación. Así mismo, en
una definición consensuada y vigente de la ironía verbal, en los fundamentos
epistemológicos de una didáctica de la lengua materna, en el enfoque funcional
comunicativo que atraviesa las ciencias de la educación, y en una mirada a la clase
como género discursivo complejo, en el que se pueden presentar inversiones a los
principios neogriceanos de Levinson.
Para continuar con el desarrollo del marco teórico, es importar abordar los términos
claves que permitirán describir este informe con una mayor pertinencia. Por lo anterior,
se describen a continuación los conceptos más importantes en este proyecto, los cuales
permitirán observar un horizonte más claro de lo que en adelante se presentará.
Ironía
Como lo expresamos anteriormente, la ironía es entendida como un fenómeno
pragmático y socio-discursivo que consiste en decir básicamente algo distinto de lo que
se quiere expresar. Regularmente va acompañada por algunos gestos, tonos de voz o
palabras que insinúan su verdadera interpretación. Hay algunos estudios muy
importantes como el de Torres- Hernández (2012a y 2012b), quien habla de esos efectos
positivos que puede tener la ironía en el aula de clase. La autora menciona que cuando
se utiliza la ironía en un buen momento puede despertar sentimientos y emociones
puras, que dejan un efecto positivo en los estudiantes.
Además, la ironía se mueve por múltiples tipos dentro de su familia, los cuales van
desde una sutil burla hasta una agresión directa; ese efecto depende de quien lance la
ironía y de cómo la reciba el otro. Por esto, es importante que el ironizado conozca el
concepto o si no se puede romper el propósito de esta. Como lo menciona Ulloa, “para
que se produzca dicho efecto de significación que es la ironía, es necesario producir una
inferencia, sin la cual no hay ironía, ni crítica posible a través de ella. Y para inferir se
requieren conocimientos previos, sin los cuales tampoco es posible la inferencia” (2013:
33).
Didáctica
Al hablar de didáctica es importante reconocerla como una disciplina de intervención
que busca comprender los complejos procesos de enseñanza y aprendizaje. Es decir,
esta busca interpretar cómo los estudiantes aprenden los contenidos dentro y fuera de
clase, y además, comprender la relación entre el objeto de enseñanza, el docente y el
estudiante, como lo denomina Chevallard (1992) en su triángulo didáctico.
Ahora bien, Camps (2004) menciona que la didáctica de la lengua es una disciplina de
intervención, porque permite que cualquier proceso sea guiado a mejorar el aprendizaje
y, de este modo, se adquiera de una mejor manera un saber. En este caso, se busca
comprender, interpretar y construir intervenciones que brinden la solución de los
diferentes problemas que se puedan presentar durante este proceso de enseñanza y
aprendizaje.
De acuerdo con estas apreciaciones, este trabajo busca analizar los porcentajes de
docentes que fueron marcados por la ironía en su etapa como estudiantes. De igual
forma, determinar cuántos usan la ironía en el aula de clase. Además, obtener los datos
demográficos en relación con el porcentaje de docentes por género y su ubicación
geográfica (rural-urbana). Igualmente, se analiza la función de la misma, partiendo de la
siguiente pregunta: ¿la ironía en el aula: un recurso didáctico y/o anti-didáctico? Y
finalmente, se indagan e interpretan las concepciones que los docentes entrevistados
tienen acerca de la ironía y cómo estas dialogan con una mirada positiva o negativa de
sus efectos en el aula. Teniendo en cuenta que la ironía es un género poco estudiado en
la lengua española y que sus efectos varían según su uso, los autores antes mencionados
aportan los conocimientos que se convierten en la base de nuestra investigación, para así
analizar los efectos y el impacto del discurso irónico del docente en el aula de clase.
Basados en estas investigaciones, abordamos la problemática, las creencias y los
imaginarios de la ironía en el contexto escolar.
2.2 Metodología
En consonancia con la investigación principal, los propósitos, las teorías de base y los
contextos por los que se mueve el diseño metodológico que sustenta este proyecto, el
marco metodológico de la investigación central tiene que ver con un enfoque de orden
histórico-hermenéutico. En el marco metodológico original de la investigación, tal
elección amerita, al menos, tres consideraciones: 1. Concebimos la hermenéutica como
una actitud que atraviesa la investigación de principio a fin; no simplemente como un
apéndice metodológico que se incorpora, en exclusiva, al análisis de los resultados. 2.
Ponderamos el valor de esa actitud hermenéutica para analizar lo que ocurre en el aula.
Nos adscribimos a Martínez-Miguélez, quien, apoyado en Dilthey, asevera que “no solo
los textos escritos, sino toda expresión de la vida humana es objeto de la interpretación
hermenéutica” (2004: 104). De ahí que intentemos leer comprensivamente, no solo lo
que dicen los docentes en entrevistas semiestructuradas, sino también su proxémica, su
cinésica, su cronémica y los matices expresivos en cuanto a tono, timbre, modulación y
entonación, como textos susceptibles también de interpretación y análisis. 3. Admitimos
la imposibilidad de una interpretación aséptica, objetiva, transparente, de los textos que
analicemos. En esto coincidimos con Gurdián-Fernández (2007), quien nos menciona
que no somos espectadores imparciales de los fenómenos. Esto ratifica la importancia
de enfrentar colegiadamente los análisis y de someter los resultados al escrutinio de
pares ciegos, como instancia evaluadora para participar en ponencias y presentación de
artículos.
