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E
n diciembre de 2015 se realizó un rescate arqueológico en un predio
ubicado hacia el extremo oeste del poblado de Tepoztlán, dentro del
marco de los convenios efectuados entre el Instituto Nacional de
Antropología e Historia y las autoridades municipales para la protección del
patrimonio cultural de ese municipio del estado de Morelos. Si bien no se
encontraron contextos primarios en el predio, elementos como muros, pi-
sos, fogones, entierros, sí se encontraron rellenos colocados intencionalmente
para nivelar el terreno que corresponden tanto a la ocupación del área durante
el periodo prehispánico como a la del periodo novohispano. Durante esas
excavaciones se recuperaron materiales arqueológicos que aportaron valiosos
datos que permitirán conocer más sobre la historia de esa región.
Uno de los materiales arqueológicos recuperados que llamó nuestra atención
es un fragmento de porcelana china que debió haber llegado a la entonces
Nueva España hace unos doscientos cincuenta años, y con este hallazgo,
llegaron también muchas preguntas, empezando por: ¿cómo llegó de tan le-
jos?... y ¿quiénes la utilizaron?..
Antecedentes
Cabe mencionar que la llegada de los españoles al continente americano fue
un acontecimiento fortuito, ya que Colón y sus navegantes esperaban ver ha-
bitantes de los países exóticos del Oriente para comerciar con ellos especias,
sedas, porcelanas, etc. Como sabemos, no lo lograron entonces y aunque
encontraron un enorme continente del que España y otras naciones europeas
obtuvieron un enorme caudal de riquezas, no quedaron ahí los esfuerzos por
llegar a la China.
Es hasta mediados del siglo XVI, gracias a los conocimientos del fraile agusti-
no Andrés de Urdaneta y bajo el mando de Miguel López de Legazpi, que se
descubre la corriente oceánica que posibilita la vuelta desde las Islas Filipinas
hacia las costas de California, saliendo del puerto de Acapulco, e iniciando
con ello uno de los viajes más largos de la época a través de la ruta maríti-
ma llamada entonces “tornavuelta” o “tornaviaje”. Esta corriente, al norte del
océano Pacífico, va de Japón hacia el Este, llegando a la Alta California; des-
pués, la ruta que seguían las naves bordeaba de Norte a Sur hasta llegar a la
bahía de Acapulco, apta para el calado de grandes naves (se decía de las que
venían del Oriente que parecían castillos flotantes). Así, el puerto de Acapulco
se convirtió en el punto de llegada del galeón o Nao de China. Después de
ello, la ruta seguía tierra adentro, atravesando la Nueva España hasta llegar al
puerto de Veracruz, donde la mayor parte de las riquezas que provenían de
Asia eran nuevamente embarcadas ahora rumbo a España.
Con la instauración de esta ruta comercial, se importaron diversas y costo-
sas mercancías, siendo la porcelana china una de las más apreciadas como
artículo de lujo, buscado por las clases poderosas para mostrar al mundo su
capacidad adquisitiva.
La porcelana
Esta cerámica de aspecto suave y translúcido, sonido metálico, pasta muy fina,
motivos dibujados a mano con gran calidad, de diseños de plantas y animales
exóticos y desconocidos, era de gran belleza. La composición y elaboración
de la porcelana fue un secreto celosamente guardado por los chinos durante
siglos para monopolizar su producción y comercio. En Europa se hicieron
muchos intentos de imitarla, en el siglo XVIII en Alemania se obtuvo una ce-
rámica, no tan bonita, pero si más resistente llamada porcelana de pasta dura.
Actualmente, se sabe que la porcelana está hecha de una pasta compuesta de
caolín que es una arcilla muy fina, cuarzo molido y feldespato; después se le
da una primera cocción y una vez seca la pieza, se dibujan los motivos deco-
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rativos, posteriormente se aplica el esmalte y se efectúa una segunda cocción, y se le da una tercera horneada. Este tipo de decoración es fácilmente identi-
todo a temperaturas muy altas (más de 1000oC) en hornos especiales. ficable, pues al revisar con detalle la pieza se observa que las líneas de color
En cuanto a los colores, durante la dinastía Ming (1368 – 1644) la cromática rojo no están cubiertas por el esmalte, lo que le da un aspecto difuminado y
utilizada con mayor frecuencia para las vajillas de exportación fue el Azul so- sutil al diseño. Además esta coloración de rojo coral se da para el siglo XVIII.
