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AbogadoSDQ

ESTUDIOS LEGALES Edición especial


Agosto 2020

SOBRE REFERIMIENTO Santo Domingo,


República Dominicana

Compilación de escritos elaborados por Enmanuel Rosario


Estevez y Francisco Álvarez Martínez publicados en
www.abogadosdq.com en el periodo 2019-2020.
ESTUDIOS LEGALES
SOBRE REFERIMIENTO
Compilador:
Juan N.E. Vizcaíno Canario

Año:
2020

Santo Domingo, República Dominicana

Los conceptos emitidos en esta compilación son responsabilidad de cada autor

1
Contenido

Presentación…………………………………………………………………………………………………………………3

Estudios legales

1. El referimiento para prevenir un daño inminente o para hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita. Enmanuel Rosario Estévez……………………………………………………………4

2. El referimiento: una obra magnífica de la jurisprudencia. Enmanuel Rosario


Estévez…………………………………………………………………………………………………………………………11

3. Una breve mirada al referimiento electoral. Enmanuel Rosario


Estévez…………………………………………………………………………………………...…………………….………17

4. El referimiento “preventivo” y su evolución reciente en la República Dominicana.


Francisco Álvarez Martínez………………………………………….…………………………………………………29

5. La prueba en el referimiento civil. Enmanuel Rosario Estévez…………………………..………34

6. El referimiento: una herramienta efectiva ante las dificultades de ejecución. Enmanuel


Rosario Estévez……………………………………………………………………………………..………………………38

7. La interacción del juez de los referimientos y el fondo. Enmanuel Rosario


Estévez…………………………………………………………………………………………………………………………50

8. El falso referimiento. Enmanuel Rosario Estévez……………………………………………………..56

2
Presentación

La Compilación de Estudios Legales AbogadoSDQ 2020 coincide con el décimo aniversario


de la creación de esta herramienta jurídica y, a la vez, con una etapa importante para el
derecho dominicano, dada la ola de cambios sociales y paradigmas que incitan a los abogados
a volverse participes de su evolución. Esto implica abrir espacios destinados a materializar
los roles que exige la abogacía, incluyendo el cumplimiento de la función social, los cuales se
han visto afectados por la crisis sanitaria mundial provocada por el COVID-19. Sin embargo,
esto no ha sido pretexto para que la doctrina continúe fortaleciéndose con aportes que
integran la presente edición.

Desde el 6 de agosto de 2010 ─día de creación de AbogadoSDQ─ muchas personas han


manifestado el interés de conocer mis razonamientos al hacer énfasis en el cumplimiento de
la función social del abogado. En este tenor, destaco lo que expresé en la primera edición:
“esta función se cumple de varias maneras: colaborando con las autoridades en la conservación
y perfeccionamiento del orden jurídico del Estado, en la realización de una recta y cumplida
administración de justicia, cooperando con una fluida interacción social, en procura del
desarrollo económico del país, lo cual es evidente que no se logra con el simple hecho de postular
ante tribunales defendiendo intereses. De ahí que, los propósitos esenciales que motivan mi
diario accionar con AbogadoSDQ son: contribuir al desarrollo del Derecho e incentivar el
cumplimiento de la función social del abogado, enfocándome en la difusión de la actualidad y
del saber jurídico, ya que, para mí, compartir conocimientos evidencia el compromiso social de
aquel que por vocación eligió la abogacía como su profesión”.

En www.abogadosdq.com existen estudios jurídicos que interesan a los abogados y al


público en general. Desde 2017 decidí compilar las publicaciones que cada año han tenido
mayor incidencia, por tratarse de asuntos que llaman la atención y generan discusiones
sustanciosas; lo mismo hice con los textos publicados durante 2018 y 2019. Esta cuarta
edición que hoy comparto cuenta con la colaboración de 27 profesionales del derecho,
distribuidos en 37 publicaciones sobre distintos temas del ámbito jurídico.

Asimismo, con motivo del décimo aniversario de AbogadoSDQ hice dos ediciones especiales:
una titulada “Estudios Legales en Tiempos de COVID-19” que consta de 22 escritos
elaborados por 19 autores sobre asuntos relacionados al derecho y la referida pandemia; y
otra publicación denominada “Estudios legales sobre referimiento” que contiene 8 textos
respecto al tema. Agradezco inmensamente a todos los autores por elegir esta plataforma
como medio para difundir sus ideas y opiniones. Para mí es un placer poner la presente
publicación a disposición de todos, esperando que sea de utilidad.
Juan Vizcaíno Canario
Creador de AbogadoSDQ

3
El referimiento para prevenir un daño inminente o para hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita

Enmanuel Rosario Estévez

Introito

El referimiento civil para prevenir un daño inminente o para hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita es el resultado de la exitosa metamorfosis que ha experimentado esta
importante figura del derecho procesal. Pero, para conocer esta tipología de referimiento es
necesario que iniciemos comprendiendo su historia y su evolución, y de paso, su ontología.

El referimiento para prevenir un daño inminente o hacer cesar una turbación


manifiestamente ilícita es un tipo de referimiento previsto para dos casos distintos: para
evitar que se produzca un daño inminente, lo que implica un juzgamiento del presente con
perspectiva del futuro, y para suprimir una turbación manifiestamente ilícita, que es la que
se produce en tiempo presente.

Algunos pensarán que se trata entonces de dos tipos de referimientos distintos, sin embargo,
estamos ante un tipo de referimiento creado por el legislador para regular dos escenarios
diferentes. De hecho, es un referimiento compuesto por dos nociones similares, y que suelen
ser confundidas con notable frecuencia[2].

En nuestro ordenamiento, este referimiento se encuentra establecido en el artículo 110 de


la Ley núm. 834 de 15 de julio de 1978, el cual dispone que el presidente puede siempre
prescribir en referimiento las medidas conservatorias que se impongan, sea para prevenir un
daño inminente, sea para hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita. Es decir, que el
propio texto refiere a que se trata de una estructura procesal única prevista para dos
situaciones diferentes: el daño inminente y la turbación manifiestamente ilícita.

Es importante destacar que este tipo de referimiento aparece en Francia gracias al Decreto
Núm. 73-1122 del 17 de diciembre de 1973, y fruto de esta normativa la configuración
procesal del referimiento cambió en el país origen de nuestra legislación, y se incorporaron
nuevos tipos de referimientos, dentro de los cuales encontramos el que hoy es objeto del
presente estudio. En nuestro ordenamiento, dicho texto de ley fue traducido e incorporado
íntegramente en la Ley 834 de 15 de julio de 1978.

Sobre este tema, los profesores Solus y Perrot señalaron que esta reforma procede de la
misma inspiración que la protección posesoria: si un daño puede producirse o si una turbación
grave se suscita, es indispensable ofrecer a la víctima un juez fácilmente accesible que, mientras
tanto no se rinda una decisión definitiva sobre el fondo, tomará inmediatamente todas las
medidas necesarias para remediar una situación generadora de un perjuicio actual o de un
daño previsible[3].

4
El referimiento para evitar un daño inminente o hacer cesar una turbación manifiestamente
ilícita es uno de los tipos de referimientos más usados, sobre todo porque en ocasiones se
procuran soluciones que parecerían definir de una vez por todas el litigio[4] entre las partes.
Un punto que debemos destacar es que este referimiento no descansa sobre la estructura del
referimiento clásico, sino que, como hemos advertido tiene su propia fisonomía procesal. Es
por esto, que en esta forma del referimiento no se requiere que el demandante pruebe que
existe urgencia, y la existencia de una contestación pudiese resultar indiferente.

Características especiales

El referimiento civil fue concebido en sus inicios para los casos urgentes que requerían de
una medida que no podía esperar la suerte de un proceso ante la justicia ordinaria. Fue un
proceso concebido para los casos en los que el hecho controvertido es evidente y la solución
no requiere del juez mayores esfuerzos. De lo anterior surgió la urgencia como elemento
esencial del referimiento, y la existencia de la contestación seria o el diferendo entre las
partes como límites a los poderes atribuidos por el legislador al juez de los referimientos.

Pero, como consecuencia de la evolución del referimiento, estas características básicas del
referimiento clásico desaparecieron totalmente de la esfera del referimiento para prevenir
un daño inminente o para hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita. Es decir, que
como consecuencia de la evolución del referimiento no es necesario que exista una urgencia
para que el juez de los referimientos pueda tomar las medidas que más convengan a la
equidad y a la razón.

Básicamente, lo que ha establecido la jurisprudencia en este caso es que la urgencia es un


elemento implícito, y por ende, no se requiere su prueba, ni tampoco constituye un elemento
para desechar la demanda. La urgencia en todo caso, consiste en prevenir la turbación
potencial susceptible de producirse en cualquier momento[5].

Esta separación de este referimiento del referimiento clásico fue marcada por la sentencia
de 22 de marzo de 1983 de la Tercera Cámara de la Corte de Casación Francesa, la cual
estableció que este tipo de referimiento no está subordinado a la prueba de la urgencia de la
medida solicitada[6]. La constatación de la inminencia del daño puede ser incluso
implícita[7], y es suficiente para caracterizar la urgencia de una decisión del juez de los
referimientos[8].

De igual forma, la jurisprudencia se ha inclinado por aceptar que la existencia de la


contestación seria no es obstáculo para que el juez de los referimientos tome las medidas
destinadas a prevenir el daño inminente[9]. Con esta decisión, del año 1981 la Corte de
Casación Francesa consagró la autonomía de este referimiento respecto del referimiento
clásico previsto para los casos de urgencia.

De hecho, lo anterior conllevó a que mediante el Decreto Núm. 87-434 de 17 de junio de 1987
se modificara el artículo 809, párrafo I, del Código de Procedimiento Civil Francés, que
equivale al artículo 110 de la Ley Núm. 834, para insertar la frase: incluso en presencia de una
contestación seria. Esto quiere decir, que lo establecido por la jurisprudencia provocó la
5
modificación del texto. Lo anterior explica la ligera diferencia del texto francés del
dominicano, aunque lo establecido por los franceses mediante ley, nosotros lo hemos
adoptado por la jurisprudencia. Pero no podemos olvidar que para el derecho francés esto
es parte de su normativa.

Ahora bien, a pesar de la modificación legislativa en Francia y de la aplicación jurisprudencial


de este principio en la República Dominicana, no podemos negar que el tema es más
complejo de lo que aparenta. Precisamente se agudiza cuando se pretende aplicar de forma
similar a los casos que envuelven un daño inminente y a los que implican una turbación
manifiestamente ilícita. En ese sentido, cuando se trata de un daño inminente, la
jurisprudencia se ha mostrado categórica en afirmar que la existencia de una contestación
seria no afecta los poderes del juez de los referimientos.

Pero cuando se trata de una turbación manifiestamente ilícita, la jurisprudencia ha mostrado


un comportamiento distinto, porque la contestación seria sobre la turbación o incluso, sobre
el carácter ilícito, puede provocar que el juez de los referimientos desborde sus poderes y
juzgue aspectos que corresponden al juez de fondo.

Sobre este punto, la jurisprudencia dominicana ha mostrado el mismo comportamiento, al


señalar que procede descartar la existencia de una turbación manifiestamente ilícita desde el
momento en que existe una contestación seria sobre los derechos de las partes involucradas en
la contestación[10].

En esencia, la problemática que enfrenta el tema es que, ante la existencia de una turbación
manifiestamente ilícita, el juez de los referimientos está obligado a manifestarse sobre
la “turbación” y sobre la “ilicitud” de los hechos, lo que pudiese implicar juzgar el derecho. De
nuestra parte sostenemos que esta situación debe juzgarse para cada caso de forma especial,
debido a que la contestación seria solo es un obstáculo para el juez de los referimientos
cuando esta lo obliga a crear un derecho subjetivo que no tenían las partes[11].

Un punto importante es que el juez, en virtud del principio iura novit curia, puede darle la
verdadera calificación al proceso, lo que la doctrina francesa denomina la recalificación. En
este caso, el juez de los referimientos puede desplegar sus poderes y establecer la verdadera
calificación a los hechos, enmarcándolos de forma definitiva en el tipo de referimiento que
responde a sus expectativas de justicia[12].

Condiciones esenciales

El referimiento comprendido en el artículo 110, ab initio, de la Ley Núm. 834 de 15 de julio


de 1978, se encuentra condicionado a dos situaciones: la existencia de un daño inminente o
de una turbación manifiestamente ilícita. Es por esto que nos permitimos abordar las
nociones de daño inminente y turbación manifiestamente ilícita.

6
La noción de daño inminente

Lo primero que debemos hacer al momento de estudiar el daño inminente como concepto
de referimiento es distinguirlo del daño en materia de responsabilidad civil[13]. Debemos
cuidarnos de no confundir ambas nociones, porque son totalmente diferentes. En el ámbito
de la responsabilidad civil, el daño se define como: la pérdida que sufre el agraviado por la
ocurrencia de un acontecimiento determinado que lesiona a una persona, ya sea en sus bienes,
propiedad, patrimonio, a su propia persona o a sus familiares, en cuyo caso debe responder por
ello el tercero que lo ha provocado[14].

En cambio, el daño inminente es definido como aquel que no se ha realizado, pero que
seguramente se producirá si la situación presentada se perpetua[15]. En todo caso, la
situación que se pretende remediar, en caso de mantenerse, puede generar un grave riesgo
comercial, un atentado a la reputación, una amenaza seria de accidente.

Es por esto que el legislador ha autorizado la intervención del juez de los referimientos, a fin
de que evite que una situación irreversible se cree[16]. Sin embargo, debemos señalar que el
carácter irreversible o irremediable del daño no es un elemento requerido por la norma,
pero es tomado en cuenta por la jurisprudencia[17].

El daño en materia de referimiento es una situación de hecho, que es apreciada por el juez
de los referimientos de forma soberana, por lo que escapa al control de casación[18].
También le incumbe al juez evaluar la gravedad del daño, gradualidad que solo es tomada en
consideración para la escogencia de las medidas más oportunas para evitar que se consume
el daño, no así para determinar la procedencia del referimiento.

Esto último significa que el juez de los referimientos no podrá condicionar la pertinencia del
referimiento a la gravedad o no del daño que se le invoque y demuestre. Tan solo es
suficiente con demostrar que existe un riesgo inminente, es decir, evidente, de que se
produzca un daño. Una pregunta interesante salta a la luz, y es si ese daño debe ser ilícito, o
derivado de un hecho ilícito. La respuesta a esta interrogante parece no ser tan sencilla, pues
resulta difícil concebir la existencia de un daño sin que se derive del desconocimiento de un
derecho o de la violación a una regla de derecho[19].

Pero el carácter ilícito del daño debe ser comprendido en el sentido más amplio en esta
materia, de tal forma que incluso una anomalía sea suficiente para permitir que los poderes
del juez de los referimientos puedan intervenir. Porque es que en esencia, la ilicitud no es un
elemento propio del daño inminente, tiene un carácter secundario, contrario a lo que sucede
con la turbación manifiestamente ilícita. En este escenario el juez de los referimientos puede
actuar, incluso ante la apariencia de ilicitud, sin tener que justificar en ningún momento su
apreciación.

En Francia, se ha juzgado que existe un daño inminente cuando el personal de una clínica se
declara en huelga, lo que pone en riesgo la vida de los pacientes. En este caso, se autorizó y
ordenó la colocación de un personal mínimo[20]. El daño inminente es un juzgamiento a

7
futuro, lo que quiere decir, que se analizan los hechos en presente, pero desde la perspectiva
del futuro, examinando su impacto y el riesgo de que real y efectivamente se consume.

La turbación manifiestamente ilícita

La turbación manifiestamente ilícita es definida como toda perturbación resultante de un


hecho material o jurídico, que directa o indirectamente, constituye una violación evidente a
una regla de derecho en el sentido más largo del término[21]. La turbación manifiestamente
ilícita constituye una violación flagrante de una regla de derecho, una aproximación a una
vía de hecho[22].

La noción de turbación manifiestamente ilícita implica la existencia de una atentado o


perjuicio, de hecho, o de derecho, a los intereses de una persona, cuya ilicitud sea
evidente[23]. El análisis del concepto de la turbación manifiestamente ilícita ha sido muy
riguroso por la jurisprudencia. De hecho, una de las características principales es que el
criterio jurídico de la turbación manifiestamente ilícita ha variado considerablemente con el
paso del tiempo.

En una primera etapa se comprendían tres conceptos distintos: a) turbación; b) manifiesta;


c) ilicitud. La turbación era considerada como el acto u omisión, que implicaban un acto de
desconocimiento “del ordenamiento jurídico establecido”[24].

La ilicitud implica el desconocimiento de una norma jurídica, sin importar su naturaleza


(civil, penal, etc), ni su origen (delictual o cuasidelictual). De hecho, esa interpretación llegó
al extremo de incluir normas morales. En una decisión dictada en 1978 por la Corte de
Casación Francesa se estableció que el incumplimiento de una obligación moral también
permitía al juez de los referimientos intervenir en estos casos. Esta posición es hoy
ampliamente rechazada por los tribunales.

El carácter manifiesto requiere que tanto la turbación como la ilicitud sean evidentes, y que
no requieran que el juez tenga que adentrarse a aspectos que sobrepasan sus atribuciones
para poder imponer la medida que sea necesaria.

Ahora bien, mediante una decisión de principio, la Corte de Casación Francesa sentó las
nuevas bases interpretativas de este tipo de referimiento. Esta decisión del 28 de junio de
1996, dictada por las Cámaras Reunidas, definió la concepción unitaria de los tres conceptos:
turbación manifiestamente ilícita, pero también estableció que era una situación de derecho,
y por ende, sujeta al control de casación.

Esto ha permitido que la corte de casación ejerza su labor de control de las decisiones en esta
materia, la cual se de notable sensibilidad por la importancia radical que tiene el permitir
que un juez de los referimientos juzgue aspectos que puedan tocar el fondo del asunto.

En el caso dominicano, la jurisprudencia se ha mostrado renuente en aplicar esta ola


interpretativa, y ha señalado que los hechos que constituyen una turbación manifiestamente

8
ilícita son valorados soberanamente por el juez de los referimientos, quien debe determinar
la seriedad del asunto ventilado y de la contestación seria[25].

Pero, en definitiva, la turbación manifiestamente ilícita aparece cada vez que el juez requiere
restituir derechos subjetivos que han sido violados de forma manifiesta y sin existir una
causa justificada para ello, lo que equivale a decir, ante la ausencia de una contestación seria.
Así por ejemplo, ha sido juzgado que una turbación manifiestamente ilícita se suscita cuando
el adjudicatario de un inmueble embargado toma posesión del mismo sin notificar la
sentencia al ocupante ni el título de expulsión, la jurisprudencia lo ha calificado como una
vía de hecho característico de una turbación manifiestamente ilícita, ordenando el juez la
reintegración del ocupante del inmueble[26].

En este caso la turbación se desprende de la conculcación del derecho del ocupante del
inmueble, quien tiene derecho a permanecer en el mismo hasta tanto se agote el debido
proceso de desalojo. Precisamente la violación a la norma establecida, la que obliga a la
notificación de la decisión y la consecuente puesta en mora que contiene la sentencia de
adjudicación, caracteriza la ilicitud, elementos que se aprecian de forma manifiesta, y sin
necesidad de adentrarse al fondo del asunto y constituir derechos.

De igual forma, ha sido juzgado que la ocupación sin derecho ni título de un bien
perteneciente a otra persona constituye una turbación manifiestamente ilícita[27]. Pero
desde el mismo momento en que ocupante demuestra y justifica en buen derecho su
posesión, entonces existe una contestación seria que impide que el juez de los referimientos
estatuya.

Precisamente por este motivo es que la jurisprudencia se ha mostrado reacia a permitir que
el juez de los referimientos estatuya en este tipo de referimiento aún ante la existencia de
una contestación seria. También esto permite que el juez de los referimientos entre dentro
del terreno dificultoso de lo contractual. La jurisprudencia ha permitido al Juez de los
referimientos intervenir ante la ruptura unilateral de un contrato, la cual es calificada como
una turbación manifiestamente ilícita[28].

