Está en la página 1de 34

SERGIO SERULNIKOV

CONFLICTOS SOCIALES

E INSURRECCIÓN EN EL

MUNDO COLONIAL ANDINO

El norte de Potosí en el siglo XVIII

F ONDO DE CULTURA E CONOMl CA

Mf'x ICO - ARGENTINA - BRASIL. - C HI !.,", - C OL.OMRIA - ES I'ANA

EsTADOS UNIDOS DS AMf'.RICA - G UATEMALA - PERÚ - VENEZUELA

174 CONFLICTOS SOCIALES E IN SURRECCIÓN ...

últimos ueinta años, había sido herido en una de las batallas con la,
fuerzas rebeldes y había sido reciememente designado protecror Li r
narurales de la provincia. Consulrado sobre las causas que a su juicio
habían motivado la sublevación general que acababa de ser sofocad:l .
III. COSTUMBRES Y REGLAS:

no dudó en apumar al día, nueve años atrás, en que Florencio Lup.1 RACIONALIZACI6N y CONFLICTOS

había sido nombrado como gobernador de los pocoatas. m SOCIALES DURANTE LA ERA BORB6NICA

La uayecroria del cacique de Moscari evoca, sin embargo, sólo UII .I


cara de este proceso. El ascenso de esta clase de jefes émicos en el án:.1
andina esruvo imbricado con mutaciones en las ideas políticas y 1.1\ EN su Llf\RO LA CIUDAD LETRADA, Ángel Rama ofrece el siguiente relaro
relaciones de poder en rodos los niveles de la sociedad colonial. Escu\ de las concepciones sociales subyacentes en la génesis de las ciudades
cambios afectaron desde la esrrucrura del antiguo virreinaw del Perü y latinoamericanas:
los vínculos entre el Estado y la Iglesia hasta el ejercicio concrero de h
auroridad en las aldeas rurales. Esta coyuntura general de transforma Los propios conquistadores que las fundaron percibieron progresivamente
ción que propició la creación de un cacicazgo mulriémico (y paradóji a lo largo del siglo XV] que se habían aparrado de la ciur.kui orgánica medie­
val en la que hahían nacido y crecido para entrar a una nueva distribución
camente también su repudio) es analizada en el próximo capíEUlo.
del espacio que encuadraha un nuevo modo de vida, el cual ya no era el que
habían conocido en sus orígenes peninsulares. Debieron adaptarse dura y
gradualmente a un proyecto que, como tal, no escondía su conciencia
razonante. no siéndole suficiente organizar a los hombres dentro de repeti ­
do paisaje urbano, pues también requería que fueran enmarcados con des­
tino a un futuro asimismo soñado de manera planificada, en obediencia de
las exigencias colonizadoras, administrativas, militares, comerciales, reli­
giosas, que irían imponiéndose con creLiente rigidez. I

Al ser aplicada al gobierno de los pueblos andinos que habitaban el


tcrriwrio del amiguo imperio inca, esra utopía racionalista, este "sue­
ño de un orden", asumió variadas modalidades. En COntraste con la
sociedad colonial temprana, hacia fines del siglo XVI la Corona ins­
tituyó formas c(:nualizadas de explotación económica, dispuso el
masivo reasemamienro de la población rural en pucblos de estilo
castcllano yestablcció un complejo apararo burocrático a cargo de
la supervisión de los grupos indígenas y la adminiStración de justi-

I l~ Estehan Baldivit:so, ma)'o de 178 ~, ANII, se), 1781, 160 . Nótese que Baldivi,' " I
I Ángel Rama, La ciudad letrada, Hanover. Ediciones del Norte, 1984, pp. 1-2.
era un aliado de los Ayras y. por tanto, podía tener también motivos personales 1),11.1.
El destacado es nuestro.
recordar este eventO (véase AN II, '1'1,1775, 1 ¡ 1).

17 5
176 CONl'LlCTOS SOCIALES E INSURRECCiON .. COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZAC¡ON y CON FI.ICTOS .. . 177

cia. 2 Aunque muchas de estas instituciones continuarían en vigen­ basadas en e! ideal de aplicación universal de la ky. 4 Las vastas trans­
cia hasta los últimos días del dominio español, en el curso de los formaciones ocurridas en el curso de estos años han sido definid as en
siguientes ciento cincuenta años la región presenci6 una progresiva la literatUra histórica como una "revolución en el gobierno", un pasa­
erosilÍn de este modelo jerárquico y racional de orden social. Las je "de la impotencia a la autOridad" o una "segunda conquista de
tradicionales prácticas económicas y sociales andinas sobrevivieron América".
I::trgamente a los intentos de reorganizar b distribución espacial y El propósiw de este capítulo es examinar los efectos de este pro­
los sistemas de autoridad de las comunidades campesinas; la gene­ yecto imperi al al traducirse en prácticas y discursos de poder: de qué
ralizada venta de cargos estatales y los emprendimientos económi­ manera los nuevos programas de modernización)' regulación social
cos de los funcion:1fios coloniales tornaron la administración ame­ afectaron los mecanismos concreros de sujeción colonial. Hemos ya
ri ca na en una fuente privada de benefi cios; }' los rituales y creencias notado que recientes investigaciones sobre el rol de la movilización y
religiosas nativas flore cieron bajo la mirada tolerante del clero y la la conciencia política campesinas en la formación de los Estados na­
heterodoxia de las fiestas católicas en los pueblos rurales .' Una era cionales latinoamericanos han imistido en que las formas de domi­
de consenso político, piedad barroca y relaciones sociales regid a~ nación hegemóni cas (y pocas dudas puede haber acerca de que e!
por usos culturales locales se fue abriendo paso lenta pero inexora­ absolutismo borbónico representó un nuevo proyectO hegemónico ,
blemellte en el mundo andino. una profunda reformulación del pacto colonial) deben ser entendi­
Fueron los monarcas absolutistas Jd siglo )..'VIlI quienes asumirían das corno un conjullto de actividades y discursos de poder cuyo sig­
la tarea de retOmar los modelos renacentistas de normalización soci al nificado es inherentemente ambivaknt.e. 5 Este enfoque tiene induda­
y cemralización de la autoridad. Como es bien conocido, los Borbon c~ ble validez p ara un análisis de la interrelación entre políticas imperia­
diserlaron un ambicioso programa de reformas orientado a recupe ro les, Estado colonial y sociedad campesina. La pre.ocupación general
e! control de la Corona sobre sus posesiones d¡; ultramar y a revert ít que recorre este ensayo es, precisamente, discernir cuáles fueron las
los desarrollos que habían tenid'o lugar durante la época de l o~ divergentes interpretaciones ofrecidas por diferentes sectores de las
Habsburgos . Bajo el ab,~olutismo ilustrado borbónico, se adoptaron elites hispanas y los pueblos andinos a las nuevas orientaciones nor­
una serie de medidas tendientes a acota r el poder de las oligarqu ía" mativas. Mientras el vínculo entre absolutismo borbónico y protesta
regionales. disciplinar a los grupos subalternos, imponer criterios l1l indígena h a sido generalmente planteado cn túminos de las crecien­
eficiencia económica y establecer concepciones jurídicas normativ.I"

• John Lynch, "The Institurional Framcwork of Culonial Span ish America", en


, Karen Spa lding h a enfdli'¿ado l ¡UC el modelo original de gobierno de las con'" ¡oumal ufLalin American SllIdirs. Qui 'lCCntenary Supplcmcnt. nú m. 24, 1992. pp.
njdadcs mralcs se derivaba de "renaissancl? plam for ideal statcs" (HI/arochirí, op. fIf 69-81 ; Collin Mad.achlan. Spain 's Empire in Ihe NeUJ World, op. cil.; Horsr
p. 216). Sobte la planificación de los nue\'os pueblos de reducción en el siglo X\' I. I'ictschmann, " Estado colon ial y mental idad social: el ejercicio dd poder frente a los I
\'éase Thomas Abrrcrombi e. l'alhUJays ofMemory flnd l'oUJer, op. cil. , pp. 23 7 · .l ~ /1 distintos sist em as dc valor~s . Siglo XVII ''' . en : Amonio Anninll (co mp. ), Amerim 100i­
Sobre las reformas tOlcdanas, véase Carlos Assadourian. Sistema de la ec01/OmftJ 111/" Ila: dal/o slato coloniak- al/o SlalO nazione, Milán, Franco Angd i. 19R7; Pamela Voekd ,
nia!, op. cit.; Brooke Lar.l o n, ColonillliJm and Agraria n lram.formation .. .. op. rir. "l'eeing the Palace: Bodil)' Rcsistance [Q Bourbon Rcfonm in M(:.xico City". en ¡uumal
I Vbse, por ejemplo, Thierry Saign cs, "Las etnias de Charcas ... ", are ci l'.; AIII ' ofHist()rical Sociely. (5:2) 1992, pp. 183-2ll8.
\X-' ightl1lan. [nd~fI,el1o/lS Migra/ion .. . , op. cit.; Manuel Rmga. Nacimiento tÚ //1/11 111" , Gilben Joscph y Dani el Nugent (COl1lps.), Eoeryday Forms ofState F()rmarivll,
pia, op. cÚ. ; Ivíark Burkhold.::r y D. S. Chandler, Erom ImpOl/!/lCe 10 Authority, nn '" op. cit.; Florencia Mallon, Pe.aJa m alld Nalio n, op. cit.
178 CONfLICTOS SOCIALES E INSURRECCION . .. COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALl7..ACION y CONFLICTOS.. . 179

tes presiones económicas generadas por el incremento en los impues­ Nuestro objetivo es mostrar que, cuando se miran ciertas facetas
tos y los monopolios comerciales, nos interesa explorar aquí cóm o la de las políticas borbónicas que no han sido suficientemente conecta­
imposición de nuevos dispositivos de dominación estatal contribuyó das al fenómeno iosurreccional andino, obtenemos una visión más
a moldear novedos.as modalidades de acción colecriva. G Este trabaju amplia y compleja del proceso c¡ue condujo allevanramiento de 1780.
investiga, en otras palabras, dos problemáticas básicas: cómo el nuc­ Postulamos que los programas de reforma imperial jugaron un im­
vo proyecto hegemónico colonial fue llevado a la práctica en el nivt.:l portante rol en la rransición de formas cotidianas y acotadas de ac­
de la sociedad local y cómo los grupos subalternos abordaron las ins ción colectiva a la irrupción dt: aspiraciones radicales de cambio. El
tituciones de gobierno y, en última instancia, terminaron por impug proyecto borbónico o, para ser más precisos, algunas de las iniciativas
nadas. estatales que emergieron en el nuevo clima de ideas fomentado por el
Nos centraremos en tres aspectos específicos de la dinámica dd absolutismo ilustrado, terminaron por transformarse en una funda­
reformismo borbónico en el ámbito rural. El primero es el intcnHl mental herramienta de lucha COntra formas pluriseculares de explo­
de los funcionarios coloniales de establecer formas institucionalizadas J" tación y dominación política en los Andes. La mayor sublevación
supervisión sobre la administración de las tierras cómunales y lel indígena desde la invasión europea resultó pues de la imbricación, no
fuerza de trabajo indígenas por parte de los caciques. La segund ,l meramente del choq ue, de procesos de movilización social desde abajo
sección examina las repercusiones de la regulación estatal dc ]p y procesos de transformación institucional desde arriba. Visto desde
servicios campesinos a los curas doctrineros. A comienzos de la d·l este contexto regional, la crisis general de legitimidad colonial pare­
cada de 1770, la administración borbónica procuró limitar los eX ció responder menos al rechazo mismo del nuevo proyecto hegemó­
cedentes económicos absorbidos por la Iglesia Católica median te ]" nico que a la manera como este nuevo proyecto contribuyó a minar
publicación de un nuevo arancel de derechos parroquiales que pl P el antiguo orden social sin consolidar en el proceso una alternativa
hibía las contribuciones compulsivas durante el extenso calentb 1.. viable. En el curso de la década de 1770, corregidores, curas doctrineros
anual de fiestas religiosas. Los funcionarios civiles, las autoridad\ ' y caciques se lamentaron una y otra vez respecto de las potenciales
eclesiásticas y los indios protagonizaron intensas disputas en wrll" consecuencias carastrÓficas de esta situación. Como prontO quedaría
al alcance y el significado de estas nuevas normas. Por últim o, C''¡ '. de manifiesto, sus temores esraban plenamente justificados.
trabajo explora cómo, durante los últimos años de la décad a lit'
1770, la renovada presión de la Corona para reducir la defraull il
ción fiscal en los pueblos andinos fue aprovechada por las comllll' LA REGULACION DE LAS RELACIONES SOCIALES ANDINAS
dades de Chayanta, en particular por los indios de Pocoata y M al. h,I,
para recuperar el dominio sobre sus recursos económicos e insru ll Desde fines de la década de 1760, la provincia de Chayanta se vio
ciones comunales de gobierno. sacudida por los intentos del Estado de reestrUCturar las relaciones
sociales en el mundo rural. Obedeciendo al renovado impulso de una
(. Véanse ejemplos de revueltas rurales y urbanas vinculadas al incremen ll\ ,1, ),
"razón ordenadora", al "esfuerzo de clarificación, racionalización y
alcabala y los impuestos al aguardicme, el es¡ablecimiemo de aduanas y las , dl\l lI l'
nibLHarias en: ScarlCtr O ' Phelan Godoy, Un siglo de rebeliones anticoúmiales, {)f! ,,,
sistematización" aludido por Ángel Rama en referencia a los prime­
John Fisher, Allan Kue¡he y Amhony McFarlane (comps.), Reform and Insurrrn/IJII " ros colonos europeos, las políticas borbónicas procuraron imponer
Bourbon New Granada and Pen., Baton Rouge, Louisiana S¡ate University l'r<.:SS , 1' 1' 1/1 un conjunto de esquemas normativos sobre una sociedad que se ha­
180 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECClON ... COSTUMBRES Y REGU\S: RACIONALIZACION y CONfLICTOS .. IBI

bía ido configurando de acuerdo con prácricas culruralcs locales y triburos. Sin embargo, bajo la mirada de! funcionario colonial, estas
cosrumbres esrablecidas al margen, o en oposición, a la legislación acosrumbradas celebraciones no eran otra cosa que borracheras co­
colonial y el colHrol esrara!. Miemras la crecieme presión fiscal, la lecrivas. El corregidor afirmó asimismo que los caciques se apropia­
supervisión sobre las acrividades de la Iglesia o la marginación de 1m ban de los fruros culrivados en los comunes, cuando las ordenanzas
criollos del gobierno colonial consriruyeron los aspecros más sobresa­ reales esripulaban que esras cosechas debían urilizarse para aprovisio­
liemes -y cienamelHe más esrudiados- del reformismo borb<'lOico, la nar a los mirayos y auxiliar a los ancianos, las vi udas y los incapacira­
nueva orirmación ideológica se manifesró aquí en un dominio social dos.
menos visible: a principios de la década de 1770 se generó una ,~eri c Sobre la base de estas consideraciones, Hereña esrablcció que q ue­
dc enfremamienros en romo a la auroridad de los magisrrados col o­ daba prohibido que los caciques nombraran cofquerunas: "pena del
niales para vigilar la gesrión que los caciques hacían de los recurso~ que lo practicare será inmediaramenre privado de! manejo de cobranza
agrarios y las obligaciones económicas campesinas, Las acrividades de Reales Triburos y despacho de mira, y colocando en él el que lo
bajo escrurinio afecraban aspecros ran cruciales en la vida de los ayUu .~ denunciare aunque sea indio de baja esfera". En segundo término, e!
andinos como el empleo de la fuerza de rrabajo, la elección de 1m decrero estipulaba que las auroridades érnicas rambién serían depues­
mirayos, la adminisrración de las rierras comunales y la JisrribuciúII ras si se comprobaba que alreraban los rumos de la mita reemplazan­
de la carga rriburaria enrre las familias indígenas, do indios acomodados por indios pobres. Por último, con el fin de
La agresiva iJ1(ervencÍón esraral en esra esfera social se puso en evi ­ asegurar que las cosechas de los comunes fueran destinadas al " bene­
dencia en 1772, cuando, en el comexw de una dilarada dispura en ficio de sus correspondienres comunidades", se dercrminó que los
romo al comrol del cacicazgo en el grupo Chullpa que se remomaba caciques llevarían a parrir de enronces una conrabilidad escrita de la
a la crisis general de mediados de ese siglo, el corregidor provinci al producción en rierras y molinos comunales y del uso de esras renras.
Carlos de Hereña promulgó un dccrero que penalizaba e! nomb r~­ Los magisrrados coloniales rendrían asi la posibilidad de supervisar el
mielHo de cofquerunas, prohibía la transgresión de los rumos en la empleo de los recursos de la comunidad cuando lo consideraran ne­
mira y regulaba el uso de los comunesJ Hereña observó "que de riempo cesario, con independencia dl: la exisrencia o no de denuncias sobre
inmemorial a csra parec se halla imroducido en rodos los rcparci­ su malversación. Promulgado en mayo de 1772, el decrero fue leído
miemos de esra provincia la corruprcla perniciosa de nombrar anual· en forma de bando "con estrépito de cajas y clarines" en rodas los
menre colquerunas siguiéndosc de esre abuso la roral aniquilación dc pueblos de la provincia. Una copia de él fue enviada a los caciques de
los infelices indios". HLa exención de la mira a los indios acomodado~ cada grupo émico.
hacía recaer roda el peso de esra obligación en los miembros pobn:~ Si bien la designación de cofquerunas y la adminisrración de los
dc la comunidad. Como vimos en el primer capírulo, los cacique, recursos agrarios colectivos habían sido motivo de abundanrcs dispu­
argumenraban que esre dinero era empleado para cosrear las reunio' ras en el seno de la sociedad andina, se traraba de un inusirado inren­
nes que renían lugar duranre la elección de mirayos y la cobranza d~· ro de legislar sobre un campo social que, bajo el régimen de gobierno
indirecro consolidado hacia fines del siglo XVI, había quedado fuera
de la esfera de arención esrara!. No hay dudas de q uc la medida pro­
, Sobre el conflictO en Chullpa. véase Sergio Scrulnikov. "De forasteros a hilaClltlll' .
art, CIL
curó favorecer los imereses paniculares del corregidor, en especial
, Auro del corregidor Hercña , 5 de mayo de 1772, ANII. I:C, 1776, 57. facilirar la manipulación de los cacicazgos, una cuesrión clave duran­
182 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGlAS: RACIONALIZACION y CONFLICTOS ... 183

te la era de expansión de los repartos forzosos de mcrcancías. N o de nuestras comunidades", se mencionaron cuatrO grupos de normas
obstamc, que la imromisión del Estado en los asuntos comunales ~<: tributarias. El primero consistía en antiguos principios andinos que no
correspondía con prevalecientes ideas de normalización social (no supeditaban la condición tributaria de los individuos a la edad sino a su
meramcmc con beneficios económicos personales) es demosrrado pOI' cstatus marital y la posesión de tierras. Así, los jóvenes comenzaban a
la acogida de esta iniciativa local cn las instancias supcriores de la tributar sólo uno o dos años después de casarse y no luego de cumplir
adminisrración alropcruana. Poco después de su publicación en 18 años, como establecían las ordenanzas coloniales. Del mismo modo,
Chayanta, la Audiencia no sólo aprobó la medjda sino que la declar/'¡ cuando un nuevo matrimonio ocupaba los predios de sus padres, éstOs
válida para rodas las provincias de! disrriro de Charcas. La aspiración pasaban a la categoría de reservados aun si tOdavía no habían alcanzado
de expandir la peneuación de! control estatal en el mundo andino los 50 años de edad. Los siguientes dos grupos fijaban criterios comu­
llevó incluso a profundizar los mecanismos de vigilancia previsto~ nales de exención temporaria de los tributOs. Los caciques explicaron
por el corregidor Hereña. El tribunal dispuso, en efecro, que los co que desde tiempos inmemoriales, contra lo establecido en la legislación
rregidores exigieran anualmente a los caciques la entrega de un regis española, los mitayos no pagaban sus tasas durante el año de servicio en
trO formal de los bienes de la comunidad, de los ingresos generadm POtOsÍ. Tampoco lo hacían los indios que se encontraban sirviendo en
durame el año, dd uso de esros ingresos y de los posibles exccdcn [c~: los cabildos indígenas (alcaldes y alguaciles) yen d ciclo de fiestas cató­
los magistrados provinciales deberían enviar luego una copia de esea, licas (alféreces y mayordomos) en los distintos pueblos de puna y valles
cuentas a la Audiencia para su evaluación. Sta circular fue enviad:¡ ;1 habitados por cada uno de estos grupos émicos. Por último, los tribu­
todos los corregidores del Alto Perú, quienes debían publicarla en re, toS pagados por los campesinos no se ajustaban necesariamente a las
dos los pueblos de sus provincias y comunicarla a rodas los cacique.,. tasas oficiales puesto que los agregados o Forasteros (los términos son
Su contenido, se advirtió, debía ser aplicado con el mayor rigor "~i ll intercambiables en Chayanta para esta época) entregaban 3, 4 o 5 pe­
la menor indulgencia ni rolerancia".9 sos al año cuando se supon(a que debían sufragar 7 pesos.1 1! El monto
Estas políticas de racionalizacióñ también se pueden apreciar en J i. . de las tasas dependía del tamaño y la calidad de los predios usuFructuados
puras sobre el funcionamiento del régimen tributario al interior de 1.1" por las Familias.
com unidades indígenas. A comienws de la década de 1770, tantO 10 ,\ Este Fenómeno, desde luego, no se circunscribía de ningún modo
caciques como las autoridades colonialcs denunciaron las marcadas J h a estOs nueve grupos étnicos. Por ejemplo, en reFerencia a la conexión
crepancias entre las reglas oficiales dc tributación y las normas culrUI. \ entre tributos y tierras, e! hilacata del ayllu Collana de Moscari SOStu­
les andinas que regían el sistema en la práctica. En particular, los c:.'lLI vo en 1760 que no se valía de padrón .a lguno durante la recolección
ques de nueve grupos émicos de la provincia (Caracha, Chayanca¡;'I, de las tasas, pues "no cobra legítimamente a cada individuo lo que le
Sicoya, Chullpa, Puraca, Laymi, Ayrnaya, Jukumani y Panacachi) rcv(
laron el conjunto de equilibrios y balances que organizaban la disrri bll JII Los caciques eran los siguienres: Marcos Soro, de los grupos La)'mi y Puraca;

