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1. VICTIMOLOGÍA Y PSICOLOGÍA tation (Oliveira, 1988) no sólo dentro del campo del
DE LA VICTIMIZACIÓN derecho teórico, sino también desde perspectivas
psicológicas de corte psicoanalítico (Gulotta, 1976).
1.1. Desarrollo histórico Esta segunda etapa de la victimología, o victim-
nwvement, es en el fondo la conjunción de tres
La preocupación por el rol de la víctima en la procesos sociales diferentes. En primer lugar, la
génesis y desarrollo del delito se inicia en 1948 con crítica a los estudios sobre la delincuencia social
la obra de Von Heting The criminal and his victim: basados en las estadísticas tradicionales entran en
studies in the sociobiology of e rime. En ella, al igual crisis y se ponen en marcha nuevos métodos socio-
que posteriormente otros criminólogos (Mendelsohn, lógicos evaluativos, especialmente las encuestas de
Ellenberger, etc .), se establece que no sólo el agre- victimización (National Crime Survey, 1972), que
sor y los factores situacionales tienen un papel re- con sucesivas modificaciones continúan hasta la
levante en el delito, sino también la conducta de la actualidad.
víctima. Un segundo proceso de cambio se debe al mo-
En conjunto, dichos autores, siguiendo la teoría vimiento feminista . Dicho colectivo social criticó
de Darwin, enfatizan en el rol activo de la víctima abiertamente los estudios anteriores, demostró el
en la génesis del delito, que a partir de entonces es trato di scriminativo de las instituciones oficiales
observado como un todo interactivo y no monocau- hacia los delitos contra la mujer y, lo más impor-
sal. Aún dentro de esta primera etapa, considerada tante, concibió por primera vez el delito como un
como de estudio teórico del problema, Wolfang proceso sociocultural complejo basado en una es-
( 1958) establece su teoría de la victim-precipitation tructura de poder donde los roles tienen un papel
o delito causado por la conducta de la víctima. crucial.
A mediados de los años setenta del siglo XX se De forma paralela, pero no siempre coincidente
abre una segunda etapa esencialmente en los países en sus planteamientos, aparece un movimiento de
anglosajones, que por una parte critican abierta- profesionales, esencialmente del campo del dere-
mente la concepción «c ulpabilizadora» del delito cho y la criminología, que enfatizan la discrimina-
subyacente en la teoría de Wolfang, y por otra tien- ción sufrida por la víctima en las instituciones
den a considerar el delito y la víctima como un oficiales.
Todo ello provoca la evolución hacia la tercera
problema social .
A pesar de ello, aún hoy en día en diversos etapa de la victimología o «acción en favor de las
víctimas» , en la cual se destaca la necesidad de
países se mantiene el concepto de la victim-precipi-
O Edicionc\ Pirámide
150 / Manual de psicología jurídica e investigación criminal
(0 E
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·ones p· .- ·.,
· 1r<1 m1ue
. , criminal
, . , . e investigac1on
152 / nd1
Manual de psicolog,a 1u ca • .,
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. en su proce- la pers ºn . , Pehg
. ·1ct1vo . t nta determinar que puede hacerse. E<· ro~a
te pasivo del suceso, smo_~om 0 ' mecanismos bá- 1ll e f ., " cara ,
, . de cada con rontac1on estresant cte.
so de aj uste. Para elJo util_i~a dos , f ontamiento nst1ca e co
sicos, la evaluación cognitiva Y e1 a r en tor no , Pues los resultados dependen en n e1
caso concreto de lo que s~ haga , lo que cada
(Lazarus y Folkman, 1986). determi-
. ·
La evaluación cog,utl va es el proceso • · nto rse y lo que se. halle
. . en . Juego para la Pers Pueda
. acontec1m1e , hace 0
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No es un mero eJerc1c10 mte ectual de recon na.
nante de las consecuencias que un Por
. , 11 la persona. •ento de los recursos personales o conte 0c1.
