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INTRODUCCIÓN

La Revolución Francesa había sacudido al Antiguo Régimen hasta sus cimientos. Los
revolucionarios surgidos de una sociedad con fuertes jerarquías sociales y privilegios
de nacimiento comenzaban a proclamar los ideales de una nueva filosofía, en cuyo
centro se ubicaba la consigna surgida de la toma de la Bastilla: “Libertad, Igualdad,
Fraternidad”.
España se veía amenazada por estas nuevas ideas políticas, al mismo tiempo que era
asediada desde el punto de vista militar: los ejércitos napoleónicos ocupaban la
totalidad de la Península Ibérica; el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII eran
desplazados y el hermano de Napoleón, José I nombrado rey de España.
Los acontecimientos europeos eran favorables al ideal de libertad para las colonias
americanas. Sus clases dirigentes sabían que tenían una gran oportunidad que no
podían perder. Desde Venezuela, Buenos Aires, el Alto Perú, Chile y otros Reinos, se
empezaba a escribir la historia de la independencia y el nacimiento de las nuevas
repúblicas.
Los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada y Río de La Plata ya en 1811 se han
volcado con firmeza por un gobierno independiente. El tiempo parece avanzar
decididamente hacia adelante. Sin embargo, tras el desastre de Napoleón en Rusia,
su estrella se va apagando. Es el amanecer de España, que logra expulsar a los
franceses de su tierra, donde el Rey Fernando VII regresa al trono con la resuelta
decisión de reprimir los movimientos revolucionarios de América. Para desarrollar este
plan, Lima se ofrece como el escenario perfecto. La ciudad de los Reyes, principal
capital de España en América del Sur se había mantenido firme junto a la Corona, y tal
lealtad la hacía estratégica como base de operaciones de Fernando VII para aplastar a
los insurrectos.
Los proyectos del monarca español comenzaron a avanzar con éxito. El virrey del
Perú envió un fuerte ejército a Chile; derrotó a los patriotas en la batalla de Rancagua
y recuperó así el control de Santiago. Esta victoria reafirma las intenciones realistas y
abre el camino para pensar la forma de recuperar las provincias unidas del Río de la
Plata.
La caída de Chile demostró que la única forma de asegurar la independencia de
América era con la conquista del Perú. Así lo entiende José de San Martín y por ello
elabora un ambicioso plan que tendría como base de operaciones a la antigua
provincia de Cuyo.
INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS
La hoy poderosa nación de los estados unidos de Norteamérica, tuvo su origen en los
territorios que los ingleses colonizaron en la costa atlántica de América del norte
(desde comienzos del siglo XVII), donde habían logrado establecer trece colonias, las
mismas que fueron incorporadas a los dominios del imperio británico. A fines del siglo
XVIII (1776), dichas colonias, por medio de sucesivas guerras contra Inglaterra,
consiguieron emanciparse del dominio anglosajón. La independencia de los Estados
Unidos de Norteamérica, es uno de los acontecimientos más importantes de la Historia
moderna, no solo porque sirvió ella de ejemplo a las colonias hispanoamericanas que
aspiraban también su liberación, su emancipación, sino, fundamentalmente, por el
preponderante rol que el país de Washington desempeña en los destinos del mundo
en los tiempos contemporáneos.

Las Trece Colonias


De 1637 a 1733, se establecieron en la costa atlántica de América del norte trece
colonias inglesas, a saber: Virginia, Massachussets, Maryland, Rhode Island, New
York, New Jersey, Connecticut, New Hampshire, Delaware, Carolina del Norte,
Carolina del Sur, Pensilvania y Georgia, cuyos habitantes profesaban el credo
protestante, a excepción de Maryland donde había libertad de cultos, con una
población en total de 2000000 de habitantes; no todos ellos ingleses sino también:
franceses, irlandeses, escoceses y alemanes.

Características
Estas colonias formadas, mayormente, por gente culta de credo protestante, gracias a
su espíritu eminentemente laborioso como a las inmensas riquezas del territorio,
consiguieron en pocos años progresar grandemente, a la vez que su población
experimentó también considerablemente crecimiento.
Disfrutaban de autonomía política, es decir, que eran, prácticamente libres e
independientes. Hacían uso de sus libertades y derechos y, asimismo, cada colonia
elegía a sus propias autoridades, a la vez que resolvía sus propios problemas, aunque
en nombre se hallaban bajo el dominio de Inglaterra, la misma que se hacía
representar por un gobernador en cada una de ellas. Tenían, pues, por supremo
anhelo vivir en un ambiente de paz y de libertad para, así, poder desarrollarse y
practicar libremente sus creencias políticas y religiosas. En busca de ello, justamente,
fueron los primeros inmigrantes (“Los padres peregrinos” – 1620) quienes
abandonaron Inglaterra al implantarse en esta nación la persecución religiosa y el
despotismo real, y, después de cruzar el Atlántico, se establecieron en la costa este de
América del Norte.

Guerra de la independencia
La prosperidad de las trece colonias se vio alterada cuando Inglaterra, escasa de
recursos, impuso tres gravámenes económicos a dichas colonias, a saber:

1. Dispuso que las propias colonias deberían pagar los gastos que ocasionaron el
ejercito ingles destacado en ellas.
2. Creo, asimismo, el papel timbrado (papel sellado) para el uso en los contratos.
3. Estableció finalmente el impuesto del té.
Tales medidas no solo originaron la protesta unánime de parte de los habitantes de las
trece colonias, sino que decidieron estas romper definitivamente todo nexo que los
ligaba a la Madre Patria. Fue en el primer congreso de Filadelfia (1774), al que
asistieron, en condición de delegados, patriotas eminentísimos como Jorge
Washington y John Adams, que solicitaron la abolición de todas aquellas leyes que
imponían contribuciones a las colonias sin el consentimiento previo de estas, fieles a la
inviolable tradición inglesa: “que no existe impuestos sin la aprobación de los que
deben pagarlos”. Reclamando para sí las mismas libertades y derechos de que
disfrutaban los ingleses del Viejo Mundo. El gobierno respondió con medidas de fuerza
y con el envío de más efectivos militares, originando encuentros como el de Lexington,
favorable a los colonos.

Un Segundo Congreso de Filadelfia (1775)


Llamado Segundo Congreso Continental, con la participación de todas las colonias y
la participación de otros egregios patriotas, además de Washington y Adams, como
Thomas Jefferson, Benjamín Franklin, Roberto Morris, partidarios de la independencia,
decidieron formar un ejército de milicias coloniales para enfrentarse a Inglaterra,
siendo designado Comandante Supremo de tales tropas Jorge Washington. Dicho
Congreso, asimismo, suscribió (4 de Julio de 1776) el acta de proclamación de la
independencia de las Trece Colonias, redactada por una comisión en la que figuraban
Washington, Jefferson y John Adams.

Las Acciones Militares


Las principales acciones militares libradas en la guerra de la Independencia
Norteamericana, fueron:

1. Las que tuvieron lugar en Boston y en la frontera con Canadá (1776),


favorables a los colonos.
2. La batalla de Saratoga (1777) que constituyo el primer triunfo importante sobre
los ingleses.
3. La batalla de Yorktown (1781), librada con la ayuda de Francia. Significó otra
victoria para los insurrectos coloniales y selló la independencia norteamericana.
GEORGE WASHINGTON
Este insigne patriota nacido en Virginia, se distinguió por su acendrado liberalismo, la
nobleza de sus sentimientos, así como por su espíritu eminentemente laborioso;
además de sus dotes de político atinado y prudente. Dueño de grandes riquezas,
abandonó sus actividades agrícolas para ponerse al frente de los ejércitos insurrectos.
Con la ayuda de los franceses La Fayette y Rochambeau consiguió derrotar a los
ingleses en Trenton y Yorktown. Después de liberar a su país lo organizo
eficientemente, a la vez que hizo aprobar la constitución Federal. Fue el primer
presidente de los Estados Unidos elegido en 1789 y, nuevamente, por segunda vez,
en 1793.
Está considerado como el fundador de la independencia norteamericana. Sus
contemporáneos lo juzgan, con las frases de Juan Marshal, como “El primero en la
guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciudadanos”.

Ayuda De Francia
Francia, rival y enemiga de Inglaterra a causa de que ésta le había arrebatado sus
colonias de Canadá y la India, ayudó a la Independencia Norteamericana en forma
franca y decidida, para lo cual envió no solo dinero, soldados y armas, sino también
poderosas fuerzas navales y generales de gran figuración. Finalmente, ambos países
firmaron la ALIANZA FRANCOAMERICANA con la finalidad de defender aquella
independencia proclamada. Y entre las acciones militares realizadas con la ayuda de
tropas francesas, se destaca la BATALLA DE YORKTOWN (1781), librada por
Washington y los generales franceses Rochambeau y La Fayette, que antes hemos ya
señalado, este ultimo de destacadísima actuación en toda dicha guerra separatista.