ción de la carga fiscal en e! seno de los ayllus. Definidas como " Íl1VCI i Alejandro Yavira y Ayaviri , de Caracha; Manuel Ninavia, de Chullpa; Esteban
cibles y perniciosas costumbres que se hallan radicadas entre los indi ll Calisaya, de Sicoya; Andrés Villegas, de Chayanraca; Leonardo Umacaya, de
Jukumani; Pedro Gallego, de Aymaya; y Esteban Sicara, de Panacachi. El escrito fue
presenrado al teniente general Nico lás UrsainqlJi el 10 de septiembre de 1770. AC;N,
9 Durante 1774, todos los co rregidores confirmaron la recepción de esta o rd t 11 XIII, 18-10-2, libro 2. Sobre la exención tributaria de los miembros de los cabildos y
(ANIl, Minas, t. 127, XXII, 1773, 1161). cofradías en el siglo XVI, véase Karen Spalding, Huarochirí, op. cit., pp. 218-219.
184 CONFUcrOS SOCIALES E INSURRECCION .. COSTUMBRES y REGLAS : RACIONALlZACION y CONFLI CTOS... 1S5

corresponde pagar porque esto se proporciona según sus bienes. de hiJacatas y Otros más de otros paniwlares cargos que tiene el reparti­
suene que del que es pobre cobra menos de lo correspondiente y de otrOS miento que según Reales Ordenanzas deben pagar la tasa pero por la costum­
lo arreglado". El hilacata del ayllu Chulpata añadió que debía ser flexibk bre de que han gozado han estado reservados de ella todas estas gentes que SOIl
en la cobranza: "rcspecro de que los dichos indios se resisten por no muchas en los tres pueblos de! repartimiemo. 14
tener tú:rras correspondientes para satisfacer íntegramente la tasa que
le corresponde". 11 Una lista de tributarios de dos ayllus del grupo Es indudable tJue los grupos nativos habían llevado a cabo las opera­
Macha manejada por las autoridades étnicas ofrece una imagen cuan ciones tributarias conforme a su" propios criterios culturales por si­
titativa de la discrepancia entre las tasas oficiales y las pagadas por las glos. La esencia del régimen de gobierno indirectO español radicaba,
familias campesinas: sobre un tOtal de 237 tributarios. 69 indios pa justamente, en que las comunidades indígenas conservarían sus usos
gaban sumas que no se correspondían con las categorías fiscales estn· sociales en tamo ésros no interfirieran con su capacidad de afrontar
tales. I2 Con respecto a las divergencias en los criterios de exenciólI las exacciones coloniales. Sin embargo, hacia mediados del siglo XVIll.
tributaria, en 1750 los indios del grupo Puraca revelaron que 64 tri ­ la renovada presión fiscal sobre los recursos campesinos hizo que la
butarios (de un rotal de 162) no pagaban tributOS debido a su cond i discordancia cmre los procedimientos tributarios europeos yandinos
ción de mitayos y a sus servicios en los cabildos y parroquias de lu, asumiera nuevos significados. Oc ahí la relevancia de la denuncia
tres pueblos habitados por la comunidad (Chayanta. en la puna, )' realizada por los mencionados caciques de las nueve comunidades en
Micani y Carasi, en el valle) . Los padrones oficiales sólo exceptua ball 1770. De hecho, ellos enumeraron las prácticas indígenas mientras
de las tasas a 15 indios. n Dos sucesivas visitas de Pocoata llevadas .( estaban en prisión por no haber podido afrontar un aumento de la
cabo por el corregidor Pablo de Aoíz en 1751 y 1754 confirman C~\1 cuota de tributos de sus respectivos grupos cstabk:cido en una nueva
fenómeno . Al explicar el extraordinario incremento de 577 a \ revisita general de la provincia ordenada por el virrey del Perú a fines
tributarios de un censo al otro, el corregidor observó que en el nu cvII de la década de 1760. Los jefes étnicos se vieron así forzados a denun­
padrón había incluido a los mayordomos, priostes. alféreces, sacri.q n ciar que sería imposible ajustar el monto de los tributos al verdadero
nes, monaguillos, campaneros asistentes de los curas, mitayos, así COII H' número de tributarios de no suprimirse aquellas antiguas costumbres.
Los corregidores, por su pane. comenzaron a explotar la supuesta in­
los dos alcaldes de los puchlos, los de Jos partidos de afuera, los algll a~ ih " capacidad de los caciques para implementar las reglas tributarias vigentes
Jos tambos. los hiJaeatas o principales de Jos ayJJus, Jos cobradon:s dl' 1.1 , como un medio de justificar su expeditiva dt:stitución. j) Un caso que
tasas y tributos, los mayoras que sacan y costean los bailes de Jas fi~ ·,I.' alcanzó cierta notoriedad fue la remoción del caciq ue del grupo Caracha,
anuales , los capitanes enteradores de la mita de Potosí y sus segu nd", "
,.\ Los puehlos a los que alude la cita eran Pocoata, en la puna, )' Micani)' Carasi,
en el valle (Al; ¡-; , XIII, 18-9-2). El destacado es nuestro.
11 El hilacatl del J)'lIu Sulcata de Moscari relat.ó asimismo que iba de es[ anu., I "
" Como resumió un corregidor poco más rarde, debido a la imposibilidad de
estancia cohrando tasas que alguno> C.1S0S eran menores a las oficiales "porq ul.' , ,, " satisfacer las nuevas exigencias fiscales: "mis antecesores les han rematado [a los caci­
pllbres y recién obligados a la paga de tributo, lo que también rol era porqll ~ " " , ques) sus hienes removiéndolos de sus empleos anualmente buscando los más aco­
ausenten" (ANI\, TI, 1773, 34). modados para proceder contra ellos en la misma forma". Cuando se agotaron los
12 2 I indios pagaban 10 pesos, 10 pagaban 3 pesos)' 38 pagaban 5 pesos (Al ,N, I
indius acomodados , se comenzó a designar a vecinos cspaíioles )' mestizos, quienes
Interior, leg. 5, exp. 2). "han irrogado tales excesos)' tira nías COJllos indios existentes ca.rgándolos de cavilo­
1.1 ANII, EC, 1750, 20, sas pensiones para cubrir los tercios de sus enteros, a que los han estrechado. a que a
186 CONFI.ICTOS SOCIALES E INSURRECClON ... COSTUMBRES Y REGLAS: RAClONALlZACION y CONFLICTOS. .. 187

Alejandro Yavira y Ayaviri, uno de los pocos "caciques propietarios" en la discurso de disciplinamiento social el que había justificado su designa­
provincia (esro es, una auroridad écnica cuyos derechos de sangre habían ción en 1771. Como había sostenido un ministro de la Audiencia,
sido reconocidos por la Audiencia u otro rribunal superior). El corregi­ Lupa enseÍlaría a los pocoatas las reglas del buen gobierno, "que no les
dor reemplazó a Yavira por un indio del común, "suponiéndole poca deja comprender su suma rusticidad que naturalmente se inclina al
idoneidad en la cobranza de triburos [... ] y asimismo en el despacho de la mayor desahogo de costumbres y menos sujeción cristiana y religiosa,
Real Mita de Porosí".I(' Pocos meses después, los caciques del grupo la cual debe ser reprimida".211
Pocoata, los descendientes de: un antiguo linaje de señores andinos lla­ ¿Cuál fue la actitud de los ayllus norporosinos frente a estas políticas
mado Ayra Chicha Ariuro, fueron desplazados de sus cargos debido, se­ de normalización social? La respuesta a la imposición de nuevos (y
gún puntualizó el corregidor, al "rotal desorden en el entero de reales viejos) marcos normativos fue compleja y diferenciada: los campesinos
tasas". 17 Como hemos visto en el capítulo anterior, en una medida sin andinos rechazaron de plano algunas de las reformas y utilizaron otras
precedentes en la provincia, el corregidor designó como nuevo cacique para sus propios flnes. 21 La intrusión en las tradicionales prácticas
de Pocoata al jefe de Moscari, Florencia Lupa. Al hacerse cargo del go­ tributarias estuvo entre las políticas vigorosamente im pugnadas. Cuan­
bierno de Pocoata, Lupa condenó "los vicios y desarreglos en que [los do, poco antes dl: decidir la destitución de las autoridades étnicas de
poco atas I se hayan tan radicados"; entre las "costumbres tan arraigadas" Pocoata, el corregidor Nicolás Ursainqui interrogó a los indios acerca
que prometió extirpar destacó que "los más indios no contribuyen la de los motivos de su oposición a aquéllas, dijo haber "descubierto" que
cantidad que se les tiene sl:ñalada según sus calidades y orígenes por satis­ "dimanaba de que los gobernadores en observancia de lo publicado les
facción o entero del Triburo".lx Lupa romó con seriedad su promesa: un exigieron sus correspondientes tributos". Paradójicamente, mientras los
indio recordó que apenas asumió el cacicazgo, anunció a los pocoaras pocoatas CUl:stionaron a sus caciques por no observar los usos tributa­
que de allí en más empezarían a tributar de acuerdo con las ordenanzas rios comunales, los funcionarios coI'oniales los removieron por su inca­
coloniales; al siguiente año, puso rollos en las principales aldeas de puna pacidad de sujetarse a las normas oficiales. Cuando, con el fin de ,~acar
y valle del grupo para asegurar que así fuera. 1') Después de roda, era este a los pocoatas de su error, Ursainqui publicó una lista de las tasas vigen­
tes, los indios se rehusaron a reconocer su validez, hasta el punto de
más del continuo perecer en que se hallan, violentac.los preocupen los rribunales con
que uno de ellos "desenfrenadamente le perdió el respeto la Ursainqui]
incesantes recursos capitulando a sus caciques y expuestos los pueblos a cualesquiera
funestas consecuencias" (cana c.Icl corregidor Joaquín AJós al visitac.lor general d d
reino , Antonio de Areche, en septil:mbrc c.I e 1778, A( ;N , XIII, 18-10-2, libro 2) . Nótc 241 Informe del proreCIDr de narurales de la Audiencia Escobar, 18 de agosto de

se qu~ este relato soslaya el impacto dd reparto de mercancías. 1772, ANll , TI, 1775, 111.
" · i\;-.JIl,TI, 1772, 14. 2' Rcflexionanc.lo sobre las respuesras campesinas a las tr3llsformacione, que [U ­
' 7 ..\C;;-.J , IX. ¡nteriD[, leg. 4, cxp. 7 . vieron lugar duranre el Antiguo Régimen en Europa, Giovanni Levi sostiene: "Mi
,. Lupa al prOt CclO r general de na[Uralcs de la Auc.liencia, Miguel Manín ez d~ hipóresis inicial es asumir una lóg.ica o racionalic.lad específica al mundo campesino
Escobar y Coronado, 9 de mayo c.Ie 177.'3, i\NII, TT, 1775 , 111. Lupa añadió, p Ul que no puede ser expresada en lérminos de una realic.lad cultural ajena a la compleja
ejemplo, que "nJos solteros por ser rales aunque sean de más c.Ie veinricinco o uein l.t sociedad que la es raba sofocando de forma gradual pero inexorable ... [Esla raciona­
años esrán en la posesión c.Ie no pagar esra c.Iebida pensión". Los reservados y l., ., lidad) no sólo enconrró su expresión en la resistencia a la expansión de la nueva
viuc.las continuaban paganc.lo sus tasas para no perc.ler sus previas asignaciones J, sociedad, sino además (¡ue esruvo empeñada en transformar y utilizar el mundo
tierra y recibir las ~signaciones corrcspondienres a su nuevo estarus. social y narural. Es este senrido m el que he empleado el término 'estrategia'" (tra­
'" Se c.Iijo que Lupa erigió rollos en el pueblo de Pocoala y en los valles de Chayahi ducción del autor) Unheriting Power. The Swry oJan Exorcist. Chicago, Univcrsiry of
y Carasi (ANII, TI, 1779, 195). Chicago Press, 1988, xv).
18R CONFLICTOS SOCIALES E INSURRfCClÓN ... COSTUI\1RRES y REGLAS: RACIONALIlACION y CONFLICTOS. .. 1/j 9

con voces a1t~radas e impropias, expresanJo que no era jusro ni arregla­ atento a haber pasado un alferazgo con cien pesos".2(, Durante la segun­
do el auro que m andé a publicar"Y Los posteriores esfuerzos de da mitad de 1780, en pleno apogeo de la rebelión general de la pro­
Florencio Lupa por reorganizar la cobranza de los tri bufOs en wnfor­ vincia, numerosas comunidades exigieron por la fuerza que se reco­
midad con las normarivas estatales encomraron una tenaz resistencia. nociese la exención tri butaria de los mitayos y los pasantes de las
Los pocoatas se lamentaron de que el nuevo cacique exigía las tasas a fiestas rel igiosas.
los solreros, los mitayos, los mayordomos y los alféreces, "siendo evi­ Ahora bien, así como los indios abrogaron por su derecho a man­
deme que esta costumhre ha sido tan perjudicial y que ha sido impues­ rener sus prácticas comuetudinarias, no dudaron en apdar al incum ­
ta por el enunciado gobernador, pues antes rodos estOs no pagaban este plimiento de los nuevos esquemas normativos si ello servía a sus inte­
ramo"."3 Simetizando su visión acerca de la violación de los conceptos reses. Cuando, en 1778, los machas exigieron a la Audiencia de Charcas
andinos de matrimonio y usufructO de la tierra (antes que la edad) la remoción de su cacique, uno de los cargos que enfatizaron fue la
como rito de pasaje fiscal, un indio observó que el cacique "les ha im­ malversación del trabajo colectivo en las tierras del común. En con­
puesto paguen el tributo dos de una casa, Padre e hijo".24 En 1778, en fo rmidad con el decrero dl: 1772, remarcaron qUl: esros predios se
los albores de las protestas que desembocarían en ellevantamienw ge­ distinguían de las tierras asignadas a las familias porque sus cosechas
neral de la provincia, los m iembros de Macha se quejaron contra su servían de susrento a los indios yue cumplían sus turnos en la mita
cacique, Bias Bernal, un mestizo que había sido designado en 1775. potosi na. 27 Mientras los pocoatas resisrieron con firme za los araq ues
"porque habiendo wHtribuido desde inmemorial tiempo los indios a sus tradicionales usos tributarios, procuraron combatir una antigua
agregados veinte reales [2 pesos 4 reales] y muchos dos pesos por tCfcio. práctica, como 10 era la de.~ignaci ón de colquerunas, mediante la ape­
ha ~xigido estos tres años un peso más o lo que se le ha amojado ... [y lo lación a la nueva disposici ón de 1772 que es tipulaha el inmediato
hizo] con el especioso pretexto ele haber nueva orden real para el eftctO" .l' relevo de aquellos caciy ues que continuaran con esra costumb re. En
No se trataba en rcalidad de "un especioso pretexto": al igual que en d 1775, un numeroso grupo de indios acusó a florencio Lupa ante la
caso de Lupa, el dinero exigido por Bernal simplemente se ajuStab;1 :1 Audiencia de Charcas de nomhrar un colqueruna por cada uno de los
la.~ tasas oficiales. Del mismo modo, uno de lo líderes iniciales del mI' diez ayllus del pueblo , argumentando que "anres era inaudito es re
vimielHo relató que su decisión de involucrarse en los litigios "Fu t: 1," gravísimo impuesto". Ello por supuesto no era así. Sabemos que se
haberlo preso dicho Bernal al decl arante exigiéndole los diez pesos rOl habían estado nom brando colquerzmas en Pocoata desde al menos el
2X
razón de sus tributOs no obstante de haberle suplicado le hiciese reba j.l siglo )...'V1J. Los campesinos, sin embargo, eran plenamente conciemes

2(, Declaración de Me/chor Espinoza ante AJ6s. l o de abril de 1778..""e N. IX ,

,~ Aurn del corregidor Carlos de Hcreña. 29 de julio de 1772 . .~C ~ , IX , Imerl t.!. ¡ribunales. leg. 65. exp. 54.

lego 4, exp. 7. r ACN, IX. Tribunales, leg. 65. exp. 54 , ff. 1-3.

l\ Testimonio de Santos de tal ó. nte Ramón Sa nz de Escudero. S de jul io dt: 17 2Ii Véase SánchC'l-AJbornoz, Indios} tributos... , op. cit.. p. 135. La cita en ,\NII. EC:,

A~II . '11, 1779, 195. 1776, 57, ff. 25-26. En enero de 1776, un indio del. a)'lIu I'ari que había sido designa­
H Andr.;s Cab:lll ame Escudero. 11 de julio de 1776. " NII. TI , 1779, 195 . do cok¡ueruna rclaltí anre la Audicllcia: "no se para qué efeuo o por qué derecho me
2' Gregario Flores, Ventura Calque. Pascual Guenca , Pascual Torr es, Nil ' ,I d cupo a mi eSla suene el año pasado por lo rcspeClivo a dicho mi ayllo Pari en consorcio
García. Juan Huchaguanca, PedJO tvlanud, Andrés Castro, Pascual Arapa. Ft'l iL 1.11 " I de Olro indio nom brado Santos Mamalli ". Después de haber pagado los 50 pesos llegó
Arara, Silvcsrre Cnlque y Barrolomé Zárale a la Audiencia, 12 de mafW de I a comprender "lo injusla e indebida que es esta exacción y los capílUlüs que sobre el
A( ,N. IX, Tribunales, leg. 65, exp. 54. El destacado es nuestro. particular se le tien en puestos por el común" (.~ N I\, I.t:. 1776, 57, f. 44).
CONRICTOS SOCIALES E INSURRECCIÓN ... COSTUMBRES Y REGLAS ; RACIONALIZACIÓN Y CONFLICTOS... 191
190

de los alcances del decreto del corregidor Hereña: los líderes de la do desde el punro de vista de las relaciones sociales en el mundo andino,
protesta adjunraron a su petirorio una copia completa de aquel docu­ lo que se puso en cuestión fue tanro la magnitud de los bienes y servi­
menro. 2~ Es evidenre que las barreras lingüísticas y culrurales no im­ cios campesinos demandados por los párrocos rurales como su narura­
pidieron que los miembros de las comunidades andinas dominaran leza voluntaria o coercitiva. Mirado desde la perspectiva de las elites
las reglas de la lucha política denrro de las instiruciones coloniales. coloniales, estos eventos sacaron a la superficie la profundidad de los
No sin razón, apenas el decreto fue publicado en 1772, el cacique de conflictos suscitados por el proceso de reafirmación de la autoridad real
Moscari había instado a la Audiencia a declararlo "nulo y expoliativo"j sobre la 19lesia. Si bien la expulsión de los jesuitas en 1767 fue la expre­
pidió que fuera "recogido de la provincia" y se distribuyera en su sión más espectacular del regalismo borbónico, los esfuerzos por poner
reemplazo una providencia real que proclamaba "no tener facultades las doctrinas indígenas bajo una estrecha supervisión estatal generaron
ni jurisdicción los corregidores en las personas de los caciques".30 No profundas tensiones a lo largo de Hispanoamérica.~' Las luchas en tOr­
obstante, Lupa había sido el principal beneficiario de la intromisión no a los derechos parroquiales en la provincia de Chayanta fueron un
de los corregidores en las estructuras étnicas de gobierno, sabía muy capítulo de esta vasta confrontación en el nivel imperial.
bien que el establecimiento de rígidos mecanismos de supervisión La institución de la doctrina de indios constituyó uno de los nú­
sobre el manejo de los recursos agrarios comunales inexorablemerHe cleos fundamentales de gobierno y explotación colonial. Los curas
menoscabaría su autoridad . Y, como había temido, la misma concep­ eran, juntO a los corregidores, los principales símbolos de autoridad
ción ideológica que había servido para legitimar su ascenso al cacicazgo en los pueblos rurales. Pero, a diferencia de los últimos, los párrocos
de Pocoata, la supresión de "los vicios y desarreglos en que [los in­ y sus asistentes residían entre los indios, a menudo se podían comu­
dios) se hayan tan radicados", servía ahora para solicitar su deStitu ­ nicar con éstos en aymara o quechua y jugaban un rol esencial en las
ción. celebraciones religiosas comunales.Jl Por Otro lado , los excedentes
agrícolas y la mano de obra reclamados por el clero andino represen­
taban en conjunto una exrraordinaria carga económica. El salario de
" PACTOS lMl'Llcrros": CONSENSO y V10l.ENCIA los curas doctrineros provenía del sínodo real -una suma de dinero
EN LOS SEHV1 CIOS lNDfc ENAS A LA IGLESIA

