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MOTRICIDAD
VÍTOR DA FONSECA
FILOGÉNESIS
MOTRICIDAD
VÍTOR DA FONSECA
Madrid 1984
Serie: CITA P
Portada: Luis Brea
Traducción: J. B. Vallejo
Primera edición: mayo 1984
© G. Núñez Editor
C/. Londres, 41-3.° - Madrid-28
I.S.B.N.: 84-86215-01-3
Depósito legal: M. 19.653-1984
Imprime: Gráficas Maluar, S. Coop. Ltda.
Arganda (Madrid)
A Filomena, a Sara, a Rodrigo y a Juan
INDICE
INTRODUCCION 9
1. ORIGEN DE LA VIDA 15
2. ORIGEN DE LAS ESPECIES 27
3. DE LOS INVERTEBRADOS A LOS VERTEBRADOS 41
4. PALEONTOLOGIA FUNCIONAL 53
4.1. Ictiomorfismo 56
4.2. Anfibiomorfismo 56
4.3. Sauromorfismo 57
4.4. Teromorfismo 59
4.5. Pitecomorfismo 63
5. ANTROPOMORFISMO Y ADAPTACIONES HOMI-
NIDAS 67
5.1. Desarrollo de los miembros como órganos de preen-
sión 71
5.2. Desarrollo de los miembros como órganos de explo-
ración 75
5.3. Desarrollo del sistema herbívoro y omnívoro de di-
gestión y consiguiente estructura cráneo dental 82
5.4. Reducción del sentido olfativo 89
5.5. Desarrollo de la percepción visual. 91
5.6. Cambios en el esqueleto pos-craneano 94
5.7. Desarrollo del cerebro: aprendizaje, lenguaje y fabri-
cación de instrumentos 100
5.8. Reducción del número de descendientes por naci-
miento, dependencia materna y organización social 117
INCONCLUSION 135
7
INTRODUCCION
9
nesis, donde el organismo no se oponga al medio y donde la
motricidad humana no se oponga a todo el desarrollo de la
Civilización.
Es obvio, que éste objetivo es demasiado ambicioso, sin
embargo, mi .experiencia profesional me ha proporcionado
ocasiones y problemáticas dirigidas en ese sentido. Primero en
el Instituto Nacional de Educación Física como responsable de
las asignaturas de Antropología (1972, 73, 64 y 75), de Educa-
ción Psicomotora (73 y 74) y Teoría del Movimiento Humano
(74 y 75); segundo, como becado del Instituto Nacional de
Investigación Científica (ex-IAC) en la Universidad de North-
western (Evanston-Illinois), como posgraduado (doctorado) en
Ciencias de la Educación (74 y 75) donde obtuve una beca en
Antropología Biológica («Primate Evolutión» - Evolución de
los Primates), tercero, en el Instituto Antonio Aurelio Da Costa
Ferreira, como responsable «esporádico» de las asignaturas de
Neurobiología (1977) y Dificultades de Aprendizaje, especial-
mente orientadas hacia los problemas del desarrollo y del
aprendizaje en el niño normal y en el niño deficiente, y, por
último, en el Instituto Superior de Psicología Aplicada, como
responsable de la asignatura de Psicobiología (4.° año - área de
Psicopedagogía), cuyo programa que hemos orientado desde
1975, después de la invitación del Dr. Bairráo Ruivo, se encuen-
tra en este libro más o menos sintetizado, con el propósito de
proporcionar a los alumnos de Psicobiología un modesto libro
de estudio (textbook).
Esta fue la idea central y motivadora de la larga y alterada
construcción de este trabajo subdividido en dos volúmenes.
Todas las fluctuaciones adaptativas y conceptuales de mi vida y
experiencia en la enseñanza superior me han ofrecido una
visión multidisciplinar y científicamente integrada, visión in-
conclusa que podemos ahora presentar con un mínimo de
coherencia conceptual y con un mínimo de unidad dialéctica.
No pretendo avanzar con generalizaciones abusivas ni con
reducionismos engañosos, deseo fundamentalmente, en éste
estudio, no vulgarizar el lugar del hombre en la naturaleza. Por
esto, presento humildemente, este estudio filogenético y ontoge-
nético, rodeado de constelaciones temáticas, muchas veces
preliminares y rudimentarias, pero suficientemente justificadas
como para ofrecer dos estudios del desarrollo humano.
El primer estudio, eminentemente bioantropológico, es
10
presentado en este volumen. El segundo, fundamentalmente
psicobiológico será presentado posteriormente en otro volu-
men de esta misma colección. En ambos, los estudios mantie-
nen una unidad indispensable y recíproca, unidad que está en la
base de mis investigaciones y en la base de la elaboración del
manuscrito. Sólo dentro de una lectura complementaria, entre
uno .y otro se puede alcanzar el objetivo específico de mis
investigaciones. En los dos volúmenes intento defender la idea
de que el Desarrollo del Niño (ontogénesis) recoge, acelerada y
cualitativamente, el Desarrollo de la Especie Humana (filogéne-
sis).
En este primer volumen intento partir de la Antropología
Biológica, en el que apenas se llega a la Evolución pre-orgánica
y orgánica, pasando rápidamente por el origen de las especies
y por la transición que transcurre desde los animales inverte-
brados a los vertebrados. En el sentido de abordar la motrici-
dad de los animales, como comportamiento adaptativo por
excelencia, me inclino por un estudio paleontológico funcional,
con el fin de demostrar el papel de aquella, en las liberaciones
anatómicas, y el papel de éstas, en las modificaciones cerebrales
de las diferentes especies. Del protozoario al metazoario, del
pez al reptil, del mamífero al primate y de éste al Horno
Sapiens, intento suministrar datos que permitan percibir inte-
racciones endógenas (genotipo) y exógenas (fenotipo), que
pongan en juego la relación dialéctica, invariable y teleonómi-
ca, de los organismos vivos con su medio ambiente.
Basándome en la Genética, intento después medir el papel
de la información y combinación bioquímica que jerarquiza y
controla los factores innatos y adquiridos en todas las especies,
resultando de ahí una secuencia evolutiva de transformaciones
anatomo-funcionales, que culminan en el primate y en el
hombre.
Es el enfoque preferencial de las adaptaciones hominidas en
que me sitúo en este primer volumen. Abordamos aquí, compa-
rativamente, las transformaciones anatómicas y las modifica-
ciones cerebrales concomitantes, en la tentativa de enunciar
algunas relaciones inequívocas entre lo Biológico y lo Social.
En el segundo volumen intentaré aportar datos sobre la
ontogénesis recapituladora de la secuencia filogenética, que
objetivamente resume la evolución desde el zigoto al feto, es
decir, todo el Desarrollo Intra-Uterino que es estudiado por la
11
Embriología Humana. Posteriormente, y con base en algunos
procesos madurativos, abordo la Neonatalogía y el Desarrollo
Extra-Uterino, especialmente en lo que concierne a las relacio-
nes entre el psiquismo y la motricidad.
En an ,bos estudios intento un cierto equilibrio léxico-visual
entre el texto y la inserción de esquemas y dibujos a fin de
facilitar la comprensión de mi mensaje. Dibujos y esquemas, o
más bien, esbozos muy simples, unos originales míos, otros
adaptados de obras que hemos leído y analizado.
El resultado de mi investigación, siempre desde un intento
de renovación evolutiva, sitúa este trabajo como complementa-
rio a otro publicado antes con el título «Contribución para el
estudio de la Génesis de la Psicomotricidad».
Independientemente de nuevos ajustes conceptuales y de
refuerzos bibliográficos más actualizados, el trabajo no se
atiene al objetivo inicial que apuntaba hacia el estudio de la
motricidad humana y de la psicomotricidad, fundamentadas
ahora en dos perspectivas.
Aún consciente de las limitaciones, mi estudio pretende
sentar algunas bases para la comprensión del primer proceso
humano del aprendizaje y apropiación de lo real, es decir, la
motricidad, medio a través del cual la inteligencia humana se
desarrolla y se materializa, se construye y edifica.
La motricidad humana, gran constructora de la Civiliza-
ción, hunde sus raíces filogenéticas en la Antropología, en la
Genética y en la Embriología. Por otra parte, la motricidad
humana, además de constituir la consciencia precoz, reúne en sí
dos componentes ontogenéticos fundamentales: la diferencia-
ción estructural del sistema nervioso central y la adquisición
progresiva de pautas de comportamiento (skills), justificadoras
de la jerarquía de la experiencia humana que va desde la
sensación a la conceptualización, pasando por la percepción, la
retención y la simbolización.
La importancia que la motricidad asume en la estructura-
ción, organización y regulación del lenguaje humano, nos
permite comprender la razón de ser de la evolución que
transcurre desde el gesto a la palabra, del acto al pensamiento y
del acto reflejo a la actividad de reflexión.
Por ser un área subestimada en el estudio del hombre,
debido a una deficiente interpretación de su comportamiento
psicobiológico (que raramente vemos traspasada en estudios
12
sobre el desarrollo del niño, tanto en términos antropológicos
como en términos ontogenéticos, por no aludir también a los
educacionales), hago ahora constar esta nueva contribución.
Termino con «inconclusiones», que por ser inacabables,
apenas nos abren el deseo de continuar valorizando los funda-
mentos de una perspectiva científica del Desarrollo Humano.
Presentamos este estudio a todos aquellos interesados en el
Desarrollo Humano: padres, educadores de niños deficientes e
inadaptados, educadores en general, pediatras, paidopsiquia-
tras, psicólogos, pedagogos, enfermeros, asistentes sociales,
terapeutas, reeducadores, investigadores, antropólogos, etc.
Agradezco especialmente a todos mis alumnos del INEF
(cursos desde 1972 a 1975), del IAACF (cursos de 1977 y 1978) y
especialmente del ISPA (cursos desde 1975) que nos obligaron a
preparar las materias que aparecen aquí ahora con una cierta
unidad, no siempre alcanzada en las situaciones dialécticas de
la explicación escolar. Agradecimiento extensivo también a los
colegas de trabajo, de los que destaco: Nelson Mendes, Arquí-
medes da Silva Santos, José Marinho (ya fallecido), Vitor
Soares, y restantes compañeros del Gabinete de Estudios e
Intervención Psicopedagogógica. De la convivencia científica
que conseguimos crear brotaron luces y reflesiones que permi-
tieron la transformación de nuestros conocimientos en el
presente libro, englobando una perspectiva del Hombre ya
presentada en el IV Congreso Internacional de Psicomotrici-
dad (Madrid, marzo de 1980) y en el Congreso Internacional de
Aprendizaje y Desarrollo organizado por el Instituto Piaget
(Lisboa, octubre de 1980).
Por último, dedico este trabajo a todos los niños portugue-
ses, deficientes o no deficientes, que considero en términos
antropológicos e históricos, los verdaderos padres de los adul-
tos.
EL AUTOR
13
CAPITULO 1
Origen de la vida
15
principio sobrenatural y espiritual. Están en esta línea las
explicaciones que van desde Platón a Aristóteles pasando por
Plotino, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, en quienes
destaca uña concepción de la vida determinada por una fuerza
vital, animada por un ser supremo, sublime y divino.
Sin embargo, otras concepciones antimísticas justificarán la
«pluralidad de los universos habitados», comenzando en Ana-
ximandro la noción según la cual, los mundos nacen y mueren,
enriqueciéndose con Anaxágoras, que inicia la concepción
heliocéntrica. Posteriormente, Lucreio, Copérnico, Bruno y
Galileo, en algunos casos considerados herejes, fueron desci-
frando el misterio del origen de la vida.
•••••
• •
.`,
• • I
•
• I
•
• • •
Origen de la tierra
Evolución pre-orgánica Origen de la vida
Origen de las especies
1.°' vertebrados I
Primeros reptiles
Primeros mamíferos
Evolución orgánica H mbré
Fig. 1. En el origen de la vida se pone en juego una evolución pre-orgánica
que antecede a la evolución orgánica.
16
movimiento, de crecimiento, de reproducción, de acomodación
y de asimilación. En otras palabras, la vida requiere un conjun-
to de fenómenos físicos, químicos y biológicos, en los que
destacan los fenómenos de asimilación, acomodación y repro-
ducción, así como la observación de ciertas condiciones de
radiación, temperatura, gravitación, etc.
La teoría panspérmica es una de las concepciones que nos
permiten reconocer la noción de vida, o más bien, la formación
de la materia, resultante de la combinación y de la constelación
de fenómenos físico-químicos que originan la aparición de la
vida en el planeta Tierra. La aparición de la vida en nuestro
planeta pone de relieve la importancia de la formación de una
atmósfera. Según Weizsácker, la aglomeración de partículas de
polvo, de nubes y de gases, juntamente con el choque y la
explosión de fragmentos de materia, permitió una envoltura
gaseosa rica en hidrógeno, de la cual resultó la formación del
Sol. A partir de fenómenos de gravitación y de contracción de
gases (hidrógeno y helio), surgen fuerzas electromagnéticas que
explican la atracción recíproca entre estrellas y planetas, las
cuales se organizan a niveles cada vez más complejos, en
enjambres, espirales, nebulosas o, mejor dicho, en galasias.
Si aceptamos este principio, recogido por algunos científi-
cos, podemos comprender que la Tierra, apenas ún fragmento
de un planeta original, se constituye en tres elementos funda-
mentales: atmósfera, hidrosfera y litosfera.
Desapareciendo las nubes y las envolturas gaseosas la luz
solar puede llegar a la Tierra. Las estructuras resultantes de la
aglomeración y contracción de gases, al reaccionar entre sí,
generan minerales primitivos y la desintegración de materias
radioactivas. A partir de aquí es fácil prever que las partículas
subatómicas (neutrones, protones y electrones), se unieran
mediante bombardeos meteoríticos en un solo protón más
complejo y organizado, lo que en sí, explica la formación de
estrellas y partículas cósmicas, de las cuales surgirán acumula-
ciones, que se deshacen o se fijan en el cosmos. Después de esta
estabilización cósmica inestable, fue suficiente que se dieran
liberaciones de gases, como los de bióxido de carbono, metano,
gases sulfurosos y combinaciones de nitrógeno, para que se
originaran las actividades volcánicas y los fenómenos de vapo-
rización, permitiendo a su vez, la aparición de los mares
primitivos.
17
El «puzzle vital» está casi concluido. De los océanos resul-
tan sales minerales y fenómenos de condensación que generan
lluvias. Este ecosistema, que tiene tanto de invariable como de
teleonómico, permite la descomposición de vapor de agua,
dando origen a la liberación de oxígeno, condición indispensa-
ble para la vida de los seres vivos. Es fácil comprender ahora, la
aparición de la vida, mediante elementos químicos y fenómenos
físicos, integrando un proceso evolutivo que tiene su origen en
el Sol.
El Sol, como núcleo energético gigantesco y superenriqueci-
do, pasó por períodos de alteración, en uno de ellos, se provocó
por enfriamiento, la descomposición • de los elementosg'que
formaron los planetas, uno de los cuales, es la Tierra.
Como ya dijimos, la Tierra, compuesta por litosfera; hi-
drosfera y atmósfera, inexistentes en Marte y en Venus, tiene
una historia calculada en cuatro mil cuatrocientos millones de
años. Habiendo sido primero una nube de partículas cósmicas,
modificó posteriormente su forma esférica y sólida a través de
una compleja actividad volcánica, confiriéndole una estructura
dependiente de la solidificación de los metales (listosfera) y,
consiguientemente, una envoltura gaseosa (atmósfera).
Sufriendo presiones atmosféricas y -fuerzas electromagnéti-
cas y radioactivas, la Tierra alteró sus elementos químicos, los
cuales a su vez, se combinaron adquiriendo nuevas propieda-
des.
La más importante de estas propiedades generó la proteína,
compuesto a partir del cual se justifica la aparición de la propia
vida.
La proteína se encuentra en el mundo vegetal y en el mundo
aniaml. Se trata de una sustancia plástica y protectora esencial
para los seres vivos, pudiendo contener más de quinientas
moléculas de aminoácidos.
Según Bronowski, el número de aminoácidos es una medida
de distancia, en términos evolutivos, entre el ser humano y
cualquier mamífero. En todos los seres desde la bacteria al
Hombre se encuentran veinte aminoácidos (especies químicas).
Efectivamente, podemos percibir, que la vida no surgió de
repente, sino como resultado de una progresiva estructura y de
una organización evolutiva de elementos químicos que permi-
tieron una constante recreacción de nuevas atribuciones que
18
EVOLUCION DE LA
EVOLUCION Billones
ATMOSFERA Y DE
DE LA VIDA de años
LA HIDROSFERA
FANEROZOICO
Fig. 2.
19
explican la imposibilidad de separar radicalmente el mundo
inorgánico del orgánico.