Pero, en definitiva, no cabe dudas de que estamos ante la evolución más perfecta del
referimiento. El referimiento previsto en el artículo 110 de la Ley Núm. 834 de 15 de julio de
1978 es el que garantiza el éxito de esta figura, y es una lástima que aún sea tan
incomprendido en nuestro ordenamiento, a pesar de que tiene más de cuatro décadas.
[1] El autor es catedrático de grado y postgrado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha
impartido las asignaturas en la maestría de Procedimiento Civil de: Los Incidentes en el Proceso Civil, Procedimientos
Urgentes, Proyecto de Memoria Final.
[2] Cass. Soc. 15 de febrero 1979, Bull. Civ. V, No. 143; Cass Civ.1, 12 de mayo de 1980, Bull Civ. I, No. 145;
[3] Perrot, Roger et Solus, Henry, Droit Judiciare Privé, T. 3, Sirey, 1991, Pág. 1087.
[4] En este contexto se debe destacar que litigio no es sinónimo de proceso, por lo que no debe entender el lector que el
juez de los referimientos emitirá una decisión sobre el fondo del asunto. El litigio en todo caso es esa contestación de hecho
y derecho que surge entre las partes, esa controversia producto de desacuerdos, y que pudiesen requerir su presentación
ante el juez, a través de un proceso. Ver teoría del litigio en Cornu, Gerard y Foyer, Jean, Procédure Civile, Themis, Paris,
Francia, 1958.
[5] Lyon, 28 de junio 1989: D.1990
[6] Cass. 3 Civ, 22 de marzo 1983, Bull Civ. III, No. 83

9
[7] Com. 17 de febrero 1977, Bull Civ. IV, No. 52; 12 de noviembre 1985
[8] Guinchard, Serge. Droit et Pratique de la Procédure Civile, Dalloz Action, Dalloz, Pág. 143.
[9] Com. 24 de marzo 1981: Bull Civ. IV, No. 161
[10] SCJ, 1 Sala, Sentencia No. 8, 2 de octubre de 2013, BJ No. 1235
[11] Rosario, Enmanuel, La contestación seria: hacia una aproximación conceptual. Compilación de estudios legales 2019
[12] Repertorio Dalloz, Procedimiento Civil, Cayrol, Nicolas, Référé Civil, Pág. 76, año 2019
[13] Perdriau, Le contrôle de la Cour de cassation en matière de référé
[14] TC, Sentencia 629/18, 10 de diciembre de 2018.
[15] Solus, Henry y Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T.3, Op. Cit. Pág.1088.
[16] Vuitton, Xavier y Vuitton, Jacques, Le Référé, Op. Cit. Pág. 64.
[17] Civ. 9 de marzo de 1978, Bull Civ. II, No. 75
[18] SCJ, 1 Sala, Sent. 41, 12 de marzo de 2014, BJ No. 1240
[19] Estoup, Pierre, La pratique des procedures rapides, Editorial Litec, Paris, Francia, Pág.87
[20] Orleans, Ref. 7 enero 2002, JCP 2003, IV.2547
[21] Solus, Henry y Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T. 3, Op. CIt. Pág. 1088
[22] CA Paris, Pôle 1, 3 Cámara, 10 febrero 2015, n°14/02110
[23] SCJ, 1 Sala, Sent. 8, 2 de octubre 2013, BJ No. 1235
[24] Vuitton, Xavier y Vuitton, Jacques, Le Référés, Op. Cit. Pág. 55
[25] SCJ, 1 Sala, Sentencia No 25, 5 de marzo de 2014, BJ No. 1240
[26] Civ. 2, 7 de enero 2007, No. 07-10.601, Bull Civ. II, No. 146
[27] Civ. 3, 21 de diciembre 2017, No 16-25.469
[28] Civ.1, 12 de diciembre 1978: Bull Civ. I, No. 384

10
El referimiento: una obra magnífica de la jurisprudencia

Enmanuel Rosario Estévez

El surgimiento del referimiento para el ordenamiento jurídico representa uno de los


acontecimientos más trascendentales de todos los tiempos, y su impacto hoy en día sigue
latente a pesar de que han pasado varios siglos desde que esto sucediera. Pero es que la
importancia del referimiento es tal, que es la manifestación perfecta de la tutela judicial
provisional.

Para comprender el referimiento es necesario conocer su historia, porque no es posible


imaginar el alcance de esta institución del derecho procesal sin tomar en cuenta su inusual
origen, y su sorprendente evolución. Su origen es poco común y hasta extraño en nuestro
ordenamiento, porque el referimiento es una figura que nace de la jurisprudencia, un evento
extraño para la familia de derecho romano-germánica, que descansa su filosofía y razón de
ser en la ley.

Su evolución es tan sorprendente, porque ha pasado de ser una vía para obtener una decisión
provisional y que no juzga nada, a convertirse en una vía idónea para resolver ciertos
diferendos que se suscitan entre las partes, muchas veces sin necesidad de apoderar al juez
de fondo. Es por esto, que resulta necesario acudir a los orígenes del referimiento para
comprender su verdadera dimensión.

De antemano, debemos advertir que el referimiento tiene ciertos antecedentes en el derecho


romano y en la época medieval (Clamor de Haro), que para los fines de esta investigación
carecen de relevancia.

El referimiento surge en Francia, en el siglo XVII, de las prácticas del Châtelet de París. Esta
era una fortaleza localizada en la rivera del Sena, y que constituía la puerta de entrada de
París[2]. Esta fortaleza estaba a cargo del Prévôt, que era su gobernador, y tenía atribuciones
tanto ejecutivas como jurisdiccionales. Lo que significa que el Prévôt juzgaba y ejecutaba su
propia decisión.

Ahora bien, cuando se trataba de decisiones urgentes, y de poca relevancia,


el Prévôt permitía que las mismas fueran decididas provisionalmente por su asistente: el
lugarteniente. Es de esta forma, que fueron habilitados los miércoles para conocer de
aquellos casos poco complejos que requerían de una decisión provisional y rápida, y que no
podían esperar la solemnidad y lentitud del juicio ordinario. Estas prácticas fueron
denominadas referimiento.

Así, de la nada, fue concebida una de las figuras más importantes del ordenamiento procesal
contemporáneo. Gracias al edicto real del 22 de enero de 1685 se instituye de manera formal
el referimiento en el Châtelet de París, a cargo del lugarteniente.

11
Un punto importante que se debe destacar es que esta figura sólo existía en París, lo que
quiere decir que no era aplicable para el resto de Francia. Aunque poco a poco se fue
extendiendo a las grandes villas y demarcaciones importantes de Francia[3]. Con la
promulgación del Código de Procedimiento Civil Francés del año 1806 el referimiento
adquiere un carácter universal en el ordenamiento francés.

De esta forma fue incluido en los artículos 806 al 809 del Código de Procedimiento Civil de
1806, el mismo que recibimos en el ordenamiento dominicano como consecuencia de la
independencia nacional del año 1844. Esto quiere decir, que el texto dominicano y el francés
para la época eran idénticos.

Un punto importante y que llama poderosamente la atención es la ubicación del referimiento


en el Código de Procedimiento Civil de 1806. En ese entonces, el referimiento fue ubicado en
el libro V del referido código, el cual refiere a “las ejecuciones de sentencias”, es decir, en el
mismo libro en que se regulan las vías de ejecución.

Pero esto no quiere decir que el referimiento sea una vía de ejecución, sino que en sus
orígenes sólo fue concebido por el legislador para dos escenarios: para los casos de urgencia
y para las dificultades de ejecución de sentencias o títulos.

En aquel entonces, la urgencia era el elemento principal del referimiento, y era


prácticamente su razón de ser. Pero el juez estaba limitado por dos aspectos esenciales, el
primero era la imposibilidad de perjudicar la demanda principal[4], y lo segundo, era la
necesidad de que se probara la urgencia. De igual forma, se requería la existencia de una
demanda principal.

Al transcurrir del tiempo el referimiento experimentó una notable evolución. Esta evolución
ha estado marcada por la jurisprudencia, la cual se ha encargado de moldear esta
impresionante figura como si fuese la más importante escultura del derecho procesal
moderno.

Es gracias a la jurisprudencia que se inicia el proceso de expansión del referimiento. Así, por
ejemplo, cuando se discutía la competencia del juez de los referimientos para incursionar en
otras materias, fue la jurisprudencia la que otorgó el visto bueno que condujo a la creación
del referimiento en materia comercial en el año de 1924.

La misma suerte tuvo el referimiento administrativo, creado en el año de 1955. La esfera del
referimiento comenzó a abarcar nuevas materias: laboral, seguridad social, electoral,
alquileres, penal, juzgado de paz[5] e incluso, se crea el referimiento ante el Presidente de la
Corte de Apelación en el año de 1972.

El punto más notable llegó el 5 de diciembre de 1975 cuando el referimiento se extendió a


todas las materias. Este texto francés finalmente es el que da por sentado el artículo 111 de
la Ley 834 de 1978, el cual reconoce que los poderes del juez de los referimientos “se
extienden a todas las materias cuando no exista procedimiento particular de referimiento”.

12
Pero es indiscutible el papel que ha jugado la jurisprudencia en el proceso de creación,
expansión y evolución del referimiento. Un ejemplo palpable del impacto jurisprudencial en
la evolución del referimiento la encontramos en dos conceptos: la urgencia y la contestación
seria.

De hecho, en este último caso hemos señalado que “la contestación seria surge como una
evolución del principio que impedía al juez de los referimientos tocar o juzgar el fondo del
asunto. De hecho, la contestación seria vino a sustituir este viejo principio procesal[6], con
la finalidad de ampliar los poderes del juez de los referimientos”[7].

Con relación a la urgencia, también fue la jurisprudencia la que se ha encargado de definir su


concepto, y en algunos casos, flexibilizar su aplicación en diferentes situaciones. Tal es el
caso de la aplicación de la urgencia en los casos en los que se pretende evitar un daño
inminente o hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita. En este escenario la
jurisprudencia ha señalado que no es necesario probar ni justificar la urgencia, porque
subyace en la propia naturaleza de los hechos.

También podemos señalar como ejemplo la existencia del diferendo como condición en esta
materia. Esta noción igualmente surge de la jurisprudencia francesa, y es luego instituida en
la ley el 9 de septiembre de 1973 en Francia, e incorporado en la Ley 834 de 1978 en
República Dominicana.

Para el sistema jurídico francés, el referimiento representa el remedio más efectivo para
combatir la congestión de los tribunales y la amarga lentitud de la justicia[8], es por ello, que
las políticas públicas en materia judicial se han concentrado en desarrollar nuevos conceptos
a partir de esta figura. Incluso, el interés por el referimiento ha provocado que el sistema de
justicia francés se aparte de los viejos principios del positivismo conservador y ponga en
práctica el pospositivismo analítico[9].

Como hemos señalado precedentemente, la intervención del referimiento ha permitido la


expansión del referimiento a otras materias, pero también ha marcado su evolución no sólo
en cuanto a los aspectos conceptuales de la figura[10], sino que también ha permitido el
surgimiento de nuevas formas de referimiento.

El referimiento hoy en día va más allá de los casos de urgencia y de las dificultades de
ejecución de sentencias. También aparece para evitar un daño inminente o hacer cesar una
turbación manifiestamente ilícita, o para ordenar medidas de instrucción de forma
anticipada, e incluso para otorgar una garantía, o provisión como se le llama en Francia.

Pero es indiscutible que la evolución del referimiento en Francia avanza en pasos


agigantados, contrario a lo que sucede con el referimiento dominicano, el cual luce estancado
desde el año 1978. La diferencia fundamental radica en que en Francia el referimiento forma
parte de las políticas públicas en materia de justicia, por eso su constante evolución
jurisprudencial y la inmediata incorporación legal de estos avances.

13
El referimiento en Francia es objeto de estudio permanente por la doctrina, y las academias
muestran un notable interés en su estudio. También suele ser impulsado por el coraje de los
jueces, quienes rompen frecuentemente estos esquemas conservadores que constituyen su
principal limitación, y con sus decisiones terminan de delinear esta impresionante
escultura[11].

Pero, en la República Dominicana el proceso de evolución se encuentra diezmado por la


escasa atención de la doctrina, y por las deplorables decisiones de los tribunales en esta
materia.

De hecho, la decisión más trascendental en esta materia emanada de la Suprema Corte de


Justicia no permite comprender si se reconocían nuevas formas de referimiento para nuestro
ordenamiento, o en cambio, tan sólo se recitaban los distintos tipos de referimientos que
existen en Francia.

En la indicada decisión se estableció lo siguiente:

“…el referimiento, desde su origen en el país de su creación, se caracteriza por la rapidez de


su procedimiento y la provisionalidad de sus decisiones, conociéndose, según la
terminología utilizada por la práctica, las variedades siguientes: le référé classique en cas
d’urgence (el referimiento clásico en caso de urgencia), le référé de remise en etat (el
referimiento para prescribir medidas conservatorias para prevenir un daño inminente o
para hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita), le référé preventif (el referimiento
preventivo, mediante el cual puede autorizarse la conservación de una prueba, antes de todo
proceso), le référé provisión (el referimiento para acordar una provisión al acreedor) y le
référé injonction (el referimiento para ordenar la ejecución de las obligaciones de
hacer)”[12].

En esencia, el alcance de esta decisión es incomprensible. De ella no se puede extraer la


intención real del juzgador como operario y creador del derecho, y ha permitido dos tipos de
interpretación en el seno de la doctrina.

La primera de ellas se inclina hacia el criterio de que con esta decisión se reconocen e
incorporan pretoriamente estas formas de referimiento. Esta corriente liberal persigue
interpretar de la forma más amplia posible esta decisión como una forma de vencer la
dejadez legislativa, y al menos, pretender la creación jurisprudencial de nuevas formas de
referimientos.

La segunda corriente, mucho más conservadora, se niega a admitir que esta decisión
persigue crear nuevas formas de referimientos, sino simplemente identificar los
referimientos existentes en Francia para indicar que ni siquiera en aquella legislación existía
una práctica que se estaba fomentando en nuestros tribunales inferiores: petit référé.

Esta corriente conservadora niega la posibilidad de concebir nuevas formas de referimientos


que no estén amparados y fundamentados en la ley. Es decir, que tendríamos que esperar
un milagroso despertar legislativo para que la evolución del referimiento sea una realidad.
14
De nuestra parte, debemos aceptar que la decisión supra indicada deja una profunda laguna
conceptual que impide que la tan anhelada evolución sea una realidad. Pero es un grave error
desconocer que los diferentes tipos de referimientos existentes en la legislación francesa
puedan ser incorporados por la jurisprudencia sin necesidad de que el legislador se
pronuncie.

No podemos sorprendernos cuando la jurisprudencia se refiere a nuevas formas de


referimientos no establecidas en la norma, ni tampoco invocar la violación al Estado de
Derecho y al principio de separación de funciones o poderes. Esta es la labor de la
jurisprudencia.

Además de que el referimiento goza de principios que permiten que ese papel creador del
juez se manifieste en su esplendor. No es en vano que el legislador introdujo en el actual
artículo 109 de la Ley 834 la novedosa fórmula que permite al juez “ordenar en referimiento
todas las medidas” que sean necesarias.

Esta frase, que de lejos parece insignificante, constituye la textura abierta de la norma que
hace posible que el juez de los referimientos no tenga que esperar del legislador para
apreciar el referimiento en su justa dimensión, permitiendo que el juez participe de su
metamorfosis, la cual siempre se produce en la jurisprudencia y por último en la ley.

Y es que la esencia del referimiento es precisamente la jurisprudencia, la cual ha marcado su


génesis, evolución y comportamiento en el ordenamiento jurídico, por lo que desconocer su
naturaleza es simplemente no comprender su dimensión.

En definitiva, el referimiento es la muestra por excelencia de que el “juez participa en el


proceso de creación y recreación del derecho objetivo”[13]. Y cuando se concibe
jurisprudencialmente una nueva forma de referimiento no se viola la ley, al contrario, se le
obedece. Pues no podemos olvidar, que sin lugar a dudas, el referimiento es una obra
magnífica de la jurisprudencia.
[1] El autor es catedrático de grado y postgrado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha
impartido las asignaturas en la maestría de Procedimiento Civil de: Los Incidentes en el Proceso Civil, Procedimientos
Urgentes, Proyecto de Memoria Final.
[2] Esta fortaleza fue construida por Luis VI, y finalmente demolida por Napoleón Bonaparte, debido a la expansión de la
ciudad. Hoy en día podemos encontrar la Plaza Châtelet.
[3] Bru-Cezar, La jurisdiction du President du tribunal. Des Référés, T. 1, Pág. 14.
[4] Este principio estaba concebido en el artículo 809 del código de procedimiento civil de 1806, el cual fue incorporado
íntegramente en nuestro ordenamiento. La aplicación de este principio fue desapareciendo gracias a la labor de la
jurisprudencia, lo que conllevó a que el legislador finalmente lo derogada. En su lugar, fue impuesto otro principio que
refiere a que la decisión del juez de los referimientos no tiene en cuanto a lo principal, la autoridad de cosa juzgada. Esto
último quiere decir, que la decisión del juez de los referimientos no es vinculante para el juez de fondo. Así por ejemplo, si
el juez de los referimientos ordena el levantamiento de un embargo retentivo invocando la extinción de la obligación, esta
decisión no se le impone el juez de fondo, quien puede ordenar su ejecución.
[5] En este caso, serían los tribunales de instancia, equivalente a juzgados de paz en nuestro ordenamiento.
[6] Solus, Henry et Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T. 3, Pág. 1074. Ver también Cass Civ. 3, 16 de nov. 1976 : Bull. No.
406 ; Cass Civ.1, 26 de abril 1978, JCP 1979,11,1925,1.
[7] Rosario, Enmanuel, La contestación seria en referimiento: hacia una aproximación conceptual, Compilación de Ensayos
Jurídicos 2019, Abogado SDQ.
[8]Vuitton, Xavier et Vuitton, Jacques, Les Référés, 3 edición, Lexis Nexis, París, Francia, Pág. 6

15
[9] El pospositivismo analítico se fundamenta en la premisa de que el juez debe poner en marcha su papel creador del
derecho cuando las normas existentes resultan insuficientes para solucionar de forma justa un caso en concreto. En ese
instante nace el “derecho del caso” (Para comprender mejor, ver Hart, LH, El concepto del derecho). En este sentido,
Alejandro Nieto sostiene que no existe dudas sobre la vinculación del juez a la ley, pero cuando la norma es insuficiente su
deber es interpretarla, aclararla, y en algunos casos completarla. Nieto, Alejandro, El árbitro judicial, Editorial Ariel,
Barcelona, España, Pág. 71.
[10] Con esto nos referimos a las condiciones y principios de referimiento, como por ejemplo: la contestación seria, la
urgencia, la interacción con lo principal, entre otros aspectos.
[11] El papel del juez es tan importante en esta materia, que el desarrollo del referimiento no fue en el Châtelet de París,
sino en el tribunal de primera instancia de París bajo la presidencia del juez De Belleyme, quien estuvo a cargo del tribunal
civil desde el 1829 hasta 1857. La influencia de este connotado juez es tan grande que Perrot lo llega a señalar como el
padre adoptivo del referimiento.
[12] SCJ, 1 Cám, Sent. 13, 17 de abril 2002, BJ. 1097
[13] Clemente de Diego, Felipe, La Jurisprudencia Como Fuente Del Derecho, Editorial Comares, Granada, España, Pág. XII

16
Una breve mirada al referimiento electoral

Enmanuel Rosario Estévez

El referimiento electoral es el último resultado del proceso de expansión que experimenta


esta figura en nuestro ordenamiento jurídico. En otra oportunidad hemos abordado la
metamorfosis que ha experimentado el referimiento y su notable expansión a otras materias,
pero en este caso nos toca abordar su última manifestación.

Para comprender la dinámica del referimiento electoral es necesario realizar algunas


acotaciones de este devenir histórico, y que aseguro permitirá comprender las
imperfecciones de la norma. El referimiento dominicano es el resultado de la incorporación
de los textos franceses como consecuencia de la independencia nacional.

En el ámbito del procedimiento civil, fue acogido el código promulgado por el emperador
Napoléon Bonaparte en Francia, en el año de 1806. Este texto consagraba el referimiento en
los artículos 806 al 809, y sólo concebía el referimiento para dos casos puntuales: para los
temas de urgencia y para la dificultad de ejecución de un título o sentencia. De estos dos, la
urgencia era el motivo esencial del referimiento, su razón de ser, su leit motiv, sin embargo,
no se requería su prueba cuando se le requería al juez de los referimientos intervenir ante la
dificultad de ejecución de una sentencia o título.

Con la promulgación de la Ley 834 del 15 de julio de 1978 se incorporan en nuestros


ordenamientos las reformas francesas que se habían promovido desde el año 1971 al 1975.
De esta forma, nacen en nuestro ordenamiento nuevas formas de referimiento, por ejemplo:
el referimiento para evitar un daño inminente o hacer cesar una turbación manifiestamente
ilícita, el referimiento garantía, que es básicamente una incorrecta adaptación del exitoso
referimiento provisión francés.