Fase 1. Preparación del grupo investigador en cuanto a la revisión del estado del arte y
de las bases teóricas sobre el concepto de ironía verbal: en el grupo de estudio se
realizó la lectura de documentos y se señalaron las teorías en las que se apoyaría la
investigación. También, en este momento se determinó el instrumento para llevar a cabo
las entrevistas semiestructuradas, que fue evaluado y aprobado por cuatro estancias: 1)
el grupo investigador; 2) revisión de un par interno; 3) revisión de un par externo 4)
pilotaje con un grupo de estudiantes de la Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana, asistentes a la asignatura electiva Comprensión de textos argumentativos
irónicos (2018-II y 2019-I), que dicta el investigador principal de este proyecto. Esta
asignatura la cursamos como requisito para pertenecer al grupo de investigación.
Fase 4: Análisis del corpus: En un primer momento, los seis integrantes del grupo
investigador con la información obtenida en las entrevistas, realizamos el proceso de
transcripción de las grabaciones. A partir de estas, se organizó una tabla de síntesis de
entrevistados en la cual se recopiló el total de las entrevistas realizadas en la
investigación. Después de concluir la transcripción, los auxiliares eligieron junto con los
docentes, algunas tareas de análisis para desarrollar en un tiempo determinado. En este
caso, nuestras tareas operativas constaron de lo siguiente: porcentajes de docentes que
fueron marcados por la ironía, cuántos utilizaban la ironía, el género, y la ubicación.
Para realizar estos porcentajes se tuvo en cuenta el número total de entrevistados (104) y
procedimos a realizar un conteo detallado de cada entrevista y sus respuestas,
identificando nombres para determinar el género y direcciones de colegios para
establecer la ubicación.
Fase 5: Socialización de los resultados: esta última fase se llevó a cabo en tres
momentos. En primer lugar, se socializaron los resultados a los docentes y compañeros
investigadores; allí se hicieron sugerencias y correcciones. En un segundo momento, se
socializó el trabajo en el XIII foro de estudios didácticos, lingüísticos y literarios y IV
encuentro de graduados del Programa de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana
(anexo 1). En este foro cada estudiante presentó una de las tareas analizadas con un
tiempo máximo de cinco minutos; al finalizar la presentación un docente investigador
realizaba una intervención en la cual ampliaba algunos puntos. Por último, presentamos
una ponencia en el Cuarto Encuentro Internacional de Investigación Universitaria –
ENIIU 2020, titulada: Concepciones sobre la ironía en el aula en docentes de básica
secundaria del departamento del Quindío. De ella obtuvimos certificado de
participación como ponentes (anexo 2). En esta ponencia contamos con un tiempo de 20
minutos y presentamos la tarea de análisis complejo correspondiente a la concepciones
sobre ironía en los docentes entrevistados.
1. Preparación
5.
2. Definición
Socialización
muestra
resultados
Proceso de
investigación
4. Análisis del
3. Entrevistas
corpus
Figura
1
Es importante mencionar que todo este proceso investigativo contó con el cuidado de
los procedimientos éticos y los derechos fundamentales de las personas que participaron
en esta, tanto de los estudiantes investigadores como los docentes entrevistados. La
protección de la integridad y la seguridad de los investigadores se garantizó a través de
las ARL, con las cuales la institución protege las salidas de campo de sus integrantes, y
con la elección del transporte para el desplazamiento a los diferentes municipios del
Quindío. De igual manera, se manejaron con cuidado los datos, las alusiones y las
creencias de los docentes entrevistados. Lo anterior, con el propósito de no afectar a
quienes participaron de las entrevistas, a fin de garantizar la confidencialidad de sus
respuestas, las cuales serían usadas únicamente con fines académicos de la
investigación.
2.3 Resultados
Por otra parte, a través de las entrevistas semiestructuradas realizadas a cada uno de los
profesores en la investigación macro, se recolectó una muestra significativa
correspondiente al 10% de los docentes del departamento del Quindío, quienes son los
sujetos de esta investigación. Para este estudio se realizaron un total de ciento cuatro
(104) entrevistas a docentes en ejercicio en el nivel de básica secundaria, divididas entre
diferentes instituciones educativas públicas y privadas de los municipios del
departamento. En este informe, se presenta un acercamiento de los siguientes datos
analizados: porcentaje de docentes marcados positivamente o negativamente por la
ironía durante su proceso como estudiantes; porcentaje de profesores que actualmente
hacen o no uso de ironías en las aulas de clases; porcentaje de docentes por municipio;
porcentaje por género; y porcentaje de instituciones educativas urbanas y/o rurales.
