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De Re Metallica, 25, 2015 pp.

53-74
© Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero
ISSN: 1888-8615

TRANSPORTE DE MERCURIO DESDE HUANCAVELICA A POTOSÍ EN EL PERÚ


COLONIAL

The transportation of mercury from Huancavelica to Potosi in colonial Peru

Enrique Orche y María Pilar Amaré

Valencia 7, 36203 Vigo (Pontevedra)


eorche@gmail.com, atpilar@yahoo.es

RESUMEN

La mina de mercurio (azogue) de Huancavelica fue de capital importancia para la economía colonial al aportar el
elemento que permitía recuperar la plata de las menas argentíferas de Potosí y de otras minas menores como Porco
u Oruro. En este sistema productivo, el transporte desde Huancavelica a las minas del altiplano, a 1.700 km de
distancia, constituyó un reto que el virrey Toledo supo afrontar y resolver logrando que, durante la mayor parte de
la época colonial, el azogue de Huancavelica estuviera a disposición de los mineros potosinos para su uso en la
amalgamación. En el presente trabajo se describe la problemática del transporte del azogue entre las minas de
Huancavelica y Potosí, su complejidad e incidencia, que es justo se reconozca por su importancia en la
recuperación de la plata que contribuyó a modificar el orden económico europeo y mundial en los siglos XVI y XVII.

PALABRAS CLAVE: Azogue, mercurio, transporte, Huancavelica, Potosí.

ABSTRACT

The mercury (quicksilver) mine of Huancavelica played an essential role in the colonial economy, as it provided the
mercury needed to recover silver from the silver-bearing ore extracted from the mines of Potosi, as well as small-
er mines such as Porco and Oruro. This production system required transporting the mercury from Huancavelica to
the high plateau mines of Potosi, a distance of 1,700 km, which posed enormous logistical challenges. Viceroy Tole-
do was responsible for meeting and overcoming these challenges, which he did so successfully that for most of the
colonial era the mercury mined at Huancavelica was used by the miners at the Potosi´s mines in the amalgamation
process. This paper discusses the complex transportation issues that were involved in transporting mercury from
Huancavelica to Potosi, and analyses its crucial role in the economy, as the silver recovered from this mercury sig-
nificantly contributed to shaping the European and world order in the XVI and XVII centuries.

KEY WORDS: Quicksilver, mercury, transport, Huancavelica, Potosi.

Recibido: 3 de febrero, 2015 • Aceptado: 2 de marzo, 2015

DESCUBRIMIENTO E IMPORTANCIA DE LAS MINAS superior del cerro, en la zona de minerales oxidados. A
DE HUANCAVELICA medida que las explotaciones mineras profundizaron, la
composición de las menas fue cambiando hacia minera-
El rico yacimiento argentífero del cerro de Potosí fue les sulfurosos, más refractarios y de menor ley, de
descubierto en 1545 comenzando de inmediato las labo- manera que las guayras resultaron incapaces de extraer
res mineras. Durante los primeros años se beneficiaron el metal como lo hacían en los años precedentes. Este
minerales de altísima ley de los que se obtenía plata hecho ocasionó una primera crisis en la minería potosi-
simplemente por fundición en pequeños hornos denomi- na al desconocer los mineros la manera de tratar estas
nados guayras, siguiendo la tradición y el saber de los nuevas menas hasta el punto de que, en 1562, la activi-
indígenas, que eran los encargados de llevar a la prácti- dad minera en el cerro estaba muy mermada.
ca el tratamiento metalúrgico. Estas menas tan ricas, Durante estos años de crisis, la Corona estuvo bus-
con abundante plata nativa, se ubicaban en la parte cando un tratamiento alternativo de los minerales

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argentíferos; por ello, cuando hacia 1554 supo de los evitar el castigo a su hijo y resarcir de la pérdida a
buenos resultados obtenidos por Bartolomé de Medina Cabrera, ofreció recompensarle con un bien de valor
en la recuperación de la plata de los minerales argentí- superior al del sombrero y, para ello, le acompañó al
feros de Nueva España (actual Méjico) por medio de la cerro de Huancavelica en donde le mostró las antiguas
amalgamación con mercurio, dio aviso al marqués de labores mineras de los indígenas de las que obtenían el
llimpi, pues el yacimiento era conocido desde muchos
Cañete, virrey del Perú, ordenándole que buscara minas
años atrás. La cuarta versión cuenta que un viejo indí-
de este metal en el territorio bajo su mandato (cédula
gena de la encomienda de Cabrera reveló a la mujer de
de 4 de septiembre de 1555); de esta forma, el hallaz- éste la existencia de Huancavelica; enterado Cabrera de
go de azogue en el virreinato peruano se tornó de capi- la noticia, prometió al anciano una gran recompensa si
tal importancia para el desarrollo de la minería argentí- le indicaba el sitio con precisión, aunque cuando cono-
fera en el mismo debido a la dificultad y elevados cos- ció el lugar exacto, le encerró en un aposento y registró
tes del suministro desde Almadén (España) o Idria (Eslo- la mina él solo.
venia), mucho mayores que para las minas mejicanas. Sea como fuere, el 1 de noviembre de 1563 se tuvo
Como consecuencia de las instrucciones del virrey, poco noticia de la existencia del yacimiento. En los dos meses
después, en 1557 o 1558, Gil Ramírez de Ávalos halló posteriores se reconoció y se tomaron muestras que se
una rica veta de mercurio en Tomebamba (Ecuador), en analizaron convenientemente; la mina descubridora fue
registrada por Cabrera en Huamanga el 1 de enero de
donde fundó la ciudad de Cuenca, poniéndose rápida-
1564, ante el Alcalde ordinario Lope de Barrientos, mos-
mente a explotarla. Por esta época, Pedro de Contreras
trándole el mineral traído de Huancavelica y una cala-
y Enrique Garcés descubrieron en el mercado de Lima baza con mercurio. La concesión descubridora otorgada
que un indígena vendía polvo de bermellón para usar fue un rectángulo de 80 varas de longitud y 40 de anchu-
como colorete (llimpi); indagando el lugar de origen de ra (aproximadamente de 67x33,5 m); se la denominó
esta mercancía, en 1560 llegaron hasta el pequeño yaci- Todos los Santos aunque en el siglo XVIII era más cono-
miento mercurial de Tomaca Yguacoya (sito en el térmi- cida como Santa Bárbara, nombre por el que, en lo suce-
no de Paras, departamento de Ayacucho), que pronto sivo, sería identificado genéricamente el yacimiento y
pusieron en explotación aunque con escasa fortuna sus diversas minas
debido a las desfavorables condiciones técnicas y El lugar donde estaba emplazada la mina era un para-
ambientales del lugar. Enterada la Corona de estos des- je deshabitado en el que se elevaba un cerro denomina-
do Huancavelica, en cuya cúspide, a 4.360 m de altitud,
cubrimientos, mediante cédula de 14 de noviembre de
existía una explanada por la que corría una crestería
1562 el rey solicitó al virrey Cañete información acerca
mineralizada en donde Cabrera denunció la descubrido-
de estos y de otros hallazgos similares, ordenándole que ra. La veta tenía una potencia de 30 m.
el mercurio producido en el Perú se trasladase a las Conocida la presencia de mercurio en el cerro, acu-
minas de Nueva España, habida cuenta de que en las dió mucha gente iniciándose lo que sería una rápida
minas andinas no se había encontrado ningún procedi- sucesión de denuncias de nuevas concesiones como
miento adecuado de amalgamación para tratar los mine- Santa Inés, Santa Isabel, Correa de Silva, Juan García,
rales argentíferos. Inés de Robles, Mina Nueva y otras muchas, todas ellas
Un año después, en 1563, fue descubierto el yaci- de 60 varas de longitud y 30 de anchura (50x25 m apro-
miento de Wanka Wilka (o Huanka Huillka, que significa ximadamente).
“ídolo de piedra”), castellanizado como Huancavelica, Como consecuencia de la traza geológica irregular
en el cerro del mismo nombre. Existen cuatro versiones del horizonte mineralizado, Antonio Rodríguez halló que
de tal hecho. Según la primera, unos indios de la comar- otro cerro, denominado Chacllatacana y situado a unos
ca de Angaraes, cuyas mujeres utilizaban llimpi, propor- 200 m de la descubridora, también contenía cinabrio; lo
cionaron a Amador de Cabrera, encomendero que los mismo le sucedió a Antonio Hernández con una pequeña
tutelaba, la noticia de un importante yacimiento de zona situada a escasos cientos de metros a poniente de
cinabrio en el cerro Huancavelica. La segunda afirma la descubridora, que fue registrada como Santísima Tri-
que Gonzalo Navincopa, curaca de Chacas, reveló a nidad.
Cabrera, su encomendero, la existencia de mercurio en El 24 de enero de 1571 el virrey Francisco de Toledo
el cerro Huancavelica, en el lugar donde después denun- creó el puesto de veedor de las minas del territorio de
ció la mina descubridora. La tercera versión tiene visos Huamanga con la misión de vigilar el rendimiento de las
de leyenda: estaba Cabrera asistiendo a la celebración mismas y recaudar los derechos reales, nombramiento
del Corpus en Huamanga (actual Ayacucho), su ciudad que recayó en Pedro de los Ríos. El mismo día designó a
de residencia, en cuya procesión portaba la cruz que Francisco Angulo alcalde mayor de minas del distrito de
precedía al prelado. Para maniobrar con ella sin estor- Huancavelica y le confió la tarea de entender en todas
bos, Cabrera entregó su valioso sombrero a un niño indí- las causas civiles y criminales que se suscitaren y de
gena que le servía, hijo del curaca Navincopa, encargán- dirimir las diferencias sobre minas.
dole su custodia. Durante la fiesta el sombrero desapa- En las distintas concesiones se explotaron primera-
reció y el niño, temeroso, acudió a su padre para con- mente sus afloramientos a cielo abierto hasta que la
tarle la historia y buscar su protección. Navincopa, para profundización de la capa, muy verticalizada, aconsejó

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acometer labores subterráneas. Sin embargo, la defi- A partir de 1572, la amalgamación se convirtió prác-
ciente tecnología utilizada en las explotaciones convir- ticamente en el único método utilizado para la recupe-
tió la mina en un lugar muy mal ventilado y peligroso, ración de la plata andina; por ello, las minerías argentí-
por lo que en 1604 se prohibieron los trabajos subterrá- fera y mercurial marcharon juntas hasta la conclusión
neos y se volvió al laboreo a cielo abierto hasta que nue- de la presencia hispana en el antiguo Perú, siendo la pri-
vas labores fueran capaces de garantizar una mayor mera enteramente dependiente de la segunda, bien
salubridad, lo que ocurrió años después. fuera por el azogue producido en Huancavelica o por el
La riqueza de la mina proporcionó desde el primer importado de Almadén (España) o de Idria (Eslovenia).
momento una excelente producción de mercurio, razón Estos dos últimos, junto con los criaderos de China, eran
por la cual entre 1564 y 1568 muchos propietarios de los únicos conocidos en el mundo en aquellos momen-
minas argentíferas peruanas intentaron llevar a la prác- tos: de ahí el gran interés del yacimiento peruano del
tica el proceso de amalgamación, aunque no obtuvieron que puede decirse que fue vital para la recuperación de
resultados positivos. Como consecuencia de este fraca- la plata potosina (Fig. 1; Instituto Geológico y Minero de
so, para dar salida al mercurio tanto de Paras (siempre España, s/f, modificada).
escaso en la todavía activa mina) como de Huancaveli- Las minas fueron explotadas de forma prácticamente
ca, se mandaron diversas remesas a Nueva España a fin continua desde su descubrimiento hasta 1821, año de la
de emplearlo en la amalgamación de las menas de independencia de Perú, casi siempre por métodos sub-
plata, plenamente lograda en dicho lugar, como ya se terráneos. Los trabajos se reanudaron entre 1830 y
ha indicado. 1860, ya en época republicana, después ocasionalmente
A principios de 1571 llegó a Perú Pedro Fernández de entre 1900 y 1950 y, finalmente, a cielo abierto de 1968
Velasco, buen conocedor de la técnica novohispana de la a 1975, fecha en que se paralizaron completamente las
amalgamación, que ofreció al virrey Francisco de Toledo labores debido a una drástica bajada del precio del mer-
realizar unas pruebas en el Cuzco con minerales traídos curio (Wise y Feraud, 2005).
de Potosí. Las pruebas se realizaron en agosto de 1571 y, El yacimiento huancavelicano es el mayor depósito
aunque las condiciones ambientales y las paragénesis de mercurio de América y el cuarto del mundo y, a lo
potosinas eran completamente diferentes de las mejica- largo de sus casi 450 años de actividad, ha proporcio-
nas, los resultados fueron sorprendentemente buenos. nado más de millón y medio de frascos de mercurio
Las experiencias se repitieron posteriormente en Potosí, (52.000 t). Aún conserva numerosas reservas que el
comprobándose la eficacia del método, de manera que menguante uso del metal prácticamente ha condena-
Fernández de Velasco fue recompensado por el virrey do, al igual que ha ocurrido con Almadén en 2001 (Fig.
(bien cicateramente, por cierto), y contratado para que 2).
enseñara la técnica a los mineros de Potosí.