La creciente complejidad que va desde las sustancias sim-
ples («las cuales, como el metano, los hidrocarburos, el agua y
el nitrógeno, se sostienen en el seno de la hidrosfera y de la
atmósfera), a las sustancias proteicas, encuentra necesaria-
mente su explicación en la biología molecular, problema éste de
significación genética, de donde resaltan los ácidos nucleicos,
que, aunque propiamente definen la vida no lo son todo.
La vida exige naturalmente un determinado tipo de compo-
sición química de la atmósfera y la hidrosfera. Unicamente así
se verifican fenómenos diversos dándose en límites aceptables
de temperatura, gravitación y radiación. Stanley Miller, en
1950, con amonio, metano, hidrógeno y vapor de agua, obtiene
aminoácidos en condiciones de laboratorio, por medio de
descargas eléctricas y por condensaciones, probando así, que
experimentalmente es posible la síntesis no biológica de molé-
culas orgánicas. Evolutivamente se dió un paso crucial, ya que
los aminoácidos son considerados los cimientos de la vida. De
ellos se forman las proteínas y éstas son los constituyentes de
todos los seres vivos.
La masa, el radio y el distanciamiento del sol permitirán la
aparición de la vida en la Tierra, mediante radiaciones, gravita-
ciones, radioactividad, humedad, calor, viento, electricidad
natural, luminosidad, etc., resultantes de reacciones dictadas
por reacciones físico-químicas. Por acumulación, la actividad
volcánica, las erupciones, las glaciaciones, las condensaciones,
las polimerizaciones y las óxido-reducciones, asociadas las
reacciones de los hidrocarburos, del vapor de agua y del
amoníaco, permitirán la aparición del protoplasma (compuesto
proteico), en los océanos primitivos. En estos océanos primiti-
vos —medios privile.giados de vida, libres de radiaciones ultra-
violeta mortales—, surge la materia viva. El protoplasma,
materia básica de la que están formados los cuerpos de todas
las plantas y animales, contiene innumerables propiedades,
como, por ejemplo, la irritabilidad, sensibilidad, contractibili-
dad, así como propiedades preformadas y preelaboradas que
permiten la transmisión, la selección, la acumulación y la
conservación de la energía, susceptible de ser transferida y auto
reproducida. Esta misión es controlada esencialmente por los
ácidos nucleicos.
20
La condición de la materia orgánica es condición de los
seres vivos, que, por definición, son organismos compuestos de
órganos, comprendiendo una organización que no es más que
una adaptación a las condiciones del medio exterior.
Los organismos viven en razón directa de su alimentación,
o de convertir la energía existente en el exterior. El organismo
supone un cuerpo (aspecto morfológico) que vive en permanen-
te cambio energético (aspecto comportamental) con el medio.
Es decir, transforma el medio exterior, para crear las condicio-
nes indispensables a su actividad, o sea el mantenimiento de un
estado relacional en un supuesto estado estructural. Quiere
esto decir, que existe en los seres vivos la necesidad de una
permanente adaptación al medio exterior, resultante de proce-
sos de asimilación y acomodación que concretizan biológica-
mente la dialéctica organismo-medio.
El protoplasma obedece a una composición típica, variando
sus propiedades orgánicas y diferenciándose por su identidad
biológica. Está compuesto de agua, proteínas, ácidos nucleicos,
grasas, hidratos de cargono y sales minerales. Se encuentra
estructurado bajo la forma de bacterias, algas y virus, los cuales
forman en condiciones de colonización, coacervatos, o sea
gotículas que fusionan moléculas. A través de multiplicaciones
de procesos progresivos de crecimiento, podemos observar la
aparición de seres unicelulares, seres vivos elementales como
los protozoarios; debiéndose esta aparición al período pre-
cámbrico.
Para que los sistemas de seres vivos se mantengan conserva-
dos es necesario almacenar elementos, a fin de dar respuesta a
las necesidades de adaptación, lo que refleja en sí una reciproci-
dad de combinaciones biológicas rigurosas y armónicamente
establecidas que ponen en juego una distribución local de
elementos (morfología) y una sucesión de intervenciones de
cara al medio (comportamientos).
Evitando caer en simplismos, conviene hacer una división
básica de los seres vivos. Por un lado, un reino vegetal y, por
otro, un reino animal, aunque será difícil incluir en un reino u
otro algunos protozoarios. La distinción principal entre los
animales y las plantas, y éste aspecto es muy importante en
cuanto a filogénesis de la motricidad, es la capacidad que los
animales poseen para el movimiento independiente y para
alimentarse de materia orgánica (animal o vegetal). Este teore-
21
ma de la evolución presupone la necesidad de un sistema de
locomoción, para procurarse alimento y defenderse. Es decir,
biológicamente, el animal necesita satisfacer su apetito, pero
sólo lo puede realizar a través de la locomoción. Debe, por
tanto, existir una estructura de disposición parada acción, o sea
la autorrealización de movimientos. Sin acción no hay vida.
Vida y movimiento.
Es obvio que aquí está contenido un fundamento vital de la
ontogénesis de la motricidad humana. De ahí la necesidad de
presentar resumidamente, un estudio biofísico-químico del
origen de la vida.
Volviendo de nuevo a los protozoarios, animales unicelula-
res invertebrados, de los que son conocidas más de 30.000
especies, podemos adelantar que están constituidos por una
única célula, muchas veces compleja y especializada. Los proto-
zoarios están divididos en cuatro clases: flagelados, rizópodos,
esporozoarios y ciliados. Sin embargo, con procesos evolutivos
independientes, podemos decir evolutivamente, que de los seres
unicelulares, pasamos a los seres pluricelulares, es decir, a los
metazoarios que constituyen otra rama más compleja de la
taxonomía animal. Los más conocidos son las esponjas, las
medusas, las anémonas, los vermes, las tenias, los braquiópo-
dos, los moluscos, los anélidos, los artrópodos, los equinoder-
mos, etc., por solo nombrar los más significativos dentro de la
clase de los invertebrados, animales desprovistos de vértebras,
que constituyen el 95 por 100 de las especies del reino animal, a
fin de diferenciarles del otro 5 por 100 que representan a los
animales vertebrados, donde se sitúa el Horno Sapiens.
22
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25
CAPITULO 2
Origen de las Especies
Tras haber intentado presentar una visión superficial del
origen de la vida, seguidamente vamos a adentramos un poco
más con otro concepto fundamental —el origen de las especies.
Se constata hoy, que los organismos descienden unos de
otros por transformaciones, como resultado de adaptaciones
lentas en grandes períodos de tiempo.
Dentro de este ámbito, La .filosofía zoológica de Lamarck
(1809), La ley que regula la introducción de las nuevas especies,
de Wallace (1855), y El Origen de las Especies de Darwin
(1859), son los marcos cruciales en la teoría de la evolución,
independientemente de que todos ellos desconociesen los me-
canismos hereditarios, sólo enunciados posteriormente por
Mendel en 1866 y prácticamente desconocidos hasta 1900.
Para varios autores, Burma, Mayr, Gregg, Simpson y
Dobzhansky, la noción de especie implica la noción de descen-
dencia y la noción de continuidad biogenética, es decir, requiere
la observación de procesos de reproducción sexual. Sin embar-
go, la «especie» es una ficción, una construcción mental sin
existencia objetiva. Conviene definir la especie biológica como el
mayor grupo natural de individuos que actual y potencialmente
son capaces de reproducción y de creación entre sí de descen-
dencias, fértiles desde el punto de vista biológico. Es decir, la
noción de especie nos lleva a la noción de animal individual y
sexualmente reproductivo. De aquí, surge necesariamente, la
noción de animal y de parentesco, por el hecho de que un
27
espermatozoide y un óvulo se funden en un núcleo, contenien-
do una información que permitirá la división celular y el
nacimiento consiguiente de una nueva cría.
La especie es vista como una continuidad . biológica y
genética, es decir, como el fragmento de una línea, de una
secuencia ancestral, descendiente por tanto de poblaciones
biológicas integradas en una división temporal y en un cambio
genético. La noción de especie no es ambigüa, aunque desde el
punto de vista zoológico y paleontológico surgen muchas
controversias. Incluye una noción de tiempo, una secuencia de
poblaciones genéticas y un conjunto de realidades biológicas
que comprenden la educación, la variabilidad y la fertilidad.
Las especies no son más que fragmentos de la filogénesis, de
sucesiones y de creaciones continuas sin interrupción, que se
dividen en subespecies y variedades clasificadas según la taxo-
nomía animal. Hay que considerar, por lo menos, una relación
dialéctica, entre las muestras o entidades (unidades) de las
poblaciones, que se transforman a través del tiempo y emigran
de unas zonas geográficas a otras.
Es evidente que con un millón de especies animales y
trescientas cincuenta mil especies vegetales, con toda su diversi-
dad y especialidad, se hizo necesario clasificarlas. En este
aspecto, tenemos que destacar, a dos naturalistas, Ray y Linné,
Horno Sapiens
Genero humano
GENtE ROS
Orden de los
primates
FAMILIAS
CLASES
Reino de los
REINO sertehrados
28
a quienes se debe el Sistema Natural (1735) que motivó la
taxonomía moderna. Para Linné la sistemática de los seres
vivos debía integrar las siguientes categorías: reino, rama, clase,
orden, familia, género y especie.
Linné y muchos de sus contemporáneos consideraban las
especies distintas e inmutables. La especie pasó a no ser
explicada simplemente por semejanza morfológica. Sólo más
tarde, con Erasmo, Darwin y Lamarck, se reconoció la varia-
bilidad y diversidad de las especies. La especie pasó a no ser
Aplicada simplemente por meros actos de adecuación, sino por
un proceso lento de transformación en largos períodos de
tiempo.
Estas concepciones, ridiculizadas, como siempre, por los
científicos contemporáneos de Lamarck, llevaron cerca de cien
años para ser reinterpretadas, pero entonces aparecieron Dar-
win y Wallace. Estos autores expusieron la teoría de la selec-
ción natural según un principio evolutivo, en el que todas las
especies se transformaron partiendo de formas preexistentes
más simples.
A partir de aquí, la taxonomía abandonó la categorización
por semejanzas y entró en un nuevo horizonte; la categoriza-
ción por evolución. Las presiones de la evolución van a explicar
posteriormente, la razón por la que los animales no relaciona-
dos entre sí se transforman en nuevas especies: éstas pasarán a
tener lazos de parentesco hasta con un antepasado muy remo-
to. Ahí se fundamenta, que el hombre y los simios superiores
tienen un antepasado común, que Simons llamó Proconsul.
Mediante esta visión, la taxonomía no es más que un
resumen de la historia de la evolución, ejemplificando la evolu-
ción de las especies a niveles de complejidad creciente, de
organización y adaptación biológica. Estamos de acuerdo, con
Simpson, que las especies deben tener una definición en rela-
ción con los procesos de la evolución. Unicamente así la
definición de especie alcanza una significación biológica, pro-
fundamente evolutiva y genética.
Esta visión, de que las especies cambien, en el espacio y en el
tiempo, es hija de la obra de Darwin, contenida ya en su trabajo
El Origen de las Especies, considerado el libro más importante
del siglo )(IX, y sólo hecho posible después de su viaje en el
«Beagle» alrededor del mundo.
Evidentemente hay datos de fósiles que permiten la defensa
-)9
de ésta visión, sin embargo, los paleontólogos no se encuentran
suficientemente satisfechos con los datos manifestados median-
te las pruebas contenidas en los fósiles. Lo que interesa aquí, es
percibir el gran mensaje darwiniano, que encierra una visión
multidimensional con dificultades para los taxonomistas. Estos
habrán de contar con variaciones de población, polimorfismos,
adaptaciones, ecofenotipos, aislamientos, migraciones, varia-
ciones etarias, alteraciones del entorno, etc., es decir, con la
noción de que la especie contiene también en sí un movimiento,
en analogía además con la propia vida.
¿Cómo se justifica entonces, la evolución de las especies?
Para Wallace y Darwin, la justificación se encuentra en el
proceso de selección natural y en la lucha por la supervivencia.
Tales procesos generan variaciones favorables (de ahí la conser-
vación de las especies), o variaciones desfavorables y destruc-
ción de otras especies, o, eventualmente, la aparición y forma-
ción de especies nuevas.
Después de esta explicación, Darwin introdujo dos nuevos
conceptos: la variación y la herencia.
Mediante el primero, demostró que ningún ser de la misma
especie es igual a otro: subsisten diferencias de tamaño, propor-
ción, adaptación, etc. Con el segundo, intentó postular, que
todas las especies son susceptibles de transmisión hereditaria
reproductiva.
De estas dos nuevas concepciones resultan dos significati-
vos conceptos biológicos, de una importancia crítica para la
comprensión de la evolución. El primero pone de manifiesto la
noción de adaptación, que no es más que un ajuste continuo del
organismo al medio en transformación, comprendiendo com-
plicados procesos de asimilación (del medio al organismo) y de
acomodación (del organismo al medio). El segundo abre la
puerta a la Genética y al estudio de la herencia, iniciado por
Mendel, en los que se explican los mecanismos de duplicación
genética de entidades biológicas, transmitidas por mapas cro-
mosómicos para las nuevas generaciones. Tal transferencia no
requiere sólo la conservación de una herencia genética, sino el
poder emprender mutaciones, que según Hugo de Vries, produ-
cen genuinamente nuevas características, de las que dependen
la evolución y la selección orgánica y natural.
Sulton, Boveri y Morgan son los principales responsables
de la rée-structuración de las tesis de Mendel y de Hugo de Vries.
30
Los autores señalados parten del reconocimiento de los cromo-
somas, estructuras que se encuentran localizadas en el núcleo y
que transportan los caracteres hereditarios (genomas).
Fue Morgan quien demostró con la Drosofila, que los
determinantes genéticos se presentan en un orden lineal y en
una secuencia o encadenamiento contenido en el propio cro-
mosoma. La célula al dividirse, lleva a la indiVidualización de
pequeñas barras o bastones en forma de X, denominados
cromosomas. Estos son el sustrato citológico de la herencia y
su número es par, fijo en cada especie animal. En el ser humano,
por ejemplo, el número de pares es de 23, de los cuales 22 son
autosomas, es decir, cromosomas somáticos, y un par es
genosoma, o sea, cromosoma sexual. Es necesario hacer notar
que esta individualización cromosomática se mantiene, desde la
fecundación hasta la muerte, siendo de 46 XX para el sexo
femenino y de 46 XY para el masculino.
Después del congreso de Denver (1960), los grupos de
cromosomas se encuentran diferenciados desde el grupo A al
grupo G, según el tamaño total y respectivo de los brazos
articulados por el centrómero.
Al entramado de la división celular en estado de matafase se
le da el nombre de cariotipo, que no es más que la carta
geográfica de los trazos hereditarios, o sea el mapa cromosómi-
co de McKusick. Como es obvio, la división celular obedece a
un complicado mecanismo jerarquizado y controlado depen-
diente del ADN y del ARN.
El ADN retiene la información genética y el ARN asegura el
transporte y la recepción del mensaje genético. Toda la distor-
sión del mensaje codificado en el ser humano («dislexia genéti-
ca») provoca aberraciones ya sea en los autosomas (trisomias:
Down [21], Patau [13], Edwards [18]) o en los genosomas
(Klinefelter, Turner y otros), las cuales manifiestan normalmen-
te anomalías en el desarrollo. Son conocidas otras malforma-
ciones de los genes mutantes, como, por ejemplo: la acondro-
plasia (nanismo), la gota, la corea de Huntington, la diabetes, la
distrofia muscular de Duchenne, etc.
Estos ejemplos de la genética humana sirven para demos-
trar que la evolución de la especie no puede ser interpretada sin
el esclarecimiento necesario de la genética, de ahí, éste desvío en
términos de contesto. Es evidente que la mutación de genes,
depende de los cambios de las condiciones del medio, pone en
31
juego procesos bioquímicos y fisiológicos que determinan
posteriormente los aspectos comportamentales de los diferentes
organismos.
Los extraordinarios trabajos de Watson, Crick y Wilkins
son demostrativos de lo que acabamos de referir. La vida y las
especies son explicadas por transmisión hereditaria, traducida
en términos de ADN y ARN, que mediatizan las proteínas y
son la razón de ser de la evolución de los seres vivos, controlan-
do su desarrollo y su movimiento, es decir, toda una ingeniería
genética que explica las mutaciones y las poblaciones animales.
