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Mateo Seco
TEOLOGÍA TRINITARIA
íritu Santo
Dios Espt
RIALP
Capítulo 1n L1 t
LA REVELACIÓN DE DIOS ESpÍRITU SANTO
SusHSuet
NrE i
itst aar
a u
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sato eiish i n
io)01teoapn
17
La presencia del Espíritu en la Sagrada Escrituraann
SagradaEspiEscririttura,
EndelaYahve, el Espiritu Santo es l amado Espi.
de Dios, Espíritu de Jesucristo, Espint
Santo.
ritu
El Espí
ensobretodoDioelsNuevo ri t u Santo se
Testamento".encuentra
Yes que constantemente
l a enseñanza presente
cri sti ana
es, a la vez,
terio de Cristo como se nosvienha revel cri stocéntrica y tri n it aria' es en el mi s
noS arevela en cuantSanto;o h-al
do el alPadreEspíritu
mimissterimootideempoČrisesto ely, Espí
dre, y es también Cristo quie
ritu Santo el que nos da a
en consecuencia, el misterio de Dios (chtconocer e
p.e., Jn 14, 26).co de despedida en la Ultima Cena, Jesús habla
l(Paraácl
EEn el discurso
riu Šanto
argamenteetos)delqueEspíestará a los discipulos: Él es el Abogado
siempre con los Apóstoles, el Espiritu
de verdad que Jesús enviará a los discípulos y que los
la verdad completa (Jn 14, 16-17; 16, 7-13):edennoni
l evará ha-
cia l
nidad y salvación. Etudio sobre la trilogia trinitaria de Juan Pablo II, cit, 196.
18
y haced discipulos a todas las gentes, mandato que encierra, en
pcierto modo, la fórmula trinitaria del bautismo: bautizándolas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).
DEsta fórmula refleja el misterio intimo de Dios y de su vida di-
vina, que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, divina unidad
de la Trinidad. Se puede leer este discurso como una preparación
i
especial a esta fórmula trinitaria, en la que se expresa la fuerza vi-
vificadora del sacramento que obra la participación en la vida de
Dios uno y trino, porque da al hombre la gracia santificante
como don sobrenatural. Por medio de ella éste es llamado y he-
o cho capaz de participar en la inesCrutable vida de Diosi.
int S
La revelación del Espíritu Santo como Persona divina no Sagrada Escritura estriba p
tiene lugar en el Antiguo Testamento: la revelación del Espinit los se nos urge a la acogida
Santo solo tiene lugar en forma explícita y clara en la Persoma que está por encima de no
de Jesús y en la radical novedad que comporta su revelación s0.
bre la intimidad trinitaria. Sin embargo, esta revelación se en-
cuentra ya preparada por el lenguaje y la doctrina veterotesta El «Espíritu de Yahvé» en
mentaria sobre el espíritu de Yahvé y su actuación en la historia
de la salvación. El término hebreo con
Destacando la continuidad de la enseñanza sobre el Espíritu to significado in
ruah, cuyo
Santo existente en los dos Testamentos, escribe Juan Pablo II: lito, respiración. Nadie ve
son palpables. El viento en
«También Jesús, cuando habla de la promesa del Padre, t vanta grandes olas (cfr S
unncuerda el anuncio de los profetas, significativo incluso en su G viento soplo del Dios (cfr E
encios de Jesús en la Última Cena son e
rácter genérico. Los anun La ruah no sólo es una
5 plícitos y directos. Si ahora, después de la resurrección (chr penetra íntimamente a la
tGe
Le 24, 29), se refiere al Antiguo Testamento, es señal de qu rar es una diferencia fund
quiere poner de relieve la continuidad de la verdad pneumato-
lógica a lo largo de toda la Revelación. Quiere decir que Cisc hombre muerto. De ahí q
no sea considerada como
da cumplimiento a todas las promesas hechas por Dios ya el una fuerza que se atribuye
Antigua Alianza.
(cfr Gn 1, 2; 8, 1), pues es
La revelación del Espíritu Santo acontece de la mano de respira vive, y el que deja
grandes símbolos naturales el agua, el fuego, el aire. Estos sim De ahí que la Escritura
1os están destinados a provocar en nos1SotroS una actitud aco vida, quien infunde su ali
1997, 34.