Figura 1. Plano esquemático simplificado de las minas de Huancavelica en 1742 mostrando los principales accesos, las galerías, la situación respecto de la villa y
el poblado minero con su iglesia.

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Oropesa, en un intento de organizar el caótico urbanis-
mo del poblado. La ceremonia fundacional se llevó a la
práctica el 4 de agosto de ese mismo año por el alcalde
de minas Francisco Angulo, siendo el acta pregonada
públicamente al día siguiente. Tras la misa de acción de
gracias celebrada por Cristóbal de Albornoz, visitador de
doctrinas, se decidió por unanimidad poner la villa bajo
la protección de Nuestra Señora de las Nieves. Como
patrona del cerro se escogió a Santa Bárbara.
Diez años más tarde, el 30 de marzo de 1581, las ges-
tiones del minero Juan de Sotomayor ante el virrey
Figura 2. Explotación a cielo abierto reciente del yacimiento de mercurio de Toledo consiguieron que se le concediera a Huancaveli-
Santa Bárbara (1975) que pone de manifiesto su morfología interna. Con una ca el título de villa, denominándose en lo sucesivo Villa
línea se indica la traza aproximada sobre el terreno del nivel mineralizado. Rica de Oropesa hasta que su nombre fue definitivamen-
te sustituido por el de Ilustre Ciudad de Huancavelica en
el Congreso de Huancayo el día 4 de noviembre de 1839,
FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE HUANCAVELICA ya en época republicana (Figura 3).
En el momento de su fundación, la ciudad albergaba
Desde los momentos iniciales de la explotación, las 30 vecinos de asiento y algunos centenares de indígenas
personas que atendían el trabajo de las minas se congre- que trabajaban en las minas. En la época colonial su
garon en un rústico campamento de bohíos situado en la población media fue de 5.000 habitantes, con momen-
planicie denominada Seccha, en el valle del río Siquisi- tos de apogeo en los que llegó a superar los 10.000.
chaca (ahora Ichu), a los pies de la ladera norte del
cerro Huancavelica, a 3.680 m de altitud, casi 800 m por
debajo de las primeras labores mineras y a 5 km de dis- TRANSPORTE DEL MINERAL DE LA MINA A LAS
tancia de éstas. FUNDICIONES Y DEL AZOGUE DE ÉSTAS AL
Siete años después del descubrimiento de las minas y ALMACÉN DE HUANCAVELICA
dada la importancia de éstas y que los trabajadores viví-
an hacinados en el más completo desorden en el campa- El transporte del mercurio puede considerarse que
mento de Seccha, el virrey Francisco de Toledo dispuso comienza con la del mineral explotado en Santa Bárba-
el 9 de junio de 1571 la fundación del Pueblo Rico de ra (Fig. 4).

Figura 3. Plaza de Armas con la mina Santa Bárbara situada al fondo, en la parte superior del cerro.

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Figura 4. Bocamina actual del socavón colonial Nuestra Señora de Belén, rehabilitado para uso minero durante el siglo XX.

Cuando dicho mineral (cinabrio) se sacaba de la En otro acuerdo de Hacienda de 10 de junio del
mina, era llevado a las fundiciones para la obtención del mismo año se resolvió que en Huancavelica hubiese un
azogue (Dagnino, 1909). Las fundiciones se encontraban oficial real para la guarda del azogue, al que se le pro-
en los alrededores de la explotación, a distancias com- porcionó alojamiento en las casas del cabildo.
prendidas entre 300 m y una legua (5,5 km), en los Consciente la Corona de la importancia de mantener
extramuros de la villa y en los pagos adyacentes de almacenes a lo largo del trayecto hasta Potosí, el 22 de
Chacllatacana y Sacsamarca. El mineral era transporta- noviembre de 1591 se mandó que de cualquier Hacien-
do en llamas propiedad de los mineros pero cuando fal- da Real hiciesen construir y reparar los almacenes nece-
taban, se alquilaban a los indios que disponían de gana- sarios para recibir, pesar y guardar el azogue (López de
do pagándoles a razón de 3 pesos por los animales lla- Caravantes, 1985; IV).
mados rasos, y 2,5 por los denominados lanudos. El pre- El 23 de octubre de 1592, el virrey marqués de Cañe-
cio se abonaba parte en plata y parte en ropa de la sie- te creó el cargo de Balanzario de azogue y plata de
rra valorada a un precio doble del usual. La temporada Huancavelica, con la misión de que pesara los que se
de fundición duraba cuatro meses al año, requiriéndose depositasen en los almacenes reales. El primer nombra-
durante ese tiempo una cantidad considerable de llamas miento recayó en García Juanes de Flandes, el 12 de
que se obtenían dentro de un ámbito de 5 o 6 leguas (27 abril de 1593 (Carrasco, 2003).
a 33 km) a la redonda de la mina (Patiño, 2001). Por otro acuerdo general de Hacienda de 11 de
El mercurio proveniente de las fundiciones era guarda- diciembre de 1592, se mandaron hacer almacenes a
do en Huancavelica en un almacén o Caja Real. Por orden costa de la Real Hacienda en Huancavelica, Chincha,
del rey al virrey García de Mendoza, los mineros debían Arica y Potosí con objeto de evitar la frecuente pérdida
entregar el azogue en dicho almacén antes de ocho días de azogue en ellos por no tener suelos adecuados ni un
de haberlo obtenido, sin que pudieran retenerlo más sumidero en el que recoger el metal que se salía de las
tiempo en su poder (López de Caravantes, 1985; IV). badanas (López de Caravantes, 1985; IV).
En 1586 el almacén era un edificio de paredes de barro El 17 de julio de 1574 se creó el cargo de factor de
con tejado de teja, lo que constituía una rareza pues las azogues con objeto de que vigilase los embarques de
casas de la villa tenían las cubiertas de paja. No obstan- mercurio en Pisco. En poco tiempo pasó a Chincha
te, el barro se cuarteaba y deshacía y era necesario repa- (Carrasco, 2003; Salas, 2008).
rar las paredes continuamente (Cantos de Andrada et al, Como dato curioso ocurrido mucho después, se cita
1965) . Por esta razón, el almacén debió deteriorarse que hacia 1915 se realizó una excavación en la plaza
seriamente pues en una junta de la Real Hacienda cele- mayor de Huancavelica encontrándose una bolsa de
brada el 24 de abril de 1591, se acordó repararlo y, ade- 1.400 kg de mercurio nativo cuya presencia se atribuyó
más, construir un almacén en Chincha para evitar que se a las pérdidas habidas de las badanas almacenadas en
desperdiciase el azogue que se escapaba de las badanas los depósitos de la Caja Real durante la época colonial
mientras esperaban el embarque hasta Arica. (Patiño, 2001).

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GENERALIDADES SOBRE EL TRANSPORTE DE Arica para el traslado de las barras de plata potosinas
MERCURIO DE HUANCAVELICA A POTOSÍ que debían viajar a Lima, Panamá y España. De esta
manera, azogue y plata, unidos primero en el proceso
En este apartado se describen aquellas característi- de amalgamación, adquirieron un segundo vínculo, el
cas del transporte que son generales, dejando para los del transporte, que benefició de nuevo a ambos.
siguientes la relación de las peculiaridades específicas Por estas razones la ruta del azogue por Chincha y
de los distintos procesos y rutas empleadas. Arica se mantuvo hasta el final de la época colonial con
independencia de que, en ocasiones, la escasa produc-
1) LAS RUTAS DE TRANSPORTE ción de Huancavelica o determinadas circunstancias
políticas como, por ejemplo, la creación del virreinato
Una vez establecido que la amalgamación era un tra- de La Plata en 1776, que incluía a Potosí pero no a Arica
tamiento adaptable a las menas argentíferas de Potosí, ni a Huancavelica, favorecieran el envío de mercurio
el yacimiento de Huancavelica se convirtió en pieza europeo a la villa imperial por la larga e incómoda ruta
indispensable para la recuperación económica de la terrestre de Buenos Aires.
plata potosina. El primer paso consistió en hacerlo lle-
gar a la villa imperial en cantidades suficientes y a un 2) LOS CAMINOS INCAS
coste asumible por los mineros del Cerro Rico.
En una primera época, el mercurio era transportado Cuando los españoles llegaron a Perú encontraron
desde Huancavelica a Potosí por vía terrestre aprove- una red de caminos bien desarrollada y mantenida, de
chando los caminos incas tal y como los encontraron los 23.000 km de longitud reconocidos y posiblemente
españoles a su llegada, ya que apenas los mejoraron ni 40.000 km en total, genéricamente conocida como Qha-
construyeron otros nuevos, salvo los estrictamente paq Ñan (Herdoíza y Fustillos, 2005; Instituto Nacional
necesarios para acceder a los nuevos centros de produc- de Cultura, 2004). Esta red estaba organizada a partir
ción y consumo. Sin embargo, estos caminos se habían de cuatro caminos principales unidos por ramales secun-
construido para el tráfico de personas y, en todo caso, darios, formando un retículo que permitía moverse
de llamas, pero no de caballos, mulas ni carretas, des- tanto a lo largo de la cordillera de los Andes como per-
conocidas para los incas; por tanto, no constituían vías pendicularmente a ella. Los caminos principales partían
adecuadas para el intenso trajín del mercurio, aunque de la plaza de Hawkaypata, en el centro de Cuzco, espa-
fueron utilizadas ampliamente para ello durante todo el cio que hoy ocupan la de Armas, la de San Francisco, la
período colonial. Alternativamente a la ruta anterior, del Cabildo o Regocijo y tres manzanas de casas. La red
en ocasiones se utilizó una vía mixta marítimo terrestre vial cubría una longitud de 5.000 km de los 7.000 que
que, descendiendo por Chincha o Pisco, continuaba por tiene la cordillera de los Andes, uniendo la capital con
barco hasta Quilca, desde donde se retomaban los cami- los cuatro suyus o provincias del imperio: hacia el norte,
nos incas que subían hasta Arequipa, La Paz y, finalmen- hasta Pasto (Colombia), discurría el Chinchaysuyu,
te, Potosí. escindido en dos ramas hasta la frontera de Ecuador;
A la vista de que los inconvenientes del camino hacia el sur se abría el Collasuyu, igualmente dividido
terrestre eran grandes y el tráfico por ellos costoso, el en dos ramales que llegaban respectivamente a Santia-
virrey Toledo, en 1574, decidió que el azogue de Huan- go (Chile) y Mendoza (Argentina); en dirección al océa-
cavelica se enviara a Potosí a través de Arica, por una no Pacífico se dirigía el Contisuyu, enlazando con Are-
vía mixta marítimo-terrestre, aunque el transporte por quipa (Perú); el cuarto, o Antisuyu, comunicaba Cuzco
los Andes se siguió realizando, esporádicamente, hasta con la selva amazónica, aunque su extensión y trazado
1580. Así pues, en lo sucesivo el mercurio se llevaría no están bien definidos (Fig. 5; Murra, 2002, modifica-
mediante recuas de Huancavelica a Chincha (en la zona da).
costera), de aquí a Arica en barco y, finalmente, otra Realmente, los caminos encontrados por los españo-
vez en recuas, de Arica a Potosí. La mayor longitud y les empezaron a construirse al menos 1.000 años a.C.,
complejidad organizativa y logística de este transporte es decir, 2.400 años antes de la consolidación del impe-
eran compensadas sobradamente por los recorridos rio Inca. Desde sus primeros tiempos se trataba de cami-
mucho menores que había que realizar por los lentos y nos especialmente habilitados, con señalización y servi-
difíciles caminos andinos. La presencia de Arica en el cios, que respondían a necesidades económicas, sociales
transporte del azogue sólo se justifica por su estratégi- o religiosas y no al rutinario trasiego diario. Discurrían
co emplazamiento, ya que lo malsano del clima dificul- por desiertos, terrenos abruptos, selvas, sabanas, super-
taba el mantenimiento de población estable. ficies pantanosas y páramos situados a gran altitud (Ins-
Utilizar la ruta marítimo-terrestre tenía otras venta- tituto Nacional de Cultura, 2004).
jas. En primer lugar, al ser Arica el puerto en donde Los incas rehabilitaron, reabrieron y perfeccionaron
prácticamente se centralizó la llegada de mercancías de muchos de los viejos itinerarios construidos por los
otros lugares del Pacífico y de España destinadas a Poto- imperios Huari y Tiwanaku, superándolos en magnitud.
sí, Oruro y otras localidades del interior, disponía de A Pachacutec (1438-1471), Tupaq Yupanqui (1471-
grandes reservas de animales de transporte para efec- 1493), Huayna Qhapaq (14993-1527), Huascar (1527-
tuar estas entradas. En segundo lugar, se abría la posi- 1532) y Atahualpa (1532-1533) se debe el engrandeci-
bilidad de utilizar el retorno de las recuas azogueras a miento de la red y que adquiriera la forma de un pro-

