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Ganador del Reconocimiento al Mérito Estatal de Investigación 2014 en la Subcategoría de Divulgación y Vinculación

La taza de té que llegó en la Nao de China


Francisca Minerva Martínez Olvera

E



n diciembre de 2015 se realizó un rescate arqueológico en un predio
ubicado hacia el extremo oeste del poblado de Tepoztlán, dentro del
marco de los convenios efectuados entre el Instituto Nacional de
Antropología e Historia y las autoridades municipales para la protección del
patrimonio cultural de ese municipio del estado de Morelos. Si bien no se
encontraron contextos primarios en el predio, elementos como muros, pi-
sos, fogones, entierros, sí se encontraron rellenos colocados intencionalmente
para nivelar el terreno que corresponden tanto a la ocupación del área durante
el periodo prehispánico como a la del periodo novohispano. Durante esas
excavaciones se recuperaron materiales arqueológicos que aportaron valiosos
datos que permitirán conocer más sobre la historia de esa región.
Uno de los materiales arqueológicos recuperados que llamó nuestra atención
es un fragmento de porcelana china que debió haber llegado a la entonces
Nueva España hace unos doscientos cincuenta años, y con este hallazgo,
llegaron también muchas preguntas, empezando por: ¿cómo llegó de tan le-
jos?... y ¿quiénes la utilizaron?..
Antecedentes
Cabe mencionar que la llegada de los españoles al continente americano fue
un acontecimiento fortuito, ya que Colón y sus navegantes esperaban ver ha-
bitantes de los países exóticos del Oriente para comerciar con ellos especias,
sedas, porcelanas, etc. Como sabemos, no lo lograron entonces y aunque
encontraron un enorme continente del que España y otras naciones europeas
obtuvieron un enorme caudal de riquezas, no quedaron ahí los esfuerzos por