Además, se realiza un análisis del uso de la ironía como recurso didáctico y/o
pedagógico y las concepciones que los docentes tienen acerca de este concepto. Esto, en
diálogo con la teoría propuesta por Torres-Hernández.
Por último, en este trabajo, se busca establecer la manera en que los docentes de básica
secundaria conciben la ironía como recurso lingüístico. En razón de lo expuesto, se
presentan, a continuación, los porcentajes propios de cada respuesta emitida por los
entrevistados con sus respectivas gráficas, datos que corresponden a las tareas de orden
operativo.
38%
11%
13%
13% 13%
Figura 2
En este punto del texto, se indica el porcentaje de docentes marcados por la ironía. La
etiqueta “positivos” hace referencia a aquellos docentes que en su etapa de estudiantes
recibieron ironías consideradas favorables, ya que les ayudó a cambiar su
comportamiento, a llevar una mejor relación entre el educador y el estudiantado, a tener
mayor gusto por la asignatura, entre otras. En contraste, la etiqueta “negativos” permite
ver cuántos fueron marcados de manera desfavorable en la escuela, porque recibieron
burla y ofensa; asimismo, tuvieron una mala relación con el docente o hubo daño a su
autoestima. Por su parte, la etiqueta “ambas” reúne información de docentes marcados
tanto positivamente como negativamente. Por otro lado, “no recuerdan” hace referencia
a quienes no recuerden ninguna ironía en su etapa como estudiantes. Otro grupo de
docentes se encasilla en “no marcado”, puesto que las ironías que recibieron no fueron
memorables. Y por último, en “no responde” se encuentran aquellos que se abstuvieron
de emitir respuesta. Los datos obtenidos se muestran en la siguiente gráfica:
En los resultados de esta gráfica respecto a los docentes marcados por la ironía, se
refleja lo siguiente: un 38% de los participantes fueron marcados positivamente,
mientras que un 12% fueron marcados de manera negativa. Varios de los docentes que
fueron marcados positivamente mencionan que la ironía ayuda a, P019: «mejorar
actitudes en clase»; otros dicen que por las ironías en su etapa como estudiante ahora
ellos son irónicos: P023: «Tuve un profesor y me tiraba cosas así con ironía y yo creo
que eso me volvió bastante irónico de hecho ahora que lo pienso». Responden que con
esta se hacen más amenas las sesiones de aprendizaje. Por el contrario, los docentes
marcados negativamente, indican que con ella sintieron “inseguridad, miedo y rabia”, y
que a raíz de esto, concluyeron que “no debían utilizar la ironía cuando ejercieran su
profesión”. A causa de estas vivencias, le “cogieron rabia” o rechazo al docente. Estas
experiencias negativas se pueden comparar con lo que menciona Torres-Hernández: “la
ironía negativa, genera efectos destructivos en los estudiantes como: temor,
silenciamiento y desmotivación” (2012b: 469). Los docentes marcados negativamente
no solo se sintieron atacados o ridiculizados, sino que percibieron que la intención del
docente era agredir más que divertir, reflexionar o argumentar.
Por otro lado, 13% de los entrevistados se incluyeron en la etiqueta “ambas”, en la cual
se abarcan los efectos, tanto positivos como negativos. Negativos, porque en ocasiones
se sintieron incómodos en la clase; positivos, porque con esas ironías cambiaron y
mejoraron en su vida académica. Al respecto, se tienen las siguientes respuestas de los
docentes, P002: «pues, como efecto negativo en el momento obviamente la pena, y
como efecto positivo me ayudó a cambiar eso, a darme cuenta que habían ciertas
situaciones en las que había que ser más participativo»; P060: «negativas, aumento en el
temor de ser avergonzado, miedo a responder por temor a que se burlaran. Positivas,
estabilizar un poco o darse cuenta de que estaba cometiendo un error o que tenia algo
por mejorar». Por su lado, el 13% de docentes pertenece a la etiqueta “no recuerda”, ya
que indican no tener ningún recuerdo de ironías en su proceso como estudiantes. Sin
embargo, aunque no fueron ellos sujeto de ironía, sus compañeros sí. Con estas ironías
observaban cómo algunos compañeros se divertían, mientras que otros se ofendían.
Prueba de ello es esta respuesta, P033: «pues a mí me hacían reír, yo no fui objeto […]
pero a los compañeros por lo general les daba ira, pues no era para nada una experiencia
positiva». El porcentaje “no marcado” correspondiente al 11%, asegura que ninguna
ironía que les hayan lanzado en su proceso académico los marcó. Por último, el 13%
pertenece a la categoría “no responde”.
Se evidencia en esta gráfica que el porcentaje más alto pertenece a docentes que fueron
marcados positivamente con una ironía cuando eran estudiantes, y algunos señalan que
por esta razón ellos también utilizan ironías en sus clases para marcar de forma positiva
a un estudiante, con el fin de hacer que reflexione y que tenga actitudes de cambio.