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fueron también aplicadas para solventar
el mismo problema en otros espacios.
Cuando el terreno sobre el que se apoya-
ba el camino tenía una pendiente lateral,
se levantaba un murete longitudinal en el
lado más bajo a fin de contener el relle-
no con el que nivelaban el piso. Los tra-
mos que podían verse afectados por
encharcamientos o inundaciones estaban
dotados de drenajes o se construían
sobre elevados; en el caso de terrenos
pantanosos se efectuaba un relleno de
piedras sobre el que se emplazaba el
camino (Regal, 1936). Si el terreno era
ondulado, el camino se adaptaba a la
topografía. Al atravesar parajes desérti-
cos el camino tan sólo era demarcado por
hileras de piedras o postes de madera,
sin más aditamentos. Los viales que atra-
vesaban las regiones a gran altura, por
encima de 3.800 m, se reforzaban para
resistir las duras condiciones climáticas y
se pavimentaban con piedra. Cuando los
caminos cruzaban valles o zonas con
labores agrícolas, se construían muros
laterales de tapial de adobe de unos 2 m
de altura (Hocquenghem, 1994) para evi-
tar que los viajeros dañaran los cultivos
(Instituto Nacional de Cultura, 2004). En
estas zonas feraces se plantaban árboles
en los bordes del camino y se excavaban
acequias para uso de los caminantes
(Regal, 1936).
Una característica muy marcada de los
caminos prehispánicos era la primacía de
Figura 5. Red de caminos incas según John Hyslop. la línea recta, demostrando que su obje-
tivo era acortar las distancias (Regal,
1936).
yecto integral de comunicaciones terrestres que hicie-
ran posible el gobierno de tan amplio territorio (Espino-
za, 1995).
Los caminos se diseñaron y acondicionaron para la
circulación de personas, muchas veces acompañadas por
recuas de llamas. Fueron especialmente útiles para las
comunicaciones internas por medio de correos o chaskis
que, recorriendo a pie distancias cortas (unos 5 km), se
relevaban avanzando entre todos unos 240 km diarios.
Sin embargo estas vías no estaban preparadas para el
movimiento de los caballos, mulas y carretas introduci-
dos por los españoles.
La técnica constructiva de los caminos se adaptó a la
disponibilidad de materiales y a la orografía (Fig. 6; Ins-
tituto Nacional de Cultura. s/f.). Así, en las zonas roco-
sas la propia roca es el piso del camino, sin otro adita-
mento; tan sólo cuando la pendiente era superior al 10%
se recurría a la construcción de escaleras de piedra con
peldaños de 0,2 a 0,3 m de altura (Regal, 1936), a veces
muy largas, como la subida de Pariacaca que tiene 3.000
escalones (Espinoza, 1995); si la pendiente era menor
del 10%, se construía una rampa. Estas dos soluciones Figura 6. Camino inca en las proximidades del lago Titicaca.

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La anchura de los caminos dependía del trazado y de unos pilares sobre los que colocaban lajas de piedra, lo
la naturaleza del entorno. Existen descripciones colo- que permitía salvar vanos muy estrechos; para anchuras
niales que refieren que sus dimensiones eran de 6 varas mayores, se utilizaban cornisas voladizas en los estribos
(5 m, Regal, 1936), de 8 pasos (unos 5 m) o permitían sobre las que se colocaban lajas muy largas. Los puen-
circular simultáneamente a 6 hombres a caballo (9-10 tes de madera estaban compuestos por estribos de
m). En la actualidad se conocen caminos incas cuyas mampostería o de piedra, sobre los que se asentaban
anchuras varían desde las propias de una senda (1 m) troncos desbastados, directamente o en voladizo, lo que
hasta 10 m. (Hocquenghem, 1994). En cualquier caso, permitía salvar hasta unos 16 m de vano. Finalmente, la
los incas mantenían los caminos despejados de piedras y oroya era un cesto suspendido de una gruesa cuerda
maleza y delimitados por alineaciones que definían su fijada en las márgenes del río, de la que tiraban dos per-
traza (Instituto Nacional de Cultura, 2004). sonas situadas una en cada orilla.
Para algunos historiadores, la red vial inca no tuvo La red vial del Qhapaq Ñan era mantenida por los
por misión ser utilizada por todos los habitantes del pueblos incas situados en sus inmediaciones o en la ori-
ámbito andino sino que, por ser propiedad estatal, esta- lla de los caminos. Con la llegada de los españoles,
ba única y exclusivamente al servicio del poder, esto es, sufrió una primera época de abandono y destrucción que
de los ejércitos, de los correos, de los administradores duró una década, para luego ser recuperada e integrada
encargados del gobierno del imperio y de los transpor- en el sistema colonial. No obstante tan sólo se privile-
tistas que llevaban las mercancías a los almacenes esta- giaron las rutas comerciales de interés, como fueron las
tales o a Cuzco desde las muchas veces lejanas tierras relacionadas con el transporte de mercancías y minera-
de cultivo o desde la costa (Espinoza, 1995; Rostwo- les a y desde determinados centros de producción y con-
rowski, 2006). Para otros, los caminos se dividían según sumo, abandonándose las restantes a su suerte.
su funcionalidad, estando autorizado el paso exclusiva- El mantenimiento de las vías coloniales fue muy defi-
mente de personas y animales dedicados a la actividad ciente debido a que la abundante mano de obra indíge-
correspondiente. Así, se citan el camino real (para la na que era necesaria para ello, movilizada a tal fin
élite dominante), los caminos colectivos (para uso del durante la época incaica, ya no existía pues había sido
pueblo), los caminos militares, los caminos religiosos diezmada por las enfermedades introducidas por los
que conducían a los santuarios, los caminos comercia- españoles y los esclavos negros, reducida a poblaciones
les, los caminos de pastoreo (para el paso de auquéni- aisladas o trasladada a los centros productivos para ser-
dos), los caminos mineros y los caminos locales para uso vir en la minería, obrajes u otras actividades coloniales
común (Castro et al, 2004; Instituto Nacional de Cultu- (Instituto Nacional de Cultura, 2004).
ra, 2004). En cualquier caso, los caminos incas cumplieron una
La red vial inca estaba dotada de instalaciones que importante función y fueron vitales para el transporte
facilitaban el viaje a los viandantes. A distancias regu- de las mercancías coloniales, incluido el azogue de
lares se disponía de tambos (para alojamiento y descan- Huancavelica, y tan sólo declinaron cuando los moder-
so de los viajeros y almacenamiento de mercancías), nos medios de transporte motorizado alteraron para
kanchas (recintos usados como habitaciones o vivien- siempre los patrones del transporte terrestre.
das), kallankas (galpones dedicados probablemente a
alojamientos), qollqas (silos dedicados al almacena- 3) LOS MEDIOS DE TRANSPORTE TERRESTRE: LLAMAS
miento de alimentos), santuarios (lugares de enterra- Y MULAS
miento), chakiwasi (alojamientos para los correos o
chaskis, situados cada 5 km aproximadamente) y apa- Las llamas fueron los animales inicialmente utilizados
chetas (lugares sagrados formados por la acumulación para el transporte del azogue (Fig. 7; Peña, 2011, modi-
de rocas dejadas por los viajeros). La presencia de fuen- ficadas). Cada una cargaba aproximadamente algo más
tes de agua dulce en la proximidad de los caminos o de de dos arrobas (23 kg), colocadas por mitades a ambos
ramales secundarios que conducían a ellas era frecuen- costados del animal. Las recuas de llamas viajaban nor-
te (Instituto Nacional de Cultura, 2004). malmente unas tres leguas diarias (16 km aproximada-
Mención aparte merecen los puentes que permitían mente); no eran, por tanto, animales rápidos.
superar caudalosos ríos y profundos barrancos. Existían Cuando la remesa de azogue a transportar precisaba
de cinco tipos: colgantes, flotantes, de piedra, de de una recua numerosa, a veces de miles de animales,
madera y oroyas (Cobo, 1956, II; Instituto Nacional de se dividían organizándolos internamente como recuas
Cultura, 2004; Regal, 1936). individuales de unos 25 ejemplares, la mayor parte
Los primeros estaban construidos con sogas (crizne- machos adultos; cada una de éstas era liderada por un
jas) elaboradas con fibras vegetales de la región, que animal guía que conducía al resto de la recua. En otras
eran ancladas por sus extremos a estribos de roca, y sus- ocasiones, las recuas grandes se dividían en grupos aún
tentaban la plataforma de paso formada por un tupido más pequeños, de diez animales (denominados piaras),
entramado de ramas. Los puentes flotantes estaban que podían ser manejadas por dos hombres (Rivera,
construidos por haces de totora (enea) flotantes atados 1995-1996). Cuando las recuas eran muy numerosas, la
entre si, con dos gruesos pasamanos para sujetarse; carga de tantos animales podía durar varios días por lo
parece que sólo se usaron en el ámbito del lago Titica- que no necesariamente la recua partía unida, sino divi-
ca. Los puentes de piedra más pequeños constaban de dida en grupos más pequeños y manejables.

60 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


todo el camino, sin darles grano ni paja; [...] herraje no
lo gastan, porque, además de ser patihendido, tienen
pulpejo en pies y manos, y no casco.
A pesar de tan indudables ventajas, la humedad de
las zonas costeras afectaba negativamente a las llamas,
pues las infectaban los parásitos contra los que no esta-
ban inmunizadas.
Las llamas necesitaban arneses de totora (izangas)
para portar las cargas de azogue. Las izangas eran con-
feccionadas en Arica durante los seis meses de invierno
por indios especialistas que bajaban de Ilabaya, Tarata
y Putina, localidades ubicadas en el altiplano sur perua-
no. En verano no acudían por ser el clima dañino para
ellos. En 1612, en pleno auge del tráfico del azogue, lle-
garon a dedicarse a esta labor unos cuarenta indios de
dichos pueblos (Rivera, 1995-1996). La paja para las
izangas se obtenía del totoral de Arica, que era una
mancha de enea tan grande como una plaza (Serrera,
1992), situada en los pantanos de la desembocadura del
río Azapa. En épocas normales se confeccionaban 6.000
izangas por temporada (Rivera, 1995-1996) que eran
compradas por el tesorero del almacén real a razón de
1,9 reales el par en 1627, y de 2 reales en 1651. Los
transportistas, a su vez, las compraban a crédito en
dicho almacén pagándolas a la vuelta de su viaje (Dag-
nino, 1909).
A finales del siglo XVI y principios del XVII el ganado
mular abundaba tanto que empezó a sustituir a las lla-
mas con objeto de suplir sus carencias y aumentar la
capacidad de transporte. Efectivamente, las mulas las
aventajaban en rapidez, recorrían más distancia diaria
(5 leguas o 28 km; Contreras, 1982) y cargaban hasta
cinco veces más (3 quintales, 138 kg; Rivera, 1995-
1996). Sin embargo, superada la zona costera y ya
alcanzadas las alturas andinas, las mulas sufrían por no
estar adaptadas a las condiciones de elevada altitud en
las que se efectuaba el recorrido y no resistir las incle-
mencias del tiempo ni la escasez de forrajes tan bien
como las llamas. Por estas razones la mortandad de las
mulas en cada acarreo era bastante elevada lo que obli-
gaba a que las caravanas llevasen animales de reempla-
zo, descargados, con objeto de aliviar la carga de aque-
llos que, por el esfuerzo, lo requerían y para cubrir las
abundantes bajas. A pesar de ello, en los siglos XVII y
XVIII las mulas eran preferidas a las llamas por su mayor
Figura 7. Tres dibujos de llamas debidos a fray Diego de Ocaña (c. 1605). capacidad de transporte (Rivera, 1995-1996).
Debido al auge del transporte de mercancías de todo
tipo de Arica al altiplano, la producción local de mulas
Las llamas eran animales sobrios que subsistían en el era insuficiente para atender la demanda, por lo que
seco altiplano sin necesidad de cuidados especiales, ali- era necesario importar hasta 100.000 mulas anuales
mentándose de la vegetación que existía en el terreno. desde Chile y Tucumán. Se calcula que en 1700 transi-
Garcilaso de la Vega lo explica claramente (Vega, 1985): taban unas 200.000 mulas desde y hacia Arica (Aguirre,
Con ser las recuas tan grandes como se ha dicho y los 2000). El negocio de las mulas llegó a ser tan rentable
caminos tan largos, no hacen costa alguna a sus dueños, que se descuidó completamente la cría caballar hasta el
ni en la comida ni en la posada ni en herraje ni apare- punto de que incluso el ejército de Chile no pudo obte-
jos de albarda, jalma ni albardoncillo, pretal, cincha ni ner caballos suficientes para combatir a los araucanos,
gurupera, ni otra cosa alguna de tantas como los arrie- sin que las prohibiciones y multas remediaran la situa-
ros han menester para sus bestias. En llegando a la dor- ción (Dagnino, 1909).
mida, los descargan y los echan al campo, donde pacen Aunque el ganado mular fue un elemento fundamen-
la yerba que hallan; y de esa manera los mantienen tal en el desarrollo de la economía colonial, paradójica-

