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(Etnolingüística)
Charles L. Briggs, 1986 Learning how to ask. A sociolinguistics appraisal of
the rol of the interview in social science research1, Cambridge: Cambridge University
Press (152 pp), Capítulo 1: Introducción ( pp. 1-30)

1. Introducción2

La entrevista se ha convertido en una fuerza poderosa en la sociedad moderna. Casi


desde que nacemos, nos enfrentamos con preguntas que nos formulan educadores, psicólogos,
encuestadores, practicantes médicos y empleadores y escuchamos también a los extravagantes
entrevistadores en radio y televisión. Nuestra destreza en el desempeño del rol de entrevistados
influye en el éxito que tengamos en la educación y en la obtención de un empleo; nuestras
respuestas contribuyen a determinar si recibiremos servicios básicos tales como préstamos
bancarios o pagos por incapacidad. A nivel social, los expertos en encuestas ya no son sólo
empleados por agencias especializadas tales como la encuestadora Gallup o el National
Opinión Research Center de Chicago. Importantes corporaciones gastan millones de dólares
en estudios de mercado que evalúan las necesidades y los recursos de los clientes. Los
encuestadores forman parte integral de las principales campañas políticas y sus informes influyen
profundamente en la manera en que los candidatos se aproximan a los votantes. Las encuestas a
"boca de urna" permiten que los medios informen a los residentes de la Costa Oeste – aún antes de
la finalización de los comicios - cómo ha votado la Costa Este en las elecciones nacionales.

La investigación en las ciencias sociales es el gran bastión de la entrevista. Según


estimaciones, se sugiere que el 90 % de todas las investigaciones en ciencias sociales
utilizan datos de entrevistas (cf. Brenner 198Ib: 115). Las entrevistas se usan en una amplia
variedad de contextos sociales. Como un componente central en el equipo de herramientas
antropológicas, las entrevistas han producido gran parte de la información que poseemos
sobre las sociedades contemporáneas no occidentales. La entrevista es también el pilar
principal) de la investigación dentro de las modernas sociedades industriales. Usamos entrevistas
al explorar tanto las creencias de las personas sobre el futuro (i.e ¿Quién cree que ganará las
elecciones?) como sus recuerdos del pasado. La validez de mucho de lo que creemos verdadero
sobre los seres humanos y la manera en que se relacionan unos con otros depende de la viabilidad
de la entrevista como una estrategia metodológica.

Nuestra fe en la entrevista no es enteramente acrítica. Una abrumadora cantidad de


bibliografía sobre psicología, sociología, antropología, lingüística, ciencias políticas, folklore,
historia oral y otros campos se ha centrado en las técnicas de entrevista. Muchos de estos
trabajos son del tipo "libro de cocina" donde se proporcionan las recetas para un mejor
horneado utilizando entrevistas, pero sin considerar seriamente la naturaleza de la entrevista o sus
debilidades inherentes. Otros se han dedicado al análisis de los factores que "sesgan" las
entrevistas, al inclinar los resultados hacia una dirección particular. Estos últimos materiales
publicados han incrementado substancialmente el nivel de conciencia con respecto a la
posibilidad de que el género, la raza, las creencias políticas, las características lingüísticas
del entrevistador y otros factores similares pueden distorsionar los resultados.

Dada la ubicuidad de las entrevistas y la proliferación de trabajos sobre el tema,


difícilmente culparía al lector por preguntar por qué necesitamos un libro más sobre
1
Título al español: Aprendiendo a preguntar: Una evaluación sociolingüística de la entrevista en la
investigación en Ciencias Sociales
2
Traducción de pág. 1 a 12: María Elena Ordizola; de 12 a 16: María Clara Reussi; de 16 a 18:
Cristina Senn; de 18 a 21: Margarita Rubio; de 21 a 25: Florenca Ciccone. Colaboración: Mirtha
Álvarez. Traducción de notas y corrección final del manuscrito: Camila Mercado.

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entrevistas. La razón es simple: aún sabemos muy poco acerca de la naturaleza de la
entrevista como un evento comunicativo. Peor aún, dado que la entrevista es un evento de habla
aceptado en nuestra propia comunidad de habla nativa, damos por sentado que sabemos qué
es y qué produce. Un importante problema es que la entrevista, en tanto rutina comunicativa, es
muy inusual. De esta forma, los investigadores basan sus estrategias de entrevista y la manera en
que interpretan los datos en un número de falsas suposiciones Desgraciadamente, esto no es un
error simple e inocente. En los capítulos posteriores sostengo que nuestra miopía metodológica
refleja nuestra renuencia a enfrentar algunas espinosas cuestiones teóricas.

Esta mistificación de la entrevista surge básicamente de tres formas. Primero, las


entrevistas proporcionan ejemplos de metacomunicación, afirmaciones que informan,
describen, interpretan y evalúan procesos y actos comunicativos. Toda comunidad de habla posee
repertorios de eventos metacomunicativos que usan para generar conocimientos compartidos
con respecto a sí mismos y a sus experiencias. Como sostengo en el capítulo 4, estos eventos
metacomunicativos nativos son ricos en aquellos aspectos pragmáticos que arraigan los eventos
de habla en una situación social particular y los imbuyen de fuerza y significado.
Desafortunadamente, los investigadores rara vez adquieren competencia (en el sentido del
término de Hymes [1974 a 92-97]) en esos repertorios. Confían, en cambio, en la rutina
metacomunicativa que ocupa un lugar prominente en sus propias comunidades de habla, es decir,
en la entrevista. Esta práctica priva al investigador de un adecuado sentido del modo en que la
información que obtiene se encuadra en esquemas más amplios de pensamiento, de sentimiento y
de habla.

Un problema aún más serio es aquél inherente a la estructura de la entrevista. Al participar


en una entrevista, ambas partes acuerdan implícitamente en regirse por ciertas normas
comunicativas. La entrevista coloca en un segundo plano los roles que cada uno ocupa
normalmente en la vida cotidiana y estructura el encuentro sobre la base de los roles de
entrevistador y entrevistado. La atención se concentra en los temas introducidos por las
preguntas del investigador. La "charla preliminar" puede enfatizar estados actuales del cuerpo y la
mente de los participantes (¿Cómo está Usted?) y su relación (Es bueno verlo. Aprecio mucho
que me permita entrevistarlo de nuevo). Pero luego la pregunta inicial aleja el foco de la
interacción hacia otro tiempo, lugar o proceso (Ahora cuénteme acerca de...).

El problema aquí es que este alejamiento de la entrevista como evento de habla


mistifica a los investigadores en un grado tal que generalmente retienen este enfoque durante
el curso de sus análisis. Consideran lo que se dice como un reflejo de lo que "hay allí afuera" más
que como una interpretación producida conjuntamente por el entrevistador y el entrevistado.
Puesto que los aspectos más sensibles del contexto de tal discurso están más claramente
atados al contexto de la entrevista que a aquella situación que ese discurso describe, es probable
que el investigador malinterprete el significado de las respuestas.

Una tercera dificultad surge debido a que la supresión de las normas que guían otro tipo de
eventos comunicativos no es siempre completa. Algunos potenciales entrevistados pertenecen a
comunidades cuyas normas sociolingüísticas son totalmente diferentes de aquellas que subyacen
a la entrevista. Es probable que esto ocurra en el caso de grupos en los que la entrevista no existe
como un tipo establecido de evento de habla. Al carecer de experiencia en este modo de
relacionarse, la probabilidad de que estos individuos puedan y deseen acatar esas reglas es
menor. Cuanto más lejos nos movemos de casa, cultural y lingüísticamente, más grande es el
problema. Este hiato entre las normas comunicativas del entrevistador y el entrevistado pueden
entorpecer la investigación en gran medida; los problemas que se generan por este motivo han
llevado a veces las investigaciones a un fin abrupto. Si el trabajador de campo no toma en cuenta
esta brecha, será incapaz de ver de qué modo los patrones comunicativos nativos configuraron las
respuestas, hecho que llevará al investigador a construir erróneamente sus significados.

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Sin embargo, no es posible limitar únicamente la discusión a una crítica del método de
la entrevista, puesto que al abordar estos aspectos metodológicos surgen preguntas más amplias
¿Por qué ocupan las entrevistas un lugar omnipresente en las ciencias humanas? ¿Por qué es la
comprensión de la naturaleza del proceso de la entrevista tan escasa, y porqué no se han
realizado investigaciones más profundas en este tema? ¿Por qué somos tan renuentes a modificar
nuestra metodología de investigación, particularmente a la luz de los avances teóricos? La
respuesta es fácil: las técnicas de la entrevista contrabandean preconceptos pasados de moda
desde el reino de la teoría consciente al de la metodología. Tanto nuestra incuestionada fe en la
entrevista como nuestra renuencia a adoptar un medio más sofisticado de analizar los hallazgos
surgen del hecho de que las entrevistas encierran nuestras propias teorías nativas de la
comunicación y de la realidad.

El rechazo a depender más profundamente de los repertorios metacomunicativos nativos,


como fuentes de información y nuestra incuestionada creencia de que tenemos el derecho de
imponer las técnicas de entrevista a nuestros consultantes tiene serias implicaciones políticas.
Estos factores indican que la investigación social esta caracterizada por una sensibilidad y
voluntad de exposición a otros medios de aprendizaje menor de lo que imaginábamos. . Al
dejar la, situación de la entrevista propiamente dicha fuera del análisis, hemos eludido
hábilmente la necesidad de examinar nuestro propio rol en el
proceso de investigación. Consecuentemente, una comprensión más profunda de la entrevista
ampliará no sólo su utilidad como herramienta de investigación, sino también nuestra
conciencia acerca de lo que realmente es el estudio de nuestros congéneres.

Antes de que el lector se forme una impresión errónea, deseo explicitar mi posición acerca
de la entrevista. No estoy tratando de persuadir a los investigadores de que abandonen por
completo la entrevista. Además de ser una propuesta absolutamente poco realista, tal esfuerzo
debilitaría mi proyecto. La presentación de una solución simple e impracticable podría, en
última instancia, conducir a muchos entrevistadores a perder interés en la tarea de examinar
críticamente la naturaleza y limitaciones de las técnicas de la entrevista. La cuestión es que el
fundamento comunicativo de la entrevista está vinculado a cuestiones teóricas, así como
también a cuestiones metodológicas, básicas. Mi objetivo es dilucidar la naturaleza de la
entrevista en tanto evento comunicativo y contribuir a la comprensión de esos problemas
metodológicos y teóricos básicos.

Abordaré esa tarea en cuatro formas primarias. Tal como argumentaré en un capítulo
posterior, una de las más importantes tareas que enfrentan quienes se dediquen al estudio de la
entrevista es examinar con todo cuidado transcripciones de entrevistas. El punto aquí no es
simplemente explicar los problemas que se vuelven explícitos en el curso de la entrevista.
Esta es la orientación que adoptaron investigadores que se dedicaron a los problemas de la
construcción vínculos de confianza (rapport-building) y de sesgo (bias). Mi abordaje consiste,
en cambio, en estudiar las transcripciones y grabaciones como un todo a fin de establecer
exactamente qué se dijo (las formas lingüísticas), qué significan cada pregunta y cada
respuesta para el entrevistado y para el entrevistador, y qué puede obtener el investigador a
partir de estos datos. Esta técnica revela los puntos en los cuales el entrevistador y el entrevistado
se malentendieron y dónde es probable que uno de ellos o ambos hayan sido erróneamente
interpretados por el investigador, incluso cuando estos malos entendidos no se vuelvan
explícitos en la entrevista.

