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Espiritualidad

La espiritualidad es el grado de adaptación de una persona o grupo de personas sobre


el conjunto de creencias, pensamientos, conceptos, ideas, ritos y actitudes de naturaleza
mística que se materializan en una sociedad.

Sociedades

La socialización es el resultado de un uso de las facultades mentales tal, que permite


destinar recursos para establecer lazos afectivos y de amistad. En una mente sana, se
manifiesta como una necesidad de establecer patrones concurrentes, ciclos en los
sistemas del medio que le permitan sostener su actividad y enfocar su proyecto de
futuro; así como el reconocimiento de que uno mismo no tiene el suficiente poder como
para sostener lo beneficioso a lo largo del tiempo.

Esto puede nacer de forma espontánea o planeada. Encontrando la coordinación de


todos los sistemas que pueden llegar a condicionar la actividad humana, el hombre
puede comunicarse con lo absoluto, lo único e indivisible; siendo la deidad suprema, la
figura de Dios, la proyección en nuestras mentes de ese padre, que eternamente se
necesita ir destinando parte de nuestra economía mental para la proyección consciente
de dicha entidad, pero percibiendo de forma simétrica y realimentada el estímulo
necesario que permitirá emerger las propiedades naturales de la espiritualidad a la cual
nos hemos conformado. El arquetipo descrito hace las veces de soporte psicológico, del
cual el hombre necesita para liberar ciclos cerebrales y destinar los recursos al
aprendizaje; abriendo los ciclos de pensamiento y evitando el colapso sobre ego.
También se relaciona con la capacidad de entender lo religioso, lo místico y lo
metafísico.

Dinámicas de grupo

La vida en común con otros seres humanos, conforma unos patrones de conducta y
comportamiento modulados por lo anterior. Las obras que resultan del trabajo en
común, son en esencia el fruto de su herencia educacional, marcando la pauta del
concepto de espíritu por el que dicha sociedad fluye y que le ayuda a elevar su estado
de conciencia.

Espíritu y Espiritualidad

Espíritu es un concepto que alude a una fuerza no perceptible por los habituales 5
sentidos. En la antigüedad se asociaba a la fuerza que el aire pudiera ejercer sobre las
velas de un barco. También al aliento motivador que permite acometer tareas en un
estado de ánimo de felicidad.

El espíritu que alienta nace de la integración de la información en un cerebro con


capacidades de pensamiento y le explica al ser humano su propia capacidad para pensar
y para tener animación, emergiendo la capacidad de autodominio. Los animales y las
plantas tienen alma anima pero no son capaces de auto dominar su espíritu.
Esto establece la principal diferencia entre alma y espíritu: No tienen capacidad de
elección sujeta a criterios racionales, por los cuales dominar su alma; por lo tanto son
carentes de espiritualidad, pero no de espíritu. La espiritualidad esta basada en la
transpersonalización del ego, reconociendo que la energía que aliente nuestra
naturaleza, procede de un sistema basal, dando soporte a la creencia de la existencia de
un espíritu o aliento superior del cual depende nuestro ego.

La gran incógnita que representa para el ser humano el entender como dominar el
pensamiento del hombre y así condicionar las expresiones del alma a voluntad, dio
origen a la conceptualización de un espíritu o aliento que trasciende al ego, y por lo
tanto en jerarquía, que da soporte al ego y la voluntad. Una especie de hommo dei.

La persona capaz de armonizar alma y espíritu se encuentra más cerca de Dios y es


capaz de trascender lo que entendemos comúnmente por humano. Eso no lo hace
superior a los demás, sólo lo prepara para servir a los demás como instrumento de una
voluntad superior.

Desde la antigüedad, se ha necesitado siempre la figura tutelar de un padre guía que, tal
como los padres reales, diese la sensación de estar acogidos para poder descargar de
responsabilidad a la voluntad, admitir que hay asuntos que hemos de permitir que
acontezcan más allá de nuestra voluntad y que esos hechos no son malos, dado que ese
'padre' que lo domina no desea nada malo a sus criaturas. De esa forma se supera el
miedo que la presencia divina puede generar en un primer momento a nuestro espíritu,
figurativamente, hay que dejarse caer de espaldas. De esa forma se asumen las
consecuencias y se integran dentro de la actividad como algo ineludible. Cuanto menos
desarrollada es una sociedad, más intensa es la necesidad de sentir que los elementos no
controlados son guiados para nuestro bien. Según se va desarrollando la sociedad se
llega a la conceptualización de un espíritu superior dando como resultado la idea de un
dios en el pensamiento monoteísta y de varios espíritus superiores en el politeísta.

