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Lucas F.

Mateo Seco

TEOLOGÍA TRINITARIA
íritu Santo
Dios Espt

RIALP
Capítulo 1n L1 t
LA REVELACIÓN DE DIOS ESpÍRITU SANTO

SusHSuet
NrE i
itst aar
a u
oirna atnu
sato eiish i n
io)01teoapn

ASe ha escrito con razón que el Espíritu Santo es la persona


más misteriosa de la Santísima Trinidad, pues al igual que en el
hombre su espíritu indica su intimidad, también el Espíritu
Santo expresa la intimidad de Dios, su profundo secreto y su
(comprehensibilidad. En efecto. en el Espíritu Santo nos en-
contramos con el misterio más profundo de la vida trinitaria,
de la misma forma que nos topamos con lo más secreto del
hombre cuando conocemos su espíritu y su alma'.
No tiene nada de extraño, pues, el que se haya calificado al Es-
píritu Santo como el Gran Desconocido, constatando un hecho la-
mentable y con la intención de que nos esforcemos por conocerle.
En efecto, para muchos cristianos, incluso piadosos, el Espíritu
Santo es el Gran Desconocido, porque no recibe la atención necesa-
ria para conocerlo. Y, sin embargo, se nos brindan muchos elemen-
tos para conocerlo, no sólo mediante su acción en nuestras almas,
sino sobre todo en la Escritura Santa y en la Tradición de la Iglesia.
i L. Scheffezyk, La Enciclica sobre el Espíritu Santo. Balance realista y mens
de expenanza para el siglo que comienza, en A. Aranda (ed.), Trinidad y salvación. Es-
tudio sobre la trilogia trinitaria de Juan Pablo II, Pamplona 1990, 177.
2 Cht, p.e, San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa. Madrid 2002,
nn. 127-138.

17
La presencia del Espíritu en la Sagrada Escrituraann
SagradaEspiEscririttura,
EndelaYahve, el Espiritu Santo es l amado Espi.
de Dios, Espíritu de Jesucristo, Espint
Santo.
ritu
El Espí
ensobretodoDioelsNuevo ri t u Santo se
Testamento".encuentra
Yes que constantemente
l a enseñanza presente
cri sti ana
es, a la vez,
terio de Cristo como se nosvienha revel cri stocéntrica y tri n it aria' es en el mi s
noS arevela en cuantSanto;o h-al
do el alPadreEspíritu
mimissterimootideempoČrisesto ely, Espí
dre, y es también Cristo quie
ritu Santo el que nos da a
en consecuencia, el misterio de Dios (chtconocer e
p.e., Jn 14, 26).co de despedida en la Ultima Cena, Jesús habla
l(Paraácl
EEn el discurso
riu Šanto
argamenteetos)delqueEspíestará a los discipulos: Él es el Abogado
siempre con los Apóstoles, el Espiritu
de verdad que Jesús enviará a los discípulos y que los
la verdad completa (Jn 14, 16-17; 16, 7-13):edennoni
l evará ha-
cia l

dini«En la intimidad del Cenáculo se llega puededecirse—


al

Gt culmen de la revelación trinitaria. Al mismo tiempo, nos encon-

tramos ante unos acontecimientos definitivos y unas palabras su


G premas, que al final se traducirán en el gran mandato misional
et dirigido a los apóstoles y, por medio de ellos, a la Iglesia: Id, pues,
e oora teansbnosre sad
3 Cfr E W. Horn, Holy Spirit, en The Anchor Bible Dictionary, Nueva York aihsC
1992, 265-266. rlnoEA▇
Como se ha hecho notar, «la ven hida del Espíritu en el día de Pentecostés no
fue un suceso aislado. Apenas hay una página de los Hechos de los Apóstoles en la
que no se hable de Él y de la acción por la que guía, dirige y anima la vida y las
obras de la primitiva comunidad cristiana: Él es quien inspira la predicación de
San Pedro (cfr Hch 4, 8), quien confirma en su fe a los discipulos (cfr Hch 4, 31),
quien sella con su presencia la llamada dirigida a los gentiles (cfr Hch 10, 44-47),
quien envía a Saulo ya Bernabé hacia tierras lejanas para abrir nuevos caminos ala
enscñanza de Jesús (cfr Hch 13, 2-4). En una palabra, su presencia y su acción lo
dominan todo (San Josermaria Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, cit, n. 127).
Ch J.A. Dominguez, La Teologta del Espiritu Santo, en A. Aranda (ed.), Thi-
5

nidad y salvación. Etudio sobre la trilogia trinitaria de Juan Pablo II, cit, 196.
18
y haced discipulos a todas las gentes, mandato que encierra, en
pcierto modo, la fórmula trinitaria del bautismo: bautizándolas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).
DEsta fórmula refleja el misterio intimo de Dios y de su vida di-
vina, que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, divina unidad
de la Trinidad. Se puede leer este discurso como una preparación
i
especial a esta fórmula trinitaria, en la que se expresa la fuerza vi-
vificadora del sacramento que obra la participación en la vida de
Dios uno y trino, porque da al hombre la gracia santificante
como don sobrenatural. Por medio de ella éste es llamado y he-
o cho capaz de participar en la inesCrutable vida de Diosi.
int S

Este denso texto de la Encíclica Dominum et vivificantem pone


de relieve la estrecha conexión que existe entre la promesa del Es-
píritu y la afirmación de la «personalidad» de este mismo Espíritu
tal y como se contiene en el mandato misional. Esta revelación
del Espíritu se enmarca, además, en la economía de la salvación:
es el Espíritu el que guía a la verdad completa y el que santifica a
los hombres haciéndoles partícipes de la vida divina: vida, que
tiene su origen en el Padre, se nos brinda en el Hijo pornuestra
inserción en el Hijo y se nos comunica por el Espíritu Santo
Pero la enseñanza del Nuevo Testamento sobre el Espíritu
Santo evoca cuanto se ha dicho en el Antiguo sobre el Espíritu de
Yahvé. Los numerosos rasgos con que es descrito el Espíritu
de Yahvé a lo largo del Antiguo Testamento constituyen, por
así decirlo, el ambiente en que se encuadran las palabras del Se-
for y toda la predicación apostólica. Cuando en la Última
Jn 14,
Cena Jesús anuncia el envío de «otro Paráclito» (cfr J
16-17), se está refiriendo al mismo Espíritu que ya actuó en la
Creación (cfr Gn 1, 2), que habló por medio de los profetas y
que, a partir de la glorificación de Cristo, estará junto a los dis-
cípulos para conducirlos hasta la verdad completa".
Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, 18.V.1986, n. 9.
7 Chr CEC, n. 243.
19
También los Apóstoles remiten a las profecias yals mhe gedor a , más que a darnos
ñanzas veterotestamentari as al hablar del Espiriu Sant o .
ve con toda claridad en el Discurso de Pedro el dia de Ressg hig Éspíritu, cómo es el Espírit
tés, en el que cita a J 3, 1-5: Judios y habitantes de Jeralin e.
tended bien esto y escuhad atentamente mis palabras. Estos n
rina, viaenn etsí
gaiCuando a, m bol
de encendero
el Símbolo de
.s
tan borrachos ((.), sino que está ocurriendo lo que se dijo pord al Espíritu como «dador o
profeta Joel: Sucederá en los últimos dias, dice el Señor, que dea merables afirmaciones de j
maré mi Espiritu sobre toda carne, y profetizarán vuestres hiju
vuestras hijas (Hch 2, 14-17).
ción del espíritu de Yahvé
vación. La fuerza suge
estiv
(es