El Estado Republicano
Una convención Constitucional, reunida en Filadelfia en 1787, redactó la Constitución
de 1787, que es la misma que, con algunas modificaciones, rige actualmente en los
Estados Unidos de Norteamérica. Dicha Convención, asimismo, eligió como
presidente a Jorge Washington.
La Constitución de 1787 creó la REPUBLICA FEDERAL Y DEMOCRACIA, con un
gobierno central de tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. De estos poderes,
es el Legislativo (Congreso), el que propiamente dirige la política de la Nación.
El fin de la guerra llegó el 3 de septiembre de 1783 con la firma del Tratado de
Versalles o Tratado de París.
Los principales acuerdos de este tratado fueron:
 Reconocimiento de la independencia de las 13 colonias americanas.
 El territorio de Estados Unidos abarcaba desde el sur de Canadá hasta el norte
de Florida y el este del río Misisipi.
 Los prisioneros de ambos bandos serían liberados.
 Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían libre acceso al río Misisipi.
 El reconocimiento de las deudas debía de pagarse a los acreedores de ambas
partes.
 Tras este acuerdo, se marcaron dos objetivos básicos:
 Se iban a ocupar de crear un Gobierno federal que fuera capaz de mantener la
unidad entre las 13 colonias
 Ampliar los 13 estados hacia el oeste (la conquista del Oeste)
 En 1787 la Convención de Filadelfia llegó a un acuerdo: estableció una
República federal presidencial y se promulgó la constitución de los estados
Unidos.
 30 abril 1789 George Washington fue nombrado presidente de los Estados
Unidos de América.
Consecuencias Económicas de la Independencia de los
Estados Unidos:
 Estados Unidos se libró de las tasas mercantiles que les imponían el Imperio
Británico.
 empieza la conquista del Oeste.
 España se anexiona extensas áreas del sur de Norteamérica.
Consecuencias sociales de la Independencia de los
Estados Unidos:
 La burguesía en algunos estados empezó a emerger como una clase social
poderosa.
 Otros estados continuaban en sociedades estamentales.
 En Francia estalló las Revolución Francesa.
Consecuencias políticas de la Independencia de los
Estado Unidos:
 La Constitución americana (1787) fue la primera de la historia.
 La guerra de la independencia fue la primera revolución de carácter liberal.
 La República federal de los estados unidos llevó a la práctica la división de
poderes ideada por el barón de Montesquieu.

Sin la ayuda de España, la independencia de los Estados Unidos de América tal


vez no habría sido posible. Su papel clave en la victoria de los sublevados ha
quedado históricamente orillado en favor del protagonismo de Francia, pero
documentos olvidados durante siglos en los archivos demuestran que los
ciudadanos de a pie de lo que fue Nueva España aportaron dinero de su propio
bolsillo a través de «donaciones» para costear la guerra que Carlos III declaró a
los británicos en 1779 y que sería fundamental para el triunfo de los
revolucionarios. Ayuda que posteriormente fue brindada de Estados Unidos a
España en la Independencia.
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Las ideas
Los pensadores franceses admiraban la organización política, social, económica y la
filosofía inglesa. De esa admiración surgieron las ideas principales de la Ilustración
francesa:

 Fe en el progreso humano.
 Los hombres mejoran a través de la educación.
 Libertad religiosa. Todos los seres humanos son esencialmente iguales.
 El gobierno de un pueblo surge por convenio de los ciudadanos.

Tales ideas fueron propugnadas por pensadores como Rousseau, Diderot, D'Alambert
y Voltaire. Se difundieron a través de la Enciclopedia y se apoyaron en gran parte en el
surgimiento de la Revolución francesa.

Antecedentes: Antiguo Régimen


Luis XIV, Luis XV y Luis XVI impusieron la monarquía absoluta, restando privilegios a
la nobleza y uniéndose a la burguesía.

 Enfrentaron graves problemas económicos que no resolvieron con poner


impuestos.
 Entonces encargaron su solución a los Estados Generales, asamblea formada
por representantes de la nobleza, el clero y el pueblo. Esta asamblea también
fracasó, debido a que el voto se emitía por estamento, esto es que a pesar de
ser mayoría, los representantes del tercer estado (pueblo) terminaban
perdiendo toda propuesta ya que al votar el resultado era dos, nobleza y clero,
contra uno (pueblo).
 Los representantes del pueblo formaron aparte la Asamblea Nacional, que
pronto incluyó a algunos representantes progresistas de la nobleza y del clero,
que exigió al gobierno de Luis XVI importantes reformas.

La Revolución
Ocurrió entre 1789 y 1799 que afectó a Francia tanto social como políticamente. Su
efecto para el resto de los países de Europa, así como sus consecuencias ideológicas
y políticas fue tan amplio que se la considera el inicio de la Edad Contemporánea.

Las acciones insurrectas comenzaron cuando el rey Luis XVI convocó a los nobles, al
clero y a los representantes del pueblo a una asamblea en la que se reveló el un grave
déficit presupuestario del Estado. Este descubrimiento sumado al descontento
acumulado de miembros de diversas clases sociales provocó una serie de revueltas
que terminaron con el derrocamiento del rey y la instauración de la República.

La importancia de la Revolución Francesa radica en que fue la expresión armada y


exitosa del descontento que existía en toda Europa sobre las monarquías absolutas.
Fue el comienzo de nuevas formas de gobierno.
Las razones históricas de la Revolución
Las transformaciones producidas por la Revolución

Una consecuencia directa de la Revolución fue la abolición de la monarquía absoluta


en Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios de la aristocracia y el
clero. La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las
propiedades se disgregaron y se introdujo el principio de distribución equitativa en el
pago de impuestos. Gracias a la redistribución de la riqueza y de la propiedad de la
tierra, Francia pasó a ser el país europeo con mayor proporción de pequeños
propietarios independientes. Otras de las transformaciones sociales y económicas
iniciadas durante este periodo fueron la supresión de la pena de prisión por deudas, la
introducción del sistema métrico y la abolición del carácter prevaleciente de la
primogenitura en la herencia de la propiedad territorial.

Napoleón instituyó durante el Consulado una serie de reformas que ya habían


comenzado a aplicarse en el periodo revolucionario. Fundó el Banco de Francia, que
en la actualidad continúa desempeñando prácticamente la misma función: banco
nacional casi independiente y representante del Estado francés en lo referente a la
política monetaria, empréstitos y depósitos de fondos públicos. La implantación del
sistema educativo —secular y muy centralizado—, que se halla en vigor en Francia en
estos momentos, comenzó durante el Reinado del Terror y concluyó durante el
gobierno de Napoleón; la Universidad de Francia y el Instituto de France fueron
creados también en este periodo. Todos los ciudadanos, independientemente de su
origen o fortuna, podían acceder a un puesto en la enseñanza, cuya consecución
dependía de exámenes de concurso. La reforma y codificación de las diversas
legislaciones provinciales y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónico,
ponía de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados por la
Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de habeas corpus y disposiciones para
la celebración de juicios justos. El procedimiento judicial establecía la existencia de un
tribunal de jueces y un jurado en las causas penales, se respetaba la presunción de
inocencia del acusado y éste recibía asistencia letrada.

La Revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la religión. Los


principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron
enunciados en la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no
aplicarse en todo momento en el periodo revolucionario, condujeron a la concesión de
la libertad de conciencia y de derechos civiles para los protestantes y los judíos. La
Revolución inició el camino hacia la separación de la Iglesia y el Estado.

Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales


de Francia y Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a las
naciones latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo, y continúan siendo
hoy las claves de la democracia. No obstante, los historiadores revisionistas atribuyen
a la Revolución unos resultados menos encomiables, tales como la aparición del
Estado centralizado (en ocasiones totalitario) y los conflictos violentos que
desencadenó.

Las Guerras Napoleónicas


Las batallas libradas desde 1799 hasta 1815 entre Francia y varias naciones europeas
son ya históricamente conocidas como las Guerras Napoleónicas. Estas contiendas
militares fueron una continuación de las guerras mantenidas por Francia durante la
Revolución Francesa (1789-1799), en las que hubo de enfrentarse a las monarquías
absolutistas europeas que pretendían acabar con el proceso revolucionario. En todas
ellas, incluso en las contadas derrotas, brillaría el talento militar de Napoleón
Bonaparte, al que la historiografía bélica considera uno de los más grandes estrategas
de todos los tiempos.
Napoleón cruzando los Alpes (1801), de Jacques Louis David

Durante los años que había pasado en guarniciones de provincias (Valence y


Auxonne), Napoleón había aprovechado su tiempo para ampliar su preparación
castrense (profundizó en sus estudios de matemáticas, artillería y táctica militar); entró
entonces, además, en conocimiento de los pensadores políticos clásicos (en
especial Maquiavelo y Montesquieu) y descubrió su pasión por la historia (le
deslumbraron las biografías de Alejandro Magno, de Julio César y en especial la
de Federico II de Prusia).

Ya en sus primeras campañas en Italia, que serían de inmediato objeto de estudio en


las academias militares, Napoleón manifestó una insuperable clarividencia en la
captación de los principios tácticos y estratégicos que habían de regir la movilización
en campo abierto de grandes contingentes humanos, aspecto esencial y característico
de las guerras de la época. Conforme a tales principios (movilidad, iniciativa, economía
o concentración de fuerzas para vencer o sostener puntos estratégicos, entre otros),
Napoleón reformó y refinó la composición y funcionalidades de las distintas unidades y
cuerpos de sus ejércitos (infantería, caballería, artillería) hasta convertirlos, siempre
bajo su dirección personal, en una perfecta maquinaria de guerra.

La Primera Coalición
Durante la guerra de la Primera Coalición (1793-1797), Francia luchó contra la alianza
formada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España, las Provincias Unidas (actuales
Países Bajos) y el reino de Cerdeña. El gobierno francés (el Directorio) confió a
Napoleón la dirección de las operaciones militares contra las tropas austriacas en el
norte de Italia en 1796. En menos de un año, Napoleón había vencido a las fuerzas de
Austria, superiores en número. En 1798 se le asignó el mando de una expedición que
tenía como objetivo conquistar Egipto para cortar la ruta británica a la India. La
invasión fracasó tras la batalla del Nilo y Napoleón regresó a Francia. Aunque ambas
campañas se produjeron durante el régimen del Directorio, antes de la asunción del
poder por Bonaparte, suelen ser consideradas como la primera fase de las Guerras
Napoleónicas. Fue en ellas donde el general francés desplegó por primera vez a gran
escala su talento como jefe militar.