De igual forma, se incorpora el referimiento ante el presidente de la Corte de Apelación, y


también se extienden los poderes del juez de los referimientos “a todas las materias cuando
no exista procedimiento particular de referimiento”. La Ley 834 de 1978, promulgada en un
periodo político convulso, produjo un cambio paradigmático de esta figura en nuestro
ordenamiento. Incluso, se modificaron los límites del juez de los referimientos, pues se
sustituyó la vieja fórmula que le impedía perjudicar lo principal por una más simple que
limitase sus poderes cuando constatase la existencia de una contestación seria.

Esta política expansionista del referimiento, propia del ordenamiento francés, se manifestó
en la República Dominicana con la creación del Tribunal Superior Electoral. Este máximo
órgano jurisdiccional en materia electoral fue creado por la Constitución promulgada el 26
de enero del año 2010, y su regulación se encuentra en la Ley 29-11. En dicha norma se le
otorga competencia al propio tribunal para elaborar el “Reglamento Contencioso Electoral y
de Rectificación de Actas del Estado Civil”. Precisamente en virtud de estas atribuciones

17
conferidas por la ley, el Tribunal Superior Electoral promulgó el indicado reglamento en
fecha 17 de febrero de 2016.

En el reglamento se incorporan al régimen contencioso electoral tres figuras con similar


contextura procesal: el referimiento, el amparo y las medidas cautelares. En esta ocasión
dedicaremos nuestro esfuerzo en analizar el referimiento electoral, no sin antes señalar que
la existencia conjunta de estas tres instituciones es la manifestación perfecta de la
incorporación desmedida de instituciones foráneas, y que persiguen soluciones similares.

El referimiento electoral se encuentra regulado por los artículos 170 y siguientes del
Reglamento Contencioso Electoral. Su redacción es un auténtico collage normativo, debido a
que fusiona varios tipos de referimiento y los presenta en un esquema única y relativamente
confuso.

Sobre este aspecto, el Tribunal Superior Electoral ha deslindado el referimiento electoral de


los distintos tipos de referimientos ordinarios previstos en la Ley 834, estableciendo por un
lado que se trata de un “procedimiento específico de referimiento aplicable a la materia
contenciosa electoral”[2], y por el otro, indicando que en esta materia se “añaden algunos
aspectos a la causa seguida en materia de referimiento que no fueron recogidas por el
legislador en los artículos 109 y 110 de la ley mencionada”.

Debido a esta separación conceptual que ha intentado realizado el Tribunal Superior


Electoral es necesario que desglosemos el contenido del artículo 170 del Reglamento
Contencioso Electoral para obtener una concepción óptima del referimiento electoral. Pero
antes de abordar ese aspecto, debemos referirnos a la competencia jurisdiccional en materia
de referimiento electoral.

Competencia Jurisdiccional

El artículo 170 del Reglamento Contencioso Electoral le otorga competencia al Tribunal


Superior Electoral para conocer de los referimientos electorales. Llama poderosamente la
atención que estas atribuciones no hayan sido conferidas al Juez Presidente del Tribunal, que
es quien asume las funciones de juez de los referimientos cuando existe una conformación
colegiada, sino que la competencia corresponde al pleno del Tribunal Superior Electoral.

Desde nuestra óptica, se trata de una atribución errada la conferida por el Reglamento, toda
vez que la intervención en materia de referimiento le está conferida a un juez unipersonal, y
al de mayor jerarquía entre sus pares: al juez presidente. Este carácter unipersonal del juez
de los referimientos es propio de su naturaleza, de hecho, desde el surgimiento de la figura
en el Châtelet de París hasta las últimas modificaciones introducidas, incluso en nuestro
ordenamiento, el referimiento siempre ha sido una atribución unipersonal.

Lo anteriormente expuesto lo podemos encontrar con la creación del referimiento ante el


Presidente de la Corte de Apelación, que en Francia ocurrió en el año de 1974, y en la
República Dominicana con la promulgación de la Ley 834 de 1978. Igual sucedió con el

18
referimiento laboral en el año 1992 y con el referimiento inmobiliario en el año 2005[3],
cuya competencia jurisdiccional corresponde al juez presidente.

Esta separación de atribuciones que se realiza en el referimiento es importante para su


funcionamiento, pues mantiene una separación de criterios entre lo que decida un juez de
referimiento y el juez de fondo. Sobre todo, cuando se toma en cuenta que el primero solo
dictaminará sobre la necesidad de ordenar alguna medida en el curso del proceso, pero, sin
embargo, en ocasiones tiene que tocar aspectos de fondo para hacerlo.

Con la estructura actual del referimiento electoral, una decisión del Tribunal Superior
Electoral en materia de referimientos pudiese constituir un avance de criterio o de la suerte
del proceso de fondo[4].

El otro parámetro material conferido por el Reglamento Contenciosos Electoral para que el
Tribunal Superior Electoral sea competente para conocer del caso, es “cuando el acto, hecho
o la turbación que motiva la misma se suscite entre dos o más partidos, organizaciones,
movimientos o agrupaciones políticas o entre miembros de dichas organizaciones y estas
últimas, en ocasión del ejercicio de sus derechos políticos”.

Como se observa, la propia norma establece en su parte in fine su naturaleza, al establecer


como condición que debe tratarse de un hecho en que esté en discusión los derechos
políticos de una de las partes. Quiere decir, que los conflictos de naturaleza privada que se
puedan suscitar entre estos actores son ajenos al referimiento electoral.

Incluso, aun en aquellos casos que se procure una medida íntimamente vinculada a las
atribuciones del Tribunal Superior Electoral, como es el caso de las rectificaciones de las
actas de nacimiento. En este caso, el referimiento electoral se encuentra cerrado, y las partes
deben procurar justicia por las vías ordinarias.

Otra interrogante que surge y se encuentra íntimamente vinculada a la competencia del


tribunal, es si el referimiento electoral requiere que se haya apoderado al Tribunal Superior
Electoral del proceso principal, o en cambio, si es posible concebir el referimiento electoral
como una vía autónoma que no requiere de la existencia de una acción principal, lo que
comúnmente se denomina referimiento fuera de instancia.

La respuesta a esta última interrogante es un tanto nebulosa, debido a que el contenido de la


norma no permite arribar a una solución precisa. En ese tenor, de la redacción del artículo
170 se puede inferir que es posible promover una demanda en referimiento electoral fuera
de instancia, debido a que el texto prevé el referimiento para evitar un daño inminente o
irreparable, el cual usualmente es realizado fuera de instancia.

Pero la duda surge cuando observamos el artículo 176 del Reglamento Contencioso Electoral
que establece que la decisión de referimiento “no puede en ningún caso prejuzgar el fondo
del asunto ni adquiere la condición de sentencia firme en cuanto a lo principal”. Este texto,
parecería vincular al referimiento electoral a un proceso principal.

19
Nuestra posición al respecto es que el referimiento electoral puede ser interpuesto en el
curso de la instancia o sin necesidad de que exista un proceso principal. Esta conclusión se
desprende de un hecho cierto, y es que no existe en la norma una imposición expresa que
prohíba iniciar una demanda en referimiento electoral fuera de instancia, sino que estas
variantes expuestas precedentemente también las encontramos en la ley 834[5].

El referimiento electoral en sus diferentes manifestaciones

El referimiento electoral se fundamenta en el artículo 170 del Reglamento Contencioso


Electoral, texto que por su importancia nos permitimos citar íntegramente:

Artículo 170. Referimiento electoral. El Tribunal Superior Electoral podrá adoptar en materia
de referimiento y en caso de urgencia cualquier medida con carácter provisional que no
coliden con una contestación seria o que justifiquen la existencia de un
diferendo para prevenir un daño inminente o irreparable, hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita, o para asegurar la ejecución de cualquier decisión dictada por
el Tribunal, incluyendo la imposición de astreinte. (resaltados del autor)

Si observamos de forma detallada la redacción del texto, refiere a que el Tribunal Superior
Electoral “podrá adoptar en materia de referimiento y en caso de urgencia cualquier
medida con carácter provisional… para prevenir un daño inminente o irreparable,
hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita, o para asegurar la ejecución de
cualquier decisión dictada por el Tribunal”.

En un intento de aclarar la configuración del texto supra indicado, el Tribunal Superior


Electoral estableció que:

“...de cara a la adopción de medidas provisionales en referimiento electoral, que la parte


interesada debe demostrar: (A) por un lado, el caso de urgencia, y (B) por otra parte, uno de los
tres propósitos del mismo, a saber: (i) prevenir un daño inminente o irreparable; (ii) hacer cesar
una turbación manifiestamente ilícita; (iii) asegurar la ejecución de cualquier decisión dictada
por el Tribunal”

Lo anterior quiere decir, que la urgencia es el elemento transversal del referimiento, pero no
solo basta probar este elemento, sino que debe configurarse bajo una de esas tres fórmulas
previstas por la norma. Lo anterior nos conlleva a realizar un análisis más detallado del texto
en cuestión.

§1. La urgencia

El artículo 170 del Reglamento Contencioso Electoral replica íntegramente el contenido del
artículo 109 de la Ley 834 de 1978, el cual consagra el referimiento clásico o para los casos
de urgencia. Sin embargo, lo curioso de esto es que a pesar de esta “integración” del
referimiento clásico, la urgencia no subsiste por sí sola como una forma de referimiento.

20
En ese tenor, no basta con que exista urgencia para la ponderación del referimiento electoral,
sino que deben suscitarse uno de los tres escenarios planteados anteriormente y que se
desarrollarán de forma detallada más adelante. Y es el propio Tribunal Superior Electoral el
que manifiesta que el referimiento electoral está fundamentado en dos puntos: a) la
urgencia; b) cualquiera de los escenarios plasmados en la parte in fine del artículo 170 del
Reglamento.

La urgencia ha sido difícil de definir, porque es un elemento subjetivo que debe apreciarse
de forma soberana en cada caso, y cuya apreciación escapa al poder de censura de la corte
de casación. El propio Tribunal Superior Electoral, ha señalado “que existe urgencia todas las
veces que un retardo en la decisión que debe ser tomada compromete los intereses del
demandante, o cuando ha lugar a prevenir una turbación potencial susceptible de producirse
en cualquier momento”[6].

Esta definición nace del ingenio del profesor Perrot, para quien la urgencia “supone que un
retardo en la prescripción de la medida solicitada sería perjudicial a los intereses del
demandante”[7]. En este caso, el juez de los referimientos interviene en el cuadro de sus
funciones conservatorias y preparatorias[8].

En materia electoral, la urgencia juega un papel trascendental porque es el primer elemento


requerido y cuya prueba resulta indispensable para que sean ponderados los demás
aspectos del caso. Pero como señalamos, el principal inconveniente que tiene esta redacción
es que la urgencia deja de tener un carácter autónomo, y por ello, no es posible sustentar el
referimiento electoral fundamentado exclusivamente en la urgencia.

Esto quiere decir, que el referimiento clásico previsto para los casos de urgencia y en los que
no participan ninguno de los demás elementos del referimiento ordinario, no existe en
materia electoral. Lo anterior a pesar de que el artículo 170 del Reglamento recoge
íntegramente el artículo 109 de la Ley 834 que consagra el referimiento clásico, previsto para
los casos de urgencia exclusivamente.

Incluso, la redacción del texto es tan similar que inicia señalando que el Tribunal Superior
Electoral podrá adoptar cualquier medida justificada en la urgencia del caso[9], pero
siempre que se suscite bajo el esquema de uno cualquiera de los escenarios presentados por
el propio texto. Esta posición aleja al referimiento electoral de la estructura moderna del
referimiento ordinario que no requiere de la prueba de la urgencia para ciertos escenarios.

§2. El daño inminente o irreparable

El primer escenario que expone el artículo 170 del Reglamento Contencioso Electoral, es la
intervención del tribunal para “prevenir un daño inminente o irreparable”. De esta
concepción debemos manifestar dos aspectos, el primero es que es una réplica del
referimiento previsto en el artículo 110 de la Ley 834 de 1978, y el segundo es que agrega
un elemento nuevo: el carácter irreparable del daño.

21
En este punto quisiéramos hacer una puntualización importante, y es que existe una notable
confusión en la redacción del texto y al momento de interpretarlo. Si se observa, en el
Reglamento se utiliza la conjunción “o” como coordinante de dos ideas alternativas: el daño
inminente o irreparable. Esto quiere decir, que de conformidad con el texto son dos formas
alternas de manifestación del daño.

Sin embargo, el Tribunal Superior Electoral interpreta estas dos formas del daño bajo una
única fórmula: daño inminente e irreparable. Quiere decir, que a juicio del tribunal no basta
con que el daño sea inminente o probable, sino que también debe tener un carácter
irreversible. Todo esto, a pesar de que el texto permite ver una concepción distinta y alterna
del daño, que bien puede ser inminente o irreparable.

En ese tenor, el Tribunal Superior Electoral justifica su interpretación en sentido de que “el
susodicho reglamento no se limita a concebir el daño como una cuestión “inminente”; debe
configurarse, en adición a ello, un daño con carácter irreversible, de consecuencias
gravísimas y de difícil (por no decir imposible) retractación, con efectos potencialmente
permanentes. En fin, debe tratarse de un daño “irreparable”, con vocación a perdurar en el
tiempo, a crear en el sujeto afectado una situación de afectación irremediable”[10].

Desde nuestra óptica, la refundición de estos dos conceptos recogidas en el Reglamento


Contencioso Electoral implica una interpretación extensiva y lacerante de la norma, lo que
obliga al demandante no solo a probar la urgencia en este caso, sino también que el daño que
se producirá de manera inminente es potencialmente irreversible.

Respecto al daño inminente “es definido como aquel que no se ha realizado, pero que
seguramente se producirá si la situación presentada se perpetua[11]”. De antemano, no debe
confundirse el concepto de daño que se utiliza en el ámbito de la responsabilidad civil, con
el daño en materia de referimiento. En esta materia el daño es una situación de hecho que
por lo regular implica el menoscabo de un derecho, y que no necesariamente implica un
perjuicio material o moral como sucede en el ámbito de la responsabilidad civil.

En este caso, tan solo basta con probar una exponencial disminución de los derechos del
demandante para justificar la intervención del juez de los referimientos tanto en el ambiente
ordinario como en materia electoral.

Debemos realizar en este punto una precisión histórica, que nos permita entender quizás,
esta visión de binomios que se suscita en el referimiento electoral con relación al daño.

Cuando surge el referimiento para evitar un daño inminente en Francia, tanto la doctrina
como la jurisprudencia justificaron la intervención del juez de los referimientos para evitar
que el daño inminente se convirtiera en irreversible[12]. Fue precisamente la
jurisprudencia francesa la que concibió en sus orígenes el daño inminente e irreparable[13].

Sin embargo, con el paso del tiempo, este último elemento comenzó a descartarse por
entender que el mismo no estaba contenido en la norma, y por ende, no podía ser requerido
por los jueces[14]. Es probable que esta redacción del artículo 170 del Reglamento sea el
22
resultado de esta confusión interpretativa que ya ha sido aclarada por la jurisprudencia
francesa.

Con relación al daño irreparable, este no tiene una definición en la norma francesa, y hasta
la aparición del Reglamento Contencioso Electoral, tampoco tenía una definición en la
legislación dominicana.

En ese tenor, el Tribunal Superior Electoral ha señalado que el daño irreparable debe
constituir un “perjuicio irreparable”, el cual puede perpetuarse en el tiempo en el caso de
que no sean tomadas las medidas necesarias[15].

De todo lo anterior se puede concluir que en el referimiento electoral confluyen dos


conceptos que a nivel jurisprudencial funcionaban como un binomio y que posteriormente
fueron separados. De igual forma, en la propia norma se aprecia que estos conceptos se
presentan de forma alterna, pero en la práctica la jurisprudencia electoral los trata como si
fuesen una misma manifestación, lo que obliga al demandante a probar no solo que el daño
es inminente sino también irreparable.

§3. La turbación manifiestamente ilícita

El segundo escenario en el que interviene el Tribunal Superior Electoral en materia de


referimiento electoral es para evitar una turbación manifiestamente ilícita. Este elemento se
encuentra íntimamente ligado al daño inminente, en el sentido, de que se trató de una
formula legislativa que surgió en Francia con una semántica cautivadora, y que por mucho
tiempo estos conceptos generaban una notable confusión, pero ha sido labor de la
jurisprudencia aclarar que a pesar de su vinculación son escenarios distintos.

En ese orden, el Tribunal Superior Electoral ha definido la turbación manifiestamente ilícita


como toda “una vía de hecho ya realizada, a la cual se solicita al juez poner fin, al menos
provisionalmente”[16], la que se deriva de “la materialización de una actuación
manifiestamente ilegítima, notoriamente infundada, flagrante, burda, orientada en forma
deliberada a producir un daño o lesión”[17].

En definitiva, la “turbación manifiestamente ilícita supone pues que sean establecidas a la


vez la existencia de un acto que no se inscribe manifiestamente en el cuadro de los derechos
legítimos de su autor y aquella de un atentado perjudicial y actual a los derechos o a los
intereses legítimos del demandante”[18]

Este concepto implica “toda perturbación resultante de un hecho material o jurídico, que
directa o indirectamente, constituye una violación evidente a una regla de derecho en el
sentido más largo del término”[19]. La turbación manifiestamente ilícita constituye una
violación flagrante de una regla de derecho, una aproximación a una vía de hecho[20]. Es en
esencia, un acto de ilegalidad aparente.

23
En este escenario el Tribunal Superior Electoral interviene ante un hecho ya consumado, es
decir, que es un juicio a eventos pasados pero con efectos presentes, y cuya ilicitud es
subyacente[21].

§4. La dificultad de ejecución de sentencia

El último escenario previsto en el artículo 170 del Reglamento Contencioso Electoral es la


intervención del Tribunal Superior Electoral en materia de referimiento cuando se presenta
una dificultad de ejecución de sentencia.

Un punto importante en este escenario es que el Tribunal Superior Electoral solo puede
estatuir ante una dificultad de ejecución de sentencia que haya emanado de este tribunal. Es
decir, que el ámbito de atribuciones en este caso es más limitado que el derecho común.

En ese orden, es preciso destacar que de cara al derecho común, el juez de los referimientos
estatuye ante la dificultad de ejecución de sentencia o de título, y dicha decisión no requiere
que haya sido emanada de ese tribunal.

En cambio, en materia electoral el campo es más limitado, circunscribiéndose a las


decisiones judiciales emanadas del Tribunal Superior Electoral que sean exigibles, y cuya
ejecución dependa de una tercera persona que se niega a ejecutarla.

En este caso, el Tribunal Superior Electoral estatuyendo en referimiento, tiene atribuciones


exclusivas para tomar las medidas pertinentes para hacer ejecutar la decisión, incluyendo la
posibilidad de imponer una astreinte.

Es importante destacar que en este ámbito el artículo 170 tiene una redacción confusa,
debido a que dicho texto culmina con la frase “…, incluyendo la imposición de astreinte”. Sin
embargo, tanto la redacción como la propia utilización de los signos de puntuación, en este
caso la coma, crea una nebulosa respecto de la interpretación, pues por un lado, apunta a que
el Tribunal Superior Electoral puede imponer una astreinte en cualquiera de los escenarios
plasmados en la norma, pero por otro lado, también nos inclina a pensar que la astreinte solo
fue concebida para la dificultad de ejecución de sentencia.

La primera interpretación resulta del análisis de la parte inicial del texto, la cual señala que
“el Tribunal Superior Electoral podrá adoptar en materia de referimiento y en caso de
urgencia cualquier medida…, incluyendo la imposición de astreinte”. Esta interpretación se
ajusta perfectamente a la naturaleza del referimiento en materia ordinaria.

La segunda interpretación en cambio surge de la lectura de la parte in fine del texto, que
establece que la intervención del Tribunal Superior Electoral en materia de referimiento es
“para asegurar la ejecución de cualquier decisión dictada por el Tribunal, incluyendo la
imposición de astreinte”. En este caso se pudiese colegir perfectamente, que la imposición
de la astreinte a la que refiere el texto solo se circunscribe para el escenario en que se
presenta una dificultad de ejecución de una sentencia.

24
Desde nuestra óptica, se debe realizar una interpretación extensiva del texto, pues la
astreinte es una vía de constreñimiento judicial de carácter general, nacida de la
jurisprudencia, y en la que el referimiento ha encontrado su mejor garantía para la eficacia
de sus decisiones.
Pero es indiscutible, que con una mejor redacción del texto se hace innecesario acudir a estas
interpretaciones, y a lo mejor se eliminan discusiones y debates innecesarios.

§5. Los obstáculos normativos en el referimiento electoral

El referimiento electoral se encuentra limitado por dos situaciones puntuales, la primera es


la prueba de la urgencia, que como establecimos anteriormente, debe manifestarse en todos
los escenarios que plantea la norma, y la segunda, es la incorporación indiscriminada de los
límites del referimiento ordinario: la contestación seria y el diferendo.