De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época 61


mente la Corona, hecha excepción del rey Carlos III,
siempre buscó fomentar la cabaña caballar en detrimen-
to de la mular, prohibiendo desde el primer momento el
desarrollo y difusión de estas acémilas mediante nume-
rosas pragmáticas. No obstante, como en tantas otras
cuestiones, la sociedad colonial hizo caso omiso de los
mandatos reales, criando numerosísimas mulas que
constituyeron el nervio del sistema de transportes y
comunicaciones terrestres y un elemento de primer
orden para el mantenimiento económico de una buena
parte de la población india, negra y mestiza (Serrera, Figura 8. Arriero indígena hacia 1886.
1992).
A pesar de que para el trajín de mercancías con Poto-
sí, Oruro, La Paz o Chuquisaca, en Arica había más de mercantiles, pero manteniendo prestigio y posición den-
2.000 mulas y 12.000 llamas (López de Caravantes, tro de su comunidad (Rivera, 1995-1996).
1985;II), era un lugar poco apto para guardar el ganado, Las mulas, poco a poco, fueron sustituyendo a las lla-
fuese de la naturaleza que fuese, pues ni en la pobla- mas pero la utilización de aquellas no varió la organiza-
ción ni en sus alrededores existían pastos para alimen- ción del transporte, que siguió el mismo patrón que con
tarlo. Por ello, los arrieros que tenían que acudir a Arica las llamas.
mantenían lugares acondicionados para la guarda y pas- Normalmente, el transportista debía costear todos
toreo de sus recuas en las partes medias del valle de los gastos ocasionados por el viaje como eran la contra-
Azapa. Allí, a razonable altitud, en un ambiente más tación de personal, el mantenimiento de los animales y
propicio, las llamas esperaban la llegada del cargamen- su reposición cuando enfermaban o morían, los envases
to, momento en el que se bajaban a Arica para ser car- del mercurio, las pérdidas de azogue por accidente o
gadas e iniciar el transporte a Potosí. Aún así, la mor- desgaste de los envases, la sustitución de éstos, los fle-
tandad de llamas en la zona costera era elevada lo que tes, etc.
indujo a utilizar la mula como medio de transporte Las recuas eran de tamaño variable pues la cantidad
entre Arica y las haciendas interiores donde se mantení- de azogue transportada variaba de 30 a 300 y más quin-
an en espera las caravanas de llamas. tales. Uno de los principales problemas del trasiego del
Por una u otra razón, llamas y mulas descansaban mercurio era encontrar la mano de obra (arrieros) que
habitualmente en los pastizales situados a una distancia debía acompañar a las recuas durante el viaje. Esta
de unas 40 leguas (220 km) de Arica, donde permanecí- necesidad, con frecuencia, se solucionaba recurriendo a
an esperando la orden de bajar a la ciudad. Que las las contrataciones colectivas a través de los curacas o
recuas estuvieran a esta distancia de Arica suponía que, caciques locales, los cuales proporcionaban arrieros en
iniciado el descenso para acudir al puerto, las llamas grupos encabezados por un hilaca o autoridad étnica. Los
tardasen en llegar de 10 a 15 días, y las mulas de 6 a 8 salarios de la partida de arrieros eran adelantados al
días. En estas condiciones, cuando la coordinación entre curaca y pagados, con frecuencia, en barras de plata
la llegada del barco con el azogue y las recuas no era ensayada. A los efectos salariales no se computaba el
buena, se producían notables retrasos que siempre viaje de vuelta. Un hecho frecuente era el engaño de los
daban lugar a problemas y discusiones (Cobb, 1977). Tal curacas a los indios que estaban bajo su tutela, retenién-
era el caso cuando las mulas esperaban en Arica la lle- doles indebidamente parte del salario comprometido.
gada del barco para cargar el azogue sin demora; si se Otra modalidad de contratación consistía en que los
retrasaba, los arrieros devolvían las mulas a sus pastos y arrieros indios establecían compromisos personales con
ellos mismos se marchaban, siendo lento y complicado el dueño de la recua, o carnerero, sin mediación de las
que regresaran al puerto para proceder a la carga (Dag- corporaciones indígenas. En estos casos la duración del
nino, 1909). contrato no solía ser por un viaje único con destino defi-
nido, sino más bien por un tiempo acordado previamen-
4) LOS ARRIEROS te (seis meses a varios años). El indio contratado recibía
un adelanto del salario, quedando vinculado laboral-
El transporte del azogue era realizado, en sus prime- mente al dueño de la recua durante el periodo pactado.
ros tiempos, con un sistema de caravanas de llamas Las cantidades percibidas variaban ligeramente de unos
directamente vinculado a las prácticas de pastoreo contratos a otros. Entre 1650 y 1685 eran de unos cien-
andinas. Dada la complejidad de los traslados y del to veinte pesos anuales (Escobari, 1985), a los que había
territorio a recorrer, desde muy temprano el manejo del que añadir algún pago adicional como doce varas de cor-
trajín fue dejado en manos de los indígenas aymaras, dellate (tela basta de lana), alpargatas o un real diario
que organizaban dichos traslados como verdaderas para la alimentación.
empresas, reservándose los funcionarios españoles el Las cuadrillas o partidas de arrieros solían contratar-
control del embarque y la recepción de las cargas (Fig. se o estar formadas por grupos de una decena de indios.
8; Monnier, 2005). El arriero azoguero aymara se trans- El número de animales que conducía cada uno de ellos
formó con el tiempo en un pequeño señor con atributos se negociaba, siendo lo normal diez llamas por persona.

62 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


Para alimentarse durante el viaje, los indígenas lle- El número de arrieros que tenían a Huancavelica
vaban sus propios mantenimientos, sufragados por ellos como centro de operaciones era numeroso, especial-
mismos, a lomos de dos llamas de su propiedad, que mente teniendo en cuenta el comparativamente reduci-
incrementaban el número de animales de la recua. do número de sus habitantes, que apenas llegaba a las
Las jornadas recorridas diariamente por las llamas 5.000 personas en promedio. En 1691, el censo de arrie-
eran de tres leguas (unos 16 km), distancia que los ani- ros y sus mulas era el que se indica en la Tabla 1, sien-
males cubrían antes de cansarse. Cuando sucedía esto, do en esta época 3.000 los pobladores de la villa, lo que
se echaban al suelo y no había forma de levantarlas, supone un arriero por cada 45 personas (Patiño, 2001).
según expresa gráficamente el fraile Diego de Ocaña Como puede apreciarse, la mayor parte de los animales
(Ocaña, 1987): Estos indios andan con los carneros de la estaba en poder de un pequeño número de arrieros exis-
tierra, que son criados con su flema; y tienen tanta que tiendo, no obstante, pequeños propietarios con hasta 20
si un carnero de aquellos se echa con la carga no se mulas (2 piaras; Contreras, 1982). En Huancavelica,
quiera levantar aunque el indio le dé mil palos ni aun- estos arrieros solían alojarse, junto con comerciantes y
que lo maten; y por mucho que le tuerzan la cola y le cargadores, en la casa llamada Tambo de Mora, que
aprieten los compañones, no se levanta. Y el indio se todavía se conserva (Fig. 9).
asienta en el camino junto al carnero y así se le está
mirando dos y tres horas hasta que el mismo carnero se
levanta. Y los demás indios van caminando adelante con
los demás; y por esto no andan españoles con ellos sino
indios, porque ha acontecido, viniendo algunos españo-
les con estos carneros, echarse en el camino de cansa-
dos, que es muy ordinario, y querer levantarlos el espa-
ñol y matarlos a palos y dejárselos por aquellos caminos
muertos; y por esto no andan con ellos sino indios, que
son flemáticos.
Para cubrir esta contingencia y la frecuente muerte
de animales ocasionada por enfermedad o accidente,
las caravanas llevaban un determinado número de ani-
males descargados de reserva cuyo número dependía
del tamaño de la recua. De esta forma, se cubrían las
bajas y, si alguna llama con carga mostraba síntomas de
fatiga, se le quitaba la carga que era trasferida a un ani-
mal de refresco. Todo con tal de evitar que los anima-
les se acostaran y paralizaran la recua (Vega, 1985). En
estos casos la mortandad obligaba a llevar animales de
repuesto para sustituir a los que morían por el camino.
En el verano andino, las jornadas se iniciaban antes
del alba, a fin de evitar la marcha durante las horas de
mayor calor. Llegados al lugar de la acampada (Vega,
1985): Los mercaderes llevan sus toldos y los arman en
los campos, donde quiera que quieren parar a dormir, y
echan dentro de ellos la mercadería; no entran en los
pueblos a dormir, porque sería cosa muy prolija llevar
y traer el ganado del campo.
En lo que respecta a Huancavelica puede decirse que Figura 9. Puerta de entrada al antiguo Tambo de Mora, actualmente vivienda
su población, en el día a día, fluctuaba como conse- privada en estado semi ruinoso.
cuencia de las actividades de los vecinos, siendo una de
las más importantes la de los factores o arrieros que Cuando se preparaban los envíos de azogue para
transportaban el azogue a Chincha, a donde realizaban Chincha, la población huancavelicana esperaba expec-
viajes muy frecuentes (Patiño, 2001). tante la llegada de las recuas de mulas desde Chile,

Nº DE MULAS Nº DE CASOS PORCENTAJE TOTAL MULAS PORCENTAJE


1 – 10 23 35 171 11
11 – 20 20 30 326 22
21 – 50 18 27 614 41
51 o más 23
TOTAL 66 100 1.501 100
Tabla 1. Censo de arrieros en Huancavelica en 1691.