La Segunda Coalición
La victoria de Napoleón en la campaña contra los austriacos en el norte de Italia puso
fin a la Primera Coalición. No obstante, durante su estancia en Egipto se formó la
Segunda Coalición (24 de diciembre de 1798) integrada por Rusia, Gran Bretaña,
Austria, el reino de Nápoles, Portugal y el Imperio otomano. Los principales combates
de la guerra de la Segunda Coalición, que se inició a finales de 1798, tuvieron lugar en
el norte de Italia y en Suiza al año siguiente. En el norte de Italia, los austriacos y los
rusos, dirigidos por el general Alexandr Suvórov, vencieron a los franceses en las
batallas de Magnano (5 de abril de 1799), Cassano (27 de abril), el río Trebbia (17-19
de junio) y Novi (el 15 de agosto). La Coalición también tomó Milán y abolió la
República Cisalpina, que se había constituido bajo los auspicios del gobierno francés
en 1797; ocupó asimismo Turín y privó a Francia de sus anteriores conquistas en
Italia.

El resultado de la lucha en Suiza fue más favorable para los franceses. Tras ser
derrotados en Zurich (7 de junio) por Carlos de Habsburgo, archiduque de Austria, las
fuerzas francesas dirigidas por el general André Masséna vencieron a las tropas rusas
del general Alexander Korsakov el 26 de septiembre. Suvórov y sus fuerzas
abandonaron el norte de Italia atravesando los Alpes para unirse a Korsakov en Suiza,
donde sus tropas se habían dispersado tras ser vencidas. El ejército de Suvórov hubo
de refugiarse en las montañas del cantón de los Grisones, donde quedó diezmado a
causa del frío y el hambre. Los rusos se retiraron de la Segunda Coalición el 22 de
octubre, alegando como motivo la falta de cooperación de los austriacos.

Cuando Napoleón regresó a Francia procedente de Egipto en octubre de 1799, se hizo


con el poder mediante el golpe de Brumario e instauró el Consulado, gobierno
ejecutivo constituido formalmente como un triunvirato pero que en la práctica erigía al
Primer Cónsul en máxima autoridad. En calidad de Primer Cónsul de Francia,
Napoleón ofreció la paz a los aliados, pero la Coalición rechazó su propuesta.

La batalla de Marengo (óleo de Louis-François Lejeune)


El general corso planeó entonces una serie de ataques contra Austria para la
primavera de 1800: se adentró en Italia cruzando los Alpes con un nuevo ejército
formado por 40.000 hombres y venció a los austriacos en la batalla de Marengo (14 de
junio de 1800). Mientras tanto, las tropas francesas del general Jean Victor Moreau
habían penetrado en el sur de Alemania atravesando el Rin y tomando Munich.
Moreau también había derrotado a las fuerzas austriacas del archiduque de Austria
Juan de Habsburgo en la batalla de Hohenlinden, que tuvo lugar en Baviera el 3 de
diciembre, y se había aproximado a la ciudad de Linz (Austria).

Las victorias francesas obligaron a firmar a Austria el Tratado de Lunéville (9 de


febrero de 1801), por el que Austria y sus aliados alemanes cedían la orilla izquierda
del río Rin a Francia y reconocían a las repúblicas Bátava, Helvética, Cisalpina y Ligur,
además de realizar otras concesiones. El tratado marcó asimismo la disolución de la
Segunda Coalición; el único aliado que continuó la lucha contra Francia fue Gran
Bretaña. Las tropas británicas se habían enfrentado sin éxito contra las francesas en
territorio holandés en 1799, pero habían conquistado algunas posesiones francesas de
Asia y otros lugares. Gran Bretaña firmó el 27 de marzo de 1802 la Paz de Amiens con
Francia.

No obstante, esta paz resultó ser una mera suspensión de las hostilidades. En 1803 se
produjo una disputa entre ambos países a propósito de la cláusula del acuerdo que
establecía la restitución de la isla de Malta a la orden de los Caballeros de San Juan
de Jerusalén. Gran Bretaña se negó a entregar la isla, por lo que estalló una nueva
guerra contra los franceses. Una importante consecuencia de este conflicto fue que
Napoleón, al verse obligado a concentrar sus recursos en Europa, abandonó su
proyecto de establecer un gran imperio colonial francés en Norteamérica; así, pues,
vendió Luisiana a Estados Unidos. En 1805, Austria, Rusia y Suecia se unieron al
conflicto en apoyo del bando británico, y España se alió con Francia; éste fue el inicio
de la guerra de la Tercera Coalición.

La Tercera Coalición
Napoleón se apresuró a tomar medidas contra la nueva alianza. Había ejercido una
gran presión sobre Gran Bretaña desde 1798 al mantener a un ejército concentrado en
Boulogne (a orillas del canal de la Mancha), que hacía pensar a los británicos que se
preparaba una invasión de Inglaterra. Bonaparte aumentó considerablemente el
número de fuerzas destacadas en Boulogne cuando comenzaron las disensiones que
hicieron estallar la guerra en 1803.

Tras la formación de la Tercera Coalición contra Francia, sus tropas abandonaron


Boulogne para enfrentarse a los austriacos, que habían invadido Baviera con un
ejército dirigido por Fernando III, el gran duque de la Toscana, y el general Karl Mack
von Leiberich. Varios estados alemanes, entre los que se contaban Baviera,
Württemberg y Baden, se aliaron con Francia. Napoleón derrotó a las fuerzas de
Austria en la batalla de Ulm (octubre de 1805), capturó a 23.000 prisioneros y, a
continuación, marchó con sus tropas a lo largo del Danubio y conquistó Viena.
Napoleón en la batalla de Austerlitz (detalle de un óleo de François Gérard)

Los ejércitos rusos, liderados por el general Mijaíl Kutúzov y Alejandro I, emperador de
Rusia, respaldaron a los austriacos, pero Bonaparte venció a las fuerzas austro-rusas
en la batalla de Austerlitz (2 de diciembre de 1805), también denominada «la batalla
de los Tres Emperadores». Austria se rindió nuevamente y firmó el Tratado de
Presburgo el 26 de diciembre de 1805. Una de las cláusulas del acuerdo estipulaba
que Austria debía entregar a Francia la zona del norte de Italia y a Baviera parte del
propio territorio austriaco; asimismo, Austria reconoció a los ducados de Württemberg
y Baden como reinos.

La Confederación del Rin


Dado que las tropas del general Masséna habían derrotado al ejército austriaco
mandado por Carlos de Habsburgo en Italia, Napoleón aprovechó esta situación para
nombrar rey de Nápoles a su hermano José Bonaparte en 1806; asimismo, nombró a
otro de sus hermanos, Luis I Bonaparte, rey de Holanda (la antigua República Bátava);
el 12 de julio estableció la Confederación del Rin, constituida finalmente por todos los
estados alemanes a excepción de Austria, Prusia, Brunswick y Hesse.

La formación de esta entidad política puso fin al Sacro Imperio Romano Germánico:
casi toda Alemania quedó bajo el control de Bonaparte. No obstante, los éxitos en el
continente quedaron contrarrestados en gran medida por la derrota que el almirante
británico Horatio Nelson infligió a la fuerza conjunta de la flota francesa y española
frente a las costas del cabo de Trafalgar (21 de octubre de 1805). Napoleón implantó
en 1806 el denominado Bloqueo Continental, por el que los puertos de toda Europa
quedaban cerrados al comercio británico. Pero la superioridad naval de los británicos
dificultaría la aplicación del Bloqueo Continental y haría fracasar la política económica
europea de Bonaparte.
La Cuarta Coalición
Ante el incremento del poder de Francia en Alemania, Prusia se unió a la Cuarta
Coalición compuesta por Gran Bretaña, Rusia y Suecia en 1806. Bonaparte aplastó a
las tropas prusianas en la batalla de Jena el 14 de octubre de ese mismo año y tomó
Berlín. A continuación, derrotó a los rusos en la batalla de Friedland (14 de junio de
1807) y obligó a firmar la paz a Alejandro I.
En la batalla de Friedland (cuadro de Horace Vernet)

De acuerdo con las principales condiciones del Tratado de Tilsit, Rusia tuvo que
entregar sus posesiones polacas y aliarse con Francia, mientras que Prusia perdió
casi la mitad de su territorio y hubo de hacer frente a cuantiosas indemnizaciones y
aceptar la imposición de severas restricciones al tamaño de su ejército permanente.
Rusia y Dinamarca emprendieron una acción militar contra Suecia que obligó a su
monarca, Gustavo IV Adolfo, a abdicar en favor de su tío, Carlos XIII, a condición de
que éste nombrara como su heredero al general Jean Baptiste Jules Bernadotte, uno
de los mariscales de Napoleón. Coronado en 1818 con el nombre de Carlos XIV, Jean-
Baptiste Bernadotte fue el fundador de la actual dinastía sueca.

El Nacionalismo antinapoleónico
En 1808, Napoleón dominaba toda Europa, a excepción de Rusia y Gran Bretaña. Las
principales razones del posterior declive fueron el surgimiento del espíritu nacionalista
en varias de las naciones europeas derrotadas y la persistente oposición de Gran
Bretaña, que, a salvo ya de una invasión gracias a la superioridad de su armada, no
cesó de organizar y financiar nuevas coaliciones contra Napoleón.

