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Introducción
Las trombosis venosas retinianas se asocian estrechamente a cambios seniles locales y sistémicos.
Típicamente, en la oclusión de rama venosa retiniana (ORVR), el engrosamiento arterioloesclerótico de
un arteriola retiniana produce compresión de la vénula en el punto de cruce arteriovenoso, agravada por el
hecho de que ambos vasos comparten la vaina adventicia. Esto da lugar a alteraciones secundarias, como
pérdida de células endoteliales, flujo turbulento y formación de trombos. De modo similar, la vena y la
arteria centrales de la retina poseen una vaina común en los puntos de cruce por detrás de la lámina
cribosa, por lo que los cambios ateroescleróticos de la arteria pueden precipitar una oclusión de la vena
central de la retina (OVCR). Se cree que los factores hematológicos protrombóticos podrían ser
importantes en una minoría de casos, incidiendo en una predisposición anatómica ateroesclerótica. Una
vez que se ha producido la oclusión venosa, hay una elevación de la presión venosa y capilar con
estancamiento del flujo sanguíneo, lo que origina hipoxia retiniana, que a su vez resulta en lesión de las
células endoteliales capilares, extravasación de elementos de la sangre y liberación de mediadores como
el VEGF.
Tratamiento
El láser ha sido hasta hace poco el tratamiento estándar del edema macular en la ORVR, pero ahora se
dispone de nuevos tratamientos más eficaces y relativamente seguros. Sin embargo, no se ha definido la
pauta óptima, y sigue investigándose qué tratamiento farmacológico aislado o combinado con el láser,
incluidas nuevas modalidades, como los micropulsos, obtiene el mejor equilibrio entre riesgos y eficacia.
• AGF. A los 3 meses, si la AV es de 6/12 o peor, se solía hacer una AGF para descartar una isquemia
macular significativa antes del láser en rejilla, aunque puede no ser necesaria si el tratamiento va a
consistir solo en anti-VEGF (v. más adelante).
• La NVE o NVP suelen considerarse una indicación de fotocoagulación sectorial, aunque algunos
autores la reservan hasta que aparezca hemorragia vítrea.
• La NVI es una indicación de FPR sectorial urgente.
• Anti-VEGF intravítreos (figs. 13.28B y C). Han sido ampliamente adoptados para el tratamiento del
edema macular secundario a ORVR, y probablemente mejoran la AV más que el láser
• Implante intravítreo de dexametasona. Proporciona una mejoría visual en la ORVR sustancialmente
superior que la observación. El tratamiento puede repetirse cada 4-6 meses. Los posibles efectos adversos
incluyen un aumento del riesgo de glaucoma y catarata
• Láser macular. Si la AV se mantiene en 6/12 o menos después de 3-6 meses debido a edema macular
asociado a buena perfusión del centro de la mácula en la AGF, puede plantearse el tratamiento con láser:
20-100 quemaduras suaves de 50-100 mm y duración de 0,01-0,05 s, concentradas en la zona de
exudación angiográfica; los impactos de duración más corta parecen infligir menos daños a la retina,
consiguiendo un efecto terapéutico aproximadamente similar.
• El láser de micropulsos puede ser tan eficaz como la fotocoagulación convencional para el edema
macular, pero causa considerablemente menos daños sobre la retina. Comienza a ejercer su efecto más
lentamente.
• La triamcinolona intravítrea sin conservantes es tan eficaz como el láser en ojos con edema macular,
pero su efecto es menos duradero y hay una tasa relativamente alta de formación de cataratas y aumento
de la PIO.
• La inyección de corticoides perioculares es menos invasiva que la vía intravítrea, pero también
bastante menos eficaz.
• Revisión. En casos que no requieran una intervención precoz puede realizarse a los 3 meses, y luego a
intervalos de 3-6 meses durante 2 años, principalmente para detectar neovascularización.