La vida es posible a partir de reproducción de organismos a
través de la división celular. La división celular, por naturaleza,
produce generaciones idénticas, como regla general y mutacio-
nes como excepción. Esta capacidad de autocopia es caracterís-
tica de los seres vivos, pues, como afirma Jacques Monod, «los
organismos vivos son estructuras que se construyen por sí
mismas», esto es, los seres vivos se justifican por la realización
de un proyecto. Las moléculas simples, imprescindibles, como
las bases (adenina, timina, guanina y citosina), que componen el
ADN en espirales de fosfato y azúcar, se autorreproducen
decodificando el mensaje general en una serie de arreglos
atómicos que implican una secuencia de acciones que operan
en la síntesis de las proteínas. En este lenguaje se sitúa el
fenómeno de la herencia en todas las criaturas que conocemos,
desde la bacteria al elefante, desde el virus a la rosa, desde el
reptil al Hombre.
El secreto de la vida surge con la reproducción sexual,
primero en el mundo vegetal y después en el reino animal. A
partir de aquí la norma biológica que permite la integración de
la noción de especie se deriva de los dos sexos. El sexo produce
diversidad y ésta es el resorte de la evolución. La multiplicidad
de formas, colores y de comportamientos en los individuos y
en las especies es producida por pares de genes, unos de un
sexo, otros de otro, como Mendel señaló. Los genes ocupando
una posición en los cromosomas, solamente visible en la
división celular, son compuestos de ácidos nucleicos, y como
tal, participan en la producción de proteínas, que organizadas y
estructuradas, dan origen a los seres vivos.
Para penetrar en los parámetros ocultos de la genética, fue
preciso que transcurrieran casi 90 años desde Mendel a Watson
y Crick. En 1953, el ADN fue descifrado. Es un ácido nucleico,
32
un ácido contenido en la parte central (núcleo) de las células,
que contiene los mensajes químicos de la herencia, pasando de
unas generaciones a otras. La construcción química del ADN
está formada de azúcares y de fosfatos, y de cuatro pequeñas
moléculas o bases, como ya vimos antes. Dos son pequeñas, la
timina y la citosina, y las otras dos son grandes, la guanina y la
adeniriá. Lbs primeras están organizadas en exágonos, las
segundas en exágonos y pentágonos, dentro de las cuales se
encuentran átomos de carbono, nitrógeno, oxígeno e hidróge-
no. El ADN es, por tanto, una larga cadena en espiral, con una
estructura invariable y rígida, una especie de cristal orgánico,
como dice Bronowski. La ligazón de las bases no es arbitraria,
sus pares son obligatoriamente, timina-adenina, guanina-citosi-
na, los cuales, ordenados según comportamientos siempre de la
misma forma, contienen el código genético.
Las cuatro moléculas de ADN forman un código que
transmite a la célula, paso a paso, todas las informaciones, que
permiten la manufactura de las proteínas. Un código, el de
ADN, implica otro código, el de las proteínas. Podemos añadir
que el ADN traza los planos de más de 1.000i proteínas que son
manufacturadas por la célula viva. El ADN contenido en los
cromosomas manda sus informaciones al ARN, transmisor,
que a su vez, las transfiere a los ribosomas, para fabricar allí las
proteínas, materias fundamentales para la formación de los
organismos vivos.
De esta forma, hemos concluido, elementalmente, el ciclo de
la herencia, donde aparece el invariante fundamental del ADN
(Jacques Monod), o sea, el gene, portador inmutable de las
características hereditarias, ya designado por Mendel, lo que
constituye, sin duda alguna, el más importante descubrimiento
de la biología, que necesariamente debe unirse a la teoría de la
selección natural de Darwin, entendida ahora en su dimensión
más plena.
Sumariamente, hemos explicado la relación de prioridad
entre lo invariante y lo teleonómico: dilema fundamental de la
vida. Como afirma Jacques Monod, en su ensayo sobre la
filosofía natural, «lo invariante precede necesariamente a lo
teleonómico, o, para ser más explícito, la idea darwiniana de
que la aparición, la evolución, y el perfeccionamiento progresi-
vo de las estructuras, cada vez más intensamente teleonómicas,
son debidas a distorsiones ocurridas en una estructura, pose-
33
yendo ya la propiedad de invariante, capaz, por tanto, de
conservar, o acaso, y, por eso mismo, de someter sus efectos al
juego de la selección natural».
El ADN no es más que una instrucción activa y dinámica
que transmite a la célula todas las informaciones que van a
alterar su estructura y función. La vida es una secuencia de
fenómenos, o más bien, un encadenamiento rigurosos de opera-
ciones que tienen su inicio en el propio mecanismo y sinergismo
del ADN. La célula se limita a leer la información del ADN,
lectura sin adiciones ni omisiones, que reagrupa las moléculas
básicas en triples para formar un aminoácido, puente para unir
dos encimas, que a su vez, originan la formación de proteínas,
resultantes de 20 aminoácidos, es decir, el código del código.
Volviendo a Bronowski, «todas las células transportan en
su suma el potencial necesario para formar un ser totalmente,
exceptuando las células del espermatozoide y del óvulo. El
espermatozoide y el óvulo son incompletos y no pasan de
mitades de células: éstas transportan la mitad del número total
de genes». Es un hecho, sólo cuando el óvulo es copulado por el
espermatozoide, es fertilizado, para dar origen al zigoto, que
está organizado como ya vimos, en pares de genes. Sólo a paitir
de aquí podemos encontrar la totalidad de las instrucciones
hereditarias que van a originar los sucesivos estados del desa-
rrollo embriológico.
Podemos ahora comprender la diversidad de la vida y su
variación, y percibir que las combinaciones de genes presentes
en las poblaciones animales son astronómicas. Es probable que
en este mecanismo complejo se verifiquen cambios de dirección
genética (genotipo) naturalmente implicadoras de un proceso
evolutivo dependiente del medio (fenotipo), donde surgen nue-
vos arreglos y recombinaciones que justifican la evolución de
las 'especies.
34
Hace 6 a 10 mil Formación del
millones de años Universo
De 4 a 5 mil Formación de la
millones de años Tierra
Medusas, estrellas
1 millar de mi- de mar
llones de años
Expansión de las
Hace 30(1 millones plantas terrestres
de años Anfibios salen fuera
del agua
\ Mamíferos
Hace 30 millones de
años
Hombre de
Hace 100.000 años
Neanderthal
Aki40.
Aparición de la
Hace 10.000 años
l'O 4 agricultura
Nacimiento de
Hace 2.000 años
Cristo
35
EVOLUCION DE LAS ESPECIES
REPRODUCCION
CONSERVACION
ASIMILACION ACOMODACION
GENOTIPO GENOTIPO
SELECCION SELECCION
ORGANICA NATURAL
ASPECTOS ASPECTOS
FORMACIONES ACCIONES
INSTINTO APRENDIZAJE i
INNATO ADQUIRIDO
TRANSMISION TRANSMISION
MORFOGENETICA COMPORTAMENTAL
FENOCOPIA
CONDUCTAS
1
PRE-PROGRAMADAS
AUTO REGULADAS
GENOMA
36
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39
CAPITULO 3
De los invertebrados a los vertebrados
41
dado que una nueva estructura se interpone en medio de los
grupos arriba señalados, es decir, el mesodermo, implicador de
una morfología esquelética y de una musculatura específica
poniendo en juego grupos musculares agonistas y antagonistas,
flexores y extensores, izquierdos y derechos, anteriores y poste-
riores. Evidentemente, a partir de aquí, las conductas sensorio-
motoras tienden a una complejidad creciente. Podemos ya
analizar la adaptación progresiva que va desde los invertebra-
dos a los vertebrados. Y es lo que nos proponemos hacer de
momento.
Los vertebrados se expanden por el agua, por el aire y por la
tierra. Como características adaptativas fundamentales, vamos
a referir: caja craneana, o sea, desarrollo del externón, de la
cintura pélvica y de la escapular, desarrollo de los miembros,
desarrollo muscular, alargamiento de la columna cervical e
independencia de la cabeza. Como representantes fósiles que
justifican los primeros vertebrados, vamos a referir los placo-
dermos, crossogterigeos y los actinopterigeos.
De los peces a los anfibios se dan de nuevo adaptaciones, tal
como de los anfibios a los reptiles. Así, el pez, al levantar la
cabeza del agua, inicia la conquista de la tierra firme, transfor-
mándose en un pez blindado, implicando nuevas adaptaciones
que le van a conducir a los reptiles. Las características filogené-
ticas primordiales son la transformación de las aletas en miem-
bros, el aparato respiratorio con fosas nasales, una circulación
sanguínea dependiente de un corazón, el robustecimiento" del
esqueleto y la adquisicón de una columna cervical móvil,
puesto que los problemas de orientación en tierra requieren
mayor número de conexiones sensoriomotoras.
42
Fig. 7. Icht ()siega. supone la ligaron entre los ( ros,opterigios y los anfibios.
43
romuscular de las vértebras dorsales y lumbares) hasta la po-
sición erguida (maduración neuromuscular de las vértebras
sacras) destacan la importancia de la ley cefalocaudal, carac-
terística inherente a la motricidad de todos los animales ver-
tebrados.
INVERTEBRADOS
PROTOZOARIOS
METAZOARIOS
TONICADOS ARTROPODOS
VERTEBRADOS
1
PECES
ANFIBIOS
REPTILES
AVES
L._ I ,.11(..)Ir
•
MAMIFE ROS
INSECTIVOROS
VIVIPAROS CARNIVOROS
OVIPA ROS
44
Los animales vertebrados disponen todos de una columna y
de una cabeza. La columna soporta los órganos responsables
de las grandes funciones (respiración, circulación, digestión),
mientras que la cabeza concentra las estructuras más sensibles
de los órganos sensoriales (orientación y adaptación). Estos dos
elementos constituyen el esqueleto axial, el más fundamental, a
la vez que los miembros anteriores (superiores) y los miembros
posteriores (inferiores), constituyen el esqueleto apendicular,
unido a la columna por dos cinturas articulares: la escapular y
la pélvica.
Un estudio de anatomía comparada nos llevaría mucho
tiempo, sacándonos fuera de esta introducción, donde se pre-
tende dar una visión lo más adecuada y rigurosa posible, entre
la filogénesis y la ontogénesis de la motricidad, pero ella es
fundamental para la comprensión de los aspectos osteológicos
y anatómicos, no sólo importantes para la lectura de los fósiles,
sino igualmente necesarios para la explicación de las adaptacio-
nes más diferenciadas que se dieron en los vertebrados.
La evolución que va desde los seres unicelulares como los
protozoarios, que pasa según Oparin y tantos otros, por los
colonialismo celulares o coacervatos, hasta llegar a los metazoa-
rios marinos, seres pluricelulares sin espina dorsal, llamados
también invertebrados, es lo más difícil de determinar, precisa-
mente porque faltan datos fósiles, o más bien datos paleontoló-
gicos.
Aunque, la paleontología como ciencia del pasado, según
nos asegura Piveteau, no nos garantiza muchos fragmentos
formulativos de la historia de la evolución de los invertebrados,
no hay dudas de que el estudio de los huesos (osteología) nos
permite con más seguridad redescubrir la edad relativa de los
restos animales, a través de un conjunto de conexiones (G. St.
Hilaire) y de procesos adaptativos que nos confirman una
perspectiva materialista de la evolución de los vertebrados.
El esqueleto es un elemento importante para el estudio de
los vertebrados; sólo a través de él se pueden analizar las
especies extinguidas. Lo que queda más allá de las partes
blandas es precisamente lo que interesa para el estudio de los
fósiles, y, a nivel más global, para el estudio de los datos
arqueológicos.
Pero más allá de las características que ya apuntamos, es
importante determinar objetivamente cómo se dio la evolución
45
de los vertebrados para conocer después, porqué los animales
vertebrados (y, por tanto, el hombre) llegaron a ser lo que hoy
son.
La simetría bilateral, es como ya vimos, fundamental, de ahí
surgen las siguientes adaptaciones en los animales vertebrados:
— Mayor facilidad de movimientos;
— mejores condiciones de resistencia al sedentarismo;
— separación de la nariz de la cavidad bucal (aparición del
sistema olfativo);
— nacimiento de un sistema de equilibrio (sistema vestibu-
lar), puesto que el equilibrio y la orientación son más
complejos en tierra firme;
— columna vertebral flexible;
46
— cefalización progresiva con asimetría funcional de los
dos hemisferios cerebrales.
La transformación de unos seres en otros se explica, como
ya vimos, en términos genéticos, por ello es fácil ahora percibir
la evolución que va del vertebrado al Hombre, no sólo a nivel
anatómico , sino además a nivel funcional, o sea ver en
perspectiva la totalidad de la evolución que parte de un aspecto
biológico para llegar a otro estrabiológico.
En esta revolución biológica es evidente que una de las
características fundamentales de los vertebrados, ya sean los
peces, los anfibios o los reptiles, es su actividad. La actividad,
mejor• dicho, la motricidad en su sentido biológico total fue y es
una de las claves de la evolución de los animales vertebrados.
Por sí sola, la motricidad después de haber permitido al pez
del Devónio-Crossopterigio la conquista de la tierra firme,
condujo al animal vertebrado a las siguientes liberaciones
anatómicas sucesivas, señaladas por Leroi-Gourhan:
.° del cuerpo en relación al agua (reptiles);
2.° de la cabeza en relación al suelo (mamíferos);
3.° de la mano en relación a la locomoción (primates);
4.° del cerebro en relación al macizo faciodental (Hombre).
Evolutivamente, la motricidad es una condición de adapta-
ción vital. La nutrición es satisfecha sólo a través de ella, y solo
en función de esta necesidad se justifica el proceso de relación
con el medio, puesto que todos los animales, incluso el Hom-
bre, necesitan obtener determinados alimentos a partir de su
entorno.
Como principio significativo de la evolución, la motricidad,
debe permitir la Adaptación Humana no sólo mediante la
inteligencia, sino también por medio de su motricidad, que le
dio origen y que sucesivamente la determinó.
La motricidad es el complemento de la cerebralización, es
decir, la regulación y el control, que la motricidad humana
alcanzó a través de los tiempos, y es la condición (a niveles
ontogenéticos) y fue la condición (a niveles filogenéticos) de la
evolución del cerebro, órgano central de localización cefálica
que asume los comportamientos, o sea, los procesos motores
materializadores de la adaptación y de la relación «inteligible»
entre la situación (factores exógenos) y la acción (factores
endógenos).
47
El cerebro se benefició de la filogeneis de la motricidad,
mediante la conquista locomotora que discurre desde la repta-
ción, la cuadrupedia y especialmente el bipedismo.
En principio, la motricidad explica, la progresiva diferencia-
ción del cerebro. Este no provoca la motricidad, como muchas
veces las explicaciones idealistas quisieran argumentar. La
motricidad es lo invariable de la evolución biológica y, como
tal, de la evolución del sistema nervioso central. Aquí radica
otra de las claves de la evolución, la cual nos conduce necesa-
riamente a una visión científica basada en factores conocidos y
controlados por la acción y el saber humanos, aparte de lo que
muchas teorías acientíficas continúan manteniendo precisa-
mente porque no pueden ser científicamente analizadas.
La función y utilización constante del aparato locomotor,
justifica en parte la Hominización, que sintetiza una evolución
anatómica, esencialmente asociada a una revolución reflexiva o
cerebral. El problema tiene una justificación lamarckiana: las
características adaptativas, explicadas en términos genéticos, se
verifican en cuanto al uso o desuso, es decir, la función hace al
órgano. De este modo, se explica el cuello largo de la jirafa, la
ausencia de miembros de la cobra, el bipedismo humano.
Como dice Romer, se trata de una teoría simple, razonable y
natural, a la cual debemos unir las mutaciones, sean ventajosas
o no, y el mecanismo de selección natural explicado inicialmen-
te por Charles Darwin.
En el caso de los vertebrados, y esto es lo que importa ahora
abordar, la adaptación a la vida terrestre llevó a la transforma-
ción de los peces en anfibios que, como sabemos, tienen un
doble «habitat». Sanides afirma que las larvas de estos anfibios,
conservan aún la vida acuática, como además, se puede obser-
var en el proceso de crecimiento de la rana.
Es evidente que las exigencias de la vida en la tierra son
diferentes a las exigencias de la vida en el agua, y más de una
vez esas diferencias tienen que ver esencialmente con la motrici-
dad. Para moverse en tierra firme, el animal necesita de cuatro
extremidades que permitan sostener el cuerpo y garantizar el
equilibrio de la extremidad cefálica, puesto que ésta necesita
responder a una mayor número de estímulos del medio exte-
rior.
La liberación del cráneo de la primera vértebra, atlas,
obedece a la necesidad del animal vertebrado de desarrollar
48
varios sentidos, bien sea a distancia (visión, audición, etc.), bien
al nivel del cuerpo y de la piel (gusto, tacto, movimiento, etc.)
siendo unos denominados exteroceptores y otros propiocepto-
res.
La adquisición de una extremidad cefálica independiente y
móvil, sustentada por las masas musculares del cuello, como
nos recuerda Sanides, dotó al animal de un sistema silencioso
de orientación y de supervivencia, permitiendo una observa-
ción rígida, ya sea hacia una presa, ya hacia un predador.
