Está en la página 1de 17

Psicología de la victimización criminal

MIGUEL ÁNGEL SO RIA VERDE

1. VICTIMOLOGÍA Y PSICOLOGÍA tation (Oliveira, 1988) no sólo dentro del campo del
DE LA VICTIMIZACIÓN derecho teórico, sino también desde perspectivas
psicológicas de corte psicoanalítico (Gulotta, 1976).
1.1. Desarrollo histórico Esta segunda etapa de la victimología, o victim-
nwvement, es en el fondo la conjunción de tres
La preocupación por el rol de la víctima en la procesos sociales diferentes. En primer lugar, la
génesis y desarrollo del delito se inicia en 1948 con crítica a los estudios sobre la delincuencia social
la obra de Von Heting The criminal and his victim: basados en las estadísticas tradicionales entran en
studies in the sociobiology of e rime. En ella, al igual crisis y se ponen en marcha nuevos métodos socio-
que posteriormente otros criminólogos (Mendelsohn, lógicos evaluativos, especialmente las encuestas de
Ellenberger, etc .), se establece que no sólo el agre- victimización (National Crime Survey, 1972), que
sor y los factores situacionales tienen un papel re- con sucesivas modificaciones continúan hasta la
levante en el delito, sino también la conducta de la actualidad.
víctima. Un segundo proceso de cambio se debe al mo-
En conjunto, dichos autores, siguiendo la teoría vimiento feminista . Dicho colectivo social criticó
de Darwin, enfatizan en el rol activo de la víctima abiertamente los estudios anteriores, demostró el
en la génesis del delito, que a partir de entonces es trato di scriminativo de las instituciones oficiales
observado como un todo interactivo y no monocau- hacia los delitos contra la mujer y, lo más impor-
sal. Aún dentro de esta primera etapa, considerada tante, concibió por primera vez el delito como un
como de estudio teórico del problema, Wolfang proceso sociocultural complejo basado en una es-
( 1958) establece su teoría de la victim-precipitation tructura de poder donde los roles tienen un papel
o delito causado por la conducta de la víctima. crucial.
A mediados de los años setenta del siglo XX se De forma paralela, pero no siempre coincidente
abre una segunda etapa esencialmente en los países en sus planteamientos, aparece un movimiento de
anglosajones, que por una parte critican abierta- profesionales, esencialmente del campo del dere-
mente la concepción «c ulpabilizadora» del delito cho y la criminología, que enfatizan la discrimina-
subyacente en la teoría de Wolfang, y por otra tien- ción sufrida por la víctima en las instituciones
den a considerar el delito y la víctima como un oficiales.
Todo ello provoca la evolución hacia la tercera
problema social .
A pesar de ello, aún hoy en día en diversos etapa de la victimología o «acción en favor de las
víctimas» , en la cual se destaca la necesidad de
países se mantiene el concepto de la victim-precipi-

O Edicionc\ Pirámide
150 / Manual de psicología jurídica e investigación criminal

significativo de estu?i~s ~ob~e, el problema. Con-


promover acciones legislat~vas que garanti~e~ la
ceptualizándose la v1ct1m1zac10n como un proce
presencia y defensa de los .mt~r_eses de la v1ct1ma sicológico dentro de la normalidad que sólo en
~o
esencialmente en la esfera Judicial. P .
d
determinado~ casos ~rovo~a esaJustes ps~copato-
lógicos ultenores. Mas alla de ello se enfati za en 1
perspectiva psicosocial del problema, al observars:
1.2. Conceptualización psicojurídica
que la victimización y la respuesta a la mi sma no
de la victimización
sólo depende de la personalidad de la víctima, sino
A lo largo de la segunda etapa de la victimolo- que incide en todo el contexto social y éste a su vez
gía, diversas teorías de la psicología social, co~o en la persona victimizada.
por ejemplo la indefensión aprendida, habían sido Una tercera etapa se abre en 1984 cuando la
utilizadas para la comprensión del rol de la víctima APA americana analiza a través de su «Task Force
en la interacción delictiva (Sangrador, 1986). Por on the victims of crime and violence» el grado de
otra parte, los planteamientos iniciales de la victimo- comprensión del fenómeno psicosocial de la victi-
logía como una ciencia interdisciplinar no se han mización criminal en aquella época, y al mismo
llevado a cabo, y diversos congresos y reuniones tiempo intenta establecer las bases futuras de una
actuales sobre el tema (Consejo de Europa, 1990; conceptualización global del problema. Si bien aún
Congreso Internacional de Victimología, 1991) de- nos hallamos algo alejados de dicho propósito, sí
muestran que existe una profunda escisión entre es cierto que se ha logrado una uniformidad teórica
dos enfoques (Soria, 1990). al partirse 'de la teoría del estrés como base expli-
El primero y más importante, procedente del cativa de los efectos psicosociales inducidos por la
derecho y del campo criminológico, poniendo de victimización criminal, y algunos estudios plantean
relieve la importancia de acciones legislativas, ser- modelos globales susceptibles de verificación em-
vicios de información y asesoramiento legal, pro- pírica (Soria, 1992).
moción social de derechos, etc. , mientras una se- Una cuarta etapa que perdura hasta nuestros
gunda línea, de corte psicosocial, pone el acento en días observa el fenómeno de la victimización como
las medidas de apoyo profesional a las víctimas, un todo altamente diversificado, de base psicosocial
programas terapéuticos, etc. y ligado a otras líneas de la psicología jurídica. Así,
Más allá de esta visión actualmente puede plan- por ejemplo, aparecen nuevos campos como la
tearse la existencia de un doble enfoque de la vic- prevención de la segunda victimización, el aseso-
timización. Una «victimología» o rama de la crimi- ramiento en medidas legislativas de apoyo, proce-
nología que entronca conceptualmente con el sos de mediación, análisis de conducta criminal , la
derecho penal , que considera a la víctima un «me- víctima como testimonio, etc .
dio» comprensivo del delito, facilitador de los La situación en nuestro país es muy complej~;
procedimientos legales y susceptible de ser utiliza-
en ~~neral se acepta que la psicología de la victim 1-
do en medidas rehabilitadoras de delincuentes.
zac~on forma parte de la jurídica y por ende de la
Una segunda visión parte de la psicología. En
social (IV Congreso Psicología Social, 1993); º.º
ella podemos observar una evolución divisible en
obstan!e, otros autores psicólogos sitúan la victi-
cuatro etapas. Una primera abarca desde los años
mologia dentro de la psicología forense , ignorando
sesenta hasta m~diados de los setenta del siglo
su especificidad concreta (Albarrán 1993). Desde
pasado, au~que s1g_ue perdurando en la actualidad.
Conceptuahza otras disciplinas legales (crimonología y derecho) se
, . la v1ctimización
. como un probl ema
s~b~ume Y defiende dicha concepción dentro de 1ª
d e base c 1m1~a y 1igado a la psicopatología induci-
da por el delito y a la personalidad de la víctima. v1ct1mología (Centre d ' Estudis Jurídics, 1989).
, ·
E n smtes1s, ., es
, Una segunda etapa dura hasta mediados de la la psicología de la victimizac10n .
decada de 1980 caracterizada por un incremento
· aquella rama de la psicología jurídica que est~dia
los procesos Y efectos psicosociales y jurídicos
•rárnide
© Ediciones P1
Psicología de la victimización criminal I 151
. dos de la comisión de un delito s ,
deriva b , . , eguo el
'd. 0 penal, so re 1a victima y su entorno . Posteriormente utilizaremos dicha clasificación
co 1g . soc10-
para explicar los efectos traumáticos inducidos por
J1l
unitano.
cO la victimización criminal.