2.3.1.2 Porcentaje de docentes que hacen uso de la ironía:
Uso de la ironía
19%
54%
27%
Figura 3
Para estos datos analizados los porcentajes son los siguientes: un 54% de docentes sí usa
la ironía, mientras que un 27% la usa poco. El 19% no usa ironía en ningún caso.
Algunos de los docentes que utilizan la ironía en el aula mencionan en las entrevistas
que lo hacían con fines lúdicos, de crear un ambiente “jocoso”, de romper la “mecánica
de la clase” y de realizar una interacción con el estudiante. Como lo señala Torres-
Hernández: “la ironía en su óptima expresión: aquella que acompaña, invita, provoca,
permite toda reconstrucción, apertura y nuevas miradas de mundo” (2012b: 463). De
igual modo, los docentes aseguran que al utilizar la ironía logran que el estudiante
mejore su actitud en la clase.
Por el contrario, los docentes que usan poco la ironía lo hacen porque no quieren
ofender al estudiante ni que este se sienta atacado ni ridiculizado, para así evitar burlas,
rechazo o inseguridad entre sus compañeros. Otros evitan utilizarla porque señalan que
no les gusta y prefieren “llamar la atención” al estudiante usando un manejo asertivo del
lenguaje.
Ahora bien, el grupo GRIALE conceptualiza dos tipos de ironías, la ironía focalizada,
que se produce en enunciados concretos y se asocia con algunos marcadores lingüísticos
(el tono irónico, fraseologías, entre otras), la cual es más frecuente en textos orales. Y la
ironía continuada, que está más presente en textos escritos y se encuentra a lo largo de
todo el documento, sin la necesidad de que exista un marcador lingüístico especifico de
la ironía.
En este análisis de usos de la ironía, nos interesa abordar la ironía focalizada, producto
de la interacción oral con los docentes en las entrevistas semiestructuradas; aunque no
haya registro visual de sus gestos y sus movimientos, como investigadoras y partícipes
de estas, estuvimos presentes e identificamos algunas marcas. Como se evidencia en el
siguiente ejemplo, P022: «Muy buenas noches, me imagino que estaba estudiando o
haciendo la tarea que estaba pendiente». Este docente menciona que no utiliza muchas
ironías, pero cuando un estudiante llega tarde y es indisciplinado, él le lanza una ironía
con un tono de voz especifico para que le quede más claro el mensaje. Aquí
evidenciamos que se acompaña la ironía de un tono de voz y de algunos gestos para que
el mensaje que se quiere dar se reciba correctamente, además son ironías que no se
utilizan frecuentemente. Otros ejemplos de ironía focalizada son los siguientes, P073:
«aquí tenemos al sabio Caldas»; P006: «cuidadito siguen el ejemplo de fulano de tal, no
lo vayan a imitar que eso de pronto les puede caer mal». Estos docentes dicen que
utilizan este tipo de ironías de vez en cuando para elogiar al estudiante; sin embargo,
prefieren hacerlo de manera directa sin utilizar tanto la ironía para esta situación.
Por otro lado, aunque la ironía continuada esté más presente en los textos escritos,
identificamos al hacer la trascripción de las entrevistas algunos docentes que
permanentemente hacen uso de la ironía en sus clases, como se puede ver en los
siguientes ejemplos, P013: «madrugo mucho»; «muy sabio» ; «uff muy entendible» y
«huy se las sabe todas»; P006: «Me encanta como me pone cuidado, como me presta
atención». Estos docentes no hacen uso de un tono especifico que marque la ironía; sin
embargo, analizando el contexto situacional queda explícito el mensaje que desean dar.
Como resultado, en las entrevistas realizadas a los docentes, se obtiene que es mayor el
porcentaje que sí utiliza ironías en el aula. Estos docentes expresan que las ironías
usadas tienen como fin que el estudiante reflexione y tenga actitud de cambio.
Igualmente, se busca con este recurso que el estudiante sea más cumplido con sus
trabajos, “preparándolo así para la vida laboral”.
35%
65%
MUJERES HOMBRES
Figura 4
Por su parte, los datos que se obtuvieron en esta gráfica corresponden al porcentaje por
género encuestado, el cual indica que la participación de los entrevistados fue mucho
mayor en hombres que en mujeres. Mientras que la población femenina tuvo una
intervención del 35%, que corresponde específicamente a 36 mujeres, los varones
resultaron ser mucho más participativos, teniendo una contribución del 65%; es decir,
68 docentes masculinos. De esta manera, se pude deducir que este porcentaje se debe a
que la población adscrita a la Secretaría de Educación en el campo de básica secundaria,
es superior en el caso del género masculino en el departamento del Quindío.
12.50%
11.53%
6.73%
4.80%
4.80%
3.84%
3.84%
2.88%
A Á A IA A O O
T C IA B V R JA A T
O A
IS
R S O D O Y ID
L
A A D A
N N E
G PI A E
N
A
V C R É N B L B
A A IR Ó L G E
N C C C FI T
E IM SA T
E N U
U O Q
B M
Figura 5
De todas las instituciones visitadas, veintitrés (23) que son el 71,87% corresponden a la
zona urbana, mientras que 28,12%, es decir nueve (9) corresponden a la zona rural.
