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del trabajo y la productividad del amor).

Que si bien está


"el placer del texto", más fecundo es que, al mismo tiempo,
resulte la textualización de lo placentero. Porque si el deseo ÁNGEL RAMA
aparece como inherente a la escritura, la lectura reenv\a im-
plícitamente a la necesidad. Y como la literatura (insisto por EL "BOOM" EN PERSPECTIVA
última vez) no puede restringirse a un "en sí", es porque en
su andadura más íntima solicita un referente: el mayor re-
ferente que es el mundo. Y si el mundo es un texto, todo 1. ¿Qué fue el boom?
texto es un mundo. Cuya verificación más entrañable e in- Con la misma carencia de argumentos sólidos con que
dudable se verifica en ese lector. En el lector como trascen- en los años sesenta, mediada la década, se comenzó a alabar
dencia radical. En ese tránsito del primer Cortázar del cu/te Y a consagrar al llamado "boom de la narrativa latinoameri-
de moi al actual del don de soi. cana", hacia 1972 varios reportajes a escritores y artículos
Al fin de cuentas, la versión que ironiza Cortázar (y la periodísticos fueron índice de que se había comenzado a de-
nueva narrativa latinoamericana mediante sus aportaciones cretar su extinción. Menos de una década habría durado un
más lúcidas, memorables y sabrosas) es la del texto entendi- procesamient9 público de los valores literarios que se cuen-
do como tesoro: "tesoro de las letras". "Tesoro de la lite- ta entre los más confusos y los menos críticos que se hayan
ratura". Dado que esa tesaurización en coagulado resulta conocido en las letras latinoamericanas y que, pasado su
todo lo contrario de los textos-savia y de su dramática y minuto inicial, fue objeto de prevenciones y aun de acervos
oxigenadora circulación. Saludable y dinámica en apelación embates, presagiando una suerte de rebelión generalizada.
al mundo v a los otros. Y entendida como diálogo. Un diá- Como en 1972 no se concluyó el ciclo de importantes nove-
logo que _::__por definición- tratará de ser tan abierto como las producidas en el continente, ni declinó la atención de los
permanente. Esto es: polémico. No de enunciación enfática lectores por algunos de sus autores, ni dejaron de sumarse a
de "última palabra", sino de recíproco paladeo de "nuestras la producción nuevos escritores, en el anunciado óbito podría
palabras". descubrirse una retirada estratégica en el mismo momento en
gue los rasgos externos -publicitarios y comerciales- que
ostentaba el boom, en cuanto fenómeno de la sociedad de
consumo a gue se habían incorporado reciente y parcialmen-
te algt:::as ciudades, comenzaban a marchitarse de confor-
midad con las leyes del sistema de mercado en que había
funcionado.
Ello no impidió, dado el conocido desequilibrio entre las
diversas áreas culturales latinoamericanas, que sobreviviera
mediante un traslado de las capitales donde había surgido y
había declinado, a. otras donde llegó con demora y con
acrecido furor. Habiendo aparecido originariamente en Mé-
xico y en Buenos Aires (y elusivamente en Sao Paulo donde
contribuyó a robustecer los débiles lazos con Hispanoamé-

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rica) se amplió, al instalarse en Barcelona, donde la tardía Y Y Salvador Garmendia, respectivamente, y se reforzó con el
confusa información sobre la novela latinoamericana pro- desarrollo editorial interno que se produjo. Más importante
porcionó una primera imagen de la arbitrariedad que fue la atención que en Estados Unidos, Francia, Italia y últi-
caracterizaría al boom: el conocimiento de Mario Vargas mamente en Alemania Federal, se concedió a las traduccio-
Llosa fue anterior al de Julio Cortázar y el de éste anterior al nes, lo que habría de constituir uno de los capítulos princi-
de Jorge Luis Borges, lo que contribuyó a un aplanamiento pales de su éxito, explicable dada la dolida conciencia de
sincrónico de la historia de la narrativa americana que sólo preterición por su parte de los centros culturales externos en
con posterioridad y dificultosamente la crítica trató de en- que ha vivido América Latina desde su emancipación. Hay
mendar.' Junto a esta arbitrariedad debe destacarse como aquí dos aspectos diferentes: uno atiende a las razones que
positivo otro rasgo que se reproduciría luego en los Estad.?s condujeron a la traducción de narraciones latinoamericanas
Unidos: su afán de globalizar a Hispanoamérica recogienélo a otras lenguas, lo que no sólo tiene que ver con la excelen-
materiales de distintas procedencias, los que a veces carecían cia de ellas o su adaptabilidad a otros mercados sino tam-
de circulación interna en el continente, proporcionándoles bién con la repentina curiosidad por la región que alimentó
así una difusión que más que para España misma funcio- centralmente la revolución socialista cubana; otro atiende a
naba para Hispanoamérica que recibía reunidas, desde el los efectos que esa recepción en el exterior tuvo sobre los
exterior, las que eran producciones separadas e incomunica- públicos latinoamericanos que vieron refrendadas sus pro-
das. Se reiteró de este modo una tradición editorial que ya ducciones en los principales centros culturales del mundo,
se había conocido en el período modernista y en el regiona- fortaleciendo el orgullo regional y el nacionalismo en curso
lista, y que, por las condiciones políticas españolas bajo el durante la década del sesenta que se caracterizó por una
franquismo, contemporáneas del desarrollo editorial hispano- intensa agitación social.
americano, no se había podido aplicar a las producciones del Hubo, pues, una exaltación inicial que contó con un
período vanguardista, las que sólo fueron editadas por las amplio respaldo y un consenso crítico positivo pero que a
casas hispanoamericanas y circularon casi exclusivamente medida que se perfilaron las características del boom, sobre
dentro del continente. todo el reduccionismo que operó sobre la rica floración lite-
Los fastos del boom se sostuvieron por el traslado a otras raria del continente y la progresiva incorporación de las téc-
capitales donde se habían ido registrando las señales de la nicas de la publicidad y el mercadeo a que se vio conducida
sociedad consumista, como San Juan de Puerto Rico y Ca- la infraestructura empresarial cuando las ediciones tradicio-
racas. Con previsible orgullo nacional aspiraban a que sus nales de tres mil ejemplares fueron sustituidas por tiradas
escritores fueron incorporados, así fuera tardíamente, al mo- masivas, dio paso a posiciones negativas, a reparos y a obje-
vimiento, lo que en parte se logró con Emilio Díaz Valcárcel ciones que llegaron a adquirir una nota ácida. La tendencia
beligerante de este material crítico no se limitó a esas defor-
1 José María Castellet habla del "conocimiento caótico de la li- maciones progresivas de la literatura latinoamericana, que
teratui;a latinoamericana" que se produjo en España, en su conferen- eran fatales consecuencias de la absorción de las letras den-
cia "La actual literatura latinoamericana vista desde España", dic- tro de los mecanismos de la sociedad consumidora, ni des-
tada en 1968 en La Haba~-ª y recogida en Panorama de la actual
literatura latinoamericana, Madrid, Fundamentos, 1971. Una tarea
lindó estos dos campos disímiles, representado uno por la
de rearticulación es perceptible en el libro de Rafael Conte, Lengua- alta y calificada producción de espléndidas obras literarias y
je y violencia. Introducción a la nueva novela hispanoameric:ma, otro por el manejo a que eran sometidas cuando se transfor-
Madrid, Al-Borak, 1972 y en la historia de José María Valverde. maban en objetos (libros) del mercado consumidor, sino que

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tendió a repudiar tanto al sistema como a los escritores que
él utilizaba reiterando la famosa metáfora: se arrojaba el tores, y no habría ya, por lo tanto, ninguna obra importante
agua sucia del baño con el niño adentro. Obviamente, los que quedara olvidada, ni ningún autor que stendhalianarnen-
escritores que se vieron acusados de conquistar al público te estuviera apostando a cien años más tarde. No sólo es
mediante artilugios publicitarios o trapisondas comerciales, legítimo interrogarse sobre las opciones del boom, entendido
respondieron tildando a sus detractores de envidiosos, resen- corno un proceso que se superpone a la producción literaria,
tidos o fracasados, con lo cual todo el debate pareció insta- sino también sobre su acción -desembozada o subterrá-
larse gozosamente en el patio de vecindad. Sacarlo de taks nea- en la producción de nuevas obras y asimismo sobre
escenarios y colocarlo en un nivel intelectual más digno Y sus efectos en el mismo comportamiento del escritor corno
profícuo es obligación imperiosa de la crítica. hombre público que es. Revisando en Baudelaire la irrupción
Las diatribas de ese debate, que evoca pasajes de Adán de las corrientes artepuristas, Walter Benjamín, en una de
Buenosayres, son estrictamente simétricas: si el boom reduce sus "iluminaciones". reconoció el estrecho vínculo que
la literatura moderna latinoamericano a unas pocas figuras los comportamientos dandystas mostraban con la situa-
del género narrativo sobre las cuales concentra los focos ción del poeta en la nueva sociedad masiva instaurada
ignorando al resto o condenándolo a la segunda fila, los im- por la revolución industrial: en su fértil análisis el es-
pugnadores le niegan virtualidad artístca y social a esos auto- critor no estaba desgajado de la sociedad sino que reac-
res aduciendo que sus obras son meras transcripciones de las cionaba ante sus características específicas y sus pulsio-
novelas vanguardistas europeas o falsos productos de los nes, adoptando actitudes y desarrollando formas que eran
mass media o imágenes enajenadas de la realidad urgida dct respuestas personales dentro de un campo de fuerzas va esta-
continente, etc., etc. Pero cuando hablan los escritores, ellos blecido, Para comprender actitudes y formas, era n;cesario
no hacen esa reducción y, dentro de un legítimo abanico de reconstruir, estructuralmente, todo el conjunto, Jo que permi-
preferencias, no dejan de honrar a los colegas e incluso usan tía apreciar en qué medida el "frisson nouveau", más que
de su prestigio para llamar la atención del lector sobre auto- una simple invención baudeleriana, era una de las leyes ope-
res de escaso público que han escrito obras de alta calidad rativas del medio social que el escritor asumía v volvfa con-
artística: Borges con Macedonio Fernrindez, Cortázar con Lc- tra (y dentro) ese medio. Pensar a los escrit~res y a sus
zama Lima o Felisberto Hernández, Vargas Llosa cc:o Argue- obras dentro del marco social presente es igualmente una
das, Fuentes con Goytisolo, etcétera. legítima y profícua tarea crítica, más urgente hoy en que fo
Distinguir al boom como un íenómeno distinto de la lite- circulación de las obras literarias ha desbordado el estre-
ratura latinoamericana contemporánea in totum y aun de lu cho circuito donde funcionaron casi siempre y hrrn concitado
narrativa actual, es, por Jo tanto, una petición de principios el inieré:c de los poderes económicos que han venido mode-
metodológica, aunque es igualmente legítimo interrogarse so- lando la estructura social y el funcionamiento del mercado.
bre los motivos de las operaciones reductoras del boom, Estos poderes son más decisivos que las fuerzas políticas
·por ;iué se aplica a unos productos en desm~~ro ~e otros, que en ocasiones no son sino sus transposiciones racionaliza-
ya que no es aceptable la candorosa ~o~cepc10~ circulante das, por lo cual tiene más utilidad consultar las transforma-
Je que sólo se debe a la excelencia art1st1ca de c1e:tas obras. ciones económico-sociales sobrevenidas en el continente des-
lo que habría proporcionado la cuadratura d~l circulo Y el de la segunda posguerra que demorarse en las discusiones
mundo panglossiano donde todo Jo bueno es siempre acepta- políticas excesivamente ideologizadas que han signado aún
do y todo Jo malo rechazado por ilustradísimos públicos lec- más a los años setenta que a los sesenta.

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mento capital de la modernización y de la jerarquización de
1~ ~ctividad l~teraria: sustituyendo las publicaciones espe-
Las esquivas definiciones . cialtzadas destmadas sólo al restricto público culto, funda-
Ante todo hay que definir al boom, cosa nada fácil visto mentalmente formado por los mismos escritores, establecie-
que su existencia se ha registrado en millares de revistas y ron una comunicación con un público mayor. Este descubrió
diarios de los últimos diez años, como un tópico cuyo origen que en el panorama de las "actualidades" que los semana-
nadie conoce pero que se repite como una contraseña. Na- rios le ofrecían se incluía también a los libros, preferente-
vegó con suerte en ese medio, casi como un comodín que ;11ente a las novelas o a los ensayos de temas generales, y que
registraba algo indefinido pero cierto, lo que explica su in- incluso la foto de algún escritor podía merecer los honores de
fausta denominación. una portada.
Ella no proviene sino remotamente de la vida militar, Esta transformación fue notoria en Buenos Aires con
como onomatopeya de explosión, teniendo sus orígenes en la una _serie de publicaciones que acometieron grandes ~ pe-
terminología del "marketing" moderno norteamericano para quenas empresas editoras, dentro de las cuales se destacaron
designar un alza brusca de las ventas de un determinado el semanario Primera Plana (1962) y posteriormente el dia-
producto en las sociedades de consumo. Postula la existencia rio La Opinión (Jacobo Timmerman), cumpliendo una evi-
previa de dichas sociedades, tal como se percibió desde la dente mutación del estilo periodístico cuyo éxito certificó la
posguerra en los enclaves urbanos más desarrollados de Amé- existencia de un nuevo público afín, emparentado en este
rica Latina, donde ya se había producido el boom de los ar- caso con el que en París compraba L'Express y Nouve/ Ob-
tículos de tocador y pronto se registraría el de las calculado- servateur o Le Monde. Esta mutación encontraba su equiva-
ras y los electrodomésticos. La sorpresa fue su aplicación lente en una que ,venía produciéndose en la literatura, aun-
a una materia (los libros) que salvo algunas líneas de pro- ~ue la detectaba preferentemente en el género literario ma-
ducción (los textos escolares) se encontraba al margen de sivo, la no".ela, 1;1ás que en los géneros elitistq5 como la poesía
esos procesamientos, aunque con anterioridad al boom de la donde tema mas larga data, celebrándola como el adveni-
narrativa ya se había percibido el fenómeno en un material miento de una nueva época. fndice de esta manera de apre-
afín que contribuiría poderosamente a su desarrollo, como ciar el fenómeno puede verse en una nota de un periodista
fue el de los "magazines" de actualidades (semanarios, quin- c_ultural que 1;1ucho hizo por la difusión de la nueva narra-
cenarios o mensuarios) que desde el comienzo de los sesenta tiva, el argentmo Tomás Eloy Martínez, en ese año de 1967
trasladaron a América Latina los modelos europeos y norte- que puede considerarse glorioso en las letras latinoamerica-
americanos (L'Express, Time, Newsweek) adecuándolos a las n_as porque _vio -~l Premio Nobel para Miguel Ángel Astu-
demandas nuevas de los públicos ili,~ionales. rias, la publtcac10n de los Cien años de soledad de Gabriel
Los equipos periodísticos de estos "magazines", que con- García. Márquez y un t:utrido conjunto de fundamentales
taban con numerosos escritores jóvenes, desarrollaron una obras ltterarias: "No es improbable que dentro de mil -
atención por los libros y aún más por los autores, incorpo- G... Id R' anos
mra. es Y omulo Gallegos y Azuela y fosé Eustacio Ri-
rándolos a las mismas pautas con que antes sólo se consi- vera figuren como palimpsestos perdidos de la infihita histo-
deraba a las estrellas políticas, deportivas o del espectáculo. ria literaria: que Macedonio Fernández y Arlt y Borges sean
No fue la única incorporación: también los empresarios re- apenas la semilla natal de un mundo cuyos padres ;e Jla-
cibieron atención dentro de novedosas páginas de economía mar~n Cortázar, Vargas Llosa, Onetti, Guimaraes Rosa, Car-
que restauraban la importancia de ese sector de la vida na- pent1er. Este padre mayor que se les ha unido definitivamen-
cional en la atención del público. Las revistas fueron instru-
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te con su Cien años de soledad, viene a aportar, él solo, una
bandera nueva para la aventura: la novela que acaba de cual contestó Julio Cortázar.' Otra fue la polémica sostenida
publicar resume, mejor que ninguna otra, todas esas corrien- en 1969 en las páginas del semanario Marcha de Montevideo
tes alternas.". 2 a raíz de un artículo del joven narrador colombiano Osear
Pero para ajustar la definición del boom resultaba más Collazos, al que contestaron Julio Cortázar y Mario Vargas
importante recabar la opinión de los escritores que por él Llosa.'
resultaron elegidos, dado que nos permite visualizarlo desde De los tres textos que entiendo consignan, objetivamen-
su perspectiva viendo simultáneamente en qué medida los te, las reacciones de los escritores, el de Mario Vargas Llosa
afecta. De hecho estaremos presenciando la reacción de los se formuló en el citado Coloquio' del Libro oponiéndose a
protagonistas, voluntarios o no, a un fenómeno sociológico mis críticas a los aspectos que consideré perjudiciales del
enteramente nuevo en el continente, al menos en esos preci- boom y no tiene vinculación doctrinal con la polémica que
sos términos, como es la demanda masiva de obras literarias. habíamos sostenido ambos sobre problemas de la narrativa
Creo que el debate público más amplio sobre el punto, ya en el semanario Marcha el año de 1971.' Dijo Mario Vargas:
que no el primero, se cumplió en el Coloquio del Libro ce- "Lo que se llama boom y que nadie sabe exactamente qué es
lebrado en Caracas en julio de 1972 por invitación de la -yo particularmente no lo sé- es un conjunto de escrito-
editorial oficial Monte Ávila, 3 significativo porque en él par- res, tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno
ticiparon algunas de sus figuras notorias y porque es contem- tiene su propia lista, que adquirieron de manera más o menos
poráneo de su primera historia "personal", la de fosé Do- simultánea en el tiempo, cierta difusión, cierto reconocimien-
noso. to por parte del público y de la crítica. Esto puede llamarse.
Tanto las posiciones derivadas de ese debate como las tal vez, un accidente histórico. Ahora bien, no se tra,6 e:·,
adoptadas paralelamente por algunas figuras centrales del ningún momento, de un movimiento literario vinculado por
movimiento, tendieron a subrayar la positividad del fenó- un ideario estético, político o moral. Como tal, ese fenómeno
meno aunque no dejaron de consignar perplejidades o dis- ya pasó. Y se advierte ya distancia respecto a esos autores
crepancias. Deben verse como acciones del contra-ataque así como cierta continuidad en sus obras, pero es un hecho,
con que los narradores enfrentaron el encausamiento que por ejemplo, que un Cortázar o un Fuentes tienen pocas cosas
venía formulándose desde hacía años y que había ya genera- en común y muchas otras en divergencias. Los editores apro-
do polémicas donde se mezclaron asuntos artísticos con po- vecharon muchísimo esta situación pero ésta también contri-
líticos. La más llamativa, por quienes la protagonizaron, fue buyó a que se difundiera la literatura latinoamericana lo cual
la provocada por la publicación en la revista Amaru de los cor1stituye un resultado a fin ,-e cuentas bastante positivo.
diarios de ¡ osé María Arguedas que se intercalaban en su i..o que ocurrió a niYci áe la difusión de las obras ha servido
novela (póstuma) El zorro de arriba y el zorro de abajo, al 4 En Amaru 6 (Lima, abril/junio 1968) apareció el primer diario
de El zorro de arriba y el zorro de abajo, al cual contestó Julio Cor-
tázar en Li/e en español (Ncw York, 7 de abril de 1969) y replicó
"América: la gran novela", Primera Plana, Año V, No. 2)4,
2
José María Arguedas en su artículo, "Inevitable comentario a unas
Buenos Aires, 20/26 junio de 1967. ideas de Julio Cortázar" en El Comercio, Lima. 1 de junio de 1969.
3 Hay información de las distintas ponencias en las páginas de
5 La polémica está ahora recogida en el volumen Literatura en la
arte de El Nacional de Caracas, julio y agosto de 1972, especialmen- revolución y revolución en la literatura, México, Siglo XXI, 1970.
te 29 de julio, y en las de las revistas Zona Franca No. 14, agosto de 6 La polémica fue publicada bajo el título Gabriel García Már-

