Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Señorita Felice:
¿Habría de pretender nombrarme «tuyo» al firmar? Nada sería más falso. No, mío soy,
y eternamente atado a mí, eso es lo que soy, y a ello he de intentar acomodarme.
Franz
Praga, 17 de Julio de 1920. Franz Kafka.
Sábado
Sabía, por supuesto, lo que diría tu carta, de alguna manera lo decían casi todas tus
cartas, lo decían tus ojos —¿qué no se vería en su límpido fondo?—, lo decían las arrugas de
tu frente, yo lo sabía, del mismo modo que quien ha pasado todo el día durmiendo y soñando
sueños angustiosos tras los postigos cerrados abre por la noche la ventana y no se sorprende
de que haya oscuridad, una maravillosa y profunda oscuridad. Y yo veo cómo te atormentas y
te retuerces y no te liberas y —prendamos fuego al polvorín— nunca te liberarás, y yo veo
eso y no puedo decir: Quédate donde estás. Pero tampoco digo lo contrario, estoy frente a ti y
te miro a los queridos, a los pobres ojos (qué tristeza la foto que me has enviado, es un
tormento contemplarla, un tormento al que uno se somete cien veces al día y
desgraciadamente, sin embargo, un tesoro que sería capaz de defender contra diez hombres
vigorosos) y soy realmente fuerte, como escribes; un punto fuerte sí tengo, si uno quiere
designarlo con brevedad y poca claridad, se trata de mi falta de sentido para la música. Pero
no es tan grande que, al menos ahora mismo pueda seguir escribiendo. Me arrastra una ola de
dolor y de amor y no me deja escribir.