\ 1 Véase. por ejemplo, Nanc)' Farriss, C'rown and Clerg)' in Colonial Mexico 1759­

Las contribuciones de las comunidades indígenas de Chayanra al c! ¡'; I O 1821: The Crisis 01 Ecclesif/Jtical Privilt'ge, Londres, A!rhone Press. 1968; David
dieron lugar a inrensos enfrenramientos duranre los primeros años J" Brading, CfJUrch and State in Bourbon Mexico: the Diocese olMichoacán, 1749- 18 JO,
Cambridge, Cambridge Univcrsjry Press, 1994; William Ta)'lor. Magistrates 01 the
la década de 1770. Los litigios alcanzaron una particular resonan Li Il
Sacred. f'riests and f'ariJhioncrs in t'ightel'nth-Cenmry Mexico, Slanford, Stanford
dehido a que abarcaron varios grupos érnicos y estuvieron imbricaJ m Universir)' I'rcss, 1996; David Cahill, "el/ras and Soc ial Conflicr in rhe Doctrinas of
con manifiestas disputas entre las más altas auroridades seculares y ed~ Cuzco, 1780-1814", en Joumal 01 Laún Americall Smdies, núm. 16, 1984.
siásticas en la región, la Audiencia y el Arzobispado de Charcas. M il ,l " Dado el parrón disperso de residencia de los campesinos andinos, no debemos
exagerar el control del clero sobre las familias indígenas. Por ejemplo, en referencia a
los pocoaras, Lupa explicó que muchos indios vivían amancebados y renían la cos­
2') Los pocoaras habían solicirado un ejemplar del decrcro al corregidor ~ n \\1 ' tumbre de "que las criaruras reciban el sac ramento del Baurismo 5010 cuando concu­
riel11brc de 1772 (M-~ I\. I.C:, 1776. 57, ff. 31-32). rren al Pueblo Capiral sus padres con ocasi ón de algunas flesras de enrre año, dejan­
JII ANII , Minas. r. 127, XXI I. 1773, 1161.
do el óleo hasra la edad de diez o doce a1105" (ANII, TI , 177 5, 11] , f. 3).
192 CONfLICTOS SOCIALES E INSURRECCIÓN ... COSTUMBRES y REGLAS : RACIONALIZACIÓN Y CONFLICTOS ... 19 3

extraída de los tributos indígenas que, en e! caso de Chayanta, para estandartes durante las procesiones-, mayordomos y priostes de am­
mediados de! siglo representaba alrededor del 40<Yo de la recaudación bos sexos y OtrOS puestOs menores. El cura recibía una cantidad fija
total- y de los derechos parroq uialcs por misas, bautismos, casamien­ de dinero por cada fiesta y una asignación también preestablecida de
toS )' emierros.~3 la mayor fueme de ingresos de las parroquias rura­ alimentos. A su vez, las comunidades asignaban indios para el servi­
les radicaba sin embargo en el complejo sistema de cargos y servido­ cio personal de los sacerdotes y para el mantenimiento de la Iglesia.
res personales vinculados al ciclo anual de festividades católicas. En las fiestas más importantes, los alféreces contribuían con más de
Durante el período colonial, la Iglesia fomemó en los pueblos ru­ 100 pesos así como con una abundante canasta de productOs
ral es un extenso régimen de fiestas de los samos patronos, Semana agropecuarios que eran donados con el nombre de ricuchicu. 'o, Es
Sama, Corpus Christi y Otros momentos del calendario litúrgico cris­ preciso destacar que el peso de estas contribuciones no descansaba
tiano. Un informe de finales del siglo XVIII indica que en la pro\'incia exclusivamente sobre los individuos puesto que para afrontarlas los
se realizaban 3'51 fiestas por año y que 899 trihutarios participaban indios recibían asignaciones especiales de tierras y ayudas laborales.>6
en éstas yen otroS servicios a los párrocos.\·i En torno a estas celebra­ Del mismo modo, estos cargos religiosos rotativos eran contabi liza­
ciones colectivas se erigió un elaborado sistema de cargos imegrado dos a cuenta de los turnos en la mita minera y, según vimos en la
por alféreces -quienes costeaban o "pasaban" las fiestas y portaban los sección anterior, conllevaban la exención del pago de tributO. \7 Cuando
se considera la interrelación de las fiestas religiosas con cuestiones de
" Para el caso de Chayanra, el sínodo d<: los curas es raha fijado cn 1.09.3 pesos tierra, tributo y mita, no so rprende que fueran los caciques (autori­
anuales. Debido al aumcnro de los padrones y al esrancamienro de los sínodos, para
1780 ese proccntaje bajó al 30% (los daros d<: 175 1 en ,.\(;N, XIII , 18-9-2; los dalaS de 1780
en 18-10-1, leg. 84). Chaya nra rcnía cararcc docrrinas: ""coara, Chayanta, Micani, ~\ En el valle de Carasi, el ricuchicu de Corpus incluía una vaca go rda, un cerdo,
Carasi, Aymaya, Panacachi-Parica, Moscari, Macha, San Marcos de Miraflorl's, San una borija de vino, una fanega de harina, una carga de papas, un peso de rorras, un
Pedro de Buena Visra , Moroll1oro, Sa caca, Acacio y I'iranwra-Arechaca-Caracara. El peso de pan, una docena de gallinas, 8 pesos con 2 reales que se daba al cura para
pueblo de Cha)'anta rcnía asignado un sínodo mayor que el resro: 1.600 pesos, pero especi ería, ace ire )' vinagre)' una caja de dul ces, dos fuenres dc chocachoca, dos
(:stt: se dividía en pan~s iguales enr re los curas de los heneflcios de laymi y Chayantaca fuentes de chuilo, dos fucnres de maíz pelado, un real de ají, un real d.: ajíes verdes,
(sínodos de curas en 1772-1 773 en ,\( ;N, XIII 2.3- 3- 1, cuaderno primero). No se cuenran un real de tOmares , un real de coles , un real de zapallirus, un real de huevos, una olla
los rribu ros descomado, para sínodos d~ los curas de Porosí, los cua l~s para 1780 de manteca y una libra de cera. Los alféreces de Corpus dehían ramhién ofrendar al
eran 978 pesos en el [Otal d~ la provincia. Sobre los ingre.,os de los cu ras de Chayal1la, cura una pierna y la lengua de la vaca que maraban para su consumo (ANI\, lC, 1772,
véasé Móni ca Adrián, "Los curaros ... ", J.rr.cir. , pp. 101-103. la información sobre 120,ff.I-3).
las regiones de Huancave!ica y Caranga muestra que los ingresos por sacramentos \(, Los curas de las docrrinas de Carasi )' Chayanraca explicaron que los alféreces
fueron mayores que: el sínodo (Scarlctr O ' l'hclan Godo)', Un siglo de rebeliol1fJ eran provistOS de mayor camidad de parcelas que lo habitual y que e ra costumbre
lIIUicoloniales, op. ,-ir., pp. 1.'B-134; David Cahi ll, "CurtL<and Social Conflict .. . ", que los O[[OS indios los ayudaran a sembra r y recoger lo s granos. Los alféreces encar­
arr. cir., p. 26 1). gados de pasar las flesras principales, sobre rodo aquellas en las que se contrihuía por
11 Archivo dc La Pa7., U M ~A , Intendencia Jusricia Año 1795 (agradezco a Tri stan encima de los 100 pesos, recibían mayores dotaciones de sembradíos y auxilios labo­
Plau por facilirarme sus noras sobre csre d oc umenro). Sohre conflictOs en tOrno a los rales (A ~ I\ , I.C, 1772 , 120, ff. 55 y 76-78).
derechos parroquiab y fles ras cn la provincia de Chayanra durante el siglo XVII I, 3' En la década de 1790, el inrendcnre de Potosf explicó que los indios servían
véase Mónica Adrián, "Reformas borbónicas ... ", arr. cir., e "ldenridad andina ... ", como alféreces "a cuenra de la mira" (C.ec ilia Cangiano, "C uras, caciques)' comuni­
ano cir.; Cecilia Cangian Q, "C:urJ.s, cJ.ciques y co munidad es .. . ", ano cir., E1izabl'lh dades ... ", an. cir., p. 30). El esrudio de Cangiano presenra ejemp los de es re sistema.
Pcnr)', Tramfom¡arions in fl/digenol/J A U tlJOrit)' .. ., op. cit.; pp. 219-267; Trisran I'bll , Uno de los curas d e la doctrina de Chayanra rambién señaló e.n 177 1 esre fenómeno
"·¡ ·h e Andean Soldiers of Chrisr", aH. cir. 1772 , 120, fr. 76-78).
(A NII, I.C,
COSTUMBRES Y REGIAS: RACIONALIZACION y CONFLICTOS. .. 195
194 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECClON ...

dades de puna en e! caso de las doctrinas de valle) quienes estuvieran la nueva legislación no sólo restringía los recursos monetarios y labo­
a cargo de la designación de alféreces y mayordomos. En 1770, por rales absorbidos por los curas, facilitando así las demandas fiscales de
ejemplo, las segundas personas de los grupos Pocoata, Macha y Laymi la Corona, sino que también reflejaba una profunda transformación
residentes en el valle de Carasi explicaron que "por costumbre que cultural en las acritudes hacia las formas de religiosidad popular. A lo
e!los tienen esperan la venida de sus gobernadores, que esta es regu­ largo de Hispanoamérica, los funcionarios estatales comenzaron a
larmente por San Juan [en junio], y cada gobernador juntándose con expresar para esta época una creciente hostilidad hacia las modalida­
su segunda y su gente elegían los alféreces que tocan a sus respectivos de.~ que los rituales católicos habían adoptado entre las clases subal­
aillos, de suerte que muchas veces ignora el cura quienes son los alfé­ ternas, en panicular hacia las danzas, las procesiones, las borrach.eras,
reces y solo llega a saberlo e! mismo día de la fiesta". ·lx La observancia las representaciones dramáticas y otras expresiones de "piedad barro­
de! ciclo d~ festivales católicos estaba por tanto sometida a las mismas ca" que la Iglesia había rradicionalmente tolerado, o más bien pro­
movido, tanro en las aldeas rurales como en el ámbiro urbano. 411
mediaciones institucionales propias del r¿gimen de gobierno indirec­
to que e! resto de las exacciones coloniales. Este complejo sisrema Como en el caso de Nueva España analizado por William Taylor, los
socioeconómico y ritual esruvo en el centro de las discordias entre los magistrados reales en los Andes esperaban que el arancel "eliminase la
ayllus norporosinos, el clero y los funcionarios esrarales. confusión de las cosrumbres" mediante la imposición de "reglas fijas y
Las dispuras sobre las contribuciones campesinas a la Iglesia gira­ obediencia a la ley sin interpretación".' I La promulgación de la lista de
ron en romo de la publicación de una nueva rarifa oficial de derechos derechos parroquiales, como uno de los minisrros de la Audiencia.
parroquiales. A fines de 1770, la Audiencia anunció la sanción de un de Charcas resumió, iba a posibilitar la "reforma de los abu.~os en algu­
nuevo arancel eclesiásrico válido para todas las docrrinas de indios nas doctrinas" ¡12 Al igual que en México, sin embargo, los resul(ados
del disrriro del arzobispado de Charcas. La rarifa esripulaba el coSto no se iban a ajustar a las expectativas. Los magistrados civiles y los
de cada sacramento, reducía de manera drástica las contribuciones de campesinos andinos muy pronto descubrirían que los curas doctrineros
Las fiesras a una rasa fija y única de 12 pesos y prohibía la exigencia de los
ricuchicus, a menos que se rratara de donaciones probadamente es­
th~ Sacred. op. cit., pp. 425-447; sobre los Andes. véase Scarlerr O'Phelan Godoy,
pontáneas y voluntarias. La hisroriografía ha considerado la publica­ "Algunas reflexiones sobre las Rcformas Borbónicas y las rebeliones del siglo XVIII",
ción de esre ripo de aranceles eclesiásricos en los Andes y Nueva Es­ en: Charles Walkcr (comp.) , Entre la retórica y la insurgencia: las Ideas y los 1n00J/mlen­
paña como uno de los pilares del programa borbónico de reafirma­ tos sociales en los Andes, Siglo XVI/I, Cuzco, Cenrro de ESlUdios BarlOlomé de las Ca­
sas, 1995, p . .314; sobre Chayanra, véase Mónica Adrián, "Reformas borbóni cas ... ",
ción del control del Esrado sobre las acrividades del clero.~~ En efecro, arr. cir., pp. 15-22.
·jn Juan Carlos Eslcnssoro Fuchs, "La plebe iluslrada: El pueblo en las fromeras de la
•• AN ll, Er:,17 72, 120, ff. 16-17. Sobre la parricipación d e los caciques de puna de
razón", en: Charles Walker (comp.), Entre ÚI retórica y ÚI Inmrr,mcia, op. cit. , pp. 43-45;
¡"'Ia cha en las do ctrinas de valfe de San Marcos de Miraflores y Surumi, véase lj-islan
Serge Gruzinski, Fhe Conquest ofMexleo. The IncQq>oration ofIndlan Socinln into the
Plall, "The Andean Soldiers of ChriSl", an. cir.; y ANIl, SCI, 1782, la. Véase lam­ Uí(stem World. 16th-18th Ci:ntllries, Londres, Polil)' Press. 1993, pp. 268-269.
bi én, Mónica Adrián, "Reformas borbónicas ... ", arr. cir., y Cecilia Cangiano, "Cu­ " WiUiam laylor, MagiJtram oftlu: Sacred, op. cit., p. 1.3.
ras, caciques y comunidades ... ", an. cir. La predominancia de los caciques sobre lo,
·j2 AUIO, del agenre fiscal d e la Audiencia Anlcsana, diciembre d e 1770, ANII, EC,
curas en la designación de pasames de f,eslas ha sido lambién no lada para las plovin ­
1772, 120, f. 31 . El arancel de 1770 lenía el objelivo de moderar y reemplazar dos
cias de la región de La Paz (SinclairThomson, \\íéAlone W'ili Rule, op. cit., pp. 51-63 previos aranceles promulgados en 1628 y 1653 (Sanramaria, Iglesia y economía cam­
y 262 -268). pesina, p. 9) .
\ '.1 Sobre el arancel de 1767 en Nueva España, véase William Taylor, Magistrates 01
196 CONFLK:TOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALl ZACION y CON FLICTOS. . 197

se negaban tenazmenre a reconocer la validez del nuevo marco norma­ oposición a hacer·lo. Pocos meses más tarde, también los indios del
tivo. Un conflicro surgido en la docrrina de Carasi -un distriro pueblo de puna de Macha se lamenrarían de que sus párrocos "po r
multiérnico donde los laymis, puracas, poco atas y machas poseían sus sólo una gallina que se les dejó d e conrribuir suspendieron el hacer
tierras de vaHe- es un claro ejemplo de este fenómeno. Duranre los una fi esfa" .~<I La razón de ello radica m el lugar de estas celeb raciones
meses previos a la sanción del arancel, los indios residenres en Carasi en la vida rirual de las comunidades. Como la hisroriografía ha de­
habían protestado repetidamenre conrra el momo de dinero, servicios mostrado, las festividades católicas se fueron constituyendo a lo largo
laborales y producros demandados por su cu ra , Dionisio Larrazábal, y de los siglos coloniales en un "refugio cultural de la religión andina":'s
habían exhibido una detallada lista de las cargas eco nómicas asociadas Estas expresiones de devoción cristiana estaban asociadas a cultos a
a cada una de las fiestas realizadas en esta doctrina. Duranre la celebra­ los antepasados, cerros protectores y deidades precolombinas, así corno
ción de la Purificación de Nuesrra Señora en febrero de 1771, la prime­ a batallas riruales y otras manifestaciones reli giosas nativas."(, Del
ra fi esta tras la sanción del arancel, cuando las comunidades se rehusa­ mismo modo, la cancelación de la fiesta despojaba a los alféreces (ya
ron a enrregar las conrribuciones acosrumbradas, el as istenre de la comunidad que representaban y que los solventaba) de su rol en el
Larrazábal com pclió a los alféreces a pagar los habituales 117 pesos ritual. Los alféreces de Macha y Pocoata de la docrrin a de Carasi se
bajo la amenaza de embargar sus chacras. Ordenó asimismo qu e sus lamentaron así d e que, en venganLa por su supuesto d esacato, el te­
respectivos caciques los castigaran: "sin admitirnos razón alguna que niente de cura "por si sólo pasó a hacer la tiesta, sin permitir que
documenrada COI1 el mismo arancel alegamos". Por el comrario, la ex­ ninguno de los al.féreces sacásemos el estandarte" Y Sabemos que el
hibición de la nueva tarifa, según afirman, "sólo sirvió para irritar la estandarte continúa siendo en la actualidad uno de los principales
atención del párroco [oo.] constituyéndonos siemprl:: deudores y ha­
ciéndonos cargo dI:: los referidos cienro diecisi ete pesos" .41 H Asencio Achu, Pac ual Llave y SanlOS Álvarez a la Audi encia, e nero de 1772,
Las cargas económicas de la Iglesia no fuero n d único morivo de ANIl, I'C, 1772, 120.
conHicro; orra represalia adoptada por el cura de Carasi pone en evi­ a
" Olinda Celestino y Alben M eyers, LrTS cofradías en Pmí... , op. cit., p. 90.
, 1, Sob re la celebración de las Pascuas en el pueblo de puna de Espíritu Sanro de
dencia una dimensión igualmenre imporranre de aquél. Tamo el pá­
Chaya ma , cf capítulo 1. Para un tesrimonio del arzo bispo de C harcas, Josep h Amo­
rroco como los indios coincidieron en señalar qUI::, como los alféreces
nio de Sa n Albeno, sobre los rituales llevad os a cabo duranre la ~Jes ta de Todos los
sólo habían ofrecido 12 pesos, el tenierue de cura h abía decidido Samos a flncs del siglo XVII I, véase Rose ¡" \ari e Buechler, The ¡vlinin! Sociery o/Porosi,
cancelar la celebración de la fiesta de la Purificació n. Si la confronra­ 1776-1810. Syracuse, Syracuse Universiry Press, 198 1, p. 2 15. V ~;¡SC también , Tri st:l n
cicín hubiese girado exclusivamenre en romo a las e.xaccio nes mate­ Plau, "ThcAndean Soldiers ofC hrisr", 3rL CiL , p. 144 . Para aná li sis etnográfico., de
flesps en el sur a ndin o, véase Thomas Abcrcrombic, "'lo Be Indi an , ro Ik Bo!ivian :
riales, esta medida hubiera debido ser percibida como un alivio. Los
'Ethnic' and ' National ' Disco urses of ldemir)''', en: G reg Urban y Joe! Sherzc r
sacerdot.es, por supuesro, sabían que éste no era el caso. De hecho , los (comps.), Naúon-SrflteS anel [nelians in Laún America., Texas, Univcrs ir)' of Texas,
indios que habitaban este valle se habían movili'zado a la ciudad de La 199 1, pp. 109- 111 ; Roger Rasnake, Domillatlon (md Resistance, op. cit., pp. 165­
Plata no sólo para protestar que su C\'Ha les exigía las sumas acosrum­ 229; Diego Pacheco lhlan-¿a y Edgard Guerrero l'eÍlaranda, Jvlachas, tinkipayas y
bradas, sino también que la fiesta había sido suspendida debido a su yampara... , op. cir., [JI" 113-1 49 ; Trisran Plalr, "Conciencia and ina y conciencia
prol eraria. Qhuyaruna y a)'llu t:n el norre de Porosí". " n NIS LA , núm. 2, 198 .~, pp. 50­
62; Olivia Harris, Tú ¡l1ake rhe 1:.'arth Bea/" Frtúr... , op. cit., pp. 180- 219.
." Pascual Choque y Diego Carabajal a la Audiencia, abril de 177 1, ANIl, Fe, ·17 Pascual Choque y Di ego Carabajal a la Audi encia, abr il de 177 1, I\N I\, U : •

1772,120. 1772 ,120.