España fue la primera nación en la que Bonaparte tuvo que hacer frente a las
insurrecciones nacionalistas que acabarían provocando su caída. El emperador
francés, después de haber destronado al monarca español Carlos IV, nombró a su
hermano José Bonaparte rey de España en 1808. Los españoles se rebelaron y
expulsaron al nuevo gobernante de Madrid: se desataba así la guerra de la
Independencia española (1808-1814) entre los franceses, que intentaban restaurar a
José I Bonaparte en el trono, y los españoles, apoyados por las fuerzas británicas
mandadas por Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington.
Los franceses fueron derrotados, y el número de bajas que sufrieron perjudicó
seriamente a Napoleón cuando se vio obligado a hacer frente a sus nuevos enemigos
del este y el norte de Europa. Su primer oponente sería Austria, que se unió a Gran
Bretaña para formar la Quinta Coalición en 1809. El emperador francés derrotó a los
austriacos en Wagram (julio de 1809) y les obligó a firmar el Tratado de Viena, por el
cual Austria perdió Salzburgo, parte de Galitzia y grandes áreas de sus territorios del
sur de Europa. Napoleón se divorció de su primera mujer, Josefina de Beauharnais, y
contrajo matrimonio con la hija de Francisco II de Austria, con la vana esperanza de
que este país no participara en nuevas coaliciones contra él.

La derrota de Napoleón
En 1812, Francia y Rusia entraron en guerra porque el zar Alejandro I se negaba a
aplicar el Bloqueo Continental. Dado que gran parte de sus soldados se encontraban
en España, Napoleón invadió Rusia sólo con 500.000 hombres. Derrotó a los rusos en
Borodino y llegó a Moscú el 14 de septiembre de 1812, pero los rusos habían arrasado
completamente la ciudad para impedir al ejército enemigo establecer allí cuarteles de
invierno. Las tropas francesas hubieron de abandonar Rusia y retirarse hacia
Alemania; la mayoría de los soldados murieron a lo largo de esa forzosa retirada a
causa del frío, el hambre y los ataques de la guerrilla rusa.

El Imperio Ruso se unió entonces a la Quinta Coalición, de la que también formaban


parte Prusia, Gran Bretaña y Suecia. Prusia, en un estallido de fervor nacionalista
provocado por las reformas políticas y económicas que se habían implantado desde la
derrota de Jena, inició la guerra de Liberación contra Francia en 1813. Napoleón
consiguió su última victoria importante en la batalla de Dresde, donde el ejército
francés derrotó a las fuerzas conjuntas de Austria, Prusia y Rusia el 27 de agosto de
1813.

La batalla de Waterloo (1815)

Sin embargo, durante el mes de octubre, Napoleón se vio obligado a replegarse sobre
el Rin tras la batalla de Leipzig, quedando liberados los estados alemanes. Los
ejércitos rusos, austriacos y prusianos invadieron Francia desde el norte al año
siguiente y tomaron París en marzo de 1814; Napoleón abdicó y hubo de exiliarse en
la isla de Elba, situada en el mar Mediterráneo.

Los miembros de la Quinta Coalición se reunieron en el Congreso de Viena para


restaurar las monarquías que Napoleón había derrocado en Europa. Sin embargo,
mientras trazaban el nuevo mapa europeo, Bonaparte consiguió escapar de Elba y se
dirigió a Francia, donde se apresuró a formar un ejército. Tras vencer en Ligny y
fracasar en Quatre-Bras, el 18 de junio de 1815 fue definitivamente derrotado en la
batalla de Waterloo, que puso fin a las Guerras Napoleónicas.

BIBLIOGRAFÍA
https://www.caracteristicas.co/revolucion-francesa/

https://profeenhistoria.com/revolucion-francesa/

http://tustareasdesociales.over-blog.es/2014/11/las-campanas-napoleonicas.html

https://www.artehistoria.com/es/contexto/las-campa%C3%B1as-de-napole%C3%B3n

https://librotea.elpais.com/libros/las-campanas-de-napoleon/
INDEPENDENCIA DE ESPAÑA
Los veinte años de reinado de Carlos IV (1788-1808) estuvieron marcados por frecuentes
crisis, algunas internas (crisis agrarias y de subsistencia, gastos militares, inflación, déficit de
las cuentas del Estado y epidemias en 1804 y 1809) y otras a escala internacional (Revolución
francesa y enfrentamientos con Francia y Gran Bretaña). Igualmente, con Carlos IV fracasaron
las políticas ilustradas iniciadas en tiempos de su padre.

La política exterior de Carlos IV pasó por dos fases:


Una primera de enfrentamiento con Francia, y otra de alianza con ella y enemistad con Gran
Bretaña. En las dos desempeñó un papel muy importante Manuel Godoy, primer ministro del
rey, que después de un rápido ascenso se convirtió, entre 1792 y 1808, en el personaje más
destacado de la política de la monarquía.

La primera fase (1789-1795)


Estuvo marcada por el impacto de la Revolución Francesa de 1789 en España. España tras
la ejecución del rey Luis XVI, declaró la guerra a Francia que ya se encontraba en guerra
contra los ejércitos de Austria, Prusia, Nápoles y Saboya.

Durante la guerra de los Pirineos España se vio obligada a pedir el cese de las
hostilidades y a firmar la paz de Basilea, por la que a cambio de la retirada de sus tropas
Francia obtuvo la entrega de la parte española de la isla de Santo Domingo y la concesión de
ciertas ventajas comerciales. A pesar del fracaso, Godoy fue investido con el título de Príncipe
de la Paz.

La segunda fase
Se caracterizó por la amistad con Francia (1796-1808). El acercamiento a Francia implicó una
renovación de los pactos de Familia del siglo anterior; se firmaron inicialmente dos Tratados
de San Ildefonso (1796 y 1800) de carácter ofensivo-defensivo.

Sus consecuencias fueron desastrosas. En 1797 la flota española fue derrotada en el cabo de
San Vicente por la británica. A instancias de Napoleón se firmó el segundo Tratado de San
Ildefonso, por el que España cedió a Francia la Luisiana. En 1807, Francia y España renovaron
su alianza con el Tratado de Fontainebleau. En él se acordó la invasión y reparto de Portugal
entre ambos países, ya que el bloqueo contra Gran Bretaña sólo tendría éxito si se controlaba
toda la península ibérica. Para ello se permitiría el paso de las tropas francesas por nuestro
territorio.

Durante el reinado de Carlos IV subsistió un constante malestar social. La carestía y


constante subida del precio del pan se tradujo en motines. A la grave crisis económica debe
añadirse las tensiones políticas. La política de Godoy suscitó un fuerte rechazo y numerosas
intrigas.

La oposición al valido se organizó en torno a la figura del príncipe Fernando, que encabezaría
varias conspiraciones para deshacerse de Godoy y destronar a su propio padre. La primera
conspiración fue la conocida como proceso de El Escorial (1807), que terminó con el fracaso
de los implicados y el arresto temporal del príncipe de Asturias. No obstante, Fernando tuvo
más suerte en la siguiente ocasión.

En marzo de 1808, Godoy, temeroso de las intenciones de Napoleón, que había introducido
tropas en España para invadir Portugal, dispuso el traslado de la familia real a Andalucía y
después, probablemente, a América. Cuando los reyes se encontraban en el palacio de
Aranjuez estalló un motín promovido por los partidarios del hijo del rey, que también se
reproduciría en Madrid.

Como resultado, Godoy fue detenido y Carlos IV abdicó en su primogénito, que recibiría el
nombre de Fernando VII. Tras la entrada del ejército francés en la península ibérica, en
cumplimiento del Tratado de Fontainebleau, y de los sucesos del motín de Aranjuez, se
incrementó la desconfianza entre la población española. Las maniobras de Napoleón
favorecieron el estallido de las hostilidades. El emperador había logrado atraer a Carlos IV,
junto con Godoy (recién liberado), y a Fernando VII a la población francesa de Bayona. Una
vez allí consiguió que el nuevo rey renunciase al trono a favor de su padre y, a su vez, este lo
hizo en Napoleón. El resultado de las abdicaciones de Bayona fue la entronización de José
Bonaparte (José I), a quien su hermano Napoleón entregó la corona.

En Madrid, mientras tanto, se habían producido numerosos incidentes con las tropas francesas
acantonadas en la ciudad. Esta situación desembocó en el levantamiento popular del 2 de
mayo de 1808, originado inicialmente por la alarma suscitada entre la población ante la salida
de la capital de la familia real. Al final del día los ejércitos de Murat aplastaron todo conato de
resistencia y llevaron a cabo una brutal represión. De este modo comenzó la guerra de la
Independencia.

Primera fase:
El ejército francés intentó ocupar las principales vías de comunicación desde Francia, Sevilla y
Cádiz. El hecho más destacado fue la batalla de Bailén (julio), que supuso la derrota del
general Castaños. Era la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado en campo
abierto.

Segunda fase:
Tras la derrota en Bailén, Napoleón acudió a España con la Grande Armée, ejército de 250 mil
soldados bien entrenados y equipados. La resistencia se organizó en guerrillas, pequeños
grupos de combatientes que, con el apoyo de la población civil, atacaban por sorpresa a las
tropas enemigas.