El animal vertebrado tiene que responder más adecuada y
rápidamente a los estímulos y a las situaciones, puesto que las
modificaciones de las condiciones de vida son más bruscas en la
tierra que en el agua. Sus sistemas de orientación y de acción
están más perfeccionados y más organizados, justificando, por
tanto, un sistema nervioso más complejo. A la complejidad del
sistema nervioso contribuye un nuevo sistema propioceptivo,
adquirido a partir de los husos neuromusculares y de los
corpúsculos de Golgi, que informan permanentemente al cere-
bro de las condiciones en que discurre la acción. Unicamente
con estos dispositivos táctilo-quinestésicos, que aparecen, una
vez más, de una motricidad progresivamente más diferenciada,
los animales vertebrados obtienen un sistema sensorial más
complejo e interligado.
Es fácil percibir ahora el papel del cerebro, que tiene como
función esencial organizar los datos de varios órganos recepto-
res, antes de programar un sistema de acciones que concreticen
propiamente la adaptación del animal a su medio.
Podemos decir, que del Anfibio al Hombre se verifica una
paleontología funcional, evidenciada por prioridad de los dis-
positivos esquelético-corporales, en comparación con los dis-
positivos sensorio-cerebrales.
Se encuentra aquí la confirmación de la importancia de los
aspectos funcionales y adaptativos, que sólo podrían ser satisfe-
chos por los aspectos anatómicos y osteológicos antecedentes,
necesariamente dependientes de la motricidad.
Como datos filogenéticos indispensables para la compren-
sión de la ontogénesis de la motricidad de los vertebrados
tenemos:
49
también, y, fundamentalmente, como órganos de rela-
ción con el medio;
2.° Suspensión craneana, donde subsiste la colocación de la
cabeza, como dispositivo funcional de orientación en el
medio;
3.° Estructuración de la dentadura como órgano de rela-
ción con funciones de captura de presas, defensa de
p.redadores y preparación alimenticia;
4.° Evolución neuromotora •de la mano, la cual, estando
colocada en la extremidad de los miembros superiores,
justifica la evolución técnico instrumental;
5.° Expansión asociativa e interneurosensorial del cerebro,
que permitió en el hombre la manipulación simbólica
(lenguaje) y la evolución sociocultural.
50
BIBLIOGRAFIA
• ARITIO, L. B.
— Atlas dos Vertebrados— Ed. Livro Ibero-Ameri-
cano Lda., Rio de Janeiro, 1969.
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1971.
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— Le Geste et la Parole -- Technique et Language —
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Ed. Albin Michel, Paris, 1972.
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Co., Philadelphia, 1956.
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— El hombre-- Alianza Editorial, Madrid, 1968.
51
• SANIDES, F.
— Como se Constituiu o Cérebro Humano — Ed.
Boehringer Sohn, Lisboa, 1966.
52
CAPITULO 4
PALEONTOLOGIA FUNCIONAL
Para situarnos objetivamente en esta rama de la filogénesis,
vamos a recurrir a las obras de Leroi-Gourhan y de David
Pilbean, que nos presentan simultáneamente una jerarquiza-
ción morfológico-motora dentro de los vertebrados y según el
siguiente cuadro esquemático:
• Ictiomorfismo — equilibrio en el medio acuático;
• Anfibiomorfismo — liberación del medio acuático;
• Sauromorfismo — liberación de la cabeza;
• Teromorfismo — locomoción cuadrúpeda;
• Pitecomorfismo — postura sentada;
• Antropomorfismo — bipedismo.
Ictiomorfismo
b Anfibiomorfismo
Sauromorfismo
53
d Teromorfísmo
• Pitecomorfismo
Antropomorfismo
54
MILLONES SUCESOS DE LA
DE AÑOS EVOLUCION
300
I."' Vertebrados terrestres
400
1.''' Vertebrados
500
55
4-1. El Ictiomorfismo
4-2. El Anfibiomorfismo
56
nada en relación a la postura, lo que introduce tracciones
motoras que favorecen la mobilidad de la cabeza en relación al
tronco con concomitante separación de la cintura escapular.
4-3. El Sauromorfismo
57
tran ya realizadas: el eje vertebral es el centro del edificio
corporal, y el esqueleto presenta ya algunas características
humanas, los miembros están individualizados, las extremida-
des tienen cinco dedos, el cráneo está sujeto a la columna, la
dentadura condiciona el complejo del cráneo, etc. Nos encon-
tramos aquí con otro parámetro fundamental de la filogénesis
de la motricidad: La evolución triunfante del cerebro se encuen-
tra, como señala Leroi-Gourhan, necesariamente dependiente de
las liberaciones anatómicas del cuerpo.
Fig. 13. La reducción del cráneo dentario implica un aumento del cráneo
cerebral. Véase el acortamiento progresivo de la base PCB, desde el mamífero
(herbívoro) hasta el Homo Sapiens, pasando por el chimpancé (Leroi-Gourhan).
58
mina la evolución del cerebro, y ésta realidad evolutiva es
invariable desde el Anfibio hasta el Hombre. En ningún verte-
brado el sistema nervioso precedió a la evolución de la motricidad,
de ahí la importancia de esta evolución en aquél.
4-4- El Teromorfi.smo
59
Los mamíferos cuadrúpedos se dividen en monotremas
ovíparos, marsupiales y placentarios, y, dentro de éstos pode-
mos diferenciar: insectívoros, murciélagos, cetáceos, focas,
roedores, herbívoros, carnívoros y primates.
En todos los mamíferos se desarrolla predominantemente el
campo anterior, que comprende dos niveles morfomotores
complementarios:
— el primero : acción de la cabeza;
— el segundo : acción del miembro anterior.
CAMPO
ANTERIOR
POSTURA
PATA
MANO
CRANEO
Fig. 14. Importancia del campo anterior que pone en relación la cara con
las extremidades anteriores (cara-mano). (Según Leroi-Gourhan).
60
Estos dos polos, el facial por un lado y el manual por otro,
constituyen probablemente, las adquisiciones motoras más
significativas en cuanto a control y coordinación cerebral; son
dos aspectos de la evolución que materializan el éxito biológico
que culmina en el ser humano, en las funciones de aprendizaje y
de trabajo.
Evolutivamente, la parte cefálica está ligada a la parte
motora a través de los miembros que intervienen en la captura
y en la preparación alimenticia. Por ejemplo, en el cangrejo, las
primeras patas sirven de pinzas para la prensión y aplastamiento
de las presas, en los vertebrados esa función aparece en el
miembro anterior bien como función de locomoción bien como
función de relación, prensión, defensa o preparación alimenti-
cia. En el pez, las aletas anteriores sirven para necesidades
motoras elementales, como la equilibración y la locomoción
acuática. En el anfibio y en el reptil, la intervención del
miembro anterior sirve para mantener la comida en el suelo. En
las aves los miembros anteriores están adaptados al vuelo y los
posteriores tienen la función de prensión del alimento y de
construcción del nido.
En los mamíferos surgen innumerables adaptaciones pren-
sivas, como la lengua de la jirafa, la trompa del elefante, la garra
en los carnívoros o la mano en los insectívoros y en los
primates. Esta adaptación de gran importancia filogenética y
ontogenética, explica la importancia de la motricidad en los
mecanismos locomotores que permiten satisfacer las necesida-
des y los tipos de nutrición: carnívoros, herbívoros, frugíboi-os
y omnívoros.
En el ser humano la relación polo facial-polo mamial no
está hecha por el miembro anterior de la locomoción, puesto
que la mano no acumula dos funciones: la de preparación del
alimento y la de locomoción. Se trata de un nuevo teorema de
la filogénesis de la motricidad —la liberación de la mano.
En el Horno Sapiens, la mano realiza las funciones de
defensa y de prensión, cuando se liberó de la locomoción,
permitiendo a partir de entonces la disponibilidad para el
trabajo, al mismo tiempo que, dialécticamente, permitió la
liberación de los órganos faciales para el lenguaje.
En resumen:
61
CAMPO ANTERIOR
EXTREMIDAD EXTREMIDAD
DEL ESQUELETO DEL ESQUELETO
AXIAL APENDICULAR
POLO POLO
FACIAL MANUAL
NUTRICION PRENSION I
Ir
ORIENTACION ACCION
t t
PERCEPCION MOTRICIDAD
LENGUAJE TRABAJO
EXPANSION
CEREBRAL
62
especializadas en la sustentación y en la locomoción terrestre,
no siéndoles posible la postura sedente. Todo se concentra en el
edificio craneano, único espacio corporal que establece relacio-
nes con el medio, utilizando la lengua y los labios para las
funciones de prensión y los apéndices faciales para la defensa.
El cráneo dentario tiende a ser superior al cráneo cerebral.
4-5. El Pitecomorfismo
63
palanca basion-inion baja y se libera de la sustentación del
cráneo, mantenida por los músculos fuertes de la nuca.
Basta ahora realizar la expansión del frontal, enrollar el
occipital y abrir en abanico considerablemente el parietal y el
temporal. Para esta expansión craneana, y posteriormente
cerebral, es necesario reducir la cara y el prognatismo, superar
la arcada orbital, verticalizando cada vez más el frontal y
reduciendo considerablemente los molares y los pre-molares.
Sólo con las transformaciones anatómicas apuntadas, el
cuerpo (aspecto técnico) se estrúctura progresivamente, y el
cerebro (aspecto organizativo) ocupa todo el espacio mecánica-
mente disponible, dando nacimiento a todas las manifestacio-
nes cerebrales que son corolario de la evolución que va del
primate al hombre.
64
BIBLIOGRAFIA
3 BRAIN, C. K.
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1969.
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Physical Anthropology, N. York, 1972.
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gu Thomas & Crowell, Co., N. York, 1973.
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— The Principies of Classification and a Classification
65
of Mammals — Bull Am. Mns. Nat. Hist., 85, 1,
1945.
— Principies of Animal Taxonomy — Columbia
Univ. Pres, N. York, 1961.
66
CAPITULO 5
Antropomorfismo y Adaptaciones Hominidas
Suborden: PROSIMIOS
Infraorden
Lemuriformes Lemures
Lorisiformes — Loris
Tarsiformes Tarseiros
Suborden: ANTROPOIDES
Infraorden:
Platirrinos (Nuevo Mundo)
Catarrinos (Viejo Mundo)
Superfamilia:
Cercopitecos
Pongidos (Gibón, Orangután, Gorila y Chimpancé)
Homínidos (Gigantopitecos, Oreopitecos, Ramapitecos, Australopitecos, Pitecantro-
pos, Homo Erectus, Horno Habilis, Neanderthal, Cro-Magnon y Horno Sapiens)
67
El nivel antropomórfico, como lo presenta Leroi-Gourhan,
crea la relación entre los grandes simios y la humanidad.
Básicamente comprende todos los antropomorfos que domi-
nan la postura vertical-bípeda y todas sus múltiples consecuen-
cias morfofuncionales.
Hombre
Antropoide
Tarsioides
Lemures
Arboricolas
Insectívoros
68
HOLOCÉNICO
PLEISTOCÉNICO
SUPERIOR
PLEISTOCÉNICO
MEDIO
PLEISTOCÉNICO
INFERIOR
i
PLIOCÉNICO
Fig. 18. Arbol genealógico de los homínidos. El Horno Sapiens tiene detrás
de sí una evolución histórica.
69
Sin embargo, antes de avanzar en las adaptaciones homíni-
das, es urgente que se definan las características de los primates
resultantes de la adaptación arbórea.
La vida en los árboles ofrece otro tipo de exigencias, y de
nuevo, como señala Szalay en su estudio sobre la paleobiología
de los primates primitivos, la motricidad ocupa una función
capital.
Esquemáticamente, y según el mismo autor, la motricidad
arbórea es responsable de las siguientes tendencias adaptativas:
amplitud del cerebro; recesión de la mandíbula; conver-
gencia de los ojos; osificación de las paredes orbitales; atrofia
del aparato alfativo; especialización prensiva de las extremida-
des; desarrollo de los receptores táctiles; desarrollo neurobioló-
gico oculomotor; agilidad excepcional, poniendo en juego un
alto nivel de control cerebral; desarrollo de la asociación pre-
frontal; desarrollo de la función motora; integración interneu-
rosensorial; visión estereoscópica; desarrollo del anillo timpá-
nico, de gran importancia para el desarrollo de la agudeza y
discriminación auditiva; etc.
La adaptación arbórea es por definición, la penúltima etapa
de la filogénesis de la motricidad, justificando posteriormente la
verticalización, la braquiación, la manipulación y la dentición
homínida.
Wasburn y Jay, en su estudio titulado «Perspectivas de la
evolución humana», intentan abordar la clave biológica de la
adaptación arbórea y hominida, señalando las siguientes carac-
terísticas en todos los primates y antropoides, diferenciando los
siguientes puntos:
70
Veamos ahora juntó con otros autores, como Tobías,
Montagú, Simons, Simpson, Le Gros Clark, Leakey, Napier y
otros, cada una de estas características antropomórficas.
71
especializaciones prensivas, como en los lémures, en que el
anular es el mayor de los dedos, o como en los lorísidos, en que
el índice y el medio están reducidos porque no intervienen en
la prensión.
72
La extensión y la flexión metacarpofalángica, característica
de todos los primates, permite la convergencia y la divergencia
manodigital, condición resultante de las innumerables libera-
ciones anatómicas que se operan en los miembros superiores y
principalmente en sus extremidades (más un corolario de la
adaptación arbórea de sumo interés para la filogénesis de la
motricidad). Las uñas, al contrario de las garras, son una
consecuencia de la adaptación al entorno arbóreo.
La mano sufre aún otras transformaciones por acumula-
ción funcional. La palma de la mano se expande y tiende a una
superficie cuadrangular, abandonando su forma rectangular,
puesto que tanto a niveles de coordinación motora, como en la
prensibilidad o en la oponibilidad, tal forma facilita la especiali-
zación del pulgar.
Como carácter anatómico, la expansión de la mano arras-
tra consigo un carácter funcional. Es decir, la cobertura de las
superficies plantares, de los dedos y de la palma de la mano por
una piel rugosa y áspera, que es la base del desarrollo, en
términos filogenéticos, del sentido táctilo-quinestésico (el haptic
system). Este sentido interneurosensorial ya desarrollado en los
primates, dada su adaptación al movimiento, combina dos
tipos de información, uno a nivel de los contactos de la piel, o
sea del tacto y otro en cuanto al movimiento. Por un lado, las
informaciones de textura, presión, dolor, temperatura y consis-
tencia (tacto). Por otro, la información de la tensión muscular,
del ángulo de las articulaciones, de la sensibilidad de las
diferentes partes del cuerpo y de la relación con los objetos
(movimiento).
Veremos más adelante, en el estudio de la filogénesis del
cerebro, la importancia de este sentido en todos los aspectos del
aprendizaje humano. Aquí, en un sentido más biológico, se
encuentra la transformación de «almohada» o de «acolcha-
miento» de las extremidades que se encuentran en las especies
plantígradas en superficies de fricción, donde el sentido táctil
tiende a enraizarse.
La indispensabilidad de la prensión de los árboles es de tal
orden que algunos primates, como los platirrinos, llegan a
desarrollar una cola prensil, capaz de cogerse de una rama y
mantener el cuerpo suspendido, como un miembro o una mano
extra (Titiev).
Para que a nivel de la mano se hubieran dado las transfor-
73
maciones que señalé, conviene decir que se dieron transforma-
ciones en el omoplato y en la clavícula, en el húmero, en el
proceso oleocraneál, en el radio y en el cúbito, resultantes
precisamente de la braquiación y de la cuadrumania de los
primates, que en el hombre ya no se observan por el abandono
del proceso de sustentación.
La prensión en el hombre, bien notoria, no sirve para
suspenderse de los árboles, pero sí para la función de manipula-
ción de objetos y para la fabricación de instrumentos, de donde
surgen sus más recientes adaptaciones, que tienen su origen
filogenético en la transición del teromorfismo al pitecomorfis-
mo, y de éste al antropomorfismo, es decir, en la alteración
radical de la locomoción terrestre horizontal a la locomoción
arbórea vertical (Le Gros Clark).
Es evidente que una de las grandes diferencias que separan
a los primates del hombre es el pie. En los primates acusa un
alto grado de prensión con oponibilidad del pulgar y con una
mobilidad interna muy característica. En el hombre el pie
asume una especialización jerárquica relacionada con la postu-
ra bípeda y la marcha. El pie humano tiene un arco longitudi-
nal idéntico al de los primates, pero es único en cuanto al arco
2 3
Fig. 21. Los pies del antropoide• y del Hombre son diferentes. Uno está
especializado en la prensión y otro en la sustentación prolongada.