198 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECc:r()N ...
COSTUMBRES Y REGLAS : RACIONALIZACIÓN Y CONfUCfOS ... 199
objcros de atcncJOn ritual duranre las fiestas celebradas en el sur
traraba sólo de la posición de los párrocos rurales: el promotOr fiscal
andino."H En síntesis, la respuesta de las comunidades indígenas a la
del arzobispado de Charcas sostuvO que las contribuciones de fiesras
inrervención estatal en las práCticas religiosas fue tan selectiva como
quedaban como voluntarias en tanro las comunidades no se negaran
su respuesta a la regulación de las aCtividades de los caciques y las
a satisfacerlas. Volunrarias quizá, pero no "tan voluntarias"; como los
costumbres tributarias: rechazaron los cosros económicos de las fies­
ingresos por fiestas eran irreemplazables, no se podía admirir que "esta
tas pero de ningún modo las fiestas mismas. Invirtiendo los argu­
con tribución sea tan voluntaria que se deje al arbi trio de los feligreses
mentos del clero, los indios consideraban que era su derecho partici­
su oblación quienes poco necesitan para negarse a tOda conrribución
par en los festivales católicos y una obligación de los párrocos el ob­
con total perjuicio de sus alivios espirituales".';1I
servarlos. De ahí que el rechazo de reducir las abusivas contribuciones
¿Cómo una conrribución podía ser a la ve'l voluntaria y compulsiva?
asociadas a las fiestas contuviera tanra violencia como el no permitir
Para los funcionarios eclesiásticos, las limosnas durante las fiestas eran
su celebración.
un derecho consuetudinario, "buenas cosrumbres", de modo que si las
Los nuevos esquemas normativos pudieron haber procurado im­
cargas no eran consentidas en el presente, de todas maneras debían ser
poner "reglas fijas" y obediencia a la ley "sin interpretación", pero los
observadas, puesto que lo habían sido alguna vez en el pasado. Lo que
magistrados eclesiásticos hicieron su propia lectura del arancel. Ha­
imporraba era el presunto libre albedrío de los muerros, no el explícito
cia mediados de 1771, el corregidor informó que, tras la publicación
libre albedrío de los vivos. "Si en algún lugar hubiese por costumbre
de los aranceles, todos los curas de la provincia "enrendiendo por la
ofrecer en las fiestas señaladas ofrenda cierra y se que}asen de ella sus
cosrumbre que en ellos se manda guardar, en cuanro a las oblaciones
y I imos.nas que hacen los feligreses en las fiestas que celebran, la de
78). [n conrraste, los indígenas pidieron a la Audiencia que no se pusiera al corregi­
compelerlos a que las hagan, lo ejecutan así"."') Cienamenre, no se dor a cargo de la publicación del arancel "I)(>r considerar que no ha de ejecutar nada"
(¡'bid., f. 81). Como veremos más adela me, Ursain qui colaboró activamenre con el
,. Dc acuerdo con el <:swdio de Roger Rasnake sobré los yuras, los principales cura de A)'maya Dionisio Canés, uno de los principales blancos de las protestas
cven[()~ ri(Uales se n:mran en el estandarte, el cual e:\ po nado junIO con la imagen campesinas. No parece que los caciques, a difcTcm:ia de varios alféreces y mayordo­
dd sanro al que se. dedica la celebración por las parejas que ofician de alféreces. El mos, hayan tenido UIla activa parti ci pación en las protestas. Con la excepción de
est'lI1dane ocupa el mismo lugar simbólico que el bastón de mando en las ltestas Florencio Lupa, y más indirectamenre de Manuel Ninavia (Chullpa) y Alejandro
auspiciadas por las auroridades émicas (Domination and ReJi.rtance, op. cit., pp. 158­ Yavira (Caracba), no son mencionauos por los indios o los curas como los instigadores
159). de los disturbios. Es inreresanre el hecbo de que micnrras Lupa sí estaba aliado con el
"" El corregidor de Chayanra al fi scal Acevedo, 1771, ANII, EC, 1772 , 120. Es corregidor y manre nÍa una larga e ¡nrema rivalidad con su cura (cf. capítulo 11),
preciso norar que la competencia por los recursos)' d poder entre los caciques y Ninavia y Yavira fueron removidos de sus cargo por el corregidor para esta época. En
corregidores, por un hldo, y los curas y los miembros de las cofradías, por el otro, no el capítulo v veremos que estas mismas quejas conrra el clero resurgirían en el con­
parece. explicar los conflicros con el clero en Chayanra. A pesar de las disputas q Ut! se texro de la insurrección de 1780, un momenro en el cual el poder de cac iques como
estaban desarrollando en ese momcnro emre el arzobispado de Charcas y los corrcgi­ l.upa y de los corregidores babía desaparecido por complero. lvlás tarde, duranre las
d()rt.~ respecw del repano de mercancías (Scarlen O' Pbclan Godoy, Un .ligio de rebe­ discusiones sobre el cstablecimienro de una nueva mita en la década de 1790, los
liones anticololliales, op. cit" p. 1(8), ni d arzobispo ni los curas rurales se quejaron indios de la provincia volverlan a expresar su dcsconwnro con las cargas monetarias
acerca de la conduCIa del corregidor Ca rlos de Hercfía o de su sucesor, el justicia asociadas a las fiestas católicas, aun cuando recha/.aron el proyecro estatal de reem­
mayor Nicolás Ursainqui. Incluso uno de los sacerdotes que estaban siendo acusados plazar los servicios al clero por un incremenro en sus obligaciones laborales en la
por los indios solicitó que se consultase a Ursainqui acerca de lo alborotados que se mita (Cecilia Cangiano, "Curas, caciques y comunidades ... n, ano cit., pp. 31-.'33).
SI' Informe del promoror fiscal dd Ar7.0bispado, abril de 1771, ANI\, Ee,
cnconrraban los indi tls de su dourina en ese momenw (,\NIl, I'C, 1772, 120, ff. 76­
1772, 120.
CONFLICTOS SO CIALES E INSURRECCIÓN. COSTUMBRES Y REGLAS : RACIONALIZACION y CONFLICTOS . .. 2 01
200

vecinos no queriéndola usar -citaba Larrazábal-, pueda el obispo o del sistema de gobierno español. l.os magistrados ecbiásricos no sólo
prelado constreñirlos de oficio a que guarden aquellas buenas costum­ rechazaron la intromisión de las autoridades seculares en los asuntos
bres sin embargo de ser las obligaciones por su naturaleza voluntarias." pasrorales, también condenaron la intervención de los tribunales su­
Precisamente estO había sucedido en Carasi, donde "maliciosamente se periores en disputas locales. De manera análoga a los corregidores y
ha pretendido inmutar la costumbre loable de la limosna en las fiestas caciques que afrontaban protesras colectivas, el clero entendía que la
(como lo es la de la PurifIcación de Nuestra Senora)". Al tratarse de mediación de las instituciones judiciales terminaría inexorablemente
una contribución inmemorial, "de ningún modo se puede contemplar por menoscabar el poder de las autoridades rurales. En esre sentido,
por voluntaria ni menos introducida por perjudicial, corruptela () abu­ la decisión del arzobispo de casrigar públicamenre a los indios que
so". ~I El arancel, en suma, no se limitaba a permitirla observancia de las habían impulsado los reclamos representaba más que una reacción
costumbres; lo exigía. Los supuestos orígenes históricos de los ricuchicus colltra el n:galismo borbónico: expresaba la oposición a un modelo
y las cargas parroquiales les conferían la firmeza de un contratO más general de dominación colonial. Como explicó el fisca'l del arzobis­
bien que la discrecionalidad de una oblación. pado, los indios querellantes no eran sino "tumultantes y rebeldes", y
Así pues, en mayo de 1771, el arzobispo Pedro Miguel de Argan­ los azotes públicos "se había[nJ tomado como remedio para que con
doña promulgó un decreto estableciendo que, hasta que el rey fijara su ejemplo se aquierasen los demás que siguiendo sus huellas ocupan
una fuente de ingresos alternativo para el mantenimiento de las igle­ la atención de estos tribunales superiores". 11 Castigar a los alzados era
sias parroquiales, la costumbre de las contribuciones de las fiestas indispensable, añadió el cura de Carasi,
"tiene fuerza de ley y les obliga a los feligreses aunque sean Indios".
Por OtrO lado, como se había informado que el territorio se encontra­ [p]ues de lo contrario , vejando a sus párrocos, moviéndoles inquietudes
en los uibunaks, JI conceptltando que son suj etos defoci/ contienda los curas,
ba "revuelto por los influjos que son notorios" y era imperioso tomar
y ellos [los indios! foerza ventajosa, perecerd su autoridad)' tras ella titubea
una medida ejemplar que "sosiegi,!e .la inquietud de los ánimos de los
la fe de los indios, cuyos quicios solo se han mantenido fijos en el recono­
indios", ordenó que los alféreces y mayordomos de Macha y Pocoara
cimiento)' obediencia a sus padres espirituales, como no se les esconde a
residentes en el valle de Carasi "contribuyan ante Nos [en la ciudad
los Señores Minisuos de Vuesrra Alteza que lienen sondeadas las índoles
de La PIara] la lilllosn3 que por costumbre mandada guardar yobser­ )' talemos de los indios. "
var se ha dado en la Fiesta de Nuestra Senora de la Purificación de la
Iglesia de Carasi". Más aún, el arzobispo dispuso que "se les dará a Esta interpreración del significado del nuevo arancel y de sus mecanis­
cada uno doce azores en la puerra de la notaría para cortar así de raíz mos de implementación dio lugar a agudos enfrentamientos entre los
los influjos y también los alborotOs que han producido hasta aquí". 'i2 magistrados civiles y eclesiá.qicos. En abril de 1771, en visra de la con­
Las discrepancias en el seno de las elites coloniales acerca de la ducta del cura de Carasi durante la fiesta de Nuestra Señora de la Purifi­
naturaleza de los derechos parroq uiales se correspondieron con una cación, la Audiencia de Charcas envió una carta al aíLObispado condc-
confrontación ideológic3 más amplia respectO del funcionamiento

H Informe del promotor fis cal del Arlobispado, Bernardino de la Parra, 15 de

" Larraúbal al arzobispo, abril de 177 1, "NII, I.C, 1772, 120.


julio de 177 LI\NII, EC, 1772, 120.
'1 Larrazábal a la Audiencia, junio de 177 1, ANIl, EC, 1772, 120. El destacado es
" Auto del arl.Obispo Pedro Miguel d" Argandoña, mayo de 177I, .~ NI\ , EC , 1772,

nuestro.
120.
202 CONfLICTOS SOCIALES E INSURRECCIÓN ...
COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALlZACI()N y CONI'LICTOS... 203
nando el incumplimiento de la nueva legislación. El tribunal enfatizó
que los derechos de las misas quedaban claramente establecidos y que se de 1771, la Audiencia declaró formalmente que la sentencia contra los
prohibían los ricuchicus. "sin que el color de coscumbre" pudiera [Ornar­ machas y pocoatas carecía de validez puesto que el arzobispo se había
los obligawrios. El puntO clave radicaba en que el arancel permitía. pero extralimitado en su jurisdicción al imponer un castigo sin previa consulta
bajo ningún pumo de vista compelía. a los pasantes de las fles[as a dar las con los ministros del tribunal.'7 En el clima de confrontación promovido
acostumbradas contribuciones. Éstas debían ser enteramente espontá­ por el reformismo borbónico, un castigo ejemplar a los indios se tornó
neas y "de ningún modo la que observaban con este título, siendo la más en una censura pública a la más alta autoridad eclesiástica en el ,AJto Perú.
perjudicial corruptela o abuso de compeler a los suso dichos a las referi­ La aspiración de suprimir la interpretación arbitraria de la ley del funcio­
das oblaciones o limosnas".'') El arzobispo debía expedir una providencia namiento de la administración colonial derivó en una lucha abierta sobre
que se publicaría junto con el arancel puntualiz.ando que las limosnas el significado de las nuevas ordenanz.as.
eran voluntarias, y desde entonces quedaba prohibido exigirlas bajo pre­ Cualquiera fuera la lectura com.:ua del arancel, los curas rurales
tex[O alguno. Con respec[O a la decisión del arzobispo Argandoña de no carecían de razón respecto de las consecuencias prácticas de la
castigar públicamente a los indios de Cara.~i, el fiscal de la Audiencia disensión dentro del Estado. Para mediados de 1771, las protestas
sostuvo que se trataba de una "notable irregularidad, violencia, tra.~gresión habían desbordado los límites del valle dl.: Carasi: los indios de los
o inobservancia de los trámites y estaciones regulares prevenidas por de­ grupos Aymaya y Jukumani (doctrina de Aymaya), Chayanraca (doc­
recho". Contradecía asimismo la finalidad misma de la nueva legislación trina de Chayanta) y Macha, todos residentes en la puna, también se
porque si se toleraba que los indios fueran obligados a continuar con el trasladaron a la ci udad de La Plata para informar sobre la sis[l.:mática
pago de dinero y productos con el argumento de que se trataba de cos­ oposición de los curas a reconocer la validez de la nueva lis[a de dere­
tumbres, "esto sería /o mismo que no haberse reformado cosa alguna en di­ chos parroquiales. Así, los jukumanis viajaroll a la ciudad a cornicn­
chos aranceles'. El fiscal observó cáusticamente que el mantenimiento de '-Os de ese año para obtener una copia del arancel y regresaron poco
las parroquias no justificaba las exorbitantes contribuciones exigidas por más tarde lamentándose porque, cuando le presentaron el documen­
los curas y que, en cualquier caso, las Iglesias debían estar arregladas de to a su párroco,. Dionisio Cortés, éste se negó a obedecerlo, encarceló
acuerdo con la condición de los feligreses "sin gastar pompas fantásticas y azotó en el pueblo de Aymaya a los promotores del reclamo y, "en la
que no quiere ni recibe Dios con perjuicio de terceros".<;(, En noviembre cobranza de diezmos, veintenas y alcabalas [pidió] a los individuos
que manejan estos cargos nos irroguen cuanto perjuicio pudieren". <;H
;' Informe del agente fiscal de la Audiencia Antesana, abril del 1771. ANIl. EC. En junio de 1771 más de veintl.: indios, esta Vez de ambos grupos del
1772, 120. pueblo, solicitaron a la Audil.:ncia que se hiciera cumplir el arancel y
'" El fiscal de la Audiencia observó que los indios a que les tocaba el turno estaban advirtieron que no regresarían a Aymaya hasta llue su cura fuera de­
obligados a pagar 117 pesos, "los que con los demás gastos de sus funciones y de los
puesto. Cortés, un párroco particularmt.:nte poderoso, no sería remo­
ricllchicus, que aunque se han mandado que han de ser voluntarios los darán para
complacer a sus curas, ascenderán a más d e doscientos pesos". "[Los indios queda­ vido de su cargo. Pero, como veremos enseguida, sus actividades eco­
ban] en total destiwción, cuya razón y fundamento aun cuando se ptobara alguna
costumbre en el particular na bastante para su derogación. por lo que de ningún
modo se debe admitir para compeler en su virtud a los parroquianos a dar dichas " Auto de la Audiencia , noviembre de 177 1. ANII, EC, 17 72, 120.
Limosnas sino solo para recibirlas cuando voluntariamente y de buena gana las den." " Xavier Bello, Pablo Chocata, Manuel Choca la , Juan Guanca y Diego Chipana
Informe del fiscal Acevedo, mayo d e 177 1, ANII, EC:, 1772, 120. (principab de Jukumani), y Matheo Choque, Manuel Case ra. Lea nd ro SanlOs, Juli:ín
Usuruguaguani y Josef SanlOs (Aymaya) a la Audiencia . . \1' 11. TI. 1778,48.
20 4 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZACION y CONFLlCTOS... 205

n<Ímicas y pastorales suscitarían muchas y más violentas protestas en definido el arzobispo, "tiene fuerza de ley y les obliga a los feligreses
los meses y años por venir. aunque sean Indios". Así, el mencionado cura de la doctrina de
Los chayamacas, por su parte, en mayo de 177 1 habían comegui­ Chayanta, Francisco Paredes, ~e lamentó sobre sus feligreses: "ro da lo
do que el mismo vicario y provisor general del arzobispado, Gregorio reducen a desacatos, se hacen quc no los entienden y dicen que les
de 01a50, les permitiera pagar por una copia del arancel. Sin embar­ leemos y les damos a entcnder otras cosas de las que allí están pucs­
go, cuando regresaron al pueblo de puna de Espíriru Santo de tas" .('{) La negativa a aceptar que el anuncio del cura se correspondiera
Chayanta, el CUTa Francisco Paredes denegó ~u publicación. Se limitó con el contenido del arancel no obedecía sin embargo a un problema
a leer sólo parte de aquél durante un único domingo y persistió en los de comprensión. Poco después de este incidente, ocho indios de la
mismos "excesos de fiestas)' demás derechos sólo con el dtulo de doctrina de Paredes exhibieron ame la Audiencia una lista completa
antigua cosrumbre". Al igual que los jukumanis y aymayas, varios de los derechos por fiestas exigidos por su párroco, los cuales no se
indios volvieron a la ciudad a mediados de afio con el fin de denun­ ajustaban en absoluto a la nueva tarifa. Insistieron en que se romaran
ciar la conducta del párroco, esta vez ante el fiscal de la Audiencia. medidas para que el nuevo arancel fuera publicado en la plaza dd
Para evitar nuevas dilaciones, el fisc::¡] del tribunal remitió un oficio a pueblo de Chayanta y "en los lugares más públicos" de modo de ga­
Paredes advirtiéndole que se ajustara al arancel. Aun asf, para la época rantizar su observancia y "desterrar la corruptela de las fiestas en que
de la fiesta de Santa Rosa a fines de agosto, cuando Lino de los alfére­ recibimos tanto perjuicio".ú, Esta misma lucha sobre el control dd
ces solicitó al cura que moderase sus exigencias (las contribuciones significado de la normativa se puede apreciar en el siguiente rclaro de
acostumbradas comprendían el pago de 92 pesos , el ricuchicu y OtrOS dos indios principales del ayllu Majapicha del grupo Macha (el ayllu
servicios), Pared es se rehusó a considerar la petición, "antes si des­ al que pertenecía el futuro líder de la sublevación de 1780, -iomás
pués de haberLe dado al alférez varios golpes rigurosos profiriendo Katari) :
que de nada servía dicho arancel": Como el alférez sólo pudo entre­
gar 34 pesos, "[quedó ) de fiador de lo restante nuestro cacique, quien habiendo ranro años eStado oprimidos y obligados por los curas dC' aque­
por complacer a nuesu{) cura aún nos precisó a que exhibiésemos el lla Docrrina a pagar excesivos derechos y obvenciones, con la noricia de
la nueva formación de Aranceles ocurrimos a la Real Protección para que
Oinero"y Los chayantacas retornaron luego a La Plata para prote~tar
en esta corre se no diera un ranro de ellos y para que se publicaran en
una vez más contra su cura.
dho. nueStro pueblo [... ) [pero) cuando esperábamos rener algún alivio
Aunque la vasta mayoría de los indios no hablaba castellano, siglos
medianre dicha Publicación de Arancc.les hemos experimenrado del pre­
de dominación colonial les habían enseñado a encontrar formas de senre coadjuror Don LOfl:nzo Morales mayor rigor no sólo en el exceso
verificar d contenido de los textos legales. Las comunidad es andinas que nos obliga a pagar obvenciones sino rambién el malrratamicnro que
simplemente se rehusaron a reconocer lo que el clero quería que re­ nos da casrigándonos por lo más leve con azores y palos [... ] De modo
conocieran: que la nueva legislación no había introducido camb io al­ que en el día nos hallamos más apensionados por dho. coadjutor de lo
guno en las tradicionales prácticas y que la costumbre, como había