llegar a la China.
Es hasta mediados del siglo XVI, gracias a los conocimientos del fraile agusti-
no Andrés de Urdaneta y bajo el mando de Miguel López de Legazpi, que se
descubre la corriente oceánica que posibilita la vuelta desde las Islas Filipinas
hacia las costas de California, saliendo del puerto de Acapulco, e iniciando
con ello uno de los viajes más largos de la época a través de la ruta maríti-
ma llamada entonces “tornavuelta” o “tornaviaje”. Esta corriente, al norte del
océano Pacífico, va de Japón hacia el Este, llegando a la Alta California; des-
pués, la ruta que seguían las naves bordeaba de Norte a Sur hasta llegar a la
bahía de Acapulco, apta para el calado de grandes naves (se decía de las que
venían del Oriente que parecían castillos flotantes). Así, el puerto de Acapulco
se convirtió en el punto de llegada del galeón o Nao de China. Después de
ello, la ruta seguía tierra adentro, atravesando la Nueva España hasta llegar al
puerto de Veracruz, donde la mayor parte de las riquezas que provenían de
Asia eran nuevamente embarcadas ahora rumbo a España.
Con la instauración de esta ruta comercial, se importaron diversas y costo-
sas mercancías, siendo la porcelana china una de las más apreciadas como
artículo de lujo, buscado por las clases poderosas para mostrar al mundo su
capacidad adquisitiva.
La porcelana
Esta cerámica de aspecto suave y translúcido, sonido metálico, pasta muy fina,
motivos dibujados a mano con gran calidad, de diseños de plantas y animales
exóticos y desconocidos, era de gran belleza. La composición y elaboración
de la porcelana fue un secreto celosamente guardado por los chinos durante
siglos para monopolizar su producción y comercio. En Europa se hicieron
muchos intentos de imitarla, en el siglo XVIII en Alemania se obtuvo una ce-
rámica, no tan bonita, pero si más resistente llamada porcelana de pasta dura.
Actualmente, se sabe que la porcelana está hecha de una pasta compuesta de
caolín que es una arcilla muy fina, cuarzo molido y feldespato; después se le
da una primera cocción y una vez seca la pieza, se dibujan los motivos deco-
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rativos, posteriormente se aplica el esmalte y se efectúa una segunda cocción, y se le da una tercera horneada. Este tipo de decoración es fácilmente identi-
todo a temperaturas muy altas (más de 1000oC) en hornos especiales. ficable, pues al revisar con detalle la pieza se observa que las líneas de color
En cuanto a los colores, durante la dinastía Ming (1368 – 1644) la cromática rojo no están cubiertas por el esmalte, lo que le da un aspecto difuminado y
utilizada con mayor frecuencia para las vajillas de exportación fue el Azul so- sutil al diseño. Además esta coloración de rojo coral se da para el siglo XVIII.
bre blanco, más adelante en la Dinastía Ching, se inclinaron por la policromía. Conclusión
La porcelana china que llegaba a la Nueva España, y de ahí a otras partes del Como ahora, en el periodo virreinal, la zona de Morelos, específicamente
mundo, principalmente en el siglo XVII, era fabricada especialmente para la Cuernavaca, se encontraba en la ruta de paso hacia el puerto de Acapulco,
exportación, llamada también porcelana de la Compañía de Indias. Por ejem- es así que por territorio morelense -incluyendo Tepoztlán- circularon las mer-
plo, la porcelana elaborada para el Emperador y su corte tenía, colores muy cancías que iban hacia las Filipinas: plata, grana cochinilla, cacao, añil, tabaco,
específicos para él y para cada rango dentro de la corte imperial, siendo ade- etc.; trayendo de vuelta especias, porcelana, marfiles, seda y otros artículos,
más de la de más alta calidad. incluso de la India y Japón. ¡Qué mejor prueba de la riqueza personal o fa-
Descripción miliar el saberse poseedor y mostrar una vajilla tan fina venida de tierras tan
Volviendo a nuestra excavación, el fragmento de porcelana que recuperamos lejanas! No cualquiera podía darse ese lujo, quienes lo hacían, afirmaban ante
es un borde de taza de té, comúnmente sin asas. El color del esmalte es blan- la sociedad su estatus de clase social con riqueza y poder.
co azulado, translúcido y brillante, al parecer decorado con motivos florales Así, nuestra pequeña taza, que vino del Oriente, llegó a Tepoztlán posible-
estilizados; este tipo de porcelana pertenece a la elaborada durante la dinastía mente adquirida por personas con considerables recursos económicos; o tal
Ching (o Qing) que duró de 1644 a 1911, específicamente al periodo posterior vez, llego a manos del fraile que atendía los servicios religiosos en la capilla
a 1750 cuando en China se inicia la decoración sobre esmalte, es decir, prime- de Los Reyes (al parecer ubicada cerca del predio excavado) conservándola
ro se realiza una cocción de la pieza sin esmalte, después se esmalta y se vuel- como un tesoro muy querido; seguramente en ambos casos, contuvo breba-
ve a cocer, finalmente los motivos decorativos se aplican sobre este esmalte jes distintos, tan buenos y sabrosos –quizá aún más- que el té.

Rutas de intercambio en el Epiclásico de la


región suroeste del estado de Morelos
Ely del Carmen Jaime Rojas
Luz Marcela Vargas Roldán

E
l periodo Epiclásico (650/700 – 900 d.C.) está caracterizado
por una serie de cambios dentro de la organización social de
los asentamientos del centro de México, principalmente por
la desintegración del estado teotihuacano. Durante el Clásico, Teoti-
huacán mantuvo el control de las rutas de intercambio, centralizando
todos los productos hacia esta ciudad y de ahí dirigiendo su redistri-
bución hacia otras partes de Mesoamérica. Sin embargo, a finales del
periodo Clásico, entre los años 550 a 650 d. C., este control ejercido
por la gran urbe mesoamericana empieza a decaer dejando un vacío
en el dominio de las redes de intercambio de productos tales como
cacao, plumas, piedra verde, obsidiana, sal, algodón, productos lacus-
tres y diversos bienes suntuarios provenientes de lugares tan lejanos
como Copán, en Honduras, o Zacatecas, en el norte de México.

