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Etica de Socrates
Etica de Socrates
Sócrates vive en la segunda mitad del siglo V, ateniense, pertenece a una familia humilde; su
padre, Sofronisco, era escultor y su madre, Fenarete, partera. Sócrates afirma que heredo el
oficio de sus padres en cuanto que se considera un escultor de hombres en la brusquedad de
la verdad.
El saber fundamental para Sócrates, es el saber acerca del hombre (de ahí su máxima:
“Conócete a ti mismo”) que se caracteriza por esto tres rasgos: es un conocimiento universal
válido, contra lo que sostienen los sofistas es ante todo un conocimiento moral es un
conocimiento práctico (conocer para obrar correctamente).
Una concepción del bien (como felicidad de las almas) lo bueno (como lo útil a la felicidad) la
tesis de la virtud como conocimiento vicio como ignorancia (el que obra mal es porque ignora
el bien; por tanto, nadie hace el mal voluntariamente) la tesis de origen sofista de que la virtud
puede ser transmitida o enseñada.
Él pensaba que los seres humanos llevan una luz natural y por ello podemos alcanzar la verdad,
ya que el bien de la ciudad es el buen cazador y la virtud de caca uno de sus miembros. Según
Sócrates hacemos cosas malas sólo por ignorancia.
Principio fundamental del pensamiento socrático es:
Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del intelectualismo moral. Según
esta posición el SABER = VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de
la ignorancia: nadie obra mal a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo lo
hacemos porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados. Así, para
obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber, es ignorancia. Si esto es así, el
criminal no es malo, es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser educado.
Podemos hablar de 1974 con REMPLEIN quien habla de la persona como un ser individual que
es indivisible, autónomo y una característica del ser humano es que conozca los valores
orientados hacia todo lo que favorece a la vida y desfavorece todo lo que la daña. Los valores
religiosos, sociales, estéticos, económicos, biológicos, hedónicos (del placer) y los
eudemónicos (felicidad terrenal).
El ser humano, como ser independiente del ambiente, abierto al mundo debe buscar
continuamente su lugar y una orientación intelectual de los valores, es decir una obligación
continua y exige apelar sin descansar a la mayor perfección de los valores y así lograr una
normal adaptación en las aspectos biológicos, psicológicos y espiritual.