'" Francisco Paredes a la Audi encia , noviembre de 177 1, ,\NII, I', e, 1772, 120.
(,1 Sanws Cherquene, Barrolomé Torrcjon, Joseph Lope, Ignacio Inga, Miguel
") Santos Cherc¡uenc, Banolomé Tllrrejon, Joscph Lope, Igancio Inga, Miguel
Guia, Gaspar Pisgua, Cruz l'isgua y Sehastián Mica a la Audi encia, sep tiembre de Guía, Gaspar Pisgua, Cruz Pisgua y Scbasrián Mica a la Audiencia, sep tiemb re de
177\, ANIl, EC, 1772,120. 177 \, ANII, EC, 1772, 120.
COST UMBRES Y REGLAS: RACIONALlZACION y CON FLI CTOS. .. 20 7
206 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION .. .
ción de la Iglesi a sob re la repentina suspensión de un decrero que
que ames estábamos, respecto de haber puesto y fijado en la Iglesia un Aran­
había sido aprobado por la Aud iencia y el arzobispado (y anunciado
cel muy distinto del verdadero y nuevamente formado, pues no hay pobre
que pueda elHerrarse de balde, ni hay fiesta que baje de cien pesos entre de manera pública) , el cura de Macha argumentó que la difusión del
Alféreces y Mayordomos, Ricuchicusy orras pensiones con que nos obli­ arancel provocaría "daños irreparables" puesto que permitiría que se
gan, con las que llegan muchas fiestas unas a cielHo y cincuenta, otras a afianzara la noción de que las contribuciones a la Iglesia eran injus­
doscientos y orras a más de doscienros pesos, pues sólo por probar la sal tas. Se seguiría entonces la resistencia masiva de los indios, "pues ro­
de las comidas con que los alférez precisamente han de obsequiar a los dos saben la inclinaci ó n de éstos a inquierar la paz y a sacudirse de
curas se paga a la cocinera cuatro pesos sin que esta tenga o tra pensión ni cualquiera sujeción o pensión por jusra que sea, mucho más cuando ya
más rrabajo que el cargo dho.(,2 han aprendido que es injusta, como lo ha demostrado la expel'iencia".(')
Se podría deci r que el morivo por el cual la divulgación de la nueva
En visra de la creciente agiración social, los curas de la provincia soli­ regulaci ón creó la percepción de injusricia radi ca en que hizo explíci­
citaron colectivamente a Argando¡'ía que se aboliera de plano la nue­ to lo que hasta enconces había permanecido implíciro j forzó a la Igle­
va legislación. Con el objero de poner fin a los reclamos indígenas, el sia a debatir públicamence, en el ámbiro de las insrituciones colonia­
arzohispado decidió entonces suspender la entrega de ejemplares del les así como en su interacción con los indios en las aldeas rurales, las
arancel, pese a que ya había sido difundido en varios pueblos de la bases coercitivas de su poder. Esras disputas son un a ilusrración de un
provincia. De esre modo , cuando a comienws de octubre de 1771 fenómeno que Pierre Bourdieu ha definido como "eufemización" de
varios indios de la docrrina d e puna de M acha reclamaron a nombre las relaciones sociales, un proceso por el cual la rransferencia fon,ada
de su comunidad, como lo habían hecho Otros grupos antes, una de recursos entre diferences grupos aparece como un acro de genero­
copia de la rarifa, su pedido fue denegado.('l Todavía en enero de sidad. En sociedades donde la apropiación de excedentes no está
1772 varios machas se encontraban en la ciudad esperando por un med iada po r formas direcras de violenci a o por inrercambios mer­
ejemplar (recalcaron en esa oporturlidad que si en el pasado "solo una cantiles, un "filrro normativo" posibilira transformar los modos de
gallina que Se les dejó de contribuir suspendieron el hacer una fies­ exploración económica en contribuciones voluncarias.(,{' En el caso de los
ta . .. con mayor razó n será en materia de incereses y dinero especial­ servicios indígenas al clero, el efecro simbóli co de este proceso ideo­
mence ahora que nos amenaza la flesra de San Sebasrián para cuya lógico está focal izado en el significado de rérminos tales como "cari­
celebridad esrán nombrados siete alféreces con la pensión de cada dad", "donaciones" u "oblaciones". La metódica secuencia ritual du­
uno treinta y cinco pesos fuera de los cargos de rícuchicu y demás ranre las fiesras indica que no se rrataba de un fenómeno meramente
obsequios''). (,4 La intransigencia del clero no hacía sino reflejar los discursivo: los indígenas hacían una clara d iscriminación entre el pago
generalizados temores respecto d e las repercusiones políricas de la de m isas y orras exacciones obligarorias, por un lado, y las "lim osnas"
divulgación de la lista de derechos parroquiales. Resumiendo la posi­ de alféreces y m ayo rdomos, por orro. Se dijo entonces que "esta li­

ó ~ Juan de la Cruz Paredes al arzobispo, noviembre de 1771, ,'Nll, I': C:, 1772 . 120.
(,~ To más Chinrari }' Mc::lchor l'ucari a la Audiencia, mano de 1772, ANII, '11 , El desra cado es nuesrro.
1772, 194. El desracado es nueStro.
66 Pierre Bo urdi eu, Outline of a Theory of Practice, Cambridge, Cambridge
'd Juan Cali a la Audiencia, ocrubre de 177 1. AN II, EC, 1772, 120. Universiry Press, 1977. Véase ¡ambién James Sco n , Weapom ofrhe Weak. Everyday
(oí Ascncio Achu, Pacual Llave y Samas Álvarcz a la Audi cncia, enero de 1772,
Forms ofPeasanr Resisrance, New H aven, Yale Universiry Press, 1985, pp. 306-307.
ANII, 'I"C, 1772, 120.
208 CONFLICTOS SOCLALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZACION y CONFLICTOS.. 209

mosna gue así excede de los derechos parroquiales, conociendo que bajo protesta: en el mismo decreto dejaba constancia de que tOdos los
no es para el cura sino para la Iglesia lo significan muy bien con el curas de Chayanta habían pedido su revocación y que la junta sinodal
modo y es que en la víspera de la fiesta traen a la casa del cura sólo los había determinado que se siguiera con la costumbre de las contribu­
doce pesos que saben que le pertenecen, y al día siguiente para entrar ciones de fiestas. m Aun así, el hecho de que los magistrados eclesiásti­
a la fiesta, pidiendo de mi misma casa un palangana, llevan la limos­ cos hubieran sido compelidos a retractarse públicamente en una cues­
na a la Iglesia y allí en la misa al tiempo del ofertorio la ofrecen"y tión de semejante trascendencia económica y política nos da una pauta
Como no podía ser de otra manera, a medida que las comunida­ de las profundas ramificaciones del regalismo borbónico. El mismo
des andinas se opusieron a continuar satisfaciendo las cantidades acos­ 22 de enero, en referencia a la entrega a los machas de un ejemplar de
tumbradas de bienes y servicios a los curas doctrineros (y sostuvieron la lista de derechos parroquiales, la Audiencia de Charcas libró una
esta oposición con actOs concretOs de resistencia), aquellas "dádivas" provisión para que e! cura de! pueblo la publicara de inmediatO y se
y "contribuciones" comenzaron a aparecer como actividades mera­ abstuvieran de inf1igir castigo alguno a los indios. El protector gene­
mente compulsivas. Conforme la representación de las relaciones so­ ral de naturales y el fiscal de la Audiencia pidieron que se comunicara
ciales se trasmutaron de "voluntarias" a "no tan voluntarias" (para a los párrocos que, en caso de que tuvieran algo que alegar respecto
citar una vez más las palabras del cura de Carasi), lo que antes era del arancel, recurrieran a esta corte "como a juez únicamente compe­
reconocido como justo y aceptable empezó a ser "aprendido" como tente en la materia".71J El tribunal no se limitó a ordenar al arzobispo
"injusto" e intolerable. De ahí que la revocación del arancel fuera que exigiera el cumplimiento riguroso de la nueva tarifa: remitió una
esencial para los párrocos rurales: como explicó uno de los curas de la circular a todos los corregidores del AltO Perú para que vigilaran el
provincia, la nueva legislación atentaba "contra un derecho adquiri­ comportamiento de los sacerdotes.
do por los curas y contra el pacto que hay implícitamente celebrado El desenlace de este conflicto es sin duda un eco de tendencias más
entre éstos y los feligreses por el que aquellos se obligan a administrar generales hacia la restricción de la inmunidad eclesiástica y la expan­
los Santos Sacramentos y darles el pasto espiritual, y éstos a suminis­ sión del control del Estado sobre tOdas las esferas de la vida social.
trarles la congrua sustentación que necesitan".GH En manos de las co­ Pero también pone en evidencia la capacidad de los campesinos
munidades indígenas, la regulación estatal se había convenido en un norpotosinos para organizar cuestionamientos colectivos a las elites
arma dirigida a reconsiderar aquel pacto implícito. rurales. Como los curas habían advertido, los miembros de las comu­
Las nuevas concepciones de racionalización que imbuían las polí­ nidades demostraron una notable tenacidad para aprovechar la di­
ticas de los funcionarios reales contribuyeron de manera decisiva a sensión interna dentro de la administración colonial, para usar los
este resultado. Debido a la presión de los ministros de la Audiencia y nuevos marcos normativos con e! propósitO de abolir los aspectOs
de los indígenas mismos, el 22 enero de 1772 el arzobispo Pedro abusivos de las tradicionales cargas coloniales sin desechar por ello
Miguel de Argadoña se vio forzado a promulgar un decreto autori­ los aspectos valiosos y consensuales de las costumbres. Aunque es
zando de nuevo la entrega de copias del arancel. Ciertamente, lo hizo posible que los emprendimientos contra los derechos parroquiales

1772, 120, f 55.


(,7 ANB, I'C:, 6" AutO del arzobispo Pedro Miguel de Argandona, enero de 1772, I\NII, 1,:<: 1772,
úSJuan de la Cruz Paredes al arzobispo, noviembre de 1771, ANIl, EC, 1772, 120. 120.
El destacado es nuestro. 70 AUlO de la Audiencia, enero de 1772, ANIl, FC, 1772, 120.
210 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION ...
COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZACION y CONFLICTOS ... 211
hayan tenido limitados efectos en la práctica, es indudable que con­
tribuyeron a cuestionar el lugar de uno de los principales grupos de los campesinos no parecieron dispuestOs a renunciar aun en este con­
poder coloniales en el mundo andino. texto : el cura de Aymaya se vio precisado a devolverles su ejemplar
La suene del cura de la doctrina de Aymaya, Dionisio Conés, nos del arancel. Acaso Otro aspecto clave del acuerdo, no mencionado
ofrece un notable ejemplo de las derivaciones de este proceso. Como por el religioso, emerge cuando se miran los registros tributarios de la
hemos mencionado, a mediados de 1771 este párroco había confis­ provincia: en los recibos correspondientes a 1773, Domingo Bello
cado a los aymayas y jukumanis (los dos grupos que componían su aparece como el nuevo cacique de ]ukumani.?4
docrrina) una copia del arancel que habían obtenido en La Plata, Cualquiera fuera la combinación de intimidación y compromisos
había hecho azotar a la vista de todos a los cabecillas y había lanzado m utuoS detrás de estas negociaciones, unos años más tarde Conés
contra los indios a los cobradores de los die;:zmos y veintenas. Refle­ volvería a ser el objeto de una protesta colectiva aún más am biciosa.
jando tal vez su posición de poder dentro de la sociedad rural, había Entre 1776 y 1778, las comunidades de Aymaya denunciaron que su
logrado que el arzobispo lo exonerara formalmente traS dos investi­ párroco no sólo continuaba contraviniendo el arancel sino que ade­
gaciones sumarias sobre su conducta. En abril de 1772, un presbítero más había instituido dos nuevas fiestas, Dolores y Ánimas, con un
que estuvo a cargo de una de estas pesq uisas pregonó a los indios en costO de 70 pesos para sus respectivos alféreces. Más aún, los indios
la plaza del pueblo de Aymaya: "manifestándose en otra ocasión se­ pusieron esta vez al descubierto un conjunto de actividades eCOnómi­
mejantes imposturas falsas y ajenas de tOda verdad se les impondrá cas y punitivas que el sacerdOte llevaba a cabo en su doctrina. Sostu­
las penas que hubiere en derecho". 71 Sin embargo, los indios no iban vieron, por ejemplo, que Cortés obligaba a sus feligreses a contraer
a ser fácilmente disuadidos. Liderados por Bartolomé y Domingo matrimonio por la fuerza e infligía severos castigos físicos y formas de
Bello, numerosos jukumaois se trasladaron una vez más a la ciudad humillación pública, tales como rapar!¡:s el cabello, a ljuienes s¡: rehu­
de La Plata para denunciar que su párroco continuaba rehusándose a saran a hacerlo. 7 ) Aunque esta política pudo haber perseguido bene­
fijar la lista de derechos parroquiale.s en lugares públicos y, con unas ficios materiales (la recaudación de los derechos por casamientos), es
pocas excepciones, no había hecho rebaja alguna. 72 Lo que sucedió posible que estuviera dirigida a reprimir la extendida costumbre del
entonces en La Plata ilustra la complejidad de las relaciones de subor­ sirvignacuy u otras prácticas matrimoniales andinas.7(, Los indígenas
dinación durante esta época. Se dijo que los indios, Cortés y el vica­ se lamentaron porque aq uellos que aceptaban casars¡: para poner fin
rio general del arzobispado se reunieron en la residencia de este últi­ a las persecuciones "por lo regular viven mala vida, ausentándose los
mo. Según el testimonio de un religioso, los primeros aceptaron dis­ maridos".77 Un indio que había servido como alcalde de Aymaya en
culparse ante el sacerdote por presentar falsas acusaciones y fueron 1775 relató que Cortés lo había mantenido arrestado con grillos en su
advenidos de que "coo motivo de los temores, influjos y demás cir­ casa durante dos meses bajo el cargo de estar amancebado)' pro­
cunstancia..~ que expresan, no promuevan temerarias demandas y ca­ creando hijos con una mujer que no era su legítima esposa; la última
lumnia..<; como las que han ejecutado".73 Sin embargo, hubo algo que fue tildada por el cura como "co nsentidora alcahueta" por aceptar

7·, ¡leN, XIII, 23-3- l. El Glcique amerior de Jukumani se llamaba Leonardo Umacaya.
: 1 ANIl. 1778,48, fr. 56-57.

T I, El cacique de Aymaya cominuó siendo Pedro GaJJego.


n ¡bid. , f. 51.
7\ ANI\, TI, 1778,48, fr. 15-16 Y 21-22.

" ¡bid., f. 54.


7(. Sobre el sirvignacuy, véase Ward Sravig, The \'(Iorld o(Túpac Amaro, op. cit., p. 38.
77 ANI\, TI, 1778,48, ff. 21-22.
212 CONFLICTOS SOCW-ES E INSURRECCION .. COSTUMIlRES y REGLAS : RACIONALll~<\CION y CONFLICTOS.. . 213

pasivamenre esta situación. 7M También un vecino español del pueblo nos juntamos mucha gente y me dijo la persona de Domingo Bello
de Aymaya observó sobre Conés: "aplica paternos y moderados azo­ que fuésemos influyendo a todos para que fuesen a la ciudad de La
tes a rodos aguellos gue no quieren separarse de las ilícitas amista­ Plata contra el Sr. Cura y que s<: guitase los servicios y fiestas de dos
des'?) El párroco, por OtIO lado, poseía una despensa en el pueblo, Santo.~ [Ánimas y Doloresl que estaban agregadas y Otros rabusos]
donde los campesinos eran forzados a comprar "géneros de pulpería", más que habló dicha persona de Domingo Bello y influyéndolo per­
ropa de la tierra y otros productos; prestaba dinero a sus feligreses; sonalmente a todos yendo a sus casas a que fuesen".M2
mantenía alrededor de cuarenta mulas para llevar a cabo sus comer­ Una nueva reunión de este tipo tuVO lugar más tard<: en unos mo­
cios y ocupaba numerosos indios en distintos SlTvicios personales sin jones llamados Quinsa CruzY Los lugares donde estos encuentros se
retribución alguna. Varios jukumanis relataron que Conés tenía "dos d<:s:mollaron son <:l1 sí mismos significativos. Los est udios etnográficos
separadas cárceles privadas" (una para hombres y otra para mujeres) mu<:stran que las chullpas y los mojones tienen una gran trascenden­
"en lo inrerior de su casa parroquial". Aquellos que se atrasaban en La cia simbólica <:n la sociedad andina puesto gue son los sitios donde se
cancelación de las deudas o se atrevían a oponers<: a sus preceptos tratan asuntos vinculados a la autoridad émica y a la memoria e iden­
podían ser arrestados, azotados, <:mbargados, desterrados dd pueblo tidad grupal. ~~
o, como en el caso de un indio que había servido como segunda Pese a la intensidad de la rnovilizaci6n campesina, los reclamos no
persona de Jukumani, removido de su cargo. Los indios argum<:nra­ prosperarían en lo inmediato. El párroco contaba con la firme com­
ron, plausiblemente, que el cura podía llevar a cabo todas estas activi­ plicidad del corregidor Ursainqui y los vecinos mesti,.os y criollos del
dad<:s debido a su estrecha vinculación con el corregidor provincial pueblo. Pudo asimismo aprovechar las divisiones dentro de la comu­
Nicolás Ursainqui. Ho nidad y lograr d apoyo de los caciques de Aymaya y Jukumani, Josef
En d curso de estos años, aymayas y jukumanis (enrre ellos Do­ Roque y Pedro Gallego, los alcaldes indígenas y algunos indios del
mingo Bello, qui<:n se idenrificó como "cacique pasado") regresaron común. Los riesgos que acarreaba desafiar su autoridad no eran me­
varias veces a La Pla[a, en una o-ca's ión en un contingente de más de nores. Los Bello y Otros cabecillas fueron senrenciados a prisión. Se
quince indios.xl Los mecanismos de movilización colectiva son <:vo­ dijo que a un indio gue había protestado ante la Audiencia porgue el
cados en un testimonio del cacique de Jukumani que había reempla­ cura había casado a su hija por la fuerza, "como lo tiene por costllm­
zado a Domingo Bello, Josef Roque. Este recordó: "estando en el br<:", y luego le había propinado cincuenta azotes por haberse rehusa­
mojón de Orcapata cerca de una chullpa [tumba de los anrepasados] do a hacerlo, "lo sacaron por la calle con la más ignominiosa afrenta
mandando al citado Indio Matheo Chogue dijese en alta voz en to­
das la esquinas de calles y Plaza Pública, las palabras siguientes: Yo
78 ANII, TI, 1778, 48, fr. 1-2. La supuesta concubina de este indio murió mientras
se enconrraba cn prisión (ibid. . ff. 25-27). El indio presentó en la Audiencia los
Matheo Choque, Indio que de sonso y folso pleiteante fui a quejarme
grillos usados por el cura. Para una discusión de la poliginia cn la provincia de Chayanta contra el cura, me pego yo mismo estos azotes para que con mi ejemplo
en el siglo XVII, véase Enrique 1; tndeter, "TeóricamcIHc auscnres, teóricamenre solas.
Mujeres y hogares en los Andes coloniales (Sacaca y Acasio en 1614)", en Andes. .2 /bid, f. 70.
Anrropología e Historia, 1997, pp. 11-25. /bid. , f. 80.
.1 .'
7') ¡\ NII, '11,1778,48, ff. 73-74 .
" Sobre chullpas y mojones, véase Thomas Abercrombie. f'athl/Jay.r ojlvfemury and
,ro /bid., ff. 21-22.
f'ower, op. cit., pp. 181-182 Y 288-289; Rogc r Rasnake, Dominatioll and Resistance, .
'l /bid. , ff. 15-27
op. cit., pp. 250-259.
COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALlZACION y CONfLlCrOS ... 215
214 CONFLICTOS SOCIALES F IN ~URRECCION ..
de Moscari Florencio Lupa- puso a los pocoatas frente a un extraor­
ninguno se atreva a poner Pleito al cura ni al corregidor y el que así lo dinario desafío: mientras los corregidores solían nombrar arbitraria­
hiciese se verá como me veo afi'emado ': X~ mente auroridades comunales, era la primera vez que se imponía una
Dionisia Canés pudo sobrellevar una vez más las protestas en su persona ajena a la comunidad y que un cacique ocupaba al mismo
contra. Pero Lan pronro como cambió el contexro político, también tiempo el cacicazgo de varios grupos émicos. Los pocoatas se vieron
cambió su suene. Pocos años después, durante la sublevación general así despojados del control de una institución clave en la pervivencia
de la provincia, cuando las tensiones entre los indios y la Iglesia ljue de aquellas "costumbres tan arraigadas" que regían la distribución de
acabamos de examinar hicieran eclosión, el cura de Aymaya se COntó las obligaciones y los recursos económicos entre los miembros de los
entre los blancos de la violencia co lectiva. En 178 1, durante la cele­ ayllus, así como de una prerrogativa política básica que los pueblos
bración del primer domingo de Cuaresma, aprovechando los genera­ nativos, en tanto miembros de la República de Indios, habían con­
lizados ataques ljue estaban en ese momento teniendo lugar a lo largo servado desde los tiempos de la conquista: el derecho de aurogobierno.
de la regi6n contra el clero y las elites rurales, un numeroso grupo de Pero si estas medidas de disciplinamiemo social amenazaron la fá­
aymayas y jukumanis, entre ellos varios miembros de la familia de los brica misma de la comunidad andina, otra faceta del absolutismo
Bello, irrumpieron en la residencia de Canés y lo mataron a golpes. borbónico, la lucha contra la defraudación fiscal, tendría efecros muy
"Cu ra ladrán, que por tu causa estarnos desnudos", profirieron varios distintos. Los esfuerzos de la Corona por maximizar las rentas colo­
indios antes del ataljuc. Se dijo también ljue, siguiendo instrucciones niales se habían manifestado en la provincia de Chayanta a través de
d e Dámaso Katari, uno de los Bello había exclamado que "el matar la mencionada revisita general ordenada por el virrey del Perú a fines
los curas no era pecado".~(' Cuando se considera la hisroria de con­ de la década de 1760. R7 Se trataba del primer censo, desde 1731, ljue
frontación entre las comunidades indígenas y su párroco, no es difícil no se encargaba a un corregidor sino a un vecino de La Plata, Pedro
imaginar que tos aymayas y jukumanis pudieron encontrar motivos Pereira de Castro, quien no tenía intereses económicos u ocupaba
para creerlo. cargo alguno en la provincia. Los resultados de esta medida fueron
extraordinarios. Los primeros tres padrones realizados por Pereira de
Castro, correspondientes a los nueves grupos émicos penenecientes a
EL DERECHO DE AUTONOMÍA ETN1CJ\ y LA LÓGlC.A DEL E.STAOO TRllllJlARJO
los repartimientos de Chayanta, Aymaya y Panacachi, registraron
1.019 nuevos tributarios, un aumento del 68,65 por cienro con res­
La agitación social en la provincia de Chayanra durante los años ljue pecto a los padrones vigenres. Este drástico incremenro no hizo sino
precedieron allcvanramiento general indígena se centrÓ en el pueblo confirmar los generalizados resljuemores respecro de las negativas
de Pocoata. Las facetas más disruptivas de las políticas borbón icas, el consecuencias fiscales de la expansión del repano forzoso de mercan­
ataque a las prácticas consuerudi narias andinas}' a las formas tradi­ cías llevado a cabo por los corregidores. aH También contribuy6 a ello
cionales de gobierno com una!, afectaron a los ayllus de Pocoata con
panicular intensidad. La designa ció n de un caciljue foráneo -el jefe " Por ejemplo, con el fin incrementar la recaudación tributaria, el visitador general
Antoni o de Areche extendió en 17791a obligació n de pagar trihurm a mCSti20S, cholos
y zambos (David Cahill, "laxonomy of a Colonial'Riot' ... ", arto cit. , pp. 265-2(7).
,< ANIl, TI, 1778,4 8, ff. 15-16. Matheo Choque había estado involucrado en los " Javier"lord Nicolini. '"El corregidor de indios ... ", artocir.; NfreJo Moreno Cehrián,
conflictOs de 177 1-1772. El JestacaJo es nuestro. El Corregidorde Indios... , op. cit.; Sranlt:y Stcin, "BureaUCral)' and Busim:ss in rhe Spanish
"', .\eN, IX , Criminales, leg. 18, exp. 3, ff. 140- 141. El destacaJo es nuestro.
2JG CON FLI CroS SOCIALES F. INSU RRECCION .. COST UMBRES Y REGLAS : RAClONALIZAClON y CON FLICTOS .. . 217

