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INTRODUCCIÓN

El Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad (TDAH) es una patología


de alta prevalencia dentro del desarrollo neurológico del niño y que compromete
un grupo de problemas relacionados con la falta de atención, hiperactividad e
impulsividad generándole una importante dificultad para realizar eficientemente
sus actividades diarias y académicas. El (THDA) es un cuadro sintomático
tremendamente heterogéneo desde el punto de vista clínico y pronóstico. Aunque
tradicionalmente se ha relacionado con una situación clínica típica de la infancia y
la adolescencia, en la actualidad se define como un trastorno crónico
sintomáticamente evolutivo. Aunque por norma, los pacientes afectos se muestran
inquietos y dispersos en los primeros años de edad, e incluso, en los primeros
meses de vida, el cuadro se hace especialmente notable a partir de los tres primeros
años, mostrando una diversidad clínica e intensa a partir de los seis años de edad,
durante la etapa escolar. A través del presente seminario se muestra una visión
clara y global en relación a este trastorno para lograr mejor comprensión y
sensibilización con respecto al tema.
EL TDAH, CONCEPTO, FUNCIONES Y
FINALIDADES.

El trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) se considera una


enfermedad del neurodesarrollo. Los trastornos del neurodesarrollo son las
condiciones neurológicas que aparecen en la primera infancia, por lo general
antes de entrar a la escuela, y afectan el desarrollo del funcionamiento personal,
social, académico y/o laboral. Por lo general implican dificultades con la
adquisición, conservación o aplicación de habilidades o conjuntos de información
específicos. Los trastornos del desarrollo neurológico pueden implicar disfunción
de la atención, la memoria, la percepción, el lenguaje, la resolución de problemas
o la interacción social. Otros trastornos del neurodesarrollo comunes
incluyen trastornos del espectro autista, trastornos del aprendizaje (p.
ej., dislexia) y discapacidad intelectual.
Algunos expertos consideraban previamente al TDAH un trastorno del
comportamiento, probablemente debido a os trastornos de la conducta
comórbidos, en particular porque los trastornos de oposición desafiante y
el trastorno conducta, son comunes.
Se estima que afecta al 8-11% de los niños en edad escolar (1). Sin embargo,
muchos expertos opinan que se sobre diagnóstica TDAH, en gran medida por
aplicación inexacta de los criterios. Según el Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders, quinta edición (DSM-5), existen 3 tipos:
Introducción al trastorno por déficit de atención/hiperactividad, En general,
el TDAH es dos veces más común en los varones, aunque las proporciones varían
según el tipo. El tipo con predominio de hiperactividad/impulsividad es de 2 a 9
veces más frecuente en los varones; el tipo con predominio de déficit de atención
se observa con igual frecuencia en ambos sexos. El TDAH tiende a agruparse en
familias.

El TDAH no tiene una causa única y específica conocida. Las posibles causas de
TDAH son factores genéticos, bioquímicos, sensitivo motores, fisiológicos y
conductuales. Algunos factores de riesgo son un peso al nacer < 1.500 g,
traumatismo craneoencefálico, deficiencia de hierro, apnea obstructiva del
sueño y exposición al plomo, así como exposición prenatal a alcohol, tabaco y
cocaína. Menos del 5% de los niños con TDAH tiene evidencias de daño
neurológico. Cada vez más evidencia implica diferencias de los sistemas
dopaminérgico y no adrenérgico, con menor actividad o estimulación de la parte
superior del tronco encefálico y los haces fronto-mesencefálicos.

TDAH en adultos
A pesar de que el TDAH se considera un trastorno de los niños y siempre se
inicia durante la infancia, persiste hasta la edad adulta en aproximadamente la
mitad de los casos. Aunque el diagnóstico de vez en cuando puede no ser
reconocido hasta la adolescencia o la edad adulta, algunas manifestaciones
deberían haber estado presentes antes de los 12 años.
En los adultos, los síntomas incluyen
 Dificultades Para concentrarse
 Dificultad para completar tareas (compromisos en la función ejecutiva)
 Cambios de humor
 Impaciencia
 Dificultades para mantener las relaciones
La hiperactividad en adultos por lo general se manifiesta como inquietud e
intranquilidad en lugar de la hiperactividad motora que se produce en los niños
pequeños. Los adultos con TDAH tienden a tener un mayor riesgo para el
desempleo, una reducción de los logros educativos, y aumento de las tasas de
abuso de sustancias y la criminalidad. Accidentes y violaciones de vehículos de
motor son más comunes.
El TDAH puede ser más difícil de diagnosticar durante la edad adulta. Los
síntomas pueden ser similares a los de los trastornos del estado de ánimo,
los desórdenes de ansiedad, y los trastornos por uso de sustancias. Puesto que el
auto informé de síntomas infantiles puede ser poco fiable, los médicos pueden
tener que revisar los registros escolares o de entrevistas familiares para confirmar
la existencia de manifestaciones antes de los 12 años.
Los adultos con TDAH pueden beneficiarse con los mismos tipos de fármacos
estimulantes que los niños con el mismo trastorno. También pueden beneficiarse
con el asesoramiento para mejorar el manejo del tiempo y otras habilidades de
adaptación.
Signos y síntomas