La necesidad de organizar el conocimiento dio como resultado una estructura, que con
el tiempo se dividió en ciencia y religión, siendo esta última forma la que el hombre
encontró para estructurar la espiritualidad de los pueblos de acuerdo a sus creencias
históricas dándoles nombre y atribuciones o poderes a las diferentes deidades y creando
conceptos y mensajes que dichos espíritus superiores desean comunicar a los humanos.
Solo algunos iniciados o personas que han tenido un amplio avance racional y filosófico
tienen la capacidad de comunicarse con dichos entes superiores.

La espiritualidad es la forma de trascender al propio ego y reconocer que se necesita


más poder del que nuestro ego pudiera estimular para dirigir nuestra voluntad. En este
aspecto, la religión es un conjunto de experiencias, que han sido útiles a las personas en
la puesta en práctica de unos dogmas que no son, o no suelen ser colaterales a la
naturaleza humana, y sí necesarios para forzar la socialización a entornos más
artificiales, que a veces entran en concordancia con los criterios de los gobernantes,
principales beneficiarios del recurso humano, mientras otras muchas veces quedan
puramente en el ámbito ideológico o de los científicos o filósofos. El resultado es una
deidad con atributos sobrenaturales que se deben imitar, pero cuya presencia es difícil
de delimitar.
La puesta en práctica de dichas costumbres, suelen otorgar una adoración a un dios o
varios dioses a través de una estructura como la religión o a través de pensamientos y
actitudes no estructurados en una sociedad, con el único objetivo de motivar y alentar el
recurso humano social. Esa imagen divina aparece en el momento en el que uno
reconoce que no hay poder que suministre suficiente fuerza a nuestra voluntad si lo
tomamos del ego, emergiendo las propiedades de nuestro sistema basal, que nutre un
estado de flujo que nos encamina a un estado de ánimo feliz.

La dimensión espiritual trasciende, por su naturaleza, al control de la voluntad y al


deseo del ego, pero no necesariamente a la comprensión intelectual, pues la evidencia
de existir escritos sagrados dan a entender que han habido personas que lo han logrado
entender y poner por escrito. Así, la religión es una expresión de dicha experiencia a
través de un sistema de:

1. Doctrinas morales,
2. Prácticas culturales (ritualizadas y/o espontáneas, comunitarias y/o personales),
y
3. Un conjunto de símbolos (creencias, "teologías", lugares santos, sacerdocio...).

La simbología religiosa es interpretada en la realidad ligando la experiencia espiritual


(símbolo con su significado, fundamento con su argumento), con la historia patente (en
parte simbolizada con su significante y moraleja final).

Desde sus comienzos el hombre ha demostrado conciencia de su necesidad espiritual,


puesto que así fue creado.

Concepción moderna

El espíritu no es una sustancia, sino el modo de ser propio del ser humano, cuya esencia
es la libertad. Seguramente somos seres de libertad porque plasmamos la vida y el
mundo, pero el espíritu no es exclusivo del ser humano ni puede ser desconectado del
proceso evolutivo. Pertenece al cuadro cosmológico. Es la expresión más alta de la vida,
sustentada a su vez por el resto del universo.

La concepción contemporánea, fruto de la nueva cosmología, dice: el espíritu posee la


misma antigüedad que el universo. Antes de estar en nosotros está en el cosmos.
Espíritu es la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan entre sí. Forma
urdimbres relacionales cada vez más complejas, generando unidades siempre más altas.
Cuando los dos primeros topquarks comenzaron a relacionarse y a formar un campo
relacional, allí estaba naciendo el espíritu. El universo está lleno de espíritu porque es
reactivo, panrelacional y auto-organizativo. En cierto grado, todos los seres participan
del espíritu. La diferencia entre el espíritu de la montaña y el del ser humano no es de
principio sino de grado. El principio funciona en ambos, pero de forma diferente.

La singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu


nos sentimos insertados en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por
eso, portador de la mente. En el nivel reflejo, espíritu significa subjetividad que se abre
al otro, se comunica y así se autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta con
la suprema Alteridad. Definiendo: vida consciente, abierta al Todo, libre, creativa,
marcada por la amorosidad y el cuidado, eso es concretamente el espíritu humano.
Si espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y ausencia
de relación. Pertenece también al espíritu el deseo de encapsularse y rechazar la
comunicación con el otro. Pero nunca lo consigue totalmente porque vivir es
forzosamente con-vivir. Aun negándose, no puede dejar de estar conectado y de
conectarse.

Esta comprensión nos hace conscientes del vínculo que liga y religa todas las cosas.
Todo está envuelto en el inmenso proceso complejísimo de la evolución, atravesado en
todas las etapas por el espíritu que emerge, cada vez, bajo formas diferentes,
inconsciente en unas y consciente en otras.

