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La adopción

un viaje de ida y vuelta


alfonso colodrón gómez-roxas

La adopción
un viaje de ida y vuelta

Desclée De Brouwer
© 2008, Alfonso Colodrón Gómez-Roxas

© 2008, EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A.


Henao, 6 - 48009
www.edesclee.com
info@edesclee.com

ISBN: 978-84-330-2229-5
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si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
A todas las niñas y niños que esperan tener unos padres.

A todas las madres y padres que eligen el camino de la adopción.


Índice

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Capítulo 1 • Viejos mitos, nuevas realidades . . . . . . . . . . . . . . 19

Capítulo 2 • Mamá, quiero tener los ojos azules como tú . 23

Capítulo 3 • ¿Por qué tener un hijo? ¿Por qué adoptar? . 29

Capítulo 4 • ¿Soy un padre idóneo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Capítulo 5 • La edad. “Quiero un bebé” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

Capítulo 6 • Una larga espera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Capítulo 7 • El largo viaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Capítulo 8 • La vuelta a casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

Capítulo 9 • La construcción de un nuevo hogar . . . . . . . . . . 69

Capítulo 10 • Cuando la familia se amplía . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

Capítulo 11 • Una lenta y suave adaptación . . . . . . . . . . . . . . . 89

NUEVE 9
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Capítulo 12 • Entre hermanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Capítulo 13 • Solidaridad, compañerismo, amistad . . . . . . . 107

Capítulo 14 • La integración de la diversidad . . . . . . . . . . . . . . 115

Capítulo 15 • Ir creciendo en salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

Capítulo 16 • Nuestros maestros los niños . . . . . . . . . . . . . . . . 131

Capítulo 17 • La cultura de la adopción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

Capítulo 18 • Contener, acompañar, disfrutar . . . . . . . . . . . . . 145

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151

Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

Apéndices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
1. Legislación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
2. Organismos responsables por Comunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
3. ECAIs acreditadas en algunas Comunidades autónomas . . . . . . . . 202
4. Componentes de CORA (Coordinadora de Organizaciones en
Defensa de la Adopción y del Acogimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231

10
Agradecimientos

Gracias especiales a mi madre y a mi abuela materna de quienes he heredado los


rasgos orientales.
Gracias a Adya Isabel, madre de mis dos hijas, y a Lucía y Lidia. Sin ellas tres,
este libro no hubiera podido ser escrito.
Gracias a Mamen Delgado por su original y sincero testimonio.
Por último, pero no menos importante, gracias a Loretta Cornejo, que me acom-
pañó como terapeuta en algunos de los pasos de la paternidad adoptiva. Como
directora de la Colección Amae me ha animado, capítulo a capítulo, a poner por
escrito mis vivencias y reflexiones.

ONCE 11
Prólogo

Cuando me encargaron la dirección de la Colección Amae, y me dijeron que


tenían que ser temas de actualidad y que llegara a las personas de modo
directo y al mismo tiempo cercano, pensé en el tema de la adopción. Hay
tantos niños y padres y madres ahora en ese camino y tan poco escrito
desde el vivir esa ruta, ese tejido que poco a poco va haciendo un tapiz tan
fuerte y al mismo tiempo tan bello.
Conozco a Alfonso desde hace muchos años, y en todo ese tiempo hemos habla-
do de muchas cosas. Entre charla y charla, siempre estuvieron Lucía y Lidia como
partes importantes del eje y centro, a partir de su llegada.
Lo que más me quedó siempre grabado fue la ilusión, el cariño constante, los
momentos de preocupación, de sereno desconcierto por interrogantes, su eterno
estar ahí con todas las consecuencias.
Siempre supe que era muy buen terapeuta y por supuesto muy buena persona,
pero creo que Lucía y Lidia tienen uno de los mejores padres, por su incansable
búsqueda y al mismo tiempo su permanencia al lado de ellas. Por esto no dudé
en pedirle a él que se hiciera cargo, para mí, de este libro tan especial, ya que
tenía que ser práctico, cercano, con conceptos valiosos de ayuda para todas
las familias adoptivas, pero, al mismo tiempo, que llegase a la piel, que se sintie-
ra todo lo que es capaz de transmitir alguien que ha vivido esta experiencia dos
veces y hasta más. Y ello porque no son sólo Lucía y Lidia sus hijas, sino también
por acompañar desde sus consejos y disponibilidad a muchas otras familias.
Cuando se lo propuse, respondió sin dudar: Sí ¡Claro que lo hago! Sé que estaba
en medio de otros dos libros que está por concluir, que tiene la consulta, la familia
y tantas cosas en las que siempre anda metido con toda su serenidad y fuerza,

TRECE 13
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

pero esa disponibilidad e incondicionalidad son propias de él y se lo agradezco,


por mí y por todos los que se hallan en las tareas de la maternidad y de la pater-
nidad, así como por muchos educadores que se enfrentan a hechos nuevos. Pero
especialmente por todos estos niños que ya andan por aquí.
El leer cada capítulo que me ha ido enviando, y algunos junto con Adya Isabel,
hizo muchas veces que mis lágrimas salieran fácilmente de mi alma y me enter-
neciera con todo lo que cuenta y por la forma que tiene de clarificar cosas tan com-
plicadas de entender como las carencias, los abandonos, la integración, las con-
fusiones, el deseo, el esfuerzo, el amor.
Para mí este libro es una verdadera joya, no sólo por cómo está escrito, sino tam-
bién por todos los datos tan útiles que contiene y que muchas veces es difícil
encontrar así, en un solo libro: han sido años de incorporar todo lo necesario para
que sus niñas estén mejor.
Gracias Alfonso, en nombre de Lucía y de Lidia, pero sobre todo en nombre de
muchos, muchos niños, y de padres y madres que se sentirán reconocidos en él.
Al mismo tiempo tus palabras les acompañarán dándoles la confianza y la seguri-
dad de que todo, todo resulta al final de la mejor manera, y de que estas familias
pertenecen a una mayor aún, sin fronteras ni idiomas: la gran familia del Universo.

Loretta Cornejo Parolini

14
Introducción

Ser padre. Algo que nunca se me pasó por la cabeza ni el corazón durante la
infancia. Ni siquiera cuando mis hermanas y hermanos jugábamos a hacer
bodas y bautizos imaginarios. Lo más interesante eran las modestas meren-
dolas que seguían a las ceremonias. Normalmente pipas, cacahuetes, altra-
muces, garbanzos tostados y caramelos. Eran las “chuches” del momento.
A veces caían pastas o pasteles. Todo un lujo.
Durante la adolescencia, mientras mis amigos salían en pandillas y hacían sus
primeros escarceos amorosos, mi atención se iba a las piedras y a las flores.
Mucho tiempo después, descubriría los amores floridos y los corazones de piedra.
Pero todavía no pensaba en hijos ni hijas. Éramos una familia de tres hermanas y
siete hermanos. Había visto a mi padre trabajar mañanas y tardes. Muchas veces
también las noches para mantener una familia numerosa de “segunda categoría”,
como se llamaba entonces. Las de primera categoría tenían que pasar de los 12
hijos. Y había conocido unas cuantas durante mi infancia. Yo no quería repetir la
experiencia. Quería ser libre para estudiar, viajar, conocer mundo, tener experien-
cias, profundizar en el sentido de la vida. Quería ser catedrático, como él, pero sin
sacrificar la investigación a los garbanzos.
Además, empezaba a tener sobrinos y sobrinas. El apellido, la sangre, la conti-
nuidad de la saga familiar quedaba asegurada. Pero me gustaban los niños.
Mejor aún, siempre me entendí con ellos. Tal vez por tener un alma juguetona.
Tal vez porque les prestaba una atención personalizada, algo que yo no había
tenido del todo. De hecho, con la distancia de los años, pienso que ya empeza-
ba a “adoptar” a los hijos pequeños de mis amigos mayores, aunque no tenía
nada que ver con la figura de la adopción que había estudiado durante la carre-

QUINCE 15
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

ra en Derecho Romano y en Derecho civil. En realidad, me parecía una figura


extraña. Como una reminiscencia jurídica de otros tiempos.
Mi primer recuerdo: con veinticuatro años, mientras estudiaba el doctorado en la
Sorbona, llevé de París a Göteborg al hijo de un amigo español, que residía en
Suecia. Su ex mujer era francesa. Jerôme, que vivía con su madre, tenía seis años
y era inteligente y sensible. Yo era un desconocido para él. Pero ambos disfruta-
mos del viaje, pues rápidamente establecimos una corriente de entendimiento y
confianza mutua. Le llevé en tren a Attendorf a la casa de una amiga mía alema-
na. Ella nos llevó en coche a Kiel, donde nos invitó a cenar antes de despedirnos
en el puerto. Allí embarcamos Jerôme y yo en un viaje que duraría toda la noche
y parte de la mañana siguiente. Los suecos miraban encantados su melenita
negra, que flotaba en medio de un mar de cabecitas rubias, y le escuchaban
embelesados hablar francés animadamente, en medio de la circunspección nórdi-
ca de los niños que le rodeaban. Sentí verdadero orgullo de padre, como si fuera
hijo mío. Por primera vez en mi vida. Poco después lo sentiría por segunda vez,
al ir al hospital a visitar a mi pareja embarazada. Un embarazo malogrado. Mi
pareja murió al año siguiente por causas aparentemente ajenas. Fue atropellada
por un camión cuando circulaba en bicicleta por una carretera francesa. Siempre
me pregunté si inconscientemente no había dejado parte de su vida atrás previa-
mente, marcada por aquella maternidad no cumplida.
Siete años después, dos niños brasileiros, de seis y ocho años respectivamente,
me agarraban de la mano y me pedían sin pestañear venirse conmigo. Había
pasado tres días alojado por su madre en una humilde casa con piso de tierra, en
Alcántara, al nordeste del Brasil. Tenían seis hermanastros más. No iban a la
escuela, pero me hicieron maravillosos dibujos en color y me enseñaron juegos
locales y técnicas de pesca, con la profesionalidad de personas adultas. Yo les
respondí que mi casa estaba muy lejos, en España. “¿Dónde está eso?”, me pre-
guntaron. Y yo: “Lejísimos. Al otro lado del mar, a tres semanas de barco. A casi
un día de avión”. “No importa”, me respondieron a dúo sin dudarlo un solo instan-
te. Iban descalzos, pantalón corto, sin camiseta y una gran sonrisa en los labios.
Por mi parte, iba con una mochila como todo equipaje y no tenía rumbo fijo.
Carecía de raíces. Tardé cuatro años más en volver a mi punto de partida. No
podía ofrecerles lo que ellos necesitaban de verdad: un padre con estabilidad. El
tercer compañero de su madre pasaba todo el día pescando. Cuando acababa el
día, iba a ahogar sus penurias con licor de caña en un tugurio cercano. No gana-

16
introducción

ba suficiente para su propia prole y la que su mujer había tenido con dos compa-
ñeros anteriores. Pero ellos sólo pedían cariño y presencia, que es lo que había-
mos intercambiado en aquellos tres inolvidables días.
Aquella experiencia cambió mi vida. Ese mismo día decidí en mi fuero interno que
si algún día tenía hijos serían adoptados. Que había demasiados niños y niñas en
el mundo que carecían de padre. Que mi necesidad no era la de perpetuar mis
genes sino la de ser padre cuando estuviera preparado. Era un viernes, 1 de abril
de 1977. Tardé casi veinte años en llevar a cabo esa decisión. Para ello necesité
la energía de acción práctica de mi mujer. Pero ésta es otra historia.
Ahora, treinta años después, soy padre de dos hijas nacidas en China, tras haber
pasado dos veces por el proceso de reunir papeles y ser examinado otras dos
veces para que me declararan idóneo para ser padre. He conocido a cientos de
parejas adoptantes y ayudado a alguna de ellas a llevar a cabo todo el proceso.
También a alguna madre separada del marido, porque éste nunca había querido
tener hijos.
Vivo día a día las alegrías y dificultades de la paternidad, en lo que tiene de igual
y de diferente respecto a la paternidad biológica. Las reflexiones, dudas y certe-
zas de mi experiencia es lo que intento ofrecer en los capítulos que siguen.
Espero que sean de utilidad para aquellas personas que han pensado alguna vez
adoptar y para los que se encuentran en medio del proceso y en mitad de la espe-
ra. Ánimo. Las madres y los padres que tienen hijas e hijos adoptivos encontrarán
seguramente hechos y vivencias que resonarán con su propia experiencia. Tal
vez, incluso, alguna herramienta nueva para bregar con temores, imprevistos y
nuevos desafíos. Quizá las madres y los padres biológicos se sorprendan al com-
probar que no hay tanta diferencia entre la paternidad y la maternidad biológica y
la adoptiva. Sus gozos y sus sombras tienen una intensidad paralela, aunque a
veces las tonalidades y los matices sean distintos.

17
1
Viejos mitos, nuevas realidades

Hoy día, la adopción no es lo que era. Es decir, poco a poco va cambiando


la percepción social que se tiene de los hijos adoptados. Pero muy poco a
poco. En el inconsciente colectivo persisten aún miedos y prejuicios secu-
lares. Viejos mitos. Mitos en el sentido de ideas ancladas en una sociedad,
de creencias y valores, que se van transmitiendo en el tiempo y que le dan
una cierta estabilidad.
En primer lugar, existe una falsa idea muy generalizada de poder controlar los
genes. Se cree que si los hijos son biológicos existen menos riesgos de enferme-
dades hereditarias o de patologías psicológicas. Sin embargo, muy pocas personas
saben más allá de sus abuelos, si tuvo un loco en la familia, un santo, un tonto o un
ladrón. Y según las leyes de Mendel, donde menos se espera salta la liebre, a la
tercera o a la cuarta generación. Éste es uno de los miedos a los que, consciente
o inconscientemente, se enfrenta cualquier persona que decida adoptar.
Frente a los deterministas de la herencia biológica, existen los que apuestan por
la importancia de la cultura, la educación, la atención y el cariño. Sin llegar a acep-
tar por completo la tesis aristotélica de que el niño, al nacer, es una tabula rasa,
una mente en blanco, sí piensan que “no se es de donde se nace, sino de donde
se pace”.
Aunque muchos padres y madres adoptantes no lo sepan, cuando superan el miedo
social a cómo va a ser el niño o la niña ya nacidos, que ellos no han engendrado ni
gestado, están siguiendo la tesis roussoniana de que el ser humano es bueno por
naturaleza. De que es la cultura la que lo malea. Están siguiendo las ideas de la
Ilustración, en contra del determinismo darwiniano o del pesimismo de filósofos
como Hobbes [“el hombre es un lobo para el hombre”] y, por tanto, para las perso-

DIECINUEVE 19
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

nas que todavía siguen pensando así, por mucho que se eduque, el niño abando-
nado o huérfano puede portar características no deseadas de sus padres biológicos.
Por otro lado, la adopción ha estado históricamente ligada a la pobreza, al infor-
tunio o al desliz. En muchas culturas a lo largo de la historia, quien se quedaba
huérfano era adoptado por parientes o vecinos. Posteriormente surgen las institu-
ciones de caridad, los asilos, los orfanatos, generalmente ligado a las confesiones
cristianas [católicos, anglicanos, luteranos, presbiterianos…]. Ya en el siglo XV,
San Vicente Ferrer funda una de las primeras Cofradías para atender asilos para
niños abandonados. Y esa imagen de orfanatos tristes y austeros, a los que acu-
dían a dar limosna o a adoptar a escondidas las damas de la alta sociedad, ha
quedado grabada en la mente de todos a través de novelas, películas y seriales
radiofónicos o dramones televisivos.
En el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, la sociedad y las familias
censuraban el hecho de tener hijos fuera del matrimonio. Jóvenes engañadas o
que ejercían la prostitución debían ocultar a sus hijos o abandonarlos en orfana-
tos, iglesias y hospitales. Antes de que la adopción internacional comenzara a ser
un fenómeno social amplio y significativo, las frases hechas, las miradas, los silen-
cios espesos ponían en evidencia la creencia arraigada de que todo bebé aban-
donado lo era por una “madre ligera de cascos”.
Hoy día, éste es uno de los viejos mitos que más pronto está cayendo. Las madres
solteras, las parejas de hecho, las separaciones y los divorcios, la inseminación
artificial… son hechos que nos rodean, que salen continuamente en la prensa, la
radio y la televisión. El tener un hijo fuera del matrimonio es algo que aceptan
hasta las madres y las abuelas más conservadoras, que no tienen ningún incon-
veniente en acoger a la hija y a la nieta o a la nieta y a la bisnieta.
Casi todo el mundo conoce ya situaciones de todo tipo y es raro encontrar a
alguien que no tenga un familiar, un vecino, una compañera de trabajo, un cliente
o un conocido de alguien que haya adoptado un hijo.
Pero esto no ha sido siempre así. En España, hace apenas tres décadas, algunos
médicos y comadronas certificaban directamente la maternidad de la madre adop-
tiva, para proteger la identidad de la madre natural y la seguridad futura del niño.
Era una época en la que ser madre soltera se consideraba una de las peores infa-
mias sociales y para la mayoría de las familias bienpensantes era motivo sufi-
ciente para expulsar a una hija fuera del hogar.

20
viejos mitos, nuevas realidades

De boca a boca corría este tipo de informaciones, y muchas jóvenes embaraza-


das recurrían a instituciones benéficas o religiosas para dar a luz en secreto. Estas
instituciones eran a su vez contactadas por parejas deseosas de adoptar. “Todo
era muy sencillo y, en ningún caso, hubo dinero por medio. Yo y mi marido había-
mos adoptado un hijo y después una hija. No sé cómo la gente se enteraba, pero
más de setenta parejas recurrieron a nosotros a lo largo de diez años, para saber
cómo podían adoptar niños como habíamos hecho nosotros. Todas ellas llegaron
a adoptar un bebé y algunas repitieron la experiencia, adoptando un segundo niño
o niña” Emilio y Margarita [nombres cambiados] confiesan que no sólo los hijos
dieron otro sentido a su vida, sino que también les motivaron para compartir su
felicidad ayudando a otras personas en las mismas circunstancias. Todo eso ocu-
rría 30 años antes de que el Código penal español estableciera penas de hasta
cinco años de prisión para aquellas personas que entreguen o admitan un bebé
–o que intermedien en esta entrega– con ánimo de establecer relaciones de filia-
ción, aunque se haga en un país extranjero.
Parece mentira que hubiera que ir con tanto secretismo en un país convertido al
cristianismo desde los visigodos. Es como si se hubiera borrado en la cultura
popular cristiana que José de Arimatea era padre adoptivo de Jesús de Nazaret y
que Moisés fue adoptado por la hija del faraón. También parece olvidarse que
grandes figuras de la historia antigua fueron en su momento hijos adoptados,
como el emperador Octavio, adoptado por César, o grandes escritores, como
Charles Dickens, cantantes, como John Lennon, actores, como Richard Burton, o
políticos, como Nelson Mandela. Los ejemplos llenarían páginas y páginas de his-
toria y cultura. Pero, para muestra, basta un botón. Tal vez sirvan estas simples
menciones para contribuir a deshacer otra idea preconcebida sobre la menor posi-
bilidad de éxito social, de realización personal o de contribución a la historia de los
hijos adoptivos sobre los biológicos que viven con sus padres.
La literatura popular y los dramones televisivos han explotado ampliamente el
tema del hijo o de la hija adoptivos, alimentando los mitos de las culpas de juven-
tud, la limpieza de sangre, la nobleza de los orígenes y la perpetuación del patri-
monio familiar. Afortunadamente, son cada vez más personas las que consideran
todas estas cuestiones como vestigios polvorientos de una concepción de la vida
y de una moral caducas.
Sin embargo, los padres y madres que han adoptado o se disponen a hacerlo no
deben sorprenderse de que en los momentos más inesperados puedan sentirse

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La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

contrariados por las reacciones de algunas personas. Podrán encontrarse con


preguntas impertinentes, comentarios nacidos de la ignorancia o del prejuicio, o
gestos silenciosos de superioridad o de sospecha. Los cambios sociales, para que
sean profundos, necesitan su tiempo. Es el tiempo que nos damos mientras edu-
camos a nuestras hijas e hijos y aprendemos nosotros mismos a lidiar con la
semejanza y con la diferencia, con nuestros propios temores y prejuicios. El tiem-
po necesario para integrar día a día la maravillosa experiencia de dar y de recibir
amor de seres que, como dice el lema de Andeni, una de las Asociaciones que
ayudan a adoptar, “no tendrán tus ojos, pero tendrán tu sonrisa”.

Puntos de reflexión

• Conviene afrontar los miedos propios y ajenos, conscientes o inconscientes,


sobre la herencia genética que puedan tener nuestras hijas o hijos adoptados.
Si fuesen biológicos, ignoraríamos igualmente toda su cadena genética.
• En la actualidad, los hijos adoptivos no han sido mayoritariamente abandona-
dos por madres irreflexivas, según la creencia de nuestros abuelos, sino, fun-
damentalmente, por la situación económica de los padres.
• Grandes personajes de la Historia fueron adoptados. La adopción no es un
hándicap de inteligencia, bondad, integración social, éxito social y servicio a la
Humanidad.
• Si somos conscientes de estos puntos, los asumimos y los hablamos, será más
fácil responder a preguntas indiscretas o comentarios fuera de lugar.

22
2
Mamá, quiero tener los ojos azules como tú

Cuando se produce un nacimiento, algunas de las primeras preguntas más


frecuentes son: ¿A quién ha salido? ¿Se parece más al padre o a la madre?
Padre y madre, salvo en casos muy claros, suelen encontrar que los ojos se
parecen más a uno, por ejemplo y la nariz a otro. O que tiene la frente del
abuelo paterno y la barbilla de la abuela materna, o…
Hay madres y padres adoptantes que se preocupan de que, si no hay parecido
físico, al menos la diferencia no sea muy marcada. Por ello, muchas personas,
sobre todo en países como Estados Unidos, prefieren que sea de la misma raza.
En España, hay personas que han elegido Rusia, Ucrania, Rumanía o Bulgaria,
porque piensan que el hijo o la hija se adaptará mejor si pasa desapercibido en la
escuela o en el colegio entre españoles, o porque piensan que nadie les mirará
con extrañeza por la calle. Aunque otras muchas han elegido estos países por
razones totalmente distintas, como cercanía para hacer el viaje, seguridad jurídi-
ca, tener algún conocido que ya ha adoptado en ellos, etc.
Sea como sea, lo cierto es que, una vez que quedó prácticamente cerrada la
adopción de niños y niñas españoles, porque había y sigue habiendo muy pocos
susceptibles de ser adoptados plenamente, desde la década de los noventa se ha
producido un verdadero fenómeno sociológico en España de adopciones interna-
cionales, hasta llegar a ser el segundo país del mundo en número total de adop-
ciones, después de Estados Unidos. En este país, el fenómeno empezó tras la
guerra de Corea y de Vietnam y, posteriormente, en la década de los ochenta
durante la guerra de El Salvador, en donde murieron más de 70.000 personas,
quedando muchos niños huérfanos.

VEINTITRÉS 23
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

En España, las razones han sido otras: el descenso de la natalidad, el retraso en


la edad de los matrimonios, el aumento de la infertilidad… El hecho es que un gran
porcentaje de adopciones, además de ser internacionales, son interraciales. China
ha pasado a ser el primer país del que proceden las hijas e hijos adoptados,
doblando en número a los adoptados en Rusia. De hecho, de los aproximada-
mente 30.000 niñas y niños españoles adoptados a lo largo de los últimos diez
años, nacidos en otro país, uno 15.000 nacieron en China. Los niños y niñas etío-
pes adoptados son más que los ucranianos desde el año 2006. Los etíopes pasa-
ron de ser 12 en el año 2002 a 304, cuatro años más tarde. Y los nepalíes de 35
a 173. Son sólo unos datos que indicarían una menor preocupación por “el que
dirán” y una creciente confianza en la aceptación por parte de familiares, amigos,
vecinos y por la sociedad española en general.
Lo que a mi mujer y a mí nos decidió a adoptar en China fue el conocer a la pri-
mera niña de este país que fue adoptada por el hermano y cuñada de una amiga
nuestra. Además de quedarnos prendados de su hija, todas las informaciones que
nos dieron nos tranquilizaron sobre las garantías jurídicas, la legalidad del proce-
so, los plazos y condiciones a cumplir y todos aquellos aspectos que toda madre
y padre adoptante se plantean cuando toman la decisión de adoptar.
Personalmente, sí me preocupaba que nuestra hija pudiera sufrir algún tipo de
discriminación, en un momento en el que la adopción de hijas en China no era un
fenómeno que hubiera aparecido en la prensa ni en la televisión, ni había casi
información sobre ella y, sobre todo, no se veían por la calle, como se ven ahora
en cualquier ciudad española. Sobre todo, porque yo la había sufrido en mi infan-
cia. Mi madre es filipina y, aunque mi padre era castellano de Valladolid, los ras-
gos maternos han dominado en mí y en ocho de mis nueve hermanas y herma-
nos. Mis padres fueron unos de los pioneros matrimonios interraciales mixtos de
España en los años treinta. A principios de los años cincuenta, sufrí miradas,
comentarios, preguntas y, a veces, la persecución de niños de la posguerra que
no estaban escolarizados y que me perseguían a pedradas desde el colegio hasta
llegar a casa, llamándome “chino pelón”.
Los viejos fantasmas se despertaban sólo con la idea de que mi primera hija, y
luego la segunda, pudieran sufrir la más mínima vejación. Mi razón me decía que
los tiempos han cambiado. Pero las heridas del alma son profundas y sus cicatri-
ces duelen cuando las circunstancias las recuerdan. Finalmente, la razón se impu-

24
mamá, quiro tener los ojos azules como tú

so: si había logrado sobrevivir en tiempos difíciles, mis hijas sobrevivirían en tiem-
pos más avanzados. Además, si durante la infancia y la adolescencia, como cual-
quier niño y cualquier adolescente, lo que quería es ser como todos, pasar desa-
percibido, no sobresalir, al llegar a la Universidad, me di cuenta de que era bata-
lla perdida. Puesto que no podía cambiar mis rasgos orientales, me aprovecharía
de ellos. Supongo que si era popular entre mis compañeros de Facultad era más
por mi fisonomía que por cualquier otra cosa. De hecho, parte de los votos que
obtenía cuando me presentaba a las elecciones de delegado de curso era porque
se acordaban de mi cara en medio del millar de estudiantes casi anónimos que
éramos en aquella época. Posteriormente aprecié que parte de la atracción que
sentían algunas compañeras se debía a ser exótico en aquellos tiempos grises de
homogeneidad. Convertir la dificultad en ventaja. Ésa fue una de mis pautas de
conducta desde entonces. Pero todo esto forma parte de mi experiencia y no de
la de mis hijas, por mucha tranquilidad que les pueda transmitir y razones que les
pueda dar. Ellas tendrán que construir paso a paso su propio camino.
En varias ocasiones, Lucía, nuestra hija mayor, le ha dicho a su madre: “Mamá,
yo quiero tener los ojos azules como tú”. Mi mujer, enternecida: “Pero tus ojos son
preciosos”. Y yo, cuando me lo ha dicho a mí: “Pues yo quiero tener los tuyos, y
en parte ya los tengo”. Entonces, Lucía se consuela: “Bueno pues quiero tener los
ojos como papá”. Y pienso en su sufrimiento momentáneo, pero intenso, cuando
le dan estos arranques de amor y deseos de construir una identidad que le dé
seguridad. Y pienso también en el sufrimiento de muchas hijas e hijos biológicos
que no se parecen al resto de sus hermanos, porque son morenos en una familia
de rubios o rubios en una familia de morenos. Y sé que son fases del crecimiento
y de la maduración que se pueden acompañar, pero no se pueden obviar, paliar,
saltar ni evitar. Es así para cualquier niño y para cualquier adolescente que tenga
cualquier característica que le haga diferentes de su entorno: tal vez sean bajos
o demasiado altos o gordos o demasiado flacos o pecosos o pelirrojos… La vida
misma y su diversidad. Las dificultades y problemática del proceso de adaptación
y construcción de una personalidad adulta, madura y sana.
Y en medio de todo ello, las madres y los padres, a veces impotentes, a veces con-
soladores, en ocasiones sobreprotectores. Pero no hay mejor ayuda que enfrentar
los propios recuerdos y los propios miedos. Tomar conciencia de las carencias que
tuvimos, sin intentar compensarlas intentando evitarlas a toda costa a nuestros
hijos. Pues ellos tienen las suyas propias y, muchas veces, no necesitan aquello

25
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

que nosotros les ofrecemos, pero que, en el fondo, nos estamos dando a nosotros
mismos. O mejor aún, estamos intentando dárselo al niño o niña que hay dentro de
nosotros, porque no lo tuvo en su momento. Ya sea exceso de comida, o de jugue-
tes, o de besos y caricias cuando no es el momento. O de consejos o de órdenes
para los que tuvieron padres y madres muy ausentes o muy condescendientes.
Sin embargo, sean biológicos o adoptados, tengan o no nuestros ojos, ellos no
son proyecciones nuestras, sino personas totales con derechos y obligaciones,
aunque dependientes de nosotros mientras no sean adultos. Y como dice el gran
poeta Khalil Gibran, hablando de los hijos en general: “Vuestros hijos no son vues-
tros hijos, son los hijos e hijas del ansia de la Vida por sí misma… y aunque vivan
con vosotros, no os pertenecen“. Son “flechas vivas” que vuelan lejos y habitan en
la mansión del mañana, mientras que nosotros no somos sino los arcos inmóviles
de la mansión del presente y, por ello, podemos abrigar sus cuerpos pero no sus
almas, podemos darles nuestro amor, pero no nuestros pensamientos, porque
ellos tienen sus propios pensamientos.
Y me atrevo a añadir, podemos ayudarlos a descubrir su propósito en la vida y
acompañarlos parte del camino, pero no podemos imponerles nuestro propósito,
marcarles las metas a conseguir ni obligarles a recorrer los caminos que a noso-
tros nos hubiera gustado recorrer para llegar al lugar en el que nos encontramos.
Mucho menos podemos manipularlos para que lleguen a donde nos hubiera gus-
tado llegar a nosotros.

Lucía y el mundo.

26
mamá, quiro tener los ojos azules como tú

Puntos de reflexión

• Adoptar una hija o un hijo de otra raza supone un doble reto: responder en su
día a las preguntas de éstos y afrontar con naturalidad la mirada ajena. Los
hijos biológicos también pueden sufrir por ser diferentes del resto de los her-
manos. Madres y padres deberán prepararse para escuchar y acoger en su
momento la posible frustración de sus hijos y compensarla con comprensión, y
paciencia. No vale cualquier respuesta. La mejor empatía: ponerse en su piel.
• Tener siempre presente que cualquier hija o hijo es una persona completa, aun-
que en formación, un sujeto de derechos y obligaciones, y no el objeto de nues-
tras proyecciones, sueños, miedos y esperanzas. Son flechas con su propia
trayectoria y su propio destino.

27
3
¿Por qué tener un hijo?
¿Por qué adoptar?

“Mi mujer y yo nos decidimos a adoptar a los tres años de estar casados,
ante la imposibilidad de tener un hijo propio. Teníamos un afecto que nos
desbordaba y queríamos canalizarlo y compartirlo”. Quienes así hablan,
Fernando y Dominica, adoptaron hace quince años a Miriam, [nombres cam-
biados] una vivaracha niña nacida en Costa Rica. Ella les dio una perspecti-
va totalmente distinta de su vida desde el mismo momento en que pudieron
tenerla en sus brazos. Su caso ilustra un fenómeno social que se ha exten-
dido en los países desarrollados desde los años 70.
Las personas se trascienden de muchos modos. Uno de ellos es formar una pare-
ja. Sin embargo, la forma más habitual de trascender la pareja es teniendo uno o
varios hijos. Cuando el amor ya no cabe en una relación a dos es normal quererlo
transmitir al fruto de esa unión. Y esto puede ser igual para la pareja biológica como
para la adoptiva, porque el fruto no tiene por qué ser de la misma carne y de la
misma sangre, sino que se forma a partir del deseo compartido, de la acción común
para hacerlo real y del cariño, atención, cuidados y transmisión de lo que se es y se
tiene. Ésta es en realidad la esencia del proceso de la maternidad y la paternidad.
Pero también las personas que por alguna razón no están en pareja, porque así
lo han decidido o porque esperan formarla en el futuro también pueden trascen-
der su individualidad y transmitir su amor a una hija o a un hijo. Si existen padres
y madres que, por viudedad o separación, forman hogares monoparentales, nada
se opone a que cualquier persona idónea y que cumpla los requisitos legales
pueda ser un buen padre o una madre. Es cierto que es mejor tener padre y
madre, una referencia masculina y otra femenina, y que las tareas se reparten

VEINTINUEVE 29
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

mejor, pues es difícil hacer de padre y de madre a la vez. Pero lo mejor es ene-
migo de lo bueno y para la niña o el niño que ha perdido padre y madre, por orfan-
dad o por abandono, más vale recibir el cariño de un padre o una madre adoptiva
que no recibir nada en absoluto o permanecer recibiendo las migajas de amor que
tengan para repartir los cuidadores y cuidadoras de todos los orfanatos del mundo.
Pero no es oro todo lo que reluce. Algunas parejas deciden tener un hijo en
momentos de crisis, pensando que esta decisión la resolverá y consolidará la rela-
ción para siempre. Grave error. Muchas veces la llegada del hijo, biológico o adop-
tado, sólo pone de relieve los problemas no resueltos, las diferencias no acepta-
das ni negociadas, los temas pendientes.
Antiguamente y en muchos países en vías de desarrollo, asegurarse la vejez tam-
bién ha sido una de las motivaciones naturales para tener hijos. Se ha criticado
mucho desde Occidente el abandono de niñas chinas y la ley del hijo único. Sin
justificarlos en absoluto, sí conviene saber que en una sociedad en la que una
gran mayoría de la población vive todavía en el campo, en la que no se ha desa-
rrollado el sistema de seguridad social, y en la que las hijas pasan a formar parte
de la familia del marido cuando se casan, además de tener que aportar una dote,
es comprensible que cualquier pareja de campesinos vea con horror su vejez sin
brazos para trabajar la tierra, fuerza para hacerlo por sí misma, ni ingresos para
comer. Por otro lado, si el gobierno chino no hubiera limitado la natalidad, la pobla-
ción china se habría duplicado en un par de décadas. El problema no hubiera sido
sólo de China. Hubiera sido un problema demográfico planetario.
Actualmente se ha suavizado la ley del hijo único y además en las ciudades
la clase media y las clases altas ya no les importa tener hijas en lugar de hijos.
De hecho, me sorprendió ver en mi cuarta visita a China a orgullosos padres
paseando a sus hijas en hombros por la Ciudad prohibida en Pekín o por los cen-
tros comerciales de Cantón. Sin embargo, ya se ha generado un problema. Existen
cuarenta millones de varones en edad de contraer matrimonio, que no encuentran
pareja. Simplemente porque hay cuarenta millones menos de mujeres en esa
misma franja de edad.
Conozco a personas solteras que, pasados los cincuenta, se plantean el sentido de
su vida. Imaginan una vejez solitaria. Tienen el deseo de transmitir a un hijo o una
hija su experiencia y su patrimonio. Razones mezcladas para adoptar. Los huma-
nos somos seres complejos y, a veces, es difícil determinar cuál es la razón princi-

30
¿por qué tener un hijo? ¿por qué adoptar?

pal de la toma de una decisión que cambia nuestra vida. Aunque algunos países
ponen límite en el edad del adoptante, esto no ha sido siempre así. Recuerdo a
Bárbara de casi sesenta años, que adoptó a Shen Hao [nombres cambiados], una
niña de diez con mucha personalidad. Me contaron que tuvieron dificultades al prin-
cipio. Que Bárbara quería imponerla desde el principio las costumbres españolas,
en detrimento de todo lo que había aprendido durante su primera década de vida.
A los dos años de conocerlas, volví a verlas y parecían totalmente compenetradas.
Realmente les había cambiado la mirada y la sonrisa a ambas. Me tranquilicé. Es
como si la niña hubiera encontrado madre y abuela al mismo tiempo. Y la madre
adoptante hubiera encontrado hija y nieta. Dado que en España existen ya 10.000
personas centenarias y dos millones de octogenarias, ya no dudo de que Bárbara
pueda tener algún día en sus brazos a un nieto nacido de su hija adoptada.
Muchas madres y padres biológicos cuentan que tuvieron el hijo o la hija en un
momento en que no lo esperaban. Sobre todo cuando se trata de parejas con
varios hijos. Esto es algo que no sucede ni puede suceder con las madres y los
padres adoptivos. Tras el deseo, surge la reflexión, luego la decisión y, posterior-
mente la larga espera para atravesar todo el proceso legal que supone una adop-
ción. Por ello, se habla de los niños adoptados como “los hijos más deseados”.
Pero no es necesario comparar. Muchos hijos biológicos han sido tan deseados y
largamente esperados como los adoptados. Es la cualidad de los padres, su
madurez y claridad lo que hace que la maternidad y la paternidad sea más cons-
ciente y responsable. No el hecho del origen de los hijos.
Antiguamente se consideraba una “obra de caridad” adoptar a un huérfano. Hoy
día se va perdiendo esta percepción, aunque a quien no ha adoptado nunca tener
un hijo adoptado le puede parecer algo muy meritorio. Pero todo adoptante sabe
que recibe más de lo que da. Que en realidad es un regalo de la vida.
Antes de adoptar, algunas personas sí pueden tener un sentimiento de solidaridad
hacia tantos niños abandonados, ante tantos niños que trabajan y duermen en la
calle. De hecho, a partir de algunos reportajes que se difunden, a veces con cier-
to sensacionalismo y en alguna ocasión hasta por motivos políticos bastante oscu-
ros, se despiertan olas de humanidad y necesidad de ayudar. Pero todo cambia
cuando se lleva hasta el final la adopción, porque la hija o el hijo tiene cara, su pro-
pia sonrisa, su personalidad peculiar. Ya no es una niña o un niño más en una
masa de desafortunados.

31
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Durante unos años, también los medios de comunicación se hicieron eco de las
adopciones por parte de estrellas del cine, la canción o el deporte. Aunque a pri-
mera vista tiene su lado frívolo, no se trata de juzgar la motivación real y profun-
da de cada famoso o famosa, porque habrá de todo. Sin embargo, el balance final
ha sido positivo, porque ha puesto sobre el tapete una cuestión que antes se con-
sideraba vergonzante. Ha ayudado a cambiar la percepción social de un fenóme-
no llamado a extenderse mientras permanezcan determinadas circunstancias
como el aumento de la infertilidad, el descenso de la tasa de natalidad de muchos
países desarrollados, los millones de niños huérfanos por guerras y catástrofes
naturales o abandonados por causa de extrema pobreza, la internacionalización
de las normas nacionales para velar por adopciones con todas las garantías de
legalidad e incrementar el éxito de las mismas.

La decisión definitiva [El testimonio de Adya Isabel]

Paseaba por una gran avenida de Goa, una ciudad multitudinaria de esas muchas
que existen en la India. En aquella avenida, latía un intenso enjambre de vida
humana a la sombra de frondosos árboles. Entre los puestos ambulantes, los tran-
seúntes, las idas y venidas de bicicletas y rickshaws, había gran cantidad de niños
pobremente vestidos, muy mal atendidos pero con una gran belleza en la mirada.
De pronto, escuché muy de dentro de mí que nacía una afirmación contundente:
“Yo adoptaré un niño de éstos, tiene más sentido adoptar cualquier niño de éstos
tan necesitado que ya está ahí, que traer nuevos hijos al mundo”. Tenía 30 años
y aquella decisión quedó ahí plantada como una semilla.
Luego, esperé a tener pareja y no me permití ser madre hasta que no tuve una
cierta claridad y madurez existencial. De los 40 a los 45 años deseaba inten-
samente ser madre. Deseé sinceramente tener mis propios hijos. Esto me ha
ayudado a entender que el impulso y el instinto de ser madre y tener hijos pro-
pios es básico y auténtico. Así, cuando en la consulta terapéutica he tenido a
algunas mujeres dudando entre tener hijos propios o adoptados, siempre les he
ayudado a respetar y valorar su instinto genuino de ser madres biológicas.
Algunas de ellas no se han quedado nunca embarazadas y han realizado su
maternidad adoptando, pero otras han llegado a ser madres biológicas y han
estado felices.

32
¿por qué tener un hijo? ¿por qué adoptar?

Cada vez que veía que no me quedaba embarazada aparecía como un estigma
aquella promesa hecha en la India y me decía: “Será que tengo que ser madre
adoptiva”. Por esta razón, nunca quise entrar en los tratamientos de fertilidad,
inseminación artificial o fecundación in vitro.
A los 45 años me dije: “Se acabó de esperar un hijo propio” y comencé a infor-
marme de las posibilidades de adoptar en India. Fue la estancia de Yula, una niña
ucraniana de 7 años durante un verano en casa de una hermana la que me dio el
impulso definitivo. Vi cómo era posible realmente sentir una gran ternura y vincu-
larse afectivamente con una niña desconocida y necesitada.
Conocí a la primera niña china adoptada en España, pero quise dirigirme hacia la
adopción en India para ser fiel a aquella promesa inicial. Las dificultades de adop-
ción en India eran grandes. Ese año se había cerrado el proceso. Había que espe-
rar por lo menos dos años.
Así que comencé a asistir a las llegadas en el aeropuerto de niñas adoptadas
de China y a hacerles fotos. Empecé a mirar a cada niña con la pregunta ¿podría
yo amar como una hija a esa niña? Miraba las fotos con un revuelo interno de
duda, pero recordaba a cada madre tan encantada con su hija que al final vi que
todo hijo, sea más guapo o menos, lo maravilloso que da a los padres es la opor-
tunidad de amarle. El enigma, por tanto, no se resuelve con la cabeza, se resuel-
ve con el corazón, porque hay dos necesidades que se encuentran: la necesidad
de dar amor en los padres, la necesidad de ser amado en el hijo.
Los trámites burocráticos para conseguir la idoneidad para adoptar en China fue-
ron pesados e inquietantes. Las entrevistas para lograr un informe psicológico
positivo más bien parecían “interrogatorios de sospechosa”. Como si estuviera
“acusada de in-maternidad o madre desnaturalizada” y tuviera que demostrar que
sí tenía una capacidad de ser madre, cuidar, amar y responsabilizarme plena-
mente de una niña. La psicóloga tenía una personalidad tan exigente y celosa que
convirtió el proceso en un cuestionamiento duro e inquisidor. Allí es donde me di
cuenta de que había dolor por no haber podido engendrar mis propios hijos. Su
pregunta repetitiva de... ¿por qué no has podido tener tus propios hijos? llegó a
ser cruel y culpabilizadora, pues razones fisiológicas claras no había y no encon-
tré ninguna resistencia psicológica tampoco. En cualquier caso, estas entrevistas
me ayudaron a hacer el duelo definitivo de mi infertilidad y a cimentar con fuerza
mi deseo de ser madre adoptiva.

33
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

¡Qué diferente la experiencia con la Asistente Social Lucía Menéndez, para lograr
el informe Social! Aquí nos encontramos con una mujer a favor, confiando en
nosotros, muy profesional y sabiendo hacer su trabajo con las preguntas y el cues-
tionamiento adecuado pero con un carácter abierto y una actitud más empática sin
fantasmas que cazar.
Mi hija mayor alguna vez me ha preguntado: ¿pero tu no preferirías mejor tener
tus propios hijos? Le digo: “Pues ahora no. Yo no les echo nada en falta. Tú me
pareces tan preciosa que nunca se me ocurre pensar que otra hija mía, por haber-
la llevado en la tripita, sería mejor.” Y así es. Tengo claro que no la he engendra-
do ni la he parido, pero cómo he llegado a preocuparme cuando ha estado enfer-
ma, cómo he sentido la fuerza de una fiera dentro de mí cuando he temido por su
vida, me hacen saber que ese instinto cuidador de madre es pleno y total. No se
me ocurre que con una hija propia fuera mayor o mejor.

Lidia. Querido papá.

34
¿por qué tener un hijo? ¿por qué adoptar?

Puntos de reflexión

• El deseo de ser padre o madre es una de las formas más naturales y extendi-
das de trascenderse. Es uno de los primeros escalones de la transpersonali-
dad. Salir del yo limitado para entregar amor, energía y tiempo a otro ser.
• Las razones de ser madre o padre adoptivo pueden ser muy variadas. Aunque
es muy común que la infertilidad del hombre o de la mujer sea una de las cau-
sas principales de la adopción, existen otras muchas. Un porcentaje significa-
tivo de adoptantes deciden adoptar después de haber tenido uno o varios hijos
biológicos.
• Muchas madres y padres adoptivos deciden adoptar en una época de madu-
rez en la que quieren dar otro sentido a su vida, y el reloj biológico impide o no
aconseja la paternidad o la maternidad biológicas.
• El sentimiento de compasión y solidaridad han podido influir en la decisión de
adoptar de muchas personas. Sin embargo, no debe ni puede ser la motivación
principal para ser madre o padre adoptivos. Los hijos siempre lo serán como
sujetos de una relación de ida y vuelta y no meros objetos de caridad ni de soli-
daridad.

35
4
¿Soy un padre idóneo?

Antes de empezar este capítulo, desenpolvo de la estantería los dosieres


que mi mujer y yo tuvimos que constituir durante meses para que nos con-
sideraran idóneos para ser padre y madre respectivamente. Las aguas se
han calmado, pero reconozco que todavía afloran sentimientos contradicto-
rios al recordar todo el proceso burocrático que tuvimos que atravesar
desde el principio hasta el fin, incluso la segunda vez que iniciamos el pro-
ceso de adoptar una segunda hija.
Voy pasando las hojas transparentes de plástico en donde están las fotocopias de
todos y cada uno de los documentos que tuvimos que reunir y presentar: fotoco-
pias del carnet de identidad y partidas de nacimiento de los dos; certificados de
empadronamiento; certificados médicos de buena salud física y mental; certifica-
dos de ingresos y propiedades; certificado de profesión; informe social; informe
psicológico…
Confieso que al principio se nos hacía todo un mundo. Había que legalizar cada
uno de los documentos. Luego hubo que traducirlos al chino y volver a legalizar
la traducción. Un sinfín de trámites que en las dos ocasiones hicimos nosotros
mismos, sin darlos a ninguna ECAI [Entidad Colaboradora de Adopción Inter-
nacional] ni a ninguna gestoría. La sensación durante todos aquellos largos meses
era la de tener que correr una carrera de obstáculos, la de tener que pasar ejer-
cicio tras ejercicio los exámenes de una oposición.
Durante mucho tiempo estuve furioso: ¿Por qué las madres y los padres biológi-
cos no eran examinados ni controlados por el Estado ni ninguna Administración
autonómica? ¿Es que los posibles adoptantes éramos sospechosos de carencias

TREINTA Y SIETE 37
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

psíquicas o físicas? ¿Alguien tenía que asegurarse de que no éramos delincuen-


tes que queríamos traficar con niños? Para más inri, el inicio de nuestra primera
adopción coincidió con la promulgación de la Ley española del Menor, en cuyo
artículo 25 instituía las ECAIs, y éstas empezaban entonces a constituirse, sin
ninguna experiencia previa y, en alguna ocasión con ánimo de lucro, a pesar de la
prohibición expresa de la ley en este sentido.
Lo cierto es que España había firmado el Convenio de la Haya, aprobado por la
ONU en 1989, relativo a la protección del niño y a la cooperación en materia de
adopción internacional. En él se considera la adopción como una de las formas de
protección de la infancia y, entre sus finalidades, trata de combatir las adopciones
clandestinas, que dan lugar al enriquecimiento ilícito de algunas mafias y a hechos
delictivos que muchos Estados no controlaban. ¿Por qué se ponían tantas trabas
para proteger a la infancia? Esa era la pregunta que me hacía y que se hacen
muchas madres y padres adoptantes cuando inician el proceso.
Con la perspectiva del tiempo transcurrido, reconozco que tanto el Convenio de la
Haya como la Ley del Menor establecen garantías sobre los niños adoptados
[que realmente sean huérfanos, abandonados o que los padres biológicos hayan
renunciado a la patria potestad] e igualmente garantizan a los futuros padres y
madres que todos los países firmantes reconocerán la paternidad, la maternidad
y la filiación a todos los efectos legales y de forma definitiva.
Pero el Convenio no especifica las medidas que cada Estado y cada Adminis-
tración pública tiene que tomar para garantizar la idoneidad del adoptado y del
adoptante. Simplemente establece que intervengan tanto el Estado receptor como
el Estado de origen, para que no quede en manos privadas. Y es aquí donde mi
rebeldía se acentuaba.
El artículo 175 del Código Civil español establece que todo solicitante de adopción
debe tener veinticinco años cumplidos y no tener menos de catorce años de dife-
rencia con el adoptado. Parece sensato que se exija un mínimo de edad para
tomar una decisión que es para toda la vida. Sin embargo, todo padre y madre
adoptante tendría derecho a preguntarse qué madurez tiene el joven o la joven de
dieciocho años, a la que la ley permite contraer matrimonio y tener hijos. Aunque
jurídica, social y políticamente, ambos límites de edad puedan justificarse, desde
el punto de vista psicológico y emocional, no dejan de suscitar la posibilidad de
pensar en un agravio comparativo.

38
¿soy un padre idóneo?

Desde que se iniciaron las adopciones internacionales, la legislación ha sido com-


pletada en cada Comunidad Autónoma y muchos países han corregido deficien-
cias y agujeros legales. Pero la aplicación de las normas queda en manos de
personas de carne y hueso –aunque en algunos burócratas, afortunadamente
no la mayoría, hay que rascar mucho para encontrar esa supuesta humanidad–.
Resulta que los informes psicológicos son elaborados por los psicólogos oficiales
de los servicios sociales de cada Comunidad o por los psicólogos privados reco-
nocidos por cada Colegio de Psicólogos para emitir informes de idoneidad para la
adopción internacional.
Una vez encontré a una psicóloga de veinticinco años, que había pasado todos
los exámenes pertinentes, pero que vivía en casa de sus padres, no tenía hijos e
ignoro si tenía pareja. Y esa profesional respetable tenía que aconsejar o hacer
desistir de su propósito a futuros padres o madres adoptantes de cuarenta y de
cincuenta años, con media vida profesional y sentimental a sus espaldas.
Los padres de una hija nacida en China, en proceso de adoptar una segunda, me
contaron su mala experiencia con un psicólogo del TIPAI [Turno de Intervención
de Adopciones Internacionales] que, a diferencia de los psicólogos que trabajan
para los Servicios sociales de cada Comunidad, sí hay que pagar. Tardó varios
meses en emitir su informe. A la última entrevista llevó a su hija, que estuvo pre-
sente a lo largo de toda ella. Criticaba como ineptas para adoptar a parejas que
acababan de salir de la consulta, saltándose las normas de confidencialidad que
impone la profesión. Estuvieron a punto de denunciarlo, pero no lo hicieron por no
añadir más tensiones a las que ya genera todo este proceso.
En cuanto al informe social, uno de los apartados valora la situación económica
–ingresos y propiedades–, como si los hijos adoptados tuviesen que tener por
fuerza una situación económica muy superior a la de los hijos biológicos. A nadie
se le ocurriría negar la idoneidad para ser padre o madre a una pareja que viva de
alquiler, con dos sueldos de mil euros o menos, sin coche ni propiedades. Y me
pregunto: si de lo que se trata es de buscar padres adecuados para un niño que
carece de ellos, ¿qué criterio puede seguirse para la estabilidad y bienestar eco-
nómicos de la futura familia? ¿Forzosamente ha de ser un nivel de clase media o
clase media alta de un país desarrollado? ¿No bastaría con multiplicar por dos
o tres los cuidados alimentarios, sanitarios y educativos que puede llegar a recibir
el hijo adoptado en el país de origen?