1972 y No. 16, diciembre de 1972. quez y la problemática de la novela, Buenos Aires, Corregidor-Mar-
cha, 1974.
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de estímulo a muchos escritores jóvenes, les ha llevado a es- da. Sus opiniones se expresaron originariamente en el Colo-
cribir, les ha probado que en América Latina existe la posi- que de Royaumont al que citó, en París, en diciembre de
bilidad de publicar, de conseguir una audiencia que trascien- 1972, la sección "Sociologie de la Littérature" del Institut
da las fronteras nacionales e, incluso, las de la lengua. El des Hautes Études y las reiteró en un reportaje en Perú.
hecho es que hoy se escriben muchas más novelas que hace Aquí dijo: " [ ... ] eso que tan mal se ha dado en llamar 'el
algunos años. No afirmo que la causa haya sido exclusiva- boom de la literatura latinoamericana, me parece un formi-
mente la de que un grupo de escritores obtuviera mucho dable apoyo a la causa presente y futura del socialismo, es
éxito y una gran audiencia, pero, sin duda, esa realidad ha decir, a la marcha del socialismo y a su triunfo que yo con-
contribuido a dar mayor seguridad y a estimular las vocacio- sidero inevitable y en un plazo no demasiado largo. Final-
nes jóvenes." 7 mente, ¿qué es el boom sino la más extraordinaria toma de
Esta definición enfoca el tema desde el ángulo de la crea- conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte
ción individual ("un conjunto de escritores ... que adquirie- · de su propia identidad? ¿ Qué es esa toma de conciencia sino
ron. . . cierta difusión") remitiendo a un segundo plano el una importantísima parte de la desalienación? [ ... ]Aparece,
ángulo social y económico peculiar de cualquier proceso de entonces, en estos últimos quince años, el hecho incontrover-
difusión masiva, visto aquí como un "accidente histórico". tible, innegable, de lo que se conoce como boom (es la-
Como tal accidente de la historia corresponde a fuerzas mentable que para definirlo se hayan servido de una palabra
transformadoras que van generando nuevas situaciones: el inglesa). En el fondo, todos los que por resentimiento literario
citado avance de los medios de comunicación que no sólo se (que son muchos) o por una visión con anteojeras de la
tipificó en los "magazines" sino marcadamente en el desa- política de izquierda, califican el boom de maniobra editorial,
rrollo de la televisión, los medios gráficos de la publicidad, olvidan que el boom (ya me estoy empezando a cansar de
el nuevo cine, también deben verse en relación a esas fuerzas repetirlo) no lo hicieron los editores sino los lectores y, ¿quié-
transformadoras que generan su nuevo público y entre ellas nes son los lectores, sino el pueblo de América Latina? Des-
es obligatorio reconocer la incidencia del aumento demográ- graciadamente no todo el pueblo, pero no caigamos en las
fico, del desarrollo urbano gracias a la evolución del tercia- utopías fáciles. Lo que importa es que haya sectores que se
rio, del notorio progreso de la educación primaria y secun- hayan dilatado vertiginosamente y que hayan obrado el mi-
daria y, sobre todo, de la industrialización de la posguerra lagro increíble por el cual un escritos de talento de América
que enquistó en América plazas evolucionadas que reclama- Latina, que en los años 30 hubiera difundido con tremenda
ban equipos más dotados que antes, cambios todos ellos dificultad una edición de 2000 ejemplares (los primeros
cuyas limitaciones y cuya fragilidad son de sobra conocidas. libros de Borges se vendieron a 500 ejemplares) de golpe se
La definición de Tulio Cortázar, en cambio, subraya el convierte en autor popular con novelas como Cien años de
fenómeno de expansión del público lector latinoamericano soledad o La casa verde o cualesquiera de las novelas que es-
y explica la atención que manifestó por las obras de los na- tamos leyendo y que ya se están traduciendo al mundo en-
rradores como parte de su búsqueda de una identidad, lo tero." 8

.que Je lleva a destacar los implícitos contenidos políticos que Visiblemente el texto se inscribe en una polémica interna
él ve en el boom y que examina desde una óptica de izquier- 8
José Miguel Oviedo; "Cortázar a cinco rounds" en Marcha,
Año XXXIV. No. 1634, Montevideo, 2/marzo/1973. También
7 Zona Franca, Caracas, 2a. época, Año III, No. 14, agosto de Ernesto González Bermejo: Conversaciones con Cortázar, Barcelona,
1972. Edhasa, 1978.

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doctrina explicativa se presentó, no como la apetencia de una
de la izquierda, respondiendo a las críticas que, a partir de interpretación económica o social de la historia latinoameri-
la escisión provocada por el caso Padilla (1971), formularon cana tal como habían pretendido los pensadores del tiempo
intelectuales integrados a la causa cubana a los escritores di- vanguardista (Mariátegui), sino más cerca de las interpreta-
sidentes y en general al boom, lo que no podía dejar de ser ciones metafísicas de sus sucesores (de Ramos a Martínez
atendido por Julio Cortázar quien, con apreciable margen de Estrada) como una búsqueda de "identidad", término en que
independencia, continuó fiel a esa causa pero padeció de las pueden discernirse los conflictos y aun los desgarramientos
censuras generales, sumadas a las que se dirigían a su larga entre tradición y modernización que constituyeron el trasfon-
radicación en Francia que no sólo formularon los cubanos do de sus existencias. La preservación de esa "identidad"
sino también escritores argentinos como David Viñas. que veían conculcada en una modernización vertiginosa so-
Cortázar contesta persuasivamente a la endeble argumen- bre patrones foráneos, motivó diversos comportamientos
tación de que el boom fue un producto de las empresas edi- culturales: de allí arranca una extraordinariamente vivaz
toriales, destacando el hecho obvio de la aparición de un interrogación del pasado que incluso dio escuelas como el
nuevo público lector y de su búsqueda de identidad. Este nue- "revisionismo histórico" pero también fundó una interpreta-
vo público tuvo su mejor cuna en los recintos universitarios, ción económica de la historia; de allí arranca el estudio so-
masivamente acrecentados en la posguerra por los sectores de bre las relaciones con el mundo exterior que produjo la teoría
la burguesía alta y media que asumieron una posición contes- de la dependencia pero también el avivamiento de las co-
tataria durante los años sesenta en la línea del castrismo re- rrientes nacionalistas que hasta resucitaron indirectos folklo-
volucionario, promoviendo los grupos guerrilleros y el asalto rismos; de allí arranca la atención ansiosa por la produc-
al poder de conformidad con las concepciones foquistas que ción literaria, reclamándole, más que los anteriores esquemas
teorizó desde La Habana Régis Debray. Pero ésta, que fue sociales y realistas, una suerte de comunión espiritual, sensi-
la parte más activa, no constituyó todo el nuevo público ni ble tanto como intelectual, abierta y libre, filosóficamente
siquiera la mayoría de él, aunque coincidió con él en niveles idealista y a un tiempo social, .investigadora de trasmundos
más altos de preparación intelectual, en las concepciones mo- o transrealidades y a la vez muy instalada en la experiencia
dernizadoras de la sociedad y sobre todo en una actitud idea- concreta, urbana y moderna. Ese público comulgó con la
lista y por momentos irracionalista donde se registraba, junto narrativa de Ernesto Sábalo o Julio Cortázar en el sur, como
a la huella de una educación clasista !imitadora, una insatis- lo hizo con el magisterio de Paz o ;as uovelas de Carlos
facción auténtica por las insuficiencias de la sociedad que Fuentes en el norte, porque en to:'2s ellos encontró esta
habían edificado sus padres. Se revivió la insurrección de la anhelosa búsqueda de la identidad que se trazaba fuera de
reforma universitaria coróobesa de 1918 que prolongó por los esquemas interpretativos heredados. La pluralidad de
América el magisterio arielista, aunque las nuevas circuns- orientaciones políticas que ellos representan, entre el libera-
tancias ideológicas de la hora y la lección de la praxis orien- lismo y el socialismo, evidencia que la política no fue sino
taron a determinados sectores hacia posiciones materialistas un componente secundario de este nuevo y escurridizo plan-
y nítidamente sociales, a la búsqueda -infructuosa- de las teo que cifraba el problema de la nueva generación en la
clases obreras. "identidad".'
Si revisamos globalmente la constitución de este público, 9 José María Castellet en el citado ensayo incluye 1~ búsqueda
encontraremos un abanico de tendencias donde coexisten de la identidad entre las cuatro características que distinguen para
elementos diferenciales y hasta contradictorios que intentan él la nueva novela latinoamericana.
ser reunidos y fundados coherentemente. La búsqueda de esa
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llera que sigue siendo un libro de escritores. Es por Jo
Una tercera definición del boom es también de 1972 Y
tanto_ una perfectamente legítima ap.reciación de Jo que
procede del sabroso libro que escribió José Donoso a modo podna llamarse la "nueva narrativa latinoamericana", aun-
de confesión, Historia personal del boom. 10 "¿Qué es, en- que ya a estas alturas no sea tan nueva, que él ve
tonces, el boom? ¿Qué hay de verdad y qué de superchería
co~~ un~ mutación de la escritura narrativa a partir de La
en él? Sin duda es difícil definir con siquiera un rigor mó-
regwn. mas ttansparente de Fuentes que él leyó en 1961 pero
dico este fenómeno literario que recién termina -si es ver- es de 1958. No es ocioso señalarlo porque, al ofrecer una
dad que ha terminado--, y cuya existencia como unidad. se
visión literaria del fenómeno y al situarlo centralmente en
debe no al arbitrio de &quellos escritores que lo integrarían,
la década del sesenta, Donoso establece una línea divisoria
a su unidad de miras estéticas y políticas, y a sus inalterables entre lo nuevo pleno y lo anterior que sería un "espacio de-
lealtades de tipo amistoso, sino que es más bien invención
sier_to" pero donde están libros de Cortázar, Onetti, Rulfo.
de aquellos que la ponen en duda. En todo caso quizá valga Gmmaraes Rosa, Lispector, y la obra capital de Borges que
la pena comenzar señalando que al nivel más simple existe la tiene mayores vínculos con la nueva narrativa que la de otros
circunstancia fortuita, previa a posibles y quizá certeras ex- contemporáneos como Carpentier. Para Donoso esa "nueva
plicaciones histórico-culturales, que en veintiuna repúblicas narrativa" se perfila sobre una renovación generacional a la
del mismo continente, donde se escribe variedades más o que se han sumado algunos "reservistas". Su definición es-
menos reconocibles del castellano, durante un período de taría en la conjunción de una nueva percepción de la estruc-
muy pocos años aparecieron tanto las brillantes primeras no- tura narrativa y otra del manejo de la lengua, lo que tanto
velas de autores que maduraron muy o relativamente tem- en Fuente~ como en el mismo Donoso es evidente, aunque
prano -Vargas Llosa y Carlos Fuentes, por ejemplo-- y no I? ~ea igualmente en algunos escritores que él integra al
casi al mismo tiempo las novelas cenitales de prestigiosos mov1m1ento. En su ensayo se superponen y se desencuentran
autores de más edad -Ernesto Sábalo, Onetti, Cortázar-, d?s ?nfoques: según uno el boom es una estética, aunque
produciendo así una conjunción espectacular. En un período e1erc1da por talentos personales distintos; según otro es un
de apenas seis años, entre 1962 y 1968, yo leí La muerte de movimiento vagamente generacional donde por lo tanto con-
Artemio Cruz, La ciudad y los perros, La casa verde, El asti- viven estéticas tan disímiles y aun opuestas como la suya y
llero, Paradiso, Rayuela, Sobre héroes y tumbas, Cien años la de Carlos Martínez Moreno, la de Julio Cortázar y la de
de soledad y otras, por entonces recién publicadas. De pronto Mario Benedettí. Es al primer enfoque que se inclina cuando
había irrumpido una docena de novelas que eran por lo me- int:nta caracterizar los rasgos del boom desde su ángulo lite-
nos notables, poblando un espacio antes desierto."" rario, por lo cual su ensayo se constituye en un t::~imonio
La percepción de Donoso es estrictamente literaria y m -personal, tal como él lo define- que registra la Yisión
siquiera tiene en cuenta e! rasgo más definitorio del boom subjetiva del proceso que tiene uno de sus protagonistas,
que fue el consumo masivo de narraciones latinoamericanas. pero poco agrega, al menos de modo directo, al examen del
fenómeno sociológico en cuestión. Aunque sí lo agrega de
Para él están en el boom tanto los Cien años de soledad
modo indirecto cuando afirma que el boom de venhls no ha
como Paradiso que sólo tuvo un "succes d'estime" entre
los lectores, tanto La ciudad y los perros como El asti- sido producido por los escritores sino por innominado~ ene-
migos, en boca de quienes pone críticas suficientemente pri-
manas como para que cómodamente pueda contestarlas,
10 Historia personal del boom, Barcelona, Anagrama, 1972. acusándolos de mediocres y resentidos, lo que evoca aquel
n Op cit., pp. 12-13.
65
64
personaje de Chesterton que tenía alquilado un contradictor tora a Onetti (El astillero), Sudamericana a Moyano, aunque
ignaro para poder rebatirlo triunfalmente. la más exitosa fue Seix Barral cuyo premio, desde que en
1962 distinguió a La ciudad y los perros de Mario Vargas
Llosa, reveló una tendencia a la narrativa latinoamericana
con textos de la importancia de Tres tristes tigres de Guiller-
La participación editorial mo Cabrera Infante, Cambio de piel de Carlos Fuentes y,
Para complementar estas argumentaciones conviene reca- como conclusión, El obsceno pájaro de la noche de José Do-
bar el testimonio de quienes con frecuencia han sido llevados noso. La boga de los concursos se acrecentó con el anual
al banquillo de los acusados: los editores. Los nar~adores instituido por la Casa de las Américas, el cual se orientó al
del boom han preferido no hablar de ellos o han reiterado descubrimiento de los jóvenes valores emergentes, aunque en
de paso viejas muletillas sobre que son ellos quienes se enri- 1967 distinguió una novela de David Viñas, Los hombres de
quecen mientras los autores permanecen en la pobreza a a caballo. Menos suerte tuvieron los concursos organizados
pesar de ser los productores: tanto García Márquez, como en Estados Unidos: si antes habían distinguido, en plena
José Donoso, a pesar de sus muy diferentes posiciones en eclosión de la nueva narrativa, a un robusto producto del
el mercado, lo han dicho. Tal imputación está lejos de haber- regionalismo, El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría,
se comprobado. ahora consagraron un producto convencional de esa nueva
Los editores que propiciaron el surgimiento de la nueva narrativa, las Ceremonias secretas de Marco Denevi.
narrativa fueron en su mayoría casas oficiales o pequeñas Al designar a las editoriales que acompañaron la nueva
empresas privadas que he definido como "culturales" para narrativa como "culturales" pretendo realzar una tendencia
distinguirlas de las empresas estrictamente comerciales. l!na que en ocasiones manifestaron en detrimento de la normal
enumeración, parcial, de las editoriales de los sesenta, _as1 lo tendencia comercial de una empresa, llevándolas a publicar
evidencia: en Buenos Aires, Losada, Emecé, Sudamer1can~, libros que previsiblemente tendrían poco público pero cuya
Compañía General Fabril Editora y tras ellas algunas mas calidad artística les hacía correr el riesgo. Esas editoriales
pequeñas del tipo de Jorge Alvarez, La Flor, Galer~a, etc.: fueron dirigidas o asesoradas por equipos intelectuales que
en México, Fondo de Cultura Económica, Era, Joaqum Mor- manifestaron responsabilidad cultural y nada lo muestra me-
tiz; en Chile, Nascimento y Zig Zag; en Urugua!, Alfa Y jor que sus colecciones de poesía. Propiciaron la publicación
Arca; en Caracas, Monte Avila; en Barcelona, Se1x Barral. de obras nuevas y difíciles, interpretando sin duda las de-
Lumen, Anagrama, etc. De todas, cupo papel central a ~abril mandas iniciales de un público 2,imismo nuevo, mejor pre-
Ed:tora. Sudamericana, Losada, Fondo de Cultura, Se1x Ba- parado y más exigente. pero lo rJcierc:-: pensando en el desa-
rral y ¡oaquín Mortiz, cuyos catálogos en los a~os sesenta rrollo de una literatura más que en la contabilidad de la
mostraron una reconversión del habitual material extran- empresa.
jero que ]os ocupaba mayoritariam~nte a u? porcenta)e ele- Triunfaron en su apuesta y obtuvieron algunos dividen-
, vado de producción nacional o latmoamencana, al tiempo dos económicos, pero desde nuestra perspectiva actual es
que varias de ellas encaraban c?ncursos internacionales con evidente que ellos fueron escasos y poco permanentes. Varias
premios atractivos, los cuales dieron a conoce~ obras de ~a- desaparecieron, otras sobreviven arruinadas y otras resurgie-
lidad que el público recibía refrendadas por ¡ur~dos. cahf1: ron vigorosamente mediante la producción de la peor línea
cados, con ]o cual se les aseguraba una larga aud1enc1~. A~, de bes/ sellers. El caso de Emecé es ejemplar: una editorial en
Losada descubrió a Roa Bastos (Hiio de hombre}, Fabnl Edr- que hicieron su obra Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares.