La revelación del Espíritu Santo como Persona divina no Sagrada Escritura estriba p
tiene lugar en el Antiguo Testamento: la revelación del Espinit los se nos urge a la acogida
Santo solo tiene lugar en forma explícita y clara en la Persoma que está por encima de no
de Jesús y en la radical novedad que comporta su revelación s0.
bre la intimidad trinitaria. Sin embargo, esta revelación se en-
cuentra ya preparada por el lenguaje y la doctrina veterotesta El «Espíritu de Yahvé» en
mentaria sobre el espíritu de Yahvé y su actuación en la historia
de la salvación. El término hebreo con
Destacando la continuidad de la enseñanza sobre el Espíritu to significado in
ruah, cuyo
Santo existente en los dos Testamentos, escribe Juan Pablo II: lito, respiración. Nadie ve
son palpables. El viento en
«También Jesús, cuando habla de la promesa del Padre, t vanta grandes olas (cfr S
unncuerda el anuncio de los profetas, significativo incluso en su G viento soplo del Dios (cfr E
encios de Jesús en la Última Cena son e
rácter genérico. Los anun La ruah no sólo es una
5 plícitos y directos. Si ahora, después de la resurrección (chr penetra íntimamente a la
tGe
Le 24, 29), se refiere al Antiguo Testamento, es señal de qu rar es una diferencia fund
quiere poner de relieve la continuidad de la verdad pneumato-
lógica a lo largo de toda la Revelación. Quiere decir que Cisc hombre muerto. De ahí q
no sea considerada como
da cumplimiento a todas las promesas hechas por Dios ya el una fuerza que se atribuye
Antigua Alianza.
(cfr Gn 1, 2; 8, 1), pues es
La revelación del Espíritu Santo acontece de la mano de respira vive, y el que deja
grandes símbolos naturales el agua, el fuego, el aire. Estos sim De ahí que la Escritura
1os están destinados a provocar en nos1SotroS una actitud aco vida, quien infunde su ali
1997, 34.
Jaan Pablo II, Ceo en d Eiptritu Sane. Categueis wbne d Cnlo (ID Cfr J. Guillet, Esprit Saint,
20
gedora, más que a darnos a conocer cómo es la naturaleza del
Éspíritu, cómo es el Espíritu de Dios. Más que de cómo es el Es-
píritu, con estos símbolos se habla de su obra: de su poder de
dar la vida, de encender los corazones, de limpiar las almas.
Cuando en el Símbolo de Constantinopla I (a. 381) se describa
al Espíritu como «dador de vida», se están sintetizando innu-
merables afirmaciones de la Sagrada Escreitura sobre la actua-
ción del espíritu de Yahvé en la obra de la creación y de la sal-
vación. La fuerza sugestiva de lolos símbolos tutilizados por lla
Sagrada Escritura estriba precisamente en que con estos simbo-
los se nos urge a la acogida de una fuerza vivificadora, invisible,
que está por encima de nosotros y que procede de Dios.un

isitS Raat
El «Espíritu de Yahvé» en el Antiguo Testamentoha

El término hebreo con que se designa al Espíritu es el de


ruah, cuyo significado inmediato es el de espíritu, vviento, há-
lito, respiración. Nadie ve el soplo del viento, pero sus efectos
son palpables. El viento empuja las naves, arrastra la nubes, le-
vanta grandes olas (cfr Sal 107, 25-27). A veces se llama al
viento soplo del Dios (cfr Ex 14, 21-22; 15, 8-10).
La ruah no sólo es una fuerza externa y poderosa, sino que
penetra íntimamente a la persona y acompaña a la vida. Respi-
rar es una diferencia fundamental entre un hombre vivo y un
hombre muerto. De ahí que, en el Antiguo Testamento, la ruah
no sea considerada como una simple fuerza natural, sino como
una fuerza que se atribuye al Creador y Conservador de la vida
(cfr Gn 1, 2; 8, 1), pues este aliento lleva consigo la vida: quien
respira vive, y el que deja de réspirar muere.
De ahí que la Escritura insista en que es Dios, el dueño de la
vida, quien infunde su aliento —su espíritu— en los vivientes,

" Cfr J. Guillet, Esprit Saint, DSp IVIII, 1246.

21
especialmente en el hombre (Gn 2, 7). Por eso dice Johs win,
enas Señor (Ez 2, 2-4). El espír
ilumina, le da fuerzas, le u
narices,enjamás
mis quede smplo de vida
mi unproferinán mis labios de Dims (jbahen
rel aliunaentoinjuticia ae más adelante que es
chr 33, 4). También es Dios quien retira ese aliento ala hon d poco 1
(cfrEste
Ez 11,
la muerte (cfr Sal 104, 29-30).ne
Este pensamiento está unido a la consideración del ropi. mano, espí5).
ritu,con
transformándolsu
o . fud
E
ritu de Yahvé» como algo personal de Dios, como algo qu
existe en Él y que Él envía. A este respecto, es muy clocuente
bres, les da sabiduría y cou
trata de una actua
blDioo,s,dándol
por medi de su espde
e unocorazón
17). Se tra
la descripción que se hace de Dios dando la vida al hombre
recien hecho del barro, precisamente insuflando en sus narices
un aliento de vida (Gn 2,7). Expresiones como éstas insinúan que lo han convertido los
que Dios da algo de sí mismo a los hombres como un don, derá especialmente en los t
uniéndolos especialmente consigo. Se trata de una realidad
que no sólo hace vivir a las criaturas, sino que se encuentra en
la intimidad de Dios y que, al ser participada por el hombre, El Mesias, portador de los e
opera en su intimidad, vivificándola'º. Así sucede con la vida
corporal; así sucede también en el ámbito del corazón, en la El espíritu de Dios es e
vida del espíritu.
t forma especial en sus jefe
Esto aparece con especial fuerza en los profetas. Ellos tienen actúan por la fuerza del o
conciencia de haber sido llamados por Dios, incluso de estar mente para el servicio del
espíritu como un don pe
poseídos por Él y, por esta razón, de ser enviados a hablar al fieles a su misión. Baste re
pueblo en su nombre (cfr p.e., Jr 1, 4-10). El profeta es el hom-
bre del espíritu (cfr Os 9, 7). Él profeta no sólo habla palabes sés (cfr Nm 11, 1425), a
a Saúl (cfr 1 S 10, 6-10).
de Dios, sino que es testigo de esa palabra que ha recibido en Con David se subraya
interiorunaporvoz:obraMientras
suescucha del espíritu. En la primera visión, Ezequiel
hablaba (esa voz), entró en mi wn por el Señor, figura del fu
23, 2). Todos estos dones
piritu
de hombre, pusoo ena lopisehi. jYot
que mete envi que me.m)Les
os dealIse hablaba.
dinás:MeEidija
sto dieHiad ser otorgados al Mesías, e
bor de los liberadores del
1-2) y, por otra, concentra
Eseribe Juan Pablo IE: «Aún sin ser concebido como Personaciertoditinmodoa endde dos a quienes le precediero
Mesías triunfador y glorid
s quee lhumana
hapiDinoment para obnr
o mandaqueda en las paratecbi
eriaus.AAss,si tindusojo elaaspecto lieans
ámbito del ser divino, el soplo o Espiritu de Dios se distingue en a

n vdasoóba
inu Santo, que apareceri como expresión derlavidaeiacioa de Dios y de sudelom
preparada del Per s ona E profecías que hablan de É
pre

obra del Siervo se lleva a ca


ob

nipotencia» (Juan Pablo II, Creo en el Espiritu Santo, cit, 149).