De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época 63


Tucumán o Rosario. En el momento de entrar en la ciu- lancia de sus compradores, los funcionarios de las Cajas
dad los arrieros cantaban y silbaban al compás del paso Reales (Rivera, 1995-1996).Tanto las badanas como los
de las bestias, lo que dio lugar a un ritmo peculiar deno- cordones de tralla eran adquiridas por los transportistas
minado muliza. En ese momento, infinidad de hombres en el almacén real abonando su valor al retorno del
y mujeres tomados de las manos se unían a la comitiva, viaje (Dagnino, 1909)
cantando y bailando al son de las bestias y de los arrie- A veces escaseaban las badanas por lo que las dispo-
ros, en un ambiente de fiesta general; con el tiempo, la nibles en el mercado alcanzaban un elevado precio; en
muliza se popularizó de tal manera que desde Huanca- estos momentos, llegaban a suministrarse como alterna-
velica hasta Cerro de Pasco se cantaba en las serenatas tivas incluso pieles agusanadas o en mal estado. Esta
que los enamorados ofrecían a sus amadas, y se bailaba escasez causaba complicaciones de suministro como
a la más mínima ocasión. Cuando las recuas cargadas de ocurrió en 1608, año en el que se acumularon 1.500
azogue abandonaban la villa con destino a Chincha, las quintales de azogue en los almacenes de Arica sin posi-
mujeres que quedaban se despedían de sus maridos e bilidad de ser transportados a Potosí por falta de bada-
hijos arrieros cantándoles una tonada triste llamada nas (Cobb, 1977), a pesar de que la Corona compraba
cacharpari (Patiño, 2001). grandes cantidades de badanas y cordones; por ejem-
plo, en 1608 se adquirieron 4.800 y 4 arrobas, respecti-
5) ENVASES DEL AZOGUE vamente (Dagnino, 1909).
Para reponer las badanas que resultasen dañadas o
El transporte físico del mercurio siempre fue un pro- podridas, las caravanas llevaban repuestos con los res-
blema para la Corona española debido a su naturaleza pectivos cordones para atarlas. En general el azogue se
pesada, líquida y escurridiza que dificultaba que pudie- preparaba en atados de dos badanas o maito (Cantos de
ra empaquetarse de forma estanca, resistente y segura Andrada et al., 1965).
(Fig. 10). En los años iniciales del transporte se usaron Con objeto de eliminar las pérdidas durante el trans-
cueros de vaca y pequeñas botijas tapadas con brea, porte, en septiembre de 1593 los expertos en minería
que posteriormente fueron sustituidas por odres de Francisco Tofiño (conocedor de las minas de Guadalca-
cuero curtido cosido (badanas), atadas con cordones nal y Almadén) y Leonardo Ballestreri propusieron enva-
trenzados de tralla, en los que cabían entre media y una sar el azogue en cuernos de buey o de vaca recubiertos
arroba (5,75-11,5 kg) de metal (López de Caravantes, interiormente de betún, comprometiéndose a propor-
1985; IV). cionar 100.000 recipientes. No hay noticia de que se
implantara esta novedad (Lohmann, 1949).
En cualquier caso, las badanas fueron utilizadas
durante el período colonial sin que las frecuentes pérdi-
das forzaran, salvo esporádicamente, la búsqueda de
una mejor solución que, al parecer, no se pudo encon-
trar. Cuando el azogue se llevaba desde España a Amé-
rica, las badanas se protegían introduciéndolas dentro
de envases de madera que, a su vez, se colocaban den-
tro de cajas de madera reforzada. Unos y otras se forra-
ban interiormente de paja u otras fibras vegetales tren-
zadas con objeto de evitar golpes (Fig. 11).

6) LOS ASIENTOS DEL TRANSPORTE DE


HUANCAVELICA A POTOSÍ (1577-1591) Y LA
POSTERIOR SOLUCIÓN

Antes de que la Corona expropiase las minas de Huan-


cavelica en 1574, el comercio del mercurio era libre y
los mineros se encargaban de transportarlo por su cuen-
ta y riesgo, llevándolo por tierra a Potosí vía Cuzco, o
bien por una ruta mixta marítimo terrestre, primero por
Figura 10. Reproducción de una badana de Almadén.
Pisco y después por Chincha, desde donde era embarca-
do a Nueva España y a Quilca (en las cercanías de Are-
quipa) para ser transportado a las minas del altiplano
(Patiño, 2001).
Las badanas usadas en Huancavelica se preparaban El 13 de febrero de 1574, el virrey Toledo promulgó
en las provincias vecinas mientras que las empleadas en las Ordenanzas de las minas de plata de Potosí y Porco
Arica se confeccionaban en el centro de Chile y signifi- según las cuales los mineros productores de mercurio
caron un inmenso y fructífero negocio durante los siglos estaban obligados a vender a la Corona todo el que
XVII y XVIII (Salas, 2008). Además, existía un tráfico obtuviesen al precio fijado por ella, sin que pudieran
clandestino que llegaba a Lima y Arica burlando la vigi- comercializarlo libremente. Como numerosos comer-

64 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


en Lima, Huancavelica, Chincha, Arica y Potosí (Cantos
de Andrada et al., 1965).
La diferencia de 13 pesos ensayados por quintal entre
los precios de compra y de venta era prácticamente
absorbida por los más de 8 pesos ensayados de los gas-
tos de transporte y los costes de personal no contabili-
zados, quedando un pequeño margen que cualquier pro-
blema en el flete podía comprometer haciendo entrar el
negocio en pérdidas.

Figura 11. Badana, envases para contenerla y caja de embalaje para el CONCEPTO COSTE
transporte utilizados en el envío de azogue desde Almadén a América. 4 badanas de cuero 1p 4t
Hilo, aderezo y sebo 2t
ciantes tenían azogue almacenado desde antes de las Flete de Huancavelica a Chincha 3p 2t
Ordenanzas, Toledo les autorizó a venderlo en Potosí a Balsas para trasladar de la costa al barco 1t
85 pesos ensayados el quintal.
Cuando esta cantidad se agotó, fue necesario que la Flete del navío desde Chincha a Arica 1p 4t
Corona montara un sistema de transporte a Potosí. La Flete de Arica a Potosí 5p 5t
primera partida de 2.500 quintales (115 t) se envió en Total 12p 2t
1574, con un resultado económico negativo para el Esta-
do. Para evitar estas pérdidas, las autoridades decidie- Tabla 2. Coste de transporte de un quintal de azogue de Huancavelica a Poto-
ron desligarse de este tráfico, que tan oneroso resulta- sí en 1580.
ba, pactando un asiento, a modo de factoría, con trans-
portistas particulares.
El 29 de mayo de 1577 y por tres años, la sociedad En realidad las cosas no fueron tan negativas, ni
compuesta por Luis Rodríguez, Gaspar de Solis, Gonzalo mucho menos, ya que valiéndose de su calidad de cria-
Hernández y Juan Rodríguez se hizo cargo de la primera dos del virrey, los asentistas compraron mediante terce-
concesión, adquiriendo el azogue a la Corona en Huan- ros azogue a menor precio del establecido por el contra-
cavelica al precio de 64 pesos y un grano ensaya- to, vendiéndolo en Potosí muy por encima de él (a 110
dos/quintal para venderlo en Potosí, y sólo allí, a 85, y 120 pesos ensayados/quintal). Este azogue fraudulen-
con cargo de entregar en efectivo el 66% del importe en to se transportaba con el adquirido legalmente pero no
Huancavelica y el resto en la Caja Real de Potosí. La quedaba reflejado en la contabilidad, por lo que la
ganancia neta de este contrato fue de 13 pesos ensaya- sociedad se enriqueció rápidamente, defraudando a la
dos/quintal y 221.000 pesos ensayados en total, tenien- Corona los derechos fiscales correspondientes. Los con-
do en cuenta que se les entregaron 17.000 quintales de cesionarios tampoco cumplieron con la aportación com-
azogue (782 t) en los tres años de vigencia de la conce- prometida a la Caja Real de Huancavelica (Fig. 12; Ins-
sión. Sin embargo, los transportistas no cumplieron sus tituto Geológico y Minero de España, s/f, modificada)
compromisos de ingresar en la Caja de Huancavelica las por lo que ni los mineros ni los jornaleros cobraron las
cantidades acordadas, por lo que los mineros no pudie- cantidades estipuladas en sus plazos.
ron cobrar el azogue suministrado en los plazos estable- Una de las cláusulas del contrato de transporte firma-
cidos. do por Corzo, Prendones y Guzmán establecía que antes
Un segundo contrato de transporte fue suscrito por el de convenirse un nuevo asiento debía haberse agotado
virrey Toledo el 6 de marzo de 1580 con la sociedad for- todo el azogue que ellos hubiesen adquirido. Al venci-
mada por Carlos Corzo, Juan de Prendones y Francisco miento del contrato de Corzo y sus socios la situación no
de Guzmán a fin de que transportaran azogue a Potosí era favorable para su subrogación ya que, por una parte,
hasta finales de 1582. En este caso los concesionarios el consumo de azogue en Potosí había disminuido como
compraban a la Corona el mercurio en Huancavelica a 72 consecuencia de que los desmontes a tratar eran meno-
pesos ensayados/quintal para venderlo en Potosí a 85 res mientras que, por otra, la producción de Huancave-
(Lohmann, 1949). Del precio de compra, 42 pesos debí- lica, legal más ilegal, excedía la demanda potosina en
an se abonados a los mineros en Huancavelica y los otros unos 3.000 quintales (138 t) anuales. Con ello, el azogue
30 a la Real Hacienda en Potosí (López de Caravantes, almacenado en Huancavelica que estaba pendiente de
1985; IV). transportar a Potosí crecía, sumando a comienzos de
El coste por quintal de flete entre Huancavelica y 1583 la cantidad de 11.000 quintales (506 t). De acuer-
Potosí (en pesos corrientes) que tuvo la sociedad fue el do con ello, los concesionarios de un nuevo asiento ten-
que se indica en la Tabla 2. Equivalen a 8p 6t 3g ensa- drían que comprar mercurio al ritmo y precio estableci-
yados. do por su contrato pero no podrían venderlo hasta que
En estos costes no estaban contabilizados los ocasio- Corzo y sus socios hubieran liquidado el suyo, lo que se
nados por el personal dependiente de los concesionarios estimaba que demoraría unos dos años.

De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época 65


mir directamente la misión de transportar el mercurio
a Potosí.
Mediante cédula de 29 de diciembre de 1593, la
Corona encargó al virrey que buscase una solución para
el envío del azogue a Potosí sin su intervención direc-
ta. El 20 de enero de 1595, el virrey contestó con un
despacho aduciendo que estimaba difícil que nadie
estuviera interesado en ello pues había almacenados
30.000 quintales (1.380 t) que debían ser consumidos
antes de que el negocio reportara beneficios lo que, en
el supuesto de que no se incrementara dicha cantidad,
y al ritmo de consumo del momento, llevaría unos tres
años. Por otro lado tampoco consideraba positivo
entregar esa cantidad de azogue a uno o varios asen-
tistas para que lo vendiesen ya que se corría el riesgo
Figura 12. Detalle del plano esquemático de Huancavelica en 1742 mostrando
de un desfalco. Finalmente, comunicaba que desde la
la situación de las Caja Real, en la Plaza de Armas y próxima a la catedral.
quiebra de la sociedad de Juan Pérez de las Cuentas
existía tal prevención contra el comercio del azogue
que nadie deseaba arriesgar su dinero en él. Esta con-
Vencido con holgura el plazo del contrato con testación motivó la respuesta real mediante cédula de
Corzo, Prendones y Guzmán, en 1585 el virrey Torres y 11 de agosto de 1596 en la que se ordenaba que el
Portugal concertó un nuevo convenio que fue concedi- transporte del mercurio se realizara por la Corona bajo
do a la sociedad encabezada por Juan Pérez de las la supervisión del virrey (Lohmann, 1949). El texto de
Cuentas y apoyada por el inquisidor Antonio Gutiérrez la disposición que zanjaba este asunto es el siguiente
de Ulloa el cual, con muy malas artes, consiguió ser el (Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias,
único ofertante, apartando con engaños y bajo amena- 1998):
zas a otros dos candidatos. Esta sociedad se encargaría Ley iii. Que el trajín de los azogues de Huancaveli-
de transportar un mínimo de 7.000 quintales (322 t) ca a Potosí se haga por los Oficiales Reales con supe-
anuales de azogue a Potosí desde enero de 1586 a rintendencia del Virrey.
diciembre de 1589, adquiriéndolo a 68 pesos ensaya- D. Felipe II en Toledo, a 11 de agosto de 1596.
dos/quintal y vendiéndolo a 85. La Caja de Huancave- El porte y el trajín de los azogues que se hubieren
lica recibiría 37 pesos y la de Potosí los 31 restantes. de llevar de Huancavelica a Potosí ha de ser por nues-
Una cláusula del contrato establecía que mientras la tra cuenta, mano y medio de nuestros Oficiales Rea-
compañía no hubiese vendido todo el mercurio adqui- les, teniendo el Virrey del Perú y ellos gran cuidado de
rido, ni la Corona ni los particulares podrían efectuar que los de Huancavelica envíen el azogue a los de
transacciones con dicho elemento, aunque hubiese Chincha en el tiempo que tuvieren por más oportuno,
expirado el plazo convenido para la concesión. En con la seguridad y beneficio que conviene, y los de
1589, cuando habían transcurrido más de tres años Chincha lo remitan a los de Arica, y estos a los de
desde el inicio del contrato, el virrey García Hurtado Potosí haciendo que todos lo cumplan como cosa que
de Mendoza llegó al Perú para hacerse cargo del tanto importa; y lo mismo mandamos a los de Huanca-
gobierno, encontrando que la sociedad transportista no velica y Potosí y Justicias de Chincha y Arica, y que el
había rendido cuentas debiendo a la Corona 1.700.000 Virrey no disimule ninguna negligencia ni omisión en
pesos; la compañía fue embargada y el virrey pudo cualquiera de los susodichos y castigue con demostra-
recuperar 1.350.000 pesos. En diciembre de 1589 debía ción y ejemplo las culpas que averiguare.
haber concluido la actividad de la concesionaria pero No obstante, en momentos de emergencia los virre-
como la expiración de su contrato estaba supeditada a yes se vieron en la necesidad de seguir contratando los
la venta del azogue almacenado que fuera de su pro- viajes a transportistas privados, en condiciones
piedad, hubo que esperar a la venta de éste. muchas veces irregulares, aceptando la mejor o, con
El descubrimiento de la mejora del proceso de frecuencia, la única de las propuestas ofertadas
amalgamación por los hermanos Corzo redujo aún más (Cobb, 1977).
el consumo de mercurio en Potosí, de manera que la López de Caravantes, hacia 1615, realizó una esti-
cantidad de azogue depositado en Huancavelica se mación del coste que podría representar para la Coro-
incrementó todavía más, alcanzando los 16.000 quinta- na poner 5.500 quintales de azogue a disposición de los
les (736 t) en 1590. Con objeto de disminuir este rema- mineros potosinos, desde que se compraban en Huan-
nente, el virrey autorizó enviar 2.000 quintales a cavelica hasta que se vendían en Potosí. En lo que res-
Nueva España. pecta exclusivamente al transporte, sin contar con el
A finales de 1591 el Estado pudo poner fin a la situa- coste de los oficiales reales, llegó a las cifras que se
ción, recuperando la libertad para efectuar un nuevo indican en la Tabla 3, expresadas en pesos corrientes
contrato. Sin embargo, al no encontrarse a nadie inte- por quintal, basándose en los libros y cuentas de las
resado en esa actividad, la propia Corona tuvo que asu- distintas Cajas Reales (López de Caravantes, 1985; IV):