39
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Ahora que tengo más información sobre desistimientos en mitad del proceso,
algún que otro abandono y un mínimo porcentaje de fracasos, considero de otro
modo el proceso de declaración de idoneidad. Es razonable y sensato comprobar
que quien solicita adoptar un hijo haya madurado la decisión y no sea fruto de un
entusiasmo pasajero. También es necesario crear filtros para intentar garantizar
un mínimo de estabilidad emocional y material al niño o la niña que va a ser adop-
tado. Aun así, estoy convencido de que, en base a la experiencia de década y
media de adopciones internacionales en España, todo el proceso puede afinarse
y facilitarse. Ganar en calidad en garantía de hijos y padres. Es cierto que es muy
doloroso para todos, empezando por el hijo adoptado, que el proceso acabe mal.
Y es lógico que los responsables de emitir la idoneidad lo vivan como un fracaso.
Sin embargo, no deberían pagar justos por pecadores.
No me arrepiento de los papeles que tuvimos que reunir –en cuatro ejemplares–,
ni de los meses de espera –casi el doble que un parto normal–, ni siquiera de tener
que haber pasado por lo que en aquellos momentos me parecían exámenes humi-
llantes. Pero sí estoy firmemente convencido de que se pueden y se deben mejo-
rar los medios. Aumentar el equipo de psicólogos en cada Comunidad. Crear equi-
pos multidisciplinares, de modo que la entrevista no fuese ante una persona sino
ante varias de modo que nadie estuviese sometido a la inexperiencia o prejuicios
del psicólogo o asistente social de turno. Establecer mecanismos de revisión, ya
que la decisión de declarar idóneos para ser padre o madre suele basarse en los
informes psicológico y social.
Marta Cortés, primera responsable de adopciones nacionales e internacionales
del Instituto Madrileño del Menor y de la Familia en 1996, justificaba que se exa-
minase con atención a los futuros padres, para prevenir las devoluciones: “Estas
situaciones son dolorosísimas para el niño y para la familia. A menudo nos acusan
de poner muchas condiciones, pero es que hay que ponerlas. Trabajamos con
niños que ya han sufrido un abandono y no deben padecer otro”. Su visión es
ecuánime y no culpa a los padres que no logran adaptarse, sino que exige un
esfuerzo a los profesionales implicados para informar y seleccionar mejor a los
adoptantes.
Desde estas páginas, y sabiendo que las cosas han cambiado y seguirán cam-
biando a mejor, animo a toda persona que en el fondo de su corazón sienta que le
ha llegado el momento de dedicar los próximos años de su vida a uno o más hijos

40
¿soy un padre idóneo?

adoptivos. En cuanto os agarra del dedo, os sonríe, os dice por primera vez “papá”
o “mamá”, borráis inmediatamente lo de adoptivos. Son simplemente nuestra hija,
o nuestro hijo. Nuestros hijos. El adjetivo sólo sale a relucir con los desconocidos.
Familiares y amigos pasan a ser familia y amigos de nuestras hijas e hijos.

Lucía, 9 años. Papá te quiero.

Puntos de reflexión
• Ser idóneo para algo significa simplemente ser apropiado o adecuado. Cierta-
mente, no todas las personas son idóneas para ser madres o padres. Y las
Administraciones Públicas de cada Estado deben velar para que los niños que
van a ser dados en adopción tengan los padres y madres más apropiados posi-
bles.
• La declaración de idoneidad trata de combatir la compraventa de niños, la
explotación infantil, las mafias que trafican con el legítimo derecho de los niños
de tener una segunda opción y de los adultos para optar a la paternidad y a la
maternidad.
• La declaración de idoneidad y la intervención de los Estados garantiza el reco-
nocimiento internacional del acto jurídico de la adopción.

41
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

• Se suscita, sin embargo, la cuestión de la idoneidad, a su vez, de las personas


que juzgan la idoneidad de las futuras madres y padres, así como los procedi-
mientos más eficaces. Queda un cierto camino por recorrer en cuanto al pro-
ceso de idoneidad, que debería ser más eficaz, más rápido, con mayores
garantías y no debería tener coste alguno.
• Si alguien tiene un verdadero deseo de ser madre o padre y no recibe la ido-
neidad, puede preguntar si se debe a alguna circunstancia coyuntural que
pueda ser corregida. Si le siguen negando la idoneidad, siempre podrá recurrir
la decisión. Hay que tener en mente que la decisión administrativa de negar la
idoneidad no es una sentencia firme, sino una resolución basada en ciertos cri-
terios que pueden ser sometidos a escrutinio.
• Otra cuestión a debatir sería el agravio comparativo que ser produce respecto
a jóvenes inmaduros, pero mayores de dieciocho años, que legalmente pue-
den ser padres y madres sin intervención ninguna del Estado, así como otros
adultos de los que no se cuestiona su madurez psicológica y emocional, su
moral, ni su estatus económico, a pesar de no cumplir ninguno de los criterios
comúnmente exigidos a los candidatos a ser madres o padres adoptivos.
• Los “cursillos” de preparación para la adopción no deberían ser un mero trámi-
te a superar, sino una parte esencial de la asistencia eficaz a los futuros adop-
tantes. A posteriori, algunos padres y algunas madres han reconocido que les
fueron útiles.

42
5
La edad. “Quiero un bebé”

Una gran mayoría de futuras madres y padres, cuando decide adoptar, pien-
san que cuanto menos edad tenga su futura hija o hijo, tanto mejor. Por ello,
solicitan, cuando el país lo permite, así como su propia edad, una niña o un
niño de menos de un año. Las razones: que el futuro hijo pase el máximo de
su infancia con ellos, que tenga el menor número de recuerdos, que la adap-
tación sea más rápida, que será más fácil quererlo cuanto menos formado
esté su carácter y cuanto menos pasado tenga. Que los cuidados sanitarios
y alimentarios empiecen cuanto antes. Que se impregne lo antes posible del
cariño y de la cultura de la familia adoptante…
Pero cuando los padres han pasado de los cuarenta o han llegado a los cincuen-
ta –lo cual es cada vez más frecuente–, existen otras consideraciones, que no
deben echarse en saco roto en el cómputo de pros y contras que casi todo el
mundo lleva a cabo. Para empezar por lo más crudo: cuanto menores sean los
hijos adoptados y más edad tengan los padres, mayor es la posibilidad de que se
queden huérfanos antes de que establezcan su propia familia. Por contra, para
madres y padres que no tienen ya la energía de la segunda juventud o la primera
madurez, no es una ventaja menor el que su hijo o hija ande, vaya al baño solo,
no haya que darle de comer, pueda comunicarse verbalmente en un tiempo menor
[no conozco ningún niño adoptado de más de tres años que no haya aprendido la
lengua de los padres adoptantes en menos de un año, con independencia de su
país de origen].
Cuando mi mujer y yo empezamos los trámites de nuestra primera adopción, ella
tenía 46 y yo 52. En éstos y similares casos, los Servicios Sociales de la mayoría
de las Comunidades suelen aconsejar o imponer la solicitud de niños y niñas más

CUARENTA Y TRES 43
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

mayores [de 3 a 10 años]. Pero, con independencia de las normas legales y de las
pautas de adopción de cada Comunidad, personalmente tenía muy claro que no
me importaba en absoluto la edad de nuestra futura hija. Sin menospreciar las
razones del deseo casi generalizado de tener un bebé o casi bebé en brazos,
desde el punto de vista ético consideraba, y sigo considerando, que cualquier niño
o niña tiene derecho a tener unos padres, con independencia de su edad.
Me emocionó ver la película Las normas de la casa de la sidra, en la que el prota-
gonista huérfano, Homer, pasa toda su infancia y su adolescencia en un orfanato
de Nueva Inglaterra, porque ninguna pareja acaba adoptándole, entre otras razo-
nes por su edad. El niño va viendo cómo toda su pequeña familia de compañeros
van yéndose uno a uno, adoptado por alguien. Larch, el médico que dirige la insti-
tución, le va enseñando poco a poco su trabajo y, al hacerle su ayudante, le hace
de padre a su manera. Al final, después de tener sus propias experiencias como
adulto fuera de la tutela de su mentor, Homer vuelve al orfanato, donde acaba como
médico oficial de la institución de la que tanto y con tanto ahínco quería salir. Tal
vez lo que le salva al final es el deseo de Larch de que todos ellos fuesen felices y
el trato que les daba, resumido en la frase con que acababa cada noche el cuento
que les leía: “Buenas noches, príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra”.
Años después, con mis dos hijas ya en Madrid, volví a llorar al ver Los niños del
coro, cuya acción transcurre en un correccional francés de la posguerra. La esce-
na que me conmovía era la de Pépinot, un niño de unos seis años que, domingo
tras domingo queda pegado a las verjas de la entrada esperando todo el día la
visita de su padre que nunca llega. Uno de los profesores, el protagonista de la
historia, saltándose todas las normas, acaba respondiendo a su necesidad de
tener un padre, al intenso deseo de tener a alguien que lo proteja en un pequeño
universo hostil, cruel y duro. En una escena final, llena de emoción y suspense,
está a punto de tomar el tren con el niño siguiéndole, con un hatillo como todo
equipaje, dispuesto a irse con él. Convencido de que no puede abandonarle.
Duda unos instantes. El tren parte al final con los dos…Y pido disculpas por con-
tar el final de la película, pero era imprescindible para entender el mensaje. Tal vez,
ambas películas me recordaron a los niños brasileños de la misma edad que se
me agarraron de la mano en búsqueda de un padre que estuviera presente y que
pudiera satisfacer sus necesidades de atención, de aprendizaje, de cariño, de ser
especiales para alguien. En esos momentos, me ratificaba en la alegría de haber
adoptado a mi hija mayor con tres años y a mi segunda hija con tres y medio.

44
la edad. quiero un “bebé”

Cuando, año tras año, nos reunimos con las madres y padres adoptantes con los
que viajamos juntos a la misma ciudad para recibir a nuestras hijas, compruebo
que no hay mucha diferencia en los gozos y en las sombras, en la rapidez de
adaptación y en las dificultades encontradas. Todos ellos adoptaron niñas de
menor edad. Algunas no tenían apenas el año. En alguna ocasión, me ha sor-
prendido que la dependencia o los miedos de alguna de ellas fuesen mayores que
los de mis hijas. Lo he atribuido a una cuestión de temperamento de cada niña y
también a la forma de ser de los padres y a su manera de educarlas. La edad en
estos casos no ha sido el factor determinante.
Sí he conocido algún caso de dificultades de adaptación. Una madre soltera adop-
tó a un hermano y una hermana de cinco y seis años. Durante una larga etapa, le
fue difícil hacerles entrar en el mundo de las pautas de un país desarrollado: no
guardar las sobras de la comida; lavarse o vestirse adecuadamente… Pero clara-
mente la causa no fue únicamente la edad de los hermanos. También influyó el
hecho de que ella tuviera que hacer de padre y madre a la vez, además de traba-
jar y a la circunstancia de ser dos hijos de golpe, en lugar de uno, cuando todavía
no había tenido la experiencia de ser madre. Me encontré posteriormente a estos
hermanos, ya con diez y once años respectivamente, totalmente integrados. La
madre en cuestión estaba por fin relajada y feliz, aunque todavía recordaba con
un suspiro los tiempos difíciles. ¿Y quién no recuerda historias de hijos biológicos
que durante dos, tres o más años no han dejado dormir a los padres? O hijos que
no comieron normalmente hasta llegar a la adolescencia. Las dificultades pueden
ser distintas, pero igual el grado de paciencia, confianza y entrega. Tan dura la
intensidad de la batalla diaria.
Esto no es óbice para que cada cual reflexione seriamente sobre cuáles son sus
propios límites y hasta dónde es capaz de llegar. Hace años, por ejemplo, conocí
a una pareja joven con una hija biológica de dos años, que quiso adoptar a una
niña de trece. A pesar de las recomendaciones de la Comunidad de que nunca se
adopte a alguien mayor que el propio hijo biológico, sino al contrario, siguieron
insistiendo. La niña tenía una enorme necesidad de afecto, pero estaba muy desa-
rrollada físicamente para su edad y probablemente había sufrido ya abusos sexua-
les. Personalmente pensé que yo no hubiera estado preparado para ser su padre
adoptivo. Que hacía falta una formación y un temple especiales. Los posibles
padres carecían de una y otro. Resultado: la niña vio frustrado su deseo de tener
unos padres. Fue enviada de vuelta a su país, cuando ni siquiera se habían ini-

45
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

ciado los trámites de adopción plena. Era un acogimiento sui géneris, que duró
apenas un mes. Todavía me apena, al recordarlo, la incapacidad de todas las per-
sonas que la conocimos para evitar este fatal desenlace.
Por el contrario, sí tuve ocasión de viajar con una pareja que tenía un hijo biológi-
co de dieciocho años. Adoptaron una niña de dos años y medio, y el hijo estaba
tan entusiasmado como los padres. En mi segundo viaje para adoptar, me tocó
comprobar idéntico entusiasmo en otra pareja con un hijo biológico de diez años.
A estas edades ya no existe el peligro de los celos que suelen darse cuando la
diferencia de edad es menor.
A veces, mis hijas se han referido a la edad de los padres de sus amigas, todos
ellos más jóvenes. “Papá, quisiera que tuvieras treinta o cuarenta años”. “Papá, yo
quiero que nunca te mueras”. Entiendo que lo normal a esa edad es querer ser
como las demás, tener lo que tienen ellas, ir a donde ellas van. Sin embargo, cum-
plidos los siete años, se puede razonar y explicar las ventajas y las desventajas
de cada caso. Ellas, por ejemplo, no tienen primos y primas de su edad, pero sí
más de diez sobrinos y sobrinas con los que juegan como si fuesen primas. Sus
primos, por otro lado, les hacen de hermanos mayores y de tíos jóvenes.
Desde que soy padre, me ocupo más de mi propia salud para que mi tercera y
cuarta edad sea sana, activa y lúcida. Se lo debo a mis hijas. Es cierto que ya no
tengo la fuerza física y la energía de alguien de treinta o cuarenta años, pero creo
que existen otro tipo de compensaciones que mis hijas pueden apreciar. Recuerdo
a uno de mis primeros clientes en psicoterapia. Era un ejecutivo de veintiocho
años que tenía dos hijos pequeños y se quejaba de que ya no podía ir a esquiar
todos los domingos como cuando era soltero y de que, además, el trabajo le
absorbía, si quería llegar a consolidar su profesión, a escalar puestos. Para colmo,
no tenía el dinero ni el tiempo para ir al cine o al teatro y asistir a conciertos, como
cuando estaba de novio o de recién casado. Era un buen padre, pero estaba divi-
dido entre sus responsabilidades como tal y sus deseos de vivir lo que vivían sus
compañeros sin pareja ni hijos. Ahora tiene cuatro hijos y puede ir a esquiar con
sus hijos preadolescentes. Era sólo un paréntesis de varios años durante la pri-
mera infancia. También quería viajar y conocer mundo. Para mis adentros me
decía: “Menos mal que ya he hecho todo lo que él necesita y desea hacer y ya
escalé suficientes montañas, atravesé mares de más, navegué ríos recónditos,
viví experiencias insólitas hasta colmar mi saco juvenil. También se me pasaron
las ganas y la necesidad de competir profesionalmente y de asistir a actividades

46
la edad. quiero un “bebé”

culturales y a reuniones sociales”. Soy un padre más disponible en tiempo real y


en tiempo psicológico.
Algunos amigos y familiares me decían en tono amenazante antes de la adopción:
“Ya verás cómo te va a cambiar la vida”. Y se desencadenaban todas las fantasías
catastróficas de falta de tiempo, falta de dinero, sacrificios sin fin, empobrecimiento
de la vida social y del desarrollo personal y espiritual. Y ha sido verdad. Me ha cam-
biado la vida, pero para todo lo contrario. Tengo más tiempo, porque he dejado acti-
vidades que ahora considero superfluas. Gano más dinero, porque mis hijas me
han estimulado a ello. Los sacrificios no los vivo como tales, sino como simple cam-
bio de empleo de tiempo. He ganado amigos y amigas, porque con muchas madres
y padres adoptantes hemos establecido una especie de gran familia, de complici-
dad sin límites. Simplemente por haber vivido una experiencia similar que ha mar-
cado nuestras vidas. Y por seguir compartiendo dificultades y alegrías.
Sin embargo, lo que más ha cambiado en mi vida desde que soy padre es que me
siento rejuvenecido. Y no sólo es una sensación psicológica. Me encuentro mucho
mejor de salud que hace diez años. Tal vez el hecho de tener que generar energía
para dos personas que entran en tu vida para siempre con una energía arrolladora
no deje agujeros ni tiempo por donde se cuelen ramalazos de mala salud o por
donde entren la depresión, los miedos ni el vacío. Males tan comunes en esta época
en que tantas y tantas personas se miran el ombligo y dan vueltas alrededor de sí
mismas. Y lo más importante: he afianzado mi visión del desarrollo personal y espi-
ritual. Un desarrollo con dimensión transpersonal y una espiritualidad aterrizada en
los actos más cotidianos. Tengo ocasión día a día de practicar la meditación en
acción, de respirar conscientemente mientras preparo la cena, de aprender a no
perder mi centro, cuando las tareas escolares se alargan y el aprendizaje se hace
lento, cuando empiezan los primeros “no” y los actos de autoafirmación y rebeldía.
Madres y padres se enfrentan uno u otro día a esta etapa del proceso de desa-
rrollo infantil y adolescente. La única diferencia es la edad que tienen ellos cuan-
do los hijos comienzan a autoafirmarse. Ignoro qué es lo mejor: tener más ener-
gía para imponer el propio criterio y mantener los límites cuando se tienen menos
años o tener más paciencia y tolerancia para transigir en lo accidental y mantener
lo esencial. En cualquier caso, la diferencia consiste en afrontar el reto inmediata-
mente cuando los hijos adoptados son mayores o prepararse para afrontarlo den-
tro de unos años.

47
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Puntos de reflexión

• La mayoría de adoptantes prefieren adoptar un bebé o un niño o niña de pocos


meses. Además de creer que la adaptación será más fácil, generalmente existe
el deseo de asimilarse lo más posible a la maternidad y paternidad biológicas.
• Desde el punto de vista de los niños, todos ellos tienen derecho a tener unos
padres, con independencia de su edad. Es doloroso para los mayores institu-
cionalizados ver cómo sus compañeras y compañeros de menor edad van
saliendo del orfanato y ellos se van quedando, sólo por haber cumplido años.
• Existen ventajas de adoptar niños y niñas de más edad cuando se ha pasado
de los cuarenta: no tener que bregar con pañales y otras tareas para los que
muchas personas ya no tienen tiempo ni energía; poder compartir juegos,
paseos, deportes y actividades culturales, sin esperar a que pasen los años;
saber que la propia vejez cogerá a los hijos a punto de independizarse y no con
años por delante para poder entrar en la Universidad o en una formación profe-
sional.
• A pesar de todo, adoptar niñas o niños de más de seis años, supone saber que
habrá que modificar muchas de las expectativas, juicios preconcebidos, pautas
de comportamiento, creencias y hábitos, porque no se trata de adaptar a un
niño con todo un pasado a nosotros, sino de adaptarnos en parte a su proce-
so para que la integración sea plena y armónica: para que se desarrolle orgá-
nicamente y sin forzar las etapas.

48
6
Una larga espera

A veces se dice que adoptar es como un doble embarazo. Al menos por el


tiempo de espera desde que se inician los trámites hasta que se tiene a la
hija o al hijo en brazos. Dieciocho meses serían el doble de lo que dura un
embarazo. Pero pocos son los afortunados que han completado todo este
proceso en este plazo. Lo normal es esperar dos años. En algunos países
esta espera se dobla: cuatro años es el tiempo que han tenido muchos futu-
ros adoptantes para madurar, desesperarse, luchar por acelerar los trámites,
informarse de los más mínimos detalles del viaje y del país al que viajarán
en su día, conocer a madres y padres que les sacaron unos años o unos
meses de delantera. En definitiva, para soñar, temer, generar amor y prepa-
rar el nido.
Cuando se adopta a una hija o a un hijo de menos de dos años, está claro que la
decisión de adoptar es en muchas ocasiones sincrónica con la concepción y ges-
tación del futuro adoptado. Pero, cuando los niños son algo mayores, la verdade-
ra espera es la de ellos. Si pudiéramos ver una película en la que se van suce-
diendo escenas paralelas mes a mes en el país de acogida y en el país natal, esta
espera sería insoportable. El 23 de marzo de 1998, la Consejería de Sanidad y
Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid [posteriormente se desdoblaron]
resolvió aceptar nuestra solicitud de adopción internacional de un menor. Tres días
después, tras pasar por registro, nos lo comunicaron. El largo proceso de madu-
ración del deseo de ser padres quedaba institucionalizado. Habíamos solicitado
una niña mayor de tres años por recomendación de la psicóloga y de la trabaja-
dora social que elaboraron nuestro informe de aptitud para ser madre y padre.
Teniendo en cuenta que en esos años transcurrían unos catorce meses desde el

CUARENTA Y NUEVE 49
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

inicio del expediente hasta el viaje a China para traernos a nuestra futura hija a
Madrid, ésta ya había nacido. Pero no sabíamos aún cuándo ni dónde. Luego
supimos que Chun Jiao, cuyo nombre y cuyo rostro ignorábamos todavía, tenía ya
un año y diez meses de vida propia. Cuando nos enviaron su primera foto en mayo
de 1999, acababa de cumplir tres años.
Esa película imaginaria mostraría a unos futuros padres preparando la habitación,
haciendo las primeras conjeturas, descargándose mutuamente de miedos ante la
incertidumbre de la edad, el estado de salud, la reacción de esa hija que iba a
cambiar radicalmente de vida, de país, de cultura, de idioma, de alimentación… a
cambio de tener una madre y un padre volcados en ella. Y, al mismo tiempo, un
bebé abandonado, con toda probabilidad por imposibilidad de la madre biológica
de alimentarla y por su deseo de que sobreviviese con una vida mejor. Un bebé
en un orfanato chino con medios escasos y una atención compartida.
Escenas siguientes: una madre y un padre reuniendo certificados, haciendo ges-
tiones en la notaría, los Colegios profesionales de Médicos y Psicólogos, el
Ayuntamiento de residencia, el Ministerio de Justicia, pagando los primeros gas-
tos generados –incluida la traducción y legalización de todos los documentos–,
poniendo dinero de lado para el viaje y la donación obligatoria al orfanato.
Defendiendo su derecho a autogestionar la adopción y el viaje, sin intervención de
las, en esa época, recién creadas ECAIs.
Escenas paralelas: una niña creciendo poco a poco, aferrándose a la vida en unas
condiciones de precariedad, adaptándose a las pautas colectivas de la institución
que la acogió, generando sus propias defensas físicas y psicológicas, esperando
sin saberlo una madre, un padre, alguien para quien ser especial, alguien que se
comprometa para toda la vida, que no le abandone, que le deje ser ella misma,
que le permita recorrer su propio camino a partir de su propia singularidad y del
inicio aparentemente desafortunado de su vida.
Mi corazón estaba a caballo entre aquí y allí. Entre España y China. Entre el pre-
sente y el futuro. Aferrado al deseo de ser padre de un ser aún desconocido que
ya había nacido. Batallando con las comprensibles dudas sobre mi propia capaci-
dad, mis limitaciones, los cambios que la llegada de una hija después de más de
una década de pareja iba a producir en nuestra relación. En esos momentos de
incertidumbre me ayudó mucho el hecho de asistir a sesiones de psicoterapia
personal y de supervisión de mis propios casos con mis pacientes.

50
una larga espera

Perdía toda una mañana en desplazarme desde mi casa a la consulta de mi primer


terapeuta y volver. A veces iba “arrastrando los pies” y él me confrontaba: “Será que
te gusta ir por la vida arrastrando los pies”. Y otro día en el que mis dudas sobre mi
propia capacidad se acentuaban, a pesar de tener sellado y bien sellado el informe
de idoneidad y bien guardadito en un dossier, un día en el que se me hacía todo un
mundo viajar a China, a pesar de que ya había estado allí dos veces, o precisa-
mente por ello, me dijo: “Si tu hija estuviera sentada en la escalera, al otro lado de
esta puerta, ¿te la llevarías al salir o te la dejarías aquí?”. Dando un salto de mi
asiento, mi respuesta fue inmediata. “Me la llevaría”. Casi me parecía indignante la
pregunta, pero me hizo tomar conciencia de mi deseo profundo más allá de mis mie-
dos y dudas. Desde estas líneas, gracias Pedro Pablo Stóckalo.
A lo largo de todos esos meses visitamos mi mujer y yo a la hija de unos amigos
que habían sido pioneros en la adopción en China, que nos animaron con el entu-
siasmo de un verdadero apostolado. Actualmente, tienen tres hijas y un hijo, todos
ellos adoptados en China.
Intentamos leer todo lo que se publicaba sobre la adopción, que no era todavía
demasiado, al menos en España. Todavía no se habían publicado libros como La
hija del Ganges [2003], de Asha Miró, o el de Javier Angulo y José A. Reguilón,
Hijos del corazón. Guía para padres adoptivos, ni el difundido Los hijos más
deseados. Un libro útil para recorrer el camino hacia la adopción, de Pilar Cernuda
y Margarita Sáenz Díez [abril de 1999].
Estuve además literalmente enganchado a internet durante meses para encontrar
todo tipo de documentación y experiencias. En esa época, Estados Unidos nos lle-
vaba ya casi dos décadas de ventaja y habían desarrollado estudios, redes de
apoyo y multitud de asociaciones de familias adoptantes, así como de agencias
privadas que facilitaban la adopción nacional e internacional. Los casos y las his-
torias eran múltiples y variadas, pero las estadísticas eran tranquilizadoras.
Parte del tiempo sobrante, que no era mucho, lo dedicamos mi mujer y yo a leer
más sobre China, su historia y su cultura. Incluso iniciamos el aprendizaje de los
primeros rudimentos de la lengua china. El tiempo que no teníamos era compen-
sado por el entusiasmo de los principiantes de cualquier disciplina. El entusiasmo
propio de quien entra por primera vez en un partido político o del novicio recién
ingresado en el noviciado o del profesional que recién estrena su carrera. Adoptar
para nosotros era mucho más que una disciplina, un partido político, un noviciado,
una nueva profesión. Era un cambio de vida.

51
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Tal vez el cambio para el que nos habíamos estado preparando toda nuestra vida
sin saberlo. Todos nuestros estudios y títulos académicos, todos nuestros viajes,
toda nuestra búsqueda de desarrollo personal y espiritual desembocaba en esos
momentos en ser padres, sin dejar de ser todo lo demás: marido y mujer, profe-
sionales, amigos de los amigos, buscadores del sentido de la vida, encontradores
de la vida misma. Ser padres de un ser que ya existía, que no habíamos engen-
drado ni gestado, que sin saberlo nos esperaba, que también tendría que adop-
tarnos de repente, o poco a poco. Ése era parte del viaje psicológico de vuelta. La
ida nos correspondía a nosotros. La vuelta estaba en sus manos. Al lado de este
viaje, el viaje físico a China era pura bagatela, una mezcla de ilusión y engorro, de
trámite obligatorio y de oportunidad de acercarnos al objeto de nuestro deseo.
Sería cualquier cosa menos un viaje de simple turismo. Sería un viaje con fecha
de partida y fecha de regreso. Con billete de ida y vuelta. Con destino confirmado
y vuelta al punto de partida. No íbamos con las manos vacías, pero ciertamente
las traeríamos llenas.

Puntos de reflexión

• Algunas madres y algunos padres biológicos comentan que las madres adop-
tivas se han ahorrado las incomodidades del embarazo y los dolores y ansie-
dades del parto. Sólo en lo que concierne a los aspectos físicos puede ser esto
cierto. En todo lo demás, los preparativos y la espera de una adopción equiva-
len en realidad a un doble o triple embarazo por el número de meses requeri-
dos y por el carrusel de emociones contradictorias y de altibajos que pueden
experimentarse.
• Para atravesar este periodo difícil en que pueden colarse la ansiedad y el desá-
nimo, es aconsejable aumentar los espacios de comunicación, cuando la adop-
ción se hace en pareja. Relacionarse con personas que hayan adoptado pre-
viamente y con otras que estén en el mismo proceso de espera. Recabar datos
sobre la geografía, cultura, clima, costumbres e historia del país del que proce-
de el futuro o futura hija, en el caso de las adopciones internacionales. Continuar
con las demás actividades profesionales, sociales, culturales y de ocio, para que
la espera –ese doble embarazo– no se convierta en una obsesión que mono-
police un importante periodo de la vida de los futuros padres y madres.

52
una larga espera

• Es muy oportuno prepararse psicológica y emocionalmente para un cambio de


condición. Incluso si ya se es madre o padre biológico o adoptivo. La llegada de
una nueva hija o de un nuevo hijo requiere, no sólo preparar el espacio físico,
sino fundamentalmente hacer un hueco en el corazón de la persona, pareja o
familia.

53
7
El largo viaje

Todo viaje es un viaje interior. Si se tiene poros, si se está abierto, quien


vuelve no es el mismo que quien partió. O sí, pero enriquecido, o tal vez
despojado de algunos prejuicios o creencias limitadoras.
Si cualquier viaje puede ser transformador, el viaje para recoger a una hija o a un
hijo es el viaje por excelencia. O así lo he vivido y así lo recuerdo en las dos oca-
siones que he tenido. Nada comparable a la primera vez que salí de España, con
seis años, para conocer a mi abuela materna que había vuelto a su país natal,
Filipinas, a raíz de la guerra civil española. Ni a mi primer viaje en solitario, con
diecisiete años, para embarcarme con los pescadores de Huelva en campañas
que duraban semanas en las costas de Marruecos, del Sáhara y de Portugal. Ni
siquiera, cuando doce años después emprendía un viaje, que yo creía sin retorno,
alrededor del mundo y que duró cinco años.
En ese periplo tuve ocasión de viajar por China al margen de toda agencia turís-
tica –China recién se estaba abriendo al turismo a finales de los años setenta–.
Tuve experiencias inolvidables como desplazarme por Pekín en bicicleta, perdido
en medio de una masa de cientos de miles de chinos que volvían a sus casas una
vez acabada la jornada laboral. Me miraban con curiosidad o me saludaban con
simpatía. Sólo por la ropa que llevaba suponían que no era chino. Era la época
posterior a la muerte de Mao Tse Tung y todos parecían uniformados, vestidos de
gris o azul marino, con chaquetas con cuello “mao”. Fue una experiencia real-
mente transpersonal, casi mística. Una riada en movimiento, una humanidad
inmensa que se desplazaba y yo, un puntito en medio de esa masa, una gota más
de ese mar en reflujo que se retiraba a dormir. Nunca pensé en esos momentos
que, veinte años después, volvería a recoger a dos hijas. Ni tampoco que esa

CINCUENTA Y CINCO 55
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

enorme riada de bicicletas, flanqueada por casitas de una sola planta, habría de
convertirse en un denso tráfico de coches discurriendo entre inmensos rascacie-
los en sólo dos décadas.
La primera vez había ido a tener experiencias y a conocer el país más inmenso
del planeta, al menos en población. La segunda, a acompañar a mi madre en un
viaje dentro de un paquete turístico. A la tercera va la vencida. Iba a conocer y
traer a su nuevo hogar a mi primera hija. El viaje era obligado. Ningún país del
mundo traslada a los futuros hijos adoptados al país receptor. Madres y padres
deben acudir a por ellos. Y es justo, lógico, beneficioso. Al que algo quiere, algo le
cuesta. Y no se trata del dinero que hay que ahorrar, ni de los preparativos que
hay que hacer, ni del inconveniente de perder días de trabajo. Ni siquiera de las
inquietudes normales de muchas personas que nunca antes han salido en viajes
internacionales. Lo que cuesta es bregar con la ansiedad por tener cuanto antes
a la hija o al hijo en los brazos. Disolver las dudas sobre su estado de salud.
Vencer los miedos a un posible rechazo inicial por parte de un ser que puede estar
asombrado, temeroso, ausente, llorón, hiperactivo o igualmente ansioso por saber
cómo serán su madre o su padre.
En realidad, el viaje de cualquier madre o padre para adoptar una hija o un hijo
que ha nacido a miles de kilómetros de distancia empieza el mismo día en que
decide el país al que va a dirigir su solicitud. Lo normal es que alguien le haya
hablado previamente de ese país, porque ya hizo ese viaje de ida y vuelta.
Porque ya volvió siendo madre o padre y le cuenta las ventajas y las dificultades.
No son muchos las madres y padres adoptivos que desaconsejan el país de ori-
gen de sus hijas o hijos adoptivos. Todo lo contrario. Una gran mayoría suelen
animar a adoptar donde mejor conocen y, aunque hay personas que adoptan por
segunda vez en otro país, la inmensa mayoría suele repetir en el que nació su
primogénito adoptivo.
Quien no conoce el país previamente, que es lo más frecuente, suele leer lo que
puede sobre el mismo, preguntar a quienes ya han viajado previamente. No sólo
sobre costumbres y usos, sino también, y especialmente, sobre los más mínimos
detalles del orfanato, cosas que llevar al futuro hijo o hija, regalos posibles para
los niños que se quedan, clima, equipaje, etc. Se piensa en los más mínimos deta-
lles. Las dudas asaltan a casi todos en el deseo de empezar a ser desde ya
madres y padres responsables: que si habrá ciertos medicamentos de primera

56
el largo viaje

mano en el lugar de destino y no será mejor llevarlos; que si es práctico llevarse


ya un carrito cuando los niños son menores de tres años; que qué tipo de jugue-
te o de golosina puede facilitar el primer encuentro. Y el “tam-tam” de los adop-
tantes que ya ejercen de madres y padres y de los que van por primera vez se
pone en marcha. Llamadas telefónicas, encuentros personales cuando se vive en
la misma ciudad, decenas de correos electrónicos cruzados, consultas a los foros
de adopción… Lo mejor de todo es que nadie se asombra de recibir una llamada
o un correo de alguien que no conoce, pero que obtuvo el teléfono o la dirección
electrónica por un conocido y que las preguntas y las respuestas fluyan en una red
solidaria en la que se entra desde el primer momento. Es raro que quien tenga
información no la comparta y sólo los muy apocados o muy tradicionales se reten-
drán de preguntar y resolver sus dudas. El viaje ha comenzado y la solidaridad
entre viajeros con el mismo objetivo es más fácil de establecer. Claro que siempre
hay excepciones. Adoptantes que se encierran en su grupo de conocidos de la
misma ciudad. O parejas muy simbióticas que parecen islas lejanas y aisladas en
un archipiélago de numerosas islas, golpeadas por el mismo oleaje de inquietudes
e incertidumbres, por la misma ansiedad ante un cambio que va a revolucionar la
vida que se ha hecho hasta entonces. Incluso en los silencios y en los cruces de
mirada, cuando los grupos de adoptantes se encuentran por primera vez en el
aeropuerto, existe una cierta complicidad o, al menos, un pensamiento telepático
de “estamos en las mismas; hemos emprendido la misma aventura; que todo
salga bien”.
En junio de 1999, nos encontrábamos en el aeropuerto de Barajas las futuras
madres y padres que teníamos números correlativos de expedientes. Aquellos que
las autoridades chinas habían considerado en la última fase: asignación de una
niña o un niño e invitación para viajar al orfanato correspondiente. Aunque mi mujer
y yo habíamos tramitado hasta entonces todos los documentos por nuestra cuen-
ta, los preparativos del viaje se los habíamos dejado a Andeni [Asociación Nacional
en Defensa del Niño], a cuya asociación pertenecíamos ya, y que el año anterior
había sido acreditada como ECAI [Entidad Colaboradora de Adopción
Internacional]. Así que ya nos habíamos puesto en contacto con algunos futuros
padres y madres, con los que teníamos que viajar a Hefei, a unas dos horas de
vuelo de Pekín. A algunos sólo los conocíamos por conversaciones telefónicas.
Con otros nos habíamos encontrado. Era reconfortante no viajar los dos solos, sino

57
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

con un grupo de personas que habían experimentado la misma espera, tenían el


mismo objetivo y vivían la misma ilusión y los mismos miedos que nosotros.
Aunque ya existían los vuelos directos Madrid-Barcelona-Pekín, volamos vía
Zurich, donde tuvimos que esperar cuatro horas. Algunos aprovechamos para
hacer una visita a la ciudad, de modo que el tiempo subjetivo no se alargase entre
aterrizajes y despegues de avión, idas y venidas de pasajeros y el soniquete de los
altavoces anunciando salidas y llegadas. Unas once horas más de vuelo sobrevo-
lando montañas y desiertos y, de repente, la noche, por viajar en dirección opues-
ta al sol. Estrellas y luna. El ruido de los motores y el ruido de los pensamientos en
ese duermevela de los viajes intercontinentales, interrumpidos por el trajín de las
azafatas de vuelo, los carritos de bebidas y comida, los avisos del comandante…
Todo como en un sueño con destino y objetivo ciertos: acoger a una hija conocida
sólo por foto, pero con la que ya habíamos establecido una conexión inexplicable.
Algo muy común en madres y padres adoptantes, difícil de explicar a quienes no
han tenido la misma experiencia. El hilo de oro del amor materno y paterno.
En el aeropuerto de Pekín, el gran grupo de adoptantes se divide según las pro-
vincias a donde a cada cual le corresponde continuar el viaje. Los de Hefei empe-
zamos a intimar un poco más. La gran familia se ha reducido a dimensiones más
humanas: ocho parejas y un soltero, más el hijo mayor de una de las parejas.
Durante diez días íbamos a convivir hora tras hora, en los mismos hoteles, res-
taurantes, oficinas, parques y, sobre todo, viviríamos al mismo tiempo la expe-
riencia de tener a nuestras respectivas hijas en brazos. Y eso ocurrió antes de que
pasaran veinticuatro horas de nuestra llegada a la capital de la provincia de Anhui.
En una sala del hotel. Emocionante el desfile de nueve pequeñas, cada una de la
mano o en brazos de una cuidadora. Todas vestidas de forma parecida, con el
pelito muy corto, con sus grandes ojos rasgados mirándolo todo. Ocho años des-
pués, todavía me embarga la emoción al describirlo. A partir de ese momento,
nuestra “familia” de dieciséis adultos, se había enriquecido de pronto con nueve
hijas. Durante los días siguientes, los diecinueve nos paséabamos por calles,
museos, jardines, tiendas y mercados, en grupo o en procesión, ante la mirada
curiosa de los viandantes chinos, que a veces nos rodeaban, con miradas de sim-
patía, extrañeza o sorpresa.
Estábamos en mitad del viaje, pero intuíamos que el largo viaje de ser adoptados,
a su vez, por nuestras hijas, empezaba entonces.

58
el largo viaje

El primer encuentro. [Recuerdos de Adya Isabel]

Cuando fuimos a China a recoger a nuestra hija mayor, nos entregaron las niñas
en una sala del hotel. Llegaron las nueve niñas, acompañadas por sus cuidadoras
en fila de a dos, tenían entre dos y tres años, todas vestidas de azul y blanco pare-
cían palomitas en busca de su nido. Las ocho madres y los nueve padres a su vez,
viéndolas llegar por el hall del hotel y subir la escalera hasta la sala, no podíamos
contener la emoción que nos desbordaba. Nuestra hija era la mayor. No la reco-
nocíamos pues en la foto que nos habían enviado de hacía tres meses estaba
totalmente diferente. En esa foto primera tenía un aspecto bastante penoso. A mí
me entraron todos los miedos del mundo sobre su estado de salud. Pero ahora
resulta que estaba preciosa. Cuando se sentó en mi regazo se quedó quietita
como un gatito confiado mientras chupaba con fuerza un chupa-chus. ¡Era una
maravilla tenerla allí después de una espera de dieciocho meses!; un largo emba-
razo. En ese momento pensé: ¡pero ninguna de las dificultades e incomodidades
vividas tienen parangón con la alegría y la felicidad de tener a esta niña en mis
brazos! La cuidadora le pidió que dijese cómo se llamaba en chino: “Wo jiào Chun-
Jiao”. –Me llamo Chung-Jiao [Amanecer de primavera]. También le pidió que nos
diera un beso: “Chin-chin ta mama” y la niña obediente me besó. La magia de las
magias: una niña allí en mi regazo, mi hija.
Muchas niñas del grupo lloraron en el encuentro con sus padres y tuvieron cierta
resistencia. Nuestra hija observaba todo con mucho detenimiento, pero agarrada
a su chupa-chus siguió tranquila durante las 3 horas que duró ese acto de entre-
ga con firma de documentos incluida y la presencia de su cuidadora y el traduc-
tor/guía. Él nos ayudó a entender cierta información sobre las horas de dormir, la
necesidad de ponerle a media noche a hacer pis y una hoja escrita con más deta-
lles sobre su temperamento, gustos y aficiones. Salimos de allí llevándola de la
mano entre medias de los dos e iba tan contenta. Sin embargo, cuando llegamos
a la habitación del hotel comenzó a llorar desconsoladamente, de forma suave
pero profunda. Éramos extraños para ella. Se supone que la cuidadora, su “ayi”,
le había dado suficientes explicaciones, pero ahora, ella estaba a solas con dos
seres extraños. Sentí una compasión y una ternura inmensas, ¿cómo decirla que
no tuviera miedo, que la amábamos como una hija y podía confiar en nosotros?
No tenía palabras. Le hablábamos lo poco que sabíamos de chino y sobre todo,
volví a cogerla a acariciarla y a abrazarla. Necesitábamos tiempo para que sintie-

59
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

ra que éramos buenos con ella y había que esperar a que eso le llegara. Le dába-
mos los muñecos y regalos que le habíamos traído y no quería ninguno, comer
tampoco, bañarla un susto. Después de un tiempo, los globos y payasadas de
Alfonso la sacaron de su tristeza y la hicieron sonreír. A partir de entonces supi-
mos que para hacerla reír lo mejor eran los globos. También comprendimos que
nunca había tenido muñecos y que los peluches le daban miedo porque creía que
estaban vivos.
Nos dimos cuenta que nuestra hija tenía 3 años, pero parecía haberse criado en
un ambiente muy poco enriquecido y su nivel de experiencia no era muy grande.
Le hablaba a la televisión y les daba comida a las personas que salían en la pan-
talla. Eso sí, estaba llena de vitalidad y alegría. Le compramos una muñeca china,
su “gua gua” y era una delicia observarla hablando con ella en chino. Se traía unos
diálogos de lo más vivos y expresivos. Con ello vimos que tenía un nivel de len-
guaje y una capacidad de comunicación excelentes.

Lucía, buscando su casa.

60
el largo viaje

Puntos de reflexión

• El viaje que se realiza para recoger al futuro hijo o hija adoptado es un viaje
que sale de lo común. No es un viaje de turismo ni un viaje por obligaciones
profesionales. Es un viaje obligatorio –porque ningún país hace de cigüeña lle-
vando los niños al hogar de las madres y padres– y, al mismo tiempo, volunta-
rio, porque voluntaria y libérrima ha sido la decisión de adoptar.
• Metafóricamente el viaje físico que se realiza para cualquier adopción interna-
cional es sólo la primera etapa de un viaje más largo: el viaje aventura que
supone iniciar el verdadero proceso de adopción. No el acto jurídico que cul-
mina cuando todos los documentos están en regla, sino el proceso emocional
que supone la integración de los hijos y la paulatina aceptación –la adopción a
la inversa– de los padres por parte de ellos.
• Más allá de los incidentes y anécdotas de cada viaje, la ida, la estancia y la
vuelta son experiencias inolvidables, porque constituyen los primeros días de
convivencia con ese niño o esa niña tan deseados y tan largamente esperados
y formarán parte para siempre de la biografía de padres e hijos.
• Muchas amistades se forjan entre adoptantes a partir de haber compartido
esos momentos tan especiales y, posteriormente, entre niñas y niños que vuel-
ven a verse periódicamente en su nuevo país de acogida y nacionalidad.

61
8
La vuelta a casa

Aunque durante los diez días de viaje y estancia en China, habíamos teni-
do momentos de descanso, habían descubierto unos y redescubierto otros
su cultura milenaria y, sobre todo, habíamos vivido momentos muy inten-
sos y afectivos en los primeros contactos afectivos con nuestras respecti-
vas hijas, todos deseábamos descansar en casa. Volver a las rutinas de
nuestra vida cotidiana. Integrar en ellas a nuestras hijas y, al mismo tiem-
po, aprender a hacer las adaptaciones que exige la inclusión de un nuevo
miembro en el hogar.
El regreso se hacía larguísimo. Al viajar esta vez en la misma dirección que el sol,
nunca acababa de atardecer. El día se alargaba. A pesar de todo, llegamos a
Madrid cuando ya había oscurecido y con algo de retraso. En el aeropuerto de
Barajas, decenas de familiares y algunos amigos. Mi madre, a sus 84 años, se
había desplazado para conocer a su decimosexta nieta. La primera adoptada.
También había hermanas y cuñados, sobre todo de la numerosa familia de Isabel.
Algunos sobrinos y sobrinas. Todas caras nuevas para Lucía Chun Jiao, que del
carrito de equipajes pasó a los brazos de su madre, muerta de sueño, pero con
los ojos bien abiertos. Todo lo abiertos que le permitían esas dos rajitas rasgadas
y achinadas a través de las que empezaba a contemplar otro mundo. Se dejaba
besar por todos, sin mostrar más emoción que algo de aturdimiento. Todavía no
había aprendido a dar besos o, al menos, no con la efusión con que se reparten
en España. Ahora, nos gana a todos.
Ya despierta en casa, lo miraba todo, daba vueltas a la habitación, a la cama, se
atrevía poco a poco a explorar escalera arriba y escalera abajo las otras plantas

SESENTA Y TRES 63
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

de la casa. Todo le llamaba la atención, sobre todo los interruptores de la luz, que
encendía y apagaba en un juego de comprobación. No tanto de que la oscuridad
y la claridad se sucediesen en tan corto espacio de tiempo según su voluntad, sino
y fundamentalmente porque, con toda probabilidad, era la primera vez que se atre-
vía a hacerlo sin que nadie se lo impidiera ni la regañara.
Sus descubrimientos iban paralelos a los nuestros. Ir desvelando poco a poco qué
sabía y qué no. Qué cosas había visto en China y cuáles desconocía totalmente.
Qué costumbres tenía y en qué medida y a qué ritmo podría irlas cambiando: hora-
rios, comidas, ropa, higiene, actividades y juegos. Al principio, imagino que al igual
que la mayoría de madres y padres adoptivos, estábamos más condescendientes.
Los límites tendrían que ser puestos paulatinamente y, en cualquier caso, a un
ritmo diferente de lo que podrían ponerse a un hijo biológico con el que se ha con-
vivido desde su primer día de vida.
Durante las primeras semanas se alternaban las satisfacciones y las dificultades,
las certezas y las dudas. Nuestras intenciones mejores se veían con frecuencia
confrontadas con la realidad. De los primeros días de timidez, orden y seguimien-
to de nuestras sugerencias, pasó a un cierto descontrol. Era muy activa y en las
comidas familiares pasaba de silla en silla queriendo estar en brazos de todos.
Nunca se había encontrado con tanta gente que la hiciera la reina de la fiesta. Con
el tiempo transcurrido y las experiencias vividas en carne propia y que he visto a
mi alrededor, creo que éramos los adultos los que nos pasábamos en nuestras
muestras de efusividad, en nuestro entusiasmo, en nuestras ganas de colmarla de
repente de todo lo que no había tenido hasta entonces. No nos dábamos cuenta
que eso nos satisfacía a nosotros y a ella, pero, en el fondo, la desconcertaba,
pues había pasado de tener una vida muy reglamentada y de pobres estímulos a
una sobreestimulación continua. A un vasto universo de posibilidades que ella no
podía contener, priorizar ni integrar.
A veces se despertaba en mitad de la noche llorando desconsoladamente y no
había nada que la consolase. Hasta que nos dimos cuenta de que tenía pesadi-
llas y de que lloraba dormida. Tardamos un tiempo en descubrir que teníamos que
despertarla del todo y que, mientras lloraba ruidosamente dormida, nada de lo que
hacíamos ni decíamos le llegaba. Con el tiempo se fueron pasando y nunca más
se repitieron. Al principio también se despertaba hacia las seis de la mañana y
luego estaba rendida hacia las siete de la tarde. Horario chino. Ahora, más bien le

64
la vuelta a casa

cuesta despertarse por la mañana e igualmente irse a dormir a su hora. Como


muchas niñas de su edad y gran parte de sus amigas y compañeras de colegio.
Lo que para nosotros era en principio una vuelta a casa, para ella era el inicio de
un viaje sorprendente y sin punto de retorno. Un viraje de 180 grados en el rumbo
de su infancia. El encuentro de otra tierra donde enraizar sus tiernas raicillas, a la
sombra protectora de su árbol-madre y su árbol-padre ya definitivos y hasta que
la muerte nos separe. Sí, porque la filiación, sea biológica o adoptiva es más defi-
nitiva que el matrimonio y, si en éste los contrayentes dan su libre consentimiento
al mismo tiempo, en una adopción, los padres y las madres consienten tras una
larga reflexión, y las hijas y los hijos van haciendo ese consentimiento poco a
poco, hasta la aceptación definitiva. El día que Lucía me dijo: “Papá, qué fuerte
eres”, por el simple hecho de levantarla con un solo brazo, supe que se sentía
orgullosa de mí. Y el día que me dijo: “Papá, yo no quiero que nunca te mueras”,
supe que había logrado formular verbalmente el vínculo establecido poco a poco
y con mucho esfuerzo.
Desde el principio, ella se vinculó más a su madre. También se llevaba mejor con
las mujeres y mostraba más indiferencia o aprensión hacia los hombres. De
hecho, tardó unos seis meses en aceptarme completamente. Al principio, cada vez
que yo la sacaba solo al parque cuando su madre estaba ocupada, lloraba o se
resistía. Simplemente se negaba a andar y, a sus tres años, tenía que llevarla a
todas partes en carrito. Al principio, ni se bajaba. Luego supe que tenía miedo y
que desconocía algunos de los columpios del parque. Y que los gatos y los perros
la aterrorizaban.
Antes del año, ya disfrutábamos ambos de nuestras idas y venidas del colegio.
Recuerdo que en uno de nuestros retornos a casa, ella iba lentamente recogien-
do y coleccionando las hojas color cobre de los plataneros, con las que hacía boni-
tos ramilletes. Tenía ya cuatro años. Íbamos muy lentamente, a pesar de que al
llegar me esperaban varias horas de trabajo. Ella detenía mis pasos cuando me
apresuraba, hasta que yo me adaptaba al ritmo de los suyos, que se me antoja-
ban lentos, de tortuga. Nunca llegaríamos si nos parábamos a recoger todas las
hojas de la calle, que caían sin cesar, mecidas por las brisas de otoño, como
copos de nieve. Sin embargo, una tarde, al entrar por completo en su mundo sin
tiempo, tuve una experiencia que algunos llaman “estado modificado de concien-
cia”. El tiempo se detuvo por completo. Atrás desapareció la escuela. Delante no

65
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

había casa a la que llegar. De repente, ella me recordaba con sus gestos simples
e infantiles algo que yo había leído en los textos de algunos místicos: que ya esta-
mos “en Casa” y nos damos cuenta cuando conectamos de nuevo con el Aquí y
Ahora intemporal, con el eterno presente. Entonces sentí que se había abierto una
brecha en la eternidad y que el verdadero viaje, el viaje de la vida recomenzaba
en cada instante.