66 67
Eduardo Mallea, donde se incorporó al español mucho de la no les permite sino manejar títulos con un alto margen de
mejor literatura anglosajona, constituyéndose en la guía mo- confiabilidad de ventas.
dernizadora del lector hispanoamericano, se ha transformado Este notable cambio editorial obedece a la evolución del
en una adocenada productora de novelas baratas internacio- nuevo público y a las contingencias económicas y políticas
nales. Fabril Editora, que llevó adelante la mejor literatura que está viviendo América Latina. Las multinacionales del
del momento, desapareció; Losada, al cumplir sus cuarenta libro se han abalanzado sobre ese público masivo que creció
años de trayectoria cultural, vio el retiro de su fundador, y en América Latina desbordando el estrecho cerco de las
la venta de la mayoría del paquete accionario que dificulto- élites lectoras y se lo han disputado a las editoras oficiales v
samente recuperó luego Gonzalo Losada; Sudamericana ha culturales que fueron las que primero detectaron su prese;-
comenzado a frecuentar la línea de best sellers de Emecé; cia y lo atendieron. A fines de los años cincuenta y en ·el
Seix Barral alterna libros de élites con títulos de mera venta primer quinquenio de los sesenta, con anterioridad al pre-
para mercados locales hispanoamericanos; incluso casas gonado boom narrativo, se produjo otro que le sirvió de pla-
como Fondo de Culturn Económica tuvo que luchar con di- taforma y que estuvo representado por la demanda masiva de
ficultades económicas y otras como Joaquín Mortiz se han libros de estudio, sobre todo de tipo universitario, por libros
restringido al campo n~cional. políticos, por libros que recuperaban el pasado nacional.
Al concluir la década del setenta se registra una asom- Las dos mayores editoriales oficiales de Hispanoamérica Jo
brosa transformación del mercado editorial. Las editoras cul- atendieron: en México, el Fondo de Cultura Económica y en
turales entraron en insalvables crisis y en cambio han emer- Buenos Aires la Editorial Universitaria (EUDEBA), dirigi-
das, ambas, por dos notables editores, Arnaldo Orfila Reynal
gido robustamente las multinacionales del libro, ya sea me-
Y Boris Spivacow. quienes habiendo sido luego eliminados
diante la adquisición de aquellas arruinadas, ya mediante el
de la dirección de esas, continuaron su tarea al frente de
desarrollo de sistemas de ventas masivas a domicilio (" the
empresas privadas: Siglo XXI y Centro Editor de América
book month club"), ya mediante las ventas de series popula-
Latina.
res en los supermercados. La autonomía editorial de América
.La Colección Popular, dei Fondo, que extendió a un pú-
Latina, iniciada desde los años treinta, se ha visto drástica-
blico vasto lo que ya se había intentado gradualmente con
mente reducida por el avance de las multinacionales, tanto los Breviarios, así como las múltiples colecciones de libros
por razones económicas como por razones políticas. No hay breves, manuales y textos de EUDEBA preparó para estu-
comparación posible entre lo que publican las multinaciona- diantes, Yallegó al público general utilizando ventas directas,
les del libro y lo que esforzadamente daban a conocer las fueron los indicadores de ese crecimiento de una demanda
editoras culturales: éstas procuraban descubrir nuevos va- sobre todo juvenil y educada. Con ellos ingresa el "pocket
lores, prestándoles su ayuda para acercarlos al público; book" en el mercado latinoamericano con sus dos clásicas
aquellas atienden exclusivamente al rendimiento económico características: tiradas masivas a precios reducidos, es decir
y ~i bien han incorporado a sus catálogos prácticamente público acrecido pero de escasos recursos. La jerarquía cul'.
todos los títulos vendibles de los autores del boom, han de- tur~'. de estas series de Fondo y EUDEBA no admite compa-
jado de prestar ayuda a las nuevas invenciones, han dejado de rac10n con las sencillamente comerciales que las multinacio-
plantar ese indispensable y previo almácigo destinado a desa- nales han puesto en práctica actualmente, aunque és visible
rrollar futuros bosques. No es por ninguna perversidad anti- que éstas han tenido también que modernizarse y levantar el
cultural; es por imposición de su mismo sistema masivo que punto de mira respecto a sus antecedentes. Lo que importa
11 69
68
es que tanto el Fondo como EUDEBA, actuando con una nazcamos el carácter artesanal que las distinguía y que está
nítida preocupación educativa, contribuyeron a dotar al nue- abundantemente referido en el segundo tomo de memorias
vo público de una preparación intelectual moderna, rigurosa, de Carlos Barral, Años de penitencia/' junto con la progre-
contribuyeron a mejorar sus niveles de información y de gus- siva conciencia de la necesidad de un nuevo nivel de fun-
to, en ocasiones por encima de los que ostentaban los cua- cionamiento de tipo empresarial acorde con la situación de
dros docentes universitarios del momento. EUDEBA se limitó la edición europea desarrollada. La quiebra económica de
a los libros de estudio y a la literatura del pasado, mientras FabrÍI Editora dejó- como único exponente de esta nueva
que el Fondo incorporó a su Colección Popular los narradores línea a Seix Barral que encaró la 1 econquista del mercado
que tenía en su catálogo, trasladándolos de las tímidas tira- hispanoamericano que las editoriales españolas habían per-
das de la colección "Letras Mexicanas" a las amplias (15000 dido a consecuencia del franquismo. La concepción que
ejemplares por lo común) de sus series divulgativas. Es compartían Barral y Jaime Salinas (a quien posteriormente se
esa jerarquía moderna de los materiales, la que explica la deberá el impulso de Alianza Editorial y de Alfaguara), de
evicción de ambos editores por parte de las autoridades alar- "que el período de pujanza de la edición humanística en La-
madas por la amplitud de miras intelectuales, por la liber- tinoamérica estaba en sus tramos finales" no era enteramente
tad crítica y, sobre todo, por el número de Iectore·s que habían cierta, pero los militares argentinos se encargarían de hacerla
conquistado, pues seguramente no se hubieran inquietado si verdadera con las constricciones impuestas.
los libros se hubieran seguido publicando a mil o dos mil La concepción editorial de Seix Barral en el período, ha
ejemplares como era la norma. Su triunfo cultural fue el sido lúcidamente expuesta por Carlos Barral en su libro:
origen de la destrucción de EUDEBA y del congelamiento "Las bases teóricas de nuestras empresas y esperanzas eran
por varios años del Fondo de Cultura. muy simples. Se trataba de constituir una back-list con los
Simultáneamente con esta expansión editorial en el cam- autores importantes muy recientes, o exóticos a los canales
po de las ideas, se produce la emergencia de casas editoriales de información ítalo-franceses de los editores argentinos,
estrictamente literarias, que se propusieron poner al día ]a adelantándoseles a cubrir una etapa de las literaturas extran-
información del lector especializado, dotándolo de las re- jeras en la que todavía no parecían interesados. [ ... ] Im-
cientes corrientes europeas y norteamericanas así como de la poner, después, el contenido de esa etapa literaria a los mer-
literatura que en la misma dirección se venía produciendo cados de lengua española, si su representación era inteJ~ente
en América L_atin2. Quienes representaron esta orientación y capaz de convencer a eso que se llama la minuría atenta,
fueron la Compañía General Fabril Editora (Jacobo Much- era cuestión de un poco de tiempo." 13
nik) en Buenos Aires y Seix Barral (Carlos Barral) en Bar- Este plan, sin embargo, había de implicar una coordina-
celona, siguiendo, ambas, líneas estrictamente homólogas: ción de esfuerzos con las editoriales europeas en una suerte
por ejemplo, a eilas se debió la incorporación del "nouveau de "pool" dentro del cual Seix Barral procuró exitosamente
roman" francés que tantos debates habría de producir entre representar no sólo a España sino a todo el orbe de la lengua
los éscritores. Ambas trabajaron para la minoría de hoy y la española (los premios internacionales fueron su manifestación
mayoría de mañana, traduciendo mucho material nuevo en externa) pero tanto la fragilidad de las editoras culturales
· ediciones limitadas, pero procurando avanzar hacia el "poc- españolas como la irrupción en España de las multinacio-
ket book" en cuanto las condiciones del público lo permi-
tieran. El cuidado de las ediciones, el rigor del trabajo de 12 Años de penitencia, Barcelona, Barral, 1975.
traducción, la pesquisa de la novedad, no impide que reco- " O p. cit., p. 139.

70 71
nales (sobre todo alemanas) en un proceso de concentración Son, obviamente, las fuerzas que operan dentro de un
de capital habrían de fijar los límites del esfuerzo y conducir mercado económico, que coinciden a veces con valores artís•
al mismo fracaso que se había registrado en América Latina. ticos pero no son movidas por ellos, las que actúan en los cor-
Las editoras culturales cedieron su autonomía ante los ban- tos plazos trabajando sobre los beneficios del impacto, operan
cos que compraron su paquete accionario o ante las multi- dentro de los sistemas de comunicación masiva manejando
nacionales vinculadas a esos bancos, estableciendo las condi- diestramente el imaginario de las poblaciones mediante una
ciones de un nuevo mercado editor y librero. incesante, devoran te movilidad. Venden a la par oro y barro.
Tanto el lanzamiento de los nuevos autores narrativos mezclados y por igual, aunque eÍ primero dispone de la ven-
como su divulgación al público acrecido, correspondió a taja de permanecer más allá del momentáneo fulgor, aun
estas endebles editoras culturales. Fueron ellas también, vista cuando deba rendirle parcial culto adaptándose a algunas
su juventud y destreza, las que recuperaron la producción de sus imperiosas condiciones, como es la permanente varia-
anterior de esos autores y de ese tonjunto de materias extra- ción de asuntos y de enfoques, el trabajo sobre la excitabili-
jeron su crecimiento relativo,,· siendo proporcionalmente dad del presente, la absorción de las corrientes de ia hora,
más beneficiadas que los mismos autores, pero desmoronán- la adecuación a las pautas internacionales de circulación de
dose después del esfuerzo ante competidores más poderosos. los productos, etcétera.
En los debates sobre el boom Carlos Barral ha argumen-
tado que cualquier editorial mediana o pequeña no podía
financiar una inversión publicitaria desmedida porque los
márgenes del negocio editorial no se lo permitían y que Memorial de agravios
incluso una nutrida serie de avisos en diarios o revistas tam- El capítulo de quejas contra el boom es muy extenso y
poco era capaz de asegurar el consumo masivo de un libro. se inicia poco después de su estallido. Hemos aludido ya a
~n el citado Coloquio del Libro, Benito Mi!la, que dirigió algunas, de tipo predominantemente político, pero ellas no
Alfa de Montevideo y Monte Ávila de Caracas, reiteró per- agotan un abanico más amplió que puede registrarse en
suasivamente: "No se puede pagar la publicidad para un algunas expresiones prototípicas. Ellas proceden de variadas
producto que no es de circulación masiva", agregando: y hasta encontradas posiciones estéticas.
"Cuando un libro se conoce más allá del ámbito normal de Entre las antiguas se encuentran las ácidas represiones
los lectores es~ casi siempre, por razones extralíterarías" ,14 a que lo sometió el crítico Manuel Pedro González, que fue
observación convince:;.te sobre que son otras las fuerzas, im- en su época serio sostén de_ la novela regionalista y en par-
pu!s2.C2s o r..o por editores, las que desarrollan las "razones ticular de la narrativa de la revolución mexicana. Desde su
~,:traliterarias" que en casos como el de Sagan, Pasternak, perspectiva estética observó, inicialmente, que se había pro-
Papillon, para citar los más disímiles, aseguran la vasta ducido una crisis de la novela latinoamericana 15 un poco
circulación de sus libros. Y ni siquiera las editoras cultura- dentro de la línea que había motivado las quejas de otro crí-
les' de la época acometieron la tarea de fraguar libros como tico de su tiempo, el peruano Luis Alberto Sánchez. Esa cri-
ha devenido norma de la edición norteamericana, tal como sis tomó forma, para él, en la serie de novelas de los cincuen-
satíricamente lo ha contado James Purduy en su novela: Cab ta y comienzos de los sesenta, que registraban una "escritura
Cabo/ W right Begins (1964) .
1 5 "Crisis de la novela en América" en Revista Nacional de Cul-
14 Zona Franca, número citado. tura. Caracas, No. 150, 1962.

