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Ritmos latinos en clave de jazz

El Festival Internacional de Jazz Ciudad de Toledo cierra su edición 23 con ritmos fusionados de
jazz y chachachá con todas las medidas de seguridad sanitarias.

*Ana M.ª Jara

El Festival de jazz es una cita obligada del mes de septiembre. Con su clausura se pone fin a unos
días repletos de swing, jazz y talento. La plaza del Ayuntamiento se ha adaptado a las medidas
sanitarias actuales garantizando la seguridad del público. A pesar del protocolo, el disfrute musical
se hizo presente desde el primer momento. El grupo encargado de terminar la edición 23 fueron
Cuban Jazz Syndicate liderado por Michael Olivera, batería y voz. Su estilo es la suma de la calidad
de cada uno de los músicos. Los intérpretes de raíces cubanas no renunciaron a los ritmos latinos
incorporando de manera sutil y progresiva las influencias del jazz. Las variaciones y las
improvisaciones sobre melodías sencillas fue creciendo en intensidad y en virtuosismo. Además, su
contacto con el público permitió que la audiencia les acompañara en los estribillos con letra.

La primera obra `Para Tito’, en homenaje a Tito Puente, músico de referencia en la percusión. Tuvo
mucha fuerza y sirvió de presentación de los músicos. Comenzó el saxofonista Ariel Bringuez
ofreciendo una demostración de toda la tesitura del instrumento. Desde los agudos hasta los graves
más rotundos. Le siguió el pianista invitado para la ocasión, Pepe Rivero. Desde las notas más
sencillas hasta progresiones vertiginosas como aperitivo de lo que vendrá después. Siempre el bajista
Yazel Hernández y el batería Michael Olivera manteniendo la estructura sobre la que se crearon las
florituras más elegantes entre cada una de las intervenciones de sus compañeros.

Llegó el momento en el que conocimos a Carlitos Sarduy como compositor. En su obra


`Moçambique’ perteneciente a su álbum `Luz’ se encontraron las primeras transiciones entre estilos
que denominaron el concierto. Las primeras notas sonaban cercanas a melodías populares que se
podían tararear pero se fueron haciendo más complejas encontrando incluso referencias de jazz. El
impresionante solo de Sarduy consiguió dotar a la trompeta de una calidez casi vocal. Se escuchó el
solo del bajista explorando los graves más contundentes. Un instrumento con el que no es fácil
realizar estas exhibiciones pero Hernández consiguió crear melodías y giros interesantes en tesituras
por tradición menos agradecidas.

El jazz es fruto de la unión de diferentes culturas que encontraron una expresión propia. Muchas
vertientes y posibilidades. Influencias europeas, africanas y también latinas hacen que la música
jazzística sea uno de los estilos más versátiles y propicios a la experimentación. Está en continuo
cambio ya que se renueva en cada interpretación. Los músicos de Cuban Jazz Syndicate terminaron
la primera parte del concierto con una apuesta arriesgada. `Bolero dansongo’ una pieza en la que se
unen el romanticismo del bolero y las danzas criollas de danzón y songo con guiños al chachachá.
Hizo su aparición la cantante Myriam Latrece. Una voz aterciopelada, singular, con cierta cantidad
de aire, no era nítida, más bien envolvente que se adaptaba bien a la propuesta. “óyelo bien, vive tu
momento” proclama que se escuchó en el escenario y que el público pudo hacer suya por un
instante. Con esta pieza tan diferente se llegó al descanso oportuno también para preparar el nuevo
pase de público.

`Danza de carnaval’ fue la obra que inició la segunda parte donde los solos de los músicos fueron
extensos y bien estudiados. Con su versión propia de `Oye como va’ la obra que creara Tito Puente
y que hiciera internacional Santana fue pasada por el filtro de los cubanos con `Mi ritmo’. En ese
momento se incorporó al grupo el flautista Jose Rivero, el patriarca de la saga musical. El sonido
que demostró era muy claro, bien matizado y ágil. La versión del grupo era muy distinta a la
original, lo que demuestra que cada músico es capaz de aportar su propia interpretación sin
remordimientos cuando la idea está bien planteada y razonada.

Finalizó el concierto `Para Bebo’, dedicada al conocido pianista, pieza compuesta por Pepe Rivero.
El músico fue el que elaboró una improvisación basada en melodías reconocidas de la influencia de
Valdés. Cada vez se complicaba más la interpretación pero se reconocían atisbos de la melodía
inicial. Ese es el reto más complejo, no olvidar las referencias pero permitirse dejarse llevar por la
creatividad. Libertad con ciertos límites para que el discurso siempre sea coherente y muestre una
estructura en la que basar esa imaginación.

El Festival Internacional de Jazz ciudad de Toledo ha conseguido culminar una nueva edición y
crear conciertos adaptándose a una realidad complicada. La cultura es segura. La responsabilidad
del público se refugia en una gestión consciente y valiente. La fortaleza de una sociedad se mide en
su sentido de unidad. Coincidir en un concierto, compartir talento y disfrutarlo enriquece y quizá
marca la diferencia entre sobrevivir y vivir. Toledo ha resistido a desastres y catástrofes,
conseguiremos terminar con esta crisis sanitaria. Gestos como los conciertos de estos días permiten
volver a soñar.

*Ana M.ª Jara es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de Toledo.

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