Jaan Pablo II, Ceo en d Eiptritu Sane. Categueis wbne d Cnlo (ID Cfr J. Guillet, Esprit Saint,
20
gedora, más que a darnos a conocer cómo es la naturaleza del
Éspíritu, cómo es el Espíritu de Dios. Más que de cómo es el Es-
píritu, con estos símbolos se habla de su obra: de su poder de
dar la vida, de encender los corazones, de limpiar las almas.
Cuando en el Símbolo de Constantinopla I (a. 381) se describa
al Espíritu como «dador de vida», se están sintetizando innu-
merables afirmaciones de la Sagrada Escreitura sobre la actua-
ción del espíritu de Yahvé en la obra de la creación y de la sal-
vación. La fuerza sugestiva de lolos símbolos tutilizados por lla
Sagrada Escritura estriba precisamente en que con estos simbo-
los se nos urge a la acogida de una fuerza vivificadora, invisible,
que está por encima de nosotros y que procede de Dios.un
isitS Raat
El «Espíritu de Yahvé» en el Antiguo Testamentoha
21
especialmente en el hombre (Gn 2, 7). Por eso dice Johs win,
enas Señor (Ez 2, 2-4). El espír
ilumina, le da fuerzas, le u
narices,enjamás
mis quede smplo de vida
mi unproferinán mis labios de Dims (jbahen
rel aliunaentoinjuticia ae más adelante que es
chr 33, 4). También es Dios quien retira ese aliento ala hon d poco 1
(cfrEste
Ez 11,
la muerte (cfr Sal 104, 29-30).ne
Este pensamiento está unido a la consideración del ropi. mano, espí5).
ritu,con
transformándolsu
o . fud
E
ritu de Yahvé» como algo personal de Dios, como algo qu
existe en Él y que Él envía. A este respecto, es muy clocuente
bres, les da sabiduría y cou
trata de una actua
blDioo,s,dándol
por medi de su espde
e unocorazón
17). Se tra
la descripción que se hace de Dios dando la vida al hombre
recien hecho del barro, precisamente insuflando en sus narices
un aliento de vida (Gn 2,7). Expresiones como éstas insinúan que lo han convertido los
que Dios da algo de sí mismo a los hombres como un don, derá especialmente en los t
uniéndolos especialmente consigo. Se trata de una realidad
que no sólo hace vivir a las criaturas, sino que se encuentra en
la intimidad de Dios y que, al ser participada por el hombre, El Mesias, portador de los e
opera en su intimidad, vivificándola'º. Así sucede con la vida
corporal; así sucede también en el ámbito del corazón, en la El espíritu de Dios es e
vida del espíritu.
t forma especial en sus jefe
Esto aparece con especial fuerza en los profetas. Ellos tienen actúan por la fuerza del o
conciencia de haber sido llamados por Dios, incluso de estar mente para el servicio del
espíritu como un don pe
poseídos por Él y, por esta razón, de ser enviados a hablar al fieles a su misión. Baste re
pueblo en su nombre (cfr p.e., Jr 1, 4-10). El profeta es el hom-
bre del espíritu (cfr Os 9, 7). Él profeta no sólo habla palabes sés (cfr Nm 11, 1425), a
a Saúl (cfr 1 S 10, 6-10).
de Dios, sino que es testigo de esa palabra que ha recibido en Con David se subraya
interiorunaporvoz:obraMientras
suescucha del espíritu. En la primera visión, Ezequiel
hablaba (esa voz), entró en mi wn por el Señor, figura del fu
23, 2). Todos estos dones
piritu
de hombre, pusoo ena lopisehi. jYot
que mete envi que me.m)Les
os dealIse hablaba.
