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Traducción: C. Gómiz
El hombre es un tipo de animal y por ello existen muchas características que él comparte con los
demás animales. Pero existen algunos rasgos únicos que distinguen al hombre del resto de los
animales. El hombre tiene doble nivel de existencia: El Nivel Animal, que se compone de
comer, beber, buscar refugio, procrear y todo lo que se relaciona con el cuerpo; y el Nivel
Humano característico en la existencia del hombre que consiste en los aspectos intelectual,
moral, emocional y espiritual de su vida. Es este nivel de interiorizar y razonar, tener metas y
aspiraciones, lo que diferencia al hombre de otros animales y lo eleva por encima de los demás.
El comportamiento de un animal es instintivo, limitado a sus sentidos y al presente. Pero el
hombre tiene el poder de razonar, de trasladarse desde la ignorancia hacia el conocimiento, y
ésta es la base de toda sabiduría y ciencia.
El otro elemento que eleva al hombre son sus aspiraciones y objetivos. Los deseos de los
animales son materiales. Segundo, ellos son egoístas, -sobre todo en lo relativo a aparearse y a la
descendencia- y esto es además una disposición natural. Tercero, ellos están sujetos al presente
inmediato. Pero el hombre busca valores y aspira a virtudes y a ideales que no son materiales ni
están restringidos a sí mismo. Él está preparado a sacrificar sus placeres carnales por
consideraciones espirituales y altruistas, a sacrificar intereses personales por los demás, y el
presente por el futuro, lo inmediato por lo venidero.
Estos rasgos que el hombre comparte con los demás animales, junto con esas características que
le distinguen de ellos, determina la naturaleza dual en la vida del hombre: animal y humana.
El propósito fundamental de todos los preceptos islámicos es la purificación del carácter y del
alma del individuo. Antes que este proceso de purificación haya comenzado, el hombre, según
dijo el sabio Al-Ghazzali, "es envidioso como un buey, codicioso como un cerdo, mordaz como
un perro, comilón como un camello, vengativo como un leopardo, astuto como un zorro y sagaz
como el diablo".
La disciplina de Tazkiah subordina los instintos animales del hombre a sus más altas
inclinaciones humanas. El hombre vacila entre los dos polos del bien y del mal y Tazkiah es el
camino hacia el Bien, y después incluso hacia Dios.
Solamente a través de la purificación de las almas y del carácter de los individuos puede ser
creada una sociedad sana. Los individuos son igual a los ladrillos con los que el edificio de la
sociedad es construido. Cuánto más fuertes sean los ladrillos menos alteración se producirá en el
diseño y estructura y tendrá resultados sólidos.
El logro de justicia y las demás aspiraciones de la vida social pueden ser alcanzadas solamente
por medios morales y espirituales, los cuales son los componentes básicos de la estructura
política y económica de la sociedad.
El alcance de Tazkiah.-
Existen tres grandes estaciones en la actividad humana: Pensamiento, Resolución y Acción.
Tazkiah opera en las tres fases.
Primero se necesita educar y purificar el pensamiento. El hombre debe luchar para eliminar
pensamientos erróneos. Debe aprender y entender plenamente qué es él, dónde está, cuál es el
propósito de su vida y cómo debe comportarse. Para comenzar, debe enterarse de las creencias
correctas y de los valores éticos y ponerlos en práctica. Este deseo lo hará gradualmente más y
más inmune a la vacilación y a que los malos pensamientos le invadan.