_ . Estudios sobre la victimización


13 2.1. Teorías descriptivas
Los estud~os_ sobre la victimización parten de
estudios d~s~nptivos de las estadís_t~cas oficiales (po- El estudio de los efectos de la victimización
delictiva se caracteriza por el desarrollo en forma
licía y justicia), aunque algunos utilizan otras fuentes
de fases consecutivas a lo largo de una dimensión
(Zaube~an, 1985;_ Sangrador, 1986). En España se
temporal. Tradicionalmente se ha estructurado a
sistematizan a partir de los cuarenta y se informati-
partir de los criterios de la teoría de la crisis, donde
zan ya avanzados los ochenta del pasado siglo.
el delito constituye el evento desencadenante, ge-
Ya en la década de 1970 en Estados Unidos se
nerando tres fases claramente definidas, el impacto,
realizan dos críticas fundamentales , su utilización
la recuperación y el ajuste.
política y l~ existencia d~ un impacto victimizatorio Aunque el etiquetado de las fases y su número
muy supenor a las refleJadas por éstas. Según zau- varían, según el grado de precisión y la línea teóri-
berrnan (1985), la tasa oscura en delitos contra la ca de cada autor, su aceptación y características
propiedad alcanza el 60 por 100 y en los personales esenciales de cada una de ellas son aceptadas
el 80 por 1OO. Ello hace que determinados estudios ampliamente para todo tipo de víctimas (Salasin,
nacionales centrados sobre dichas fuentes estadís- 1981).
ticas hayan de ser analizados con cautela (Serrano,
1986; Vázquez, 1993).
Como alternativa a las fuentes tradicionales se 2.2. Teorías explicativas
iniciaron las encuestas de victimización en Estados
Unidos (1972), que se iniciaron en 1978 en España Los procesos de victimización inducidos por
(1978), siendo puestas otras de rango local (Barce- eventos delictivos, desastres, accidentes laborales o
lona, Alicante) o autonómico (Baleares y Cataluña) enfermedades graves presentan similitudes internas
ya en las décadas de 1980 y 1990. Las encuestas significativas. En cualquier caso puede considerar-
internacionales son mucho más escasas y debemos se toda victimización como un proceso psicosocial
destacar la iniciada por Van Dijk, Mayhew y Killias de carácter transaccional entre la víctima y su en-
en 1990. Dicho estudio se descompone en dos torno (Lazarus y Folkman, 1986).
apartados, uno primero sobre la tasa de victimiza- Actualmente se acepta que toda reacción a un
ción y otro sobre la de denuncia. evento negativo, inducido o no por otra persona,
pone en marcha un proceso de ajuste que debe si-
tuarse inicialmente dentro del ámbito de la norma-
2. TEORÍAS DE LA VICTIMIZACIÓN lidad. Por ello no debe extrañarnos la capacidad
adaptativa de las víctimas, ni su autopercepción
Existen dos tipos de teorías psicosociales dife- como «personas normales» .
rentes en el estudio de la victimización criminal , Todos los eventos victimizatorios generan nive-
u~a primera más antigua y de características des- les variables de estrés, pero éstos fluctúan en fun -
c~iptivas enfatiza en la visión temporal del proceso ción de diversos factores pre-evento, contextuales
victimizatorio. Un segundo enfoque ligado a la o relacionados con el propio proceso de ajuste (es-
concepción del delito como evento estresante ex- trategias de afrontamiento, reacción social, etc.).
P!ica los fenómenos psicosociales que se producen Desde una perspectiva transaccional del estrés,
tias la victimi zación . la víctima no debe concebirse como un mero agen-

(0 E
' ct·1c1
·ones p· .- ·.,
· 1r<1 m1ue
. , criminal
, . , . e investigac1on
152 / nd1
Manual de psicolog,a 1u ca • .,
a ha evaluado la s1tuac1on corno .
. en su proce- la pers ºn . , Pehg
. ·1ct1vo . t nta determinar que puede hacerse. E<· ro~a
te pasivo del suceso, smo_~om 0 ' mecanismos bá- 1ll e f ., " cara ,
, . de cada con rontac1on estresant cte.
so de aj uste. Para elJo util_i~a dos , f ontamiento nst1ca e co
sicos, la evaluación cognitiva Y e1 a r en tor no , Pues los resultados dependen en n e1
caso concreto de lo que s~ haga , lo que cada
(Lazarus y Folkman, 1986). determi-
. ·
La evaluación cog,utl va es el proceso • · nto rse y lo que se. halle
. . en . Juego para la Pers Pueda
. acontec1m1e , hace 0
1
No es un mero eJerc1c10 mte ectual de recon na.
nante de las consecuencias que un Por
. , 11 la persona. •ento de los recursos personales o conte 0c1.
e vento o SLI secuencia provocara e ., m1 . xtuale
· - '
tanto, no es un simple procesado de la m or ,
· t mac10n ·sponibles, smo que a
d
emas
,
de hallarse , . s
dt f .. d d 1
ntuna
di sponible en el entorno o un tratamiento fno y me nte unida a la a ect1v1 · a , se trata de un -
elaborado de la misma, sino algo profu nd ªmente . CO!l),
Pl eio sistema de eva1uac1ones personales d .
evaluativo siempre en referencia · con las reper- J .bl . e tipo
Cognitivo .
de las post es opciones de afrontarn·
b . 1en.
cusiones y consecuencias para la persona, pues to, media~te las cua1es se ~ tiene la seguridad de
«refleja la particular y cambiante · re1ac1_·o' n que se
oder aphcar una determinada estrategia 0
establece entre el individuo con determmadas ca- P . un
grupo de ellas de f orma se1ect1va, y por tanto, te-
racterísticas (valores, compromisos, estilos de pen-
ner la seguridad de lograr aquello que se pre-
samiento y de percepción) y el entorno, cuyas
características deben predecirse e interpretarse» tendía.
La reevaluación o cambios producidos en la
(Lazarus y Folkman, 1986, p. 49).
La evaluación cognitiva se produce de forma evaluación inicial realizada por la persona a partir
continuada a lo largo del tiempo, hasta que se re- de la información recibida del entorno o de las
duce el nivel de miedo, bien sea por las propias propias reacciones suyas, y por tanto, se diferencia
estrategias de afrontamiento u otros motivos del de la EC primaria y secundaria (interdependientes
entorno. Asimismo, el hecho de formular una eva- entre sí y mutuamente influyentes). Su importancia
1uación cognitiva de «no peligro» no quiere decir· en el proceso de aj uste o adaptación de la persona
que éste no exista o que sea funcionalmente adap- es esencial. Así, la «reevaluación defensiva» o es-
tativa a la persona; por ello es necesaria separarla fuerzos realizados para reinterpretar una situación
de los resultados obtenidos. pasada de forma positiva, o intentando afrontar los
Exi sten tres tipos de evaluación cognitiva de daños o amenazas del presente de forma menos
forma secuencial: primaria, secundaria y reevalua- negativa a partir de la necesidad interna del indi-
ción. La evaluación cognitiva primaria es la «iden- viduo.
tificadora inmediata» del evento para la persona: si La duración entendida como el tiempo en que
ésta no se produce, no lo harán los siguientes tipos persiste un evento estresante se considera, siguien-
de evaluación y es la más próxima a la percepción do la teoría de Lazarus, como el principal factor en
propiamente dicha. Conlleva tres diferentes resul- la aparición de trastornos psicológicos, pero eSla
tados, irrelevante o valoración de la interacción con
relación no debe verse como directa, sino que apa-
el entorno sin implicaciones significativas o de re-
rece de forma transaccional, dependiendo de las
levancia especial para la persona, y por tanto no
e strategias de afrontamiento la reevaluación Ylos
mer_ece ser te?!da en cuenta. En segundo lugar, las '
bemgnas-pos1t1vas aportan bienestar, felicidad 0 cambios producidos en el entorno. ,
P!~cer a!~ persona, por lo cual poseen una evalua- Un segundo concepto esencial en la teona
c1on pos1t1va y son deseadas por la persona. Final- transaccional del estrés es el afrontamiento, «ague·
mente, las estresantes llos esfuerzos cognitivos y conductuales con sran~e-
., . . En ellas la persona ex trae
1
una va orac1on n~gat1va de tres tipos: daño/ érdid mente cambiantes que se desarrollan para rnaneJar
amenaza y desafio. P a, 1 d eva·
as emandas externas y/o internas que son _
lu d re
La evaluación cognitiva secundari·a· s
· . .
d
e pro uce ª as como excedentes o desbordantes de los19g6,
l
una vez conc u1da la pnmana es deci· cursos del individuo» (Lazarus y Folkman,
' r, una vez que
p. 164).
p¡rárJl¡d,
© Ediciones
Psicología de la victimización criminal I 153