e vento o SLI secuencia provocara e ., m1 . xtuale
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tanto, no es un simple procesado de la m or ,
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di sponible en el entorno o un tratamiento fno y me nte unida a la a ect1v1 · a , se trata de un -
elaborado de la misma, sino algo profu nd ªmente . CO!l),
Pl eio sistema de eva1uac1ones personales d .
evaluativo siempre en referencia · con las reper- J .bl . e tipo
Cognitivo .
de las post es opciones de afrontarn·
b . 1en.
cusiones y consecuencias para la persona, pues to, media~te las cua1es se ~ tiene la seguridad de
«refleja la particular y cambiante · re1ac1_·o' n que se
oder aphcar una determinada estrategia 0
establece entre el individuo con determmadas ca- P . un
grupo de ellas de f orma se1ect1va, y por tanto, te-
racterísticas (valores, compromisos, estilos de pen-
ner la seguridad de lograr aquello que se pre-
samiento y de percepción) y el entorno, cuyas
características deben predecirse e interpretarse» tendía.
La reevaluación o cambios producidos en la
(Lazarus y Folkman, 1986, p. 49).
La evaluación cognitiva se produce de forma evaluación inicial realizada por la persona a partir
continuada a lo largo del tiempo, hasta que se re- de la información recibida del entorno o de las
duce el nivel de miedo, bien sea por las propias propias reacciones suyas, y por tanto, se diferencia
estrategias de afrontamiento u otros motivos del de la EC primaria y secundaria (interdependientes
entorno. Asimismo, el hecho de formular una eva- entre sí y mutuamente influyentes). Su importancia
1uación cognitiva de «no peligro» no quiere decir· en el proceso de aj uste o adaptación de la persona
que éste no exista o que sea funcionalmente adap- es esencial. Así, la «reevaluación defensiva» o es-
tativa a la persona; por ello es necesaria separarla fuerzos realizados para reinterpretar una situación
de los resultados obtenidos. pasada de forma positiva, o intentando afrontar los
Exi sten tres tipos de evaluación cognitiva de daños o amenazas del presente de forma menos
forma secuencial: primaria, secundaria y reevalua- negativa a partir de la necesidad interna del indi-
ción. La evaluación cognitiva primaria es la «iden- viduo.
tificadora inmediata» del evento para la persona: si La duración entendida como el tiempo en que
ésta no se produce, no lo harán los siguientes tipos persiste un evento estresante se considera, siguien-
de evaluación y es la más próxima a la percepción do la teoría de Lazarus, como el principal factor en
propiamente dicha. Conlleva tres diferentes resul- la aparición de trastornos psicológicos, pero eSla
tados, irrelevante o valoración de la interacción con
relación no debe verse como directa, sino que apa-
el entorno sin implicaciones significativas o de re-
rece de forma transaccional, dependiendo de las
levancia especial para la persona, y por tanto no
e strategias de afrontamiento la reevaluación Ylos
mer_ece ser te?!da en cuenta. En segundo lugar, las '
bemgnas-pos1t1vas aportan bienestar, felicidad 0 cambios producidos en el entorno. ,
P!~cer a!~ persona, por lo cual poseen una evalua- Un segundo concepto esencial en la teona
c1on pos1t1va y son deseadas por la persona. Final- transaccional del estrés es el afrontamiento, «ague·
mente, las estresantes llos esfuerzos cognitivos y conductuales con sran~e-
., . . En ellas la persona ex trae
1
una va orac1on n~gat1va de tres tipos: daño/ érdid mente cambiantes que se desarrollan para rnaneJar
amenaza y desafio. P a, 1 d eva·
as emandas externas y/o internas que son _
lu d re
La evaluación cognitiva secundari·a· s
· . .