dinás:MeEidija
sto dieHiad ser otorgados al Mesías, e
bor de los liberadores del
1-2) y, por otra, concentra
Eseribe Juan Pablo IE: «Aún sin ser concebido como Personaciertoditinmodoa endde dos a quienes le precediero
Mesías triunfador y glorid
s quee lhumana
hapiDinoment para obnr
o mandaqueda en las paratecbi
eriaus.AAss,si tindusojo elaaspecto lieans
ámbito del ser divino, el soplo o Espiritu de Dios se distingue en a
n vdasoóba
inu Santo, que apareceri como expresión derlavidaeiacioa de Dios y de sudelom
preparada del Per s ona E profecías que hablan de É
pre
Espíritu Santo actúa no sólo sobre los Apóstoles, sino también tecer al Espiritu Santo de
30). Él es el Espíritu Sa
sobre los corazones de quienes les escuchan, haciendo que cro toda actitud perversa, va
en sus palabras (cfr Hch 2, 37-41). Más aún el desenma
El poder del Espíritu Santo se manifiesta frecuentemente en ción salvífica del Espír
la Acción apostólica (cfr pie., Hch 11, 15-16) hasta el punto de envío del Espíritu, dic
que la historia de la Iglesia primitiva podría describirse como la mundo de pecado, de jus
epopeya del Espíritu Santo, pues el nacimiento de las iglesias mente añade: Cuando
locales estuvo acompañado por la efusión del Espíritu Santo. El guiará hacia la verdad co
Espíritu Santo santifica la Iglesia, convirtiéndola en ecuerpo de dad plena significa abrir
Cristo (cfr 1 Co 12, 13). al conocimiento de la—
Es también el Espíritu Santo el que santifica a cada uno de mismo tiempo Camino,
los creyentes hasta el punto de que se puede afirmar con jusi ritu es el único intérpre
cia que la presencia del Espíritu Santo en el corazón de los ce único quee puede introdu
yentes es un rasgo característico de la existencia cristiana. En duría de la Cruz (cfr 1 C
efecto, quien no tiene el Espíritu de Cristo, ése no es de Cristo San Pablo destaca la o
(efrDios,Rméstos8, son9), hijos
mientras que quienes son guiados por el Eipirinn d
de Dios (Rm 8, 14). El cristiano se va trans carne y los frutos del Esp
lo que se refiere a la acc
formando en Cristo conforme obra en él el Espíritu del Seho pasaje, andar en el Espír
(cfr 2 Co 3, 18). carne y a servirse unos a o
Esta transformación ti e ne lugar en forma sacramental yae
el bautismo: Habéis sido lavado, haboiisoido santifeades, hubó
amd
10r no es otra COSa
28
sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espiritu de
uestro Dios (cfr 1 Co 6, 11). Se trata del nuevo nacimiento por
el agua y el espíritu de que ya se habla en Jn 3, 3. Los bautizados
son regenerados por la acción del Espíritu Santo (cfr Tt 3,5).
Es el Espíritu Santo, presente en el alma del justo, el que lo hace
clamar: pAbbál ;Padre! (cfr Rm 8, 15), pues el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espiritu Santo que se se
nos ha dado (Rm 5, 5).
Esto quiere decir que el Espíritu habita en el alma y que los
cristianos son verdaderamente templos del Espíritu Santo (cfr 1
Co 3, 16-17; 1 Co 6, 19); están edificados como morada de Dios
en el Espíritu (cfr Ef 2, 22). Consecuentemente, es necesario vivir
según el Espíritu y no según la carne (cfr Rm 8, 9-11), y no entris-
tecer al I Espiritu Santo de Dios con del que habéis ssido sellados (Ef 4,
30). Él es el Espíritu Santo y huésped del alma: toda acción mala,
toda actitud perversa, va necesariamente contra Él.
Más aún el desenmascarar el pecado forma parte de la ac-
ción salvífica del Espíritu. En la Última Cena, al anunciar el
envío del Espíritu, dice Jesús: Y cuando venga Él, acusará al
mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn 16 8), e inmediata-
mente añade: Cuando venga Aquél, el Espiritu de la verdad, os
guiará hacia la verdad completa (Jn 16, 13). Guiar hacia la ver-
dad plena significa abrir la inteligencia y el corazón del hombre
al conocimiento de la verdad que salva, de Cristo, que es al
mismo tiempo Camino, Verdad y Vida (cfr Jn 14, 6). El Espí-
ritu es el único intérprete auténtico de la figura de Cristo, el
único que puede introducir en el misterio de Cristo, en la sabi-
duría de la Cruz (cfr 1 Co 2, 1-5).
