Está en la página 1de 8

Psicología de los Grupos

Resumen del Capítulo 5: La perspectiva intergrupalista

Analizar los orígenes de la psicología social europea supone remontarse hasta el nacimiento
mismo de la psicología social propiamente dicha y a partir de aquí ir detallando aquellos
acontecimientos históricos relacionados con la disciplina que se han dado en el continente
europeo y que desde 1955 a 1970 bien podríamos calificarlos como propios de una
psicología europea «americanizada» (Ibáñez, 1990).
Existe, no obstante, un consenso implícito entre los autores que cuando nos estamos
refiriendo a la «psicología social europea» como alejamiento de la psicología social
americana— partamos de 1964, fecha en la que se creó, en Frascati (Italia), la Asociación
Europea de Psicología Social Experimental como consecuencia de una reunión de psicólogos
sociales europeos llevada a cabo el año anterior, en Sorento (Italia), a iniciativa de algunos
colegas norteamericanos y con el apoyo de la marina norteamericana.
La revista European Journal of Social Psychology, fundada en 1971, se convertirá en el
vehículo de expresión de esta nueva psicología social europea y sus distintos desarrollos.
Desde su constitución, como se dejó entrever en la reunión de Lovaina (Bélgica) en 1969, los
psicólogos sociales europeos se encuentran divididos en su modo de hacer psicología social.
Unos continuaban con la tradición imperante. Otros, al contrario, se cuestionaban
profundamente el estado de la psicología social.
Desde sus comienzos, los psicólogos sociales europeos estuvieron en contacto con la
psicología social realizada en otros países, como los de la Europa del Este, y mantuvieron
posiciones más críticas, aunque menos radicales que las mantenidas por los psicólogos
sociales marxistas (Shijiriov, 1984).
En términos generales, con excepciones destacadas como la de Turner (1988), estuvieron
muy abiertos a la política y tuvieron conciencia de las implicaciones ideológicas de la
psicología social, hecho del cual la propia disciplina no puede desligarse.
Para Huici (1986), la psicología social europea se caracteriza por su incidencia en atender al
contexto social en el que acontecen los procesos psicosociales y por la necesidad de
articulación entre variables psicológicas y sociales.
Ibáñez (1990) insiste en que «la aportación europea ha consistido básicamente en
reformular los planteamientos y las interpretaciones de la psicología social norteamericana
desde una perspectiva que resaltaba su insuficiente consideración de las dimensiones
sociales y que intentaba evidenciar sus presupuestos ideológicos y epistemológicos
implícitos, propiciando en algunos casos el hallazgo de nuevos fenómenos o de nuevas
explicaciones».
Según Turner (1988), la naturaleza distintiva de la psicología social europea se caracteriza
por las siguientes señas de identidad: compromiso con el desarrollo de la teoría y rechazo
del empirismo como modo de producción científica sin ligazón con el entramado teórico;
rechazo de la metodología como ritual, que se refleja en un intento por integrar las
cuestiones metodológicas en las cuestiones teóricas, y rechazo del individualismo, así como
por pretender redefinir el carácter de la psicología social como una ciencia sustantiva y
distintiva y fundamentalmente psicológica.
Las diferencias entre la psicología social americana y la psicología social europea son
manifiestas, al menos en cuanto al contenido se refiere.
Existen unos temas que son tratados por igual, como la agresión, la toma de decisión en
situaciones de riesgo, el cambio de actitud y la percepción de grupo. Por el contrario, los
temas tratados por la psicología social americana son la atribución, la atracción
interpersonal, la teoría de la equidad, la conducta de ayuda, la teoría de la comparación
social y la correlación actitud-conducta.
En Europa se constata un aumento de las publicaciones sobre las relaciones intergrupal,
lógico por otra parte si tenemos en cuenta que el origen de las teorías que analizan las
relaciones intergrupales nacieron en Europa.