22
Seíor (Ez2, 24). El espritu entra en el interior del profeta, lo
h

ilumina, le da fuerzas, le urge a hablar. Ezequiel puntualiza un


poco más adelante
(cfr Ez 11, 5).
que está hablando del espíritu de Yahvéh
) Este espíritu, con su fuerza creadora, actúa en el corazón hu-
( mano, transformándolo. Elespíritu de Yahvé santifica a los hom-
bres, les da sabiduría y conocimiento (cfr Is 59, 21; Sb 1,4;9,
tl honhn. 17), Se trata de una actuación posible en todos los hombres.
ES Dios, por medio de su espíritu, crea un corazón nuevo en el pue-
ts i miain blo, dándole un corazón de carne en vez del corazón de piedra en
pomo w dn, que lo han convertido los pecados (cfr Ez 36, 26-27). Así suce-
e una nell. derá especialmente en los tiempos mesiánicos (chr J 3, 1-5).
se encUet a te
por el houln,
cede con l il El Mesias, portador de los dones del Espiritu
el corazbn, el ih

El espíritu de Dios es el que conduce al pueblo, actuando en


pletas. Els iea forma especial en sus jefes y en sus profetas. Estos personajes
incluso de e actúan por la fuerza del espíritu, que se les ha dado precisa-
hviados a hahlurl mente para el servicio del pueblo. Algunos de ellos reciben el
profeta edl espíritu como un don permanente de Dios, que los mantiene
sólo habla puho fieles a su misión. Baste recordar a José (cfr Gn 41, 38), a Moi-
que ha recibidho a 6-10).a Josué (cfr Nm 27, 17-18; Dt 34, 9),
(cfr (cfrNm1S11,10,14-25),
sésa Saúl
hera visón, Exuid Con David se subraya con fuerza el ideal de un rey ungido
z), entró en md ont por el Señor, figura del futuro Rey-Mesías (cfr 1S 16, 13; 2 s
ablaba, Me dijex H 23, 2). Todos estos dones carismáticos alcanzan su plenitud al
Les dirás: Eo diurd serborotorgados al Mesías, el cual, por una parte, continúa la la-
de los liberadores de Israel que le han precedido (cfr Is 61
tomo Per s ona
i

di t i n t a , ed 1-2) y, por otra, concentra en sí mismo todos los dones concedi-


iJusostinguebajo elen acispeectroomodoke dos a quienes le precedieron. Esto es claro cuando se anuncia un
Maci ó n de l a Pensona l i t
d ani
e E n Mesí as atriunfador
profecí s que
y gldeoriÉloso;comotambiel éSiervo
hablan
n sucede
sufriente:
mo en las
lo mistambién la
intima de Dios y de su
ht., 149).
obra del Siervo se leva a cabo «en el espíritu del Señor (Is 42, 1).
23
Asi esi profetinda: Ydesanará sbve ile epirinu de tahng Principales enseñanzas i
epiritu de sabidwria y de inteligencia, eipirit de couejo dep. del Nuevo Testamento
takeza, espiriu de emendimiento y de temor de Yahvé (s 11,h
El Nuevo Testament
«Ese mismo espíritu que alientasobre el caos antes de la
creación (cfr Gn i, 2), que da vida a todos los seres (chr S torno al espíritu de Yah
formante de Dios, y co
103/104, 29-30; 33, 6; Gn 2, 7: Ez 36, 5-6), que suscita a la
Juces (ch Je 3, 10; 6, 34; 11, 29) y a los Reyes (cfr 1Si1,6, essercomunicación y don
personal que «desca
que capacita a los artesanos para el trabajo del santuario (c ción plena caracteriza lo
Ex 31, 3; 35, 31), que da la sabiduría a José (cfr Gn 41, 38), la JI 2, 28-32). Jesús no so
inspiración a Moisés y a los profetas (cfr Nm 11, 17. 25-26,
24, 2; 1S 10, 6-10; 19, 20), como a David (cfr 1S 16, 13; 25 portador y el dador del
23, 2), descenderá sobre el mesías con la abundancia de sus
Toda la pneumatolo
dones (cfr Is 11, 2) y lo hará capaz de realizar su misión de jus-
damento y su punto fo
ticia y de paz»".
Jesús. Toda acción salva
bres brota de esta mutu
El Mesías no sólo es portador privilegiado del espíritu de ritu; toda acción del Es
Yahvé, sino que incluso los tiempos mesiánicos se caracterizan dirigida, a través de los
los hombres con Dios
por una especial efusión de este espíritu en el pueblo. Hemos
Los abundantes tex
visto a San Pedro recordarlo en su predicación el día de Pente-
costés, citando al profeta Joel (cfr Hch 2, 15-18; J| 2, 28-32). del Espíritu Santo se p
los que hablan del Esp
Con el Mesías se dará al pueblo un espíritu nuevo, para que los que hablan de Él co
siga los mandamientos de Yahvé y sea así de verdad su pueblo yentes, y aquellos otro.
(cfr Ez 11, 19-21). Y es que la salvación de Yavhé no llegará al más netamente descrita
pueblo mientras que éste mantenga su corazón lejos de Él
(cfr p.e, Is 29, 13-i5). De ahí que, al profetizar la salvación de
Israel, se insista en que Dios hle dará un corazón nuevo; cambiará El Espiritu de Dios a
su corazón de piedra por uno de carne. Esta misteriosa trans-
formación será obra del espíritu que Dios le dará (cfr Ez II, El cumplimiento de
19-20; cfr Jr 31, 33-34). De ahí que, en el Antiguo Testamento, mesa pudiera hacer so
el Espíritu Santo sea, sobre todo, una promesa que acompaña a Mesías como poseído
los tiempos mesiánicos'2. el Mesías no sólo posed
que
qu Él mismo es frutq
ua dee
lel 1
Espíritu (cfr Lc 1, =
Cfr Juan Pablo II, Creo en el Espiritu Santo, cit, 158-159.
12 Cfr J. Guillet, Esprit Saint, cit,, 1248-1249.
24
Principales enseñanzas pneumatológicas
del Nuevo Testamentopi
nl
El Nuevo Testamento recorge la enseñanza del Antiguo en
torno al espíritu de Yahvé como fuerza creadora y poder trans-
formante de Dios, y concentra su atención no sólo en que ella
es comunicación y don de Dios, sino, sobre todo, en que es un
ser personal que «descansa» sobre el Mesías y cuya manifesta-
ción plena caracteriza los tiempos mesiánicos (cfr Hch 2, 17-21;
Jl 2, 28-32). Jesús no sólo es fruto del Espíritu; Él es también el
portador y el dador del Espíritu,
Toda la pneumatología neotestamentaria encuentra su fun-
damento y su punto focal en las relaciones entre el Espíritu y
Jesús. Toda acción sa
salvadora, toda donación de Dios a los hom-
bres brota de esta mutua relación: Jesús envía y dona el Espí-
ritu; toda acción del Espíritu en la Iglesia y en los hombres está
dirigida, a través de los ministerios, carismas y dones, a unir a
los hombres con Dios en Cristo.
Los abundantes textos del Nuevo Testamento que hablan
del Espíritu Santo se pueden agrupar en tres grandes bloques:
los que hablan del Espíritu de Dios como fuerza carismática,
los que hablan de Él como fuerza divina que santifica a los cre-
yentes, y aquellos otros en los que esta fuerza de Dios aparece
más netamente descrita como una persona divina.

