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TRABAJO PRÁCTICO N°2

Configuración del sistema educativo, Argentina hacia finales del SXIX.

Cátedra: Historia argentina y latinoamericana de la educación

Docente titular: Javier Ríos

Jefa de trabajo prácticos: Paula Giménez.

Estudiantes:

María Florencia Zurini, Profesorado Universitario en Letras.

María Candela Blanco, Profesorado Universitario en Letras.

Vanesa Uncanin, Profesorado Universitario en Letras.


“Porque él ha destruido los colegios y quitado las rentas a las escuelas, el
Nuevo Gobierno organizará la educación pública en todas la República, con rentas
adecuadas y con Ministerio especial, como en Europa, como en Chile, Bolivia y todos
los países civilizados; porque saber es riqueza y un pueblo que vegeta en la ignorancia
es pobre y bárbaro, como lo son los de la costa de África o los salvajes de nuestras
pampas.”

Domingo F. Sarmiento
Facundo o Civilización y barbarie en las pampas argentinas
Cap XV, Presente y porvenir.
1845

En 1852, tras el derrocamiento de Rosas en la batalla de Caseros, se abre un período de diez años en los que las tensiones entre las
provincias y el Estado de Buenos Aires se agudizaron hasta el derrocamiento del gobierno federal en la batalla de Pavón en 1861 por
parte de la oligarquía porteña encabezada por Mitre. El nuevo orden social y económico, enmarcado en el desarrollo mundial del
capitalismo, requería de nuevos sujetos, nuevos ciudadanos capaces de habitarlo y reproducirlo. El Estado nacional se orientó
fuertemente a un modelo agroexportador. La élite que conformó la Generación del ‘80 consolidó la educación como la base de la
formación de la sociedad. La escuela pasó a ser una metáfora del progreso y la modernización bajo el lema sarmientino “civilización o
barbarie”. Sarmiento impuso la idea de la educación de las masas como herramienta de preparación para la vida política y económica: la
intención era educar a la niñez —la ciudadanía futura— buscando un quiebre generacional. La composición heterogénea de la sociedad, a
partir del incentivo de la inmigración, generó la necesidad de homogeneización cultural de esos hijos de inmigrantes y conformación de
un nuevo orden social: para borrar rasgos culturales anteriores o heredados y reemplazarlos por los valores nacionales y nacionalistas; y
para moldear culturalmente a esa masa de gente: “La argentinización de los niños y de sus familias fue una preocupación que llevó a
políticos y pedagogos a plantear a la escuela como el espacio privilegiado para constituir, a partir de una educación patriótica, la
identidad nacional.” (Arata y Mariño, 2013, p. 133)

En 1853 se sancionó la Constitución Nacional, primer instrumento jurídico de modernización institucional, en cuyo artículo 5
establecía la gratuidad de la educación primaria como potestad de las provincias. Este acontecimiento, como sugiere Cucuzza (1985, p.
105), marcará el inicio de la legislación escolar que tendrá como resultado la constitución del sistema educativo. Sin embargo, el
crecimiento se dio en el territorio de forma desigual; las provincias carecían de recursos financieros para hacerse cargo de esta tarea,
motivo por el cual se dictaron diferentes legislaciones para solventarla. En paralelo a las discusiones económicas sobre la implementación
de la instrucción primaria nacional gratuita, se comienza a discutir la necesidad de homogeneizar los contenidos y la metodología de
enseñanza. Para ello era primordial la preparación de los maestros, la profesionalización de la tarea; con ese propósito se fundaron las
Escuelas Normales. Los maestros fueron el instrumento de codificación del ordenamiento y modelaje de los sujetos; se convirtieron en
agentes de transformación y cambio, en el brazo ejecutor de la política estatal: “La función del maestro era moralizadora, su
comportamiento debía ser ejemplar y su misión civilizadora incluía el auto disciplinamiento de las pasiones” (Arata y Mariño, 2013,
p.125). El discurso normalista entendió que la educación era la herramienta para la transformación social y la escuela la institución
central para llevarla a cabo. También representó la posibilidad de ascenso social para las clases medias/bajas, principalmente para las
mujeres a partir de una visión biologisista de la tarea docente. Sin embargo, los puestos jerárquicos y de control se mantuvieron
exclusivos para los varones.