A menudo, comienza antes de los 4 años de edad y siempre antes de los 12 años.
La edad pico para el diagnóstico es entre 8 y 10 años; sin embargo, a veces no se
diagnostica hasta después de la adolescencia en pacientes que presentan el tipo
con predominio de déficit de atención.
Los signos y síntomas centrales de TDAH son
 Falta de atención
 Impulsividad
 Hiperactividad
La falta de atención : tiende a aparecer cuando el niño realiza tareas que
requieren vigilancia, tiempo de reacción rápido, búsqueda visual y perceptiva y
escucha sistemática y sostenida.
La impulsividad: se refiere a las acciones precipitadas que pueden provocar un
resultado negativo (p. ej., en los niños, cruzar una calle sin mirar, en adolescentes
y adultos, de repente dejar la escuela o un trabajo sin pensar en las
consecuencias).
La hiperactividad: implica actividad motora excesiva. Los niños, especialmente
los más jóvenes, pueden tener dificultades para permanecer sentados en silencio
cuando deben hacerlo (p. ej., en la escuela o en la iglesia). Los pacientes mayores
pueden ser simplemente nerviosos, inquietos o habladores-a veces hasta el punto
de que otras personas se sientan cansadas observándolos.
La falta de atención y la impulsividad impiden el desarrollo de habilidades
académicas y de estrategias de pensamiento y razonamiento, la motivación para ir
a la escuela y la adaptación a las demandas sociales. Los niños que presentan
TDAH con predominio de déficit de atención tienen a aprender con la práctica y
tienen dificultad en situaciones de aprendizaje pasivo que requieren rendimiento
continuo y finalización de tareas.
En términos generales, alrededor del 20 al 60% de los niños con TDAH tiene
trastornos de aprendizaje, pero se observa cierta disfunción escolar en la mayoría
de los niños con este cuadro debido a falta de atención (que conduce a que pasen
inadvertidos los detalles) e impulsividad (que determina que los niños respondan
sin pensar acerca de las preguntas).
Los antecedentes conductuales pueden revelar escasa tolerancia a la frustración,
oposición, berrinches, agresión, malas aptitudes sociales y relaciones con
compañeros, alteraciones del sueño, ansiedad, disforia, depresión y fluctuaciones
anímicas.
Si bien no hay ningún hallazgo específico en la exploración física ni en las
pruebas de laboratorio asociado con TDAH, los signos pueden incluir
 Incoordinación motora o torpeza
 Signos neurológicos "blandos", no localizados
 Disfunciones perceptivo-motoras
Diagnóstico

 Criterios clínicos basados en el DSM-5.


El diagnóstico de TDAH es clínico y se basa en una evaluación exhaustiva de los
aspectos médicos, del desarrollo, educativos y psicológicos.

Criterios diagnósticos del TDAH según el DSM-5


Los criterios diagnósticos del DSM-5 incluyen 9 signos y síntomas de falta de
atención y 9 de hiperactividad e impulsividad. El diagnóstico con estos criterios
requiere ≥ 6 síntomas y signos de al menos un grupo. Además, los síntomas
necesitan
 Estar presentes a menudo por ≥ 6 meses
 Ser más pronunciados que los previstos para el nivel de desarrollo del niño
 Ocurre en al menos 2 situaciones (p. e., el hogar y la escuela)
 Estar presentes antes de los 12 años (por lo menos algunos de los síntomas)
 Interferir con el funcionamiento en el hogar, la escuela o el trabajo
Síntomas de falta de atención:
 No presta atención a los detalles o comete errores por descuido en las tareas
escolares o en otras actividades
 Tiene dificultad para mantener la atención en las tareas escolares o durante
el juego
 No parece escuchar cuando se le habla en forma directa
 No sigue las instrucciones ni finaliza las tareas
 Tiene dificultad para organizar tareas y actividades
 Evita, no le gusta o rehúsa intervenir en tareas que requieren un esfuerzo
mental sostenido durante un período prolongado
 A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades de la escuela
 Se distrae fácilmente
 Es olvidadizo en las actividades diarias
Síntomas de hiperactividad e impulsividad:
 Mueve continuamente las manos o los pies, o se retuerce