Tercera fase:
Se inició en la primavera de 1812. Aprovechando la retirada de tropas francesas para la
invasión de Rusia, los ejércitos españoles, ayudados por los británicos del general Wellington,
intensificaron su ofensiva y consiguieron las victorias de Arapiles (Salamanca), Victoria, Irún
y San Marcial. Napoleón no tuvo otro remedio que firmar el Tratado de Valençay (11 de
diciembre de 1813), por el que se reconocía la libertad de España y se liberaba a Fernando.
Tras hacerse cargo del reino, el hermano de Napoleón se enfrentó a la difícil tarea de dirigir el
país. La medida política más destacada fue la imposición del Estatuto Real de Bayona (julio de
1808), una carta otorgada que a causa de la guerra nunca llegó a aplicarse. Con esta ley se
constituía un régimen autoritario, parcialmente reformista, que establecía unas Cortes y
reconocía algunos derechos individuales y libertades económicas. Otras reformas significativas
llegaron con la aprobación de una serie de medidas de carácter modernizador: supresión de
secretarías y consejos, abolición de la jurisdicción señorial, disolución de la Inquisición y
reducción del número de conventos, etc. José I contó con el apoyo de una minoría de
españoles colaboracionistas, los afrancesados. Al finalizar la guerra fueron tachados de
traidores y tanto ellos como sus familias partieron al exilio. Las juntas: desde 1808, ante la
ausencia de autoridad debido a las abdicaciones de Bayona y la negativa de gran parte de la
población a aceptar a José Bonaparte, el pueblo español en su conjunto asumió la soberanía
en un acto verdaderamente revolucionario. La creación de las Juntas fue la manifestación más
palpable de la asunción de la soberanía. Estas instituciones declararon actuar en nombre del
rey, pero su legitimidad procedía del pueblo español. Estuvieron compuestas por las personas
más distinguidas de cada localidad. En septiembre de 1808 se formó la Junta Central, presidida
por el conde de Floridablanca. La Junta central se convirtió en la legítima institución política que
asumió el gobierno del país hasta 1810: acabaría por provocar una reunión extraordinaria de
las cortes en Cádiz. Esta sí que fue una iniciativa realmente revolucionaria, pues la potestad de
convocar las Cortes hasta entonces la tenían únicamente los reyes.

Las Cortes de Cádiz


La idea de convocar Cortes se planteó por primera vez en la junta central, pero fue el consejo
de regencia quien realizó la convocatoria a finales de enero de 1810. Su apertura tuvo lugar el
24 de septiembre. A diferencia de las Cortes tradicionales, divididas en estamentos, las de
Cádiz reunieron en una asamblea a todos los diputados o representantes llegados de los
diversos puntos de España, en su mayoría ocupada por las tropas napoleónicas.

Las Cortes funcionaron hasta septiembre de 1813. El número de diputados sobrepasó los 200;
la mayoría eran clérigos, abogados, funcionarios o militares. Hubo escasa presencia de nobles
y de miembros del alto clero. La clase media urbana fue la verdadera protagonista de las
Cortes. En las Cortes gaditanas los diputados pertenecían a tres grupos ideológicos:

 Liberales: partidarios de la aplicación de reformas revolucionarias y de conceder la


soberanía solo a las Cortes; fueron los que ejercieron mayor influencia. Destacó Agustín
de Argüelles.

 Renovadores o Jovellanistas: seguidores de Jovellanos. Abogaban por una reforma


del sistema político basada en un compromiso entre nación y cortes estamentales. La
soberanía pertenecía a los órganos que reflejan la continuidad histórica del pueblo
español: rey-Cortes conjuntamente. Querían reformar, pero sin romper con la tradición.

 Absolutistas: llamados despectivamente serviles por sus adversarios. Pretendían la


vuelta al Antigua Régimen tal y como lo existía antes de la revolución francesa y la
invasión napoleónica.

 La obra más importante de las Cortes de Cádiz fue la constitución de 1812. Fue la
primera ley fundamental aprobada por un parlamento nacional en la historia de España.
Las Cortes institucionales la aprobaron el 19 de marzo de 1812 (el día de San José por
lo que fue llamada popularmente la Pepa). Sus principios esenciales fueron los
siguientes:

 Soberanía nacional: el poder político pertenecía a la nación española en su conjunto


incluyendo a los habitantes de las colonias.

 División de poderes: el poder legislativo fue confiado a unas Cortes unicamerales, el


ejecutivo al rey y a sus ministros, y el judicial lo ejercían los tribunales. El régimen
político era una monarquía parlamentaria.

Con este sistema se puso fin a la anterior acumulación de poderes en la figura deL rey,
característica propia del Antiguo Régimen. Además, el monarca no podía disolver las
cortes y solo poseía un derecho de veto suspensivo transitorio durante dos años sobre
las leyes aprobadas en las cortes; después, el rey quedaba obligado a aceptar y
sancionar la ley si así lo aprobaba la mayoría de los diputados.

 Reconocimiento de derechos individuales: libertad de imprenta, derecho de propiedad,


inviolabilidad de domicilio y derecho a la educación, entre otros.
 Igualdad de los ciudadanos ante la ley. Se impuso sobre un doble plano:
1. Territorial: supresión de todos los fueros y leyes contrarias a la constitución.
2. Personal: se estableció que los mismos códigos y tribunales regirían para todos los
españoles sin excepción (igualdad jurídica).
3. Todos los españoles los pagarían de modo proporcional a su fortuna (igualdad fiscal).
Este principio se aplicó también a los deberes militares (todos los españoles estaban
obligados a defender la patria con las armas) y al ejercicio de empleos en la
administración pública (en función exclusivamente junto de la capacidad).
 Se establecía una milicia nacional para garantizar el orden constitucional.

 Sufragio universal indirecto en cuatro grados (parroquia, partido, provincia y cortes).


Las mujeres no votaban y los electores no elegían directamente a los diputados sino
unos compromisarios que, a su vez, se encargaban de designarlo.

 Catolicismo: se reconoce como religión oficial del estado.

 Las Cortes, además de la constitución de 1812 aprobaron otras medidas de carácter


económico y social que supusieron una ruptura total con el Antiguo Régimen y la
sociedad estamental. Las más destacadas fueron:

 Desamortización: se realizó sobre las propiedades de los afrancesados (considerados


traidores), las de las ordenes militares disueltas, la de los conventos distribuidos por la
guerra y la mitad de las tierras municipales. Esto supuso la eliminación de los
mayorazgos. La desamortización se hizo, en primer lugar, con el objeto de hacer frente
a las deudas del estado.

 Supresión del régimen señorial. Se abolieron los derechos feudales y los señoríos
jurisdiccionales, es decir, la independencia que tenían los campesinos con respecto a
los señores. Desde entonces, los señores dejarían de administrar justicia y de percibir
rentas. No obstante, la nobleza consiguió conservar casi todos sus bienes porque sus
viejas posesiones fueron convertidas en títulos de propiedad privada.

 Libertad de trabajo y de contratos. Esto suponía terminar con la autoridad de los


gremios y la limitación del poder de la Mesta.

 Supresión de la Inquisición. Esta medida fue recibida con hostilidad por gran parte del
clero y suscitó fuertes protestas de varios obispos. 

Tanto la Constitución como las medidas aprobadas en las Cortes de Cádiz apenas llegaron
a aplicarse a causa de la guerra y de los cambios políticos posteriores. No obstante, en las
décadas siguientes fue el referente fundamental de los liberales españoles. La Constitución
de 1812 también tuvo una gran repercusión e influencia Portugal, Italia y sobre todo,
Iberoamérica.

INFLUENCIA DE ARGENTINA Y CHILE EN


LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ

Lo que hoy en día consideramos como nuestra nación, antiguamente fue liberada tras
una campaña que duró cerca de un año gracias al Ejército Libertador liderado por José
de San Martín.
Siguiendo la ruta de la independencia de estos dos países sureños, era evidente que
se tenía que proseguir con la separación de los realistas en América y eso significaba
liberar al Perú, la vital colonia de España en el continente. Es así como ambas
naciones ya libres, pero no en su totalidad, tomaron la decisión de emprender la
liberación de nuestro país. Para esto se firmó un tratado entre las Provincias Unidas
del Río de la Plata (Argentina) y Chile. Aquel tratado contemplaba la participación de
tropas, suministros, armas, barcos y capital por parte de ambas naciones con el
intento de emancipar al Perú.
Hay que poner en relevancia que, como parte del tratado firmado por los dos países,
los peruanos debían, tras la victoria de la campaña, reponer cada uno de los gastos
que se iban a efectuar para su liberación. De acuerdo con el historiador Juan Luis
Orrego, Chile fue el país que se encargó de las negociaciones y los esfuerzos para
recolectar completamente el presupuesto posible para financiar el proyecto. Inglaterra
también contribuyo. Orrego indica que los ingleses aportaron un capital privado y
“apoyo político”, pues en aquel entonces deseaban darle una última estocada a la
influencia de la corona española en América.

Creación del ejército de los andes


El Ejército de los Andes fue un cuerpo militar de las Provincias Unidas del Río de la
Plata y tropas chilenas exiliadas en Mendoza, constituido y dirigido por el general José
de San Martín, cuyo objetivo era afianzar la independencia de las Provincias, terminar
con la dominación española en Chile, restaurar el gobierno independentista y poner fin
al dominio español en el virreinato del Perú. El 1º de agosto de 1816, Juan Martín de
Pueyrredón, primer director supremo, decretó que la fuerza llevara el nombre de
«Ejército de los Andes», y designó a San Martín como su general en jefe.
Comúnmente se recuerda el recuento del Ejército Libertador de Los Andes como el
capítulo antecedente a la independencia de Chile, la que, de antemano a la victoria en
Chacabuco, se consolidaría un año más tarde en la Batalla de Maipú. Sin embargo,
vistazo en un contexto más extenso, esta trascendental empresa militar tuvo
repercusiones de mucha mayor magnitud, siendo decisiva para la independencia del
Perú, de Argentina y también para la retirada definitiva de las tropas realistas de
América del Sur.

