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Se utiliza el término hablante tardío, cuando nos referimos a aquellos niños que presentan un
desarrollo lingüístico inferior a sus iguales a edades tempranas. Se considera que un niño es
hablante tardío si produce menos de 50 palabras y/o emite muy pocas combinaciones de palabras
a la edad de 2 años. Cabe resaltar que este retraso no se da por un déficit intelectual, ni sensorial,
ni conductual.
Rescorla, Dahlsgaard, y Roberts (2000) estiman que los niños(as) hablantes tardíos pueden llegar a
compensar su vocabulario y lograr un vocabulario adecuado a su edad entre los 3 y 4 años, pero
que las dificultades gramaticales pueden persistir incluso después de los 4 años.
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Recomendaciones para los padres de familia
Los niños que sufren de este trastorno presentan déficits significativos en la adquisición del
lenguaje en ausencia de otros problemas en las demás áreas del desarrollo (cognitiva, auditiva,
oral-motora o emocional; Leonard, 1998). Estos déficits son perdurables en el tiempo en
diferentes grados de afectación.
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La enorme heterogeneidad que caracteriza al TEL ha impulsado la idea de la presencia de una serie
de subtipos vinculados con el componente del lenguaje que esté más afectado. Se han propuesto
6 subtipos:
b) Niños con dificultades en el lenguaje expresivo, incluida la fonología y una pobre capacidad
para la lectura de textos.
Se debe tener en cuenta que un niño TEL ha sido un hablante tardío, por lo que es un signo muy
importante a considerar desde las primeras etapas de detección.
Hay un grupo de niños que tienen problemas para la comprensión y la expresión, aunque
todo lo demás parece funcionar normalmente.
No presentan problemas sensoriales (audición y visión).
Poseen unas bases biológicas adecuadas para la adquisición del lenguaje (sin signos de daño
cerebral).
Posibilidades de aprendizaje (CI no verbal apropiado e incluso medio/alto)
Satisfactoria interacción social, en la infancia, con adultos y compañeros (diferenciados de los
TEA).
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Luego de realizar una oportuna evaluación, el niño debe asistir de forma ininterrumpida a las
sesiones de intervención. La intervención oportuna y en edades tempranas fortalece los
recursos del niño y le brinda mejores oportunidades en su intercambio comunicativo.
Propiciar situaciones de intercambio verbal espontaneo en los cuales el adulto ayude al niño a
tomar conciencia de la importancia de usar las palabras al comunicarse, propiciar una actitud
de escucha activa mirándose al hablar y entender lo que dicen los demás al recibir un
lenguaje pausado y concreto.
Organizar las actividades del niño con horarios, agendas; propiciar su autovalimiento y
esfuerzo.
Compartir de forma gradual espacios y actividades sociales anticipándole las actividades que
se realizarán en el cine, paseos, fiestas, etc.
Establecer pautas claras y homogéneas en el manejo de la conducta del niño. Todos los
adultos deben manejar el mismo criterio para incrementar conductas adecuadas y disminuir
las inadecuadas.
Considerar que un niño TEL puede adaptarse a un salón regular si cuenta con los apoyos
terapéuticos necesarios.
Es necesario adaptar algunas capacidades a las dificultades específicas que presenta el niño TEL.
Debe mantener un lenguaje claro, concreto y sin ambigüedades para que el niño pueda asimilarlo
y entenderlo.
Debe hacer uso de recursos visuales para el proceso enseñanza aprendizaje. La conducta puede
ser regulada con apoyo de pictogramas y agendas, y la asimilación de contenidos con el uso de
organizadores visuales.
Establecer pequeños grupos de trabajo, en los cuales los niños se organicen y se apoyen entre
ellos. El niño TEL deberá participar tanto en las actividades sociales como académicas.
Sensibilizar a los niños del salón a ser respetuosos y solidarios con otros niños que presentan
dificultades para aprender y expresarse.
Mantener una estrecha comunicación con los padres de familia y los terapeutas del niño para
establecer estrategias en común en el acompañamiento a niños TEL. La terapeuta del lenguaje
brindará las pautas adecuadas según el tipo de dificultad que presente el niño.
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Trastorno fonológico
Debe diferenciarse de los errores en la incapacidad para articular los sonidos, ya que última va a
depender más de una dificultad a nivel de órganos articulatorios; mientras que en los errores
fonológicos la dificultad reside en la inhabilidad para comparar sonidos.
Características de la dificultad
Repercusiones en el aula
a) Procesos de aprendizaje
Limitaciones en las habilidades metalingüísticas: la conciencia fonológica.
Cuando se le brinda información parece no escuchar.
Utiliza en forma reiterada el ¿qué?, ¿cómo? cuando se dirigen a él.
Sus expresiones son confusas porque no comprendió lo que se le comunicó.
Dificultad para hacer peticiones, preguntas, describir y/o narrar situaciones cotidianas.
Muestra escasa comprensión de las indicaciones.
Hace mal uso de preguntas para solicitar clarificaciones o establecer inferencias.
Dificultades en el lenguaje escrito.
Lectura
Dificultades en la conciencia fonológica. En los niveles de sensibilidad fonológica,
conciencia de sílabas, conciencia de unidades intrasilábicas y conciencia de fonemas.
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Dificultades en las tareas de los niveles de la conciencia fonológica; de sensibilidad
fonológica (juegos verbales); de análisis (segmentación, omisión, identificación y
sustitución) y síntesis.
Dificultad en los procesos de decodificación lectora. Presentan dificultad para leer
pseudopalabras y palabras; así como, para acceder al significado de las palabras.
Presentan dificultad en los procesos de fluidez, velocidad y exactitud lectora.
Las dificultades en la decodificación interfieren en los procesos sintácticos y semánticos de
la comprensión lectora.
Escritura
Presentan dificultades la escritura espontánea, a la copia y al dictado.
Entre los errores más comunes en la escritura a la copia y al dictado destacan los errores
de sustitución, adición, omisión y trasposición de letras en las palabras.
Unen palabras al escribir oraciones.
Presentan errores ortográficos.
Presentan dificultad para organizar sus ideas para elaborar descripciones y composiciones.
Proceso cognitivo
La atención es dispersa o no presta atención.
Utiliza poco el lenguaje para planificar o llevar a cabo una actividad.
Dificultades en la amplitud de memoria verbal. Por ejemplo, presentan dificultad para
retener series directas e inversas de sílabas, números, palabras; para retener oraciones e
historias.
Contexto socioemocional
Suelen tomar distancia de las interacciones con sus pares debido al limitado desarrollo
lingüístico.
Se muestra ansioso cuando habla.
Dificultades de socialización fuera del contexto familiar.
Limitación en su participación en clase.
Indicadores de riesgo
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Dificultades morfosintácticas; se comunican con:
- Oraciones breves.
- Oraciones agramaticales (omiten palabras, usan inadecuadamente los morfemas)
- Dificultades leves en comprensión de oraciones complejas.