ios como fuerza carismática


El Espiritu de Dios

El cumplimiento de la promesa supera cuanto la misma pro-


mesa pudiera hacer sospechar. Si en Is 11, 2-3 se hablaba del
Mesías como poseído por el Espíritu, en el Nuevo Testamento
el Mesías no sólo posee en plenitud los dones del Espíritu, sino
que Él mismo es fruto del Espíritu. Él es concebido por obra
qu
de.
del Espíritu (cfr Le 1, 35; Mt 1, 18).
25
Estos textos y otros parecidos tienen como ambiente de pen. Espi r i t u; a uno fe en.
samiento cuanto se dice en el Antiguo Testamento en tomo ala en el túnico Espiritu; a
acción creadora y vivificadora del Espíritu de Dios (cfe pe, Ga a otro discernimi
I, 2; Sal 104, 30; Sh 1, 2), y a la protección de Yahvé sobre d cia,
a otro interpretad
judío (cfr Ex 13, 33; 19, 16; 24, 16; 40, 36). Al guas,
campamento aliza el mismo y únic
narrar la concepción por obra del Espíritu, se pone de relieve
que Jesús es el Mesías, y que en Él culmina todo el procso sat segúnSanquiPablo
ere (1describe
Co 12.
vífico desarrollado a lo largo de la historia: Jesús es concebido yando especialmente
de un modo excepcional, como obra maestra de la .intervención ción de la Iglesia. La.
carismática de Dios en la historia. De ahí que Juan diga de Je- variada. Todos ellos
y*
sús que no recibió el Espíritu con medida (cfr Jn 3, 34). y todos convergen had
Toda la actuación de Jesús esta llena del poder del Espíritu y de la Iglesia. Tras habl
esta actuación poderosa es señal de que el reino de Dios ha lle. insiste inmediatament
gado ya hasta nosotros (cfr p.e., Le 11, 20). Jesús bautiza en el un mismo Espíritu pai
Espíritu de Dios (cfr Mt 3, 11). La predicación de Jesús recibe También el ministerio
su fuerza de esta unción del Espíritu, pues en ella se cumple la a la Iglesia: No descuid
profecía de Is 42, 1-2: He aqui a mi siervo a quien elegi.. Haré nicó por intervención p
descansar mi Espiritu sobre Él y anunciará el derecho a las gentes nos del colegio de presbt
(cfr Mt, 12, 18-21). También la resurrección de Jesús es obra
del Padre por medio del Espíritu Santo: Si el Espíritu del que r
sucitó a Jesús de entre los muertos... (Rom 8, 11). b) La santificación, obw
Tras su Resurrección, Jesús cumple la promesa hecha du-
rante la Última Cena (cfr Jn 14, 16-17). Da el Espíritu a los Ya en el Antiguo Ter
discipulos para el perdón de los pecados (cfr Jn 19, 22-23) ylo mante del Espíritu en
envía a su Iglesia (cfr Hch 2, 33). En esos primeros días, la ac fundirá su espíritu en
tuación se deja sentir en forma especialmente palpable en la
Pablo sinte-
preceptos (cfr Ez 36, 2
ritu tiene l
Iglesia (cfr Hch 2, 1-36). PocOs años después, San lugar, antes a
tizaba así en 1 Co la doctrina sobre los carismas presentes en la María y en el fruto que
vida de la Iglesia y de los cristianos: Hay diversidad de carismt cenderá sobre ti (...); p
pero el Espiritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero efSe Hijo de Dios (Le 1, 32)
ñor es el mismo; diveridad de openaciones, pero es el mismo Dis (cfr Lo con la obra dell
relación
que obra todo en todos. A cada uo se leconcede la manifestación Lc 4, 17-21).
del Epirina pana provecho comia eno sehe concede pord Eg do Durante la vida terre
los con su misión recib
ritu palabnà de sabiduria, a oiro palaba de ciencia segnn el mim
26
26
Eipirin, a uno fe en el mismo Espirits, a otro don de cumciones
en el dnico Espiritu; a uno poder de obrar milagros, a otro profe
e
cia, a otro discernimiento de espiritus; a uno diversidad de len-
A
guts, a otvo interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las e-
eve
sa.
alsegún mismo(1 yCodnico
iza elquiere Espiritu,
12,4-iI).
que las distribuye a cada uno
g
bid, San Pablo describe aquí una gran riqueza de dones, subra-
encion yando especialmente aquellos que más sirven para la edifica-
de Je ción de la Iglesia. La riqueza de dones y carismas es inagotable
y variada. Todos ellos proceden de un único y mismo Espíritu,
ptrinu y y todos convergen hacia la unidad, la santidad y la edificación
ps ha lle de la Iglesia. Tras hablar de la unicidad del Espíritu, San Pablo
tiza en el insiste inmediatamente en que todos hemos sido bautizados en
(sús recibe un mismo Espiritu para formar un solo cuerpo (1 Co 12, 13).
cumple la
También el ministerio pastoral es un auténtico don del Espíritu
elegi,. Haré a la Iglesia: No descuides el carisma que hay en ti, que se te comu-
a las gentes nicó por intervención profética mediante la imposición de las ma-
jesús es obra nos del colegio de presbiteros (1 Tm 4, 14).
ttu del que 1
lesa hecha du 6) La santificación, obra del Espiritu
s

Espíritu a los t2E

19, 22-23) y lo Ya en el Antiguo Testamento se habla de la acción transfor-


heros días, la ac mante del Espíritu en los corazones de los hombres: Dios in-
de palpable en la fundi rá su espíritu en los israelitas, y hará que vivan según sus
preceptos (cfr Ez 36, 26-27). Esta obra santificadora del Espi-
San Pablo sinte
has presentes en la ritu tiene lugar, antes que nada y en forma eminente, en Santa
brsidad de carisma, María y en el fruto que va a nacer de Ella: El Espiritu Santo des-
histerios, pero el s senderá sobre ti (...); por eso l o que nacerá Santo, será llamado
de Dios (Lc 1, 32). La santidad absoluta de Cristo está en
lero es el mismo Di relHi(cfrjaociLc4, la obra del Espíritu. También su unción mesiánica
ón con17-21).
tede la manifestaciio
dekieconcede por el Epi
ncia segin el mism dosDurante
con su lamivisidóanterrena
reci b en Señorri,tulosenpersonaj
delel Espí forma s másalconecta-
eespeci . Así su-
27
cede, pe, con el Bautisa (chr Le Sin),con lsabd (df Le 1,4I),
con Zacarias (cht Le l, 67), con Simeón (chr Le2, 25), h sinuestro
do justiDificoados en el
s (cfr 1 Co n
todo, con Santa Marta (chr Le 1,46-54). La noche de Paaa,je
sús da el Espíritu a los Apóstoles para que puedanperdonar los
y el espíritpor
el agua renerados u del
son rege
pecados (cr In 20, 22). Tras abandonar este munda, Jesis engs Es el Espíritu Santo, p
su Espíritu sobre los Apóstoles, que ahora han de continuar g pAbbál ;Padre
clsidaomar:derramado en nues
obra. Por eso San Pedro, el día de Pentecostés, al hablar de la glo
rificación de Cristo, dice: Exaltado a la diestra de Dios y recibida nos ha dado (Rm 5, 5).
del Padre la promesa del Espiritu Santo, lo derramó segin vootru Esto quiere decir qu
veis y ois (Hch 2, 1-41). Se cumple así la profecía de Joel réeferente cristianos son verdader
a la efusión del Espíritu en los tiempos mesiánicos; se cumple Co 3, 16-17; 1 Co 6, 19
también la promesa del Señor en su Ascensión: Recibiréis la en el Espíritu (cfr Ef 2,
fuerza del Espiritu Santo que vendrá sobre vosotros (Hch 1, 8). El según eel Espíritu y no se

