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errores: dar lo que no tenemos, no dar lo que tenemos y no tomarnos a conciencia la tarea de
distinguir dentro de nosotros la diferencia entre lo que tenemos y lo que no. El primero consiste
en el error de la impostura, que nos lleva a falsearnos; el segundo es el de la evitación por temor a
tomar riesgos y fracasar o ser juzgados, que nos lleva a la inhibición; el tercero es el de la pereza
de tomar conciencia de lo que somos, y oscurece nuestras verdades y necesidades profundas, lo
que nos aboca a la confusión y la superficialidad.
Me referiré a ellos de manera sucinta y ordenada. ¿Qué relación existe entre "amor" y "orden"?
Más que explicarlo de manera detallada, prefiero ilustrarlo recurriendo a una metáfora: el orden
es el cauce de la vida por donde la corriente del amor fluye.
En relación con la estructura 5 del sistema familiar nos encontramos con dos condiciones del
orden:
territorio, pero no del territorio mismo. La pretensión contraria la conocemos como "exclusión".
Pero se trata de una pretensión. Como sabemos por experiencia, mientras no se da su lugar al
excluido el sistema no puede encontrar su equilibrio de ninguna forma. eliminar de la "foto
familiar", pero no de la realidad. Tampoco se trata de ningún sentimiento. La realidad de la
exclusión, con frecuencia, no tiene nada que ver con "sentirse excluido".
Y aquí viene una de las aportaciones más genuinas de Bert Hellinger, al incluir a todos los que han
dado o tomado: si alguien ajeno al sistema ha tomado de él algo que no le correspondía,
tomándolo, pues, por la fuerza, también queda vinculado a él. También pasa a formar parte del
mismo. E igualmente al revés.
El orden jerárquico es muy simple: es primero quien primero hizo su aparición en la escena del
sistema de que se trata. Los demás siguen el orden riguroso de aparición en la misma "escena".
Presentaré, seguidamente, dos observaciones, útiles para clarificar algunos aspectos concretos.
La primera observación: es que no existe un orden "absoluto" ni una forma igualmente "absoluta"
de orden: ello equivaldría a mirar algo así como el orden de toda la humanidad e, incluso, más allá,
de todo el universo.
Segunda Observación: Al mismo tiempo que esta jerarquía estructural, existe otra que tiene que
ver con el hecho de que, gracias a los que estuvieron antes, o a los que están desde antes, es
posible que otros estén después, o hayan venido después. Este hecho da, a los anteriores, la
categoría de "anteriores", claro está. Lo que es lo mismo: la categoría de "mayores". En relación
con ellos, los demás son "posteriores" o "menores". Obviamente esta clase de jerarquía no es la
misma que la que existe entre padres e hijos pero, desde luego, constituye un orden jerárquico
que necesita ser respetado.
Un sistema familiar no solamente tiene estructura o "esqueleto". Está vivo. En su interior, y en sus
relaciones con el exterior, se mueve algo: una especie de energía o flujo. podemos llamarlo vida, o
podemos llamarlo amor. Éste es el aspecto dinámico.
Este aspecto dinámico implica pues, un movimiento de energías, un flujo. Vamos a llamarlo
"intercambio", pues se trata de un movimiento de doble dirección: "dar" y "tomar".
Lo que ocurre es que este intercambio funciona de dos maneras diferentes, en dos tipos de
situaciones diferentes. Entre iguales, el intercambio necesita ser equilibrado. Se necesita una clara
compensación entre el dar y el tomar por ambas partes para que una relación de igualdad se
mantenga y prospere.
El amor ciego es característico de una manera de funcionar "arcaica" que parece responder al
criterio de que el sacrificio del pequeño puede beneficiar o proteger al grande. Antes, al contrario:
abriendo los ojos puede verse que el anterior no está nada cómodo con este sacrificio del
posterior, y que no desea otra cosa que la felicidad de éste, siguiendo su propio camino, que no es
el suyo.
«Yo sigo mí camino (o mi destino). Dedícate a vivir tu vida y se feliz, para que mi sacrificio no haya
sido en vano.»
O, en sentido inverso:
«Te despido con cariño y con respeto. y, para honra tuya y en tu memoria, me dedicaré a vivir mi
vida y se feliz»
«Respeto tu destino y de dejo con los tuyos. y, por favor, mírame con buenos ojos si sigo mi vida y
me va bien».
Individuos y sistemas
Acabamos de ver el funcionamiento de este "orden dinámico" entre personas "anteriores" y
"posteriores" dentro de un mismo sistema.
Lo mismo sucede entre sistemas, es decir, entre un sistema "anterior" y otro "posterior". Porque
cuando dentro de un sistema aparece un subsistema nuevo, o un sistema posterior (por ejemplo:
un hijo que se casa y forma una familia propia), es al sistema anterior al que corresponde "dar" al
nietos).
Por eso, en el orden dinámico, a la familia de origen le corresponde dar, y a la familia actual le
corresponde tomar. La anterior al servicio de la actual, y no al revés. En ese sentido se dice que el
sistema nuevo tiene prevalencia sobre el antiguo.
El método fenomenológico se caracteriza en lo que aparece, en lo que "se muestra", tal como se
muestra, sin enjuiciarlo o valorarlo.