San Pablo destaca la oposición existente entre las obras de la
carne y los frutos del Espíritu en un pasaje de gran claridad en
lo que se refiere a la acción santificadora del Éspíritu. En este
pasaje, andar en el Espíritu equivale a rechazar las obras de la
carne y a servirse unos a otros por amor (Ga 5, 13). De hecho, el
amor no es otra cosa que la vida en el Espíritu, es decir vivir
29
una vida de fe actuante a través de la caridad (Ga 5, 6). Los cis indicando a Feli
tianos han sido llamados a la libertad en el Espiritu, cs h de Čandaces (cfr Hch 8,
sia, p.e.,
tos son la caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, la benigi. turión Cornelio (cfr Hch
dad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la continencia (Ga5,2 pira a los Apóstolesedrín
las p
Por esta razón, vivir según el Espíritu, es vivir enteramente q jEspíritu por elseSaned
uzgados Santo encuent
Cristo, vivir libres de las obras de la carne, vivir en la cnz de en Hch 2, 33, al hablar de
Cristo, pues los que son de Jesueristo han crucificado su carne con cuando los bautizados co,
sus pasiones y concupiscencias. Si vivimos por el Espiritu, condluye blo: Ni ssiquiera sabemos sa
el Åpóstol, caminemos también según el Espiritu (Ga 5, 24-25). pMás relieve aún tienen
aparece como sujeto de vo
e eit 2
iea
i
tobe
(1 Co 3, 16; 6, 11, 26-27
) El Espiritu Santo como persona divinaE aparecen fórmulas ternar
de
ñor Jesucristo, el amor a
En numerosos pasajes del Nuevo Testamento, el Espiritu estén con todos vosotros (2
Santo aparece no sólo como una fuerza divina que opera en Je pero uno mismo es el Espirg
sucristo, en la Iglesia 0 en los cristianos, sino que, además, s uno mismo es el Señor; ha
descrito como «alguien» distinto del Padre y del Hijo e intima- mismo es Dios. (1 Co 12, 4
mente relacionado con ellos.nhn los que se habla del Espír
En los sinópticos aparece con claridad en un pasaje que es del Hijo y compartiendo
clave en materia cristológica y trinitaria: el Bautismo de Jesis, También en San Juan s
En efecto, en esos pasajes, el Espíritu Santo,del quePadredesciy edelndeHijo
en del Espíritu sobre Jesús en
forma de paloma, se distingue claramente a es el que bautiza en el Esp
muy amado (cfr Mc 1, 9- 1; Mt 3, 13-17; Le 3, 21-22). Esta riéndose, quizás, a la efusi
distinción personal aparece con mayor claridad en el mandano cida interpretación puede
de bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espirie
Santo (chr Mt 28, 19).
ritu de que se habla en Jn
30
de la cari d ad ( G a 5 , 6 ) . Los
ipaz,bertadla loennganiel mEspíidad,ritu,lacubniyos hnegi sturiia, óp.neadaces cfr Hcha Fel8,ip29),e queo19-20);
, indic(ando asePedro vayaeunucoa cAsaeldequedella reicen-
acerqesuequeelalEspíritu ins-na
umbre, l a cont i n enci a ( G a 5,2, pi
de CCana
r a a l o s Apóst
Corneli oo(cfr
l e s l a
Hch
Espíritu, es vivir enteramente e juzgados por el Sanedrín (cfr Hch 4, 8). La «personalidad» del s pal a
10, br a s que deben deci r cuando son
1s1cridesto lahancarne, vi v i r en l a cr
crucificado su carne co u z de del Espíe inrisitJuan
ar delraenvíclaorament
EspíHchritu 2,Sant33,o alsehablencuent bautismo de u,nuada
y encontestan 4,
enHchHch19,a1,1-7,
Pa-
vivimos por el Espiritu, concuye C
cuando los bautizados con el I
en
1o esiotandelconstante
hgel Espí r i t u enSantHechos,
o . Ea En esta misma línea se encuentra la impresionante mención del Espíritu
que hace Jesús en la fiesta de los tabernáculos: Si alguien tiene sed, que venga a mi y
heIscensión
se hablay delPentecostés ycomo
con- beba (..) Esto dijo del Espiritu, que habian de recibir los que creyeran en Él, pues aún
Espí
como A r i t u
Aquel de no había sido dado el Espiritu, porque Jesús no había sido glorificado (Jn 7,37-39).