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e pro uce ª as como excedentes o desbordantes de los19g6,
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una vez conc u1da la pnmana es deci· cursos del individuo» (Lazarus y Folkman,
' r, una vez que
p. 164).
p¡rárJl¡d,
© Ediciones
Psicología de la victimización criminal I 153
4 4
Psicología de la victimización criminal / 155
;ientras sólo un 26 por I 00 no se habían readapta- año, pero llegan a alcanzar el nivel de funciona-
º al finalizar el estudio. miento predelictual. Pero el grado de satisfacción
d :arecen existir diferencias en función de la en la relación parece seguir una pauta diferente, a
e/ ª ; así, las víctimas jóvenes tienden a mostrar medio plazo se produce una disrupción, pero meses
si~tomas más elevados, pero su duración es mucho después se recuperaba el nivel habitual. La apari-
mas corta·, por contra, 1as personas de tercera edad ción o no de anorgasmia como consecuencia de los
mostraban
./ síntornas menos severos pero de mayor cambios en la conducta sexual demostrada por
duracwn. ciertos autores (Burgess y Holmstrom, 1974) no apa-
f?iversos autores desde mediados de los ochenta rece suficientemente probada.
del siglo ~X vienen criticando la concepción estric-
t~mente l~n~al de dicho modelo, señalando que si
b1e~ es basi~amente decreciente, lo hace en forma 3.4. Principales trastornos
d~ sierra º.picos de sin!omatol_ogía. Así, un segundo psicopatológicos derivados
pico de smtomatologia ha sido señalado un año de la victimización criminal
después del suceso (Burt y Katz, 1985). Si a medio
plazo la víctima no logra un reaj uste, se produce un Suele estimarse que entre un 15-30 por 100 de
desorden de consecuencias negativas a largo plazo. las víctimas desarrollan alteraciones psicopatológi-
La mayoría de cambios de las víctimas durante cas duraderas como consecuencia del delito y su
este período se producen en «cómo lo hacen» (ello deficiente afrontamiento.
es especialmente evidente en aquellos delitos que Las principales alteraciones psicopatológicas
implican una pérdida significativa) y en «lo que aparecidas son la depresión, la ansiedad y especial-
hacen», es decir son cognitivo-comportamentales mente el trastorno de estrés postraumático. No
(Garrido, 1989). obstante, consideramos que las dificultades para su
Los cambios en el comportamiento aparecen clasificación nosológica son muy importantes por
ligados a varios factores . En primer lugar, al proce- la dispersión de sintomatología y especialmente el
so de evitación (Burt y Katz, 1985), pudiendo momento postdelictual en que se efectúe el diag-
acarrear a medio-largo plazo rituales compulsivos nóstico.
o conductas fóbicas . En segundo lugar, a los pro- Winfield et al. ( 1990) analizaron la aparición de
pios cambios en la percepción del entorno; así, dichos diagnósticos en víctimas de agresión sexual
Burgess y Holmstrom ( 1979) hallaron un 19 por y población normal, demostrando que los diagnós-
100 de víctimas que abandonaron su trabajo dentro ticos básicos hallados en las primeras (depresión,
de las seis semanas siguientes al suceso. En tercer los estados de ansiedad y el TEPT) muestran una
lugar, se produce un cambio significativo en la vida diferencia significativa con la población general , y
cotidiana de la persona, susceptible de prolongarse por tanto pueden considerarse como trastornos psi-
durante meses pudiendo inducir a un «pseudoajus- copatológicos ligados a la victimización delictiva,
te» (Burt y Katz, 1985). en este caso sexual. Estudios más recientes con una
Los deseos de venganza pueden llevar fácil - población global de víctimas de delitos muestran
~ente a un intercambio de roles entre víctima y un perfil similar (Soria, 1994 ).
victimizador, al adoptar la primera ciertas formas La APA americana elaboró el síndrome de es-
de d;_rensa (Fattah, I 981 ). trés postraumático ya desde el primer DSM en
, . inalmente se ha observado una pérdida de 1978 intentando agrupar las diversas tipologías de
sat1sf · / síndr~mes preexistentes, como el de violación,
Los ª.cci~n por ciertas conductas ligadas al suceso.
un · eSludios sobre víctimas de violación reportan maltrato ·o Estocolmo. A pesar de lo cual éstos aún
a recup •/ continúan siendo ampliamente utilizados y d~scuti -
niect· eract0n de la tasa de actividad sexual a
72 P~r ~lizo: 57 por J00 a las cuatro semanas , un dos en la actualidad, incluso se ha producido la
O a los cuatro meses y un 77 por 100 al incorporación de alguno nuevo, como el síndrome
Ü l: a ·
c.u1ci on . p· ,
es irarnide
156 / Manual de psicología j urídica e investigación criminal
de "John \\'ayne». en un intento clínico de perfilar de menores, los padres. Dichas persona~
desconocen lo que les sucede a ellos y a la
aún más la si~comatología.