Proceso independentista
Terminado el sitio de Rancagua, que culminó en un desastre para los patriotas, O
´Higgins llegó a Santiago con lo que quedaba de sus tropas el día 3 de octubre de
1814. Ahí se reunió con José Miguel Carrera, quien ya tenía planificado dirigirse con
sus fuerzas a Coquimbo para continuar la resistencia desde ese lugar. O´Higgins, sin
estar de acuerdo con ese plan, pero también carente de capacidad alguna para resistir
a los realistas en Santiago, condujo sus hombres a Mendoza. A la postre Carrera
también cruzaría la cordillera, pero sus desavenencias con San Martín y O´Higgins
provocarían su arresto y posterior envío a Buenos Aires.
Corría el año 1815 y los españoles habían causado duros reveses en las causas
independentistas americanas. El general San Martín, por su parte, mientras se
recuperaba de una grave enfermedad en Salta, escribía a Nicolás Rodríguez Peña:
“La Patria no hará camino por este lado del norte. Ya le he dicho a usted mi
secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile
y acabar allí con los godos…Aliando las fuerzas…pasaremos por mar a tomar
Lima…hasta que no estemos sobre Lima, la guerra no se acabará”.
En tal sentido, el naciente Ejército de Los Andes no era para San Martín una fuerza
que tenía como fin último liberar a Chile, sino solo generar las condiciones para
posteriormente ir hacia Lima y el Alto Perú, destruyendo ahí a las tropas realistas y
asegurando en consecuencia la independencia de Argentina. Sin embargo, esta
concepción estratégica no era compartida por el gobierno en Buenos Aires, por lo que
no recibió el apoyo deseado; en consecuencia, la llegada de O´Higgins, quien pensaba
por sobre todas las cosas en la independencia de Chile y la necesidad de consolidarla
posteriormente con la derrota de los realistas en Lima, resultó de mutuo beneficio.
Con tal propósito final, San Martín consiguió ser nombrado gobernador de Cuyo, con
lo que en la primavera de 1815 comenzó en El Plumerillo —cerca de Mendoza— la
construcción del campamento que albergaría al naciente Ejército de Los Andes. Junto
con ello, inició la búsqueda de informaciones en territorio chileno3, periodo en el cual
se erigió —con ribetes de mito— la figura de Manuel Rodríguez, hombre que contó
con la confianza y amistad de San Martín y que fue relevante en la mantención del
espíritu revolucionario en Chile, así como en la búsqueda de la información clave para
las futuras operaciones del Ejército de Los Andes.
A fines de diciembre de 1816, en El Plumerillo se concentraba un reducido pero muy
bien adoctrinado, entrenado y equipado ejército, compuesto por más de 4.000
efectivos, entre oficiales, tropa, baquianos y auxiliares. Un 25% de los oficiales y un
30% de la tropa eran chilenos. El resto en su mayoría argentinos y una minoría de
diferentes países, incluyendo esclavos liberados por San Martín bajo la condición de
luchar por la causa. Fray Luis Beltrán, quien fuera magistralmente descrito por Claudio
Gay como un “…hombre valiente y activo, a quien la naturaleza había hecho
guerrero y las circunstancias religioso”, estuvo a cargo de la provisión de pólvora,
munición y otros equipos; las armas y el financiamiento fueron otorgados finalmente
por Buenos Aires.
La noche del 11 al 12 de febrero llegaron hasta Chacabuco alrededor de 500 hombres
al mando del brigadier Maroto, quienes sumados a los poco más de 1.600 realistas
que ya se encontraban desplegados para enfrentar al Ejército de Los Andes, ocuparon
posiciones defensivas un poco al norte de las Casas de Chacabuco.
Al amanecer del 12, las divisiones de Soler y O´Higgins marcharon hacia el sur para
atacar a las fuerzas realistas, las que luego de duros combates se retiraron hacia el
sur. Las pérdidas patriotas fueron 12 muertos y 120 heridos, mientras que el bando
contrario sufrió un 30% de bajas entre fallecidos, heridos y prisioneros.
El triunfo de Chacabuco fue uno de los hitos militares de mayor trascendencia no solo
para la independencia de Chile sino también, como se verá más adelante, para la
emancipación de América. A pesar de los errores tácticos con repercusiones
estratégicas cometidos7, esta batalla permitió el inicio de un nuevo período político
conocido como la Patria Nueva, bajo el proyecto del general don Bernardo O´Higgins,
elegido por aclamación como Director Supremo. El nuevo gobernante, entre sus
acciones inmediatas, formó un ejército nacional de gran valer militar denominado el
Ejército de la Patria.
Con este poderío se inició la Campaña al Sur, la que incluyó la expedición de Freire
hacia Arauco y el sitio de Talcahuano. En un intento por reconquistar Chile, a fines de
1817 y procedente de Perú llegaría a Talcahuano una fuerza comandada por el
brigadier Mariano Osorio, quien desde ahí iniciaría su progresión hacia el norte en
procura de Santiago, conocida como la Segunda Campaña de Osorio.
La Batalla de Maipú sellaría la derrota absoluta de las fuerzas realistas y la
independencia de Chile.
Siguiendo la victoria en Chacabuco y habiéndose consolidado el liderazgo político de
O´Higgins, San Martín regresó a Buenos Aires para conseguir los recursos necesarios
que le permitieran continuar con su idea original y avanzar hacia Lima. Las
autoridades argentinas, sin embargo, ante el temor de una invasión española retiraron
sus fuerzas y no hicieron efectivo el aporte en dinero previsto. Ante esto, el Congreso
chileno decidió asumir la preparación y ejecución de la Expedición Libertadora del
Perú, nombrando a O´Higgins como Comandante en Jefe, quien a su vez convenció a
un decepcionado San Martín para que volviera a Santiago, se enrolara como general
del Ejército de Chile y asumiera, con acuerdo del Congreso chileno, el mando en jefe
de dicha expedición.
Por lo demás, tras Chacabuco se fundó la primera Escuadra Nacional, la que al mando
del almirante Manuel Blanco Encalada obtuvo el dominio del mar derrotando a la flota
española a fines de 1818. Esto hizo posible que, dos años después y bajo la
inspiradora dirección de O´Higgins y San Martín, zarpara desde Valparaíso al mando
del vicealmirante Lord Thomas Alexander Cochrane, la escuadra integrada por 25
naves (8 de guerra y 17 de transporte), llevando a la Expedición Libertadora del Perú.

Bibliografía:
 Estado Mayor del Ejército de Chile (1997). Historia Militar de Chile, tomo I.
Santiago: GENIART Editor. p. 136
 GAY, Claudio. (1856). Historia de la Independencia Chilena. París. Recuperado
el 28 de febrero de 2017 en http://www.memoriachilena.cl
 Op.Cit. (Estado Mayor del Ejército de Chile). p.137.
 INFOGATE. (2017). 200 años del cruce de Los Andes por el Ejército
Libertador. Recuperado el 27 de febrero de 2017 en http://www.infogate.cl
CORRIENTE LIBERTADORA DEL NORTE
Para referirnos a la corriente libertadora del norte tenemos que hablar del comándate
Simón Bolívar, líder del movimiento de independencia latinoamericano. Su implacable
lucha contra los conquistadores europeos y las ideas innovadoras inspiradas por los
ideales de la Revolución Francesa, que amaban la independencia y la libertad,
expulsaron a los colonizadores españoles del norte de América del sur.

Bolívar nació en Caracas en el seno de una familia rica, uno de los pocos "criollos" que
poseía grandes extensiones de tierra. De 1804 a 1807, Bolívar viajó a Europa para
estudiar en Madrid, donde conoció a figuras influyentes, incluido el líder francés
Napoleón Bonaparte. Cuando regresó a Venezuela en 1807, vio el deseo de
independencia en la clase popular, un deseo que había iniciado un año antes con el
general venezolano Francisco de Miranda, quien llevó a cabo una serie de acciones
destinadas a promover la independencia en la América hispana, pero que fracasaron,
pese a su esfuerzo. Pero fue en 1808 cuando el movimiento de independencia ganó
un impulso innegable. En ese momento, Napoleón invadió España y encarceló al rey
Fernando VII, lo que debilitó al Imperio Español.

Batalla de Coyaca
Ocurrida el 7 de agosto de 1819, esta batalla marco no solo el punto final en las
disputas guerristas por el poder en el territorio colombiano, si no que fijo el triunfo
independentista que había trazado el país el 20 de julio de 1810. Esta confrontación
posee una gran importancia histórica en la independencia de Colombia, pues garantizo
el éxito de la liberación del imperio español con la caída definitiva del virreinato de
nueva granada.
Todo comenzó con una serie de luchas libradas por la Campaña Libertadora que
liderada por Simón Bolívar hacía resistencia a la reconquista española en 1819.
Después de superar diversos obstáculos, el ejército patriota salió victorioso en los
combates de Gámeza 11 de julio y el Pantano de Vargas 25 de julio, que fueron claves
en el resultado de la Batalla del Puente de Boyacá. Tras de 77 días de conformación
de la Campaña Libertadora, ese 7 de agosto fue decisivo. La estrategia de Bolívar era
clara: tomar por sorpresa al ejército realista que, sin remedio alguno, tenía que pasar
por el río Teatinos para dirigirse a Santafé, donde estaría a salvo de los ataques
patriotas. Bajo el mando de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y José
Antonio Anzoátegui, la tropa patriota conformada por 2.850 combatientes (criollos,
mulatos, mestizos, zambos, indígenas y negros) asaltó al ejército realista que contaba
con 2.670 hombres liderados por el coronel José María Barreiro. En un combate que
duró cerca de seis horas, la tropa libertadora se llevó la victoria y logró la rendición de
los españoles, que fueron tomados como prisioneros. Tras ser tomado como
prisionero, Barreiro intentó sobornar al soldado de quince años Pedro Pascasio
Martínez, que se negó y lo entregó a Bolívar. En cuanto se supo de la derrota realista,
el virrey Juan Sámano huyó de Santafé, ciudad que quedó bajo el mando de los
criollos.
La Batalla de Carabobo
La batalla de Carabobo fue el principal conflicto bélico que consolidó la Independencia
de Venezuela. Esta ocurrió el 24 de junio de 1821 y representó la liberación definitiva
del territorio venezolano del dominio español. Durante la batalla de Carabobo se
enfrentaron los realistas que era liderado por miguel de la torre, en representación del
imperio español. Por otro lado, el ejército patriota que estaba liderado por simón
bolívar con el apoyo de José Antonio Páez, en representación de la gran Colombia. La
guerra entre patriotas y realistas había cesado con la firma del armisticio entre España
y Venezuela en el año 1820. Allí se había logrado poner un fin a los enfrentamientos
armados y una tregua de paz. Sin embargo, este pacto se rompió antes de lo previsto,
cuando el 28 de enero de 1821 las fuerzas patriotas decretaron a la ciudad de
Maracaibo una provincia unida a la Gran Colombia. De esta manera, Simón Bolívar
reunió a sus tropas y se preparó para enfrentar al ejército realista y librar
definitivamente a Venezuela del dominio español.