El Espíritu que habían de recibir los creyentes es una aluusión joánica a la fuerza di-
s. LosritudiSanto.
dideleleEspí
e las manos yo
scipuloEss sonel Espi
des vina que se manifestó sobre los Apóstoles en Pentecostés. Esta fuerza divina viene
vina: esta con
descri en quepalaesbrasdadoquetrasinsinúan
Alguiunas que ese espíritu
la glorificación de Jesús.es más que una fuerza di-
cerse la expansión de la Igle- 31
Es en la narmción joánica de la Úima Cena donde snn está ind
eftestiectmo,oniaquío deCriÉls, toporque
tramos los textos más explícitos en torno al Espiritu Sano
como Persona. Algunos de esos textos han sido ya citados Refiriéndose a este pasaje ton
rogaré al Padre, yos enviará otro Paráclito pana que pemmeai na característica del
con vosotros pana siempre: El Espiritu de verdad, que el mmundo w y el Espíritu Santo son a
Una
enviaré» 15.
el Espiritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de
mi. En el texto se habla de envío y de procedencia; es el Hijo el
que envía —cosa que podría entenderse sólo de misión tempo- d) «Personalidad» del Espirit.
ral- mientras que el Espíritu procede del Padre, cosa que los
teólogos entienden normalmente como referido a una proce- Como se ha visto en los H
dencia eterna, es decir, como referida al origen del Espíritu Escritura, se va perfilando
Santo. Los Ortodoxos, que dicen que el Espíritu Santo procede Espíritu Santo, como Person
sólo del Padre, entienden este texto en el sentido de que el Hijo Hijo. Su «personalidad» -— -S
se limita a enviar al Espíritu Santo, sin que Él sea también oni al Padre y al Hijo es mer
gen del Espíritu Santo. Por esta razón ese texto se suele leer Hijo. También su misión es n
unido a este otro en el que aparece con mayor claridad la rela Sin embargo, el conjunto d
ción Hijo-Espíritu Santo: Čuando viniere el Espiritu Santo, 6 mente las palabras de la des
guiará hacia la iverdad completa (.1) Él me glorificará, porque to mente explícitas para fundar
mará de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Pade ritu Santo como tercera Pers
es mio; por es0 os he dicho que tomará de lo mio y os lo daná ato El Espíritu que ya aparec
ar el Los
(n 16,envi13-15).
HiHocerjo pueda Espiritu notar que,o queparaelEl4queEp
teólogosSanto,hacenes necesari e
Én
de María (cfr Lc 1, 35), que
público de Jesús en el bautis
ritu tenga cierta procedencia de origen con respecto a
s
Chr Santo Tomás de Aquino, STh III, q. 57, a. 1, ad 3.
15 Juan Pablo II, Enc. Dominum
32
efecto, aquí Cristo está indicando que el Espíritu Santo dará
testimonio de Él, porque tomará de lo suyo.
Refiriéndose a este pasaje, comenta Juan Pablo II
«Una característica del texto joánico es que el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo son llamados claramente personas; la pri-
mera es distinta de la segunda y de la tercera, y éstas también lo
son entre sí. Jesús habla del Espíritu Paráclito usando varias ve-
ces el pronombre personal él, y al mismo tiempo, en todo el dis-
curso de despedida, descubre los lazos que unen recíproca-
hmente al Padre, al Hijo y al Paráclito (...) El Padre envía al
Espíritu Santo con el poder de su paternidad, igual que ha en-
viado al Hijo (cfr In 3, 16-17.34; 6, 57), y al mismo tiempo lo
envía con la fuerza de la redención realizada por Cristo; en este
sentido, el Espíritu Santo es enviado también por el Hijo: Os lo
enviaré» 15.
Gregorio de Nacian
CEC, n.San684.
18
CEC, n. 244. a
Cf Y Congar, El Espiritu Santo, Barcelona 1983, 82-85.
34
Gregorio de Nacianzo el camino recorrido por la pedagogía di-
vina en la revelación de la «personalidad» del Espíritu Šanto:
«El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Pa-
dre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al
Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu
tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión
Smás clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando to-
davía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abierta-
mente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún ad-
umitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario,
si se nos permite emplear una expresión un poco atrevida (..)