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Este coste supera en algo más de dos pesos por quin- RUTA DE TRANSPORTE DE HUANCAVELICA A
tal el de Corzo y sus socios de 1580. POTOSÍ POR VÍA TERRESTRE EN LA ETAPA
Una parte del pago del azogue se efectuaba cuando INICIAL
se entregaba éste en la Caja Real de Potosí, facturán-
dose el que realmente llegada a dicha villa. Sin embar- Esta modalidad de transporte se utilizó desde el ini-
go, con el tiempo se establecieron compensaciones con cio de los envíos de azogue a Potosí, hasta 1574. Des-
objeto de que el transportista no perdiera por las pér- pués sólo esporádicamente hasta 1580.
didas habidas durante el transporte, que eran inevita- La distancia por vía terrestre de Huancavelica a Poto-
bles por la rotura de las badanas o los accidentes que sí era de unas 280 leguas (1.500 km) que las recuas de
casi siempre se presentaban (Patiño, 2001). De ahí que llamas tardaban 3 meses en recorrer. El trayecto discu-
en la estimación de López de Caravantes se incluyan rría a gran altura, pues partía desde los 3.800 m de
dos partidas para cubrir estas pérdidas. Huancavelica, seguía por Cuzco, a similar altitud y lle-
gaba a la villa de Potosí a 4.200 m, atravesando collados
CONCEPTO COSTE incluso más elevados.
Flete de Huancavelica a Chincha 2p 5t 5g La ruta más probable, según la red de caminos incas,
debió ser la siguiente (Fig. 13, Ruta 1). Desde Huanca-
Merma de azogue en el flete 2t 7g
velica, mediante un ramal secundario, se iría a enlazar
Badanas, hilo, cajones 1p 5t 4g con la rama sur del camino principal de Chinchaysuyu,
Carga en el navío en Chincha 6g que discurría entre Sapallanga y Huanta, vía Paucará,
Flete de Chincha a Arica 1p 7t 9g alcanzándolo en las inmediaciones de éste. Ya en el
Descarga en Arica 6g camino principal, se seguiría a Ayacucho, Vilcashuaman,
Abancay, Limatambo y Cuzco (Regal, 1936). Desde aquí,
Flete de Arica a Potosí 6p 3t 9g
se viajaría por el camino principal del Collasuyu, pasan-
Merma de azogue en el flete 1p 7g do por Urcus y Ayaviri; en este lugar se tomaría el des-
Total 14p 3t 8g vío por el norte del lago Titicaca, o bifurcación de Oma-
suyu, atravesando Huancane, Pucarani, Ayo-Ayo, Cara-
Tabla 3. Estimación del coste de transporte de un quintal de azogue desde
collo, Paria, Oruro, y de aquí por un ramal secundario a
Huancavelica a Potosí hacia 1615.
Potosí o siguiendo un poco más por el camino principal
hasta Chayanta y Chuquisaca y posterior desvío secun-
Así pues, el transporte del mercurio continuó con sus dario a Potosí.
avatares hasta el fin de la época colonial, dependiendo De acuerdo con la información existente, la ruta
los virreyes con frecuencia de la disponibilidad de trans- pasaba por Cuzco, ya que según las cuentas de su Caja
portistas y de sus tarifas.

Figura 13. Rutas de transporte Huancavelica-Potosí.

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Real correspondientes a los años 1573-1580, los arrieros pues, aunque los españoles construyeron algunos puen-
de Huancavelica conseguían en pública subasta los con- tes de fábrica en pasos estratégicos, lo normal fue utili-
tratos para llevar el azogue a esta ciudad a razón de 10 zar los heredados de los incas, casi siempre colgantes,
pesos/quintal. El posterior transporte a Potosí vía Oruro reparándolos periódicamente. Sobre ellos el paso de las
sumaba otros 9 pesos/quintal por lo que el flete comple- recuas era siempre lento y problemático debido al movi-
to salía por 19 pesos. No obstante los costes podían miento de cimbreo a que estaban sometidos (Fig. 14;
variar a la baja llegando hasta los 15 pesos. Squier, 1974, modificada). El fraile mercedario Martín
Otra opción era tomar desde Ayaviri el ramal sur del de Murúa ha dejado una descripción de cómo eran estos
camino principal, o bifurcación de Hurcosuyu, que rodea puentes en 1611 (Murúa, 2001): [...] tuvo el Inca admi-
el lago Titicaca por abajo, pasando por Pucará, Juliaca, rable orden en el hacer puentes de crisneja (soga de
Puno, Juli, Desaguadero, Caquiaviri, Callapa, Corque y fibras vegetales) en los ríos grandes, para el pasaje y
Porco, bordeando la orilla sur del lago Popoo. De aquí, comunicación de unas provincias a otras. Estos puentes
por un ramal secundario, se accedería a Potosí. se hacían de unos a manera de bejucos, y se hacía una
La rigurosa climatología andina era un grave inconve- crisneja tan gruesa como un cable de navío y más, y
niente para efectuar el trasiego del azogue y de otras venía a dar sobre dos estribos que tenía a cada parte, y
mercancías y personas por el territorio a lo largo del año allí se estiraban y enlazaban en maderos fuertes. Estas
debido a que los viales se tornaban impracticables maromas eran tres o cuatro todas, que corrían por
durante la temporada de lluvias. Guaman Poma de Ayala igual, y dos a los lados algo más altas y, en la concavi-
(1615) dejó indicaciones precisas sobre esta circunstan- dad que había de las bajas a las altas, ponían unos palos
cia, indicando que el tráfico por los caminos se inte- fuertes y correosos que las cubrían; y por la cama de la
rrumpía prácticamente en la época de lluvias (Guaman puente hacían un tejido de sogas, como de espartos,
Poma de Ayala, F., 1987; III): [...] porque este mes que corría sobre las tres o cuatro crisnejas principales,
(diciembre) comienza a caer la agua del cielo y no le con que se tapaban los agujeros, y podían ir por la
deja hasta el mes de marzo, que ya no se puede andar puente los hombres y carneros, y demás animales, segu-
en todo el reino las recuas y rescatadores y mercachi- ramente y a placer sin peligro alguno.
fles ni los trajinantes de vino, de coca, ají, sal, harina
ni de maíz ni de ropa: todo se pierde por la gran fuer-
za de la agua y de los ríos.
El mes de febrero era especialmente malo (Guaman
Poma de Ayala, F., 1987; III): En este mes [...] es la
fuerza de los ríos; los caminantes han de descansar las
recuas y rescatadores y trajinantes y los que llevan
ganados a las ciudades. [...] Es la gran fuerza de la agua
del cielo que traspasa la tierra y así se dice [...] que es
tiempo de frío y en la sierra cae mucha nieve. [...] Y se
ha de trabajar en casa este mes y no salir fuera por
temor y peligro de enfermedades y de rayos y de ríos y
de aguaceros y en los llanos de temblores que vienen a
menudo este mes. Y los ríos no se puede vadear de nin-
guna manera porque Dios envía con su furia y no hay
que tentarle a Dios; entrar al río que se lleva los mon- Figura 14. Puente de criznejas (1864).
tes es como tentarle a Dios o quererse ahogar. Y así
este mes se estén quedos y las recuas, harrias descan-
sen y engorden [...]. Cuando el camino no era muy transitado, los puentes
En marzo la climatología se iba estabilizando pero eran sustituidos por oroyas o tarabitas, antecedentes de
atravesar los ríos seguía siendo peligroso debido a la las actuales tirolinas (Fig. 15; Serrera, 1992, modifica-
fuerza engañosa de la corriente (Guaman Poma de da). Dionisio de Alcedo, en 1740, los describía así (Alce-
Ayala, F., 1987; III): Y en este mes andan madura los do, 1934): (Para atravesar los ríos) el ingenio y la nece-
ríos que engaña a los hombres; parece poca agua y va sidad les obligó a discurrir un arbitrio semejante al de
un pedazo y corriente y recia y así se ahogan muchos nuestros pescantes, que es la unión de cuatro o seis
indios y españoles este mes. cuerdas de cuero de vaca curada torcido a torno, cuyo
Por fin, en mayo, pasados los temporales, la situación cabo pasa un nadador diestro a la otra orilla, cuando el
se normalizaba (Guaman Poma de Ayala, F., 1987; III): Y río da lugar para ello, y le estiran de un lado y otro por
en este mes pueden andar las recuas fácilmente y las los extremos y le amarran a los árboles más corpulen-
bestias tienen mucho prado y la comida barata y los tos de ambas riberas, hasta que queda templado como
caminos abiertos y los ríos poco peligro para los traji- un estay, y por éste corre una horquilla de madera muy
nantes de vino, coca, sal. Y los que llevan pan y harina fuerte, asegurada de hierro por el nudo que la une, y
y ropa puede caminar sin tanto cuidado ni peligro y la de ella pende una petaca o caja del mismo cuero, y otra
venta corre. cuerda corrediza y larga en que están uno y a veces dos
Atravesar los ríos y barrancos tampoco era tarea fácil caballos enseñados al ejercicio de la tarabita (que así

68 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


Figura 15. Tarabitas para personas (derecha) y animales.