La OVCR inminente (parcial) ocurre por término medio en pacientes más jóvenes que los que sufren
oclusiones más graves; el pronóstico suele ser bueno, pero en un porcentaje de casos se deteriorará a una
OVCR isquémica. La distinción entre OVCR «inminente» y OVCR no isquémica leve (v. más adelante)
no está clara, incluso puede ser inexistente. Puede cursar sin síntomas o producir borrosidad visual leve o
transitoria, que típicamente es peor al despertar.
En la exploración, hay leve dilatación y tortuosidad de las venas retinianas, con relativamente pocas
hemorragias en punto y mancha dispersas (fig. 13.29); puede haber edema macular leve. La
autofluorescencia del fondo (AFF) puede revelar una imagen perivenular en helecho (v. más adelante), y
la AGF generalmente muestra alteraciones de la circulación retiniana. El tratamiento es empírico, sin que
se haya establecido una pauta basada en la evidencia. Se ha propuesto la corrección de cualquier trastorno
sistémico predisponente, evitar la deshidratación y reducir la PIO para mejorar la perfusión. No se ha
demostrado un efecto beneficioso de los antiagregantes plaquetarios, otros anticoagulantes o la
hemodilución, pero pueden valorarse en ciertos casos.
La OVCR isquémica se caracteriza por una reducción sustancial de la perfusión retiniana con cierre
capilar e hipoxia retiniana. La isquemia macular y el GNV son las causas principales de pérdida de visión.
Diagnóstico
• Síntomas. Disminución marcada de visión indolora en un ojo de comienzo súbito. En ocasiones puede
acudir el paciente con dolor, enrojecimiento y fotofobia debido a GNV, sin haber hecho caso o ser
consciente de una pérdida de visión previa.
• La AV suele ser de contar dedos o peor; el pronóstico visual suele ser extremadamente malo por la
isquemia macular.
• Hay DPAR.
• NVI. Aparece rubeosis del iris (fig. 13.31A) en cerca del 50% de los ojos, normalmente al cabo de entre
2 y 4 meses («glaucoma de los 100 días»), y hay un alto riesgo de GNV. Debe examinarse el borde
pupilar en cada revisión antes de la midriasis farmacológica.
• Gonioscopia. Puede ocurrir neovascularización del ángulo (fig. 13.31B) sin que haya neovasos en el
borde pupilar, por lo que debe realizarse sistemáticamente una gonioscopia en cada revisión, de nuevo
antes de dilatar la pupila.
• Fondo de ojo
○ Tortuosidad e ingurgitación acusadas de todas las ramas de la vena central de la retina. Hay abundantes
hemorragias profundas en mancha y llama que afectan a la retina periférica y posterior, así como focos
blancos algodonosos que suelen la papila óptica (fig. 13.32A).
○ Los signos más agudos se resuelven tras 9-12 meses. La mácula puede sufrir alteraciones atróficas de la
retina y EPR, hiperplasia del EPR, membrana epirretiniana y EMC crónico. Rara vez puede formarse una
fibrosis subretiniana parecida a la que aparece en la degeneración macular asociada a la edad de tipo
exudativo.
○ Se produce neovascularización retiniana en cerca del 5% de los ojos, con bastante menos frecuencia
que en la ORVR, pero puede haber hemorragia vítrea grave, que tapa la visión e impide aplicar láser a la
retina.
○ Son frecuentes las colaterales de la papila óptica (cortocircuitos optociliares; v. epígrafe de OVCR no
isquémica), que pueden proteger al ojo de la neovascularización en los segmentos anterior y posterior; su
aparición (fig. 13.32B) probablemente indique una reducción acusada del riesgo de tal complicación.
• AGF. Muestra un marcado retraso del tiempo de tránsito arteriovenoso, efecto pantalla de las
hemorragias retinianas, áreas extensas sin perfusión capilar y tinción, y escape de la pared de los vasos
(figs. 13.32C y D). La presencia de más de 10 áreas papilares de retina con ausencia de perfusión capilar
se asocia a un riesgo significativamente elevado de neovascularización.