Figura 2

Durante el Epiclásico los enclaves en las rutas de intercambio son


producto de la formación de alianzas entre las élites de diferentes
asentamientos surgidas ya sea por el interés de consolidar el control
sobre las rutas de intercambio y, por tanto, de los bienes, información
y personas que las transitan, como por la necesidad de defensa ante
posibles ataques por el mismo control de esas rutas.

A estas alianzas se les llama confederaciones y es a éstas, a las que


se unieron segmentos de la población que vivía anteriormente en la
gran ciudad teotihuacana y el área a su alrededor, principalmente los
especialistas en el trabajo de la lítica, concha, pluma, cerámica; ellos
se vieron en la necesidad de emigrar hacia otras tierras en busca de
nuevos enclaves donde sus habilidades artísticas pudieran ser em-
pleadas nuevamente.

De esta manera, diversos asentamientos como Teotenango en el Es-


Figura 1 tado de México, Xochipala en Guerrero, Xochicalco en Morelos y
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Cacaxtla en los límites del estado de Puebla, surgen y adquieren una
gran importancia durante el periodo Epiclásico. Kent Hirth, investi-
gador de Xochicalco y varias regiones mesoamericanas, ha propuesta
que los personajes labrados en el tablero de la pirámide de la Ser-
piente Emplumada corresponden a los señores que se aliaron en la
confederación xochicalca.