Alos efectos prácticos de este libro, prefiero explicar aquí la naturaleza del método
fenomenológico por contraposición al método clínico.
Consiste, básicamente, en trabajar con lo que hay, con lo que se presenta y tal como se presenta,
evitando, en la medida de lo posible, juicios o interpretaciones, y prescindiendo del análisis de
causas, así como de etiquetas diagnósticas o de cualquier otro tipo de prejuicios.
III
Metodología de trabajo:
Por eso precisamente lo que hago es proponer una "guía", a modo de mapa para orientarse en el
"océano". y a eso responde la siguiente estructura.
- Procedimiento.
- Final.
y acabaré Con algunas observaciones e indicaciones específicas para el uso del método en consulta
individual.
para el trabajo.
- Explicando determinadas ideas concretas entre las que son características de las
Constelaciones Familiares, o sobre su historia y evolución.
- Explicando e ilustrando en qué consiste el método de trabajo.
- Proponiendo una visualización.
- Explicando una historia, o un cuento, o una metáfora.
- Proponiendo silencio.
- Etcétera
- cuando buena parte de los presen tes lo están no exactamente por voluntad propia (por
ejemplo, invitados, de forma más o menos persuasiva, por una tercera persona,
organizadora del taller), o
- cuando buena parte de los presentes 10 están principalmente por curiosidad (por
ejemplo, en un taller organizado con motivo de un congreso, simposio, o evento
semejante), o
- cuando el grupo acaba de recibir la noticia de un acontecimiento exterior fuertemente
impactante.
Esta es mi experiencia, pero me cuidaré mucho de hacer de ella regla general. A veces vale la pena
emplear algunos minutos en comentar lo que está pasando. Otra opción, que no excluye la
anterior,
es la de invitar directamente al silencio. Una vez existe suficiente atención, el terapeuta puede
pasar a seleccionar al próximo cliente. Hay varias maneras de hacerla: elegirlo en un cierto orden,
elegirlo al azar, elegirlo según el tipo de asuntos planteados (si se ha realizado antes la
correspondiente ronda), elegirlo según le inspira la posición o ademán corporal del cliente ... o,
simplemente, pedir voluntarios.
Ninguna de estas maneras es mejor que otra. Cada terapeuta puede proceder de la manera que
prefiera, según su criterio, según el momento, o según sus propias habilidades.
Una vez tenemos seleccionado al cliente y estamos ya con él necesitamos, principalmente, dos
aportaciones principales por su parte:
Lo importante es, por tanto: ¿qué quiere obtener el cliente? Puede que lo sepa y lo formule clara y
directamente, o puede que sean necesarias algunas preguntas orientativas:
- «¿Qué quieres conseguir?»
- «¿Para qué quieres que hagamos este trabajo»
- «¿Qué te gustaría llevarte como fruto?»
Imaginemos una línea con dos extremos. En uno de ellos tenemos una Constelación Familiar con
un cliente que presenta una demanda concreta, cuya necesidad es claramente perceptible y en la
que contamos, además, con información de uno o más hechos señalados. En el otro extremo
tendríamos una Constelación Familiar con un cliente con una demanda.
Para elegir los representantes al comienzo del trabajo podemos guiarnos por un doble criterio:
Atender al hecho más grave, es decir, el que tenga más peso. El peso es algo que el
terapeuta siente y la mayoría del grupo también.
Atender a lo más actual o inmediato, a lo que tenga que ver con el sistema actual (actual
familia de pertenencia, o actual sistema laboral u organizativo, actual enfermedad, etc.)
¿Quién elige los representantes? Habitualmente, el terapeuta propone al cliente que los elija él.
Primero los elije, luego los sitúa. Lo menciono, precisamente, como algo que suele hacerse de
manera más habitual. Pero puede elegirlos el terapeuta. También, una vez elegidos, pueden
situarse ellos mismos. También he visto a terapeutas que los eligen y los colocan, para ver, con
sorpresa, cómo se "descolocan" por sí solos.
En la práctica, no importa demasiado la manera. Mi recomendación, no obstante, para los que
empiezan, es que pidan al cliente que lo haga. No porque sea mejor, sino porque de alguna
manera hay que empezar. Luego, cada uno a su ritmo, puede ir probando o experimentando
variantes.
También, al hacerla así, se facilita la percepción de que el control de la situación lo tiene el cliente.
He trabajado en grupos en los que había muy pocos hombres, o sólo uno, o ninguno. Obviamente,
en tal caso, es necesario que algunas mujeres representen hombres. Entonces, por motivos de
claridad, establezco un distintivo (por ejemplo, un objeto o una prenda de vestir) para identificar
qué mujeres están representando hombres.
A veces un cliente elige una persona de otro sexo para representar a alguien. Hay terapeutas que
no permiten eso, e inmediatamente corrigen al cliente. Es una opción. Otra es dejarlo, (siempre
que con ello no aparezca alguna confusión importante) limitándose, simplemente, a tomar nota.
A veces el cliente olvida introducir alguno de los representantes que le he propuesto. Cuando eso
sucede los omitidos son, invariablemente, el padre o la madre y, más frecuentemente, el propio
cliente. En tal caso me limito a señalarlo: