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Rubén, mi sobrino, es un niño muy cariñoso y travieso. Es el más pequeño de la familia y, por consiguiente, el más
engreído. Le gusta estar siempre acompañado de alguno de nosotros. A Rubén le encanta jugar y pintar con colores.
Hace poco, cuando yo estaba en mi habitación dibujando y pintando, ingresó corriendo y, sin respetar mi trabajo,
cogió mis dibujos y mis colores, y se puso a pintar. Su actitud me molestó, pero no supe qué decirle por temor a que
se sintiera mal. (Testimonio de Diana, niña de 10 años)
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El espacio personal es un área o espacio que rodea a una persona. Representa el espacio o la distancia que debe
haber entre la persona y los demás. El espacio personal también incluye el respeto a las ideas, los sentimientos y las
emociones. Tiene que ver también con los momentos o el tiempo que necesitamos para jugar, para leer un cuento a
solas o para realizar otras actividades que podemos disfrutar y que nos hacen sentir bien. Tú pones los límites, es
decir, qué tanto se puede acercar una persona a ti. Ninguna persona puede ingresar a tu espacio personal sin tu
consentimiento. Cuando esto suceda y te cause malestar, desagrado o temor, aléjate y comunica el hecho o pide la
ayuda de una persona de tu confianza. Reconocer nuestro espacio personal nos permite aprender a cuidar nuestro
cuerpo, nuestras emociones, nuestros sentimientos e ideas, y aprender a defenderlos. Así también, tenemos el deber
de respetar el espacio personal de los demás.
A Carla, desde muy pequeña, le encanta escribir. Cuenta con un diario elaborado creativamente por ella en donde
escribe todo lo que le sucede, siente y piensa. Una tarde, luego de haber terminado las tareas, se sentó para escribir
en su diario. Estaba muy concentrada y no se percató de que su prima Mirian la estaba observando atentamente e
intentando leer lo que escribía. Carla, al darse cuenta, cerró su diario y su prima quiso quitárselo de las manos.
Segundos después, Carla, muy enojada, fue en busca de su mamá y le contó lo ocurrido.