que los corregidores y caciques repudiaran la revisita y, en los años contingentes de miembros de los dil:Z ayllus de ambas parcialidades de
subsiguientes, impidietan su continuación mediante apelaciones ju­ Anansaya y Urinsaya viajaron en repetidas oportunidades a La Plata,
diciales y abiertas demostraciones de hostilidad a la presen cia de Pereira inundando la Audiencia con peti[()rios contta Florencio Lupa. Las quejas
de Castro en la provincia .H'! abarcaban un amplio espectro de problemáticas. Primero y principal,
¿Podría el Estado colonial fijar la magnitud dl: la carga fiscal sin el los pocoatas impugnaron los fundamentos mismos detrás dd proyecto
consenso de las autoridades provinciales? Cuestiones de este tipo pro­ de conformar un cacicazgo multiétnico , una instancia de poder que
moverían, poco más tard e, la abolición d e los repartos de mercancías, sirviera como mediadora entre múltiples comunidades y el Estado: re­
la eliminació n del cargo de corregidor y el establecimiento del siste­ calcaron una y otra vez que la no perrenencia de Lupa a Pocoata lo
m a de imendencias , un régimen administrativo creado en Francia privaba de toda legitimidad. Además de su origen étnico, las políticas
con el fin de subordinar a las oligarquías regionales a la monarquía del cacique despertaron fu erte oposición. Los indios condenaron, entre
absolutista. El impacto de esta cuestión e n la relación entre los ayllus otras prácticas, el nombramiento de mesrizos pertenecientes al entorno
andinos y los grupos de pod er rurales no fue menos significativo. En de Lupa en todos los niveles del sistema comunal de autOridad (alcal­
la primera sección planteamos que frente a la creciente pres ión fiscal des, hilacatas, Cte.), la imposición de nuevos servicios laborales tales
los caciq ues denunciaron las costumbres andinas y los corregidores como el trabajo colectivo en predios que el cacique había separado para
justificaron la deposición de los caciques. Veremos aho ra que, a se­ su propio bl:neficio, su favoritismo hacia ciertos ayllus en las disputas
mejal17.a de lo ocurrido con la regulación de los derechos parroquiales, endémicas sobre linderos dentro del grupo y la transgres ión de los cri­
los campesinos norpotosinos (los pocoaras, primero, los machas y tl:rios andinos de asignación de las obligaciones tributarias. La magni­
otras comunidades vecinas, luego) montarían una vigorosa defensa tud del movimiento de protesta hizo que ni el cacique ni el corregidor
de sus prácticas sociales)' sus valores políticos medianre la manipula­ pudieran hacer nada para impedir los permanentes traslados colectivos
ción de las contradicciones entre los inrereses imperiales y las institu­ a la Audiencia. La tenacidad de estas apelaciones legales ll evó induso a
ciones locales de gobierno. que Lupa intentara intimidar a los indios en las mismas calles de La
A mediados de la década de 1770, los indios de Pocoata pusieron en Plata: "porque él nos dijo con bastante satisfacción -informaron los
marcha un prolongado proceso de movilización para recuperar su au­ pocoatas- que también en esta ciudad habían roll os, prisiones y otros
tonomía étnica.?1l Entre agosto de 1775 y febrero de 1776, nutridos castigos y que él nos despacharía amarrados sobre una mula aparl:jada
hasta nUl:stro pueblo". ~ 1
Empire. I 7 59- I 804: Failure of a Bourbo n Reform in Mexico and Peru". en Hisponic
American Historical Review, (6 I: 1) 1981. pp. 2-28; Kennclh Andrien, "·nle Noticias
Semtos tÚ América and rhe Conslrucrion ofa Governing Ideology for lhe Spanish American
contra Florencia Lupa (habían ya prol~~.lado en 1772 co ntra su nombramienro)
Empirc", en Colmzial LatinAmerical1 Rt:view, (7:2) 1998 , pp. 175- I92.
poco d c'S pu és Je la violellla revuella de los indios de Condocondo cO lllra sus caci­
H"Sobre la rcvisira de Percira de Casrro, véase MilI, TI, 1776,77; AMI, TI, 1779,76:
ques, los Lbn'luipacha, en 1774. Indi os dc eSla co munidad residían en varias áreas
1785, 144; Y .~(;N, IX, Inlerior, Ieg. 4, exp. 7.
ANII, H:,
de la provincia de Chayallla. Pocos aÍlos Jespués, en I 780, la liberació n de los in dios
"" Un Jerallado aná li sis de eSle proce so puede verse en : Elizahclh l'enry,
acusados de ajusliciar a los L1anquipacha s~ría una d e las demandas de Tomás Karari
Tra mformatiol15 In Indlgenflll5 A1(Ihority. .. , op. e/t., pp. 2H6-309; Y Sergio Se rulnikov.
y los indios alzados de Macha. Un examen de Co nd oco ndo pUede verse en Elizaberh
PetHflllt PolitiC5 rllld Colonial Domillation: Social Conflicts ond Insurgenq in Northern
l'enry, Tronsfornuulom in Illdiy,ellol/S AlIthoriry... , of. cit., pp. 21-146.
POIOJi, 1730-/781, resis de doc(()raJo, Nueva York , Seale Univt:rsiry of N ew York y
" Pedro CJ.ypa, Fran cisco Ancona, Pedro BanCJ. y Ascncio La rvJ. J. la Audiencia,
SlOny Brook, I 998, cap. 6. Debe norarse que los pocoalas relOma ron sus proteSlas
15 de diciembre de 1775, AN II , EC, 1776,57.
COSTUMBRES Y REGLAS : RACIONALIZACION y CONFLICTOS... 2 19
2 18 CON¡:LICTOS SOCIALES E INSURRECCION .. .
agota la paciencia de todos los individuos y sube más de punro cuan­
La primera confrontación abierta entre las comunidades yel co­ do reconOCen que d patrocinio de todas estas iniquidades dimanan
rregidor Nicolás Ursainqui ocurrió a fines de agosto de 1775, duran­
dd cxpresado Lupa". Su gobierno, concluyeron, había ocasionado
te la reunión anual real inda en el pueblo de Pocoata para celebrar la
que "se llenasen de papeles los tribunales, tales son las continuas que­
flesra de San Bartolomé y el despacho de los mitayos de la provincia
jas de sus excesos, violencias y malignante naturaleza que destruye
a PotosÍ. En el curso de este importante evento, los pocoatas le comu­
cuanto se le pone delante".94 Los pocoatas describieron en detalle los
nicaron al corregidor una providencia favorable que habían obtenido
castigos que sufrían los mitayos que sc rchusaban a pagar los tributos
en la Audiencia ordenando la remoción de las autoridades mestizas
al regreso de Potosí, los indios que se negaban a se r de,';ignados
designadas por Lupa. Según la versión de los indios, "se hallaba el
coLquerunas y, en general, aquellos que se atrevían a oponerse a sus
común en gran expectativa prometiéndose su cumplimiento, para
políti cas o tenían aspiracioncs al cacicazgo. Como evidencia de ello,
cuyo efecto se habían congregado a exponer sus padecimic ntos". Es­
exhibieron ante la Audien cia uno d e los grillos usados por el caci­
tas expectativas, sin embargo, se verían defraudadas. Al recibir el que, ~ S (Sólo seis meses después. fueron indios de Aymaya los que
peritorio, Ursainqui procedió a '"la ocultación e inobediencia de la
enrregaron a los ministros de la Audiencia los grillos usados por su
citada superior providencia con conocida colusión del corregidor y cura, Dionisio Conés, para amedrentar a sus feligreses.)
caciquc".')2 En represalia por las reiteradas protestas, los cabecillas del
Con el fin dc rcprimir las protestas colectivas, Lupa implementó
movimiento fueron azotados y puestos en el rollo.
Otros mecanismos más indirectos de intimidación. Varios indios rdata­
Lejos de escarmentarlos, el castigo público a los campesinos alza­
ron que había influido al caciql'lc de Laymi y Puraca, Marcos Soro,
dos desencadenó una renovada ola de reclamos. Liderados por Pedro
para que invadiera cienos terrenos de los pocoatas que lindaban con los
Caypa y Francisco Ancona , indios de las parcialidades de Urinsaya y
dc aquellas comunidades. Se di jo que el cacique de Laymi arrojó una
Anansaya respectivamente, numerosos pocoatas convergieron en La
tropa de vacas, burros, mulas y carneros de la tierra en sus semenreras.
Plata para e;.¡igir que la Audiencia dispusiera por fin la remoción de
Los animales derribaron los cercos construidos por los pocoatas y arrui­
Lupa. En uno de los petitorios, el cacique fue descrito como "un
naron sus coscchas de veinte cargas de papas y dos ollas dc maíz. Un
orgulloso y perrubardor del sosiego común que a fuerza de sus arrifi­
campesino que intentó defender sus sernbradíos fue ferozmente azota­
cios ha echo nugatorias las muchas providencias que contra él se han
do por Marcos Soro, ame la impasibilidad de Lupa.')(, Este episodio
librado a consecuencia de las continuas quejas a que ha dado mérito
ponía en evidencia la complicidad entre los do.~ caciques de la provincia
su desarreglo e impiedad '?~ Los indígenas expresaron con toda clari ­
cuya jurisdicción había sido extendida a comunidades vecinas; represen­
dad las consecuencias políticas que aparejaría la permanencia de los
taba, asimismo, la más flagr~nte violación de la conducta esperada de
hilacatas y alcaldes mestizos designados por Lupa. Se dijo , por ejem­
una autOridad émica: la alianza con Otro cacique para invadir ticrras de
plo, que los "dichos mestizos y Mulato de calidades bastardas opues­
su propio pueblo. No es de extrañar que pocos años después, durante la
tas al miserable Indio [atropellaban ] continuamente al común C011
sublevación gcncral, ambos caciques corrieran similar suerte.
vejámcnes tan afrentosos y con improperios tan inusitados que se

'JI AN II, EC, 1776, 12 , f. 39.

n Pedro Caypa, Francisco Ancona, Pedro Banca y Asencio Larva a la Audiencia, ~\ ANII, EC, 1776, 57, f. 26.

15 de diciembre de 1775, ANII, I.C, 1776, 57, f. 3. 'J{, ¡birl., ff. 38-39.
:J I ¡bid
220 CONrLlCTOS SOCIALES E INSURRECCION .. COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALlZACrON y CONFLICTOS... 221

Es interesante advenir, del mimo modo, que las duras dispuras de V.S. la perniciosa conducta con que se maneja; porque de eLLo es cierto
Lupa con los curas de Moscari no se rrasladaron a Pocoara. Ante la que desde su ingreso no se conoce eL sosiego, ni creo se reconocerá hasta su
necesidad de apoyo, su acritud fue aquí muy diferente. Se dijo que el remoción, cuya verdad prueban fas cominuas quejas.')~
cacique acordó con los párrocos movilizar la mano de obra indígena En abril de 1776, cuando un juez comisionado por la Audiencia
para reparar la Iglesia del pueblo. Los pocoaras, narura,l menre, inten­ -un vecino de La PIara llamado Ramón Sanz de Escudero- se i nsraló
raron evirar que su rrabajo fuera manIpulado con esre fln: sostuvie­ en Chayanta para invesrigar las múlriples acusaciones contra el caci­
ron ante la Audiencia "que no ha de permirir [esro) la benignidad de que, el escenario del conflicro se trasladó a las aldeas rurales. Comen­
V.S., pues en caso de que sea precisa y necesaria dicha refacción de la zando con un reclamo colecrivo a principios de mayo en el pueblo de
Santa Iglesia, esramos pronros rodos los indios de la comunidad a Pocoara durante la celebración de la flesra de la Cruz, la principal
hacerla concurriendo con nuesrras personas y COrtás facultades".')"] congregación de la comunidad ames de ¡la migración a los valles para
Sinrerizando la visión de los indios respecto a las políricas de Lupa, la cosecha de granos, inregrantes de diferentes ayllus denunciaron
un miembro del ayllu Chanca observó: anre Sanz de Escudero las prácricas de Lupa y demandaron su remo­
ción. 11I1I Para esra época, el propio cacique debió reconocer el fracaso
que es ciertO que el nominado gobernador les impone que vayan a la de las políricas de conuol social que habían jusriflcado su designa­
misa a confesarse y a la doctrina. Pero que también es cierro que hay ción. Admirió que desde su ingreso en el gobi erno de Pocoara había
otros indios que puedan ser Gobernadores y que no cobren estos nuevos sufrido "la obsrinada oposición de sus habirantes" y debido tolerar
impuestos y los dejen en las costumbres anteriores a que esrán hechos que "le hayan negado ignominiosamenre la debida obediencia a su
[... ] A,imisl11o es eonstante que todos los indios están descontentos con empico ... a fln de volverlos a su antiguo libertinaje"; las inquietudes
la conducta de eSte gobernador, pues ya no [ienen ningún descanso los
"arrecian cada día más y más al paso que el influjo de los principales
servicios de la Iglesia porque les cobra d [ribu[O .~~
mal contentos ariza con más viveza los d ispuestos ánimos del Pue­
blo". Insrigados por sus cabecillas, los indios habían dado una osren­
Los innumerables recursos que contra [Lupa] se han hecho -resu­
sible muesrra de su "nororia inobediencia", derribaron el principal
mieron dos indios de Anansaya- habrán impuesro a la integridad de
emblema de la auroridad de Lupa y de las políricas de disciplina­
')7 masAyra. Pedro Carpa. Juan Herrera. Pedro ~'faman i. ManueJ Yavíra. Manuel
miento social que encarnaba: "quiraron el Rollo de la Plaza". 1111 En
Tupuri. Santos Phelipe. Andrés Lisacay y Andrés Pacara a la Audiencia. noviembre efecro, el arribo de un funcionario independiente del corregidor y el
de 1775. AN II. 1:<:. 1776.5 7. fI 21-22.
'" ANlI. TI. 1779. 195. ff 66-67. Nótese que las protestas contra el estams tributa­ 9')AgUStÍn Compata y Santos Mamani a la Audiencia. diciembre de 1775. AN Il.
rio de los pasantes de fiestas no estaban necesariamente asociadas a protestas contra I:C: . 1776.57. El destacado es nuestro.
la Iglesia (los indios no estaban demandando aquí una disminución en los derechos U", Véase la acruación de Escudero en t\NII. F,C: . 1776. 57 Y A~II. TI. 1779. 195.
eclc.\iástieos sino la exención tributaria de quienes e.,taban a cargo de prestar servi­ Sobre la fiesta de la Cruz. véase Trislan Plan. "Liberalism and Ethnocidc... ". arto
cios religiosos). Como hemos mostrado arriba. tanto los caciques como los indíge­ cit.. pp. 14-15.
!las aludieron a esta cuestión en el contexto de disputas más amplias sobre las cos­ 1111 ¡\ N II. Fe. 1776. 57. f. 53. Recordemos que los pocoatas habían rcmarcado que