¿Cómo empezar a ser madre? [La experiencia de Adya Isabel]

Con muchas ganas, miedos y con dudas. Era una gran alegría tener a mi hija
mayor en brazos, pero la primera noche se despertó y no había manera de que se
calmara. Así es que... lo mismo que todas las madres, aprendiendo a entenderla,
a adivinarla y saber cómo tranquilizarla. Después de conocer los brazos, el carri-
to no le parecía una buena alternativa para nada. Y allí me veía yo en contradic-
ción entre “lo que debería y no debería”. ¿Voy a ser una madre consentidora o una
madre firme y resolutiva? Nada de todos estos devaneos tenían sentido. Esta niña
estaba asustada y más cuando salíamos al exterior; lo que la daban confianza
eran mis brazos y eso es lo que necesitaba. Así es que, aunque tuviera tres años,
era como empezar la maternidad para las dos desde cero. Claramente el vínculo
afectivo había que empezarlo. Además, frente a la nueva vida y el mundo exterior
se sentía tan desvalida como un bebé.
A los cinco días de estar con ella, nos habían llevado en autobús a visitar su orfa-
nato en la ciudad de Hefei. Los guías nos habían dicho que sólo podríamos visi-
tar el exterior. Tenía un aspecto excelente: varios edificios de cuatro plantas rodea-
dos de jardines y, a la entrada, un monumento dedicado a la infancia. Había varias
cuidadoras con otros niños. Bajamos del autobús y algunas cuidadoras fueron a
saludar a las niñas. Nuestra hija, en cuanto reconoció el lugar, se encaramó lite-
ralmente a mis brazos y no hubo manera de bajarla a tocar tierra. Me sorprendió
bastante, pues las otras niñas estaban andando por la hierba e iban tranquila-
mente en sus carritos.
Aquí se presentaba uno de los conflictos más grandes al ser madre. ¿Cómo actuar
cuando el hijo se sale de la pauta general? El problema de fondo es que yo misma
me sentía cuestionada y mal calificada como madre, no quería ser diferente y lla-

66
la vuelta a casa

mar la atención. Al final, he aprendido que lo importante es escuchar la verdade-


ra necesidad de mi hija y los límites de cada momento. Actuar desde dentro y dejar
“el qué dirán” a un lado. Es bueno conocer las conductas normales según la edad
del niño; pueden estar de fondo como orientación y guía, pero está claro que una
niña que ha sido abandonada a los pocos días de edad y ha vivido tres años en
un orfanato, que no ha tenido una atención exclusiva de una madre, en el momen-
to en que la encuentra, va a intentar satisfacer su carencia y necesidad de con-
tacto. Tenga los años que tenga, valorará sobre todo el contacto corporal y el afec-
to. Y en cualquier caso, en aquella visita al orfanato, mi hija me estaba demos-
trando que se había vinculado a mí, a nosotros, de tal manera en cinco días, que
ya no tenía ningún interés en volver a aquel lugar.
Creo que muchas madres adoptivas, si los niños no son bebés, tienen miedo de
entrar desde el comienzo en contacto con su necesidad afectiva porque temen lle-
var al niño o a la niña a una regresión. Pienso que empezar por tener una madre
y un padre le sitúan necesariamente en contacto con su trauma de abandono. De
hecho, en esos momentos volvía a vivir de nuevo un segundo abandono: salir de
su primer hogar, el orfanato. En mejores o peores condiciones, había sobrevivido
en aquel lugar y, de pronto, todo eso conocido se acababa. Lo más importante en
los primeros días es tener tiempo para el contacto, para jugar, para cantarle, abra-
zarlo y dejarlo dormir algún rato cerca. No ha estado en nuestro vientre y justo por
eso necesita sentir que lo podemos acoger y abrazar con ternura y amor. Para mí
siempre ha sido una experiencia sublime tenerla allí agazapada y entregada, con
toda su fragilidad y su belleza. Recuerdo que la primera noche que mi hija se des-
pertó y lloró, me vino a la memoria el libro del doctor Estivill sobre cómo acostum-
brar a un niño para que se duerma a su hora. También me acordaba de haber oído
a muchas mujeres decir: “que no se acostumbre a los brazos, si no, estás perdi-
da”. Tal vez eso esté muy bien cuando el niño tiene un vínculo afectivo ya creado
y ha sido de sobra atendido y querido, pero en los comienzos de una adopción, lo
mejor es darnos cuenta y considerar que esa niña o niño tiene un trauma de aban-
dono. Una segunda crisis de abandono. Sólo si nos ponemos en una actitud de
escucha plena y sensible hacia su necesidad, podemos empezar cuanto antes a
sanar sus carencias. De hecho, vamos a ciegas. ¡Qué sabemos de sus vivencias
anteriores! En realidad, está volviendo a casa, a su casa interna que debe ser
reconstruida.

67
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Puntos de reflexión

• Aunque parte del viaje se viva como un obstáculo, un engorro o una dificultad
añadida, con el tiempo, casi todos añoran esos días de espera e intensidad,
esos momentos de felicidad compartida. Las fotos y los vídeos son excelentes
herramientas de integración posterior de hijos e hijas que verán posteriormen-
te con sentimientos encontrados que podremos acompañar.
• Es normal que familiares y amigos sientan curiosidad, por un lado, y necesidad
de apoyar y acompañar. Es aconsejable durante los primeros meses dosificar
los encuentros y el número de personas que los hijos e hijas recién llegados
tendrán que asimilar a su propio ritmo, sin presiones de que aprendan los nom-
bres, tengan que sonreír, dar besos o dejarse besar, si son reacios a ello.
• Es absolutamente imprescindible no sobreestimular con regalos, comidas nue-
vas y novedades que tiene que aprender poco a poco. Tampoco forzar el
aprendizaje de palabras nuevas que irán absorbiendo a una gran velocidad,
pero según su propia personalidad.
• Y tal vez lo más esencial es estar abierto a las sorpresas, los cambios de
esquemas y expectativas. Y, sobre todo, tener muchísima paciencia para afron-
tar las primeras dificultades, ya sean rechazos, desarreglos de conducta o pro-
blemas de salud. Todas ellas son pasajeras, aunque puedan durar periodos de
tiempo que se nos hagan eternos.

68
9
La construcción de un nuevo hogar

Cuando llegan a su nueva casa, los hijos e hijas adoptados no lo tienen todo
hecho. Por mucho que la habitación esté preparada, y la ropa y los juguetes
en su sitio. Pero tampoco lo tienen los padres, por mucho que la casa esté
muy bien montada, la pareja se halle consolidada hace tiempo, o padres y
madres adoptantes posean una extensa red de familiares y amigos. Ambos
han de construir poco a poco un nuevo hogar, con nuevas interacciones, sen-
timientos, actividades, rutinas, sueños y proyectos. Pero nadie parte de cero.
Todos partimos de nuestra experiencia vital. Más o menos larga en nosotros,
bastante corta en ellos, pero no por eso menos importante. Ellos traen ya su
biología, su temperamento y experiencias, que aunque no queden grabadas
en la memoria consciente sí lo están en la memoria celular. Las cosas buenas
y malas que han vivido están almacenadas en su cuerpo. Es parte del incons-
ciente, que tal vez afloren un día al consciente o tal vez no. Y con todo esto,
ellos y nosotros construimos poco a poco lo que, con el paso de los días,
será un hogar único y singular. Un hogar que será fruto de la aportación del
afecto de todos, del bagaje de nuestra familia de origen y, sobre todo, de la
red de vivencias y de recuerdos que vamos tejiendo momento a momento.
Personalmente me sorprendía cada semana de los cambios que se producían en
mí. Partía de un amor incondicional, un amor hecho de razón y voluntad que pau-
latinamente se iba tiñendo de cariño, de pasión, de embobamiento. Con el paso
del tiempo y antes de la llegada de nuestra segunda hija, llegué a pensar que
nunca podría querer a nadie más con tanto gozo y con tanta entrega.
Cuando la miraba dormir por las noches, sobre todo después de haber atravesa-
do algún momento difícil durante el día, se me saltaban las lágrimas de emoción.

SESENTA Y NUEVE 69
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Verla acurrucada, chupándose el dedo, totalmente frágil y entregada al sueño, en


su cama que no lograba ocupar del todo, como una bolita de lana en su cesta, me
disparaba toda clase de fantasías catastróficas de cómo había podido ser su vida
hasta entonces. Dónde había pasado las noches, qué habría cenado antes, a qué
hora la despertaban, qué tendría que hacer todas las mañanas y a quién podía
recurrir para sus dolores y penas. En esos momentos olvidaba los malos ratos
pasados, como el día en que preparaba el equipaje para salir de viaje y, en menos
tiempo de lo que yo tardo en contarlo, la pequeña Lucía Amanecer de Primavera
estaba dentro como si fuera una pequeña barca o un inmenso orinal: se había ori-
nado dentro. Estaba entre furioso, perplejo, fascinado y, por unos momentos, sin
saber qué hacer. Como estaba toda empapada, la metí en un baño de agua calien-
te y empecé a hacer la maleta en una seca que no había estado a su alcance.
Pero mi principal recuerdo es el de ir con ella orgulloso por la calle, a pesar de
tener que volver a integrar mi diferencia una vez más. Ya no era sólo un profesio-
nal español con cara de oriental. Aparentemente era un padre chino que camina-
ba con su hija china. Recibía las proyecciones de algunas miradas: ¿será un emi-
grante recién llegado o el próspero dueño de varios restaurantes chinos o de una
cadena de tiendas de todo a cien? Un día, la dueña del herbolario donde solía
comprar siempre solo, al verme con ella me dijo: “Estará usted orgulloso. Es su
viva imagen”. Y yo asentía feliz, diciéndome para mis adentros que mi dificultad se
convertía en esos y parecidos momentos en una ventaja comparativa. Ésta desa-
parecía en cuanto paseábamos juntos Adya, Lucía y yo; algunas personas nos
miraban sospechando que era hija adoptiva o de un anterior matrimonio. Mi mujer
tiene el pelo claro y los ojos azules. Era imposible que no hubiera sacado algún
parecido a la madre.
Durante un año, todos los sábados llevé a Lucía a clase de chino a una escuela a
la que acudían mayoritariamente los hijos de los chinos asentados en Madrid.
Muchas semanas se me acercaban madres chinas a preguntarme cosas de Lucía
y de su madre. Todavía no era conocido en la comunidad china inmigrada el fenó-
meno de la adopción y se extrañaban de un aparente matrimonio mixto, de una
niña que no hablaba chino con nosotros sino un castellano que paulatinamente se
iba tiñendo de acento madrileño.
Pero todas estas cosas pasaban a ser puras anécdotas al lado de las transforma-
ciones que se iban produciendo en mi interior. Yo, un hombre mayor, más bien

70
la construcción de un nuevo hogar

intelectual y siempre ocupado, me veía todos los días empujando un carrito con
una hija pequeña por las tiendas del barrio y, sobre todo, pasando horas y horas
en el parque cercano, empujando el columpio una y otra vez, alternando con los
horarios de trabajo de mi mujer. Como cualquier niña, una vez que perdió el miedo
al columpio, no había manera de hacerla bajar. El colmo de mi sorpresa fue verme
un día bajándome del autobús en una avenida casi desierta, porque Lucía tenía
ganas urgentes de orinar. Y dicho y hecho: pis en el árbol más cercano a falta de
un mejor remedio de urgencia. Nunca jamás, ni en mis peores pesadillas, me
había imaginado antes haciendo algo así. Algo que tal vez a padres más jóvenes
o con más experiencia les parezca el acto más natural del mundo. A mí se me
antojó toda una heroicidad. Ese día me puse medalla de bronce de las olimpiadas
de la paternidad.
Y supongo que éstos y centenares de pequeños actos cotidianos de este estilo
fueron los que acabaron por vencer los miedos y las resistencias de mi hija hacia
mí. No recuerdo el día en que me llamó “papá”, pero sí que fue bastante después
de que llamase a su madre “mamá”.
Construir un hogar con un hijo adoptado tiene dificultades añadidas respecto a los
hijos biológicos. La primera, vencer los propios miedos y ansiedades, las fantasías
sobre las repercusiones que pueda tener su herencia biológica en su vinculación
con nosotros y en su futura integración profesional y social. En segundo lugar,
aceptar en lo más profundo que somos una familia distinta, pero no diferente de
las demás en derechos y obligaciones, en dificultades y recompensas. Y eso, por-
que nuestros hijos son igualmente distintos, por su origen y, a veces por su raza,
pero no diferentes de los demás. Y estos dos adjetivos, que pueden emplearse
como sinónimos, no son lo mismo en su origen. Ser distinto era la cualidad que
distinguía una cosa de otra por tener algo añadido. Ser diferente era la cualidad
por lo que una cosa no era otra, se separaban y se distanciaban en su esencia.
Todo esto implica relajarse frente a la mirada de los demás: los que miran con
simpatía y los que miran con aprensión, los que nos admiran y los que nos criti-
can. Responder con naturalidad a las preguntas, a veces fruto de la ignorancia o
del prejuicio, guardar silencio o cortar por lo sano si es necesario. Pero siempre
desde una posición de seguridad y equilibrio.
Conocí a una madre adoptiva que, tal vez ante la ansiedad que le producía la posi-
ble pregunta que flotaba en el aire, soltaba a todo el mundo, sin venir a cuento:

71
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

“mi hijo es adoptado”. Esta actitud era tan antinatural, como la de los que lo guar-
dan como un secreto vergonzante, hasta convertirlo en un tabú familiar.
Sin embargo, la principal dificultad añadida tal vez sea el querer compensar desde
el principio, no sólo lo que nosotros no tuvimos –actitud normal, aunque incons-
ciente de muchas madres y padres biológicos–, sino, además, querer compensar
lo que nuestros hijos adoptados no tuvieron en su primera infancia: comida, jugue-
tes, besos y caricias, atención, libertad… o lo tuvieron con mucha escasez. Yo
mismo y mi mujer hemos caído a veces en la trampa: que coma más para que se
haga más fuerte y crezca de modo natural; que tenga las muñecas que no tuvo,
los juguetes y vestidos de los que careció; besos y abrazos en momentos en que
es prematuro, pues no estaba acostumbrada y los necesitaba con ritmo y mesu-
ra; que las normas no sean muchas ni muy duras y, “si se empeña”, tolerar el que
se las saltase. Y esto lo he visto continuamente en las demás madres y padres,
con excepciones honrosas que podría contar con los dedos de una sola mano.
En este punto, lo importante es saber, o recordar, que amor no es sólo dar y
dar, consentir y evitar llantinas, conflictos o enfrentamientos. Amor de padres
y madres es también, y muy fundamentalmente, contener, contener en cuerpo y
alma a los hijos, contenerlos mental y afectivamente. Y contener no es sólo
aceptación y entrega, sino principalmente poner límites. Un contenedor sin lími-
tes no es tal. Hasta el vasto océano está contenido por las costas. Y un niño no
puede vivir en un vasto océano de posibilidades infinitas. Simplemente porque
es peligroso y además el mundo real no es así. Sencillamente, también, porque
los niños, e incluso los adolescentes, continuamente están buscando los límites.
Y si no los ponemos, es como dejar a un ciego en medio de la pista de un aero-
puerto abandonado. Si su bastón no encuentra obstáculos y límites durante un
tiempo, quedará totalmente desorientado y perdido. Así veo a las hijas e hijos de
algunos conocidos y de algunos ex clientes. Curiosamente, la mayoría son hijos
biológicos.
Y aquí entra la idiosincrasia de cada niña y de cada niño. No es posible, y además
no es práctico ni es ético, imponer los mismos límites a todos, más allá de unas
normas mínimas de sentido común, que tienen que ver con su propia protección
física y con el respeto a la integridad de los demás. Y no hay actitud peor que que-
rer imponer una disciplina conforme a nuestra visión del mundo, sin tener en cuen-
ta que nuestros hijos son personas y no objetos.

72
la construcción de un nuevo hogar

Otra actitud extrema es igual o más dañina: rebelarnos totalmente contra nuestra
cultura familiar de origen y, queriendo superar a nuestros padres, hacer lo contra-
rio de todo lo que ellos nos impusieron, sin rescatar las partes válidas que pudo
haber. Son muchas las madres y padres que consienten en que sus hijos coman
lo que quieran, que no coman nada de lo que no les gusta, que no colaboren en
absoluto en ninguna de las pequeñas tareas de la casa conforme a la edad que
vayan teniendo, que vean televisión sin límite, simplemente porque sus padres les
obligaban o les prohibían con cierta rigidez. Si ya existen los pequeños tiranos
–muchas veces hijos únicos–, prevengo a las madres y padres adoptivos de no
crear pequeñas y pequeños dictadores, pues adopción + hijo único + madre y/o
padre consentidores supone comprar todas las papeletas para fabricar los peque-
ños monstruos egoístas e insolidarios del futuro.
Cuando la adopción se hace en pareja, es más fácil intercambiar los roles. Al prin-
cipio, yo era más rígido con mi primera hija, pues quería prevenir ese posible futu-
ro que he descrito. Mi mujer intentaba entenderla y paliar los primeros sufrimientos
de nuestra hija. Con el tiempo, yo me fui relajando. En parte, por haber cambiado
algunos de mis esquemas; en parte, por haber tirado la toalla en cuestiones que no
ya no considero de vida o muerte. Mientras, como si de vasos comunicantes se tra-
tara, Isabel fue tomando posiciones más firmes y enérgicas, sobre todo respecto a
las tareas y obligaciones escolares. Podría verse como la ley del péndulo o también
la de reparto tácito de tareas, que pueden ir cambiando con el tiempo.
Otra parte fundamental de la construcción del nuevo hogar fue la inclusión de
Chun Jiao en el sistema de nuestras respectivas familias de origen. Ha sido una
ventaja y una complicación el hecho de que mi mujer pertenezca a una familia en
que fueron trece hermanos y hermanas y yo a una de diez, con la multiplicación
de cuñadas y cuñados, sobrinas y sobrinos, y sobrinas y sobrinos nietos que esto
supone. Por un lado, nuestras hijas hacen a veces un pequeño esfuerzo por
entender el complejo entramado de relaciones de tías y tíos políticos, primos y pri-
mas que tienen la edad de ser sus tíos [algunos casados o con pareja] y, para
colmo, sobrinos y sobrinas de su misma edad con los que juegan como si fueran
primos y primas. Por otro lado, el colchón familiar es suficientemente amplio como
para recibir un cariño suplementario, apoyo en todos los aspectos y, sobre todo,
la sensación de haber sido acogidas en otra cultura a través de un vehículo tan
amplio. A esto se añade el colegio y la comunidad de vecinos, donde existen una
decena de niñas y niños de su edad, con los que ya forman una buena pandilla de

73
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

amigos. Las ventajas superan con mucho las dificultades. De vez en cuando nues-
tra hija mayor pregunta el grado de parentesco, como para asegurarse de la rela-
ción que tiene con cada cual. Tanto ella como nuestra hija menor adoran las
bodas, los cumpleaños y los festejos varios. En todos ellos siempre acaban cono-
ciendo algún pariente que no conocían o intimando con alguien a quien sólo cono-
cían superficialmente. Por las noches, cuando les pido que elijan la historia que
quieren que les cuente, en muchas ocasiones han contestado al unísono: “Cuén-
tanos historias de tu familia”. Es una forma de ir conformando un universo propio,
de ir enraizando los puntos de apoyo, las referencias a un pasado que complete
sus huecos y vacíos.
Antes de ser padres, teníamos una vida social bastante amplia. Íbamos con regu-
laridad a casa de ciertos amigos y amigas y ellos venían a su vez a nuestra casa.
Con la llegada de nuestras hijas, algunas amistades se han consolidado, porque
tienen hijos de la misma edad. Otras se han distanciado, simplemente porque no
podemos coincidir en las mismas actividades con los mismos horarios. Por otro
lado, el simple hecho de ser padres, y de ser padres adoptivos, ha suscitado el
surgimiento de nuevas amistades. Algunas muy sólidas, pues compartimos gus-
tos, preocupaciones, gozos y, sobre todo, la experiencia de un viaje de diez días
en común durante el que, tan sólo con mirarnos, en ocasiones sabíamos recípro-
camente qué estábamos sintiendo e intuíamos la intensidad interior de las mismas
vivencias.

Del triángulo al cuadrado. Testimonio de Mamen Delgado

Ser padres: tremenda experiencia. Es curioso, yo nunca tuve muchas ganas de


ser madre, la verdad. Si mi pareja no hubiera tenido interés en tener hijos [como
ocurre en tantas y tantas parejas en las que ellas sí quieren y ellos no] yo ni me lo
hubiera planteado. Pero él insistió y yo me dejé llevar por su entusiasmo. Cuento
esto porque a día de hoy, con tres años de experiencia como madre, puedo decir
que he aprendido mucho de mí misma, que gracias a mi, nuestra, hija he descu-
bierto rinconcitos escondidos en mi interior, cerca muy cerca del corazón que me
hubiera perdido si no hubiera vivido esta experiencia. Y no habría pasado nada,
no habría echado nada de menos, porque al no conocerlo no habría sabido tam-
poco lo que me estaba perdiendo. Hoy me alegro de que todo haya sido así.

74
la construcción de un nuevo hogar

Una cosa que sí tuve clara a la hora de decidir tener hijos es que me apetecía una
familia plural, tener hijos biológicos y también adoptados; quizás influenciada por
mi trabajo porque viajo mucho a Sudamérica y veo mucha pobreza, muchas fami-
lias que hacen que me sienta conectada con el mundo entero; esto me ha ayuda-
do a crearme una visión más global de nuestra existencia y hubo un momento en
el que pensé que yo podría ser uno de ellos, podría vivir como ellos y sobre todo
podría ser madre de alguno de esos niños. Una vez desarrollado el sentimiento
maternal, me atraía más la maternidad adoptiva que la biológica. Y así se lo plan-
teé a mi pareja. Pensamos en principio [por cuestiones prácticas y de reloj bioló-
gico] intentar un embarazo. Tuvimos mucha suerte porque en nuestro primer mes
de intento ya me quedé o nos quedamos, como nos gustaba decir, embarazados.
Una tremenda ilusión que se vio truncada en cuestión de semanas al perderlo
durante el primer trimestre. Algo bastante común, según nos dijeron. Intentamos
en seguida un segundo embarazo y en seguida también lo perdimos. Estaba den-
tro de la “normalidad médica” según nuestro ginecólogo. A nosotros muy normal
no nos parecía, pero aún así intentamos un tercero con los mismos resultados.
Después de haber ido perdiendo un trocito de alma con cada uno de los abortos
estábamos agotados; en mi caso física y emocionalmente, por lo que decidimos
darle la vuelta a la decisión y empezar los trámites de adopción para más adelan-
te intentar un nuevo embarazo si nos veíamos con ganas.
Ahí empezó nuestro camino particular hasta Heyu. Ahora sé que no podía ser otra
niña, que no estábamos preparados para ser padres de ninguno de los embara-
zos que tuvimos, que Heyu ha llegado a nuestras vidas cuando tenía que llegar,
ni antes ni después. En una ocasión me dijo una amiga, ya con la peque en
Madrid, que podríamos haber tardado dos meses menos en las gestiones si hubié-
ramos ido por atajos administrativos. Mi respuesta fue que entonces no habría
sido Heyu, seguramente sería otra niña y estaríamos encantados, pero no habría
sido ella y eso no lo cambiamos por nada del mundo y mucho menos por dos
meses de papeles burocráticos.
De todos los trámites con la Comunidad de Madrid y el Instituto del Menor y la
Familia me quedo con un ejercicio que hicimos con la asistente social que nos
atendió en el curso de formación. Consistía en compartir con el grupo, de forma
anónima, los miedos que cada uno sintiera con respecto a la adopción. Al hacer
la puesta en común me di cuenta de que mis miedos no eran sólo míos; muchos
de los que allí estaban sentían como yo. Y, sobre todo, al volver a casa en el coche

75
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

nos contamos Javier y yo nuestros respectivos miedos y, fue curioso, eran total-
mente diferentes. Nunca habíamos hablado de ello y nos ayudó mucho. A partir de
ese día aquellos miedos fueron un poco más pequeñitos de lo que habían sido
hasta entonces.
La espera es complicada y cada uno la vive a su manera, más bien como buena-
mente puede. En nuestro caso fueron dos años exactos desde que empezamos
los trámites hasta que viajamos a China para recoger a Heyu. Dos extraños años
en los que tu imaginación no para de volar. Dos años de trámites que ni te cues-
tionas, porque hay que hacerlos y ya está. Dos años de intriga, de muchas ganas
de abrazar a tu hijo, de preguntas por parte de tu entorno, de lágrimas también.
Dos años muy extraños.
Dos meses antes de viajar a China me quedé embarazada, un desliz. Creo que el
más inoportuno desliz de mi vida. Ya me habían avisado de que si me volvía a
quedar embarazada debería guardar reposo total en cama durante al menos el pri-
mer trimestre, pero tuvimos claro desde el principio que yo viajaría a China.
Llevaba “gestando” el viaje a China casi dos años y nada iba a impedir que yo via-
jara a recoger a nuestra hija, embarazada o no. A las cuatro semanas de conocer
la noticia lo volví a perder y resultó ser un alivio, la verdad, porque en ese momen-
to estaba totalmente centrada en nuestro “embarazo” burocrático.
Siempre digo que el viaje a China fue “El viaje alucinante”. Si es tu primera mater-
nidad o paternidad creo que todo te supera. Es una sensación muy extraña.
Veintitantas horas de viaje, tres aviones, llegas al aeropuerto de Nanchang y direc-
tamente nos trasladan al grupo al Registro Civil de la ciudad a recoger a las niñas.
Te ponen en los brazos a una cría que es totalmente ajena a ti y se supone que
ya te tienes que sentir madre o padre. Ella, que vivía apaciblemente en un orfa-
nato con una cuidadora maravillosa que conocimos, que probablemente nunca
había estado en brazos de un hombre, que a pesar de sus tan sólo diez meses de
vida se percataba de toda la situación, que debía pensar ¿quienes son estos dos
llorones, una con gafas, el otro con barba, que me alejan de lo que yo conozco?…
Empezó a llorar con todas sus ganas cuando nos la entregó la cuidadora. Nos
habían hablado mucho, demasiado quizás, de ese momento.
El momento de la entrega. Yo ahora lo desmitifico todo lo que puedo, porque, aun
siendo importante, no deja de ser otro trámite más, quizás el primer trámite en sí
de nuestra vida familiar, como pareja con hijos. Tendemos a sobrecargar todo el

76
la construcción de un nuevo hogar

proceso con un sentimentalismo que en ocasiones es casi una pose, un “tengo que
sentir que esta niña es mi hija”, y quizás el momento de la entrega sea el punto
álgido de todo ese proceso interior que cada uno de los miembros de la pareja ha
llevado a su manera. Pero lo cierto es que en ese momento yo no sentía mas que
cansancio, agotamiento. Heyu no paraba de llorar, no paró de llorar cuando llega-
mos al hotel, no quiso cenar a pesar de lo tragona que nos habían dicho que era
[y que de hecho sigue siendo], siguió llorando cuando la bañamos y sólo dejó de
hacerlo cuando se quedó dormida. Entonces la que empezó a llorar fui yo y recuer-
do decirle a mi pareja que no me sentía preparada para ser madre de una niña que
no dejaba de llorar. Estrés emocional, creo que lo llaman. Hacía dos horas que
Heyu estaba con nosotros y yo ya sufría de estrés emocional.
La primera y única vez en mi vida que he tomado pastillas para dormir fue la cuar-
ta noche en China por haber dormido las tres anteriores una media de dos horas
[la peque dormía como un tronquito, eso sí] y ya de regreso, en Madrid, estuve los
cuatro primeros meses permanentemente malita, con tonterías, pero soltaba una
y me cogía otra. Desde luego cada cual vive una misma experiencia a su mane-
ra, y a mí me dio por somatizar todos los nervios y mariposas que llevaba ence-
rrados en mi estómago y eso me llevó, incluso, a perder ocho kilos en cuestión de
seis meses.
Te hablan mucho de la adaptación del niño, pero yo podría escribir y escribir sin
cansarme de la adaptación de los padres. De la adaptación de los tres, en reali-
dad. Javier me lo explicó muy bien en una ocasión: “Esto es un triángulo, Mamen,
un triángulo equilátero y cada esquina debe hacerse cargo y preocuparse por las
otras dos, sin distinción, con equilibrio por todas las partes, sin descuidar a ningu-
na de ellas”. Qué metáfora tan bonita, mi familia es un triángulo equilátero. Y así
tiene que ser para que todo funcione correctamente.
Y hemos procurado que así sea, y lo seguiremos procurando en el futuro sin des-
cuidar en ningún momento el presente. Una de las primeras cosas que aprendí
con Heyu es a disfrutar de cada momento en sí mismo. Si nos dedicamos a jugar
con las pinturas, disfrutemos de las pinturas. Si estamos en la hora del baño, dis-
frutemos del baño. El tiempo con ellos pasa tan deprisa que a veces nos descui-
damos y nos enredamos en deseos de que sean más mayores, o de que apren-
dan a nadar o de que sepan hablar, y nos perdemos la mueca o la risa de ese
momento que no volverá a repetirse.

77
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Ahora estamos a la espera de que nos asignen otra hija. Entregamos el expe-
diente en China hace casi año y medio y se está retrasando el proceso un poco.
Pero sabemos que será cuando tenga que ser, al igual que ocurrió con Heyu. Ella
dice que lleva a su hermanita en la barriga, y la cuida y la da de beber poniéndo-
se perdida de agua.
Yo sé que este segundo viaje lo disfrutaré más que el primero, porque no estará
tan cargado de sentimentalismo y porque sé que el verdadero viaje comenzará
cuando lleguemos a casa. Entonces seremos un cuadrado, equilátero como todos
los cuadrados.

Puntos de reflexión
• Un hogar puede ser una línea, un triángulo, un cuadrado, un pentágono, un
hexágono, etc. Pero, en cualquier caso, nunca es una figura plana. Tiene pro-
fundidad, volumen, claros y sombreados.
• A nadie le han enseñado a ser madre o padre. Sólo tenemos el ejemplo que
hemos vivido con nuestros propios padres. A veces, se les imita inconsciente-
mente y se repiten actitudes y pautas de conducta. A veces, la intención es la
de hacer todo lo contrario de lo que se vivió, porque no se recuerda como un
aprendizaje modélico. En otras ocasiones, se intenta mejorar o superar a los
padres. Ninguna de estas posiciones es completa en sí, cuando no se hace un
intenso ejercicio de toma de conciencia sobre lo que queremos construir con
nuestros hijos y cómo queremos vivir esa etapa de la vida en que se es madre
o padre hasta que los hijos vuelan del nido para hacer su propia vida y cons-
truir, eventualmente, su propio hogar.
• La llegada de un hijo o de una hija, siempre requiere modificaciones internas y
externas. Adaptación del espacio, horarios, tareas y costumbres. Pero, funda-
mentalmente, exige un cambio de actitud: estar abiertos al aprendizaje conti-
nuo, porque, ni nuestra familia de origen, ni la experiencia de amigos y cono-
cidos ni ningún tipo de manual pueden darnos la solución a la singularidad de
cada niño y a la relación que establecemos con cada hijo.
• Aprender significa dejar atrás esquemas y viejos hábitos. Estar atentos a la
novedad de cada situación. Un hijo adoptado puede plantear pequeños retos
añadidos, porque, si tiene ya varios años de vida, su adaptación y la nuestra
exigirá un mayor grado de comprensión, paciencia y sabiduría.

78
10
Cuando la familia se amplía

Existen múltiples razones por las que se tiene un segundo o una segunda
hija. A muchas parejas les viene cuando menos se lo esperan. Otras quie-
ren tener un varón, si la primera ha sido niña, o al revés. En otros casos,
la pareja ya tiene decidido al unirse que quieren formar una familia con
varios hijos. Y en no pocas ocasiones, una pareja cree equivocadamente
que, en momento de crisis, un segundo nacimiento es lo que salvará la
unión. Y digo “equivocadamente”, porque, aunque pueda suceder, en
algunos casos se acentúan de hecho los desencuentros y la pareja acaba
rompiéndose. Además, es erróneo, porque un hijo o una hija no debería
ser un medio, sino un fin en sí mismo. Por añadidura, muchos niños sien-
ten inconscientemente estar al servicio de la unión de sus padres y, sin
saberlo, se pasarán la infancia culpándose de sus desavenencias o inten-
tando ser el aceite para engrasar la relación y convertir las tormentas en
arco iris. Antiguamente y aún en muchos países, ni siquiera se planteaban
ni se plantean las razones. Se tienen y ya está. Parecía la ley natural de la
vida. Un mandato divino o el único seguro de la vejez frente a altos índi-
ces de mortalidad.
Hoy día, en países desarrollados, los futuros padres y madres se lo piensan.
Quieren dar lo mejor a sus hijos. Calculan sus posibilidades económicas, el tiem-
po y las energías disponibles, ya que, en muchos casos, ambos progenitores tra-
bajan. Los hay que se dejan influir por la incertidumbre de las catástrofes que pue-
den avecinarse: naturales, económicas, demográficas, políticas. La inseguridad
ante el futuro.

SETENTA Y NUEVE 79
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Casi todo lo anterior puede influir también en madres y padres adoptantes que
deciden volver a iniciar el proceso para una segunda adopción. Hay, sin embar-
go, algunas diferencias. A nadie le viene la hija o el hijo en un descuido. Es fruto
de una decisión que hay que mantener en el tiempo, sorteando escollos y ven-
ciendo dificultades. Es una actitud proactiva que puede durar varios años. Por
otro lado, en muchísimos casos, se sabe ya que va a ser niña. Entonces queda
descartada la motivación de “tener la parejita niño-niña”. Sencillamente, porque
en muchos países, como en China o en India, las niñas que residen en orfanatos
son un noventa por ciento más numerosas que los niños y el porcentaje español
de niños asignados en adopción procedentes de estos dos países no supera el
cinco por ciento.
Personalmente, veo ahora los tres años que pasé siendo padre de hija única como
una especie de “luna de miel”. Mi deseo, mi dedicación, mis aspiraciones se halla-
ban colmadas. Mi mujer insistía en que una familia, para ella, tenía que ser más
numerosa. Además, ansiaba volver a China para poder ser madre de cualquiera
de las niñas que había visto desprovista de familia. Lucía Chun Jiao, por su parte,
echaba de menos tener niñas, amigas, hermanas en su misma casa. En su peque-
ña mente todavía quedaban los recuerdos del dormitorio con más cunitas y del
comedor repleto de compañeras. No tenía muy claro qué era eso de tener una her-
mana, pero sí se sentía muy sola cuando no estaba con amigas, primas o sobri-
nas. A ambos nos hacía volver a nuestra infancia llena siempre de hermanos y
hermanas, para jugar, pelearse, estudiar, comer, dormir, luchar por el espacio,
competir por el cariño materno y materno. De todo eso carecía nuestra primera
hija, a pesar de tener todo lo que ninguno de los dos habíamos tenido: una habi-
tación propia, la atención exclusiva de nuestros padres, ropa no heredada de los
mayores. Pero ni a mi mujer ni a mi hija les parecía suficiente compensación.
Cuando fui comprobando que corría el peligro de convertirse en la futura peque-
ña tirana caprichosa de mis fantasías catastróficas, accedí a iniciar los trámites de
una segunda adopción.
Cuando algunos conocidos nos preguntaban si nuestra situación económica era
tan boyante como para permitirnos los gastos de un segundo informe psicológi-
co y social, para reunir de nuevo una docena de certificados, pagar un segundo
viaje de ida a tres y de vuelta a cuatro, un segundo donativo obligatorio de tres
mil dólares para el orfanato…, les respondíamos que nuestra situación no era

80
cuando la familia se amplía

boyante, pero que siempre se puede dejar de lado los gastos que todos hace-
mos en ropa, viajes, libros, actividades culturales, salidas a restaurantes, etc. Y
ojalá hubiéramos sido fumadores, pues con tan sólo el ahorro de tabaco a lo
largo de año y medio de dos personas da para mucho. Desafío a cualquier lec-
tor a hacer las cuentas.
En cuanto nos llegó la foto de Shang Ping, Coral Delicado, sentí una infinita ter-
nura. Intuí que íbamos a establecer una relación especial. Ya estábamos más
avezados y pudimos esta vez ir por libres e incluso organizar el viaje con la cola-
boración de otras parejas procedentes de otras ciudades de España, que iban en
las mismas fechas y a la misma ciudad. Nos fue de muchísima ayuda la página
web y el foro correspondiente de Afac [Asociación de Familias Adoptantes en
China, creada en 1996 y con sede en Barcelona]. Durante un año, ni un solo día
dejé de abrir internet para conectarme con todos los participantes, a los que nos
unía al menos algo en común: habíamos adoptado o estábamos a punto de hacer-
lo por primera o por segunda vez. Era posible plantear nuestras dudas y temores,
expresar nuestras decepciones y esperanzas, compartir nuestras experiencias y,
sobre todo, intercambiar informaciones útiles sobre los cambios de legislación, los
casos difíciles que se iban resolviendo y el ritmo de resolución de expedientes de
asignación. Todo eso fue parte del “embarazo” de nuestro segundo parto.
Igualmente nos animó mucho contar con el Servicio privado chino BLAS [Bridge
of Love Adoption Service], que ayuda a cualquier adoptante que solicite sus ser-
vicios, con tarifas más que razonables. Gracias a ellos y a algunos amigos, pudi-
mos inaugurar junto con once personas más una nueva ruta Madrid-Hong Kong-
Cantón, sin pasar previamente por Pekín. A todos estamos muy agradecidos. Y,
en especial, a Ana Mosquera que, desde su puesto en la Embajada de España en
Pekín, nos iba informando con gran profesionalidad y dedicación de la marcha de
nuestros expedientes. Una fría noche de noviembre, a altas horas de la madruga-
da, la telefoneé calculando su horario laboral. No sabía nada de nuestro expe-
diente. Unos instantes de decepción. Segundos después me dice: “Espera, aca-
ban de llegar unos sobres que todavía no he abierto”. Abre el primero y, sincronías
de la vida, ¡era el nuestro! A partir de ese momento, quedaban muy pocos días
para organizar los últimos detalles del viaje colectivo de trece adultos y nuestra
hija mayor, que en esa época tenía seis años y medio.

81
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Encuentro con nuestra segunda hija


[Vívidos recuerdos de Adya Isabel]

Con nuestra segunda hija, el primer encuentro fue totalmente diferente. Habíamos
llegado a la ciudad de Cantón con otras cuatro parejas y una madre que iba acom-
pañada de sus padres, pues su marido no había podido desplazarse. Las niñas
nos las entregaron en la Notaría General de la ciudad, que tenía una planta des-
tinada a Adopciones Internacionales. Era un gran edificio lleno de despachos. Nos
mandaron esperar en una habitación bastante pequeña que tenía varias sillas y
algunos juguetes. Empezaron a llegar los bebés de nueve meses con su cuida-
dora, pues cada niña venía de una zona de la ciudad. Nuestra hija era la única
niña de tres años y medio. Yo me cansé de esperar y me lancé por un larguísimo
pasillo. De pronto, miro hacia un despacho y, al fondo, en una silla, frente a una
mesa, veo a una niña vestida con pantalón azul y chaqueta naranja. Me dio un
vuelco al corazón: ¡era ella! En la foto que teníamos, se la veía muy sana, pero en
ese momento se la veía pálida, delgada y acatarrada. Fui en busca de Alfonso y
Lucía y nos presentamos allí los tres. La niña estaba con su cuidadora esperando
a nuestra guía e intérprete, pero como estaba ocupada con los demás padres
y madres, no acababa de llegar, así que, en cuanto confirmamos su nombre,
comenzamos a saludarla. La cuidadora, que sólo hablaba chino, era una chica
joven muy abierta y cariñosa. Se notaba que tenía afecto por la niña. Nuestra hija
se puso a llorar. La cuidadora, su “ayi”, le hablaba y le decía cosas. En un momen-
to dado, propuse cogerla. Su llanto aumentaba en esos momentos. ¡Qué apuro!
¡Qué momento más difícil! Yo me había teñido el pelo bastante oscuro para no
chocarla mucho, pero mis ojos azules eran como eran. Enseguida nuestra hija
mayor echó mano de las nubes de fresa que llevábamos y así consiguió calmar-
la; ella sabía tranquilizarla con sus mimos y carantoñas cariñosas. En un momen-
to dado, su “ayi” le pidió que dijera cómo se llamaba: “Wo jiào Shang Ping” dijo
entre suspiros. Su voz era seca y desgarrada. ¡Pobrecita, qué conmovedor oírla
por primera vez! También, a instancia de su cuidadora nos dijo: “Wo yào mama”.
Quiero a mamá, “Wo yào papa”. Quiero a papá. “Wo yào kè kè”. Quiero a mi her-
mana mayor. Era impresionante oírla repetir obedientemente estas frases cuando
estaba llena de miedo frente a nosotros. Así es que le fuimos dando todos los
regalos que la traíamos: una muñeca, un osito, galletas y dulces. Claramente, esto
último es lo que más le interesó.

82
cuando la familia se amplía

Con mi segunda hija, empezar a ser madre fue difícil. Habíamos llegado a las cua-
tro de la tarde al aeropuerto de Cantón después de treinta y seis horas de viaje.
Directamente fuimos a recoger a las niñas a la Notaría. Había que rellenar un
montón de formularios y documentos. En la Notaría no hubo ni tiempo ni espacio.
Y se hizo la hora del cierre. Las guías nos llevaron al hotel ya con las niñas, a
pesar de que no estaban completados los documentos pertinentes. Mi marido se
quedó rellenando los papeles con todos los padres del grupo junto a las guías-
intérpretes en una sala del hotel. Como era ya la hora de cenar, me fui sola con
las niñas a un restaurante del hotel, esperando que Alfonso viniera pronto a cenar
y nos llevara a la habitación. El resto de las madres, tenían potitos para sus bebés
y se fueron a sus habitaciones.
Por mucho que el restaurante era elegante y en la mesa teníamos una comida
china excelente y abundante, Shang Ping Lidia miraba asustada hacia todas par-
tes y lloraba y lloraba sin parar. Ni mis brazos, ni mi cariño y mi ternura le servían;
me miraba con miedo, conmigo se ponía rígida como un palo. Yo me sentí fatal,
agotados todos mis recursos de dulzura, canciones, arrullos... Mi hija mayor inten-
taba calmarla, a ratos lo conseguía, pero al poco tiempo volvía el llanto descon-
solado. Intentaba darla agua, alguna cucharada de sopa y arroz, pero se había
metido en un “no” tajante y no había manera. La veía pálida, con la voz desgarra-
da por aquella rabieta, deshidratada. Me sentí desolada e impotente. Alfonso no
llegaba. Había pedido bastante comida y todo estaba allí en la mesa sin apenas
probar. No sabía cuál era el número de la habitación y tampoco sabía en qué sala
estaban exactamente con el guía. El hotel era grandísimo. Una mujer china que
estaba sola sentada en una mesa cercana nos miraba, aunque con mucha dis-
creción. Después de casi una hora en esta situación, cuando ya había agotado
todos mis recursos, me acerqué a ella llena de humildad. Por suerte, hablaba
inglés, le expliqué la situación y le pedí si podía intentar calmarla y que bebiera al
menos agua. Se acercó a nuestra mesa, le habló en chino, la cogió en brazos, la
arrulló y al rato se calmó, dejó de llorar, bebió y comió algo. Yo me sentí la madre
más inadecuada del mundo para esta niña. Menos mal que mi hija mayor que se
daba cuenta de mi agobio, estaba fiel a mi lado con su brazo alrededor de mi cue-
llo. En ese momento, era como el testimonio de que para ella sí que era una mamá
válida, pero para mi segunda hija era una extraña de ojos claros que la daba
miedo y en quién no podía confiar.

83
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

A media noche, dormida, la cogí en brazos y la llevé al baño a hacer pis, tal como
nos habían dicho. Era tan blandita y desvalida que me sentía llena de ternura al
tenerla en mis brazos. De pronto, noto que con su manita detrás de la espalda me
da unos golpecitos. “Bueno... ¡qué alegría!, algo inconsciente en ella se había
abierto hacia mí y comenzaba a aceptarme”, pensé.
Al día siguiente, por la mañana volvimos a la Notaría y Shang Ping volvió a encon-
trarse con su “ayi”. Comprobamos que tenía un buen vínculo afectivo con ella. La
cuidadora nunca la cogía en brazos aunque llorase, solo la hablaba y la hablaba.
Ella no entendía nada de inglés y nosotros tampoco entendíamos nada de canto-
nés. Cuando se despidió nuestra hija lloró de nuevo amargamente.
Entre las pocas cosas que nos entregaron había una cámara de kodak instama-
tic. Un mes antes, cuando había ido a comprar los billetes a una agencia de via-
jes china situada en la Gran Vía de Madrid, me encontré a una señora china tan
simpática que la pedí el favor de escribirme una carta dirigida al orfanato, para que
hicieran fotos de nuestra hija y pudiera después tener algún recuerdo de ese lugar.
Inmediatamente la había enviado junto con la cámara fotográfica. Las fotos que le
habían hecho estaban muy bien, pero lo más conmovedor es que nos dieron un
portafotos con un pequeño texto a la izquierda que decía:

“Pequeña amiga Li Shang Ping: Te deseamos con todo el corazón que


tengas una buena familia que te quiera con dulzura y te proteja. Nos ale-
gramos de que ahora tengas unos padres: una mamá y un papá.
Sin embargo, te vas muy lejos y estarás separada de nosotros por mil
montañas y mil ríos. Todas las personas de este centro esperamos que
crezcas con fuerza hasta que llegues a ser un árbol frondoso. Que no te
olvides de esta gran familia en la que estuviste”.
El Orfanato del Bienestar Social de Guanzhou

Mis recuerdos
Cuando releo este texto, se me saltan aún las lágrimas. No es aún un árbol fron-
doso, pero ciertamente es un árbol bien enraizado, de hojas frescas y que ya da
frutos. Le costó lo suyo. Nos costó lo nuestro. Pero agradezco profundamente a
sus progenitores que le dieran la vida. No juzgo sus razones para abandonarla.

84
cuando la familia se amplía

Agradezco infinitamente los cuidados que recibió, con los medios que tenían, a
todos los que trabajaron y trabajan en el Orfanato de Guanzhou [Cantón en chino].
Cinco años después de estos recuerdos, a mí me quedan de poso otras vivencias.
Y ambas, las de mi mujer y las mías, forman parte también de las de Lucía y Lidia.
Forman parte de nuestra historia familiar ampliada.
Nuestra segunda hija, claramente tenía un buen contacto con los hombres o, al
menos, no los rechazaba. Desde el primer momento se vinculó más a mí que a su
madre. En parte, debido a circunstancias de su infancia que desconocemos. En
parte, porque Lucía ocupaba ya un espacio en su corazón y exigía mucha dedi-
cación materna para no caer en los celos. A veces, sólo quedaban libres mis bra-
zos y nuestra segunda hija se aferró a ellos muy pronto. A la salida de China, sólo
a los ocho o nueve días de conocernos, estaba yo en el mostrador intentando ulti-
mar los detalles de las plazas de avión y de la facturación de equipajes de todo el
grupo. Casi todos esperaban a cien metros la señal de que todo estaba listo. Para
ganar tiempo, les sugerí ponerse en marcha hacia el vestíbulo de salida, mien-
tras me daban la última tarjeta de embarque. Shan Ping Lidia, que iba en uno de
los carritos de equipajes, empezó a llorar. Su madre, le daba agua. Le pregunta-
ba en el chino rudimentario que habíamos aprendido si quería ir al baño, si tenía
hambre, si quería más agua. Ella seguía mirando a todos lados, especialmente
atrás. Como si no quisiera abandonar el lugar. Intentaba salir del carro. En un
momento dado me acerqué apresurado al grupo con todas las tarjetas listas. Me
vió, se relajó y dejó inmediatamente de llorar. Poco después entendimos que no
quería partir sin mí. Que pensaba que el grupo me abandonaba. Que el abando-
nado era yo. Desde aquel momento, nunca dejamos de tener miradas de compli-
cidad, antes de que aprendiera el castellano. Por cierto que pasó un año sin pro-
nunciar palabra. Era preocupante. Un buen día, de repente, soltó una frase con
una dicción y una sintaxis impecable: “Papá, cocodrilo, enciende el ordenador”.
[A veces habíamos jugado a que yo era un cocodrilo de cuyas fauces le encanta-
ba escaparse]. Empezábamos a conocer su orgullo y su perfeccionismo en apren-
der y hacer las cosas bien. Su timidez y su miedo al ridículo. Su no arriesgarse a
nada que no dominase previamente.

85
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Lucía y la familia.

Puntos de reflexión

• Antes las familias eran extensas y numerosas. Hoy día se han reducido. Una
hija o un hijo único siempre están buscando primos, amigos o vecinos para
jugar y crecer. No pueden estar todo el tiempo con los padres. Es difícil no
mimarlo o mimarla cuando atenciones y regalos son sólo para él o ella.
Además, no tienen día a día los límites y estímulos que imponen la presencia
de una hermana o un hermano. Éstas son las ventajas de ampliar la familia.
Las desventajas y obstáculos son tan variados y subjetivos que quedan en
puntos suspensivos…
• Muchos futuros padres y madres que han pasado por mi consulta expresan
preocupaciones de tipo económico. No quieren tener un primer hijo hasta
afianzar una posición económica. Un segundo, hasta tener una situación hol-
gada. El dicho “el hijo viene con el pan bajo el brazo”, sólo lo entendí después
de ser padre. Mi energía se centró en cubrir sus necesidades. Cuando surge
la necesidad, aparece la forma de satisfacerla. La función crea el órgano, y
no al revés.

86
cuando la familia se amplía

• El reto de tener un segundo o tercer hijo o hija es real. Es necesario desarro-


llar una segunda atención. No descuidar a ninguno. Intentar ser equitativo.
Mediar en las peleas. Comprar todo por duplicado o triplicado. Los retos nos
hacen crecer. El exceso de comodidad y rutina nos hacen languidecer.
• El amor no se reparte entre los hijos. Crece con la llegada o la búsqueda de
cada nuevo. Mi edad y la de mi mujer no nos permite una tercera adopción.
Si no fuera así, sería una opción que hubiéramos considerado muy seriamente.