Cinco son los aspectos básicos que definen el víctima, por lo cual se genera un círcul(J
1raswmo de eslrés postraumático (DSM IV TR. cerrado, no saben cómo . ayudar, y al intenta r
2002 ): una experiencia o acontecimiento tr~um~- hacerlo aún se detenora más la situación.
líco fuera del ran{!o ordinario. la reexpenencia Una explicación de los procesos psicosocia-
persistente de reacc~nes asociadas al suceso. la evi- les y la facilitación de un pautaje guiado de
tación de esámulos asociados al trauma o embota- comportamiento son los elementos clave.
miento de la reactividad general. la presencia de
unos sio-nos de acti\·idad autonómica (nerviosa) En segundo lugar encontramos la intervención
excesiY; y una duración superior al mes. individual donde pueden describirse distintas ac-
ciones terapéuticas :
revisión en profundidad, consultar Soria, 1993), y ceptualiz a la mujer como un objeto susceptible de
en el mismo se desarrollaron las siguientes líneas ser «tratada» por el hombre bien o mal.
de intervención: Dicha concepción entronca también con la for-
ma en que los malos tratos se producen; así se
- Prevención de la victimización. Inespecí- tiende a considerar sólo el aspecto físico de la con-
fica, mediante la intervención coordinada ducta delictiva del agresor.
en planes integrales de prevención y espe- U na segunda etapa se abre a mediados de los
cífica, dirigida a poblaciones a riesgo. setenta del siglo pasado en los países anglosajones
Intervención centrada en la comunidad. y aún escasamente introducido en nuestro país, la
Colaboración con el voluntariado social, me- «violencia doméstica» . En ella se conceptualiza no
diante la formación e intervención supervi- ya una valoración moral de los hechos, sino en la
sada de la actividad del voluntario con la forma adoptada por la conducta del agresor y sus
víctima. El desarrollo de programas de con- efectos no individuales sobre la víctima sino en el
ciliación víctima-delincuente que dado el seno familiar. Por otra parte, se pone de relieve un
marco legal español de la época sólo se apli- hecho sociológico claro, la violencia puede ejercer-
có con gran cautela y de forma restringida a se en ámbitos privados (la familia) y los poderes
determinadas situaciones conflictivas (rela- públicos deben intervenir en dichos contextos.
ción vecinal, etc.); finalmente, la interven- Un cuarto elemento significativo del cambio
ción sobre el entorno familiar, facilitando in- producido es el énfasis puesto en la globalidad del
formación a la red de apoyo social (familia, fenómeno al incluir, junto a los aspectos físicos de
vecindario, etc.) de la víctima en su proceso la conducta agresiva, los psicológicos, económicos,
de ayuda en el remonte de la victimización. sexuales, laborales, etc.
- Prevención de la «segunda victimización» Una tercera etapa se inicia a principios de los
incluyendo el asesoramiento institucional, noventa del siglo XX, al establecerse el concepto de
dirigido al cambio de actitudes de los pro- violencia familiar. En ella se conceptualiza no sólo
fesionales en su atención de las víctimas, la la agresividad procedente del padre hacia la madre
preparación del juicio oral en la víctima, y los hijos, sino en conjunto toda aquella suscepti-
facilitando información a ella y su entorno ble de generarse en el seno de una familia , de los
social sobre el funcionamiento judicial y su padres hacia los abuelos, de los hijos hacia los pa-
rol específico en el mismo. dres, entre hermanos, etc.