rumhres tributarias andinas. DuranIe este pe.ríodo. los poeoatas presentaron detalla­ el jefe de Moscari había erigido rollos en los pueblos de I'ocoata. Chayala y Carasi
das listas de personas que eran ahora fOrLadas a pagar tributos. las cuales inclu ían a para asegurar que sus órdenes fueran cumplidas (AN II, TI. 1779. 1<)'5). Sobre el
los pasantes de fiestas junto con los mitayos. hombres solteros. etcétera (AN II. Ee . simbolismo del rollo como emblel1la de la autOridad colonial en el mundo andino.
1776. 57. ff. 57-59 ) véase Nicholas Robins. Genocide and Millennialisnz .. .. op. cit.. pp. 175-176.
222 CONI'UCTOS SOCIALES E INSURRECCI()N.
COSTUMBRES Y REGU\S , RAC10NAUZACION y CONfU CTOS ... 2 2.~
cacique pareció terminar dl: consolidar la oposición a Lupa. Mientras
recorría la provincia, el enviado dl: la Audiencia recihió una extraor­ reconocerían más la autoridad de Lupa. Argumentaron que era con­
dinaria cantidad de petitorios individuales y grupales. El contenido siderado un "verdugo y perjudicial" y que ya habían denunciado ante
de las quejas muestra la radicalización política del movimiento de la Audiencia sus "innumerables hechos y delitos graves" . Exigieron
proresta. Pero lo que no es mencionado en los [estimonios de estos enronces el inmediato nombramiento de un indio de Pocoata en su
hechos (y sin embargo los hace inteligibles) es el contexto social de reemplazo, amenazando al corregidor: "que no por falta de atender a
los reclamos, la complera desarticulación de las relaciones de sujeci6n las Leyes de Justicia permita nos perdamos [y que] no queremos por
que posibilitó que los pocoaras siguieran los pasos de Sanz de Escu­ ninguna de las maneras entregar o cumplir con los referidos Reales
TributOs a dho. Lupa". 104
dero a través de 135 punas y los valles de Chayanta. El cacique mismo
alertó al juez comisionado respecto de los peligros que acarreaba no A pesar de esre osrensible estado de conmoción social (solamente
concluir con su misión expeditivamente. Su presencia, advirtió, " [cau­ duranre la pesquisa formal realizada por Sanz de Escudero la primera
sa] mayor alboroto en los indios capitulantes, pues estos han tenido semana de julio de 1776 , cuarenta y seis indios dieron su testimo­
tiempo para salir con grande alborozo por todas las estancias a impo­ nio), no se tOmó ninguna medida para destituir al cacique. El éxito
ner a los indios de que V.M . viene a entender en la rebaja de tributos de los cuestionamientOs a los grupos de poder locales no sólo depen­
con otros excesos". 1112 día del grado de descontentO social y movilización colectiva sino tam­
Lupa no aclaró a qué se refería con esta "rebaja de los rributos". bién de la capacidad de los campesinos para conseguir apoyo dentro
Pero es indudable que los indios repudiaban la normalización de las de la administración colonial. Los pocoata.~ descubrüían entonces
prácticas tributarias andinas, tal como se expresó en innumerables que, en contraposición a los abusos de poder del cacique, sus ataques
quejas contra la exigencia de las tasas a los mitayos, los pasantes de las a las costumbres indígenas ü su origen étnico, eran las mencionadas
fiesras religiosas y los varones adultos pertenecientes a la misma uni­ tensiones en torno a la recaudación tributaria entre los funcionarios
dad domésrica.I <I.l Lo que repudiaban, en definitiva, era continuar regionales y provinciales lo que les posibilitafÍa obtener este respaldo.
entregando los tributos al cacique foráneo. La firme decisiól1 de po­ A fines de agosto de 1776, hacia la época en la que las comunida­
ner fin a esra siruación fue reafirmada primero ante Sanz de Escudero des norporosinas entregaban una de las dos cuotas anuales de tributo,
y luego ante el mismo corregidor de la provincia. El 26 de junio, dos los pocoatas adoptaron una estrategia sin precedentes en la provincia:
d ías después de la fi esta de San Juan, numerosos indios de los ayllus con el afán de probar la malversación tributaria, se dirigieron en masa
Hilata, Sulcavi y Capac (Urinsaya), y Callana, Pisaca, Chacaya y a PotOsí para entregar el dinero direcramente a los oficiales de la real
Carigua (Anansaya) anunciaron a Nicolás Ursainqui en el valle de hacienda. La serie de eventos que condujeron a esra decisión dejaron
Carasi, donde se encontraban para la cosecha de trigo y maíz, que no escasos restimonios, pero consrituyeron sin duda un punro de in­
flexión en los modos como las relaciones de dominación colonial en
la provincia iban a ser ejercidas (y percibidas) desde ese momento
" " AN I\ , I'.c:, 1776, 57, ff 62-63 . hasra el estallido de la rebelión general cuatro años más tarde. A tra­
'''' Un indio dd ayllu Chanca sostuvo, por ejemplo, "que desviado de toda ra'7.ón, vés de referencias posteriores sabemos que los pocoaras habían viaja­
justicia y costumbre [Lupa 1 ha cobrado el rcal Tributo a los servicios de la Igles ia, a do a la Audiencia a mediados de agosto para lograr la designación de
los Alferez, Mayordomos, Pri os tes y solteros" (Silvestre Calani ante Escudero, 11 de
jul'io de 1776, ¡\ N II, TI, 1779, 195) .
1M ANIl, EC, 1776,57, ff 97-98.
224 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCI6N .. COSTUMBRES Y REGLA.S; RACIONALIZACI6N y CONFLICTOS.. 225

los líderes de! movimiento (Pedro Caypa, de la parcialidad Urinsaya, cuando el dho. Jusricia Mayor procuró con modos sagaces apaciguar esre
y Francisco Ancona, de Anansaya) como cobradores de trihutos. lOS morín. no lo consiguió respecro de haberse incrementado en tan superla­
Como los indios habían advertido en junio al corregidor en el valle [ivo grado el asunto que, pisando con vilipendio y grande escándalo la real
de Carasi, ambos líderes llevaron a cabo la recaudación de las tasas y jurisdicción, caminaron las cabezas de motín con más de quinientos indio; a
la Vi/la de Potosí llevándose camigo los tributos que de aut()ridad propia
la elección de los mitayos. Tamhién amenazaron a Lupa en caso de
tenían cobrados. y en las reales cajas los enreraron diminutivamenre con
que fuera a las estancias para hacer la cobrama. De hecho, e! cacique
un padrón ideado dd espíriru que los animaba,'!lx
de Moscari no sólo se ahstuvo de recorrer los lugares de residencia de
los pocoatas, sino que evitó asistir a la tradicional reunión anual de las
En efectO, alrededor de quinientos indios de Pocoata (junto con in­
comunidades de la provincia en los pueblos de Pocoata y Macha a
dios de Panacachi, el Otro pueblo que había sido puesto bajo el go­
fines de agosto, donde se entregaban los trihuros y se despachahan los
bierno de Lupa en 1771) viajaron a Potosí con el dinero de las tasas,
mitayos. El cacique relató luego que "[suhió] tan de puma el insolen­
Si hien varias comunidades de la provincia r.:n el pasado habían exhi­
te ánimo de éstos que seriamente consintieron quitarme la vida en
bido listas de trihutarios, era la primera vez que los indios descono­
caso de que pasase a hacer la dicha recaudación, y también al Justicia
cían de plano la jurisJ,iccióI1 dd corregidor y entregaban los tributos
Mayor Don Nicolás Ursainqui siempre que proveyese de remedio". 111(,
en las cajas reales. Los resultados fueron notables. Lupa, como hemos
Haya sido real o no que los indios planearon ajusticiar a Lupa y a
ya anotado, hahía advertido durante los meses pre"los que los pro­
Ursainqui, sabemos que el corregidor se preparó para un enfrenta­
motores del alzamiento habían atraído el apoyo de los indios, "[yen­
miento armado. Ursainqui asistió a la reUllión en el pueblo de Pocoata
do] con grande alhorozo por rodas las estancias a imponer a los in­
para la partida del contilngente de mitayos a Potosí escoltado por
dios de que [Escudero] viene a cntendcr en la rebaja de tributos", I II~
soldados. Como vimos, en esta misma fecha, un año antes los cabeci­
Sin embargo, las listas de tributarios exhibidos por los pocoatas así
llas del movimiento habían sido azotados y puestos en e! rollo. Esta
como el dinero quc deposiraron en las cajas reales superaban am­
vez la situación iha a ser diferent¡ Se informó "que si [Ursainqui] no
pliamcnre lo esrablecido en los padrones oficialcs. Tras revisar los
viene a este puehlo resguardado de Gente armada, y se huhiera reves­
documcntos entregados por los indios, los oficiales reales de Potosí
tido de una Prudencia consumada con que toLeró los vituperios, ldtrajes
concluyeron que los tributos de Pocoata debían ser de 9.910 pesos
y provocaciones con que fue asaltado. sin duda ejecutan los indios lo
anuales. El último censo de! pueblo, el cual había sido elaborado por
que tenían preparado. y lo mismo hubiera sucedido con [Lupa] si
los mismos Ursainqui y Lupa en 1773, fijaha una suma de 6.748
éste no se queda en su pueblo de Moscari" .lo7 Aunque los episodios
pesos, Por ende, los indios al/.ados habían ofrecido al tesoro real un
de fines de agosto de 1776 fueron tildados luego como una rebelión o
incremento de 3.162 pesos, el 46,9 por ciento respecto de UTl padrón
alzamiento, no parece que se hayan producido choques violentos. Las
realizado sólo treS aílo$ antcs,
repercusiones de estOs acontecimientos no fueron sin embargo menos
Scmejante revelación tuVo que haber renido una panicular reso­
trascendentes. Lupa ofreció e! siguiente relato de lo acontecido:
nancia en los trihunales altopcruanos. Como hemos visto, un jucz
10'\ Gregorio Núñcz a la Audiencia en octubre de 1776, ANIl, TI, 1779, 76.
11<' Lupa ame Alós el 27 de agosro de 1779, IIG1>:, IX, lmerior, leg, 4, cxp. 7. lO. Lupa ante AJós, 27 de agosro de 1779, AC1>:, IX, Interior, lego 4, exp. 7. El
1'" Feliz Donoso a Pedro Ulloa, 23 de enero de 1778, ANll, TI, 1779, 5. El destaca­ destacado es nuestro.
do es nuestro. ,<1) Lupa a Escudero, 6 mayo de 1776, ;\:-:1\, I:C: . 1776, 57.
COSTUMHRES y RECLAS: l{}\C!ONALlZAC¡()N y CONFLICTOS .. , 227
226 CONH.lCroS SOCIALES E INSU RRECCIÜN ...
suma que prohaha la veracidad de los padrones exhihidos en sep­
revisitador independimte de los corregidores también había produ­
tiembre. 11 2
cido unos años atrás un incremento similar en las comunidades de
El éx iro de la apelación de los indios al principio más hásico de la
Chayanta, Panacachi y Aymaya; en contraste, los padrones del resto
economía política del estado tributario no se restringió al ámhiw de
de los pueblos de la provincia confeccionados con posterioridad por
la real hacienda. A fines de 1776, la Audiencia de Charca,~ ratifiCÓ
Ursainqui sólo habían generado alrededor del 10 por ciento de au­
asirnismo la designación de Caypa y de Ancona como recaudadores
mento. 111I Con este recurso, los pocoatas ahora podían entrelal.ar la de trihuros. En 1772, el trihunal había tildado la decisión dd corregi­
defensa de sus valores sociales con los intereses económicos de la Coro­
dor de nomhrar a Lupa como cacique de Pocoata como de la "mayor
na. Así pues, mientras los funcionarios regionales hasta entonces ha­
prudencia". Ahora, e! fiscal de la Audiencia, José de Castilla, no dudó
bían mirado la protesta colectiva con cautela, esta nueva iniciativa
en argumentar a Ursainqui la defraudación fiscal que
provocó un repentino cambio de actitud. A fines de agosro, previen­
do el traslado masivo a la villa minera, el corregidor había solicitado a a esra intluye su constante colusión y alianza con Lupa y su innata pro­
las autoridades porosinas e! inmediato arresto de Pedro Caypa y de pensión a e~[Orbar la cobranza personal Je los InJios por cuyo motivo se
rrancisco Ancona. Tres semanas más tarde, los oficiales reaks no s6lo causaron las bullas de que son claro testimon.io esros auros l· ,,) [Para
se negaron a arrestarlos, sino que los designaron cobradores de tribu­ descubrir] los cómplices Ji.: esta usurpación, el largo tiempo que ha per­
ros de SllS respectivas parcialidades. Con respecto al pedido de severado y lo que a su Majestad se ha JcfrauJaJo, será menester la precisa
Ursainqui, se limitaron a desecharlo "por conceptuarse la haya solici­ comparecencia Jc dicho Tenicme General, no como quiera , sino en Per­
1
tado subrepticiamente para eludir su delito el indicado usurpador sona a conrcst'U los cargos que se le hubieren de haccr. u
Florencio Lupa". Más aun, los magistrados ordenaron al corregidor
que colaborase con los nuevas autoridades étnicas, embargase los bie­ Además de confirmar a los líderes del movimiemo COlTlO nuevas au­
nes de Lupa, a quien identificaron como "el cacique depuesto", y toridades de Pocoata, la Audiencia dispuso una nueva revisita general
enviara a este arrestado a POtosí. Los poco atas fueron autorizados a de la provincia. Significativamente, la tarea fue encomendada a Pe­
regresar a Potosí en noviembre para completar el pago de los tributos dro Pen.'ira de Castro, el mislTlo funcionario que había despertado la
puesto que se temía que el corregidor desviara el dinero para el pago manifiesta hostilidad de corregidores y caciques dehido al incremen­
11 4
de las deudas de! reparto de mercancías. Si cumplían con sus prome­ to producido por sus padrones a fines de la década de 1760.

sas, lejos de merecer ser apresados, se harían "dignos no sólo de que se Es preciso subrayar que, desde el puntO de vista de los poco atas, la
les disimule sus errores pasados, sino que como fieles vasallos se les vigorosa lucha contra la imposición de un cacicazgo multiétnico no
prepare el premio condigno a semejante Real Servicio".111 Y los pocoatas significaba en absoluto una defensa de la tradición. Una vez ohtenida
cumplieron con su promesa. A fines de 1776 regresaron a Porosí para la remoción de Florencio Lupa, los indios impidieron la restitución
entregar el resro de los tributos. El 6 de diciembre, los oficiales de la de sus anreriores jefes étnicos, los descendientes de un antiguo linaje
real hacienda certificaron que, sumado a lo depositado anteriormen­
te, Pedro Caypa y Francisco Ancona habían pagado 5.155 pesos , una 112 AC N. IX, Inccrior, leg. 9. cx p. 2.

11.' Informe del fiscal de la Audiencia Joseph de Casrilla. 14 de octubre de 1776,

ANIl, TI, 1776,77,

1 \U 23-3-1, cuaderno cuarto.


,ICN, xiII, 11'1AutO de la Audiencia, 18 de noviembre de 1776, MI li, 11, 1776,77 .

111 Auto de los oficiales reales, 13 de septiembre de 1776, I\NII, TI, 1779, 76.
228 CONFLICTOS SOCIALFS F IN SURRECC¡ON ... COSTUMBRES y REGLAS: RACIONALlZACll')N y CONFLlCTOS ... 229

noble de! pueblo, Ayra Chinchi Ariuru, quienes habían sido los be­ pueblo de Chayala, un valle habirado por los pocoaras. I I~ Unos pocos
neficiarios de un marcado proceso de acumulación individual y dife­ meses después, ante nuevos reclamos colectivos, Pedro Caypa obruvo
renciación sociaL I I S Crirerios represenrarivos, no esramenrarios, in­ en la Audiencia su promoción de recaudador de triburos a cacique
formaron e! movimienro campesino. En abril de 1777, los pocoaras inrerino. Además, el tribunal prohibió a Ursainqui intervenir en cual­
de Urinsaya argumenraron que si bien sólo los Ayra Chinchi poseían quier causa que involucrara a Caypa. El más airo magistrado colonial
derechos de sangre, el nuevo cacique, Pedro Caypa, los rraraba "con en la provincia fue explíciramente acusado de corrupción fiscal: en e!
amor y desinrerés que no se ha experimenrado con orros caciques por mismo decreto que se ordenaba la publicación del título del nuevo
lo que se ha manrenido el pueblo [... ] sin las revoluciones e inquieru­ cacique de Pocoara, Ursainqui fue advenido contra "lo que verbal­
des que suelen ocasionar los caciques". I I C, Del mismo modo, es preci­ mente expresa el su plicante [Caypa] que uno de los morivos de haber
so subrayar que las promesas de aumenro en la recaudación fiscal no pasado a la Villa de Porosí al entero de las rasas es porque [Ursainqui]
im plicaban la supresión de las cosrumbres rriburarias indígenas, al quería adjudicarse es re caudal a sus repartos y dejar esre descubieno
igual que la demanda de reducción de los derechos parroquiales no hasra que sus inquilinos pudiesen pagar y hubiese esre nuevo morivo
había comportado una oposición a los fesrivales religiosos. Por el COll­ para que el mismo cobrador de tributos se emplease en estos intere­
rrario, la cenrralidad que el respero por las prácricas andinas había ses: esto se ve todos los días en los corregidores". II~
adquirido en esra coyunrura de agresivas políricas de normali¡,ación Ursainqui pospuso cuanto pudo el anuncio formal en el pueblo de
social se adviene en la acrirud de los indígenas hacia orro de los líde­ Pocoara del tÍtulo de cacique concedido a Caypa. Veremos enseguida
res del movimiento conrra Lupa: poco más rarde los indios de la par­ que, antes de dejar el mando de la provincia a su sucesor, accedería
cialidad de Anansaya se iban a lamenrar de que Francisco Ancona rambién a esre reclamo.
demandaba los tributos de los mirayos, alféreces y mayordomos cuando
las rierras que se les asignaba no permitían cubrir ambas obligacio­
nes, "mienrras que los de la parcralidad de Urillsaya [gobernados por Los MACHAS, EL NUEVO CORREGIDOR Y UN INDIO LLAMADO

Caypa] no sufren ni sienten rales perjuicios y el año que rienen cual­ TONtAs KATARl

quiera de las mencionadas randas son exentOs y reservados de la con­


rribución de las rasas". I 17 El resulrado de la movilizaci ó n colecriva de los pocoaras debió haber­
Aunq ue el corregidor inrenró obsraculizar la implemenración de les parecido a las elires rurales como la inversión del orden narural de
las disposiciones de los funcionarios porosinos y charqueños, even­ las cosas. Si el masivo alzamiento indígena había desbordado por com­
rualmente se vio fon,ado a reconocer el rírulo de recaudadores de pleto el control de los poderes locales, la entrega de los tributos en las
tributos de Caypa y Ancona. En ocrubre de 1776, esre rÍrulo fue cajas reales los había posicionado como los genuinos defensores de
anunciado ame una Audiencia de indios y vecinos hispanos en e! los intereses de la Corona. La combinación de proresras campesinas

11 'Vé;\se Sergio Serulnikov, "ConflictOS agrarios y políricos ... ", arL aL [1 8 AutO del justicia mayor Nicolás Ursainqui, 4 de ocrubre de 1776, AN~, 'JI,
[1(,c\l;N, IX, lnrerior, leg, ':l, exp. 2, ff. 11 - 14. 1776,77.
117 Miguel Vdázquez, Marhe.o Condori y Marrín Choque a la Audiencia, abril de II~ Informe dd fiscal CasriHa, 28 de abril de 1777, Al;N, IX, Inrerior, leg. 9, exp. 2.
\779, AN II, Minas, 152, x, 1759-\ 779, fL 52-53 Y 55. El desracado es nuesrro.
2.,0 CONFI.ICrOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZACION y CON FLICTOS ... 231

(con su fusión de demostraciones de fuerza, apelacio1les legales y es­ bordinación mediame el ejercicio pleno de su jurisdicción sobre los
trategias tributarias) y reformas borbónicas (con su renovado énfasis ,indios con independencia de las políticas de los tribunales regionales.
en el aumento de los ingresos fiscales y su profunda desconfianza de las Paradójicamente, tanto los oficiales reales como el corregidor pro­
instituciones locales de gobierno) creó un ambiente propicio para el baron tener razón. En verdad, Alós tendría muy promo la oPOrtU­
desarrollo de cuestionamienros abiertos a formas establecidas de domi­ nidad de poner en práctica su manera de concebir el ejercicio de la
nación colonial. Que este proceso podría alterar radicalmente las rela­ autoridad colonial. Para la época en que se estaba pteparando para
ciones de poder en el mundo andino no escapó a las auroridades pro­ asumir el cargo, los ayllus de Macha, siguiendo el ejemplo de sus
vinciales. En 1777, tras recorrer la provincia antes de asumir el cargo de vecinos de Pocoata, emprendieron sus propios reclamos para ganar
corregidor, el sucesor de Nicolás Ursainqui, Joaquín Alós, escribió al el comfol de la estructura étnica de gobierno. Entre mayo de 1777
visitador general del reino Antonio de Areche que Caypa y Ancona no y marzo de 1778, numerosos machas exhonaron a la Audiencia y
eran otra cosa que "cahezas de una sublevación". Observó que la Audi­ los oficiales de la tesorería de Potosí a remover a su cacique princi­
encia y los oficiales reales de Potosí, en lugar de castigarlos con la seve­ pal, BIas Doria Berna!. Colocado en el cargo por Ursain'q ui dos
ridad que merecían, los habían premiado con el título de caciques de­ años ames, dueño de la hacienda y los molinos de granos de Sauces
bido "a La indiferencia con que se miran estos asuntos ajando con cualquier en el valle de Pitantora, Bernal fue acusado de apropiarse del dinero
pretexto, con ordenes y jueces de comisión La autoridad del corregidO/l'. 1111 de los tributos, de ser un mestizo (" el más pernicioso que Se pueda
En septiembre de 1776, con cientos de pocoatas acampados en encontrar"), de usurpar el productO de las coscchas en los comunes,
Potosí, uno de los oficiales de la real hacienda había expresado su de exigir servicios laborales sin retribución, de despachar un mitayo
optimismo sobre que Ursainqui, o cualquier orro corregidor para el extra a PotOsí para su propio ben eficio y de realizar su propio repar­
caso, procuraría llegar a algún tipo de acuerdo con los indígenas, aun­ timiento de mercancía.'i. 122 No es de extrañar que también los machas
que más no fuera por temor a una sublevación: "debe considerar in ­ presentaran en Potosí una lista completa de los tributarios de los
qui etos los ánimos, la facilidad c<~n que se amotinan y que el castigo ayllus bajo clmando de Bernal, los ayllus Majapicha y Majacollana
que pudiera darles, y ellos recelan, podría causar un generallevanta­ -la misma lista que era utilizada para recaudar los tributOs,
miento de ella auxiliada tal vez por las provincia circunvecinas". 121 enfatizaron-o Esa lista sumaba a los padrones vigentes 78 familias
Alós veía las cosas de otra manera. Como sus antecesores a mediados de tributarios, más del 40 por ciento. m La influencia de los pocoatas,
de ese siglo, o el clero unos pocos aIÍos antes, el futuro corregidor con quienes los machas se cnfrentaban regularmente en batallas ri­
creía que los tribunales de Potos í y Charcas no hacían sino incitar la tuales o tinkus, es incuestionable. Uno de los cabecillas iniciales de
insurgencia campesina al corroer la sujeción de las comunidades a sus
verdaderas autcnidades: los corregidores, los curas y los caciques. Como
W St dijo asimismo que su padre, Andrés 13ernal. era también un mestiw "q ue
anunció en su correspondencia con Areche, no estaba dispuesto a
por ser monedero falso fue perscguido de la justicia y salió fugitivo de aqucllos luga­
tolerar esta situación. lba a suprimir de raíz cualquier forma de insu­ res" . Doce indios de Macha al fiscal de la Audiencia, marzo de 1778, Ac ;N , IX, Tribu­
nales.leg. 65, l:Xp. 54 , ff 1-.1. Véaseasimismo A(;N, Ix,Tribunales, leg. 181, exp. 29,
,ff. 34-35. Dos indi os parridarios de Bernal admi¡itron que el cacique solía viajar a
12" Alós a Anwnio dl: Areche, febrero de 1778, 1\I;N, XIII, 18- I 0-2. El desracado es
li.lLUmán y Moquegua para comprar mulas y aguardicIHc, rtspectivameIHc (ibid.. ff.
1l1lCsrro. 5-6). Sobre la hacienda de Bernal. véase A(;N, IX, IIHerior. leg. lO, cxp. 1, f. 248.
'" .\N II, TI , 1776,77. m .\GN, IX, Interior, leg. 5, exp. 2.
23 2 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALIZACION Y CONFLICTOS... 233