Espíritu Santo actúa no sólo sobre los Apóstoles, sino también tecer al Espiritu Santo de
30). Él es el Espíritu Sa
sobre los corazones de quienes les escuchan, haciendo que cro toda actitud perversa, va
en sus palabras (cfr Hch 2, 37-41). Más aún el desenma
El poder del Espíritu Santo se manifiesta frecuentemente en ción salvífica del Espír
la Acción apostólica (cfr pie., Hch 11, 15-16) hasta el punto de envío del Espíritu, dic
que la historia de la Iglesia primitiva podría describirse como la mundo de pecado, de jus
epopeya del Espíritu Santo, pues el nacimiento de las iglesias mente añade: Cuando
locales estuvo acompañado por la efusión del Espíritu Santo. El guiará hacia la verdad co
Espíritu Santo santifica la Iglesia, convirtiéndola en ecuerpo de dad plena significa abrir
Cristo (cfr 1 Co 12, 13). al conocimiento de la—
Es también el Espíritu Santo el que santifica a cada uno de mismo tiempo Camino,
los creyentes hasta el punto de que se puede afirmar con jusi ritu es el único intérpre
cia que la presencia del Espíritu Santo en el corazón de los ce único quee puede introdu
yentes es un rasgo característico de la existencia cristiana. En duría de la Cruz (cfr 1 C
efecto, quien no tiene el Espíritu de Cristo, ése no es de Cristo San Pablo destaca la o
(efrDios,Rméstos8, son9), hijos
mientras que quienes son guiados por el Eipirinn d
de Dios (Rm 8, 14). El cristiano se va trans carne y los frutos del Esp
lo que se refiere a la acc
formando en Cristo conforme obra en él el Espíritu del Seho pasaje, andar en el Espír
(cfr 2 Co 3, 18). carne y a servirse unos a o
Esta transformación ti e ne lugar en forma sacramental yae
el bautismo: Habéis sido lavado, haboiisoido santifeades, hubó
amd
10r no es otra COSa
28
sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espiritu de
uestro Dios (cfr 1 Co 6, 11). Se trata del nuevo nacimiento por
el agua y el espíritu de que ya se habla en Jn 3, 3. Los bautizados
son regenerados por la acción del Espíritu Santo (cfr Tt 3,5).
Es el Espíritu Santo, presente en el alma del justo, el que lo hace
clamar: pAbbál ;Padre! (cfr Rm 8, 15), pues el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espiritu Santo que se se
nos ha dado (Rm 5, 5).
Esto quiere decir que el Espíritu habita en el alma y que los
cristianos son verdaderamente templos del Espíritu Santo (cfr 1
Co 3, 16-17; 1 Co 6, 19); están edificados como morada de Dios
en el Espíritu (cfr Ef 2, 22). Consecuentemente, es necesario vivir
según el Espíritu y no según la carne (cfr Rm 8, 9-11), y no entris-
tecer al I Espiritu Santo de Dios con del que habéis ssido sellados (Ef 4,
30). Él es el Espíritu Santo y huésped del alma: toda acción mala,
toda actitud perversa, va necesariamente contra Él.
Más aún el desenmascarar el pecado forma parte de la ac-
ción salvífica del Espíritu. En la Última Cena, al anunciar el
envío del Espíritu, dice Jesús: Y cuando venga Él, acusará al
mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn 16 8), e inmediata-
mente añade: Cuando venga Aquél, el Espiritu de la verdad, os
guiará hacia la verdad completa (Jn 16, 13). Guiar hacia la ver-
dad plena significa abrir la inteligencia y el corazón del hombre
al conocimiento de la verdad que salva, de Cristo, que es al
mismo tiempo Camino, Verdad y Vida (cfr Jn 14, 6). El Espí-
ritu es el único intérprete auténtico de la figura de Cristo, el
único que puede introducir en el misterio de Cristo, en la sabi-
duría de la Cruz (cfr 1 Co 2, 1-5).
San Pablo destaca la oposición existente entre las obras de la
carne y los frutos del Espíritu en un pasaje de gran claridad en
lo que se refiere a la acción santificadora del Éspíritu. En este
pasaje, andar en el Espíritu equivale a rechazar las obras de la
carne y a servirse unos a otros por amor (Ga 5, 13). De hecho, el
amor no es otra cosa que la vida en el Espíritu, es decir vivir
29
una vida de fe actuante a través de la caridad (Ga 5, 6). Los cis indicando a Feli
tianos han sido llamados a la libertad en el Espiritu, cs h de Čandaces (cfr Hch 8,
sia, p.e.,
tos son la caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, la benigi. turión Cornelio (cfr Hch
dad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la continencia (Ga5,2 pira a los Apóstolesedrín
las p
Por esta razón, vivir según el Espíritu, es vivir enteramente q jEspíritu por elseSaned
uzgados Santo encuent
Cristo, vivir libres de las obras de la carne, vivir en la cnz de en Hch 2, 33, al hablar de
Cristo, pues los que son de Jesueristo han crucificado su carne con cuando los bautizados co,
sus pasiones y concupiscencias. Si vivimos por el Espiritu, condluye blo: Ni ssiquiera sabemos sa
el Åpóstol, caminemos también según el Espiritu (Ga 5, 24-25). pMás relieve aún tienen
aparece como sujeto de vo
e eit 2
iea
i
tobe
(1 Co 3, 16; 6, 11, 26-27
) El Espiritu Santo como persona divinaE aparecen fórmulas ternar
de
ñor Jesucristo, el amor a
En numerosos pasajes del Nuevo Testamento, el Espiritu estén con todos vosotros (2
Santo aparece no sólo como una fuerza divina que opera en Je pero uno mismo es el Espirg
sucristo, en la Iglesia 0 en los cristianos, sino que, además, s uno mismo es el Señor; ha
descrito como «alguien» distinto del Padre y del Hijo e intima- mismo es Dios. (1 Co 12, 4
mente relacionado con ellos.nhn los que se habla del Espír
En los sinópticos aparece con claridad en un pasaje que es del Hijo y compartiendo
clave en materia cristológica y trinitaria: el Bautismo de Jesis, También en San Juan s
En efecto, en esos pasajes, el Espíritu Santo,del quePadredesciy edelndeHijo
en del Espíritu sobre Jesús en
forma de paloma, se distingue claramente a es el que bautiza en el Esp
muy amado (cfr Mc 1, 9- 1; Mt 3, 13-17; Le 3, 21-22). Esta riéndose, quizás, a la efusi
distinción personal aparece con mayor claridad en el mandano cida interpretación puede
de bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espirie
Santo (chr Mt 28, 19).
ritu de que se habla en Jn

La presencia del Espíritu Santo es tan constante en Hechus


que es consi d erado como el evangel io del
cfecto, el libro comienza con la Ascensión y Pentecostés y co Espi r i t u Santo. Ea 13 En esta misma línea se enc
que hace Jesús en la fiesta de los ta
beba (..) Esto dijo del Espiritu, que
tiene numerosos pasajes en los que se habla del Espiritu como no habia sido dado el Espiritu, pore
don reci b i d o por la im posi ci ón de l a s manos
quien brotan los carismas de las hicles. Los discipulas son dee y como Aqud de El Espíritu que habían de recibir lo
vina que se manifestó sobre los Ap
descrita con unas palabras que insi
ritinuuosel quemuchasinsinveces como le nos del Espi r i n u Santo.
úa cómo ha de hacerse haespansión de la lelk Es e Ege vina: es Alguien que es dado tras la

30
de la cari d ad ( G a 5 , 6 ) . Los
ipaz,bertadla loennganiel mEspíidad,ritu,lacubniyos hnegi sturiia, óp.neadaces cfr Hcha Fel8,ip29),e queo19-20);
, indic(ando asePedro vayaeunucoa cAsaeldequedella reicen-
acerqesuequeelalEspíritu ins-na
umbre, l a cont i n enci a ( G a 5,2, pi
de CCana

r a a l o s Apóst
Corneli oo(cfr
l e s l a
Hch
Espíritu, es vivir enteramente e juzgados por el Sanedrín (cfr Hch 4, 8). La «personalidad» del s pal a
10, br a s que deben deci r cuando son
1s1cridesto lahancarne, vi v i r en l a cr
crucificado su carne co u z de del Espíe inrisitJuan
ar delraenvíclaorament
EspíHchritu 2,Sant33,o alsehablencuent bautismo de u,nuada
y encontestan 4,
enHchHch19,a1,1-7,
Pa-
vivimos por el Espiritu, concuye C
cuando los bautizados con el I
en

según el Espiritu (Ga 5, 242), blo:MásNi sirelqiuieveeraaúnsabemos si exi


tiedenenverbos s te
aquelcomo el Espi
los textosr i t u Santo .
enar,lodis sque el r,Espíritu
na divina
ehau
n lh aparece como 16; suj
6, e
11, to 26-27). Y aquel l ohabi
s t
otros ti
textos ngui
en
cia
querer
los
delque
Se-
aparecen fórmulas ternarias. He aquí algunos: La graca
(1 Co 3,