87
11
Una lenta y suave adaptación

Llegada a casa de Lucía. Testimonio de Adya Isabel

El encuentro con la familia más allegada fue emocionante. Los más cerca-
nos fueron a recibirnos al aeropuerto. Lucía Chun Jiao les dio besos a todos
cuando la decíamos: “Chin chin ta” [dales un besito] y sonreía feliz. Su aper-
tura y sociabilidad se ha mantenido hasta ahora. Le encanta la gente. Es sim-
pática, expresiva y muy cariñosa. [La memoria es selectiva y mis recuerdos
de esta actitud los tengo de las semanas posteriores a la primera llegada al
aeropuerto].
En la casa, todo era sorprendente para ella. Se notaba que no había conocido un
ambiente similar. La exploración y la sorpresa continua de todo lo nuevo la tenían
asombrada y en un movimiento permanente de investigación. A los tres años y en
una vivienda occidental, se encuentra de pronto con un siglo de tecnología y
modernidad. Todos los botones la interesaban. La lavadora era su preferida.
Después del primer susto al oír su funcionamiento, se pasaba largos ratos en
cuclillas observando el movimiento, y su cabeza giraba hacia un lado y hacia el
otro. Parecía encantada, como si viera magia por todas partes. No paraba, esta-
ba tan estimulada, interesada y excitada con tantas cosas nuevas que parecía un
terremoto. Cuando familiares o amigos por teléfono me preguntaban ¿qué tal? Yo
decía: “Pues muy bien, es una niña preciosa, estoy feliz, pero parece que nos
hemos traído un terremoto de China, no para”.
Yo terminaba agotada al final del día de estar alerta frente a todo lo que hacía, por-
que había muchas cosas sorprendentes. Un día, de pronto, se puso a tirar vasos de
agua a los sillones del salón con toda su buena intención, como si estuviera hacien-
do algo propio y necesario. Hacía calor desde luego, pero claro, eso no es lo más

OCHENTA Y NUEVE 89
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

adecuado para hacer con una tapicería. Y pensar que podía hacerlo con los enchu-
fes de la casa me daba realmente miedo. Así es que continuamente había que estar
alerta a sus movimientos y a la escucha más profunda de sus motivaciones, sus
vivencias y su mundo anterior e interior. Era como una adivinación. ¿Podría ser que
donde vivió antes fuera habitual refrescar las sillas cuando hacía calor? ¿...?
Al principio nos dijeron que había vivido en una familia de acogida. Que cuando los
orfanatos estaban muy saturados era habitual que ciertas mujeres solas o familias
cuidaran en casa de varias niñas por algún dinero. De hecho, alguna vez habló de
que ella tenía antes una hermana mayor y una hermana pequeña. Nos habían asig-
nado una niña de tres años por la edad media que hacíamos la pareja y, por supues-
to, estábamos encantados con ella. Siempre pensamos que los niños más mayores
también tenían todo el derecho a salir del orfanato y a tener unos padres. Eso sí,
también entendía por qué la mayoría de las parejas pedía bebés de nueve meses.
Su adaptación puede ser más fácil desde esta corta edad. Son menos años de con-
dicionamiento y vivencias. Sin embargo, nuestra realidad y nuestra experiencia fue
tal como relato. Siempre me ha dado pena ver cómo había que cortar o corregir su
espontaneidad gozosa y creativa con muchos “noes”, pero obviamente esa es la
tesitura en la que nos encontramos a la hora de educar y adaptar a un niño a nues-
tra cultura y nuestro ambiente enriquecido; el precio a pagar es el de recortar su
espontaneidad y sus impulsos vitales en muchos momentos. Por eso, fue necesa-
ria mucha paciencia, atención y comprensión por ambas partes.
Gracias a nuestra buena amiga Wen Yu, violinista y musicoterapeuta, y a sus cla-
ses intensivas, amplié todo lo que pude mi conocimiento del chino con las frases
y palabras más necesarias para la convivencia cotidiana. Antes de ir a buscarla ya
había aprendido algo de chino, pero ahora, teniendo a Chun Jiao en casa, era
necesario entenderla y poder comunicarme con ella a sabiendas de que me enten-
día, para facilitarle la integración en nuestra casa y en nuestro mundo. Quise
hacer este esfuerzo porque me parecía demasiado fuerte para ella asimilar todo
el cambio a un nuevo núcleo familiar y una nueva lengua también de golpe, sin
ningún referente respecto a su primer idioma. Al menos de este modo, hacíamos
un pequeño puente. Aprendí algunas canciones de cuna en chino y todas las
noches se las cantaba una y otra vez. Ella estaba cada vez más feliz. Empezó a
hablar español en la cama diciendo: “mamá, papá y Lucía” y lo repetía como una
letanía: su primera asimilación de la nueva situación realidad social en la que esta-
ba. Otro día, también en la cama, con su lengua de trapo recién estrenada dijo:

90
una lenta y suave adaptación

“Mamá, papá, camelo, chupa-chus, chicle”. ¡El colmo de su felicidad! Y así siguió
ampliando su asimilación del entorno. A los pocos días la oí decir: “mamá mío,
papá mío, casa mío, coche mío, todo mío, todo mío”.
Fue muy graciosa la situación que viví con ella la primera vez que fuimos al super-
mercado. Sentada dentro del carro de la compra iba recibiendo los diferentes ali-
mentos que yo elegía llena de alegría. Cuando llegamos a la caja y empecé a
sacar los alimentos para dejarlos en la cinta de la cajera, se puso desesperada.
Con una gran agilidad lo volvía a recoger todo y lo regresaba al carro diciendo:
“No, no, mío, mío, es mío”. De nuevo me faltaban las palabras adecuadas para
explicarle cómo era el proceso de comprar en un supermercado. Sólo me servían
los gestos y el cariño para contenerla en sus lloros y la angustia de perder todo
aquello tan bueno que había tenido tan cerca. De nuevo ella tenía que ser pacien-
te, aprender los nuevos procesos y confiar.
En casa, de nuevo la angustia de perder lo adquirido. Cuando me vio llevar las bol-
sas con la compra a la cocina y guardar la comida en el frigorífico y en los arma-
rios, de pronto, apareció de nuevo en ella el pánico. Empezó a coger las bolsas
que podía a toda velocidad y se las llevaba debajo de la mesa del comedor dicien-
do: “Yo guardo, ¿eh? Yo guardo”. Creo que nunca había visto armarios ni frigorífi-
cos y no sabía cuál era su utilidad. Las bolsas de plástico le parecían de lo más
apreciado y, desde luego, lo único adecuado para guardar cosas. Así es que la
nueva realidad se iba asentando día a día pero a base de choques emocionales
intensos que hablaban del gran contraste y la novedad con la que continuamente
se encontraba ella y, por ende, nosotros.

Una cuidadora china

En septiembre, a los tres meses de venir de China, tenía que volver necesaria-
mente a trabajar. Lucía iría por las mañanas a una guardería que estaba justo
enfrente de casa, pero por las tardes, estaría en casa y a ciertas horas necesita-
ba a alguien que se ocupase de ella. Encontramos a una señora china que tenía
dos hijos más mayores que Lucía y que le interesaba el trabajo. En principio, Lucía
aceptó muy bien a Ling Wang, pero en cuanto veía que yo me iba a mi despacho,
aún estando en la propia casa, y la dejaba sola con ella, los lloros eran tremen-
dos. Creía que con una mujer china se encontraría más tranquila y mejor. Pues no

91
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

fue así. Al parecer, el vínculo creado conmigo en tres meses ya era consistente y
profundo. Así es que, por muy china que fuera la buena señora, dejarla con ella
era una batalla desgarradora día a día. Al final, no fue posible. Solución: eliminé
en lo posible las sesiones y las clases de la tarde y adapté todo lo que pude el
horario de trabajo a las mañanas.
Recuerdo que ésta era una de las dificultades que me ponía Alfonso delante antes
de adoptar. “No vas a tener tiempo para ella con el horario de trabajo tan amplio
que tienes”. Y yo respondía: “No pasa nada, ya buscaré a alguien que se ocupe
de ella. Total, en el orfanato ha estado con personas diferentes y sin atención
exclusiva de una mamá”. Sin embargo, cuando me llegó ese momento, entendí lo
que es la fuerza del cariño y del instinto de madre cuidadora, que se ponen en la
necesidad de los hijos con una gran dedicación y abnegación. “Si ella me necesi-
taba a su lado, yo reorganizaré mi trabajo de manera que pueda estar con ella”.
De hecho me dije: “Si he adoptado a esta niña para que sea mi hija, lo más impor-
tante ahora es que tenga tiempo para estar con ella todo lo posible, de otro modo,
¿de quién va a aprender lo que quiero trasmitirle y enseñarle? ¿Cómo va sentir
que la amo como hija si apenas le dedico tiempo?”.
Hay también un momento conmovedor que guardo en mi memoria como un teso-
ro. Fue un sábado por la mañana, a los cinco meses de estar aquí; recién peina-
da y arreglada con un vestido muy bonito, se dio la vuelta en el pasillo y me dijo:
“Gracias, mamá; y perdona, ¿eh?”. Literalmente sentí que temblaba y me recorría
una especie de calambre por el cuerpo. ¡Qué asombrosamente bello y tierno era
ver que se estaba dando cuenta de todo lo que estábamos viviendo! En aquella
simple frase es como estuviera reconociendo todo mi esfuerzo por traerla para
que fuera mi hija. Es como si también se diera cuenta de toda la dedicación y
el amor que ahora estaba poniendo en ella, incluyendo todas las dificultades de
su adaptación.

Algo más que una cultura

Cuando un árbol es trasplantado, necesita un tiempo de adaptación a la tierra en


donde ha de enraizarse de nuevo. Durante ese tiempo, hay que poner especial
cuidado en los riegos y abonos, vigilar el exceso de sol y el exceso de frío, las
sequías y las heladas. Un hijo adoptado, sobre todo si ha nacido en otro país,

92
una lenta y suave adaptación

requiere igualmente atención, constancia y paciencia. Los progresos no son linea-


les; existen avances rápidos y lentos, subidas y bajadas. Todo normal en un triple
proceso: adaptación del hijo a su nueva familia. Adaptación a una nueva sociedad
y cultura. Adaptación de los padres, de los hermanos si los hay, y de los demás
familiares a la idiosincrasia de cada niña o niño.
Las madres y los padres tenemos ya una visión del mundo, una vida bastante
hecha, obligaciones y rutinas, nuestro propio carácter, hábitos enraizados, formas
de relacionarnos, aficiones y gustos que nos son propios. Tenemos igualmente
nuestras propias limitaciones y manías. Y, lo más importante, a veces sin saberlo,
expectativas personales sobre nuestros hijos. Aunque no seamos muy conscien-
tes de estas cosas, todo ello conforma un complejo universo en el que, de repen-
te, se ve inmerso nuestro hijo o nuestra hija adoptados. No han nacido en él y no
lo han vivido desde su primer día de vida. Dependiendo, pues, de su tempera-
mento y, sobre todo, de su edad, la adaptación será más o menos fácil, más o
menos lenta. Pero también dependerá de nuestra propia actitud al respecto.
Cuanto más conscientes seamos de todo esto, menos chirriarán las ruedas del
afianzamiento del vínculo afectivo y de la convivencia de cada día.
Este vínculo se va creando desde la primera mirada, el primer gesto, las primeras
caricias, las palabras dichas, aunque no aún entendidas. Porque las palabras van
acompañadas siempre de un tono, una vibración, una intención. E hijos e hijas,
aunque no hayan cumplido el año, van captando todo este complejo mundo de la
comunicación no verbal. Lo asombroso es la rapidez con que aprenden la lengua
de los padres. Más asombroso aún, cuando ya balbucean o hablan perfectamente
ruso, ucraniano, rumano, chino o cualquier otro idioma, en el caso de niños mayores.
Madres y padres adoptivos se preocupan mucho por saber cómo se comunicarán
con sus hijas e hijos, cuando adoptan a niñas y niños de más de tres años de otros
países. Personalmente, mi mujer y yo, en el afán de poder hacer intercambios ver-
bales cuanto antes, continuamos recibiendo lecciones de chino. Pero no era nece-
sario desde este punto de vista, sino desde nuestro respeto por su milenaria cul-
tura de origen, que apreciamos y admiramos. En efecto, nuestra primera hija venía
cada día de la escuela infantil con nuevas palabras aprendidas, nuevas frases,
giros inventados con los que se hacía entender perfectamente. Cuidadoras, profe-
soras, parientes y amigos quedábamos realmente pasmados por la rapidez con
que se integraba en un sistema completamente diferente de nombrar el mundo: un

93
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

mundo externo, en gran parte desconocido, y su mundo interno de percepciones y


sentimientos. Como cualquier niña de su edad, utilizaba una lógica gramatical que
me llevaba a pensar en el largo proceso por el que una lengua va construyéndose
con reglas gramaticales que “canonizan” escollos tan difíciles para niños o extran-
jeros como los verbos irregulares. Un día en que acabábamos de bajarnos del tele-
férico, en el Parque del Oeste de Madrid, nos detuvimos a ver un gorrión que bebía
agua en un charco. Cuando nos acercamos un poco más, salió volando. Lucía dijo:
“El pajarito se bayó”. Y yo: “¿Qué el pajarito se bañó?”. “No, no, se vayó, se vayó”.
Entonces caí en la cuenta: “Ah, que el pajarito se fue”. Evidentemente si el pajari-
to se “va” en el presente, el pretérito indefinido podría ser lógico que fuese se
“vayó”. En ese instante comprendí que nuestra hija ya había entrado en la lógica
del sistema lingüístico español, sólo al año de estar en España.
Durante un tiempo utilizaba giros mezclados, como poner el adjetivo antes del sus-
tantivo o pronunciar “almario” o “lío” en lugar de “armario” o “río”. La verdad es que
a todos nos encantaba esta integración de dos pronunciaciones, dos lógicas verba-
les, dos sistemas de contemplar y manejar el mundo. A veces empezaba los cuen-
tos de dibujos de atrás hacia delante, como puede leerse en chino o en japonés. En
cualquier caso, lo que sí nos quedó muy claro es que tenía un oído excelente, lo cual
no era sólo una cualidad personal sino, bastante generalizable a las demás niñas
nacidas en China, ya que la lengua china, aun siendo muy simple en cuanto a reglas
gramaticales, es enormemente rica en sonidos y tonos. Y cualquier niño o niña de
más de un año están ya habituados a distinguir las palabras –todas monosílabas–
sólo por el tono con que son pronunciadas [una misma palabra puede tener cuatro
significados según se pronuncie con uno u otro de los cuatro tonos chinos].
Y aquí se presentan dos actitudes de las madres y padres adoptivos. Los hay que
piensan que cuanto más rápida sea la integración, tanto mejor. Y, para ello, no
quieren oír hablar de las madres ni los padres biológicos de sus hijas, pasan por
alto el grado de conocimiento de su lengua de origen. Incluso cuando la chapu-
rrean o hablan perfectamente, creen que es mejor que la olviden. Y que olviden
todo lo que tenga que ver con su país de procedencia. Los hay, por el contrario,
que bien por respeto a la cultura de origen de sus hijos, o bien porque piensan que
poseer dos lenguas es una ventaja comparativa en el futuro, o por ambas razo-
nes, facilitan que sus hijos continúen aprendiendo y practicando su primera lengua
materna. Los hay que no se plantean el asunto, porque adoptaron a niñas o niños
de menos de dos años de edad.

94
una lenta y suave adaptación

Mi mujer y yo no tenemos una posición radical a este respecto. Durante los dos
primeros años, en muchas ocasiones, Lucía nos decía: “Yo, Chun Jiao”. Está claro
que tenía una conciencia determinada de su identidad y no quería cambiarla por
completo de repente. Después fue Lucía Chun Jiao. Ahora simplemente, Lucía,
aunque cariñosamente, a veces, la llamamos Chunyita. El proceso continúa.
Durante cuatro años, con más o menos entusiasmo, con más o menos resisten-
cias, fue aprendiendo los primeros caracteres chinos y manteniendo y afianzando
las palabras y frases que conocía. Durante parte del proceso, nosotros la acom-
pañamos. Lidia fue acompañando a su hermana desde que llegó de China. Ahora,
ambas se niegan a continuar recibiendo clases. La cuestión sigue abierta.
A los doce años, Lucía quiere ser como todas las niñas de su edad y de su clase.
Echa una mirada oblicua a los reportajes o noticias que tienen que ver con China,
mientras que Lidia, de nueve años, todavía se enorgullece cuando quien gana la
gimnasia rítmica son jóvenes chinas. Ambas, sin embargo, mantienen la ilusión de
un no muy lejano viaje a China, del que siempre hemos hablado en familia.
No hace mucho, un pequeño niño de seis años, español por adopción y nacido en
China, reconvenía a un adulto que le confundía con un japonés. Con gran orgullo
y seguridad de sí mismo, le decía: “¿Pero es que no ves bien? ¿No te das cuen-
ta de que soy chino?”. Y recuerdo como si fuese ayer una escena, que merecería
ser la primera imagen de cualquier reportaje sobre la integración cultural y la for-
mación de identidad de los niños adoptados procedentes de otros países.
Estábamos en un restaurante de Granada, un domingo de bastante afluencia.
Casi una decena de familias adoptantes habíamos reservado dos grandes mesas:
una para madres y padres; otra para una docena de niñas nacidas en China.
Había cinco que hablaban perfectamente catalán y castellano. Éstas se habían
juntado en la cabecera de la mesa. De repente, al entrar un numeroso grupo de
comensales que habían reservado la mesa de al lado, empezaron a cantar al uní-
sono: “¡Somos chinesas, somos chinesas!”. A todos nos hizo gracia ese arranque
de espontáneo de afirmación de su propia singularidad, como parte de su identi-
dad. Es como si se curasen en salud ante las miradas curiosas o las preguntas
repetitivas que habrían podido oír a lo largo de su corta vida. Una especie de vacu-
na contra el racismo y una vitamina de autoestima.
A pesar de que cada vez es más frecuente ver a madres o padres con hijas e hijos
de diferente raza, y de que muchas personas están al tanto del fenómeno de la

95
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

adopción internacional, un grupo de niñas de origen chino, hablando catalán, eus-


kera, gallego o castellano, no deja de llamar la atención. Generalmente, casi siem-
pre, en estas ocasiones, me ha parecido captar miradas que reflejan una mezcla
de sorpresa y simpatía. Salvo raras excepciones, en España, como en otros paí-
ses, se rechaza principalmente lo diferente: lenguas que no se entienden, cos-
tumbres que parecen raras, formas de vestir o comportarse que no se adaptan a
las pautas establecidas y, sobre todo, la pobreza manifiesta. Por eso, existe más
xenofobia que verdadero racismo. Más rechazo de culturas que se ignoran que de
rasgos raciales. Hay también más clasismo que verdadera xenofobia. Es más fácil
que niñas y niños adoptados sean perfectamente integrados en barrios y colegios
de clase alta y media, sea cual sea su raza, que niños y niñas de familias emigran-
tes, que son desgraciadamente marginados por su nivel cultural y económico, no
por su raza.
En este sentido, la adopción internacional es también un viaje de ida y vuelta. No
sólo los niños adoptan la lengua, cultura y costumbres del país receptor y de cada
Comunidad Autónoma, en el caso de España, sino que toda la sociedad adopta
en su seno niñas y niños que la enriquecen, por ayudar al mantenimiento demo-
gráfico y por contribuir significativamente a incrementar la diversidad.

Lidia y sus emociones.

96
una lenta y suave adaptación

Puntos de reflexión

• A pesar de que las hijas o hijos adoptados sean muy pequeños, hay que con-
tar siempre con un tiempo que necesitan para adaptarse: al entorno, a los hora-
rios, a las comidas, a la cultura familiar y a la cultura social. Por parte de las
madres y de los padres: a su constitución psicosomática, al estado de salud
con el que llegan, a su temperamento, en suma, a su singularidad y personali-
dad incipiente.
• Si las hijas e hijos tienen más de dos o tres años, hay que integrar sus recuer-
dos y vivencias, aunque no las expliciten, y su carácter. Ellos, por su parte,
necesitan un tiempo para sentirse de verdad queridos, para confiar en que no
volverán a ser abandonados, aunque se porten mal o no respondan a nuestras
expectativas.
• No hay que preocuparse por el desconocimiento del idioma. En general, el
aprendizaje de la nueva lengua –a veces de dos lenguas en las Comunidades
bilingües–, es extraordinariamente rápido.
• El posible retraso escolar será recuperado con paciencia, si se dan los sufi-
cientes refuerzos, sin huir del problema ni manifestar ansiedad. Confianza y
paciencia es lo que se requiere.
• Frente a los posibles comentarios racistas, xenófobos o discriminatorios en
razón al hecho de la adopción, lo mejor es saber que pueden producirse y mos-
trar seguridad y firmeza, para que los hijos e hijas que los reciban se sientan
contenidos, protegidos y con los recursos propios de su edad para responder
a los mismos.
• En la medida en que las diferentes sociedades en que se consolida y multipli-
ca la recepción y acogimiento de hijas e hijos adoptivos van integrando este
hecho social, más fácil será la integración posterior de las hijas e hijos adopta-
dos. Todavía es pronto para tener suficientes datos sobre el enriquecimiento
demográfico y cultural que produce para un país el fenómeno de la adopción
internacional.

97
12
Entre hermanas

Muchas veces me han preguntado si mis hijas son hermanas. Pues claro que
lo son, puesto que son ambas hijas mías y de mi mujer. Evidentemente, lo
que quieren preguntar es si son hermanas biológicas, si vinieron de China
juntas, si nacieron en la misma ciudad y, a continuación, que cómo se llevan,
que si se quieren...
A pesar del tiempo transcurrido, me sigue sorprendiendo la pregunta. No me sor-
prende tener que explicárselo a mis hijas cuando se pelean entre sí, como cual-
quier niña de su edad y, en un momento de ira, una le dice a la otra: “Y además
no eres mi hermana”. En esos momentos les explico: “Sois hermanas, porque
tenéis el mismo papá y la misma mamá, aunque no hayáis estado en su tripita ni
en la tripita de la misma mamá. Sois hermanas porque tenéis los mismos apelli-
dos, vivís en la misma casa, vais al mismo colegio, tenéis la misma abuela, los
mismos tíos y tías, los mismos primos y primas. Y eso hasta el final de la vida. Sois
hermanas, porque cuando ya no estemos más con vosotras, guardaréis en vues-
tro corazón nuestro amor de padres y seréis las herederas de todo lo que os
hemos transmitido, y también de esta casa”. Nunca han discutido tan contunden-
tes razones. A medida que vayan creciendo podré ir ampliando sus niveles de
comprensión. Pero seguro que no hará falta, porque no pueden vivir la una sin la
otra: se quieren, se pelean, se adoran, y también se odian a veces, como herma-
nas biológicas. No encuentro ninguna diferencia con las amigas de su edad que
tienen hermanas. Es enternecedor ver a la mayor coger en brazos a la menor, pro-
tegerla de otros niños e incluso de nuestras regañinas. Igual de enternecedor que
ver a la menor imitándola e intentando superarla en algunas cosas o no querien-
do ir a muchos sitios si no va su hermana.

NOVENTA Y NUEVE 99
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

En realidad, existe una cierta creencia irracional en muchas personas de que


puede ser más difícil el amor entre hermanos no biológicos. La historia, la socio-
logía, la propia experiencia nos demuestra que no es así. Es más, en muchos
niños y niñas adoptados de pequeños, el apego recíproco se ve reforzado casi
siempre por la necesidad de proteger y ser protegidos. A veces, el mismo trauma
del primer abandono les hace supervivientes del afecto. Lo buscan y lo encuen-
tran allí donde lo hay; lo dan y lo reciben, regándolo todos los días.
Por otro lado, los hermanos, biológicos o adoptados, suelen pasar más tiempo jun-
tos entre sí que con sus padres. De hecho, las hermanas y los hermanos mayo-
res suelen hacer, en la medida de su edad, de madres y padres sustitutos de los
menores, cuando aquéllos no están. Por ello, una gran parte de su aprendizaje lo
hacen en el roce cotidiano, por imitación y por diferenciación, en los juegos y en
las discusiones, en la competitividad por ser más especiales para papá y mamá.
Y esto es tal cual, y día a día, en la convivencia entre nuestras hijas.
Esto no quiere decir que no haya dificultades, y muchas. Pasados los primeros
momentos de novedad y festejo, la llegada de nuestra segunda hija fue traumáti-
ca para la mayor. Al principio era una nueva fuente de estímulos, una compañe-
ra de juegos, una muñeca a la que cuidar. Disfrutaba enseñándole a chapotear
en la bañera, dándole de comer, enseñándole todas las cosas que había apren-
dido, pero, en cuanto su madre tomaba en brazos a la menor, le entraban los ata-
ques de celos, se veía desplazada. Tal vez, incluso es posible que alguna vez se
le pasara por su pequeña cabecita que iba a ser sustituida. Tal es así que, a las
pocas semanas, un día nos dijo: “Bueno, ya la podemos devolver a China”. Y eso
que podía sonarnos tan terrible en esos momentos o, que visto desde afuera,
podría parecer insensibilidad o crueldad infantiles, era más una expresión de
inseguridad por un lado y, al mismo tiempo un paso más en su propia integración
como hija: “Yo soy la hija de papá y mamá, ella no”. En esos momentos empe-
zaba otra segunda vinculación. La filiación estaba asentada. Ahora quedaba por
afianzar el vínculo de fraternidad, la inclusión de una hermana en la familia. Una
hermana con la que ella soñaba desde hacía dos años, de la que hablaba, sobre
la que nos preguntaba día sí y día no que cuándo íbamos a por ella. Pero, claro,
ella estaba acostumbrada a una fraternidad más extensa, a una pequeña comu-
nidad de compañeras-hermanas, que llegaban y se iban fuera de su control y sin
ninguna explicación.

100
entre hermanas

Algunas madres y padres que repiten una segunda adopción deciden no llevar a
la primera o primer hijo al país de origen por múltiples razones. Porque coincide
con el calendario escolar y no quieren interrumpirlo; porque piensan que puede ser
traumático volver a su país de nacimiento, si todavía no está totalmente integra-
da; por no aumentar los costes de la adopción con el pago de otro billete y de una
cama suplementaria en el hotel; por poderse dedicar totalmente a los trámites
burocráticos y primeros cuidados del nuevo hermano o hermana… En nuestro
caso, nos pareció que Lucía tenía la edad y la integración suficiente como para
arriesgarnos. Y la experiencia fue positiva en general.
Durante las semanas posteriores a la llegada a casa, ambas contemplaban con
mucho interés el vídeo que habíamos grabado durante los diez días de viaje y
estancia en China. De hecho, lo mismo que Lucía había visto durante meses y
meses el vídeo de nuestro primer encuentro con ella, ambas, al principio, y Lidia
Shan Ping, después, miraban una y otra vez el vídeo y los álbumes de fotos que
la concernían. Era una parte fundamental de su propia integración. Pero su
adaptación fue mucho más rápida gracias a dos factores. Cada vez que algo le
asustaba o cada vez que no sabía qué hacer ante un nuevo objeto, una nueva
costumbre, una nueva situación, allí estaba su hermana mayor. La miraba y la
seguía. Confiaba en ella. Se relajaba ante lo desconocido si la primogénita iba por
delante en la acción. En esto, Lucía nos fue de enorme ayuda y pudo empezar a
desarrollar día a día su enorme capacidad de ayudar y cuidar. Lo lleva en el
temperamento. Es su carácter y, para nuestra sorpresa, hemos ido comprobando
que las bases esenciales de su personalidad ya las tenía muy formadas cuando
llegó a España.
Otro factor que aceleró la evolución psicológica, afectiva y cultural de nuestra
segunda hija fue la posibilidad que tuvimos de matricularla en un centro privado
concertado. En un principio, por nuestra formación y por nuestra experiencia, pre-
ferimos con Lucía que siguiera en la enseñanza pública. La escuela infantil de la
Comunidad le había ido muy bien, así que durante cuatro años fue a una escuela
pública, curiosamente se llamaba y se llama “Divino Maestro”, a pesar de ser una
escuela laica. Pero, sólo dos años después de la venida de Lidia, pudimos matri-
cular a ambas en el mismo Centro concertado. Esto también fue fuente de celos
y de infelicidad durante ese periodo. Obviamente, el centro privado tiene menos
alumnos por clase, mejores y más amplias instalaciones y, sobre todo, una aten-
ción personalizada en psicólogos, orientadores profesionales y profesores de

101
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

ayuda. Además de actividades extraescolares voluntarias, que no existían en la


Escuela pública a la que asistió hasta acabar segundo de primaria.
Por razones prácticas y éticas, preferíamos que Lucía estuviera con niñas y niños
procedentes de otros países. En sus primeras clases tenía compañeras y compa-
ñeros marroquíes, bolivianos, ecuatorianos, filipinos y chinos. Podía sentirse mejor
en un Centro multicultural y, de hecho, se integró con bastante facilidad. El pro-
blema a medio plazo fue el nivel cultural. Sacaba buenas notas en casi todo y por
encima de la media, pero su nivel de lectura, de inglés y de otras materias estaba
muy por debajo de la media de las niñas de su edad que iban a otros Centros edu-
cativos. Más allá del debate ideológico, de los principios de cada madre y padre,
había un hecho evidente: era imposible mantener a dos hermanas en dos centros
distintos, sin acentuar las diferencias de evolución y los niveles culturales, sin
aumentar la fisura emocional que se producía en la más desfavorecida. Y además,
con el desgaste que nos producía en cuanto a horarios, tiempo empleado en
transporte de ambas a lugares diferentes y la consecuente pérdida de horas posi-
bles de trabajo como profesionales autónomos. Y desde luego, nuestra segunda
hija no podía ir al Divino Maestro una vez empezado el curso, sin saber nada de
español, sin que los maestros y maestras pudieran atenderla de un modo especial
y haciendo excepciones con sus padres, en cuanto a horarios u otros “privilegios”.
Por el contrario, en el Centro privado nos dejaron los primeros días sacarla antes
de la hora, permanecer junto a la clase hasta que se fue sintiendo más confiada.
Y Mariví, su primera profesora, le prestó una atención impagable, entonces y
durante los dos años que la tuvo en su clase. Lidia todavía conserva el vínculo con
ella como su mejor profesora. La tiene en un altar, como se dice coloquialmente,
y la visita en su clase siempre que puede.
Lucía acompañaba todas las mañanas a su hermana al colegio, puesto que entra-
ba algo después. Y siempre se iba con pena. No entendía por qué ella no podía
estudiar allí. A los dos años, conseguimos una plaza y, en ese aspecto, se relajó,
aunque aún tiene dificultad en conseguir el nivel exigido y de seguir el ritmo de
tareas. Aun así, prefiere estar con su hermana y en ese colegio.
Pero en casa es otra cosa. Hay días y días. Días en que están a partir un piñón,
y días en que se pelean continuamente por cualquier fruslería, por un “yo estaba
antes sentada en esa silla” o “ese lápiz es mío, porque el tuyo lo perdiste”, o “me
has hecho una mueca y te estás burlando de mí”… y así hasta el infinito. En esos

102
entre hermanas

momentos, más allá de que el clima se enrarezca y puede que mi mujer y yo vea-
mos en ese momento de diferente manera el asunto en cuestión o quién empezó
la pelea o quién tiene razón, reflexionamos sobre cómo nos hemos relacionado
esos días entre nosotros. Y esto, porque los niños son como esponjas y absorben
los desacuerdos y desencuentros de sus padres y, en muchas ocasiones, los
reproducen inconscientemente actuándolo con los hermanos o hermanas. Para
mí, es el barómetro más exacto de cuál es en cada momento el clima emocional
entre mi mujer y yo. Cuando hay demasiadas peleas, no hay que culpabilizarlas,
sino aprovechar ese toque de atención para mirar hacia dentro, reflexionar y cam-
biar en nosotros lo que haya que cambiar.
Y los celos no van siempre en una dirección. La hermana mayor por verse medio
destronada, sino también la hermana menor por querer ser la mayor y tener las
mismas responsabilidades y los mismos derechos. Todo, para ellas, tiene que ser
igual. Durante un tiempo, cada vez que recibían un regalo, no lo abrían y espera-
ban a ver qué es lo que la otra había recibido. Al principio, incluso casi siempre
querían lo que había recibido la hermana. Supongo, o prefiero suponer, que no es
algo exclusivo de nuestras hijas, sino algo que puede pasar o que, de hecho, pasa
con más frecuencia de lo que los padres suelen contar.
Al final de los finales, una segunda adopción complica las cosas, pero enriquece
la vida de toda la familia y, en especial de las hijas e hijos. Si pasamos por enci-
ma de las dificultades, las peleas entre ellos, los celos, la competitividad por ver a
quién quiere más mamá o papá, una hermana o un hermano también lo es para
toda la vida y, a la muerte de los padres, puede ser, si ellas y ellos lo quieren, la
relación más sólida, junto con la de su posible pareja e hijos, cuando formen otro
hogar. Pero eso será en el futuro. En el presente de todos los días, el saldo de la
balanza se inclina por la cantidad de horas que pasan juntas en juegos comparti-
dos, en descubrimientos conjuntos, en conversaciones que consolidan el conoci-
miento mutuo, en pequeñas ayudas recíprocas de “hoy por mí, mañana por ti”.
Es un alivio dejarlas haciendo tareas escolares, dibujando o incluso viendo una
película infantil, mientras trabajamos en los despachos del piso de abajo, sabien-
do que no están solas, que no se aburren, que si tienen alguna duda, pueden
resolverla entre ambas.
Cuando era pequeño, en alguna ocasión envidié a dos o tres compañeros que
conocí como hijos únicos. Tenían de todo. Pero ¡cómo se aburrían solos en sus

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La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

cuartos repletos de juguetes! Nos necesitaban a nosotros, compañeros de nume-


rosos hermanos y hermanas. Y tal vez esto, arraigado en la cultura familiar de
Isabel y en mi propia cultura familiar, forma una gran parte de la motivación de
haber adoptado una segunda hija. Algo cada vez más común, con independencia
de que los padres, en su infancia, fueran o no familia numerosa. Más de la mitad
de las madres y padres con los que hemos viajado a China, en la primera y en la
segunda ocasión, han repetido la experiencia: son madres y padres adoptivos de
dos hijas nacidas en China y, cada vez que nos encontramos, compartimos más
gozos que penas, más alegrías que dificultades, más orgullo que decepciones. Así
es para todos nosotros.

Lidia, 6 años.

104
entre hermanas

Puntos de reflexión

• La hermandad no es algo que se elige, sino algo que se aprende. Viene im-
puesta por los padres y por las circunstancias de la vida. En este aprendizaje
tiene mucho que ver la actitud de los padres. Algunos tenderán a repetir o, por
el contrario, a evitar, lo que vivieron en su infancia con sus respectivos herma-
nos y hermanas. Quienes fueron hijas o hijos únicos, improvisarán o tenderán
inconscientemente a paliar algo que ellos no tuvieron.
• No es necesario idealizar el vínculo entre hermanos. Tiene sus luces y sus som-
bras. Por un lado, aprendizaje, compañerismo, juegos en común, protección, po-
sibles modelos de comportamiento… Por otro, competitividad y peleas, celos,
necesidad de distinguirse y encontrar el propio espacio. Por encima de todo, la
posibilidad de contar con una red de apoyo más intensa y extensa en el futuro.
• Para madres y padres, el tener más de un hijo, aparte del esfuerzo económico
de tener que cubrir más necesidades o de tener que satisfacer menos deseos
personales, supone fundamentalmente tener que incrementar el grado de aten-
ción y la capacidad de sorpresa. Estar abiertos al enriquecimiento que supone
bregar con demandas simultáneas y contradictorias a veces procedentes de los
hijos. Enfrentarse a personalidades diferentes –a veces opuestas– y responder,
por un lado, con pautas comunes y, por otro, de forma personalizada y diferen-
te sin caer en la arbitrariedad ni en el agravio comparativo entre hermanos.

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13
Solidaridad, compañerismo, amistad

Muchas de las madres y de los padres adoptivos hemos necesitado, antes


de serlo, despejar dudas, recoger información, recibir ánimos, pedir ayudas
puntuales. Y quien no quiere hacerlo todo en solitario por un prurito de auto-
suficiencia, por vergüenza de pedir o, simplemente, por desconocimiento,
siempre encuentra a alguien dispuesto a responder, compartir su experien-
cia, animar en momentos de desánimo e, incluso, hacer alguna gestión. Y es
raro que quien ha recibido todo esto en su momento no esté dispuesto a
continuar la cadena cuando alguien lo solicita.
En nuestro caso, Manolo Grandal y Ronte Alonso, que fueron de los primeros –tal
vez la primera pareja– que adoptaron una hija nacida en China, nos recibieron con
los brazos abiertos cuando quisimos conocer a su primogénita, saber de su expe-
riencia y pedir información sobre los pasos a dar. Era una época en la que no exis-
tían en España publicaciones sobre la adopción internacional ni se habían
constituido las ECAIs [Entidades Colaboradoras para Adopción Internacional].
Realmente nos animaron con un entusiasmo más que necesario en momentos de
desconocimiento e incertidumbre. Actualmente son padre y madre de tres hijas y
un hijo, todos ellos nacidos en China. Desde entonces, como caras visibles de
ANDENI [Asociación Nacional en Defensa del Niño], junto con Meixian Sun
Calatayud, Salvador Gago, Ricardo Plensa, y otras personas que haría la lista
interminable, han ayudado a centenares de madres y padres adoptivos. Otros,
cada uno a nuestra manera, y según nuestras capacidades y medios, hemos
seguido después su ejemplo.
Desde el principio nos dimos de alta en ANDENI, y asistimos asiduamente a las
reuniones hasta que los preparativos del viaje para la primera adopción, y poste-

CIENTO SIETE 107


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

riormente la adaptación de nuestra primera hija y nuestro aprendizaje como


padres primerizos, nos hizo imposible toda participación directa, excepto nuestro
apoyo como asociados y nuestra asistencia a algunos de los encuentros anuales,
que han llegado a ser multitudinarios. Al principio, incluso íbamos al aeropuerto a
juntarnos con decenas de madres y padres que íbamos a dar la bienvenida a los
que llegaban de Pekín con sus hijas e hijos en brazos. En esos momentos, ¡el
aeropuerto de Barajas era una fiesta!
Y cuando escribo aeropuerto de Barajas no me llegan asociados a mi mente el
rugir de motores de avión ni el tráfago constante de pasajeros. Mi memoria me
lleva a agradecer la eficacia y la delicadeza del trabajo de la Agencia de Viajes de
Mujeres Chinas [China Women Travel Service], que facilitaron nuestros dos viajes
de ida y vuelta a China. La primera vez a través de ANDENI, en la segunda adop-
ción, directamente, mediante correos electrónicos y faxes. Lili, su presidenta, una
mujer encantadora y amorosa ha estado en diversas ocasiones en España, invi-
tada por ANDENI.
Igualmente nos fue de enorme ayuda para la segunda adopción el Servicio de
Adopción Puente de Amor [Bridge of Love Adoption Service], más conocido como
BLAS. Es una Agencia creada por el Estado chino para facilitar y agilizar los trá-
mites del Centro Chino para Asuntos de Adopción [CCAA]. Nos tuvieron al tanto
del expediente y nos dieron datos más precisos sobre nuestra segunda hija. Un
informe actualizado y traducido al castellano en el que constaba su fecha de naci-
miento, altura y peso, características físicas y condiciones de salud y detalles tan
tiernos como su carácter y preferencias en los juegos. Pero lo más emocionante
era el final del informe: “¡Felicidades! ¡La niña es muy bonita y sana!”. Después de
tantos meses de gestiones burocráticas, nos sentíamos más cerca de las perso-
nas chinas a las que no conocíamos que de los funcionarios de nuestra propia
ciudad. Ese pequeño toque de calidez humana todavía me emociona cuando lo
releo y transcribo.
Casi por las mismas fechas que ANDENI, se creaba AFAC [Asociación de Familias
Adoptantes en China], con sede en Barcelona. Desde la segunda mitad de los
años noventa, han ayudado a miles de madres y padres adoptantes con una pági-
na web, que fue pionera en su momento, y un foro muy activo. Sin su ayuda y la
de los que participaron más activamente entre el año 2000 y el 2002, nuestra
segunda adopción no hubiera ido tan fluida como fue. Todavía conservamos cen-

108
solidaridad, compañerismo, amistad

tenares de escritos cruzados entre los que participaban en el foro, datados entre
los años 2000 y 2002. En ellos se hablan de miedos y esperanzas, se cruzan infor-
maciones concretas sobre gestiones a hacer y dónde hacerlas, los días que que-
dan para recibir la invitación a viajar según el número de expediente, las cosas
necesarias para llevar en el viaje, gastos de estancia, trucos para bregar con difi-
cultades materiales y emocionales, significados de nombres chinos. Se dan reco-
mendaciones prácticas y consejos para el viaje, para los primeros momentos de
encuentro, para la adaptación posterior. Toda una wikipedia práctica para este
trance, que se vive como tal hasta que pasan unos años.
Se buscan contactos para viajar juntos y se formulan centenares de preguntas
sobre los temas más diversos, relacionados todos con ese gran paso que supone
adoptar. Ese gran viaje de ida y vuelta. Se plantean cuestiones éticas, filosóficas,
sociales y políticas que suscita la adopción. Se comparten experiencias muy emo-
tivas y se consolidan relaciones virtuales que, en algunos casos, se convierten en
amistades muy reales. La sensación que queda cuando se participa y cuando se
releen los textos –o cuando se entra en el actual foro– es la de pertenecer a una
gran familia, en la que no importan las diferentes sensibilidades, el nivel económi-
co y cultural, la lejanía o cercanía geográfica, las creencias ni las ideologías. Sólo
cuenta el objetivo final de los que todavía no han adoptado y la experiencia común
de los que ya lo han hecho. Y las ganas de hacerlo bien y de ayudar a los que vie-
nen detrás. Sus caras más visibles, Asun Loste, Enric Méndez y Roberto Pili, éste
último, padre, no de una, sino de tres hijas nacidas en China.
Rafa Bonacasa, asiduo de la lista en un periodo, la describía así en su despedida
de este foro, en octubre de 2002: Desde hace algún tiempo la lista Adopchina se
ha convertido en un importante lugar de encuentro de familias y observadores
estudiosos, desde donde cientos de personas comparten una inquietud y una con-
secuencia común: la adopción y sus nervios… Es una lista muy a tener en cuen-
ta a la hora de sentirse acompañado en un camino que a uno se le figura largo,
complejo, amargo, cuando uno se embarca en la hermosa decisión de ser padres
por la vía de la adopción. Gracias a esta Lista se hace dicho camino menos largo,
mucho menos complejo y algo menos amargo.
En la mayoría de las ocasiones, la cercanía del lugar geográfico es lo que impul-
sa a participar en reuniones preparatorias o festivas y a colaborar en una u otra
de las múltiples organizaciones privadas que han ido surgiendo. En nuestro caso,

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La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

también nos dimos de alta en ATLAS [Asociación en Defensa de la Adopción],


constituida en septiembre de 1998, con sede en Getafe [Madrid] y formada por
unas 100 familias, pero con adopciones procedentes de todos los países y no sólo
de China. Su cara más visible, Francisco J. Rúa, promovió también, junto con
otras personas, la creación de CORA [Coordinadora de Asociaciones en Defensa
de la Adopción y el Acogimiento], de ámbito nacional, y constituida por una vein-
tena de asociaciones privadas. Al igual que con ANDENI, con ATLAS participamos
durante algunos años en fines de semana en familia, comidas conmemorativas,
conferencias y otros actos que ayudan a no sentirse aislados en las cuestiones
que específicamente plantea el hecho de ser madres y padres adoptivos.
En otras ocasiones, nos reunimos al margen de cualquier asociación y estableci-
mos amistad con padres y madres que quisieron que sus hijas continuasen apren-
diendo chino, y compartimos profesoras durante algunos años. Pero las amista-
des más duraderas, las hemos establecido con aquellos con los que compartimos
viaje y estancia en la misma ciudad y cuyas hijas fueron acogidas en la misma ins-
titución. Solemos reunirnos cada año en una Comunidad Autónoma distinta, según
a quién le toque organizar el encuentro. Un primer encuentro, con las familias con
las que coincidimos en Hefei, en mayo de 1999. Un segundo, con las familias con
las que viajamos a Cantón en diciembre de 2002. A lo largo de los años, ya no
tenemos tanta necesidad de compartir dudas y satisfacciones. Ni tampoco de can-
tar las excelencias de nuestras respectivas hijas, enjugándonos la baba que se
nos ha caído a todos durante los primeros años. Actualmente, nos reunimos sim-
plemente por amistad y por participar, una y otra vez, en la felicidad de nuestras
hijas cada vez que nos reunimos. Es sorprendente que niñas que no se ven a
veces sino una vez al año conserven su alegría al encontrarse, su facilidad de
comunicación y, a veces, el recuerdo de un lejano compañerismo. En alguna oca-
sión han reanudado lazos emocionales que no tienen nada que ver con el roce
diario. Y madres y padres disfrutamos como enanos viéndolas crecer año tras año,
en edad, sabiduría y gracia.
Otro tipo de solidaridad importante es el de familiares y vecinos. En mi familia
numerosa, la noticia de nuestra primera adopción fue acogida con cierta sorpresa,
curiosidad y una cierta contención emocional. Son muy racionales y poco expre-
sivos de sentimientos. Lucía Chun Jiao fue recibida desde el principio como una
sobrina más para hermanos y cuñadas y como la decimosexta nieta de mi madre.
Un ensanchamiento de los encuentros familiares, teniendo en cuenta que ya

110
solidaridad, compañerismo, amistad

habían nacido varios bisnietos. En el fondo, [y esto lo imagino pues nunca me lo


han dicho], estaban orgullosos de que procediese de China, en lugar de cualquier
otro país. Este hecho nos remontaba a todos a los abuelos de mi abuela materna,
afincados en Manila procedentes de China en el siglo pasado.
La familia de Isabel me sorprendió y conmovió al mismo tiempo. Su representa-
ción en el aeropuerto fue multitudinaria. Las visitas a casa constantes. Durante las
primeras fiestas de Navidad, Año Nuevo y los primeros cumpleaños, Lucía fue la
reina de la fiesta. La mimaban, agasajaban y regalaban, a pesar de que todas las
hermanas y cuñados tenían sus propios hijos y que entre sobrinos y sobrinas,
parejas respectivas, primos y primas, y los primeros nietos de esta última década
se podría poblar un pequeño pueblo de estos que van quedando abandonados.
Con el paso del tiempo y de la novedad, las cosas se han normalizado y las rela-
ciones son las normales de cualquier familia numerosa. Más cercanas y frecuen-
tes con unos y más esporádicas con otros. El hecho de que nuestras hijas sean
adoptadas, procedan de un país lejano y llamen la atención por su belleza exóti-
ca ha pasado a un segundo plano. Ya no se trata de admiración ni solidaridad, sino
simplemente de familiaridad. Cuando van al pueblo de sus abuelos maternos, son
recibidas como dos miembros más de la familia López García.
A medida que hemos entrado en los gozos y rutinas de ser madre y padre, se han
ido diluyendo ciertas características de ser adoptivos. Ayudamos a quien lo solici-
ta, dando información, encontrándonos con quien desea conocernos y conocer a
nuestras hijas, reenviando a las asociaciones pertinentes a quien lo necesita, pero
ya no hacemos “apostolado” ni “proselitismo”, muy naturales en quien está entu-
siasmado con su experiencia de novicios o novatos. Somos ya “veteranos” y no
se ha enfriado el entusiasmo, pero el tiempo y la energía son absorbidos en los
nuevos retos de dos hijas que crecen: tareas escolares, cumpleaños, amistades,
actividades extraescolares, desacuerdos entre ellas por un exceso de competitivi-
dad teñida a veces de celos, cambio de hábitos nuestros, para enseñar con el
ejemplo y no con sermones. Como cualquier madre y cualquier padre con hijas de
esta edad. La única diferencia es que nuestra edad nos impone algún límite de
energía, que queda compensado, en mi opinión, por un poco más de experiencia
vital, de sueños ya cumplidos y no aplazados para el futuro y, sobre todo, una
mayor dosis de realismo en cuanto a las expectativas que tenemos sobre nues-
tras hijas.

111
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Admiro a quien compagina todo esto con una tarea continuada en la ayuda a
madres y padres adoptantes desde las asociaciones y las ECAIs o desde los dife-
rentes foros de internet y revistas especializadas. Algunos han convertido esta
ayuda en una especie de segunda profesión, en un apostolado laico, en una acti-
vidad solidaria y desinteresada. Desde estas páginas, toda mi solidaridad y cari-
ño, pues gracias a ellos, no sólo puede encontrarse información muy completa y
apoyo emocional, sino que también hemos podido tener presencia pública como
colectivo ante la opinión pública, la Administración del Estado y las Administra-
ciones de las respectivas Comunidades autónomas.
Por nuestra parte, seguimos disponibles para ayudas y esfuerzos puntuales. Cada
edad tiene su tarea y su contribución. Nuestro grano de arena fue ya puesto al
abrir la vía en la Comunidad de Madrid, y en su momento, para poder adoptar sin
tener que pasar por una ECAI. También para inaugurar el viaje por Hong Kong,
sin pasar por Pekín, antes de que existiese el consulado español de Shanghay.
Esperamos también, que nuestro testimonio desde estas líneas contribuya a ani-
mar, reafirmar, suscitar el debate en las cuestiones abiertas y contribuir a aumen-
tar la solidaridad, el compañerismo y la amistad, en aquello que tenemos en
común, sin perder nuestras diferentes identidades en lo profesional, geográfico,
político o ideológico.

Puntos de reflexión

• Desde el momento en que alguien se plantea la posibilidad de adoptar ha de


saber que cuenta de antemano con una extensa red de apoyo totalmente
desinteresada. Adoptantes dispuestos a informar y animar, así como multitud
de asociaciones, webs y listas de correos, algunas generales, y otras especia-
lizadas en determinados países.
• Siendo la adopción un largo viaje que se inicia mucho antes de tener al ansia-
do hijo o hija en brazos y que no termina cuando ha conseguido este primer
objetivo, es muy conveniente no aislarse, sino formar parte, cada uno en la
medida de sus necesidades y de su disponibilidad, en esta extensa red de
madres y padres adoptivos. No es una mafia. Simplemente un grupo social sig-
nificativo unido por un hecho existencial muy importante en la vida de cada uno
de sus miembros.

112
solidaridad, compañerismo, amistad

• Es raro encontrar a madres y padres adoptivos que no estén dispuestos en


algún momento a informar, apoyar y animar a quien de algún modo lo necesi-
te y lo solicita.
• Durante las fases más críticas de la adopción –decisión, preparación del expe-
diente, viaje y dos primeros años–, es muy conveniente no aislarse y echar
mano de lo que se tiene alrededor. De todos aquellos recursos que están fácil-
mente disponibles.
• La amistad entre algunas madres y padres adoptantes es tan legítima y sólida
como la amistad que se establece por vecindad, intereses profesionales com-
partidos, estudios en común en el pasado, u otras afinidades socioculturales.
Regarla produce la doble satisfacción de disfrutar de la compañía de los ami-
gos y de contemplar juntos la evolución de nuestras respectivas hijas e hijos.

113
14
La integración de la diversidad

Ha llovido mucho desde que madres y padres adoptivos tuvieron que empe-
zar a dirigirse a otros países, porque ponerse en la lista de espera para adop-
tar en España podía suponer esperar hasta cinco o más años. Algunas veces
la espera ha durado ocho años. En algunas Comunidades las listas se ha-
bían cerrado temporalmente, porque no había suficientes niños susceptibles
de ser adoptados en relación con la demanda creciente de parejas que que-
rían ser madres y padres adoptivos. En poco más de una década, la adop-
ción ha pasado de ser un hecho privado a constituir un fenómeno social. Y
esto ha supuesto tener que adaptar la legislación vigente, elaborar nuevas
normas, suscribir convenios internacionales, firmar acuerdos bilaterales
con numerosos Estados y crear Organismos estatales especializados. Un
asunto de Derecho Civil privado se ha convertido en un asunto de Derecho
Administrativo y de Derecho Internacional, público y privado.
Una condición que parecía vergonzante y, por tanto, se mantenía en secreto, se
ha convertido en muy poco tiempo en algo aceptado, conocido, comentado conti-
nuamente en los medios de comunicación, objeto de estudio y tema cinematográ-
fico y literario. De hecho, cada vez es más frecuente ver anuncios en que apare-
cen niños españoles de otras razas junto a sus padres. Desde el momento en que
se decide ser madre o padre de una niña o un niño nacido en China, India, Haití,
Etiopía, Colombia, Nepal o Kazajastán, por poner varios ejemplos, se está prepa-
rado para recibir la mirada ajena. Es como ir con un cartel por la calle: mi hija o mi
hijo ha sido adoptado. O lo que es lo mismo: soy madre o padre adoptivo. Y esto,
que cada vez llame menos la atención en grandes ciudades, quizá necesite para
ser aceptado socialmente un mayor tiempo en poblaciones más pequeñas.