La función esencial del afrontamiento es que la 3 . EFECTOS PSICOSOCIALES


persona logre su objetivo, al marg~n del ~esultado DE LA VICTIMIZACIÓN
objetivamente logrado . En este s~ntido, existen dos
tipos O estrategias ?,e afrontamiento básicas: las 3 .1 . A corto plazo
dirigidas a la emocion y aquell~s otras en que la
persona dirige sus es_fuerz~s hacta el problema. Es la primera etapa de shock o de desorganiza-
Se opta por el pnmer tipo cuando ha realizado ción (Soria, 1993). Su composición y duración
una evaluación cognitiva de imposibilidad (relativa suele variar enormemente, desde minutos a horas .
0 total) de modificar las condiciones amenazantes El nivel afectivo es la clave en la comprensión de
del entorno (utilización de estrategias de afronta- esta fase. La afectividad de la víctima se ve domi-
miento dirigidas al problema) , y por ello modifica nada por los sentimientos de vulnerabilidad, impo-
la forma de perc~bir la s~tu~ción, reevaluación cog- tencia, aislamiento (especialmente si no hubo ayuda
nitiva, sin cambiarla objetivamente. Evidentemen- durante el delito) , ambivalencia y bloqueo afectivo.
te, no todas las reevaluaciones son defensivas, al A nivel cognitivo se produce un bloqueo, la
igual que tampoco tod~s las estrategias de afronta- persona es incapaz de pensar con claridad, la con-
miento son reevaluac1ones . Adoptan dos formas moción y la imposibilidad de aceptar lo sucedido
esenciales, los procesos cognitivos encargados de dominan sus pensamientos.
disminuir el grado de trastorno emocional percibi- Los efectos sobre la conducta varían enorme-
do por la persona y la extracción de valores positi- mente pero pueden ser desde moderados a leves,
vos, o por el contrario, incrementar el nivel de tras- conductas errantes a severas, como desorientación
torno emocional. temporo-espacial momentánea, especialmente ob-
Las estrategias de afrontamiento dirigidas al servable en las víctimas de violación . Incluso apa-
problema tienen más probabilidades de aparecer rece la «petrificación por el terror» o la inmoviliza-
cuando las condiciones contextuales son evaluadas ción total del cuerpo incapaz de reaccionar.
corno relativamente susceptibles al cambio. No son Esta etapa puede subdividirse en dos tipos: una
una resolución de problemas de tipo analítico, sino reacción inicial caracterizada por una incredulidad,
que incluyen emociones, sentimientos, cognicio- una parálisis temporal , y una negación de lo suce-
nes, etc., procedentes del interior de la persona. dido. Dicha situación puede progresar de forma
Adoptan dos formas básicas: las dirigidas al entor- casi inmediata hacia la «ducha fria». En ella la
no y las dirigidas al sujeto. Ambas estrategias pue- víctima intenta pseudocalmarse, sola o con ayuda
den coexistir temporalmente. de otros, y muestra conductas regresivas o agresivas
Utilizando procesos reevaluativos y de afron- indiferenciadas .
tamiento, la víctima intenta recuperar su funcio- Frederick ( 1980) señala que la ansiedad que
acompaña a esta etapa provoca alteraciones en los
namiento predelictual ; ello se logra en la mayoría
procesos automáticos de la víctima, especialmente
de los casos durante un período de medio plazo,
en los procesos de dormición, y que ésta se situaría
entre tres y seis meses, y puede observarse una
dentro de la etapa inicial.
integración de la situación vivida en su reelaborado
Dichas alteraciones adoptarían una situación
~istema de creencias personales (nivel de autoesti-
aguda en esta etapa inicial, par~ descender rá~ida-
ma) Y del entorno (control de situaciones) . Dicho mente con posterioridad, especialmente los smto-
grado de ajuste difiere según cada víctima Y aun
rnas psicosomáticos asociados .
dentro de una misma tipología delictiva . En conj un-
t() Pod
. emos. encontrar una meJora · en su capac1.da d
adapt · .
. · , ativa al entorno (empowerment), un pseudo- 3.2. A medio plazo
'1JUste O b. . . . . .,
ien el inicio de un proceso de mdetension
Yvu\nerab·1· Esta segunda fase se caracteriza po_r, su reev~-
d 1
P~ico . 1 idad que sirve de puerta de entra a a a \uación cognitivo-conductual, la durac10n aprox1-
Patología.
t t dIC1·Qn es p· t.
. irarnide
. ción criminal
, , •urfdica e investiga
154 / Ms mml de psicolog!EI 1 do lugar, el estado de negación d
en segun . l , . . . ' urant
, y dos a tres , .Persona ignora as 1mphcacione<· ee¡
• 'S entre e:lfas · los, 1
cual d " de ¡.
mada vuría segL ín los. ,,uwrc.
.
· . 1)111, .111 hasta , . .
amenazas o perdidas. as
10
1 1.rto. 0 bien se P . <1, e-'"taoa tun · d·
lllt'st·s trns el le . ,,. c·1so es ,l e t
,1-
odio ml'sl's: en cua 1qt1tl.: ' ·
tllt'nlal dd proceso. í . intcnt·i integrar A largo plazo
Durante este período. la v ctrma · , 1' , escala 3.3.
. . " ll'tS persona es, ·
l'I t'vento dentro de sus esquet '' ·t·tmien-
de valort·s. expectativas . pn:-vi·ts
• · de compot t. ' Ufü' l vez el miedo y la ira descienden
. ., '
la v'ICt¡ltl
.
., , · . . y del entorno, e c. ntra en la fase de reorgamzac1on. El irn a
to. pcn:-cpcH)n de s1 nusm,i +ive era la se ade . . . , 1 d' · Paq
11

Si en la etapa anterior el element~) ~ ' E' , de1ev ento dehct1vo se . I esue ve


, me t· .
tan te el estable0
alt'ctividad. aquí pasa a set·I o I·•1e·ogrn1c16n. ste1se. . •ento de unas defensas mas e ecttvas, conct ·
c1 m1 d. . ., Uctas
• -6n con trnu, ' -1del suceso Y os 1 , vigilantes y me tan te una rev1s1on de los v
mueve entre la repet1c1 · . mas . . a10.
1
intentns comprcns1vos ·
ej e 1a e,"1t1s·1lid·1d
• ' ' del . de ,,to, . res , y actitudes que permiten un reaJuste en la v~ .
· 1
sc rt'sientt' especia mente su co , · • · 11t·1cto social
· Y escd-
cotidiana. .
samente desea hahlar de los pensamientos que No obstante, los ete~tos ~ largo plazo son c\a.
asaltan su mente . . ros ., así
, , las víctimas de v10lac1ones. reportan una·no
Se sienten incapaces de afrontar lo su~edtdo; después del delito mayores sensaciones depresiv
así la afectividad se mueve en una alternancia con- e insatisfacción con su vida habitual (Ellis, Atke~~
tinuada. de la tristeza a la euforia, del miedo a la
son y Calhoun, 1981 ). ~sí, las _muj_eres v~oladas no
ira contra el agresor, etc. De especial relev~mcia s~n
recuperan el nivel previo de tunc1onam1ento. Las
los temores a posteriores agresiones, s1 ade~as
éstas son las amenazas del agresor y éste no ha sido principales dificultades ha~en referencia a la con-
detenido. ducta sexual y al contacto interpersonal.
La conducta queda modificada en grado varia- Como puede observarse, el modelo de fases
ble. pero especialmente se altera su vida cotidiana. permite una descripción global del fenómeno, pero
En función de las características inducidas de mie- nos explica poco los procesos implicados. Pero
do se produce un cambio de conductas difuso o tiende a concentrarse en los delitos convencionales
concreto ante ciertas situaciones o contextos tem- y especialmente personales, pero no sobre los no
poro-espaciales. A medio plazo pueden aparecer convencionales y/o colectivos, dejando sin explica-
conductas de evitación o compensatorias (salir a la ción las tremendas diferencias de evolución obser-
calle acompañado, etc.). vadas en víctimas de similares eventos delictivos,
Se produce una constante búsqueda de informa- no permite situar claramente el momento de inicio
ción que le permita la comprensión de lo sucedido, de la psicopatología y concentra su atención en la
y en un intento por recuperar la seguridad, algunas fase postdelictual, ignorando los aspectos de fun-
personas realizan medidas de protección sobre sus cionamiento psicosociales previos y las diferencias
propiedades o su persona.
observadas en la interacción delictiva.
Cierto es que algunas víctimas desarrollan unas
En general se acepta que en las víctimas se
características de conducta «como si no hubiera
produce una recuperación espontánea al tiempo_que
sucedido nada>>_ pero esconden una latencia de los
procc~os cog111t1vos y afectivos esencialmente de
progresivamente se disipan los síntomas aparecidos
n~gac1ón . y qu~ ~rovocan posteriormente una reac- en períodos iniciales de la victimización.
ción postraumat1ca retardada. En este sent' d La mayoría de los síntomas desaparecen duran;
1
DSM -IV-TR inc~uyó una modalidad simila; ~~ : 1 te los tres meses siguientes al suceso. Apoya nd0 su_
trastorno de estres postraumático. conclusiones, Burgess y Holmstrom (1979)_~e~:o
Esta fase puede subdividirse en do ,. 1 , . taron un estudio sobre 81 víctimas de violacion r·
intrusivo. . c·1ra ·te · • d ·
~ e n1.•1 o por' 0eas mesperadas c
. s. e estado un, segu1m1ento
· · entre los cuatro y seis anos, - oW rante
r ulsiv·1s
. , . ,·1c e~,·<.)nes y sent11rnentos
· · ~·ob. , , om-
• •~ 1esa 1tactos, y
nd
va ?se que el 37 por 100 se recuperaron d\ños,
el pnmer mes, otro 37 por 100 al cabo de
p¡n\ntid<'
© Edicione~

