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El TDAH no tiene una causa única y específica conocida. Las posibles causas de
TDAH son factores genéticos, bioquímicos, sensitivo motores, fisiológicos y
conductuales. Algunos factores de riesgo son un peso al nacer < 1.500 g,
traumatismo craneoencefálico, deficiencia de hierro, apnea obstructiva del
sueño y exposición al plomo, así como exposición prenatal a alcohol, tabaco y
cocaína. Menos del 5% de los niños con TDAH tiene evidencias de daño
neurológico. Cada vez más evidencia implica diferencias de los sistemas
dopaminérgico y no adrenérgico, con menor actividad o estimulación de la parte
superior del tronco encefálico y los haces fronto-mesencefálicos.
TDAH en adultos
A pesar de que el TDAH se considera un trastorno de los niños y siempre se
inicia durante la infancia, persiste hasta la edad adulta en aproximadamente la
mitad de los casos. Aunque el diagnóstico de vez en cuando puede no ser
reconocido hasta la adolescencia o la edad adulta, algunas manifestaciones
deberían haber estado presentes antes de los 12 años.
En los adultos, los síntomas incluyen
Dificultades Para concentrarse
Dificultad para completar tareas (compromisos en la función ejecutiva)
Cambios de humor
Impaciencia
Dificultades para mantener las relaciones
La hiperactividad en adultos por lo general se manifiesta como inquietud e
intranquilidad en lugar de la hiperactividad motora que se produce en los niños
pequeños. Los adultos con TDAH tienden a tener un mayor riesgo para el
desempleo, una reducción de los logros educativos, y aumento de las tasas de
abuso de sustancias y la criminalidad. Accidentes y violaciones de vehículos de
motor son más comunes.
El TDAH puede ser más difícil de diagnosticar durante la edad adulta. Los
síntomas pueden ser similares a los de los trastornos del estado de ánimo,
los desórdenes de ansiedad, y los trastornos por uso de sustancias. Puesto que el
auto informé de síntomas infantiles puede ser poco fiable, los médicos pueden
tener que revisar los registros escolares o de entrevistas familiares para confirmar
la existencia de manifestaciones antes de los 12 años.
Los adultos con TDAH pueden beneficiarse con los mismos tipos de fármacos
estimulantes que los niños con el mismo trastorno. También pueden beneficiarse
con el asesoramiento para mejorar el manejo del tiempo y otras habilidades de
adaptación.
Signos y síntomas
A menudo, comienza antes de los 4 años de edad y siempre antes de los 12 años.
La edad pico para el diagnóstico es entre 8 y 10 años; sin embargo, a veces no se
diagnostica hasta después de la adolescencia en pacientes que presentan el tipo
con predominio de déficit de atención.
Los signos y síntomas centrales de TDAH son
Falta de atención
Impulsividad
Hiperactividad
La falta de atención : tiende a aparecer cuando el niño realiza tareas que
requieren vigilancia, tiempo de reacción rápido, búsqueda visual y perceptiva y
escucha sistemática y sostenida.
La impulsividad: se refiere a las acciones precipitadas que pueden provocar un
resultado negativo (p. ej., en los niños, cruzar una calle sin mirar, en adolescentes
y adultos, de repente dejar la escuela o un trabajo sin pensar en las
consecuencias).
La hiperactividad: implica actividad motora excesiva. Los niños, especialmente
los más jóvenes, pueden tener dificultades para permanecer sentados en silencio
cuando deben hacerlo (p. ej., en la escuela o en la iglesia). Los pacientes mayores
pueden ser simplemente nerviosos, inquietos o habladores-a veces hasta el punto
de que otras personas se sientan cansadas observándolos.
La falta de atención y la impulsividad impiden el desarrollo de habilidades
académicas y de estrategias de pensamiento y razonamiento, la motivación para ir
a la escuela y la adaptación a las demandas sociales. Los niños que presentan
TDAH con predominio de déficit de atención tienen a aprender con la práctica y
tienen dificultad en situaciones de aprendizaje pasivo que requieren rendimiento
continuo y finalización de tareas.