Nuevo Testamento, el Espírinu


a
hñoresténJesucri sto, elvosotros
con todos amor de(2 DiCoos 13,y la13);comuni del Éspiridetu dones,
Hayóndiversidad Santo
a fuerza divina que opera en Je
pero uno mismo es el Espiritu; hay diversidad de ministerios, pero
cristianos, sino que, además,
0 del Padre y del Hijo e intim:
a
emibd
u 0 1
cor2n dieridaddeaseruri onte veasos en
los que se habla del Espíritu Santo como distinto del Padre y
In claridad en un pasaje que e del Hijo y compartiendo con ellos la acción salvífica.
Irinitaria: el Bautismo de Jesús. También en San Juan se encuentran referencias al descenso
píritu Santo, que desciende en Espíritu sobre Jesús en el Bautismo (cfr Jn 1, 3233). Jesús
del 1
laramente del Padre y del Hijo es el que bautiza en el Espíritu Santo, se dice en Jn 1, 33 refi-
It 3, 13-17; Le 3, 21-22). Esta riéndose, quizás, a la efusión del Espíritu que dará Jesús. Pare-
Imayor claridad en el mandato cida interpretación puede tener la alusión al renacer del Espí-
hdre y del Hijo y del Espiritu ritu de que se habla en Jn 3, 5-613.

1o esiotandelconstante
hgel Espí r i t u enSantHechos,
o . Ea En esta misma línea se encuentra la impresionante mención del Espíritu
que hace Jesús en la fiesta de los tabernáculos: Si alguien tiene sed, que venga a mi y

heIscensión
se hablay delPentecostés ycomo
con- beba (..) Esto dijo del Espiritu, que habian de recibir los que creyeran en Él, pues aún
Espí
como A r i t u
Aquel de no había sido dado el Espiritu, porque Jesús no había sido glorificado (Jn 7,37-39).
El Espíritu que habían de recibir los creyentes es una aluusión joánica a la fuerza di-
s. LosritudiSanto.
dideleleEspí
e las manos yo
scipuloEss sonel Espi
des vina que se manifestó sobre los Apóstoles en Pentecostés. Esta fuerza divina viene
vina: esta con
descri en quepalaesbrasdadoquetrasinsinúan
Alguiunas que ese espíritu
la glorificación de Jesús.es más que una fuerza di-
cerse la expansión de la Igle- 31
Es en la narmción joánica de la Úima Cena donde snn está ind
eftestiectmo,oniaquío deCriÉls, toporque
tramos los textos más explícitos en torno al Espiritu Sano
como Persona. Algunos de esos textos han sido ya citados Refiriéndose a este pasaje ton
rogaré al Padre, yos enviará otro Paráclito pana que pemmeai na característica del
con vosotros pana siempre: El Espiritu de verdad, que el mmundo w y el Espíritu Santo son a
Una

puede recibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros lo conociu, pa mera es distinta de la segy


que permanece en vosotros y està en vosotros (Jn 14, 16-17).Y tson entre sí. Jesús habla d
poco más adelante: El Paráclito, el Espiritu Santo que el Padr
ai
enviará en minombre... (Jn 14, 26). Se trata de un segundo en-
ces el pronombre persona
de despedida, des
cursO 0
viado: como el Padre envió a Jesús, así ahora Jesús resucitado mente al Padre, a=al Hijo
enviará al Espíritu (cfr Jn 16, 7), es decir, se trata de un enviado tEspíritu Santo con el po
viado al Hijo (cfr Jn 3, 10
distinto del Hijo.
Esta distinción aparece con especial claridad en Jn 15, 26: envía con la fuerza de la i
atido, el Espíritu Santo
Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte de mi Padre,
SeIl

enviaré» 15.
el Espiritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de
mi. En el texto se habla de envío y de procedencia; es el Hijo el
que envía —cosa que podría entenderse sólo de misión tempo- d) «Personalidad» del Espirit.
ral- mientras que el Espíritu procede del Padre, cosa que los
teólogos entienden normalmente como referido a una proce- Como se ha visto en los H
dencia eterna, es decir, como referida al origen del Espíritu Escritura, se va perfilando
Santo. Los Ortodoxos, que dicen que el Espíritu Santo procede Espíritu Santo, como Person
sólo del Padre, entienden este texto en el sentido de que el Hijo Hijo. Su «personalidad» -— -S

se limita a enviar al Espíritu Santo, sin que Él sea también oni al Padre y al Hijo es mer
gen del Espíritu Santo. Por esta razón ese texto se suele leer Hijo. También su misión es n
unido a este otro en el que aparece con mayor claridad la rela Sin embargo, el conjunto d
ción Hijo-Espíritu Santo: Čuando viniere el Espiritu Santo, 6 mente las palabras de la des
guiará hacia la iverdad completa (.1) Él me glorificará, porque to mente explícitas para fundar
mará de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Pade ritu Santo como tercera Pers
es mio; por es0 os he dicho que tomará de lo mio y os lo daná ato El Espíritu que ya aparec
ar el Los
(n 16,envi13-15).
HiHocerjo pueda Espiritu notar que,o queparaelEl4queEp
teólogosSanto,hacenes necesari e
Én
de María (cfr Lc 1, 35), que
público de Jesús en el bautis
ritu tenga cierta procedencia de origen con respecto a
s
Chr Santo Tomás de Aquino, STh III, q. 57, a. 1, ad 3.
15 Juan Pablo II, Enc. Dominum
32
efecto, aquí Cristo está indicando que el Espíritu Santo dará
testimonio de Él, porque tomará de lo suyo.
Refiriéndose a este pasaje, comenta Juan Pablo II
«Una característica del texto joánico es que el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo son llamados claramente personas; la pri-
mera es distinta de la segunda y de la tercera, y éstas también lo
son entre sí. Jesús habla del Espíritu Paráclito usando varias ve-
ces el pronombre personal él, y al mismo tiempo, en todo el dis-
curso de despedida, descubre los lazos que unen recíproca-
hmente al Padre, al Hijo y al Paráclito (...) El Padre envía al
Espíritu Santo con el poder de su paternidad, igual que ha en-
viado al Hijo (cfr In 3, 16-17.34; 6, 57), y al mismo tiempo lo
envía con la fuerza de la redención realizada por Cristo; en este
sentido, el Espíritu Santo es enviado también por el Hijo: Os lo
enviaré» 15.