Desafortunadamente, de hecho es difícil obtener transcripciones textuales de entrevistas


completas en la literatura publicada. En consecuencia, concentré mi análisis en entrevistas que
conduje durante un período de mas de 13 años en una comunidad hispano parlante en el norte de

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Nuevo México (en el capítulo 2 se suministra una breve descripción de la sociedad mexicano y del
sitio de investigación). La razón para escoger estos datos es que dispongo de grabaciones de
entrevistas que cubren el lapso entre mis primeros días en la comunicad y mi investigación más
reciente. Las entrevistas son de varios tipos, desde las no dirigidas e informales hasta entrevistas
formales cuantitativamente orientadas que utilizan cuestionarios. Los focos de la investigación
fueron: la cultura material (producción de imágenes talladas de santos católicos), la historia oral, la
economía la política, la sociolingüística y el folklore (literatura oral). Mi habilidad para interpretar
los datos de la entrevista es por tanto asistida por estudios sistemáticos de los patrones
sociolingüísticos y de las relaciones sociales. También realicé un relevamiento social de una
ciudad de 14.000 habitantes (Smith y Briggs, 1972) y actualmente estoy estudiando
entrevistas de trabajo entre estudiantes universitarios avanzados y posibles empleadores. Pese a
que estas investigaciones fueron decisivas para mi comprensión de las técnicas de entrevista,
no constituyen fuentes primarias de datos.

El segundo objetivo de mi análisis es la exploración de las raíces comunicativas de la


entrevista. Este abordaje surge principalmente de mi formación en sociolingüística y análisis
del discurso. Estos campos utilizan conceptos derivados de otros tipos de análisis lingüístico,
antropología, sociología, psicología y crítica literaria para el estudio de la forma en que se emplea
el lenguaje en una variedad de situaciones. El análisis del discurso ha dirigido una buena parte de
su atención al hasta ahora ignorado estudio de la conversación. Mi propósito aquí es ver qué tipos
de normas lingüísticas y sociales presupone la entrevista y compararlas con las normas
características de otros tipos de eventos de habla. Esta tarea debería revelar las características
comunicativas básicas que tienen una mayor probabilidad de ser problemáticas en la entrevista.
La tercera dimensión es la presentación de los pasos que podrían seguirse para superar
los problemas planteados por estos obstáculos comunicativos. Postulo que una de las facetas más
importantes de este proceso es el desarrollo de una creciente conciencia de los problemas teóricos
que se encuentran detrás de la ingenuidad metodológica. Este análisis se aborda básicamente
en el capítulo 6. El capítulo 5 desarrolla una aproximación práctica a esta tarea. Se delinean los
pasos básicos en el diseño, conducción e interpretación de la investigación con empleo de entrevista
para mostrar el modo en que los investigadores pueden lograr el mejor uso posible de las entrevistas.

Estas sugerencias están dirigidas tanto a las entrevistas en el campo de las ciencias
sociales entendidas como una totalidad, así como a las realizadas en el ámbito de la
lingüística, el folklore y la historia oral. La mayoría de los ejemplos serán extraídos del
trabajo de campo llevado a cabo en otra sociedad. Esto refleja el hecho de que los datos usados
en este estudio fueron recogidos en el curso de un proyecto de trabajo de campo y que el grueso
de mi formación tuvo lugar en los campos de la antropología y de la lingüística. Este libro está
destinado, sin embargo, a todo aquel investigador que utilice entrevistas y/o relevamiento de
datos en su tarea. Algunos de mis comentarios están dirigidos especialmente a un tipo de
entrevista o a la forma en que una disciplina particular utiliza las entrevistas. De todas formas, he
intentado deliberadamente no explicitar las implicaciones de cada punto para los diferentes
campos a fin de evitar sumir la discusión en excesivas complicaciones y tedio. El lector
encontrará necesario, por tanto, evaluar la pertinencia de mis comentarios respecto de sus propios
temas de interés.

El proceso de analizar en forma crítica la naturaleza y limitaciones de las técnicas de


entrevista involucra, además, otro paso. Como señalé anteriormente, un impresionante número
de fuentes ha estudiado la forma en que las entrevistas son (o deberían ser) usadas en la
investigación. Esta bibliografía hizo crecer la sofisticación con la cual los entrevistadores
manejan los problemas de muestreo, de sesgo, de la elección de palabras para la formulación de
preguntas, etc. Desafortunadamente pocos autores han contribuido significativamente a la
comprensión de la naturaleza de la entrevista como un evento comunicativo y a las normas
metacomunicativas que presupone. Esta omisión nos deja sin una clara comprensión de los

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problemas que resultan de los hiatos entre las normas metacomunicativas de la entrevista y
aquellas conectadas con otros tipos de eventos de habla. El resultado es que la mayoría de los
que se dedican a estudiar las entrevistas no son conscientes de muchos de los obstáculos básicos
que surgen al enfrentar este tipo de investigaciones. En otras palabras, la bibliografía sobre la
entrevista ha contribuido también a la mistificación de la entrevista. Dada la influencia que estas
fuentes ejercen sobre la forma de llevar a cabo las entrevistas, la revisión de estos trabajos
constituye un punto de partida necesario para cualquier intento de repensar la entrevista.

Investigaciones previas sobre la entrevista

La tarea de resumir la bibliografía sobre el tema de la metodología de las ciencias sociales


es sobrecogedora. El tratamiento que realizo de estas fuentes se enfrenta a dos restricciones. Por
un lado busco señalar los problemas a los que se enfrenta una amplia variedad de tipos de
entrevistas. Debo, necesariamente, ocuparme de trabajos sobre la entrevista que se inscriben en
diversas disciplinas. El objetivo de este libro, sin embargo, es analizar aspectos aún no
estudiados de la entrevista, no presentar un resumen monográfico de la bibliografía. Por lo tanto
se revisará una selección de trabajos que abordan el tema de la entrevista según se la emplea en los
campos de la etnografía, la historia oral, el folklore, la sociología y las ciencias políticas. El
objetivo en cada sección será comprender los problemas básicos que subyacen al conjunto de la
literatura de que se trate, no esclarecer cada uno de los trabajos.

Un par de definiciones podrían servir para impedir que se produzcan confusiones


interdisciplinarias. Se usará el término "entrevista" para cubrir un amplio rango de
actividades de investigación desde la más "informal" entrevista de "final abierto", hasta el uso de
instrumentos formales de investigaciones basadas en censos. Para que un evento sea considerado
"entrevista" según la definición dada, la recolección de datos debe tener lugar en una situación
cara-a-cara. La interacción debe también producirse en un contexto de investigación e involucrar
la formulación de preguntas por parte del investigador. Por lo tanto, excluyo eventos tales como
encuestas telefónicas, el uso de cuestionarios escritos y entrevistas laborales. Pese a que
muchos puntos de mi análisis se aplican a dichas actividades, presentan, también, problemas
especiales que no puedo aclarar en el curso de este estudio. Usaré, asimismo, el término "trabajo de
campo" en sentido antropológico, para referirme a la investigación que involucra interacción
intensa entre el investigador y una población dada por un período considerable de tiempo. El
trabajo de campo generalmente incluye un número de diferentes modalidades de investigación,
inclusive entrevistas de uno o más tipos. El sentido que doy al término debe, por tanto, diferenciarse
del uso común en sociología, disciplina en la cual "trabajo de campo" frecuentemente involucra
observación y otros procedimientos mas que entrevistas

Antropología

Tradicionalmente, los antropólogos han usado una combinación de observación y


entrevistas de "final abierto" en la realización del trabajo de campo. La observación no está
constituida en términos formales como, por ejemplo, lo está en el estudio de la
comunicación no verbal. El artículo de Kluckhohn "La técnica de observación participante en
pequeñas comunidades" (1940) proporciona el paradigma clásico. La autora insta a los
trabajadores de campo a asumir roles tales como ama de casa, maestro y otros semejantes que
permitirán contactos más extensos con los miembros de la comunidad en áreas de interés de la
investigación. En la visión de Kluckhohn y de la mayoría de los antropólogos, la observación
participante no se opone a la entrevista informal sino que más bien provee oportunidades para ella.
Los etnógrafos generalmente emplean entrevistas de "final abierto" más que- encuestas y
cuestionarios. Incluso, quienes alientan a los trabajadores de campo a usar encuestas sugieren
que es conveniente introducir estos instrumentos formales después de haber establecido los

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patrones culturales básicos por medio de la observación y la entrevista informal. Los
etnógrafos usan entrevistas de "final abierto" de dos formas básicas. La idea central del primer
tipo aparece plasmada en Powdermaker (1966: 156-7):"

Yo no usaba esquemas para las entrevistas sino que tenía una idea clara de los problemas a
ser discutidos y las entrevistas tendían a seguir un patrón general. Se hacían siempre con cita
previa y, usualmente, en la casa del informante. El tono era el de una visita social. Después
de un intercambio de educados saludos, mi anfitrión habitualmente hacía un comentario de
admiración acerca de mi vestido o traje. Tal vez yo hiciera algún comentario sobre una
fotografía sobre el hogar a carbón y el informante señalaba con orgullo a los miembros de la
familia que aparecían en ella y esto, por lo general, llevaba a charlar acerca de ellos. Mis
preguntas eran de "final abierto" y dirigidas hacia ciertas áreas de información concreta y de
actitudes.

Este informe pertenece a su trabajo con negros en el Mississippi. Muchos etnógrafos


arreglan sus entrevistas más informalmente, sin citas previas. Las sesiones se llevan a cabo en la
residencia del etnógrafo con el fin de aislar al entrevistado y obtener privacidad. El patrón básico de
comenzar y terminar la sesión con una "conversación normal", la ausencia de un instrumento
formal, la dirección de la discusión hacia los objetivos de la investigación del etnógrafo es, sin
embargo, bastante común.

El segundo gran tipo es la entrevista con un "informante clave". En el curso de la realización


de entrevistas informales con miembros de una comunidad, los etnógrafos generalmente
conforman relaciones de trabajo estrechas y frecuentemente, relaciones personales con unos
pocos informantes. Estos individuos se eligen para las entrevistas mucho más intensivas y más
frecuentes. y, tal como Edgereton y Langness (1974: 33) señalan, "la mayoría de los antropólogos
terminan dependiendo de ciertas personas para obtener buena parte de su detallada y
especializada información". Los posibles peligros de una muy marcada dependencia de unos
pocos individuos, particularmente en relación con el muestreo y el efecto del observador, han
sido descriptos con frecuencia (cf. Young y Young, 1961). ¿Por qué, entonces, la entrevista con
un del informante clave se usa en tan alto grado?
La justificación de este fenómeno aparece en una afirmación de Pelto y Pelto (1978: 72) que
sostienen que " los humanos difieren en sus voluntades tanto como en sus capacidades para
expresar verbalmente información cultural. Consecuentemente, los antropólogos a menudo
encuentran que sólo un reducido número de individuos en cada comunidad son buenos informantes
claves". Este motivo es reiterado por otros autores tales como Chagnon (1974: 60), Edgerton y
Langness (1974: 33) y Kobben (1967: 42). Tal como argumentaré en los capítulos 4 y 6, esta
faceta de la entrevista es bastante reveladora con respecto a las bases comunicativas de la
entrevista etnográfica en general.