CIENTO QUINCE 115


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Aquí se produce una doble diversidad. En primer lugar, somos padres y madres
no biológicos, pero con todos los derechos, obligaciones, preocupaciones y satis-
facciones de cualquier madre o padre. Pero el hecho de la adopción implica cier-
tas vivencias y un tipo de problemática que no tienen el resto de madres y padres.
Somos distintos, pero no diferentes. Lo mismo que nuestros hijos e hijas. En
segundo lugar, el hecho de que éstos pertenezcan mayoritariamente a una raza
distinta implica igualmente aumentar el amor y el apoyo a nuestras hijas e hijos
para facilitar la construcción de su propia identidad. Igualmente es necesario incre-
mentar el grado de madurez y serenidad ante los más que probables comentarios
que tendremos que oír en algunas ocasiones. Cuanto más claro y asentado ten-
gamos estos dos hechos distintivos, que no hechos diferenciales [e insisto, porque
somos distintos, pero no diferentes], más fácil será para nuestras hijas e hijos res-
ponder emocionalmente a las miradas, gestos y palabras de otros niños o de sus
padres y madres.
Varios recuerdos me vienen a la memoria. Al mes de llegar nuestra primera hija,
una amiga le dijo mirándola a los ojos: “No sabes la suerte que has tenido. ¡Es
como si te hubiera tocado la lotería!”. El comentario me sorprendió. En primer
lugar, parecía dicho a nuestra intención, porque ella todavía no entendía espa-
ñol. Por otro lado, parecía que nos estaba halagando por lo que habíamos
hecho, pero yo sentía que era un comentario totalmente inexacto e inoportuno.
Nosotros sentíamos realmente que era a nosotros a los que nos había tocado la
lotería. Éramos los que habíamos tenido la suerte de que un largo proceso, que
había comenzado años atrás, hubiera culminado con una hija que se mostraba
alegre, curiosa, simpática, además de estar básicamente sana y ser guapa. He
leído decenas de testimonios de otras madres y padres que han tenido que oír
comentarios parecidos o preguntas descaradas, malintencionadas o, cuando
menos, inoportunas. Otras veces, sin mala intención, quienes hacen preguntas
o comentarios son personas que consideran una heroicidad o un acto de gran
generosidad ser madre o padre de un ser no nacido de las propias entrañas y
que no tiene los mismos genes. Y madres y padres adoptivos solemos pensar, y
a veces comentar, que es difícil explicar que no lo sentimos así y que esas per-
sonas no saben lo que se pierden.
En otra ocasión, paseando por un parque, dos niñas pequeñas que iban de la
mano de su padre, no dejaban de mirar a nuestras hijas y de comentar al mismo
tiempo: “¡Papá, son chinas, papá, son chinas!”. El padre, algo avergonzado, ace-

116
la integración de la diversidad

leró el paso, tras echar una mirada de soslayo. En esos momentos, comprendí cla-
ramente que los niños reaccionan en función de la posición de sus padres, de los
comentarios que oyen en su entorno familiar. Me hubiera parecido más adecuado
que les hubiera hecho algún comentario o incluso que se hubiera detenido a char-
lar con nosotros.
Pero lo cierto es que España en los años 70 era un país monocolor y que, de ser
un país exportador de emigrantes, se ha convertido en un país receptor de inmi-
grantes, en sólo una o dos generaciones. La adopción internacional ha venido a
sumarse a que España se convierta en un país multicolor. Pero los hechos se han
adelantado al cambio total de mentalidad. Lo normal es que todavía puedan pre-
guntar a mis hijas o a cualquier niño de raza diferente: “¿De dónde eres?”. Y la
mayoría de los padres y madres adoptivos, que hemos vivido en un país en donde
las cuestiones raciales no han sido hasta ahora motivo de estudio ni de enconos
como, por ejemplo en Estados Unidos, solemos responder que son españolas
nacidas en tal o cual país, o simplemente que son de la ciudad en donde viven.
Pero esto no suele bastar al interlocutor. Y es frecuente que se permita preguntas
o comentarios impertinentes del tipo: “¿Y por qué no habéis adoptado a un niño
del Este que se parece más a vosotros?” O “¿Es hija vuestra o es adoptada?” o,
lo que es peor “¿Y os ha costado mucho?”. A cada pregunta he respondido con
contundencia, pero no sin cierto enojo al comprobar que los atavismos y prejuicios
son lentos de erradicar.
Afortunadamente no he oído comentarios como los que recoge Beatriz San
Román en una completísima ponencia presentada en el I Forum Internacional de
Infancia y Familias, celebrado en Barcelona en 2006. La tituló muy expresiva-
mente: “Yo chocolate, papá galleta. Adopción y estereotipos raciales: la expe-
riencia de las familias”. Una niña le dice a su madre: “Mamá, ¡esa niña negrita le
ha llamado mamá a esa señora!”. Y la madre responde: “Calla hija, que ella tam-
bién es una criatura de Dios y no tiene la culpa de nada”. Parecería un chiste de
los años cuarenta, si no fuera un hecho real que debió producir perplejidad e
indignación a la madre adoptante. Otro comentario recogido en esta misma
ponencia: Ante un niño de tres años que había cogido una rabieta en el parque,
porque no quería volver a casa, un transeúnte exclamó: “¡Qué salvaje, tendrían
que devolverlo a la selva!”. Me pegunto si se hubiera atrevido a decir: “tendrían
que devolverlo al vientre de su madre”, si no hubiera sido adoptado y, además,
no hubiera sido de piel oscura.

117
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Ante este tipo de preguntas y comentarios, es fundamental que cualquier res-


puesta que demos esté dirigida a proteger, educar y dar sostén emocional a nues-
tros respectivos hijas e hijos. Hacerles ver que podemos contestar o no si queremos,
lo mismo que pueden hacer ellos, pues no tenemos control de las preguntas y de
los comentarios, pero sí de nuestras respuestas y silencios. No valen respuestas
hechas. Lo importante es la reflexión previa y la seguridad que tengamos en noso-
tros y la que podamos transmitir a nuestros hijos.
En el colegio de nuestras hijas se insiste afortunadamente en la enseñanza de
ciertos valores. Entre ellos, el del respeto de la persona, con independencia de su
raza, condición o creencias. No obstante, durante los dos primeros años, echamos
de menos más mezcla interracial y algún que otro padre o madre adoptivos.
Actualmente, ya no somos los únicos en lo uno ni en lo otro. Pero seguimos sien-
do gotas de agua en un océano de uniformidad.
Sin embargo, existe un signo de que esta doble diversidad –adopción y raza– se
van convirtiendo en algo más habitual día a día. Hace unos años, cuando nos cru-
zábamos con alguna niña pequeña nacida en China y con sus padres españoles,
era frecuente que nos detuviésemos a charlar unos instantes, y que nos interesá-
ramos recíprocamente por el lugar de nacimiento y la fecha de venida a España.
Actualmente es algo tan frecuente que las miradas se cruzan como se cruzan la
de cualquier otra madre o padre con sus hijos. Si acaso, con un destello de com-
plicidad del tipo: “Sé por dónde has pasado y las muchas satisfacciones que estás
teniendo. Enhorabuena”. Y eso es todo.
Pero no todo son satisfacciones. Hay otra diversidad o hecho específico que pro-
duce temor en muchos adoptantes. El hijo o hija, por pequeño que sea cuando es
adoptado, tiene un pasado. Tiene o ha tenido una madre y un padre biológicos. He
oído a madres temerosas de que un día quieran volver con ellos. He oído a
muchos padres y madres negar la memoria de éstos, como si nunca hubieran
existido. Este empeño por borrar el pasado, no sólo es contraproducente, sino
que, además, puede estar abocado al fracaso. Recuerdo a una madre empeñada
en que su hija adoptada con siete años dejara de comer desde el primer día la
comida nacional y le gustara el chorizo, la tortilla de patatas y el gazpacho. Tal vez
su intención era inocente, pues quería que la adaptación fuese lo más rápida posi-
ble. Pero, en cualquier caso, estaba mostrando su cortedad de miras, su falta de
paciencia y el deseo de cortar a su hija con un patrón establecido, sin darse cuen-

118
la integración de la diversidad

ta de que es un ser independiente, con su propia personalidad, sus propios recuer-


dos, sus propios sentimientos y su destino singular y único.
En nuestro caso, Isabel y yo siempre mantuvimos un sentimiento de respeto e infi-
nito agradecimiento hacia los progenitores de nuestras dos hijas. Personalmente
no los idealizo, pero prefiero pensar en algo tan común en China como la extrema
pobreza, la repetición de catástrofes naturales o el simple deseo de querer evadir
la ley del hijo único, en lugar de imaginar desamor, crueldad, desinterés o cual-
quier otro tipo de maldad como causas del abandono.
Y este hecho distintivo es algo que habrá que explicar una y otra vez, a medida
que vayan preguntando, y habrá que adaptar la respuesta a la comprensión de
cada edad. Ya he oído de nuestras hijas preguntas como “¿Es que mi mamá no
me quería?” o “¿Mis papás eran pobres?” o “¿Tú crees que están vivos?”. Últi-
mamente, la primogénita ya ha aventurado varias veces: “A mí me gustaría ir a
visitarles”.
Las respuestas repetidas una y otra vez: “Te quería tanto que seguramente quiso
asegurarse de que pudieses ser feliz teniendo otras oportunidades”. “Es posible
que fuesen pobres y que algún tipo de acontecimiento hiciera que en algún
momento no te pudieran alimentar”. “Es muy probable que estén vivos, porque
seguramente serán más jóvenes que yo”. “Un día viajaremos a China, pero va a
ser casi imposible encontrarles, porque allí no suelen dar ningún tipo de informa-
ción sobre esto y, seguramente, ni siquiera la tengan”.
En Estados Unidos, existe una organización, Research-China.org, que intenta
rastrear los orígenes de las niñas y los niños adoptados procedentes de China.
Creada por Brian Stuy y su esposa de origen chino, Longlan, tienen tres hijas
adoptadas en China. Ellos envían confidencialmente por internet la reproducción
de los datos que existen en cada provincia china. Desde 1999, el gobierno chino
obliga a que cada orfanato mantenga un registro de avisos públicos de abando-
nos. En un periódico local se publica la noticia de cada niño o niña abandonada,
así como los datos disponibles: lugar donde fue encontrada, hora y fecha, nombre
y fecha de nacimiento, que a veces tienen prendidos en la ropa, así como cual-
quier otro dato disponible y que sea relevante.
Gracias a esta herramienta de comunicación instantánea y global, se han produ-
cido historias tan tiernas y sorprendentes como la del encuentro de dos niñas

119
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

amigas, adoptadas respectivamente por una pareja estadounidense y una pareja


española. La madre americana contactó con los padres españoles tras una emo-
cionante investigación que acabó en un encuentro de las familias respectivas y en
un inesperado reencuentro de las dos amigas de infancia. La adopción, en este
caso, ha sido el puente que ha unido en amistad a dos familias separadas por un
océano, que, de otro modo, jamás se hubieran conocido. Sí que merece apostar
por este tipo de globalización de los sentimientos y de la amistad, más allá de las
distancias geográficas, lingüísticas y culturales.

Un testimonio esperanzador [Montse Lugano]

A menudo, para mi ser madre [adoptiva, ¡que a veces me olvido!] de dos niñas
negras es como andar sobre la cuerda floja, pero sabiendo que, si pierdo el equi-
librio, quien se cae no soy yo, son mis hijas. Y eso me da mucho miedo. Ser madre
de una niña negra significa:

–Aprender lo que es el racismo y tener que aprender a combatirlo.


–Sentirte algo negra y desear ser negra como tu hija.
–Aprender a responder a tono y según las circunstancias a los comentarios de
cualquiera, familiar o desconocido… ¡Todos se sienten con derecho a interrogarte!
–Enseñar a tus hijas a proteger su intimidad, sin esconder su realidad [y eso es
muuuuuuuuy difícil].
–Sentirte un poco culpable por haberlas traído a este mundo tan blanco…
–Interrogarte continuamente sobre qué es la identidad y para qué sirve.
–Desear para tus hijas lo mejor, sin tener claro qué es lo mejor. ¿Que se sien-
tan africanas, cuando de africano solo tienen las personas que las engendraron?
¿Sentirse europeas, cuando muchos europeos no las reconocerán jamás como
tales? ¿No sentirse nada?
–Esperar que sean guapas, simpáticas e inteligentes, para que el mundo “las
trate bien” y les “perdone el ser tan negras”. Esperar que salgan cirujanos, cientí-
ficos… Sabiendo que eso no asegura la felicidad.

120
la integración de la diversidad

Cuando decidí adoptar me planteé cuáles eran mis límites:


¿Un niño que no tenga nuestro ADN? Por qué no… El equilibrio mental de mi fami-
lia da asquito, y si vierais a mi suegra…
¿Un niño negro? Sí, no soy racista, adoptaría hasta un niño suizo y tengo muchos
más prejuicios contra los suizos. Además, el racismo es algo bastante superado
en Europa… Así que comencé con una base errónea y sin pensar en los proble-
mas que podría tener esa personita por el hecho de ser diferente.
Dicen que uno de los elementos fundamentales para crear nuestra identidad es
nuestro aspecto exterior, nuestra “raza”. Entonces la “raza”, el “color de la piel”…
¿son importantes? ¡No lo sabía! Así que voy a hacer el esfuerzo de enseñarle algo
de su [¿su?] cultura de origen. ¿Pero qué cultura de origen si cuando llegó no
tenía ni un año? No lo sé…Yo, apátrida, no creyente y algo cínica, pero MADRE,
voy a tener que enseñarles a querer y respetar un país que no conocen y –dicho
sea de paso– yo tampoco. Mostrarme firme durante la fase del rechazo a los orí-
genes, hablar siempre con respeto de sus padres biológicos, mostrando siempre
comprensión, aun cuando uno no comprende nada…
Ser madre de una niña negra, a veces, muchas veces, duele. Duele porque la
quieres, así como es, ¡perfecta!, y sabes que este mundo perfecto no es y la hará
sufrir. Comencé esta aventura de un modo inconsciente e ignorante y no me arre-
piento. Porque, aunque duela, también llena, alegra la vida, te hace pensar, bus-
car recursos, tener ganas de combatir la injusticia y de cambiar el mundo; en resu-
men, te entran ganas de ser una persona mejor. Y se me ocurre… ¿y si todos los
blancos adoptaran a un negro? [Blog postadopción.org]

Puntos de reflexión

• Muchas personas se preguntan por qué madres y padres adoptivos van tan
lejos, en lugar de adoptar niños nacidos en España. Actualmente hay unos
30.000 niñas y niños españoles tutelados por los Servicios Sociales de las
respectivas Comunidades Autónomas. Sólo un 10% son susceptibles de ser
adoptados plenamente. Por poner un ejemplo, sólo en la Comunidad valen-
ciana se registraron entre 1999 y 2006 cerca de 5.000 solicitudes de adop-
ción nacional.

121
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

• Las madres y padres adoptivos de hijas e hijos procedentes de otros países


han de afrontar la doble diversidad que supone para la mirada social el no ser
madres y padres biológicos y el constituir en muchas ocasiones familias inte-
rraciales.
• La adopción no termina con el proceso de ser declarado idóneos, la asignación
de una o de un hijo y la llegada al hogar. Empieza entonces un proceso de
mutua adopción y adaptación, de afirmación recíproca de una nueva condición
social y de continuo aprendizaje y cambio a medida que hijas e hijos adoptivos
van haciendo preguntas y reafirmando su propia identidad.
• Ante las preguntas indiscretas hay que dar ejemplo a los hijos de que se tiene
derecho a responder o a guardar silencio. Ante los comentarios fuera de tono,
lo esencial no es poner a quien los hace en su lugar, sino afianzar la propia esti-
ma y la seguridad de los hijos.
• Las charlas, conferencias, foros, cursillos y encuentros no deberían dejarse de
lado una vez que se ha conseguido adoptar. Es entonces cuando empieza un
verdadero proceso que se puede recorrer en compañía y con asesoramiento,
en lugar de tener que sumirse en la incertidumbre o tener que trazar de nuevo
caminos ya recorridos por otros.
• El apoyo de la propia familia de origen es esencial para la integración del hijo
adoptado. Eso no excluye el trabajar psicológica y emocionalmente el vínculo
roto con la familia biológica. En un nivel muy subconsciente, siempre pueden
aparecer sentimientos encontrados, deseos de conocer los orígenes, una cier-
ta lealtad que puede ser paradójica respecto a la madre y al padre biológico.
No hay que asustarse. Simplemente estar abierto a escuchar y dialogar, a
aprender y no sólo a imponer conceptos o actitudes personales.
• Aunque las hijas e hijos adoptados estén plenamente integrados en su nuevo
medio familiar, escolar o comunitario, no está de más el encuentro de vez en
cuando con niñas y niños adoptados y también de su país natal, para que
sepan que no son bichos raros, sino una minoría cada vez más significativa,
dentro de una sociedad que mayoritariamente es distinta.

122
15
Ir creciendo en salud

Crecer en edad, sabiduría y gracia significa que nuestros hijos e hijas vayan
integrando en sus vidas más salud física, mental, emocional y espiritual.
Salud espiritual entendida como salud integral, no compartimentada. Una
salud basada en la armonía entre el interior y el exterior, el organismo y el
entorno, el yo y el tú. Una salud que no considere el cuerpo una simple
máquina hecho de piezas que pueden recambiarse. Una salud que tenga en
cuenta también la armonía global: tener un propósito en la vida, ser capaz
de amar y ser amado y alimentar el sentimiento de solidaridad hacia todos
los seres vivos.
Una de las preocupaciones comunes de madres y padres adoptivos suele ser el
estado de salud que tendrán sus hijas e hijos en el momento de la adopción.
Muchos especifican en la solicitud que el futuro hijo esté sano. Esto que puede
parecer egoísmo o capricho es un síntoma de simple realismo. Adoptar a un
menor con problemas específicos de salud requiere una actitud y una preparación
especiales. Hay personas preparadas y admirables que adoptan, aun a sabiendas
de que existe una enfermedad o que incluso hacen constar que no les importa. En
ocasiones, sobre todo en adopciones nacionales, piden expresamente a un menor
que tiene necesidades especiales de atención.
Si se consultan las diferentes estadísticas sobre trastornos de salud de los meno-
res adoptados procedentes de otros países, llama la atención la enorme lista de
trastornos. Leerla entera es comprar papeletas seguras para el desánimo. Por
ejemplo, basta con leer los completísimos cuadros de enfermedades y sus inci-
dencias del número 2 de los Anales de Pediatría, del informe “Adopción interna-
cional: guía de informaciones y evaluaciones médicas”, elaborado por G. Oliván

CIENTO VEINTITRÉS 123


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Gonzalvo, Director del Servicio de Pediatría del Instituto Aragonés de Servicios


Sociales, para volverse hipocondríaco. La buena noticia es que el porcentaje de
niños y niñas que padecen los síntomas más graves es realmente reducido. La
otra buena noticia: los trastornos más frecuentes como malnutrición, déficit vita-
mínico, parásitos intestinales, alergias, intolerancias a ciertos alimentos y otros
similares suelen desaparecer en el primer año, o en los siguientes, pues normal-
mente vienen asociados a la pobreza del entorno de procedencia y a las caren-
cias de la crianza. Por otra parte, muchos de los problemas que en países más
pobres se consideran graves, en los países desarrollados se resuelven con la
medicación adecuada o pequeñas operaciones. Por ejemplo, en China, un niño
con labio leporino tendrá menos posibilidades de ser operado en un orfanato que
de ser operado en su país de acogida cuando es adoptado. A esto hay que aña-
dir que, así como en países como China, probablemente los informes de vacuna-
ción y cuidados alimentarios suscitan a veces dudas sobre que se haya llevado a
cabo todo lo que se dice, en países como Rusia pueden exagerarse en muchos
casos las enfermedades del menor justamente para que sea dado en adopción.
En cuanto a trastornos psicosomáticos o puramente psicológicos, como atonía
muscular, rechazo al afecto, irritabilidad, hiperactividad, ansiedad, miedos, proble-
mas de aprendizaje, dificultades en la psicomotricidad, etc., suelen desaparecer
con el tiempo, paciencia, amor y nuevos recursos. Nuevos recursos que madres y
padres irán creando y aprendiendo a medida que se presentan todos estos retos.
Al final, la hija o el hijo adoptado empezará a confiar, a responder a los nuevos
estímulos, a poder recibir amor y a darlo.
La guía para pediatras y otros profesionales sanitarios, promovida por CORA y
ATLAS, que puede consultarse por internet tecleando “La salud en la adopción”,
es un documento muy completo para quien necesite información detallada sobre
trastornos específicos, estadísticas y recomendaciones concretas. Fue publicada
en 2005, varios años después de que nuestras dos hijas llegasen a España. Este
tipo de publicaciones, que ya no son hechos aislados, demuestra la preocupa-
ción generalizada por la salud de los niños y niñas adoptados en otros países. O
también, por ejemplo, el que surgiese ese mismo año un servicio como el que ofre-
ce la Fundación para la Asistencia, Docencia y Estudio de las Discapacidades
[FADES], con sede en Barcelona, para preparar a los futuros adoptantes sobre la
salud de sus hijos.

124
ir creciendo en salud

Si cualquier madre o padre se preocupa por la salud de sus hijos cuando son
pequeños, parece que los adoptantes añaden una dosis suplementaria de preo-
cupación, por el hecho de ignorar casi todo sobre cómo fue la gestación, la lac-
tancia [si la hubo] y las circunstancias y condiciones de los primeros meses o años
de vida de sus hijos. Además, existen ciertas características especiales sobre las
que es necesario informarse. Por ejemplo, muchos de los padres y de las madres
que han adoptado en China se han preocupado por haber observado una peque-
ña mancha, con forma de hematoma a la altura del coxis. Es una mancha abso-
lutamente generalizada en el noventa por ciento de niños africanos y asiáticos. Es
lo que se llama la mancha mongólica, a pesar de que también aparece en un cinco
por ciento de niños de raza caucásica o blanca. En muchas ocasiones, desapare-
ce con la edad.
La ignorancia y el prejuicio también han hecho temer a numerosos padres y
madres adoptantes que el pequeño aplastamiento del cráneo en la parte posterior
fuese debido a malos tratos o inmovilidad en la cuna. Generalmente es una con-
formación de raza y no es en absoluto una deformación ni influye en el grado de
inteligencia ni de ninguna otra capacidad cognitiva.
En 1999, es decir, en el siglo pasado [aunque parezca una broma, internamente
me parece que hace siglos], cuando llegó nuestra primera hija, se sabía mucho
menos sobre los posibles trastornos de salud que podían presentar los niños naci-
dos en países como Colombia, China o Rusia. A nosotros nos recomendaron
hacer un examen general en el Hospital del Niño Jesús de Madrid. Todavía recuer-
do [aunque fuera, insisto, el siglo pasado] las repetidas visitas a este magnífico
Centro especializado en enfermedades infantiles. Todo un mundo de pasillos,
enfermeras y enfermeros, doctoras y doctores, colas de madres y padres ansio-
sos, tristes o esperanzados, esperas interminables… con la ansiedad a cuestas
de tener muy pocos datos sobre el pasado de nuestra hija. Allí coincidíamos con
algunas de las parejas que habían adoptado recientemente en China, incluso en
la misma ciudad y fechas que nosotros… y nos calmábamos mutuamente dándo-
nos pequeñas informaciones útiles.
En general, tanto los adoptantes como las autoridades sanitarias desconfiábamos
de la veracidad y/o de la calidad de las vacunas recibidas que constaban en un
pequeño carné que nos habían entregado en el momento de la adopción. Muchos
médicos y centros sanitarios suelen recomendar repetir algunas de las vacunas

125
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

por si acaso. A mi mujer y a mí nos producía un gran conflicto la contradicción


entre el deseo, por un lado, de prevenir los riesgos de salud y, por otro, el de evi-
tar sufrimientos y reacciones innecesarias. Decidimos aceptar las absolutamente
obligatorias y posponer o saltar las opcionales. De hecho, nuestra primera hija
reaccionó con fiebre de varios días a algunas de las vacunas.
Ignoro si es generalizable a otras parejas, aunque intuyo que sí. Adya se preocu-
paba mucho más de la alimentación y de la salud que yo. Personalmente, me cen-
traba más en poner límites y en acelerar el aprendizaje del idioma, las novedades
del entorno y la cultura. Durante un tiempo, tal vez nuestra mayor preocupación
común fue el descubrimiento de algunas alergias, ahora ya casi superadas y,
sobre todo, la intolerancia a la lactosa. Aunque sabíamos que, en mayor o menor
grado, es un fenómeno muy común en el este y sudeste asiático, jamás hubiéra-
mos imaginado reacciones tan rápidas y virulentas como las que se produjeron
durante los primeros meses. Las primeras veces que tomó yogur o un simple hela-
do, la piel de Lucía reaccionaba a los diez minutos con ronchas, erupciones cutá-
neas y granos por todo el cuerpo. En una ocasión, acudimos a un servicio de
urgencias a altas horas de la noche, y el médico de guardia y las enfermeras duda-
ron de si se trataba de un brote de varicela o de sarampión. En poco tiempo sus-
tituimos totalmente la leche. En casa se consumió desde entonces fundamental-
mente leche y yogures de soja; la mayoría de los helados fueron sustituidos por
polos sin leche. Después de varios años, la intolerancia ha ido disminuyendo y, en
cualquier caso, las reacciones ya no son tan generalizadas. Y como todo fruto
prohibido es el más deseable, le encanta el queso.
Con nuestra segunda hija estábamos más prevenidos. Nunca tuvo los síntomas
tan acusados y, en cualquier caso, actualmente casi no manifiesta intolerancia a
la lactosa. Pero sí nos costó más meses el que ganara peso y tuviera la fuerza de
su edad. Hoy, a sus ocho años, está orgullosa de ser la que más corre de todas
las niñas y de todos los niños de su clase.
Otra cosa muy distinta fueron las batallas por conseguir que no se chuparan el
dedo. Al principio, seguíamos los consejos de todo el mundo: “A los tres años ya
no debe chuparse el dedo”. “Si sigue, tendrá problemas en la dentición y necesi-
tará un aparato”. “Si la dejáis, cada vez será más difícil”. En parte, por vergüenza
de no ser padres solícitos y, en parte, por el miedo a futuras complicaciones buco-
dentales, intentamos todas las estrategias posibles: el guante, los ungüentos

126
ir creciendo en salud

amargos, los avisos, los premios si no se chupaban el dedo, los razonamientos...


El caso es que ambas lo hicieron durante varios años. Sólo nos relajamos cuan-
do varias terapeutas infantiles nos dijeron que quitarles el dedo de la boca por
las malas podían percibirlo como una agresión. Que, finalmente, era un modo de
autoprotegerse. Aun así, sin obsesionarnos, seguíamos intentando que fuesen
dejando el hábito poco a poco. La lucha ha durado tres años en cada una de nues-
tras hijas. Ahora, parece algo del pasado, pero durante todos aquellos intermina-
bles meses nos parecían batallas perdidas.
Esto nos lleva a los conflictos emocionales. Cuando un menor es adoptado, tenga
la edad que tenga, experimenta varias pérdidas: la pérdida de su entorno, de sus
cuidadoras, de las caras conocidas, de sus hábitos de alimentación, sus horarios,
sus compañeras y compañeros. Y esas pérdidas no pueden ser compensadas de
inmediato con el amor, el cariño, las atenciones, las caricias, la mejora de la ali-
mentación, los regalos, los juguetes… Se requiere un tiempo. Y esto es funda-
mental para madres y padres adoptantes. Saber acompañar el periodo de duelo
de todas esas pérdidas, tener paciencia. Saber que no es nada personal el que el
hijo o la hija manifieste síntomas como ausencia, rechazo, rabietas, dependencia,
miedos nocturnos, hiperactividad, sumisión… No son sino mecanismos de defen-
sa ante un cambio demasiado brusco que ellos no pueden controlar. La buena
noticia es que, en general, si han sobrevivido a condiciones más duras, podrán
superar la dificultad del duelo, el esfuerzo de la adaptación. Todo lo que se puede
hacer es saberlo, esperar, contener, acompañar, no obsesionarse, confiar. Son
supervivientes de éxito.
En España no se ha investigado mucho y, en cualquier caso, no se han divulgado
ciertos síntomas de los niños que han estado en su primera infancia y edad tem-
prana en instituciones, en lugar de haber vivido con su familia. Pero, desde los
años 40 aparecieron diversos estudios en EEUU que ponían el acento en las pri-
vaciones de los primeros años de vida. La conclusión general se resumía en que
el empobrecimiento ambiental conducía al empobrecimiento de conducta y en la
aparición de síntomas de difícil diagnóstico. La Organización Mundial de la Salud,
por ejemplo, publicó en 1961 Nuevo examen sobre la privación de los cuidados
maternales, que recoge investigaciones de la psicóloga evolutiva Mary Ainsworth
sobre la vinculación del afecto y los niños institucionalizados. A partir de entonces,
han proliferado otros trabajos sobre los trastornos de este primer vínculo afectivo

127
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

y sus consecuencias posteriores en la conducta y en las relaciones de los niños


que no pudieron establecerlo en la primera infancia. Un “trastorno del vínculo” se
produce cuando el niño no puede establecer un vínculo estable, porque las cuida-
doras cambian o las necesidades básicas de alimentación, abrigo, higiene y con-
tacto físico, como besos y caricias, no son cubiertas.
Entre los síntomas que pueden aparecer durante los primeros años en muchos de
los menores adoptados, los más frecuentes serían: el afecto indistinto por los
extraños; problemas de control corporal o descontrol de los impulsos; pasividad;
falta de atención; ser excesivamente encantador con los adultos; comportarse con
mayor madurez de lo que requiere su edad o, por el contrario, con más inmadu-
rez o infantilismo; dificultades de aprendizaje y retraso escolar; no aceptar restric-
ciones a su comportamiento; excesiva timidez rayando en el temor a los contac-
tos sociales; fácil depresión ante el fracaso; baja autoestima; tensión frente a lo
novedoso; apegarse excesivamente al padre o a la madre; hiperactividad descon-
trolada…
Claro que cualquiera de estos síntomas puede aparecer en cualquier niño o niña,
con independencia de haber sido o no adoptado. Sin embargo, es más frecuente
que se unan varios síntomas en lo que se ha venido a llamar “síndrome de los
niños post-institucionalizados”. En realidad, por desconocimiento, muchos psicó-
logos, pedagogos y psiquiatras diagnostican como síndrome de hiperactividad con
déficit de atención a niñas y niños que simplemente manifiestan un “trastorno del
vínculo”. En este caso, no necesitan tratamiento médico, sino una adecuada tera-
pia infantil, más enfocada en la percepción sensorial y en la sanación de los vín-
culos emocionales.
En Estados Unidos, para que las madres y los padres no se sientan aislados, se
ha creado una red de familias para niños post-institucionalizados, que comparten
información sobre terapeutas y centros especializados. Su web: www.pnpic.org.
Como la función crea el órgano [como también lo crea la necesidad], tal vez sur-
jan en España, dentro de poco, especialistas para que nuestras hijas e hijos adop-
tados, si manifestan alguno de estos síntomas, no tengan que pasar por el calva-
rio de tests, pruebas, visitas a psicólogos, neurólogos, logopedas y psiquiatras
para ser diagnosticados en falso y ser recetados con medicamentos que nunca
curarán ni paliarán el trastorno del vínculo: algo emocional con manifestaciones
psicosomáticas que la química podrá paliar, pero nunca suplir.

128
ir creciendo en salud

Lidia, 8 años.

Puntos de reflexión

• La mayor parte de las deficiencias de salud con que nos encontramos por pri-
mera vez a nuestras hijas e hijos adoptados suelen desaparecer en un tiempo
razonable, al cambiar las condiciones de alimentación, higiene, atención, cui-
dados y cariño.
• Es conveniente que, si nuestra hija o hijos manifiesta alguno de los síntomas
enumerados, no lo consideremos un caso aislado o de mala suerte. No hay
nada de que avergonzarse. Es más frecuente de lo que se cree en el niño que
fue institucionalizado en algún momento.
• En los casos de trastornos psicosomáticos, confiar más en una terapia infantil
adecuada que en tratamientos médicos milagrosos. Sobre todo, cuando se
recomienda medicación que deba tomarse a largo plazo.
• Si no se pertenece a ninguna asociación de madres y padres adoptivos, es
muy aconsejable no aislarse e intentar relacionarse regularmente con otros
padres y madres abiertos a compartir sus experiencias.

129
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

• En cualquier caso, considerar que la salud integral es un largo proceso y no


algo que sólo debe atenderse cuando aparecen síntomas graves. Es como un
árbol que hay que cuidar día a día hasta que alcanza todo su porte y se man-
tiene y regula por sí mismo.

130
16
Nuestros maestros los niños

Un árbol adulto nunca deja de crecer. Si es un frutal, su máximo potencial se


cumplirá cuando dé el último fruto, no el año de su mejor cosecha. Los adul-
tos dejamos de crecer en estatura, pero podemos seguir conectando nuevas
neuronas, ampliando nuestro potencial y, por supuesto, aprendiendo. Si nos
detuviésemos más a observar y a escuchar a los niños, tal vez nos diésemos
cuenta de que no hay mejores maestros. Si son hijos nuestros, nuestro
aprendizaje se intensifica. Como estamos implicados emocionalmente con
ellos, nos obligan permanentemente a encontrar nuevas respuestas a sus
incesantes preguntas. Si estamos realmente abiertos, ellos nos obligan a
modificar nuestros prejuicios y creencias, muchos de nuestros hábitos y
parte de nuestras rutinas. En mi experiencia, esto no hace envejecer. Todo
lo contrario: es el mejor remedio para rejuvenecer.
Hace aproximadamente ocho años, leí un libro –que lleva el mismo título que este
capítulo– de Piero Ferrucci. Un terapeuta italiano, discípulo de Assagioli, creador de
la Psicosíntesis [una de las ramas más prestigiosas de la Psicología transpersonal].
Su lectura me fascinó. No sólo exponía teorías sobre los hijos, sino que relataba su
propia experiencia, poniéndose él mismo en carne viva. En aquella época, pude
identificarme con sus anécdotas y sus análisis, no sólo por el hecho de ser ambos
terapeutas, sino, y sobre todo, porque también éramos “padres maduros” [de más
de cincuenta años] con hijos pequeños. Una de sus confesiones: él prohibía a su
hijo de cinco años comer helados de chocolate, “para que no se le cayeran los dien-
tes”. A escondidas, él mismo los comía, hasta que su hijo le “pilló”. Tuvo que dar
ejemplo y dejar de comerlos. No se predica con las palabras, sino con los actos. Yo
mismo he tenido que dejar a veces de ver el telediario comiendo o cenando, cuan-
do están mis hijas, porque normalmente no les dejo que coman viendo la televisión.

CIENTO TREINTA Y UNO 131


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

En una época de mi vida, yo había buscado modelos y maestros. Pero nunca


antes había pensado que, a mi edad, iba, a encontrarme ¡por fin! a auténticas
maestras que me devuelven permanentemente al aquí y ahora, me rompen todos
los esquemas, me recuerdan en cada momento qué es lo central y qué lo perifé-
rico. Que, al convertirlo todo en un juego, me hacen disfrutar de nuevo de las
cosas más sencillas como absolutamente extraordinarias. En definitiva, me hacen
ver la vida con ojos nuevos, con sus ojos de niñas fascinadas ante la realidad
de un globo que se infla, de unas olas que van y vienen sin cesar, de un gato que
acecha a un pajarito, de una tienda repleta de golosinas, de unos zapatos nuevos,
de una nueva palabra recién aprendida...
Cuando antes veía a padres y madres sin tiempo casi ni para respirar, no acaba-
ba de entender eso de las otras “compensaciones” que decían recibir. Ahora me
ocurre al revés: mis pobres “gratificaciones” anteriores –actos culturales, pelícu-
las, lecturas, cenas con amigos, viajes, actividades voluntarias en ONG,s, bús-
quedas de vías espirituales– me parecen de una extrema pobreza en compara-
ción con esta inmersión total y sin flotadores en la realidad desnuda.
¿A quién no le animaría el día, en una mañana oscura de invierno, levantarse
oyendo en la habitación de al lado una risa infantil que sale de las entrañas del
ser, sin ningún motivo, simplemente porque ha amanecido? ¿Y quién puede
dejar de pensar y profundizar ante las eternas preguntas “y esto qué es” y los
constantes “por qué” y “para qué”? ¿Y en qué se puede emplear mejor el tiem-
po que en un intercambio puro y desinteresado de miradas y sonrisas, de besos
y caricias, de preguntas y respuestas sobre la cotidianidad permanentemente
renovada?
Es cierto que hoy día la sociedad no favorece demasiado eso de tener hijos: cada
vez hay que trabajar más, los precios suben, el tiempo se acorta, los deseos se
multiplican y, además, el horizonte se halla cargado de espesos nubarrones –la
degradación ambiental, la amenaza del paro, la violencia creciente...–. Por todo
ello, se me ocurre que, si hace dos o tres décadas, ser padre o madre era seguir
las pautas sociales y culturales, hoy día, iniciado el siglo XXI, casi se me antoja un
acto revolucionario, un acto de fe en el futuro de la humanidad y de este planeta
llamado Tierra. Supone una apuesta por la vida, pero no por cualquier clase de
vida, sino por una vida cada vez más consciente y humana, por un mundo cada
vez más justo y amoroso.

132
nuestros maestros los niños

Ello supone cambiar nuestra actitud como padres y madres, dejar de pensar que
tenemos todas las respuestas o que nuestros hijos son los depositarios de todas
nuestras expectativas. Supone también poder volver a conectar con nuestro niño
o niña internos, no aquél que tenía carencias, porque en ese caso querríamos col-
mar a nuestros hijos de aquello que no tuvimos, pero que, tal vez, ellos no echen
en falta ni soliciten. Se trata más bien de conectar con el auténtico niño interior que
todos llevamos dentro, aunque lo hayamos olvidado. Aquel que era capaz de
maravillarse y entrar en éxtasis en cualquier momento y por cualquier cosa. Aquél
al que nunca cansaba la repetición y que podía sorprenderse una y otra vez ante
las ranas que croaban cada verano en la misma charca o las figuritas de los Reyes
Magos que avanzaban cada noche unos pasos para acercarse al Portal de Belén.
Seremos buenos padres y buenas madres si podemos ser buenos discípulos de
nuestros hijos al menos en una cosa: en aprender a conectar de nuevo con la
auténtica inocencia –que no con la ingenuidad–. Se me antoja que éste sería un
paso imprescindible para recuperar una parte vergonzante de nosotros, una parte
sumergida en el sótano del inconsciente. Para recuperar esta parte, bastaría con
escuchar atentamente los estados de espíritu internos de un niño o de una niña
pequeña, sin quererlos racionalizar ni manipular. Es el aprendizaje de otro idio-
ma que no pasa por las palabras ni por la razón. Un lenguaje que nos hace viajar
por el país del alma: el país donde cuerpo, mente, corazón y espíritu se unifican.
Esto es lo que hace felices realmente a nuestros hijos e hijas. Lo que les propor-
ciona seguridad. No el exceso de cosas ni de palabras, sean consejos o prome-
sas. Sólo el vernos felices, en paz con nosotros mismos. La auténtica presencia.
Si estamos con ellos, estamos totalmente, sin mirar el reloj, sin pensar en las
cosas que quedan por hacer. Cuando no estamos, que sepan que estamos
haciendo otras cosas también importantes, al menos para nosotros, pero que vol-
veremos. Asegurarles de que la vida es un ir y volver, sucesivas tomas de contacto
y retiradas. Pero que la retirada es momentánea. Que no es un abandono.
Tal vez sea esta recuperación del niño interno de cada uno, de ese niño que
vivía plenamente el ahora, que estaba completo en sí mismo, el paso indispen-
sable para que mejore la situación de esa gran parte de la infancia del mundo
que es explotada, que muere por hambre o enfermedades que se pueden fácil-
mente curar. Esa parte de la humanidad que es la principal víctima de todas las
guerras.

133
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Esa infancia abandonada es reflejo de nuestro niño interno herido. Y son los hijos
quienes mejor reabren nuestras heridas de infancia al reflejarnos antiguos miedos
olvidados o cuando nos ponen en situación de tener que afrontar nuestras propias
limitaciones más o menos compensadas. Poderlas mirar de frente, sin ocultarlas
ni proyectarlas en ellos, es una ocasión única para volverse adultos maduros e
integrados y pasar del estado de necesidad al estado de amor, de la queja al agra-
decimiento, del pedir al dar, del sufrimiento al gozo.
La resolución de adoptar supone olvidarse de la teoría del “gen egoísta”: a muchos
mamíferos les importa más la perpetuación de sus genes que la de su especie. Es
normal, por ejemplo, entre los leones. Parece hoy día un atraso de los humanos en
pleno siglo XXI. Adoptar supone decidir conscientemente dedicar una enorme can-
tidad de tiempo, recursos y años de vida con todo el amor de que se disponga al
hijo adoptivo, exactamente lo mismo que se dedicaría a un hijo de la propia sangre.
Pero esto no significa que los padres adoptivos seamos héroes. Ni tampoco villa-
nos. No somos más ni menos que las madres y los padres biológicos. Tal vez la
única heroicidad hoy día sea simplemente la de ser madre o padre. Aunque, bien
pensado y dados los tiempos que vivimos, también puede serlo ser simplemente
hija o hijo. O sencillamente, vivir plenamente con alegría y esperanza el tiempo
que nos ha tocado vivir y aportar nuestro grano de arena a nuestro largo camino
evolutivo.
La maestría que los hijos tienen en su infancia en espontaneidad, gozo, atención
al presente e inocencia, no significa que la tengan en absoluto en todo lo demás.
Y tal vez lo más difícil para nosotros sea tener que ser maestros de todo y discí-
pulos de algo. Poner límites cuando hay que ponerlos. Saber que la responsabili-
dad de sus vidas es totalmente nuestra al principio e ir cediendo partes de esa res-
ponsabilidad a medida y al ritmo de su propio crecimiento y de su edad, hasta que
sean totalmente responsables de sus propias vidas. De eso se trata.
Una de las maestrías que tiene la inocencia infantil es que no puede ser engaña-
da en el fondo durante mucho tiempo. Los niños son como esponjas. Absorben sin
pasar por la mente los estados de ánimos de sus respectivos padres y madres. Es
inútil que intentemos sonreír o pronunciar palabras de calma si estamos tristes,
preocupados o enfadados. Ellos lo captan y, en muchas ocasiones, manifiestan
los mismos estados con llantos sin razón alguna, miedos o irritabilidad. En muchas

134
nuestros maestros los niños

ocasiones somatizan esos estados que no son suyos. Incluso es bastante fre-
cuente que manifiesten inconscientemente las palabras no dichas, los estados no
expresados y los actos fallidos de la madre o del padre. Los estados de ánimo y
las acciones de nuestros hijos son un barómetro perfecto para medir nuestro esta-
do emocional y la temperatura demasiado alta o demasiado baja de nuestras rela-
ciones de pareja. A veces me han sorprendido las preguntas y los comentarios de
mi hija menor cuando tenía seis años en momentos puntuales de dificultades en
las relaciones entre mi mujer y yo. Es como si tuviera una bola de cristal. Pero
estoy seguro de que la tienen la mayoría de niñas y niños en esas edades. Lo
expresen o no.
Su lógica es simple pero contundente. He aquí una muestra del diálogo entre una
madre y su hija al salir un día de la guardería, contada por el padre en uno de los
foros de internet:

–Mami, a que yo no estuve en tu barriguita.


–No amor, nosotros queríamos una princesa y sabíamos que en China había
muchas. Entonces nos decidimos a ir a buscarte a ti.
–Mami, ¿y tú en que barriguita estuviste?
–En la de la abuelita.
–Entonces, ¿tú no eres una princesa?, con tono de tristeza. Se repone rápida-
mente y añade:
–No importa, mami. Como yo soy princesa, tú también lo eres.

Por ello, no podemos mentirles ni tampoco dar explicaciones que luego no poda-
mos mantener. Su lógica inocente es totalmente impecable, aunque a veces la
creamos ingenua.
A los siete años mi hija menor me preguntó qué era una virgen. En estos casos,
intento mediante otras preguntas saber cuál es su grado de información y también
que desarrolle su propia lógica. Le pregunté a mi vez que qué es lo que le habían
dicho en el colegio o las compañeras. Siguiendo mi método, ella no me contestó,
sino que me volvió a preguntar “a la gallega”:

–¿Lucía es virgen?
–Sí.
–¿Y yo?

135
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

–Sí.
–¿Y mamá?
–No.
–¿Y la abuela?
–No.
–Ah, virgen es que no le han puesto la semillita.
–Eso es.
–¿Y la Virgen María?
–¿Qué te han dicho en el colegio?
–El Espíritu Santo. ¿La palomita?
–Eso es.
–¿Tú te lo crees?, porque eso no puede ser.

Fin de la conversación y principio de las contradicciones y de los apuros. ¿Edu-


cación sin adoctrinamiento? ¿Educación en libertad? ¿Imposición de mis creen-
cias y “descreencias”? Nuestra posición: tiempo al tiempo, para que teniendo
todas las opciones posibles, toda la formación necesaria, toda la información dis-
ponible, cada una de nuestras hijas vaya eligiendo su propio camino. Las encru-
cijadas a veces producen inseguridad. Sin embargo, siempre ofrecen nuevas
oportunidades inesperadas, pero exigen que cada cual se responsabilice de la
dirección que decide emprender.
Al final de los finales, la vida misma es la maestra. Nuestros hijos e hijas, por el
simple hecho de tener más vitalidad y de tener más vida por delante tienen otro
tipo de maestría. Viven más en el presente, pero el futuro definitivamente les per-
tenece.

Puntos de reflexión

• Madres y padres somos maestras y maestros de nuestras hijas e hijos en lo


que concierne a los valores, la ética, el lenguaje, la cultura…, pero ellos, cuan-
do son pequeños, son maestros del ahora, de la inocencia, del futuro.
• No se puede mentir a un niño. A la larga nos pedirá cuentas. Tampoco se le
puede responder con medias verdades ni evasivas. Continuarán asediándonos
hasta que aparezca la verdad completa.

136
nuestros maestros los niños

• Los hijos nos ayudan a cultivar el estado de presencia. No podemos estar a


medias con ellos. Desean la intensidad de relación y sentimientos que ellos
ofrecen.
• Aunque no nos lo digan, nos ven con menos filtros de los que nosotros tene-
mos para verlos a ellos. Los cristales de sus gafas son transparentes. Aunque
tienen cristales de aumento, pues magnifican nuestras cualidades; todavía no
se han ahumado ni rayado, como los cristales de las gafas con que muchos
adultos contemplan la realidad.

137
17
La cultura de la adopción

Ser madre y ser padre no es un estado. Es fundamentalmente un aprendiza-


je. Un largo aprendizaje con éxitos y fracasos, con suspensos y sobresa-
lientes. Es obvio que aprendemos bastante, por inmersión, de nuestra madre
y nuestro padre, lo mismo que ellos aprendieron de nuestros abuelos. Así es
como se transmite una cultura familiar. Aprendemos igualmente de otros
modelos, como tíos y tías, amigos y vecinos de la familia, así como de los
valores que van apareciendo en cada sociedad y en cada época histórica.
Sin embargo, de quienes aprendemos realmente es de nuestras hijas e hijos
y de las situaciones que nos presentan día a día. Ellas y ellos son nuestros
auténticos maestros. Los que nos fuerzan a una formación continuada, a un
reciclaje permanente, a evaluaciones periódicas.
Ser madre y padre adoptivo supone un aprendizaje suplementario. Existen retos
añadidos: la mirada de los demás, las preguntas de nuestros hijos e hijas, nuestras
sucesivas tomas de conciencia de aquello en que somos iguales a todos los padres
y madres y de aquello que nos diferencia de ellos. Y en la medida en que somos ya
una minoría significativa, las respuestas que vamos dando, la forma en que afron-
tamos cada uno de los retos, la mayor o menor incidencia que tenemos en la socie-
dad en la que vivimos van conformando toda una cultura: la cultura de la adopción.
El fenómeno de la adopción internacional ha sacado a la luz pública un hecho del
que no se hablaba. Ha convertido un tabú en algo absolutamente normal. Un con-
cepto jurídico, abstracto para la mayoría de las personas, en una realidad que se
puede oler y tocar. Han proliferado los artículos de prensa, los reportajes, las noti-
cias, la publicación de testimonios personales, los estudios médicos y sociológi-
cos, los libros, las leyes y reglamentos de cada país al respecto, los acuerdos
internacionales. Del ámbito privado de algunas parejas y familias, que llevaban

CIENTO TREINTA Y NUEVE 139


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

este asunto como algo vergonzante, ha pasado a ser un fenómeno absolutamen-


te normal, que se expande saltando las fronteras geográficas y las fronteras de la
mente y de los prejuicios. Se está creando toda una cultura de la adopción, que
se integra en la cultura general del siglo XXI y la enriquece: la cultura de la fami-
lia, de la demografía, de la integración racial y cultural, de la pediatría, de la psi-
coterapia, de la educación infantil…
Pero sólo estamos en los comienzos, por mucho que en algunos países como
Canadá o Estados Unidos lleven ya unas décadas de adelanto. A modo de ejem-
plo, en estos países, existen incluso Universidades y Centros privados, como en
Ontario, Ohio, Florida, o California, para formar profesionales dedicados al mundo
de la adopción. En España, a pesar de ser el segundo país del mundo en núme-
ro total de adopciones internacionales y el primero por porcentaje de población,
queda mucho por hacer, aunque es asombrosa la cantidad de profesionales, orga-
nizaciones y estudios dedicados exclusivamente a la adopción, y, sobre todo, tes-
timonios publicados, los más numerosos en los foros de internet y en las revistas
de las distintas asociaciones dedicadas a la Adopción Internacional. Cualquiera
que quisiera hacer una enciclopedia al respecto, tardaría años en recoger toda la
información disponible y siempre le quedaría algo fuera. Además tendría que
ponerla al día cada mes, por el volumen de cambios que se producen continua-
mente y de información que se genera a diario.
En el ámbito educativo, no se ha difundido todavía suficientemente la “Guía sobre
la adopción dirigida a los educadores”, publicada originalmente en inglés en el año
2000, por Robin Hilborn, creador y editor de la excelente página web Family Hel-
per Magazine [www.familyhelper.net], y traducida al español por N. Chiner y pos-
tadoption.org.
Por su sentido común y su claridad, me permito resumirla y añadir alguna suge-
rencia personal, pues, de momento, es lo más básico, sencillo y claro que cual-
quier educador y cualquier adoptante debería saber.

En el Módulo 1, se exponen diferentes situaciones de la realidad que pueden vivir


los niños:

1. Familia tradicional: menor que vive con el padre y la madre que lo ha traido al
mundo.
2. Menor que vive con un solo progenitor.

140
la cultura de la adopción

3. Menor de padres separados o divorciados. Puede vivir con uno, con los dos
alternativamente o, incluso, además, con el padrastro o la madrastra si uno de
los dos progenitores o los dos se vuelven a casar.
4. Menor en acogida, con padres de acogida y padres biológicos. Puede tener
o no contacto con éstos, según la situación. A veces, desafortunadamente, se
producen cambios de las familias de acogida.
5. Menor adoptado, con padres adoptivos y padres biológicos. En la mayoría de
los casos, sobre todo en las adopciones internacionales, el menor adoptado
desconoce sus raíces.
Los siguientes tres módulos intentan paliar el sentimiento de exclusión o margina-
ción que pueden vivir todos estos menores cuando se habla del árbol genealógi-
co o de la historia y características familiares en clase.