74
transversal, debido a los ligamentos y a los huesos del tarso que
soportan antigravíticamente el peso del cuerpo, pues sólo así
puede crear el grado de tensión muscular adecuado y necesario
al desequilibrio-, al impulso y al momento corporal que está
envuelto en la marcha (huella de Trendelmnburg).
En el hombre y por motivos de la marcha bípeda los
metatarsos son cortos y derechos. El primero y el quinto son
los más robustos, reflejando el modo como el peso. del cuerpo
en la marcha se transifere desde el talón al borde externo del
pie, y, por último, al tercio anterior-interior y al dedo grande
del pie. Todos los dedos están reducidos y el dedo grande es
particularmente robusto, perdiendo su función prensil y unién-
dose paralelamente a los restantes para efectos de especializa-
ción en la función de sustentación. El pie abandona progresiva-
mente las funciones de prensión para desarrollar funciones de
locomoción.
Como nos recuerda Shultz, las transformaciones de los
miembros resultan, comparativamente entre el primate y el
hombre, en la gran diferencia entre los índices intermiembros, o
sea en el porcentaje de relación entre los miembros superiores y
los inferiores, que oscila entre 136 y 178 en los primates y que es
de 88 en el hombre.
En otras palabras, .las transformaciones en los miembros
son dependientes de sus posturas y movimientos característi-
cos, ya sea en los primates o en el hombre. Por parte de los
primates la cuadrumanía y la braquiación, en cuanto a los seres
humanos el bipedismo y la prensión práxica.
75
cabeza Conservación
del de la energía
fémur
BIPEDISMO QUADRUMANIA
76
los mamíferos placentarios más disponibles en cuanto a adqui-
siciones motoras (motor skills).
Es evidente que la locomoción arbórea supone más proble-
mas de equilibración que la locomoción terrestre, en la medida
en que los estímulos propioceptivos tienden a multiplicarse, además
de que se encuentran conjugados con los estímulos esterocepti-
vos visuales por lo que las conexiones corticales y cerebelosas
se interrelacionan cada vez más, favoreciendo el desarrollo
cerebral que tienen por función coordinar las informaciones
provenientes de los músculos, de los tendones y de las articula-
ciones para someterlas a la apreciación de la motricidad res-
ponsable del equilibrio (sistema extrapiramidal-teleocinético) y
por la coordinación (sistema piramidal-ideocinético).
Es interesante indicar, solo como curiosidad, que las aves y
los primates, unos dominadores del aire, otros de un medio
similar —el arbóreo— son los animales en que el cerebelo
ocupa funciones más importantes, de donde se desprende su
privilegiado desarrollo en comparación con las restantes es-
tructuras cerebrales.
MACACO HOMBRE
77
Recordemos a propósito a Sanides, que nos dice: «Al grado
más elevado de diferenciación de la representación motora
neocortical, con el perfeccionamiento progresivo de los movi-
mientos unilaterales de las extremidades, corresponde un per-
feétionamiento cerebeloso que asegura la armonía de movimien-
tos más complicados a través de sistemas cerebelosos propioce-
tivos. Recordemos aquí, la gravedad de las perturbaciones de
coordinación, la afasia y la asinergia que las lesiones cerebelo-
sas provocan en el hombre».
Ya vimos en la adaptación anterior que dos de las adquisi-
ciones filogenéticas de la motricidad, más relevantes son la
pronación y la supinación, que por sí solas implican una
rotaciew del radio y del cúbito, dependiente de una articulación
más flexible y resistente garantizada por el proceso oleocránico,
el cual origina a su vez una alteración radical al nivel del
omoplato y la clavícula, huesos importantes que ligan el
esqueleto axial al esqueleto apendicualar superior.
El omoplato, por ejemplo, pasa la zona posterior del tórax,
aproximándose a la columna, las clavículas se alargan y robus-
tecen, el tórax reduce su ampliación antero-posterior y los
miembros superiores se desarrollan en longitud, todo ello para
contribuir a la liberación progresiva de los miembros anteriores
78
y a la elevación y retroceso del centro de gravedad, que favorece
naturalmente la locomoción arbórea.
La liberación de los miembros superiores acarrea igualmen-
te el desarrollo de la musculatura pectoral y deltoide que
introduce una comprensión antero-posterior del tórax con
hipermorfosis del externón y obligatoriamente con alteraciones
en las funciones cardiorespiratorias, a base de una mayor
mobilización del diafragma.
Se hace necesario abordar todos estos aspectos para perci-
bir que la liberación de la mano tiene un mecanismo de causa y
efecto morfológico que es indispensable evaluar, a fin de ver la
unidad de la osteología, de la anatomía y de la fisiología
contenida en la filogénesis de la motricidad.
Regresando de nuevo a la adaptación arbórea, es obvio que
la liberación de los miembros superiores, el desarrollo de la
prensión y la disociación palmodigital constituye la respuesta a
un medio tan precario e irregular, en que la vigilancia y la
agilidad motora acusan un gran valor de supervivencia.
La emancipación de la mano, necesaria para las funciones
de locomoción arbórea, produce consecuentemente nuevas
funciones, ahora de orden esteroceptivo y esterofectivo, que
naturalmente le van a caracterizar como un dispositivo explo-
ratorio del medio.
La mano pasa a ser utilizada en la preparación del alimen-
to, recogiendo y separando la comida antes de introducirla en
la boca, disminuyendo consecuentemente la función del prog-
natismo.
La destreza manual (sólo posible en el primate en la posi-
ción sedente, la puede realizar el hombre en posición erguida),
enriquecida con la sensibilidad tactil, va a introducir la función
manipulativa, de gran significado más tarde, en la evolución
humana, cuando la mano llega a ser la gran artífice de la
'civilización.
La mano dispone ahora de funciones de palpación, discrimi-
'ación tactil, y de una complejidad, de funciones prensiles,
.:-omo, por ejemplo: recoger, asegurar, golpear, rascar, cortar,
;azuzar, tirar, empujar, etc.
Como órgano de apropiación y relación con lo real, la
mano va a ser un dispositivo fundamental en el desarrollo
psicológico del niño, como vamos a ver en la ontogénesis de la
motricidad. La mano asume en el hombre una función de
79
MANO
MOTRICIDAD
UTILIZACIO-N DE FABRICACION DE
TRABAJO
INSTRUMENTOS INSTRUMENTOS
LENGUAJE 4 CONSCIENCIA
1 Ir
COMUNICACION SOCIALIZACION I-ar-'.--- ASOCIACION
t
CULTURA GENERALIZACION,
VALORES ABSTRACCION
MEMORIA RETENCION
'0
utilitarios, variar infinitamente sus formas y funciones, modifi-
car su utilización, apropiándose como es evidente, de un
pensamiento reflexivo, anticipado y programado.
Para confirmar este corolario de la filogénesis de la motrici-
dad, nos basta recurrir a los neurólogos, subrayando a Pien-
field, y reconocer que las partes del cerebro humano que
controlan la motricidad voluntaria de la mano, se encuentran
más desarrolladas en el hombre que en el primate.
El área del cortex motor que representa la mano particular-
mente al pulgar, y al índice, o sea, los dedos que más relaciones
establecen con el exterior, se expandió en la misma dirección
que el cerebelo, justificando la importancia de adquisiciones
manipulativas, resultantes necesariamente de aspectos periféri-
r1
talán
, cadera
odilla
tronco
mano
1
11
hombro dedo meñiquet4L
pie codo dedo andar \74k
dedos dedo medio,
dedo indice '•
pulgar/ 1-
1 cuello \<,
15
globo ocular
cara
labios
vocalización
salivación
maxilar
lengua/
deglución
81
cos (proporciones de la mano, morfología articular, organiza-
ción muscular), pero también, fundamentalmente de aspectos
centrales-cerebrales (reconocimiento laleral y corporal de la
mano, gnosis digital, gnosias táctilo-quinestésicas, exterogno-
sias, programación de praxias ideatorias, ideomotoras y cons-
tructivas).
Dos cuartos de la superficie del cortex motor (que represen-
tan el cuerpo) están ocupados por la mano, de ahí su importan-
cia en el aumento de las aferencias táctilo-visoquinestésicas y
en el alargamiento de las zonas asociativas.
( 2 1
I—2 • C- • PM-
2 • M 3)
1 2 3
82
I -- Incisivos
C — Caninos
PM — Pre-molares
M — Molares
83
•
\t
)if
• "I
A /
P.
•I
sb151-
-211-1 )
1.)
84
Fig. 29a. Mandíbula del Australopiteco y del Homo Sapiens. Compárese la
reducción del canino y la reducción estructural del maxilar interior.
85
vamente por debajo del cráneo cerebral, o, más exactamente,
por debajo de la región frontal.
No podemos comprender éstas transformaciones en la cara
si no hablamos igualmente de la reducción de la musculatura
responsable de la masticación, señalando el temporal, el mase-
tero y el pterigoideo.
No siendo tan robusta, la mandíbula no necesita ser susten-
tada por un gran músculo temporal, y por eso su inserción en el
hueso temporal puede explicar la expansión del hueso parietal
del cráneo. La masticación en los homínidos comprende movi-
mientos muy intensos en el sentido vertical y algunos movi-
mientos menos intensos en el sentido lateral, esto es, pone en
juego, una combinación de varios movimientos solo posibles
porque los masilares están desprovistos de caninos alargados y
voluminosos, permitiendo una oclusión perfecta y eficiente.
86
De estos aspectos dentarios se derivan adaptaciones que se
diferencian del primate al Hombre en todos los sectores del
aparato digestivo, ya se trate de la lengua, del tubo digestivo o
del hígado, sin embargo presentan semejanzas respecto a la
anatomía visceral, que propiamente no afectan a la anatomía
esquelética.
No podemos decir lo mismo en cuanto a la anatomía del
cráneo, puesto que se dan transformaciones radicales en cuanto
a anatomía comparada entre el primate y el hombre. Las
transformaciones se dan en tamaño y en forma reflejándose en
el propio cerebro.
Le Gros Clark especificó en términos paleontológicos tres
grandes diferencias (índices) entre los cráneos de los primates
no hominidos y del Hombre.
1.° Indice de los condilos occipitales, que se articulan con la
columna vertebral en la cavidad occipital, el cual, en los
primates está colocado oblicua y posteriormente en relación a
la caja craneana, mientras que en el Hombre se encuentra
localizada inferiormente, poniendo de relieve la importancia de
la verticalización de la columna subsiguiente de la postura
bípeda humana. Este índice según Pilbeam y Simons, puede
incluso justificar la razón de la liberación de la cabeza, la
reducción de la cara, la expansión cerebral en la región occipital
y temporal o todas estas adaptaciones correlacionadas y com-
binadas;
2.° Indice de la altura de los músculos de la nuca; donde se
verifica la gran superficie relativa de inserción del trapecio en el
occipital en relación a los primates, que se refleja considerable-
mente en el Hombre, ya que su cara no alargada y sin caninos
para funciones de defensa y ataque, ya no necesita grandes
masas musculares de sustentación, en la medida en que las
curvaturas de la columna permiten al Hombre la suspensión
del cráneo en una posición más equilibrada, dinámica y verti-
cal. La cabeza reposa en equilibrio en el vértice de la columna
vertebral.
3.° Indice de la altura de la caja craneana, determinado por
la altura de la caja craneana a partir de la colocación de la
arcada orbital. Mientras que en el Hombre este índice es
'elevado, en el primate es bajo, de donde se explica la razón de
ser de la expansión cerebral, demostrando objetivamente que
en el Hombre el cráneo cerebral es superior al cráneo dentgrio,
87
al contrario de los primates. El cerebro va ocupando los
territorios craneanos, a medida que se va liberando de las
resistencias faciales, dependientes del aparato dentario.
Fig. 32. Cráneos del gorila (G) y del australopiteco (A). Nótese los índices de
altura de la nuca AG/AB; de la altura supraorbital (FB/AB); de la posición
del condilo (D/CE), según N. E. Le Gross Clar. Se realza la expansión y la
esferización del cráneo A. El grado corresponde a un mayor volumen del
cerebro.
88
reducción del trabajo mecánico y metabólico del aparato
digestivo, lo que constituye otro tipo de liberación evolutiva.
Fig. 33. Los índices adaptativos. Superposición de los cráneos del gorila y
del australopiteco. Repárese que en éste es menor la altura de la nuca.
89
Fig. 34. En los árboles el centro olfativo ejerce funciones diferentes a las que
se operan en los mamíferos en la tierra. En el cercopiteco (C) en el Hombre
(H), los centros visuales (a la derecha de la figura) son esenciales para la
adaptación arbórea.
90
En los primates se operan expansiones corticales asociati
vas, justamente porque la locomoción arbórea pone en movi-
miento complicadas conexiones viso-motoras y viso-quines-
tésicas. Tales conexiones conducen necesariamente a una pro-
gresiva y más amplia representación censo-motora, como resul-
tado de la obligatoriedad de la adaptación según nos informa
Sanides y Le Gross Clark.
91
La diferenciación de la retina está demostrada por la conver-
sión de las imágenes en respuestas fisiológicas localizadas en los
fotorreceptores., Primero en los bastonetes cuya función es
modelar la luminosidad y particularmente responder al movi-
miento de los objetos en la periferia del campo visual, y
segundo en los conos que se encargan de responder a la
intensidad de la luz y garantizar las condiciones de la visión
fotópica que proporciona el alto nivel de discriminación de las
relaciones espaciales y de las formas, así como la apreciación
del color y de la textura.
En la mayoría de los mamíferos los conos se encuentran en
el centro y los bastonetes en la periferia de la retina. Es
importante señalar, en analogía con Washburm y Le Gros
Clar, una diferenciación local, que presenta la retina, en la
macula lutea, o más bien en su zona central, denominada como
fovea, zona libre de vasos sanguíneos, donde efectivamente se
acusa el más alto grado de agudeza visual, con las relaciones
«punto en la retina» y «punto en el cerebro» para establecerse
uno por uno, de sentido neurofuncional extremadamente
relevante.
Es evidente que para saltar de una rama a otra, el primate
necesita de un alto grado de agudeza visual sólo posible con el
cambio orbital, con la complejidad de la retina y con el
paralelismo de los ejes ópticos.
Compuesta de dos ejes visuales distintos, pero dialéctica-
mente complementarios (conos y bastonetes), la retina procesa,
mediante un complicado sistema fotoquímico, la transforma-
ción del campo visual en mensajes eléctricos, que por los
nervios ópticos pasan al quiasma óptico y los cuerpos fenicula-
dos laterales, antes de alcanzar la zona de proyección primaria
denominada como área calcarina, localizada en el lóbulo
occipital.
A título informativo, y según Lindsay y Norman, el ojo
humano tiene aproximadamente seis millones de conos y ciento
veinte millones de bastoncetes, o sea, ciento veintiséis millones
de fotorreceptores en total. Es obvio que esta complejidad de la
retina significa una evolución, es decir, una filogénesis, de ahí su
interés en cuanto a expansión progresiva del cortex visual que
tiende a verificarse desde el primate al hombre.
Filogenéticamente las asociaciones visomotoras sitúan la
motricidad en un plano progresivamente más dependiente de la
92
integración visual, que constituye, por ejemplo, la base del
desarrollo perceptivo-motor-humano.
•
\ / 7-1
Campo visual Campo visual
izquierdo derecho
Habla
Escritura Percepción espacial
Centro 'del comprensión no verbal '"\
lenguaje Formación de
Cálculo conceptos no verbales
Proyección en el
campo visual Proyección en el
derecho campo visual izquierdo
Funciones
intrahemisféricas'•
Fig. 35. La complejidad del sistema visual tiene su fil génesis en la adapta-
ción al espacio aé o.
93
5-6. Cambios en el esqueleto post-craneano
No me voy a detener sobre el esqueleto apendicular en
cuanto a las extremidades, mano y pie se refiere, en la medida
en que ya los analizamos en el primero y en el segundo aspecto
de la clave biológica del antropomorfismo que estuvimos
tratando.
El recorrido, lo voy a hacer ahora sobre el esqueleto axial,
deteniéndome fundamentalmente en el análisis de la columna
vertebral y de la pelvis y en los aspectos morfofuncionales que
suceden en la postura y la marcha bípeda.
Las grandes transformaciones esqueléticas que se observan
en el Hombre, filogenéticamente tienen una relación de depen-
dencia con la postura vertical permanente y con la marcha
bípeda, características únicas entre todos los mamíferos.
La justificación está preferencialmente en la extensión de la
pelvis y de la articulación de la rodilla, que permiten el mante-
nimiento vertical de la columna vertebral. El peso del cuerpo
está sustentado por la base de apoyo de los pies, que, sin
embargo, provoca una limitación en cuanto a equilibración
postural, y, por otra parte, es la condición ideal para el
movimiento, sabiéndose que requiere un mínimo de energía
tónico-muscular.