72 73
fue homologada por los defensores, quienes para caracteri-
artística cosmopolita, lo que vio como una desleída imitación zarla la enfrentaron a la novela regionalista latinoamericana
de los modelos vanguardistas europeos o norteamericanos, (Azuela, Rivera, Gallegos) estableciendo así una dicotomía
arremetió frontalmente contra sus autores y de paso no dejó gruesa que oponía dos poéticas bien disímiles, y, más aún,
de censurarme, junto con otros críticos, por haber apoyado dos estilos, con ese subrepticio deslizamiento tan habitual
productos que él consideraba frívolos y socialmente irrespon- en las polémicas generacionales donde lo nuevo, por su mera
sables." Un fragmento de su requisitoria. define bien su existencia diferencial, aparece como mejor que lo viejo y el
posición y la de un sector del público: "A mi entender. la estilo epoca! aparece como suficiente garantía de la excelen-
generación que Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Mario Vargas cia artística. Son viejas falacias que sólo corren en esos mo-
Llosa, José Revueltas, Julio Cortázar, Lino Novás Calvo Y al- mentos polémicos. Dicho de otro modo, la excelencia de
gún otro representan, ha ido demasiado lejos en el desempeño Rayuela no se debe a su pertenencia a un estilo nuevo sino
de renovar la técnica, y varios de ellos han dado en un mime- a sus virtudes narrativas propias, y la pertenencia de La Vo-
tismo que resta originalidad y vigor a sus obras. Me doy per- rágine a un estilo en desuso no resta nada a su brillo inven-
fecta cuenta de que los tres últimos, por la edad, pertenecen a tivo, porque no es la convencional aplicación de las reglas
una generación anterior a la de Rulfo, Fuentes y Vargas Llosa, de un estilo pasado. Pero ese enfrentamiento, que se puede
y que la tarea novelística de Novás Calvo y Revueltas antece- seguir en los escritos de Carlos Fuentes o Mario Vargas Llo-
dió en no pocos años a la de los otros con ellos agrupados. Pero sa 18 altera la verdad histórica y tiende a presentar como
a despecho de la cronología, creo que a todos los emparenta exclusiva invención de los años sesenta lo que venía desarro-
el afán de renovarse siguiendo patrones importados. Cortá- llándose en las letras latinoamericanas desde la generación
zar, Rulfo, Fuentes y Vargas Llosa, son los cuatro narradores vanguardista de los veinte y nos dotó de una serie de narra-
más loados por la crítica que en América existen hoy. Ra- ciones que muestran búsquedas en cuyo cauce se asienta la
yuela, por ejemplo, ha sido proclamada, 'el Ulysses latino- producción reciente. Recuérdese Macunaima, Papeles de re•
americano' y un comentarista tan culto y talentoso como cienvenido, Leyenda de Guatemala, Tres inmensas novelas,
Carlos Fuentes no ha titubeado en encimar al autor hasta Novela como nube, dentro de una elaboración que disputó el
colocarlo a la diestra de Rabelais, Sterne y Joyce, Y aun predominio narrativo al regionalismo.
parece sugerir que los supera. Tales hipérboles se me antojan Una segunda crítica proviene de uno de los intelectuales
subjetivas e inadmisibles, porque Rayuela, a despecho del que apoyaron decididamente a la nueva narrativa, haoién-
innegable talento y cultura del autor, es lo que los mexica- dole consagrado un libro de amplia repercusión, tanto en
nos llaman un 'refrito', es decir. un 'popurrí' de calcos que español como en inglés. Se trata de Luis Harrs, crítico y na-
la convierten en auténtico pastiche'." 17
1
rrador, quien junto con Barbara Dohmann publicó en 1966
Su posición mide cabalmente el cambio de percepción
1s Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana, México,
estética en que se sitúa la nueva novela. Con signo contrario,
Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1969; Mario Vargas ·Llosa, "Novela
primitiva y novela de creación en América Latina" en Revista de la
1a "La novela hispanoamericana en el contexto de la internacio- Universidad de México, Vol. XXIII, No. 10, 1969. Más legítima es
nal" en Coloquio de Ja novela hispanoamericana, 1-iéxico, Tezontle, · la oposición a la novela regionalista que aparece en varios textos de
1967. Recoge un coloquio celebrado en la Washington University en Alejo Carpentier (v. Tientos y diferencias, México, Universidad Na•
1 1966, del cual participaron Ivan Schulman. Juan Loveluck y Fernan- cional Autónoma, 1964), por cuanto por su edad vivió el período
do Alegría, quienes manifestaron posiciones muy distintas a las del regionalista, se formó en su cauce y contra él construyó su original
crítico Manuel Pedro González. narrativa artística.

l
1 1 Op. cit., p. 63.

75
74
el libro Los nuestros" que bajo el título Into the mainstream años de los sesenta fueron inflados por las que Harrs llama
apareció al año siguiente en inglés. Partiendo de entrevistas "revistas de difusión que están en la onda", los que expli-
personales a diez escritores, estableció ensayos críticos y bio- quen la severidad de su juicio. Efectivamente, en ese mo-
gráficos que ofrecían un panorama cuidadoso de los plurales mento desbordante se vivió una suerte de "modistería de Ja
caminos de la narrativa latinoamericana. Pero en la tercera narrativa" que se aplicaba a lanzar todos los años "novísi-
edición española de su libro, de 1969, agregó un "Epílogo mas modas" y decretaba simultáneamente la muerte artística
con retracciones" para revisar críticamente las últimas pro- de las que habían sido puestas en el mercado el año anterior.
ducciones de los autores por él tratados, agregando: "En Fue una suerte de zambullida en el nihilismo de la moda, ju-
cuanto a lo que ha dado en llamarse el 'boom' de la litera- gando desaprensivamente con las aporías de la vanguardia, la
tura latinoamericana, -un fenómeno, se está viendo ahora, cual otorgó su peor perfil al boom y generó el rechazo de
que tiene más que ver con una revolución editorial y publi- las jóvenes generaciones.
citaria, que con un verdadero florecimiento creativ(l-- sigue Es conocida la fuerza autoaniquiladora de este nihilismo
su curso, no siempre brillante, pero frondoso, cori su cuota que acarrea el desbridado espíritu vanguardista. Un ejemplo
de éxitos y fracasos, como toda empresa diversificada en que puede encontrarse en los juicios sobre los autores estudiados
se mezclan el talento y la inercia. En la multiplicación de los por Harrs, hechos por un escritor destacado quien no se en-
planes no faltan ni los fraudes ni los parásitos disfrazados contraba entre ellos. Sólo seis años después de la aparición
de émulos, ni las promesas incumplidas. Las trenzas de inte- de Los nuestros, escribía José Donoso: "recogió hace algu-
reses de antes, que en un momento de euforia parecían su- nos años a diez escritores que entonces parecían definitivos
peradas, han sido remplazadas por las camarillas de hoy. en el panoramá literario pero cuya primacía en cuanto a
Las acciones simplemente han cambiado de manos. La fama reputación y a calidad literaria, en varios casos, apenas un
rápida y la falta de criterio van juntas, haciendo peligrar puñado de años más tarde ya parece discutible" .21 Esos diez
constantemente el sentido crítico del que tanto necesita una nombres que en "varios casos" ya le parecen discutibles, por
joven literatura para darse su justo valor. Ya abundan-gra- haber perdido "reputación" y "calidad literaria", son los de:
cias, en parte, al analfabetismo de las revistas de difusión, Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges,
que están en la onda- las falsas alarmas, los seudoaconte- Joiío Guimariies Rosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar,
cimientos y las reputaciones infladas."'" Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario
Es un texto severo que ya a la altura de 1969 registraba Vargas Llosa.
la ola de confusionismo y ligereza que rodeaba al menciona- Un tercer tipo de críticas es la que procede de los pro-
do boom, viéndolo como un ambiente propicio para encara- pios narradores. Coincidiendo con las diversas reprensiones
mar cualquier subproducto literario y, lo que resultó más que se dirigieron al movimiento, varios narradores, que inte-
perjudicial, para instituir el "bestsellerismo" como la meta graban lístas del boom, tomaron distancia respecto al fenó-
a codiciar por cualquier nuevo narrador. Posiblemente hayan meno. Lo hicieron Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Gabriel
siclo los productos frívolos e imitativos que en los últimos García Márquez, Alejo Carpentier. Fue este último quien se
explicó largamente en su visita a Caracas en 1976: "Yo nun-
19 Los nuestros, Buenos Aires, Sudamericana, 1966. Versión ingle-
ca he creído en la existencia del boom [ ... ] El boom es lo
sa: Into the mainstream; conversations with lati11-American Writers.
New York, Harper and Row, 1967.
pasajero, es bulla, es lo que suena. [ ... ] Luego, los que lla-
20 Los nuestros, Buenos Aires, Sudamericana, 1969, 3a. cd.,
21 Historia personal del boom, p. 118.
p. 463.

76 77
maron boom al éxito simultáneo y relativamente repentino
de un cierto número de escritores latinoamericanos, les hicie- biecer apelando a las fuentes responsables. Otro, es el refe-
ron muy poco favor, porque el boom es lo que no dura. Lo rido a las fechas en que el fenómeno se produce, que tam-
que pasa es que esa fórmula del boom fue usada por algunos bién trataré de fijar apelando a datos objetivos, desligándolo
editores, con fines más o menos publicitarios, pero yo repito de las apreciaciones subjetivas y de esa oscilante conmixtión
que no ha habido tal boom. Lo que se ha llamado boom es del proceso evolutivo de la nueva narrativa, según lo testimo-
sencillamente la coincidencia en un momento determinado, nian las obras, el cual se remonta a varias décadas, con el
en el lapso de unos veinte años, de un grupo de novelistas período explosivo de las ventas masivas.
casi contemporáneos, diez años más diez años menos, los
más jóvenes veinte años más veinte años menos, pero en ge-
neral son todos hombres que han pasado, que están entre 40
y 60, más o menos y alguno que está alcanzando esa edad."" ¿Quiénes son?
De este modo q1;edan repuestas, objetivamente, las distin- En sus declaraciones, Vargas Llosa apunta que "cada
tas posiciones asumidas respecto al boom en las más varia- uno tiene su propia lista" con lo cual alude tácitamente al
das tiendas. Las positivas de algunos narradores implicados; principio selectivo que rige el término y que se situaría por
las de los editores, procurando reconstruir la situación en encima de aquel básico que conforma el campo de estudio.
que operaron; y las de críticos o narradores que desde diver- Efectivamente, desde el momento que cada uno puede con-
sos ángulos le formularon reparos en diversas fechas. Pueden feccionar su propia lista, se está admitiendo la existencia de
ser ampliadas con muchas otras, pero entiendo que son sufi- una nueva selección que se efectuaría sobre aquella otra for-
cientemente representativas 23 y dejo incluso de lado las crí- mada por los autores "best sellers" de América Hispana que
ticas que formulé en varias ocasiones, las que nunca permití es la que constituye el punto de partida.
que interfirieran con la alta apreciación artística que me Estaríamos así en presencia de una operación que tiene
merecieron muchas de las obras de los narradores de este al menos tres articulaciones obligadas sucesivas, utilizando
tiempo, incluidos o no en las listas del boom. en cada caso criterios heterogéneos que sin embargo se van
Para cernir mejor el tema, hay dos aspectos a revisar. sumando.
Uno, es el recuento de los nombres que integran esta selec-
En la primera se estatuye una función distintiva que fija
ción pública de narradores, que es, como conviene Donoso
una división entre los diversos géneros literarios, aceptados
en ,u libro, el capitulo más espinoso, el cual trataré de esta·
subrepticiamente en sus líneas tradicionales sin atender a Lis
~:: Alejo Carpentier: Afirmación literaria americanista (Encuen- ingentes modificaciones producidas contemporánemnentc. En
tro con Alejo Carpentier) Caracas, Ediciones de la Facultad de América se han vendido, tanto o más que novelas, las obras
Humanidades v Educación, 1978.
0
poéticas de Pablo Neruda o Los conceptos elementales del
n Las críti cas negativas pueden verse en el libro de José Blanco
Amor;El final del boom literario. Buenos Aires. Cervantes, 1976, que
materialismo histórico de Marta Harnecker o los ensayos de
recoge artículos publicados previamente en La Nación de Buenos Octavio Paz, pero ninguno de esos autores es incorporado al
Aires. Una visión positiva en E. Rodríguez Monegal, El boom de la hoom por un distingo genérico que rechaza todo lo que no
novela latinoamericana, Caracas, Tiempo Nuevo, 1972. Una evalua- sea narrativa. Esta función distintiva es reductora y empo-
ción político-social en Jaime Mejía Duque, Narrativa y neocoloniaje
en América Latina, Buenos Aires, Crisis, 1974, en el capítulo ''El
brecedora de la cultura latinoamericana a la que visiblemcn•
boom de la narrativa latinoamericana". te deforma en algunos de sus rotundos rasgos, pero aparece
como una petición de principios metodológica para instaurar
78
79
el concepto de boom. Este término sólo se aplicará a la na- estos, Martín Fierro, no dejó de ser una tribuna muy popu-
rrativa latinoamericana contemporánea. lar. Borges ha evocado con precisión esta desconfianza en
En la segunda articulación se apela a un criterio exclusi- una entrevista concedida a E. Gudiño Kieffer: "Yo publiqué
vamente cuantitativo, aceptando sólo aquellos narradores que mi primer libro, Fervor de Buenos Aires, en el año 23: la edi-
hayan tenido una gran difusión, lo que postula discriminar ción me costó trescientos pesos. No se me ocurrió llevar un
entre los "más vendidos" y los "menos vendidos", al margen solo ejemplar a las librerías, ni tampoco a los diarios y no
de la posible calidad estética que pudiera existir. Esta es la se hablaba de éxito ni de fracaso. Mi padre era amigo de
que da origen a los habituales ejemplos de escritores, prefe- Arturo Cancela, que publicaba libros que se vendían muchí-
ridos por su época, que son recuperados tardíamente por ge- simo, pero él creía que si los otros escritores se enteraban de
neraciones posteriores, casos celel;,radísimos de Stendhal a esto, pensarían que sus libros estaban escritos para el vulgo
Kafka, los que han dejado de tener el predicamento que Y que no tendrían ningún valor. Entonces, decía: 'No, no, la
antes se les concedía porque subrepticiamente el hecho de gente exagera, realmente mis libros se venden muy poco'.
·'vender" se homologa a un valor en el campo de la estética. Tenía miedo de que la gente lo viera como una especie de
En esta. segunda articnlación no han regido disposiciones Martínez Zuviría o cosa así. No, él vendía sus libros y se
cuantitativas que aseguren rigurosidad a la medición, por lo callaba la boca; en cambio, ahora ... " "
cual más que al número de ejemplares realmente vendidos, Esta apreciación respondía a una visión objetiva del fe-
se ha atendido a la repercusión pública, tan difícil de evaluar nómeno de las ventas. Quien vendía arrolladoramente en el
objetivamente. Si nos detuviéramos aquí, los integrantes del modernismo era Vargas Vila y no Daría, y Martí ni siquiera
boom podrían ser determinados exclusivamente por los baró- ponía en el mercado sus libros de poesía; quien vendía en
metros de publicidad. Pero no es así. En las enumeraciones los veinte era Hugo Wast, aunque ya entonces Roberto Arlt
corrientes no he encontrado los nombres de Luis Spota, Ma- extraería de su éxito popular un orgullo rudo con que opo-
rio Benedetti, Silvina Bullrich, Manuel Scorza, Miguel Otero nerse a los cultos. Es obvio que las ventas no pueden extra-
Silva, David Viñas, que son escritores cuyas obras han al- polarse al campo de los valores artísticos.
canzado amplia difusión, y tampoco, claro está, los nombres De ahí que aparezca una tercera articulación del concep-
de Corín Tellado o Papillón que han vendido más que nadie. to de boom, la cual es de tipo cualitativo, postulando una se-
Pero además, este criterio obedece a una previa valora- lección en mérito a determinados valores intrínsecos de las
ción de las ventas (la cual dispone de argumentos democrá- obras narrativas. Si las dos primeras responden a mec2nici-
ticos y predicamento ingenuo entre el progresismo) que en dades aparentemente objetivas, la tercera acarrea un criterio
los hechos es bastante reciente dentro de la cultura latino- estético o, al menos cultural. Ello explica la pluralidad de
americana, tradicionalmente afiliada al elitismo. Los quinien- listas confeccionadas, que correspondería a equivalentes per-
tos ejemplares de Prosas profanas de Daría o del Ariel de cepciones artísticas. Se trata de juicios críticos, de los habi-
Rodó,,fueron vistos como normales en su tiempo y los ejem- tuales en esa función intelectual cuando no se limita a descri-
plares fueron regalados en su mayoría de acuerdo a las nor- bir sino que valora y jerarquiza. Con alguna restricción, por-
mas cultas del novecientos. Aun en la década del veinte, que no se trata de elegir libremente los mejores dramaturgos
cuando irrumpen en Buenos Aires las ediciones populares de del Renacimiento o los mejores poetas del Modernismo, sino
Claridad. las grandes ventas que originaron fueron vistas des-
deñosamente por los escritores y ello fue parte del descrédito 24 "La violencia: miradas opuestas" en La Nación, Buenos Aires,
de Roberto Arlt entre los ultraístas, aunque la revista de 6 de agosto de 1972, 3a. sección, p. 2.