 Abandona a menudo su asiento en la clase o en otros lugares


 A menudo corre o trepa en exceso en sitios donde estas actividades resultan
inapropiadas
 Tiene dificultad para jugar tranquilamente
 Siempre está haciendo algo o actúa como si tuviera un motor
 Habla en exceso
 Responde antes de que se completen las preguntas
 Tiene dificultad para aguardar su turno
 Interrumpe a los demás o se entromete en sus actividades
El diagnóstico del tipo con predominio de déficit de atención exige ≥ 6 signos y
síntomas de falta de atención. El diagnóstico del tipo hiperactivo-impulsivo exige
≥ 6 signos y síntomas de hiperactividad e impulsividad. El diagnóstico del tipo
combinado exige ≥ 6 signos y síntomas cada uno de falta de atención e
hiperactividad-impulsividad.

Otras consideraciones diagnósticas

La diferenciación entre TDAH y otros cuadros puede ser difícil. Debe evitarse el
sobre diagnóstico, y es preciso identificar con exactitud otros trastornos. Muchos
signos de TDAH expresados durante los años preescolares también podrían
indicar problemas de comunicación que pueden aparecer en otros trastornos del
desarrollo (p. ej., trastornos del espectro autista) o en ciertos trastornos de
aprendizaje, ansiedad, depresión o conductuales (p. ej., trastorno de conducta).
Los médicos deben considerar si el niño es distraído por factores externos (es
decir, factores ambientales) o internos (es decir, pensamientos, ansiedades,
preocupaciones). Sin embargo, durante etapas más tardías de la infancia, los
signos de TDAH se tornan más definidos desde el punto de vista cualitativo; los
niños con el tipo hiperactivo-impulsivo o el tipo combinado suelen presentar
movimiento continuo de los miembros inferiores, ausencia de persistencia motora
(p. ej., movimiento sin objetivo y movimientos constantes de las manos), habla
impulsiva y una aparente falta de conciencia de su entorno. Los niños con el tipo
predominantemente de falta de atención pueden no tener signos físicos.
La evaluación médica se centra en identificar cuadros potencialmente tratables
que pueden contribuir a los síntomas y signos o agravarlos. La evaluación debe
incluir la búsqueda de antecedentes de exposición prenatal (p. ej., drogas, alcohol,
tabaco), complicaciones o infecciones perinatales, infecciones del SNC, lesión
cerebral traumática, enfermedad cardíaca, trastornos respiratorios del sueño, falta
de apetito y/o mala voluntad para comer y antecedentes familiares de TDAH.
La evaluación del desarrollo se centra en determinar el comienzo y la evolución
de los signos y síntomas. La evaluación incluye la comprobación de los hitos del
desarrollo, en particular los hitos del lenguaje y el uso de escalas de calificación
de TDAH-específica (p. ej., la Vanderbilt Assessment Scale, la Conners
Comprehensiva Behavior Rating Scale, la ADHD Rating Scale-IV). Tenga en
cuenta que las escalas no deben usarse solas para hacer un diagnóstico.
La evaluación educativa se centra en documentar los signos y síntomas
centrales; puede implicar la revisión de registros educacionales y el empleo de
escalas de valoración o listas de verificación. Sin embargo, las escalas de
valoración y las listas de verificación solas a menudo no permiten distinguir el
TDAH de otros trastornos del desarrollo y conductuales.
Pronóstico

Las aulas y las actividades académicas tradicionales suelen exacerbar los signos y
síntomas en los niños con TDAH no tratado o inadecuadamente tratado. Los
problemas de adaptación social y emocional pueden ser persistentes. La escasa
aceptación por los compañeros y la soledad tienden a aumentar con la edad y con
la manifestación evidente de los síntomas. Puede ocurrir un abuso de sustancias si
el TDAH no se identifica y se trata de forma adecuada, ya que muchos
adolescentes y adultos con TDAH se automedican tanto con sustancias legales (p.
ej., la cafeína) e ilegales (p. ej., la cocaína).
Si bien los signos y síntomas de hiperactividad tienden a disminuir con la edad,
los adolescentes y adultos pueden presentar dificultades residuales. Los factores
predictivos de mal pronóstico en la adolescencia y la adultez son los siguientes:
 Escasa inteligencia coexistente
 Agresividad
 Problemas sociales e interpersonales
 Psicopatología parental
En la adolescencia y la adultez, los problemas se manifiestan predominantemente
por fracaso académico, escasa autoestima y dificultad para aprender una conducta
social adecuada. Los adolescentes y adultos que presentan predominantemente
TDAH impulsivo pueden tener mayor incidencia de trastornos de los rasgos de
personalidad y conducta antisocial; muchos siguen mostrando impulsividad,
inquietud y malas aptitudes sociales. Las personas con TDAH parecen ajustarse
mejor al trabajo que a las situaciones académicas y domésticas, sobre todo si
pueden encontrar trabajos cuya realización no requiera una atención intensa.
Tratamiento