Rijsman (1990) sintetiza el contenido distintivo de la psicología social europea en dos
puntos. En primer lugar, las bases intersubjetivas del conocimiento han sido el centro de
interés, destacando la función que cumple la dimensión social en los procesos
ontogenéticos, tal y como se aprecia en el socio constructivismo de la inteligencia y de la
influencia social iniciada con las investigaciones de Moscovici.
En segundo lugar, las investigaciones sobre las dinámicas de comparación sí mismo/ otro, en
las que destacan las investigaciones de Tajfel y Doise sobre las relaciones intergrupales, que
se han plasmado en las teorías de la categorización-identidad-comparación social y en la
teoría de la diferenciación categorial, respectivamente. Más recientemente, Turner (1990)
ha desarrollado su teoría de la categorización del yo para aplicarla también al
comportamiento intergrupal.
En los apartados que siguen damos cuenta de esta psicología europea de los grupos que
hemos etiquetado como perspectiva intergrupalista y que aglutina dos modelos distintos de
la psicología de los grupos.
Uno, trata de llevar a cabo una psicología de los grupos centrada en los procesos cognitivos
intergrupales. Este modelo, originariamente británico (escuela de Bristol), tiene en la teoría
de la categorización, comparación intergrupal e identidad social de Tajfel su representación
paradigmática, con importantes desarrollos afines por parte de la escuela de Ginebra.
El otro modelo, congregado en torno a Moscovici (escuela francesa) y su teoría de las
representaciones sociales, se distingue por sus raíces inconfundiblemente sociológicas y
francesas. A éstos debemos añadir un tercero, si cabe, la escuela ginebrina, cuyos
representantes más relevantes son Doise, Deschamps y Mugny.
Estos modelos son los que han constituido un marco permanente de reflexión, tanto teórico
como empírico, en el contexto de la psicología social europea de los grupos, aunque,
obviamente, no son éstos los únicos enfoques que se han producido en Europa.
Uno de los polos de desarrollo de la psicología europea de los grupos gira en torno a la
teoría de la categorización, identidad y comparación social de Tajfel. Henry Tajfel, judío-
polaco de nacimiento, vivió en un contexto histórico que marcó su vida de manera
determinante. Así, durante la Segunda Guerra Mundial fue hecho prisionero por los nazis en
un campo de concentración en Francia. Terminada la guerra, trabajó para la ONU en la
rehabilitación de niños y jóvenes deteriorados por la contienda, y para ello se licenció en
psicología en Inglaterra, donde residió desde 1951 hasta su muerte en 1982.
Sus primeras formulaciones de la teoría de la categorización, surgidas del marco teórico de
la atribución (Tajfel, 1969), van a ir tomando cuerpo como consecuencia lógica del
desarrollo de los aspectos comparativos e intergrupales surgidos de la influencia de la teoría
festingeriana de la disonancia cognitiva y de las investigaciones del equipo de Sherif sobre el
papel del grupo en la formación y la modificación de juicios, normas y actitudes. Desde
finales de los setenta y durante la primera mitad de los ochenta, Turner y sus estudiantes se
centraron en los procesos de categorización.
La principal contribución de Tajfel a la psicología de los grupos se deriva de sus
experimentos intergrupales bajo el paraguas del «paradigma de grupo mínimo» y que
permitieron concluir que la formación del grupo y la conducta intergrupal se desarrollan
como resultado del proceso de categorización social.
Se demostró que toda interacción intergrupal se basa en la valoración negativa del exogrupo
frente a una valoración positiva del Endo grupo. Los resultados obtenidos con el paradigma
del grupo mínimo fueron replicados en muchas investigaciones utilizando diferentes tipos
de matrices y de criterios para la categorización de los grupos, poniendo de manifiesto que
la conducta intergrupal discriminativa respecto al exogrupo tiene lugar sin necesidad de la
existencia de ningún conflicto objetivo de intereses.