Sobre el primero de estos elementos, la urgencia, hemos precisado su definición, o al menos


lo hemos intentado, pero en este punto es necesario realizar algunas puntualizaciones.

El referimiento ordinario fue originado por la necesidad de crear una herramienta para
solucionar de forma rápida y provisional, algunas situaciones que por la urgencia, no podían
esperar la suerte de un proceso ordinario. Quizás por esto, se estima que la urgencia es la
razón de ser del juez de los referimientos[22].

En materia electoral, la urgencia juega un papel determinante, pues como consecuencia de


la redacción imperfecta de la norma, este elemento pasó a ser requerido en todos los
escenarios que prescribe la norma, a pesar de que en la concepción moderna del referimiento
la urgencia es un elemento que definitivamente se ha flexibilizado, y en algunos casos,
desaparecido.

Si se observa la parte inicial del artículo 170 del Reglamento Contencioso Electoral, se
establece que se podrá adoptar en referimiento, y en caso de urgencia, cualquier medida. Lo
que significa que la urgencia debe no solo manifestarse, sino también probarse en todas las
circunstancias y escenarios.

Esto implica que la urgencia debe probarse y apreciarse aun cuando estamos ante un daño
inminente o irreparable, una turbación manifiestamente ilícita o una dificultad de ejecución
de sentencia. Precisamente aquí radica el primer conflicto conceptual que crea esta norma.

Esto así porque la concepción moderna del referimiento suprime la prueba de la urgencia
cuando estamos ante uno cualquiera de los escenarios supra indicados.
Y es que tanto la jurisprudencia francesa como la dominicana han excluido la urgencia como
un elemento determinante cuando estamos ante un referimiento para evitar un daño
inminente, hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita o ante la dificultad de ejecución
de una sentencia[23].

25
La posición jurisprudencia constante de la doctrina y de la jurisprudencia es que la urgencia
es un elemento implícito, y por ende, no se requiere de su prueba en estos tipos de
referimientos[24].

En el caso del referimiento para evitar un daño inminente o hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita, hemos sostenido en otros escenarios, que “esta posición ha sido
sostenida de forma constante por la jurisprudencia francesa desde una decisión del 22 de
marzo de 1983 de la Tercera Cámara de la Corte de Casación Francesa, la cual estableció que
este tipo de referimiento no está subordinado a la prueba de la urgencia de la medida
solicitada”[25].

Sobre este tema, la doctrina más avanzada ha señalado que estas nuevas formas de
referimiento (para prevenir un daño inminente o hacer cesar una turbación manifiestamente
ilícita) representan la evolución más significativa de las atribuciones del juez de los
referimientos[26]. Lo que ha provocado que la jurisprudencia emancipe estos tipos de
referimientos del referimiento tradicional, consagrado para los casos de urgencia.

Estas apreciaciones no pueden ser aprovechables en el referimiento electoral, debido a la


errada concepción que nace de la redacción del texto, la cual obliga a que la urgencia necesite
ser probada incluso hasta en el escenario más inverosímil, que es cuando existe una
dificultad de ejecución de una sentencia.

El segundo error del texto es cuando generaliza los obstáculos del referimiento tradicional y
lo hace extensivo a todos los escenarios. En este caso, nos referimos a la ausencia de
contestación seria o la existencia de un diferendo.

Si analizamos la redacción del texto encontramos inmediatamente que el tribunal podrá


ordenar cualquier medida siempre que “no coliden con una contestación seria o que
justifiquen la existencia de un diferendo”. De forma inmediata, el texto utiliza el conector
“para”, a fin de que la parte inicial del texto, que contiene la redacción íntegra del artículo
109 de la Ley 834, se conecte con la segunda parte del mismo, que por su lado, contienen los
artículos 110 y 112 de la referida norma.

Esto quiere decir, que estos obstáculos propios del referimiento clásico, también se aplican
a los diversos escenarios que plantea el artículo 170 del Reglamento, lo que en esencia,
constituye un grave error conceptual.

En ese sentido, la jurisprudencia francesa ha sido enfática en señalar que la existencia de


contestación seria es indiferente cuando se trata de evitar un daño inminente[27], o ante la
dificultad de ejecución de una sentencia[28], aunque no ocurre lo mismo cuando estamos
ante una turbación manifiestamente ilícita[29].

Sobre este último punto hemos planteado que:

“cuando se trata de una turbación manifiestamente ilícita, la jurisprudencia ha mostrado un


comportamiento distinto, porque la contestación seria sobre la turbación o incluso, sobre el
26
carácter ilícito, puede provocar que el juez de los referimientos desborde sus poderes y juzgue
aspectos que corresponden al juez de fondo. Sobre este punto, la jurisprudencia dominicana ha
mostrado el mismo comportamiento, al señalar que “procede descartar la existencia de una
turbación manifiestamente ilícita desde el momento en que existe una contestación seria sobre
los derechos de las partes involucradas en la contestación”[30]. En esencia, la problemática
que enfrenta el tema es que ante la existencia de una turbación manifiestamente ilícita, el juez
de los referimientos está obligado a manifestarse sobre la “turbación” y sobre la “ilicitud” de
los hechos, lo que pudiese implicar juzgar el derecho[31].

Este análisis, aplicable mutatis mutandi al referimiento electoral, evidencia que la


integración indiscriminada de los artículos 109 y 110 de la Ley 834 en el artículo 170 del
Reglamento Contencioso Electoral es un error normativo que requiere de una rápida
modificación.

Por último y no menos importante, es que el artículo 170 del Reglamento Contencioso
Electoral contiene un error histórico, al consagrar la contestación seria como obstáculo del
referimiento electoral, y al mismo tiempo, la imposibilidad de prejuzgar el fondo.

Sobre este último aspecto, hemos escrito que: “la contestación seria surge como una
evolución del principio que impide al juez de los referimientos tocar o prejuzgar el fondo del
asunto. De hecho, la contestación seria vino a sustituir este viejo principio procesal[32], con
la finalidad de ampliar los poderes del juez de los referimientos”.

Sin embargo, en el referimiento electoral coexisten estos dos obstáculos, lo que ocasiona una
silenciosa colisión normativa, pues lo viejo y lo nuevo se encuentran en un mismo escenario:
el referimiento electoral.

Como se observa, el Reglamento Contencioso Electoral trajo consigo una conjugación poco
atinada de los distintos tipos de referimientos creados por la Ley 834 de 1978, y los presenta
como si fuesen uno solo, lo que en definitiva convierte al referimiento electoral en el ejemplo
perfecto de un desorden normativo.
[1] El autor es catedrático de grado y postgrado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha
impartido las asignaturas en la maestría de Procedimiento Civil de: Los Incidentes en el Proceso Civil, Procedimientos
Urgentes, Proyecto de Memoria Final.
[2] Tribunal Superior Electoral. Ordenanza TSE-001-2018, de fecha veinticinco (25) de enero de dos mil dieciocho (2018),
pp. 14-15
[3] En estos dos tipos de referimientos creados de forma especial por el legislador, se verifica que las atribuciones de
referimiento son conferidas al juez presidente aun cuando el tribunal de fondo es de conformación colegiada. En el
referimiento inmobiliario debemos aclarar que este esquema se suscita en el Tribunal Superior de Tierras, que equivale a
corte de apelación, y que tiene una conformación colegiada. Esta aclaración viene dada por el hecho de que en primer grado
el juez de los referimientos es el que está apoderado de lo principal, lo que se comprende porque los tribunales de primer
grado en materia inmobiliaria (tribunales de jurisdicción original) tienen una conformación unipersonal.
[4] Aunque la propia ley le prohíbe prejuzgar el fondo o perjudicar lo principal, existirán casos en los que el Tribunal
Superior Electoral tendrá que tocar aspectos de fondo para emitir su decisión.
[5] El Tribunal Superior Electoral se ha referido en estas mismas líneas al reconocer “que el régimen normativo que
gobierna el referimiento en materia contencioso-electoral deriva de las reglas del derecho común, aunque se erige,
concomitantemente, a partir de normas que le son propias. La relevancia en rescatar este punto es poner en evidencia que
el referimiento en esta materia no depende, para su admisibilidad o procedencia, de la existencia de un “proceso principal”
ante otro ente judicial o jurisdiccional, ni ante este mismo colegiado. El referimiento puede ser motorizado en este ámbito
en todo caso en que se procure la adopción de una medida provisional urgente, ora para sortear una turbación ilícita, ora

27
para subsanar un daño inminente e irreparable, siempre que queden reunidos los elementos establecidos por la
jurisprudencia para ello12. Así pues, se trata de un referimiento “autónomo”, independiente –en principio— de cualquier
otro litigio, y en virtud del cual este Tribunal puede ordenar la adopción de medidas provisionales urgentes, aun cuando no
exista pendiente ante otro tribunal u órgano jurisdiccional un diferendo o litis, o cualquier pedimento, de cualquier
naturaleza. TSE Ordenanza TSE-006-2019, de fecha 9 de octubre de 2019
[6] TSE, ordenanza TSE-003-2013, de fecha cinco (5) de septiembre de dos mil trece (2013)

[7] Perrot, Cours de Droit Judiciare Privé, 1976-77, Pág. 432, citado por Vuittón, Xavier et Vuitton, Jacques, Les Référés, 3
edición, Lexis Nexis, París, Francia, Pág.15.
[8] Ibidem, Pág. 17.
[9] El artículo 109 de la Ley 834 dispone de igual forma que: “En todos los casos de urgencia, el presidente del tribunal de
primera instancia puede ordenar en referimiento todas las medidas que no colidan con ninguna contestación sería o que
justifique la existencia de un diferendo
[10] Ordenanza TSE-Núm. 001-2018 veinticinco (25) días del mes de enero de dos mil dieciocho (2018),
[11] Ver Rosario Estévez, Enmanuel, El referimiento para prevenir un daño inminente o hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita, Consulta en línea. Consulta en línea http://www.abogadosdq.com/2019/10/el-referimiento-
para-prevenir-un-dano.html. Ver también Solus, Henry y Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T.3, Op. Cit. Pág.1088.
[12] Vuitton, Xavier y Vuitton, Jacques, Le Référé, Op. Cit. Pág. 64.
[13] Civ. 9 de marzo de 1978, Bull Civ. II, No. 75
[14] Rosario Estévez, Enmanuel. El referimiento para prevenir un daño inminente o hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita, Consulta en línea Consulta en línea http://www.abogadosdq.com/2019/10/el-referimiento-para-
prevenir-un-dano.html
[15] TSE, Ordenanza TSE-Núm. 001-2018 veinticinco (25) días del mes de enero de dos mil dieciocho (2018)
[16] TSE, ordenanza TSE-001-2018, de fecha veinticinco (25) de enero de dos mil dieciocho (2018), p. 18
[17] TSE, ordenanza TSE-001-2019, de fecha veintitrés (23) de mayo de dos mil diecinueve (2019),
[18] TSE, Ordenanza TSE-Núm. 001-2017, 12 de junio de 2017

[19] Solus, Henry y Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T. 3, Op. CIt. Pág. 1088
[20] CA París, Pôle 1, 3 Cámara, 10 febrero 2015, n°14/02110
[21]
[22] TSE, Ordenanza TSE-003-2013, 5 de septiembre de 2013
[23] Ver Lyon, 28 de junio 1989: D.1990. Ver También Rosario Estévez, Enmanuel. El referimiento para prevenir un daño
inminente o para hacer cesar una turbación manifiestamente ilícita. Consulta en
línea http://www.abogadosdq.com/2019/10/el-referimiento-para-prevenir-un-dano.html
[24] Civ. 3, 26 de octubre de 1982: Bull Civ. III No. 207. Ver también Guinchard, Serge, et all, Droit et Pratique de la Procedure
Civile, Action Dalloz, 2009, París, Francia, Pág. 159.
[25] Cass. 3 Civ, 22 de marzo 1983, Bull Civ. III, No. 83
[26] Vuitton, Xavier et Vuitton, Jacques, Les Référés, Ob. Cit, Pág. 17.
[27] Civ.2, 25 de febrero 1987: Bull Civ. II, No. 55; Com. 31 de mayo 2011; Rev. Sociétés 2011.492
[28] Civ. 10 enero 1978, Bull Civ. III, No. 28, P. 21 D. 1979; Civ. 11 de enero 1987, Gaz Pal 1987
[30] SCJ, 1 Sala, Sentencia No. 8, 2 de octubre de 2013, BJ No. 1235
[31] Rosario Estévez, Enmanuel. El referimiento para prevenir un daño inminente o hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita, Consulta en línea. Consulta en línea http://www.abogadosdq.com/2019/10/el-referimiento-para-
prevenir-un-dano.html
[32] Solus, Henry et Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T. 3, Pág. 1074. Ver también Cass Civ. 3, 16 de nov. 1976 : Bull. No.
406 ; Cass Civ.1, 26 de abril 1978, JCP 1979,11,1925,1.

28
El referimiento “preventivo” y su evolución reciente en la República Dominicana

Francisco Álvarez Martínez

Habiendo prosperado su práctica a mediados del Siglo XVII en las edificaciones aún
conocidas como el Chatelet de París, el llamado “procedimiento del chatelet” fue objeto de su
primer intento de organización mediante el edicto real del 22 de enero de 1685, dando paso
al “procédure de référé” incorporado entre los artículos 806 y 809 del Código de
Procedimiento Civil del 1806.

En nuestro país, la institución obró bajo los mismos textos de la señalada ley general asumida
en el siglo XIX, para luego adoptar las reformas ocurridas en Francia sobre la materia, las
cuales obraban particularmente en los artículos que iban del 523 al 526 y del 956 al 957 del
Código de Procedimiento Civil Francés, dando seguimiento a las disposiciones francesas del
Decreto de 28 de agosto de 1972. [1]

Estas novedades fueron incorporadas por la ley 834 de 15 de julio del 1978 de nuestra
nación, por cuyos efectos se derogaron los textos originales del Código por los artículos 101
al 112 y 136 al 141 de la referida ley, la cual, al margen de algunas inconsistencias propias
de errores de traducción, falta de adecuación y entendimiento del significado de los textos,
entre otras cosas, ha permitido el desarrollo adecuado de esta jurisdicción cuyos vacíos han
sido llenados por la activa labor jurisprudencial que existe sobre esta materia.

Así, en Francia se extendió la reforma hasta el capítulo de la administración de los medios de


pruebas en materia ordinaria y, al tratar de manera general la forma de obtener los
elementos probatorios cuyo apoderamiento resulta conflictivo, dispuso el texto trascrito a
continuación:

Article 145: S'il existe un motif légitime de conserver ou d'établir avant tout procès la preuve
de faits dont pourrait dépendre la solution d'un litige, les mesures d'instruction légalement
admissibles peuvent être ordonnées à la demande de tout intéressé, sur requête ou en référé.

Artículo 145: Cuando existieran razones justificadas para asegurar o practicar antes del
proceso la prueba de aquellos hechos de los que pudiera depender la solución de la controversia,
se podrá ordenar la práctica de los medios de prueba legalmente admisibles a solicitud de
cualquier interesado, sea por requerimiento o por la vía del referimiento.

Si bien nuestro legislador de 1978 no reprodujo este texto, el mismo quedó dentro del marco
de las aptitudes jurisdiccionales propias del referimiento natural, el llamado de “urgencia”,
así como el llamado a evitar afecciones a un particular, inminentes o ilegales.

Evolución jurisprudencial

29
Así, nuestro Tribunal Supremo, en su Sentencia del 17 de abril del 2002, No. 13, B. J. No. 1097,
páginas 191-196, abordó por entenderlo necesario, los tipos de referimientos cuya
existencia se desprende de los textos legales nacionales, y dispuso:

“Se impone advertir que en el actual ordenamiento jurídico procesal dominicano no existe la
institución denominada "petit référé" con la especificidad que se le ha venido confiriendo en el
sentido de que el juez de los referimientos puede disponer inmediatamente medidas urgentes y
provisionales y luego revisarlas en una nueva audiencia que se ha dado en designar "el fondo
del referimiento", ya que, en primer término, el referimiento, desde su origen en el país de su
creación, se caracteriza por la rapidez de su procedimiento y la provisionalidad de sus
decisiones, conociéndose, según la terminología utilizada por la práctica, las variedades
siguientes: le référé classique en cas d'urgence (el referimiento clásico en caso de urgencia), le
référé de remise en etat (el referimiento para prescribir medidas conservatorias para prevenir
un daño inminente o para hacer cesar una turbación manifiestamente ilicita), le référé
preventif (el referimiento preventivo, mediante el cual puede autorizarse la
conservación de una prueba, antes de todo proceso), le référé provisión (el referimiento
para acordar una provisión al acreedor) y le référé injonction (el referimiento para ordenar la
ejecución de las obligaciones de hacer); y en segundo término, porque el único "referimiento al
fondo" designado como tal por la doctrina y la práctica, es el de las instancias perseguidas en
la forma de referimiento pero que tienden a obtener una decisión sobre lo principal, distinta a
aquellas que tienen carácter provisional, de todo lo cual resulta que cuando el juez de los
referimientos adopta una decisión sur le champ provisional en condiciones de rapidez,
acogiendo o rechazando la medida solicitada, esa decisión, que no tiene autoridad de cosa
juzgada en cuanto a lo principal, no puede ya, como lo expresa el artículo 104 de la Ley No. 834,
de 1078, ser modificada ni renovada por el mismo juez, más que en caso de nuevas
circunstancias; que en la especie, la ordenanza del 3 de septiembre del 2000, que ordenó
provisionalmente el levantamiento del embargo retentivo u oposición, anulada por la Corte a-
qua, es una decisión definitiva que resolvió la demanda en referimiento incoada por la actual
recurrente ante el primer juez, sujeta únicamente a los recursos instituidos por la ley, y no a
una nueva discusión ante el ese juez para conocer del "fondo"; podo que carece de fundamento
ese aspecto del medio propuesto y debe, por tanto, ser desestimado;”

Aquí, la jurisprudencia admitía la existencia de las variables foráneas de la figura,


importándolas a nuestro derecho consecuencia de la viabilidad natural por la dependencia
de nuestro derecho francés. Y es que, antes de existir en Francia el artículo 145 del Código
de Procedimiento Civil de ese país, era posible obtener soluciones mediante el uso de esta
vía judicial, a los problemas de obtención de pruebas propias de litigios en curso, próximos
o, simplemente, para obtención de elementos que servirían de pruebas en eventuales
conflictos futuros.

Tutelar el proceso debidamente, así como garantizar el derecho de defensa de los


particulares, constituye una deuda fundamental del Estado para con los ciudadanos,
impuesta por la Constitución misma, la cual puede ser suplida mediante el referimiento
preventivo reconocido por nuestro tribunal supremo y el espíritu de la legislación
imperante.

30
En la especie, de hecho, no debiera constituir una molestia mis requeridos, entregar los
documentos requeridos en el objeto del presente acto, salvo que existieren razones “de peso”
que les hicieren mantener en la clandestinidad tales piezas.

Recientemente la comunidad jurídica tuvo en sus manos la decisión 1116/2019, emitida por
la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia, el día 30 de octubre del año 2019, gracias a
AbogadoSDQ, que siempre se mantiene compartiendo decisiones interesantes en las
redes. Dicha decisión, que, de igual manera, reitera lo compartido por la misma sala vía su
sentencia 481 del 31 de julio del 2019, por lo que brevemente trasladaremos ambos textos,
para luego comentarlos. Adelantamos las negritas son nuestras.

De la Sentencia 1116/2019, extraemos los siguientes párrafos:

“Considerando, que según ha sido juzgado por esta Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte
de Justicia, en estos casos se trata de un tipo de referimiento especial, a saber, el referimiento
preventivo o probatorio, el cual ha sido admitido para la casuística en que, ante la
eventualidad del inicio de un litigio, una de las posibles partes en dicha
controversia necesite con urgencia proceder a una medida de instrucción para obtener
o preservar un medio de prueba que está en peligro de desaparecer o de deteriorarse, y
la cual es fundamental para sus medios de defensa y pretensiones en la instancia
que posiblemente se inicie; que, en tal virtud, si existe un motivo legítimo para conservar
o para establecer antes de todo proceso la prueba de los hechos de la cual podrá depender la
solución de un litigio, las medidas de instrucción legalmente admisibles pueden ser
ordenadas a solicitud de todo interesado en referimiento.”[2]

“Considerando, que en la especie, del contenido de la sentencia impugnada se desprende


que si bien los demandantes establecieron a la alzada que tenían un interés legítimo en
procurar los documentos cuya entrega demandaron, no demostraron por qué
consideraban que esa medida debía ser ordenada urgentemente por el juez de los
referimientos y por qué no podían perseguirlos, en su momento, por ante los jueces que
resulten apoderados de las demandas que pretenden interponer, sobre todo tomando en
cuenta que la parte demandada es una entidad de intermediación financiera que está
legalmente obligada a documentar todas sus operaciones conforme a los reglamentos que
dicte la autoridad que regula la materia y a conservar dicha documentación por el período
de 10 años, según lo establece el artículo 51 del Código Monetario y Financiero y además que
sus actuaciones están investidas de una credibilidad especial derivada de la prudencia,
transparencia, supervisión y responsabilidad que la regulación de este sector económico les
impone con el fin de promover la confianza del público necesaria para su correcto
funcionamiento, por lo que a juicio de esta jurisdicción, dicho tribunal no incurrió en la
desnaturalización invocada y por lo tanto, procede desestimar el medio examinado.”