 Terapia conductista
 Farmacoterapia, en forma típica con estimulantes, como metilfenidato o
dextroanfetamina (en preparados de corta duración y de larga duración)
Estudios aleatorizados, controlados, muestran que la terapia conductual sola es
menos eficaz que el tratamiento con fármacos estimulantes solo en los niños de
edad escolar, pero se recomienda la terapia conductual o combinada en los niños
más pequeños. Si bien la farmacoterapia no corrige las diferencias
neurofisiológicas de base de los pacientes con TDAH, los fármacos son eficaces
para aliviar los síntomas y permiten la participación en actividades antes
inaccesibles por la escasa atención e impulsividad. Los fármacos suelen
interrumpir el ciclo de conducta inapropiada, lo que potencia las intervenciones
conductuales y académicas, la motivación y la autoestima.
El tratamiento de TDAH en adultos sigue principios similares, pero la selección y
la dosificación de los fármacos son individualizadas según otros cuadros
médicos.

Drogas estimulantes

Los preparados estimulantes que incluyen el metilfenidato o sales de anfetamina


son los más utilizados. La respuesta es muy variable, y la dosificación depende de
la gravedad de la conducta y la capacidad del niño para tolerar el fármaco. La
dosificación se ajusta en frecuencia y cantidad hasta alcanzar la respuesta óptima.
Por lo general, el metilfenidato se inicia a razón de 0,3 mg/kg VO 1 vez al día
(forma de liberación inmediata) y se aumenta la frecuencia semanalmente, en
general hasta alrededor de 3 veces al día o cada 4 h. Si la respuesta es inadecuada
pero el fármaco es tolerado, puede aumentarse la dosis. La mayoría de los niños
llegan a un equilibrio óptimo entre beneficios y efectos adversos con dosis
individuales de 0,3 a 0,6 mg/kg. El isómero dextro del metilfenidato es la
fracción activa y está disponible para la prescripción de media dosis.
La dextroanfetamina suele iniciarse (a menudo en combinación con anfetamina
racémica) en dosis de 0,15 a 0,2 mg/kg VO 1 vez al día, que después es posible
aumentar a 2 o 3 veces al día, o cada 4 horas. En general, son eficaces dosis
individuales de 0,15 a 0,4 mg/kg. La titulación de la dosis debe equilibrar la
eficacia y los efectos adversos. Por lo general, las dosis de dextroanfetamina son
alrededor de dos tercios de las de metilfenidato.
Una vez que se alcanza una dosis óptima de metilfenidato o dextroanfetamina,
suele sustituirse por una dosis equivalente del mismo fármaco en una forma de
liberación sostenida para evitar la administración en la escuela. Los preparados de
acción prolongada son comprimidos con matriz de cera de liberación lenta,
cápsulas bifásicas que contienen el equivalente de 2 dosis y píldoras de liberación
osmótica y parches transdérmicos que ofrecen 12 horas de cobertura. Ya están
disponibles preparaciones líquidas tanto de acción corta y de acción prolongada.
Las preparaciones dextro puras (p. ej., dextrometilfenidato) se utilizan a menudo
para reducir al mínimo los efectos adversos, tales como la ansiedad; las dosis son
típicamente la mitad de las preparaciones mixtas. Las preparaciones de pro
fármacos también se utilizan a veces debido a su liberación más suave, mayor
duración de acción, menos efectos adversos, y menor potencial de abuso. A
menudo, el aprendizaje mejora con dosis bajas, pero la mejoría de la conducta
suele requerir dosis más altas.
Los esquemas de dosificación de fármacos estimulantes pueden ajustarse para
cubrir días y horarios específicos (p. ej., durante las horas de escuela, mientras se
realiza la tarea para el hogar). Puede intentarse suprimir la medicación los fines
de semanas, los feriados o durante las vacaciones de verano. Se recomiendan
períodos de placebo (durante 5-10 días escolares para garantizar la fiabilidad de
las observaciones) a fin de determinar si los fármacos todavía son necesarios.
Los efectos adversos comunes de los fármacos estimulantes son
 Alteraciones del sueño (p. ej., insomnio)
 Depresión
 Cefalea
 Dolor de estómago
 Supresión del apetito
 Taquicardia e hipertensión arterial
Algunos estudios han mostrado enlentecimiento del crecimiento a lo largo de 2
años de medicación con fármacos estimulantes, pero los resultados no han sido
constantes y se ignora si éste persiste durante períodos de tratamiento más
prolongados. Algunos pacientes sensibles a los efectos estimulantes de los
fármacos parecen demasiados centrados o apagados; en estos casos, puede ser útil
reducir la dosificación del fármaco estimulante o probar uno diferente.

