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DERECHO AGRARIO

CONTRACTUAL
Un estudio a fondo de las diferentes legislaciones agrarias
vigentes y sobre todo de las leyes de reforma agraria revela
la existencia de determinadas relaciones contractuales,
tanto de nueva creación como los contratos de adjudicación
de tierras o los contratos agroindustriales, tanto resultantes
de la introducción de nuevos conceptos en relaciones
contractuales admitidas desde hace ya largo tiempo por las
reglas más clásicas del derecho privado, tales como los
contratos de arrendamiento.
1. El contrato de arrendamiento

En lo que respecta a los contratos de arrendamiento (cánones


arrendaticios, etc.), los principios vigentes hasta un período
relativamente reciente eran de inspiración radicalmente liberal y
procedían estrictamente del derecho privado; basados en el triple
postulado de la autonomía de la voluntad, de la libertad de las
convenciones y de la igualdad de las partes, confiaban la fijación de
las condiciones y de los términos de los contratos prácticamente a la
discreción total de los contratantes, a los cuales el legislador se
limitaba a proporcionar un marco jurídico en forma de algunas reglas
generales de derecho común.
La necesidad sentida por casi todos los países de mejorar y
aumentar la productividad agrícola iba a llevar al Estado a
intervenir en las relaciones jurídicas entre
propietarios-arrendadores y cultivadores-arrendatarios, con
objeto de asegurar a cada uno una garantía de sus derechos e
intereses,
dando a las nuevas disposiciones carácter imperativo y, en
algunos casos, declarándolas incluso de interés público. Así, el
derecho público penetraba en una esfera que hasta entonces
correspondía al derecho privado.
De este modo se ha creado y desarrollado una legislación
especial, un verdadero derecho de los arrendamientos rústicos
con características y peculiaridades, tanto desde el punto de
vista conceptual como desde el punto de vista normativo, que
consagran la creación de una nueva clase de relaciones
contractuales que se sale con mucho de los esquemas clásicos.

Así por ejemplo, el postulado de la igualdad de derechos de los


contratantes deja paso al de la desigualdad de hecho; el
legislador, al introducir nuevas disposiciones destinadas a
proteger al arrendatario, considerado económica y jurídicamente
débil, da prioridad a la justicia social sobre la justicia
conmutativa. Recordemos brevemente los principales puntos en
los cuales la intervención del legislador representa importantes
derogaciones al derecho común de los contratos:
a) formación y prueba del arrendamiento. Fiscalización del Estado sobre
la regularidad del contrato; obligación del registro y de otras medidas
que tratan de proteger al arrendatario contra todas las cláusulas que
se consideran contrarias a sus intereses;

b) duración del arrendamiento. Se fija una duración mínima por medio de


reglas de orden público;

c) forma de pago:

o Pago por adelantado o al final de la cosecha, siendo esto último lo


más justo para el arrendatario, que muchas veces (y a nivel de
campesino es la regla), no tiene cómo pagar por adelantado, y esto
lo hace permanecer ocioso o en estado de asalariado por todo el
año;

o Precio:
• en dinero;
• en especies (frutos);
• en forma mixta.
d) terminación del arrendamiento. Fiscalización de las condiciones
de rescisión y evicción del arrendatario; restricciones al
ejercicio del derecho de recobro del propietario;

e) acceso del arrendatario a la propiedad de los bienes raíces que


explota, ya mediante la atribución de un derecho de adquisición
preferencial, ya con otras modalidades. Algunas legislaciones
otorgan una especie de derecho absoluto de preferencia al
disponer que las tierras arrendadas sólo pueden ser vendidas al
arrendatario. Otras legislaciones estipulan que en el caso de
determinados tipos de arrendamiento (arrendamiento protegido,
arrendamiento social) y en determinadas circunstancias, en
caso de donación inter vivos del terreno que es objeto del
arrendamiento, el arrendatario puede exigir que el donatario le
venda la propiedad en cuestión.
2. Los contratos de comercialización de la producción agrícola.
Las reformas agrarias llevan consigo, en general, profundas
modificaciones del estatuto de las ventas de los productos de la
tierra.

La venta de los productos agrícolas por el productor ya no se


considera, normalmente, como un acto comercial y por ello los
contratos correspondientes no dependen del derecho comercial ni
de
las jurisdicciones Comerciales sino del derecho civil y de las
jurisdicciones de derecho común.

Ahora bien, tal como se define en las legislaciones más recientes y


especialmente en las leyes de reforma agraria, los contratos de
compraventa de productos agrícolas y los contratos agroindustriales
constituyen indudablemente, en razón de las diversas
particularidades que los distinguen, una categoría contractual que
tiende a apartarse de las normas del derecho civil en esta materia.
3. El contrato de venta de cosechas

En esta esfera, la tendencia apunta a la sustitución de los


contratos individuales, cuyos términos son por tradición
discutidos libremente, por contratos-tipo, que son contratos
individuales normativos en el sentido de que fijan normas
generales que deben regir las relaciones entre vendedores y
compradores, o bien por contratos colectivos o por acuerdos
interprofesionales, que definen un marco normativo para
celebrar los contratos entre grupos.

Todos estos contratos se distinguen por una debilitación


considerable de la autonomía de la voluntad, la determinación de
sanciones mediante una creciente intervención del Estado en la
fijación de los precios, la normalización de las calidades y la
orientación de las producciones en función de los planes de
desarrollo.
4. Contrato agroindustrial

Se trata de contratos instituidos y regidos exclusivamente por la


legislación de la reforma agraria, que afectan a la entrega de los
productos agrícolas a las industrias de elaboración. Obedecen a reglas y
comportan cláusulas que los convierten en contratos verdaderamente
específicos.

Así, el legislador prevé, por lo general, la intervención del funcionario del


Estado en la fiscalización de las operaciones técnicas de clasificación de
los productos y la fijación de las normas correspondientes, en la
determinación de los precios, etc. Se prevén también facilidades de
crédito en favor de las industrias que utilizan más especialmente la
producción de los agricultores pequeños y medios o de las cooperativas
y otras agrupaciones comunitarias de explotadores.

Por último, algunos contratos de este tipo pueden contener cláusulas que
disponen el suministro al cultivador de semillas seleccionadas, así como
de una ayuda técnica o incluso de préstamos otorgados por el
comprador.

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