Es importante señalar aquí la utilización por parte de Tajfel, así como de otros autores
(Turner, 1982), del concepto de categoría social.
Con este término pretende dar una perspectiva más social a la teoría al entender las
relaciones interpersonales en el contexto más amplio de la pertenencia a diferentes
categorías sociales.
El proceso de categorización no sólo permite ordenar el ambiente social reduciendo la
complejidad estimular del medio social, sino también orienta al individuo al crear y definir
su lugar en la sociedad.
Este proceso de categorización es esencial para explicar las relaciones intra e intergrupales.
De acuerdo con Tajfel, el proceso de categorización lleva tanto a una acentuación de las
diferencias intergrupales como a una acentuación de las semejanzas endogrupales
(hipótesis de la acentuación).
Tal proceso no sólo incumbe a estímulos físicos, sino también a la configuración de los
estereotipos sociales, y tiene como función psicológica garantizar al individuo una identidad
social positiva. La secuencia sería: categorización social, identidad social, comparación social
y diferenciación Endo grupal positiva.
•Tendencia a la uniformidad versus a la diversidad.
En todo grupo humano existe una tendencia a la interdependencia entre sus miembros que
provoca la reducción de sus diferencias, pero al mismo tiempo existe una tendencia al logro
de la diversidad que está en la base de todo conflicto social, puesto que es fuente de
enfrentamiento y competición social. Para Tajfel, esta última es la responsable del conflicto
grupal y social al oponerse a la primera tendencia.
• Principio del refuerzo de la identidad grupal.
Existe una retroalimentación positiva en la pertenencia grupal: cuanto más se interactúa
como miembro de un grupo, más se acentúa la pertenencia a dicho grupo.
• Principio de la identidad social.
Tajfel parte del hecho de que los individuos se esfuerzan por lograr un concepto o imagen
de sí mismos satisfactorio. Esta imagen no se construye exclusivamente a través de las
características individuales, sino también incluye las características derivadas de la
pertenencia a numerosos grupos sociales, contribuyendo esta pertenencia, positiva o
negativamente, a la imagen que cada uno tiene de sí mismo.
• Principio de interacción intergrupal.
La tesis fundamental de Tajfel es que toda interacción intergrupal se fundamenta, en el
terreno psicológico, en la desvalorización del otro y en una diferenciación con respecto a
otros grupos para proteger así la identidad social de sus miembros. Esta discriminación
intergrupal se lleva a cabo mediante el uso de categorías discriminantes que dependen, en
cada caso, del contexto social particular. El mantenimiento de esta desvalorización
exogrupal tiene su origen tanto en las amenazas del exogrupo de los intereses o modo de
vida del endogrupo como en la necesidad de resolver los conflictos internos.
• Principio de cambio social:
El cambio social se refiere a la creencia de que uno está encerrado dentro de los muros del
grupo social del cual es miembro, que no puede abandonar su propio grupo y entrar en otro
con el fin de mejorar o cambiar su posición o sus condiciones de vida y que, por tanto, el
único modo que tiene para cambiar estas condiciones (o, en su caso, para resistirse al
cambio de esas condiciones si resulta que está satisfecho con ellas) es actuar
conjuntamente con su grupo como un todo, como un miembro del grupo más que como
alguien que lo abandona y puede actuar en una diversidad de situaciones sociales
relevantes como un individuo, independientemente de su pertenencia a un grupo» (Tajfel,
1969, pp. 281-282).
• Principio de membrecía. Un sujeto tiende a permanecer en un grupo si ello contribuye a
los aspectos positivos de su identidad social, tendiendo a abandonarlo en caso contrario.
Existen, no obstante, dos situaciones que pueden impedir que un individuo abandone el
grupo: la existencia de razones «objetivas» que lo impidan o que el abandono provoque un
conflicto en la autoimagen del individuo. Ante estas situaciones, el sujeto puede optar bien
reinterpretando o justificando las características desagradables del grupo o bien aceptando
al grupo e iniciando un proceso de cambio en la dirección deseada.