4 4
Psicología de la victimización criminal / 155

;ientras sólo un 26 por I 00 no se habían readapta- año, pero llegan a alcanzar el nivel de funciona-
º al finalizar el estudio. miento predelictual. Pero el grado de satisfacción
d :arecen existir diferencias en función de la en la relación parece seguir una pauta diferente, a
e/ ª ; así, las víctimas jóvenes tienden a mostrar medio plazo se produce una disrupción, pero meses
si~tomas más elevados, pero su duración es mucho después se recuperaba el nivel habitual. La apari-
mas corta·, por contra, 1as personas de tercera edad ción o no de anorgasmia como consecuencia de los
mostraban
./ síntornas menos severos pero de mayor cambios en la conducta sexual demostrada por
duracwn. ciertos autores (Burgess y Holmstrom, 1974) no apa-
f?iversos autores desde mediados de los ochenta rece suficientemente probada.
del siglo ~X vienen criticando la concepción estric-
t~mente l~n~al de dicho modelo, señalando que si
b1e~ es basi~amente decreciente, lo hace en forma 3.4. Principales trastornos
d~ sierra º.picos de sin!omatol_ogía. Así, un segundo psicopatológicos derivados
pico de smtomatologia ha sido señalado un año de la victimización criminal
después del suceso (Burt y Katz, 1985). Si a medio
plazo la víctima no logra un reaj uste, se produce un Suele estimarse que entre un 15-30 por 100 de
desorden de consecuencias negativas a largo plazo. las víctimas desarrollan alteraciones psicopatológi-
La mayoría de cambios de las víctimas durante cas duraderas como consecuencia del delito y su
este período se producen en «cómo lo hacen» (ello deficiente afrontamiento.
es especialmente evidente en aquellos delitos que Las principales alteraciones psicopatológicas
implican una pérdida significativa) y en «lo que aparecidas son la depresión, la ansiedad y especial-
hacen», es decir son cognitivo-comportamentales mente el trastorno de estrés postraumático. No
(Garrido, 1989). obstante, consideramos que las dificultades para su
Los cambios en el comportamiento aparecen clasificación nosológica son muy importantes por
ligados a varios factores . En primer lugar, al proce- la dispersión de sintomatología y especialmente el
so de evitación (Burt y Katz, 1985), pudiendo momento postdelictual en que se efectúe el diag-
acarrear a medio-largo plazo rituales compulsivos nóstico.
o conductas fóbicas . En segundo lugar, a los pro- Winfield et al. ( 1990) analizaron la aparición de
pios cambios en la percepción del entorno; así, dichos diagnósticos en víctimas de agresión sexual
Burgess y Holmstrom ( 1979) hallaron un 19 por y población normal, demostrando que los diagnós-
100 de víctimas que abandonaron su trabajo dentro ticos básicos hallados en las primeras (depresión,
de las seis semanas siguientes al suceso. En tercer los estados de ansiedad y el TEPT) muestran una
lugar, se produce un cambio significativo en la vida diferencia significativa con la población general , y
cotidiana de la persona, susceptible de prolongarse por tanto pueden considerarse como trastornos psi-
durante meses pudiendo inducir a un «pseudoajus- copatológicos ligados a la victimización delictiva,
te» (Burt y Katz, 1985). en este caso sexual. Estudios más recientes con una
Los deseos de venganza pueden llevar fácil - población global de víctimas de delitos muestran
~ente a un intercambio de roles entre víctima y un perfil similar (Soria, 1994 ).
victimizador, al adoptar la primera ciertas formas La APA americana elaboró el síndrome de es-
de d;_rensa (Fattah, I 981 ). trés postraumático ya desde el primer DSM en
, . inalmente se ha observado una pérdida de 1978 intentando agrupar las diversas tipologías de
sat1sf · / síndr~mes preexistentes, como el de violación,
Los ª.cci~n por ciertas conductas ligadas al suceso.
un · eSludios sobre víctimas de violación reportan maltrato ·o Estocolmo. A pesar de lo cual éstos aún
a recup •/ continúan siendo ampliamente utilizados y d~scuti -
niect· eract0n de la tasa de actividad sexual a
72 P~r ~lizo: 57 por J00 a las cuatro semanas , un dos en la actualidad, incluso se ha producido la
O a los cuatro meses y un 77 por 100 al incorporación de alguno nuevo, como el síndrome
Ü l: a ·
c.u1ci on . p· ,
es irarnide
156 / Manual de psicología j urídica e investigación criminal

de "John \\'ayne». en un intento clínico de perfilar de menores, los padres. Dichas persona~
desconocen lo que les sucede a ellos y a la
aún más la si~comatología.
Cinco son los aspectos básicos que definen el víctima, por lo cual se genera un círcul(J
1raswmo de eslrés postraumático (DSM IV TR. cerrado, no saben cómo . ayudar, y al intenta r
2002 ): una experiencia o acontecimiento tr~um~- hacerlo aún se detenora más la situación.
líco fuera del ran{!o ordinario. la reexpenencia Una explicación de los procesos psicosocia-
persistente de reacc~nes asociadas al suceso. la evi- les y la facilitación de un pautaje guiado de
tación de esámulos asociados al trauma o embota- comportamiento son los elementos clave.
miento de la reactividad general. la presencia de
unos sio-nos de acti\·idad autonómica (nerviosa) En segundo lugar encontramos la intervención
excesiY; y una duración superior al mes. individual donde pueden describirse distintas ac-
ciones terapéuticas :

4. INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL - Intervención de urgencia. Se enmarca


CON VÍCTIMAS dentro de una intervención en situacione~
de crisis (Sánchez, 1991 ), asumiendo el
4.1 . Tipos de intervención delito como desencadenante. Se emplaza en
entornos físicos y sociales poco adecuados
La imerYención con víctimas del delito pueden (hospitales, palacios de justicia, comisarías
clasificarse en individuales y grupales. Siendo en de policía, etc.). Un ejemplo de su necesi-
ambos casos fundamentales los criterios de inclu- dad puede hallarse en Soria y .M.aeso (1990)
sión y exclusión. Una aplicación más concreta a y Soria y Rincón ( 1992).
vícú mas de agresión sexual puede hallarse en Ve- Intervención cognitivo-conductual breve.
ronen y KjJpauick ( 1986) y Soria y Hernández Partiendo de la teoría de Lazarus y Folkman
t l 994 ). ( 1986) sobre el estrés se ayuda a la víctima
EJ primer tipo de interYención con víctimas es en la comprensión de tres procesos básicos:
la grupal. En ella podemos diferenciar: los sentimientos de autoinculpación, el au-
tocontrol de los procesos mentales, discu-
- Información de colectivos. Se parte de sión de las estrategias de afrontamiento. En
material documental y se informa a pobla- segundo término y según las características
cíone\ a riesgo de ser víctimizada del com- de la víctima se analizan otros factores: te-
portamiento pre\'ÍO . durante y posterior a la mor a la situación y al contexto físico de la
\·ictimización. Tiene una función esencial- victimización, a la testificación judicial.
mente preventiva primaria. etcétera.
~Peer group». Son grupos de apoyo que se Asesoramiento en delitos continuados. En
e\tablecen entre víctimas de un mismo tipo delitos inconclusos (acoso telefónico, labo-
de delito. Ello Jes ayuda. a comprender los ral , etc.) se establece un análisis del com-
proce\O\ \ociocognitivos que provoca el portamiento interactivo víctima-agresor,
delito j. lo m~ importante. establece pautas con el objetivo de realizar un pautaje guiado
de comparación en las estrategias de recu- de su comportamiento posterior, y el de su
peración y .\ U eficacia en el remonte de la entorno, manteniéndose o modificándose en
\ Ítuación.
función de los cambios en el cornp~rta·
Asesoramiento al entorno victimizado. El .
miento d e l agresor. Sus obJet1vos
. . básicos
delito no sólo incide en la víc tima, si no en son dos: evitación de mayores peligros para
toda\ aquellas personas próximas a la vícti - la víctima y evitar el desarrollo del trauma
ma, principalmente familiares . y en el caso
psicológico posterior.
. . Pirámide
© Ed1c1ones
Psicología de la victimización criminal I 157