En Morelos, el asentamiento de la confederación más importante co-


nocida fue Xochicalco que tuvo el control del poniente de este es-
tado. Por la cercanía geográfica se esperaría una relación estrecha
de Xochicalco con la cuenca de México, sin embargo la evidencia
de esto es mínima, por ejemplo en Xochicalco no se tiene cerámica
coyotlatelco, caracterizada por su color rojo sobre bayo que es tan
común en la cuenca de México. Se ha propuesto que las regiones
más relacionadas con Xochicalco fueron Guerrero, Estado de México
y Michoacán. Para que Xochicalco pudiera acceder a esas regiones y
sus recursos, fue importante en esta región poniente de Morelos, el
extremo suroeste del mismo. En artículos anteriores, se propuso que
los ríos que recorren esa área sirvieron como importante via de co-
municación entre Xochicalco con varios asentamientos. El río Tem-
bembe permitió la comunicación con asentamientos hacia el sur tales
como Mazatepec e Ixtla hasta llegar al río Amacuzac que enlaza hacia
sitios del Norte de Guerrero como Buenavista y Taxco. Mientras que Figura 4
el río Chalma a pesar de no estar directamente aledaño a Xochicalco,
comunicó a este asentamiento con sitios del sureste del Estado de
México. (de 1 a 2 mm las más grandes) compuesta por micas y cuarzo, y una
cubierta (engobe) de color anaranjado, caedizo; las características de
Dentro de esta gran esfera de interacción xochicalca, el área suroeste la pasta son tan notorias que permiten la identificación de este tipo
del estado de Morelos, en la que se centra el objetivo de este artículo, cerámico en diferentes sitios, ya que si bien hay variaciones, éstas
se han identificado algunos elementos arqueológicos que permiten son mínimas. Un ejemplo de la pasta se muestra en la figura 4, que
plantear que fue de gran importancia en las nuevas rutas de intercam- corresponde a una fotografía a detalle de un fragmento de estas ollas
bio creadas por ese estado hacia las regiones antes mencionadas. Uno de 8mm de ancho.
de estos artículos de intercambio en los que se refleja un cambio en A las vasijas descritas en el párrafo anterior se les llama Engobe Grue-
su explotación y distribución en la cuenca de México fue la obsidia- so. Durante el Clásico, puede encontrarse fragmentos del Engobe
na. Durante el auge teotihuacano, aunque se conocían y explotaban Grueso (evidencia del intercambio de sal) en el Valle de Toluca, sin
diferentes yacimientos, la obsidiana que tenía mayor distribución era embargo, es durante el Epiclásico, cuando este material arqueoló-
la obsidiana de color verde, la cual provenía del yacimiento en lo que gico se encuentra no sólo en el Estado de México, sino en sitios de
actualmente es la Sierra de las Navajas, en Hidalgo. Ésta se distribuyó Morelos como Xochicalco, Mazatepec, Puente de Ixtla, Tequesqui-
a lo largo de toda la cuenca de México hacia Oaxaca y lugares tan tengo, Zazacatla y Olintepec, este último considerado un puerto de
distantes como Tikal en Guatemala en donde aparece en porcentajes intercambio hacia la región oriente de Morelos; así como en sitios de
bajos. Sin embargo, con la caída de Teotihuacán, esto cambia y en lu- Guerrero tan distantes como Buenavista.
gar de redistribuirse la obsidiana verde, aparece con mayor frecuencia Por el momento, los indicadores arqueológicos para deducir el inter-
la obsidiana gris procedente de yacimientos de Zinapécuaro y Ucareo cambio entre regiones y el papel de la región suroeste de Morelos son
en Michoacán, o (en menor cantidad) de Otumba en el Estado de escasos, obsidiana y vasijas especializadas, de ahí que se considere
México. La obsidiana gris aparece tanto en sitios del valle de Toluca que se está en el inicio de una investigación que nos lleva a consi-
como en Xochicalco y, por ende, en Mazatepec en Morelos, entre derar no solo las rutas de comercio sino también los mecanismos en
otros asentamientos de este periodo. cómo opera, desde aspectos como si los diferentes puntos en la ruta
eran controlados por un sitio, la presencia o no de mercaderes como
Otro elemento importante en el intercambio es la sal. Ésta puede ser tal, y de la relación entre éstos con los gobernantes. Si bien durante
“producida” no sólo en las costas, donde se obtiene la sal del agua el Clásico se propone que Teotihuacán controlaba la distribución de
del mar, sino también en algunos yacimientos tierra dentro, como los bienes, concentrándolos en la urbe y desde ahí siendo redistribuidos,
que se encuentran en la región sureste del Estado de México, en sitios en el Epiclásico este modelo no parece haber funcionado. De modo
como Ixtapan de la Sal, San Miguel Ixtapan, Tonatico y Tejupilco, y general se plantea que el periodo Epiclásico se caracterizó por una
es necesaria tanto para fines culinarios como para conservación de fragmentación política, sin embargo ¿dicha fragmentación política
carne y tratamientos textiles, lo que la hace un bien indispensable. significó una fragmentación también en el intercambio, permitiendo
Investigadores como la Mtra. Silvia Garza, investigadora del gran sitio más libertad en el flujo de los bienes? Si era un mecanismo regulado,
de Xochicalco, consideran que la sal pudo ser transportada en vasi- ¿qué sitios estarían regulándolo especialmente en los actuales estados
jas (ollas) caracterizadas por tener una pasta con partículas grandes de Morelos, Estado de México y Guerrero, implicados en la ruta de
comercio que se propone? ¿quiénes llevaban a cabo el intercambio?
¿mercaderes especializados, como los pochteca durante el Posclásico,
o apenas mercaderes incipientes? Y con respecto a los bienes de in-
tercambio, cabría preguntarse: además de los usos funcionales, ¿cuá-
les eran las implicaciones simbólicas, religiosas o políticas de éstos?
Como mecanismo dinámico, el intercambio prehispánico no per-
manece inmutable a los cambios políticos y sociales. Investigadores
como Shigeru Kabata, quién estudia el desarrollo del valle de Toluca
durante el Epiclásico, proponen que incluso antes la caída de Teoti-
huacán, el mecanismo de intercambio de la urbe con otras regiones
no era igual, sino que dependía de los intereses políticos, económicos
y religiosos, y éstos determinaban además la influencia que Teotihua-
cán ejercía en los diferentes sitios y regiones. Es necesario contar con
una mayor cantidad de datos de diferentes sitios, para poder entender
el panorama político y étnico en el que actuó Xochicalco durante el
Epiclásico en especial en la región poniente del estado de Morelos
ya que esto permitirá no sólo plantear los lugares y pasos por donde
un cierto artículo circula, sino además comprender las implicaciones
sociales que las confederaciones y sus rutas de intercambio tuvieron
para las personas que habitaron los diferentes enclaves comerciales
en aquel tiempo.
Figura 3
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Y otra vez llevan agua...


