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Informe de lectura del libro: “Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente”

En la introducción del libro, Gustavo Gutiérrez, parte del principio de que el propósito de la
teología es un misterio; es decir un esfuerzo, un intento de hablar sobre Dios. No como algo
oculto, sino algo que necesita ser comunicado a todos los hombres. Esta revelación de Dios, parte
de dos premisas:

La revelación privilegia a los sencillos, ignorantes y su relación con la gratuidad (cf. Mt 11,25-
26). Indica que, en primer lugar, los destinatarios de la Palabra de Dios no son los sabios, los
expertos que representan la autoridad religiosa; sino los ignorantes, aquellos que deben ser
guiados por otros, porque no tienen la capacidad para hacerlo por sí mismos. Según el autor, a
este grupo hacen parte los pobres y marginados; haciendo hincapié en que son los privilegiados de
Dios no por causa de una disposición moral o espiritual, sino por una situación humana. Es
entonces, cuando Jesús, reconoce la gratuidad del amor de Dios que no es condicionado por
mérito humano (p.16).

Para hacer teología hay que contemplar y practicar, después pensar a Dios. Por tanto, al hacer
teología es importante contemplar, hacer silencio para después hablar enriquecida mente. Es así
como Gustavo Gutiérrez, hace la presentación sobre cómo hacer teología desde la realidad de
América Latina, teología de la liberación que surge, cuando se quiere dar sentido al sufrimiento
humano, especialmente al sufrimiento del inocente que clama: ¿dónde está Dios? Pregunta del
que cree que Dios es bueno y no se queda callado ante el sufrimiento injusto. Y por ello,
queriendo profundizar en esta perspectiva el autor, toma de referencia el libro de Job. Hace la
salvedad de que si bien es válido leer la biblia desde nuestras angustias y preocupaciones; también
es importante tener presente que la Biblia nos lee e interpela nuestra existencia.

A la hora de abordar el libro de Job, existen muchos aspectos que los autores han intentado
abarcar; para este libro, el autor desarrolla el aspecto del lenguaje sobre Dios a partir del
sufrimiento del inocente; más concretamente, se trata de hablar de Dios desde el sufrimiento de
los pobres de América Latina, cuya miseria ha sido impuesta (p.26)

Primera parte.

En la primera parte el autor se dedica a exponer brevemente la trama que desarrolla el libro de
Job, haciendo énfasis en su actitud religiosa, en la que se niega a hablar mal de Dios, a pesar de su
sufrimiento causado por la pérdida de sus pertenencias, sus seres queridos (1,13-19), así como
una enfermedad terminal que lo aqueja, considerada producto de su pecado (2,5). El autor, señala
que, aunque Job se queja porque siente el abandono de Dios y de todos, nunca maldice a Dios. Al
final de los discursos, Dios afirmará que Job, ha hablado rectamente de él (42,7-8) y le restituye su
familia, sus propiedades y su salud. Por el contrario, os amigos son acusados por Dios de necios y
casi hasta blasfemos. Así, Job se convierte en un paradigma para los creyentes que viven
situaciones límite de sufrimiento, especialmente para los pueblos de América Latina.

A continuación, el autor, se interroga sobre la pregunta que emerge del libro de Job: ¿cómo hablar
de Dios desde la pobreza y el sufrimiento? La pregunta busca encontrar un lenguaje sobre Dios,
desde el sufrimiento moral, físico e injusto que viven los pobres de América Latina. Es difícil
comprender el amor de Dios, ante situaciones persistentemente injustas. Sin embargo, Job se
presenta no como modelo de paciencia, sino de creyente rebelde que, con su actitud, cuestión una
religión que determina y condiciona el actuar de Dios. Así, para hablar de Dios en el libro de Job,
aparecen dos posibles aproximaciones de lenguaje: El lenguaje profético y el lenguaje de
contemplación.

Segunda parte

El autor señala cómo a partir del diálogo con sus amigos teólogos que hablan desde la plataforma
de una teología de la retribución, Job logra comprender su sufrimiento en relación con el
sufrimiento de los pobres y consciente de su integridad logra hablar de Dios desde un lenguaje
profético. Sus amigos lo acusan de pecador y por tanto merecedor de tales desgracias; pero Job
consciente de que es pecador como todo ser humano, defiende su inocencia y se cuestiona si
merece tales desagracias; es allí cuando toma conciencia de que sufrimiento es injusto. Por eso
cuestiona a Dios, sin maldecirlo, cuestiona la teología de la retribución en la que siempre había
creído, pero que ahora por experiencia personal ha decidido abandonar y por eso acoge una
teología que entra en contacto con la realidad y con lo humano. Percibe que su sufrimiento está
en relación con el sufrimiento de los pobres y que ese sufrimiento es causado por los malvados;
que ser justo implica liberar al pobre, atenderlo en sus necesidades y Job lo ha hecho como norma
de vida, por ello se declara inocente ante Dios y ante los hombres. Aparece en escena Elihú, que,
con su discurso, le muestra a Job que el sufrimiento puede tener una función pedagógica que le
permite al que sufre, disponerse para escuchar y acoger la palabra de Dios. A través de este
dialogo, Job comprenderá que la mejor vía para comprender su sufrimiento es comprometerse
con el sufrimiento del pobre.

Tercera parte

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