En términos generales, alrededor del 20 al 60% de los niños con TDAH tiene
trastornos de aprendizaje, pero se observa cierta disfunción escolar en la mayoría
de los niños con este cuadro debido a falta de atención (que conduce a que pasen
inadvertidos los detalles) e impulsividad (que determina que los niños respondan
sin pensar acerca de las preguntas).
Los antecedentes conductuales pueden revelar escasa tolerancia a la frustración,
oposición, berrinches, agresión, malas aptitudes sociales y relaciones con
compañeros, alteraciones del sueño, ansiedad, disforia, depresión y fluctuaciones
anímicas.
Si bien no hay ningún hallazgo específico en la exploración física ni en las
pruebas de laboratorio asociado con TDAH, los signos pueden incluir
Incoordinación motora o torpeza
Signos neurológicos "blandos", no localizados
Disfunciones perceptivo-motoras
Diagnóstico
La diferenciación entre TDAH y otros cuadros puede ser difícil. Debe evitarse el
sobre diagnóstico, y es preciso identificar con exactitud otros trastornos. Muchos
signos de TDAH expresados durante los años preescolares también podrían
indicar problemas de comunicación que pueden aparecer en otros trastornos del
desarrollo (p. ej., trastornos del espectro autista) o en ciertos trastornos de
aprendizaje, ansiedad, depresión o conductuales (p. ej., trastorno de conducta).
Los médicos deben considerar si el niño es distraído por factores externos (es
decir, factores ambientales) o internos (es decir, pensamientos, ansiedades,
preocupaciones). Sin embargo, durante etapas más tardías de la infancia, los
signos de TDAH se tornan más definidos desde el punto de vista cualitativo; los
niños con el tipo hiperactivo-impulsivo o el tipo combinado suelen presentar
movimiento continuo de los miembros inferiores, ausencia de persistencia motora
(p. ej., movimiento sin objetivo y movimientos constantes de las manos), habla
impulsiva y una aparente falta de conciencia de su entorno. Los niños con el tipo
predominantemente de falta de atención pueden no tener signos físicos.
La evaluación médica se centra en identificar cuadros potencialmente tratables
que pueden contribuir a los síntomas y signos o agravarlos. La evaluación debe
incluir la búsqueda de antecedentes de exposición prenatal (p. ej., drogas, alcohol,
tabaco), complicaciones o infecciones perinatales, infecciones del SNC, lesión
cerebral traumática, enfermedad cardíaca, trastornos respiratorios del sueño, falta
de apetito y/o mala voluntad para comer y antecedentes familiares de TDAH.
La evaluación del desarrollo se centra en determinar el comienzo y la evolución
de los signos y síntomas. La evaluación incluye la comprobación de los hitos del
desarrollo, en particular los hitos del lenguaje y el uso de escalas de calificación
de TDAH-específica (p. ej., la Vanderbilt Assessment Scale, la Conners
Comprehensiva Behavior Rating Scale, la ADHD Rating Scale-IV). Tenga en
cuenta que las escalas no deben usarse solas para hacer un diagnóstico.
La evaluación educativa se centra en documentar los signos y síntomas
centrales; puede implicar la revisión de registros educacionales y el empleo de
escalas de valoración o listas de verificación. Sin embargo, las escalas de
valoración y las listas de verificación solas a menudo no permiten distinguir el
TDAH de otros trastornos del desarrollo y conductuales.
Pronóstico
Las aulas y las actividades académicas tradicionales suelen exacerbar los signos y
síntomas en los niños con TDAH no tratado o inadecuadamente tratado. Los
problemas de adaptación social y emocional pueden ser persistentes. La escasa
aceptación por los compañeros y la soledad tienden a aumentar con la edad y con
la manifestación evidente de los síntomas. Puede ocurrir un abuso de sustancias si
el TDAH no se identifica y se trata de forma adecuada, ya que muchos
adolescentes y adultos con TDAH se automedican tanto con sustancias legales (p.
ej., la cafeína) e ilegales (p. ej., la cocaína).
