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La intervención en la prevención de la salud son aquellos diseñados con objeto de modificar los
determinantes individuales, sociales y ambientales que influyen, directa o indirectamente, en el
desarrollo de enfermedades o trastornos.
Objetivos de la prevención
Los objetivos finales de todo programa de prevención incluyen la reducción de los factores del
riesgo. Además, modificar las conductas para incrementar los factores de protección. Un programa
de prevención realista no puede aspirar por sí solo a eliminar por completo los factores de riesgo,
ya que son tantos y tan variados que en la práctica es imposible actuar sobre todos ellos con un
único programa de prevención.
En cuanto a los objetivos intermedios, éstos van a depender del área en el que se centre el
programa. Por ejemplo, consumo de drogas, relaciones sexuales de riesgo… o el, el ámbito de
aplicación. Podemos encontrar un ámbito comunitario, escolar, familiar, laboral, etc… También hay
que considerar la población diana (niños, adolescentes, padres, jóvenes adultos…).
Por mencionar algunos que suelen aparecer en el ámbito de la salud: incrementar la percepción de
riesgo de determinados comportamientos o factores y aprender a detectarlos, aumentar la
capacidad de tomar decisiones, dar conocimientos específicos sobre una materia, modificación de
mitos relacionados con el área de intervención, etc.
A lo largo de los años de investigación en programas de prevención, se han hallado principios que
todo programa debería seguir para incrementar su efectividad:
Los contenidos del programa deben promover la adopción de estilos de vida saludables y la
adquisición de las habilidades personales que facilitan dicha adopción.
En el ámbito de la salud, se definen los factores de riesgo como las condiciones socioeconómicas,
biológicas, psicológicas o ambientales que están asociados con o causan el desarrollo de un
problema de salud. Pueden ser sociales, familiares o individuales.
Pobreza.
Alta impulsividad.
En cuanto a los factores de protección, éstos han sido menos estudiados que los anteriores, pero
merecen ser tenidos igualmente en cuenta en cualquier programa de prevención en salud para
fomentarlos y desarrollarlos. Pueden considerarse como tales aquellas variables individuales,
sociales, ambientales o biológicas que reducen la probabilidad de que una persona expuesta a
factores de riesgo desarrolle un problema de salud.
Entre los factores de protección generales de la salud podemos encontrar entre otros:
Alta autovaloración.
A todo esto, todo programa de prevención de calidad debe tener en cuenta que el impacto potencial
de determinados factores de riesgo o protección varía con la edad de la población diana. Además,
las intervenciones en edades tempranas tienen, en general, mayor impacto que las hechas a edades
más tardías.
Cuaternaria: está relacionada con la prevención de recaídas una vez la persona se ha curado de la
enfermedad. Algunas clasificaciones la incluyen en la prevención terciaria.
No obstante, este tipo de clasificación está para algunos autores obsoleta y por ello se ha propuesto
una clasificación alternativa:
Prevención universal: aquella que se dirige a la población general de cualquier ámbito, siendo por
tanto una intervención general. Se incluirían aquí los programas de promoción de la salud.
Prevención selectiva: es la que se dirige a subgrupos de población que se piensa que pueden estar
expuestos a factores de riesgo. Estos subgrupos de población pueden definirse por edad, género,
historia familiar, lugar de residencia, hábitos de ocio, etc. Aquí estarían los programas de evitación
o reducción de riesgos de una población específica.
Prevención indicada: es aquella que está dirigida a personas que no presentan los criterios
diagnósticos de una enfermedad pero que muestran signos previos por estar expuestos a
situaciones de alto riesgo. Incluye los programas de reducción de riesgos en poblaciones de alto
riesgo. También el tratamiento o rehabilitación precoz.
LA PROMOCIÓN DE LA SALUD
Al día de hoy todavía hay confusión entre los conceptos de promoción de la salud y prevención de
la enfermedad. De hecho, esto ocurre porque algunas veces una misma intervención puede valer
para los dos casos. Para Godoy (1999, p. 61-62) la promoción de la salud es el conjunto de
actuaciones volcadas a la protección, mantenimiento y mejoría de la salud y a nivel operativo, al
conjunto de actuaciones (centradas en el individuo y/o en la comunidad) relacionadas con el diseño,
elaboración, aplicación y evaluación de programas y actividades volcadas a la educación, protección,
mantenimiento y mejoría de la salud (de los individuos, grupos o comunidades).
Guibert Reyes, Grau Abalo y Prendes Labrada (1999, p. 182), asociando la educación con la
promoción de la salud, afirman que promover la salud significa educar, es decir, instaurar en la
población un comportamiento que haya demostrado ser realmente efectivo para una salud óptima.
Esto requiere formar nuevas conductas, modificar actitudes, fortalecer motivos especiales y
fomentar creencias favorables mediante diferentes tipos de relaciones funcionales: formulaciones
verbales, campañas, desempeños efectivos, trabajo en grupo, intermediación en centros laborales,
intersectorialidad, etc., que propicien la condición de salud, pero que además definan cómo esos
comportamientos se han de instaurar.
En el ámbito de este artículo, sus autores, aunque reconozcan la relación dialéctica y la falta de
consenso de una existencia jerárquica entre las acciones de promoción de la salud y de prevención
de enfermedades, proponen que las acciones de promoción sean anteriores a las acciones
preventivas. Deben de pensarse sobre la base del perfil epidemiológico de la comunidad o grupo
específico al cual se desea intervenir. Su principal característica es la de proponer y facilitar las
acciones antes de la aparición de las enfermedades. Tiene un carácter muy amplio y responde al
compromiso ético de mejorar el potencial de salud socioecológico de las comunidades.
El trabajo de Vázquez y Méndez (1999) sobre los procedimientos conductuales para el control de la
diabetes puede utilizarse aquí como ejemplo. Éstos afirman que los programas de educación
diabetológica no deben estar dirigidos solamente a los individuos afectados, sino también a sus
familiares y cuidadores. Los objetivos de este programa se vuelcan en el entrenamiento de
estrategias tanto de evitar la enfermedad, en el caso de hijos y nietos de los enfermos, como del
desarrollo de conductas favorables a la adherencia a los programas de tratamiento de los familiares
enfermos.
Aunque se ejecuten las acciones de salud mediante el seguimiento de planes elaborados sobre la
base del previo conocimiento del colectivo social beneficiario del servicio, el plan debe tener como
meta el desarrollo de la autonomía del colectivo en cuanto a la elección de los temas trabajados y
su mejora. Es decir, que, al fin y al cabo, el grupo deberá ser estimulado a tomar decisiones en lo
que se refiere a las actividades programadas a nivel del plan.