4.2. Programas comunitarios aunque también hallamos de homicidios y


de intervención secuestros.
e) Programas de asistencia tras el delito.
Existen múltiples tipos de programas con víc- Ésta se produce prioritariamente mediante
timas en todo el mundo. De forma sintética y agru- servicios de apoyo y asociaciones de volun-
pada aparecen en la obra de Soria ( 1992) en fun- tarios. Un factor clave dentro del sistema
ción de numerosas fuentes de información, ONU, judicial es la evaluación del perjuic~o cau-
1985; Council of Europe, 1988; Centre d' Estudis sado por el delito en la víctima. Este se
Jurídics, 1989; INAVEM, 1989; Joutsen y Sha- produce casi en la mayoría de los países y
pland, 1989. Entre la diversidad existente podemos siempre es a través de los peritos y/o una
destacar: estructura judicial. Un ejemplo son las clí-
nicas médico forenses o los servicios técni-
a) Programas de prevención de la victimi- cos de evaluación.
zación. Son programas de primer nivel d) Programas de indemnización econó-
dirigidos a la población en general. Histó- mica a las víctimas. A trav és del propio
ricamente no han sido diseñados por pro- agresor o en determinados casos el mismo
fesionales psicólogos, sino por personal Estado.
policial. Una fórmula típica son las campa- e) Programas de conciliación entre la vícti-
ñas televisivas previas al veraneo. En el ma y el agresor. Se hallan muy desarro-
mismo sentido, pero con una especificidad llados en bastantes países y comunidades
más concreta y mayoritariamente referidos autónomas de España, aunque en general
a un hecho social, se produce la aparición suelen aplicarse a pequeños delitos, cuando
de información en la prensa escrita. Los la agresión se dirige a la comunidad y con
servicios de acogida a víctimas. Este grupo delincuentes jóvenes. Un ejemplo es el
de programas está muy desarrollado en programa de la fiscalía de Valence (Fran-
todo el mundo anglosajón y francófono y cia) con minorías étnicas.
se localizan en hospitales generales, en la .f) Programas de atención a víctimas de
policía o en justicia. Un ejemplo muy sig- otros estados. Si bien se halla contempla-
nificativo y altamente desarrollado en Es- do en todos los países europeos, su aplica-
tados Unidos son los «programas de apoyo bilidad es muy reducida y suele realizarse
a víctimas y testimonios» . Un modelo di- mediante las embajadas o consulados .
fundido en España es el perteneciente al
South Bronx, analizado por Soria ( 1990) y En nuestro país, los programas comunitarios
posteriormente traducido al castellano por desarrollados hasta la fecha son más bien escasos .
Albarrán (1993), y que actualmente actúa Incluso sólo en fechas muy recientes las diversas
en Cataluña a nivel de juzgados. asociaciones de víctimas han dispuesto de fondos
Dentro del mismo grupo una subdivi- económicos para facilitar un apoyo terapéutico
sión son aquellos de tipo específico, según psi cosoc ial.
una especialización concreta en función Consideramos que la fórmula organizativa más
del trauma sufrido o siguiendo el tipo de efectiva para realizar una acción comunitaria es a
delito . Un ejemplo ya clásico son las casas través de los servicios de apoyo a víctimas, siguien-
refugio para mujeres maltratadas. do los principios de Estados Unidos, Canadá, Aus-
b) Programas de atención a colectivos espe- tralia y Nueva Zelanda. El primer servicio público
cíficos de víctimas. Se dirigen a la aten- de asistencia a víctimas en España que contó con
ción terapéutica de víctimas específicas, el tratamiento psicológico fue el Servei d' Atenció
tradicionalmente de agresiones sexuales, a les Víctimes del Delicte de Barcelona (para una
© Ediciones Pirám ide
158 / Manual de psicología jurídica e investigación criminal

revisión en profundidad, consultar Soria, 1993), y ceptualiz a la mujer como un objeto susceptible de
en el mismo se desarrollaron las siguientes líneas ser «tratada» por el hombre bien o mal.
de intervención: Dicha concepción entronca también con la for-
ma en que los malos tratos se producen; así se
- Prevención de la victimización. Inespecí- tiende a considerar sólo el aspecto físico de la con-
fica, mediante la intervención coordinada ducta delictiva del agresor.
en planes integrales de prevención y espe- U na segunda etapa se abre a mediados de los
cífica, dirigida a poblaciones a riesgo. setenta del siglo pasado en los países anglosajones
Intervención centrada en la comunidad. y aún escasamente introducido en nuestro país, la
Colaboración con el voluntariado social, me- «violencia doméstica» . En ella se conceptualiza no
diante la formación e intervención supervi- ya una valoración moral de los hechos, sino en la
sada de la actividad del voluntario con la forma adoptada por la conducta del agresor y sus
víctima. El desarrollo de programas de con- efectos no individuales sobre la víctima sino en el
ciliación víctima-delincuente que dado el seno familiar. Por otra parte, se pone de relieve un
marco legal español de la época sólo se apli- hecho sociológico claro, la violencia puede ejercer-
có con gran cautela y de forma restringida a se en ámbitos privados (la familia) y los poderes
determinadas situaciones conflictivas (rela- públicos deben intervenir en dichos contextos.
ción vecinal, etc.); finalmente, la interven- Un cuarto elemento significativo del cambio
ción sobre el entorno familiar, facilitando in- producido es el énfasis puesto en la globalidad del
formación a la red de apoyo social (familia, fenómeno al incluir, junto a los aspectos físicos de
vecindario, etc.) de la víctima en su proceso la conducta agresiva, los psicológicos, económicos,
de ayuda en el remonte de la victimización. sexuales, laborales, etc.
- Prevención de la «segunda victimización» Una tercera etapa se inicia a principios de los
incluyendo el asesoramiento institucional, noventa del siglo XX, al establecerse el concepto de
dirigido al cambio de actitudes de los pro- violencia familiar. En ella se conceptualiza no sólo
fesionales en su atención de las víctimas, la la agresividad procedente del padre hacia la madre
preparación del juicio oral en la víctima, y los hijos, sino en conjunto toda aquella suscepti-
facilitando información a ella y su entorno ble de generarse en el seno de una familia , de los
social sobre el funcionamiento judicial y su padres hacia los abuelos, de los hijos hacia los pa-
rol específico en el mismo. dres, entre hermanos, etc.
Las tres definiciones suelen utilizarse de forma
intercambiable desde la década de 1990 (I Congrés
5. CONCEPTO DE VIOLENCIA de la dona a Catalunya, 1988; Ministerio del Inte-
DOMÉSTICA rior, 1991 ; II Congrés de la dona a Catal un ya, 1992;
Vázquez, 1993).
La violencia doméstica ha sido uno de los gran- Dentro del ámbito del derecho aplicado tales
des ámbitos de estudio de la psicología de la victi- diferenciaciones no se producen y se tiende a esta-
mi zación desde su inicio (Soria, 2005) , tanto en lo blecer monolíticamente el concepto de malos tratos
referente a su extensión respecto a la población subdividiéndolo en dos grandes bloques, los físicos
general como por las características de discrimina- y los psicológicos (Borrás, 1988).
ción de la mujer victimizada. Una cuarta etapa se desarrolló desde inicios de
El concepto de violencia doméstica ha cambiado los años 2000; así, las tasas de mortalidad de vícti-
a lo largo del tiempo en función de criterios socio- mas, la fuerza alcanzada por el movimiento feminis-
culturales. La primera denominación y la más exten- ta y la presión social, en general, han provocado
dida en nuestro país es la de «malos tratos» . En ella cambios significativos, tanto jurídicos como de asis-
se infiere la valoración cualitativa «malos» y se con- tencia a las víctimas en nuestro país, y han puesto
© Ediciones Pirámid~
Psicología de la victimización criminal / 159
•a el concepto de «violencia de género».
dere
1evanc1
uy popu]anza . d o y ex ten d'd
1 o, presenta zación ?e 1~- víctima, incluso se elabora una con-
su.us~¡:Cultades a nivel científico, pues su base ~~t~a]1~ac1on s~domasoquista de dichas mujeres.
~efl~~ jea ag~P~ numerosos p~ocesos, desde la
, gun d~cha ~~ona, las mujeres maltratadas acepta-
1de0. g_ón de victima a rol femenmo, la concepción nan l_a s1tuac1on a cambio de mantener su relación
soc1ac1 . . 1 . 1 .e . . afectiva con el agresor.
a oder masculino_ a mv.e socia . y 1a1~11har, la base
I Una segunda pone el énfasis en los trastornos
de Pl·cación (matnmomo, convIVencia, noviazgo
de ap t ' de personalidad del agresor, esencialmente el alco-
amistad, etc.). . . h_olismo. Según dicha teorización, el agresor perde-
Diversos estudios soc10culturales han demos-
na el control al hallarse bajo los efectos de la droga,
do que el problema
rraoduce 1
de la violencia doméstica se
, de 1 mundo, aunque el y ello le conduciría a la agresión.
en todos os paises Ambas teorías de corte psicopatológico y de
pr b ., . 1 ,
urado de repro ac10n socia vana mucho según las personalidad dejan sin explicar muchas cuestiones:
~onnotaciones culturales y religiosas . En unos im- no todos los alcohólicos son violentos, los agreso-
plica un deli.to, en ~tros un~ falta, una sancionalidad res domésticos no suelen serlo fuera de casa, la
penal inhabitual, m un deht~, o un deber s_o c_ial. mujer agredida rechaza la situación, se confunden
Ligado al aspecto antenor parece ex1st1f una las cogniciones de la víctima con la valoración
correlación entre el grado de libertad de la socie- personal de la situación, la inmensa mayoría de
dad, y especialmente del rol social de la mujer en agresores son hombres, se enfatiza en la personali-
la misma, con el grado de sanción que se establece dad y no en la conducta interactiva, etc.
en el Código Penal.
En síntesis, conceptualizamos la violencia do-
6.2. Teorías socioculturales: feministas
méstica como un proceso victimizatorio, cometido
generalmente por un hombre sobre la mujer en el A principios de la década de 1970 el movimien-
marco de una relación familiar, donde dicha agre- to feminista analizó el fenómeno de la violencia
sión se configura a través del conjunto de relacio- doméstica y desterró hipótesis preexistentes al poner
nes interpersonales sostenidas con la mujer en el de relieve tres principios esenciales (Stanko, 1988);
núcleo familiar y social (relaciones sociales, afec- así, la violencia doméstica es un fenómeno socioló-
tivas de pareja, sexuales, etc.). gicamente muy extendido en todas las culturas. Más
allá de lo recogido por las estadísticas oficiales, se
sostiene que es un delito penalmente perseguible y
6. TEORÍAS SOBRE LA VIOLENCIA que por tanto obliga a los poderes públicos a una
DOMÉSTICA protección y tutela efectiva de los derechos de la
víctima, y tiende a percibirse socialmente como algo
Existen tres grandes líneas teóricas sobre la privado, especialmente por la policía y la justicia, y
violencia doméstica, cada una de las cuales estable- por ello minusvalorado en su actuación legal.
ce una etapa histórica diferente (Soria, ~005). Para En síntesis, las diversas teorías feministas esta-
Giles-Simms ( J984 ), los primeros estud10s sobre la blecen que la violencia doméstica es tan sólo una
violencia doméstica se sitúan dentro del campo de fórmula de perpetuar el dominio del hombre sobre
la psicología clínica, pasando p~sterio;ment_e a la la mujer dentro de la familia, y se origina cuando
sociología y finalizando en la ps1cologia social. sobre una distribución desigual de roles entre am-
bos sexos se produce un ejercicio de poder por
6.1. Teorías psicopatológicas: parte del hombre. La perpetuación del poder mas-
agresor y/o víctima culino se mantiene al defenderse la unidad de la
familia por encima de otros principios y en la indi-
Son las más antiguas y pueden dividirse en dos ferencia de las instituciones públicas en la detec-
grandes grupos. Una primera tiende a la culpabili- ción y persecución de dichos delitos.