Módulo 2
Se recomienda introducir de vez en cuando el concepto de la adopción. En la edu-
cación infantil, empleando de vez en cuando las palabras “adopción” y “adopta-
do” y leyendo algún cuento al respecto.
En el primer ciclo de primaria, si algún niño comunica que acaba de tener un
hermano, puede aprovecharse para mencionar que algunos menores entran en
una familia por adopción. Si hay algún menor adoptado en la clase, esto le da la
oportunidad de decirlo. Pero sólo si quiere. Es necesario cuidar el lenguaje. No
existen “madres naturales”, sino “madres biológicas” y “madres adoptivas”, pues,
en otro caso, parecería que las no “naturales” serían “antinaturales”. Por supues-
to, no existen “hijos naturales”, ni “hijos ilegítimos”. Cuando en una clase hay algún
menor adoptado, hay que velar atentamente para que no se convierta en objeto
de burlas o de falsa compasión.
En el segundo ciclo de primaria, el menor adoptado es consciente de pertene-
cer a una minoría. De ser la excepción y no la regla. Lo más frecuente es que no
quiera hablar de ello y hay que respetar su decisión personal de cuándo y a quién
quiere decírselo o cuándo necesita no hablar de ello en absoluto.

Módulo 3
Existen trabajos escolares que pueden suscitar la exclusión o el malestar. No se
trata de suprimirlos, sino de adaptarlos. Por ejemplo, si se propone dibujar el árbol

141
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

genealógico, los menores adoptados podrán sentirse confundidos. Se puede


entonces crear el “bosque familiar” o dibujar una rueda, cuyo centro es el niño y la
circunferencia las distintas relaciones que tiene. El menor adoptado puede pintar
un “árbol con raíces”, en donde las raíces son los antepasados biológicos y las
ramas la familia adoptiva. También se puede proponer que cada niño invente su
propio diagrama. Este trabajo puede dar pie a dialogar sobre los diferentes tipos
de situaciones familiares.
Cuando se propone en clase traer fotos de cuando se era bebé, es posible que
algunos menores adoptados o de acogida carezcan de ellas. Se puede pedir
entonces una foto de cuando eran más pequeños, así como introducir un juguete,
un libro o una mascota para representarlo.
Si el trabajo escolar consiste en hacer una redacción sobre la historia de su
vida, es posible que muchos menores la ignoren o quieran olvidarse de algunos
recuerdos, si son dolorosos. Se puede entonces escribir la biografía de un perso-
naje histórico o del protagonista de un cuento en primera persona o redactar algún
hecho significativo del pasado que el propio menor pueda elegir.
Cuando se celebra el día del padre o de la madre, los menores que viven en
familias monoparentales pueden sentirse excluidos. Puede entonces ampliarse la
celebración al “día de la familia” o “día del agradecimiento” a las personas que el
menor quiere más.

Módulo 4
Aprender un lenguaje positivo de la adopción, pues, aunque es un hecho feliz para
el menor en su conjunto, tiene partes dolorosas que pueden dar lugar a que pase
vergüenza, miedo o generar una falta de autoestima. En general, nunca hay que
referirse a la condición de menor adoptado, salvo cuando los mismos niños sus-
citen la cuestión o se trate de una exposición pedagógica. Para ello, es necesario
tener siempre en cuenta, y explicitarlo, que se puede formar parte de una familia
de nacimiento, de acogida o de adopción. Que todas ellas son aceptables. Que la
felicidad y el amor de cada familia no se miden por el modo en que está constitui-
da. La adopción es una forma más de entrar en una familia. No es un estado ni un
inconveniente. Por ello, nunca debe decirse “fulanito es adoptado”, sino “fulanito
fue adoptado”. Así queda claro que es una circunstancia, como nacer en una ciu-
dad o en otra, pero no un estado civil ni un estado que imprima carácter.

142
la cultura de la adopción

Todo esto irá conformando una cultura más amplia. Y así como son los hijos quie-
nes enseñan a los padres en muchas ocasiones hábitos más sanos de alimenta-
ción y de reciclaje ecológico, porque lo han aprendido en la escuela, también pue-
den ir corrigiendo a los padres y madres no adoptivos ciertas palabras y formas de
expresión cargadas de emoción y prejuicio, que amplifican la ausencia de lazos de
sangre como algo terrible. Es muy frecuente oír preguntas hechas por adultos del
tipo: “¿Pero se sabe quiénes son sus verdaderos padres?”. Ante preguntas tan
atávicas, que personalmente me parecen decimonónicas o, cuando menos, anti-
cuadas, sólo se puede responder: “Los verdaderos padres somos nosotros. De los
biológicos, desgraciadamente no sabemos nada, pero les estamos infinitamente
agradecidos por haber puesto en el mundo a estas preciosidades, y sentimos
mucho que por sus circunstancias no hayan podido disfrutar de ellas”.
Así, poco a poco, el fenómeno de la adopción dejará de ser tema de moda, de
debate, de crítica o de deseo, para pasar a formar parte de una sociedad cada vez
más plural, libre, igualitaria y fraterna. Y este es el pequeño grano de arena que
madres y padres adoptivos, educadores y todas las personas que se especializan
en el mundo del menor adoptado podemos poner en el enriquecimiento de la gran
familia humana.

Lidia y sus cuentos.

143
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Lidia y sus cuentos.

Puntos de reflexión

• El proceso de aprender a ser madre y padre puede ser mejorado continua-


mente. Si nos quedásemos en los conceptos y valores heredados, la humani-
dad y las distintas sociedades que la componen no avanzarían.
• Los hijos e hijas no son meros objetos de educación. Son también sujetos acti-
vos de nuestro aprendizaje. Son quienes nos estimulan y, en muchas ocasio-
nes, nos enseñan.
• Todo lo que aprendemos lo devolvemos de un modo u otro a la sociedad en la
que vivimos. Este doble proceso forma parte de la ampliación de una cultura.
La cultura de la adopción que enriquece la variedad de las familias, la demo-
grafía del país de acogida, la investigación sobre la salud y la educación infan-
til, el lenguaje, la psicología, pero, sobre todo, la vida de decenas de miles de
menores.

144
18
Contener, acompañar, disfrutar

Anoche mis hijas se acostaron algo más tarde de lo habitual. Algo trama-
ban. Desde mi despacho, oía el trasiego de una habitación a la otra, susu-
rros, cuchicheos. Al levantarme esta mañana, encuentro la mesa del desa-
yuno puesta con una enorme bandeja de pastas primorosamente coloca-
das. En mi silla, una enorme bolsa de papel llena de envoltorios. Ah, se me
había olvidado que era mi cumpleaños. A ellas no. Me cantan “cumpleaños
feliz”, al tiempo que, más expectantes que yo mismo, observan mis reac-
ciones, el más mínimo de mis gestos, mientras parsimoniosamente voy
desenvolviendo paquete tras paquete: una graciosa muñeca de trapo con
pelo naranja y ojos azules. Lucía dice: “¡Soy yo!”. Un gran marcalibros de
tela en forma de Pinocho. Lidia subraya: “Para que lo pongas en el libro
que estás escribiendo”. Y yo: “Me encantan. Hoy mismo los pongo junto a
mi ordenador y, aunque estéis en el cole, estaréis también conmigo”. Y mi
mujer: “A que de pequeño nunca te regalaron una muñeca”. “¡¡Claro que
no!, en mi época a los niños no se les regalaba muñecas ni a ninguna de
mis hermanas se le hubiera ocurrido regalarle una a mi padre”. Me parece
casi tan guapa como Lucía!”. Y sigo desenvolviendo pequeños paquetitos:
un lápiz gigante, una enorme goma de borrar en forma de chicle, un reloj de
pulsera con grandes números de colorines, un minúsculo estuche con lápi-
ces apenas mayores que la de una falange del dedo corazón, un cascabel,
un sobre con tres euros y un mensaje de “para que seas rico”, una caja de
lápices de colores, una foto de ellas con su abuela, un clip para coger pape-
les lleno de cuentas multicolores… Y ellas contando… “¡más de doce rega-
los! Estarás contento, ¡a que sí!”.

CIENTO CUARENTA Y CINCO 145


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

En esos momentos, estoy más que contento. ¡Qué derroche de imaginación y de


tiempo empleado! Me siento pleno, porque cada uno de sus regalos, cuidadosa-
mente envueltos y bien pegados con papel celo y sus correspondientes lacitos y
corazones-pegatina, desvela un pequeño paso del viaje de vuelta de la adopción.
No lo que me dan, sino lo que revela de la forma de ser de cada una, de su pro-
ceso de maduración, de la asimilación de la generosidad compartida, del paso del
mundo de la carencia y del acumular al universo de la abundancia de darse a sí
mismas, dando lo que tienen [regalos que les habían hecho a ellas]. Y sobre todo:
¡he sido adoptado totalmente como padre! Y recuerdo momentos de orgullo cuan-
do alguna de ellas dice que tal o cual héroe de películas juveniles es muy guapo,
pero añade a continuación: “Tú eres más guapo todavía”. Lo dicen con tal convic-
ción que tengo que hacer como que me lo creo. El complejo de Electra funciona
en la edad correspondiente. En la que tienen. ¡Qué alivio! Ninguna diferencia entre
padres e hijas biológicas. Lo mismo que he visto funcionar el complejo de Edipo
en los hijos varones adoptados de amigos y conocidos.
Y en ese instante renuevo mi compromiso: dar sin esperar de verdad nada a cam-
bio en el futuro, porque ya lo estoy recibiendo en el presente. No espero que me
sostengan ni me acompañen en la vejez. Quiero ser autónomo y que ellas lo sean
a su vez. Pero, si llegado el momento lo hicieran, sabré que seguirán un buen hilo
de la vida, como he visto hacer a mis padres, como hacemos mis hermanos y yo
con mi madre y como espero que hagan mis nietos con mis hijas si deciden ser
madres.
He oído a veces a padres y madres desear que los hijos se independicen. Nunca
puede decirse “de esta agua no beberé”, porque la adolescencia y la primera
juventud pueden ser más conflictivas. Porque la segunda juventud o la primera
madurez pueden volverse muy dependientes. Pero, mientras lleguen esas etapas,
parece una actitud más sabia aprovechar cada día, sacar todo el fruto al instante.
Sacar el fruto lo asocio a disfrutar. Sacar el jugo, carpe diem, aprovechar cada día,
pues también se oye a muchas madres y padres echar de menos la infancia de
sus hijos, lamentarse de que pasó demasiado deprisa, de que no les dedicaron en
esa etapa todo el tiempo que les dedicarían ahora. Querrían haber participado
más en su educación y en sus juegos.
Pero educar es fundamentalmente transmitir una forma de ser. Y educar como
madres y padres es contener a los hijos, darles continuamente la seguridad de que

146
contener, acompañar, disfrutar

nunca les abandonaremos ni dimitiremos de nuestra responsabilidad, por muy can-


sados que estemos, por mucho que nos frustren, por mucho que no respondan a
nuestras expectativas. Contener también supone poner límites claros, porque los
límites orientan y la ausencia de límites despistan. Somos madres y padres amis-
tosos –tal vez más que la generación de nuestros padres–, pero no somos sus
amigas ni amigos, porque tienen que tener los suyos propios y porque no deben
mezclarse los papeles. Y si jugamos, jugamos sin dejar de ser madres y padres.
Ser madres y padres supone fundamentalmente acompañar muy estrechamente
una etapa fundamental de la vida de nuestros hijos. La etapa en la que adquieren
seguridad y autoestima, en la que forman sus principales valores, en la que cons-
truyen una identidad. Porque cuando salgan del nido, el vínculo continúa, pero ya
no necesitarán sino un acompañamiento emocional. No podremos ni deberemos
llevarles de la mano. Sólo estar atentos a lo que realmente les importe en cada
periodo de su vida adulta.
Madres y padres adoptivos tenemos un reto especial que afrontar. Aunque la socie-
dad haya avanzado mucho, todavía existe una mirada social muy generalizada, que
en algún momento puede afectar la propia estima y la seguridad de nuestros hijos.
Sobre todo, si no estamos atentos a ir acompañando las dudas que vayan sur-
giendo sobre su propia identidad: ¿Soy como los demás? ¿Qué hice para que me
abandonaran? ¿Por qué no tengo los mismos ojos que mamá o que papá? ¿Soy
del todo español? ¿Por qué se ríen de mí mis compañeros de clase o cuchichean
a mis espaldas? ¿Por qué dicen algunos que qué pena por no conocer a mis “ver-
daderos padres” y a mis “verdaderos abuelos”? ¿Y si me abandonaron una vez no
me abandonaréis si me porto mal, tenéis un bebé o si os cansáis de mí?
Todas estas preguntas no deben ser reprimidas, sino respondidas con seguridad
y firmeza con los conceptos adecuados para cada edad. Es nuestra actitud de
fondo la que ellos van a captar, no lo que digamos para salir del paso o quedar
bien ante los demás. Ellos tienen su propio trauma que superar, por mucho que
lo queramos paliar. Y en cualquier momento puede o no surgir con mayor o
menor intensidad. Simplemente se trata de estar preparados y no de mirar para
otra parte. No hay mayor daño en una familia que los secretos artificiales, los
vacíos de información, las verdades a medias o las mentiras piadosas. Todo ello
acaba convirtiéndose en un gran tabú. Y todo tabú acaba siendo somatizado.
Acaba enfermando a quienes lo comparten. Acompañar conscientemente el pro-

147
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

ceso de formación de identidad de los hijos es, tal vez, una de las tareas más
delicadas de la maternidad y la paternidad conscientes.
Acompañar significa etimológicamente compartir el mismo pan. Y con los hijos
compartimos no sólo el pan de cada día, sino también sus descubrimientos y sus
temores, sus alegrías y sus momentos de desazón, sus dudas, sueños y espe-
ranzas. Y no es forzosamente los consejos, las amenazas ni las batallitas lo que
más les acompañan. Se puede acompañar desde la verdad desnuda, la mirada,
el silencio, la risa o el llanto. Pero siempre que no falte la presencia. Estar pre-
sentes, totalmente presentes. Y atentos, totalmente atentos. Esto es lo que nues-
tros hijos necesitan. Lo que nosotros hubiéramos necesitado de nuestros padres
en todo momento. Afortunadamente, las condiciones materiales han evoluciona-
do. Tenemos más formación y más información que las generaciones anteriores.
Es lógico ponerlas al servicio de nuestros hijos. Y ellos de los suyos. Así evolu-
ciona la conciencia, así se escribe la larga marcha de la historia del ser humano.

Lidia y la serenidad.

148
contener, acompañar, disfrutar

Puntos de reflexión

• Madres y padres se agobian con la multiplicación de tareas que los tiempos


exigen para mantener un hogar y educar a los hijos. Centrarse en lo esencial
puede aligerar el peso. Y lo esencial de una buena educación podría resumir-
se en “contener”, “acompañar”, “disfrutar”.
• Contener es servir de suelo firme. Ser una base sólida de seguridad. Pero no
pisamos todo el suelo, sino nuestro propio territorio. Todo territorio tiene unos
límites. Todo contenedor una forma y un volumen determinados. Dentro de
este territorio y de este contenedor los hijos pueden crecer protegidos, guiados
y en libertad. La libertad no es tal si no actúa dentro de unos límites: respeto a
sí mismo y a los demás; todo derecho tiene su obligación correspondiente; el
dar y el recibir es un flujo constante cuyo equilibrio no debe romperse.
• Acompañar es compartir el pan, nuestra presencia y nuestros valores. Pero,
sobre todo, nuestro amor. El amor no es abstracto. Supone dar sin esperar
nada a cambio, incondicionalmente. Dar en la medida de la necesidad de los
hijos y no de la propia necesidad. Y escuchar. No sólo las palabras. Sobre todo
los sentimientos.
• Disfrutar. Toda labor sin gozo es pan sin sal, tierra sin semillas. Los ladrillos de
la gran arquitectura de una educación se desmoronarán sobre quien no los
ponga con alegría. Quien los pone desde el peso de la obligación y la tristeza
sólo está acumulando peso sobre sus hombros y sobre sus hijos. Quien no dis-
fruta de sus hijos, creará robots, tal vez exitosos y eficaces, pero con un gran
vacío interior. Con un agujero emocional difícil de llenar. Carpe diem: sacar el
máximo jugo a cada día mientras los hijos crecen. Convertir su crecimiento en
un deleite.

149
Conclusión

Cuando releo los capítulos anteriores, antes de iniciar las conclusiones, me


doy cuenta de la variedad de temas suscitados, de los incontables datos y
de las numerosas vivencias y cuestiones que quedan fuera. Y me parece tan
difícil finalizar un libro como empezarlo. Me cuesta dejar tanta información
sin utilizar. Dejar de lado una gran cantidad de testimonios conmovedores y
modélicos. No profundizar en algunas cuestiones que lo merecen.
Me consuelo pensando que no he tratado de hacer una pequeña enciclopedia ni
tampoco de escribir un manual de recetas fáciles. Que quizá este libro de paso,
en su día, a una segunda parte. Que otras personas se abrirán más a aportar sus
experiencias, opiniones y consejos. Que con este libro quizá contribuya a ampliar
la reflexión sobre la adopción y, sobre todo, a hacer sentir a las personas que
emprenden este camino que no están solas.
Recientemente me encontré en la pista de patinaje sobre hielo a una niña china
de ocho años. Mis hijas entablaron conversación con ella. Nos contó que su mamá
estaba con su hermanita menor, también china, en el castillo hinchable que esta-
ba enfrente. Conocí a la madre presentada por la hija. Ella y mi hija mayor son
excelentes relaciones públicas. Pronto nos pusimos al corriente de nuestras res-
pectivas circunstancias familiares. Lo que más me impresionó es que estudiase
chino todos los fines de semana en el mismo Centro que sus hijas. ¡Eso sí que es
un verdadero acompañamiento y un auténtico ejemplo! Ella me animó a que vol-
viese a tomar mis clases de chino.
La adopción, además de satisfacer una necesidad legítima de ser madre o padre
y de paliar, que no a solucionar desafortunadamente, el abandono de multitud de
menores, empezará a modificar positivamente nuestras concepciones sobre la

CIENTO CINCUENTA Y UNO 151


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

explosión demográfica, la paternidad y la maternidad, la solidaridad internacional


y la unidad de la gran familia humana que somos más allá de las fronteras y de
las circunstancias.
Además de un alegato por la paternidad y la maternidad conscientes en este mile-
nio que inauguramos, con este libro he querido rendir homenaje a todas las
madres y a todos los padres que nos han precedido. A los nuestros, en especial,
porque nunca podremos devolverles todo el tiempo que nos han dedicado.
Y es el momento de tener un recuerdo especial y de agradecer también a las
madres y los padres biológicos que no supieron o no pudieron materialmente dis-
frutar de sus hijas e hijos. Si se vieron forzados por las circunstancias a abando-
narlos, un mensaje telepático: están bien, encontraron nuevas madres y padres
más afortunados ¡y para siempre! El destino y la vida tienen sus propios vericue-
tos para lograr sus fines.
Gracias a lo que todos ellos hicieron y dejaron de hacer podemos ahora aprender
de nuestras hijas e hijos aquello que los adultos perdemos tan a menudo: la mira-
da fresca ante cada aurora, la sabiduría innata del cuerpo-alma-corazón, para vivir
cada instante como único e irrepetible. Para reintegrarlo a la eternidad a la que
pertenece.

152
Epílogo y prólogo de un debate más amplio

Mi más antiguo amigo de infancia y mi lector más exhaustivo y atento, José


María Torres Morenilla, me envía estas reflexiones y este poema, cuando
estoy a punto de mandar el manuscrito a Loretta, la directora de la Colección
Amae. Toda conclusión abre nuevas introducciones. Cualquier epílogo puede
convertirse en una introducción a un nuevo libro. Nada es definitivo, nada es
completo. Que siga la reflexión, que siga la vida.
Me ha emocionado leer este verdadero libro de la vida, que habla de casi todos
los árboles que pueblan el bosque, de casi todos los bosques que llenan los pue-
blos. Si al principio es un recorrido ineludible por la vida viajera del autor, de ella

CIENTO CINCUENTA Y TRES 153


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

salen a modo de estrellitas en la noche las pulsaciones que van madurando la


necesidad de adoptar en las personas. El tono didáctico lo convierte en un
pequeño tratado. Pero no sólo, la pasión lo convierte casi en una gran Misión de
la adopción.
Pero, ¿qué le falta para que sea un tratado integral y una misión avasalladora? Tal
vez ahondar en el concepto universal y filosófico de la adopción. Algo mucho más
antiguo que el ser humano sobre la tierra. Algo inscrito en la Gran Vida, que es la
que escribe en todos sus seres el sentimiento universal de la adopción.
Yo también, a pesar de no ser padre adoptivo, tengo mis pequeñas estrellas anti-
guas que centellearon dentro de mí pensamientos sobre la adopción. No me había
percatado hasta hace poco de que, cuando Jesús de Nazaret dice, en aquellos
momentos trágicos de su muerte, “Madre, he aquí a tu hijo”, y a Juan, “Hijo, he
aquí a tu madre”, estaba bendiciendo, desde lo más sagrado y hondo de la
Creación, el hecho natural de la adopción. Y aún lo más importante: la necesidad
mutua. Ser hijo, ser madre, es ser necesitados en el amor. La necesidad, física y
del alma, es el núcleo de este antiguo hecho histórico. Pero, en la infancia, esto
pasó más desapercibido que otras cosas más superficiales, como las clásicas
escenas de Ben Hur: aquél cónsul romano, al que salvó de la muerte el esclavo
judío, y lo adoptó como hijo con todos los honores y premios de su herencia. Algo
así se busca actualmente para la adopción moderna, con la exigencia excesiva de
las condiciones económicas de los padres: la elevación de la condición social del
adoptado.
Posteriormente, al estudiar en la Universidad la adopción como filiación jurídica,
me sorprendía y me gustaba que se pudiera adoptar no solamente a niños, sino
también a personas mayores. En el Derecho Romano se adoptaba muchas veces
a esclavos. ¡Qué distinto es adoptar al hombre libre que al esclavo! Los esclavos,
como desvalidos jurídicos, eran adoptados para liberarlos y darles un nuevo pa-
raíso humano. Los discípulos lo eran por parte de sus maestros, como filiación
cultural, como plenitud ideológica o casamiento de las ideas. Los romanos legis-
laron sobre esto con abundancia y simpatía: era un tema muy romano adoptar
pueblos, gentes, clases sociales…
Luego se me encendieron otras estrellas, cuando a través de los documentales de
la televisión, los sabios biólogos nos enseñaban que los animales tienen la cos-

154
epílogo y prólogo de un debate más amplio

tumbre de adoptar: la naturaleza no quiere huérfanos. Adoptan fieras enormes


como las leonas, de aspecto terrorífico, a los bellísimos leoncitos. Hasta tal punto
impresionante, que el poeta dijo que ser una cría de león era ser una rosa, aun-
que, en ocasiones, las crías son matadas por los machos vencedores para crear
su prole genética. Las leonas son madres generosas que dan de mamar a cual-
quier leoncillo de la manada. Los perros de las praderas tienen enormes guarde-
rías a cargo de las tías solteras, mientras el resto busca alimentos. La adopción
de los solteros es otro bellísimo tema a seguir explorando.
Incluso existe adopción entre especies distintas. Una loba es capaz de alimentar
a un lechoncito. Una loba legendaria alimentó a Rómulo y Remo, los gemelos fun-
dadores de esa Roma, que tan detalladamente legisló los derechos y deberes de
adoptantes y adoptados.
Que un discípulo adopte al maestro, que un joven adopte a un viejo, que un niño
juegue a ser el padre del suyo. Aparte de la broma, hay un hecho realísimo y vital:
los mayores, que ya no son niños, también puede ser adoptados en el amor, en
las atenciones, con dignidad. Sólo el ser humano tiene este concepto más eleva-
do de la adopción, entendida como transferencia de lo afectivo y de lo económico.
Sólo el ser humano puede jugar a tener “hijos” más viejos que él. La adopción de
los ancianos, o mejor, su acogida plena, estaría en la cúspide de la bonhomía y la
generosidad, de la causa desinteresada, de los “negocios benévolos”, sin ánimo
de lucro alguno. Y en este extremo opuesto de la adopción estaría la más bella y
sentida clave de la adopción: amar desinteresadamente, hacer el bien sin esperar
nada a cambio.
Pero no es tan desinteresada la adopción. Tal vez sea un cierto “egoísmo gene-
roso”. La herencia es la protección en el tiempo del patrimonio, tanto personal
como económico, para después de fallecidos. Existe un interés en perpetuarse
después de la muerte. De dar un buen fin a los bienes culturales y económicos
ganados en vida y de proteger derechos personalísimos, como el honor y la pro-
piedad intelectual. La adopción es algo más que una bella mirada al niño, es tam-
bién nuestra bella mirada a todo lo que nos puede sobrevivir a través de ellos. En
los hijos se perpetúa la vida. Y todo esto me han inspirado este poema dedicado
a todos los niños de ahora y a los de antes, a los que estuvieron y ya no están,
a los que nunca han podido ser niños, a todos los que esperan madre y padre, a
todos los niños grandes y al niño que duerme en nuestro interior.

155
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Mi niño
Se me ha perdido un niño en la noche,
y también la noche de ser un niño.
Por las estrellas se oye su vocecita,
la voz que me llena de estrellas y alegría.
Me llama en los jardines y por las calles,
llamo a un niño que es mío y nadie lo sabe,
se esconde entre sus risas y sus miradas,
tiene cara de ángel entre sus dos alas.
Si me oyen hablar, como en sueños, a mi niño,
que no me despierte nadie, que no se ha ido.
José María Torres Morenilla

156
Apéndices

1. Legislación actual concerniente a la adopción


Requisitos del Código Civil español

Art. 175
1. La adopción requiere que el adoptante sea mayor de veinticinco años. En la
adopción por ambos cónyuges basta que uno de ellos haya alcanzado dicha
edad. En todo caso, el adoptante habrá de tener, por lo menos, catorce años
más que el adoptado.
2. Únicamente podrán ser adoptados los menores no emancipados. Por excep-
ción, será posible la adopción de un mayor de edad o de un menor emancipa-
do cuando, inmediatamente antes de la emancipación, hubiere existido una
situación no interrumpida de acogimiento o convivencia, iniciada antes de que
el adoptando hubiere cumplido los catorce años.
3. No puede adoptarse:
1º. A un descendiente.
2º. A un pariente en segundo grado de la línea colateral por consanguinidad o
afinidad.
3º. A un pupilo por su tutor hasta que haya sido aprobada definitivamente la
cuenta general justificada de la tutela.
4. Fuera de la adopción por ambos cónyuges, nadie puede ser adoptado por más
de una persona. En caso de muerte del adoptante, o cuando el adoptante sufra
la exclusión prevista en el artículo 179, es posible una nueva adopción del
adoptado.

Redactado por la Ley 21/1.987, del 11 de noviembre (B.O.E. del 17 de noviembre), de modificación de
determinados artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción. La
redacción del apartado primero fue establecida por la L.O. 1/1.996, del 15 de enero (B.O.E. del 17 de
enero), de Protección Jurídica del Menor.

CIENTO CINCUENTA Y SIETE 157


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Art. 176
1. La adopción se constituye por resolución judicial, que tendrá en cuenta siem-
pre el interés del adoptando y la idoneidad del adoptante o adoptantes para el
ejercicio de la patria potestad.
2. Para iniciar el expediente de adopción es necesaria la propuesta previa de la
entidad pública a favor del adoptante o adoptantes que dicha entidad pública
haya declarado idóneos para el ejercicio de la patria potestad. La declaración
de idoneidad podrá ser previa a la propuesta. No obstante, no se requiere pro-
puesta cuando en el adoptando concurra alguna de las circunstancias siguien-
tes:
3. 1º. Ser huérfano y pariente del adoptante en tercer grado por consanguinidad
o afinidad.
2º. Ser hijo del consorte del adoptante.
3º. Llevar más de un año acogido legalmente bajo la medida de un acogimien-
to preadoptivo o haber estado bajo su tutela por el mismo tiempo.
4º. Ser mayor de edad o menor emancipado.
4. En los tres primeros supuestos del apartado anterior podrá constituirse la adop-
ción, aunque el adoptante hubiere fallecido, si éste hubiese prestado ya ante
el Juez su consentimiento. Los efectos de la resolución judicial en este caso se
retrotraerán a la fecha de prestación de tal consentimiento.

Redactado por la L.O. 1/1.996, del 15 de enero (B.O.E. del 17 de enero), de Protección Jurídica del
Menor.

Art. 177
1. Habrán de consentir la adopción, en presencia del Juez, el adoptante o adop-
tantes y el adoptando mayor de doce años.
2. Deberán asentir a la adopción en la forma establecida en la Ley de
Enjuiciamiento Civil:
1º. El cónyuge del adoptante, salvo que medie separación legal por sentencia
firme o separación de hecho por mutuo acuerdo que conste fehacientemente.
2º. Los padres del adoptando que no se hallare emancipado, a menos que
estuvieran privados de la patria potestad por sentencia firme o incursos en

158
apéndices

causa legal para tal privación. Esta situación sólo podrá apreciarse en proce-
dimiento judicial contradictorio, el cual podrá tramitarse como dispone el artí-
culo 1.827 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
No será necesario el asentimiento cuando los que deban prestarlo se encuen-
tren imposibilitados para ello, imposibilidad que se apreciará motivadamente
en la resolución judicial que constituya la adopción.
El asentimiento de la madre no podrá prestarse hasta que hayan transcurrido
treinta días desde el parto.
3. Deberán ser simplemente oídos por el Juez:
1º. Los padres que no hayan sido privados de la patria potestad, cuando su
asentimiento no sea necesario para la adopción.
2º. El tutor y, en su caso, el guardador o guardadores.
3º. El adoptando menor de doce años, si tuviere suficiente juicio.
4º. La entidad pública, a fin de apreciar la idoneidad del adoptante, cuando el
adoptando lleve más de un año acogido legalmente por aquél.

Redactado por la L.O. 1/1.996, del 15 de enero (B.O.E. del 17 de enero), de Protección Jurídica del
Menor.

Art. 178
1. La adopción produce la extinción de los vínculos jurídicos entre el adoptado y
su familia anterior.
2. Por excepción subsistirán los vínculos jurídicos con la familia paterna o mater-
na, según el caso:
1º. Cuando el adoptado sea hijo del cónyuge del adoptante, aunque el consor-
te hubiera fallecido.
2º. Cuando sólo uno de los progenitores haya sido legalmente determinado y
el adoptante sea persona de distinto sexo al de dicho progenitor, siempre que
tal efecto hubiere sido solicitado por el adoptante, el adoptado mayor de doce
años y el padre o madre cuyo vínculo haya de persistir.
3. Lo establecido en los apartados anteriores se entiende sin perjuicio de lo dis-
puesto sobre impedimentos matrimoniales.

Redactado por la Ley 21/1.987, del 11 de noviembre (B.O.E. del 17 de noviembre), de modificación de
determinados artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción.

159
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Ley del menor

La Ley del Menor de (15 de enero de 1996, publicada en el BOE de 17 de enero),


que entró en vigor el día 17 de febrero de ese año, aborda por primera vez en el
Derecho español el fenómeno de la adopción internacional.
Haciéndose eco de la preocupación social ante el aumento de las adopciones inter-
nacionales llevadas a cabo por parte de ciudadanos españoles, sin control estatal,
introduce la exigencia de la idoneidad de los adoptantes. Se hace oficial de este
modo una pieza clave de control y garantía de las adopciones por parte de la enti-
dad pública (Comunidad Autónoma) a la que siempre corresponde su expedición.
Igualmente, en congruencia con la nueva regulación, la ley modifica el artículo 9.5
del Código Civil, impidiendo el reconocimiento en España de las adopciones cons-
tituidas en el extranjero, mientras la entidad pública competente no haya declara-
do que no se tramite a través de las Comunidades Autónomas.
Se regulan las Entidades Públicas y se reconoce el funcionamiento de las Entida-
des mediadoras o colaboradoras para la adopción internacional (ECAI). Su artí-
culo 25 establece al respecto: “En materia de adopción internacional, correspon-
de a las entidades públicas” (designadas por las Comunidades Autónomas):
• “La recepción y tramitación de las solicitudes, ya sea directamente o a tra-
vés de las entidades debidamente acreditadas”.
• “La expedición, en todo caso, de los certificados de idoneidad y, cuando lo
exija el país de origen del adoptado, la expedición del compromiso de segui-
miento”.
• “La acreditación, control, inspección y la elaboración de directrices de
actuación de las entidades que realicen funciones de mediación en su ámbi-
to territorial”.
Las agencias privadas o ECAIs, podrán ejercer sólo las siguientes funciones de
mediación:
• Información y asesoramiento a los interesados en materia de adopción
internacional.
• Intervención en la tramitación de expedientes de adopción ante las autori-
dades competentes, tanto españolas como extranjeras.
• Asesoramiento y apoyo a los solicitantes de adopción en los trámites y ges-
tiones que deben realizar en España y en el Extranjero.

160
apéndices

Las condiciones y requisitos que han de reunir estas agencias privadas para su
acreditación son:
• Que sean entidades sin ánimo de lucro.
• La inscripción en el registro correspondiente.
• Que en sus estatutos conste la finalidad de la protección de los menores.
• Que dispongan de los medios materiales y equipos pluridisciplinares necesa-
rios para el desarrollo de las funciones encomendadas.
• Que estén dirigidas y administradas por personas cualificadas por su integri-
dad moral y por su formación en el ámbito de la adopción internacional.

Convenio de la Haya relativo a la cooperación en materia de adop-


ción internacional

El Convenio sobre protección de menores y cooperación en materia de adopción,


fue aprobado el 29 de mayo de 1993 por la Conferencia de la Haya de Derecho
Internacional Privado. En él se establecen garantías en los procesos de adopción
de niños de origen extranjero. En la última sesión de la Comisión Especial estu-
vieron representados 63 países. España lo ratificó el 30 de junio de 1995
La base y eje central del actual Convenio de la Haya es la cooperación interna-
cional con el fin de luchar contra el tráfico que se desarrolla en torno a las adop-
ciones independientes, en concordancia con la Convención de Derechos del Niño,
aprobada en la O.N.U. el 20 de Noviembre de 1989, en donde se contempla:
• La adopción como una de las formas de protección de la infancia.
• El carácter subsidiario de la adopción internacional.
• La necesidad de suscitar una cooperación internacional para intentar disminuir
o, por lo menos, combatir las adopciones clandestinas.
Aspectos a destacar:
Garantías sobre los adoptantes. Este convenio contempla que la autoridad
competente valore y certifique la idoneidad de los solicitantes para la adop-
ción, así como la preparación para la misma.
Garantías sobre los adoptandos. Las autoridades competentes aseguran la
adoptabilidad del niño, garantizando que se han dado los consentimientos
requeridos y controlando que no ha existido pago indebido.

161
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Autoridades Centrales. Se establece la intervención en todo el proceso de


adopción de Autoridades Centrales, tanto en el país de origen como de recep-
ción, que garantizarán el procedimiento seguido para la adopción.
Procedimiento. Regula la tramitación a seguir en las adopciones a través de
las Autoridades Centrales.
Reconocimiento y efectos de la adopción. El reconocimiento se produce en
todos los estados contratantes, cuando la adopción se certifica conforme al
Convenio.
Los efectos serán distintos en cada caso, de acuerdo con las legislaciones internas.
El Convenio prevé en el art. 39.2 que: “Todo Estado contratante podrá suscribir
acuerdos, con uno o varios Estados contratantes, con el fin de favorecer la apli-
cación del Convenio, en sus recíprocas relaciones ...”. Esto permite determinar un
sistema de cooperación entre la Administración central de cada Estado.

Permisos laborales y Baja por maternidad

Ley de Conciliación Familiar y Laboral de las Personas Trabajadoras, (21 de


Octubre de 1999) Los aspectos principales de esta nueva ley, en relación con
padres y madres con hijos adoptados son los siguientes:
1. Permiso de 16 semanas por adopción y acogimiento preadoptivo o perma-
nente de menores hasta de 6 años, ampliable cuando la adopción sea múl-
tiple en hasta 2 semanas por cada hijo adicional. Empieza a contar a partir
de la decisión administrativa o judicial de acogimiento o de la resolución
judicial de adopción.
2. También tendrán 16 semanas de permiso en caso de adopción de mayores
de seis años con discapacidad, minusvalía ... o que por porvenir del extran-
jero con especiales dificultades de inserción social o familiar, debidamente
acreditado por los servicios sociales competentes.
3. En caso de adopción internacional que requiera desplazamiento al país de
origen del menor, el permiso podrá iniciarse hasta 4 semanas antes de la
resolución de adopción.
4. Reducción de jornada. Derecho a reducción de jornada y salario de entre
un tercio a la mitad hasta los 6 años. (Posteriormente se ha ampliado hasta
los 8 años).

162
apéndices

5. Excedencia de hasta 3 años para cuidado de hijo a contar desde la resolu-


ción de adopción.
6. Una disposición adicional establece que se consideren equiparables a los
efectos de la ley, las disposiciones judiciales o administrativas extranjeras
cuya finalidad y efectos jurídicos sean los previstos para la adopción y aco-
gimiento preadoptivo o permanente.

Pensión de orfandad

La Ley de acompañamiento de los Presupuestos generales del Estado del año


1998 eliminó la discriminación que había existido hasta entonces.
Según las normas vigentes hasta entonces en la Seguridad Social y en las Clases
Pasivas del Estado, se discriminaba a los adoptados, al exigirles un período de
dos años desde su adopción, para tener derecho a la pensión de orfandad.

Modificación del procedimiento del Registro Civil

La Instrucción de 15 de Febrero de 1999 de la Dirección General de los Registros


y del Notariado, publicada en el BOE del 2 de Marzo, se modifica el procedimien-
to de registro de un menor adoptado, registrando como datos principales los datos
adoptivos de los niños, manteniendo los datos biológicos en un folio aparte, que
sólo podrá ser extraído por el niño cuando sea mayor de edad, por los padres o
por instancias judiciales. Mediante solicitud, se pueden modificar los datos de los
menores adoptados registrados con anterioridad a esta fecha.

Ley de Adopción internacional de 28 de diciembre de 2007


I
La Exposición de motivos resume ampliamente el contenido de sus 34 artículos y
de sus tres disposiciones finales.
Las circunstancias económicas y demográficas de determinados países, en los
que muchos niños no han podido encontrar un ambiente propicio para su desa-

163
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

rrollo, unido al descenso de la natalidad en España, han originado que en los últi-
mos años el número de menores extranjeros adoptados por españoles o residen-
tes en España se haya incrementado notablemente. En dicha situación surgen
nuevas necesidades y demandas sociales de las que se han hecho eco numero-
sas instituciones tanto públicas como privadas, que han trasladado al Gobierno la
necesidad de adecuar el ordenamiento jurídico a la realidad social actual. El
aumento de adopciones constituidas en el extranjero supone, a su vez, un desafío
jurídico de grandes proporciones para el legislador, que debe facilitar los instru-
mentos normativos precisos para que la adopción tenga lugar con las máximas
garantías y respeto a los intereses de los de los menores a adoptar, posibilitando
el desarrollo armónico de la personalidad del niño en el contexto de un medio fami-
liar propicio. Todo ello en el marco de la más escrupulosa seguridad jurídica que
redunda siempre en beneficio de todos los participantes en la adopción interna-
cional, especialmente y en primer lugar, en beneficio del menor adoptado. El
transcurso de los años ha proporcionado perspectiva suficiente para apreciar la
oportunidad de una Ley que pusiera fin a la dispersión normativa característica de
la legislación anterior y reuniera una regulación completa de las cuestiones de
derecho internacional privado necesariamente presentes en todo proceso de
adopción internacional.

II
La presente Ley conjuga los principios y valores de nuestra Constitución con las
disposiciones de los instrumentos internacionales en materia de adopción que son
parte de nuestro Ordenamiento jurídico. En especial, es preciso poner de mani-
fiesto la trascendencia que tienen en esta nueva ordenación los principios conte-
nidos en el Convenio de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño, de 20
de noviembre de 1989, en la Declaración de Naciones Unidas sobre los principios
sociales y jurídicos aplicables a la protección y al bienestar de los niños, conside-
rados sobre todo desde el ángulo de las prácticas en materia de adopción y de
colocación familiar en los planos nacional e internacional (Resolución de la Asam-
blea General 41/1985, de 3 de diciembre de 1986), en el Convenio relativo a la
Protección del Niño y a la Cooperación en materia de Adopción Internacional, he-
cho en La Haya el 29 de mayo de 1993, ratificado por España mediante Ins-
trumento de 30 de junio de 1995.

164
apéndices

Un referente de gran importancia en España ha sido el trabajo llevado a cabo


en la Comisión del Senado sobre adopción internacional, cuyas conclusiones,
elaboradas con la aportaciones de autoridades y expertos en la materia, han
marcado una línea y camino a seguir en el enfoque de este fenómeno social.
En aplicación de la Constitución y de los instrumentos legales internacionales en
vigor para España, esta nueva norma concibe la adopción internacional como una
medida de protección de los menores que no pueden encontrar una familia en sus
países de origen y establece las garantías necesarias y adecuadas para asegurar
que las adopciones internacionales se realicen, ante todo, en interés superior del
niño y respeto a sus derechos. Asimismo, se pretende evitar y prevenir la sus-
tracción, la venta o el tráfico de niños, asegurando al mismo tiempo la no discri-
minación del menor por razón de nacimiento, nacionalidad, raza, sexo, deficiencia
o enfermedad, religión, lengua, cultura, opinión o cualquier otra circunstancia per-
sonal, familiar o social.
Cabe añadir que la presente Ley debe ser siempre interpretada con arreglo al
principio del interés superior de los menores, que prevalecerá sobre cualquier
otro interés legítimo que pudiera concurrir en los procesos de adopción interna-
cional.

III
La Ley tiene por objeto una regulación normativa sistemática, coherente y actua-
lizada que permite dar respuesta al fenómeno de la adopción internacional en
España. El articulado se divide en tres Títulos. Bajo la rúbrica «Disposiciones
generales», el Título I establece el ámbito de aplicación y la intervención de las
entidades públicas competentes en materia de protección de menores, con espe-
cial detenimiento en la especificación de las funciones que desarrollan las entida-
des colaboradoras en la adopción internacional. Así, en el Capítulo I se establece
el ámbito de aplicación de la norma, el objetivo pretendido por esta Ley de esta-
blecimiento de garantías de las adopciones tomando siempre como guía el inte-
rés superior de los menores, y se señalan cuáles son los principios que informan
la adopción internacional en consonancia con la Convención de los Derechos del
Niño de 20 de noviembre de 1989 y el Convenio de La Haya de 29 de mayo de
1993 sobre la protección de los derechos del niño y cooperación en materia de
adopción internacional. Cierra este capítulo la determinación de las circunstancias

165
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

que impiden la adopción, en esa línea de procurar que las adopciones tengan
lugar únicamente cuando existen las garantías mínimas suficientes.
En el Capítulo II se recoge la intervención de las Entidades Públicas de Protección
de Menores en el procedimiento de adopción y las funciones de intermediación
que únicamente podrán llevarse a cabo por entidades colaboradoras previamente
acreditadas por la Entidad Pública española competente y por la autoridad corres-
pondiente del país de origen de los menores.
La función intermediadora que se atribuye en exclusiva a estas entidades colabo-
radoras ha impuesto al legislador la tarea de configurar un marco jurídico que con-
jugue la prestación integral del servicio que tienen encomendado con unos meca-
nismos básicos para su acreditación y control, que deberá ser ejercido por las enti-
dades públicas competentes.
En este marco relativo a la acreditación, seguimiento y control de las entidades
colaboradoras, se aborda otra serie de cuestiones como la posibilidad de formali-
zar acuerdos de cooperación entre estas entidades ante situaciones especiales,
la posibilidad de establecer la coordinación entre las Entidades Públicas de
Protección de Menores competentes, la decisión sobre el número de entidades
colaboradoras de adopción internacional en países concretos, los supuestos de
suspensión o retirada de la acreditación a entidades colaboradoras acreditadas en
varias Comunidades Autónomas, la concreción del carácter de la relación de las
entidades colaboradoras con sus representantes en el país de origen de los meno-
res y la responsabilidad de aquéllas por los actos que éstos realicen en las fun-
ciones de intermediación.
Por otra parte, el Capítulo III regula la idoneidad de los adoptantes partiendo
de la definición de su concepto, de la determinación de las cuestiones y aspectos
a que debe referirse y del establecimiento de su plazo máximo de vigencia.
También en este Capítulo se impone a los adoptantes una serie de obligaciones
postadoptivas y se reconoce el derecho de los adoptados a conocer sus orígenes
biológicos. Consciente el legislador de la trascendencia de esta cuestión desde la
perspectiva del libre desarrollo de la personalidad de las personas adoptadas, se ha
conjugado el ejercicio de este derecho con las necesarias cautelas para proteger la
intimidad de las personas afectadas. De esta forma se establecen dos limitaciones
fundamentales: por una parte, la legitimación restringida a la persona del adoptado

166
apéndices

una vez alcanzada la mayoría de edad o bien con anterioridad si está representada
por sus padres y, por otra parte, el asesoramiento e intervención necesaria de las
Entidades Públicas competentes para facilitar el acceso a los datos requeridos.
Concluye el Capítulo con un precepto específicamente destinado a la protección
de los datos de carácter personal, de conformidad con el informe de la Agencia
Española de Protección de Datos.
La segunda parte de la Ley se destina a regular las normas de Derecho interna-
cional Privado relativas a la adopción internacional. Así, el Título II consta de tres
partes bien diferenciadas.
En primer lugar, ofrece una regulación completa de la competencia de las autori-
dades españolas para la constitución, modificación, conversión y declaración de
nulidad de la adopción internacional. Inspirada en el principio de «conexión míni-
ma», una autoridad española no debe proceder a la constitución, modificación o
declaración de nulidad de una adopción internacional si el supuesto no aparece
mínimamente conectado con España. De ese modo, se evita la penetración de
foros exorbitantes en la legislación española, foros que pueden provocar la cons-
titución de adopciones válidas en España pero ineficaces o inexistentes en otros
países, especialmente en el país de origen del menor.
En segundo lugar, la Ley regula la legislación aplicable a la constitución de la adop-
ción internacional por autoridades españolas, así como a la conversión, modifica-
ción y declaración de nulidad de la misma. Con el fin de lograr una mejor sistemá-
tica, el Capítulo relativo a la «Ley aplicable a la adopción» distingue dos supuestos.
Cuando el adoptando posea su residencia habitual en España o la vaya a adquirir
próximamente, se opta por disponer la aplicación de la Ley española a la constitu-
ción de la adopción. Sin embargo, cuando el adoptando no resida habitualmente en
España, ni vaya a ser trasladado a España para establecer en España su centro
social de vida, se ha preferido que la adopción se rija por la Ley del país en cuya
sociedad va a quedar integrado. En ambos casos, la Ley incorpora las necesarias
cautelas y se otorga en el segundo un margen de discrecionalidad judicial más
amplio para dar entrada puntual a otras Leyes estatales diferentes y procurar la
mayor validez internacional de la adopción constituida en España.
En tercer lugar, contiene una regulación exhaustiva de los efectos jurídicos que
pueden surtir en España las adopciones constituidas ante autoridades extranjeras

167
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

competentes. Estas disposiciones revisten una importancia particular, visto que el


número de adopciones constituidas en el extranjero por ciudadanos residentes en
España es, en la actualidad, manifiestamente superior al número de adopciones
constituidas en España.
En este punto, la Ley arranca del necesario respeto al entramado legal, com-
puesto por los Tratados y Convenios internacionales y otras normas internaciona-
les de aplicación para España, que resultan aplicables para concretar los efectos
legales que surten en España las adopciones constituidas en el extranjero.
Con base en lo anterior, la Ley establece un régimen para el reconocimiento en
España de las adopciones constituidas por autoridades extranjeras en defecto de
normativa internacional aplicable. Dicho régimen gira en torno a una idea ele-
mental: la adopción sólo será reconocida en España si se ha constituido válida-
mente en el Estado de origen y si, además, satisface determinadas exigencias de
regularidad jurídica o que giren en torno al interés del adoptando. De ese modo,
se evita que una adopción que no haya sido regularmente constituida en un país
extranjero, pueda desplegar efectos legales en España y que las adopciones
constituidas sin un respeto suficiente a los mínimos niveles de Justicia, con espe-
cial atención al interés del menor, surtan efectos en España.
A tal efecto, las autoridades españolas y en especial, los Encargados del Registro
Civil, deberán controlar, en todo caso, que la adopción haya sido constituida por
autoridad extranjera competente, que dicha autoridad respetó sus propias normas
de Derecho Internacional Privado y constituyó, por tanto, una adopción válida en
dicho país. Deberá constatar asimismo que la adopción constituida en país extran-
jero surte, según la Ley aplicada a su constitución, los mismos efectos sustanciales
que la adopción regulada en la legislación española, que los adoptantes han sido
declarados idóneos para adoptar, y que, en el caso de adoptando español, se haya
emitido el consentimiento de la entidad pública correspondiente a la última resi-
dencia del adoptando en España y, finalmente, que el documento presentado en
España y que contiene el acto de adopción constituida ante autoridad extranjera,
reúna las suficientes garantías formales de autenticidad.
La Ley incorpora igualmente, una regulación, hasta ahora inexistente en nuestro
Derecho positivo, relativa a los efectos en España de la adopción simple o menos
plena legalmente constituida por autoridad extranjera, así como la posibilidad de

168
apéndices

conversión en una adopción con plenitud de efectos, estableciendo los factores


que deben concurrir en cada caso para que la autoridad española competente
acuerde la transformación.
Concluye el articulado de la Ley con un Título III en el que se regula el régi-
men jurídico-privado de los casos internacionales de otras medidas de protec-
ción de menores. En dicho contexto, se proporcionan soluciones específicas
que regulan los posibles efectos en España de la kafala, institución propia del
Derecho de ciertos países cuyas legislaciones están inspiradas en principios
islámicos.

IV
Se completa la Ley con la modificación de determinados artículos del Código civil. En
primer lugar, la que impone el contenido del Título II de la Ley en el artículo 9.5, que
pasa a cumplir una mera función de remisión a la Ley de adopción internacional.
Por último, se aprovecha el evidente vínculo que une la adopción con la protec-
ción de los menores para abordar la reforma de los artículos 154 y 268 del Código
Civil. Estas reformas serán de aplicación supletoria respecto del derecho propio
de aquellas Comunidades Autónomas que lo posean. Además de mejorarse la
redacción de estos preceptos, se da respuesta de este modo a los requerimientos
del Comité de Derechos del Niño, que ha mostrado su preocupación por la posi-
bilidad de que la facultad de corrección moderada que hasta ahora se recono-
ce a los padres y tutores pueda contravenir el artículo 19 de la Convención sobre
los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989.

TÍTULO I
Disposiciones generales
CAPÍTULO I
Ámbito de aplicación
Artículo 1. Ámbito de aplicación.
1. La presente Ley regula la competencia de las autoridades judiciales y consula-
res españolas y la determinación de la ley aplicable a las adopciones internacio-
nales, así como la validez en España de las adopciones constituidas por autorida-
des extranjeras.