Unicamente en el hombre la línea de la gravedad coincide
con el eje del cuerpo, y los miembros inferiores (en proporción,
los más largos de los primates superiores —172 por 100) con el
centro de gravedad pélvico.
En otro volumen desarrollaré este aspecto, en cuanto a
abordar la función tónica y la actitud postural en el desarrollo
del niño. Aquí me interesa el problema de los huesos, de las
articulaciones, y de los músculos comprendidos en la marcha
y en las posturas erguidas permanentes.
En la postura bípeda «normal», el equilibrio del cuerpo
exige que la vertical pase por la cavidad auditiva, la cabeza del
húmero, el cuerpo de lá quinta vértebra lumbar, la cabeza del
fémur, la rodilla y, finalmente, por el_ tobillo externo del pie.
Para que esta adquisición filogenética se diese, fue necesario
que se observasen a través de los tiempo's determinado número
de transformaciones morfológicas, a señalar, enderezamiento
del tronco, reducción de la columna lumbar, alargamiento de
los miembros inferiores (carácter exclusivamente humano) re-
94
Gravedad
Orejas
Articulaciones
del hombro
Centro de ---
gravedad
, Pelvis
Rodilla
95
humana presenta cuatro curvaturas flexibles al contrario de la
columna rígida de los primates.
En la curvatura cervical y en la lumbar, la columna verte-
bral humana acusa un mayor grado de movilidad: la cervical
para la movilidad de la cabeza, la lumbar para la extensión del
miembro inferior.
Gravedad
Cerebro
96
Fig. 38. Los dos cerebros tienen volumen y pesos diferentes, por eso
representan funciones diferenciadas de complejidad concomitante. (Según
J. Rostand y A. Tetry.)
97
A su vez la cavidad cotiloidea y la cabeza del fémur (el
mayor hueso humano) contiene mayores proporciones, refle-
jando su importancia como transmisores del peso del cuerpo en
la marcha.
Los dos fémures realizan con las respectivas articulaciones
de la rodilla una mayor aproximación, al contrario de la
articulación con la pelvis, que está más alejada, derivándose de
ahí un triángulo invertido equilibrador, con base en la pelvis y
vértice en la rodilla, lo que biomecánicamente refuerza la
postura y facilita su control neuromuscular.
98
Fig. 41. Las diferencias son significativas. Repárese en el tamaño de los
huesos de la pelvis, principalmente el isquión, que aparece en el hombre muy
reducido facilitando la verticalización del tronco de los miembros inferiores,
conquistas significativas de la adaptación y locomoción bípeda. (Según J. Ros-
tand y A. Tetry.)
99
Aquí residen algunos aspectos esqueléticos poscraneanos,
resultantes de la adaptación humana a la marcha bípeda y a la
postura erguida, que demuestran muy bien la evidencia de las
adaptaciones hominidas que llevaron a los precursores del
Homo Sapiens a desarrollar funciones locomotoras cada vez
más disponibles y variadas, aumentando así su repertorio
comportamental en concomitancia con la expansión cerebral.
4
1'1.1 VICA I SCAI'l LAR
4.
Sol DADA 1-11. MOVII
1 1
I mi. I
1-1. MANO
I MARCHA PRUNSION
100
locomoción arbórea y posteriormente, por la locomoción er-
guida.
70.
105°
101
A nivel de comportamiento, o lo que es lo mismo, a nivel de
organización cortical, el Hombre posee el cerebro más jerarqui-
zado y más diferenciado del reino animal.
El cerebro humano contiene tres tipos de cerebro filogenéti-
camente reconstruidos y recombinados, que reflejan la evolu-
ción de las especies y se componen de tres sectores jerarquiza-
dos: f.°, el reptiliano; 2.°, el paleomamífero, y 3.°, el neomamífe-
ro.
El reptiliano, el más antiguo, incluye las estructuras respon-
sables de los comportamientos más simples, como los que
medían la regulación de las funciones biológicas vitales y las de
sueño, vigilia, atención y alerta. Está igualmente implicado
en las respuestas reflejas que, como sabemos, sufren una jerar-
quización progresiva desde los invertebrados a los vertebrados,
y, dentro de éstos, desde los peces al hombre.
El paleomamgero supone una herencia de los mamíferos
inferiores, comprendiendo la sensibilidad protopática y el siste-
ma límbico, que mide y regula los impulsos relacionados con
los comportainientos de supervivencia y reproducción, así
como las funciones prealimentarias a través de sistemas anta-
gónicos de ataque-defensa, búsqueda-fuga, etc., que buscan la
satisfación de tendencias y de necesidades adaptativas y emo-
cionales.
El tercer cerebro, el neomamTero, también llamado neocor-
tex, según Rosenthal, es una estructura más jerarquizada y
organizada, siendo de adquisición filogenética reciente. Perte-
nece a todos los mamíferos superiores, a los primates, principal-
mente los póngidos y sobre todo el Hombre. El neocortex es
responsable de la sensibilidad epicrítica o gnósica y de la
programación de la motricidad voluntaria y del lenguaje,
permitiendo la manipulación de objetos, las praxias, el pensa-
miento lógico y cuantitativo, la simbolización y la conceptuali-
zación, la resolución de problemas, el reconocimiento de expe-
riencias y acontecimientos, el juicio social y la toma de decisio-
nes, es decir, todos los comportamientos humanizados.
El Hombre está dotado, como vimos, de tres cerebros que
funcionan jerárquica y armónicamente, llamados, con términos
distintos a los ya empleados, rinencéfalo (cerebro posterior),
mesencéfalo (cerebro medio) y prosencéfalo (cerebro anterior).
El rinencéfalo pertenece predominantemente a los reptiles, el
mesencéfalo es dominante en los vertebrados inferiores y el
102
prosencéfalo subdividiéndose en diencéfalo (estructuras talámi-
cas) y en los hemisferios cerebrales (telencéfalo) alcanza un alto
grado de diferenciación en los primates y posteriormente en el
Hombre.
Progresiva
diferenciación
Paleo mamífero
sistema límbico
Cerebelo
Tronco
cerebral
Fig. 45. Tres cerebros que constituyen la filogénesis del SNC, según
Rosenthal.
103
Fig. 46.
CISURA LOBULO
Organización funcionaldel cerebro,
REGION PARIETAL
PS ICOM OTORA PRECENTRAL.
CUERPO REGION
7^^
CALLOSO MOTORA
TÁLAMO J
LOBULÓ
FRONTAL
REGION
PR EFRONTAL
MESENCEÚA LO
LÓBULO
HIPOTALAMO LÓBULO
CEREBELO TEMPORAL s'OCCIPITAL._
FORMACIÓN
RETICULADA
105
definir las características de las funciones del sistema nervioso
central, junto con Jacques Monod, como sigue:
1.° Asegurar el orden y la coordinación central de la
actividad neuromotora en función, sobre todo, de las
aferencias sensoriales (relación aferencias-eferencias);
2.° Contener, bajo la forma de circuitos genéticamente
determinados, programas de selección más o menos
complejos, enviarlos en función de estímulos particula-
res;
3.° Analizar, filtrar e integrar las aferencias sensoriales a
fin de continuar una representación del mundo exterior
adaptado a las funciones específicas del animal;
4.° Registrar los acontecimientos que son representativos,
agruparlos por clases según sus analogías, asociar esas
clases según las relaciones de los acontecimientos que
las constituyen, enriquecer, perfeccionar y diversificar
los programas innatos, incluyendo en ellos estas expe-
riencias;
5.° Imaginar, o sea, representar y simular acontecimientos
externos o programas de acción del propio animal.
El cerebro es, exactamente, un instrumento de una libertad
sin límites. De acuerdo con A. Scott (1875) el número de ideas
básicas o de componentes ideacionales que el cerebro puede
desarrollar, es de un millar de millón. Dentro de una valora-
ción, y suponiendo que cada idea se produce en un segundo, el
hombre podría mantenerse produciendo ideas durante cuaren-
ta y cinco años de tiempo de vigilia (sin contar las horas de
sueño).
Area Motora
Área somato-
:sensorial
k
Visión
Area auditiva
Fig. 47. Regiones primarias del neocortex y región del «neo-neocortex» más
reciente en el macaco y en el Hombre.
106
De hecho, desde los primates al hombre, se pasa de un
mínimo de diferenciación cerebral tal que justifica: por una
parte, la relación con los objetos, y por otra, la relación con las
ideas, dicho de otra forma, de una inteligencia sensorio-motora
saltamos filogenéticamente a una inteligencia reflexiva e hipoté-
tico-deductiva.
Se verifica también una maduración ontogenética que los
trabajos de Piaget confirman como veremos más adelante. De
un estadio a otro aparecen dos fenómenos que se entrecruzan
dialécticamente: el aprendizaje biológico por un lado (madura-
ción anatomo-funcional) y el aprendizaje extrabiológico por
otro (integración gregaria).
Todas estas adquisiciones cerebrales resultan, efectivamen-
te, de alteraciones morfológicas en el cráneo, que transcurren
desde las adaptaciones de la postura erguida y del aparato
dentario, que referimos a continuación:
1.° Expansión del prosencéfalo y especialmente del neo-
cortex;
2.° Aumento de la fisura del neocortex con la aparición de
la fisura de Rolando y de Sylvius. Mayor número de
circunvalaciones;
3.° Expansión del lóbulo occipital, que discurre por el
enrollamiento esférico del cráneo, originando la forma-
ción del área postcalcárina;
4.° Formación de un cortex motor y somatosensorial con
inerente expansión del lóbulo parietal, que comprende
funciones de integración sensorio-motora y de diferen-
ciación somatognósica, que engloban la tecnicidad
manual;
5.° Formación del cortex pre-central, originando conse-
cuentemente la verticalización del frontal y la expan-
sión del lóbulo frontal como central del mando muscu-
lar, ya sea para las acciones intencionadas y volunta-
rias como para la expresión vocal del lenguaje; adquisi-
ciones sólo posibles por la función asociativa, depen-
diente de esta reciente adquisición filogenética;
6.° Formación del lóbulo temporal, asociado a la perfec-
ción de discriminación de sonidos que requiere natu-
ralmente la comunicación verbal;
7.° Estructuración del cerebelo y de sus conexiones como
central de armonización y sistematización de la motri-
107
cidad del cortex cerebral y regulador de la propiocepti-
vidad inconsciente y consciente;
8." Reducción de los mecanismos neurológicos del olfato
(reducción del rinencéfalo).
1000.
500.
2 3 4
G A H.H. H.S.
Fig. 48. Volúmenes medios del cerebro (en c.c.) del gorila (G), del australo-
piteco (A) del Horno Habilis (H.H.) y del Homo Sapiens (H.S.), según Pilbeam
(a la izquierda). Perfil postural del gorila y del Horno Sapiens (a la derecha).
La expansión del cerebro representa una liberación postural específica, es
decir, la osteología tiene una relación recíproca con la neurología. A la libe-
ración anatómica le sigue una liberación del cerebro.
108
ellas como aspectos morfológicos exteriores. En el plano inte-
rior, vamos a referir el alargamiento del asa del esfenoide, el
surgimiento del lacrimal y del etnoide. Libre de obstáculos
óseos, el cerebro puede conquistar el máximo espacio posible,
originando una expansión en abanico, que arrastró anterior-
mente al lóbulo frontal y posteriormente al lóbulo occipital,
permitiendo el alargamiento del área asociativa parietotempo-
ral de donde emergió el propio lenguaje, según Lennenberg y
Geschwind (área asociativa de las áreas asociativas de Pil-
beam).
Para tener una noción del grado de expansión cerebral que
se dío entre los primates y el Hombre, baste referir que el
volumen medio del cerebro humano está calculado en 1.400
cm3, mientras que el del gorila es sólo de 400.
Conviene, por tanto, recordar a Pilbeam, cuando nos dice
que la expansión del cerebro humano no fue acompañada en el
número de células nerviosas, afirmando que existen apenas un
25 por 100 más de células nerviosas en el Hombre en compara-
ción al chimpancé.
Pero, siguiendo tomando como referencia a Pilbeam, es
importante decir que las neuronas humanas son mayores, más
complejas, con alargamientos más extensos y con una densidad
celular inferior a los póngidos, no olvidando el aumento del
número de neuronas en el cerebro humano. Sin embargo, la
gran diferencia entre el cerebro humano y el cerebro de los
primates o el de los monos no es un problema de cantidad de
neuronas o de volumen, sino básicamente de organización
interna, en las interrelaciones entre las diversas áreas, en la
eficiencia bioquímica y neuroendocrina y en las multiconexio-
nes entre las diversas unidades funcionales. El resultado de la
filogénesis de la motricidad no es la expansión del cerebro, sino,
su reestructuración.
La filogénesis del cerebro debe ser comprendida únicamente
dentro de esta constelación de revoluciones morfofuncionales,
pues sólo así podemos postular que las transformaciones son
resultantes de la antropogénesis, que comprende tres adquisi-
ciones de gran importancia; aprendizaje (la mayoría de los
comportamientos hominidos son aprendidos), fabricación de
instrumentos y lenguaje.
Cualquiera de estos aspectos se reflejan en la expansión
«organizada» del cerebro, y todos ellos tienen en común un
109
LÓBULO
PARIETAL
• Integración somatn-
sensorial
• Somatognosia
LÓBULO • Espacio vivido Espacio
FRONTAL representado
• Autotopognosia
• Estructuración
espacio-temporal • Discriminación tactilo-
• Praxia quinestésica
• Lenguaje • Gnosia tactil
• Planificación de las
acciones y del lenguaje
• Juicio social
• Control y regulación
exteroceptiva
LÓBULO
OCCIPITAL
• Integración visual
• Figura-fondo
• Constancia de la forma
CEREBELO
• Coordinación de
LÓBULO movimientos automáticos
TEMPORAL y voluntarios
TRONCO
• Integración auditiva CEREBRAL
• Discriminación y
secuencia de sonidos • Atención
• Vigilancia
• Secuencia de ritmos
• Integración
neurosensorial
• Integración tónica
110
proceso neurológico que las explica, o sea, la secuenciación
significativa de las acciones que los justifican.
Ya sea el aprendizaje simbólico y no simbólico, ya sea el
lenguaje verbal y no verbal, ya la fabricación de instrumentos
simples o utilitarios, todos exigen que en el cerebro se organi-
cen y se planifiquen las acciones en el espacio y en el tiempo,
pues sólo así las mismas obtienen resultados, satisfacen necesi-
dades y alcanzan determinados fines.
Las acciones y las conductas se. suceden dentro de una
secuencia ordenada y previamente planificada y programada.
El aprendizaje, entendido como cambio estable y permanen-
te del comportamiento, adquirido a través de la experiencia,
pone siempre en juego una complicada red neuronal, asegurada
por una cadena sináptica, dependiente a su vez, de una activa-
ción bioquímica más eficiente.
Para que se observe el aprendizaje es necesario que se
establezca una conexión entre estímulos (o situación) y respues-
tas (o acción-conducta) de la cual resulta la percepción, sólo
posible por la capacidad selectiva de la atención, o sea, la
concentración en estímulos sensoriales relevantes, eliminando o
inhibiendo los sentidos irrelevantes.
Las posibilidades del cerebro humano de aprender muchas
cosas dependen de la eliminación de sensaciones o vías neu-
rológicas inútiles y parásitas. La actividad de las «extraneu-
ronas» puede complicar las asociaciones «intraneuronas» que
comprenden el aprendizaje, a no ser que tal actividad sea
inhibida, regulada y controlada. Esta función selectiva, refinada
e inhibitoria es la sombra de la experiencia en el medio,
exactamente la consciencia de la acción.
CELU.1.AS ASOCIATIVAS
4
INFORMACION TRANSFORMACION
FORMACION 1
CÉLULAS CELULAS
RECEPTORAS EFECTORAS
(motoras)
RETROACCION REGULADORA
111
La experiencia cognitiva del ser humano es, pues, el resulta-
do de una jerarquía de aprendizajes. Ella pone en juego redes
neuronales (network of cells assemblies), que reciben; conser-
van, combinan, asocian y controlan la información.
Todo este complejo de acciones corticales señala la madura-
ción cerebral (formación), que por inhibición regulan, por
referencia, las conductas, es decir, las acciones voluntarias
conscientes (transformación). En el Hombre, el cerebro antes de
ser instrumento de acción (transformación), tiene que ser un
instrumento dé preparación (información-formación).
El nacimiento del pensamiento reflexivo representa exacta-
mente, según Sokolov y Anok hine, la relación entre la mano
(aspecto motor) y el cerebro (aspecto psíquico) a través de la
exploración y de la ob-servación visual.