Las principales causas de la batalla de Carabobo fueron:


 La firma del Acta de la Independencia el 5 de julio de 1811, donde se decretó la
Independencia de Venezuela de las políticas y el dominio de los españoles.
Ante esto, el ejército realista se organizó para abolir el movimiento
independentista.
 El decreto de guerra a muerte, firmado el 15 de junio de 1813 por Simón
Bolívar, donde se pactó que los opositores a la Independencia de Venezuela
serían castigados con la muerte.

 La interrupción del armisticio de Trujillo, firmado entre España y Venezuela,


con el levantamiento de Maracaibo, que se unió a la Gran Colombia y dejó de
ser una provincia realista.
Las principales consecuencias de la batalla de Carabobo fueron las siguientes:

 El fin del dominio español sobre el territorio de Venezuela, siendo esta batalla
el suceso más importante durante el proceso de independencia de dicho país.

 Se dio inicio a la Campaña del Occidente, proceso que cumplió el objetivo de


eliminar las fuerzas realistas que habían quedado dispersas por el territorio. Al
occidente de Venezuela, se realizó la última batalla de independencia en el año
1823, la batalla Naval del lago de Maracaibo.

 Se organizó la Campaña del Sur para libertar a demás países


latinoamericanos, tales como Perú, Bolivia y Ecuador, del dominio español.

 Esta batalla contribuyó con que se debilite por completo el ejército realista en
América, permitiendo de esta manera la independencia de diversos países en
el continente.

Batalla de Pichincha
La batalla de Pichincha provocó la independencia de la ciudad más importante de
Ecuador, Quito. El general de brigada Antonio José de Sucre había llegado el 17 de
mayo de 1822 al Valle de Chillo. Consciente de la maniobra planteada por Sucre, el
mariscal de campo Melchor Aymerich ocupó la ciudad de Quito el 16 de mayo en la
noche. Sucre la pasó La colina de Puengasi, después de burlar los puestos avanzados
de Aymerich. El 21, bajó el ejército republicano al llano Turubamba y presentó batalla
a los realistas, quienes la rechazaron pues ocupaban posiciones impenetrables.
Después de algunas maniobras, Sucre llevó sus tropas al pueblo de Chillo gallo, a
unos 1.600 metros de las posiciones contrarias. Durante la noche del 23 al 24 de
mayo, Sucre marchó con su división con la idea de ocupar el valle de Iñaquito, al norte
de Quito, el cual, además de ser el mejor terreno, se hallaba entre Pasto y Quito.
Después de atravesar un camino muy escabroso, la columna de Sucre llegó a las 8
a.m. del día 24 a las alturas del Pichincha. Detrás había quedado el parque,
custodiado por el batallón Albión. A las 9:30 a.m., la compañía de cazadores del
batallón Paya, tomó contacto con la división realista. Se inició el combate, y poco
después llegó el batallón Trujillo (coronel Andrés Santa Cruz), seguido de 2 compañías
del batallón Yaguachi. El resto de la infantería, bajo las órdenes del general José
Mires, seguía el movimiento de estas unidades, hasta entrar en combate. Entre tanto,
el coronel Córdoba marchó con las 2 compañías del batallón Magdalena, buscando
situarse a retaguardia del enemigo; pero lo fragoso del terreno se lo impidió y tuvo que
regresar. Avanzaron los realistas, pero el batallón Paya los cargó a la bayoneta y les
hizo perder la ventaja que habían obtenido. Córdoba recibió la orden de relevar al
batallón Paya y cargó contra el enemigo, hasta desorganizarlo y derrotarlo. Al
mediodía, Sucre había obtenido la victoria; la explotación de ésta fue llevada a cabo
por los batallones Paya, Yaguachi y Albión, la cual fue llevada hasta la propia ciudad
de Quito. Imposibilitados los realistas para hacer frente a estas acciones, se refugiaron
en el fuerte del Panecillo, y hasta allí les hizo llegar Sucre su oferta para una
capitulación.

La Capitulación
El 25 de mayo de 1822 se firmó la Capitulación entre Melchor Aymerich,
general del ejército español, y Antonio José de Sucre, general de brigada del
Ejército de Colombia y comandante general de la División del Sur de la
República. Aymerich comisionó a los coroneles Francisco González y Manuel
María Martínez de Aparicio, y teniente coronel Patricio Bray. Sucre, nombró
como representantes del ejército patriota a los coroneles Andrés Santa Cruz,
jefe de las tropas del Perú, y Antonio Morales, jefe de Estado Mayor de la
División Libertadora. El trascendental documento fue ratificado y aprobado,
para que sea cumplido en todas sus partes fiel y rigurosamente. La batalla del
Pichincha librada el 24 de mayo de 1822 consolidó la independencia del
territorio de la Presidencia de Quito y representó otro buen augurio para el
resto de acciones en favor de la libertad continental. Esta victoria puso fin al
poder español en la presidencia de Quito, que el día 29 se incorporó a la Gran

Colombia

Entre las principales causas de la batalla de Pichincha podemos destacar:

 El intento constante de emancipación de la Corona española por parte de


ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca, que provocó reiterados conflictos
políticos y militares entre patriotas y realistas.
 El movimiento independista a través de todo continente americano, dirigido por
figuras como Simón Bolívar y José de San Martín, que motivó a los pobladores
y soldados de muchas ciudades a promulgar las ideas libertadoras.

 La batalla de Boyacá, librada el 7 de agosto de 1819, que dio inicios a la


independencia de territorios vecinos en el virreinato de Nueva Granada de
España.

 La ocupación de las tropas realistas en Quito fue el principal detonante de esta


batalla por la independencia de la Gran Colombia.

Entre las principales consecuencias de la batalla de Pichincha podemos destacar:


 La capitulación firmada por el general español Melchor Aymerich y Antonio
José de Sucre, en la cual las fuerzas españolas le entregaron las armas al
ejército de la Gran Colombia y aceptaron la derrota.

 Con la rendición del ejército realista español, los patriotas pudieron entrar
victoriosos a Quito y en forma definitiva declararon la independencia.

 Se anexó el departamento de Quito a la República de Colombia y de esta


manera las ciudades vecinas continuaron emancipándose del dominio de la
metrópoli.

 Gran parte del material bélico de los realistas fue capturado, lo cual ayudó a
continuar con la campaña de independencia.

 El ejército de la Gran Colombia pudo concentrarse en eliminar al ejército


español del territorio, posibilitando de esta manera la Independencia del Perú.

Bibliografía
Colectivo de autores. Historia Militar de Cuba (1510-1868). Centro de Información para
la Defensa, MINFAR. https://www.ecured.cu/Batalla_de_Pichincha

Batalla de Carabobo (2019). Recuperado de Enciclopedia de Historia


https://enciclopediadehistoria.com/batalla-de-carabobo/

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colombiana/la-batalla-de-boyaca-gesta-definitiva-de-la-independencia-de-colombia/

El legado de bolívar que sigue resonando en Suramérica (2019).AA.anadolu Agency 100*years


1920-2020 https://www.aa.com.tr/es/mundo/el-legado-de-bol%C3%ADvar-que-sigue-
resonando-en-suram%C3%A9rica/1540705
LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ
Y LA PROCLAMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA
Habiendo conseguido la independencia de Chile, San Martí pretendía hacerlo en el
Perú. A Chile también le interesaba lograr la independencia del Perú, ya que de no ser
así la suya se hallaría en peligro. Por eso, formó una escuadra que sería liderada por
el marino escocés Thomas Alexander Cochrane. En 1819, Cochrane realizó dos
expediciones a la costa peruana con el fin de conseguir emisarios secretos que se
pusieran en contacto con los revolucionarios peruanos, además de repartir proclamas
revolucionarias, asegurando al pueblo peruano, de esa manera, que el gobierno que
se formase y sus leyes serían las que los mismos peruanos decidiesen. Cochrane
hostilizó a la escuadra realista y pudo conocer cuáles eran los lugares más apropiados
para realizar un desembarco, siguiendo los mandatos de San Martín.
Fue así que el 7 de setiembre de 1820 la Expedición Libertadora ingresaría a la bahía
de Paracas y al día siguiente iniciaba el desembarco en el pueblo de Pisco, así como
en el de Chincha, llegando hasta Ica. San Martín estableció su cuartel general en
Pisco con el apoyo de los pobladores.