Las tres definiciones suelen utilizarse de forma
intercambiable desde la década de 1990 (I Congrés
5. CONCEPTO DE VIOLENCIA de la dona a Catalunya, 1988; Ministerio del Inte-
DOMÉSTICA rior, 1991 ; II Congrés de la dona a Catal un ya, 1992;
Vázquez, 1993).
La violencia doméstica ha sido uno de los gran- Dentro del ámbito del derecho aplicado tales
des ámbitos de estudio de la psicología de la victi- diferenciaciones no se producen y se tiende a esta-
mi zación desde su inicio (Soria, 2005) , tanto en lo blecer monolíticamente el concepto de malos tratos
referente a su extensión respecto a la población subdividiéndolo en dos grandes bloques, los físicos
general como por las características de discrimina- y los psicológicos (Borrás, 1988).
ción de la mujer victimizada. Una cuarta etapa se desarrolló desde inicios de
El concepto de violencia doméstica ha cambiado los años 2000; así, las tasas de mortalidad de vícti-
a lo largo del tiempo en función de criterios socio- mas, la fuerza alcanzada por el movimiento feminis-
culturales. La primera denominación y la más exten- ta y la presión social, en general, han provocado
dida en nuestro país es la de «malos tratos» . En ella cambios significativos, tanto jurídicos como de asis-
se infiere la valoración cualitativa «malos» y se con- tencia a las víctimas en nuestro país, y han puesto
© Ediciones Pirámid~
Psicología de la victimización criminal / 159
•a el concepto de «violencia de género».
dere
1evanc1
uy popu]anza . d o y ex ten d'd
1 o, presenta zación ?e 1~- víctima, incluso se elabora una con-
su.us~¡:Cultades a nivel científico, pues su base ~~t~a]1~ac1on s~domasoquista de dichas mujeres.
~efl~~ jea ag~P~ numerosos p~ocesos, desde la
, gun d~cha ~~ona, las mujeres maltratadas acepta-
1de0. g_ón de victima a rol femenmo, la concepción nan l_a s1tuac1on a cambio de mantener su relación
soc1ac1 . . 1 . 1 .e . . afectiva con el agresor.
a oder masculino_ a mv.e socia . y 1a1~11har, la base
I Una segunda pone el énfasis en los trastornos
de Pl·cación (matnmomo, convIVencia, noviazgo
de ap t ' de personalidad del agresor, esencialmente el alco-
amistad, etc.). . . h_olismo. Según dicha teorización, el agresor perde-
Diversos estudios soc10culturales han demos-
na el control al hallarse bajo los efectos de la droga,
do que el problema
rraoduce 1
de la violencia doméstica se
, de 1 mundo, aunque el y ello le conduciría a la agresión.
en todos os paises Ambas teorías de corte psicopatológico y de
pr b ., . 1 ,
urado de repro ac10n socia vana mucho según las personalidad dejan sin explicar muchas cuestiones:
~onnotaciones culturales y religiosas . En unos im- no todos los alcohólicos son violentos, los agreso-
plica un deli.to, en ~tros un~ falta, una sancionalidad res domésticos no suelen serlo fuera de casa, la
penal inhabitual, m un deht~, o un deber s_o c_ial. mujer agredida rechaza la situación, se confunden
Ligado al aspecto antenor parece ex1st1f una las cogniciones de la víctima con la valoración
correlación entre el grado de libertad de la socie- personal de la situación, la inmensa mayoría de
dad, y especialmente del rol social de la mujer en agresores son hombres, se enfatiza en la personali-
la misma, con el grado de sanción que se establece dad y no en la conducta interactiva, etc.
en el Código Penal.