En esta acepción, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la relación, la


vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia rumbo a horizontes cada vez más
abiertos. Al final, espiritualidad no es pensar en Dios sino sentir a Dios como el Vínculo
que pasa a través de todos los seres, interconectándolos y constituyéndonos, a nosotros
y al cosmos.

Espiritualidad pura

Uno de los objetivos de las religiones es experimentar y expresar la realidad en su


dimensión trascendental. Esta expresión siempre se desarrollará influida por la cultura
de la sociedad en la que se expresa, pudiendo parecer inaceptable o incomprensible para
otras culturas dicha forma de expresión. De esta manera, la espiritualidad está llamada a
ser una disciplina universal en el grado en que dichas culturas sean capaces de liberarse
de las particularidades culturales (que pueden aparecer como las únicamente válidas).

David Hume apuntó hacia una espiritualidad pura en su libro póstumo diálogos sobre
la religión natural. En él, el filósofo se refiere a concepciones religiosas que no derivan
de la revelación (a través de un profeta que dar lugar a unas sagradas escrituras), sino de
unos argumentos filosóficos universales (como el deísmo).

Joaquín de Fiore profetizó una religión del espíritu que estuviese libre de dogmas
confusos que requiriesen explicación. Así, no necesitaría readaptarse a cada cultura.

También Mahatma Gandhi hizo referencia a éste hecho:

Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una
sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por
intervención de los hombres

La espiritualidad pura es absoluta ambiguedad entregada a la voluntad de Dios. La


espiritualidad requiere el instrumento de la consciencia para ser experimentada.

Espiritualidad de las religiones

La espiritualidad de cada religión pone de relieve los temas que preocupan a la cultura
de ésta, generando la pluralidad de espiritualidades.
Todas las religiones tratan la misma realidad, aunque cada una la expresa con su
lenguaje propio relativo a su cultura. Este factor educacional de la religión se debe a que
cada doctrina está diseñada para funcionar como puente entre cierta estructura mental y
la realidad espiritual, es decir, que está inculturada en una sociedad concreta. Esto no
suprime el valor absoluto de cada religión ni lo relativiza, simplemente lo
desexclusiviza.

Del mismo modo que la espiritualidad necesita de una religión, las religiones no se
pueden separar de la espiritualidad. Si así fuese, se convertirían en simple superstición o
totemismo.

Las doctrinas morales, el culto y los símbolos religiosos son los modos de acceso a la
espiritualidad que usan las religiones.

Espiritualidad Católica

Aunque existen multitud de personas diferentes, hay ciertos rasgos comunes entre ellos
que nos permiten conocer mejor a cada quien (por ejemplo con el temperamento etc...),
así en la Iglesia Católica conviven grupos de personas que poseen a su modo cada uno
una espiritualidad y al reflejar cada una de ellas algo del Espíritu que movía a Jesucristo
se convierten así en escuelas de espiritualidad.

Espiritualidad franciscana

La experiencia religiosa de Francisco de Asís lo conduce a querer imitar a Cristo


principalmente en su actitud de "pobreza". Reporta Francisco en la regla Franciscana
que: '"La Regla y vida de los Hermanos Menores es esta: observar el santo Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad" (2Reg
1). Quienes buscan esa "pobreza" absoluta, deben anunciar la paz y la salvación de
Jesucristo a cristianos y a personas de otras creencias. La Espiritualidad franciscana
conduce a desprenderse de sí para enfocar su atención completa sobre Dios y el ser
humano en plan de servicio, de amor y fidelidad. Un estilo de vida y de fe.

• Ejemplos:
• a) Vivir el Evangelio. La espiritualidad de Francisco de Asís.
• b) Espiritualidad y situación del Siglo XII
• Ver en:Franciscanos.org.

• Fuente:Frate Francesco.org.

Espiritualidad Renana del siglo XII

• HILDEGARDA Y LAS BEGUINAS

Hildegarda de Bingen (1098–1179), educada en la comunidad benedictina de


Disibodenberg, llamada la “sibila renana” del siglo XII, tiene una profunda formación
religiosa, a pesar de su condición de mujer, lo que era una limitante en aquella época.
Ella sigue la espiritualidad medieval de la experiencia que pone en ejercicio tanto los
sentidos interiores del alma cuanto el movimiento amoroso que la impulsa a
autotrascenderse. Su visión subraya lo itinerante de la vida. Invita al discernimiento que
evita la dispersión del espíritu, un alegre saber de la vida llamado "discretio", el cual
tiene esa sensibilidad para con la vida que deja resonar el todo del universo en la
inefabilidad del individual concreto. Se trata de un conocimiento en equilibrio, en donde
el hombre sabe por relación a la totalidad. Todo saber fuera de los límites produce un
desequilibrio tanto en la historia como en la naturaleza de los elementos. En el cosmos
simbólico de Hildegarda la semejanza constituye la forma vinculante del universo. La
enfermedad, por ejemplo, no es tanto una alteración patológica cuanto una interrupción
de la corriente vital que circula por la buena creación; el restablecimiento viene por la
simpatía, el acompañamiento y la compasión con el que sufre. "Veriditis" es la fuerza
germinante y creadora que lleva a plenitud los diseños de la semejanza, es el color verde
en tanto principio de vida, crecimiento y fertilidad que sale del poder creador de Dios.
El alma es la potencia verdeante del cuerpo. La existencia itinerante se cumple en el
final de la historia como una celebración en la que resuena el canto sinfónico de los
ángeles y de los hombres. Ciertamente Hildegarda tiene una experiencia personal y
comunitaria de los misterios de Dios. [15]