Fármacos no estimulantes

También se usa la atomoxetina, un inhibidor selectivo de la recaptación de


la noradrenalina. El fármaco es eficaz, pero los datos respecto de su eficacia en
comparación con los estimulantes son variables. Algunos niños tienen náuseas,
sedación, irritabilidad y berrinches; rara vez, se observa hepatotoxicidad e
ideación suicida. Una dosis inicial típica es de 0,5 mg/kg VO 1 vez al día, titulada
semanalmente a 1,2-1,4 mg/kg 1 vez al día. La semivida prolongada permite la
dosificación 1 vez al día, pero requiere administración continua para ser eficaz.
La dosificación diaria máxima recomendada es de 100 mg.
En ocasiones, se indican antidepresivos como el bupropión, alfa-2 agonistas
como clonidina y guanfacina y otros fármacos psicoactivos en casos de ineficacia
de los fármacos estimulantes o de efectos colaterales inaceptables, pero son
menos eficaces y no son recomendados como de primera línea. A veces, estos
fármacos se utilizan en combinación con estimulantes para lograr efectos
sinérgicos; es esencial el control estricto para detectar efectos adversos.

Intervención conducta

El asesoramiento, incluida terapia cognitiva-conductista (p. ej., fijación de


objetivos, autocontrol, adopción de modelos, juego de roles), suele ser eficaz y
ayuda a los niños a comprender el TDAH. Son esenciales la estructura y las
rutinas.
La conducta en el aula suele mejorar con un control ambiental del ruido y la
estimulación visual, la duración adecuada de las tareas, la novedad, la orientación
y la proximidad del maestro.
Cuando persisten las dificultades en el hogar, debe recomendarse a los padres que
busquen asistencia profesional adicional y capacitación en técnicas de
intervención conductual. Agregar incentivos y recompensas simbólicas refuerza
la intervención conductual y suele ser eficaz. Los niños con TDAH en quienes
predominan la hiperactividad y el escaso control de los impulsos suelen mejorar
en el hogar cuando se establecen estructuras, técnicas de crianza consistentes y
límites bien definidos.
Las dietas de eliminación, los tratamientos con megavitaminas, el uso de
antioxidantes u otros compuestos y las intervenciones nutricionales y bioquímicas
han tenido efectos menos uniformes. La biorretroalimentación puede ser útil en
algunos casos, pero no se recomienda de manera sistemática, ya que no hay
evidencia de beneficio sostenido.
Conceptos clave
 El TDAH implica la falta de atención, hiperactividad/ impulsividad, o
una combinación; que normalmente aparece antes de los 12 años,
incluso en niños en edad preescolar.
 La causa es desconocida, pero hay numerosos factores de riesgo
sospechosos.
 Diagnosticar mediante criterios clínicos, y estar alerta para otros
trastornos que pueden manifestarse inicialmente de manera similar (p.
ej., los trastornos del espectro autista, ciertos trastornos del aprendizaje
o del comportamiento, ansiedad, depresión).
 Las manifestaciones tienden a disminuir con la edad, pero los
adolescentes y adultos pueden tener dificultades residuales.
 Tratar con drogas estimulantes y terapia cognitivo-conductual; la
terapia conductual sola puede ser apropiada para los niños en edad
preescolar.

PRUEBAS COMPLEMENTARIAS AL DIAGNOSTICO DE TDAH


Un diagnóstico correcto y a tiempo es el primer paso para un buen tratamiento del Trastorno
por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDA-H) y para la prevención de sus complicaciones
así como para poder descartar otras patologías. Generalmente los padres, profesores,
orientadores, pedagogos, o pediatras son los primeros en sospechar un posible caso de TDA-H
(Soutullo y Díez, 2007.)

Cuando aparecen la primeras señales de alarma, se debe derivar a los servicios de Salud Mental
Infanto-Juvenil para iniciar el protocolo diagnóstico. Por lo general, son los especialistas en
psiquiatría infantil y adolescente, los que establecen el diagnóstico definitivo en base a una serie
de pruebas clínicas y médicas.