El desembarco de San martín resultó sorpresivo para el Virrey Joaquín de la Pezuela,


cuya desconfianza hacia su ejército por la labor secreta que realizaban los patriotas
limeños en sus filas evitó la planificación de un ataque, por lo cual le propuso entrar en
negociaciones que posteriormente San Martín aceptaría. Sin embargo, la conferencia,
llevada a cabo en Miraflores, fracasó.
Después de haber permanecido en Pisco cerca de dos meses, considerando la zona
no era un lugar estratégico para concretar sus planes, decidió trasladarse al norte de
Lima; esto sin antes haber enviado una expedición hacia la sierra central al mando del
general Juan Antonio Álvarez de Arenales para insurreccionar dicha región y
estableciera un cerco sobre Lima. El 21 de octubre dio en Pisco su segundo decreto
estableciendo la primera bandera y el primer escudo de armas del Perú independiente.
El 26 de octubre la Expedición Libertadora abandona Pisco pasando por el Callao y
Ancón causando inquietud a los realistas y entre el 10 y 12 de noviembre las tropas
desembarcaron en las playas de Huacho y Végueta, pasando a ocupar el pueblo de
Huaura, pues San Martín lo consideraba un lugar estratégico y con numerosos
recursos.
Durante esta campaña, ocurrieron progresos notables para la emancipación, como La
Independencia de Guayaquil el 9 de octubre, el paso del batallón realista Numancia al
ejército de San Martín gracias a los patriotas de Lima el 3 de diciembre, la victoria de
Cerro de Pasco obtenida por el general Arenales el 6 de diciembre y la independencia
de la Intendencia de Trujillo y del partido de Jaén el 29 de diciembre; todos los
anteriormente mencionados durante 1820. Al año siguiente también hubo
acontecimientos importantes, por ejemplo, la expedición del general Miller hacia el Sur,
que obtuvo en Tacna la victoria de Mirave sobre el ejército realista el 22 de mayo, la
formación de guerrillas que hostilizaban a las fuerzas realistas en los alrededores de
Lima y la promulgación del Reglamente Provisional cumplido por San Martín en Huara
el 12 de Febrero, el cual serviría de garantía a los ciudadanos en el ejercicio de sus
derechos y de norma al gobierno que había asumido desde su llegada al país.
Finalmente, fue muy importante también la ayuda que ofrecieron a San Martín los
patriotas de Lima y de la costa sur y norte, los cuales estaban liderados por José de la
Riva Agüero.
Los jefes del ejército español en Lima se encontraban sumamente disgustados por la
pasividad y desorganización de Pezuela frente a lo que acontecía. Por lo tanto, estos
jefes realistas llevaron a cabo una reunión en el campamento de Aznapuquio,
mediante la cual lo destituyeron, designando en su lugar a José de la Serna, quien iba
a ser el último virrey en el Perú, capitulado en Ayacucho al producirse la derrota
realista en esa batalla. Este último virrey, al igual que Pezuela, pretendía solucionar
los conflictos pacíficamente y promovió una conferencia con San Martín que se
realizaría en Punchauca, la cual también fracasaría.
Debido al fracaso de la conferencia de Punchauca por la insistencia de San Martín en
el reconocimiento de la independencia, José de la Serna dejó Lima para trasladarse a
la sierra por lo crítica que era su situación en Lima.
Desocupada la capital, San Martín se dirigió hacia ella el 9 de julio, siendo en la noche
del día siguiente que San Martín su llegada. Sin embargo, sería el 15 de julio el día en
que se crearía el Acta de Declaración y el sábado 28 del mismo mes, en ceremonia y
desde un tabladillo en la plaza de Armas de Lima, cuando se proclamaría la
independencia del Perú.
El protectorado
Habiéndose proclamado la independencia, existiría problemas en cuanto a la manera
en que se iba a gobernar mientras continuaba la guerra contra los españoles que
habían ocupado la sierra y dominaban toda la región sur. Con la ocupación de lima y
haberse independizado todo el norte, la independencia aún no se había consolidado.
Por ende, con la necesidad de la existencia en un gobernador provisional, el 3 de
agosto San Martín presentó un decreto por el cual asumía el gobierno de los
Departamentos libres con el título de protector.
Posteriormente, con el fin de dar al Perú su propia fuerza capaz de sostener su
independencia, creó los primeros cuerpos del ejército peruano con el nombre de
Legión Peruana de la Guardia el 18 de agosto de 1821, siendo el Mariscal de Campo
Marqués de Torre Tagle su primer comandante. También dio los primeros decretos
organizando la marina de guerra del Perú entre el 6 y 7 de octubre. En el mes de
setiembre obtuvo la rendición de las fortalezas del real Felipe en el Callao. Envió a
Ecuador una división peruano-argentina al mando de Andrés Santa Cruz, en ayuda de
Bolívar, la que junto con las fuerzas colombianas que mandaba el general Sucre
obtuvo en Quito la victoria de Pichincha el 24 de mayo de 1822. Finalmente, ideó un
plan de campaña con el objetivo de atacar a los ejércitos realistas del sur; este plan se
llamó Plan de Campaña de puertos intermedios.
San Martín apoyaba las ideas republicanas; sin embargo, consideraba inoportuno
crear una República como la de Estados Unidos, pues las condiciones políticas,
culturales y sociales eran distintas. Fue así que pretendió establecer una monarquía
constitucional, al igual a la de Inglaterra, pero no fue apoyado. Debido a ello, el 27 de
diciembre de 1821 convocó a la reunión del primer Congreso del Perú independiente
para que resolviera la forma de gobierno del Perú.

La entrevista de Guayaquil y la instalación del primer


Congreso peruano
El mayor problema que San Martín tenía en 1822 era el de terminar la guerra contra
los españoles. San Martín necesitaba la ayuda de Simón Bolívar, así que decidió
dirigirse a Ecuador para visitarlo, considerando la ayuda que anteriormente le había
ofrecido con la que obtuvo la victoria de Pichincha.
El 14 de julio se embarcó en el Callao en la goleta Macedonia con rumbo al puerto de
Guayaquil y desembarcó el 26 del mismo mes. Entre este día y el siguiente ambos
libertadores tuvieron tres conferencias a puerta cerrada. Desafortunadamente para los
intereses de San Martín, Bolívar se negó a trasladar sus fuerzas al Perú y solo pudo
ofrecerle mil cuatrocientos hombres que, evidentemente, eran insuficientes. Asimismo,
tampoco aceptó luchar bajo sus órdenes. Debido a esto, San Martín decidió
abandonar el Perú dejando el paso libre a Bolívar para que este decida qué hacer.
Antes abandonar tierras peruanas, San Martín regresó a Lima el 19 de agosto y
dispuso que el 20 de setiembre se reuniese el primer Congreso peruano. Ese día, el
libertador, instaló el primer Congreso del Perú independiente.

Bolívar en el Perú y su dictadura


El 1° de setiembre de 1823 Simón Bolívar desembarcaría en el Callao, siendo recibido
por el presidente del Perú de ese entonces, Torre Tagle, y los principales funcionarios.

El 10 del mismo mes, Bolívar decretó en el Congreso que él asumiría la suprema


autoridad militar en toda la República. Torre Tagle seguía siendo el presidente; sin
embargo, tenía que gobernar estando en todo de acuerdo con Bolívar.
El único problema que tenía Bolívar para asumir el poder absoluto en el Perú era Riva
Agüero y sus partidarios quienes se encontraban en Trujillo y Huaraz y contaban con
más de tres mil hombres. Por eso, el libertador decidió abrir una campaña en contra de
Riva Agüero, dirigiéndose al norte. Antes del inicio de la guerra civil, Riva Agüero fue
capturado por el coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente.
En 1824 Bolívar emprendió la última campaña contra lo españoles. Ordenó
reclutamientos y la reorganización de las montoneras en la costa y en la sierra.
También llegaron refuerzos de Colombia a órdenes de los generales Lara y Córdova.
Todo estaba listo para que las batallas en Junín y Ayacucho se llevaran a cabo.

Batalla de Junín
Llevada a cabo el 6 de agosto de 1824, esta tuvo tan solo una duración de apenas 45
minutos y se libró con armas blancas. Cuando parecía una segura derrota peruana,
aparecieron los “Húsares del Perú” al mando de Isidoro Suárez y Andrés Rázuri, cuyos
hombres potenciaron a los Patriotas y lograron la victoria independentista. A partir de
ese entonces, los” Húsares del Perú” pasaron a ser” Húsares de Junín”.

Batalla de Ayacucho y la Capitulación


El 9 de diciembre de 1824 se llevó a cabo el último gran enfrentamiento dentro de las
campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas y significó el
definitivo final del dominio administrativo español en América del sur.
La capitulación, concertada por la tarde del mismo 9 de diciembre, fue el documento
en el que José de Canterac, al mando del ejército realista del Perú, acepta el retiro de
las tropas españolas de Perú, tras haber sido derrotado por el Ejército Unido
Libertador del Perú. Esta capitulación constó de 18 acuerdos.

Prórroga y fin de la dictadura de Bolívar


Finalizada la guerra de la Independencia, Bolívar convocó al Congreso peruano a una
reunión, la cual se realizaría el 10 de febrero de 1825. En esta Bolívar pretendía
renunciar a la dictadura; sin embargo, el Congreso no la aceptó y se prolongó la
dictadura.
Casi dos años después, el 26 de enero de 1827, un motín de tropas colombianas en
Lima fue aprovechado por los opositores de la dictadura de Bolívar y a su Constitución
Vitalicia, los cuales al día siguiente reunieron en la Municipalidad un Cabildo Abierto
que declaró suprimido el régimen vitalicio, abolida la constitución y restaurada la de
1823. Se acordó encargar el mando al general Santa Cruz nuevamente, con el fin de
convocar a la reunión de un Congreso Constituyente que elegiría al presidente de la
República y establecería una nueva Constitución. Al regresar las tropas colombianas a
su país, el Perú se vio libre de la dependencia bolivariana, iniciando así su vida
independiente propiamente.

Bibliografía
Pons, G (1978) Compendio de historia del Perú, pp. 120-141

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