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La purificaci ón del alma en el Islam – Tazkiah

Por Ali M. Naqvi

Traducción: C. Gómiz

El hombre es un tipo de animal y por ello existen muchas características que él comparte con los
demás animales. Pero existen algunos rasgos únicos que distinguen al hombre del resto de los
animales. El hombre tiene doble nivel de existencia: El Nivel Animal, que se compone de
comer, beber, buscar refugio, procrear y todo lo que se relaciona con el cuerpo; y el Nivel
Humano característico en la existencia del hombre que consiste en los aspectos intelectual,
moral, emocional y espiritual de su vida. Es este nivel de interiorizar y razonar, tener metas y
aspiraciones, lo que diferencia al hombre de otros animales y lo eleva por encima de los demás.
El comportamiento de un animal es instintivo, limitado a sus sentidos y al presente. Pero el
hombre tiene el poder de razonar, de trasladarse desde la ignorancia hacia el conocimiento, y
ésta es la base de toda sabiduría y ciencia.

El otro elemento que eleva al hombre son sus aspiraciones y objetivos. Los deseos de los
animales son materiales. Segundo, ellos son egoístas, -sobre todo en lo relativo a aparearse y a la
descendencia- y esto es además una disposición natural. Tercero, ellos están sujetos al presente
inmediato. Pero el hombre busca valores y aspira a virtudes y a ideales que no son materiales ni
están restringidos a sí mismo. Él está preparado a sacrificar sus placeres carnales por
consideraciones espirituales y altruistas, a sacrificar intereses personales por los demás, y el
presente por el futuro, lo inmediato por lo venidero.
Estos rasgos que el hombre comparte con los demás animales, junto con esas características que
le distinguen de ellos, determina la naturaleza dual en la vida del hombre: animal y humana.

El curso de la evolución del hombre; tanto en su aspecto individual como


social, comienza con animalidad y culmina en humanidad.
El curso de la evolución del hombre, tanto en su aspecto individual como social, comienza con
animalidad y culmina en humanidad. La sustancia material es necesaria para la existencia
animal, como un "medio", pero las sustancias espirituales y morales, y la cultivación de lo
humano en el hombre, es esencial como un fin.
Si el desarrollo del carácter del hombre se debilita, él permanece en el nivel de animalidad y
fracasa en realizar su humanidad. Un carácter sin desarrollar puede ser remediado sólo a través
de lo que el Islam llama Tazkiah, la purificación del alma, y una lucha consciente por conseguir
las virtudes.
La purificación del alma.-

El propósito fundamental de todos los preceptos islámicos es la purificación del carácter y del
alma del individuo. Antes que este proceso de purificación haya comenzado, el hombre, según
dijo el sabio Al-Ghazzali, "es envidioso como un buey, codicioso como un cerdo, mordaz como
un perro, comilón como un camello, vengativo como un leopardo, astuto como un zorro y sagaz
como el diablo".

La disciplina de Tazkiah subordina los instintos animales del hombre a sus más altas
inclinaciones humanas. El hombre vacila entre los dos polos del bien y del mal y Tazkiah es el
camino hacia el Bien, y después incluso hacia Dios.
Solamente a través de la purificación de las almas y del carácter de los individuos puede ser
creada una sociedad sana. Los individuos son igual a los ladrillos con los que el edificio de la
sociedad es construido. Cuánto más fuertes sean los ladrillos menos alteración se producirá en el
diseño y estructura y tendrá resultados sólidos.
El logro de justicia y las demás aspiraciones de la vida social pueden ser alcanzadas solamente
por medios morales y espirituales, los cuales son los componentes básicos de la estructura
política y económica de la sociedad.

El alcance de Tazkiah.-
Existen tres grandes estaciones en la actividad humana: Pensamiento, Resolución y Acción.
Tazkiah opera en las tres fases.
Primero se necesita educar y purificar el pensamiento. El hombre debe luchar para eliminar
pensamientos erróneos. Debe aprender y entender plenamente qué es él, dónde está, cuál es el
propósito de su vida y cómo debe comportarse. Para comenzar, debe enterarse de las creencias
correctas y de los valores éticos y ponerlos en práctica. Este deseo lo hará gradualmente más y
más inmune a la vacilación y a que los malos pensamientos le invadan.

El propósito fundamental de todos los preceptos islámicos es la purificación


del carácter y del alma del individuo.
Es entonces cuando viene la pureza del carácter. El mero saber no es suficiente. Es más
importante ganar un completo control sobre los instintos básicos. Esto se consigue a través de la
piedad (taqua) que nace del amor a Dios y la devoción sincera (ijlas) a Él.
El amor a Dios y la sincera devoción genera confianza en Dios (tawakkul), contentamiento
(qana'a), paciencia (sabr) y gratitud a las bendiciones de Dios (shukr), que gradualmente se
transforman en Taqua. Taqua es el estado en el cual una persona tiene completo control sobre
sus pasiones. Este es el objetivo de Tazkiah. La purificación de la acción es el intento deliberado
de actuar de acuerdo a los preceptos de la religión, de eludir todo lo que es prohibido y de
realizar todo lo que es loable, encomiable.

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