Finalmente la entrevista formal ha sido usada con un alcance limitado en el trabajo de campo.
La obtención de censos de población que contienen la información demográfica y económica
básica solía ser de rigor. Esto se lograba, generalmente, en pequeñas comunidades a través
de un relevamiento puerta a puerta en el que se empleaban como instrumento cuestionarios
con preguntas "abiertas" y precodificadas. Los censos parecen haber perdido su atractivo general
en años recientes ya que los etnógrafos han adoptado un enfoque orientado a problemas. No
obstante, el trabajo de campo antropológico es objeto de críticas provenientes de sociólogos y
antropólogos de orientación cuantitativa por considerarlo demasiado dependiente de
observaciones "subjetivas" y no cuantitativas, así como de entrevistas informales. Tal como
Pelto y Pelto (1973: 267-70) informan, muchos trabajadores de campo han optado, en
consecuencia, por las investigaciones basadas en encuestas como manera de obtener datos
más cuantificables, "controlados" y "objetivos", en relación con sus temas de investigación.
Varios trabajos registran intentos de crear una reaproximación entre técnicas formales e informales

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(ver p. ej., Bennett y Thaiss .1970, Brim y Spain 1974, Burawoy 1979, Cancian 1965, Denzin
1970, Freilich 1970, Mitchell 1965, Myers 1977, Speckman 1967).

La bibliografía sobre la metodología etnográfica. La bibliografía referida a los


aspectos metodológicos del trabajo de campo es sustancial. Uno de los tipos de trabajo más
comunes en el área es la presentación de las experiencias de un antropólogo en una o más
sociedades, en el cual se delinea su proyecto de investigación, sus métodos de recolección de
datos y los modos de interpretación de los mismos. Algunos de los ejemplos mejor conocidos de
este tipo de estudio son: Beatti (1965), Berreman (1962), Chagnon (1974), Freilich (1970), George
y Jones (1980), Golde (1970), Henry y Saberwal (1969), Lawless, Sutlive y Zamora (1983),
Middletown (1970), Powdermaker(1966), Spindler (1970) y Wax (1971). Un conjunto
relacionado de volúmenes bibliográficos describe la experiencia personal de antropólogos en el
campo. Belmente (1979), Dwyer (1982) y Rabinow (1977) proveen ejemplos de este tipo de
análisis.

En varios volúmenes se incluyen artículos que abordan aspectos específicos del trabajo
de campo (ver p. Ej. Jongmans y Gutkin 1967, Narrol y Cohén 1970). Un importante
conjunto dé artículos desarrolla también esta tarea, muchos de los cuales han sido publicados en
"Métodos y técnicas del trabajo de campo", sección del periódico Organización humana. Se
ha escrito también un número considerable de publicaciones de tipo “manual” muchas de las cuales
están dirigidas al trabajador de campo principiante (ver p. Ej. Agar 1980 a , Brim y Spain
1974, Edgerton y Langness 1965, Langness y Frank 1981, Paul 1953, Pelto 1970, Pelto y Peltó
1973, 1978, Spradley 1979, Whyte 1984, Williams 1967). Asimismo, existen otros artículos
que se ocupan del trabajo de campo desde una perspectiva histórica (cf. Firth 1957; Stocking 1968,
1974,1983).

Una evaluación crítica. Esta bibliografía ha realizado aportes que retienen hoy su
potencial para incrementar la sofisticación con la cual concebimos el proceso del trabajo de
campo. El trabajo de Agar (1980 a, 1980b, Agar y Hobbs 1982) por ejemplo, nos ha ayudado a
comprender la forma en que los datos de la entrevista reflejan tanto los eventos descriptos,
como el contexto de la propia entrevista. Berreman (1962) ha aumentado nuestra percepción del
modo complejo en el que el "nativo" y el etnógrafo se presentan a sí mismos en diferentes
momentos y a diferentes personal y del efecto de sus cambios en la recolección de datos. Karp y
Kendall (1982) cuestionaron las erróneas analogías que han moldeado nuestra concepción del
rol del "trabajador de campo" y las limitaciones de la concepción positivista de los "hechos
sociales". Owusu (1978) cuestiona la forma en que el trabajo de campo reifica los conceptos
culturales básicos occidentales "hallando" constructos teóricos en el campo.

Desafortunadamente, estos esfuerzos pioneros no han logrado producir una reflexión acerca
de la labor etnográfica que devele la naturaleza de la entrevista y otras estrategias de investigación.
Aunque un número de autores sugiere que debemos ver la propia entrevista como un encuentro
cultural (p.ej. Agar, 1980 a: 91-2, Conklin 1968 y Mintz 1979), ningún autor ha ofrecido hasta el
presente una explicación en profundidad acerca del modo como emprender esta tarea. Los
etnógrafos, por tanto, se encierran en la concepción de la entrevista vigente en su cultura. Tal
como intentaré mostrar en los próximos capítulos está visión se basa en una distorsión sistemática
de la naturaleza de la entrevista en tanto evento de habla. En ausencia de una adecuada
comprensión de la naturaleza de la entrevista, el grueso de la literatura no hace más que
reiterar un status quo en términos de los procedimientos básicos de la entrevista y de las
descripciones acerca de cómo se aplican en diferentes instancias del trabajo de campo.

La ausencia de una adecuada comprensión de las normas de interacción y comunicación


que subyacen a la entrevista se ve acompañada por un fracaso en la comprensión de la

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importancia de estudiar las normas correlativas de la sociedad en cuestión. Los etnógrafos a
veces observan que otros grupos poseen diferentes tipos de restricciones acerca de quién
puede formular las preguntas, a quién y en qué circunstancias.. Se ha argumentado, asimismo, que
las preguntas pueden no significar lo mismo para un miembro de otra comunidad de habla a pesar
de haber sido traducidas con precisión (Edgerton y Langness 1974: 44, Hollander 1967: 12-13,
Leach 1967, Paul 1953: 447). Se citan estos tipos de problemas como razones que justifican una
actitud crítica frente al potencial de la entrevista formal como herramienta de trabajo.

El problema aquí es que el rechazo a la encuesta puede ocultar la carencia de una exploración
sistemática de la posibilidad de que las entrevistas informales adolezcan del mismo tipo de
problemas. Esa exploración sólo podrá llevarse a cabo mediante la cuidadosa consideración de la
compatibilidad de los patrones nativos comunicativos y las normas que presupone la entrevista, así
como por un cuidadoso análisis de las entrevistas con el fin de identificar malentendidos
ocultos. No solo que esta tarea no ha sido llevada a cabo, sino que también son contadas las
ocasiones en que se menciona la necesidad e importancia de realizarla. Se ha prestado mucha
atención a la idea de que el "nativo" con frecuencia miente y/o da respuestas que son
incoherentes. Estas distorsiones ocurren, pero su incidencia resulta reducida si se la compara
con los efectos producidos por las disparidades comunicativas entre el etnógrafo y sus
consultantes.

Folklore

El campo de los estudios folklóricos exhibe características cercanas a la esquizofrenia con


respecto a su metodología. Por un lado, tanto las generaciones de folkloristas amateurs como
profesionales han compilado enormes cantidades de material oral empleando los medios más
ingenuos. Los recopiladores han viajado a las comunidades con tradición folklórica en las que
han permanecido durante períodos muy cortos, frecuentemente sólo días o semanas. Una vez allí,
interrogan a los transeúntes sobre la identidad de la persona “que conoce la mayor cantidad” de
baladas, cuentos, etc. Cuando se obtienen el consentimiento para grabar o transcribir el material, se
le solicita al informante que cuente (o cante) todo lo que sabe acerca del género deseado. Es
posible que quien recoge la información tome nota acerca del ejecutante y del contexto social.
El resultado es una colección de un vasto número de ítems en un período relativamente corto.
Aunque este abordaje no es en modo alguno el prevaleciente hoy en día, un número importante de
practicantes todavía lo utilizan.

Durante las últimas dos décadas, una generación de expertos en folklore y disciplinas
relacionadas han desacreditado esta orientación. Muchos de estos individuos recibieron
influencia de su formación en lingüística, por lo cual desarrollaron gran interés por las
propiedades formales de las ejecuciones (performances). Expertos tales como Bauman (1975) y
Hymes (1981) han demostrado que la técnica dígame todo lo que sabe de X generalmente
produce informes o resúmenes del contenido de la tradición folklórica más que
ejecuciones reales de la misma. En otras palabras, la presentación del material en una
situación tan artificial transforma la estructura general y los detalles estilísticos de estas
tradiciones. Peor aún es la falta de conciencia del investigador de que esta transformación
efectivamente ha ocurrido, lo que conlleva a la distorsión del proceso de interpretación.

La influencia de la antigua metodología está siendo contrarrestada por un creciente énfasis


en la metodología del trabajo de campo. Los estudiantes graduados en folklore asisten
frecuentemente a cursos de sociolingüística y de etnografía, y los seminarios de metodología
del folklore suelen ser más rigurosos. La Guía para trabajadores de campo en folklore (1964) de
Goldstein se ha convertido en un libro de referencia estándar. Allí Goldstein destaca la importancia
del uso sistemático de una variedad de técnicas, así como también de una mayor conciencia de la

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necesidad de tomar en cuenta explícitamente la situación en la que se recogieron los datos a la
hora de analizar los materiales (ver también Ivés 1974, MacDonald 1972). Como los etnógrafos,
los folkloristas se basan fundamentalmente en observaciones y entrevistas informales al recoger
datos folklóricos y materiales relacionados.

Una técnica desarrollada por Goldstein- el contexto natural inducido- también ha


ganado popularidad (1964: 87-90). Esta técnica involucra una evaluación inicial de las
situaciones en las cuales se suele ejecutar un género dado. Como un segundo paso, se induce
a un "cómplice" a invitar a otros ejecutantes a una reunión; el verdadero propósito del
encuentro no se revela. Quien recoge los datos aparece "inesperadamente" y de este modo
minimiza teóricamente los efectos de su presencia. Goldstein informa que esta técnica
produce resultados que se acercan más a los "contextos naturales" de la ejecución folklórica
que a aquellos obtenidos en contextos explícitamente estructurados por el trabajador de
campo (“contextos artificiales”).

Sin embargo, esta técnica presenta dos grandes defectos metodológicos. Primero,
Goldstein y otros han logrado identificar algunas de las limitaciones en lo que respecta a la
utilidad de las entrevistas para los recopiladores. También, tienen una idea del efecto que la
presencia del investigador produce en la forma y el contenido de lo que se recopila, tanto en
situaciones "naturales" como "artificiales". Sin embargo, al igual que los etnógrafos, los
folkloristas rara vez superaron una perspectiva de sentido común acerca de la entrevista. Esto los
ha llevado a malinterpretar la naturaleza de la entrevista como un evento de habla y, en
consecuencia, el estatus de los datos que produce. Así, Goldstein (1964: 104) argumenta,
por ejemplo, que la entrevista "provee al recopilador de una visión interna del individuo, su
cultura y su folklore" y de la forma en que el informante conceptualiza y ordena su
conocimiento (1964: 109,123). El discurso generado por la entrevista se estructura, sin
embargo, mediante las normas comunicativas de ese tipo de evento de habla y mediante el rol
del entrevistador.