De la Sentencia 481/2019, extraemos estos:

“Considerando, que, en adición al referimiento establecido en el Art. 109 de la Ley núm.


834 de 1978, denominado por la doctrina “referimiento clásico o general”, cuyo texto se
repite en el Art. 140 de la misma Ley, relativo a los poderes del presidente de la corte, existen
31
otros referimientos más limitados, llamados “referimientos especiales”, en razón de
que han sido diseñados para ordenar determinados tipos de medidas; que, en fecha 17 de
abril de 2002[3], esta Primera Sala de la Corte de Casación, mediante sentencia catalogada
de principio, juzgó que según la terminología utilizada en la práctica del país de origen del
referimiento, es decir Francia, existen en nuestra práctica judicial los siguientes tipos de
referimiento: “le référé classique en cas d´urgence (el referimiento clásico en caso de
urgencia), le référé de remise en etat (el referimiento para prescribir medidas
conservatorias para prevenir un daño inminente o para hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita), le référé preventif (el referimiento preventivo, mediante el cual
puede autorizarse la conservación de una prueba, antes de todo proceso), le référé
provision (el referimiento para acordar una provisión al acreedor) y le référé
injonction (el referimiento para ordenar la ejecución de las obligaciones de hacer).” [4]

“Considerando, que, de lo anterior se desprenden tres condiciones exigidas para la aplicación


del referimiento probatorio, cuyo cumplimiento está a cargo del demandante, y su
observación debe ser constatada por el juez de los referimientos apoderado, a saber: 1) que
el proceso en el cual se pretende utilizar la prueba no haya iniciado; 2)
el demandante debe probar que existen motivos legítimos para conservar y establecer
antes de todo proceso la prueba de hechos de los cuales podrá depender la solución de un
litigio eventual; 3) la medida de instrucción que se solicita sea ordenada debe
ser legalmente admisible en la materia civil.”

Y como bono, parte de la Ordenanza No. 053-2013, dictada el 13 de marzo de 2013, por la
Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de San
Francisco de Macorís, resumida por la Sentencia 402/2019, del 31 de julio 2019:

“(…) que a juicio de la corte, la parte recurrida en esta instancia, y quien fungió de parte
demandante en primer grado, no utilizó el canal procesal adecuado para establecer la
existencia de una prueba de manera preventiva, antes o durante un proceso principal; que
la jurisprudencia dominicana ha admitido, siguiendo las directrices de nuestra legislación de
origen, al reconocer la existencia de las siguientes variedades de referimientos […] que la
jurisprudencia francesa ha establecido que el juez de los referimientos -en el caso de
que este apoderado de un referimiento preventivo- no está sometido a las condiciones
del Art. 808 del Código de Procedimiento Civil (este último es el equivalente al Art.
109 de la Ley 834 de julio del año 1978), es decir, a la urgencia, el peligro y la
contestación seria que justifica la existencia de un diferendo […]” [5]

Consideraciones finales

En nuestro país la figura del referimiento preventivo ha evolucionado tímidamente hasta


este año, ya que desde el año 2002 (y otras decisiones dispersas emitidas por Tribunales
dispersos en todo el territorio nacional) el Juzgador se limitaba a reconocer la existencia
teórica de la misma, reglamentando en base a su naturaleza y haciendo demarcaciones
conceptuales muy básicas.

32
Es la nueva conformación de la actual Sala Civil de nuestra Suprema Corte de Justicia que, a
nuestro parecer, ha impulsado una real evolución a la misma. Independientemente de su
viabilidad real o no, y de las diferentes teorías que actualmente se manejen en el ámbito
jurídico, hay una gran realidad y es que, gracias a los últimos esfuerzos jurisprudenciales, se
ha fortalecido una herramienta que, aunque siempre ha estado siendo utilizada, era
necesario acudir más al derecho francés que al local, permitiéndose ya su implementación
según criterios que no vinculan, pero persuaden.

Recuperaremos, para discutir luego, los preceptos retenidos (al no ser directamente
atacados) por la Suprema Corte de Justicia, de si son necesario para este tipo de procesos los
requisitos ordinarios de urgencia, peligro y contestación seria, traído al panorama por la
Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís, bajo la
conformación de los Magistrados Ricardo Ventura Molina, Martha Díaz, Marisela Antigua
Santos, Eduardo Baldera Almonte y Radhard Antonio Coronado, en su Ordenanza No. 053-
2013, dictada el 13 de marzo de 2013.

[1] El “referimiento preventivo”, por usar una de las acepciones locales, fue tocado en un excelente artículo publicado por
la Lic. Romina Figoli, en el año 2017, por lo que no solo recomendamos su lectura, sino que partimos de premisas
compartidas por la autora, para luego bifurcar los criterios donde entendemos es necesario. (http://headrick.com.do/wp-
content/uploads/2017/09/Romina-Figoli.pdf)
[2] SCJ, 1era. Sala, núm. 481, 31 de julio de 2019.
[3] Artículo que sirvió de base para el estudio preparado, y ya reseñado, por la Lic. Romina Figoli
[4] SCJ, 1ra. Sala núm. 13, 17 abril 2002, B. J. 1097, pp. 188-196. Reiterada por SCJ, 1ra. Sala núm. 44, 18 enero 2012, B. J.
1214
[5] Para este tipo de referimientos, en el año 2000, la jurisprudencia francesa estableció que no se encontraba sometido a
las condiciones del artículo 808 del código de procedimiento civil francés, despojándolo de los requerimientos de urgencia,
peligro y contestación seria (Caso Cho Mixte., 7 Mai 1982: D. 1982.541, cond. Cabenner; Gaz.Pal 1982.2.571, Note Viatte;
RTD Civ. 1982.788. Obs. Perrot: RTD. CV. 1983. 185. Obs Normand) ni debe indagar si existe urgencia o no (Com. 25 oct.
1981: Bull. Civ. V. No. 275. Aix-en-provence, 15 dec. 1981: D. 1982 Ir. 170, obs. Julien) (Paris 119 Avi 2000: D. 2000. ir. 193)

33
La prueba en el referimiento civil

Enmanuel Rosario Estévez

Introito

La prueba juega un papel estelar para la democratización de la justicia. La prueba es, en


esencia, el fundamento de toda decisión judicial, y constituye la herramienta más efectiva
para la lucha contra la arbitrariedad de los jueces. A través de la prueba, los tribunales logran
transparentar sus decisiones y la justifican de cara a la colectividad. Es por esto que el
sistema probatorio de un ordenamiento judicial es determinante para la consecución de la
justicia y la democracia.

Lo anterior justifica el gran interés que presta tanto la doctrina como la jurisprudencia en el
estudio de la prueba. Sin lugar a dudas, la prueba representa uno de los temas de mayor
atención en el ámbito judicial. Debido a la importancia de la prueba para el ordenamiento,
debe ser conceptualizada desde varias vertientes. El primero es el sistema probatorio, que
prácticamente busca determinar el valor de los medios de prueba para el sistema jurídico.
De aquí pudiera desprenderse una especie de catálogo axiológico de los distintos tipos de
prueba que se producen en un proceso.

Así por ejemplo, en nuestro ordenamiento tenemos un sistema de prueba tasado para la
materia civil, usualmente denominado sistema de prueba legal, que recoge en la norma el
valor que deben tener los medios de prueba. Contrario a lo que sucede en materia comercial,
que se concibe un sistema de prueba abierto o moral, que permite la interacción de todos los
medios de prueba para probar la verdad de los hechos.

Precisamente en segundo lugar tenemos los medios de prueba, que consisten básicamente
en las distintas formas en que se puede concebir una prueba. Es por esto que la prueba de
un hecho pudiera adoptar la forma testimonial porque la única manera de demostrar su
ocurrencia es a través de un testigo. Pero también, pudiera darse el caso en que exista la
forma de probar los hechos a través de documentos escritos, entonces la prueba adopta la
forma literal.

Ahora bien, no basta con la existencia del sistema probatorio ni tampoco con la definición
legal de los medios de prueba en el ordenamiento, sino que para democratizar el sistema
probatorio surge la necesidad de establecer la forma en que las pruebas deben ser
incorporadas a un proceso judicial. De aquí surge el tercer concepto importante, que es la
administración de la prueba.

Precisamente la administración de la prueba obliga a definir los mecanismos legales


mediante los cuales las pruebas deben ser incorporadas en los procesos judiciales, sin
menoscabar los derechos procesales de las partes en el proceso. Estas reglas de
administración de la prueba, que esencialmente se encuentran en el código de procedimiento

34
civil, indican que los medios de prueba deben ser introducidos o incorporados al proceso a
través de ciertas herramientas preestablecidas y con carácter de orden público. De aquí es
que surgen las medidas de instrucción previstas en el ordenamiento procesal.

Estos tres puntos constituyen la esencia del régimen probatorio para el ordenamiento
jurídico, y por lo regular, mantienen la misma estructura para los distintos procesos que
existen dentro del derecho privado. Y, resulta necesario comprenderlos para abordar el
complejo tema de la prueba en el referimiento.

Del primer punto que debemos partir es que el referimiento es una herramienta jurídica
bastante particular, debido a que conjuga el procedimiento de derecho común con elementos
propios que corresponden a las características de esta figura. El referimiento es una sinergia
del derecho común y de los elementos particulares de esta figura. Esto lo podemos apreciar
cuando analizamos la prueba en el referimiento. Esto así porque el referimiento tiene
características esenciales, como la celeridad y la urgencia, pero en cuanto al ámbito de la
prueba se nutre del derecho común.

Es decir, que de entrada, debemos afirmar que no existe una regulación especial de la prueba
en el referimiento, ni en cuanto al sistema de valoración, ni de los medios de prueba, ni
tampoco en lo referente a la regulación de la administración de la prueba. En otras palabras,
“las reglas habituales del derecho de la prueba son aplicables en referimiento”[2].

Para analizar la compatibilidad del referimiento con el régimen común de la prueba en el


ordenamiento se hace necesario realizar un ejercicio armónico de interacción, lo cual
siempre queda a merced de la apreciación del juzgador. Para comprender mejor este tema,
es necesario abordar desde un punto de vista práctico la interacción del referimiento y el
sistema de valoración de la prueba, así como también los medios de prueba y la forma de
administración en esta materia.

Los medios de prueba y su valoración en el referimiento

En términos probatorios no existen disposiciones especiales aplicables al referimiento, lo


que deja un vacío normativo peligroso, pues permite todo tipo de interpretación por parte
de nuestros tribunales y demás actores del sistema judicial. De aquí nace la primera
interrogante, respecto de las medidas de instrucción que pueden ser admitidas en
referimiento. Al no existir una regulación especial, se han suscitado dos corrientes de
pensamientos: la primera indica que en referimiento se admiten todas las medidas de
instrucción, pero la segunda, se inclina por establecer un papel limitado del juez de los
referimientos en este ámbito.

La primera corriente parte del pensamiento de que en esta materia no existe una regulación
especial, lo que permite al juez aplicar las disposiciones de los procesos ordinarios. Esta
corriente se inclina por permitir la celebración de todas las medidas de instrucción que
resulten necesarias y pertinentes para el esclarecimiento de los hechos, tales como la
comunicación de documentos, comparecencia personal de las partes, informativo
testimonial, inspección de lugares e incluso peritaje.
35
La segunda corriente es cerrada, y entiende cualquier otra medida diferente a la
comunicación de documentos lacera la naturaleza del referimiento, y hace que este pierda
su principal carácter, que es la celeridad. Básicamente, el fundamento de esta posición
descansa en el hecho de que el juez de los referimientos es un juez de la
provisionalidad. Sobre este tema la jurisprudencia dominicana no se ha referido y la doctrina
dominicana es escasa. Sin embargo, tanto la doctrina como la jurisprudencia francesa han
realizado una labor interesante.

La jurisprudencia francesa se ha inclinado por la primera corriente, al establecer que el juez


de los referimientos tiene el poder de ordenar todas las medidas de instrucción que estime
útil, especialmente la comparecencia personal de las partes[3]. Esta importante decisión de
la Corte de Casación Francesa constituyó el precedente más importante en el ámbito
probatorio del referimiento, debido a que permitió que el juez de los referimientos ordenase
cualquier medida de instrucción, incluso de oficio[4], pudiendo solicitar a un alguacil realizar
una constatación o comprobación[5], en fin, ordenar todas las medidas de instrucción que
estime útil y pertinente para la correcta solución del caso.

Esta interpretación jurisprudencial parte de lo expuesto anteriormente, referente a la


aplicabilidad de las normas probatorias de derecho común en referimiento. De hecho,
cuando analizamos el ordenamiento dominicano observamos que el artículo 60 de la Ley 834
permite que el juez ordene “en toda materia, hacer comparecer personalmente a las partes
o a una de ellas”.

Indiscutiblemente la utilización del término “en toda materia”, incluye al juez de los
referimientos, lo que no impide sin lugar a duda, que se pueda ordenar la celebración de esta
medida en referimiento. La misma fórmula puede apreciarse en el artículo 73 de la ley 834,
que regula el informativo testimonial “en toda materia”.

A pesar de la posición de la jurisprudencia francesa, la corriente de pensamiento del profesor


Roger Perrot se mantiene renuente en aceptar este esquema probatorio abierto, que permite
al juez de los referimientos ordenar cualquier medida de instrucción. Para este eterno
maestro del derecho, solo en el referimiento provisión se debe permitir la posibilidad de
celebrar cualquier medida de instrucción, debido al carácter provisional.

A pesar del gran peso intelectual del profesor Perrot, la doctrina mayoritaria señala que esa
distinción no existe en la norma, por ende, no deben existir restricciones. En ese orden, el
juez de los referimientos puede celebrar cualquier medida de instrucción que resulte
pertinente para la búsqueda de la verdad. Ahora bien, esto no quiere decir, que el juez de los
referimientos debe ordenar de forma automática cualquier medida de instrucción que le
requieran las partes.

En este caso el juez debe verificar dos aspectos, el primero es la pertinencia y utilidad de la
prueba, y la segunda, es el sistema probatorio aplicable al caso. Sobre esto último, el juez
debe verificar si está ante un referimiento civil, lo que le obliga a seguir los lineamientos del
artículo 1341 del código civil.
36
Respecto de los medios de pruebas admisibles en la materia, debemos destacar que son la
prueba literal, testimonial, presunciones, aunque no sucede lo mismo con el juramento
decisorio y la confesión judicial. Esto así porque estos medios de pruebas pondrían fin a un
litigio, lo que en esencia, corresponde al juez de fondo.

En definitiva, la prueba en referimiento es un tema interesante, al que no le hemos dado el


valor que merece y tiene para nuestro ordenamiento. Incluso en este artículo dejamos temas
pendientes como la impugnación de la prueba y los recursos.

[1] El autor es catedrático de grado y postgrado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Ha
impartido las asignaturas en la maestría de Procedimiento Civil de: Los Incidentes en el Proceso Civil, Procedimientos
Urgentes, Proyecto de Memoria Final.
[2] Cayrol, Nicolas. Référé Civil, Répertoire de Procédure Civile, Enciclopedia Dalloz, Procédure Civil, actualizada 2019,
Paris, Francia, Pág. 104.
[3] Cass Civ. 2, 30 noviembre 1955, Bull Civ. II, No. 549, Cass Civ. 1, 30 de junio de 1993, Bull 237
[4] Cass Civ 1, 25 de abril de 1979, Bull 120; Cass Soc, 5 de marzo de 1987 Bull 107;
[5] Guinchard, Serge, et all, Droit y pratique de la Procédure Civile, Action Dalloz, Pág. 588

37
El referimiento: una herramienta efectiva ante las dificultades de ejecución

Enmanuel Rosario Estévez

El referimiento es una de las herramientas más interesantes de las que dispone el


ordenamiento dominicano. Esta figura francesa, de origen pretoriano, ha logrado una
notable evolución gracias a su aplicación práctica y a la labor moldeadora de la doctrina y la
jurisprudencia.

El papel que juega el referimiento en la actualidad es tan importante que acompaña al litigio
desde su surgimiento hasta su finalización. El juez de los referimientos puede intervenir
desde que surge el conflicto entre las partes hasta el momento en que termina con la
ejecución de la sentencia. De aquí la grandeza del referimiento.

El referimiento es un remedio saludable incluso para las dificultades en la ejecución de un


título o sentencia. Esto lo convierte no solo en un instrumento útil para la materialización de
la tutela judicial efectiva[1], sino también en una garantía judicial que debe ser colocada
junto a la acción de amparo, al habeas data, y no muy lejos del habeas corpus.

El referimiento ante la dificultad de ejecución de título o sentencia, el cual simplemente


denominaremos referimiento ante dificultad de ejecución, surge con el código de
procedimiento civil francés de 1806. En aquel entonces, el legislador permitía la intervención
del juez de los referimientos “en todos los casos de urgencia, o cuando se estatuya
provisionalmente sobre las dificultades relativas a la ejecución de un título ejecutorio o de
una ejecución”[2].

No es casualidad que los redactores del código de procedimiento civil de 1806 lo colocaran
en el libro V, dedicado a “la ejecución de sentencias”. Desde sus inicios fue concebido como
una herramienta efectiva para vencer cualquier dificultad de ejecución. De hecho, esta
atribución del juez de los referimientos logra sobrevivir a las importantes modificaciones
legislativas francesas de 1972, y a su incorporación a la legislación dominicana con la ley 834
de 1978.

Un dato curioso es que el referimiento ante dificultad de ejecución se mantuvo vigente en el


ordenamiento francés hasta la promulgación del Decreto Ley 92-755 del 31 de julio de 1992,
que transfirió estas atribuciones al juez de la ejecución civil[3]. Hoy en día, las dificultades
de ejecución son resueltas mediante un procedimiento ordinario, pero expedito, establecido
en el artículo R.151 del código de ejecuciones civiles.

Volviendo a nuestra legislación, la promulgación de la Ley 834 de 1978 produjo una


transformación interesante que ha marcado de forma trascendental su evolución. Esta
disposición amplió las atribuciones del juez los referimientos, y diversificó
significativamente sus poderes, sin embargo, el referimiento ante la dificultad de ejecución
mantuvo intacta su estructura.

38
En ese sentido, el nuevo artículo 112 de la ley 834, que derogó el 806 del código de
procedimiento civil, otorga “poderes al juez de los referimientos para estatuir sobre las
dificultades de ejecución de una sentencia o de otro título ejecutorio”. Esta disposición
suprimió el vocablo “provisionalmente” que utilizaron los redactores del viejo código,
aunque en términos prácticos esto no significa que la ordenanza del juez de los referimientos
dejara de ser provisional[4].

El referimiento ante la dificultad de ejecución juega un papel importante en nuestro


ordenamiento ante la ausencia del juez de la ejecución civil, pues se constituye en el principal
arbitro en el traumático proceso de expropiación, y de ejecución en sentido amplio, además
de que su intervención procura el mantenimiento del orden público.

Características

Comprender el referimiento ante la dificultad de ejecución es un reto interesante para


cualquier abogado y estudioso del derecho. La magnitud de este tipo de referimiento
sobrepasa las dimensiones de los demás, lo que provoca que estemos en presencia de una
especie única compuesta por características propias que le distinguen dentro de su propio
género.

La estructura particular de este referimiento se justifica en el bien jurídico que protege, que
no es otro que el derecho a la ejecución. Esta es la razón de ser de esta estructura singular
que se puede apreciar en la norma.

Así por ejemplo, en este caso el juez que interviene ante una dificultad de ejecución no tiene
que constatar la existencia de una urgencia para activar sus atribuciones, lo que quiere decir,
que la urgencia es indiferente[5]. Para algunos, la urgencia es simplemente un elemento
extraño, y para otros, secundario, pero que en todo caso se presume y es intrínseco a la
naturaleza del caso[6]. Con tan solo apreciar la existencia de los demás elementos es
suficiente para que el juez puede estatuir.