En síntesis, conceptualizamos la violencia do-
6.2. Teorías socioculturales: feministas
méstica como un proceso victimizatorio, cometido
generalmente por un hombre sobre la mujer en el A principios de la década de 1970 el movimien-
marco de una relación familiar, donde dicha agre- to feminista analizó el fenómeno de la violencia
sión se configura a través del conjunto de relacio- doméstica y desterró hipótesis preexistentes al poner
nes interpersonales sostenidas con la mujer en el de relieve tres principios esenciales (Stanko, 1988);
núcleo familiar y social (relaciones sociales, afec- así, la violencia doméstica es un fenómeno socioló-
tivas de pareja, sexuales, etc.). gicamente muy extendido en todas las culturas. Más
allá de lo recogido por las estadísticas oficiales, se
sostiene que es un delito penalmente perseguible y
6. TEORÍAS SOBRE LA VIOLENCIA que por tanto obliga a los poderes públicos a una
DOMÉSTICA protección y tutela efectiva de los derechos de la
víctima, y tiende a percibirse socialmente como algo
Existen tres grandes líneas teóricas sobre la privado, especialmente por la policía y la justicia, y
violencia doméstica, cada una de las cuales estable- por ello minusvalorado en su actuación legal.
ce una etapa histórica diferente (Soria, ~005). Para En síntesis, las diversas teorías feministas esta-
Giles-Simms ( J984 ), los primeros estud10s sobre la blecen que la violencia doméstica es tan sólo una
violencia doméstica se sitúan dentro del campo de fórmula de perpetuar el dominio del hombre sobre
la psicología clínica, pasando p~sterio;ment_e a la la mujer dentro de la familia, y se origina cuando
sociología y finalizando en la ps1cologia social. sobre una distribución desigual de roles entre am-
bos sexos se produce un ejercicio de poder por
6.1. Teorías psicopatológicas: parte del hombre. La perpetuación del poder mas-
agresor y/o víctima culino se mantiene al defenderse la unidad de la
familia por encima de otros principios y en la indi-
Son las más antiguas y pueden dividirse en dos ferencia de las instituciones públicas en la detec-
grandes grupos. Una primera tiende a la culpabili- ción y persecución de dichos delitos.
7. EFECTOS DE LA VIOLENCIA
Por dio a nivel psicosocial dos factores son
muy significativos: la violencia doméstica es una DOMÉSTICA
interacción continuada de roles basada en un uso
desequilihrado del poder (Del Martín, 198 l_) Y que La víctima. Evolución y síndrome
7.1 .
ltlS efectos de la misma se producen a me~1,o/largo de la mujer maltratada
plazo generando una situación de indefens1on en la
víctima (Dawn. 1987).
La víctima de una violencia doméstica reali-
za, al igual que otras personas victimi zadas, una
evaluación/reevaluación constante centrada en las
6.3. Teorías psicosociales : el fenómeno posibilidades y recursos person~l~s y sociales dis-
circular ponibles para abandonar la relacion (Straus, Gelles
y Steinmetz, 1980). Diversos autores han puesto de
Ambos principios serán recogidos por Eleonor manifiesto la amplitud de causas que la víctima
Walker al elaborar su «teoría circular de la violen- atribuye como responsables de su permanencia
cia doméstica» ( l 977- 1978). Dicha conceptualiza- en la relación violenta (hijos peque ños, miedo a
ción parte de un enfoque psicosocial del problema, la amenaza, expectativas de cambio en el agre-
destacando de forma muy especial el papel de la sor, etc.) o del abandono de la misma (hijos ma-
interacci ón entre agresor y víctima y sus efectos yores, etc.).
prooresivos a lo largo del tiempo. Frieze ( 1987) recoge cuatro aspectos básicos
En su teoría se 1~cogen tres fases que se produ- del abandono de la relación de pareja: cuando la
cen en todo episodio violento doméstico: la cons- víctima percibe al agresor como m ás responsable
trucción de la tensión, la explosión o incidente de los actos que ella misma, si considera que la
agresivo. y la calma. Dicha etapa se mantiene has- agresión continuará inalterable, si posee un signifi-
ta d siguiente episodio, pero éste ya no será igual, cativo apoyo social y si el abuso cada vez es más
la víctima se situará en una posición progresiva- frecuente y severo. Un caso específico de incre-
mente más vulnerable y de indefensión frente al mento de la agresión se produce al hacerlo la vul -
agresor. fruto de su pérdida constante de autoestima nerabilidad de la mujer, como, por ejemplo, duran-
( Walker. 199 l ). Diversas investigaciones de la pro- te el período de embarazo (Walker, 1991 ).