Las pruebas médicas y clínicas, sirven para descartar posibles patologías o problemas médicos,
como problemas de audición y visión, alteraciones fisiológicas (sueño, alimentación, tiroides...)
retraso madurativo, y/o alteraciones psicológicas (trastornos emocionales, trastorno
adaptativos, ansiedad, fobias, etc.)

La exploración y la valoración médica y psicológica exhaustiva junto con las entrevistas a los
padres, profesores y la observación directa del niño/a conducen al experto a la conclusión de si
estamos ante la presencia de un caso de trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

Existen otro tipo de pruebas complementarias al diagnóstico, que pueden proporcionar más
información al especialista acerca de la presencia y la intensidad del cuadro sintomático del
trastorno así como de las posibles patologías asociadas o comórbidas a éste como dificultades
del aprendizaje (Soutullo y Díez, 2007.)

Pruebas de Neuroimagen
Para el diagnóstico de TDA-H no es necesario realizar pruebas de imagen salvo en casos
concretos. No obstante, dichas pruebas realizadas en trabajos de investigación, están ayudando a
conocer qué pasa en el cerebro de los niños con TDA-H y en concreto si se detectan factores que
puedan ser causa del TDA-H.

Con las pruebas de neuroimagen (TAC, Resonancia Magnética, RM, Resonancia Magnética
funcional RMf, etc.), se ha visto que en algunas zonas concretas del cerebro, hay una actividad
menor de la esperada, que estaría en relación con la falta de atención y el exceso de movimiento,
sintomatología relacionada con el TDA-H. En estas zonas podría existir un funcionamiento
anómalo de algunos neurotransmisores pudiendo provocar un déficit en las funciones de esas
zonas, lo que daría como resultado el cuadro sintomático tanto cognitivo como emocional y
conductual del TDA-H. Muestran este funcionamiento anómalo especialmente zonas
determinadas del lóbulo frontal del cerebro, el cuál es el encargado de coordinar las funciones
cerebrales y es por esto que este mal funcionamiento de estas áreas se considere hoy en día como
posible causa del TDA-H.

Las pruebas de neuroimagen también son indicadas por el médico cuando existe sospecha de
posibles problemas neurológicos como epilepsias, alteraciones del sueño, alteraciones del habla
o cuando el diagnóstico diferencial del TDA-H resulta difícil o existen complicaciones añadidas.

Pruebas clínicas y de evaluación cognitiva

Este tipo de pruebas de evaluación miden aspectos de tipo cognitivo, intelectual y comporta
mental (grado de funcionalidad del sujeto). Nos dan indicadores del grado de destreza del niño/a
a la hora de resolver tareas cotidianas y de su rendimiento académico, social y cognitivo.
También nos dan información acerca de la intensidad de las difciultades o hándicaps derivados
del trastorno así como indicadores de posibles alteraciones o problemas de tipo cognitivo como
memoria, memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, dificultades de autocontrol o
autorregulación, razonamiento, resolución de problemas, impacto de los síntomas, etc.

 EDAH (Evaluación del trastorno para el déficit de Atención e Hiperactividad)

Es una escala para evaluar la hiperactividad, el déficit de atención, la impulsividad y los


trastornos de la conducta que influyen muy negativamente en el desarrollo escolar del niño.
Aplicable a niños de entre 6 y 12 años, de manera individual y con una duración de 5 a 10
minutos aproximadamente. La finalidad del EDAH es recoger información sobre la conducta
habitual del niño. Permite evaluar los rasgos principales del TDA-H de una manera sencilla y
objetiva.

 Escalas de Wechsler

A pesar de que esta prueba no siempre está recogida en el protocolo de diagnóstico del TDA-H
de forma sistemática, constituye una prueba fundamental para poder determinar la presencia o no
del trastorno, es valorar la capacidad intelectual del niño/a, con el fin de descartar que los
posibles problemas que pueda presentar no se deban a un problema de un bajo nivel intelectual, o
puedan estar ante un caso de altas capacidades, y sea éste el origen de las posible dificultades
académicas, sociales y/o personales.

En ocasiones niño/a con CI por encima de la media, presenta síntomas de falta de motivación,
problemas de atención y concentración, malas relaciones sociales, que pueden llevar a un error
en la sospecha diagnóstica.

David Wechsler es el autor de estas escalas para medir la inteligencia o determinar el CI


(coeficiente intelectual) de una persona. Son escalas formadas cada una por una escala verbal y
una escala de ejecución, de modo que con la aplicación de cualquiera de ellas se obtienen tres
puntuaciones: un CI verbal, un CI manual y un CI total.