Es la primera distinción que existe entre el referimiento clásico previsto para los casos de
urgencia, con el referimiento ante la dificultad de ejecución. A pesar de que ambos
referimientos estaban conectados en el mismo texto, el derogado artículo 806 del código de
procedimiento civil[7], la jurisprudencia atinó en distinguirlos[8], indicando que en este
último caso no era necesario que existiera urgencia. Incluso este término fue excluido al
momento de redactar el actual artículo 112 de la ley 834.

La segunda característica importante es que la existencia de la contestación seria no


constituye una limitación[9]. A diferencia del referimiento clásico, en esta forma de
referimiento es indiferente que exista una contestación seria, eso no impedirá que el juez de
los referimientos pueda estatuir[10]. Esto tiene una razón de ser, y es que en este caso la
existencia del título ejecutorio (o sentencia ejecutoria) amplia los poderes del juez de los
referimientos más allá de lo evidente[11].
39
Este elemento es el que permite que el juez de los referimientos traspase sus límites
naturales y le otorga poderes extraordinarios para que pueda solucionar los conflictos que
se presentan al momento de la ejecución sin importar que con ello deba resolver una
contestación seria entre las partes.

Un punto importante es que el juez de los referimientos ante las dificultades de ejecución no
puede actuar de forma oficiosa, sino a requerimiento de la parte que se siente afectada
durante la ejecución[12], aunque luego de apoderado puede tomar las medidas que aseguren
la efectividad de su decisión, bien sea imponiendo astreintes[13], o adoptando cualquier otra
que resulte necesaria para concretar el contenido de su mandato.

De igual forma, la necesidad del referimiento ante la dificultad de ejecución puede


presentarse durante el curso de un proceso principal, comúnmente denominado
referimiento en el curso de instancia, como también fuera de instancia sin que esto implique
alguna sanción procesal[14].

Otra característica que comparte con los demás tipos de referimiento es el carácter
provisional de la decisión. En virtud del artículo 104 de la ley 834, común a todos los tipos
de referimientos, la decisión (ordenanza) podrá modificarse siempre que surjan
circunstancias nuevas que así lo requieran.

Este es un punto interesante, pues el carácter provisional de las decisiones en estos casos no
ha desaparecido ni siquiera en el ordenamiento francés. A pesar de la creación de un
procedimiento ordinario para solucionar estos casos, la decisión que emite el juez de la
ejecución civil en Francia sigue teniendo un carácter provisional[15].

Ahora bien, el carácter provisional de la ordenanza del juez de los referimientos estatuyendo
ante la dificultad de ejecución es relativa, ya que en algunos casos los efectos de la decisión
pueden ser definitivos y permanentes, al menos desde el punto de vista práctico[16].

Si una parte acude al juez de los referimientos para que ordene la suspensión de un embargo
ejecutivo pero estas pretensiones son rechazadas, el embargante continuará con la venta en
pública subasta y se habrá consumado el proceso de ejecución. En todo caso, esa sentencia
de rechazo emitida por el juez de los referimientos no tendrá un carácter definitivo en la
teoría, pero para fines prácticos evidentemente sí. Con una venta en pública subasta
consumada será imposible requerir de al juez de los referimientos que se retracte de su
decisión.

Esto quiere decir que el carácter provisional de la decisión en esta materia no es absoluto y
deberá ser ponderado de forma subjetiva. El efecto de la decisión en algunos casos es
irreparable[17], y solo podrá ser remediado mediante otras acciones judiciales ante el juez
de fondo, bien sea en reivindicación, nulidad de embargo o simplemente en daños y
perjuicios. Pero en todo caso, el juez de los referimientos no puede imponer condenaciones
indemnizatorias[18].

40
Calidad para apoderar al juez de los referimientos

La redacción del artículo 112 de la ley 834 es enigmática en el aspecto de reconocer quienes
tienen calidad para apoderar al juez de los referimientos ante una dificultad de ejecución. El
texto tan solo refiere al otorgamiento de poderes al juez presidente para estatuir ante las
dificultades de ejecución de títulos ejecutorios o sentencias, sin referirse a este punto
neurálgico.

De entrada, algunos pensaran que este texto fue redactado de forma exclusiva para el
embargante que se encuentra con una dificultad al momento de realizar la ejecución. Sin
embargo, la estructura de esta disposición no se centra en la persona sino en la circunstancia
que motiva el apoderamiento del juez.

Esto quiere decir, que la regulación esencial en la especie recae sobre la dificultad misma de
la ejecución y no sobre la persona afectada. En todo caso, si el interés hubiese sido proteger
exclusivamente al embargante, el artículo 112 de la ley 834 tendría otra redacción. Sería algo
así como: “puede igualmente el presidente del tribunal estatuir en referimiento sobre las
dificultades de ejecución de una sentencia o de otro título ejecutorio que afecten al
embargante[19]”.

A este tipo de referimiento puede acudir no solo el embargante, sino también el deudor que
pretende hacer suspender la ejecución e incluso el tercero que está siendo afectado[20]. Si
el deudor está siendo afectado por un embargo ejecutivo cuyo crédito se encuentra
extinguido por una cualquiera de las causas previstas en el artículo 1234 del código civil,
podría apoderar al juez de los referimientos para que suspenda la ejecución en su contra.
Igual sucede con el tercero cuyos bienes están siendo afectados por la ejecución de una deuda
ajena. Este también puede requerir la intervención del juez de los referimientos para estatuir
ante la dificultad de ejecución.

Esta posición nos lleva a otra discusión, referente al sentido real del concepto “dificultad de
ejecución”. La dificultad de ejecución no es solo un obstáculo, es un impedimento y un
conflicto en la materialización de la vía de ejecución de que se trate. Esta dificultad puede
afectar no solo al embargante, que es la parte activa en la ejecución, sino también al
embargado y a los terceros.

Este derecho de tutela le asiste contra las actuaciones provenientes de su contraparte


(acreedor-deudor), contra las actuaciones emanadas de terceros, e incluso, cuando la
dificultad de ejecución es provocada por las autoridades administrativas.

En una antigua decisión de Colmar, de fecha 23 de julio de 1947, el tribunal estableció que
los poderes del juez de los referimientos en esta materia refieren a las dificultades de orden
jurídico y no a obstáculos opuestos por un funcionario que rechazó el otorgamiento de la
fuerza pública para la ejecución de una decisión en justicia.

Este viejo criterio fue censurado por la Corte de Casación Francesa al señalar que la dificultad
de ejecución puede provenir no sólo de las partes sino también de la actitud de una autoridad
41
administrativa[21], por lo que era válida la intervención del juez de los referimientos en
estos casos. Esto se traduce en la materialización del Estado de Derecho, que es la sumisión
de todos los poderes públicos a las reglas de derecho.

En ese tenor, el juez de los referimientos estatuyendo ante la dificultad de ejecución puede
ordenar al fiscal el otorgamiento de la fuerza pública cuando este se niegue a otorgarla[22],
puede ordenarle también al registrador de títulos la radiación de hipotecas definitivas
cuando exista una sentencia que aniquile el crédito y haya omitido referirse a la garantía que
la justifica (hipoteca)[23], y puede ordenar el levantamiento de una oposición al conservador
de hipoteca cuando este se niegue voluntariamente[24].

En definitiva, el juez de los referimientos puede ser apoderado por el embargante, el deudor
e incluso los terceros afectados que justifiquen un interés legítimo, contra todo obstáculo
que resulte de una de las partes (deudor-acreedor), de un tercero o de la administración.

Los límites ante las dificultades de ejecución

Aquí entramos en un campo minado que en ocasiones no nos permite distinguir la ligera
diferencia que existe entre el referimiento ante la dificultad de ejecución del referimiento
clásico, o de aquel que surge para evitar un daño inminente o hacer cesar una turbación
manifiestamente ilícita.

El primer punto de distinción entre este referimiento y los demás, no es solo las pretensiones
de las partes sino también el título que fundamenta y justifica la intervención del juez. En
este caso los poderes del juez de los referimientos se habilitan partiendo de dos
presupuestos: a) la existencia de un título o sentencia ejecutorios; b) la imposibilidad
material y seria de continuar la ejecución.

El juez de los referimientos que interviene en una dificultad de ejecución debe percatarse en
primer término, que exista un título ejecutorio o sentencia que sea la causa de la ejecución.
Es decir, que sea el fundamento de la ejecución que se encuentre en curso.

El juez debe verificar entonces, que se trate de un título ejecutorio compuesto por las tres
condiciones previstas en el artículo 551 del código de procedimiento civil y contenido en uno
de los instrumentos reconocidos por la ley (acto notarial, sentencia, la certificación expedida
por el Sistema Electrónico de Garantías Mobiliarias, entre otros).

Es necesario que la obligación cuya ejecución se persigue sea determinada y dirigida contra
una persona en específico. No podríamos acudir ante el juez de los referimientos para que
sea este el que identifique o determine sobre quien recae la obligación. Esto se debe
desprender del título ejecutorio.

De igual forma, debe tratarse de una obligación que pueda ser exigida y ejecutada. Por
ejemplo, ante un acto notarial de reconocimiento de filiación, no podríamos acudir ante el
juez de los referimientos para que le ordene al oficial del estado civil la modificación de un
acta de nacimiento. Este caso deberá ser resuelto por el juez de fondo, que es el competente
42
para crear la nueva situación jurídica y los nuevos derechos subjetivos que se desprenderán
de la nueva declaración.

En el caso de las sentencias, el juez debe verificar que posea la fórmula ejecutoria, por lo que
la sentencia debe ser definitiva o beneficiarse de la ejecutoriedad provisional. Poco importa
en este último caso que exista un recurso sobre la decisión que se está ejecutando, esta
contestación no constituye un obstáculo para el juez de los referimientos.

El juez de los referimientos tiene capacidad para evaluar la naturaleza de la decisión. Lo que
le permite calificarla, pudiendo determinar si se trata de una sentencia definitiva, si se
encuentra suspendida por un recurso, si es ejecutoria provisionalmente, e incluso, si es
preparatoria o interlocutoria.

Esto no significa que el juez de los referimientos pueda inmiscuirse en la decisión ni criticar
su contenido, pero mucho menos censurar aspectos de forma o fondo. De igual forma, poco
importa el grado de la jurisdicción de la cual emana la decisión. Puede tratarse de una
sentencia de un tribunal de primera instancia, de apelación[25] o definitiva.

El dilema del juez de los referimientos y la sentencia es delicado. Para comprender sus
límites debemos considerar que el apoderamiento del juez se supedita al conflicto de
ejecución, no así a la ponderación del título que sirve de base (sentencia) a la ejecución.
Respecto a la posibilidad de que este pueda interpretar la sentencia objeto de la demanda, la
jurisprudencia francesa la negó por mucho tiempo. Consideraba excesivo que en esta
materia, provisional por excelencia, el juez pudiera interpretar lo que establecía la sentencia.
En todo caso, esto le correspondía de forma exclusiva al tribunal que la dictó.

Pero a partir de 1978 la jurisprudencia se mostró más flexible, al permitir que el juez de los
referimientos pueda interpretar la decisión[26], sin posibilidad de modificar el contenido ni
alterar el efecto de la cosa juzgada[27]. Diez años después, la Corte de Casación Francesa
estableció que “las dificultades referidas por el texto son las que proceden de la ejecución del
dispositivo de la sentencia”[28].

Esta posición asumida por la jurisprudencia es comprensible, porque permite que el juez de
los referimientos pueda asegurar la ejecución de una decisión sin necesidad de que las partes
acudan nuevamente ante el juez de fondo. Retomando el ejemplo anterior, si el tribunal
declarara la extinción de la obligación que justificaba la hipoteca definitiva sobre el
inmueble, pero omite referirse a la radiación, la fórmula perfecta para solucionar esta
situación para el deudor liberado es acudir ante el juez de los referimientos ante dificultad
de ejecución y requerir la radicación de la hipoteca. Para ello el juez deberá interpretar la
decisión, y extraer de ella dos puntos: a) que el crédito se extinguió totalmente; b) que existe
un elemento accesorio al crédito (la garantía: hipoteca) que se mantiene a pesar de
encontrarse extinguido lo principal;

El juez de los referimientos puede disponer lo relativo a la ejecución de la sentencia, bien sea
ordenando la continuación o la suspensión de la medida ejecutoria de que se trate, pero no
puede suspender la sentencia. Es por esto que en este punto resulta necesario distinguir los
43
conceptos de sentencia y de ejecución. Por ejemplo, el juez podría ordenar la suspensión del
embargo justificado en determinado motivo, pero no podría ordenar la suspensión de la
sentencia. Ahí es que radica el punto de distinción.

El juez de los referimientos estatuyendo ante la dificultad de ejecución de sentencia no


podría ordenar la suspensión de los efectos de una sentencia definitiva, por ejemplo. Y en el
caso de una sentencia de primer grado provista de la ejecutoriedad provisional sólo puede
ser suspendida por el juez presidente de la corte, quien estatuiría en referimiento por los
poderes que le confiere el artículo 137 de la ley 834. Pero no debemos confundirnos, es un
tipo de referimiento distinto.

No podemos negar que en este punto existe un grave vacío normativo, debido a que la
atribución para suspender la ejecución de una decisión de primera instancia provista de la
ejecutoriedad provisional es atribución exclusiva del juez presidente de la corte, y el juez de
referimiento de primera instancia no podría suplirlo con los poderes que le confiere el
artículo 112 de la ley 834. Pero esta situación sería objeto de un nuevo análisis.

Como señalamos precedentemente, el juez de los referimientos interviene durante la fase de


ejecución, sin inmiscuirse en la discusión de la sentencia que sirve de base. Por ende, podrá
intervenir para resolver las dificultades que se presenten durante la ejecución de una
sentencia, incluso si se trata de una sentencia preparatoria o interlocutoria provista de la
fórmula ejecutoria provisionalmente, y sin importar que exista un recurso pendiente.

Esa prohibición que tiene el juez de los referimientos de inmiscuirse con aspectos relativos
a la decisión se hace extensivo a los títulos ejecutorios. En este caso la jurisprudencia le ha
negado la posibilidad de interpretar el título ejecutorio, declarar su validez o nulidad.
Tampoco puede cuestionar el crédito ni mucho menos reducir el monto[29]. Estos aspectos
corresponden al juez de fondo.

Si por ejemplo, una persona está siendo afectada por un embargo ejecutivo cuyo crédito se
encuentra extinguido como consecuencia de la prescripción, el juez de los referimientos
estatuyendo ante la dificultad de ejecución no podría declarar la inexistencia del crédito ni
disponer la nulidad del embargo, ni tampoco del título ejecutorio que sirve de base. Lo que
sí puede es suspender la ejecución del embargo justificado en la seriedad del medio expuesto
y otorgarle un plazo a la parte afectada para que apodere al juez de fondo. En este escenario
el demandante puede requerirle al tribunal de fondo que declare la inexistencia o extinción
del crédito y la nulidad del embargo realizado.

Esta misma solución se debe adoptar cuando se está pretendiendo la ejecución de una
sentencia cuyo crédito se encuentra extinguido por cualquiera de las causas establecidas por
la ley, incluyendo la prescripción. En este caso, el juez de los referimientos no puede declarar
la extinción del crédito, pero en su lugar, puede disponer la suspensión de la ejecución hasta
tanto el juez de fondo se refiera al punto de derecho. En este caso, poco importa que la
sentencia que se pretenda ejecutar provenga de la Suprema Corte de Justicia.

44
Al final de cuentas, el deudor puede invocar todos los medios de forma o fondo para evitar
la consumación de la medida ejecutoria, por lo que corresponderá al juez de los
referimientos evaluar la seriedad y pertinencia, pudiendo disponer las medidas
conservatorias que sean de lugar para evitar un daño irreversible. En estas circunstancias, el
juez de los referimientos se pronunciará sobre “la manera de practicar la ejecución…pero no
sobre la suspensión legítima del título o de una decisión definitiva”[30].

De igual forma, el juez de los referimientos podría evaluar la seriedad de una oferta real de
pago, pero no podría juzgar su validez. En este escenario podría suspender la ejecución y
remitir a las partes por ante el juez de fondo a fin de que este decida sobre la validez de la
oferta.

Competencia jurisdiccional

Las dificultades de ejecución serán resueltas en referimiento por el juez de primera instancia.
Estas atribuciones conferidas por el artículo 112 de la ley 834 son exclusivas, y no se
extienden de forma precipitada a otras jurisdicciones, incluso al juez presidente de la corte
estatuyendo como juez de los referimientos.

Es común en la práctica encontrarnos con esta discusión, sin embargo, las atribuciones del
juez presidente de la corte estatuyendo en referimiento están delimitadas por la ley. Los
defensores de esta posición parten de la premisa de que el artículo 140 de la ley 834 permite
que el presidente de la corte pueda ordenar en referimiento “todas las medidas que no
colidan con ninguna contestación seria o que justifique la existencia de un diferendo”, sin
embargo, esto no es más que la configuración del referimiento clásico en apelación.

No podemos confundir las reglas del referimiento clásico con las del referimiento ante
dificultad de ejecución. En esta parte es menester recordar que las atribuciones reconocidas
al juez presidente en el artículo 140 de la ley 834, son las mismas que le reconoce el artículo
109 de la misma ley al juez de primera instancia para los casos de urgencia.

Pretender atribuirle al presidente de la corte la posibilidad de intervenir ante las dificultades


de ejecución de sentencia en virtud del artículo 140 de la ley sería desconocer la diferencia
entre el referimiento para casos de urgencia y ante la dificultad de ejecución. Además de que
la concepción del legislador parte de una premisa básica, la ejecución de la sentencia se
conocerá siempre en primer grado, sin importar que se trate de una decisión ejecutoria
provisionalmente y cuyo recurso esté conociéndose en la corte de apelación.

El referimiento ante dificultad de ejecución es una atribución exclusiva del juez de lo civil.
Esta es una fórmula básica que se ajustaba perfectamente al ordenamiento francés antes de
su derogación en 1992, pero en el caso dominicano la respuesta es diferente.

Con la diversificación normativa que hemos experimentado en los últimos treinta años,
nuestra realidad nos ofrece un resultado distinto. El juez civil no tendría competencia para
intervenir ante la dificultad de una sentencia penal[31], laboral o administrativa[32].

45
En el caso de las sentencias penales debemos hacer una importante precisión. Los tribunales
de la jurisdicción penal tienen competencia exclusiva para dirimir todas las “acciones y
omisiones punibles”, así como todas las “cuestiones incidentales que se susciten en el curso
del procedimiento”[33]. Esto incluye la exclusividad para conocer de la ejecución de sus
decisiones. Pero esta regla tiene una excepción.

Cuando lo que se pretende ejecutar es una condenación civil contenida en una decisión penal,
la misma debe ser realizada conforme a las normas de derecho privado. Esto quiere decir,
que corresponde a los tribunales civiles conocer de la ejecución de las condenaciones
indemnizatorias contenidas en las sentencias penales.

El tema se torna un poco más complicado cuando se trata de las decisiones sobre medidas
de coerción reales, que son los embargos e hipotecas judiciales provisionales que de forma
precautoria ordena el juez de instrucción, y de forma excepcional el juez presidente durante
el juicio. La competencia exclusiva para dictar este tipo de medidas corresponde a los jueces
de la jurisdicción penal.

El juez de los referimientos no podría cuestionar el contenido de una decisión que estatuya
sobre medidas de coerción reales, ni tampoco modificarla. La competencia exclusiva para
modificar o dejar sin efecto una medida de coerción real es de los tribunales penales. Es decir,
que si el juez de instrucción autorizó al querellante o al Ministerio Público a practicar
embargos conservatorios por determinada suma, cualquier contestación que surja sobre la
medida tomada será competencia de los tribunales penales.

La complejidad del tema se presenta en el escenario de la ejecución. El artículo 244 del código
procesal penal establece que el trámite para la ejecución se rige, en cuanto sean aplicables,
por las reglas del código de procedimiento civil y la legislación especial. Lo que implica, que
al momento de que el alguacil se disponga a realizar la ejecución lo debe hacer obedeciendo
los parámetros de la normativa procesal civil.

Por lo que en esta parte, y de forma excepcional, el juez de los referimientos podría intervenir
para solucionar las dificultades que se presenten durante la ejecución de la medida (embargo
o hipoteca judicial provisional), sin que esto le acredite la potestad para cuestionar el
contenido de la resolución que decide sobre la medida de coerción.

Si por ejemplo, la parte beneficiada de la medida encuentra alguna dificultad al momento de


realizar la ejecución, el juez de los referimientos puede intervenir y solucionarlo. De igual
forma, si en virtud de la resolución se realizan embargos excesivos, que superen el monto
que se pretende garantizar, el juez de los referimientos puede intervenir, reduciendo el
alcance del embargo, pero no el monto reconocido por el tribunal penal.