Ana Emma Peña Rodríguez
Giselle Canto Aguilar

E



n un artículo anterior, titulado “un canal prehispánico en el
centro de Cuernavaca”, se habló de la importancia de la cana-
lización del agua excedente durante la temporada de lluvias
tanto en el periodo prehispánico como en el novohispano, con el fin
de evitar inundaciones en las áreas habitacionales; asimismo, esta red
de canales fue utilizada para el traslado del líquido durante el estiaje
desde los manantiales ubicados en distintos puntos cercanos a lo que
hoy es el centro histórico de Cuernavaca. Si bien varios de estos ma-
nantiales ya no existen hoy en día, en el Croquis del Río de Cuerna-
vaca del Ing. Almazán de 1896, se puede apreciar la gran cantidad de
estos cuerpos de agua existentes en la ciudad, así como las barrancas
y barranquillas que también transportaban el vital líquido.

Muy cerca de la capilla de El Calvario, en un predio en donde se


llevó a cabo un rescate arqueológico se descubrió una serie de estos
canales, semejantes en factura al encontrado en una excavación en
un predio de la calle de Arista, también en la ciudad de Cuernavaca.
Todos estos canales fueron excavados en el tepetate y algunos de
ellos todavía conservaban la tapadera elaborada con distintos tipos de
piedra, como lajas de andesita basáltica, muy dura, lisa y no porosa, de la orilla del canal fue excavado un escalón de no más de 10cm,
así como el basalto, pesado, pero poroso. Asociados a estos canales, sobre el cual descansa la tapadera.
se hallaron pequeñas pozas para juntar agua, así como las oquedades Aunque Cuernavaca está en constante cambio, desde la época pre-
redondas para la colocación y sostén de las ollas durante su llenado. hispánica hasta la actualidad, desde la edificación del palacio del
conquistador sobre el palacio y otras construcciones del centro ce-
La construcción de estos canales son toda una obra de ingeniería remonial del señorío tlahuica de Cuauhnáhuac, la construcción de
hidráulica, ya que cuentan con el declive necesario para que el agua un centro comercial en el otrora Casino de la Selva que a su vez se
corra pausadamente evitando que un rápido caudal erosione las pare- levantó en el barrio de Gualupita, así como la cíclica remodelación
des y el mismo fondo; asimismo, los canales angostos se unen en toda de la plaza cívica de Cuernavaca, estos rescates arqueológicos permi-
una red a canales de mayor espesor que desembocan en los terrenos ten acercarnos a una estratigrafía histórica de esta ciudad, con datos
con pendientes pronunciadas en donde el agua llega por fin a las relevantes para vislumbrar cada periodo transcurrido. Y en este caso
barranquillas o bien a la gran barranca de San Antón, que es la más se trata de la base de la sobrevivencia de toda ciudad: la obtención
cercana. En cuanto a la colocación de las tapaderas, en ambos lados del agua.

Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos

Consejo Editorial
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Luis Miguel Morayta Mendoza Raúl Francisco González Quezada
Giselle Canto Aguilar Laura Elena Hinojosa Hinojosa

Coordinación editorial de este número: Giselle Canto Aguilar



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