'Viendo' esta restauración, la describe así: "el fuego brilla sin quemar, como la aurora, el
aire resplandece en toda su transparencia, el agua es clara y tranquila sin
desbordamiento ni devastación y la tierra aparece fuerte y plana, sin fragilidad ni
defecto. Todo es calma y belleza... la noche ha terminado... Las tinieblas de la noche no
volverán a levantarse y el día no terminará [...] La voz de una multitud, canta
sinfónicamente la alabanza de los lugares celestiales. Se trata de una visión en plenitud
pero dentro de la experiencia del extrañamiento en esta vida y de la patria, inalcanzada
aún, del más allá". Sus narraciones apocalípticas (en el sentido de desvelar los fines
últimos) dan del universo una visión sorprendente de modernidad dónde la ciencia
actual puede reconocerse: creación continua, energía escondida en la materia,
magnetismo.

• Citando Hildegardadebingen.com.ar.

• Véa como complemento Las Pinturas de Hildegarda de Bingen.

La cultura mística

• Las beguinas (XII-XIV):

Las beguinas (XII-XIV): Continúan la espiritualidad de Hildegarda y pertenecen a la


mística renana-flamenca.

• Tomás de Kempis (siglo XV)

Tomás pertenece a la escuela de místicos que se difundieron especialmente en el norte


de Europa, de Suiza a a Holanda. Fue un seguidor de Geert Groote y Florentius
Radewijns, los fundadores de los Hermanos de la Vida Común. Sus escritos son de
carácter devocional e incluyen meditaciones, cartas, sermones así como una biografía de
Santa Lydwine -una mujer cristiana que dio muestras de virtud y perseverancia aún en
momentos de grandes dificultades-. Tiene la biografía de Groote, Radewijns y nueve de
sus compañeros. Todas esas obras tienen el mismo sentido, estilo y fuerza de la
Imitación de Cristo como una prolongada meditación de la vida y las bendiciones
divinas. Todas sus obras son una permanente adoración a Cristo.

Espiritualidad jesuítica

La espiritualidad jesuita consiste en la forma concreta del seguimiento de Cristo que


ilustran los Ejercicios ignacianos, las Constituciones de la Compañía, los escritos de
Ignacio de Loyola, Jerónimo Nadal , Luis González de Cámara, Pedro Fabro, Francisco
Javier. La Encarnación de Cristo conduce a abarcar toda la vida concreta de las personas
en el conjunto de su fe. No es sólo una espiritualidad de vida íntima en relación con
Dios, pero también una acción concreta para encarnar en el mundo de hoy, el ideal
cristiano.

Espiritualidad monástica

La espiritualidad monástica nace del evangelio, como la espiritualidad del catolicismo


en general. Su ideal cristiano se plasma en "Reglas" de vida. Parte de sus experiencias y
lleva al monje a apartarse de bienes y de la vida conyugal para vivir por el grande y
absorbente ideal de la búsqueda de Dios. El ascetismo corporal se impone. Sus
elementos destacados son el ayuno, la abstinencia, las velas nocturnas, la práctica del
silencio, el trabajo manual, una auténtica pobreza, la virginidad. Espiritualidad monacal

Espiritualidad dominicana

Los miembros de la Orden de los Hermanos Predicadores llamados también 'dominicos'


viven en comunidad con los tres votos religiosos.

"Los frailes, de acuerdo entre sí por la obediencia, asociados en un amor más elevado
por la disciplina de la castidad, y dependiendo más estrechamente unos de otros por la
pobreza edifican primero en su propio convento esa iglesia de Dios que, mediante su
trabajo, han de extender por el mundo"

Toda su espiritualidad se dirige hacía su misión principal de predicadores del evangelio,


usando diversas formas de transmisión.

Página de los Dominicos

Las fuentes de la espiritualidad

• La Biblia
• La Toráh (los 5 libros de Mosheh)
• Palabra de Dios
• Sacra mentalidad de la iglesia
• Testimonio de la iglesia
• Reconocimiento de nuestros hermanos.

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