Para resumir las tareas de análisis operativo, con los datos obtenidos hasta el momento
se puede evidenciar que la ironía, en algunos de los casos, es poco utilizada para evitar
ofender o hacer sentir mal a los estudiantes. Hay que entender que la ironía es un juego
de roles, en el cual intervienen dos actores importantes: 1) el docente y la intención con
que utiliza la ironía; y 2) el estudiante, quien tiene el reto de interpretar recursos
lingüísticos de este tipo. La comprensión de estas generan en el ironizado, sentimientos
de motivación, reflexión, incluso de risa. También, por supuesto, efectos como temor,
desmotivación y rechazo, que inciden en su vida y que pueden marcarlos tanto positiva
como negativamente. Por eso, es importante utilizar las ironías para reírse con los
estudiantes y no para reírse de ellos. Asimismo, se observa que prima el género
masculino en los entrevistados; quizás esto se debe a que hay más hombres trabajando
en las instituciones educativas. Otra causa de este porcentaje del género se debe a que
los estudiantes investigadores no eligieron a los docentes para las entrevistas, solo se
preguntaba quién quería responder unas preguntas acerca de la ironía y ellos accedieron
voluntariamente.
Antes de continuar con el análisis, conviene hacer una distinción de estas dos disciplinas
(didáctica-pedagogía) de acuerdo con algunos autores. La primera, Anna Camps, la
propone como una disciplina de intervención responsable de los complejos y dinámicos
procesos de enseñanza y aprendizaje. Su objetivo fundamental es resolver problemas de
aula relacionados con la enseñanza y aprendizaje, en nuestro caso, de la Lengua
Materna. El grupo de Investigación DiLeMa2 entiende que la didáctica de la Lengua es
teoría en acción, de manera que sería imposible entender los procesos de intervención
de orden práctico sin todo un componente teórico que abrigue al profesorado, y sobre el
cual este tenga absoluta claridad. La segunda consiste básicamente en la interacción
verbal que se produce en un contexto formal de aula de clase, entre la persona que
enseña y la que aprende, un contexto que se caracteriza fundamentalmente por la
distribución de saber/poder que existe entre ambas, y por la presencia de convenciones
mutuamente aceptadas. Una de estas convenciones usadas en el discurso docente es la
ironía, un recurso lingüístico que consiste, según Maturana (1997), en la manifestación
verbal o gestual, la cual lleva implícito un fingimiento, una burla disimulada, carácter
ficticio de contradicción entre lo que se dice y lo que realmente se quiere decir, cuyo
resultado es un proceso de encadenamiento entre las acciones llevadas a cabo por los
actores dentro del aula de clase para crear otro puente de comunicación.
Así, la didáctica dialoga con la pedagogía, ya que esta se preocupa por la formación del
individuo en diferentes ámbitos sociales, en este caso, el aula de clases. Cuando se habla
de lo pedagógico y lo didáctico, se deben involucrar los diferentes actores del contexto
(estudiantes y docentes). Lo anterior se relaciona con las respuestas de los entrevistados,
2
Grupo de Investigación Didáctica de la Lengua Materna y la Literatura (DiLeMa). Proyecto
financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Quindío (2019-2020).
puesto que, con las ironías utilizadas en el aula, buscan que el estudiante cambie alguna
actitud frente a la asignatura, modifique su comportamiento, reflexione y se mejore la
comunicación en el aula. La ironía utilizada con tales fines posibilita al docente conocer
mejor a sus estudiantes, que tenga claro en qué momento y con quiénes puede utilizar
una ironía. Este recurso no solo cambia actitudes en ellos, sino que posibilita que ambos
aprendan y compartan mientras tienen una conversación sobre determinado tema. Como
lo indica Torres-Hernández: “Las relaciones pedagógicas son una oportunidad de
interacción que se desarrolla entre textos y contextos como mediaciones que solo son
posibles gracias a la comunicación” (2012a: 107). La ironía posibilita esa comunicación
en el aula de clase si es utilizada con fines de enseñanza y aprendizaje, invitando en
todo momento al ironizado a tener una capacidad de crítica, análisis y cuestionamiento
sobre el mundo que habita.
A continuación, se muestran los resultados de los datos obtenidos sobre la ironía con sus
respectivos ítems:
No tiene Valor
20%
Algunas veces
8%
Sí
tiene valor 72%
Figura 7
Lo más notorio de todo esto es que, presos entre el léxico de una lengua y la gramática de
otra, no sólo se apelmazan los cognados, los macarrones o los infortunios lexicales, sino
también toda suerte de ideologemas y visiones del mundo; al fin y al cabo, la ironía […] no
juega solo con las palabras, sino que también con el material sociocultural del que están
hechas, con su memoria, con sus huellas, su genética, su pasado, en últimas con su aire de
familia” (2011: 184).