81
criticados: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García
reponer una jerarquía dentro de un campo previamente re- Márquez y Mario Vargas Llosa." "'
ducido. Como quien recupera la aristocracia espiritual luego Esta enumeración; salvo la exclusión personal, coincide
del plebiscito popular. con otra que estableciera Carlos Barral. En un curioso libro
A esta peculiaridad se agrega que frecuentemente la se- titulado Los españoles y el boom 26 que ofrece una visión de
lección de este tercer nivel no va acompañada de firma res- la literatura hispanoamericana desde un mirador idiomático
ponsable sino que se cumple dentro de la tarea divulgativa común y a la vez marginal del proceso, el editor y poeta
y semi-anónima de las revistas ilustradas, utilizando sus habi- Carlos Barral contesta a la pregunta sobre quiénes integran
tuales cánones, entre los que cuenta el impacto de la nota lla- el boom diciendo: "Bueno, pienso claramente en Cortázar,
mativa. Quizás eso explique que dentro de las listas usuales pienso en Vargas Llosa, pienso en García Márquez, pienso
de integrantes del boom no figuren narradores de la calidad en Fuentes, pienso en Donoso: los demás serían como una
de Juan Rulfo o Juan Carlos Onetti, quienes pertenecen a un segunda fila, ¿no?" .
tipo de escritores reticentes al estrépito público. Y por lo En esa segunda fila, que encabeza Jorge Luis Borges, está
mismo Jorge Luis Borges, que en esas listas es relegado a la prácticamente toda la narrativa latinoamericana. Si tal res-
ingrata posición de antecesor, de la que él se ha burlado, ha tricta selección se hace por exigentes razones estéticas, habría
conquistado en la prensa un puesto tan relevante como los que fundar por qué Borges, que es el más audaz renovador de
más reconocidos miembros del boom, gracias a sus explosi- la escritura narrativa y quien más vende, es inferior a José
vas declaraciones. Donoso o por qué Julio Cortázar o Carlos Fuentes no pueden
Si consultamos las fuentes seguras, representadas por equipararse a Juan Carlos Onetti o Juan Rulfo. Si las razones
textos firmados de editores o escritores directamente impli- no son estéticas, se está concediendo validez a las inculpa-
cados en el boom, corroboraremos al material periodístico ciones vulgares formuladas contra el boom. En cualquiera
pero con la ventaja de utilizar una instancia más responsable de los casos tal "jibarización" de la riquísima literatura na-
y documentada. rrativa latinoamericana atenta contra ella y la pervierte.
En los citados textos de Vargas Llosa y Cortázar se hace Teniendo en cuenta estos textos puede hacerse compren-
mención, en el primero, de Cortázar y Fuentes, en el segun- sible que yo haya satirizado al boom definiéndolo como el
do, de García Márquez y Vargas Llosa. Por su parte Carlos club más exclusivista que haya conocido la historia cultural
Fuentes en su ensayo sobre La nueva novela hispanoameri- de América Latina, un club que tiende a aferrarse al princi-
cana elige cinco ejemplos de ella, aunque sin utilizar la desig- pio intangible de sólo cinco sillones y ni uno más, para sal-
nación boom: Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Ga- vaguardar su vocación elitista. De ellos, cuatro son, como en
briel García Márquez, Julio Cortázar y el español Juan Goy- las Academias, "en propiedad": los correspondientes a Julio
tisolo. Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel Gar-
En su libro Historia personal del boom, José Donoso es- cía Márquez. El quinto queda libre para su otorgamiento: lo
tablece una jerarquización que parece calcada del empíreo han recibido desde Carpentier a Donoso, desde Lezama Lima
celest~ donde hay "tronos", "serafines" y "arcángeles", po- a Guimariíes Rosa. Rizando este rizo se ha instituido un tí-
niend.o sólo cuatro nombres a la diestra de Dios Padre Todo- tulo de segunda clase, "cónsuí ante el boom" con el cual se
poderoso: "Si se acepta lo de las categorías, cuatro hombres
componen para el público, el gratin del famoso boom, el co- Historia personal del boom, p. 119.
:.>5

26 Femando Tola de Habich y Patricia Grieve: Los españoles Y


gollito, y como supuestos capos de mafia eran y siguen siendo
el boom, Caracas, Tiempo Nuevo, 1972.
los más exageradamente alabados y los más exageradamente
83
82
ha distinguido a Salvador Garmendia en la solapa de su últi- Pero otras son las fechas del boom: corresponden a un
ma novela, Los pies de barro, editada por Barral. período cercano que encabalga las décadas del sesenta y del
La crítica literaria, preocupada por la evolución de la na- setenta.
rrativa más que por las estridencias de la exaltación pública,
ha venido fijando sensatamente los límites en que operan una
y otra. Lo ha hecho criteriosamente John Stubbs Brushwood,
en su libro The Spanish American Nove/ 21 que es uno de los Las fechas del boom
más completos intentos para abarcar cronológicamente la Como hemos apuntado, varios testimonios coinciden en
creatividad narrativa del siglo xx. señalar el año 1972 como el de la defunción del boom, aun-
Brushwood, quien considera en términos generales que que sin suficientes argumentos probatorios. Parece inimagi-
el fenómeno ha sido beneficioso para destacar ante el gran nable que con ello se anuncie la clausura de la expansión
público, interno y externo, la alta productividad narrativa del mercado librero o que ya no surjan narradores capaces
latinoamericana, aun a pesar de las exclusiones que ha aca- de conquistar una vasta audiencia: el primero continúa una
rreado ("the boom is not four novelists, or even six or se- evolución accidentada donde ya parecen adquiridas las tira-
ven") y que cree que también ha beneficiado a escritores das masivas, aunque con inclinación creciente al libro acci-
marginales, dice: "Although the terms 'new Latin American dental sobre temas de fugaz y pasajera actualidad a imagen
novel' and 'the boom' sometimes appear synonymous, they de lo que ocurre en el mercado editorial norteamericano o
really indicate two different aspects of a single phenomenon al libro de autor-marca, es decir, el qúe ya ha adquirido por
-the maturity of fiction in Latin America. Specifically with alguno anterior la confianza del lector como un capital que
reference to the Spanish-speaking countries, it is convenient sigue rindiendo intereses al margen de sus fluctuaciones par-
to think of the new novel as dating from the late 1940s, the ticulares artísticas; el segundo aspecto, el de la creatividad
years of the reaffirmation of fiction. The boom, on the other juvenil, tampoco parece justificar la defunción pues ella en
hand, best describes the unprecedent international interest nada ha disminuido, aunque bajo el impacto del boom hemos
enjoyed by Spanish American novelists in the 1960s, and the presenciado, como apuntaba Harrs, imitaciones más o menos
spectacular increase in the number of high-quality novels improvisadas y confusiones. La literatura sigue producién-
they produced. Although nobody thought of it as a boom dose pero estamos en el difícil período del aparte de aguas,
until severa! years later, the change is readily apparent in donde es necesario forjar un nuevo estilo acorde a nuevas
the years following Pedro Páramo."" situaciones, cosa menos fácil cuando los mass media han
Reconocida esta distinta naturaleza de ambos procesos, el impuesto ciertos modelos sobre el público, lo que por esas
correspondiente a la narrativa propiamente dicha se puede reacciones tangenciales que ya hemos visto en el debate sobre
datar, como hace Brushwood, en la publicación de Pedro Pá- el boom, puede llevar a un nuevo parricidio generalizado.
ramo, o aun retrotraerlo si incluimos las formas cuentísticas Incluso puede estimarse que la Escuela del boom se clau-
que van diseñando los nuevos modos narrativos, a los libros suró en 1967 cuando la aparición de Cien años de soledad.
iniciales de Jorge Luis Borges, una década anteriores y aún a Para esta fecha García Márquez tenía cuatro obras publica-
las producciones experimentales de los años treint_a. das con consenso crítico favorable de los especialistas, entre
2
7
The Spanish American novel. A tweentieth century survey.
ellas su admirable El coronel no tiene quien le escriba, pero
Austin. University of Texas Press, 1975. no existía para el aparato del boom y casi tampoco para _los
" Op. ,·it., p. 21 !. colegas literarios. La fabulosa acogida, sin igual en Aménca,

84 85
para sus Cien años, lo situó en el restricto parnaso y detrás pero sí podría apuntarse un rasgo curioso: el de la margina-
suyo no se produjo ninguna nueva incorporación de pleno lidad de los centros intelectuales donde se produce, ya sea
derecho y con asiento en propiedad. Fue ese libro el que dio por venir de regiones relegadas del continente, ya de las filas
· contextura al aún fluyente e indeciso boom, le otorgó forma de una diáspora generalizada, lo que podría explicar la dife-
y en cierto modo lo congeló como para que pudiera comen- rencia que tiene con el epigonalismo de los modelos del
zar a extinguirse. boom que funciona en las metrópolis.
Otra explicación sobre la singularidad de ese 1972 en el Si es difícil fijar la fecha de cierre, lo es quizá menos es-
proceso, transportándolo de hecho a 1973 que fue el año tablecer la de apertura del fenómeno. Pienso que no puede
negro de la democracia sudamericana y haciendo de él no retrotraerse más allá del año de 1964, lo que determinaría un
un acabóse sino una bisagra de transformación, la ha dado mínimo período de duración para todo el proceso, apenas un
Tomas Eloy Martínez " sugiriendo que entonces se produ- decenio, y haría de él, tal como lo percibió Roa Bastos, "un
ce una media vuelta: "Contra el aislamiento impuesto por estallido".
el Poder, el discurso histórico aparece como un recurso sub- Para fijar esa fecha inicial me atengo a la evolución de
versivo." Serían los mismos ejercitantes del boom los que las ventas de libros de Julio Cortázar, quien se encuentra
habrían operado esa transformación, pero el examen de todo prácticamente en todas las listas de escritores del boom. Tres
lo que han producido después de esa fecha no abona la tesis: libros suyos habían sido publicados por la editorial Sudame-
los novelistas históricos siguieron en su línea (García Már- ricana de Buenos Aires, con anterioridad a Rayuela y nin-
quez, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa) con la sólo guno de ellos había merecido una redición: en 1951 Bes-
parcial incorporación de Julio Cortázar (El libro de Manuel) tiario con una tirada de 2 500 ejemplares; en 1959 Las armas
y con una admirable aportación de otro novelista histórico secretas, con 3 000 ejemplares y en 1960 Los premios con
que siempre había sido relegado por el boom, Augusto Roa 3 000 ejemplares también, siendo este libro el que produce
Bastos, quien da a conocer Yo, el supremo; pero, al contrario, una remoción incipiente, más notoria en la censura cultural
los restantes intensifican su alejamiento, no sólo en la pro- que en la demanda del lector. Ray~ela aparece en 1963, ta~-
ducción de Cabrera Infante, Sarduy, Donoso, Puig, Sábalo, bién con la tirada de rigor, 3 000 e¡emplares, pero puede atri-
sino aún en aquellos narradores que se iniciaron en el dis- buírsele la calidad de factor desencadenante de las ventas y
curso histórico (Onetti o Fuentes) que llegan a proponer la sobre todo de las rediciones que ahora se incorporan al ré-
explícita cancelación de ese discurso (Terra nostra). La mo- gimen de tiradas anuales. Un cuadro estadístico visualiza
dificación sí se ha producido, pero al margen del boom, en esta evolución:
el proceso de incorpornción de una nueva ge~eración narra- A partir de 1970, las rediciones se aposentan en una
tiva que trabaja en la construcción de una nueva escritura, normal media anual de diez mil ejemplares por cada título.'°
donde están Osvaldo Soriano, Griselda Gambaro, Antonio Con todo, el punto alto de la producción editorial del
Skármeta, Sergio Ramírez, Britto García, Héctor Manjarrez, período se centra en los Cien años de sole1ad. Se publica en
Luis Rafael Sánchez, Jorge Aguilar Mora, Norberto Fuentes, 1967 con una tirada inicial de 25 000 eiemplares Y desde
Plinio Apuleyo Mendoza, Lisandro Chávez Alfaro, Liberte- ¡ 968 se sitúa en una producción anual de 100 000 ejempla-
lla, y tantos más. No es el lugar de analizar esta mutación
::o Información proporcionada por Francisco Porrúa en carta al
autor de este ensayo de fecha 6 de sep:iembre de 1?72. ~orrúa f~c
29 "El boom: esplendor y después" en El Nacional, Caracas,
el artífice de la conversión de Sudamericana, de editora mtemac10•
3 de septiembre de 1978. nal a nacional y latinoamericana, en los sesenta.
86 87
tenido una edición y escasa difusión, acarreó un interés ma-
Las armas Todos yor de los lectores que llevó a la redición de las obras
Años Bestiario secretas Los premios Rayuela los fuegos anteriores, pasando frecuentemente de los catálogos de pe-
1964 3 000 3 000 3 500 queñas casas editoras a los de otras de mayor circulación,
1965
1966
3 ººº
7 000
4000
5 000
3 500
15 000 *
4000
10 000 • 28 000 ••
alcanzando una tirada más alta y sobre todo reditándose
periódicamente.
1967 11 000 * JO 000 10 000 10 000 * 8 000 La lista de títulos del quinquenio que abre los sesenta
1968 8 000 16 000 * 20 000 • 26 000 "'** 24 000 **"' evidencia ese comportamiento de las prácticas editoriales, las
1969
1970
23 000 *
10 000
10 000
20 000 *
20 000 *
10 000
25ººº
20000
* 10 000
10000
que en algunos casos son aceleradas, tanto por la mayor pro-
ducción del autor como por la mayor difusión que les presta