<D Ediciones Pirám ide


160 / Manual de psicología jurídica e investigación criminal

7. EFECTOS DE LA VIOLENCIA
Por dio a nivel psicosocial dos factores son
muy significativos: la violencia doméstica es una DOMÉSTICA
interacción continuada de roles basada en un uso
desequilihrado del poder (Del Martín, 198 l_) Y que La víctima. Evolución y síndrome
7.1 .
ltlS efectos de la misma se producen a me~1,o/largo de la mujer maltratada
plazo generando una situación de indefens1on en la
víctima (Dawn. 1987).
La víctima de una violencia doméstica reali-
za, al igual que otras personas victimi zadas, una
evaluación/reevaluación constante centrada en las
6.3. Teorías psicosociales : el fenómeno posibilidades y recursos person~l~s y sociales dis-
circular ponibles para abandonar la relacion (Straus, Gelles
y Steinmetz, 1980). Diversos autores han puesto de
Ambos principios serán recogidos por Eleonor manifiesto la amplitud de causas que la víctima
Walker al elaborar su «teoría circular de la violen- atribuye como responsables de su permanencia
cia doméstica» ( l 977- 1978). Dicha conceptualiza- en la relación violenta (hijos peque ños, miedo a
ción parte de un enfoque psicosocial del problema, la amenaza, expectativas de cambio en el agre-
destacando de forma muy especial el papel de la sor, etc.) o del abandono de la misma (hijos ma-
interacci ón entre agresor y víctima y sus efectos yores, etc.).
prooresivos a lo largo del tiempo. Frieze ( 1987) recoge cuatro aspectos básicos
En su teoría se 1~cogen tres fases que se produ- del abandono de la relación de pareja: cuando la
cen en todo episodio violento doméstico: la cons- víctima percibe al agresor como m ás responsable
trucción de la tensión, la explosión o incidente de los actos que ella misma, si considera que la
agresivo. y la calma. Dicha etapa se mantiene has- agresión continuará inalterable, si posee un signifi-
ta d siguiente episodio, pero éste ya no será igual, cativo apoyo social y si el abuso cada vez es más
la víctima se situará en una posición progresiva- frecuente y severo. Un caso específico de incre-
mente más vulnerable y de indefensión frente al mento de la agresión se produce al hacerlo la vul -
agresor. fruto de su pérdida constante de autoestima nerabilidad de la mujer, como, por ejemplo, duran-
( Walker. 199 l ). Diversas investigaciones de la pro- te el período de embarazo (Walker, 1991 ).
pia autora y de otros investigadores han validado Por el contrario, cuando la muj er perciba a su
la eficacia del modelo planteado (véase Walker, marido como capaz de parar la violencia en el fu -
1983).
turo o si sus estrategias de afrontamiento se dirigen
Contrariamente a lo que podría pensarse, la fase a la emoción, la víctima tenderá a permanecer en la
de calma conduce a la víctima a generar expectati- relación agresiva de pareja (Pagelow, 1981 ).
vas positivas de resolución o mantenimiento de la
Bowker ( 1984) analiza las estrategias de afron-
situación. que inicialmente sólo son fantasías , pero
tamiento de la víctima como un suj eto activo en el
posteriormente se convertirán en patrones de con-
proceso interactivo, destacando que no siempre las
ducta .
que permanecen en la violencia doméstica utili zan
La teoría circular también establece la existen-
las dirigidas a la emoción, sino que pueden diferen-
'"·ia de tres polos en la violencia doméstica:
ciarse habitualmente tres dirigidas al problema:
hablar con el agresor, prometer, amenazar, defensa
El agresor. Tiende a ser el hombre .
física agresiva, etc. , utilización de fuentes de apoyo
La víctima. Suele ser la mujer. informal y formales .
Los menores. Son utilizados como un me-
Seis son las racionalizaciones que reali za_la
dio de maltrato por el agresor hacia la víc-
víctima para permanecer en la situación agresiva
tima.
(Ferraro y Johnson, 1983):
. . . p·rániid<'
© Ed1e1one~ 1
Psicología de la victimización criminal / 161