Esta falta de sofisticación con respecto a la naturaleza de la entrevista y del rol del
entrevistador impide que los metodólogos folkloristas ofrezcan a sus lectores una guía clara de
evaluación del rol de estos factores en la generación e interpretación de los datos de la
entrevista. Este hiato es tanto más importante en la medida en que "la entrevista es el método
de campo más común empleado por los recopiladores de folklore" (Goldstein 1964: 104).
Un segundo problema importante está vinculado con el concepto de "contexto". Aunque la
nueva generación de folkloristas ha señalado la importancia del contexto social y lingüístico en
el que se recogen los materiales, esto no ha conducido al desarrollo de una visión
sofisticada de la naturaleza de los componentes del contexto. Tal como Cook Gumperz y
Gumperz (1967) señalan, el contexto de un evento de habla no es simplemente la suma total de
los elementos presentes en el momento en este sucede. El contexto no está dado a priori antes de
que comience el evento. Los contextos son marcos interpretativos construidos por los participantes a
lo largo del discurso. La presentación de un listado de elementos del entorno social y físico que
se consideran constitutivos "del contexto" está, por lo tanto, mal direccionada desde el punto
de vista teórico, así como la noción de que "el recolector tiene el claro deber de ubicar/describir
la situación total de registro tal como él la observa" (MacDonald 1972:410). Sería más
aconsejable que los analistas observaran cuidadosamente la forma de la ejecución
(performance) para ver cómo los participantes se proporcionan unos a otros las señales
referidas a elementos situacionales que son relevantes para el significado de lo que están
diciendo. La práctica habitual de observar el "contexto" en ejecuciones "naturales" y
registrar los textos en entrevistas crea, por tanto, un abismo peligroso entre texto y contexto (cf.

9/24
Briggs 1985 a) 3

Historia oral

En lo que respecta al uso de entrevistas en el campo de la historia oral, se observa la


misma esquizofrenia metodológica. Encontramos, por un lado, un número de manuales que
describen la forma en que los historiadores orales diseñan e implementan sus entrevistas y
cómo interpretan sus hallazgos. Los autores generalmente incluyen algunos consejos
prácticos acerca de cómo llevar a cabo las entrevistas. Esos consejos se relacionan con técnicas
para establecer una buena comunicación (rapport), para la expresión de interés por parte
del entrevistador respecto de los recuerdos del entrevistado, para evitar las preguntas "cargadas" y
otros consejos, además de sugerencias sobre la grabación y la transcripción de las entrevistas
(cf. Baum 1971, Davis, Back y MacLean 1977, Garner 1975, Hoopes 1979, Ivés 1974, Moss 1974,
Neuenschwander 1976, Shumway y Hartley 1973, Sitton, Mehaffy y Davis 1983).

No obstante, estos estudios parten del supuesto de que tanto los autores como los lectores
saben lo que es una entrevista, cómo trabaja y su compatibilidad con el proceso de verbalizar la
propia experiencia. Similarmente, evitan cualquier preocupación seria por el hecho de que el
producto de las entrevistas son textos dialógicos mayormente estructurados por el entrevistador. Varios
autores han argumentado, por ejemplo, que los historiadores orales deben compensar los
''sesgos" de parte del entrevistador y del consultado que reducen la confiabilidad y validez de
los datos de la entrevista (cf. Cutler 1970, Hoffrnan 1974). Tal como argumento en la sección
de sociología, conceptualizar el proceso de entrevista en términos de la forma en que "sesgos"
específicos pueden "distorsionar" los datos consigue, en ultima instancia, oscurecer aún más el
verdadero problema: la naturaleza dialógica, contextualizada de todo discurso, inclusive la entrevista.

Una cantidad de trabajos que han aparecido recientemente abordan algunos de estos temas
(ver p. Ej. Alien y Montell 1981, Fnedlander 1975, Joyner 1975, 1979, Thompson 1978). Estos
escritores ayudan a disipar la noción de que los historiadores orales recogen, aunque sea en
términos ideales, reflejos de eventos históricos. Thompson trata este tema con claridad. Hablando de
estadísticas sociales, documentos escritos, fuentes públicas y entrevistas históricas orales, él
advierte que "Todos representan la percepción social de los hechos y, además, están sujetos a
presiones sociales provenientes del contexto en el cual se obtienen los datos. Con estas formas
de evidencia, lo que recibimos son significados sociales, y esto es lo que debe ser
evaluado" (1987: 96 énfasis en el original). Joyner (1979: 48) se hace eco de la preocupación de
Thompson por el contexto y señala que " Lo que es necesario es una descripción completa del
contexto en el que se toma el testimonio", También se ha afirmado que las entrevistas imponen
restricciones diferentes de las que surgen en la conversación "ordinaria" (Alien y Montell 1981:
40-44) Algunas de estas intuiciones fueron anticipadas por el estudio de Vansina (1965) acerca
de las relaciones sociales y las condiciones de transmisión de la tradición histórica en África.

Escritores como los mencionados aportan un nuevo nivel de sofisticación metodológica a


la disciplina. Sus esfuerzos no han logrado, sin embargo, resolver exitosamente dos

3
Bauman (1975), Ben-Amos (1976) y otros estudiosos se han dedicado a este problema acentuando la
necesidad de identificar los signos que estructuran una interacción dada como una ejecución (performance)
de un tipo dado. No obstante, el mismo tipo de análisis no ha sido usado para captar la naturaleza y el
significado de los datos de la entrevista que los investigadores usan para interpretar las ejecuciones. De
forma similar, pocas veces se enfatizan los signos que apuntan al rol que juega el recopilador en la
interacción. Este hiato con frecuencia frustra los esfuerzos de algunos investigadores por examinar el
carácter dialógico de la narrativa y de otras ejecuciones, y por analizar su propio rol en la creación del
texto. Las transcripciones presentadas en trabajos sofisticados como los de Glassic (1982) y Tedlock (1983)
no proveen pistas acerca de las reacciones verbales y/o no verbales del recopilador.

10/24
problemas básicos. Primero, la naturaleza y el significado del contexto en las entrevistas de
historia oral no son apreciados de manera suficiente. La tarea de examinar el contexto se equipara
con una descripción del contexto físico y social de la entrevista. Tal como Cook-Gumperz y
Gumperz han argumentado, sin embargo, los contextos no son cuestiones simplemente
extralingüísticas que rodean la palabra hablada. Los contextos más bien se insertan en el discurso
como pistas perceptuales que deben ser controladas en forma activa y continua en el curso de la
interacción" (1976: 8). El punto es, en consecuencia, buscar en el intercambio verbal (y no verbal)
las pistas que indican de que manera los participantes hacen uso del contexto para interpretar los
comentarios de cada uno.

Algunas de las pistas de contextualización más importantes son las llamadas palabras de
relleno y muletillas. Casi todos los escritores, sin embargo, aconsejan a los investigadores dejar
de lado estas pistas (cf. Davis et al. 1977: 39-40, Thompson 1978: 198). Ivés (1974:49) y
Thompson (1978: 179). Incluso sugieren que el entrevistador debería evitar responder con uh-huh o
sí para no ensuciar la grabación y la transcripción. A pesar de los recientes esfuerzos para llamar
la atención sobre la importancia del contexto, los propios procedimientos de los historiadores
orales "son robados” de la información contextual de sus trabajos.

Este problema revela una cuestión más profunda. El objetivo de la historia oral es elicitar
información acerca de eventos del pasado. Los investigadores han observado que la memoria es
selectiva. Sin embargo, es obvia la falta de conciencia respecto del hecho de que la entrevista de
historia oral produce un diálogo entre el pasado y el presente. Los entrevistados interpretan el
significado del pasado y del presente, inclusive el de la entrevista en sí. Cada pregunta les
presenta la tarea de recorrer su memoria en busca de recuerdos que resulten pertinentes para la
pregunta y de dar a esa información una forma que se considere una respuesta adecuada a la
pregunta. Las entrevistas de historia oral están, en consecuencia, tan sistemáticamente
relacionadas con el presente como con el pasado. Esto no significa que los historiadores orales
no sean en absoluto conscientes de este proceso: en años recientes se han realizado importantes
avances orientados a adquirir mayor sensibilidad en estos aspectos. Esta creciente conciencia, sin
embargo, no ha logrado estimular a los investigadores a repensar exhaustivamente la manera en
que estructuran las entrevistas y analizan los datos de la entrevista a la luz de la naturaleza bifocal
y sintética de la historia oral.

Sociolingüística

Utilizo el término "sociolingüística" en un sentido amplio para referirme a la


investigación en etnografía de la comunicación (Gumperz, Hymes) los estudios cuantitativos
de la variación lingüística (Labov, Sankoff) y la macrosociología del lenguaje (Fishman). Las
etiquetas y las fronteras asociadas con trabajar en estas áreas son problemáticas porque
los máximos exponentes (leading practitioners) han expresado/mostrado todos alguna
ambivalencia con respecto al término "sociolingüística". La preocupación de estos profesionales
es la descripción y análisis del uso del lenguaje y la forma en que se relaciona con pautas
culturales y sociales. En el campo encontramos aproximaciones bastante diferentes a estos
problemas, y estas discrepancias originan perspectivas contrastantes sobre asuntos
metodológicos.

Cuando nos acercamos a la metodología, el campo de la sociolingüística presenta una


paradoja de un tipo bastante distinto a la del caso del folklore o la historia oral. Del lado
positivo, los sociolingüistas nos han proporcionado datos sistemáticos y comparativos sobre la
estructura y el uso del lenguaje. Los investigadores han hecho énfasis en la diversidad evidente en las
formas, los contextos, las funciones y los tipos de eventos de habla, además del modo en que estos

11/24
fenómenos son percibidos en las distintas comunidades. Un movimiento crucial para el
desarrollo de la sociolingüística fue el énfasis de Hymes (1971 a) en el estudio de la
competencia sociolinguística Esto implicó la expansión del acento de Chomsky (1965, 1968)
en los rasgos formales y en las reglas, para incluir las normas comunicativas que subyacen a su uso.
Los intentos superficiales por correlacionar los patrones socioculturales y lingüísticos dejan
paso cada vez más a los estudios de las formas sutiles en que las alternancias de los rasgos
lingüísticos (desde los cambios fonéticos a los cambios de una lengua a otra) se hallan ligadas a
las variaciones en los patrones de interacción. A pesar de sus dificultades teóricas, el trabajo de
Austin (1962) sobre la fuerza performativa del lenguaje ha estimulado gran parte de la
investigación sobre las dinámicas de este proceso.

Otro efecto importante de la investigación sociolingüística fue proveer nuevas fuentes de


aproximación entre lingüistas y otros profesionales en áreas como la educación, la antropología
sociocultural, el folklore, la sociología y la psicología. Cicourel (1964, 1974 a, 1982 b), Gnmshaw
(1969), Hymes (1969 a, 1971 b, 1972), Labov (1972 a, 1972 b) y otros dejaron en claro que el
éxito de la investigación científica social depende de la conciencia, generalmente implícita,
de las formas en que los grupos en cuestión usan el lenguaje. A no ser que estas pautas
sociolingüísticas se desplacen desde el rol de los medios al rol de los fines de una investigación, los
errores anclados en nuestras concepciones etnocéntricas sobre los procesos lingüísticos pueden ser
incorporados, aún sin saberlo, en los resultados. Tan importante como esto es el hecho de que los
profesionales han acentuado la necesidad de examinar los resultados de la investigación
educativa, antropológica, folklórica, sociológica y psicológica en el desarrollo de una
mayor comprensión de los patrones lingüísticos. El presente estudio es un intento de profundizar y
sistematizar ambas líneas de ataque.