d) «Personalidad» del Espiritu Santo

Como se ha visto en los párrafos precedentes, en la Sagrada


Escritura, se va perfilando progresivamente la naturaleza del
Espíritu Santo, como Persona en Dios, distinta del Padre y del
Hijo. Su «personalidad» —su distinción personal con respecto
al Padre y al Hijo es menos clara para nosotros que la del
Hijo. También su misión es menoS visible que la misión del Hijo.
Sin embargo, el conjunto de la Sagrada Escritura —especial-
son suficiente-
mente las palabras de la despedidda de Jesús
ente explícitas para fundamentar la fe de la Iglesia en el Espí-
ritu Santo como tercera Persona de la Santísima Trinidad.
El Espíritu que ya aparece como fuerza divina santificadora
de María (cfr Le 1, 35), que aparece inaugurando el ministerio
público de Jesús en el bautismo (cfr Mc 1, 9-11), que le acom-
15 Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem, cit, n. 8.
33
paña constantemente durante este ministerio hasta el punto de Gregorio de Nacianz
que contradecir a la obra de Cristo sea blasfemar contra elge vina en la revelación
piritu (cr Le12, 10), es descrito en Hechas como Aqued qu «El Antiguo
santifica a la Iglesia y a los fieles (cfr p.e, Hech 1, 82, 4 dre, y más oscura
u Hijo y hace entre
Espocialmente importantes a la hora de hablar de la speso
etc.).
tiene derecho de
nalidad del Espíritu Santo son los textos de la promesa del Ese s más clara de sí m
piritu ya citluz
ados.deInlas14,palabras 26; 16, 14.delLosSeñor,
15-17; de15,despedida tems
demásreciben davía no se confes
mente la del Hijo
mitida, añadir el I
una luz nueva y muchos de ellos pueden entenderse como refe.
leídos a la
si se nos permite
ridos a la Persona del Espíritu Santo en cuanto actúa con su Así por avances y
poder santificador en la historia de la salvación. la Trinidad estalla
Se encuentra una fuerte insinuación de la «personalidad» del
Espíritu Santo en aquellos pasajes en que se habla de sus accio-
nes. Se dice del Espíritu Santo que mora en los discípulos (Jn El Espíritu Santo, env
14, 17); que estará con ellos (Jn 14, 17); que viene (Jn 16, 7.
13); que recibe lo que es de Jesús
16,
(Jn
3);
13)
que (Jn
16,que14);enseña procede
14,
del
26);
Como hemos visto,
Padre (Jn 15, 26); que oye (Jn tamento que hablan de
que hace conocer (Jn 16, 13); que revela (Jn 16, 13); que glori- envío sobre los Apósto
fica a Jesús (Jn 16, 14); que guía hasta la verdad plena (Jn 16, unas veces se atribuyei
13); que da testimonio (Jn İ5, 26); que convence de pecado vez, en el modo de este
(Jn 16, 8); que es dado (n 14, 16); que es enviado (Jn 14, 26s racterísticas personales
15, 26; 16, 7); que intercede por nosotros ante Dios (Rm 8, Catecismo de la Iglesia (
26), que da testimonio a nuestro espíritu (Rm 8, 16), que dis revela en su misión tem
tribuye los carismas como le place (1 Co 12, 11), que habla Apóstoles y a la Iglesia i
en los escritos del Antiguo Testamento (Hbr 3, 7; iP1, I; como por el Hijo en pen
2 P 1, 21), etc." 16
(cfr Jn 14, 26; 15, 26; 1
Se trata de un lenguaje y de unas expresiones fuertemente ritu tras la glorificación
personalizantes que, junto con la profesión de fe trinitaria que tud el misterio de la San
se realiza en el bautismo (cfr Mt 28, 19), l evó a la Iglesia de las
pripersonalidad
meros siglosdela una comprensi ó n cada vez más niti
Espíritu Santo. He aquí cómo resume t
da del San
n

Gregorio de Nacian
CEC, n.San684.
18

CEC, n. 244. a
Cf Y Congar, El Espiritu Santo, Barcelona 1983, 82-85.
34
Gregorio de Nacianzo el camino recorrido por la pedagogía di-
vina en la revelación de la «personalidad» del Espíritu Šanto:
«El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Pa-
dre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al
Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu
tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión
Smás clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando to-
davía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abierta-
mente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún ad-
umitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario,
si se nos permite emplear una expresión un poco atrevida (..)
Así por avances y progresos de gloria en gloria, es como la luz de
la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos"7.
S ng
ts e
El Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo

Como hemos visto, gran parte de los pasajes del Nuevo Tes-
tamento que hablan del Espíritu Santo lo hacen al hablar de su
envío sobre los Apóstoles y sobre la Iglesia. En estos pasajes,
unas veces se atribuye este env o al Padre y otras al Hijo. A su
vez, en el modo de este envío, de esta misión, se reflejan las ca-
racterísticas personales del Espíritu Santo. Como se dice en i
Catecismo de la Iglesia Católica, «el origen eterno del Espíritu se
revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los
Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo,
como por el Hijo en persona, una * vez que vuelve junto al Padre
(cfr Jn 14, 26; 15, 26; 16, 14). El envío de la persona del Espi-
titu tras la glorificación de Jesús (cfr Jn 7,39), revela en pleni-
tud el misterio de la Santa Trinidad»18.

San Gregorio de Nacianzo, Discurso Teológico, 31, 26: SC


abt
250, 326.
CEC, nn. 684. aine tu ue
18 CEC, n. 244. uaal
35
Asi se ve, pe, en este pasaje, donde se atribuye al Palireg ritu. «El Espíritu será
envio del Espirit: Yo rogaré al Padre,jos darà otre Barkd La fórmula indica la
que esté con vosotros eternamente, el Espiritu de Verndad (.g en el envío del Espíri
Paváclito, el Espirit Santo que envianá el Padre en mi nombm, E misión: por ello el H
enseñará todas las cosas (În 14,16-17.26). El Espiritu San, 15, 26). Pero el Hijo
que permanecerá eternamente con y en los Apóstoles, as de, eso el Padre lo enviara
crito aquí como Espiritu de Verdad, que lleva al hombre hasad
conocimiento de la profundidad de Dios —Dios es la Ve Los textos pneumatol
dad—, y es enviado por el Padre en nombre del Hijo.
En el siguiente pasaje, en cambio, el envío del Espírit s Las palabras sobre el
atribuido al Hijo: Cuando viniere el Paráclito, que yo os enviai la Última Cena son un
desde el Padre, el Espiritu de Verdad queEsteprocede del Padre, É
envío del Espíritu pneumatología?1. Jesús
dará testimonio de mi (Jn 15, 26-27).
xión con su propia part
por parte de Jesús da pie a pensar que el Espíritu Santo tam- ritu vendrá cuando se É
bién procede de Él como se dice en el texto anteriormente d obra realizada en la Cru
tado: el Padre envía al Espíritu que procede de ÉI.
Os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si n0 me «Si es verdad qu

fuera, el Paráclito no vendrá a vosotros; mas si me fuere os lo e- i


debe atraer a todos

viaré. Y cuando él viniere... (Jn 16, 7-8). El Hijo envía al Esp e


bras del Cenáculo
Cristo glorioso me
ritu, que aparece descrito con los rasgos propios de una personi.
En efecto, a pesar de que pneuma es neutro, se hablEl ahecho19de
aquítan mente por esto Cri
cacia redentora med
este pneuma en masculino: Y cuando El viniere... de este mundo, no :
cargado de significado de usar el masculino en vez del neutro Espíritu Santo, al q
para referirse al Espíritu Santo se repite en Jn 16, 13 y 14, 26e misma redención er
El envi o del Espir itu por parte del Padre
rdad de que el .Espíritu no
apunta a la verd
y por
procede parte
sólo del
del Hijo
Padre, Las primeras palabr
sino del Padre y del Hijo. Las fórmulas con que se expresa lt que recoge San Juan en
cnvia, como acabamos de ver, son di versas, pero de ells se
prende la comunión del Padre yel Hijo en el origen del Eph ds 2 Cfr J.A. Domínguez, La
nidad y salvación. Estudio sobre l
21

la Iglesia es Cer Se puede afirmar con to


" El Espiritu Santo, como representante y vicario de Cristo enl ena constituyen «en cierto mo
ui prsando con cniaet deaa pesna queuespucecspwc como emen ma
lo
gía» (
(Juan Pablo II, Creo en el
1gia

(ahi s la 16 a15)apear pepnd omo I m scne bpio


22

Juan Pablo II, ibid., 19.


de Dio, en H. Haag, Diccionario de la Biblia 1963, 619).
36
ritu. «El Espíritu será enviado por el Padre en nombre de Jesús.
La fórmula indica la perfecta comunión entre el Padre y el Hijo
en el envío del Espíritu. El Padre es, sin duda, el origen de esta
misión: por ello el Hijo enviará el Espíritu de cabe el Padre (Jn
15, 26). Pero el Hijo es también principio de este env í0: por
eso el Padre lo enviará en nombre del Hijo»20.