- Apelación a la salvaci , , . Diversos estudios relacionan la dependencia del


al agresor como , t . on etica. La víctima percibe agresor (económica, por los hijos, etc .) con el bajo
mas, alcoholi sm ª .ebctado por múltiples pr.oble- nivel de autoestima, reforzándose éste por el rol de
1
tando sal varlo do, a orales . · , de estres,
, etc., mten-
·
la policía, la sociedad y la justicia a partir de los
sobre él perni·c · e aquellas fuente s que actúan
. iosamente valores tradicionales impuestos a la familia (Vaug-
- Negación . No asum · han-Evans y Wood, 1989). También los valores
resolución del r e respo?sabilidades para la
P oblema; as1, el evento delictual sociales de la mujer presionan para mantener el
se escapa . a su control e rnc. 1uso al del agresor delito dentro de la esfera de lo privado y alejado de
(alcoh?!1 smo como culpable) . las instancias judiciales (Dutton, 1989).
- Ne e0 ac1on del da,~1 0 · No reconoce el abuso f1s1co, .
La pérdida de control sobre el entorno refuerza
0 sexual al que la somete el agresor, definiendo el
los procesos de autoinculpación y por tanto de
acto c~~o tolerable o normal y no delictivo.
pérdida de autoestima e indefensión aprendida a
- Negac1~~ de la_v_ictimización. Se autoinculpa por
la agres1on rec1b1da, neutralizando la responsabi- largo plazo (Walker, 1991 ). Dicha autoinculpación
lidad del agresor. permite la expectativa futura de ser capaz de evitar
- Negación de las opciones. Su acceso a los recur- futuras recurrencias y creer en el evento como algo
sos conyugales y el obtener una compañía de otro controlable o «ilusión necesaria» (Becker, 1973).
hombre diferente es evaluado como excedente a El grado de violencia doméstica está relaciona-
sus posibilidades. do con el nivel de autoestima y el locus de control ·
- Apelar a altas lealtades. El mantener su relación , '
as1 , a mayor abuso , menor autoestima de la víctima.
es un sacrificio a principios religiosos o tradicio- Sí la autovaloración es alta, correlaciona con un
nales a los cuales debe sometimiento. mayor nivel de autoconfianza y con una menor
atribución a la suerte o al infortunio.
Profundizando en las características de la inte- El entorno social puede actuar negativamente
racción agresiva, Leidig ( 1981) confirma que se al reforzar el uso de la violencia por parte del
trata de una lucha por el poder, pero posee unas agresor y mantener la familia unida (Greenblat,
connotaciones simbólicas cargadas de contenidos 1985). En los estudios está claro que las mujeres
socioculturales de forma diferente a otros tipos de maltratadas resultan afectadas en su autoestima,
delitos. Pero los aspectos genéricos son coinciden- pero no cuando el sexo es masculino. Los trabajos
tes (Walker, 1983): sobre el «síndrome del hombre maltratado» corro-
boran las similitudes para ambos sexos (Steinmetz,
1978, 1981 ), pero no investigaciones posteriores
- La importancia de las experiencias previas de vic- (Mills, 1984).
timización, especialmente sucedidas en la infancia El «síndrome de la mujer maltratada» es la
li gadas a la tran smi sión de valores y roles sociales. consecuencia psicopatológica de la violencia do-
Así. un 48 por 100 de las víctimas de un asalto méstica sobre la víctima. Dicho síndrome, al igual
sex ual lo habían sido por un famili ar y un 50 por
que otros inducidos por la victimización criminal ,
100 de las mujeres maltratadas lo habían sido ya
ha sido incluido dentro del «trastorno de estrés
de pequeñas (Straus, Gelles y Steinmetz, 1980).
- La repetición del evento incide en la vulnerabili- postraumático» del DSM-IV TR (2002) ( no obs~an-
dad de la víctima y en su capacidad de resistencia te, por las características procesales e mteract1vas
al agresor al incrementarse la indefensión , desa- del delito, aún puede considerarse como un buen
rrollando la creencia de esperar pasivamente su elemento descriptivo de los efectos psicosociales de
'>uene. la violencia doméstica.
- Al intentar ganar un limitado control sobre la si- Según el mismo, en un primer mome~t~ la re-
tuación, la víctima adopta un repertorio estereoti- lación agresiva entre el agreso~ y su v1c~1ma se
pa_do de conductas optimizando los éxit os y mini - produce a dos niveles : el emoc10nal, med1ant~ ,la
ílH zando la gravedad de los ataques sufridos . humillación constante de la mujer y la reducc10n

", Ectic1on . p· , .
~, 1ram1de
162 / Manual de psicología Jurídica e investigación criminal

autoestima y de desarrol_Io e?~ocion~l: Por otra


de sus relaciones sociales logra gen~ra~ en ella u~a parte, el secreto sob_re la s1tu~c10~ f~m1_har tenderá
oran vulnerabilidad, y a nivel econom1co, c~an ~ a dificultar las relaciones sociales e md1rectarnente
;, aoresor critica la actividad laboral de la muJ~r, s1 reforzar sus vínculos traumáticos familiares .
ésta~la posee. Una vez ha logrado que ]a deJe _se Los efectos más significativos sobre el menor
toma dependiente económicam~nte, per~,, es mas,
son, entre otros (Parceck, 1989):
el aoresor no facilita ninguna mformac10n sobre
los ingresos familiares, sus gastos, etc. Tod? _ello
provoca en la víctima una gran vulne~ab1hdad
_ Déficit en el desarrollo social , cognitivo y mo-
económica que puede alcanzar a las cuest10n~~ de
ral.
supervivencia (alojamiento, cuidado de los mnos, _ Pérdida importante del nivel de autoestima.
etcétera). - Disminución de la confianza en los adultos.
Ya en un segundo momento de la relación se _ Aparición de conductas agresivas antisociales y/o
producen tres tipos de abusos, con mayor o i_n~nor delictuales.
sionificación de uno u otro según las caractensticas - Huida de casa.
dcl ag-resor: abuso físico , que se efectúa de forma - Proceso de absentismo escolar.
directa contra la víctima o indirecta al ejecutarla · - Escasa tolerancia a la frustración (automutilacio-
sobre los menores. El abuso sexual, cuyo desarrollo nes, conductas a riesgo, consumo de drogas, etc.).
suele ser lento: así, se inicia con un sometimiento - Incapacidad para expresar sentimientos y aisla-
de la víctima a realizar conductas sexuales no de- miento emocional del entorno social.
seadas y posteriormente se convierten en relaciones
sexuales forzadas (violaciones encubiertas). Y fi-
nalmente el abuso emocional, desarrollado a nivel En la actualidad aún no están claros los efectos
afectivo : la víctima se halla aislada socialmente, de dichas familias disfuncionales sobre el desarro-
pues no puede comentar sus sentimientos con nadie llo del menor y su conducta posterior como adulto.
y por ello pasa a percibir la violencia como algo Tampoco se conocen con exactitud los mecanismos
justificable. de transmisión y aprendizaje (Parceck, 1989). No
obstante, sí está claro que una parte de los mismos
tienden a repetir el comportamiento paterno vivido
7.2. Los menores. Indefensión con sus propios hijos y esposa, mientras que para
y aprendizaje una minoría, las vivencias infantiles les conducen
a no aceptar ni realizar ningún comportamiento
Los menores en el seno de la violencia domés- agresivo.
tica son a veces un medio indirecto de agredir a la
Por ello, la intervención desde dichos servicios
mujer al hacerles sufrir y la mujer verse impotente
se dirige a una progresiva concienciación respecto
de defenderlos. En otros casos son la víctima direc-
a sus posibilidades de actuación a nivel psicosocial
ta (agresiones sexuales, etc.), tanto del padre como y 1ega1.
de!ª m~~re victimizada, fruto de su vulnerabilidad
y s1tuac1on de estrés. En último lugar, pero no menos importante,
. , En ambos casos, y de forma paralela a la reac- aparecen los servicios de sanidad. Éstos son uno de
~1on mat~_rna, el m~nor se adentra en un proceso de los ejes básicos en la intervención social con vícti-
indefens1?n apre_nd1d~ hacia la figura paterna y or mas de violencia doméstica, especialmente si a~a-
ende hacia las s1tuac1ones frustrantes que erdp recen secuelas físicas . Al margen de su rol est nc-
hasta la adultez. La situación doble de ve p t· _ura tamente sanitario, dos son sus funciones : favorecer
r su nr a
1a madre y «aprender» que no puede h el proceso de concienciación de la víctima en 1ª
. . acer nad a por
evitarlo le afecta profundamente en . . I denuncia de los hechos y establecer un punto de
su nive de
apoyo en el momento de la crisis (agresión).

