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EL SISTEMA INMUNE Y LAS INFECCIONES VIRALES

Cuando los seres humanos sufrimos de infecciones virales, en algunas ocasiones


presentamos manifestaciones clínicas en forma de enfermedad aguda; en otras la infección
se presenta sin que nos percatemos de ella. Independientemente de que la infección viral
produzca síntomas de enfermedad o no, la respuesta inmune puede provocar que la
infección sea erradicada sólo en algunas ocasiones. En la mayoría de las veces la infección
viral no logra ser erradicada, pero se mantiene bajo control del sistema inmune. Esto
significa que el individuo permanece infectado por el resto de sus días, estableciéndose una
infección viral crónica que raramente provocará enfermedad en la persona infectada. La
actividad del sistema inmunológico y el tipo de respuesta a la infección viral determinarán
lo que ocurrirá con el individuo.

Así, por ejemplo, quien sufre una infección por el virus de Epstein Barr (VEB) presentará
una enfermedad aguda llamada mononucleosis infecciosa, que refleja la actividad del virus.
La respuesta inmunológica al VEB logra detener la actividad viral y los síntomas
desaparecen, no así la infección. Se ha establecido una infección viral crónica, en la que en
presencia de un sistema inmunológico sano, el virus permanecerá bajo control y no podrá
provocar nuevamente enfermedad. ¿De qué mecanismos hecha mano el sistema
inmunológico para lograr establecer una infección viral crónica y prevenir la aparición de
enfermedad?

EL SISTEMA INMUNE: EL PAPEL DE LOS CD4 Y LOS CTL

De un modo esquemático, cuando un virus penetra en nuestro organismo es detectado y


fagocitado, es decir ingerido, por unas células del sistema inmune llamadas macrófagos. A
estas células también se les llama "presentadoras de antígenos" por que no solo fagocitan al
microorganismo invasor, si no también lo "procesan", es decir, lo fraccionan en pequeñas
piezas mismas que exhiben en su superficie para que puedan ser reconocidas por otras
células del sistema inmune llamadas linfocitos CD4 ó células T cooperadoras. Estas células
juegan un papel crucial en la respuesta inmune ya que deben decidir, con base en la
información proporcionada por los macrófagos, cuál es la clase de respuesta más adecuada
para el tipo de infección presente.

Existen dos clases de respuesta mediadas por los linfocitos CD4: humoral y celular.

En la respuesta inmune humoral los linfocitos CD4 activan a los linfocitos B, mismos que
están encargados de elaborar anticuerpos neutralizantes dirigidos contra el virus invasor.

Por el contrario, en la respuesta inmune celular los linfocitos CD4 activan a los linfocitos
CD8 y a otro tipo de linfocitos llamados "asesinos naturales" o linfocitos T citotóxicos
específicos a virus, también llamados CTL por Cytotoxic T Lymphocytes, que se
encargarán de reconocer y eliminar células cancerosas o infectadas por virus.

EL SISTEMA INMUNE: EL CONTROL DE LA VIREMIA

En las infecciones virales es crucial limitar el nivel de viremia, ya que éste predice el
establecimiento de un proceso patológico progresivo ó el control del proceso viral. Ambas
respuestas inmunes, humoral y celular, están implicadas en el control de la viremia para
lograr establecer una infección crónica, aunque parece ser de mayor importancia la
respuesta inmune celular. Los CTL juegan un papel decisivo en el control inmunológico de
las infecciones virales, y su respuesta parece depender de la activación de las células T
cooperadoras. En síntesis, el control de la viremia se establece a partir de la acción de los
CTL y de su habilidad de preservación y de mantenimiento funcional, ambas dependientes
de las respuestas celulares de los linfocitos CD4.

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