De esta forma, el educador se expresa no solo desde su saber, sino también desde su ser.
Este juega con las diferentes formas de enseñanza para generar en el estudiante
aprendizajes más amplios, que le permitan comprender los componentes teóricos y al
mismo tiempo diversas visiones del mundo, usando la ironía en otros contextos
pragmático-socio discursivos como recurso didáctico.
Por otro lado, algunos docentes responden que la ironía no tiene ningún valor
pedagógico ni didáctico, pues mencionan: P039: «la ironía como mecanismo para
enseñar no sería el más indicado»; P074: «no tienen valor, más que todo son para dar un
comentario gracioso, porque no aporta a la formación de un estudiante»; P085: «se
utiliza más bien para romper el hielo»; P086: «no tiene un valor tanto pedagógico sino
más bien lúdico». También decían que tenía valor cuando este recurso se utilizaba para
un efecto positivo sobre el estudiante, pero que si se utilizaba para obtener un efecto
negativo, entonces no tenía valor, como se evidencia en estos ejemplos; P013: «depende
el tipo de ironía, porque si afecta no es pedagógico, pero si mueve y conmueve y hace
que dé un efecto positivo, es pedagógico»; P032: «dependiendo de cómo lo uses como
docente, yo pienso que irónicamente se pueden hacer críticas muy constructivas o se
pueden hacer refuerzos positivos. Evidentemente, si es de ese lado, yo pienso que es una
buena herramienta. De ninguna manera me gustaría emplearlo para llamarles la atención
o que los marque»; P045: «obviamente considero que sí tiene un valor didáctico y
pedagógico, pero depende claramente de la comunidad discursiva, depende de los
conocimientos previos para que esa ironía sea entendida, para que no vaya a producir
cierto enojo. Debe ser algo mutuo y concertado» y, P063: «de pronto para enseñar,
dependiendo de la ironía que se utilice. Porque si es hiriente u ofensiva, no tiene ningún
valor didáctico o pedagógico».
Según las respuestas anteriores, esto dialoga con lo que menciona Torres-Hernández
(2012a), quien hace una distinción entre una ironía “no prototípica”, la cual presenta
una forma cortés, cooperativa, provocadora, que permite la participación en el aula, la
conversación y genera un efecto positivo. Y la ironía “prototípica”, que tiene una
intención amenazante, que está cargada de burla, de insulto, de agresión, que subestima
a la persona y no a sus ideas, sin cortesía y con efectos negativos. Los ejemplos
brindados por los docentes, permiten observar algunas palabras ofensivas que llegan
inclusive al insulto en algunos casos, P016: «Gómez, riquillo hijueputica», aquí se
evidencia la ironía prototípica la cual se convierte en insulto y agresión directa hacia el
estudiante.
Continuando, los docentes que hacen parte de la etiqueta “algunas veces”, indican que
la ironía tiene valor pedagógico y/o didáctico dependiendo de cómo se emplee. Si la
ironía es utilizada para que los estudiantes reflexionen y aprendan, tiene valor; pero si se
maneja con intenciones ofensivas o hirientes, no tiene ningún valor. Como se presenta
en el siguiente ejemplo, P021: «pienso que cuando yo le digo al muchacho ‘a ver si
madruga’, no hay una mala intención, sino más bien, ‘bueno madrugue’. No es retirar la
ironía constante, yo pienso más bien que la ironía es buena en ciertos momentos y de
vez en cuando, no que sea una conducta permanente del docente, porque pasa a ser ya
algo de burlarse del estudiante, de hacerlo quedar en ridículo; pasaría ya a ser una
grosería».
Así pues, la gráfica indica que el porcentaje más alto es de docentes que utilizan la
ironía como un recurso pedagógico y/o didáctico, ya que en términos generales la
consideran como un medio para llegar a una comunicación más cercana y más divertida
con sus alumnos, pues se trata de ironías con intención constructiva y que buscan
ambientar de forma jocosa el aula de clase. También, la abordan para tener un
aprendizaje más significativo. Los docentes hacen uso de la ironía para que los
estudiantes cambien algunos aspectos de su comportamiento, como es el caso de
algunos ejemplos, P043: «Sí, tanto pedagógico dentro del hecho de que el estudiante
realice la tarea, preste atención en clase, de que el estudiante se ría con el docente, de
que exista una empatía. Didáctico, pues digamos que se aprende un poco. La ironía
ayuda a comprender mejor algunas cosas, digamos un tema que es obvio para algunos,
pero para otros no, usted dice una ironía y el estudiante, por la ironía que se le hizo en
ese momento, lo va a recordar con mayor facilidad a la hora de conceptualizarlo».
Por otra parte, Flanderss (1997) plantea cuatro componentes que se integran en la
relación entre estudiante y docente. En este trabajo se hace mención del último
componente, ya que en este se destaca la interacción en el aula de clase, en la cual los
actores involucrados (estudiantes-docentes) comparten contenidos para la enseñanza y
el aprendizaje. De este modo, ambos actores deben compartir ciertos conocimientos
para que los contenidos sean aprendidos de mejor manera y se puedan interpretar los
mensajes ocultos en el texto, en las acciones, en las palabras, en los gestos, entre otros.