...
el sello que las publica, generando esa impresión de "bola
En dos tiradas
de nieve" arrolladora que hacia 1964 habría de impresionar
En cuatro tiradas
al público. Una selección de títulos del período 1959-1964
*** En tres tiradas
en que apuntan nuevas condiciones narrativas, proporciona
imagen fiel del comportamiento editorial:
res, lo que significa una revolución en las ventas de novelas
1959: J. C. Onetti, Una tumba sin nombre (Marcha); A.
en el continente. Mucho más que en los restantes casos, aquí
Roa Bastos, Hijo de hombre (Losada); D. Viñas, Los dueños
asistimos a una superación del circuito ampliado que consti-
de la tierra (Losada). 1960: J. Cortázar, Los premios (Sud-
tuían los lectores cultos y nos incorporamos a zonas del pú-
americana); J. L. Borges, El hacedor (Emecé); J. Revueltas,
blico escasamente tocadas por el libro o enteramente vírgenes
Dormir en tierra (Veracruzana); S. Galindo, El bordo (Ve-
y aun refractarias a él. Esta auténtica explosión no se repite
racruzana); C. Fuentes, Las buenas conciencias (F. C. E.);
en los libros posteriores de García Márquez pero sin embar-
J. R. Ribeyro, Crónica de San Gabriel. 1961: J. C. Onetti,
go es capaz de arrastrar la venta de su producción anterior
El astillero (Fabril Editora); G. García Márquez, El coronel
que alcanza cifras altas. . ·
no tiene auien le escriba (Aguirre); M. A. Asturias, El
En 1967 Sudamericana redita Los funerales de la mamá Alhajadito· (Goyanarte). 1962: · A. Carpentier, El siglo de
grande con 20 000 ejemplares, cifra que mantiene año con año las luces (Editora Nacional); E. Sábato, Sobre héroes y tum-
en las sucesivas rediciones. En 1968 hace lo mismo con La bas (Fabril Editora); C. Fuentes, La muerte de Artemio
hojarasca publicando 20 000 ejemplares y reditándolo en Cruz (F. C. E.) y Aura (Era) ; C. Martínez Moreno, El pa-
los años posteriores con la misma cantidad anual. En 1969 redón (Seix Barral) ; A. Cepeda Zamudio, La casa grande
incorpora a su catálogo El coronel no tiene quien le escriba (Mito); G. García Márquez, La mala hora; J. C. Onetti, El
con una tímida edición de 10 000 ejemplares que al año si- infierno tan temido (Asir) ; H. Rojas Herazo, Respirando
guiente ,debe reditar ascendiendo a la cifra de 50 000 ejem- el verano; R. Castellanos, Oficio de tinieblas (F. C. E.) ; A.
plares, cantidad que mantiene para todas las rediciones pos- Bioy Casares, El lado de la sombra (Emecé); G. Meneses,
teriores hasta 1972.31 La misa de Arlequín; D. Viñas, Dar la cara (Jamcana).
Lo ocurrido en el caso de Cortázar y García Márquez, se 1963: J. Cortázar, Rayuela (Sudamericana); S. Sarduy, Ges-
repitió· en otros, aunque admitiendo adaptaciones_: la apari- tos (Seix Barral); M. Vargas Llosa, La ciudad y los perros
ción de un nuevo título, después de varios que sólo habían (Seix Barral); J. J. Arreola, La feria (Mortiz); M. A. Astu-
rias Mulata de Tal (Losada). 1964: J. A. Arguedas, Todas
:-n Jdem. '
89
88
las sangres (Losada); J. C. Onetti,.Juntacadáveres (Alfa); de casi cuarenta años que hasta la fecha sólo era conocida por
S. Garmendia, Día de ceniza; V. Leñero, Los albañiles (Seix la élite culta. Se sumaron dos factores: la producción era
Barral); J. García Ponce, Figura de paja (Mortiz) .32 realmente mayor y aun se volvió intensa por esta misma de-
En este fenómeno de las rediciones de obras anteriores manda y además resultaba abultada por la reposición de los
que se suman a la acrecentada producción narrativa del títulos anteriores de los escritores, que volvían al mercado.
período, es paradigmático él caso de la novela de Leopoldo Se producía para el lector la prodigalidad peculiar del
Marechal, Adán Buenosayres. Apareció en 1948 con muy es- mercado consumista, donde determinados temas y determi-
casos lectores y también escasa atención crítica (son excep- nados tratamientos adquirían el carácter de marcas acredita-
ciones ya famosas las notas afirmativas que escribieron Julio das, imponiéndose fuertemente sobre la competencia de
Cortázar y Noé Jitrik) pero en 1966 Sudamericana la redita otros productos que, dadas las leyes del sistema procuraban
con una tirada inicial de 1O 000 ejemplares, y con la misma más parecerse que distinguirse. Este lado del problema mere-
tirada vuelve a publicarla en 1967, 68 y 70. cería un tratamiento detallado en la línea de estudios de Es-
Algo semejante ocurrió en México, tal como puede obser- carpit, pero es el otro lado, el que corresponde al efecto, so-
varse en el mencionado trasiego de los títulos aparecidos bre el escritor, de estos nuevos mecanismos del consumo, el
inicialmente en la colección encuadernada "Letras mexica- que preferimos considerar.
nas" del· Fendo de Cultura Económica, a la Colección Po-
pular del mismo sello, que parte de más altos tiros. Pedro
Páramo de Rulfo, que había tenido periódicas reimpresiones
en "Letras mexicanas" desde su publicación en 1955, se in- La productividad literaria, la profesionalización
corpora en 1964 a la Colección Popular y es reditada en y las leyes del mercado
todos los años siguientes; en 1971 su tirada alcanza la cifra Uno de los primeros resultados del recién instituido mer-
de 60 000 ejemplares. Ese mismo año el otro título de Rulfo, cado consumidor literario, fue la presión ejercida sobre el
El llano en llamas, fue editado con 50 000 ejemplares. Situa- narrador para que aumentara su productividad, asunto es-
ción similar es la de Carlos Fuentes: La región más transpa- trechamente vinculado a la profesionalización del escritor.
rente (1958) se incorpora a la Colección Popular en 1968 Era ésta una antigua ambición del artista latinoamericano,
y tiene sucesivas rediciones. La edición aumentada de 1972, cuyas primeras formulaciones coherentes se manifestaron en
alcanza una tirada de 25 000 ejemplares, los que deben su- el modernismo. Habían aparecido entonces atisbos concretos,
marse a los 8 000 de su edición simultánea en la colección -el periodismo, la diplomacia-, que dejaban entrever esa
"Letras mexicanas". eventualidad, pero los artistas la concibieron más como un
El lector común, poco avezado en referencias bibliográ- reflejo idealizado de la que creían era la situación paradisía-
ficas ni ducho en ordenamientos generacionales, se vio en ca del escritor francés que como la respuesta a una demanda
presencia de una prodigiosa y repentina floración de creado- pública, bien escasa o incluso inexistente entonces. Los mo-
res, Ía cual parecía tan nutrida como inextinguible. De hecho dernistas no encararon el punto desde el ángulo de una
no estaba presenciando una producción exclusivamente nue- demanda libre del lector a la cual debía responder el escri-
va sino la acumulación en sólo un decenio, de la producción tor, conquistando así su autonomía profesional, sino, al revés,
como un servicio que el medio debía prestar al escritor para
a2 Una lista más nutrida y a veces diversa en el citado libro de que éste hiciera su obra de conformidad con sus métodos Y
John Brushwood, pp. 337-351. ritmos productivos, muy distintos por cierto de los que prac-

90 91
ticaban los trabajadores en cualquier nivel social de la época, bilidades de difusión por contar con editoriales, revistas,
tanto fueran abogados como obreros. De ahí que se dirigie- grandes diarios, o a Europa y a Estados Unidos (censurados
ran a las autoridades públicas y que reclamaran el mecenazgo injustamente con estrechez de miras) respondieron a este
estatal, más que privado, el cual a veces se ejerció mediante afán de profesionalizarse, cumpliendo a cabalidad con su
cargos diplomáticos u oscuros ítems del presupuesto, aunque vocación y simultáneamente con una exigencia interna de la
de hecho la sociedad absorbió a los escritores en las activi- cultura lati;ioamericana: disponer de escritores que edificaran
dades donde necesitaba de sus· capacidades (periodismo, do- una rica literatura propia. Ante la imposibilidad de hacerlo
cencia, administración) compeliéndolos a una duplicación de en sus propias patrias, la cual admite plurales causas (ahogo
tareas que restringió su productividad literaria: la obra pe- económico o político, dispersión del esfuerzo, falta de opor-
riodística de Martí o Daría es desmedidamente superior a su tunidades, escasez de información, acoso pueblerino) se tras-
obra literaria propiamente dicha. ladaron a mejores plazas, internas o externas al continente.
La literatura como segundo empleo fue la norma de la No otra cosa han hecho millones de hombres comunes de
vida del escritor durante el siglo xx y el hecho de que su América Latina, sin que sobre ellos haya recaído sanción
primer empleo perteneciera frecuentemente a la órbita esta- moral. Y es obligatorio agregar. que en su inmensa mayoría
tal, escasamente desligada de la intromisión política parti- esos escritores han seguido sirviendo -espléndidamente-
dista, le deparó abundantes vicisitudes que pueden seguirse ª la cultura latinoamericana que los engendró, sobre la cual
en el ejemplo más rotundo, que es el mexicano. Conquistar siguieron rotando obsesivamente, fuera la que fuere la ciu-
la autonomía mediante lo que parecía una libre vinculación dad o país donde residieran.
profesional con el público consumidor fue entonces su per- Esta conquista de la profesionalización dista de ser ópti-
sistente ambición que tomó acentos urgentes cuando se en- ma. Salvo casos excepcionales, los "royalties" de libros y
sanchó el foso entre las doctrinas políticas a que estaban afi- artículos sólo permiten vidas morigeradas y es frecuente que
liados los escritores y las que regían desde la cúpula del esos h1gresos deban complementarse con otras tareas cultu-
estado. Esa autonomía pareció cercana (aunque sólo parcial- rales; cursos, asesorías editoriales, traducciones. Pero aun así
mente y sólo quienes la han encarado. saben con cuantos ha habido ya un grupo de escritores para los cuales la lite-
sacrificios personales) al producirse mayor demanda de li- ratura pasó a ser el primer empleo y esto marca de por sí
bros, al multiplicarse las revistas que pagaban colaboracio- una diferencia notable entre ellos y pone una nota distintiva
nes, al instituirse actividades conexas (conferencias, cursos sobre el fenómeno boom. Lo integraron, principalmente, es-
universitarios, presentaciones en televisión) decentemente critores profesionales.
retribuidas. El júbilo ante esta inminencia ya se percibe en Al progresar tesoneramente por esta vía que los incor-
los arrogantes textos de Roberto Arlt, cuando el boom popu- poró a la demanda de un mercado expansivo, los escritores
lista de los veinte le hizo pensar que la comunicación directa descubrieron algo que no pudieron conocer íntegramente los
y autón9ma con el público ya se había establecido. Pero fue modernistas ni los vanguardistas ni tampoco los regionalistas
recién en los sesenta, al extenderse los estrechos mercados que en su tiempo protagonizaron un cuasi boom: la necesi-
nacionales para constituir un mercado continental, a su vez dad de asumir un régimen de trabajo acorde con el nuevo
ampliado mediante las traducciones a un mercado interna- sistema. No son todas flores en esta nueva instancia: el escri-
cional, que se pensó que podía realizarse ese viejo sueño. tor que se ha profesionalizado deja atrás definiÍivamente
Los traslados de escritores latinoamericanos a otras re- tanto la "inquerida bohemia" como la "inspiradora musa"
giones del mismo continente que mostraban mayores posi- a las que debimos tantas geniales y fragmentarias improvisa-
92 93
cía!. Es ello parte de la ideologización. del escritor que sigue
ciones que no tuvieron sucesión, porque ahora deviene ~n siendo fuerte en la comarca latinoamericana, detectando sus
productor, a imagen de cualquier otro trabajador de la socie- circunstancias reales, y que aún provoca la nostalgia de los
dad. Más estrictamente, ocupa dentro de la sociedad un lugar intelectuales pertenecientes a sociedades desarrolladas. La
semejante al del empresario independiente que coloca peri_6- pérdida de la calidad de "vate" sigue viviéndose como una
dicamente objetos en un mercado de ventas y aunque su sis- disminución.
tema productivo sigue siendo en la mayoría d: los casos La diferencia primera y obvia entre el profesional y el
artesanal tal como lo percibiera Valéry, traba¡a para un aficionado es la más alta productividad del primero, la cual
mercado' desarrollado, lo que le impone el conocimiento de puede medirse objetivamente observando el número de obras
sus ásperas condiciones, sus líneas tendenciales, sus ~referen- que los integrantes de cada una de estas categorías ponen en
cias O desdenes. Ello lo obliga a enfrentar su peculiar com- el mercado y el ritmo con que las producen. No hay compa-
petitividad, a registrar sus orientaciones básicas Y a dete~t~r ración entre la producción de un Rulfo, un Arguedas, un
sus variables. Aunque sigue siendo un hombre con un lap1z Guimaraes Rosa, un Revueltas, un Lezama Lima, y la de un
y un block de papel, la profesionalización lo suelda de un Borges, un Cortázar, un Fuentes, un Vargas Llosa, un Car-
modo indirecto al mercado, lo que no quiere decir que haga pentier, un Viñas, un Benedetti, un Donoso, una Bullrich,
de él meramente un servidor, sino que lo obliga a asumirse cosa que desde luego no puede extrapolarse a una valoración
como un productor que trabaja dentro de ese marco impues- artística sino que debe apreciarse estrictamente en su campo
to. Allí debe operar y triunfar. productivo. Si bien la dedicación exclusiva del profesional
Cuando comenzó a diseñarse este régimen de trabajo, pa- redunda en obvio beneficio de su adiestramiento y en la efi-
reció contradictorio con la esencia de la literatura, al menos cacia de su mejor aprovechamiento de las condiciones pro-
tal como la percibían los escritores pertenecientes al siste- pias, también es cierto que la atención de una demanda apre-
ma tradicional de las letras, que podríamos ]]amar "aficio- miante puede perjudicar los procesos de maduración artística
nado" teniendo en cuenta exclusivamente la productividad que no sigueri forzosamente los parámetros de la producción
y no sus valores artísticos. Es ese el origen de los repr?ches masiva industrial. Creo incluso que si la violenta absorción
que el peruano José María Arguedas dirigió a los escritores de obras que hizo el público en los sesenta pudo resolverse
profesionales cuando luchaba por concluir su última novela, mediante la redición de títulos anteriores de sus escrito-
El zorro de arriba y el zorro de abajo. Estaba hablando des- res preferidos, los que así abastecieron cómodamente sus re-
de otro tiempo y desde un punto marginal del circuito mer- clamos, ya en los años setenta llevó a esos mismos escritores
cantil. Codiciaba secretamente el nuevo régimen de trabajo profesionales a correr detrás de la demanda, inventando li-
v a la vez detestaba sus leyes que veía como corruptoras de bros o entregando obras con las cuales no estaban aún ente-
Íos valores sagrados en que se había formad?. Para él 1~ ramente satisfechos. La heteróclita composición de Octaedro
literatura seguía siendo un sacerdocio que lo remtegraba ca~, de Cortázar o los descuidos en el terminado de El libro de
mágicamente al centro de su comunidad, en un puesto her01- Manuel, que no son nada corrientes en su obra, parecen res-
co; n~ podía ser aceptada como un oficio más de~tr? de los ponder a esa necesidad de abastecer la demanda de la hora.
múltiples que reclama una comunidad, cosa esta 1:1t1ma que Y ésta, entendámonos, no es meramente económica como
tampoco aceptarían en tales secos términos los escritores pr~- pudiera inferirse de los términos con que tenemos que des-
fesionales, quienes en esta etapa, que tiene mucho de t;''.'1's1- cribirla cuando hablamos de operaciones de mercado, sino
cional, aun sitúan ese oficio dentro de marcos -poht1cos, que puede responder a múltiples urgencias: estar presente
educativos, espirituales- que le confieren dignidad reveren-
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94
en determinados lugares, responder a problemas políticos, sidcrada porque fundamenta oscuramente algunas prevencio-
participar de circunstanciales luchas, nes contra los escritores del boom.
Algo parecido puede notarse en la insistente presentación Ninguna obra o autor aparecido en los setenta ha conse-
de libros de poesía correspondientes a los últimos años· de guido imponerse en el mercado consumidor internacional a
Neruda o en la reciente producción de Borges cuyo ritmo se pesar de que las ha habido y los hay de mucho interés y a ~e-
ha acrecentado a pesar de la sabida disminución de faculta- sar del esfuerzo cumplido por las editoras culturales que mar-
des que ha sufrido. En la narrativa tal tendencia se ha tra- charon tras ese ilusorio éxito editando a !roche y moche sin
ducido en la composición de libros accidentales, extrayendo más ventaja que llenar sus depósitos y las mesas de ventas a
<le] baúl manuscritos olvidados, a veces con justicia, o en la precios reducidos. Esta sorprendente situación tiene que ver
autorización para redilar obras juveniles que el escritor te- con los co,nportamientos del público masivo que ahora por
nía condenadas o en una costumbre de los setenta, qu::: con- primera vez se ha aplicado a la literatura culta y también con
sistió en rearticular bajo nuevos títulos el material de libros los mecanismos de producción de mercaderías que configuran
anteriores para darles nueva vida o dar a conocer al autor en la infraestructura industrial: son, esas, razones que pesan más
nuevas plazas editoriales con un airecillo novedoso: lo han en las típicas operaciones reductoras del boom que las pre-
hecho Fuentes, Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Vi- tendidas artimañas de editores o autores.
11as, entre otros. Son manipulaciones editoriales legítimas: Hemos pasado de un mercado de consumo literario de
élites a uno de masas y no se ha observado suficientemente
no es eso lo que está en cuestión, sino su papel para detectar
que sus funcionamientos son inversamente proporcionales.
los problemas de la profesionalización reciente. Por una
Mientras las élites disponen de una alta y sobre todo variada
parte el escritor profesional parece incapaz de abastecer per-
oferta de títulos pero en cantidades siempre reducidas, las
manentemente de novedades al público masivo, a pesar de
masas disponen de una oferta de títulos reducida pero en
su empeño por hacerlo, pues aun un escritor tan prolífico altas cantidades. Dos imágenes pueden objetivar estos contra-
como Fuentes no parece que pueda acortar el ritmo de un
rios funcionamientos: una está representada por los anaqueles
libro cada dos años. Por otra parte, como ocurre siempre repletos de títulos en uno o dos ejemplares que distinguen
que se produce una expansión repentina de un mercado, ha a las librerías de stock, que son las que utilizan frecuente-
venido a quedar demostrado que no se contaba sino con una mente los escritores y especialistas que corüorman todos la
reducida cantidad de productores, bien por debajo de las misma élite (ia 'amasa Blackwell en Oxford ha sido
expectativas esperanzadas que se generaron al comienzo. Ha un buen ejemp:,J y otra está representada por las mesas con
sido evidente en la edición española: después de haber pro- nutridas pila, CJc ejemplares de los pocos bes/ sel/ers de
porcionado Seix Barral en los sesenta una brillante serie <le turno que ofrecen las librerías corrientes al público de paso.
títulos latinoamericanos enteramente nuevos, en los setenta Si ha habido una modificación ingente en la librería mo-
tanto este sello como Alianza Editorial y otros, se han puesto derna, ha sido la que ha llevado a la progresiva reducción
a'reditar viejos títulos que habían tenido escasa circulación de las tradicionales librerías de stock, remplazadas por las
en la península, repitiendo así la producción latinoamericana librerías de novedades destinadas a la venta inmediata. En
de los cuarenta y los cincuenta. Tanto vale decir que el mer- éstas, los libreros sólo reponen los títulos muy vendidos, que
cado se ha expandido más allá de los límites de la oferta. Y son los que reclaman sus clientes, no dejándoles por lo tanto
que no se ha logrado regularlo con nuevas incorporaciones, la menor oportunidad de entrar en contacto con autores in-
lo que apunta a una situación conflictiva que exige ser con- cipientes y limitándose, ante un cliente exigente, a solicitar