La investigación social científica utiliza una gran cantidad de eventos comunicativos de


distinto tipo. Por su énfasis en los actos del habla y en las normas comunicativas que les sirven
de base, la sociolingüística mantiene un estupendo potencial para revelar la naturaleza de la tarea de
la investigación social científica. Los comienzos de este proceso se hacen evidentes en el
trabajo de varios investigadores líderes 4. Hymes (1969 a, 1971 b) señala a los científicos
políticos y a los antropólogos sociales el hecho de que su metodología descansa
fundamentalmente en procesos lingüísticos. Dedicar mayor atención a las dimensiones
comunicativas de la adquisición de datos es, por lo tanto, un requisito para la adecuación
metodológica y un medio para intensificar la propia comprensión de los datos. Grimshaw (1969)
alienta de manera similar a sus lectores a ver "el lenguaje como un obstáculo y como un dato
de la investigación sociológica". Irvine (1948) sostiene que la elicitación de datos psicológicos
interculturales en ambientes artificiales puede dar lugar a importantes distorsiones, Gumperz
(1972) sostiene que "el marco de una entrevista es muchas veces formal y artificial y casi siempre
bastante diferente de los marcos en los que la gente usualmente interactúa”. En consecuencia, insta
a los sociolingüistas a que utilicen una gama más amplia de técnicas de elicitación. Labov
(1966, 1972 b, 1972 c) propone una expansión del rango de técnicas de elicitación que están
incluidas en la entrevista con el objetivo de recolectar un espectro más diverso y controlado de los
datos.

Esta investigación ofrece una importante comprensión sobre el estudio de las entrevistas. Sus
mayores limitaciones emergen del hecho de que la entrevista se considera como un paso hacia otra
cosa, no como un foco primario de investigación. El estudio de Albert de los patrones del habla
barundi proporciona un ejemplo para esto. Sus datos fueron tomados de "verbalizaciones
espontáneas de informantes, o mediante elicitación" y de "la comparación de protocolos de
4
El trabajo de Cicourel (1964, 1974c, 1981, 1983, 1985) es pertinente aquí. No obstante, reservo la
discusión sobre su investigación en la entrevista para la sección que focaliza sobre el uso de
entrevistas en la investigación social.

12/24
entrevistas de una variedad de informantes” (1972: 74-5). En sus conclusiones, Albert notó que
"para los barundi, y posiblemente para varias sociedades similares del África y de los países del
Mediterráneo, las reglas de procedimiento para la recolección de datos incluían: (1) evitar las
preguntas directas, excepto en asuntos como qué camino lleva a Kitega o Nyabikere" (1972: 8).
La comprensión de las dificultades que implica obtener información mediante el uso del
interrogatorio directo no la induce, sin embargo, a cuestionarse sobre el propio uso de la
elicitación y de los protocolos de entrevistas, o a proponer una metodología alternativa para las
entrevistas. Aún más, ella incluye el "interrogatorio sistemático" en su lista de métodos
sugeridos para obtener "una visión global de los comportamientos del habla" (1972: 104).

Este no es un caso aislado. Los descubrimientos que han surgido fallaron en producir una
crítica sistemática de la metodología sociolingüística. De hecho, los sociolingüistas son -
metodológicamente hablando - relativamente conservadores. Los expertos se apoyan,
principalmente, en métodos etnográficos y lingüísticos que les son familiares. Grimshaw
(1974) ha resumido los procedimientos más comunes para la recolección de datos bajo
cuatro encabezados: (1) la observación del discurso "natural" en marcos "naturales"; (2) la
observación del discurso "natural" en marcos artificiales (por ejemplo, situaciones
experimentales, o aquellas organizadas por el investigador); (3) la elicitación del discurso por
medio de preguntas directas; y (4) el uso de materiales históricos y/o literarios5.

Esto no significa que no exista ningún progreso observable. La confianza de Chomsky


en las declaraciones e intuiciones del lingüista han sido rechazadas en favor de los datos
proporcionados por los hablantes nativos. La grabación de videos y de cintas de audio ha
incrementado la precisión de la recolección de los datos y gran parte de la atención se ha focalizado
en la gama de contextos en los cuales se realiza la grabación. El problema es que estos
aportes metodológicos no han estimulado investigaciones sociolingüísticas sistemáticas acerca de
los eventos de habla que los investigadores usan al recolectar los datos. Las propuestas para el
progreso metodológico todavía se basan, en gran medida, en preconceptos sobre los
apuntalamientos comunicativos de la observación6 y la entrevista; ninguna de estas
actividades se ha convertido en el tema principal de una investigación sociolingüística
profunda. Estos aportes ni siquiera han producido un mayor interés en temas metodológicos7.

5
Albert (1972:104), de forma similar, sostiene que “La observación del comportamiento discursivo, el
notar aquellas afirmaciones espontáneas que son obvia o potencialmente acerca del habla, la
interrogación sistemática y la observación confirmatoria deberían proveer los datos necesarios para
obtener una visión comprensiva del comportamiento discursivo”.
6
Una mayor confianza en el análisis del discurso recolectado en contextos “naturales” – es decir,
aquellos contextos que están menos afectados por la presencia del investigador – caracteriza ahora al
trabajo de muchos sociolingüistas. Por ejemplo, Sherzer (1983:10) presenta la contribución de su
mayor estudio sobre Las Formas de Habla de los Kuna como “el primer libro que realiza un
tratamiento extenso de la gama completa de formas del discurso en una sociedad no literaria y que se
basa enteramente en grabaciones del habla natural”. Aunque en muchos contextos, se prefiera la
observación a la entrevista, difícilmente sea inmune a la necesidad de atención crítica. Las técnicas
basadas en la observación también presentan problemas respecto del muestreo, la selectividad y los
efectos del entrevistador/a (y de su grabador) en los eventos de habla. Además de estas técnicas, se
requiere algún tipo de interpretación para que el extraño comprenda aquello que se dice, así como
también tomar en cuenta la relación entre los datos observados y los interpretados.
Algunos sociolingüistas se han distanciado de aquellos profesionales que afirman que los
investigadores deberían confiar principalmente o exclusivamente en este tipo de datos. Hymes (1974b:
444) nota, por ejemplo, “el fracaso inherente a la concepción de la sociolinguística como un método
para obtener datos ‘reales’ ”. El autor señala la necesidad de obtener datos sobre la competencia
subyacente, datos que pueden obtenerse por medio de la percepción que los participantes poseen sobre
los eventos de habla ya ocurridos.
7
De manera interesante, el “Esbozo de Guía para el Estudio Etnográfico del Uso del
Discurso” (Sherzer y Darnell 1972) propone varios tópicos para la investigación, aunque no aborda la
cuestión de qué tipos de metodología que podrían ser apropiados para tratar estos tópicos.

13/24
Una excepción obvia e importante es la que aporta el trabajo de Labov sobre las
variaciones del discurso en la ciudad de Nueva York (1966, 1972 a, 1972 b, 1972 c). Labov ha
dedicado considerable atención a los asuntos metodológicos: esto nace, al menos en parte, de su
interés por combinar las técnicas de elicitación de la lingüística, la metodología de los estudios
sociológicos, y la preocupación sociolingüística con respecto a las dimensiones
contextuales del discurso. La innovación metodológica central de Labov consiste en un intento
por incrementar la diversidad de los actos de habla registrados en marcos de entrevistas.

Las entrevistas estaban estructuradas de manera tal que producían cinco tipos de datos.
"El discurso casual …el habla de todos los días usada en situaciones informales, cuando no se
presta ninguna atención al lenguaje" (1966: 100), emergía "espontáneamente" antes y después de la
entrevista, durante las interrupciones, y durante los comentarios aparte. Labov también
obtenía "discurso casual/informal" (casual speech) (estilo A) elicitando rimas de la niñez y
narraciones personales cargadas de emoción. Un segundo tipo (estilo B) consiste en el "discurso
cuidadoso" (careful speech). Labov argumenta que la formalidad del marco de la entrevista
induce al entrevistado a prestar mayor atención a su propio discurso. Labov incrementaba aún
más la formalidad de la situación pidiendo a los entrevistados que leyeran un texto corto (estilo
C) y listas de palabras (estilo D). Las entrevistas proporcionaban datos sobre las características
socioeconómicas y las actitudes lingüísticas de cada entrevistado, además de datos para cada
uno de los contextos de las cinco variables fonológicas (1966: 137).

El trabajo de Labov es digno de elogio por la seriedad que concede a las cuestiones
metodológicas y por su intento de basar las innovaciones metodológicas en las normas de los
entrevistados8. El valor de sus contribuciones se ve disminuido, no obstante, por varias
presunciones cruciales. Labov está preocupado, en primer término, por la manera en que "la
entrevista formal en sí misma define un contexto de habla (speech context) en el cual
normalmente ocurre sólo un estilo de habla, que llamaremos discurso cuidadoso" (1966: 91,
énfasis en el original). Aquí aparecen varios problemas. Las entrevistas son eventos de habla
bastante complejos y multifacéticos. Sus propiedades comunicativas son altamente
reflexivas del tipo específico de entrevista y de la relación que se establece entre las partes
involucradas. Los analistas del discurso y los etnometodólogos han mostrado también que aquello
que Labov denomina "discurso casual…el habla de todos los días utilizada en situaciones
informales, cuando no se presta ninguna atención al lenguaje", es mucho más complejo formal y
funcionalmente, y más variado que lo sugerido por la definición de Labov.

Por lo tanto, la reformulación de Labov descansa en última instancia en suposiciones de sentido


común respecto de la naturaleza tanto de las entrevistas como del discurso "ordinario", más que
en una investigación sistemática de sus apuntalamientos comunicativos. De manera similar, su
diferenciación entre discurso "casual" y discurso "cuidadoso" se basa en un concepto ingenuo de
formalidad. Como sostiene Irvine (1979), nuestros juicios acerca de la "formalidad" de un evento
de habla reflejan una amplia gama de criterios contradictorios. Como señala Wolfson (1976),
Labov da señales de poca comprensión de la manera en que los rasgos únicos del acto de
entrevistar modelan la forma y el contenido de la suma total de declaraciones que lo constituyen,
aún durante el curso de respuestas "espontáneas" y emocionalmente cargadas.

Las bases de sentido común de la mirada de Labov sobre el acto de entrevistar

8
Labov (1972b:207) considera, por ejemplo, que “los pasos elementales para localizar y contactar
informantes, y hacerlos hablar libremente en una entrevista grabada, son problemas formidables para
los estudiantes. Es un error que cualquiera pase por alto estas cuestiones, ya que en las prácticas y
técnicas que se han desarrollado se encarnan muchos principios importantes de la conducta lingüística
y social. Un examen más próximo de estos supuestos metodológicos y de estos descubrimientos nos
dirá mucho sobre la naturaleza del discurso y de las funciones del lenguaje.”