169
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

2. Se entiende por «adopción internacional» el vínculo jurídico de filiación que


presenta un elemento extranjero derivado de la nacionalidad o de la residencia
habitual de adoptantes o adoptandos.
Artículo 2. Objeto y finalidad de la Ley.
1. La presente Ley establece el marco jurídico y los instrumentos básicos para
garantizar que todas las adopciones internacionales tengan lugar en consideración
al interés superior del menor.
2. La finalidad de esta Ley es proteger los derechos de los menores a adoptar,
teniendo en cuenta también los de los solicitantes de adopción y los de las demás
personas implicadas en el proceso de adopción internacional.
Artículo 3. Principios informadores de la adopción internacional.
La adopción internacional de menores respetará los principios inspiradores de la
Convención de Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989 y del Convenio de
la Haya, de 29 de mayo de 1993, relativo a la protección de derechos del niño y a
la cooperación en materia de adopción internacional.
A tal fin, la Entidad Pública competente, en la medida de lo posible, incluirá los
estándares y salvaguardas del Convenio de La Haya, de 29 de mayo de 1993, en
los acuerdos relativos a la adopción internacional que suscriba con Estados no
contratantes del mismo.
Artículo 4. Circunstancias que impiden o condicionan la adopción.
1. No se tramitarán solicitudes de adopción de menores nacionales de otro país
o con residencia habitual en otro Estado en las siguientes circunstancias:
a) Cuando el país en que el menor adoptando tenga su residencia habitual se
encuentre en conflicto bélico o inmerso en un desastre natural.
b) Si no existe en el país una autoridad específica que controle y garantice la
adopción.
c) Cuando en el país no se den las garantías adecuadas para la adopción y las
prácticas y trámites de la adopción en el mismo no respeten el interés del menor
o no cumplan los principios éticos y jurídicos internacionales referidos en el artí-
culo 3.
2. Las Entidades Públicas de Protección de Menores españolas podrán estable-
cer que, con respecto a un determinado Estado, únicamente se tramiten solicitu-
des de adopción internacional a través de Entidades Colaboradoras acreditadas o

170
apéndices

autorizadas por las autoridades de ambos Estados, cuando se constate que otra
vía de tramitación presenta riesgos evidentes por la falta de garantías adecuadas.
3. La tramitación de solicitudes para la adopción de aquellos menores extranjeros
que hayan sido acogidos en programas humanitarios de estancia temporal por
motivo de vacaciones, estudios o tratamiento médico, requerirá que tales acogi-
mientos hayan finalizado conforme a las condiciones para las que fueron consti-
tuidos y que en su país de origen participen en programas de adopción debida-
mente regulados.
4. A efectos de la decisión a adoptar por la Entidad Pública competente en cada
Comunidad Autónoma en los supuestos previstos en los apartados 1 y 2 de este
artículo, se procurará la correspondiente coordinación autonómica, pudiendo
someterse dicha decisión a la consideración previa del correspondiente órgano de
coordinación institucional de las Administraciones Públicas sobre adopción inter-
nacional, así como del Consejo Consultivo de Adopción Internacional.
5. La función de intermediación en la adopción internacional únicamente podrá
efectuarse por las Entidades Públicas de Protección de Menores y por las
Entidades de Colaboración, debidamente autorizadas por aquéllas y por la corres-
pondiente autoridad del país de origen de los menores. Ninguna otra persona o
entidad podrá intervenir en funciones de intermediación para adopciones interna-
cionales.
6. En las adopciones internacionales nunca podrán producirse beneficios finan-
cieros distintos de aquellos que fueran precisos para cubrir estrictamente los gas-
tos necesarios.

CAPÍTULO II
Entidades Públicas y Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional
Artículo 5. Intervención de las Entidades Públicas de Protección de Menores.
En materia de adopción internacional corresponde a las Entidades Públicas com-
petentes en materia de protección de menores:
a) Organizar y facilitar la información sobre legislación, requisitos y trámites nece-
sarios en España y en los países de origen de los menores, velando para que esa
información sea lo más completa, veraz y actualizada posible y de libre acceso por
los interesados.
b) Facilitar a las familias la formación previa necesaria que les permita compren-
der y afrontar las implicaciones de la adopción internacional, preparándolas para

171
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

el adecuado ejercicio de sus funciones parentales una vez constituida aquélla.


Podrán delegar esta función en instituciones o entidades debidamente autoriza-
das.
c) La recepción de las solicitudes, en todo caso, y su tramitación, ya sea directa-
mente o a través de Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional debida-
mente acreditadas.
d) La expedición, en todo caso, de los certificados de idoneidad, previa elabora-
ción, bien directamente o a través de instituciones o entidades debidamente auto-
rizadas, del informe psicosocial de los solicitantes de la adopción, y, cuando lo
exija el país de origen del adoptando, la expedición del compromiso de segui-
miento.
e) Recibir la asignación del menor, con información sobre su identidad, su adop-
tabilidad, su medio social y familiar, su historia médica y necesidades particulares;
así como la información relativa al otorgamiento de los consentimientos de perso-
nas, instituciones y autoridades requeridas por la legislación del país de origen.
f) Dar la conformidad respecto a la adecuación de las características del niño
asignado por el organismo competente del país de origen con las que figuren en
el informe psicosocial que acompaña al certificado de idoneidad.
A lo largo del proceso de adopción internacional ofrecerán apoyo técnico dirigido
a los adoptados y a los adoptantes, prestándose particular atención a las perso-
nas que hayan adoptado menores con características o necesidades especiales.
Durante la estancia de los adoptantes en el extranjero podrán contar para ello con
la colaboración del Servicio Exterior.
g) Los informes de los seguimientos requeridos por el país de origen del menor,
que podrán encomendar a entidades como las previstas en el artículo 6 de esta
Ley o a otras organizaciones sin ánimo de lucro.
h) El establecimiento de recursos cualificados de apoyo postadoptivo para la ade-
cuada atención de adoptados y adoptantes en la problemática que les es especí-
fica.
i) La acreditación, control, inspección y elaboración de directrices de actuación
de las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional que realicen funciones
de intermediación en su ámbito territorial.
En sus actuaciones en materia de adopción internacional, las Entidades Públicas
competentes promoverán medidas para lograr la máxima coordinación y colabo-
ración entre ellas. En particular, procurarán la homogeneización de procedimien-
tos, plazos y costes.

172
apéndices

Artículo 6. La actividad de intermediación en la adopción internacional.


1. Se entiende por intermediación en adopción internacional toda actividad que
tenga por objeto intervenir poniendo en contacto o en relación a los solicitantes de
adopción con las autoridades, organizaciones e instituciones del país de origen o
residencia del menor susceptible de ser adoptado y prestar la asistencia suficien-
te para que la adopción se pueda llevar a cabo.
2. Las funciones que deben realizar las entidades acreditadas para la intermedia-
ción serán las siguientes:
a) Información y asesoramiento a los interesados en materia de adopción inter-
nacional.
b) Intervención en la tramitación de expedientes de adopción ante las autoridades
competentes, tanto españolas como extranjeras.
c) Asesoramiento y apoyo a los solicitantes de adopción en los trámites que
necesariamente deben realizar en España y en los países de origen de los
menores.
d) Intervenir en la tramitación y realizar las gestiones correspondientes para el
cumplimiento de las obligaciones postadoptivas establecidas para los adoptantes
en la legislación del país de origen del menor adoptado que le sean encomenda-
das, en los términos fijados por la Entidad Pública de Protección de Menores espa-
ñola que la haya acreditado.
3. Las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional intervendrán en los
términos y con las condiciones establecidas en esta Ley y en las normas de las
Comunidades Autónomas.
4. Las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional podrán establecer
entre ellas acuerdos de cooperación para solventar situaciones sobrevenidas o
para un mejor cumplimiento de sus fines.
Artículo 7. Acreditación, seguimiento y control de las Entidades Colaboradoras de
Adopción Internacional.
1. Sólo podrán ser acreditadas como Entidades Colaboradoras de Adopción
Internacional las entidades sin ánimo de lucro inscritas en el registro correspon-
diente, que tengan como finalidad en sus estatutos la protección de menores, dis-
pongan de los medios materiales y equipos pluridisciplinares necesarios para el
desarrollo de las funciones encomendadas y estén dirigidas y administradas por

173
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

personas cualificadas por su integridad moral, por su formación y por su expe-


riencia en el ámbito de la adopción internacional.
Las Entidades Públicas competentes procurarán la mayor homogeneidad posible
en los requisitos básicos para la acreditación.
2. Existirá un registro público específico de las Entidades Colaboradoras de Adop-
ción Internacional acreditadas.
3. En el supuesto de que el país extranjero para el que se prevé la acreditación
de Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional fije un límite en el número
de las mismas, se establecerá la oportuna coordinación entre las Entidades
Públicas competentes españolas a efectos de acreditar las que corresponda.
4. Podrá establecerse, mediante la correspondiente coordinación de todas las
Entidades Públicas, un número máximo de Entidades Colaboradoras de Adopción
Internacional españolas a acreditar para intermediación en un país concreto, en
función de las necesidades de adopción internacional en ese país, las adopciones
constituidas u otras cuestiones sobre la previsión de posibilidades de adopción
internacional en el mismo.
5. Las Entidades Públicas podrán suspender o retirar, mediante expediente con-
tradictorio, la acreditación concedida a aquellas entidades acreditadas para la
intermediación que dejen de cumplir las condiciones que motivaron su concesión
o que infrinjan en su actuación el ordenamiento jurídico. Esta suspensión o retira-
da de la acreditación podrá tener lugar con carácter general o sólo para algún país
concreto.
En el supuesto de suspensión y retirada de la acreditación de una Entidad Cola-
boradora de Adopción Internacional por parte de la Entidad Pública competente de
una Comunidad Autónoma, ésta facilitará la información más relevante que obre
en la instrucción del expediente sancionador a las Entidades Públicas de las
demás Comunidades Autónomas donde también esté acreditada, a efectos de que
puedan iniciar la investigación que, en su caso, consideren oportuna.
6. Las Entidades Colaboradoras de Adopción Internacional designarán la perso-
na que actuará como representante de la Entidad y de las familias ante la autori-
dad del país de origen del menor. Los profesionales empleados por las Entidades
Colaboradoras de Adopción Internacional en los países de origen de los menores
se considerarán personal adscrito a la Entidad, que será responsable de los actos
de dichos profesionales en el ejercicio de sus funciones de intermediación. Estos

174
apéndices

profesionales deberán ser evaluados por el órgano competente para la acredita-


ción de la Entidad Colaboradora.
7. Corresponderá a las Comunidades Autónomas competentes en la materia, la
acreditación, seguimiento y control de las Entidades Colaboradoras de Adopción
Internacional que actúen en su ámbito territorial, de acuerdo con la normativa auto-
nómica aplicable.
8. Para el seguimiento y control de las Entidades Colaboradoras de Adopción
Internacional se establecerá la correspondiente coordinación interautonómica con
respecto a aquellas que estén acreditadas en más de una Comunidad Autónoma.
Artículo 8. Relación de los solicitantes de adopción y las Entidades Colaboradoras
de Adopción Internacional.
1. La Entidad Colaboradora de Adopción Internacional y los solicitantes de adop-
ción formalizarán un contrato referido exclusivamente a las funciones de interme-
diación que aquélla asume con respecto a la tramitación de la solicitud de adop-
ción.
El modelo básico de contrato ha de ser previamente homologado por la Entidad
Pública competente.
2. Para el exclusivo cumplimiento de las competencias establecidas en el artícu-
lo 5.i) de esta Ley, las Entidades Públicas competentes crearán un registro de las
reclamaciones formuladas por las personas que acudan a las Entidades Colabo-
radoras de Adopción Internacional que hayan acreditado.
Artículo 9. Comunicación entre autoridades competentes españolas y autoridades
competentes de otros Estados.
La comunicación entre las autoridades centrales españolas competentes y las
autoridades competentes de otros Estados se coordinará de acuerdo con lo pre-
visto en el Convenio relativo a la protección del niño y a la cooperación en mate-
ria de adopción internacional, hecho en La Haya el 29 de mayo de 1993 y ratifica-
do por España mediante Instrumento de 30 de junio de 1995, si las autoridades
extranjeras corresponden a Estados que forman parte del Convenio de la Haya o
de otros tratados y convenios internacionales existentes en materia de adopción
internacional.
Con respecto al resto de los Estados, se procurará seguir el mismo procedi-
miento.

175
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

CAPÍTULO III
Capacidad y requisitos para la adopción internacional
Artículo 10. Idoneidad de los adoptantes.
1. Se entiende por idoneidad la capacidad, aptitud y motivación adecuadas para
ejercer la patria potestad, atendiendo a las necesidades de los niños adoptados, y
para asumir las peculiaridades, consecuencias y responsabilidades que conlleva
la adopción internacional.
2. A tal efecto, la declaración de idoneidad requerirá una valoración psicosocial
sobre la situación personal, familiar y relacional de los adoptantes, y su capacidad
para establecer vínculos estables y seguros, sus habilidades educativas y su aptitud
para atender a un menor en función de sus singulares circunstancias, así como cual-
quier otro elemento útil relacionado con la singularidad de la adopción internacional.
Las Entidades Públicas competentes procurarán la necesaria coordinación con el
fin de homogeneizar los criterios de valoración de la idoneidad.
3. La declaración de idoneidad y los informes psicosociales referentes a la misma
tendrán una vigencia máxima de tres años desde la fecha de su emisión por el
órgano competente español, siempre que no se produzcan modificaciones sus-
tanciales en la situación personal y familiar de los solicitantes que dieron lugar a
dicha declaración, sujeta no obstante a las condiciones y a las limitaciones esta-
blecidas, en su caso, en la legislación autonómica aplicable en cada supuesto.
4. Corresponde a las Entidades Públicas competentes en materia de protección
de menores la declaración de idoneidad de los adoptantes a través de los informes
de idoneidad, que estarán sujetos a las condiciones, requisitos y limitaciones esta-
blecidos en la legislación correspondiente.
5. En el proceso de declaración de idoneidad, se prohíbe cualquier discriminación
por razón de discapacidad o cualquier otra circunstancia.
Artículo 11. Obligaciones postadoptivas de los adoptantes.
1. Los adoptantes deberán facilitar en el tiempo previsto la información, docu-
mentación y entrevistas que la Entidad Pública de Protección de Menores espa-
ñola competente, o Entidad Colaboradora por ella autorizada, precise para la emi-
sión de los informes de seguimiento postadoptivo exigidos por la Entidad Pública
de Protección de Menores competente en España o por la autoridad competente
del país de origen.

176
apéndices

2. Los adoptantes deberán cumplir en el tiempo previsto los trámites postadopti-


vos establecidos por la legislación del país de origen del menor adoptado, reci-
biendo para ello la ayuda y asesoramiento preciso por parte de las Entidades
Públicas de Protección de Menores y las Entidades de Colaboración de Adopción
Internacional.
Artículo 12. Derecho a conocer los orígenes biológicos.
Las personas adoptadas, alcanzada la mayoría de edad o durante su minoría
de edad representadas por sus padres, tendrán derecho a conocer los datos
que sobre sus orígenes obren en poder de las Entidades Públicas españolas,
sin perjuicio de las limitaciones que pudieran derivarse de la legislación de los
países de que provengan los menores. Este derecho se hará efectivo con el
asesoramiento, la ayuda y mediación de los servicios especializados de la
Entidad Pública de Protección de Menores u organizaciones autorizadas para
tal fin.
Las Entidades Públicas competentes asegurarán la conservación de la informa-
ción de que dispongan relativa a los orígenes del niño, en particular la información
respecto a la identidad de sus padres, así como la historia médica del niño y de su
familia.
Las Entidades colaboradoras que hubieran intermediado en la adopción deberán
informar a las Entidades Públicas de los datos de los que dispongan sobre los orí-
genes del menor.
Artículo 13. Protección de datos de carácter personal.
1. El tratamiento y cesión de datos derivado del cumplimiento de las previsiones
de la presente Ley se encontrará sometido a lo dispuesto en la Ley Orgánica
15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal.
2. Los datos obtenidos por las Entidades Públicas o por las Entidades Colabora-
doras de Adopción Internacional únicamente podrán ser tratados para las finalida-
des relacionadas con el desarrollo, en cada caso, de las funciones descritas para
cada una de ellas en los artículos 5 y 6.2 de la presente Ley.
3. La transferencia internacional de los datos a autoridades extranjeras de adop-
ción únicamente se efectuará en los supuestos expresamente previstos en esta
Ley y en el Convenio de La Haya de 29 de mayo de 1993, relativo a la protección
del niño y a la cooperación en materia de adopción internacional.

177
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

TÍTULO II
Normas de Derecho Internacional Privado relativas a la adopción interna-
cional
CAPITULO I
Competencia para la constitución de la adopción internacional
Artículo 14. Competencia judicial internacional para la constitución de adopción en
supuestos internacionales.
1. Con carácter general, los Juzgados y Tribunales españoles serán competentes
para la constitución de la adopción en los siguientes casos:
a) Cuando el adoptando sea español o tenga su residencia habitual en España.
b) Cuando el adoptante sea español o tenga su residencia habitual en España.
2. La nacionalidad española y la residencia habitual en España se apreciarán, en
todo caso, en el momento de la presentación de la solicitud de adopción a la En-
tidad Pública competente.
Artículo 15. Competencia judicial internacional para la modificación, revisión, de-
claración de nulidad o conversión en adopción plena de una adopción en supues-
tos internacionales.
1. Los Juzgados y Tribunales españoles serán competentes para la declaración
de nulidad de una adopci_3;n en los siguientes casos:
a) Cuando el adoptado sea español o tenga su residencia habitual en España en
el momento de presentación de la solicitud.
b) Cuando el adoptante sea español o tenga su residencia habitual en España en
el momento de presentación de la solicitud.
c) Cuando la adopción haya sido constituida por autoridad española.
2. Si la ley aplicada a la adopción prevé la posibilidad de adopción simple, los
Juzgados y Tribunales españoles serán competentes para la conversión de adop-
ción simple en adopción plena en los casos señalados en el apartado anterior.
3. Los Juzgados y Tribunales españoles serán también competentes para la modi-
ficación o revisión de una adopción en los mismos casos señalados en el apartado
primero y también cuando, además, la adopción haya sido constituida por autoridad
extranjera, siempre que dicha adopción haya sido reconocida en España.
4. A efectos de lo establecido en esta Ley, se entenderá por adopción simple o
menos plena aquélla constituida por autoridad extranjera competente cuyos efec-

178
apéndices

tos no se correspondan sustancialmente con los previstos para la adopción en la


legislación española.
Artículo 16. Competencia objetiva y territorial del órgano jurisdiccional.
1. La determinación del concreto órgano jurisdiccional competente objetiva y terri-
torialmente para la constitución de la adopción internacional se llevará a cabo con
arreglo a las normas de la jurisdicción voluntaria.
2. En el caso de no poder determinarse la competencia territorial con arreglo al
párrafo anterior, ésta corresponderá al órgano judicial que los adoptantes elijan.
Artículo 17. Competencia de los cónsules en la constitución de adopciones inter-
nacionales.
Siempre que el Estado receptor no se oponga a ello, ni lo prohíba su legislación,
de conformidad con los Tratados internacionales y otras normas internacionales de
aplicación, los cónsules podrán constituir adopciones, en el caso de que el adop-
tante sea español y el adoptando tenga su residencia habitual en la demarcación
consular correspondiente. La nacionalidad del adoptante y la residencia habitual
del adoptando se determinarán en el momento de inicio del expediente adminis-
trativo de adopción.
CAPÍTULO II
Ley aplicable a la adopción
Sección 1.ª Adopción regida por la ley española
Artículo 18. Ley aplicable a la constitución de la adopción.
1. La adopción constituida por la autoridad competente española se regirá por lo
dispuesto en la ley material española en los siguientes casos:
a) Cuando el adoptando tenga su residencia habitual en España en el momento
de constitución de la adopción.
b) Cuando el adoptando haya sido o vaya a ser trasladado a España con la fina-
lidad de establecer su residencia habitual en España.
Artículo 19. Capacidad del adoptando y consentimientos necesarios.
1. La capacidad del adoptando y los consentimientos necesarios de todos los
sujetos intervinientes en la adopción, se regirán por la ley nacional del adoptando
y no por la ley sustantiva española, en los siguientes casos:
a) Si el adoptando tuviera su residencia habitual fuera de España en el momento
de la constitución de la adopción.

179
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

b) Si el adoptando no adquiere, en virtud de la adopción, la nacionalidad españo-


la, aunque resida en España.
2. La aplicación de la ley nacional del adoptando prevista en el párrafo primero de
este artículo procederá, únicamente, cuando la autoridad española competente
estime que con ello se facilita la validez de la adopción en el país correspondien-
te a la nacionalidad del adoptando.
3. No procederá la aplicación de la ley nacional del adoptando prevista en el
párrafo primero de este artículo cuando se trate de adoptandos apátridas o con
nacionalidad indeterminada.
Artículo 20. Consentimientos, audiencias y autorizaciones.
Sin perjuicio de lo establecido en el artículo 18, la autoridad española competente
para la constitución de la adopción podrá exigir, además, los consentimientos,
audiencias o autorizaciones requeridas por la ley nacional o por la ley de la resi-
dencia habitual del adoptante o del adoptando, siempre que concurran estas cir-
cunstancias:
a) Que la exigencia de tales consentimientos, audiencias o autorizaciones reper-
cuta en interés del adoptando. Se entenderá que concurre «interés del adoptan-
do», particularmente, si la toma en consideración de las leyes extranjeras facilita,
según criterio judicial, la validez de la adopción en otros países conectados con el
supuesto y sólo en la medida en que ello sea así.
b) Que la exigencia de tales consentimientos, audiencias o autorizaciones sea
solicitada por el adoptante o por el Ministerio Fiscal.

Sección 2.ª Adopción regida por una ley extranjera


Artículo 21. Ley aplicable a la constitución de la adopción.
1. Cuando el adoptando no tenga su residencia habitual en España, y además no
haya sido o no vaya a ser trasladado a España con la finalidad de establecer su
residencia habitual en España, la constitución de la adopción se regirá:
a) Por la ley del país al que ha sido o al que va a ser trasladado el adoptando con
la finalidad de establecer su residencia habitual en dicho país.
b) En defecto del criterio anterior, por la ley del país de la residencia habitual del
adoptando.
2. La autoridad española competente para la constitución de la adopción podrá
tener en cuenta los requisitos de capacidad del adoptando y los consentimientos

180
apéndices

necesarios de todos los sujetos intervinientes en la adopción, previstos en la ley


nacional del adoptando en el caso de que dicha autoridad considere que la obser-
vancia de tales requisitos facilita la validez de la adopción en el país correspon-
diente a la nacionalidad del adoptando.
3. La autoridad española podrá, igualmente, tener en cuenta los consentimientos,
audiencias o autorizaciones requeridas por la ley nacional o por la ley de la resi-
dencia habitual del adoptante o del adoptando, en el caso de que dicha autoridad
considere que la observancia de tales requisitos facilita la validez de la adopción
en otros países conectados con el supuesto.

Sección 3.ª Disposiciones comunes


Artículo 22. Ley aplicable a la conversión, nulidad y revisión de la adopción.
Los criterios anteriores sobre determinación de la ley aplicable a la constitución de
la adopción serán aplicables también para precisar la ley aplicable a la conversión,
nulidad y revisión de la adopción.
Artículo 23. Orden público internacional español.
En ningún caso procederá la aplicación de una ley extranjera cuando resulte mani-
fiestamente contraria al orden público internacional español. A tal efecto se tendrá
en cuenta el interés superior del menor y los vínculos sustanciales del supuesto
con España. Los aspectos de la adopción que no puedan regirse por un Derecho
extranjero al resultar éste contrario al orden público internacional español, se regi-
rán por el Derecho sustantivo español.
Artículo 24. Propuesta previa de adopción.
La Entidad Pública correspondiente al último lugar de residencia habitual del adop-
tante en España, será competente para formular la propuesta previa de adopción.
Si el adoptante no tuvo residencia en España en los dos últimos años, no será
necesaria propuesta previa, pero el cónsul recabará de las autoridades del lugar
de residencia de aquél informes suficientes para valorar su idoneidad.

CAPÍTULO III
Efectos en España de la adopción constituida por autoridades extranjeras
Artículo 25. Normas internacionales.
La adopción constituida por autoridades extranjeras será reconocida en España
con arreglo a lo establecido en los Tratados y Convenios internacionales y otras
normas de origen internacional en vigor para España, y, en especial, con arreglo

181
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

al Convenio de La Haya de 29 de mayo de 1993, relativo a la protección del niño


y a la cooperación en materia de adopción internacional. Tales normas prevalece-
rán, en todo caso, sobre las reglas contenidas en esta Ley.
Artículo 26. Requisitos para la validez en España de adopciones constituidas por
autoridades extranjeras en defecto de normas internacionales.
1. En defecto de Tratados y Convenios internacionales y otras normas de origen
internacional en vigor para España que resulten aplicables, la adopción constitui-
da por autoridades extranjeras será reconocida en España como adopción si se
cumplen los siguientes requisitos:
1.º Que haya sido constituida por autoridad extranjera competente.
La adopción debe haberse constituido por autoridad pública extranjera, sea o no
judicial. Se considera que la autoridad extranjera que constituyó la adopción es
internacionalmente competente si se respetaron, en la constitución de la adopción,
los foros recogidos en su propio Derecho.
No obstante lo establecido en la regla anterior, en el caso en que la adopción no
presente conexiones razonables de origen, de antecedentes familiares o de otros
órdenes similares con el país cuya autoridad haya constituido la adopción, se esti-
mará que la autoridad extranjera carecía de competencia internacional.
2.º Que se haya constituido con arreglo a la ley o leyes estatales designadas por
las normas de conflicto del país del que depende la autoridad extranjera que cons-
tituyó la adopción.
A tal efecto, si la autoridad española comprueba que no se ha prestado alguna
declaración de voluntad o no se ha manifestado el consentimiento exigido por la
ley extranjera reguladora de la constitución de la adopción, dicho requisito podrá
ser completado en España, ante las autoridades competentes españolas con arre-
glo a los criterios contenidos en esta Ley, o ante cualquier otra autoridad extranje-
ra competente.
2. Cuando el adoptante o el adoptado sea español, la adopción constituida por
autoridad extranjera debe surtir los efectos jurídicos que se corresponden, de
modo sustancial, con los efectos de la adopción regulada en Derecho español.
Será irrelevante el nombre legal de la institución en el Derecho extranjero.
En particular, las autoridades españolas controlarán que la adopción constituida
por autoridad extranjera produzca la extinción de vínculos jurídicos sustanciales
entre el adoptado y su familia anterior, que haga surgir los mismos vínculos de filia-

182
apéndices

ción que los de la filiación por naturaleza y que sea irrevocable por los adoptantes.
Cuando la ley extranjera admita que la adopción constituida a su amparo pueda
ser revocada por el adoptante, será requisito indispensable que éste, antes del
traslado del menor a España, renuncie al ejercicio de la facultad de revocarla. La
renuncia deberá formalizarse en documento público o mediante comparecencia
ante el Encargado del Registro Civil.
3. Cuando el adoptante sea español y residente en España, la Entidad Pública
española competente deberá declarar su idoneidad previamente a la constitución
de la adopción por el órgano competente extranjero. No se exigirá dicha declara-
ción de idoneidad en los casos en los que de haberse constituido la adopción en
España no se hubiera requerido la misma.
4. Si el adoptando fuera español en el momento de constitución de la adopción
ante la autoridad extranjera competente, será necesario el consentimiento de la
Entidad Pública correspondiente a la última residencia del adoptando en España.
5. El documento en el que conste la adopción constituida ante autoridad extran-
jera deberá reunir los requisitos formales de autenticidad consistentes en la lega-
lización o apostilla y en la traducción a idioma oficial español. Se exceptúan los
documentos eximidos de legalización o traducción en virtud de otras normas
vigentes.
Artículo 27. Control de la validez de la adopción constituida por autoridad extranjera.
La autoridad pública española ante la que se suscite la cuestión de la validez de
una adopción constituida por autoridad extranjera, y en especial, el Encargado del
Registro Civil en el que se inste la inscripción de la adopción constituida en el
extranjero, controlará, incidentalmente, la validez de dicha adopción en España
con arreglo a las normas contenidas en esta Ley.
Artículo 28. Requisitos para la validez en España de decisiones extranjeras de
conversión, modificación o nulidad de una adopción.
Las decisiones de la autoridad pública extranjera en cuya virtud se establezca la
conversión, modificación o nulidad de una adopción surtirán efectos legales en
España con arreglo a las exigencias recogidas en el artículo 26 de esta Ley.
Artículo 29. Inscripción de la adopción en el Registro Civil.
Cuando la adopción internacional se haya constituido en el extranjero y los adop-
tantes tengan su domicilio en España podrán solicitar la inscripción de nacimiento

183
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

del menor y la marginal de adopción conforme a las normas contenidas en los artí-
culos 12 y 16.3 de la Ley del Registro Civil.
Artículo 30. Adopción simple o menos plena legalmente constituida por autoridad
extranjera.
1. La adopción simple o menos plena constituida por autoridad extranjera surtirá
efectos en España, como adopción simple o menos plena, si se ajusta a la ley
nacional del adoptado con arreglo al artículo 9.4 del Código Civil.
2. La ley nacional del adoptado en forma simple o menos plena determinará la
existencia, validez y efectos de tales adopciones, así como la atribución de la
patria potestad.
3. Las adopciones simples o menos plenas no serán objeto de inscripción en el
Registro Civil español como adopciones ni comportarán la adquisición de la nacio-
nalidad española con arreglo al artículo 19 del Código Civil.
4. Las adopciones simples o menos plenas constituidas por autoridad extranjera
competente podrán ser transformadas en la adopción regulada por el Derecho
español cuando se den los requisitos previstos para ello. La conversión se regirá
por la ley determinada con arreglo a las disposiciones de esta Ley. La adopción
simple o menos plena será considerada como un acogimiento familiar.
Para instar el correspondiente expediente judicial no será necesaria la propuesta
previa de la Entidad Pública competente.
En todo caso, para la conversión de una adopción simple o menos plena en una
adopción plena, la autoridad española competente deberá examinar la concurren-
cia de los siguientes extremos:
a) Que las personas, instituciones y autoridades cuyo consentimiento se requiera
para la adopción hayan sido convenientemente asesoradas e informadas sobre
las consecuencias de su consentimiento, sobre los efectos de la adopción y, en
concreto, sobre la extinción de los vínculos jurídicos entre el niño y su familia de
origen.
b) Que tales personas hayan manifestado su consentimiento libremente, en la
forma legalmente prevista y que este consentimiento haya sido prestado por
escrito.
c) Que los consentimientos no se hayan obtenido mediante pago o compensación
de clase alguna y que tales consentimientos no hayan sido revocados.

184
apéndices

d) Que el consentimiento de la madre, cuando se exija, se haya prestado tras el


nacimiento del niño.
e) Que, teniendo en cuenta la edad y el grado de madurez del niño, éste haya sido
convenientemente asesorado e informado sobre los efectos de la adopción y,
cuando se exija, de su consentimiento a la misma.
f) Que, teniendo en cuenta la edad y el grado de madurez del niño, éste haya sido
oído.
g) Que, cuando haya de recabarse el consentimiento del menor en la adopción,
se examine que éste lo manifestó libremente, en la forma y con las formalidades
legalmente previstas, y sin que haya mediado precio o compensación de ninguna
clase.
Artículo 31. Orden público internacional.
En ningún caso procederá el reconocimiento de una decisión extranjera de adop-
ción simple, o menos plena, si produce efectos manifiestamente contrarios al
orden público internacional español. A tal efecto, se tendrá en cuenta el interés
superior del menor.

TÍTULO III
Otras medidas de protección de menores

CAPÍTULO I
Competencia y ley aplicable
Artículo 32. Competencia para la constitución de otras medidas de protección de
menores.
La competencia para la constitución de las demás medidas de protección de
menores se regirá por los criterios recogidos en los Tratados y Convenios interna-
cionales y otras normas de origen internacional en vigor para España. En su defec-
to, se observará lo previsto en el artículo 22.3 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de
julio, del Poder Judicial.
Artículo 33. Ley aplicable a otras medidas de protección de menores.
La ley aplicable a las demás medidas de protección de los menores se determi-
nará con arreglo a los Tratados y Convenios internacionales y otras normas de ori-
gen internacional en vigor para España. En su defecto, se observará lo previsto en
el artículo 9.6 del Código Civil.

185
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

CAPÍTULO II
Efectos de las decisiones extranjeras en materia de protección de menores.
Artículo 34. Efectos legales en España de las decisiones relativas a instituciones
de protección de menores que no produzcan vínculos de filiación acordadas por
autoridades extranjeras.
1. Las instituciones de protección de menores constituidas por autoridad extran-
jera y que según la ley de su constitución no determinen ningún vínculo de filia-
ción, se equipararán al acogimiento familiar o, en su caso, a una tutela, regulados
en el Derecho español, si concurren los requisitos siguientes:
1.º Que los efectos sustanciales de la institución extranjera sean equivalentes a los
del acogimiento familiar o, en su caso, a los de una tutela, previstos por la ley
española.
2.º Que las instituciones de protección hayan sido acordadas por autoridad extran-
jera competente, sea judicial o administrativa. Se considerará que la autoridad
extranjera que constituyó la medida de protección era internacionalmente compe-
tente si se respetaron los foros de competencia recogidos en su propio Derecho.
No obstante lo establecido en la regla anterior, en el caso de que la institución de pro-
tección no presentare conexiones razonables de origen, de antecedentes familiares
o de otros órdenes similares, con el país cuya autoridad ha constituido esa institución
se estimará que la autoridad extranjera carecía de competencia internacional.
3.º Que la institución de protección extranjera debe haberse constituido con arre-
glo a la ley o leyes estatales designadas por las normas de conflicto del país de la
autoridad extranjera que acordó la institución.
4.º Que el documento en el que consta la institución constituida ante autoridad
extranjera reúna los requisitos formales de autenticidad consistentes en la legaliza-
ción o apostilla y en la traducción al idioma español oficial. Se exceptúan los docu-
mentos eximidos de legalización o traducción en virtud de otras normas vigentes.
2. En ningún caso procederá el reconocimiento de una decisión extranjera relati-
va a estas instituciones si produce efectos manifiestamente contrarios al orden
público internacional español.
Disposición adicional única. Entidades Públicas de Protección de Menores.
Las Entidades Públicas de Protección de Menores mencionadas en esta Ley son
las designadas por las Comunidades Autónomas y las Ciudades de Ceuta y
Melilla, de acuerdo con sus respectivas normas de organización.

186
apéndices

Disposición derogatoria única. Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor.


Queda derogado el artículo 25 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Pro-
tección Jurídica del Menor y de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.
Disposición final primera. Modificación de determinados artículos del Código Civil.
Uno. El apartado 5 del artículo 9 queda redactado en los siguientes términos:
«La adopción internacional se regirá por las normas contenidas en la Ley de
Adopción Internacional. Igualmente, las adopciones constituidas por autoridades
extranjeras surtirán efectos en España con arreglo a las disposiciones de la cita-
da Ley de Adopción Internacional.»
Dos. El artículo 154 queda redactado en los siguientes términos:
«Los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres.
La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con
su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica.
Esta potestad comprende los siguientes deberes y facultades:
1.º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procu-
rarles una formación integral.
2.º Representarlos y administrar sus bienes.
Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adop-
tar decisiones que les afecten.
Los padres podrán, en el ejercicio de su potestad, recabar el auxilio de la auto-
ridad.»
Tres. Se modifican los apartados 3 y 6 y se adicionan dos nuevos apartados sép-
timo y octavo al artículo 172, que pasan a tener la siguiente redacción:
«3. La guarda asumida a solicitud de los padres o tutores o como función de la
tutela por ministerio de la ley, se realizará mediante el acogimiento familiar o el
acogimiento residencial. El acogimiento familiar se realizará por la persona o per-
sonas que determine la Entidad Pública. El acogimiento residencial se ejercerá por
el Director del centro donde se ha acogido al menor.
Los padres o tutores del menor podrán oponerse en el plazo de dos meses a
la resolución administrativa que disponga el acogimiento cuando consideren que
la modalidad acordada no es la más conveniente para el menor o si existieran den-
tro del círculo familiar otras personas más idóneas a las designadas.
6. Las resoluciones que aprecien el desamparo y declaren la asunción de la
tutela por ministerio de la ley serán recurribles ante la jurisdicción civil en el plazo

187
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

y condiciones determinados en la Ley de Enjuiciamiento Civil, sin necesidad de


reclamación administrativa previa.
7. Durante el plazo de dos años desde la notificación de la resolución admi-
nistrativa por la que se declare el desamparo, los padres que continúen ostentan-
do la patria potestad pero la tengan suspendida conforme a lo previsto en el núme-
ro 1 de este artículo, están legitimados para solicitar que cese la suspensión y
quede revocada la declaración de desamparo del menor, si por cambio de las cir-
cunstancias que la motivaron entienden que se encuentran en condiciones de asu-
mir nuevamente la patria potestad.
Igualmente están legitimados durante el mismo plazo para oponerse a las deci-
siones que se adopten respecto a la protección del menor.
Pasado dicho plazo decaerá su derecho de solicitud u oposición a las decisio-
nes o medidas que se adopten para la protección del menor. No obstante, podrán
facilitar información a la entidad pública y al Ministerio Fiscal sobre cualquier cam-
bio de las circunstancias que dieron lugar a la declaración de desamparo.
8. La entidad pública, de oficio, o a instancia del Ministerio Fiscal o de perso-
na o entidad interesada, podrá en todo momento revocar la declaración de desam-
paro y decidir la vuelta del menor con su familia si no se encuentra integrado de
forma estable en otra familia o si entiende que es lo más adecuado en interés del
menor. Dicha decisión se notificará al Ministerio Fiscal.»
Cuatro. Se adiciona un nuevo número al artículo 180 que queda redactado en los
siguientes términos:
«5.º Las personas adoptadas, alcanzada la mayoría de edad o durante su
minoría de edad representadas por sus padres, tendrán derecho a conocer los
datos sobre sus orígenes biológicos. Las Entidades Públicas españolas de pro-
tección de menores, previa notificación a las personas afectadas, prestarán a tra-
vés de sus servicios especializados el asesoramiento y la ayuda que precisen los
solicitantes para hacer efectivo este derecho.»
Cinco. El artículo 268 queda redactado en los siguientes términos:
«Los tutores ejercerán su cargo de acuerdo con la personalidad de sus pupi-
los, respetando su integridad física y psicológica.
Cuando sea necesario para el ejercicio de la tutela podrán recabar el auxilio de
la autoridad.»
Disposición final segunda. Se modifican determinados artículos de la Ley 1/2000,
de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil.

188
apéndices

Uno. Se añade un nuevo artículo 141 bis a la Ley de Enjuiciamiento Civil con el
siguiente texto:
«141 bis. En los casos previstos en los dos artículos anteriores, en las copias
simples, testimonios y certificaciones que expidan los Secretarios Judiciales, cual-
quiera que sea el soporte que se utilice para ello, cuando sea necesario para prote-
ger el superior interés de los menores y para preservar su intimidad, deberán omitir-
se los datos personales, imágenes, nombres y apellidos, domicilio, o cualquier otro
dato o circunstancia que directa o indirectamente pudiera permitir su identificación.»
Dos. Se añade un nuevo párrafo final al artículo 164 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil con el siguiente texto:
«Artículo 164. En todo caso en la comunicación o publicación a que se refieren
los párrafos anteriores, en atención al superior interés de los menores y para pre-
servar su intimidad, deberán omitirse los datos personales, nombres y apellidos,
domicilio, o cualquier otro dato o circunstancia que directa o indirectamente pudie-
ra permitir su identificación.»
Tres. El artículo 779 queda redactado en los siguientes términos:
«Artículo 779. Carácter preferente del procedimiento. Competencia.
Los procedimientos en los que se sustancie la oposición a las resoluciones
administrativas en materia de protección de menores tendrán carácter preferente.
Será competente para conocer de los mismos el Juzgado de Primera Instancia
del domicilio de la entidad protectora y, en su defecto, o en los supuestos de los
artículos 179 y 180 del Código Civil, la competencia corresponderá al tribunal del
domicilio del adoptante.»
Cuatro. El apartado 1 del artículo 780 queda redactado en los siguientes términos:
«1. No será necesaria la reclamación previa en vía administrativa para formu-
lar oposición, ante los tribunales civiles, a las resoluciones administrativas en
materia de protección de menores.
La oposición a la resolución administrativa por la que se declare el desamparo
de un menor podrá formularse en el plazo de tres meses desde su notificación, y
en el plazo de dos meses la oposición a las restantes resoluciones administrativas
que se dicten en materia de protección de menores.»
Cinco. El apartado primero del artículo 781 queda redactado en los siguientes tér-
minos:
«1.º Los padres que pretendan que se reconozca la necesidad de su asenti-
miento para la adopción podrán comparecer ante el tribunal que esté conociendo

189
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

del correspondiente expediente y manifestarlo así. El tribunal, con suspensión del


expediente, señalará el plazo que estime necesario para la presentación de la
demanda, que no podrá ser superior a veinte días. Presentada la demanda, se tra-
mitará con arreglo a lo previsto en el artículo 753 de esta Ley.»
Disposición final tercera. Ley de Demarcación y de Planta Judicial.
El primer inciso del artículo 25 de la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, de Demar-
cación y de Planta Judicial queda redactado de la forma siguiente:
«En el Ministerio de Justicia, con la adscripción que determine su Reglamento
Orgánico, podrán existir hasta diez plazas servidas por jueces o magistrados, diez
por fiscales, diez por secretarios judiciales y dos por médicos forenses.»
Disposición final cuarta. Ley del Registro Civil.
Se modifica el apartado 2 del artículo 63 de la Ley de 8 de junio de 1957, del
Registro Civil, que tendrá la siguiente redacción:
«2. Las autoridades competentes para la tramitación y resolución de las solici-
tudes de adquisición de la nacionalidad por residencia, para la exclusiva finalidad
de resolver la solicitud presentada por el interesado, recabarán de oficio de las
Administraciones Públicas competentes cuantos informes sean necesarios para
comprobar si los solicitantes reúnen los requisitos exigidos en el artículo 22 del
Código Civil, sin que sea preciso el consentimiento de los interesados.»
Disposición final quinta. Título competencial.
1. Los artículos 5, 6, 7, 8, 10, 11 y la disposición final primera se dictan al ampa-
ro de la competencia exclusiva del Estado en materia de legislación civil reconoci-
da por el artículo 149.1.8.ª de la CE, sin perjuicio de la conservación, modificación
y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o
especiales, allí donde existan y de las normas aprobadas por éstas en ejercicio de
sus competencias en esta materia.
2. El artículo 12 se dicta al amparo de lo dispuesto en el artículo 149.1.1.ª de la
Constitución española. Los restantes artículos de esta Ley se dictan al amparo de
las competencias exclusivas del Estado en materia de relaciones internacionales,
administración de justicia y legislación civil reconocidas por el artículo 149.1.3.ª, 5.ª
y 8.ª de la Constitución Española.
Disposición final sexta. Entrada en vigor.
1. La presente Ley entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el
Boletín Oficial del Estado.
2. Se habilita al Gobierno para la aprobación de las normas reglamentarias nece-
sarias para su aplicación.

190
apéndices

Real Decreto 521/2005, de 13 de mayo, por el que se crea el


Consejo Consultivo de Adopción Internacional

Artículo 1. Creación del Consejo Consultivo de Adopción Internacional.


Se crea el Consejo Consultivo de Adopción Internacional, como órgano colegiado,
al amparo de lo dispuesto en los artículos 38, 39 y 40 de la Ley 6/1997, de 14 de
abril, de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado,
que queda integrado en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Su régimen jurídico se ajustará a las normas contenidas en el capítulo II del título II
de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administra-
ciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.

Artículo 2. Objetivos.
El Consejo Consultivo tendrá los siguientes objetivos.
a. Servir de cauce para la participación y colaboración en materia de adopción
internacional con las Administraciones públicas competentes de todos los
sectores afectados.
b. El análisis permanente de la situación de la adopción internacional en
España, y la formulación de propuestas tendentes a desarrollar mejoras
sustantivas y de procedimiento en esta materia.

Artículo 3. Funciones.
El Consejo Consultivo tendrá las siguientes funciones:
a. El análisis permanente de la adopción internacional en sus diferentes ámbitos.
b. La recogida y el análisis de la información disponible en las distintas fuen-
tes nacionales e internacionales.
c. La formulación de recomendaciones y propuestas para una mejora de la
intervención en adopción internacional.
d. Proponer estudios e informes técnicos; el análisis, el estudio y la valoración
de los procesos de adopción, en particular, de situaciones problemáticas
concretas y de propuestas de actuación.
e. Proponer la celebración de jornadas y seminarios para el intercambio de
buenas prácticas y la mejora continua de los procesos.
f. Efectuar el seguimiento sobre la evolución de la adopción internacional.

191
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Artículo 4. Composición.
El Consejo Consultivo estará integrado por los siguientes miembros:
a. Presidenta: la Secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Disca-
pacidad.
b. Vicepresidenta primera: la Directora General de las Familias y la Infancia,
que sustituirá a la Presidenta cuando sea necesario y en quien esta podrá
delegar las funciones que considere oportunas.
c. Vicepresidente segundo: el Director General de Asuntos y Asistencia Con-
sulares.
d. Vicepresidente tercero: un representante de una comunidad autónoma o
ciudad con Estatuto de Autonomía elegido por y entre los vocales de las co-
munidades autónomas y ciudades con Estatuto de Autonomía, en régimen
de rotación anual.
e. 32 vocales, integrados por:
1. Un representante de cada una de las comunidades autónomas y ciu-
dades con Estatuto de Autonomía, además de un representante de
cada una de las Diputaciones Forales de la Comunidad Autónoma del
País Vasco y de los Consejos Insulares de la Comunidad Autónoma
de las Illes Balears, competentes en materia de adopción internacio-
nal, designados por las autoridades correspondientes de dichos terri-
torios.
2. El Subdirector General de Infancia de la Dirección General de las Fami-
lias y la Infancia del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
3. Un representante, con cargo mínimo de subdirector general o equivalen-
te, de los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Cooperación, de Justi-
cia y del Interior.
4. Dos representantes de las entidades colaboradoras de adopción inter-
nacional (ECAIS), renovables cada dos años, designados por la Presi-
denta del Consejo a propuesta de las federaciones de entidades cola-
boradoras de adopción internacional.
5. Dos representantes de las asociaciones de familias adoptivas, renova-
bles cada dos años, designados por la Presidenta del Consejo a pro-
puesta de las federaciones o uniones de asociaciones de familias
adoptivas.

192
apéndices

6. Un representante de las asociaciones de adoptados, renovable cada


dos años, designado por la Presidenta del Consejo a propuesta de las
asociaciones, uniones de asociaciones o federaciones de asociaciones
de adoptados, en su caso.
f. Secretario: un funcionario del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de-
signado por la Secretaria de Estado de Servicios Sociales, Familias y Dis-
capacidad.

Artículo 5. Funcionamiento.
1. El funcionamiento del Consejo Consultivo se regirá por los siguientes criterios:
a. El Consejo se reunirá al menos una vez al año con carácter ordinario, y
excepcionalmente cuantas veces sea convocado por su Presidenta, a ini-
ciativa propia o a propuesta de, al menos, una tercera parte de los vocales.
b. En el Consejo podrán participar expertos de reconocido prestigio convoca-
dos en cada caso para cuestiones específicas.
c. El Consejo acordará la creación de las comisiones o grupos de trabajo que
estime oportuno, para el análisis de asuntos concretos referentes a la adop-
ción internacional, en los que participarán los miembros del Consejo Con-
sultivo que lo deseen.
2. En los extremos no previstos en el apartado anterior se estará a lo dispuesto
en el capítulo II del título II de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común.

DISPOSICIÓN ADICIONAL ÚNICA. Medios personales y materiales.


El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales atenderá con sus actuales medios per-
sonales y materiales a la constitución y funcionamiento del nuevo órgano colegia-
do, sin que se pueda generar en ningún caso aumento de las dotaciones presu-
puestarias.

DISPOSICIÓN FINAL PRIMERA. Facultad de desarrollo.


Se autoriza al Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales para dictar cuantas disposi-
ciones sean necesarias para el desarrollo y ejecución de lo dispuesto en este Real
Decreto.

193
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

2. Normativa de las diferentes Comunidades autónomas


sobre protección del menor y adopciones

• Andalucía: Ley 1/1998, 20 abril, de los derechos y la atención al menor.


• Aragón: Ley 12/2001, 2 julio, de la infancia y la adolescencia.
• Asturias: Ley 1/1995, 27 enero, de protección del menor.
Decreto 46/2000, 1 junio, Reglamento de Acogimiento Familiar y de Adopción
de Menores.
• Baleares: Ley 17/2006, 13 noviembre, integral de la atención y derechos
infancia y adolescencia.
Ley 8/1997, 18 diciembre, competencias en materia de tutela, acogimiento y
adopción.
• Canarias: Ley 1/1997, 7 febrero, de Atención Integral a los Menores.
Decreto 54/1998,17 abril, actuaciones de amparo de los menores.
• Cantabria: Ley 7/1999, de 28 abril, de protección de la infancia y la adoles-
cencia.
• Castilla- La Mancha: Ley 3/1999, de 31 de marzo, del Menor.
Decreto 45/2005 de 19 de abril.
• Castilla y León: Ley 14/2002, de 25 julio, de promoción, atención y protección
a la infancia.
Decreto 207/96 de 11 de octubre.
• Cataluña: Ley 37/1991, de 30 de diciembre, sobre medidas de protección de
los menores desamparados y de la adopción. Ley 8/2002, de 27 de mayo,
modificando la Ley de 1991.
• Extremadura: Decreto 4/96 de 1 de octubre.
• Galicia: Ley 3/1997, de 9 de junio, gallega de la Familia, la Infancia y la Ado-
lescencia.
Decreto 42/2000, 7 enero. de familia, infancia y adolescencia.
• C. de Madrid Ley 6/1995, de 28 de marzo, de Garantías Derechos Infan-
cia/Adolescencia

194
apéndices

• Dip. Gral. Rioja: Ley 1/2006, 28 febrero, de Protección de Menores de La


Rioja.
• Murcia: Ley 3/1995, 21 marzo, de la infancia.
• Navarra: Ley Foral 15/2005, de 5 de diciembre, de promoción, atención y pro-
tección a la infancia y a la adolescencia.
Decreto 168/96 de 1 de octubre.
• País Vasco: Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección jurídica del
menor.
• C. Valenciana: Decreto 93/2001, de 22 mayo. Reglamento de Medidas de
Protección Jurídica del Menor.
Decreto 168/96 de 24 de diciembre.