Además de una medida de la inteligencia general, las diferentes su pruebas de esta escala aportan
información sobre el funcionamiento cognitivo del alumno en aspectos como memoria de trabajo
y velocidad de procesamiento.

- WISC (de 5 a 16 años)

Ofrece información sobre la capacidad intelectual general del niño (CI Total) y sobre su
funcionamiento en Compresión verbal, Razonamiento perceptivo, Memoria de trabajo y
Velocidad de procesamiento. La Escalase compone de 15 test, 10 principales y 5 optativos.

- WAIS (de 16 a 64 años)

Tiene por objetivo medir la inteligencia de la población juvenil y adulta, dentro de un enfoque
global de ésta. El WAIS es un test construido para evaluar la inteligencia global, entendida como
concepto de CI, de individuos de cualquier raza nivel intelectual, educación, orígenes
socioeconómicos y culturales y nivel de lectura. Es individual y consta de 2 escalas: verbal y de
ejecución. Está basada en la Teoría Bifactorial de Spearman. Donde Inteligencia, tomada desde
un punto de vista global, ya que está compuesta por habilidades cualitativamente diferentes
(rasgos), pero no independientes.

Pruebas específicas de atención

Las pruebas para medir la capacidad atencional (atención selectiva, atención sostenida,
concentración, focalización del estímulo, control inhibitorio de la atención...) proporcionan un
perfil de rendimiento atencional del niño/a. Estas medidas de atención sirven como indicadores y
predictores del funcionamiento del niño/a en tareas que requieren esfuerzo atencional, como
atender en clase, realizar las tareas, tareas de concentración, situaciones de estrés ambiental, etc.

Los perfiles atencionales también nos ayudan a diseñar el tipo de intervención más adecuada
para cada caso, y el tipo de tarea sobre la que trabajar como programas y juegos de atención
visual, atención auditiva, instrucciones, entrenamiento neuropsicológico.

 Tarea de atención sostenida en la infancia. M. Servera y J. Llabrés. Tea Ediciones


Las "tareas de ejecución continua" como esta están indicada para la medida de la capacidad de
atención sostenida en niños. El soporte de evaluación que se usa es el informático, el cual
permite aplicar la prueba y extraer automáticamente una importante cantidad de información de
difícil acceso mediante otros métodos.

La tarea a realizar es sencilla y motivante para los niños, ya que es por ordenador, y consiste en
presionar la barra espaciadora del teclado cada vez que aparece en pantalla el número 6 seguido
de un 3.

 Test de caras (Test de percepción de diferencias)

Esta prueba evalúa las aptitudes perceptivas y de atención. Es de aplicación colectiva y tiene un
tiempo estimado de 3 minutos. Se puede utilizar a partir de los 6 años.

Consiste en una prueba perceptiva integrada por 60 elementos gráficos, que representan dibujos
esquemáticos de caras con trazos muy elementales. Evalúa las aptitudes requeridas para percibir
rápidamente semejanzas y diferencias con patrones estimulantes parcialmente ordenados. El
carácter simple y un poco lúdico de los elementos hace que la prueba sea muy adecuada para
poblaciones de bajo nivel cultural y, en cambio, resulte demasiado elemental para niveles
culturales medio-altos.

 Test de Atención D2

El autor es Rolf Brickenkamp. Se trata de una prueba de aplicación tanto individual como
colectiva.

El tiempo de duración estimado es de 8 minutos. Está destinada a niños mayores de 8


años, adolescentes y adultos. Sesta prueba evalúa la atención selectiva y la concentración.

El Test de Atención D2 ofrece una medida concisa de la velocidad de procesamiento,


la atención selectiva y la concentración mental, mediante una tarea consistente en realizar
una búsqueda selectiva de estímulos relevantes.

El test ofrece una medida concisa de la velocidad de procesamiento, la atención selectiva y la


concentración mental, mediante una tarea consistente en realizar una búsqueda selectiva de
estímulos relevantes.

 Escala de Magallanes de atención visual


Hay dos versiones, según la edad: EMAV-1 para niveles de 1º a 4º de educación primaria (6, 7, 8
y 9 años) y EMAV-2 en adelante, incluido adultos. Consiste en valorar la capacidad y habilidad
atencional en niños y adultos. La ejecución de la prueba tiene una duración de 6 minutos para la
versión 1, y de 12 minutos para la 2; con un tiempo total, incluyendo las instrucciones, de 30
minutos en ambos casos.
Proporciona dos índices de atención: Atención Sostenida (AS) y Calidad de la Atención (CA).
En aplicación individual es posible obtener, además una valoración de la Estabilidad Atencional
(rendimiento a lo largo del tiempo). La aplicación individual: tiene una duración variable de 15
a 40 minutos.