pia autora y de otros investigadores han validado Por el contrario, cuando la muj er perciba a su
la eficacia del modelo planteado (véase Walker, marido como capaz de parar la violencia en el fu -
1983).
turo o si sus estrategias de afrontamiento se dirigen
Contrariamente a lo que podría pensarse, la fase a la emoción, la víctima tenderá a permanecer en la
de calma conduce a la víctima a generar expectati- relación agresiva de pareja (Pagelow, 1981 ).
vas positivas de resolución o mantenimiento de la
Bowker ( 1984) analiza las estrategias de afron-
situación. que inicialmente sólo son fantasías , pero
tamiento de la víctima como un suj eto activo en el
posteriormente se convertirán en patrones de con-
proceso interactivo, destacando que no siempre las
ducta .
que permanecen en la violencia doméstica utili zan
La teoría circular también establece la existen-
las dirigidas a la emoción, sino que pueden diferen-
'"·ia de tres polos en la violencia doméstica:
ciarse habitualmente tres dirigidas al problema:
hablar con el agresor, prometer, amenazar, defensa
El agresor. Tiende a ser el hombre .
física agresiva, etc. , utilización de fuentes de apoyo
La víctima. Suele ser la mujer. informal y formales .
Los menores. Son utilizados como un me-
Seis son las racionalizaciones que reali za_la
dio de maltrato por el agresor hacia la víc-
víctima para permanecer en la situación agresiva
tima.
(Ferraro y Johnson, 1983):
. . . p·rániid<'
© Ed1e1one~ 1
Psicología de la victimización criminal / 161
", Ectic1on . p· , .
~, 1ram1de
162 / Manual de psicología Jurídica e investigación criminal
· ' ui,k'
© Edicionc~ Pinll
Psicología de la victimización criminal / 163
Como hemos establecido anteriormente, la vio- por el temor, no só lo a su persona, sino a su com-
lencia doméstica conlleva un proceso interactivo portamiento u]terior en caso de intentar abando-
entre la víctima y su agresor. Así, su conducta se narlo.
ve afectada por cogniciones y sentimientos cam- Los procesos cognitivos de la víctima se mue-
biantes a lo largo del tiempo. Durante años la víc- ven en la confusión desde Ja toma de decisiones
tima considera estar enamorada de] agresor y atri- más sencilla a los gustos o selecciones personales
buye a factores exógenos ]a situación que está de objetos. Se produce una focalización temática
viviendo, el alcoholismo del marido, los problemas hacia el problema, pero no tanto a su solución, sino
familiares, etc. a las fórmulas reductoras de la agresión. Ambas
En función de dichos sentimientos su cognición cosas llevan a una conducta de sumisión y altamen-
se orienta a una aceptación de la situación como te disruptiva, al depender por entero de los deseos
algo temporal y con una resolución a largo plazo. e intereses del agresor.
Al variar la situación y la actitud del agresor, lo En este segundo caso la intervención psicosocial
hará la relación . De ello se deriva un comporta- debe iniciarse a la par por la cognición y el compor-
miento progresivamente más pasivo y aceptador de tamiento. En ambos casos ha de dirigirse a:
la situación familiar, al tiempo que dependiente de
la conducta del agresor.
Cuando aparece esta situación la intervención - Clarificación de la propia escala de valores.
psicosocial es muy difícil, los comportamientos del - Toma de decisiones, pasando de las más senci llas
agresor «tienen solución», «resignación», etc. Tan a las más complejas.
sólo una situación altamente disruptiva sobre los - Establecer una pauta homogénea de conducta y
valores de la víctima, y que no haya tenido tiempo no variarla.
de aceptar previamente, puede poner en marcha un - R~eval.uar el comportamiento frente al agresor.
proceso de distanciamiento emocional de la situa- - D1 scut1r las estrategias de afrontamiento más
efectivas.
ción. Algunos ejemplos son: agresión sexual hacia
- Facilitar pautas para recuperar el se ntimiento de
los hijos, deseos de prostituir a la víctima, cambio
control sobre el entorno.
de estatus social traumático. etc.
