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UN MEMORABLE SUCESO CULTURAL

EL RECITAL DE LAUDE MUSICA

Y SUS INVITADOS

La noche del Lunes Santo arequipeño ofrecía sus más valiosas estampas: la renovada calle San
Francisco - con sus venerables muros de sillar recortados en el cielo ahora limpio de ese tajo
urbano - era el inmejorable escenario en el que discurría solemne la procesión. Las andas de
Jesús Nazareno, San Juan, La Dolorosa y el Cristo de la Caridad avanzaban, iluminadas y floridas,
en medio de la respetuosa feligresía. El incienso se expandía, disputando su propagación con la
arequipeñísima fragancia de la Marcha Fúnebre de Morán, interpretada por la Banda de Música de
la Policía Nacional. Las campanas al vuelo de San Francisco y La Catedral eran como el remate
sonoro de aquel cortejo. A pocos metros de aquella manifestación religiosa tradicional, empezaba
un recital memorable.

En La Capilla del Centro Cultural Chaves de la Rosa una abigarrada concurrencia presenció - entre
agradecida y sorprendida - el recital con el que Laude Música, Grupo de Cámara de la UNSA,
celebró el cuarto aniversario de su existencia, junto a dos artistas invitados.

El programa estuvo muy bien estructurado. En su primera parte integrado por obras sacras de
conocimiento y valor universales como: la Obertura del célebre oratorio de Jorge Federico Haendel:
El Mesías, esta vez interpretada con sólo cuatro instrumentos (uno por voz); Pietá Signore de
Stradella; el aria Bewahr O Herr Du Trever Godt del Te Deum de Haendel; el salmo Laudate
Dominum de Mozart y el Relato de Rafael de J. Serrano.

La segunda parte fue dedicada íntegramente a piezas de música sacra arequipeña y, ahí vino, el
aporte fundamental de Laude Música al suceso que comentamos. Prácticamente todas las obras
de esta parte por primera vez se interpretaban en un recital, es decir fuera del culto religioso. Y,
para mayor novedad, dos de ellas - me aventuro a sostener - se interpretaban en público después
de unas siete décadas o más: La Canción del Huérfano de Luis Duncker Lavalle y Perdona si me
atrevo, de David H. Molina, que tienen todo el colorido romántico de la música académica que se
creó en nuestra ciudad a fines del siglo XIX y principios del XX. Un verdadero hallazgo. El cuarteto
de cuerdas interpretó en solitario una versión propia de La Procesión (la primera de las Tres
Estampas de Arequipa) de Roberto Carpio, nuestro talento musical al que le debemos el homenaje
que se merece, aunque sólo sea - ya que estamos llenos de ingratitudes para con muchos de los
que han enriquecido la vida artística de Arequipa - por el hecho de que este año se cumple el
primer centenario de su nacimiento. De ese prolífico y valioso músico que fue don José María
Arrisueño se interpretó: Plegaria a la Virgen María y Ave María. Y con el Ofertorio y el Santo de la
Misa en Español del siempre admirado don Benigno Ballón Farfán, terminó el recital.

Es de destacar que la mayoría de obras tuvieron que ser adaptadas o arregladas por Zoila Vega
Salvatierra, primer violín y Capo de Laude Música. Por ejemplo, las de nuestros músicos que
fueron creadas para voces y piano u órgano. Sé que es discutible que una obra musical creada por
su autor para determinados instrumentos se la adapte a otros, particularmente prefiero las
versiones originales. Sin embargo, siendo Laude Música un cuarteto de cuerdas (violín primero,
violín segundo, viola y violoncello) obligatoriamente se tenían que hacer estos arreglos o no
interpretar estas obras (que hubiera sido lamentable porque no nos habría permitido conocer las
obras de Duncker y Molina, por ejemplo). Por ello y por la calidad testimonial del resultado creo que
se justifica y hasta merece nuestro reconocimiento el tesonero trabajo de Zoila Vega Salvatierra y
la alentamos para que persevere en este empeño de rescatar del olvido a nuestros músicos y sus

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obras. Podemos admirar a nuestros pintores y poetas de antaño, directamente, al ver o leer sus
obras. Pero no a los músicos que se fueron, si no se interpretan sus obras. Y éste es el gran mérito
del recital de Laude Música y sus invitados.

María del Carmen Rodríguez nos viene ya acostumbrando a su preciosa voz de soprano. La
administra con propiedad. Su dicción es clara. Su timbre cálido brilla por igual en los pianísimos
como en los fortes. Es afinada. Nunca hace alardes, más bien su musicalidad brota con tal
naturalidad que pareciera fácil lo que hace. Fue notable su interpretación del Laudate Dominum de
Mozart. Juan Carlos Rivera tiene un agradable timbre de bajo, pero nos gustaría que su dicción
fuese más clara. Supo Juan Carlos imprimirle el dramatismo que tiene la obra de Serrano. Cuando
cantaron a dúo la soprano y el bajo hubo el afiatamiento adecuado. El cuarteto Laude Música,
integrado por: Zoila Vega Salvatierra (Capo y violín primero), Catherine Zavala Rivera (violín
segundo), Milagros Bedoya Montañez (viola) y Jessica Linares Pinto (violoncello); tuvo una
actuación destacada. Acompañó con propiedad a los cantantes y en las dos obras que interpretó
solo, puso de manifiesto la solvencia profesional que vienen adquiriendo sus integrantes.

Junto a las hermanas Pilar y Alejandra Lopera Quintanilla, a Dante Valdez y a varios otros jóvenes
inspirados por la musa Euterpe, las integrantes de Laude Música y sus invitados constituyen ya
una nueva generación de músicos - y según se escucha, ve, y manda llamar la Academia de la
Lengua - de: músicas, que vienen poniendo en evidencia su talento, su entrega y su amor a la más
excelsa y abstracta de las bellas artes: la música.

Por todo lo señalado, el Búho que ha nacido para dar testimonio de lo que en nuestros días y en
nuestro medio se hace para buscar la verdad, la belleza y la justicia, se congratula de vivir al
mismo tiempo que estos jóvenes músicos y músicas académicos que comienzan a impregnar con
su talento nuestro itinerario.

Felicitando a la Universidad Nacional de San Agustín por tener y apoyar a este grupo musical, que
prestigia al claustro y a Arequipa, pedimos que se reponga este recital dos o tres veces más sin
cambiar de escenario: la pequeña y acogedora capilla del Centro Cultural Chaves de la Rosa. Y,
desde ya, aconsejamos a nuestros lectores a no perderse el acontecimiento.

Juan Guillermo Carpio Muñoz

Arequipa, 17 de abril del 2000.

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