Un ejemplo se puede apreciar fácilmente cuando el juez de la instrucción autoriza el embargo


retentivo de los bienes del imputado por una suma determinada, y el beneficiario de la
decisión ejecuta la medida en múltiples instituciones bancarias. Como resultado de esto,
varias cuentas bancarias del imputado quedan afectadas con montos que exceden
sustancialmente la suma establecida por el tribunal. En este escenario la reducción del
46
embargo puede ser dispuesta por el juez de los referimientos, sin que esto implique una
modificación de la medida.

Con respecto a las dificultades de ejecución de las sentencias laborales, el asunto también es
un poco complejo. El artículo 706, numeral 3 del código de trabajo le otorga competencia al
juez presidente del juzgado de trabajo para conocer de las ejecuciones de las sentencias
laborales. Lo que aparentaría ser que para la materia laboral no existe el referimiento ante
dificultad de ejecución.

Sobre este tema la jurisprudencia dominicana ha diferenciado de forma confusa las


atribuciones del juez de la ejecución laboral y del juez de los referimientos[34],
estableciendo básicamente que el primero estatuye sobre la validez de las medidas de
ejecución mediante sentencias firmes, mientras que el segundo puede tomar medidas
conservatorias de carácter provisional.

La configuración legal del referimiento en el ámbito laboral se caracteriza por su


ambigüedad y poca precisión. El artículo 666 del código de trabajo contiene una extraña
combinación del referimiento clásico (para los casos de urgencia) y el referimiento ante la
dificultad de ejecución.

El indicado artículo establece que “en los casos de ejecución de estas sentencias o de otro
título ejecutorio, el presidente de la corte puede ordenar, en referimiento, todas las medidas
que no colidan con ninguna contestación seria o que se justifiquen por la existencia de un
diferendo”.

Como se observa, se trata de una redacción combinada e imprecisa de dos tipos de


referimientos que desde su concepción fueron separados por el legislador. El primer punto
que debemos analizar de este texto es que no establece la dificultad como condición de la
intervención del juez de los referimientos, al menos no de forma expresa.

La redacción del texto lo circunscribe simplemente a “los casos de ejecución de sentencias o


títulos ejecutorios”, obviando la dificultad en la ejecución como concepto, sin embargo, no
imaginamos otro escenario en que podría intervenir el juez de los referimientos durante la
ejecución de una sentencia laboral o título ejecutorio si no es ante una dificultad de ejecución.
El segundo punto que debemos destacar es que el legislador le impide al juez de los
referimientos estatuir en este escenario cuando se encuentra con una contestación seria o
ante la existencia de un diferendo. Esta disposición es incongruente con la naturaleza propia
de este tipo de referimiento. Todo lo anterior obliga a que este punto sea modificando cuando
se aborde la tan deseada reforma al código laboral.

En cuanto a las dificultades de ejecución de una sentencia de tierras, la legislación no hace


mención alguna de este tipo de referimiento en esta materia, lo que indica que en caso de
dificultad de ejecución las partes deben remitirse a la jurisdicción civil, aplicando la regla
general que mencionamos precedentemente. La misma solución se aplica para las sentencias
comerciales.

47
En el ámbito del derecho administrativo, nuestra Suprema Corte de Justicia ha reconocido el
carácter especial de la normativa que rige la materia, y es por esto que ha negado la
posibilidad de la intervención del juez de los referimientos en las dificultades de ejecución
de las sentencias administrativas.

En el caso de la sentencia de amparo, la jurisprudencia de tribunales inferiores se inclina en


permitir la intervención del juez de los referimientos en los casos de dificultad de ejecución,
solución que no nos parece correcta debido a la naturaleza sui generis de esta figura, y que
por su profundidad, lo abordaremos en otro momento.

El referimiento ante la dificultad de ejecución está llamado a desaparecer con el tiempo, pero
resulta preocupante que nuestro legislador no tome en cuenta ninguna herramienta para
sustituirla, y que en las escasas materias en las que ha ocurrido el resultado ha sido poco
alentador.

[1] Sobre este tema, el Tribunal Constitucional reconoció el derecho de ejecución como parte del conjunto de derechos que
componen la tutela judicial efectiva. Ver Sentencia TC No. 235/17, de fecha 19 de mayo de 2017; También TC/0339/14 y
TC No. 628/18.
[2] Ver antiguo artículo 806 del código de procedimiento civil, derogado por los artículos 101 y siguientes de la ley 834.
[3] A pesar de que el juez de la ejecución civil fue creado en 1972, no fue sino hasta 1991 cuando se promulgó la norma que
le otorga plena competencia para conocer de este tipo de asuntos, sin embargo, ya desde aquella época se entendía que esta
atribución del juez de los referimientos estaba llamada a desaparecer. Ver Bru-Cezar, La jurisdiction du President du
tribunal. Des Référés, T. 1, Pág. 205.
[4] Al final lo que hizo el legislador del 1978 fue reorganizar la institución. Así por ejemplo, la eliminación del termino
provisionalmente del artículo relativo al referimiento ante la dificultad de ejecución no significó que en este caso la decisión
dejara de ser provisional, sino que el carácter provisional fue colocado en otra disposición aplicable a todos los tipos de
referimiento: el artículo 104 de la ley 834.
[5] Civ. 3, 2 de febrero 1977: Bull Civ. III No. 62; Civ. 1, 26 de febrero 1980: Ibid I, No. 68, D. 1980 IR 376;
[6] La Corte de Casación en Francia reconoció en 1905 que la urgencia tiene un carácter intrínseco (Civ. 20 diciembre 1905:
D. 1907.1.320:3.1906,1,220)
[7] Recordemos que el juez de los referimientos podía intervenir, conforme al viejo texto, “en todos los casos de urgencia,
o cuando se estatuya provisionalmente sobre las dificultades relativas a la ejecución de un título ejecutorio o de una
ejecución”.
[8] A partir de 1889 la Corte de Casación estableció el criterio de que la urgencia estaba concebida de forma implícita en los
casos de dificultad de ejecución, por ende, no era necesario probarla.
[9] Civ. 3, 10 de enero 1978: Bull Civ. III, No. 28, RTD Civ. 1978: Bull Civ. II, No. 280: Gaz. Pal 1979-2.336.
[10] Sobre este tema, ver Rosario Estévez, Enmanuel, La contestación seria en referimiento: hacia una aproximación
conceptual, Compilación de Ensayos Jurídicos 2019, Abogado SDQ. Consulta en
línea https://issuu.com/abogadosdq/docs/celabogadosdq2019?utm_source=conversion_success&utm_campaign=Transa
ctional&utm_medium=email
[11] Ibidem.
[12] Civ.2, 21 de enero 1987: Bull Civ. II No. 21
[13] Com. 21 enero 1992: Bull Civ. IV No. 31; SCJ, Sala 1, Sent. 12, 13 noviembre 2013, BJ No. 1236.
[14] Si en el curso de un embargo ejecutivo, la parte embargada decide apoderar al juez de los referimientos para que
estatuya sobre una dificultad en la ejecución, el hecho de que exista o no un proceso principal no produce ninguna
consecuencia procesal sobre el referimiento. Si se pretende la suspensión del embargo, el juez de los referimientos podrá
ordenarla supeditada a una condición. Bien pudiese ordenar la suspensión hasta tanto se decida una demanda en nulidad
de embargo cuyo conocimiento corresponde al juez de fondo, y en caso de que no haya sido interpuesta este podrá otorgar
un plazo a la parte demandante para que interponga la demanda principal.
[15] Ver Art. R.151-4 código de ejecuciones civiles
[17] Bru, Cezar, Ob. Cit., Pág. 494.
[18] Civ.2, 11 de marzo 1992, Gaz Pal. 1992.2.Panor 201
[19] El subrayado y resaltado es nuestro. Fue agregado tan solo para explicar de forma hipotética lo expresado en el cuerpo,
y en nada implica una alteración del texto original, el cual ha sido transcrito en otra parte del escrito.
[20] Sobre este tema el maestro Cezar Bru sostiene que el juez que interviene está llamado a apreciar el derecho del
acreedor y las excepciones opuestas por el deudor, bien para continuar o descontinuar las persecuciones.

48
[21] Civ.2, 13 de enero 1988: Bull. Civ. II, No. 24)
[22] Sobre este tema ver Rosario Estévez, Enmanuel. Reflexiones sobre el otorgamiento de la fuerza pública, consulta en
línea (29/4/2020) http://www.abogadosdq.com/2019/12/reflexiones-sobre-el-otorgamiento-de-la.html
[23] La intervención del juez de los referimientos en estos casos es muy delicada, por lo que se deben observar las
particularidades de cada caso. Recordemos que al juez de los referimientos le está vedada la posibilidad de resolver
cuestiones de fondo, lo que impide que pueda reconocer, constituir y suprimir derechos subjetivos. No podría el juez de los
referimientos ordenar el levantamiento o radiación de una hipoteca definitiva, salvo en el caso donde no exista ya ninguna
contestación respecto a la inexistencia del crédito. Para esto se debe estar provisto de una decisión definitiva que lo haya
aniquilado. En sentido contrario, el juez de los referimientos no puede ordenar la radiación de una hipoteca definitiva
cuando el crédito aun existe, o incluso, habiéndose extinguido en base a una de las causas del artículo 1234 del código civil,
no existe una sentencia definitiva que así lo haya declarado
[24] Civ. 3, 10 de julio 1985: Gaz Pal. 1985.2 Somm 332.
[25] Civ. 1, 24 de marzo 1993: Bull Civ. 1, No. 129, D.1993, IR. 103.
[26] Cass Civ. 2, 18 diciembre 1978: Bull Civ. II, No. 289, Gaz. Pal. 1980.2.336; Cass Civ. 2, 11 de febrero 1987, Bull Civ. II,
No. 44 RTD 1988.171.
[27] Ver Guinchard, Serge et all, Droit et pratique de la procédure civile, Action Dalloz, 2007, Pág. 1008.
[28] Civ. 2, 5 de octubre de 1988: Gaz Pal. 1988.2.Panor. 270.
[29] Bru, Cezar, Pág. 514
[30] Ibid. Pág. 514.
[31] SCJ, Sala 1, Sent. 140, 22 de febrero 2012, BJ No. 1215
[32] SCJ, Sala 1, Sent. 11, 7 de agosto 2013, BJ No. 1233
[33] Ver artículos 57 y 59 del código procesal penal. En una ocasión la SCJ reconoció la posibilidad de que el Juez Presidente
de la Corte pudiera suspender la ejecución de las condenaciones civiles de una decisión penal, sin embargo, al momento de
juzgar el caso ante los tribunales inferiores no se había promulgado el código procesal penal y la Corte de Apelación tenía
plenitud de jurisdicción, por lo que ese resultado es imposible de obtener en el estado actual de nuestro ordenamiento (SCJ,
Sala 1, Sent. 140, BJ 1215).
[34] SCJ, Sala 3, Sent. 6, 8 de febrero 2017, BJ No. 1275; SCJ, Sala 3, Sent. 652, 16 de diciembre 2016, BJ No. 1261.

49
La interacción del juez de los referimientos y el fondo

Enmanuel Rosario Estévez

Una de las interacciones más interesantes que existe en el derecho procesal civil es la del
juez de los referimientos y el proceso principal, también denominado como: el fondo. Este
tema describe perfectamente el dilema creado por el referimiento desde sus orígenes, y que
plantea la dialéctica de lo provisional y de lo definitivo.

Desde su concepción original, el legislador realizó un ejercicio de separación conceptual


entre el referimiento y el fondo, siendo este último la razón de ser del proceso principal. Y
para comprender ciertos conceptos, cuando nos referimos al fondo lo hacemos sobre la base
de los derechos subjetivos que están en disputa por las partes. Por ejemplo, la discusión
sobre el crédito o la validez de un contrato es cosa del fondo, porque implica un juzgamiento
a los derechos subjetivos que invocan las partes.

El proceso principal es aquel en el que se examinan los derechos subjetivos de las partes en
litis y se soluciona de forma definitiva la controversia que ha surgido entre ellas. Es por esto
que las discusiones sobre el reconocimiento o anulación de derechos subjetivos corresponde
dilucidarlas en el proceso principal, o como le llamamos coloquialmente: el fondo.

El referimiento por su parte, se encuentra edificado sobre la base de la provisionalidad. Es


un procedimiento previsto para que el juez intervenga y tome una medida rápida, producto
de la misma necesidad (urgencia) del caso, hasta tanto pueda ser decidido definitivamente
el conflicto por el juez de fondo[1].

Existe una línea imaginaria que separa al referimiento del proceso principal y que fue
trazada por los propios redactores del código de procedimiento civil. Esta barrera se ha ido
desvaneciendo con el paso del tiempo, al punto que hoy parece un hilo fino que en cualquier
momento se rompe. Pero, no siempre fue así.

En sus orígenes, el referimiento fue concebido como una herramienta excepcional[2], que no
podía afectar de ninguna forma el proceso ante el juez de fondo o juez de lo principal. De
hecho, el artículo 809 del código de procedimiento civil prohibía de forma expresa al juez de
los referimientos “perjudicar lo principal”.

Esta prohibición constituyó la principal limitación en esta materia, por lo que el juez de los
referimientos debía rechazar la demanda de forma automática desde que se percatara de
que con su decisión podía perjudicar lo principal. Esta vieja fórmula del “perjuicio a lo
principal” era ambigua e imprecisa[3], y su uso indiscriminado conllevó a que en ocasiones
se evadiera la responsabilidad de tomar una decisión bajo el argumento de que se estaría
afectando lo principal.

50
La interpretación de esta vieja máxima llevó a la mayor parte de la doctrina y la
jurisprudencia a sostener que el juez de los referimientos tampoco podía tocar el fondo del
asunto, porque eso, en esencia, implicaba perjudicar lo principal. De hecho, todavía la
jurisprudencia dominicana deja huellas de esa vieja máxima al sostener que el juez de los
referimientos no puede tocar el fondo[4].

La aplicación de la referida prohibición por parte de la jurisprudencia llevó al referimiento a


una especie de estancamiento, del que pronto se percató la doctrina. Sobre todo, cuando en
el ordenamiento francés se comenzaba a apostar por el referimiento como salvaguarda de la
justicia francesa. No fue casualidad que el Primer Presidente de la Corte de París, Jean
Vassogne, proclamara décadas atrás que el referimiento salvaba el honor de la justicia en
Francia[5].

Con la reforma de 1972, y que recibimos en la República Dominicana con la ley 834 de 1978,
se produjo una mutación importante en la propia concepción del referimiento. Esta
transformación provocó la derogación del viejo artículo 809 del código de procedimiento
civil, que sustentaba la prohibición de perjudicar lo principal, y en su lugar, el legislador
estableció una combinación interesante para proclamar la verdadera naturaleza del
referimiento.

La derogación de la regla que impedía al juez de los referimientos perjudicar lo principal o


el fondo, es la consecuencia de la evolución del referimiento, que comprendió que esta
ambigua frase no solamente limitaba la autoridad de la ordenanza, sino que también
constituía un obstáculo al poder del juez de los referimientos[6].

En su lugar, el legislador apostó por el establecimiento de tres fórmulas: a) el carácter


provisional de la decisión del juez de los referimientos; b) la inclusión del término “medidas”
como mandato imperativo de la norma; c) la contestación seria como obstáculo del juez. Los
dos primeros elementos aparecen en el artículo 101 de la ley 834 de 1978. El texto establece
que “la ordenanza de referimiento es una decisión provisional”, que le permite al juez
ordenar “las medidas necesarias”. El carácter provisional implica no necesariamente que la
decisión tendrá una duración determinada en el tiempo.

El carácter provisional en esta materia significa más bien, que la decisión que se emita no es
definitiva, porque no es un juzgamiento a los derechos subjetivos de las partes, sino más
bien, el otorgamiento de poderes al juez para tomar las medidas necesarias para
salvaguardar determinada situación. Esto quiere decir, que el juez de los referimientos es un
juez de los hechos y no del derecho, debido a que no puede constituir o anular derechos
subjetivos[7].

El carácter provisional indica además que la decisión del juez de los referimientos no es
definitiva y podrá ser modificada, bien sea porque variaron los hechos o las circunstancias
que le llevaron a tomar la decisión, o porque caducó[8], o por haberse ordenado una nueva
medida que simplemente sustituya y deje sin efecto la anterior. Esto a su vez, nos conduce a
otro tema que es la ausencia de cosa juzgada, y que abordaremos más adelante.

51
La provisionalidad de la decisión y la categorización de “medida” otorgada por el legislador
a la decisión constituyen una muestra de que el juez de los referimientos no puede emitir
una decisión constitutiva de derechos, y por ende, no puede solucionar el fondo del asunto.
A estos dos elementos se agrega la contestación seria, que es una noción negativa[9] y
abstracta, difícil de definir en términos teóricos. La contestación seria implica que para
resolver la demanda, el juez de los referimientos deberá decir el derecho y pronunciarse
sobre el fondo del asunto.

Debemos recordar en esta parte, que el juez de los referimientos es un juez de lo evidente,
de lo incontestable, y es un juez de la reivindicación de los derechos preestablecidos, por lo
que desde el mismo momento en que el juez deba de crear o constituir un derecho subjetivo
a favor de una parte para justificar su decisión, está ante una contestación seria[10].

Sin embargo, a pesar de su imprecisión conceptual, la contestación seria se ha convertido en


el principal motor de la evolución y expansión del referimiento, debido a su carácter elástico.
Así podemos observar cómo el legislador de forma astuta juega con esto, haciéndolo
desaparecer en ocasiones, y en otras, afianzando su existencia.

Un ejemplo de esto lo apreciamos al comparar el referimiento para casos de urgencia y el


referimiento para evitar un daño inminente. En el primero, el legislador obliga al juez a
verificar, incluso de oficio, si existe una contestación seria que le impida estatuir, mientras
en el segundo, el tema es indiferente.

Igual sucede con el referimiento garantía o referimiento provisión[11], y con el referimiento


ante dificultad de ejecución de sentencia o título[12], en los que el juez de los referimientos
puede estatuir sin importar que exista una contestación seria. Esta reflexión conlleva a un
nuevo análisis que determine los límites exactos entre el juez de los referimientos y el fondo
del asunto.

La realidad es que la contestación seria fue el límite ideal plasmado por el legislador para
impedir que el juez de los referimientos suplantara al juez de fondo y resolviera el litigio. Es
decir, que es la nueva línea que deslinda el referimiento del proceso principal, y por
supuesto, es mucho más delgada y flexible.

Un punto que llama poderosamente la atención es que en determinados casos el legislador


ha suprimido la contestación seria como obstáculo o límite del juez, lo que aparentaría ser
una licencia para que el juez de los referimientos decida el fondo del litigio.

Este carácter flexible de la contestación seria como límite del juez de los referimientos
permite que pueda tocar aspectos de fondo sin decidirlo. Existen múltiples ejemplos en los
que de forma cotidiana el juez de los referimientos toca el fondo sin crear o suprimir
derechos subjetivos, y lo cual hace únicamente para tomar “la medida necesaria” que refiere
el artículo 101 de la ley 834.

Así por ejemplo, cuando una acreedor realiza un embargo retentivo sobre las cuentas de su
deudor, pero resulta que la misma había sido saldada por este último, el cual presenta al juez
52
de los referimientos el recibo de descargo que evidencia la extinción de la obligación. En este
caso, el juez de los referimientos puede ordenar el levantamiento del embargo porque entre
las partes no existe una obligación que justifique la medida. Con su decisión,
indiscutiblemente el juez de los referimientos ha tocado el fondo sin solucionarlo, y ha
tomado una medida de restitución de derechos conforme al artículo 101 de la ley 834[13].

En este mismo ejemplo, es probable que el juez de fondo se encuentre apoderado de la


demanda en validez del embargo retentivo y con el levantamiento del mismo ha quedado
afectado, en términos prácticos, lo principal. En este escenario la jurisprudencia ha señalado
que nada impide que las medidas del juez de los referimientos puedan causar un perjuicio al
demandado[14] o que tenga consecuencias irreparables[15].

Para comprender la puesta en escena de la prohibición del juez de solucionar lo principal


podríamos usar el mismo ejemplo. El juez de los referimientos podrá ordenar el
levantamiento del embargo retentivo justificado en que el crédito fue aparentemente
saldado, pero no podrá declarar la extinción del crédito como consecuencia del pago que ha
comprobado[16], porque en este escenario el juez no estaría emitiendo una “medida”, sino
una auténtica decisión que implicaría un juzgamiento del fondo del asunto.

