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El Génesis pertenece a los cinco primeros libros de la Biblia; a estos

libros se le conocen como libros del Pentateuco (palabra griega pente


“cinco” y teukós “rollos”). El Pentateuco es la clave para entender
toda la Biblia, pues presenta los inicios de la revelación de Dios al
pueblo elegido, y en él encontramos las primeras vivencias y
reflexiones sobre el plan de amor de Dios con la humanidad.
Sólo al conocer el Pentateuco puede
comprenderse la riqueza de la revelación
de Dios y lo extraordinario de la historia de
salvación a lo largo de la Biblia hasta llegar
a su plenitud en Jesús, Dios y hombre,
salvador único de toda la humanidad.

La última redacción del Pentateuco se apoyó en las tradiciones de cuatro


grupos de personas, que se relacionaban con Dios de distinta manera. Como
cada tradición muestra aspectos muy bellos de Dios, los redactores finales
decidieron unir las cuatro, pues todas eran consideradas inspiradas por Dios.
A cada tradición oral o fuente de conocimiento de Dios se le dio un nombre,
como si tuviera un autor.

La tradición yavista llama a Dios Yahvé (YHWH) a través del


manuscrito. Se inicia en los siglos IX y VIII a. C. pertenece al sur de
Palestina y se centra en el reino de Judá. Subraya la cercanía de Dios con
la humanidad y lo describe en términos antropomórficos (anqrwpos
“hombre” y morfe “forma”) es decir, presenta a Dios actuando y
reaccionando como persona humana.

La tradición elohista da a Dios el nombre de Elohím. Se inicia al mismo


tiempo que la yavista, en la que fue integrada alrededor del 715 a. C.
surge en el reino del Norte o reino de Israel, y habla del profetismo, la
fuerza de la moral y el peligro de la idolatría. Muestra a un Dios que
habla en sueños y con símbolos como la zarza.

La tradición deuteronomista tiene un estilo insistente. Fue escrita en


el siglo VII. Insiste en la acción de Dios y la necesidad de una respuesta
personal y comunitaria. Se basa en las tradiciones anteriores; empieza al
final del reino cuando el reino del Norte cayó en poder de Asiria, y el
pueblo parecía olvidar su fidelidad a la alianza del Sinaí.

La tradición sacerdotal muestra a Dios distante y majestuoso. Se


escribe al regresar el exilio en el siglo VI a. C. Israel ya no era una nación
independiente y centraba su identidad en el templo. Da gran
importancia a los ritos de culto y las funciones sacerdotales.

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