ORGANISMOS PÚBLICOS COMPETENTES EN MATERIA DE ADOPCIÓN


Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Organismos de Comunidades Autónomas

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ANDALUCÍA


DIRECCIÓN GENERAL DE INFANCIA Y FAMILIA
SERVICIO DE ADOPCIÓN Y ACOGIMIENTO FAMILIAR
Avda. Hytasa, 14
41071- SEVILLA
Teléfono: 95 504 83 06/ 82 92
Fax: 95 504 83 12
www.juntadeandalucia.es/asuntossociales

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ARAGÓN


INSTITUTO ARAGONÉS DE SERVICIOS SOCIALES
SERVICIO DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA Y TUTELA
Cesáreo Alierta, 9-11
50071 - ZARAGOZA
Teléfono: 976 71 56 00
Fax: 976 71 56 01
www.aragob.es/san/iass

195
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ASTURIAS


INSTITUTO ASTURIANO DE ATENCIÓN SOCIAL A LA INFANCIA, FAMILIA
Y ADOLESCENCIA
SECCIÓN DE ADOPCIÓN Y ACOGIMIENTO FAMILIAR
General Elorza, 35
33001 - OVIEDO
Teléfono: 98 510 65 40/ 510 63 03
Fax: 98 510 65 75
tematico.princast.es/asunsoci/adopcion/index.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LAS ISLAS BALEARES


CONSELL INSULAR. COMISIÓN DE BIENESTAR SOCIAL
SERVICIO DE ACCIÓN SOCIAL Y SANIDAD
General Riera, 67, 2n
07071 - PALMA DE MALLORCA
Teléfono: 971 76 33 25/ 76 33 45/ 76 33 40
Fax: 971 29 25 81
www.caib.es/sac1.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LAS ISLAS BALEARES


CONSELL INSULAR DE MENORCA
SERVICIO DE INFANCIA, ADOLESCENCIA Y FAMILIA
Ciutadella, 89
07701 - MAHÓN (MENORCA)
Teléfono: 971 36 12 12
Fax: 971 35 00 03
www.caib.es/sac1.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LAS ISLAS BALEARES


CONSELL INSULAR DE IBIZA Y FORMENTERA
CENTRO DE SERVICIOS SOCIALES DE CAS SERRES
Cosme Vidal Lláser de Cas Serres
07800 - IBIZA
Teléfono: 971 30 41 68
Fax: 971 39 90 94
www.caib.es/sac1.htm

196
apéndices

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LAS ISLAS CANARIAS


DIRECCIÓN GENERAL DE PROTECCIÓN DEL MENOR Y LA FAMILIA
SECCIÓN DE INFORMACIÓN, VALORACIÓN Y DIAGNÓSTICO
Profesor Agustín Millares Carló, 18. 2ª Planta. Edif. usos múltiples 2
35001 - LAS PALMAS
Teléfono: 928 30 62 00
Fax: 928 30 62 88
www.gobcan.es/organigrama/html/digeprme.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LAS ISLAS CANARIAS


DIRECCIÓN GENERAL DE PROTECCIÓN DEL MENOR Y LA FAMILIA
SECCIÓN DE INFORMACIÓN, VALORACIÓN Y DIAGNÓSTICO
Anselmo J. Benítez, 10-12
38071 - SANTA CRUZ DE TENERIFE
Teléfono: 922 47 45 22
Fax: 922 47 46 72
www.gobcan.es/organigrama/html/digeprme.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CANTABRIA


DIRECCIÓN GENERAL DE ACCIÓN SOCIAL
SECCIÓN DE ACOGIMIENTO FAMILIAR Y ADOPCIÓN
Hernán Cortés, 9. 3ª planta. Palacio Macho
39071 - SANTANDER
Teléfono: 942 20 77 77
Fax: 942 20 77 74
www.gobcantabria.es

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CASTILLA-LA MANCHA


CONSEJERÍA DE BIENESTAR SOCIAL
SERVICIO DE MENORES
Ronda de Buenavista, 47. 2ª planta
45071 - TOLEDO
Teléfono: 925 285158
Fax: 925 285821
www.jccm.es/gobierno/org-bien.htm
www.jccm.es/social/menores/menores06.htm

197
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CASTILLA-LEÓN


GERENCIA DE SERVICIOS SOCIALES
SERVICIO DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA
Francisco Suárez, 2
47071 - VALLADOLID
Teléfono: 983 41 38 57
Fax: 983 41 38 87
www.jcyl.es

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CATALUÑA


INSTITUTO CATALÁN DE LA ACOGIDA Y LA ADOPCIÓN
SERVICIO DE ADOPCIÓN
Gran Vía de les Corts Catalanes, 604
08007 - BARCELONA
Teléfono: 93 214 01 00
Fax: 93 214 03 09; 02 41
www.gencat.net/justicia/icaa/index.htm

• CIUDAD AUTÓNOMA DE CEUTA


CONSEJERÍA DE SALUD PÚBLICA, BIENESTAR SOCIAL Y MERCADOS
DEPARTAMENTO DE MENORES
Real, 116. Bajo C y D
51701 - CEUTA
Teléfono: 956 51 18 42
Fax: 956 51 08 13
www.ciceuta.es/inicio.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA


DIRECCIÓN GENERAL DE INFANCIA Y FAMILIA
SERVICIO DE DEFENSA DEL MENOR Y ATENCIÓN A LA FAMILIA
Avda. Reina Sofia, s/n
06800 - MÉRIDA (BADAJOZ)
Teléfono: 924 008801/ 02/ 03/ 04/ 05
Fax: 924 30 23 08
www.juntaex.es/consejerias/bs/dgpis/samf.htm

198
apéndices

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE GALICIA


CONSEJERÍA DE FAMILIA Y PROMOCIÓN DEL EMPLEO, MUJER Y
JUVENTUD
DIRECCIÓN GENERAL DE LA FAMILIA
SERVICIO DE MENORES
Edificio San Caetano s/n
15071 - SANTIAGO DE COMPOSTELA
Teléfono: 981 54 56 61/ 54 56 67
Fax: 981 54 46 34
www.xunta.es/conselle/fm/rix/index.html

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA RIOJA


CONSEJERÍA DE SALUD CONSUMO Y SERVICIOS SOCIALES
DIRECCIÓN GENERAL DE SERVICIOS SOCIALES
SERVICIO DE INFANCIA, MUJER Y FAMILIA
Villamediana, 17
26071 - LOGROÑO
Teléfono: 941 29 11 00
Fax: 941 29 13 33
www.larioja.org/

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE MADRID


INSTITUTO MADRILEÑO DEL MENOR Y LA FAMILIA
DEPARTAMENTO DE ADOPCIONES
Gran Vía, 14
28071 - MADRID
Teléfono: 91 580 34 58
Fax: 91 580 34 49
www.comadrid.es/serviciossociales

• CIUDAD AUTÓNOMA DE MELILLA


CONSEJERÍA DE BIENESTAR SOCIAL Y SANIDAD
ÁREA DEL MENOR Y LA FAMILIA
Carlos Ramírez de Arellano, 10
52003 - MELILLA

199
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Teléfono: 95 268 55 96/ 00 44


Fax: 95 267 80 80
www.camelilla.es/

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA REGIÓN MURCIA


INSTITUTO DE SERVICIOS SOCIALES DE LA REGIÓN DE MURCIA
SERVICIO DEL MENOR
Alonso Espejo, 7
30071 - MURCIA
Teléfono: 968 36 20 00/ 91
Fax: 968 23 33 42/ 36 20 95**
www.carm.es/ctra/
www.carm.es/admin/

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE NAVARRA


INSTITUTO NAVARRO DE BIENESTAR SOCIAL
SECCIÓN DE INFANCIA Y JUVENTUD
González Tablas, s/n.
31071 - PAMPLONA
Teléfono: 948 42 69 41
Fax: 948 24 01 08
www.cfnavarra.es/inbs/

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAÍS VASCO. ÁLAVA


INSTITUTO FORAL DE BIENESTAR SOCIAL
SERVICIO TERRITORIAL DE INFANCIA
Diputación, 13. 1º
01001 - VITORIA
Teléfono: 945 12 10 60
Fax: 945 12 10 74
www.euskadi.net/infogv/gobierno
c.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAíS VASCO. GUIPÚZCOA


DEPARTAMENTO DE SERVICIOS SOCIALES
DIRECCIÓN GENERAL DE PLANIFICACIÓN Y S. S. ESPECIALIZADOS

200
apéndices

SECCIÓN DE INFANCIA Y JUVENTUD


Paseo Zarategui, 99
20015 - SAN SEBASTIÁN
Teléfono: 943 48 25 54
Fax: 943 48 26 20
www.euskadi.net/infogv/gobierno
c.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAíS VASCO. VIZCAYA


DEPARTAMENTO DE ACCIÓN SOCIAL
SERVICIO DE INFANCIA, JUVENTUD, FAMILIA Y MUJER
Ugasco, 3. 2ª planta
48014 - BILBAO
Teléfono: 94 420 80 00
Fax: 94 420 72 63
www.euskadi.net/infogv/gobierno
c.htm

• COMUNIDAD AUTÓNOMA DE VALENCIA


DIRECCIÓN GENERAL DE LA FAMILIA, MENOR Y ADOPCIONES
SERVICIO DE ADOPCIONES
Pº de la Alameda, 16
46010 - VALENCIA
Teléfono: 96 386 67 00
Fax: 96 386 67 77
www.gva.es/infociuda/index.html

Organismo de comunicación de la Administración General del Estado

• MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES


DIRECCIÓN GENERAL DE LAS FAMILIAS Y LA INFANCIA
SUBDIRECCIÓN GENERAL DE INFANCIA
SERVICIO DE ADOPCIÓN Y PROTECCIÓN
Paseo de la Castellana, 67-6ª Planta
28071 MADRID

201
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

3. ECAIs acreditadas en algunas Comunidades autónomas

Relación de ECAI’s Acreditadas en ANDALUCÍA

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

Tfno: 954 561 659 CHINA


ACI c/ Trastamara, nº 23-1B Fax: 954 501 346 19/12/1997
41001 SEVILLA Móvil: 607 721 224
Móvil: 658 912 070 FILIPINAS
E mail: aciandalucia@yahoo.es 04/09/2003

HONDURAS
ANDAI c/ Principe De Vergara, nº 268 6ºD Tfno: 91 411 9899 22/06/2001
28016 MADRID Fax: 91 119 9899
E mail: ansaimadrid@yahoo.es RUSIA
No está acreditada

BOLIVIA
13/11/1998
Desacreditada con fecha
24/01/2006

Tfno: 954 538 262 COLOMBIA


ADECOP Avda. Ronda de Capuchinos, nº10-1º Fax: 954 541 172 05/03/1997
41003 SEVILLA www.adecop.org
E mail: andalucia@adecop.org RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

PERÚ
07/03/1997

PERÚ
06/12/2001
Avda. de Benyamina
AYA Playamar II torre, 13-10B Tfno y Fax: 952 056 055 EL SALVADOR
Torremolinos E mail: adopcion- 11/06/1998
29620 MÁLAGA aya@telefonica.net
COSTA RICA

Tfno: 954 335 732 RUSIA


INTERADOP c/ San Jacinto nº1 izda Fax:: 954 335 732 No está acreditada
41010 SEVILLA www.interadop.adopcion.org
E mail: andalucia@adopcion.org CHINA

CREIXER Avda. San Francisco Javier, nº9 Tfno: 954 933 464 RUSIA
JUNTS Edif. Sevilla 2, M.22, planta 7 Fax: 954 933 465 No está acreditada
41005 SEVILLA E mail: andalucia@adecop.org

202
apéndices

Tfno: 954 643 464


ANDENI Avda. Kansas City, 28 local 5 Fax: 954 644 616 CHINA
41003 SEVILLA www.andeni.org 23/09/1998
Ecai@andeni.es

Glorieta de las Tres Culturas (Estación NEPAL


MAMI WATA de Autobuses) Oficina nº 9 Tfno: 957 281 724 14/02/2007 en Andalucía
14001 CÓRDOBA Fax: 957 767 148 03/05/2007 en Nepal
CERRADO
Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

203
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Aragón

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

REP. DOMINICANA
22/04/1998
Tfno: 976 229 067
Fax: 976 229 067 FILIPINAS
c/ Dr. Cerrda, nº 4 Movil: 618 830 687 02/10/2003
2º dcha
5004 ZARAGOZA www.aaimadopciones.org EL SALVADOR
associacioajuda@hotmail.com 02/11/1997

AAIM RUMANÍA
Adopciones Paralizadas

ECUADOR
11/09/1997

BRASIL
02/04/2003

RUSIA
Reacreditada hasta el
25 de enero 2007

ETIOPÍA
03/05/2006

Tfno: 976 295 639 CHINA


ACI Jaime l, 19 entresuelo izda Fax: 976 295 645 19/12/1997
50003 ZARAGOZA www.aciadopcion.org
aciaragon@arrakis.es FILIPINAS
04/09/2003

PERÚ
18/06/1999

COLOMBIA
02/07/1999

ADECOP BOLIVIA
18/06/1999
Tfno: 976 590 358 Desacreditada con fecha
c/ Tenor Fleta, 53, 611 Fax: 976 590 358 24/01/2006
50008 ZARAGOZA www.adecop.org
RUMANÍA
Adopciones Paralizadas

FEDERACIÓN RUSA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

204
apéndices

ADCOP PIAO CHINA.


25/11/2004

Tfno: 976 30 20 48
AIPAME c/ De la Morería, nº 4, 3º Izda. Fax: 976 30 28 01 FEDERACIÓN RUSA
50004 ZARAGOZA www.ailpamr.org No tramIta expedientes

RUMANÍA
Tfno: 976 297 582 Adopciones Paralizadas
movil: 627 741 638
ANDAI c/ Alfonso, 1, 28. escl. 2º-4ºB. Fax: 910 50 90 47 FILIPINAS
50003 ZARAGOZA www.andai.es No está acreditada en
andai@andai.es
jusaca@andai.es BULGARIA
30/10/2001
No se tramitan
expedientes

BRASIL
27/08/1997

RUMANÍA
Adopciones Paralizadas

Tfno: 976 233 184 FEDERACIÓN RUSA


ASEFA C/ Fco. Vitoria, 21 Es dch 5º C Fax: 976 231 491 No está acreditada
50008 ZARAGOZA www.ecai-asefa.com
Ecai.asefa@ecai-asefa.com HONDURAS
25/09/1998

COLOMBIA
20/10/1997

PERÚ
23/10/1997

HONDURAS
Tfno: 978 602 754 No está acreditada
FEYDA c/ San Fernando nº 3 Mov: 626 522 755 en Honduras
4402 TERUEL www.feyda.net
irene@feyda.net BOLIVIA
03/11/2001

INDIA
NAMASTE Pº Constitución, 10, 6º lzda. Tfno: 976 217 747 06/01/2000
50008 ZARAGOZA Fax: 976 217 747
NEPAL
Cerrado

205
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Tel: 976 222 197 PANAMÁ


Fax: 976 252 541 En Panamá Marzo 2005
En Aragón Octubre 2004
PEQUES DEL c/ Dr Cerrada nº 12 bajo
GLOBO 50005 ZARAGOZA www.peqesdelglobo.org FILIPINAS
En Aragón Noviembre
2004
No está acreditada en
Filipinas

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

206
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en Asturias

No existe ninguna ECAI acreditada en Asturias. Las familias adoptantes deben ponerse
en contacto con ECAI’s de otras CC.AA.

Relación de ECAI’s Acreditadas en Baleares

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

Teléfono: 971 721 373


NIÑOS SIN Placa des Mercat, nº 4-3º A 630 639 221 INDIA
FRONTERAS 07012 PALMA DE MALLORCA Fax: 971 795 954 NEPAL
E mail: nsf_palma@hotmail.com

RUSIA
CREIXER C/ Mateo Enric lladó, 34-C, 3º-H Teléfono: 971 719 423 No está acreditada
JUNTS 07002 PALMA DE MALLORCA Fax: 971 718 808
creiserj@creixerjunts.org FILIPINAS
No está acreditada
en Filipinas

CREIXER CHINA
JUNTS/PIAO 27/11/2006

INFANCIA I C/ Rambla de ReI en Jaume, 5-1D Teléfono: 971 552 247 RUSIA
FUTUR 07500 Manacor (MALLORCA) FAX: 971 559 756 No está acreditada

COLOMBIA
Teléfono: 971 714 560
NOVES Carrer Sindicat, 37 1º Fax: 971 721 652
FAMILIES 07002 PALMA DE MALLORCA www.novesfamilies.com
jaume@novesfamilies.com

NOVES CHINA
FAMILIES 3/11/2006
GENUS

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

207
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Canarias


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

ADECOP Tel: 928 47 57 47 COLOMBIA


Avda- Mesa y López nº 7, 3ºA 619 553 589
CANARIAS 35006 Las Palmas de Gran Canaria Fax: 928 45 68 00 BOLIVIA
www.adecop.org Desacreditada con fecha
canarias@adecop.org 24/01/2006

PERÚ
Paralizadas las adopc.

C/ Faro nº 1, 2º planta Ofic. 204 Tfno: 928 45 68 00


ACI 35008 Las Palmas de Gran Canaria www.aciadopcion.org CHINA
acicanarias@lettera.net

Sede Social. Oficina Sur Tel: 928 760 740


C/ Botánico locales 103-105 Fax: 928 764 155
c/ LosTenderitos s/n www.familiauniversal.org LITUANIA
351 00 San Femando de Maspalomas familiauniversal@telefonica.net En Canarias 8/03/2003
ASOCIACIÓN Gran Canaria
FAMILIA
UNIVERSAL MÉXICO
Oficina Las Palmas Tel: 928 260 358 29/09/2005 (en Canarias)
c/ Franchy Roca, nº 5 Planta 5º Of. 10 Fax: 928 224 487 En México 21/09/2006
35007 Las Palmas de Gran Canaria

Tel: 928 67 71 36
Móvil: 676 489 550 EL SALVADOR
ASOCIACION c/ Estanque de La Palma, nº 54 609 30 82 32 16/06/2003
APAGUA 35018 Las Palmas de Gran Canaria Fax: 928 240 688 Puede tramitar a partir
manolo.ana@terra.es del 2004

info@apagua-ong.org HONDURAS

INTERADOP C/ Antonto Hernández Arrón Tel: 922 63 39 06 CHINA


CANARIAS Edf, Funca, Portal 2 Vda. 65 Fax: 928 45 68 00 29/09/2005 (en Canarias)
Tenerife canarias@adopcion.org

ASOCIACIÓN c/ Rio.ter, Porton 11, nº 56 4ºD Tel: 822 013 754 NEPAL
NAMASTE 38008 Santa Cruz de Tenerife 625 18 10 63 9/10/2005 (en Canarias)
Cerrado

208
apéndices

Las Palmas:
C/ Simancas, nº 1 2º A Tel: 928 49 28 58
Guanarteme andenilaspalmas@telefonica.net
ANDENI CHINA
Santa Cruz: Fax: 922 32 45 00 26/03/2007 (en Canarias)
c/ Emilio Luque Moreno, 27 Edificio andenicanarias@wanadoo.es
“Altavista”, local 10. La Orotava, www.andenicar]anos,or-a
38300 Tenerife

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

209
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Cantabria

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

RUSIA
Desacreditada con fecha
ADECOP c/ General Dávila, nº 24-4ºA Tel: 942 291 039 11/11/2005
39006 Santander cantabria@adecop.org
COLOMBIA

BOLIVIA
Desacreditada con fecha
24/01/2006

Urbanización El Parque, 25
INTERADOP 39100 Sta. Cruz de Bezana Tel: 942 58 16 11 CHINA
(Cantabria)

Fuente CORA. Última actualización: Junio 2007

210
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en Cataluña

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

HAITÍ
Cerrado desde el ICCA

MOLDAVIA
No está acreditada
en Moldavia

PERÚ
30/04/1997
Tel: 93 253 14 12
Fax: 93 253 17 11 GUATEMALA
ADOPTA Muntaner, 479-483 entl. 2a info@adoptabcn.org No está acreditada
08021 Barcelona www.adoptabcn.info/index.php en Guatemala

BOLIVIA
No está acreditada
en Bolivia

HONDURAS
18/11/2003

RUSIA
No está acreditada
en Rusia

COLOMBIA
06/2007 en Cataluña

ECUADOR

El SALVADOR

NICARAGUA

RUSIA
Tfno: 93 454 46 27 06/2007 en Cataluña
AAIM Balmes, 67, principal 2a. fax: 93 454 73 28 No está acreditada
08007 Barcelona associciooiuda@hotmail.com en Rusia

BRASIL
06/2007 en Cataluña

ETIOPÍA
06/2007 en Cataluña

REP. DOMUNICANA
06/2007 en Cataluña

211
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Tel: 93 384 01 22
AIPAME C/ Jaume Borràs, 26 bajos 1a Fax: 93 464 03 04 RUSIA
08911 Badalona aipamecatalunya@aipame.org No está acreditada
www.aipame.org en Rusia
RUSIA
c/ Pau Clarís 162, 2º 4º Tel: 93 215 85 1/ 3 0612007 en Catcdua
ASEFA 08037 Barcelona Fax: 93 215 62 37 No está acreditada
crequeiro@icab.es
COLOMBIA
06/2007 en Cataluña

NEPAL
Cerrado temporalmente
SRI LANKA
06/2007 en Cataluña
Tfno: 93 384 2319
Enric. Borràs, 30 fax: 93 464 15 69 HAITÍ
BALBALIKA 08912 Badolona www.ecaibalbalika.com 24/01/2005
informacio@ecaibalbatika.com Cerrado desde el ICCA
ETIOPÍA
06/2007 en Cataluña
POLONIA
06/2007 en Cataluña

BRADOPTA Gran de Gàrcia, 109 4t 2a Tfno: 93 415 14 13


08012 Barcelona Fax: 93 415 86 82 BRASIL
bradopta@bradopta.com

RUSIA
c/ Mallorca 235, 1 Tfno: 93 384 23 19 No está acreditada
CREIXER 08008 Barcelona Fax: 93 48 42 20 en Rusia
JUNTS creixeri@creixerjunts.org
POLONIA
06/2007 en Cataluña

COSTA DE MARFIL
No está acreditada
en C. Marfíl

Tfno. 934 12 01 02 ETIOPÍA


Fax: 93 412 02 20
Gran Vía de les Corts Catalanes, KAZAJSTAN
IPI 646, 1r 2ª www.ipp-ecai.org No está acreditada
08007 Barcelona ipi-bcn@wanadoo.es en Kazajstán

MALI
06/2007 en Cataluña
SENEGAL
06/2007 en Catalua

212
apéndices

INFANCIA I Travessera de Dalt 38 entres 1 Tfno: 93 217 07 01 RUSIA


FUTUR 08024 Barcelona Fax: 93 237 56 37 No está acreditada
infanciafutur@infocampos.com en Rusia

Enric Granados, 11 6, 1r 1a Tfno: 93 415 97 83 CHINA


08008 Barcelona Fax: 93 238 86 50
INSTITUT ecai@genus.es BOLIVIA
GENUS Antonio Gaudi nº 9, 1 Tel: 977 322 787 Bolivia no acepta más
43202 Reus expedientes hasta
Noviembre 2007

FILIPINAS

YAMUNA París 89, entresòl 2a Tfno: 93 419 69 44 MADAGASCAR


D’AJUT A Barcelona Fax: 93 321 02 72
LA INFANCIA yamuna@terra.com INDIA

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

213
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Castilla La Mancha


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

CHINA
Tfno: 925 22 62 24
Av. Plaza de Toros, 6 - 1ºN Móvil: 615 57 85 53 FILIPINAS
ACI 45003 TOLEDO www,aciadopcion.org
VIETNAM
(Acreditación Povisional)

RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

BOLIVIA
C/ Panamá, 12-32A Tfno: 925 25 58 13 2810612002
Fax: 925.28 58 13 Desacreditada con fecha
www.adecop.org 24/01/2006
ADECOP
COLOMBIA
29/09/2002

PERÚ
No está acreditada
en Perú

Plaza Mayor 13, 1’2 dcha Tfho: 925 12 00 29


Ocaña Fax. 925 12 00 29 RUSIA
AIPAME 45300 Toledo www.aipame,org
aipamemancha@aipame.org

C/ Sixto Ramón Parro 9, bajo C. Tfno/Fax: 925 25 78 75


45001 Toledo www.akunaintemacional.org
AKUNA CHINA
23/02/1998
C/ Cruz al Norte 11, 4º G Tfno/Fax: 967 21 16 27 En CLM 02/12/2002
02001 Albacete

Tfno: 629 91 73 28
Tfno: 967 21 28 83 CHINA
C/ Plaza la Mancha 10, bajo Fax: 967 21 16 27 16/11/1998
ANDENI 02001 Albacete www.andeni.org En CLM 11/11/12002
castilla.mancha@andeni.org

214
apéndices

COLOMBIA
10/12/2004
En CLM 19/04/2005

HONDURAS
C/ Salto de Caballo-nº 4 bajo Tfno/Fax: 925 25 13 22 25/09/1998
ASEFA 45003 Toledo www.ecai.asefa,com En CLM 08/04/2005
Ecai-asefa@ecai-asefa.com
RUSIA
No está acrediada

BRASIL
18/07/2002
En CLM 02/12/2002
C/ Lechuga, 5 - 1ºB ETIOPÍA
BEHBEY Talavera de la Reina Tel: 615 615 450 - 609 131 830. Agosto 2007
(Toledo) E mail: asociacion@behbey.org En CLM 10/2005

NIÑOS SIN c/ Valencia 4. 1º izquierda Tfno: 925 22 92 65 INDIA


FRONTERAS 45005 Toledo Fax: 925 22 92 65 06/11/1997
Móvil: 649 233 653
Avda. Virgen de la Paz, nº 28 Tfno: 659 992 646 BOLIVIA
FEYDA 45513 Santo Cruz de RetaMar Fax: 91 642 67 31 13/03/2002
En CLM 10/12/2005

C/ Vicente Aleixandre, Tfno: 967 445 527 ETIOPÍA


CIELO 133 nº 1, portal 40 T Móvil: 649 078 978 19/09/2005
02630 ALBACETE Fax: 967 445 527 En CLM 11/06/2004

Pza. de los Caídos 8, escalera Tfno: 620 247 918 ALBANIA


RETE NUBES Derecha, 2- D 609 929 139 27/04/2004
19001 GUADALAJARA En CLM 27/04/2004
Centro ComerciL BuenAvista Tfno: 925.28.50 13 FILIPINAS
GENUS n. 29, Local 14 Fax: 925 28 44 53 En CLM 30/11/2006
45005 Toledo

Fuente CORA. Última actualización: junio 2008

215
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Castilla y León

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

BOLIVIA
Tfno: 983 545 546 29/09/2003
c/’Antonio Machado, 33 bajo Móvil: 659 992 364
FEYDA 47008 Valladolid pilartobar@feyda.net ETIOPÍA
ecai@feyda.net Acreditación provisional
17/05/2006

RUMANIA
Tfno: 923 280 510 Adopciones Paralizadas
c/ Doctor Jaime Vera, nº 6 Fax: 923 280 511/ 12
Princ.A Móvil: 629 849 784 CHINA
37007 Salamanca 902 262 524 13/01/2000

INTERADOP RUSIA
No está acreditada

c/ Veinte de Febrero, nº 2 Tfno: 983 351 311 BULGARIA


enpl.izqd www.adopcion.org No tramita expedientes
47001 VALLADOLID info@adopción.org
BOLIVIA
Sin acreditacion definitiva

INDIA
Tfno: 9&3 375 496 28/01/1998
NIÑOS SIN c/ Veinte de Febrero, nº 2, Entrep 983 358 800
FRONTERAS 47001 Valladolid Fax: 983 358 900 NEPAL
01/06/2006
Cerrado

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

216
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en Euskadi

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

COLOMBIA

BRASIL (Sao Paulo)

Tfno: 94 410 66.27 HONDURAS


ASEFA Plaza de Amezola 2,1.lzq. Dpto dcha www.ecai-asefa.org
48012 Bilbao Ecaiasefa@ecai-asefa.com PERÚ

RUSIA
No está acreditada

COLOMBIA

BOLIVIA
Desacreditada con fecha
C/ Santamaría, n, 16 -1º Dpto. 1 Tfno: 94 415 21 75 24/01/2006
ADECOP 48005 Bilbao Fax: 94 415 38 06
EUSKADI euskadi@adecop.org PERÚ
www.adecop.org
RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

Tfno: 94.443 44.33


Arretxabaleta Nº 6, 1 Fax: 94 421 1416 CHINA
48010 Bilbao www.aciadopcion.org
Reig.beamonte@telefonica.net

MIMO Plaza de Biarritz s/n Tfno: 943 28.14.46 BULGARIA


20015 Donostia No tramitan nuevos
expedientes

No tramitan expedientes
Prim 22 - Entresuelo Oficina 3 Tfno-Fax: 943 44.60.23 Se les concedió la
ANDAI 20006 Donostia www.andai.es temporal de actividad
andaip@terra.es con fecha 12 de abril
de 2005

Tfno-Fax: 94 491.26.97
Tfno: 902 15 80 87
AIPAME c/ Ibáñez de Bilbao, nº 4 3º Tfno. Donosti: 943 473 162 RUSIA
48001 Bilbao aipameuskadi@aipame.org No está acreditada
www.aipame.org

AIST C/ Cristo, nº 1-2º Planta Dep. 2 Tel: 94 415 16 12 RUSIA


48007 Bilbao Fax: 94 415 18 45 No está acreditada
en Rusia
Fuente CORA. Última actualización: junio 2006

217
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en Extremadura

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

ABRA Paseo de los Mártires, nº 12- 1ºA Tel: 927 53 46 26 BRASIL


Cáceres Fax: 927 53 57 39

Tel: 924 37 02 42
ANDENI C/ Torres Quevedo 12 Móvil: 630 73 82 71 CHINA
06800 Mérida www.andeniex.or-a
Email: andeniex@andeniex.org

Fuente CORA. Última actualización: junio 2006

218
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en Galicia

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

Tel: 981 217 723 CHINA


C/ Angel nº 2-derecha A Fax: 981 218 724 19/12/1997
A Coruña www.aciadiopcion.ora
acchina@aciadopcion.org FILIPINAS
aciadopcion@hotmaii.com 04/09/2003

C/ Juan Florez nº 71, 1º izda Tel: 981 122 122 BOLIVIA


15005 A Coruña Fax: 981 122 871 13/11/1998
www.adecop.org Desacreditada con fecha
Gaiicia@adecop.org 24/01/2006
ADECOPGALICIA@terra.es
ADECOP COLOMBIA
Información en Pontevedra Información en Pontevedra 02/04/1998
c/Garcia Barbón n30-4º Of. 4º Tel: 986 224 916
36201 Vigo PERÚ
13/02/1998

RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

Tel: 981 122 122


C/ Juan Florez nº 71, 1 izda Fax: 981 122 871
ADECOP- 15005 A Coruña www.adecop.org CHINA
PIAO Galicia@adecop.org Piao 23/09/1998
ADECOPGALICIA@terra.es

ADDIS- C/Urzaiz nº 10-3ºizda Tel: 886 116 226


GALICIA 36201 Vigo 607 812 365 ETIOPÍA
Pontevedra addiaalicia@terra.es

BALMS Tel: 986 443 143 COLOMBIA


FUNDACIÓN C/ Conquista nº 9 Fax: 9.86 446 023 En España 22/03/2005
PARA LA 36201 Vigo Balmsqaiiciaah-qp@balms.com En Colombia 31/01/2006
INFANCIA Pontevedra fundacion.infancia@balms.com

Tel: 986 26 48 93 CHINA


Fax: 986 11 95 38 29/0911998
R/ Escultor Nogueira 2-Of. 1 B Movil. 616 46 94 04
INTERADOP 36205 Vigo info@adopcion.org BULGARIA
interadopgalicia99@hotmail.com 07/08/2002

RUSIA
A la espera de acredit.

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

219
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en La Rioja


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

CHINA
19/12/1997 en China

c/ Bretón de los Herreros, nº 44 Tfno: 941 204 499 FILIPINAS


ACI 26001 Logroño 04/09/2003 en Filipinas

HAITÍ
22/01/2006 en HAITÍ
Cerrado

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

220
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en Madrid

ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de


acreditación en país

Tel: 91 578 36 75 CHINA


ACI Avda. Menéndez Pelayo 6, 1º lzda Fax: 91 576 57 44
28009 Madrid www.aciadoipcion.org FILIPINAS
acichina@aciadopcion.org

Tel: 91 593 02 58
ADAIMA Fermando El Católico, 4 Fax: 91 593 03 99 COLOMBIA
28015 Madrid E mail: adaima@hotmail.com

PERÚ

COLOMBIA
Tel: 91 574 73 60
ADECOP Alcalde Sainz de Baranda, 6 4 2º C Fax: 91 573 36 99 BOLIVIA
28009 Madrid www.adecop.org Desacreditada con fecha
Madrid@adecop.org 24/01/2006

FEDERACIÓN RUSA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

Marqués de Valdeiglesias 6, 3º B Tel: 91 522 86 23


AKUNA 28004 Madrid Fax: 91 531 48 37 CHINA
akuna@akunainternacional.org

BULGARIA
No se tramitan
expedientes
Tel: 91 355 15 44
ANDAI Príncipe de Vergara, n 1 268-6ºD Fax: 91 355 15 44 FILIPINAS
28016 Madrid www.andai.es
andaimad@conceptosystem.es HONDURAS

FEDERACIÓN RUSA
No está acreditada

Tel: 91 429 83 16
ANDENI Gran Vía, 31- 5º planta. Of 19 Fax: 91 521 83 66 CHINA
28013 Madrid www.andeni.org
andeni@andeni.org

Fuente CORA. Última actualización: junio 2007

221
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

COLOMBIA
BRASIL

Tel: 91 591 26 99 PERÚ


Trafalgar, 14. 11 Ext.izq Fax: 91 447 22 23
ASEFA 28010 Madrid www.ecai -asefa.com HONDURAS
Ecai-asefa@ecai-asefa.com
Rep. DOMINICANA

FEDERACIÓN RUSA
No está acreditada

Tel: 91 401 88 96
91 772 39 56
ASOCIACIÓN c/ Hermosilla nº 133 bajo E Móvil, 639 531 466, ETIOPÍA
C!ELO 133 28009 Madrid www.cielo133-ecai.org 18/10/ 2005
ana@cielo133.org
picazoana@hotmail.com

BOLIVIA
Paralización de envíos
Tel:91 441 37 27 hasta Noviembre 2007
Fax: 91 441 37 27
FEYDA C/ José Abascal nº 35 1ºA www.feyda.net INDIA
28003 Madrid feyda@iname.com Pendiente. de
acreditación en India

ETIOPIA

BOLIVIA
Paralización de envíos
Tel: 91 361 33 47 hasta Noviembre 2007
INTERABOP C/ Pilar de Zaragoza, nº 96 Bajo A Fax: 91 361 12 43
28028 Madrid www.interadopadop.adopcion.org CHINA
Madrid@adopcion.org
FEDERACION RUSA
No está acreditada

HUNGRIA
Tel: 91 543 00 70 / 91 544 32 86
Fax: 91 543 01 13 EL SALVADOR
24/05/2005 en El Salvador
bolatonmimo@terra.es 14/06/2005 en Madrid
MIMO Ferraz 61, entreplanta derecha
28008 Madrid Ecaimimo@yahoo.es PANAMÁ
24/05/2005 en Panamá
19/08/2005 en Modrid

BULGARIA
No se tramitan
expedientes

222
apéndices

ETIOPÍA
Tel: 92 445 32 04
MUNDI- Calle Luchana, 29 bajo izda 28010 Móvil: 645 899 427 BURKINA FASO
ADOPTA Madrid info@mundiadopta.org Enero 2006 en
www.mundiadoptaorg Burkina Faso
10/08/2005 en Madrid
No acepta más
expedientes

INDIA
Tel: 91 547 07 08
NIÑOS SIN Marqués de Uquijo, nº 9 11 A Fax: 91 547 06 73 NEPAL
FRONTERAS 28008 Madrid nsf.cwf@nsf-cwf.org 15/09/2005 en Nepal
10/06/2005 en Madrid
Cerrado

Plaza de Santa Bárbara nº 8 -11 Tel: 91 531 70 09 MÉXICO


PROFILIA dcha C Fax: 91 522 84 97
28004 Madrid HONDURAS

Fuente CORA. Última actualización: Junio 2007

Relación de ECAI’s Acreditadas en Melilla

No existe ninguna ECAI acreditada en Melilla. Las familias adoptantes deben ponerse
en contacto con ECAI’s de otras CC.AA.

223
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en la Región de Murcia


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

FEDERACIÓN RUSA
No está acreditada

FILIPINAS
No está acreditada
en Filipinas

RUMANÍA
No se puede tramitar
Tfno y Fax: 968 20 04 41 expedientes
ANDAI Avda. Constitución 7. Entlo 0 www.andai.es
30008 Murcia Mail: andaimur@wanadoo.es HONDURAS
21/11/2001

BULGARIA
Suspensión temporal
por moratoria desde
18/09/2003

FILIPINAS
09/2003 en Filipinas
18/03/2005 en Murcia

PERÚ
Virgen de los Dolores nº 16 Tel: 958 344 344 Cancelación con fecha
KANTU 30152 Aljucer Fax: 958 344 97 16/01/2002, quedando
Murcia sólo altorizada para los
expedientes en trámite

BOLIVIA
08/07/2002 en Murcia
27/02/2002 en Bolivia
Avda. de Europa 19 Tfno: 968 230 469
AMOFREM Edif. Dórico, 1 A amofrem@cajamurcia.es RUMANÍA
AMOFREM 30007 Murcia Suspensión temporal

COLOMBIA
21/03/2001 en Murcia
12/02/2001 en Colombia

224
apéndices

COLOMBIA
03/11/1999 en Murcia
01/07/1999 en Colombia

PERÚ
Preinscripción caducada

Avda. Constitución 7. Entlo. F Tfno: 968 23 50 74 BOLIVIA


ADECOP 30007 Murcia 968 28 24 75 27/12/2002
www.adecop.org Desacreditada con fecha
24/01/2006

FEDERACIÓN RUSA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

RUMANÍA
Suspensión, temporal

PERÚ
Suspensión, temporal

FEDERAClÓN RUSA
No está acreditada

COLOMBIA
Tfno: 968 122 576 08/11/2000 en Murcia
968 120 195 24/11/1999 en Colombia
C/ del Aire 13, 1º A Fax: 968 120 195
ASEFA 30202 Cartagena www.ecai-asefa HONDURAS
Ecai-asefa@ecai-asefa.com 19/04/1999

RUMANÍA
Suspensión temporal

REP. DOMINICANA
24/11/2004 en
Rep. Dominicana
18/03/2005 en Murcia

Tfno: 639 370 375 BOLIVIA


C/ Burruezo, s/n www feyda.net Suspensión temporal
FEYDA 30005 Murcia ecai@feyda.net
HONDURAS
Prinscripción caducada

Fuente CORA. Última actualización: Junio 2006

225
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Relación de ECAI’s Acreditadas en la Región de Navarra


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

RUSIA
A la espera de ser
reacreditada

PERÚ
18/05/1999 En Navarra
En Peru desde 1999
Ugarrandía, nº 8 bajo Tel: 948 198 503 y en vigor con fecha
NUEVO 31620 Huarte Fax: 948 198 146 24 de Febrero de 2005
FUTURO Navarra www.nuevo-futuro.org
adopciones@nuevo-futuro.org CHILE
17/08/2004 En Navarra
25/06/2002 En Chile

COSTA RICA
No tramitan expedienies

Fuente CORA. Última actualización: junio 2006

226
apéndices

Relación de ECAI’s Acreditadas en la Región de Valencia


ECAI Dirección Teléfonos, fax, mail País/fecha de
acreditación en país

AAIM C/ Saiamanca nº 27, 1º Tel: 963 355 164 RUSIA


46005 Valencia Fax: 963 355 165 No está acreditada
aaim.valencia@yahoo.es

CHINA
Poeta AIberola nº 16, 2º Tel y Fax: 963 853 226 19/12/1997
46016 Valencia www.aciadopcion.org
Marialuisa.aci@ono.com FILIPINAS
04/09/2003

BOLIVIA
Avda. Barón de Cárcer nº 48,10º Tel: 963 520 453 13/07/1998
46001 Valencia Fax: 963 511 384 Desacreditada con fecha
www.adcop.org 24/01/2006
www.adecop.org
COLOMBIA
29/03/1995

ADECOP C /Portugal nº 27 Tel: 902 100 007 PERÚ


03003 Alicante Fax: 965 126 501 26/07/1996
www.adecop.org
www.adecop.org RUSIA
Desacreditada con fecha
11/11/2005

PANAMÁ
En Valencia 30/04/07
En Panam 30/01/07

Tel: 963 9 3847 RUSIA


C/ San Vicente Martir nº 71. 5º, 902 158 087 No está acreditada
Puerta 9 Fax: 963 941 033
46001 VALENCIA www.aipame.org MOLDAVIA
aipamevalencia@aipame.org No tramita expedientes

Tel: 963 204 131


ANDENI Pasaje Dr. Serra nº 3, 3º Fax: 96 322 3831 CHINA
46004 Valencia www.valencia.andeni.org 23/9/l998
andeni@andeni.org

227
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

COLOMBIA
17/0211998
Gregorio Mayans, 3, 4º, 8º Tel: 963 953 469
46005 Valencia Fax: 963 332 900 BRASIL
27/08/1997

ASEFA PERÚ
06/07/1998

C/ Gerona, 19, 3º, 4º Tel y Fax: 965 144 142 FEDERACIÓN RUSA
03001 Alicante No está acreditlzida

HONDURAS
No puede tratamitar
expedientes

C/ Ancha de Cautelar nº 77 Tel: 965 668 521


entlo. 2 Fax: 965 668 521 BOLIVIA
03690 San Vicente de Raspeig Movil: 639 370 375 18/12/1998
ALICANTE www.feyda.org
FEYDA ecai@feyda.net ETIOPÍA
28/11/2006 (en Etiopia)
Tel: 961 593 028 4/04/2007 (en Valencia)
Delegación en Valencia Móvil: 670 461 144

Tel: 963 952 346 CHINA


PIAO c/ Salamanca nº 27-10º Fax: 963 952 000 23/09/1998
46005 Valencia Móvil: 639 829 116
www.piao.org ETIOPÍA
19/12/2005 (En Etiopia)

Fuente y actualización (junio 2007): CORA (Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción).

228
apéndices

4. Componentes de CORA (Coordinadora de Asociaciones


en Defensa de la Adopción y del Acogimiento)

AFAAR. Asociación de Familias Adoptantes y de Acogimiento de la Rioja.


AFAC Asociación de Familias Adoptantes en China (Catalunya).
AFADA Asociación de Familias Adoptantes de Aragón (Aragón).
AFADENA Asociación de Familias Adoptivas de Navarra.
AFAIC Asociación de Familias Adoptantes de las Islas Canarias.
AFAMEX Associació de Famílies Adoptants a Mèxic.
AFAMUNDI Asociación de familias para la ayuda a la adopción en el mundo
(Cantabria).
AIBA Asociación Islas Baleares de Adopción (Baleares).
AMADA Asociación Castellano-Manchega de Adopción y Acogimiento.
Pre-adoptivo (Castilla - La Mancha).
AMIGOS DE Asociación ciudadana para la cooperación con Ucrania.
UCRANIA
ANICHI Adopción de niños en China.
ARFACYL Asociación Regional de Familias Adoptantes de Castilla y León.
ASFARU Asociación de Familias Adoptantes en Rusia.
ASTURADOP Asociación Asturiana de Adoptantes (Asturias).
ATLAS Asociación Atlas en Defensa de la Adopción (Madrid).
CAMINANTES Asociación Infantil Juvenil Caminantes: Programa Adopta.
FAMUR Asociación de Familias Adoptantes de Murcia.
IMA Amics dels infants del Marroc (Amigos de la infancia de
Marruecos).
SEDA Sociedad Española para el Desarrollo de la Adopción (Ámbito
estatal).
UME ALAIA Asociación de Familias Adoptivas del País Vasco.

229
Bibliografía

Adoptandis, Comunidad de Madrid y CORA: Adoptar, integrar, educar. Guía para


familias y educadores. Madrid, 2008.
Andrés, T. y Guardiola, J. Ja venim, Xian. Ed. Planeta.
Angulo, J. y Reguilón, J.A. Hijos del corazón. Ed. Temas de Hoy.
Aránzazu Calzadilla, M. La adopción internacional en el Derecho español. Ed.
Dykinson.
Audussseau-Pouchard, M. Adoptar un hijo hoy. Ed. Planeta.
Albiac, G. Una adopción en la India. Ed. Espasa-Calpe.
Amorós, P. La adopción y el acogimiento familiar. Ed. Narcea.
Baeta, F. La adopción explicada a mis hijos. Ed. Plaza y Janés Bolsillo.
Barajas, C. y Fuentes, M.J. La adopción. Una guía para padres. Ed. Alianza.
Barrena, S. Venida de la lluvia. Historia de una adopción internacional. Ed.
Granica.
Berástegui. A. Las adopciones internacionales truncadas y en riesgo en la Comu-
nidad de Madrid. Edita Consejo Económico y Social de la Comunidad de
Madrid. La Galera Peripècies.
— “El tiempo de espera en la adopción internacional: la vivencia de la espera y
estrategias de afrontamiento”. Psicothema. Revista anual del Colegio de Psicó-
logos del Principado de Asturias.
Capel, A. Manual práctico de adopción internacional. Ed. Octaedro.
Cernuda, P. y Saenz-Díez, M. Los hijos más deseados. Ed. El País-Aguilar.
Clos, M. y Masó, P. Yo soy adoptado. Once historias reales. Ed. Deria.
Giberti, E. y otros. Adoptar hoy. Ed: Paidós.
— Adopción y silencios. Ed. Sudamericana.

DOSCIENTOS TREINTA Y UNO 231


La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Gilberti, E y Chavanneau, S. Adopción y silencios. Ed.Sudamericana.


Gomis, S. Diari d´una mare en tràmit. Ed. 62.
González, M. La adopción. Cómo adoptarlo y cómo educarlos. Ed. Edimat.
Kindersley, A. Niños como yo. Ed. Círculo de Lectores.
López Fuentaja, A.M. Escuela y adopción. Aula de infantil ISSN 1577-5615, nº 17.
Marique, A., Schulman, H. y Bialosky, I. El deseo y la esperanza. Ed. Salamandra.
Mateo Pérez, M.R. ¿Por qué adoptar en otro país? Guía para padres y profesio-
nales. Ed. CIES. (Asoc.Centro Iniciativas Economía Social, Barcelona).
Ministerio de Asuntos Sociales:
— Aprendiendo a conoceros: Guía para iniciarse como padres adoptivos.
— Adopción de niños de origen extranjero. Guía para solicitantes de Adopción.
Mirabent, V. y Ricart, E. Adopción y vínculo familiar. Ed. Paidós.
Miró, Asha. La hija del Ganges. La historia de una adopción. Ed. Lumen.
Palacio, C. En busca de Clara. Diario de una adopción (disponible por internet).
Palacios, J. y otros. La adopción en Andalucía. Ed. Consejería de Asuntos
Sociales. Sevilla.
Parrondo, L. Adoptar. Otra forma de ser padres. Ed. Diagonal.
Rahola, P. Carta a mi hijo adoptado/ Carta al meu fill adoptat. Ed. Planeta/
Columna.
Rotger, A. Vull adoptar. Ed. Ara Llibres.
Ruskai Melina, L. Cómo educar al niño adoptado. Ed. Medici.
San Román, B. La aventura de convertirse en familia. Guía de la adopción para
padres. Blur Ediciones.
Siegel, D.J. y Hastzell, M. Ser padres conscientes. Ed. La Llave.
Siegel, S.E. Su hijo adoptado. Ed. Paidós.
Smlowe, J. El deseo de tener un hijo. Ed. Vergara.
Smlowe, J. Cómo se vive la adopción. Ed. Vergara.
Stoddard, A. Ser madre. La mayor fuerza del mundo. La maternidad como vía de
crecimiento interior. Ed. Edad.
Tyler, A. Propios y extraños. Ed. Alfaguara.

232
bibliografía

Libros para niños, jóvenes y adultos con corazón de niño

Ahlberg, Janet y Allan: ¡Adiós pequeño! Ed Altea.


Amorós, M.L. ¿De dónde vienes, Jan? Ed. SM (en catalán, Ed. Cruïlla).
Arànega, M. Los derechos y deberes de los niños. Edebé.
Artigas Riera, F. En busca de Irene. Edición de autor.
Binet, L. Nakusha, la no deseada. Mujeres de Asia oprimidas. Ed. Bruño/Amnistía
Internacional.
Boie, K. ¡Qué suerte hemos tenido con Paule! Ed. Alfaguara.
Cannon, J. Stelaluna. Ed. Juventud
Capdevila, F. Teo y su familia. Ed. CEAC.
Capdevila, F. Mis amigos especiales. Ed: Gaviota Cadí. cat. Everest. gal.
Capdevila, F. Otros niños del mundo. Ed: Gaviota. Cadí, cat. Everest. gal.
— Marcos ya tiene casa. Ed. Destino.
Company, M. La historia de Ernesto. Madrid: SM. Colección blanca. El barco de
vapor. (cast., gal., cat.). Ed. Cruilla (cat.).
Curtis, Jamie Lee. Cuéntame otra vez la noche que nací. Ed. Serres.
Damon, E. Cada uno es especial (un libro para levantar y mirar). Ed Beascoa
Internacional.
Del Amo, M. El bambú resiste la riada. Ed. Bruño.
Demarest, C. Benito encuentra un hogar. Ed. Altea.
Farías, J. El niño que vino con el viento. Ed. Gaviota S.L.
Generaliatat Valenciana (Conselleria de bienestar social):
— “Vamos a ser familia adoptiva”.
— “Guía para la adopción”.
— “Manual del formador”.
Gibert, M. Llegué de China. Cuéntame mi historia. La Galera.
Lewis, R. y Dyer, J. Te quiero niña bonita. Ed. Serres.
Liao Yanping. El pequeño tesoro. Ed. Maguregui.
Lindo, E. Amigos del alma. Ed. Alfaguara.
Livingston, C. ¿Por qué me adoptaron? Ed. Grijalbo.
Lorman, J. La aventura de Saíd. Ed. SM. Círculo de Lectores. Ed. Cruïlla. (cat).

233
La adopción alfonso colodrón gómez-roxas

Martínez Vendrell, M. Marc ja té casa. Ed: Destino.


Mateo, M. Somos diferentes pero somos iguales. La adopción internacional expli-
cada a los niños. Ed: CIES. (Asociación Centro de Iniciativas de la Economía
Social, Barcelona).
Mebs, G. Nacida en domingo. Ed: Quarto. Ed. Empúries (cat).
Miró, A. Las dos caras de la luna. Ed. Lumen.
— Los cuatro viajeros. Ed. Beascoa.
Mostachi, M. y Miceli, M. Adoptar una estrella. Fábulas del Búho. Ed: Bruño.
Olaizola, J.L. La burbuja de la felicidad. Ed. Anaya.
Olaizola, J.L. La burbuja de la felicidad. Ed. Anaya.
Palacín, A., Verdaguer, A. y Bayés, P. Els ancles volen adoptar un xiquet. Ed.
Eumo.
Paterson, K. La gran Gilly Hopkins. Ed. Salvat. Ed. Alfaguara (juvenil). Ed. Grup
Promotor Ens. Català (cat.).
Perdigó, M. Colección La familia crece. Ed. Marta Perdigó.
— Viaje a China.
— Viaje a Etiopía.
— Viaje a Rusia.
— Viaje a Nepal.
Perera, H. Mai. Ed. SM.
Ruck-Pauquet, G. Los niños más encantadores del mundo. Ed. Alfaguara.
Saint Mars, D. La Nina es adoptada. Ed. La Galera. (cat.)
Schreiber, E. y Wicke-Holland, C. Cuando los cuervos eran multicolores. Ed.
Juventud.
Schreiber, E. Wicke-Holland,, C. Un cuervo diferente. Ed. Juventud.
Sepúlveda, L. Historia de una gaviota y el gato que la enseñó a volar. Ed. Tusquets.
Sister, Susan. Each breath a smile. Parallax Press.
Torras, M. La meva germana Aixa (cat.). Ed. Cercle de Lectors.
Unicef. Niños como yo. Cuaderno de actividades. Ed. Bruño.
Van der Berg-Bakker, H. Kim, el nen de l’avió (cat.). Ed. Cruïlla.
Williams, B. Michi y su nueva familia. Ed. Espasa-Calpe.
Wilsdorf, A. Yuyuba. Ed. Destino.
Wöfel, U. Historia de Pimmi. Ed. Noguer.

234
bibliografía

Algunos recursos de útil consulta en la red


www.adopchina.org
www.afac.net
www.asfaru.org
www.andeni.org
www.asatlas.org
www.coraenlared.net
www.familyhelper.net
www.piaoecai.com
www.pnpic.org
www.umealaia.com
http:// adoplandia.blogspot.com
http:// blog.postadoption.org
http:// espacioblog.com/adopciones
Algunas asociaciones editan también sus propias revistas con información y
artículos inéditos.

235
AMAE
Directora: LORETTA CORNEJO

Adolescencia: la revuelta filosófica, por Ani Bustamante


El síndrome de Salomón. El niño partido en dos, por María Barbero de
Granda y María Bilbao Maté
La adopción. Un viaje de ida y vuelta, por Alfonso Colodrón Gómez-Roxas
Este libro se terminó
de imprimir
en los talleres de
RGM, S.A., en Bilbao,
el 7 de mayo de 2008.

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