Si bien los signos y síntomas de hiperactividad tienden a disminuir con la edad,
los adolescentes y adultos pueden presentar dificultades residuales. Los factores
predictivos de mal pronóstico en la adolescencia y la adultez son los siguientes:
Escasa inteligencia coexistente
Agresividad
Problemas sociales e interpersonales
Psicopatología parental
En la adolescencia y la adultez, los problemas se manifiestan predominantemente
por fracaso académico, escasa autoestima y dificultad para aprender una conducta
social adecuada. Los adolescentes y adultos que presentan predominantemente
TDAH impulsivo pueden tener mayor incidencia de trastornos de los rasgos de
personalidad y conducta antisocial; muchos siguen mostrando impulsividad,
inquietud y malas aptitudes sociales. Las personas con TDAH parecen ajustarse
mejor al trabajo que a las situaciones académicas y domésticas, sobre todo si
pueden encontrar trabajos cuya realización no requiera una atención intensa.
Tratamiento
Terapia conductista
Farmacoterapia, en forma típica con estimulantes, como metilfenidato o
dextroanfetamina (en preparados de corta duración y de larga duración)
Estudios aleatorizados, controlados, muestran que la terapia conductual sola es
menos eficaz que el tratamiento con fármacos estimulantes solo en los niños de
edad escolar, pero se recomienda la terapia conductual o combinada en los niños
más pequeños. Si bien la farmacoterapia no corrige las diferencias
neurofisiológicas de base de los pacientes con TDAH, los fármacos son eficaces
para aliviar los síntomas y permiten la participación en actividades antes
inaccesibles por la escasa atención e impulsividad. Los fármacos suelen
interrumpir el ciclo de conducta inapropiada, lo que potencia las intervenciones
conductuales y académicas, la motivación y la autoestima.
El tratamiento de TDAH en adultos sigue principios similares, pero la selección y
la dosificación de los fármacos son individualizadas según otros cuadros
médicos.
Drogas estimulantes
Fármacos no estimulantes
Intervención conducta
Cuando aparecen la primeras señales de alarma, se debe derivar a los servicios de Salud Mental
Infanto-Juvenil para iniciar el protocolo diagnóstico. Por lo general, son los especialistas en
psiquiatría infantil y adolescente, los que establecen el diagnóstico definitivo en base a una serie
de pruebas clínicas y médicas.
Las pruebas médicas y clínicas, sirven para descartar posibles patologías o problemas médicos,
como problemas de audición y visión, alteraciones fisiológicas (sueño, alimentación, tiroides...)
retraso madurativo, y/o alteraciones psicológicas (trastornos emocionales, trastorno
adaptativos, ansiedad, fobias, etc.)
La exploración y la valoración médica y psicológica exhaustiva junto con las entrevistas a los
padres, profesores y la observación directa del niño/a conducen al experto a la conclusión de si
estamos ante la presencia de un caso de trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Existen otro tipo de pruebas complementarias al diagnóstico, que pueden proporcionar más
información al especialista acerca de la presencia y la intensidad del cuadro sintomático del
trastorno así como de las posibles patologías asociadas o comórbidas a éste como dificultades
del aprendizaje (Soutullo y Díez, 2007.)
Pruebas de Neuroimagen
Para el diagnóstico de TDA-H no es necesario realizar pruebas de imagen salvo en casos
concretos. No obstante, dichas pruebas realizadas en trabajos de investigación, están ayudando a
conocer qué pasa en el cerebro de los niños con TDA-H y en concreto si se detectan factores que
puedan ser causa del TDA-H.