Igual sucede si el acreedor ha notificado un mandamiento de pago tendente a embargo


ejecutivo justificado en un crédito que se encuentra prescrito. En este escenario, el juez de
los referimientos puede ordenar la suspensión de los efectos del mandamiento de pago,
justificado incluso en los medios expuestos por la parte notificada, pero la declaratoria de
extinción del crédito le corresponde al juez de fondo, porque eso es un juzgamiento a los
derechos subjetivos de las partes[17].

Este tema nos conduce a un cuarto y decisivo elemento que incide en la relación del juez de
los referimientos y el fondo del asunto. Nos referimos a la ausencia de vínculos entre la
decisión del juez de los referimientos y lo principal.

Esta regla se expresa de una forma elegante en el artículo 104 de la ley 834, que establece en
su parte inicial, que “la ordenanza de referimiento no tiene, en cuanto a lo principal, la
autoridad de la cosa juzgada…”. Esta disposición es clave para comprender la nueva
dimensión del referimiento y su interrelación con el proceso principal.

El indicado artículo está estructurado en base a una composición interesante, que provoca
que la mayoría de los autores concentren su interpretación en afirmar que el texto evoca a
la ausencia de cosa juzgada en referimiento. Pero, cuando analizamos el sentido de la norma
nos percatamos de que existe un redireccionamiento a lo principal.

Esto quiere decir, que esta norma se basa más en la ausencia de incidencia de la decisión del
juez de los referimientos respecto al fondo que en la propia cosa juzgada. Esto se aprecia
cuando el legislador señala de forma astuta que la decisión del juez de los referimientos no
tiene efecto de cosa juzgada, pero en cuanto a lo principal.

53
Este señalamiento y aclaración por parte del legislador elimina cualquier efecto que pudiera
tener lo decidido por el juez de los referimientos sobre el fondo[18]. Por lo que ya hemos
pasado del viejo sistema que prohíbe perjudicar lo principal, a una técnica contemporánea
que permite tocar el fondo[19], sin solucionarlo, y su decisión no incide sobre lo
principal[20].

Sobre este tema la Suprema Corte de Justicia estableció que “las medidas adoptadas por el
juez de los referimientos no son vinculantes para el juez de fondo, así como tampoco sus
comprobaciones de hecho o de derecho”[21]. Quiere decir, que cualquier apreciación que
pudiera realizar el juez de los referimientos sobre el fondo resulta indiferente.

Si retomamos el ejemplo básico del levantamiento del embargo retentivo justificado en que
el crédito había sido saldado, pudiéramos señalar que la decisión del juez de los
referimientos no afecta al proceso principal, por lo que el juez de fondo podrá tomar la
decisión que estime pertinente. Incluso, su decisión pudiera girar en sentido contrario a la
ordenanza de referimiento y esto no constituiría una violación a la ley, una contradicción de
sentencias o violación a la cosa juzgada.

Estos avances de la legislación dominicana tuvieron una ligera recaída con la promulgación
de la ley 108-05 sobre registro inmobiliario. El artículo 50, párrafo II de la referida norma se
establece que la decisión de referimiento “no puede prejuiciar el fondo del asunto” y “no
adquiere en cuanto a lo principal la autoridad de la cosa juzgada”.

En este caso el legislador dominicano no sólo retrocedió en el tiempo y entremezcló dos


fórmulas que se superponen entre sí (prejuicio del fondo y ausencia de cosa juzgada), sino
que también presenta un término ligeramente diferente: el prejuicio al fondo. Esto es
probable que sea producto de una confusión legislativa, porque en esencia refiere al viejo
perjuicio al fondo.

Pero a pesar de este ligero atraso incrustado en el referimiento inmobiliario, en sentido


general, la evolución del referimiento nos está conduciendo cada vez más a la desaparición
de las brechas existentes con el proceso principal, y hoy en día el viejo principio que impedía
tocar el fondo o perjudicarlo, constituye un mito, un espectro que en ocasiones recorre los
pasillos de la justicia en espera de sorprender la religión de algunos.

Debemos entender que el referimiento es una herramienta útil, y que su buen uso y perfecta
comprensión nos permitiría eficientizar nuestro sistema de justicia, quizás no bajo la predica
de salvación del presidente de la Corte de París, pero si bajo la más noble intención jurídica.
Pero, definitivamente necesitamos comprender el referimiento.

[1] Los profesores Vuitton sostienen que el referimiento regula la situación de forma provisional, hasta tanto el juez de
fondo pueda estatuir. Vuitton, Xavier et Vuitton, Jacques, Les Référés, 3 edición, Pág 197.
[2] En el año 2012 la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia ratificó la naturaleza excepcional del referimiento,
calificación que no se corresponde con la estructura actual del referimiento. Ver SCJ, Sentencia No. 32, 3 sala, 18 de enero
2012
[3] Solus, Henry et Perrot, Roger, Droit Judiciare Privé, T. 3, Pág. 1075.
[4] SCJ Sentencia 50, 30 octubre 2013, BJ No. 1235.
[5] Ver Bru, Cezar, Les jurisdiction du president du tribunal, Des Référés, Pág. XI

54
[6] Solus, Henry et Perrot, Roger, Droit Judiciaré Privé, T. 3, Pág. 1075; ver también, Rosario Estévez, Enmanuel, La
contestación seria en referimiento: hacia una aproximación conceptual, Compilación de Ensayos Jurídicos 2019, Abogado
SDQ. Consulta en
línea https://issuu.com/abogadosdq/docs/celabogadosdq2019?utm_source=conversion_success&utm_campaign=Transa
ctional&utm_medium=email
[7] Sobre este tema, la jurisprudencia ha establecido que el juez de los referimientos debe comprobar que las pretensiones
de las partes no pretendan solucionar lo principal, lo que le está vedado al juez de los referimientos. Ver SCJ Sala 1, Sent.
211, 26 de junio 2013 BJ No. 1230
[8] En este caso utilizamos el término caducidad, pero no para reflejar su significado como sanción por la violación a un
plazo prefijado, sino más bien, a la pérdida del objeto de la decisión. Por ejemplo, se designa un secuestrario judicial de un
bien objeto del litigio, el cual perece con posterioridad como consecuencia de un siniestro o un evento de la naturaleza.
Indiscutiblemente la medida tomada carece de objeto por haber desaparecido el bien objeto de la custodia.
[9] Héron, Jacques et Le Bars, Thierry, Droit Judiciaire Privé, 4 edición, Pág. 328.
[10] La jurisprudencia dominicana ha reconocido que la “contestación seria no constituye un obstáculo a los poderes del
juez de los referimientos más que si la medida solicitada implica resolver una cuestión de fondo para justificarla”. Ver SCJ,
Sala 1, Sentencia No. 51, 19 de marzo 2014, BJ No. 1240
[11] No pretendemos en esta ocasión resolver la incógnita sobre la similitud o confusión entre el referimiento garantía y el
referimiento provisión, aunque pudiera interpretarse, por la utilización de la conjunción disyuntiva “o”, que me identifico
con la corriente que identifica ambas figuras. Esto sería abordado en otra ocasión.
[12] Ver Rosario Estévez, Enmanuel, El referimiento: una herramienta efectiva ante las dificultades de ejecución, consulta
en línea 17/5/2020. http://www.abogadosdq.com/2020/05/el-referimiento-una-herramienta.html
[13] Ver SCJ, Sala 1, Sentencia 57, 3 de mayo 2013 BJ 1230. En esta decisión la jurisprudencia estableció que el juez de los
referimientos no podía solucionar la controversia principal entre las partes.
[14] Civ.3, 11 marzo 1980, Bull. Civ. III, No. 5F.
[15] Civ.1, 18 de enero 1989: D.1989.IR33.
[16] Sobre la posibilidad de que el juez de los referimientos pueda hacer comprobaciones del fondo la jurisprudencia
dominicana se ha mostrado vacilante. En una ocasión señaló que en esta materia el juez no puede realizar comprobaciones
de fondo (ver SCJ, 1 Sala, Sentencia 28, 4 abril 2012, BJ No. 1217), pero en otra decisión la misma sala realizó una apreciación
distinta bajo el predicamento de que estas apreciaciones no vinculaban al juez de fondo (ver SCJ, Sala 1, Sentencia 12, 13
noviembre 2013, BJ 1236).
[17] Ver Rosario Estévez, Enmanuel. El referimiento: una herramienta efectiva ante las dificultades de ejecución. Consulta
en línea, http://www.abogadosdq.com/2020/05/el-referimiento-una-herramienta.html
[18] SCJ, Sala 1, Sent. 12, 13 noviembre 2013, BJ 1236.
[19] La Suprema Corte de Justicia no ha fijado una posición clara respecto a los poderes del juez de los referimientos,

refiriendo en ocasiones que las decisiones son provisionales y no pueden tocar el fondo (SCJ Sala 1, Sentencia 50, 30 octubre
2013, BJ No. 1235);
[20] Civ.3, 9 de enero 1991: JCP 1991.II.21729
[21] SCJ, Sala 1, Sent. 12, 13 noviembre 2013, BJ 1236.

55
El falso referimiento

Enmanuel Rosario Estévez

El falso referimiento o referimiento al fondo es una modalidad híbrida que resulta de la


aplicación de las reglas procesales del referimiento en un proceso contencioso principal. Esta
fórmula, conocida también como referimiento procesal, o sencillamente, “en la forma de
referimiento”, permite al juez de lo principal solucionar un caso de fondo utilizando el
procedimiento de referimiento.

Se trata de una técnica legislativa perfecta porque permite conocer una controversia de
fondo utilizando el esquema procesal expedito y sencillo del referimiento. De aquí surge el
término falso referimiento, debido a que el conflicto se dirime como si fuese un referimiento,
pero sin aplicar las reglas sustanciales de esta figura, y cuyo resultado es una auténtica
decisión de fondo.

Para comprender a la perfección este interesante mecanismo es necesario establecer que el


mismo no tiene una definición prestablecida en la norma, sino que ha sido incorporado de
forma difusa por el legislador. Su primera aparición en Francia fue en la ley del 1 de
septiembre de 1948, que le permitía al Juez estatuir en la forma de referimiento en los casos
de alquileres de habitación[1].

A pesar de su escaso desarrollo legislativo en Francia[2], el falso referimiento ha logrado una


gran aceptación tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, lo que le ha permitido gozar
de cierta comprensión en el ambiente jurídico. En el caso dominicano, su implementación ha
sido más tímida, y no ha tenido la misma compenetración en el ordenamiento jurídico.
Tampoco ha gozado de una notable atención por parte de la jurisprudencia y de la doctrina.
En el aspecto normativo, el falso referimiento se identifica usualmente porque el legislador
suele utilizar dos fórmulas posibles, que bien puede ser que el juez de fondo está estatuyendo
“como en materia de referimiento”, o “en la forma de los referimientos”[3]. El problema de
esta técnica radica en que en ocasiones se utilizan estos términos para referirnos a
auténticos referimientos, por lo que todo dependerá de otros elementos que han sido
identificados esencialmente por la doctrina.

Sobre este tema Foulon y Strickler habían propuesto considerar que “la jurisdicción del
referimiento en la forma solo existe cuando un texto lo prevea expresamente”[4], porque a
juicio de estos autores esto le otorga mayor simplicidad y seguridad.

A pesar de este intento de la doctrina por buscar una solución a la controversia conceptual,
seguían existiendo casos en el ordenamiento francés en los que se instruiría “en la forma de
referimiento”, y el resultado era una ordenanza con carácter provisional que podía ser
modificada, es decir, una auténtica decisión de referimiento.

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Es por esto, que los profesores Herón y Le Bars propusieron que el mejor mecanismo de
identificación sería determinar si la decisión del juez es una auténtica sentencia definitiva o
si el escenario permitiría que con posterioridad se emitiera otra decisión que la dejara como
letra muerta[5]. Es decir, que no basta con que la norma indicara que el juez estaría
estatuyendo “en la forma de referimiento” (elemento formal), sino que es necesario verificar
los aspectos sustanciales (elemento material) para determinar su naturaleza.

Esta notable confusión que provocaba en Francia el referimiento al fondo o falso


referimiento fue solucionada con la promulgación de la Ley 2019-222, de fecha 23 de marzo
de 2019, que regula el proceso de reforma y simplificación de la justicia. En su artículo 28
otorga la prerrogativa de modificar mediante ordenanza lo relativo al proceso de
referimiento al fondo o falso referimiento. Finalmente fue promulgada la ordenanza 2019-
738 del 17 de julio de 2019 que refiere al referimiento al fondo.

Esta nueva norma sustituyó el viejo concepto de “en la forma de referimiento”, por otro más
certero y preciso: “procedimiento acelerado de fondo”. No podemos confundirnos, no se
trata de una nueva institución de derecho procesal, es el mismo falso referimiento, pero bajo
una nomenclatura diferente y de fácil identificación.

En el caso dominicano, el desarrollo de esta interesante técnica legislativa es escaso y poco


conocido. De hecho, tiene ciertas apariciones en la norma, bajo la vieja fórmula de: “en
materia de referimiento”, pero ni siquiera el legislador comprendió su significado al
momento de establecerlo. Por esto en algunos casos se utiliza el término “en la forma de
referimiento” y son auténticos referimientos, y en otros casos, son decisiones de fondo
utilizando el procedimiento de referimiento.

En ese sentido, y a título de ejemplo, el artículo 97, literal d, de la ley de sociedades


comerciales prevé el falso referimiento para el caso en que “el juez del domicilio social” deba
intervenir “en atribuciones de referimiento” para autorizar la cesión de las cuotas sociales a
terceros extraños dentro de una sociedad comercial, cuando exista alguna oposición por
parte de los demás socios.

Este es el caso típico en que un socio desea vender su participación, la ofrece a los demás,
quienes manifiestan no tener interés en adquirirlas, pero tampoco permiten que sean
transferidas a un tercero, que como consecuencia de la operación pasaría a ser parte de la
sociedad. Indiscutiblemente esa decisión, aunque se instruye en referimiento, es una
auténtica sentencia de fondo, no solo porque emana de un juez de fondo estatuyendo en
referimiento, sino porque el resultado es un mandato firme que podría reconocer derechos
subjetivos a favor de una parte, y que no puede ser modificada por el mismo juez que la dictó.
Fíjense, que el poder del juez en este caso no se limita a tomar “una medida”, que es la
naturaleza de la ordenanza de referimiento[6], sino que la decisión implica técnicamente
solucionar de manera definitiva la controversia entre las partes. De ahí, que el juez que la
dictó no puede retractarse ni modificar su decisión, la cual adquiere el carácter de cosa
juzgada definitiva.

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De igual forma, el artículo 317, párrafo II de la ley de sociedades comerciales reconoce otro
caso en el que el juez utiliza el procedimiento de referimiento para emitir una sentencia
definitiva sobre el fondo. En este escenario, el juez interviene para determinar el precio de
las acciones cuando los accionistas de una sociedad en proceso de transformación no se han
puesto de acuerdo sobre el valor de las acciones que deberá ser pagada al accionista que no
desea participar en el proceso de transformación de la sociedad.

Es importante destacar que en este caso el legislador no utiliza el término “en la forma de
referimiento” ni ningún otro parecido, tan solo se limita a señalar que el diferendo será
resuelto por “ordenanza de referimiento que no podrá ser objeto de ningún recurso”.
Precisamente en esta última parte radica su identificación como falso referimiento o
referimiento al fondo, debido a que la decisión que se emita es definitiva y no podrá ser
recurrida, pero tampoco podrá ser modificada por el mismo juez que la dictó.

De hecho, la decisión que resulte en este caso no ordenará ninguna medida, sino más bien
determinará el alcance del precio de las cuotas sociales y que deberán ser pagados al
accionista que no ha formado parte del proceso de transformación. En otras palabras, la
decisión constituirá un título ejecutorio.

Otro ejemplo del falso referimiento o referimiento al fondo aparece en el artículo 339 de la
ley de sociedades comerciales, que permite que el juez intervenga por “decisión judicial, vía
referimiento”, para fijar la remuneración de la masa sucesoral en una sociedad comercial.
Igual sucede cuando el legislador autoriza la intervención del juez de los referimientos para
“la regularización del contrato de sociedad o de los estatutos sociales”, sin mencionar en este
caso, que estatuye en “la forma de referimiento” o cualquier otra fórmula parecida.

Como se puede observar, la identificación de esta interesante e importante técnica legislativa


dependerá de las circunstancias propias de cada escenario, y en ocasiones, el
establecimiento de la fórmula “en la forma de referimiento”, “en materia de referimiento”, o
cualquier otra parecida, puede resultar indiferente.

Como señalamos anteriormente, el falso referimiento consiste en la utilización del


procedimiento de referimiento para solucionar el conflicto. Esta interesante combinación
implica tomar lo mejor de una institución (referimiento) para solucionar los problemas de
la justicia, especialmente la lentitud. Aunque no por ello se apliquen de forma precisa y
exacta todos los elementos del referimiento.

En ese orden, cuando se instruye un caso de esta naturaleza, los conceptos de urgencia y
contestación seria son indiferentes. Simplemente no se aplican en este escenario. Tampoco
la existencia del diferendo constituye un obstáculo para el juez.

En el caso de la decisión, se trata de una auténtica sentencia de fondo emanada de un


procedimiento de referimiento[7]. Lo que quiere decir, que no será ejecutoria
provisionalmente, salvo que la norma dispusiera de forma expresa otra solución[8].
Tampoco podrá ser retractada o modificada por el juez que la dictó. Estos son elementos que
permite diferenciar el referimiento del falso referimiento.
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Posiblemente algunos piensen que carece de sentido el hecho de que la decisión no se
beneficie de la ejecución provisional, pero debemos recordar que no estamos ante un
referimiento, sino que se trata de un proceso de fondo que se instruye en la forma del
referimiento[9], beneficiándose de su simplicidad y celeridad, siendo incluso más efectivo
que el viejo y agotado proceso a breve término previsto en el artículo 76 del código de
procedimiento civil.

En el ordenamiento dominicano, el referimiento al fondo o falso referimiento pudiera servir


para remediar algunos de los problemas del sistema judicial. Así por ejemplo, pudiera
aplicarse a los procesos de cobro de pesos que tanto tiempo agotan en la justicia ordinaria, y
cuyo resultado en ocasiones constituyen letra muerta.

En este caso, el legislador pudiera permitir que los procesos de cobro de pesos sean
instruidos en la forma de referimiento, otorgándole el poder al juez para dotar de la
ejecutoriedad provisional la decisión. Incluso, para los casos en que el juez estime que el
demandante ha pretendido someter a su consideración unas pretensiones que no obedecen
estrictamente a un cobro de pesos, sino que se trata en esencia, de una ejecución contractual,
entonces se podría habilitar la técnica de la pasarela, que consiste en que el juez de los
referimientos puede enviar el asunto ante el juez de fondo sin necesidad de rechazar la
demanda. Es por esto que, en una eventual modificación del texto, se debería ponderar esta
posibilidad.

En esencia, la correcta utilización de este tipo de mecanismo procesal podría eficientizar el


sistema de justicia de nuestro país, sin necesidad de producir grandes reformas o modificar
sustancialmente nuestra normativa procesal. Pero para esto, tenemos que comprender en
todo su esplendor al referimiento, el cual es una obra magnífica de la jurisprudencia.

[1] En 1938 se modificó el embargo inmobiliario y se introdujo en el artículo 681 del código de procedimiento civil el
término “en la forma de los autos de referimiento” para decidir sobre la designación de un secuestrario para los inmuebles
embargados, pero la esencia de este texto nos indica que no se trata de un falso referimiento o referimiento en la forma,
sino de un auténtico proceso de referimiento por el carácter provisional de la medida que ordenaría el juez.
[2] A partir del 2019 se creó una normativa que permite identificar perfectamente el falso referimiento en la norma, pero
previo a esto, su concepción normativa era ambigua. Le correspondía a la jurisprudencia determinar los casos a los que se
debía aplicar esta fórmula.
[3] Herón y LeBars, Droit Judiciare Privé, Pág. 332
[4] Foulon et Strickler, Les référés en la forma, Pág- 11-14, citado por Cayrol, Nicolas, Référé Civil, Repertoire Procedure
Civile, Enciclopedia Dalloz, 2019, Pág. 13.
[5] Heron, LeBars, Pág. 332
[6] Rosario, Enmanuel, La interacción del juez de los referimientos y el fondo. AbogadoSDQ. Consulta en línea
(6/6/2020) http://www.abogadosdq.com/2020/05/la-interaccion-de-lo-juez-de-los.html
[7] Guinchard, Serge et all, Droit et pratique de la procédure civile, Action Dalloz, 2016, Pág. 134.
[8] Civ. 3, 4 enero 1973, D.1973.
[9] Cadiet, Loic y Jeuland, Emmanuel, Droit Judiciaire Privé, Lexis Nexis, Paris, Francia, 2011, Pág. 78.

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