96 97
al distribuidor o al editor un ejemplar del libro reclamado el mercado popular del libro en el xvm y x1x respectivamen-
que ya tiene vendido por anticipado. En los países de rica te. En ese entonces, el éxito de un producto conducía al esta-
estructura informativa, los libreros disponen de guías sobre blecimiento de una "marca" que amparaba las posteriores
el material publicado que permitirían servir el pedido inhabi- producciones. Era frecuente que la carátula del libro seña-
tual que reciben; en los otros, el cliente debe limitarse a lo lara publicitariamente que era del autor de otro anterior,
que está sobre las mesas. Esto ha conducido a una nueva es- exitoso, nombre que el lector común pudiera no haber re-
tratificación de las librerías, pues al tiempo que han aumen- gistrado sustituyéndolo con el título que lo había satisfecho
tado las cadenas de librerías de novedades duplicadas por los y que ahora se le reiteraba como garantía. Lo que sería,
circuitos de ventas en supermercados y se han reducido las contemporáneamente, anunciar una nueva obra "por el autor
de stock, han aparecido pequeños negocios para compradores de Cien años de soledad", transformando este título en una
de élite, como por ejemplo, los que leen poesía, que han sur- marca que asegurara toda la cadena de productos de la
gido en las ciudades populosas como un desahogo o un con- misma fabricación. En otras ocasiones, la carátula se prevalía
trapeso. de un título que había sido registrado en la memoria colectiva
En todo caso es flagrante la reducción de la oferta libre- por tratarse de una obra impactante, o también un autor
ra corriente la que responde a la menor capacidad selectiva que había cumplido alguna acción notable que salía del res-
individual del comprador común para quien, por lo mismo, tricto campo de las letras. Dudo que sean de Pablo de Olavi-
se han desarrollado modernamente diversos sistemas de de las siete novelas moralizantes que treinta años después de
orientarlo en la selva bibliográfica (que es el deleitoso cam- su muerte aparecieron en español en los Estados Unidos (y
po donde opera el lector de élite) , aunque se trata de siste- que ahora han sido reditadas por Estuardo Núñez) pero para
mas mecanizados como los indicadores de ventas: las listas el público conservador de comienzos del xrx era suficiente
de "best sellers". A esa reducción seJ suma una tendencia recomendación de esas novelas que hubieran sido escritas
complementaria, de tipo rutinario, que le conduce a apostar "por el autor de El Evangelio en triunfo", obra en que no
sobre seguro' lo que ya Jo ha satisfecho o lo que se le ofrece sólo se definió una posición antiiluminista sino que registró
con suficientes garantías o lo que alcanza niveles de conoci- la más famosa conversión de un "libertino" del xvrn, que la
miento público Jo bastante amplios como para incidir sobre Iglesia había difundido a modo de ejemplo.
lectores no especializados en el manejo de libros, constitu- Fijado dentro del mercado de consumo, un valor tiende
yendo parte de las "razones extraliterarias" que operan sobre a conservarse inalterable por un período más o menos largo
el lector común o sobre el no-lector, llevándolos a la compra (dependiendo de la contextura de la sociedad) y a ab,oroer
de libros. un máximo de compradores, en desmedro de los que podría
Esto explica la incidencia que e:: el mercado de consumo conseguir otro nuevo. Es necesaria una serie de probados
masivo, en general, han adquirido las "marcas" industriales, fracasos o la violenta emergencia de una extraordinaria no-
]as que operan como garantizadoras: conquistan la c~nfia- vedad, para poder desplazarlo. Hay una comprensión colec-
bilidad del cliente gracias al éxito inicial de un determinado tiva que juega a su favor y que se consolida en estas "marcas
producto que logró imponerse en el mercado. Es ~intomático de fábrica". Estas perviven en la medida en que satisfacen
que en Ja nueva instancia donde se ha engrandecido el me'.- a su comprador y son capaces, simultáneamente, de absorber
cado consumidor literario, se hayan vuelto a ver procedi- las pulsiones hacia la novedad que operan en los mercados
mientos que se aplicaron hace siglos, _en Inglate~ra prime'.~ poniendo en peligro su soberanía. Establecida la confiabilí•
y luego en Francia y en Estados Unidos, cuanao aparec10 dad de una marca que actúa continuadamente sobre un

98 99
mercado, se vuelve más áspera la competitividad y mayor la hay vínculos, a veces armónicos y otras -veces muy disparejos,
pelea a que se ven obligados los nuevos productos-marcas que sobre todo cuando la. infraestructura industrial adquiere
pretendan desplazarla, debiendo para ello apelar a invencio- potencialidad: testimonio los libros preparados de encargo
nes audaces o a aprovechar coyunturas propicias a toda para responder a las expectaciones del mercado, que son tan
velocidad. Pero aun esa competencia puede ser contrabalan- habituales en la edición norteamericana.
ceada con éxito por la marca ya impuesta, si es capaz de Cuando se produjo el boom narrativo, la repentina ex-
adaptarse al ciclo incesante de renovación que distingue a pansión del mercado contó con una coyuntura favorable: a
los vivaces, sensuales y mariposeantes modos del mercado lo largo de treinta o cuarenta años se habían ido acumulando
actual. Dicho de otro modo, el imperio que conquista con obras que, aunque nacidas en un sistema aficionado, habían
una primera invención solo se refuerza mediante una conti- contado con un largo período como para alcanzar un número
nua adaptabilidad a las variaciones, jugando coordinadamen- considerable y que habían dispuesto además del trabajo se-
te su prestigio conquistado con la elasticidad de su adapta- lectivo de los aparato$ críticos. Sin contar que en ese período
ción al cambio. hizo cuerpo en varios escritores una suerte de heroicidad que
Pero aun en los casos en que esta no sea ostensible (y les llevó a sacrificar todo con tal de producir. Lo hicieron
en general lo es poco en literatura) sigue disponiendo de un continuada y empecinadamente, a pesar de que no disponían
instrumento de poder que corresponde a la infraestructura de editores seguros y de que cuando los conquistaban los
productiva de tipo industrial y de mercadeo que se ha debido lectores eran esquivos. La obra fundamental de Onetti, a
desarrollar para vehicular los objetos (libros) en el mercado. la que poco agrega después, se distribuye entre 1939 v 1964 ·
La tecnología moderna no ha cesado de acentuar, tanto en la con un total de doce títulos que hace una media de u~ títul¿
fabricación de autos o computadoras como en la de libros, cada dos años; en sólo diez años Cortázar publica dos libros
los sistemas de producción adaptados a las demandas masi- de cuentos y dos grandes novelas y escribe mucho más que
vas. Los costos industriales, así como los de administración aparecerá después; Jo mismo puede decirse de Borges y de
y mercadeo, se reducen proporcionalmente al aumentar las Bioy Casares o de Asturias o de Carpentier, que se asumen
sucesivas tiradas hasta determinados puntos óptimos (algu- como escritores profesionales y lo son, en cuanto a produc-
nos de los cuales ha examinado Gabriel Zaid en sus estu- ci6I', aun en los períodos en que no lo son en cuanto a de-
dios) de tal modo que la ganancia empresarial tiende a manda del lector.
estrechar el abanico de ofertas inseguras en beneficio de un Hubo, pues, una acumulación que el boom desperdigó
número ::::e~:::-~ con mayores garantías. Los catálogos de las masivamente en sólo un decenio, trabajando sobre una selec-
editoras culturales tienen un número mayor de títulos que ción calificada de autores y de títulos y contando con un
los de las comerciales, habida cuenta de las disponibilidades equipo capaz de responder a sus apremiantes demandas.
de inversión de cada una de ellas. Y estas últimas están dis- equipo robustecido por la aparición de jóvenes escritore~
puéstas a saltar la mezquina valla del legendario diez por profesionales del tipo de Carlos Fuentes o Mario Vargas
_ ciento de derechos de autor, al tiempo en¡ que encaran la Llosa, lo que dio la medida óptima de las posibilidades con
rebaja del precio unitario del producto, toda vez que sus que contaba América Latina. Sin embargo ellas se revelaron
operaciones alcanzan una producción masiva de pocos títu- escasas para una ampliación que sólo era de grado (y bastan-
los. Conviene no olvidar que los libros postulan dos activi- te tímida si sumamos todas las tiradas de un autor en el dece-
dades productivas, una de tipo literario a cargo del escritor, nio y las enfrentamos al número de habitantes potencialmente
y otra de tipo industrial a cargo del editor, que entre ellas lectores) y aunque incentivó las expectativas de los jóvenes,

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estableció normas restrictivas para su divulgación al crear su generación y los de la generación existencialista de la pos-
condiciones más ásperas de funcionamiento. guerra, estaban lejos de inclinar la balanza creativa del lado
Junto a esta transformación que lleva del narrador aficio• de los intelectuales, en desmedro de los artistas. Efectiva-
nado al profesional, se produce otra que la duplica y la mente, la diferencia no toca al arte mismo, aunque no hay
refuerza, por la cual el narrador artista se vio sustituido o duda de que ciertas formas del "acabado" literario se dan
contrabalanceado por el narrador intelectual. Ese cambio es mejor en los escritores intelectuales y también no hay duda
buen indicador de las exigencias que venía presentando la de que la capacidad de comunicación nacional se muestra
época y que por Jo tanto no sólo se ejercieron sobre el escri• más agudamente entre los a'rtistas.
tor. Similar cambio puede observarse en otras disciplinas En América Latina la modificación disolvió ciertas dico-
intelectuales; también la sociología o la economía "aficio- tomías tajantes que se habían constituido en lugares comunes
nadas" han venido siendo gradualmente remplazadas por de la vida literaria: así la que oponía el escritor al crítico,
otras tecnificadas; en una esfera cercana a las letras se mos- visto a veces como "el enemigo", o considerando que se tra-
tró de modo agudo con el pasaje de la filología clásica a la taba de oficios que no podían convivir en una misma per-
lingüística moderna; Carpentier lo ilustró en el campo del sona y dañaban seriamente a la frescura del creador. La alta
análisis musical señalando que "la mejor revista musical que capacidad critica que desarrollaron los escritores europeos
conozco, Musique en jeu, [ ... J es absolutamente ininteligi- vanguardistas y llevó a Eliot a estimar indispensable para el
ble para una persona que no tenga conocimientos musicales progreso de un escritor el ascenso a una etapa de reflexión
muy avanzados y puestos al día" " cosa que él dice que no intelectual apoyada en una cultura sistemática, la prepara-
pasaba con las .revistas musicales de 1920-1930. ción académica que cada vez fue más frecuente entre los
En todas las épocas de la literatura americana ha habido escritores, su subsiguiente participación en diversos aspectos
escritores intelectuales, entendiendo por tales los creadores de las actividades profesionales, todo ello ejerció influencia
que no se limitan a la invención de obras literarias sino que sobre la región latinoamericana, disolviendo sus prejuicios
son capaces de desarrolllar un discurso intelectual articulado algo teñidos de provincianismo. El narrador no tuvo miedo
sobre múltiples aspectos de la vida de su tiempo. El siglo XIX, a ejercer públicamente su capacidad intelectual, ni temió que
de Andrés Bello a José Enrique Rodó, contó con numerosos tal ejercicio perjudicara su creatividad. Con solvencia y con
ejemplos, aunque su nombradía no oscureció l& afluencia más frecuencia que sus antecesores, se aplicó a otros campos
creadora de los escritores artistas, quienes vieron un reflore- intelectuales. No me refiero al de la política que, como el de
cimiento en el período modernista autodidacto. Sin embargo, la religión en el siglo pasado, ha sido coto de caza núb!ica.
la tecnificación creciente que se presenció en la cultura urba- no siempre beneficiosa ni para el escritor ni, lo au·e ouiz;í
na de las capitales, ejerció su influjo sobre los niveles de sea más grave, para la política, sino a campos intelectuales
preparación académica de los escritores. Se trata de una evo- específicos vinculados a las letras y a las artes donde había
luci9n universal, no sólo regional. A ella se debe un sonado que mostrar conocimiento, capacidad analítica, dominio de
enfrentamiento entre dos premios Nobeles de Francia, Fran- un razonamiento fundado.
-vais Mauriac y Albert Camus, en el cual el primero razonó Dispusimos, por lo tanto, de narradores ensayistas o poe-
que esas diferencias, que él reconocía entre los escritores de tas ensayistas, que con similar destreza abordaron libremente
33 "Problemática del tiempo y del idioma en ]a moderna novela las dos partes del dividido díptico de las letras. Los casos de
latinoamericana", en Escritura Año I, No. 2, Caracas, julio/diciem- Oc ta vio Paz y Julio Cortázar son ejemplares y de algún
bre de 1976. modo sirven para datar el aparte de aguas, aunque ya habían