14/24
resultan evidentes en la manera en que utiliza la entrevista "para recolectar la información que
constituye el tema ostensible de las preguntas que se realizan" (1966: 137). A medida que su foco
se aleja de las variables fonológicas, dejan de interesarle los roles del contexto y del estilo. En
otras palabras, él parece pensar que el contenido referencial de las respuestas puede ser interpretado
sin consideraciones serias de los roles del entrevistador, del entorno y de los rasgos formales de la
pregunta. Esto aparece como muy cuestionable porque Labov da gran importancia a las preguntas
que tratan sobre "la evaluación subjetiva y las actitudes lingüísticas" (1966: 137). No se nos
suministra ninguna evidencia de que estos datos sean menos sensibles a las variaciones contextuales
que los rasgos fonológicos. La estabilidad del contenido referencial es simplemente aceptada

Sociología

La compilación de bibliografía sobre metodología sociológica es una tarea muy


desalentadora. Los sociólogos en general toman las cuestiones metodológicas con mucha
seriedad. A menudo se los escucha criticar a otros científicos sociales por ser "poco rigurosos".
La mayoría de los programas de sociología tiene clases de metodología, aún en los niveles de
grado. La bibliografía sobre metodología es inmensa; obtener una visión de conjunto constituiría
una monografía en sí misma, y, por cierto, una muy extensa. Una gran parte de la investigación
se ha focalizado en la metodología, particularmente, de las entrevistas. A partir del estudio clásico
de Hyman et al., "La entrevista en la investigación social" (1954) han surgido muy buenos estudios
críticos.

Sin embargo, esto no quiere decir que las cuestiones metodológicas básicas que
confronta la disciplina hayan sido resueltas. Se evidencian aquí muchas contradicciones. La
bibliografía sobre metodología va desde manuales introductorios que codifican técnicas de
entrevista recibidas, hasta críticas sofisticadas que puntualizan los problemas básicos
subyacentes. Más allá de estas limitaciones de la propia producción teórica sobre metodología,
se encuentra el hecho de que sus hallazgos más importantes tienen todavía que ser
incorporados a la práctica de la entrevista.

Tipos de búsqueda sociológica. Los sociólogos se apoyan en una amplia variedad de


actividades de investigación. La investigación de campo o la observación participante fue muy
utilizada en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, particularmente por los miembros de
la escuela de sociología de Chicago. Esta jugó un rol central en las investigaciones sociológicas
clásicas, como Middletown, de Lynd, y Lynd (1929), el estudio de Warner y asociados sobre
Yankee City (Warner and Lunt 1941), y Street Corner Society de Whyte (1943). Luego de un
largo lapso de pérdida del interés, la observación ha vuelto a ganar un rol preponderante en los
años recientes (cf. Brogdan y Taylor 1975; Johnson 1975; Schatzman y Strauss 1973). Como
señalan Riley y Nelson (1974: 6), el término "observación" se utiliza en la jerga sociológica
para incluir una amplia variedad de actividades que giran alrededor de "mirar la conducta del
grupo, escuchar a sus miembros y notar sus características físicas". Esta denominación
incluye a veces combinaciones de entrevistas y observación, al mismo tiempo que se usa para
distinguir entre la investigación que incluye entrevistas y aquella que no lo hace. Algunos
sociólogos han ido tan lejos en el intento por evitar los problemas inherentes a las entrevistas, que
han desarrollado técnicas denominadas "medidas que no obstruyen", en las cuales el observador no
puede ser visto por los sujetos (cf. Webb et al. 1966).

Con respecto a las entrevistas, los sociólogos hacen una distinción entre la entrevista
estandarizada y no estandarizada. La primera comprende el uso de un conjunto de preguntas
comunes a todos los entrevistados, mientras que la última no lo hace. Las entrevistas
estandarizadas se pueden categorizar como programadas (tanto las palabras como el orden de

15/24
las preguntas aparecen especificados), o no programadas9. En este último caso, el entrevistador
es libre de presentar las preguntas del modo en que le parezca más apropiado con el carácter
de cada entrevistado. Los datos obtenidos a través del uso de las entrevistas programadas
estarían más a favor del análisis estadístico que aquellos provenientes de las no programadas
o no estandarizadas. Las entrevistas programadas pueden ser o bien del tipo de alternativa fija o
de final cerrado, en el cual el entrevistado elige de una lista predeterminada de respuestas, o
de final abierto, donde la gama de respuestas posibles no está especificada. La lista de preguntas
usada en una entrevista se denomina generalmente plan. Esta lista contrasta con el cuestionario,
lista de preguntas que el sujeto lee y completa sin la asistencia del investigador10

Fuentes metodológicas

Se pueden distinguir algunas categorías básicas de fuentes en la vasta bibliografía


sobre la entrevista. Un número considerable de manuales presenta introducciones a la
entrevista y, en algunos casos, técnicas relacionadas con la investigación. Algunos de los más
usados son los de Babbie (1973), Backstrom y Hursh (1863), Bailey (1978), Denzin (1970),
Gorden (1975), Hoinville y Jowell (1978), Kahn y Cannell (1957), Kerlinger (1964),
Richardson, Dohrenwend y Klein (1965) y Simón (1969). Han aparecido también varias
colecciones de ensayos sobre metodología (e.g. Riley 1963; Franklin y Osborne 1971).

Otros trabajos versan sobre tipos o aspectos particulares de entrevistas. Gorden (1969)
sugiere que éstas pueden clasificarse según si hacen foco sobre el tipo de entrevistado o el
tipo de entrevistador11. En el primer caso, encontramos trabajos que se concentran en la edad
(Kastenbaum y Sherwood 1967), en los padres (Langdon 1954), en los niños (Rich 1968), en
las élites (Dexter 1970), en los empleados potenciales (Turner 1968), y en otros grupos. Las
fuentes que tratan tipos particulares de entrevistadores trabajan a menudo con el uso de
entrevistas en profesiones como enfermería (Bermosk y Mordan 1964), medicina (Eroelich y
Bishop 1969), -psiquiatría y ayuda psicológica (o consultoría – counseling), (Davis 1971; Erickson y
Shultz: 1982; Labov y Fanshel 1977; Sullivaml954) periodismo (Sherwood: -1969) y asistencia social
(Fenlason et al.:1962), P. Garrett(1942).

Con pocas excepciones, estos trabajos yerran en proporcionar una perspectiva crítica de la
entrevista. La mayoría de los autores simplemente asume que ellos y sus lectores ya saben lo que
es una entrevista. Estos escritores se apoyan en su estatus y en el de su audiencia como
miembros de una sociedad en la cual las entrevistas son un tipo establecido de evento del habla. La
presunción parece ser que el estatus del hablante nativo permite a los autores renunciar a la
necesidad de examinar la naturaleza de la entrevista como un evento comunicativo. El
argumento subyacente sería el siguiente: "Todos nosotros sabemos qué
son las entrevistas y por qué son importantes. Por lo tanto, simplemente, asumiremos este

9
Algunos escritores no distinguen el sentido de estas dos series de términos. “Estandarizada” es usada
como sinónimo de “programada” en referencia a entrevistas que siguen un conjunto fijo de preguntas,
mientras que “no estandarizada” y “no programada” se refieren a entrevistas que no recurren a una
serie de preguntas fijas.
10
Algunos escritores, como Bailey (1978:93), usan los términos “programado” y “cuestionario” de
forma intercambiable, mientras que otros (e.g. Gorden 1969:62) entienden sus sentidos como
diferentes. Adheriré a este último uso. Mi foco, sin embargo, esta en las entrevistas cara a cara. Me
referiré a las investigaciones basadas en cuestionarios, como las encuestas telefónicas, solo de pasada.
11
La discusión que plantea Gorden incluye una tercera categoría, basada en el propósito de la
entrevista, en la cual él incluye formas como la entrevista centrada (Merton, Fiske y Kendall 1956), la
entrevista de evaluación (assessment interview) (Shoulksmith 1968), la entrevista en profundidad
(Banaka 1971), la entrevista que soluciona el problema (problema-solving interview) (Beveridge 1968)
y la entrevista de ayuda (helping interview) (Benjamin 1969).

16/24
conocimiento y no nos detendremos en presentar técnicas para mejorar la calidad de las
entrevistas o para explicar la naturaleza de las formas especializadas en ellas".

La teoría del "sesgo”

Es, por supuesto, de rigor considerar la problemática de la entrevista. Generalmente, se rige


por el estudio de la forma en que el sesgo inducido por el entrevistador puede reducir la validez y la
confiabilidad del material obtenido. La inclusión de tales consideraciones ayuda ciertamente a
alertar a los lectores sobre ciertos tipos de problemas. Las discusiones sobre el sesgo o el
prejuicio emergen, de todas formas, desde una premisa teórica altamente problemática. Lo que
se alega es que la influencia de una o más variables independientes, como la edad, el género, la
raza, la ideología política, la personalidad o el estilo de la interacción del investigador y/o del
entrevistado pueden predisponer las respuestas. La suposición aquí es que si uno pudiera despojar
la situación de entrevista de todos estos factores emergería la respuesta "real" o "verdadera"
o "desprejuiciada". Esta respuesta ideal a veces se denomina como "valor real individual",
abreviado cómo ITV -Individual True Valué- (cf. Brenner 1981 b). La fuerza de este argumento es
que el investigador debería intentar asegurar, tanto como sea posible, que ninguno de estos factores
afecte los datos. Al analizar las respuestas tales tergiversaciones deberían descartarse.

Ser sensible al papel que cumplen estos factores es loable. Menos loable son dos
implicaciones que se derivan de esta línea de razonamiento. Primero, esta aproximación conduce a
la mayoría de los que la practican a creer que si no existe ningún foco particular de
preconcepto o si ya han sido aclaradas estas "tergiversaciones" evidentes, el investigador puede
tratar estos datos como si fueran un reflejo directo de los pensamientos del entrevistado. En
otras palabras, una vez que el problema del "sesgo" ha sido tratado de este modo, uno se puede
olvidar de que la información se obtuvo en el curso de una entrevista particular. Esto facilita la
comparación de los datos provenientes de diferentes entrevistas, entrevistas con diferentes
personas, datos obtenidos a través de la "observación participante" y entrevistas.

Una segunda consecuencia involucra las consideraciones generalmente implícitas que


descansan en la base de esta imagen de la entrevista. La teoría del "sesgo" refleja la noción de
Durkheim (1938) de que los hechos sociales existen independientemente del observador y
pueden percibirse desde afuera. La misma está también basada en nociones individualistas
y positivistas, en términos de Karp y Kendal (1982:251), concernientes a la estabilidad y a la
observabilidad de los hechos sociales. La respuesta se encuentra dentro del entrevistado y el
problema simplemente consiste en extraérsela tan directamente como sea posible. El valor real del
testimonio del informante se mide en relación con su correspondencia con el objeto "real"
"allí afuera" como de alguna manera tomado "objetivamente", independientemente de la
forma en la cual haya sido comunicado al investigador. Nótese el modo en el cual tal consejo
resume nuestra propia epistemología nativa, al concebir "la verdad" como singular,
inequívoca y semánticamente transparente una vez que ha sido identificada. No se dice (¿o
se dice?) que esto tranquilamente sitúa al investigador en la posición de arbitro final de
aquello que es "correcto y objetivo". Además hace que el analista se incline fuertemente en
favor de las respuestas que parecen estar en relación directa con la "realidad" en cuestión. Los
testimonios cuyos significados han sido claramente afectados por la situación en la cual
fueron expresados se consideran menos confiables.