• Principio de inestabilidad grupal.
Para Tajfel, no existe ninguna situación estable por sí misma porque todo grupo aspira a una
posición social superior, y una vez conseguida ésta, hay que mantenerla. Son varios los
factores que promueven la inestabilidad grupal y diferentes las estrategias utilizadas por el
grupo para hacerlos frente en función de si se encuentran en grupos superiores o inferiores
y de si existe la tendencia a abandonar o permanecer en el grupo.
Algunos autores se han centrado en los instrumentos de medida dado que no permiten
estimar unas estrategias independientemente de otras (nos estamos refiriendo
naturalmente al paradigma del grupo mínimo). Por ejemplo, Brewer (1979) indica que no se
puede distinguir adecuadamente la diferenciación máxima de la máxima ganancia Endo
grupal
Otras críticas tienen que ver con el cruce de categorías. Investigadores vinculados a la
Universidad de Ginebra, como Doise y Deschamps, trataron de determinar las implicaciones
del paradigma del grupo mínimo en su aplicación a la situación de cruce categorial. En esta
situación, «debería haber un conflicto entre acentuación, tanto de diferencias como de
semejanzas, dentro de cada categoría y entre categorías que se oponen.
El principio de metacontraste no sólo deriva, sino que amplía, la idea clásica de que las
categorías se forman en base a similitudes intraclase y diferencias intercalase. El principio de
metacontraste defiende que las similitudes y diferencias implicadas no son independientes y
aditivas, sino definidas mutuamente en términos de comparaciones salientes actuales.
El concepto de prototipicalidad se refiere al grado en que el miembro de una categoría es
visto como representativo de dicha categoría, es decir, aquel cuya diferencia media con los
elementos de las otras categorías sea mayor.
Otro concepto fundamental en los planteamientos de Turner es el de despersonalización.
Dado que la categorización del yo se estructura en un continuo de niveles desde lo personal
hasta lo grupal, la saliencia de un determinado nivel produce un antagonismo funcional con
los otros niveles.
Un elemento importante de este argumento es que la identificación grupal lleva a la
despersonalización y a la autoestereotipia y a través de este proceso el sujeto obtiene
conocimiento de sus propios atributos.
La visión de Brewer es que el self de un sujeto está formado por dos necesidades opuestas:
la necesidad de asimilación (identidad grupal) y la necesidad de diferenciación (identidad
personal). Esto es, las personas necesitan sentirse parte de una entidad social más amplia al
mismo tiempo que necesitan sentirse únicos.
La tensión entre estos dos motivos determinará el nivel de categorización que un sujeto
busca en un determinado momento. Por tanto, diferencias a nivel individual en estos dos
motivos, así como cambios determinados situacionalmente en los motivos, afectarán al
nivel de categorización social que es adoptado y al grupo con el que uno se identifica.
En primer lugar, la teoría de la identidad social nunca avanzó la hipótesis de una conexión
causal directa entre identificación endogrupal y sesgo endogrupal. Se asumió que esta
relación estaba mediada por un determinado número de factores: grado de identificación
con un grupo; saliencia de la identidad social relevante en relación a qué juicio específico
comparativo se está haciendo la estructura social percibida de relaciones intergrupales; la
relevancia de la dimensión comparativa para la relación estatus intergrupal, y la relevancia
del exogrupo para el juicio comparativo particular que se está haciendo.
En segundo lugar, el sesgo endogrupal (o competición social) es sólo una de las estrategias
individuales y grupales que los miembros del grupo pueden utilizar para lograr distintividad
positiva (otros son movilidad individual y creatividad social).
En tercer lugar, la teoría de la identidad social no derivó el sesgo endogrupal directamente
desde la motivación para una identidad social positiva. Siempre se asumió que el sesgo
endogrupal, fuese o no observado, era función de la comparación intergrupal específica que
se estaba haciendo y de la interacción entre la posición del estatus relativo del endogrupo,
la impermeabilidad percibida de los límites grupales y de las diferencias de estatus
percibidas en la dimensión relevante.