La intervención en este ~aso debe dirigirse a:
{!n segundo aspecto clave en la práctica inter-
ventiva con mujeres maltratadas es el desarrollo de
- A,ceptación de los sentimientos conflictivos de la
v1ct1ma. 1~ persuasión frente al agresor. Es un hecho implí-
- Establecimiento de una relación citamente aceptado pero escasamente estudiado.
A . . empa't·1ca.
- 1
~a i~r el concepto personal de «amor». }ºcl~~o algunas _lín~~s teóricas, como la terapia
- D1s~ut1r la efecti vidad de las estrategias de afron- amihar o la mediac1on, la ignoran al abordar estos
tam iento puestas en marcha. casos. Ello sin duda ha conllevado su casi total
- Facilitar métodos a<,ertivos.
abandono, como primer tipo de intervención, en
- Garantizar una relación social m' .
tí <,facroria. . m1mamente sa- Est ados Unidos, pero se continúa defendiendo en
nuestro país.
- lnfo~m~rla sobre ex p~ri_encias similares y com-
portamientos de lal-. victima!-.. L~ violencia doméstica no sólo establece un
~onfhcto de roles, sino una relación de poder, al
~gual q~e cualquier otro delito. Si observamos la
~ medida que el tiempo transcurre . 1nteracc1º?
/ temporal de la víctima y el agresor a J0
sualiza una solución del roble , , , y _no se v1 - l~~go de] tiempo, podemos concluir una doble rela-
bia sus afectos hacia el : r . ma, la v1~t1ma cam- c,on-..a me ct·ct / transcurre la vulnerab•·1·-1
1 a que este
culpable de la violencia g ~~~dr,_se cons1?era auto- dad e .md e ien st·on
/ de la víctima se incrementa
'
rec1 ' a y cambia el amor Ys,u
capacidad de control y de poder disminuye. Al
. ámid.:
© Ediciont:s Pir
Psicología de la victimización criminal / 165
1nismo tiempo que con el agresor sucede lo t
río (Soria, 1993). con ra- matrimonio, etc. El medio más habitual utilizado es
un embarazo. Ello refuerza los sentimientos de
. A. diferencia de/ . la persuasi·o/n c oerc1.t.1va, 1a indefensión y vulnerabilidad de la víctima durante
eJercida sobre la victima de una violencia domésti-
el período que éste dura y por otra parte sirve de
ca no es es~ructurada por el agresor inicialmente, argumento esencial en asegurarse su presencia en
p~ro a medida que. aquélla progresa éste va apren- casa. El nivel de agresividad es máximo.
diendo de su propia conducta modificándola para Una ten;era etapa persuasiva se dirige a la fo-
logr~r cada_v~z ~n mayor poder sobre la víctima y calización de la atención sobre el agresor y sus
el nucleo v1ct1m1zado. La persuasión suele iniciar- deseos. La víctima pasa a aceptar los intereses del
se en la esfera social y dirigirse hacia un retraimien- agresor como necesarios para el bien de la familia.
to de la misma por parte de la víctima (dejar de ver sus amenazas siempre son reales y el poder hete-
a ciertos amigos, dejar de trabajar, etc.). En este roatribuido máximo. El temor es máximo, aunque
primer momento la persuasión es máxima, pero por la agresividad no lo es.
contra la agresión tiende a ser baja. Una cuarta y última etapa se caracteriza por
U na vez aceptada esta etapa inicial, la víctima confusión de identidad de la víctima con la del
se halla en una posición relacional con el agresor agresor. La primera justifica todos sus hechos,
diferente, el hogar pasa a convertirse en su mundo. su poder ya no se considera arbitrario, sino justo
Dicha transformación es muy significativa, pues y proporcional a la conducta «inadecuada» reali-
impide a la víctima comparar opiniones divergen- zada por la víctima. No existe temor, sino inde-
tes, establecer vínculos afectivos al margen del fensión .