llaman a esta invención). Y luego que en la una orilla nuevo por vía terrestre, se enviaba por los caminos
ponen en la caja o petaca al pasajero, asegurado por la incas a Arequipa, La Paz y, por fin, la villa imperial
cintura, o el fardo o carga de más peso, y hace la seña (Fig. 13, Ruta 2).
a la otra banda, azotan al caballo, y parte de carrera, Esta ruta aprovechaba el camino de Potosí a Quilca
ayudándole la gente que se ocupa en esta faena, de que, en los primeros 20 años de explotación del Cerro
suerte que en un instante está al otro lado el que va en Rico, fue utilizado con preferencia al de Arica, más
ella con seguridad y sin peligro, pero con horror, si mira corto pero menos dotado, de manera que el azogue rea-
al río, por lo cual le hacen los tarabiteros la prevención lizaba hacia el sur el mismo camino que la plata del Alto
de que no lo mire, sino que ponga la vista en la opues- Perú había emprendido hacia el norte, en su marcha
ta ribera. Y aunque en sustancia no es la tarabita otra hacia Panamá y España.
cosa que una tramoya como las que hacen los farsantes Cuando se instituyó el Corregimiento de Arica, en
cuando representan vuelos desde los teatros a los apo- 1565, se habilitó un pequeño puerto por el que pronto
sentos, toda la diferencia del horror consiste en que si comenzó a mandarse la plata a Panamá copando, a par-
se echa la vista a la caída de ésta, se ve un patio lleno tir de ese momento, las funciones que previamente se
de gente, y allí, unos ríos que se precipitan de la sierra habían realizado en Quilca. Es de suponer que el escaso
con arrebatadas corrientes, arrastrando piedras que se azogue enviado a Potosí en esta época, en la que toda-
van golpeando unas con otras, haciendo estrépito que vía no se había descubierto la manera de amalgamar los
atemoriza, y árboles con las ramas, troncos y raíces refractarios minerales potosinos en las frías condiciones
arrancados de las riberas por donde han pasado, que climáticas imperantes en la villa, siguiera el camino
van dando vueltas y haciendo remolinos que dan espan- inverso de la plata, como antes había ocurrido en la ruta
to y temor, y turban las vistas y las cabezas. de Quilca.
Aunque Alcedo no lo comenta, no era infrecuente el
paso de caballerías en tales tarabitas.
Con estas pésimas condiciones viales, el trajín anual RUTA DE TRANSPORTE MIXTA MARÍTIMA-
del azogue sólo podía efectuarse durante los ocho meses TERRESTRE DE HUANCAVELICA A POTOSÍ VÍA
que estaban transitables los caminos y aún así, con difi- ARICA
cultades. Por ello no es de extrañar que en pocos años
el virrey Toledo decidiera cambiar completamente la Esta ruta de transporte fue impuesta por el virrey
estrategia ordenando realizar transportes terrestres Toledo en 1574, cuando ya llevaba unos años de prueba,
más cortos combinados con recorridos de grandes dis- y estuvo vigente hasta el fin de la época colonial. Como
tancias por vía marítima práctica que, a pesar de su ya se ha indicado se realizaba en tres etapas (Fig. 13,
mayor complejidad, se impuso rápidamente en detri- Ruta 3):
mento del transporte enteramente terrestre. – Por vía terrestre de Huancavelica a Chincha y
Tambo de Mora (puerto de Chincha, de nombre
coincidente con el albergue de arrieros de Huanca-
RUTA DE TRANSPORTE MIXTA MARÍTIMA- velica). 35 leguas (192 km).
TERRESTRE DE HUANCAVELICA A POTOSÍ VÍA – Por vía marítima entre Tambo de Mora y Arica. 160
QUILCA leguas (880 km).
– Por vía terrestre entre Arica y Potosí. 110 leguas
Otra ruta empleada esporádicamente en los años (605 km).
iniciales para enviar azogue a Potosí que era utilizado En total el recorrido era de unas 305 leguas, equiva-
en efectuar pruebas de amalgamación, y a Nueva Espa- lentes a 1.677 km, algo más largo que el camino andino
ña para la extracción de la plata, fue la mixta maríti- directo por Cuzco y Oruro pero con la diferencia de que
mo terrestre por Quilca. Esta ruta partía de Huancave- un poco más de la mitad se realizaba en barco, lo que
lica, cruzaba Castrovirreina y llegaba por vía terrestre suponía un gran alivio. Comparada con la de Quilca, la
a Pisco (Salas, 2008), aunque pronto sustituida por la ruta de Arica la aventajaba en que el recorrido maríti-
más directa a Chincha, en donde el azogue destinado mo era mayor, ahorrando cientos de kilómetros por los
al Alto Perú se embarcaba hasta Quilca; de aquí, de estrechos caminos andinos.

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1) RUTA DE HUANCAVELICA A CHINCHA El transporte de 880 km por vía marítima era reali-
zado por navíos de la Armada Real, los cuales comenza-
Una vez retirado el mercurio del almacén real, la ron el siglo XVII haciendo un único viaje al año al que
recua salía de Huancavelica con el acompañamiento y posteriormente se añadió otro más. Sin embargo, cuan-
fiesta descritos. La distancia entre Huancavelica y do la ocasión lo requería, la Corona fletaba mercantes
Chincha, en donde se guardaba el azogue que posterior- particulares para el transporte del azogue, especial-
mente llevaba al puerto de Tambo de Mora para su tras- mente durante el siglo XVIII.
lado a Arica, era de 35 leguas (192 km). La ruta era un El mercurio se llevaba a bordo de los navíos trasla-
camino inca de segundo orden que partiendo de Huan- dándolo en lanchas; ya en los buques, se embalaba en
cavelica continuaba hasta Lachoc; aquí se desviaba de cajones de hierro reforzados, forrados con cuero de
la vía a Castrovirreyna siguiendo aproximadamente la vaca para distribuir la carga evitando el peso descon-
traza de la actual ruta hasta la villa de Arma, pasando trolado y el movimiento y rotura de las badanas (Cobb,
por los tambos de Cachimayo y Niñobamba. Desde 1977; Dagnino, 1909; Rivera, 1995-1996).
Arma, el camino continuaba por San Jerónimo hasta El primer embarque de azogue por Chincha fue
Chincha (Cutipé-Cárdenas, 2005). La villa de Arma fue enviado a Potosí en 1574, constando de 2.500 quintales
creada el 8 de mayo de 1576 por Mariano Cuenca de (115 t). El transporte marítimo fue efectuado por el
Mendoza buscando un apoyo para las caravanas que navío San Cristóbal (Vásquez, 2002). En los primeros
bajaban el mercurio a la costa (Salas, 2008). años, las remesas de azogue solían ser de unos 500
Esta distancia se dividía en dos tramos: el primero, quintales pero en 1607 ya las había de 1.500 quintales,
desde Huancavelica a la aldea de San Jerónimo, era el y de 3.000 en 1641. En 1645 llegaron a Arica dos barcos
más largo, con 26 leguas (143 km), discurriendo por las con 5.000 quintales (Dagnino, 1909).
alturas andinas; el azogue, envasado en las correspon- El Rey, por cédula del 2 de marzo de 1608, reguló las
dientes badanas, era llevado a lomos de recuas de lla- cuestiones económicas relativas a la flota real del Pací-
mas que circulaban en un ambiente que les era propi- fico, que desarrolló para su aplicación el virrey marqués
cio. Desde San Jerónimo, el segundo tramo de 9 leguas de Montesclaros mediante una provisión. Esta norma
(49 km) discurría a menor altura hasta alcanzar prácti- afectó al transporte marítimo de azogue desde Huanca-
camente el nivel del mar en Chincha. En dicho pueble- velica obligando, en lo sucesivo, a que los pertrechos
cito las cargas se transferían a mulas, mejor acondicio- necesarios para almacenar el azogue en el barco fueran
nadas que las llamas a la cálida y húmeda climatología adquiridos por orden del virrey, y regulando el pago del
costera (Cantos de Andrada et al, 1965; Cobb, 1977; flete y la forma de efectuar dicho pago, tal como indi-
Dagnino, 1909). ca el texto adjunto (López de Caravantes, 1985; II): Las
Una vez llegado el azogue a Chincha, se depositaba provisiones que se hicieran para el avío de los azogues
en la Caja Real ubicada en dicho lugar, cuya cons- de su Majestad de Huancavelica, de badanas, hilo de
trucción se ordenó en 1592. A su cargo estaba uno de tralla, jerga en que van enfardadas, cajones en que va
los tres factores de Huancavelica que tenía la obliga- el azogue desde Chincha a Arica y piezas de suela curti-
ción de residir en Chincha; en los siglos XVI y XVII, por da, ha de ser por particular orden mía así la dicha pro-
su trabajo recibía un salario anual de 800 pesos ensaya- visión como los navíos en que ha de ir, de que habéis de
dos (Contreras, 1982). hacer registro, y si fuere en navío de su Majestad no
habéis de pagar flete sino sacar al maestre el cargo
2) RUTA DE CHINCHA-TAMBO DE MORA A ARICA hasta que traiga la satisfacción del registro, y si fuere
de particular, se le pagareis en virtud de certificación
Chincha fue fundada por Álvaro Ponce de León en que trajere el maestre de la entrega de ellas, a quién
1571. A partir de esa fecha empezó a convertirse en un daréis libranza vuestra sobre el pagador entregándole
gran centro agropecuario, instalándose en su valle el tal testimonio y satisfacción de registro de que haréis
varias haciendas que albergaban una numerosa pobla- citación en la lista y tomará la razón el veedor y conta-
ción esclava de origen africano. Sin embargo su papel dor de la armada, el cual intervendrá al precio de los
fue especialmente relevante como punto de embarque fletes de los reales navíos de particulares si se hicieren
de los envíos de mercurio de Huancavelica a Potosí, por para Vos para cuya paga no habéis menester más orden
la ruta marítima. que la satisfacción del dicho registro.
Chincha estaba situada en el interior por lo que para Las costas que en esto de los azogues se suele hacer
embarcar el azogue hacia Arica había que sacarlo de los es de farderos, alquiladores de caballos y carretas para
almacenes y llevarlo a la localidad costera que ejercía que se lleven al Callao, daréis pólizas para que las
de puerto, esto es a Tambo de Mora, situada a 11 km pague el pagador, las cuales servirán de cautela entre
de aquella. Este lugar fue un importante centro admi- tanto que le dais recaudo de ello y después haréis la
nistrativo prehispánico que formó parte del complejo cuenta de lo que esto montare y le despachareis recau-
inca de Chinchaycamac (Cutipé-Cárdenas, 2005). Con do en forma de la tal cantidad de que ha de tomar la
motivo de los embarques de azogue, Tambo de Mora razón el veedor y contador con lo que se pasará en
tuvo una segunda época de cierto esplendor en los cuenta al dicho pagador lo que en esta conformidad
siglos XVI, XVII y XVIII. pagare.

70 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


A pesar de la piratería y de la naturaleza de la carga, La prosperidad de Arica se relaciona con el descubri-
los naufragios de los barcos de transporte cargados de miento del yacimiento argentífero de Potosí en 1545; sin
azogue fueron muy raros, existiendo sólo la noticia de embargo, como ya se ha indicado, durante los primeros
uno ocurrido en 1584 (Cobb, 1977). 20 años, la plata potosina fue sacada por el puerto de
Al igual que el caso de Chincha, en 1592 la Real Quilca.
Hacienda solicitó que se habilitara una Caja Real en El 17 de julio de 1565 se estableció el Corregimiento
Arica para almacenar el azogue y otros elementos valio- de Arica (Vásquez, 2002) y, con él, se habilitó el puerto
sos que llegaran a la ciudad, como la plata recibida de para el embarque de la plata potosina. Esto supuso un
Potosí pero hasta 1607 no se finalizaron los muelles y el gran impulso para la ciudad que se vio incrementado
susodicho almacén. La construcción de éste era de posteriormente cuando empezaron a llegarle los envíos
ladrillo y cal y tenía el suelo enladrillado con cierta de mercurio de Huancavelica con destino a Potosí, pro-
pendiente hacia unos pilones de piedra colocados en el venientes del puerto de Tambo de Mora. Con ellos, de
centro para recoger el azogue que pudiera derramarse hecho, se puso prácticamente fin al transporte del azo-
de las badanas (López de Caravantes, 1985;II). gue por vía exclusivamente terrestre (Aguirre, 2000). En
Hasta esa fecha, el mercurio era descargado del el siglo XVII Arica era el puerto de mayor movimiento
barco que lo traía de Tambo de Mora por mitayos que del Pacífico y su prosperidad duró hasta 1700, momento
lo llevaban a la playa por medio de lanchas, en donde en que la decadencia de Potosí, la piratería, la prolon-
se cargaban a las recuas que lo trasladaban directa- gada sequía y el clima insalubre privilegiaron el valle de
mente a Potosí. Tacna, por el que, además, circulaban las recuas que
Cuando estuvieron disponibles los almacenes, los traían la plata de Oruro y llevaban vituallas diversas al
mismos mitayos que antes desembarcaban el azogue en altiplano (Aguirre, 2000).
la playa, lo llevaba a la Caja Real en donde se pesaba, A partir de 1657, en los momentos en que Huancave-
registraba y quedaba a disposición de los transportistas lica no producía suficiente mercurio para atender la
autorizados para su posterior envío a Potosí. demanda de Potosí, Oruro u otras minas, debía impor-
tarse la cantidad necesaria desde Europa. Los carga-
3) LA ESTRATÉGICA CIUDAD DE ARICA mentos solían llevarse a Buenos Aires para ahorrar una
importante distancia en el flete marítimo, trasladándo-
Dentro de la estrategia establecida por el virrey Tole- los seguidamente por tierra hasta la villa imperial a lo
do para encontrar una solución viable al transporte de largo de una ruta de 450 leguas (2.500 km) en 150 de las
mercurio por vía marítima, era fundamental hallar un cuales no podían circular las carretas (Rivera, 1995-
puerto de buenas características lo más próximo posible 1996). En esta circunstancias, Arica era directamente la
a las rutas que conducían a Potosí desde la costa. Ese gran perjudicada, contribuyendo la situación a un lan-
puerto existía y ya estaba siendo utilizado para sacar las guidecimiento de la economía de la ciudad.
barras de plata potosinas: era Arica (Fig. 16; Bollaert, La posterior reorganización de los virreinatos andinos
1860). supuso un nuevo revés para la ciudad; efectivamente,
Arica estaba incluida en la encomienda otorgada a con la creación del virreinato del Río de la Plata en
Lucas Martínez Vegazo el 22 de enero de 1541, que com- 1776, la audiencia de Charcas, de la que formaba parte
prendía desde Arequipa hasta el valle de Tarapacá (Vás- Potosí, pasó íntegramente al nuevo virreinato quedando
quez, 2002); el 25 de mayo de ese mismo año, el enco- excluidas del mismo Arica y Huancavelica. Esta circuns-
mendero protocolizó la fundación de la villa (Aguirre, tancia sirvió de excusa a Vicente Cañete y Domínguez,
2000). gobernador de Potosí en 1787, para intentar privilegiar

Figura 16. Arica y su campiña en 1860.