Con las pruebas de neuroimagen (TAC, Resonancia Magnética, RM, Resonancia Magnética
funcional RMf, etc.), se ha visto que en algunas zonas concretas del cerebro, hay una actividad
menor de la esperada, que estaría en relación con la falta de atención y el exceso de movimiento,
sintomatología relacionada con el TDA-H. En estas zonas podría existir un funcionamiento
anómalo de algunos neurotransmisores pudiendo provocar un déficit en las funciones de esas
zonas, lo que daría como resultado el cuadro sintomático tanto cognitivo como emocional y
conductual del TDA-H. Muestran este funcionamiento anómalo especialmente zonas
determinadas del lóbulo frontal del cerebro, el cuál es el encargado de coordinar las funciones
cerebrales y es por esto que este mal funcionamiento de estas áreas se considere hoy en día como
posible causa del TDA-H.
Las pruebas de neuroimagen también son indicadas por el médico cuando existe sospecha de
posibles problemas neurológicos como epilepsias, alteraciones del sueño, alteraciones del habla
o cuando el diagnóstico diferencial del TDA-H resulta difícil o existen complicaciones añadidas.
Este tipo de pruebas de evaluación miden aspectos de tipo cognitivo, intelectual y comporta
mental (grado de funcionalidad del sujeto). Nos dan indicadores del grado de destreza del niño/a
a la hora de resolver tareas cotidianas y de su rendimiento académico, social y cognitivo.
También nos dan información acerca de la intensidad de las difciultades o hándicaps derivados
del trastorno así como indicadores de posibles alteraciones o problemas de tipo cognitivo como
memoria, memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, dificultades de autocontrol o
autorregulación, razonamiento, resolución de problemas, impacto de los síntomas, etc.
Escalas de Wechsler
A pesar de que esta prueba no siempre está recogida en el protocolo de diagnóstico del TDA-H
de forma sistemática, constituye una prueba fundamental para poder determinar la presencia o no
del trastorno, es valorar la capacidad intelectual del niño/a, con el fin de descartar que los
posibles problemas que pueda presentar no se deban a un problema de un bajo nivel intelectual, o
puedan estar ante un caso de altas capacidades, y sea éste el origen de las posible dificultades
académicas, sociales y/o personales.
En ocasiones niño/a con CI por encima de la media, presenta síntomas de falta de motivación,
problemas de atención y concentración, malas relaciones sociales, que pueden llevar a un error
en la sospecha diagnóstica.
Además de una medida de la inteligencia general, las diferentes su pruebas de esta escala aportan
información sobre el funcionamiento cognitivo del alumno en aspectos como memoria de trabajo
y velocidad de procesamiento.
Ofrece información sobre la capacidad intelectual general del niño (CI Total) y sobre su
funcionamiento en Compresión verbal, Razonamiento perceptivo, Memoria de trabajo y
Velocidad de procesamiento. La Escalase compone de 15 test, 10 principales y 5 optativos.
Tiene por objetivo medir la inteligencia de la población juvenil y adulta, dentro de un enfoque
global de ésta. El WAIS es un test construido para evaluar la inteligencia global, entendida como
concepto de CI, de individuos de cualquier raza nivel intelectual, educación, orígenes
socioeconómicos y culturales y nivel de lectura. Es individual y consta de 2 escalas: verbal y de
ejecución. Está basada en la Teoría Bifactorial de Spearman. Donde Inteligencia, tomada desde
un punto de vista global, ya que está compuesta por habilidades cualitativamente diferentes
(rasgos), pero no independientes.
Las pruebas para medir la capacidad atencional (atención selectiva, atención sostenida,
concentración, focalización del estímulo, control inhibitorio de la atención...) proporcionan un
perfil de rendimiento atencional del niño/a. Estas medidas de atención sirven como indicadores y
predictores del funcionamiento del niño/a en tareas que requieren esfuerzo atencional, como
atender en clase, realizar las tareas, tareas de concentración, situaciones de estrés ambiental, etc.
