técnicas que se usan para comunicarse oralmente con efectividad.
La expresión oral se produce de forma
espontánea, para llamar la atención de los demás, narrar hechos ocurridos, expresar sentimientos, deseos, estados de ánimo o problemas, argumentar opiniones o manifestar puntos de vista. Por excelencia, la expresión oral espontánea es la conversación que se utiliza en las situaciones cotidianas de la vida.
Este tipo de expresión favorece el rápido intercambio de ideas
entre las personas. Por lo general es dinámica, expresiva e innovadora. El acento, el tono y la intensidad dados a cada palabra atraen o refuerzan la atención del oyente. La modulación de la voz, los gestos, la intención y el estado de ánimo de quien habla, ayudan a comprender el verdadero significado de lo que se expresa.
Cuando se expone algún tema, de forma objetiva, tras haberlo
pensado y analizado detenidamente, se habla de expresión oral reflexiva. Esta modalidad se utiliza en los discursos académicos, conferencias, charlas, mítines, entre otros, y en algunos programas de los medios de comunicación.
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En la expresión oral se reflejan las variedades lingüísticas geográficas, sociales y de estilo, que ponen de manifiesto la procedencia y la cultura de quien se está expresando. Las oraciones suelen ser breves y sencillas. El contexto, la situación y los gestos favorecen la omisión o supresión de palabras:
— ¿Vienes conmigo? — Sí (voy contigo).
Cuando un discurso está poco elaborado, en la expresión oral
son frecuentes:
Las interrupciones momentáneas, repeticiones,
incoherencias y divagaciones. Por ejemplo: esto...; claro que...; ¡porque sí, porque lo digo yo!
Las palabras comodín, que sirven para referirse a
conceptos muy distintos. Por ejemplo: cosa, cacharro.
El uso genérico de verbos como haber, hacer o tener.
Las muletillas, palabras que se repiten por hábito,
costumbre, entre otros. Por ejemplo: bueno, eh, ¿no?
Las locuciones (grupos de palabras), los refranes o las
frases hechas: tela marinera; de tal palo, tal astilla; echar la primera papilla.
Las expresiones exclamativas e interrogativas: ¡qué me
cuentas!, ¿vienes o no?
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Los errores de concordancia, las frases sin terminar: si yo te contara...
Las metáforas coloquiales: alucinar, echar chispas.
Los sufijos diminutivos o aumentativos, y las
intensificaciones. Ejemplo: poquito, cachito, mogollón, ser algo, la repera o una auténtica maravilla.
Las fórmulas de apertura o cierre de la conversación:
¿qué tal?, hasta pronto; y las de transición: y tal, y ya está, y punto.
Las fórmulas expresivas para mostrar conformidad,
desacuerdo, enfado,… Ejemplo: por supuesto, desde luego; ¡qué va!, de ningún modo; ¿qué se ha creído?
La principal función de la expresión oral reflexiva es la de
atraer y convencer o persuadir al oyente. La estructura del texto y la propia construcción sintáctica están más elaboradas que en la expresión oral espontánea. El vocabulario es más amplio, escogido y variado. El registro lingüístico (las palabras y giros que se utilizan) tiende a ser culto o, al menos, cuidado.
Cuando se describe a alguien, se explica cómo es físicamente,
la ropa que lleva, los rasgos significativos de su personalidad, lo que le gusta o desagrada...; es decir, todo lo que forma parte de su forma de ser y su apariencia.
La comunicación es una acción natural para el ser humano
puesto que la palabra es un medio de expresión que propicia el
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diálogo y la relación interpersonal. Sin embargo, existen situaciones de bloqueo que pueden producirse en este plano de realidad. Por ejemplo, una persona puede sentirse incómoda al hablar con los demás. Este tipo de circunstancia produce incomodidad y malestar a quien se siente vulnerable por este hecho que le genera inseguridad.
El riesgo de sentirse incómodo al hablar es que se adopte la
medida equivocada de pasar la mayor parte del tiempo en una zona de confort: Por ejemplo, el hogar
Un examen oral, la presentación de un proyecto en la oficina,
la realización de una ponencia o cualquier acción que implique el reto de hablar en público puede producir nerviosismo incluso en personas con experiencia. El miedo a hablar en público conecta con otros temores, por ejemplo, temor al ridículo o a las críticas negativas.
Sin embargo, con mucha frecuencia las personas hacen una
interpretación negativa del nerviosismo previo a una prueba de estas características cuando, en realidad, este también puede ser un síntoma del interés personal por mostrar la mejor versión de sí mismo en esa situación. Es decir, el nerviosismo también puede ser una manifestación de la toma de conciencia de la propia responsabilidad. Sin embargo, en ese caso, los nervios desaparecen una vez finalizada la prueba o incluso antes.