Es de especial eficacia para la valoración de niños con trastorno por déficit de atención, subtipo
inatento.

Los estudios preliminares llevados a cabo con estudiantes de Primaria y Secundaria, se ha


mostrado relevante para identificar alumnos con dificultades de aprendizaje, al poner de
manifiesto en un 80% de los casos que los alumnos con Fracaso Escolar o Bajo Rendimiento
escolar suelen presentar déficit en Calidad Atencional.

De gran interés para evaluación neuropsicológica de las funciones atencionales: focalización,


mantenimiento, codificación y estabilidad.

Pruebas para evaluar las funciones ejecutivas

Las funciones ejecutivas (FE) son un conjunto supramodal de habilidades cognitivas que
incluyen diversas subfunciones tales como: memoria operativa, flexibilidad mental, atención
sostenida, resistencia a la interferencia, autorregulación y capacidad de ajuste a normas.

Las funciones ejecutivas nos permiten la resolución de problemas complejos, facilitando la


adaptación al entorno y supervisando la conducta dirigida a metas, éstas consideradas como un
sinónimo de inteligencia fluida.

La evaluación neuropsicológica de las FE resulta imprescindible en numerosas muestras clínicas


que tienen mayor o menor grado de afectación frontal, como ocurre en el trastorno por déficit de
atención e hiperactividad, ya que nos da una medida de cuál es el rendimiento y el
funcionamiento ejecutivo de estos niños/as en sus tareas diarias y son el indicador más fiable de
la capacidad operativa para resolver problemas, así como del estatus neurocognitivo general
(Portellano, 2009).

 ENFEN. Evaluación neuropsicológica de las funciones ejecutivas en niños.

El ENFEN es una prueba de aplicación individual, con un tiempo de aplicación inferior a 30


minutos. Está inspirado en pruebas clásicas para evaluar el área pre frontal como la Torre de
Hanoi o el test de Stroop y permite evaluar 6 índices agrupados en 4 escalas: Fluidez (Fonológica
y Semántica), Construcción de Senderos (Sendero en Gris y Sendero en Color), Anillas e
Interferencia.

Una de las ventajas de esta prueba, es que las pruebas tienen un componente muy atractivo para
los niños, lo que hace que sea un tipo de test muy indicado para este tipo de niños/os ya que la
realización de ésta es percibida como una actividad lúdica.
 STROOP. Test de colores y palabras. El test de Stroop es un test atencional que se
encarga de evaluar la habilidad para resistir la interferencia de tipo verbal por lo que es
una buena medida de la atención selectiva. En términos básicos, evalúa la capacidad para
clasificar información del entorno y reaccionar selectivamente a esa información. La
prueba permite identificar los errores de identificación de respuesta. Está indicado para
medir la atención selectiva, y el control inhibitorio ambas funciones afectadas en el TDA-
H.

CONCLUCION PERSONAL

Estamos ante uno de los trastornos mentales y del comportamiento más y mejor
conocidos de cuantos afectan a los niños. El TDAH es un trastorno descrito, por primera
vez, en el siglo XIX y con criterios diagnósticos estables desde la segunda mitad del siglo
XX. Ha ganado notoriedad en los últimos años, pero eso no ha afectado en realidad a las
cifras de prevalencia, que se sitúan en torno al 5% de los niños en edad escolar, de
manera estable en el tiempo y geográficamente.
La etiopatogenia del TDAH se sabe que es multifactorial, donde convergen causas
genéticas y neurobiológicas, con una modulación ambiental. A pesar de los múltiples
estudios de neuroimagen, tanto estructural, pero sobretodo funcional, que han encontrado
alteraciones en el TDAH, hasta la fecha no se dispone de ninguna prueba diagnóstica
para el TDAH. El diagnóstico ha de ser clínico, basado en una amplia anamnesis, que
permita identificar, no solo los síntomas nucleares del trastorno, sino sus áreas de
disfunción asociada. En este sentido, se disponen de diferentes escalas muy útiles para
poder evaluar la presencia y disfunción de los síntomas del TDAH en diferentes áreas del
funcionamiento del paciente con TDAH (la clínica, en casa o la escuela). En este sentido,
la neuropsicología está aportando información valiosa para una mejor compresión del
TDAH y sus disfunciones, y se muestra útil en estudio complementario al diagnóstico,
que como decíamos antes, hasta la fecha es clínico.

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