Una de las dificultades que ha encontrado este enfoque es que el conocimiento de un


individuo y sus actitudes emergen de una red compleja de relaciones con otros seres humanos.
Los entrevistados no apuntan, ni siquiera idealmente, a una idea o sentimiento fijo al responder a
una pregunta, sino que conectan las preguntas con una vasta y dinámica gama de respuestas. Como
la entrevista es en sí misma una interacción social, proporciona otro estímulo generando nuevas

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reacciones. Más aún, con frecuencia, la respuesta no es tanto la selección de un elemento de esta
compleja totalidad, sino un índice - en términos de Peirce (1932:2.305)- de la relación entre
elementos irreconciliables o en conflicto (Cicourel 1974c:20). Entonces, el objetivo de obtener
el “valor real individual" de cada pregunta, simplifica muchísimo la naturaleza de la conciencia
humana. Como han señalado Dean y Whyte (1958:38), la tarea del investigador no es la de ir a
la pesca del "verdadero sentimiento o actitud", sino la de interpretar el cruce sutil e intrincado de
los factores que convergen y conforman una entrevista particular. La situación social creada por
la entrevista no constituye simplemente un obstáculo para la articulación de las creencias
del entrevistado o entrevistada. Como los eventos de habla en general, le da forma y
contenido a lo que se dice. Esto se hace patente, inter alia, en el modo en el que las respuestas
expresan comentarios metacomunicativos sobre la propia situación de la entrevista (ver Capítulo 3 y
5 de este volumen).

Esto no quiere decir, sin embargo, que las entrevistas sean exactamente como
cualquier otro evento de habla. Como Wolfson (1976) ha argumentado, las entrevistas
restringen la presentación de muchos tipos de formas y de ciertos tópicos y alteran la manera en
que los rasgos observados se presentan. Una regla proviene de otras reglas - la necesidad de
adaptar la forma y el contenido de la información, con el fin de que parezca que aporta una
respuesta a la pregunta. En las narrativas elicitadas en situación de entrevista, por ejemplo, no se
encuentran rasgos como los del presente histórico conversacional (ej.: "Y entonces le dijo al
tipo...") (Wolfson 1976, 1979). De forma similar, como Wolfson apunta (1976:192), " con
frecuencia hay elaboración y énfasis en la parte específica de la historia que responde a la
pregunta hecha. Por lo tanto, la entrevista es probablemente el último lugar en donde uno podría
olvidarse que los enunciados fueron hechos en un contexto particular.

La emergencia de una interpretación crítica de la entrevista

Existen varias fuentes que nos aportan importantes elementos para comprender mejor las
limitaciones de la entrevista como método de investigación. La contribución de estas fuentes radica en dos
áreas clave.

Confiabilidad y validez. En primer lugar, estos trabajos han clarificado las cuestiones
espinosas que rodean a los importantes problemas de fiabilidad y validez. Estos dos
conceptos se discuten en la mayoría de los trabajos de metodología, debido a que
proporcionan los parámetros con los que se miden el análisis y la recopilación de datos. La
"confiabilidad" se refiere a la probabilidad de que la repetición de los mismos procedimientos,
ya sea por el mismo investigador o por otro, de lugar a los mismos resultados. "Validez" se
refiere a la precisión de una técnica dada, es decir, hasta qué punto los resultados se ajustan a las
características de los fenómenos en cuestión.

Hyman et al. (1954:20-1) señalan que son muy pocos los estudios sobre metodología
que tomen en cuenta la validez. Se prefirió hacer énfasis en la disminución de la variación
producida entre diferentes entrevistadores, es decir, en reducir el alcance en que las diferencias
entre investigadores afectan la confiabilidad de los datos. Hyman et al hacen notar que esto
presenta una fuerte tendencia al conservadurismo metodológico. Esto sugiere también, que los
esfuerzos tendientes a la reforma metodológica pueden no tener un efecto positivo sobre el grado
en el cual los procedimientos mejoran nuestra comprensión de las preguntas que ellos investigan.

El trabajo de Hyman et al y otros ha incrementado el grado en que las cuestiones sobre la


validez se toman realmente en serio, aunque de todos modos se advierte una marcada tendencia
hacia los estudios sobre fiabilidad (Gorden 1969:6). El grado en el que dicho trabajo ha afectado

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la práctica de la entrevista está, de todas formas, lejos de quedar claro. Cicourel nos da la
oportunidad de comprender porqué sucede esto. Este autor argumenta que Hyman y sus asociados
no llegaron a resolver el dilema debido a su falta de cuestionamiento de la premisa que
subyace bajo la controversia fiabilidad versus validez: la idea de que los procedimientos pueden
ser diseñados de forma que sean a la vez fiables y válidos (Cicourel 1964:93).

Cicourel (1982a) plantea la cuestión de la validez ecológica. Este concepto tiene que ver con
el grado en el que las circunstancias creadas por los procedimientos del investigador se ajustan a las
del mundo cotidiano de los sujetos (cf. Neisser 1976). El problema es que esto plantea al
entrevistador demandas enfrentadas. La estandarización, un mecanismo crucial para promover
la fiabilidad, lleva a los entrevistadores a tratar de presentar cada pregunta exactamente en la
misma forma a cada entrevistado. Bailey (1978:171) incluso sugiere que "la inflexión y la
entonación del entrevistador debe ser la misma para cada entrevistado".

De aquí surgen dos cuestiones. En primer lugar, la estandarización real se alcanzaría si el


significado de la pregunta fuera el mismo para cada entrevistado. Esto lleva a escritores como
Gorden (1969:61) a sugerir que las diferencias entre los contextos sociales de los entrevistados
forzarán al entrevistador a cambiar la formulación de la pregunta, con el fin de mantener la validez
de los indicadores cuantitativos. El problema va más allá, sin embargo, ya que, como Cicourel
(1974c:20) y Dexter (1970:144) señalan, los entrevistados responden no sólo a la pregunta
formulada sino también a la situación de la entrevista como un todo.

Una segunda cuestión surge del hecho de que cada entrevista es una interacción social única que
conlleva una negociación de roles sociales y marcos de referencia entre extraños. Como Hyman et: al
(1954:80-1) muestran, el “sesgo" rara vez aparece como la imposición del propio enfoque
ideológico del investigador sobre el entrevistado. “Sesgo” que implica diferencias entre
entrevistados, por un lado y entre entrevistadores, por el otro, en la presentación de las preguntas
y en la percepción de las respuestas, es mas bien un recurso interaccional que se utiliza para llevar a
cabo la tarea en marcha.

A medida que esta tarea se vuelve más pesada (por ejemplo, si el programa es largo y
complejo, las preguntas se repiten, o si el material es socialmente sensible), se hace más difícil
obtener respuestas. El proceso de negociación se vuelve más crítico en esta etapa, y el
entrevistador debe echar mano a un abanico más amplio de recursos conversacionales para
estrechar el espacio entre las preguntas estandarizadas y el conocimiento de los antecedentes
y las normas comunicativas de los entrevistados. De forma interesante, los escritores se
encuentran divididos entre la cuestión de si esto es algo bueno o no. (Compárense, por ejemplo,
Bailey 1978 con Gorden 1969). El punto de vista de Cicourel es que dichas divergencias emergen del
hecho de que la fiabilidad y la validez son objetivos incompatibles.

El concepto de contexto y la naturaleza de la interpretación. La conciencia acerca de este tema ha


llevado a una más profunda comprensión del rol del contexto en las entrevistas. Como se señaló
anteriormente en este capítulo, muchos escritores conciben "el contexto" como la suma total de
estímulos físicos, sociales y psicológicos que se dan en el momento de la interacción. Esta
definición permite al analista decidir, convenientemente, qué es lo que cuenta como "el
contexto" sobre la base de su propia valoración de la situación. Esto también separa
dicotómicamente el análisis de las "variables contextuales" del análisis de los componentes
verbales del discurso. Dado que las respuestas dirigen la situación total, esta separación es
metodológicamente problemática.

Brenner (1978, 1980, 1981a, 1981b), Cicourel (1974c, 1981, 1982a, 1982b, 1985), Dexter
(1970), y Mehan (1979) han desafiado esta separación. Estos autores argumentan que el contexto es

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un constructo metodológico que es creado de manera conjunta por los participantes. Los
contextos no sólo no están situacionalmente dados, sino que son renegociados continuamente
en el curso de la interacción. Las palabras del entrevistador y del entrevistado no ocurren sólo
dentro de este marco; sino que, junto con los componentes no verbales, son el material mismo
mediante el cual el contexto se construye. Cada emisión refleja así el proceso en curso a la vez
que contribuye a dicho proceso. Según Cicourel (1974c:88), "los comentarios del actor en la
entrevista, incluso cuando son calificados de espontáneos, son a menudo el producto de un
tipo de presentación cuidadosamente controlado".

Esto inmediatamente pone en duda el concepto ingenuo del entrevistador como un


medio a través del cual las actitudes y las creencias de los entrevistados son transmitidas al
lector. Más bien, el entrevistador se presenta como un co-participante en la construcción del
discurso. Esta visión también desafía los procedimientos obtenidos para la interpretación de los
datos de la entrevista. Los investigadores normalmente recurren a su comprensión apriorística,
basada en el sentido común, del significado de las preguntas; estas son luego utilizadas como marco
para la interpretación de las respuestas: Si las preguntas y las respuestas, constituyen más bien un
modelo a pequeña escala de la interacción entrevistador-entrevistado, este tipo de análisis
distorsionará radicalmente su significado.

Puntos no resueltos

La bibliografía sociológica sobre la entrevista consiste, por un lado, en la miríada de


estudios que presupone y consecuentemente reifica la naturaleza misma del fenómeno en
cuestión. Por otro lado, un número limitado de estudios revela algunos de los problemas
básicos que subyacen a las técnicas de la entrevista. Este trabajo no ha tenido éxito, sin
embargo, en producir una reformulación metodológica que les diga a los profesionales cómo
sobrellevar de la mejor forma posible estos problemas.

Una de las necesidades más urgentes al respecto es un análisis más detallado de las formas en
que estas dificultades surgen en los datos de la entrevista así como también un método que las
identifique. La mayoría de los entrevistadores profesionales no estarán satisfechos con los planteos
generales sobre la naturaleza problemática de sus actividades. Una reforma metodológica
requerirá, además, de la presentación de formas concretas en las cuales estos descubrimientos
puedan traducirse en procedimientos.

Otro objetivo central es el desarrollo de una mejor comprensión de la naturaleza de la


entrevista como un evento comunicativo. Como Wolfson (1976) ha sostenido, la entrevista es un
evento de habla único que es pautado por un conjunto complejo de características
comunicativas, muchas de las cuales no son compartidas con la conversación "ordinaria". La
naturaleza precisa de las normas que suponen entrevistar son, sin embargo, todavía muy poco
comprendidas. Como Grimshaw (1969) y Cicourel (1964,1974 c, 1982 a, 1986) han demostrado,
el hecho de entrevistar debe ser considerado como un tema de investigación en sí mismo y no solo
como una herramienta de utilidad.

Finalmente, Cicourel (1974c) apuntó al corazón del asunto cuando señaló que el fondo
de experiencia (background) lingüístico y sociolingüístico del entrevistado puede ser diferente al
del investigador. Dado que las dos partes están generalmente separadas por líneas de clase,
etnicidad y/o antecedentes culturales, esto es algo más que una remota posibilidad Esto
problematiza la noción de que las preguntas y las respuestas significan lo mismo para el
entrevistado que para el entrevistador. Cicourel (1974c:19) sugiere correctamente que la única
solución al dilema es aprender acerca de los supuestos de sentido común (commonsense
understandings) y de los antecedentes sociolingüísticos de las dos partes.

