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Informe de lectura - Juan Pablo Pardo – Moral de virtudes – P. Bernardo García.

LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA FE
La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado
mediante la Santa Iglesia. Por la fe "el hombre se entrega entera y libremente a Dios" (DV 5). El
discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella, sino también profesarla, testimoniarla con
firmeza y difundirla (LG 42; cf. DH 14).

- Explicación bíblico-teológica:
La fe bíblica es una respuesta a la llamada de Dios a entrar en comunión de vida con El. Creer es
aceptar a Dios en su palabra, también es una actitud radical que compromete toda la persona del
creyente, con sus potencias y facultades. La fe del Nuevo Testamento incluye la aceptación de Cristo
como el Mesías, por eso se salva quien cree que Cristo es el Señor. Creer es entrar en diálogo con Dios:
Él llama y la persona responde. La palabra "fe" sirve también para indicar el contenido de la fe, lo que
se acepta por verdadero (Ga. 3,23). Tal acto de fe es incompatible con la negación explícita de una
verdad revelada y propuesta como revelada, como la herejía, que constituye a un pecado contra la fe.
Para el acto de fe se requieren estas condiciones: a). Conocimiento del contenido de la palabra
revelada: "Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo"
(Rm.10,17). b). Conocimiento de que esta palabra está atestiguada por Dios. Sin la fe no es posible
acercarse a Dios ni ser grato a El: "Ahora bien, sin la fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a
Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan" (Hb.11,6).
La fe es un don gratuito de Dios: no se debe a las capacidades humanas (Mt.16,16-17). A la fe no se
podrá llegar por la sola razón humana. Pero la fe es razonable en cuanto presupone el dictamen sobre
las razones de credibilidad y sobre el deber de creer. El acto de fe no incide solamente en el campo
religioso, sino también en el moral, pues procede de la libertad. El mayor obstáculo que se opone a la fe
es la soberbia y la concupiscencia. La virtud teologal de la fe es el principio de la salvación, el
fundamento de la justificación (Hb.10,38). La verdadera fe, la que salva, es la que está animada,
'informada' por la caridad, que muestra su vitalidad por las obras del amor.

- Eclesialidad de la fe:
"Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada por cada creyente, principalmente
en el bautismo. "Creo" es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos
enseña a decir: "creo", "creemos". En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al
catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia?". Y la respuesta es: la fe. "¿Qué te da la fe?". La vida eterna.
La Iglesia no solamente es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe. La Iglesia, que es
"columna y fundamento de la verdad" (1Tm.3,15), guarda fielmente "la fe transmitida a los santos de
una vez para siempre" (Judas 3). Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y
naciones, la Iglesia no ha cesado de confesar su única fe. "El mensaje de la Iglesia, es, pues, verídico y
sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del mundo entero" (ibíd.5,20,1).

Deberes que impone la fe:


Deber de conocer las verdades de la fe: De este deber se desprende para los padres de familia,
maestros y, en especial, para los pastores de la Iglesia, el deber de vigilar por la suficiente formación
religiosa.
Deber del acto de fe: Tienen deber de hacer el acto de fe: 1. Los adultos cuando van a ser bautizados.
2. Quienes fueron bautizados cuando no tenían uso de razón, se les exige el acto de fe cuando lleguen al
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uso de razón. 3. Cuando el Magisterio de la Iglesia define una verdad de fe debe hacer acto de fe.
4. Cuando la persona está expuesta a grandes tentaciones, debe combatirlas con el acto de fe.
Deber de confesar la fe: Hay obligación de confesar la fe siempre que así lo exija la gloria de Dios y
el bien espiritual del prójimo; y no es lícito negarla, por ningún motivo, ni siquiera por temor a la muerte.
Deber de propagar la fe: Hemos recibido del Señor el encargo de predicar la fe en todo el mundo: "Id
por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Mc.16,15; cf. Mt.28,19). El hecho
mismo del don recibido nos debe mover a difundirlo.
Deber de defender la fe: Hay que preservar la fe de los peligros que la amenacen, por ello, cuando la
fe es atacada hay que defenderla sobre todo exponiendo claramente la verdad, sustentada por una vida
ordenada.
Deber de someterse al magisterio de la iglesia: El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así,
a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a
los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de costumbres. El ejercicio de este carisma
puede revestir varias modalidades: 1. "El Romano Pontífice”: quien goza de esta infalibilidad en virtud de
su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus
hermanos. 2. La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el
magisterio supremo con el sucesor de Pedro (como un concilio ecuménico). 3. La asistencia divina es
también concedida a los sucesores de los apóstoles (los Obispos) cuando enseñan en comunión con el
sucesor de Pedro.

Pecados contra la fe. Hay diversas maneras de pecar contra la fe:


La duda voluntaria: Respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y
la Iglesia propone creer.
La duda involuntaria: Designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con
respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta.
La incredulidad: Es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle
asentimiento. Se presenta especialmente bajo estas formas:
Ateísmo, teórico o práctico: El teórico niega la existencia de Dios, y el práctico, vive como si Dios no
existiera.
Indiferentismo: También se vive como si Dios no existiera.
Secularismo: Excluye de la vida humana la dimensión trascendente.
Anticristianismo: No combate la vida de Dios sino la de Cristo.
La herejía: La negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con
fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma.
La apostasía: Es el total abandono y rechazo de la fe cristiana recibida en el bautismo.
Cisma: El rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él
sometidos" (CIC can.751)
Dudas contra la fe: Se trata del caso de quien, sin impugnar las verdades de fe, no las acepta, sino que
las pone en "tela de juicio". Hay dudas que no son otra cosa que dificultad para entender lo que propone la
fe.

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