Los textos pneumatológicos de la Última Cena


Las palabras sobre el Espíritu Santo que pronuncia el Señor en
la Última Cena son una fuente de primordial importancia para la
pneumatología”!. Jesús habla de la venida del Espíritu en cone-
xión con su propia partida de este mundo: no es sólo que el Espí-
ritu vendrá cuando se Él haya ido al Padre, sino que continuará la
obra realizada en la Cruz. En efecto, como escribe Juan Pablo II.
«Si es verdad que Jesucristo mediante su elevación en la cruz
debe atraer a todos hacia si (cfr Jn 12, 32), a la luz de las pala-
bras del Cenáculo entendemos que ese atraer es actuado por
Cristo glorioso mediante el envío del Espíritu Santo. Precisa-
mente por esto Cristo debe irse. La encarnación alcanza su efi-
cacia redentora mediante el Espíritu Santo. Cristo, al marcharse
de este mundo, no sólo deja su mensaje salvífico, sino que da el
Espíritu Santo, al que está ligada la eficacia del mensaje y de la
misma redención en toda su plenitud»”.
primeras palabras de Jesús en torno al Espíritu Santo
que recoge San Juan en su narración de la Última Cena se en-
as

» Chr J.A. Domínguez, La Teologia del Espiritu Santo, en A. Aranda (ed.), Tr-
nidad y salvación. Estudio sobre la trilogia trinitaria de Juan Pablo II, cit, 224.
Se puede afirmar con toda justicia que los textos joanneos de la Última
21

Cena constituyen «en cierto modo, la principal fuente evangélica de la pheumato-


lo
(ía»
logía
22
(Juan Pablo II, Creo en el Espíritu Santo, cit., 27).
Juan Pablo II, ibid., 19.

37
cuentran en el eapitulo 14, en un cálido contexto de despadide pUn poco más adel
Suene anáis guandaris mis mandamientos o voaré al Pahny vuelve a hablar del Pan
os dará otro Paráelito para que esté con vasotros siempre: el Epi. y añade: También voso
el mundoporque
sits de la vertad, al quede conocéis, no puedepermanece
recibinx, porque nile
a vuestro lado cipio estáis conmigoón(JIn
ni le conoce; vosotros le Espíritu en relació co

y estáEa Señor
en vosotros (Jn 14, 17).
está hablando del Espiritu Santo como una penon,
verdad; el testimonio
testimonio del Espírity
no como una mera fuerza divina. Así aparece en todas las cxpre Inmediatamente el S
anes de Jesús: Él rogará al Padre para que lo envie a los disci. Apóstoles se entristecen
pulos como don permanente; el Espiritu está ya de hecho den-
sio
10n

misteriosas, que están


ro de los Apóstoles. Como ya se ha hecho notar, en los texos conviene que me vaya, P
joánicos, a pesar de que pneuma es neutro, el Espíritu aparece vosotros. Én cambio, si y
precedido con artículo masculino. Jesús se refiere a Él como al del Espíritu está en relad
otro Paráclito (abogado, intercesor consolador), dando a enten- Ascensión y con su estar
der que es alguien parecido a É, que es el primer Paráclito. del Espíritu está en rel
EÍ Espiritu Santo es el Espiritu de la verdad. Su convergencia Cristo, pues la redención
con Cristo es evidente: un poco antes el Señor se ha calificado a sible a todos mediante la
mismo como el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6), e inme-
sí r Las palabras que sig
diatamente volverá a hablar del Espíritu Santo como Espíritu como una venida salva
de la verdad (cfr Jn 15, 26; 16, 13). Se comprende que San mundo de pecado, de je
Juan escribiese en su primera carta esta frase tan cargada de creen en mi; de justicia,
consecuencias: El Espiritu es el que da testimonio, porque el Espi- de juicio, porque el prine
ritu es la verdad (1 Jn 5, 6). 8-11). El Espíritu, al n
En esta misma línea se enmarca la mención al Espíritu Santo mundo por no haber cI
que encontramos pocas líneas más adelante: El Paráclito, el E Padre al glorificar a Cr
piritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os ensehard cipe de este mundo ya
26). Él
todo y os recordará todas las cosas que os he dicho (Jn14, inutilidad de sus «Valon
dará testimonio de la verdad, Él enseñará la verdad, Él hará It echazado.
cordara los discipulos la verdad que han oido a Cristo. Reconder
es tener presente, revivir, actualizar en el sentido fuerte . del Espíritu Santo, el Espíritu d
no se agota al recordar el pasady
23
to
Comenta Juan Pablo Il: «El recordar es la función de la memoria. Reat
aa
el misterio salvifico de Cristo, e
hida en la Iglesia, de modo qud
sente
ser

cndenci puuds ulaqueseharla


a las cossalo pasadss,
ándawevic fytcinde heoendo
y ansi haciehadiash evvelzatándose siab
especlasi
nic
ad de la salvación» (Juan Pal
ad

38
Un poco más adelante, al final del capítulo 15, el Señor
vuelve a hablar del Paráclito que Él enviará de parte del Padre,
y añade: También vosotros daréis testimonio, porque desde el prin
cipio estáis conmigo (Jn 15, 26-27). Jesús pone el testimonio del
Espíritu en relación con el hecho de que Él es el Espíritu de la
verdad; el testimonio apostólico es puesto en relación con el
testimonio del Espíritu.
Inmediatamente el Señor habla claramente de despedida, y los
Apóstoles se entristecen. El Señor los consuela con unas palabras
misteriosas, que están en relación con la misión del Espíritu: Os
conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a
vosotros. En cambio, si yo me voy os lo enviaré (Jn 16, 7). La venida
del Espíritu está en relación con su partida de este mundo, con su
Ascensión y con su estar sentado a la derecha del Padre. La venida
del Espíritu está en relación con esta plenitud del triunfo de
Cristo, pues la redención, ya conseguida por Cristo, se hace acce-
sible a todos mediante la obra santificadora del Espíritu.
Laspalabras quede siguen describen la venida del Espíritu
como una venida salvadora. Cuando Él venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio: de pecado, porque no
creen en mi; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me veréis;
de juicio, porque el principe de este mundo ya está juzgado (Jn 16,
8-11). El Espíritu, al mostrar la verdad, mostrará la culpa del
mundo por no haber creído en Cristo; mostrará la justicia del
Padre al glorificar a Cristo; mostrará, finalmente, que el prín-
cipe de este mundo ya está condenado, es decir, mostrará la
inutilidad de sus «Valores», Todo eso ha sido definitivamente
rechazado. t

del Espíritu Santo, el Espíritu de una verdad cargada del poder divino, su misión
no se agota al recordar el pasado como tal: recordando' las palabras, las obras y todo
el misterio salvifico de Cristo, el Espiritu de la verdad lo hace continuamente pre-
sente en la Iglesia, de modo que revista una actualidad siempre nueva en la con
nidad de la salvación» (Juan Pablo II, Creo en el Espiritu Santo, cit., 24).
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