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Lo que se necesita es un modo de explorar la naturaleza de las normas comunicativas que
entran en juego en la entrevista. Un prerrequisito para avanzar en estas áreas es una comprensión
más clara de las normas presupuestas en la entrevista y, al mismo tiempo, un conocimiento de las
características de la comunidad de habla de los informantes. Una limitación aún mayor de los
estudios mencionados en la sección previa es que fallan en su aproximación a los datos a
partir de una variedad amplia de los eventos de habla que caracterizan los conocimientos
previos que el entrevistado trae al encuentro. Si sólo se utilizan los datos de la entrevista para este
trabajo, el argumento se vuelve circular.

Las raíces del conservadurismo metodológico

Los trabajos de Brenner, Cicourel, Dexter, Grimshaw, Hyman, Mehan, Wolfson y otros, sin
duda proporcionan la base para reformular nuestra aproximación al tema. ¿Por qué, entonces, en
las últimas décadas no se ha producido, prácticamente, ningún cambio en la forma en que
muchos profesionales utilizan las entrevistas en sus investigaciones? Las técnicas de entrevista
no sólo continúan predominando como la principal herramienta en las investigaciones sociales sino
que, además, todavía se usan de una forma altamente acrítica. Esta falta de conciencia de las
cuestiones que surgen del uso de las entrevistas en las investigaciones en el ámbito de las ciencias
sociales ha sido, en general, señalada por Dexter (1970: 157):

Los entrevistadores profesionales han aceptado mayormente sin análisis la naturaleza del
proceso en el cual ellos están comprometidos. Hasta que este proceso no sea visto como
problemático, como algo que debe ser analizado y explorado, no estaremos listos para determinar
qué es lo que este proceso registra y mide, y mucho menos, el modo en que dicho proceso puede
ser utilizado para deducir inferencias validas, etc.
La década siguiente ha sido testigo de las pocas respuestas al desafío de Dexter.
Algunos de los mayores obstáculos para progresar sobre estas líneas pueden estar
ligados, fundamentalmente, a crisis recurrentes en la teoría científica social y lingüística. Un examen
de esta red compleja de asuntos teóricos y metodológicos debe basarse, sin embargo, en un
conocimiento más amplio del estatus de la entrevista como un evento comunicativo y es por esta
razón que la postergaré para el último capítulo. Un factor que promueve el estancamiento es,
por supuesto, que muchos profesionales no ven ninguna razón para cuestionar su propia
metodología, dada la aceptación acrítica del rol de la entrevista en los manuales de
investigación, en escritos científicos sociales y lingüísticos, y en la sociedad moderna como un
todo.

Aunque los profesionales reconocieran las necesidades de un cambio metodológico, los


cánones aceptados de las técnicas de entrevista harían que esto fuera prácticamente imposible
de llevar a cabo. El desarrollo de un acercamiento más sensible al uso de las entrevistas está
obstruido por un número de contradicciones fundamentales en las normas comunicativas
que guían aquellos encuentros. Esto gira alrededor del modo en que las normas
comunicativas de la entrevista y aquellas de las comunidades de habla de los entrevistados
sitúan demandas enfrentadas en el investigador.

Como sostengo en los capítulos 3 y 4, la entrevista presupone una serie de relaciones de rol,
reglas de turnos de habla, cánones para introducir nuevos tópicos y juzgar la relevancia de
las declaraciones, restricción sobre formas lingüísticas, y así sucesivamente. Esto produce un
desplazamiento de muchas de las normas que guían otros eventos comunicativos en la
comunidad local. Aún en las entrevistas "menos estructuradas", "abiertas", el entrevistador
tiene bastante más control sobre el desarrollo del discurso, y el informante está principalmente
limitado a responder a las preguntas. Es más, como muchos escritores han afirmado, no se supone
que las entrevistas sean conversaciones.

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No todos los nativos están dispuestos, sin embargo, a permitir esta substitución de
importación por modos indígenas de interacción. Cuanto más grande sea la distancia entre las
normas culturales y comunicativas entre investigadores y consultantes, es más probable que este
hiato genere tensiones interpersonales y malos entendidos en las entrevistas. Esto comúnmente
conduce a dificultades en inducir al demandado a responder las preguntas, produciendo
respuestas aparentemente irrelevantes o incompletas o incluso silencio. Si los roles sociales y las
pautas comunicativas de la entrevista se oponen a los valores morales básicos y/o a las pautas de
interacción, puede suceder que el proceso de la entrevista se detenga. Los entrevistadores intentan,
ya sea consciente o inconscientemente, evitar semejante roce mediante la creación de un
"clima amistoso" recurriendo a las normas sociolingüísticas cotidianas de los entrevistados.
Tales eventos de habla, construidos relacionalmente, incluyen la presentación de uno mismo,
el producir una "pequeña charla" antes y después de la entrevista y quizás, entre las preguntas.
Frecuentemente, es necesario permitir a los consultantes "desviarse del punto” y proporcionar, por
momento, información "irrelevante"; esto es, permitir una distribución del control de la interacción
un poco más igualitaria.

El entrevistador está, por lo tanto, sometido a presiones conflictivas. Ella o él esperan ser
capaces de mantener la interacción dentro de los límites de la entrevista. El verdadero éxito de la
entrevista depende, sin embargo, de la capacidad del investigador de permitir que las rutinas
comunicativas del nativo funcionen a su modo dentro de la situación de la entrevista. Esta
ambigüedad también proporciona bases conflictivas para evaluar las entrevistas: ¿Es la habilidad
para mantener el foco en los intereses de la investigación del entrevistador y su plan para la
interacción lo que constituye el éxito?¿O las mejores entrevistas emergen de una cooperación
más igualitaria en la cual tanto el trabajador de campo como el consultante contribuyen al
programa de la entrevista y a la forma del discurso? El dilema también plantea el problema
familiar de la confiabilidad versus la validez. Las intenciones de los entrevistadores de
incrementar la confiabilidad normalizando la presentación de las preguntas frustran su
habilidad para lograr validez ecológica.

Estas contradicciones emergen de los mismos problemas ya subrayados. Nuestra


negación para examinar en forma crítica las normas comunicativas de la entrevista a la luz de
aquellos implícitos en los repertorios metacomunicativos de los entrevistados, ha forzado a
estos dos grupos de pautas sociolingüísticas a una relación de oposición irreconciliable.
Desgraciadamente, los metodólogos de la entrevista han fallado en iluminar la naturaleza de estas
contradicciones, dejando de lado cualquier intento por resolverlas. Esto claramente ha
obstaculizado su habilidad de asistir a los investigadores para que escapen de esta suerte de "doble
vínculo" metodológico (cf. Bateson et al. 1956) inherente a la metodología de la investigación
adoptada.

Plan del libro

Por más funesto que este retrato del estado de la entrevista en las ciencias sociales y en
lingüística pueda parecer, la situación está lejos de la desilusión. Este libro trata de
demostrar que todavía poseemos las herramientas para ubicar la metodología sobre un
fundamento sólido. Aquello que principalmente se necesita es un nuevo punto de partida. Mi
propuesta es que investigar el repertorio metacomunicativo del grupo en cuestión, es el punto de
partida necesario para la investigación. Esta tesis no puede ser discutida en el vacío, esto es,
sin fundamentar el argumento en el análisis de las pautas comunicativas observadas en una
comunidad de habla dada. Este trabajo, por ende, se concentra en la forma en la que un grupo de
hispano-parlantes en los Estados Unidos intercambia mensajes sobre su propio sistema cultural y
lingüístico. Un análisis de la metacomunicación del mexicano me proporciona una base para
demostrar la incompatibilidad de las técnicas estándar de entrevista con el sistema nativo y para
demostrar la riqueza de estas rutinas metacomunicativas en sí mismas como una fuente de

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datos lingüísticos y antropológicos. Una vez situada la entrevista en su contexto social y
comunicativo, puedo profundizar en el apuntalamiento teorético y político de la metodología
adoptada.

El capítulo 2 siento las bases para el análisis proporcionando antecedentes de la


sociedad mexicana. El trabajo se afirma en la idea de que las pautas lingüísticas no pueden
entenderse de manera independiente de las pautas sociales y culturales y viceversa. Más
precisamente, una comprehensión de ciertos géneros mexicanos centrales que son
colectivamente llamados "el habla de los ancianos de antaño” se basa en el conocimiento de la
profunda transformación socioeconómica que alcanzó a los residentes mexicanos del norte de
Nueva México durante el cambio de siglo. El hecho de haber perdido la base de su subsistencia,
forzó a los mexicanos a una más íntima y económica relación de dependencia con "el mundo
exterior" y desplazó parcialmente las viejas pautas de interacción social.

El capítulo 3 se concentra directamente en la entrevista. El análisis apunta al modo en que los


entrevistadores comúnmente plantean las preguntas de manera tal que los entrevistados no
pueden responderlas. El foco está puesto en los componentes comunicativos de la situación de
entrevista que pueden obstruir el proceso de obtención de respuestas y de su interpretación.
Los datos son extraídos de las fallas de comunicación con mexicanos en el norte de Nueva
México, cometidas durante la investigación.

Mi propósito, sin embargo, no es simplemente identificar y describir estos problemas. El


desarrollo de una mejor sofisticación metodológica depende también del examen de sus raíces
culturales y comunicativas. Una tesis básica de este trabajo es que tal iluminación será solo
consecuencia de la toma de conciencia de las pautas metacomunicativas nativas propias de la
comunidad de habla del entrevistado. El capítulo 4, por lo tanto, delinea las formas en que los
mexicanos adquieren la competencia metacomunicativa. Sostengo que ese movimiento a través
de varios niveles de habilidad implica una progresión que va desde la observación hasta la
imitación y de la imitación a la ejecución (performance); la competencia de los sujetos se
reafirma/ revaloriza continuamente sobre la base su control sobre las formas de habla apropiadas y
la fuerza pragmática de sus palabras. Este análisis apunta al potencial de las rutinas
metacomunicativas nativas como fuentes de datos socioculturales y sociolingüísticos. Al aislar las
bases sociolingüísticas de algunos de los problemas introducidos por la confianza en las técnicas de
entrevista, se utiliza una comparación entre las normas presupuestas por aquellas rutinas
metacomunicativas nativas y las reglas que intervienen en la investigación centrada en la entrevista.

En el capítulo 5 utilizo el análisis precedente de lo que probablemente esté mal en las


entrevistas para desarrollar una propuesta que las fije correctamente. Sostengo que el trabajo de
campo debería comenzar con una investigación de las pautas comunicativas nativas,
particularmente aquellas que conciernen a las rutinas metacomunicativas. El foco, por lo tanto,
cambia para detallar la manera en que estos resultados pueden utilizarse en el diseño de la
investigación, en las evaluaciones periódicas de la efectividad de la metodología, y en las
interpretaciones de los datos de la entrevista.

El capítulo 6 sugiere que los problemas inherentes a las entrevistas adquieren mucho más
que una significación "puramente metodológica". Trato de mostrar que la popularidad de las
técnicas de entrevista tiene su origen en el hecho de que ellas resumen nuestras teorías populares
respecto de la naturaleza de la realidad social y de los procesos comunicativos. Entrevistar,
entonces, nos ha permitido retener algunos de los preconceptos básicos que nos hemos esforzado tan
fuertemente en desterrar del dominio de la teoría explícita. Nuestra incapacidad para aceptar los
problemas metodológicos, entonces, retrasa enormemente los avances teóricos, al punto que no
hemos sido totalmente exitosos en extirpar muchas de las perturbadoras implicaciones políticas

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del proceso de investigación.

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