Los perfiles atencionales también nos ayudan a diseñar el tipo de intervención más adecuada
para cada caso, y el tipo de tarea sobre la que trabajar como programas y juegos de atención
visual, atención auditiva, instrucciones, entrenamiento neuropsicológico.
La tarea a realizar es sencilla y motivante para los niños, ya que es por ordenador, y consiste en
presionar la barra espaciadora del teclado cada vez que aparece en pantalla el número 6 seguido
de un 3.
Esta prueba evalúa las aptitudes perceptivas y de atención. Es de aplicación colectiva y tiene un
tiempo estimado de 3 minutos. Se puede utilizar a partir de los 6 años.
Consiste en una prueba perceptiva integrada por 60 elementos gráficos, que representan dibujos
esquemáticos de caras con trazos muy elementales. Evalúa las aptitudes requeridas para percibir
rápidamente semejanzas y diferencias con patrones estimulantes parcialmente ordenados. El
carácter simple y un poco lúdico de los elementos hace que la prueba sea muy adecuada para
poblaciones de bajo nivel cultural y, en cambio, resulte demasiado elemental para niveles
culturales medio-altos.
Test de Atención D2
El autor es Rolf Brickenkamp. Se trata de una prueba de aplicación tanto individual como
colectiva.
Es de especial eficacia para la valoración de niños con trastorno por déficit de atención, subtipo
inatento.
Las funciones ejecutivas (FE) son un conjunto supramodal de habilidades cognitivas que
incluyen diversas subfunciones tales como: memoria operativa, flexibilidad mental, atención
sostenida, resistencia a la interferencia, autorregulación y capacidad de ajuste a normas.
Una de las ventajas de esta prueba, es que las pruebas tienen un componente muy atractivo para
los niños, lo que hace que sea un tipo de test muy indicado para este tipo de niños/os ya que la
realización de ésta es percibida como una actividad lúdica.
STROOP. Test de colores y palabras. El test de Stroop es un test atencional que se
encarga de evaluar la habilidad para resistir la interferencia de tipo verbal por lo que es
una buena medida de la atención selectiva. En términos básicos, evalúa la capacidad para
clasificar información del entorno y reaccionar selectivamente a esa información. La
prueba permite identificar los errores de identificación de respuesta. Está indicado para
medir la atención selectiva, y el control inhibitorio ambas funciones afectadas en el TDA-
H.
CONCLUCION PERSONAL
Estamos ante uno de los trastornos mentales y del comportamiento más y mejor
conocidos de cuantos afectan a los niños. El TDAH es un trastorno descrito, por primera
vez, en el siglo XIX y con criterios diagnósticos estables desde la segunda mitad del siglo
XX. Ha ganado notoriedad en los últimos años, pero eso no ha afectado en realidad a las
cifras de prevalencia, que se sitúan en torno al 5% de los niños en edad escolar, de
manera estable en el tiempo y geográficamente.
La etiopatogenia del TDAH se sabe que es multifactorial, donde convergen causas
genéticas y neurobiológicas, con una modulación ambiental. A pesar de los múltiples
estudios de neuroimagen, tanto estructural, pero sobretodo funcional, que han encontrado
alteraciones en el TDAH, hasta la fecha no se dispone de ninguna prueba diagnóstica
para el TDAH. El diagnóstico ha de ser clínico, basado en una amplia anamnesis, que
permita identificar, no solo los síntomas nucleares del trastorno, sino sus áreas de
disfunción asociada. En este sentido, se disponen de diferentes escalas muy útiles para
poder evaluar la presencia y disfunción de los síntomas del TDAH en diferentes áreas del
funcionamiento del paciente con TDAH (la clínica, en casa o la escuela). En este sentido,
la neuropsicología está aportando información valiosa para una mejor compresión del
TDAH y sus disfunciones, y se muestra útil en estudio complementario al diagnóstico,
que como decíamos antes, hasta la fecha es clínico.