La reflexión es la consciencia de la acción retardada, según
Piveteau, de ahí que sea posible al primate, a niveles rudimenta-
rios, y al Hombre a niveles más complejos la anticipación de la
acción, que exige una imagen, que sustenta a nivel cerebral el
proyecto (tácticas y estrategias) de la acción que se prolongará
a través de la mano.
1 12
naciones cerebrales, que postulan un conjunto de operaciones
practo-gnósicas, que no son más que el diálogo entre la acción
y la consciencia, entre la mano y el cerebro. Interacción conce-
bida como punto de partida para la edificación del pensamien-
to conceptual.
De la misma manera que la acción, el lenguaje es 'un sistema
secuencial significativo característico de la especie (Chomsk y y
Lenneberg) que comprende una ordenación y relación de
elementos vocales que en sí, le dan significado. Si alternamos la
secuencia de las letras en una palabra, ya sea hablada o escrita,
alteramos su significado (mano en lugar de mona, etc.). El
lenguaje no es más que un sistema de combinaciones y antes
que eso un sistema de relaciones que tiene su origen en la
sociedad. Es la relación de los elementos fonéticos que en
conjunto dan significado a la palabra. Esta, según Vygotski, no
es un sonido cualquiera, sino una secuencia de sonidos que le
confiere el significado construido a partir de la tendencia
Arca de Broca
(output)
Area auditiva Area visual
(imput)
_ Area de Wernicke Habla
(comprensión) (Traducción)
113
gregaria del hombre. No se trata de un sonido o conjunto de
sonidos arbitrarios o vacíos. El significado de las palabras es su
componente indispensable, y ese componente es básicamente
una secuencia fonética ordenada, reestructurada y codificada
socialmente. Como dice Chomsky la competencia lingüística
significa una capacidad de aplicación de reglas y ésta vuelve a
ser una secuencia significativa de unidades ordenadas sistemáti-
camente.
Independientemente de no subsistir datos paleontólogicos
del lenguaje, conviene anotar que el lenguaje articulado es
posible por cinco razones biológicas fundamentales como dice
Lenneberg:
1.a Reducción de la dentición;
2.' Disminución de los caninos;
3.a Acortamiento e hipermobilidad de la lengua;
4.' Aumento del espacio bucal vibratorio;
5.' Un cuarto de la superficie cortical que representa el
cuerpo está ocupada por las neuronas que controlan la
lengua, los labios y la faringe.
Como acabamos de ver el lenguaje es dependiente de las
asociaciones funcionales de varias áreas del cerebro, que se
ligan a través de equivalentes interneuro-sensoriales (Mykle-
bust). La simple numeración de objetos comprende la ligazón y
la asociación entre la experiencia (visual y quinestésica) y la
expresión verbal, sólo posible después de una recepción auditi-
va.
El lenguaje es un producto del cerebro y de la organización
social, que permite además de otras adquisiciones, generalizar y
comprender códigos lingüísticos jerarquizados.
Sin embargo, todos estos comportamientos rudimenta-
rios, son experimentados por los primates, portadores ya de
musculatura facial expresiva, como prueban las experiencias de
Hayes (1955) y de Gardners (1969), demostrando que estos
animales ya poseían adquisiciones organizadas en una secuen-
cia significativa.
El lenguaje, antes de ser un producto del cerebro, es un
corolario de la motricidad o de la experiencia social y coopera-
tiva, en la medida en que la secuenciación significativa de las
acciones ya está contenida en la motricidad del primate y del
homínido. La caza, por ejemplo, es una manifestación de la
114
GRUPOS
FOSILE S
EVOLUCIÓN ANTROPOLÓGICA DEL LENGUAJE
UTILIZACION ESTADIOS DEL
PENSAMIENTO EXPRESION
DE OBJETOS ORAL LENGUAJE
115
Fig. 54. El neocortex de Hombre (parte externa) y el macaco (parte in-
terna). Las regiones primarias se expanden y conquistan regiones asociati-
vas fundamentales a la producción del trabajo (motricidad ideacional) y al
lenguaje (instrumento del pensamiento).
PROCESO PSICONEUROLOGICO
DA
LINGUAGEM
j
Procesos Procesos
Sensoriales Procesos Neurológicos Psicológicos
I
116
Destacamos estos aspectos aquí, en la medida en que el
trabajo (actividad en colaboración) como forma de control de
lo real, transformó el macaco en Hombre, ya que sólo mediante
él, el hombre podría mantenerse vivo.
El trabajo, y la consecuente fabricación de instrumentos,
necesarios para la caza, por ejemplo, únicamente puede ser
explicado a niveles de supervivencia (nutrición), razón por la
que la organización social y. el lenguaje nacen de él.
El trabajo, gran constructor de la consciencia humana,
desencadena las funciones extrabiológicas y culturales: de la
caza, del lenguaje, de la fabricación de instrumentos, de la
división del trabajo entre los sexos, del dominio del fuego, de la
cooperación, de la formación de la familia, del dominio de la
alimentación, de las primeras relaciones con la tierra (agricultu-
ra), de la domesticación de los animales, de la fijación de la
territorialidad, de las prohibiciones del incesto, de las reglas
exogámicas, de la sistematización de las conductas, de la
conservación, del almacenamiento de los productos extraídos
del trabajo y de la experiencia.
En resumen, el trabajo genera cultura, razón material
predominante de la expansión cerebral, con todas sus ilimita-
das capacidades y actitudes biológicas, dependientes natural y
dialécticamente de una organización social cada vez más com-
pleja.
El comportamiento social significa el último escalón de la
inteligencia humana, resultante de bases biológicas que a nivel
filogenético se fueron diferenciando a partir de la experiencia en
el medio (motricidad).
Encontramos aquí, en síntesis, la armonía dialéctica entre
los factores biológicos y sociales. De hecho es inconcebible e
impracticable separar lo uno de lo otro.
Llegamos, finalmente, al último aspecto del antropomorfis-
mo, y, así, damos por concluido el análisis de la filogénesis de la
motricidad.
117
NECESIDADES TRABAJO — FABRICACION DE
INSTRUMENTOS
• Nutrición
• Conservación
• Reproducción
1
UTILIZACION
DE LA TECNICA
TRANSMISION
DE LA TECNICA
1
RETENCION
DE LA TECNICA
TRANSFORMACION
DE LA NATURALEZA
ACCION PENSAMIENTO
EXPRESION EXPRESION
MANUAL FACIAL
/
PROPIOCEPTIVIDAD SENTIDO
TACTILO
AUDICION VISION
CORTEX
ASOCIATIVO
118
ral de la tendencia de los primates de no tener más de un
descendiente por cada parto.
Este «simple» hecho biológico dio origen a consecuencias
de orden evolutivo muy profundas. Puesto que no existe una
gravidez múltiple, los embriones no necesitan «competir» selec-
tivamente, y por medio de este hecho la lentitud de maduración
intra-uterina y extra-uterina pone en cuestión la protección
maternal como dispositivo de supervivencia.
El proceso de maduración del primate y del hombre es lento
y dependiente, lo que origina la protección y el entorno mater-
no, base biológica de la organización social de los primates y
del Hombre.
Con un proceso de maduración tan prolongado, se dan dos
fenómenos biosociales muy importantes: el aprendizaje y la
socialización. La protección de las crías y su educación son la
razón de ser de un determinado núcleo o grupo de primates y
de homínidos, estando en causa la continuidad del lenguaje.
El núcleo familiar con un adulto macho y un adulto hembra
en un «casamiento formal» (De Vore) caracterizan la organiza-
ción social de los primates, principalmente cuando la actividad
exclusiva es la caza. Desde el babuino a los gorilas y hasta el
hombre, la estabilidad temporal de las relaciones entre macho-
hembra y hembra-crías es una constante en todos los primates
y en el hombre, aunque la relatividad cultural del problema
debe tenerse en cuenta.
La relación madre-hijo, entre los primates, es la más durade-
ra en el reino animal, de ahí la importancia del período de
aprendizaje y de preparación para la vida adulta, que materiali-
za el proceso de socialización, caracterizado por el juego y por
la imitación, comportamientos indispensables para la prepara-
ción y apropiación de las adquisiciones manifestadas por los
adultos del grupo, que tienden a ser facilitadas por aprobación
y refuerzo social.
Es dentro de estas condiciones donde se opera la «filogéne-
sis de la socialización», donde se forjan los comportamientos
cooperativos, el rechazo de los comportamientos agresivos
arbitrarios v esporádicos, la sustentación de la motivación, el
desarrollo de los lazos afectivos, la utilización y la fabricación
de objetos y la apropiación del lenguaje materno.
Efectivamente, el comportamiento cooperativo y la organi-
zación social consiguiente de la sociedad que vive de la caza
119
hunting societ v) originan la separación de las funciones sexua-
les entre los cazadores y los almacenadores, y la aparición de
reglas de casamiento exogámico, las diferentes dimensiones re-
ligiosas, la relación social y económica entre diferentes bandos,
etcétera, es decir, el reconocimiento de una relación histórico-
social, donde los fenómenos de comunicación y responsabi-
lidad social y el desarrollo tecnológico asumen un papel rele-
vante.
La experiencia acumulada y la transmisión de valores
culturales. van a explicar, por un lado, la importancia del
trabajo, y, por otro, el papel relevante del lenguaje, que como
vimos antes, depende estructuralmente de la filogénesis de la
motricidad.
TRABAJO
ESTIMACION
ORIENTACION
OBSERVACION
120
El desarrollo cerebral pasa por funciones que tienen que ser
puestas en juego mediante el trabajo: generalización, abstrac-
ción, deducción, memorización, orientación y planificación, al
mismo tiempo que promueve el desarrollo de los órganos de los
sentidos: visual, auditivo y táctilo-quinestésico.
Es fácil observar que el trabajo es la finalidad del aprendiza-
je, y de la socialización, y, por consiguiente, la fuente de toda la
riqueza grupal. Representa el nivel más elevado de liberación
alcanzado por lo biológico permitiendo la transformación de lo
real y de lo social.
La dependencia biológica del trabajo, en cuanto a la filogé-
nesis de la motricidad (principalmente la liberación de la mano
y las condiciones de reproducción) y la dependencia social del
trabajo se combinan en una dialéctica inacabada que, en
síntesis, explica la Cultura y la Civilización.
La mano, como órgano de trabajo, y de la misma forma que
su producto, adquiere funciones de apropiación y de control de
la realidad. La mano, al enriquecerse con un diferenciado
sistema táctilo-quinestésico, a la que corresponde, en espejo,
una compleja área de asociación cerebral interneurosensorial,
alcanza el más alto perfeccionamiento práctico y la más exacta
instrumentalidad de expresión, como se verifica en el arte y en
la creación científica.
Sólo a través de la producción de valores y de instrumentos
se puede comprender la existencia de mercado y las primeras
formas de utilización y de cambio, condición indispensable
' para la expansión de la cultura y para el desarrollo y progreso
de los pueblos como nos explicaron M. Mauss y Levy Strauss.
El descubrimiento del hombre como ser trabajador es uno
de los más grandes acontecimientos del pensamiento contem-
poráneo. El trabajo es la fuente de relaciones sociales, económi-
cas y culturales, es el medio indispensable por el que el hombre
lucha contra la realidad de la naturaleza. Es mediante el trabajo
como se organizan las relaciones Hombre-Hombre (aspecto
social) y Hombre-Naturaleza (aspecto biológico).
Como asegura Marx, el trabajo contiene el sentido material
de las relaciones humanas. Tal relación, nacida precisamente de
la función práxica (la función transformadora de la filogénesis
de la motricidad) y la función constructora, es inerente al
propio Hombre. Esa función explica fundamentalmente toda
su evolución socio-histórica. Sólo el trabajo une al Hombre a
121
su entorno natural, donde la resistencia de éste es un recurso
para aquél.
El Hombre alcanzó el nivel más alto de la filogénesis de la
motricidad, es decir, la capacidad de construir un instrumento
socialmente útil. El instrumento como producto de una cons-
ciencia, refleja no sólo un tipo especial de organización social,
sino también el propio despertar de la palabra.
El Hombre no se contenta con adaptarse al medio, lo
transforma y se transforma. Transforma la Naturaleza y trans-
forma su naturaleza. El trabajo es la producción del Hombre y
de sus representaciones. Del acto al pensamiento, del gesto a la
palabra, se interpone el trabajo, es decir, la producción de
instrumentos y de valores, por medio de la cual, el Hombre
traspasa sus límites biológicos y alcanza dominios extrabiológi-
cos: religión, danza, moral, justicia, arte, ciencia, etc., en una
palabra, la Cultura, que, por definición, es imposible sin una
liberación biológica que la precedió.
La gran dicotomía entre el instinto y el aprendizaje y entre
el fenotipo y el genotipo ya no se justifica. Todos los comporta-
mientos incluso los más básicos independientemente de ser
determinados genéticamente, requieren grandes períodos de
aprendizaje.
Los fundamentos generales de la ciencia del Hombre no
pueden oponer la filogénesis de la motricidad, a la on-
togénesis de la motricidad, lo biológico a lo sociológico, en
la medida en que lo social está inscrito en lo biológico.
De aqui, la necesidad de comprender al ser humano, en su
evolución, como un animal vertebrado, mamífero placentario,
resultado de la evolución de los primates. Portador de un
extraordinario desarrollo cerebral, condicionado por la filogé-
nesis de la motricidad, pero sin especializaciones biológicas
(generaliza las especializaciones de otros animales). El Hombre
fue capaz de concebir y fabricar instrumentos, disponer de una
marcha bípeda y comunicarse con sus semejantes por medio de
la lengua articulada.
El Hombre es el resultado de una totalidad biosocial, es
decir, el corolario de una totalidad filogenética y ontogenética.
Este estudio, intencionadamente inacabado, contiene inda-
gaciones poco profundas en el plano interdisciplinar. Siendo
consciente de sus límites científicos, intentó combatir el tradi-
cional reduccionismo abusivo, que tiende a separar las diversas
122
FACTORES BIOLOGICOS
(Filogénesis de la Motricidad)
POSICION FABRICACION
ERGUIDA DE INSTRUMENTOS
t
MANO LENGUAJE PENSAMIENTO
SOCIEDAD
REALIZACION DE
OPERACIONES
MERCADO
FAMILIA
SOBRENATURAL 1 1 CASAMIENTO
RELIGION
SOCIALIZACION
CULTURA
TRABAJO 'DOMINIO DE
LAS CAUSAS
TRANSFORMACION
DE LA NATURALEZA
FACTORES EXTRABIOLOGICOS
(Ontogenesis de la Motricidad)
123
HOMINIZACION HOMINIZACION
DEL CUERPO DEL ESPIRITU
HOMINIZACION
SOMATICA 1
...------- \ '-----,
POSTURA CEFALIZACION • CORTICALIZACION
BIPEDA
REDUCCION Y
• HIPERTROFIA CEREBRAL
CONTINUIDAD DE
LA DENTADURA
• EXPANSION DE LAS AREAS
ALTERACIONES 1 ASOCIATIVAS
CRANEANAS
• REFLEXION DE LA ACCION
• PIE DE SUSTENTACION
• REPRESENTACION
• LIBERACION DE LA MANO SENSORIAL DE LO REAL
De la acción a la consciencia
De lo biológico a lo social
HOMIN ZACION
CULTURAL
r
LIBERACION LENGUAJE ORGANIZACION
DE LA ARTICULADO SOCIAL
MANO PARA
EL TRABAJO
124
ramas del conocimiento y a impedir el estudio del ser humano
en aquello que él es, tanto en su esencia como en su evolución.
Ha de quedar claro, que un estudio sobre el desarrollo del
niño, no puede quedar separado de un estudio antropológico
del ser humano como totalidad biosicosocial.
Esta perspectiva integrada en el desarrollo humano es aún
demasiado rara, para de ella recoger aquí datos concretos y
significativos. Deseamos, no obstante, desafiarla, lanzando en
este trabajo algunas ideas y reflexiones, pretendiendo defender
un principio evolutivo fundamental: la motricidad no es sino el
cimiento común y original de donde emerge lc1 filogénesis y la
ontogénesis cerebral.
MOTRICIDAD
POSICION ERGUIDA
MARCHA BIPEDA
LIBERACION DE LA MANO
ESPECIALIZACION DEL PIE
t
REDUCGION
DEL CRANEO DISMINUCION
DISMINUCION
DENTARIO DEL PROGNATISMO
DE LOS CANINOS
EXPANSION DEL
CRANEO CEREBRAL
INTELIGENCIA
125
RESUMEN DE LAS CARACTERISTICAS
ADAPTAT1VAS ENTRE LOS PRIMATES Y EL HOMBRE
VARIABLES
PRIMATES HOMBRE
OSTEOLOGICAS
MIEMBRO MS MI MS MI
SUPERIOR Alargado Reducido
Braquiación Prensión
Flexores Trabajo
Supinación 180 Supinación 180
RESPONSABILIDAD
Hembra Macho
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134
(IN) CONCLUSION
135
modificaciones morfológicas, liberaciones anatómicas y adqui-
siciones funcionales, que se verifican en todos los organismos
vivos. Se trata de una «fuerza motora» de la evolución, que
acumulando y arrancando modificaciones morfológicas a lo
largo de generaciones, van a originar procesos evolutivos,
teniendo por base las transformaciones genéticas susceptibles
de transmisión a los futuros descendientes.