la protesta, Melchor Espinoza, recordó que, mienrras se encomraha Pedro Caypa, Katari no pertenecía a una familia noble del pueblo. 12R
en La Plata, un indio de Pocoata que estaba participando en el Mientras Melchor Espinoza alegó ser nietO, hijo y hermano de caci­
movimiento a favor de la designación de Pedro Caypa como caci­ ques pasados, Katari nunca procuró legitimar su aspiración al cacicazgo
que "le pidió en aquella ocasión doce pesos suplidos, expresándoLe Le en su linaje. Más allá de vagas alusioncs a sus "derechos de sangre", su
iba bien con su demanda". 124 En ahril de 1778, el mismo Pedro Caypa húsqucda de reempla/.ar a Bernal se fundó siempre en el consenso de
saldría como fiador de Espinoza para que éste pudiera ser nomhra­ la comunidad.1 2~ Tampoco pareció encontrarsc entre los miembros
do como recaudador de los tributos de Macha. 12s más prósperos de la comunidad: cn una lista de tributarios cmregada
Emre los machas que exhibieron los padrones en Potosí se encon­ 'cn PotOsí, su nombre aparece en la catcgoría de los indios que paga­
traba Tomás Katari, cuyo nombre acaso aparece aquí por primera vez ban 5 pesos al año, esto es, aquellos que contribuían con la tasa más
en el registro histórico. Poco sahemos de él, más allá de que tenía baja debido a la poca cantidad y/o fertilidad de las tierras que tenían
alrededor de 30 años de edad, era analfabeto, no hablaba español, asignadas.
residía con su esposa en la estancia de Pararani y pertenecía al ayllu Si las reivindicaciones económicas y políticas indígenas , así como
Majapicha de la parcialidad de Urinsaya. 1Y; Quien se transformaría los mccanismos de protesta, formahan parte de un bien establecido
en el más promineme líder insurgelHe en la historia de esta región
andina puede haber tenido motivos personales para comenzar a
'"' Sólo en 1759 un Andrés Catari aparece ocupando uno de los cin co cacicazgos
involucrarse en las protestas: ya antes de la primera apelación ame los de t-vlacha, pero no en el ayllu ivlajapicha. Andrés Catari figura como cacique juntO
funcionarios porosinos hahía experimentado, como recordaría luego, a Nicolás Flores, Phdipe Tamayo, Luc.as Pirapi y Juan de Espinola (el hermano de
"un mes de cárcel con cruel soba de azotes r... 1 que sufrí de la cruel­ Melchor Espinoza) (/lNIl, TI, 1774 ,252). Hasta donde sabemos, Tomás Kalari nunca
menci onó a Andrés como a un parient e suyo.
dad de dicho cacique rr3ernalJ, por solo haber defendido mis corras
"" En su petición a la C0rte vi rreinal de Buenos Aires, a comienzos de 1779,
tierras de una imrusa Mujer a quien favorece y ampara clandestina­ Katari no defendió principios hereditarios de legitimidad cacical (men c ionó sus de­
mente el referido , no siendo esto ~uevo, sino muy frecueme y regu­ rechos de sangre al pasar y, lo que es más importante, nunca exhibió documentos
lar, quitar las rierras de los propios indios acreedores; y darles por sus que probaran su linaje noble). Co nsidérese, po r ejemplo, el caso d e un indio de
Panaca chi llamado Asencio Isidro Sicara f'lorgain, quien en octubre de 1780, en
imereses particulares a los Mestizos y Otros exrraños".1 27 Al igual que
pleno d esa rro llo de la sublevación , viajó a Buenos Aires para reclamar ante el virrey,
como Tomás Katari lo había hecho dos años ant es, la deposición de su cac ique. E n
Il·, ¡\(; N , IX, Trihunalcs, leg. 1H1, exp. 29, ff. 40-41. El destacado es nu csrro. contraposición con aq ue!, sin embargo, Asencio (un parient e del cacique de Panacachi
11< lbid. , f.39. ESleban Sicara, reemplazado por Lupa a comienzos de la d':cada de 1770) exhibió
En enero de 1780, Karari explicó que los indios del ayllu Majapicha salían en
11(, documentos de 1696)' 1705 que acreditaban sus derechos hereditarios y recordó
su defensa "porque fKatari] es del mismo Ayllo y en cuanro ha podido los ha defen­ que las ordenanzas establecían que los caciques debían "suceder[seJ de unos en OlroS
dido a aquellos, de sucnc que ha permitido que aquellos tengan la menor queja en sólo por derecho de sangre", una proposic.i ó n que ninguno de los indios rebeldes
manera alguna" ( AG ~, IX. Int erio r, leg. 1(J, cxp. 1, tI. 21-22). defendió (AN ll, IX, Interior, leg. 8, exp. 7). Estas opuestas representacio nes ideológi­
117 Katari a Véniz, cnero d e 1779 , e n: Bo leslao Lewin, La rebelión d~ TlÍpae cas guardan una indudable relación con las opciones políticas: Sicara Florgain no
Amaru ... , op. cit., p. 803. Gros motivos personales fueron reiterados por Tomás procuró el respa ldo de Katari para o btener la destitución de su cacique, como lo
Katari en agosto de 1780 durante un largo interrogatorio al que fue sometido en la hicieron el resto de los indígenas; por el contrario, sabemos que un miembro de
cárcel de la Audiencia , ,\l ;N , IX , Interior, leg. lO, exp. 1, ff. 130-137; "Confesión de Panacachi llamado Sicara se COntÓ entre los integrant<!s d e la arisrocracia nativa que
Nicolás Catari", en: Pedro de Angdis, Colección de obras y documentos... , op. cit., p. durante el levantamiento campesino buscaron refugio en la iglesia del pueblo de San
7 17. En adelante, "Confesión de Nicolás Catari". Pedro de Buena Vista.
234 CONFLICTOS SOCIALES E INSURRECCION ... COSTUMBRES Y REGU\S, RA.CIONALIZACION y CONFLICroS.. 235

parrón de conflicto en la provincia (recordemos que los mismos machas [Katari] y su compañero Isidro Acho el menor embarazo en la recau­
habían estado activamente involucrados pocos años antes en las dispu­ dación de los tributos para cuyo efecto son destinados en virtud del
tas con el clero respecto al arancel de derechos parroquiales), la at­ despacho que se libró por dichos Señores Jueces Oficiales Reales".'"
mósfera general de confrontación creada por el alzamienro de los Del mismo modo, el 23 de marzo los ministros de la Audiencia orde­
pocoatas iba a imbuir este proceso con singulares connotaciones. Por naron a AJós investigar las actividades del cacique de Macha y, de
un lado, los machas no fueron los únicos en aprender de la experien­ comprobarse las acusaciones en su COntra, removerlo de inmediato
cia de sus vecinos de Pocoata. Los grupos de poder rurales estuvieron del cargo. Con independencia del resultado de esta pesquisa, el nue­
esta vez decididos a conar de raíz cualquier conato de protesta colec­ vo corregidor debía publicar bandos en el pueblo para designar un
tiva. Así, cuando en febrero de 1778 Katari y su compañero Isidro cacique propietario en reemplazo de Berna!. i34
Acho llevaron a Macha un decreto de los oficiales reales de Porosí Mientras el movimielHo de los machas estaba rápidamente ganan­
ordenando al corregidor Ursainqui ponerlos a cargo de la cobranza do impulso, Nicolás Ursainqui realizó sus últimos actOs como corre­
de tríburos ("sin permirir que el cacique, ni otra Persona alguna le gidor de Chayanta. En febrero de 1778, AJós habla advenido que la
pongan el menor embarazo ni que reciban perjuicio"), 1111 los parien­ principal razón del ominoso estado de las cosas en la provincia era
tes y aliados de Bernal, según Katari: "nos pusieron en la cárcel públi­ que "los cabe/.as de una sublevación" como los líderes de Pocoata, en
ca, de donde nos sacaron afrentosamente amarrados por rodas las vez de ser castigados con todo rigor, eran premiados con el nombra­
calles y plaza expresando que hacía un [castigo] ejemplar con noso­ miento de caciques. Tras muchos años en el cargo, Ursainqui enten­
tros para ejemplo de Otros que hicieran semejantes denuncias de tri­ día de otr3. manera los delicados equilibrios de fuerzas que hacían
butoS".Ul posible el ejercicio de la autoridad en los Andes. En conformidad con
Pero amedrentar a los indios no sería una tarea sencilla. Y sin un la citada providencia de la Audiencia de Charcas de abril de 1777, el
favorable balance de fuerzas en las aldeas rurales (y un decidido res­ corregidor saliente decidió reconocer la victoria de los pocoatas. Anun­
paldo en los tribunales regionales), la coerción no podía ser sosteni­ ció en el pueblo de PocOata que Pedro Caypa "se mantenga en el goce
da. A comienzos de marzo, doce indios de Macha viajaron a la ciudad y posesión de gobernador interino de la parcialidad de Urinsaya de
de La Plata para presentar a la Audiencia una nueva y más detallada este dicho pueblo de Pocoa-ra, guardándoselc a éste las honras y pre­
lista de denuncias contra el cacique. m A su vez, tan pronto escaparon eminencias que le competen". Admitió asimismo que estaba inhibi­
de la prisión, Katari y Acho regresaron a PotOsí para informar acerca de do de intervenir en causas relacionadas con el caciq ue. m No hace
los castigos de que habían sido objero. Ambas apelaciones enCOntra­ falra remarcar que este acto sólo tenía un significado simbólico: du­
ron una favorable acogida. El 22 de marw, el protector de naturales rante los meses previos, Ursainqui había arrestado a Caypa en reitera­
de Potosí envió una cana a Joaquín AJós, quien estaba a puntO de das ocasiones y éste ya había estado de hecho ejerciendo el cacicazgo
asumir el mando de la provincia, exhortándolo a que asegurara que: por más de un año. Pero los aspectos simbólicos del poder contaban
ni el cacique ni ninguna otra persona "les pongan al querellante mucho en el mundo rural andino, y los indios habían protestado

En Boleslao Lewin, La rebel¡¡jn de Túpac AmaTll ... , op. cit., p. 351.


13<1 ", ,\CN, IX, Tribunales, leg. 181 , cxp. 29, ff. 38-39.

Tribunales, leg. 181, exp. 29, f. 38.

1.11 A(;N, IX, 11·1 '\(; N , IX,Tribunales, leg. 65, exp. 54, ff. 3-4.

m A(;N, IX, Tribunales, leg. 65, cxp. 54, ff. 1-3.


m ACN, IX, Interior, leg.9, exp. 2, ff. 18-19.

23(, CON FLI CTO S SOCIALES E IN SURRECCI ON . .. COSTUMBRES Y REGLAS: RACIONALl ZACION y CO N FLICTOS.. 237

varias veces ante los tribunales debido a que el rírulo de Caypa no ron a acatar la orden de esta nueva, distanre e intrusjva corre virreinal,
había sido publicado en su pueblo. Ahora, el edicm era por fin pro­ los machas enuegaron los triburos directamente en Potosí (como los
clamado en la plaza de Pocoata de manera que los indígenas y los pocoatas lo habían hecho antes) y llevaron adelante movilizaciones
vecinos mestizos del pueblo supieran de su contenido. masivas en las aldeas andinas y ante los tribunales alroperuanos. A
Esra ceremonia ruvo lugar el 22 de marzo de 1778, el mismo día menos de dos anos y medio en el cargo, tras una sangrienta batalla en
en que el protecror de narura!cs de Potosí estaba enviando a Chayanta el pueblo de Pocoata que dejó numerosas víctimas entre los indios y
la carra en respaldo de -rlJmás Katari y un día antes de que la Audien­ los vecinos mestizos y espanoles de Chayanra, Alós debió dejar la
cia, a pedido de los doce indios de Macha, ordenara una vez más la provincia para siempre.
destirución de BIas Doria Berna!. Tres días después, Joaquín Alás se Según los rumores de la época, el ataque a las milicias hispanas dio
hacía cargo del gobierno de la provincia. comienzo luego de que un indio hiciera la señal de agitar su sombre­
Uno de sus primeros acros como corregidor fue recibir estas provi­ ro. Era uno de los dos caciques de Pocoata, quien debido a su presti­
dencias. Tal como hahía advertido ames de asumir, apenas Tomás gio entre las comunidades de la región, en los meses previos había
Katari y el resro de los machas le enuegaron los documenros en el uatado de mediar, sin éxiro, entre los machas)' el corregidor. Su nom­
pueblo de Macha, Alás arresró de inmediaro al líder indígena, le con­ bre era Pedro Carpa.
fiscó los papeles y lo hizo a7.0tar públicamente por el mismo cacique
de quien se ordenaba su destirución. Luego, como Katari recordaría
más larde, "expresó en concurso de rodos los indios que él era su Lo LOCAL Y LO Gl.OBAL: El. J¡\íPACTO D EL AllSO LU fl SMO BO RB ( )NI CO
Corregidor y Visitador absoluto, y que no había Audiencia ni Oficia­ EN l AS ALD EAS AN DINAS
les Reales, donde se fuesen a quejar otra vez los ahorcaría del esuibo
de su caballo". I V, ¿Qué distingue el proceso de agitación rural que precedió a la rebe­
Joaquín Al6s habría de aprenJ'er a la fuerza, como su predecesor lión general de 17RO de los conflictOS previos? ¿Cuáles fueron los
Pablo de Aoíz lo hahía hecho treinta años antes, que el monopolio de fenómenos históricos disrintivos que contribuyeron a semejante pro­
la violencia legítima en el mundo andino no se podía romar por dado. ceso de radicalización política? Ciertamente, las luchas sociales en
En pocos meses, al ver que las nuevas apelaciones a los tribunales tOrno al control de los recursos agrarios no eran nada nuevo en este
regionales no surtían efecto, Tomás Katari emprendió un trabajoso contexto. Hemos vistO que fue hacia la década de 1740 cuando, en
viaje a la ciudad de Buenos Aires, la capital del virreinaro del Río de respuesta a tendencias generales al área andina, se comenzaron a ex­
la Plata, cuya creación fue una de las mayores innovaciones políticas perimentar en Chayanta, al igual que en ouas provincias del AltO
borbónicas para poner coro a la corrupción en la administración co­ Perú, una larga serie de disputas sobre tierras, cacicazgos, tri buws, la
lonial. Allí obtendría una providencia del propio virrey que disponía elección yel tratamiento de los mitayos y las actividades de los corre­
que Alós destituyese al cacique de Macha. Luego de regresar al Alro gidores. Por su parte, las formas de acción política indígena (la apela­
Perú, como el corregidor (y ahora también la Audiencia) se rehusa­ ción colectiva a los tribunales coloniales para protestar contra abusos
de poder de caciques, curas)' corregidores) pertenecen a estructuras
aún más profundas del dominio colonial en los Andes. Los procesos
l."' Al; ", IX , Imcrior,lcg. lO, exp. 1, ff. 130-137. descripros en este trabajo evocan la notable vigencia del modelo ge­
COSTUMBRES Y REGLAS RACIONALlZAClON y CON FLICTOS .. 239
238 CONFLI CTOS SOCIAL e S E INSURRECCION ..
form e los funcionarios de la Audiencia y la real haci enda comenzaron
l1eral de gobierno promovido por el virrey Francisco de Toledo en la
a ofrecer m ayor tolerancia y receptividad a sus reclamos. En particu­
década de 1570. La burocracia colonial y las comunidades indígenas
lar, el empeño de la Corona por restringir el poder de la Iglesia y
!iiguieron siendo los dos principales acrores de este universo social;
poner fin a la corrupción en la recaudación tributaria creó un cam po
los funcionarios estatales, más bien que los hacendados u OtrO tipo de
común de i1Hcreses entre las comunidades andinas y cienos sectOres
empresarios privados, constituyeron el blanco primordial del descon­
de las elites coloniales. Como se pondría de manifiesto durante la
temo campesino; el ejercicio de! poder delegado por la Corona o la
rebelión de 1780, este tipo de disensión en e! seno de los grupos
19lesia fue el núcleo alrededor del que giraron los conflicros. En la
dominantes brindó a los pueblos nativos una formidable plataforma
medida en que el colonialismo espai10l continuó funcionando como
para montar ataques cada vez más ambiciosos a las estructuras de
un régimen de dominación altamente institucionalizado, un régimen
poder rural. En esta reg ión, según veremos en el siguiente capítulo,
en el que el acceso a los excedentes agrarios indígenas dependía en
las concepciones amicolonialJ'es emergieron de la apropiación, más
gran parte de la pertenencia a los aparatos burocráticos civiles yecle­
bien que del rechazo, de los discursos oficiales de civilidad.
siásticos, bs estrategias legales conrinuaron estructurando las rutinas
Es posible afirmar, en conclusión, que las reformas borbónicas no
andinas de disensión social.
sólo representaron un morivo de descontento económico sino tam­
l.as tensiones económicas y las modalidades de acción coleCtiva
bién una fuente de expectativas políti cas. Esta situación promovió
deberían ser explicadas pues en referencia a desarrollos históricos de
una crisis general de la legitimidad colonial a medida que las acciones
mediano y largo plazo. Es la implementación de ideas ilustradas de go­
colectivas indígenas socavaron la estabilidad social en las aldeas andinas
bierno y orden social lo que, en mi opinión, ofrece un marco de análisis
y que las dites rurales precisaron resistir con creciente intransigencia
más relevante para comprender la progresiva crisis de dominación
la intervención de las autoridades superiores en los asuntos locales.
que condujo allevanramienro de 1780. Las dislocaciom:s en los siste­
De este modo , la aspiración de los funcionarios ilustrados de esrable­
mas tradicionales de autoridad generadas por las medidas borbónicas
cer "reglas fijas" y obediencia a la ley "sin interpretación" dio lugar a
de central,¡zación del poder, raci~~~liz.ación social y eficiencia fiscal
intensos enfrentamientos respectO del significado concretO de lo s
prepararon el terreno para impugnaciones globales a la hegemonía
nuevos marcos normativos; los novedosos dispositivos de disciplina­
colonial. Como acaso no sucedía en los Andes desde los tiempos de
miento social pusieron de relieve el extraordinario arraigo de las prác­
los enfrcnrarl1ienros entre la Corona y los encomenderos en el siglo
ticas culturales andinas; y los proyecros de centralización del poder
XVI, estas políticas engendraron profundos antagonismos entre ins­
resultaron en generalizadas luchas verticales y horizontales de1Hro de
tancias locales y regionales de gobierno , entre magistrados civiles y
la sociedad altoperuana. Fue en este contextO de movilización ca m­
eclesiásticos, entre comunidades indígenas y autoridades rurales. Di­
pesina, desde abajo, y de transformación imperial, desde arriba, que
cho de otro modo, la interferencia estatal en los asunros comunales y
cuestionamientos cada vez más masivos y radicales a la dominación
las presiones sobre los recursos agrarios agudizaron el clima de agita­
española iban a cobrar renovados bríos.
ción social en los pueblos andinos, al mismo tiempo que las disputas
ideológicas en el seno de las elites coloniales ofrecieron renovadas
oportunidades de protesta. La proliferación de conflictos en torno a
nuevas y antiguas reivindicaciones socioeconómicas se vio así acom­
paií ada de un creciente éxito de las estrategias legales indígenas con-

También podría gustarte