· ' ui,k'
© Edicionc~ Pinll
Psicología de la victimización criminal / 163

8. EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO Evaluación del contexto social y su posible


DE VÍCTIMAS DE VIOLENCIA apoyo en la recuperación.
DOMÉSTICA - Establecer las principales estrategias de
afrontamiento susceptibles de ser utilizadas
8.1. Evaluación en el proceso de readaptación.
Existen dos tipos de evaluaciones con víctimas
de violencia doméstica: una primera de tipo foren - 8.2. Tratamiento psicosocial : cambio
se y dirigida a la evaluación de las secuelas emo- de actitudes
cionales causadas por el delito, y una segunda diri-
gida a la intervención terapéutica posterior (Soria, Nuestra experiencia en el servicio de apoyo a
2005). víctimas de Barcelona demostró que el colectivo de
Se ha descartado la existencia de una persona- mujeres maltratadas presenta unas necesidades
lidad premórbida en víctimas de malos tratos , al comunes:
igual que en el resto de personas victimizadas. No
obstante, la evaluación debe iniciarse por un estu- - Necesidad de información legal sobre las po-
dio de la personalidad de la víctima que permita sibles acciones a desarrollar y sus efectos.
detectar si existe una patología mental previa al - Un desconocimiento de un comportamiento
suceso. Ello permite establecer qué factores son asertivo frente al agresor.
atribuibles a la personalidad y cuáles a la situación - Una familia desvinculada de la madre, pero
victimizatoria vivida. susceptible de prestarle apoyo.
A nivel forense resulta fundamental : - Una pérdida muy importante de autoestima
y una dificultad para comprender sus moti-
- Establecer la existencia del síndrome de la vaciones y conducta.
mujer maltratada (trastorno de estrés pos- - Una pérdida de autonomía laboral y por
traumático ). ende económica.
- Analizar el proceso interactivo y su situa-
ción actual, clarificando especialmente la El tratamiento de este tipo de víctimas presenta
existencia o no de indefensión en el com- aspectos comunes y otros diferenciales al conjunto
portamiento de la víctima frente al agresor. de personas victimizadas. Los tipos de tratamientos
- Observar la existencia de indicadores espe- realizados hasta la fecha pueden agruparse de la
cíficos: ansiedad, hipersensibilidad a vio- siguiente forma:
lencia potencial , pasividad, formas agresi-
vas de autodefensa. Individuales: de información, de crisis, de
- Analizar los procesos justificativos de_!ª asesoramiento legal, de intervención psico-
víctima para permanecer en la relac1on lógica a corto plazo, intervenciones globa-
agresiva y para romperla. les a medio plazo.
Grupales: grupos de apoyo, sesiones tera-
. La evaluación psicosocial se caracteriza por los péuticas de grupo, terapias familiares .
siguientes principios :
Consideramos que los elementos clave y dife-
renciadores de otros deli_tos son ?os, y ést?~ afe~tan
- Análisis de los procesos atribucionales de
de forma muy significativa a la mte~v~nc1on ps1co-
la propia conducta.
- Grado de persuasión y de distorsión de l~s soc1.al ·. la vivencia personal de la v1ct1ma
. , de la re-
lación agresiva y el proceso de persuas10n a que se
\ ~rocesos sociocognitivos básicos de la vic-
tima.
ha visto sometida por parte del agresor.

'J t<lici one5 Piramide


. ,
164 / Manual de psicología íurídica e investigación criminal

Como hemos establecido anteriormente, la vio- por el temor, no só lo a su persona, sino a su com-
lencia doméstica conlleva un proceso interactivo portamiento u]terior en caso de intentar abando-
entre la víctima y su agresor. Así, su conducta se narlo.
ve afectada por cogniciones y sentimientos cam- Los procesos cognitivos de la víctima se mue-
biantes a lo largo del tiempo. Durante años la víc- ven en la confusión desde Ja toma de decisiones
tima considera estar enamorada de] agresor y atri- más sencilla a los gustos o selecciones personales
buye a factores exógenos ]a situación que está de objetos. Se produce una focalización temática
viviendo, el alcoholismo del marido, los problemas hacia el problema, pero no tanto a su solución, sino
familiares, etc. a las fórmulas reductoras de la agresión. Ambas
En función de dichos sentimientos su cognición cosas llevan a una conducta de sumisión y altamen-
se orienta a una aceptación de la situación como te disruptiva, al depender por entero de los deseos
algo temporal y con una resolución a largo plazo. e intereses del agresor.
Al variar la situación y la actitud del agresor, lo En este segundo caso la intervención psicosocial
hará la relación . De ello se deriva un comporta- debe iniciarse a la par por la cognición y el compor-
miento progresivamente más pasivo y aceptador de tamiento. En ambos casos ha de dirigirse a:
la situación familiar, al tiempo que dependiente de
la conducta del agresor.
Cuando aparece esta situación la intervención - Clarificación de la propia escala de valores.
psicosocial es muy difícil, los comportamientos del - Toma de decisiones, pasando de las más senci llas
agresor «tienen solución», «resignación», etc. Tan a las más complejas.
sólo una situación altamente disruptiva sobre los - Establecer una pauta homogénea de conducta y
valores de la víctima, y que no haya tenido tiempo no variarla.
de aceptar previamente, puede poner en marcha un - R~eval.uar el comportamiento frente al agresor.
proceso de distanciamiento emocional de la situa- - D1 scut1r las estrategias de afrontamiento más
efectivas.
ción. Algunos ejemplos son: agresión sexual hacia
- Facilitar pautas para recuperar el se ntimiento de
los hijos, deseos de prostituir a la víctima, cambio
control sobre el entorno.
de estatus social traumático. etc.
La intervención en este ~aso debe dirigirse a:
{!n segundo aspecto clave en la práctica inter-
ventiva con mujeres maltratadas es el desarrollo de
- A,ceptación de los sentimientos conflictivos de la
v1ct1ma. 1~ persuasión frente al agresor. Es un hecho implí-
- Establecimiento de una relación citamente aceptado pero escasamente estudiado.
A . . empa't·1ca.
- 1
~a i~r el concepto personal de «amor». }ºcl~~o algunas _lín~~s teóricas, como la terapia
- D1s~ut1r la efecti vidad de las estrategias de afron- amihar o la mediac1on, la ignoran al abordar estos
tam iento puestas en marcha. casos. Ello sin duda ha conllevado su casi total
- Facilitar métodos a<,ertivos.
abandono, como primer tipo de intervención, en
- Garantizar una relación social m' .
tí <,facroria. . m1mamente sa- Est ados Unidos, pero se continúa defendiendo en
nuestro país.
- lnfo~m~rla sobre ex p~ri_encias similares y com-
portamientos de lal-. victima!-.. L~ violencia doméstica no sólo establece un
~onfhcto de roles, sino una relación de poder, al
~gual q~e cualquier otro delito. Si observamos la
~ medida que el tiempo transcurre . 1nteracc1º?
/ temporal de la víctima y el agresor a J0
sualiza una solución del roble , , , y _no se v1 - l~~go de] tiempo, podemos concluir una doble rela-
bia sus afectos hacia el : r . ma, la v1~t1ma cam- c,on-..a me ct·ct / transcurre la vulnerab•·1·-1
1 a que este
culpable de la violencia g ~~~dr,_se cons1?era auto- dad e .md e ien st·on
/ de la víctima se incrementa
'
rec1 ' a y cambia el amor Ys,u
capacidad de control y de poder disminuye. Al
. ámid.:
© Ediciont:s Pir
Psicología de la victimización criminal / 165
1nismo tiempo que con el agresor sucede lo t
río (Soria, 1993). con ra- matrimonio, etc. El medio más habitual utilizado es
un embarazo. Ello refuerza los sentimientos de
. A. diferencia de/ . la persuasi·o/n c oerc1.t.1va, 1a indefensión y vulnerabilidad de la víctima durante
eJercida sobre la victima de una violencia domésti-
el período que éste dura y por otra parte sirve de
ca no es es~ructurada por el agresor inicialmente, argumento esencial en asegurarse su presencia en
p~ro a medida que. aquélla progresa éste va apren- casa. El nivel de agresividad es máximo.
diendo de su propia conducta modificándola para Una ten;era etapa persuasiva se dirige a la fo-
logr~r cada_v~z ~n mayor poder sobre la víctima y calización de la atención sobre el agresor y sus
el nucleo v1ct1m1zado. La persuasión suele iniciar- deseos. La víctima pasa a aceptar los intereses del
se en la esfera social y dirigirse hacia un retraimien- agresor como necesarios para el bien de la familia.
to de la misma por parte de la víctima (dejar de ver sus amenazas siempre son reales y el poder hete-
a ciertos amigos, dejar de trabajar, etc.). En este roatribuido máximo. El temor es máximo, aunque
primer momento la persuasión es máxima, pero por la agresividad no lo es.
contra la agresión tiende a ser baja. Una cuarta y última etapa se caracteriza por
U na vez aceptada esta etapa inicial, la víctima confusión de identidad de la víctima con la del
se halla en una posición relacional con el agresor agresor. La primera justifica todos sus hechos,
diferente, el hogar pasa a convertirse en su mundo. su poder ya no se considera arbitrario, sino justo
Dicha transformación es muy significativa, pues y proporcional a la conducta «inadecuada» reali-
impide a la víctima comparar opiniones divergen- zada por la víctima. No existe temor, sino inde-
tes, establecer vínculos afectivos al margen del fensión .

También podría gustarte