Por último, el instrumento utilizado para medir la identificación se centra más en la
identidad personal que en la identidad social. Es un error pensar que la identificación
expresa algún tipo de rasgo de personalidad o estructura del yo fija y estable que es
crónicamente saliente y expresada directamente, independientemente del significado social
de la situación.
Según esta teoría, la actitud es una función de las creencias que la persona tiene sobre las
consecuencias de una determinada conducta y la evaluación de esas consecuencias. Las
creencias de control son aquellas que la persona mantiene sobre su capacidad para realizar
la conducta. Y las creencias sociales están en función del grado en que la persona percibe
presión social para realizar la conducta.
La teoría de la conducta planificada argumenta que la influencia aditiva combinada de
actitudes, creencias de control y creencias sociales (normas subjetivas) determinan las
intenciones conductuales que a su vez influyen directamente en la conducta.
La teoría de la autocategorización sugiere que una minoría sólo tendrá influencia si es
definida como un subgrupo del endogrupo y evita ser categorizada como un exogrupo.
Para Moscovici (1986), las características más distintivas de la psicología social europea
serían su distanciamiento del individuo, el rechazo de las implicaciones más positivistas en la
teorización en las ciencias humanas, la apertura hacia el estudio de los factores y procesos
ideológicos y la rehabilitación de la elaboración teórica y de la reflexión crítica.

Frente a las concepciones de la psicología social que ponían el acento en la dimensión de


poder y en la dimensión mayoritaria de los grupos sociales como requisitos para ejercer
influencia social, Moscovici (1976) defiende la capacidad de influencia de los grupos
minoritarios sobre la mayoría a partir de la consistencia interna y del consenso
intraminoritario como condiciones indispensables para que se produzca esta influencia. La
capacidad de influencia de una minoría sobre una mayoría sólo es posible si aquélla asume
de forma consistente un sistema de normas y valores interiorizados que sirvan de guía a su
comportamiento.
La propia dinámica intergrupal determinaría la estructura interna de los grupos, influyendo
en la identidad social de sus miembros. En el último nivel se ubican las explicaciones que
recurren al nivel ideológico. Las creencias colectivas, los valores colectivos, ocupan un lugar
destacado en el análisis grupal. McDougall, Wundt y Durkheim explicaban el funcionamiento
de los grupos desde este nivel.
Podemos definir un grupo social como una unidad que consiste en un cierto número de
organismos diferenciados (agentes), que tienen una percepción colectiva de su unidad y que
poseen capacidad para actuar y/o que actúan, realmente, de un modo unitario frente a su
medio ambiente.
Como hemos venido desarrollando, han sido Tajfel y Turner los que más han destacado el
papel de identidad en la construcción del grupo. Para estos autores, la pertenencia a un
grupo tiende a provocar la percepción y la definición de sus miembros como grupo, es decir,
a construir y compartir cierta identidad común.
Tajfel y Turner consideran al grupo como un conjunto de individuos que se perciben a sí
mismos como miembros de la misma categoría social, que comparten alguna implicación
emocional con respecto a la definición compartida de sí mismos, lo que les proporciona una
identidad y les distingue de los miembros de otros grupos, y que alcanzan algún grado de
consenso social acerca de la evaluación de su propio grupo (y de otros grupos con los que se
comparan) y de su pertenencia a él.
Esta noción de Tajfel de grupo social no se limita a los grupos pequeños, también es válida
para grupos sociales mucho más amplios. En esta misma línea podemos situar la definición
proporcionada por Turner (1981a), un grupo social tiene lugar cuando dos o más individuos
comparten una identidad social común y se perciben a sí mismos como miembros de la
misma categoría social.

Dinámica de Grupo

También podría gustarte