bre blanco, más adelante en la Dinastía Ching, se inclinaron por la policromía. Conclusión
La porcelana china que llegaba a la Nueva España, y de ahí a otras partes del Como ahora, en el periodo virreinal, la zona de Morelos, específicamente
mundo, principalmente en el siglo XVII, era fabricada especialmente para la Cuernavaca, se encontraba en la ruta de paso hacia el puerto de Acapulco,
exportación, llamada también porcelana de la Compañía de Indias. Por ejem- es así que por territorio morelense -incluyendo Tepoztlán- circularon las mer-
plo, la porcelana elaborada para el Emperador y su corte tenía, colores muy cancías que iban hacia las Filipinas: plata, grana cochinilla, cacao, añil, tabaco,
específicos para él y para cada rango dentro de la corte imperial, siendo ade- etc.; trayendo de vuelta especias, porcelana, marfiles, seda y otros artículos,
más de la de más alta calidad. incluso de la India y Japón. ¡Qué mejor prueba de la riqueza personal o fa-
Descripción miliar el saberse poseedor y mostrar una vajilla tan fina venida de tierras tan
Volviendo a nuestra excavación, el fragmento de porcelana que recuperamos lejanas! No cualquiera podía darse ese lujo, quienes lo hacían, afirmaban ante
es un borde de taza de té, comúnmente sin asas. El color del esmalte es blan- la sociedad su estatus de clase social con riqueza y poder.
co azulado, translúcido y brillante, al parecer decorado con motivos florales Así, nuestra pequeña taza, que vino del Oriente, llegó a Tepoztlán posible-
estilizados; este tipo de porcelana pertenece a la elaborada durante la dinastía mente adquirida por personas con considerables recursos económicos; o tal
Ching (o Qing) que duró de 1644 a 1911, específicamente al periodo posterior vez, llego a manos del fraile que atendía los servicios religiosos en la capilla
a 1750 cuando en China se inicia la decoración sobre esmalte, es decir, prime- de Los Reyes (al parecer ubicada cerca del predio excavado) conservándola
ro se realiza una cocción de la pieza sin esmalte, después se esmalta y se vuel- como un tesoro muy querido; seguramente en ambos casos, contuvo breba-
ve a cocer, finalmente los motivos decorativos se aplican sobre este esmalte jes distintos, tan buenos y sabrosos –quizá aún más- que el té.
E
l periodo Epiclásico (650/700 – 900 d.C.) está caracterizado
por una serie de cambios dentro de la organización social de
los asentamientos del centro de México, principalmente por
la desintegración del estado teotihuacano. Durante el Clásico, Teoti-
huacán mantuvo el control de las rutas de intercambio, centralizando
todos los productos hacia esta ciudad y de ahí dirigiendo su redistri-
bución hacia otras partes de Mesoamérica. Sin embargo, a finales del
periodo Clásico, entre los años 550 a 650 d. C., este control ejercido
por la gran urbe mesoamericana empieza a decaer dejando un vacío
en el dominio de las redes de intercambio de productos tales como
cacao, plumas, piedra verde, obsidiana, sal, algodón, productos lacus-
tres y diversos bienes suntuarios provenientes de lugares tan lejanos
como Copán, en Honduras, o Zacatecas, en el norte de México.
Figura 2
E
n un artículo anterior, titulado “un canal prehispánico en el
centro de Cuernavaca”, se habló de la importancia de la cana-
lización del agua excedente durante la temporada de lluvias
tanto en el periodo prehispánico como en el novohispano, con el fin
de evitar inundaciones en las áreas habitacionales; asimismo, esta red
de canales fue utilizada para el traslado del líquido durante el estiaje
desde los manantiales ubicados en distintos puntos cercanos a lo que
hoy es el centro histórico de Cuernavaca. Si bien varios de estos ma-
nantiales ya no existen hoy en día, en el Croquis del Río de Cuerna-
vaca del Ing. Almazán de 1896, se puede apreciar la gran cantidad de
estos cuerpos de agua existentes en la ciudad, así como las barrancas
y barranquillas que también transportaban el vital líquido.
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