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Técnicas para hablar en público sin nervios
Es posible aprender la habilidad de orar mediante el
conocimiento y la aplicación de las técnicas para hablar en público sin nervios y la práctica de las mismas. A continuación, se exponen algunas de las más importantes.
1. Creer en uno mismo: aumentar el nivel de seguridad en uno
mismo es primordial. Debes confiar en ti mismo, en tus capacidades y en tus conocimientos.
2. No juzgarse: lo importante no es el orador, sino el discurso. El
público, seguramente, no va a observar y evaluar al orador, va a escuchar un discurso. Por tanto, lo importante es lo que se transmita y lo que se aporte al público, la información y la sensación que la audiencia se lleve de la ponencia.
3. Ignorar los nervios: es normal sentir cierta activación del
organismo, como por ejemplo, aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, sudor en las manos, leve temblor y excitación general. No pasa nada, simplemente el organismo se está activando para hacer frente a un desafío. Todo el cuerpo está listo para ayudarnos a afrontar el reto de dar una conferencia en público. No es necesario darle más importancia de la que tiene.
4. Aprender técnicas de respiración y relajación: en caso que los
nervios incapaciten para hablar en público, se deberá aprender técnicas de respiración, como la respiración diafragmática, y de relajación para poder ponerlas en práctica y conseguir un descenso de la activación fisiológica.
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5. Imaginar: hacer un ejercicio de imaginación. El cerebro, en ocasiones, no distingue la realidad de la imaginación. Por eso, es bueno imaginar previamente la situación en la que uno mismo habla en público adecuadamente con el máximo detalle posible. Cuando se hable en público, el cerebro no interpretará esta situación como totalmente nueva, porque para él ya ha sucedido, aunque sea en imaginación.
6. Dominar el tema: conocer a fondo el tema a exponer proporciona
las bases para una buen discurso, desde una mayor sensación de autoconfianza, hasta un mayor conocimiento para preparar los puntos importantes de la charla y también poder contestar las preguntas que el público pueda plantear.
7. Tener claro el objetivo: es necesario para tener un punto de
referencia presente en todo momento. Saber qué queremos comunicar y qué debemos transmitir para que guíe el discurso. El objetivo debe aparecer en la conclusión.
8. Conocer a la audiencia: saber las características del público a
quien irá dirigida la charla. Eso permite adaptar tanto la información como la manera de darla. Para ello, es necesario ponerse en el lugar de los asistentes y hablar al público de aquello que le resulte interesante y en un lenguaje que se ajuste a su comprensión.
9. Preparar el discurso: es primordial preparar muy bien qué decir y
como decirlo, es decir, planear un guion con el esqueleto del discurso. Las primeras veces que se habla en público, cuanto
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menos se deje al azar, mejor. Se recomienda empezar a preparar el guion por la conclusión y continuar trazando el camino para llegar a ella.
10. Generar interés: para crear expectativa y generar interés, se
puede utilizar alguno de estos trucos para llamar la atención:
- Formular una pregunta impactante. Por ejemplo: ¿Eliminar
las drogas o legalizar las drogas?
- Citar una frase conocida. Un ejemplo: Solo sé que no sé
- Utilizar un juego de palabras. Como: Beber para vivir y no
vivir para beber
- Proporcionar datos sorprendentes: En España se suicidan
cada día más de 10 personas.
- Utilizar ejemplos, contenido visual, datos estadísticos,
metáforas, comparaciones, entre otras. Es una manera de ofrecer la información de forma diferente y atractiva. Sin embargo, estos recursos se deben emplear con moderación.
11. Establecer un buen ambiente con el público: tener la simpatía
del público será uno de los factores clave para que un discurso tenga éxito. Eso se puede conseguir practicando la empatía, siendo honesto, explicando alguna anécdota interesante o divertida e interaccionando con la audiencia: se puede hacer un halago, una pregunta dirigida al público, etcétera.
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12. Ser natural: se recomienda optar por la sencillez, la facilidad y la claridad. Utilizar un vocabulario comprensible y procurar no divagar ni perder el hilo de las explicaciones.
13. Utilizar el humor, si procede: en situaciones en que el uso del
humor sea adecuado, este permite amenizar el discurso y conectar con la audiencia. También suscita la sonrisa del público y favorece la predisposición a mantener la atención.
14. Hacer un correcto uso del silencio: una pausa en el discurso
sirve por ejemplo, para dejar un espacio a la audiencia para procesar la información y reflexionar. En este caso, se utilizaría tras una frase importante, una explicación de peso o la formulación de una pregunta. Por otra parte, el silencio permite llamar la atención y crear expectación. En este caso, se puede utilizar antes de contestar a una pregunta, antes de seguir con una parte importante del discurso o antes de desvelar una información.
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REFERENCIAS
Badia, A. (2019, marzo 8). Técnicas para hablar en público.