Los peces se arrastraron por la tierra firme; los reptiles se
extendieron por otros espacios, incluyendo el espacio aéreo; los
mamíferos se desarrollaron en diversos ambientes, incluyendo
los árboles; los primates se volvieron aptos para evaluar
distancias y para coordinar movimientos complejos; los homi-
nidos se hicieron gregarios, ingeniosos, inventivos y comunica-
tivos una vez dominadas las adquisiciones antigravíticas de la
postura erguida. Sin embargo, con significativas omisiones
obviamente inevitables, mi estudio pretendió, fundamental-
mente, proporcionar algunas aportaciones para la percepción
de la continuidad de la Naturaleza.
Es imposible condensar 3.000 millones de años de la Histo-
ria Natural en una obra que apenas procura cimentar a niveles
antropológicos, una cierta perspectiva filogenética de la motri-
cidad y del desarrollo humano.
El hombre es un elemento del «puzzle» coherente y total, de
la manifestación de la vida en nuestro planeta. Una cierta
genética de la casualidad, un mecanismo de conservaciones y
transformaciones, mutaciones aleatorias, innumerables modifi-
caciones evolutivas, una dialéctica genético morfológica y las
complejas interacciones organismo-medio, promoverán el sen-
tido activo y dinámico de la evolución.
En el animal, la autolocomoción, o más bien, la motricidad
aliada a una fecundación intrasomática y a un sistema nervioso
plástico permitirán la construcción de comportamientos cada
vez más complejos, hasta alcanzar la especie humana.
Al comportamiento, como acción ejercida sobre el medio se
debe la Evolución. La Evolución es una acción. Una acción de
la evolución y una evolución de la acción. Fue dentro de esta
dialéctica, constantemente renovada en nuevos «refuerzos com-
pletivos» (Piaget), como el cerebro se modifica y estructura en
base a combinaciones de comportamientos elementales y de
comportamientos complejos.
El comportamiento como motricidad adaptativa, exige la
136
información detallada del medio. Sin esta información, la
acción no se ajusta a sus circunstancias. La motricidad en el
plano evolutivo, es una acción finalizada en el medio, es una
acción con objetivos interiores y exteriores. De aquí son resul-
tantes progresivas liberaciones anatómicas que se registran
desde el pez al Hombre, liberaciones generadoras de modifica-
ciones funcionales operadas en el sistema nervioso.
Es decir, las acciones (comportamientos) generan nuevas
liberaciones anatómicas, nuevas organogénesis, nuevos siste-
mogénesis y nuevos cerebros.
De la bacteria al hombre sobresale un denominador común,
la auto-iniciación del movimiento. Los desplazamientos acti-
vos, o sea, los desplazamientos de un cuerpo en el espacio,
implican sistemas de acción dirigidos y controlados, sistemas
que apuntan en cada animal a superarse a sí mismo sin cesar,
asegurando de esa forma el principal mecanismo motor de la
evolución. Hay, por tanto, una lógica en la motricidad animal,
y, consiguientemente, una lógica de los órganos y una lógica de
la Evolución.
La motricidad animal contiene en sí una lógica y una •
historia. La imprescindibilidad de la motricidad en la conserva-
ción de las especies es obvia, puesto que la nutrición de aquellos
es sólo posible con una disposición para la acción inherente a
todos los animales.
La motricidad como intentamos ver, es un sistema regula-
dor mejorado en el transcurso de la filogénesis, en la medida en
que materializa la transformación de estructuras anatómicas y
de estructuras funcionales. Cuanto más compleja es la motrici-
dad, más complejo es el mecanismo que la planifica, regula,
elabora y ejecuta. La motricidad conduce a esquemas de acción
sensorio motores, a su vez transformados en patrones de
comportamiento cada vez más versátiles.
La filogénesis de la motricidad es una secuencia de motrici-
dades constructivas.
El cerebro de cada animal es el espejo de su motricidad, de
su acción sobre el medio. Cada animal tiene un cerebro y una
motricidad concomitantes. Motricidad simple combinada con
motricidad compleja, genera nuevos programas y supraprogra-
mas de realización sucesiva sobre el medio. La motricidad
refleja, a niveles de acción, los productos y los procesos funcio-
nales creadores de nuevas acciones sobre acciones anteriores.
137
En términos piagetianos, el comportamiento refleja las
acciones de carácter teleonómico, intentando utilizar o trans-
formar el medio, o incluso modificar la situación del organismo
en relación a él mismo.
Consiguientemente, la motricidad comprende sistemas de
acción que permiten otra exploración y ensanchamiento del
medio, implicando además el crecimiento de los poderes del
organismo, factores mobilizadores de la memoria funcional y
del progreso del comportamiento, como reflejo de una organi-
zación perfeccionada que va del protozoario al primate y de
éste al Hombte.
La filogénesis de la motricidad nos provee de los datos
necesarios para comprender cómo ella implicó liberaciones
anatómicas, que a su vez introdujeron liberaciones cerebrales.
Las respuestas rápidas y modificaciones bruscas producidas
por la motricidad generan orientaciones más complejas y
observaciones del entorno mejor dirigidas y controladas, rela-
ciones que estuvieron en la base de la jerarquía de la super-
vivencia, o sea de las relaciones entre predadores y presas.
El desarrollo de la motricidad es semejante al desarrollo
de los sentidos en todos los animales vertebrados. Se trata de
un postulado de la filogénesis de la motricidad. El desarrollo de
los sentidos a distancia —teleceptor—, y de los sentidos pró-
ximos —propioceptor— está íntimamente asociado a la ex-
pansión de los hemisferios y a la organización del cerebro.
Tales implicaciones dependen además, de diferentes grados de
especialización adaptativa a diferentes medios.
Como he tratado de fundamentar, en el cerebro de los
animales, están más representados los segmentos corporales
que tienen mayor número de complejidad de relaciones e
interrelaciones con el medio. La boca de los herbívoros, la pata
en algunos carnívoros y la mano en los primates, son, efectiva-
mente, las estructuras de motricidad que mayor número de
neuronas reguladoras mantienen en el cortex de aquellos
animales. Cuanto más disociada fuera la motricidad de las
extremidades, más compleja es también la reorganización de
los circuitos nerviosos correspondientes.
De la simetría radial de los primeros invertebrados a la
simetría bilateral de los primeros vertebrados no se verifica
apenas una mayor elaboración esquelética, se verifica, en con-
138
vergencia una mayor diferenciación de conductas y de acciones
sobre el medio.
Del sedentarismo al nomadismo no se dan sólo transforma-
ciones morfoesqueléticas, sino transformaciones cerebrales y
comportamentales. Los movimientos representan conductas, y
éstas representan la coordinación de órganos, y, consecuente-
mente el resurgimiento de nuevas actividades nerviosas.
En suma, la motricidad tiene progresos solidarios con la
corticalidad.
La motricidad exige miembros articulados, éstos exigen
músculos, y a su vez los musculos para ser inervados necesitan
neuronas, neuronas que obviamente consustancian una cierta
estructura y organización del sistema nervioso.
El progreso de los comportamientos a nivel filogenético es
sinónimo del progreso de la motricidad, ya sea en el animal ya
en el Hombre, como veremos en otro volumen dedicado a la
ontogénesis de la motricidad.
Los desplazamientos en el medio, es decir, la motricidad,
conducen a una secuencia y a una jerarquía de perfecciona-
mientos neurológicos y morfológicos. Primero los morfológi-
cos, después los neurológicos, siempre en una inter-relación
dialéctica y plástica.
En las diversas etapas de la filogénesis de la motricidad la
gravedad va siendo continuamente vencida. Después de su
equilibrio en el agua a través de la propulsión y desde que los
peces levantaron la cabeza de las aguas, la gravedad dejó de
constituir un obstáculo y un problema a la motricidad. La
superación de la gravedad se impuso a los reptiles y progresiva-
mente a los cuadrúpedos, incluso es desafiada permanentemen-
te con la vida arbórea. En los árboles, el dominio de la
gravedad representa una cuestión de vida o muerte.
La adaptación arbórea representa una gran etapa de la
filogénesis de la motricidad. Para Piaget, no hay equivalente
biológico en cuanto al mundo vegetal que se aproxime a las
tendencias adaptativas provocadas por la motricidad arbórea.
Desde la especialización prensiva de las extremidades de los
miembros, al desarrollo de receptores táctilo-quinestésicos,
pasando por la visión estereoscópica (relación entre el espacio
óptico-exterior y espacio quinestésico-interior), la integración
intra e intersensorial, la hipertrofia hemisférica, hasta el alarga-
miento del cerebro y el perfeccionamiento de los sistemas de
139
organización motora (piramidal-ideocinético y extrapiramidal
teleocinético), prácticamente todo se debió a la motricidad.
No es por casualidad que el cerebro de los primates y del
hombre registra el mayor número de conexiones entre los
centros del comando motor y el sistema de detectores del
movimiento de la visión. La coordinación de la información
dada por tantas fuentes dinámicas confiere al cerebro nuevas
facultades de control y de regulación motora, que serán la clave
del éxito para nuevos aprendizajes.
Por la motricidad manipulativa, exploratoria, inventiva y
constructiva, el Hombre, humanizando, es decir, socializando el
movimiento, adquirió el conocimiento.
La unidad dialéctica de la acción sobre el medio y sobre los
objetos promovió la interiorización de los mismos y simultá-
neamente su manipulación y transformación simbólica.
La motricidad es por consiguiente un producto de la
filogénesis. Cualquier movimiento conductal surge como una
respuesta a una situación que se ha de resolver ya sea conse-
cuencia de condiciones exteriores (huida, persecución, etc.) o de
condiciones interiores (sed, hambre, etc.). Para cada una de esas
situaciones existen un determinado número de finalidades e
iniciativas que van a requerir una motricidad de la experiencia
anterior (presente) y una motricidad programadora de la ac-
ción que se va a desarrollar (futuro). Diversos procesos de
inhibición y de facilitación habrán de operarse en el cerebro
para que la motricidad aparezca autorregulada y adaptada a
las circunstancias.
Pero ante la situación exterior, en cualquier animal, y
también en el Hombre, el cerebro, mucho antes de decidir el
programa motor de» conducta, tendrá que resolver varias
cuestiones: cuándo debe iniciar el movimiento, cuál es la
velocidád de ejecución del mismo, cuál la postura o posturas
más adecuadas a la situación, etc. La situación exterior exige un
cierto tipo de motricidad que tendrá que ser comparada con la
motricidad realmente conseguida. Mediante éstas síntesis de
conducta la motricidad se fue complicando y simplificando a
través de la filogénesis.
La motricidad inteligente del «Horno Sapiens» es realizada
como una conducta y es determinada directa e indirectamente
por la situación exterior como un todo.
140
La acción y coordinación de las acciones, es decir, el propio
aprendizaje humano, se basa en éste proceso.
La motricidad animal y humana constituye una síntesis
cerebral, puesto que resume en sí, un conjunto de acontecimien-
tos neurológicos que la orientan, regulan y coordinan. Acciones
e «intenciones» se aglutinan de una forma particular y armóni-
ca en todas las especies hasta llegar al Hombre.
141
animal (filogénesis) más comprendemos la motricidad humana.
Intenté defender que aquélla no puede quedar reducida a una
serie de explicaciones mecánicas o automáticas. La motricidad,
es de hecho, el producto de procesos evolutivos de la filogéne-
sis.
Traté de reflexionar sobre la motricidad mediante un abor-
daje bioantropológico. Motricidad como parte vital del sistema
que hizo y hace al ser humano. Desde mi punto de vista, apenas
contribuí a dar una visión aproximada sobre los orígenes del
hombre, sin tener la veleidad o la tentación de la verdad
absoluta, que jamás alcanzaré.
Las especies caminan en dirección a un perfeccionamiento
continuo de estructuras y de conductas, que son el soporte de la
motricidad, y ésta a su vez, el soporte de la Evolución, tanto
filogenética como ontogenéticamente.
Procuré adentrarme en este pequeño estudio bioantropoló-
gico de la filogénesis de la motricidad y espero avanzar ahora
completándolo con la ontogénesis de ta motricidad a través de
un abordaje psicobiológico. No quiero separarles puesto que
subsiste en ellos una unidad indivisible. La separación entre los
dos estudios obedece a necesidades de publicación y no a una
compartimentación conceptual.
El volumen siguiente quiere trazar un puente de unión entre
la filogénesis y la ontogénesis de la motricidad como concepcio-
nes complementarias del desarrollo humano.
Una vez realizado este aviso necesario, en esta (in) conclu-
sión del primer volumen, que no es más que una introducción
al segundo, voy a presentar un sumario de lo que intentaré
abordar. Sin esta advertencia no se puede alcanzar la unidad
pretendida y conseguida entre los dos volúmenes, es decir, de la
filogénesis y de la ontogénesis de la motricidad humana.
En el segundo volumen recorremos la embriología que en sí
mismo fundamenta la ontogénesis pre-natal y post-natal, anali-
zando la reflexogénesis y la pre-sistemogénesis, axiomas funda-
mentales de las conductas del recién nacido. Posteriormente
reflexionamos sobre la motricidad y su importancia en el
desarrollo psicobiológico del niño complementado con un
estudio del comportamiento humano. La génesis del psiquismo
con base en la motricidad y en la tonicidad comprenderá otro
enfoque del próximo volumen, además del estudio neurobioló-
gico de la función tónica en el control de la postura bípeda y en
142
la planificación y ejecución de los movimientos ideaccionales.
Culmino con un estudio del desarrollo postura! y del desarrollo
de la prensión, más diferenciado con la ayuda de una decena de
Escalas del Desarrollo que sistematizan y materializan pedagó-
gicamente la ontogénesis de la motricidad humana.
En esta parte de cariz práctico-pedagógico presento escalas
de desarrollo de variables motoras, sensorio-motoras, percepti-
vo-motoras, y psicomotoras, de aplicación clínico-pedagógica y
no necesariamente psicométrica, de interés para la educación
general y especial e igualmente para la enseñanza pre-escolar,
puesto que pretende cubrir la evolución que comprende desde
el nacimiento a los cinco años.
Con el segundo volumen completamos la perspectiva que
emprendimos desde el principio, es decir, presentar una dimen-
sión del desarrollo humano donde la filogénesis no se oponga a
la ontogénesis, o mejor dicho, donde el dearrollo del niño
representa la recapitulación acelerada de la Evolución.
Pretender demostrar que la metamorfosis del niño es el
espejo de la historia natural del Hombre, fue el propósito que
quise concretar a lo largo de los dos volúmenes.
Así como no es posible comprender al Hombre y a- su
sociedad sin tener en cuenta su evolución, tampoco es posible
separar en el niño su ser biológico y su ser social, o más bien, su
motricidad de su psicomotricidad. La sincronización adaptati-
va entre la filógesis y la ontogénesis convierten al estudio del
desarrollo humano en una historia dentro de otra historia.
Consciente de las limitaciones de ambos estudios dejo aquí
un mensaje inconcluso que apuesta por la unidad de la vida, la
unidad del Hombre y la unidad de su motricidad en evolución.
143
FILOGÉNESIS
MOTIliCa IDAD
VÍTOR DA FONSECA
En un estudio integral de las perspectivas bioantropológica y
biosicológica del Desarrollo Humano, el Autor intenta contri-
buir a la comprensión del primer proceso humano del apren-
dizaje, es decir, la motricidad. Por la importancia que ésta
asume en la estructuración, organización y regulación del
lenguaje humano, permite comprender la razón. de ser de la
evolución desde el gesto a la palabra, del acto al pensamien-
to y del acto reflejo a la actividad de reflexión.
La obra aparece dividida en dos volúmenes. En este primero,
partiendo de la Antropología Biológica y con la contribución
de la Genética se hace el estudio de la filogénesis de la
motricidad, en una disgresión que nos lleva desde la Evolu-
ción pre-orgánica y orgánica a la motricidad de los animales
y las adaptaciones hominidas.
El segundo estará dedicado a la ontogénesis de la motrici-
dad. En los dos volúmenes se intenta defender la idea de que
el Desarrollo del Niño (ontogénesis) recapitula, acelerada y
cualitativamente, el Desarrollo de la Especie Humana (filogé-
nesis). Desde esta perspectiva, se podrá decir, con palabras
del Autor, que «los niños son a niveles antropológicos e
históricos, los verdaderos padres de los adultos».
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