La escuela primaria quedó constituida y legislada en 1884 a partir de la sanción de la Ley 1420, que establecía su gratuidad y
obligatoriedad. La discusión sobre el principio laico ocupó una gran parte del Primer Congreso Pedagógico Nacional en 1882. La laicidad
no quedó explícita con claridad en la legislación; la educación religiosa continúo siendo dada en las escuelas públicas pero sólo por
ministros y participantes de la fe, extracurricularmente. El Estado “triunfó” sobre la familia y la Iglesia en la puja de poderes y se
constituyó como el principal encargado de la educación de los niños, que a su vez pasaron de ser considerados propiedad privada del
pater familias a ser sujetos sociales y, por lo tanto, futuros ciudadanos. En 1905 se sanciona la Ley Láinez que “autorizaba al Consejo
Nacional de Educación a fundar escuelas en cada rincón de la República donde «el analfabetismo continúa produciendo sus
estragos»”(Arata y Mariño, 2013, p.161), con el fin de reforzar la creación de escuelas en las provincias; sin embargo no cumplió con su
objetivo sino que resultó en un avasallamiento al carácter federal del sistema.

El debate sobre la educación universitaria se dio alrededor de la autonomía de la institución con respecto al Estado, principalmente
en cuanto a la elección su gobierno y el nombramiento y la remoción de profesores (Cucuzza, 1985). Estas discusiones continuaron en los
años posteriores a la promulgación de la Ley Avellaneda en 1885 y condujeron en 1918 a la Reforma universitaria protagonizada por el
movimiento estudiantil históricamente excluido de la participación gubernamental universitaria.

La escuela media, materializada en los Colegios Nacionales, no tuvo marco legislativo. A partir de considerar que su función
principal era formar a las élites que luego accederían a la universidad o a cargos políticos o públicos, su perfil fue humanista. Esta
característica fue el eje de debate en este periodo, su perfil enciclopedista no coincidía con los conocimientos prácticos alineados a las
necesidades del sistema económico en desarrollo. La escuela media debería esperar por su propia legislación hasta 1993 que se sanciona
la Ley federal de educación.

A modo de conclusión, podemos decir que la constitución del sistema educativo argentino tuvo al Estado como ente monopólico y
su eje en la educación primaria, fuertemente marcada por la contradicción que generó la idea de hacerla masiva. Su función, por un lado,
continuó siendo la de educar a las élites que iban a conducir los destinos del país y por otro formar una sociedad homogénea que
acompañe el desarrollo de la naciente nación agroexportadora. Las características que se imprimieron al tipo de formación de niños y
maestros estuvo fuertemente marcada por el discurso normalista que se puede rastrear hasta muy cerca de nuestros días.

Bibliografía

· Arata, N. y Mariño, M. (2013) La educación en la Argentina. Una historia en 12 lecciones, Ediciones NOVEDUC,
Argentina. Lección 5, 6 y 7.

· Carli; Sandra (2002) Niñez, pedagogía y política. Transformaciones de los discursos acerca de la infancia en la historia de
la educación argentina 1880-1955, Miño y Dávila- Cap. I-II

· Cucuzza, H.R. (1985) “El sistema educativo argentino. Aportes para la discusión sobre su origen y primeras tentativas de
reforma” en Hillert, F.; Paso, L.; Cucuzza, R.; Nacimento, R.; Zimmerman, L. El sistema educativo argentino. Antecedentes,
formación y crisis, Ed. Cartago, Buenos Aires.

· Diker, G. y Terigi, F (1997) La formación de maestros y profesores: una hoja de ruta, Paidós, Buenos Aires. Cap. I.

· Tedesco, Juan Carlos (1° edición 1986, 2009 2° reimpresión) Educación y sociedad en la Argentina (1880-1945), Siglo
XXI, Buenos Aires. Cap. III y IV y Conclusiones.

Maria Florencia, María Candela y Vanesa:

Felicitaciones. Excelente trabajo. Lograron sintetizar los puntos centrales del sistema educativo en una lectura clara y
amena.

Y gracias por las referencias literarias.

APROBADO

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