Esto se puede evidenciar en las siguientes respuestas emitidas, P020: «sí, que ellos
aprendan cómo inferir ciertos mensajes»; P034: «algunas preguntas tiran a eso, no a lo
evidente, sino a hacer inferencias, encontrar el juego de la trasgresión que trae la ironía.
De manera didáctica, para que los estudiantes aprendan a hacer inferencias». Aquí se ve
reflejado este punto, en la importancia de la interacción entre los participantes; así
cuando el docente logra que los estudiantes infieran y deduzcan ciertos mensajes
ocultos, está construyendo grandes enseñanzas y aprendizajes.
En lo que concierne a esta tarea compleja, es importante recordar que en el aspecto anti-
didáctico se recoge aquello que no resuelve problemas de aula, no permite mediaciones,
no condensa procesos de enseñanza y aprendizaje y crea barreras. Teniendo en cuenta
esto, y en relación con el efecto negativo de la ironía, algunos docentes mencionan que
esta no aporta nada, no logra un desempeño adecuado de los estudiantes y que no
debería ser llevada al aula ya que no aporta a la educación ni a la formación de estos,
P031: «uno ir a educar con ironía, siento que falta algo, no es el camino para llegar a
ellos. Hay otros recursos de educar; la ironía no es parte de la educación. En el contexto
educativo no es lo más acertado». De alguna manera, algunos docentes censuran este
recurso en el aula, porque creen que solo sirve para burlarse del alumno y hacerlo sentir
mal. Así, en su etapa como estudiantes y como docentes, han tenido experiencias
negativas y por eso creen que no es algo propio para abordar en su discurso.
No
26%
Sí
74%
Figura 7
Ahora bien, en la segunda parte, nos interesa determinar con qué frecuencia los
docentes hacen uso de la ironía; esto a partir del porcentaje de aquellos que la
comprenden (74%). Allí se puede advertir que el porcentaje de docentes que hace uso
constante de la ironía es de un 40%; estos docentes utilizan la ironía para hacer más
amena la clase, para reflexionar, para divertirse. Como se evidencia en los siguientes
ejemplos, P022: «la utilizo para que el estudiante despierte y vea qué está haciendo
mal»; P047: «la ironía sirve para que tenga algún impacto o modificación en el
estudiante»; P056: «la utilizo como una forma de evitar la incomodidad, de suavizar el
regaño, por jocosidad y diversión». Mientras que los docentes que hacen uso
ocasionalmente son un 33%; estos expresan que utilizan la ironía dependiendo de la
situación y de los estudiantes, ya que a veces se pueden ofender, P060: «Hay estudiantes
muy susceptibles que se pueden llegar a ofender al uno ser irónico con ellos.»; P015:
«prefiero utilizarlas más en la Universidad que en el colegio, ya que, el escenario del
colegio es muy diferente». Por otro lado, la frecuencia de uso inexistente es de un 27%.
Esta última categoría se refiere a los docentes que prefieren ser directos con su discurso,
ya que consideran que es más preciso y significativo, P021: «La ironía es buena en
ciertos momentos y de vez en cuando».
Frecuencias de uso
28%
40%
33%
Figura 8
Aquellos cruces de palabras en los cuales lo que se dice no coincide con lo que se comunica,
pues el hablante realmente quiere decir algo distinto de lo que está expresando, condición
que señala la ironía como acto de habla indirecto. En esta distinción entre lo que se dice y lo
que se quiere comunicar, está la inferencia, entendida también como implicatura, allí puede
nacer la ironía (2012: a103).
De acuerdo con lo mencionado por la autora, se evidencian algunos ejemplos con las
voces de los docentes entrevistados en esta investigación, P008: «la ironía logra que el
estudiante reconozca, en medio del discurso, este mensaje implícito que va allí
inmerso». En este primer ejemplo, y teniendo en cuenta la teoría, lo que la ironía busca
es que el estudiante, que es a quien se ironiza, encuentre esa implicatura o significado
oculto para así otorgarle sentido al mensaje. En el segundo ejemplo, un docente
menciona lo siguiente, P015: «procuro siempre jugar con la intencionalidad del
mensaje». En este caso, en lo que no se dice está la intención del docente y el efecto en
el estudiante puede ser negativo o positivo de acuerdo con la finalidad con la que el
docente utiliza dicha ironía.
Para continuar, otro docente menciona lo siguiente, P020: «la ironía sirve para que ellos
aprendan a inferir ciertos mensajes, que puedan deducir qué se quiere decir a partir de
esa ironía». En este ejemplo, el docente utiliza la ironía para estimular el nivel
inferencial, para que el estudiante no solo se quede con lo que se dice, sino con lo que se
quiere decir. De esta manera, podrá descubrir el sentido de esta ironía desde sus
experiencias, sus intereses y el contexto. Y en este último ejemplo, P030: «La ironía
sirve para, de alguna manera muy discreta, dar a entender un mensaje a los estudiantes».
