Hoy hablamos de los tres estados del Yo, según definió Eric Berne en su
libro Análisis Transaccional de 1961.
Eric define tres estados del Yo que tiene cada persona: Padre, Adulto y Niño.
El Padre es el concepto Enseñado de la vida. Es la parte de la personalidad
donde están las reglas, las opiniones, los juicios, las creencias, los principios…
El Adulto corresponde al concepto Experimentado de la vida. El Adulto es
quien razona con lógica, el que hace un análisis objetivo de los hechos, el que toma las decisiones racionales.
El Niño es el concepto Emocional de la vida. Es donde está la emoción, el
entusiasmo, la alegría, la intuición, toda la energía. Los tres estados del Yo son necesarios para la vida. El secreto está en saberlos usar cada uno para lo que sirve.
El Padre permite al individuo actuar, llegado el momento, como Padre o
Madre real de un niño. Además, automatiza respuestas normadas que liberan al Adulto de tener que tomar muchas decisiones triviales: “las cosas son así porque así es como tienen que ser”. En resumen, el Padre representa lo que se DEBE HACER. Es el concepto aprendido del individuo.
El Adulto sirve para tomar decisiones. Procesa datos, calcula
probabilidades. Es quien experimenta una gran gama de contratiempos y gratificaciones y tiene la gran función de regular las relaciones entre el Padre y el Niño. El Adulto representa lo que CONVIENE HACER. Es el concepto Pensado del individuo.
El Niño es donde está el sentimiento, la espontaneidad, la creatividad. En
él residen las emociones genuinas, sin juegos psicológicos. El Niño representa lo que nos GUSTA HACER. Es el concepto Sentido del individuo.
Lo interesante de este modelo de Eric Berne es que permite representar de
una forma gráfica tanto el estado de equilibrio de un individuo como los diferentes tipos de transacciones sociales que se pueden producir cuando dos personas interactúan.
n cuanto al equilibrio individual, aquí van algunos ejemplos.
Cuando el Niño tiene mucha menos importancia que el Padre y el Adulto,
estamos ante una persona reprimida. La parte del juego, de la emoción y sentimiento, de la espontaneidad no se manifiesta. Cuando es el Padre el que está poco utilizado frente al Adulto y Niño, la persona muestra inmadurez o dependencia de otras personas — que hacen ese papel de Padre que necesita — .
Cuando el Adulto no ejerce su función de regulación entre el Padre y el
Niño, nos encontramos con una persona que muestra un gran conflicto interno, con grandes saltos entre la crítica que hace el Padre por no hacer lo que se debe hacer y las ganas de jugar y dejarse llevar por la emoción que tiene el Niño.