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sido precedidos por narradores como Alejo Carpentier, de estudio actual. Pero raramente fue su intención actuar como
insaciable curiosidad intelectual y de aguda penetración en investigadores, sino más bien como intérpretes, grandes me-
asuntos de cultura moderna, y paradigmáticamente por Jorge diadores entre su público literario y la problemática global
Luis Borges que no sólo demostró espectacular información de la época.
--caótica sin duda como la del buen autodidacta hedonista Esta capacidad intelectual los dotó de una mayor audien-
pero siempre rica de interés- sino también un flexible ta- cia y les permitió actuar sobre el medio de diversas formas.
lento de ensayista que lo religa a antepasados ilustres del Sus opiniones fueron recabadas para diversos aspectos de la
tipo de Alfonso Reyes. vida nacional y los discursos que produjeron se soldaron a
Sería erróneo postular que quienes no han practicado su obra estrictamente literaria dotándola de una fundamen-
contemporáneamente el ensayo junto a la poesía o a la na- tación explícita. (Aquí convendría hacer una excepción con
rrativa, carecen de formación intelectual sólida: el conoci- García Márquez, la cual se extiende a casi todas las reglas
miento literario de un Ju:m Rulfo o un Juan Carlos Onetti es que constituyen el nuevo grupo de escritores al mediar el
envidiable y José María Arguedas fue un antropólogo profe- siglo xx. Siendo un autor de incomparable éxito de público Y
sional de amplia y respetada obra, pero ninguno de ellos ocupando por eso el puesto visible de la renovación, no es
encaró la ensayística como una vía paralela a la narrativa, sin embargo, asimilable a los comportamientos generales: ni
por lo tanto digna del mayor esmero y esfuerzo, mientras que su profesionalismo es categórico ni ejercita el discurso inte-
Lezama Lima, Mario Vargas Llosa, José Emilio Pacheco, lectual, y tampoco su obra, a pesar de la novedad técnica que
Carlos Fuentes, David Viñas, H. A. Murena, etc., se aplica- ilustra, se canaliza por el mismo tipo de búsquedas. De hecho
ron al discurso intelectual, ya interpretando su propia obra es él la prueba de la arbitrariedad con que se ha formalizado
o la de los colegas, ya examinando los problemas culturales el criterio de boom, al cual sólo pertenece por su éxito po-
del presente, fundando buenas reputaciones de intelectuales. pular; de hecho es el mejor argumento para i~ten'.ar reorde-
Por estas dotes tuvieron acceso a puestos culturales don- nar de otro modo, atendiendo a los rasgos mtnnsecos, la
de cumplieron tareas educativas, como la cátedra universi- producción narrativa de las últimas décades, reconociendo la
taria o la conferencia pública, pero es aún más interesante existencia de desarrollos paralelos, entre sí autónomos.)
ver cómo eso contribu)'Ó a una suerte de autonomía intelec- La visibilidad pública del escritor se vio favorecida en
tual. Fueron los primeros analistas de sus obras, observaron los casos de los escritores ir:t~J~::.·,rn2les; parte del despbza~
la evolución que para ellos seguía e, mundo contemporáneo, miento que ha llevado a la cultura universal a alejarse del
aspiraron a ser guí:: del i:.:.Jvimieni.o intelectual. Fueron, so- dístico ]atino "Esconde tu vida" para proponer otro que diga
bre todo, teorizadores de la cultura, con simií~, pasión a la "Presenta tu vida" o "Publica tu vida". El siglo xx ha cono-
que habían puesto Sarmiento, González Prada o Vasconce- cido un nuevo tramo de tal evolución que es mucho más dis-
ios en la misma tarea. Reanudaron por lo tanto una tradición cutible y que Harold Rosenberg ha caracterizado como la
latinoamericana situándola dentro de los marcos de la mo- atracción pública por el escritor más que por la obra. Los
dernidad de la que fueron obsesivos cultores. El ensayismo escritores de todo tipo, intelectuales o artistas, aficionados o
que se prevale del suntuoso patrocinio de Montaigne tuvo en profesionales, fueron violentamente reclamados por una cu-
ellos ejercitantes diestros, lo que junto a sugestivas propo- riosidad pública que puso el acento en lo personal .Y que no
siciones y a brillos literarios, arrastró también la cuota de vaciló en abalanzarse sobre la privacidad. Un género litera-
intuicionismo generalizador que justificó la desconfianza de rio, que adquirió repentina boga, lo ilustra: la entrevista lite-
los especialistas que trabajan en los niveles tecnificados del raria. Había sido practicada en otras épocas, pero sólo ahora

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alcanzó incontenible auge. No es tampoco una invención acto de presencia ante amplios sectores públicos. Esto se vio
latinoamericana, sino. la imitación de una práctica anterior acentuado porque los narradores intelectuales fueron recla-
que había dominado en la posguerra a los mercados desarro- mados por el periodismo, oficiando de columnistas: dieron
llados, sobre todo aquellos fijados sobre las imágenes indi- testimonio de los sucesos de actualidad, revisaron las obras
viduales más que sobre las concepciones estéticas o filosófi- literarias que aparecían, explicaron hechos políticos o so-
cas, como es el norteamericano: valga de ejemplo la serie de ciales.
entrevistas literarias que a partir de l 953 llevó a cabo la Por estas diversas vías se intensificó la vinculación del
Paris Review y que ya han sido recopiladas en por lo menos narrador con los mass media, para los cuales, antes, prácti-
cuatro series. Una figura literaria de ámbito internacional, camente no existía sino en ocasión de la nota necrológica.
como Victoria Ocampo, había desarrollado anteriormente, Además se había producido un robustecimiento de esos ca-
bajo la forma de "testimonios", el registro de conversaciones nales, gracias a los progresos técnicos y respondiendo al au-
con intelectuales extranjeros, la narración de sus encuentros mento demográfico, de tal modo que ellos se instituyeron en
con ellos, la descripción de sus maneras de vivir, sus opi- los obligados mediadores con el público. Si se revisan las
niones espontáneas durante la plática, contribuyendo a esa formas de comunicación que a lo largo de la historia habían
vaga y perniciosa idea que se han hecho algunos lectores de puesto en práctica los escritores latinoamericanos (desde el
que los escritores dicen las cosas realmente importantes en clásico libro a la conferencia o el recital en el teatro o los
las sobremesas y no en sus libros. diarios murales de los vanguardistas de los veinte o la utili-
Fue sin embargo la atención de la nueva prensa la que zación de la radio en los treinta o cuarenta) se puede medir
desarrolló vorazmente la entrevista literaria, fotografió al el salto que se produjo ahora, el cual es parte de la omní-
escritor en su casa, le reclamó dictámenes sobre los sucesos moda dominación que pasaron a ejercer los medios masivos
de actualidad, inquirió en su vida privada y le ofreció publi- y por lo tanto del alejamiento en que para el escritor se situó
cidad a cambio de estos servicios. Apareció como lo que en su público. Para llegar al público masivo que había rempla-
la jerga periodística se llama "un canje de publicidad": al zado al público de élite, había que transitar por los mass
satisfacer la curiosidad del público medio por detalles fre- media, cosa que de un modo u otro hicieron casi todos los na-
cuentemente insignificantes de la vida privada del escritor, rradores, incluso los más reacios por timidez a hablar ante
recompensaba a .éste con una evidente difusión entre un po- muchedumbres, como García Márquez u Onetti. No se puede
tencial sector de nuevos lectores. decir que los escritores se hayan prestado gustosamente al
Más serio fue el trabajo de varios críticos que se plega- régimen, aunque nunca falta una niña dispuesta a tirarse a
ron ,, r,:.;c·;c género y también procedieron a interrogar a los la piscina al final de la fiesta ni un Borges que se allana a
escritores. Sus preguntas versaron sobre asuntos literarios, responder cualquier pregunta de un periodista sin terna en
secretos de la cocina, exposición de ideas políticas o artís- la calle Santa Fé, pero la mayoría trató de manejar estas
ticas y el material sirvió a la constitución de libros o a la nuevas vías al servicio de su propio mensaje.
publicáción en revistas esepcializadas. La suma de unos y No se necesita compartir las teorías de McLuhan para
otros ha proporcionado ya un ingente "corpus" como no se saber, sin embargo, que el medio impone sus propias leyes
había conocido hasta el presente. En él son previsiblemente más allá de la voluntad de quienes operan dentro de él. En
frecuentes las contradicciones e improvisaciones, como no su tiempo Darío evocaba con humorismo al director de pe-
podía ser menos, pero a través de esos canales los escritores riódico que reclamaba de su redactor que le hiciera un Clau-
ampliaron su magisterio intelectual y sobre todo hicieron de Bernard, o cualquier otra personalidad, en una cuartilla;
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qué de~i: ,ahora de los mecanismos que la revista ilustrada, rrativa, Jorge Luis Borges. Este hombre, que aparece como
la telev1s1on, la entrevista ocasional, ponen en funcionamien- un anarquista constitutivo, cuyos dictámenes ni siquiera sir-
to Y dan un resultado que no puede prever el escritor. Sim- ven -por su misma exageración caricaturesca- a la dere-
plemente filmando documentalmente una reunión literaria cha a la que él pertenece, se ha adaptado corno un guante a
Sola~a dotó a s~ ~elícula La hora de los hornos de un pa; todas las manipulaciones de los mass media: desde su casa-
de mmutos sarcastlcos sobre la frivolidad de los escritores Y miento trasmitido desde la iglesia en directo por los canales
el mero régimen de montaje permitió que un cineasta ve~e- de televisión bonaerenses a su pasiva entrega a todas las inte-
z~la~o colocara en situación desairada a un narrador (Uslar rrogaciones que le formule éualquiera. Es la entrega absoluta
Pietn) que explicaba seriamente un tramo de la historia de al reino de la publicidad y de la manipulación, como a una
su p~ís. El abanico de respuestas a las normas de los mass cosa ajena a él pero dentro de la cual fluye y deriva. Su ca-
med,~ fue gr~nde, dentro de una forzosa aceptación de ellas, pacidad para la réplica sorprendente, para el comentario di-
Y tuvimos qmenes se adaptaron a sus requerimientos, aun los sonante, para el juego llamativo sobre los temas de uso
extravagantes o meramente escandalosos, y quienes procura- mayoritario (el futbol, la política, la religión, los negros,
ron establecer un pacto respetable. los militares) lo han transformado en la presa codiciable
El interés de los narradores tuvo corno norma el legítimo de los sistemas desintegradores de la información y se ha
deseo de poder_ transmitir su mensaje personal y, en una prestado gustosamente a todos sus requerimientos, siempre
c~ota no desdenable, la de publicitarse para conquistar al como a un teatro que le propone la época y en el cual repre-
publico qu? que:ían para sus principales mensajes, es decir, senta, sin sentirse contaminado. Puede argumentarse que no
sus obras l'.te:anas baj~ forma de libros. Aquí son percepti- necesita de esa publicidad y que se limita a divertirse y tam-
bles l~s i:nul!!ples traba¡os a que se ve constreñido este em- bién puede convenirse que ella ha refluido sobre él exten-
presario mdependiente y se ve que no son las editoriales ni diendo su fama a sectores ajenos al uso del libro y de la lite-
los agente~ quie~es son capaces de descargarlo de obligacio- ratura. Esas apreciaciones divergentes tienen poca monta: lo
nes: . n_o solo esta a su cargo la producción, sino también la sorprendente en Borges es la adecuación al sistema, sin nin-
publicidad de, ella,ª'. menos en ese indispensable margen guna clase de resistencia, lo que desde luego podría fundarse
para que el publico le¡ano se entere de su existencia. Lo que a partir del solipsismo de su literatura, pero que nos sirve
las editoriales llaman pomposamente el "lanzamiento" de un para ver desconectadas dos esferas que antaño se concibie-
libro es un trabajo que en buena parte recae sobre eí mismo ron soldadas: la del conocimiento público y la de 12 iuf!uen-
e~~rito: que d_ebe aceptar entrevistas, aparecer en la televi- cia. Porque la tradicional percepción de la fama como reco-
s,on, firmar e¡ernplares y cumplir con diez compromisos de nocimiento social de las virtudes, hace tiempo que ha des-
los cuales habría preferido no sufrir nueve. En otros térmi- aparecido del horizonte moderno donde la fama ha quedado
nos, este "empresario independiente" no lo es mucho: no homologada a un accidente impactante, ajeno a la ética.
sólo atiende a las fluctuaciones del mercado sino incluso a La constante presencia pública ha hecho más conocidos
los mo¡los de penetración en él. Por un lado u otro su recién a los narradores, los ha vuelto iácilmente identificables para
conquistada autonomía profesional, tan codiciada o envi- el público grueso y ha permitido que sus nombres se car-
diada en lejanas tierras, implica una visible restricción de su garan de algún significado para ese distraído oyente que
libertad Y una integración dentro de mecanismos cuyas rue- constituye el destinatario habitual de los instrumentos de co-
das pueden fácilmente triturarlo. Hay un ejemplo máximo municación masiva. Posiblemente contribuyó a aumentar el
que está constituido por una figura central de la nueva na- número de sus lectores, pero ello no ha acentuado su influen-
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cia concreta ni ha contribuido a la precisa transmisión de su
mensaje. Esta difusión ·generalizada ha disuelto sus entron-
ques con grupos sociales compactos que, funcionando como
vanguardias, pudieran llevar adelante su pensamiento o su JEAN FRANCO
arte, asumidos como banderas. La altiva austeridad de Ma-
llarmé justificó que un discípulo devoto escribiera el famoso MEMORIA, NARRACIÓN Y REPETICIÓN:
artículo: "fe disais quelquefois a Stéphane Mallarmé ... " LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA EN LA
profetizándole jóvenes provincianos que se harían matar por f.:POCA DE LA CULTURA DE MASAS
sus versos. El estruendo público conquistado por los narra-
dores, en pocas ocasiones ha venido acompañado de esta
confianza fervorosa por parte de grupos afines. Al contrario, 1. Storyteller, author, superstar
los ha neutralizado y desfigurado y aquí debe verse la acción Si consideramos la transmisión oral, la escritura y los me-
d!solvente del "medio" informativo que cumple con sus pro-: dios electrónicos corno tecnologías del conocimiento que im-
P;~s proyecto~ y no se coloca al servicio del mensaje espe- plican distintas formas de organizar las percepciones, es evi-
c1f1co del escritor: toma de él los elementos que sirven a su dente que también introducen distintas maneras de consti-
t~rea, ele~entos fragmentarios con los cuales construye un tuir la significación. La transmisión oral no sólo implica una
discurso diferente, adecuado a sus propios fines, y por lo comunidad que comparte experiencias e intereses comunes
tanto tritura lo original del mensaje del escritor. El esfuerzo sino también la posibilidad en cualquier momento de reacti-
que en varios ejemplos ha hecho éste para insertarse en gru- var el pasado por medio de la palabra hablada y por el rito.
pos homogéneos, sobre todo de carácter político en esta hora De allí, la importancia de la memoria transmitida de persona
presente, definen su esfuerzo para preservar esa especifici- a persona, de generación en generación a través de los ritos
dad de un mensaje que es desintegrado por los mass media. y encantaciones, las leyendas y la poesía. No es lo cotidiano
Tarea más áspera si se considera que las vanguardias se re- que puede reactivar esta memoria, sino lo maravilloso, lo
clutan de preferencia entre los equipos juveniles, los que son heroico, lo que se destaca de lo diario. Por eso, el shaman
desconfiados respecto a lo que les llega por canales masivos. v el cantor ( storytel/er) que personifican la memoria en las
.El escepticismo y el solipsismo borgiano se adecúan como culturas tradicionales son esencialmente conductores mo-
un guante a estas tendencias disolventes. No intentan luchar mentáneos de esta corriente inmortal.' En cambio, la escri-
contra ellas y simplemente nadan en sus aguas. Los escritores tura hace posible la amnesia que afecta lo no documentado.
que ven sus peligros pero que, forzadamente, deben mane- Como en Macando durante la plaga de amnesia sólo se cono-
jarse con estos poderosos intermediarios, sufren de desgarra- ce lo que se escribe. Por otro lado, la escritura permite la
mientos y tratan de desarrollar vías paralelas por las cuales apropriación del pasado al servicio del presente. Desde la in-
salvar valores permanentes. En todo caso, nunca me han pa- troducción de la imprenta en Europa, la historia como me-
recido más solos los narradores latinoamericanos que en moria colectiva oficial se separa por lo tanto de la memoria
esta hora de vastas audiencias. Pertenecen a todos, pero no individual que ahora carece de importancia social. La im-
pertenecen a nadie. prenta permitió no solamente la conservación en gran escala

1 Para una discusión de la memoria en la cultura oral véase, Wal•


ter Ong, The pres(nce of the word (Y ale University Press, 1967).

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