Si el estudiante comprende el uso irónico es porque es capaz de inferir; esto se relaciona
con lo que menciona Torres-Hernández, porque aquí la ironía existe, ya que el ironizado
la identifica y comparte contexto con el ironista. Esto facilita esa interacción.
Así, se puede observar que los docentes en relación con lo que dice la autora tienen una
idea más o menos acertada de lo que es la ironía y del papel que esta cumple en el aula
de clase. Para darle cierre a este capítulo de resultados, tomamos una idea de Parra y
Zambrano-Valencia, en el capitulo del libro “Géneros discursivos y estrategias para
redactar textos académicos en secundaria”; aquí asumen lo siguiente:
A partir de esta idea sobre inferencia, se puede suponer que, a pesar de que los docentes
no lo digan explícitamente, la ironía estimula el pensamiento, y enseñar a ironizar es
enseñar a pensar y también es posible decir que aprender a ironizar es aprender a pensar.
Finalmente, se identifica en estas tareas de análisis complejo que la ironía forma parte
del repertorio verbal habitual de la mayoría de docentes; sin embargo, no se descifra
suficientemente su valor. Todavía hay concepciones que la asimilan con otros conceptos
negativos y, sobre todo, con conductas inapropiadas cercanas al irrespeto por el otro. De
este modo, estas tareas analizadas aportan al desarrollo del informe e investigación
macro, pues sus datos nos permitieron dar cumplimiento a los objetivos propuestos en el
inicio de este trabajo y observar el dialogo entre la teoría base y los hallazgos en las
entrevistas semiestructuradas.
3. Conclusiones
A manera de cierre, los datos obtenidos en las tareas de análisis operativos y análisis
complejos permiten observar que la mayoría de los docentes entrevistados están
familiarizados con el concepto de ironía y sus usos. Por su parte, otros profesores no
conocen bien la ironía y la confunden con otros términos. Esto deja en evidencia que
mientras no se establezca una definición más clara, no se precise cuál es el papel en la
escuela o en el aula de clase, no se reconozcan sus objetivos, sus métodos, y no se
realicen suficientes estudios o investigaciones teórico-prácticas, no será usada ni
entendida correctamente en su totalidad. Los resultados de este informe dialogan con los
objetivos propuestos en la investigación macro. En este trabajo se desarrollaron dos de
los cuatro frentes de la investigación principal. El primero de ellos correspondiente al
análisis de efectos perlocutivos de la ironía en el aula, en paralelo con los análisis
propuestos por Torres-Hernández (2012a, 2012b). Y el segundo, el bosquejo de algunas
implicaciones didácticas y pedagógicas.
Los resultados de las tareas de análisis operativo dialogan con las bases teóricas
propuestas en la investigación. Se obtuvo una participación de la totalidad de los
municipios del departamento del Quindío, lo que permite ver que existe una buena
muestra representativa en cuanto a variedad de ubicación geográfica. De igual manera, y
debido a que existe un mayor numero de docentes masculinos adscritos a la Secretaria
de Educación Departamental, se resaltó su participación en esta investigación. Además,
se evidenció que el porcentaje de docentes que utiliza la ironía en el aula como recurso
didáctico, es mayor a quienes no la emplean. De igual forma, fue mayor el número de
profesores marcados positivamente. Por otra parte, quienes fueron marcados
negativamente en algún momento de su proceso como estudiantes, suelen confundir el
concepto de ironía con otros términos como burla, ofensa, matoneo, agresión, entre
otros.
Es importante mencionar que no solo los docentes sino también las personas que hacen
uso constante de ironías asumen un gran riesgo, puesto que hay que identificar no solo
el momento oportuno para ironizar sobre algo que sucede, sino también a la persona que
será objeto de dicha ironía. Ya que, primero, hay que evitar caer en los excesos y
generar en los estudiantes u otras personas rechazo y agresión. Y segundo, hay que tener
claro que no todas las personas son usuarios de la ironía; por esta razón, se debe tener en
cuenta el contexto situacional, evitando el uso de ironías prototípicas, que afecten su
condición personal.
Siguiendo con lo anterior, hay otro tipo de ironía que provoca efectos positivos; aquella
que permite reírse con los demás y no de ellos. Esta va acompañada de cierto tacto y
una gran delicadeza; así se logra crear en la memoria de los estudiantes un
acompañamiento divertido y reflexivo que fomenta una cercanía entre los actores
involucrados. Ante todo esto, es importante como docentes observar el mundo del
estudiante en el aula, lanzar una ironía con cautela y tantear si le gustó, qué gestos hizo,
porque en lo kinésico también se puede percibir cómo el otro recibió lo que se dijo. Eso
se busca con la ironía: leer al otro y permitir que el otro me lea, detonar emociones y
efectos positivos. De ahí que intentemos leer comprensivamente no solo lo que dicen los
docentes en entrevistas semiestructuradas, sino también su proxémica, su cinésica, su
cronémica.
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