Así por avances y progresos de gloria en gloria, es como la luz de
la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos"7.
S ng
ts e
El Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo
Como hemos visto, gran parte de los pasajes del Nuevo Tes-
tamento que hablan del Espíritu Santo lo hacen al hablar de su
envío sobre los Apóstoles y sobre la Iglesia. En estos pasajes,
unas veces se atribuye este env o al Padre y otras al Hijo. A su
vez, en el modo de este envío, de esta misión, se reflejan las ca-
racterísticas personales del Espíritu Santo. Como se dice en i
Catecismo de la Iglesia Católica, «el origen eterno del Espíritu se
revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los
Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo,
como por el Hijo en persona, una * vez que vuelve junto al Padre
(cfr Jn 14, 26; 15, 26; 16, 14). El envío de la persona del Espi-
titu tras la glorificación de Jesús (cfr Jn 7,39), revela en pleni-
tud el misterio de la Santa Trinidad»18.
» Chr J.A. Domínguez, La Teologia del Espiritu Santo, en A. Aranda (ed.), Tr-
nidad y salvación. Estudio sobre la trilogia trinitaria de Juan Pablo II, cit, 224.
Se puede afirmar con toda justicia que los textos joanneos de la Última
21
37
cuentran en el eapitulo 14, en un cálido contexto de despadide pUn poco más adel
Suene anáis guandaris mis mandamientos o voaré al Pahny vuelve a hablar del Pan
os dará otro Paráelito para que esté con vasotros siempre: el Epi. y añade: También voso
el mundoporque
sits de la vertad, al quede conocéis, no puedepermanece
recibinx, porque nile
a vuestro lado cipio estáis conmigoón(JIn
ni le conoce; vosotros le Espíritu en relació co
y estáEa Señor
en vosotros (Jn 14, 17).
está hablando del Espiritu Santo como una penon,
verdad; el testimonio
testimonio del Espírity
no como una mera fuerza divina. Así aparece en todas las cxpre Inmediatamente el S
anes de Jesús: Él rogará al Padre para que lo envie a los disci. Apóstoles se entristecen
pulos como don permanente; el Espiritu está ya de hecho den-
sio
10n
38
Un poco más adelante, al final del capítulo 15, el Señor
vuelve a hablar del Paráclito que Él enviará de parte del Padre,
y añade: También vosotros daréis testimonio, porque desde el prin
cipio estáis conmigo (Jn 15, 26-27). Jesús pone el testimonio del
Espíritu en relación con el hecho de que Él es el Espíritu de la
verdad; el testimonio apostólico es puesto en relación con el
testimonio del Espíritu.
Inmediatamente el Señor habla claramente de despedida, y los
Apóstoles se entristecen. El Señor los consuela con unas palabras
misteriosas, que están en relación con la misión del Espíritu: Os
conviene que me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a
vosotros. En cambio, si yo me voy os lo enviaré (Jn 16, 7). La venida
del Espíritu está en relación con su partida de este mundo, con su
Ascensión y con su estar sentado a la derecha del Padre. La venida
del Espíritu está en relación con esta plenitud del triunfo de
Cristo, pues la redención, ya conseguida por Cristo, se hace acce-
sible a todos mediante la obra santificadora del Espíritu.
Laspalabras quede siguen describen la venida del Espíritu
como una venida salvadora. Cuando Él venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio: de pecado, porque no
creen en mi; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me veréis;
de juicio, porque el principe de este mundo ya está juzgado (Jn 16,
8-11). El Espíritu, al mostrar la verdad, mostrará la culpa del
mundo por no haber creído en Cristo; mostrará la justicia del
Padre al glorificar a Cristo; mostrará, finalmente, que el prín-
cipe de este mundo ya está condenado, es decir, mostrará la
inutilidad de sus «Valores», Todo eso ha sido definitivamente
rechazado. t
del Espíritu Santo, el Espíritu de una verdad cargada del poder divino, su misión
no se agota al recordar el pasado como tal: recordando' las palabras, las obras y todo
el misterio salvifico de Cristo, el Espiritu de la verdad lo hace continuamente pre-
sente en la Iglesia, de modo que revista una actualidad siempre nueva en la con
nidad de la salvación» (Juan Pablo II, Creo en el Espiritu Santo, cit., 24).
39