De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época 71


ciente número (Cobb, 1977), a veces distraídos por el
corregidor para atender sus asuntos particulares (Dag-
nino, 1909).
En cuanto a la duración de las distintas operaciones,
un envío de azogue en 1610 puede ser la referencia, a
pesar de lo apresuradamente que hubo que efectuar el
desembarque y la partida para Potosí. Por ello, los tiem-
pos que se citan en dicho envío deben considerarse
mínimos. Así, la descarga de un barco y el envío del azo-
gue a los almacenes llevaba al menos 24 horas; los trá-
mites en ellos y la carga de la recua demoraba como
mínimo tres días, contando con que los animales estu-
vieran en Arica; finalmente, el transporte a Potosí
representaba, al menos, 22 días de marcha (Cobb,
1977).
El coste de transporte de Arica a Potosí variaba según
Figura 17. Cerro Rico de Potosí en 1584. Se aprecian las vetas excavadas en el los años y las necesidades, ya que los funcionarios rea-
flanco izquierdo de la cima y las caravanas de llamas subiendo y bajando. En les de Arica debían coordinar el arribo del barco de
primer término, un ingenio con el acueducto suministrador de agua, la rueda Tambo de Mora y su descarga y envío del mercurio a
hidráulica del molino, una tina de lavado, los cajones y las pilas de amalgama-
Potosí con la llegada a de la plata potosina y su embar-
ción.
que para Lima o España (Dagnino, 1909). Fletes conoci-
el comercio interno del virreinato, justificando el trans- dos son los siguientes: 5 pesos 5 tomines/quintal en
porte del azogue por Buenos Aires y no por Arica, que no 1580 (Cantos de Andrada et al, 1965), 14 pesos 6 rea-
formaba parte del mismo (Rivera, 1995-1996). les/quintal (9,5 pesos ensayados) en 1609 (Dagnino,
Sin embargo, Arica siguió siendo un enclave funda- 1909) y 13 pesos/quintal en 1611 (Cobb, 1977).
mental en el envío de azogue desde Huancavelica hasta Un importante problema para las recuas de llamas
el final del periodo colonial, con independencia del des- era la carencia de agua en las 15 primeras leguas (82
tino andino que se le diese y la cuantía del cargamento. km) de camino desde Arica al interior, lo que equivalía
a casi cuatro días de marcha al paso de estos animales.
4) RUTA DE ARICA A POTOSÍ En este pasaje, la lentitud de las llamas y su necesidad
de agua ocasionaban una elevada mortandad, tan alta,
Bien desde la propia playa en los años iniciales, bien que las llamas de reserva sumaban un número equiva-
desde la Caja Real a partir de 1607, el azogue prove- lente a la mitad de los animales con carga de la recua.
niente de Tambo de Mora era cargado en recuas que lo Las mulas fueron la solución a este problema pues reco-
transportaban a Potosí (Fig. 17; Marchena, 2000). rrían esas mismas 15 leguas en medio día y una noche,
La distancia entre ambas poblaciones era de 110 aguantando sin beber durante ese tiempo (Cobb, 1977).
leguas (605 km). Las vías preferentemente utilizadas La llegada del cargamento de azogue de Huancaveli-
para llegar a Potosí ofrecían la posibilidad de acceder al ca condicionaba el tráfico de mercancías en Arica pues
altiplano por dos valles paralelos que permitían alcan- los trajinantes que comerciaban otras mercancías con
zar, en ambos casos, el pueblecito de Parinacota, situa- Potosí llegadas en el mismo barco debían esperar a que
do ya a elevada altitud; desde él, la vía era única hasta el azogue hubiera sido despachado de la Caja Real antes
la villa imperial. Las rutas seguían los siguientes itinera- de poder ir al puerto a recoger sus productos ya que
rios: hasta ese momento no se podían sacar (Cobb, 1977).
– Arica, Lluta, Socoroma, Putre y Parinacota. Esta medida fue tomada por los funcionarios reales para
– Arica, Azapa, Livilcar, Belén y Parinacota. contrarrestar la carencia de llamas y mulas para el
A continuación, de Parinacota se continuaba a Salinas transporte de azogue a Potosí que muchas veces existía
de Garci Mendoza, Paria, Ullaga, cordillera de los Frai- cuando llegaba el barco a Arica ya que los comerciantes
les, Porco y Potosí (Aguirre, 2015). particulares de Potosí, también receptores de mercan-
Existía, además, una tercera vía por Oruro, que se cías, copaban el ganado para trasladarlas a la Villa
utilizaba en contadas ocasiones para viajar a Potosí, Imperial abonando por el flete cantidades más elevadas
salvo que fuera necesario dejar previamente azogue en que la Corona. Para hacerse con los animales, los traji-
dicha población. nantes llegaron incluso a pagar a los arrieros para que
El transporte del azogue de Arica a Potosí constitu- ocultasen los animales en la sierra. Lamentablemente
ía, en sí mismo, una nueva empresa en la que los trans- para ellos, esta práctica fue pronto descubierta y la
portistas hacían uso de los recursos locales, aunque a manera de erradicarla consistió en adoptar la drástica
costa de tener que abonar precios cada vez más eleva- medida comentada (Dagnino, 1909).
dos para la manutención y los forrajes (Rivera, 1995- Cuando el azogue llegaba a Potosí, se depositaba en
1996). Además, si encontrar recuas era a veces un pro- la Caja Real; en los momentos en que el consumo de
blema, no lo era menos disponer de indios arrieros para mercurio fue elevado, había varios oficiales reales para
acompañarlas, pues no siempre se los hallaba en sufi- registrarlo y despacharlo, como eran un pesador, un

72 De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época


contador y un oficial que llevaba al día el libro de con- Bollaert, W. 1860. Antiquarian, ethnological and other
trol; con la disminución del consumo, este personal se researches in New Granada, Equador, Peru and Chile. Trub-
demostró excesivo por lo que el virrey Príncipe de Esqui- ner & Co, Londres, 150.
lache (1615-1621) suprimió los dos últimos cargos Cantos de Andrada, R.; Núñez, G.; Contreras, G. de, Caballe-
(López de Caravantes, 1985; II). ro, F. 1965. Relación de la villa rica de Oropesa y minas de
El azogue era distribuido desde la Caja Real a las Guancavelica (1586). En M. Jiménez de la Espada (Ed.),
cajas de los restantes centros mineros del altiplano en Relaciones Geográficas de Indias. Perú. Atlas, Madrid, I,
306-308.
mulas. El mercurio siempre tuvo un sobreprecio como
consecuencia de las gratificaciones en moneda que frau- Carrasco, T. 2003. Cronología de Huancavelica (Hechos, pobla-
ciones y personas). Compañía de Minas Buenaventura, S.A.
dulentamente cobraban los oficiales reales, o del metal
Lima, 113, 136.
que directamente retiraban y vendían de contrabando
(Cobb, 1977). En 1784, el “suplemento” que cobraban Castro, V.; Varela, V.; Aldunate, C.; Araneda, E. 2004. Princi-
pios orientadores y metodología para el estudio del Qhapaq
los oficiales reales era de 10 pesos por quintal. Estos
Ñan en Atacama: desde el portezuelo del Inka hasta Río
cobros estaban formalmente prohibidos por una circular
Grande. Chungará, 36 (2), 439-451.
que mandó el visitador Areche a todos los oficiales rea-
Cobb, G. 1977. Potosí y Huancavelica. Bases económicas del
les en 1778 pero se siguieron cobrando como parte del
Perú, 1545-1640. Academia Boliviana de la Historia, La Paz,
sistema de distribución.
112-118.
Cobo, B. 1956. Historia del Nuevo Mundo. Atlas, Madrid, II,
262-264.
CONCLUSIONES
Contreras, C. 1982. La ciudad del mercurio. Huancavelica
1570-1700. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 33-34, 97,
La explotación del mercurio de Huancavelica y de la 103-104.
plata de Potosí estuvo íntimamente relacionada desde
Cutipé-Cárdenas, R. 2005. The historic route of the mining of
1572 hasta el final del período colonial. Para ello fue mercury in Spanish America. Symposium on Monuments and
preciso transportar el mercurio en condiciones económi- sites in their setting-conserving cultural heritage in chang-
cas y seguras de una a otra mina a lo largo de casi 1.700 ing townscapes and landscapes. ICOMOS. Xian, China,
km. La Corona, consciente de la importancia del sumi- 30/01/2015, www.international.icomos.org/xian2005/pape
nistro de azogue a Potosí, tanteó distintas rutas con rs/4-34.pdf.
objeto de establecer aquella en la que el mercurio se Dagnino, V. 1909. El corregimiento de Arica (1535-1784).
transportase en las mejores condiciones posibles. De las Imprenta La Época, Arica, 79-114.
tres rutas principales probadas, la más favorable resul- Escobari, L. 1985. Producción y comercio en el espacio sur
tó ser la mixta terrestre marítima por Chincha y Arica. andino en el siglo XVII. Cuzco-Potosí 1650-1700. Embajada
A pesar de no ser ni la más corta ni la logísticamente de España en Bolivia, La Paz, 148-149.
más sencilla, pronto demostró ser la más rentable y efi- Espinoza, W. 1995. La civilización inca. Economía, sociedad y
caz. Con esta ruta se aprovechó, además, el hecho de Estado en el umbral de la conquista hispana. Ediciones
que el mercurio circulaba por el mismo camino pero en Istmo, Madrid, 410, 412.
sentido contrario que la plata extraída del Cerro Rico Guaman Poma de Ayala, F. 1987. Nueva crónica y buen gobier-
camino de Lima, Panamá y España, optimizando los no. Historia 16, Madrid, III, 1205, 1209, 1217, 1241.
recursos humanos y animales. El trasiego de azogue a Herdoíza, W. y Fustillos, A. 2005. Le Qhapaq Ñan ou la route
Potosí y de plata desde Potosí dio lugar a una actividad des incas. Symposium on Monuments and sites in their set-
que potenció el desarrollo de las poblaciones y elemen- ting-conserving cultural heritage in changing townscapes
tos de transporte implicados, sin que la creación del and landscapes. ICOMOS. Xian, China, 30/01/2015,
Virreinato del Río de la Plata en 1776 supusiera merma www.international.icomos.org/xian 2005/papers/4-43.pdf.
sustancial del comercio debido a la introducción de nue- Hocquenghem, A.M. 1994. Los españoles en los caminos del
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De Re Metallica 25 julio–diciembre 2015 2ª época 73


144; III, 122-123; IV, 140-141, 152, 160, 161, 188-192, 210. Regal, A. 1936. Los caminos del inca en el antiguo Perú. San
El autor proporciona la valoración en pesos ensayados. Para Martí y Cía, Lima, 8-11, 21-22, 25-31, 37-55, 128-143.
traducirlos a pesos corrientes se ha aplicado un coeficiente Rivera, M. 1995-1996. Arica en las rutas del tráfico de Potosí:
de 1,4. algunas consideraciones sobre la sociedad andina del siglo
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