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Hay grupos humanos que son víctimas de la discriminación todos los días por alguna de
sus características físicas o su forma de vida. El origen étnico o nacional, el sexo, la
edad, la discapacidad, la condición social o económica, la condición de salud, el
embarazo, la lengua, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil
y otras diferencias pueden ser motivo de distinción, exclusión o restricción de derechos.
Los efectos de la discriminación en la vida de las personas son negativos y tienen que
ver con la pérdida de derechos y la desigualdad para acceder a ellos; lo cual puede
orillar al aislamiento, a vivir violencia e incluso, en casos extremos, a perder la vida.
Este problema social se encuentra a nivel mundial y se vive hoy día, sin importar, que
se haya erradicado la esclavitud, se puede ver en los grupos de menor proporción. Es
importante reconocer esta incertidumbre que viven las personas que tienen
características distintas a la gran mayoría.
Linneus (1707-1778), por ejemplo, desarrolla una taxonomía del mundo natural a través
de un sistema en que incluye a las diferentes razas humanas como especies y
subespecies, según características físicas y diferencias biológicas a las que se asociaban
determinados atributos sociales y culturales. Se señala que el apogeo máximo del
discurso científico sobre la raza se produce después de la abolición de la esclavitud
(mediados del siglo XIX), como una manera de institucionalizar en las ciencias y teorías
emergentes, la inferioridad de los negros (Wade, 1997). De esta manera, el fin de la
esclavitud no garantizará la igualdad racial. La formación de los estados modernos
muestra que en la conformación de naciones y nacionalismos operó un discurso sobre la
raza con efectos excluyentes sobre las poblaciones nacionales. Prueba de ello es que la
mayor parte de las manifestaciones de racismo se han dado dentro de las fronteras
nacionales. El racismo como acción política (Anderson, 1983) justifica más los procesos
de dominación internos que de dominación extranjera de tipo colonial.
Las Cumbres de jefes de Estado realizadas desde 1992, han asumido una tarea
fundamental con relación a la creación de mecanismos e instituciones que lleven a cabo
acciones concretas y en lo que respeta a la discriminación por raza y etnicidad. Se
destacan, entre estas instancias, el Plan de Acción dentro del cual se creó el Programa
Interamericano de Combate a la Pobreza y la Discriminación. Está en plena operación,
también, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el
Caribe, con sede en Bolivia. Organismos dependientes del sistema de Naciones Unidas
como la OIT y la UNESCO, han asumido desde hace varias décadas un compromiso por
superar las barreras de los prejuicios y discriminación hacia los pueblos indígenas y las
poblaciones afroamericanas. El papel de la OIT a través del Convenios 169, sobre
Pueblos Indígenas y Tribales, y los programas de la UNESCO a través de su Oficina
Regional de Educación para América Latina y el Caribe, han dedicado grandes
esfuerzos en las últimas décadas en la búsqueda de equidad en el ámbito de la educación
y la cultura. En el plano del apoyo productivo, las Naciones Unidas cuentan con un
conjunto de organismos que prestan cooperación y asistencia en materia de inversión o
proyectos de desarrollo agrícola y rural como la Organizaciones de la Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo
Agrícola (FIDA) el que tiene el mandato particular de aliviar la pobreza en las zonas
rurales más pobres y marginadas de los países en desarrollo, lo que tiene un impacto
directo sobre grandes contingentes de población indígena. En América Latina, el FIDA
ha apoyado programas con poblaciones indígenas en Bolivia, Brasil, Colombia y
Venezuela.