• TCO. Permite cuantificar el EMC.
• Electrorretinograma (ERG). Está deprimido; el grado de reducción se ha usado a veces para valorar el
riesgo de neovascularización.
Algunos autores consideran la oclusión venosa hemirretiniana una variante de la OVCR, y puede ser
isquémica o no isquémica. Es menos habitual que la ORVR o la OVCR, y consiste en la oclusión de la
rama superior o inferior de la vena central de la retina (VCR). La oclusión hemisférica bloquea una rama
principal de la VCR en la papila óptica o su proximidad. La oclusión hemicentral, menos frecuente, afecta
a un tronco de una VCR bifurcada en la parte anterior de la cabeza del nervio óptico como una variante
congénita. El pronóstico depende de la gravedad de la isquemia retiniana, pero su tratamiento ha sido
menos estudiado que el de la ORVR o la OVCR. La isquemia retiniana extensa implica riesgo de GNV y
debe abordarse del mismo modo que la OVCR isquémica (v. más adelante); por lo demás, el tratamiento,
sobre todo del edema macular, puede ser el de la ORVR.
Diagnóstico
• Síntomas. Defecto altitudinal del campo visual de instauración brusca (fig. 13.33A).
• La reducción de la AV es variable.
• NVI. Es más común que en la ORVR, pero menos que en la OVCR.
• En el fondo de ojo se aprecian los signos de la ORVR que afectan al hemisferio superior o inferior de la
retina (fig. 13.33B). La NVP puede ser más habitual que en la OVCR o la ORVR.
• AGF. Efecto pantalla por las hemorragias, hiperfluorescencia por extravasación y ausencia de perfusión
capilar variable
(fig. 13.33C).
Tratamiento de las complicaciones de la OVCR
El tratamiento de la OVCR no isquémica suele ser mucho menos intensivo que el de la OVCR isquémica,
por lo que es importante diferenciarlas lo antes posible.
• El estudio general, como se ha descrito anteriormente, es esencial, así como un tratamiento general
adecuado (v. más
adelante).
• Tratamiento del edema macular. Suele estar indicado si la AV es peor de 6/9 o hay un engrosamiento
significativo del centro de la mácula (p. ej., > 250 mm) en la TCO, pero probablemente sea poco efectivo
en casos con visión igual o peor a 6/120. El tratamiento estándar actual consiste en fármacos anti-VEGF o
implante de dexametasona por vía intravítrea.
○ Los anti-VEGF intravítreos (p. ej., ranibizumab, 0,5 mg) pueden administrarse de entrada
mensualmente durante 6 meses y luego con menor frecuencia; consiguen típicamente una ganancia de AV
de 2-3 líneas. Al igual que en la degeneración macular asociada a la edad, los estudios iniciales sugieren
que el aflibercept podría requerir menos inyecciones para obtener un efecto equivalente ○ Implante
intravítreo de dexametasona.
○ Triamcinolona intravítrea (fig. 13.34E). El estudio SCORE comprobó una mejoría de tres o más líneas
de visión al año en más del 25% de los pacientes (frente al 7% de los controles) tratados con un promedio
de dos inyecciones de 1 mg de triamcinolona, empleando un preparado sin conservantes para uso
intraocular. Hubo una tasa ligeramente superior de aumento de la PIO y cataratas que con la observación.
○ Fotocoagulación con láser. Aunque mejora anatómicamente el edema macular, el láser no suele aportar
beneficios visuales, salvo quizá en los pacientes más jóvenes.
• Tratamiento de la neovascularización
○ Debe realizarse sin demora una FPR en los ojos con NVI o neovascularización del ángulo. Se empieza
con 1.500- 2.000 impactos de 0,5-0,1 s de duración, separados por el tamaño de una quemadura, con la
energía suficiente para
producir una reacción pálida o moderada, evitando las áreas de hemorragia (fig. 13.34G). El tratamiento
debe fraccionarse, y a menudo se requiere ampliar la fotocoagulación.
○ Las inyecciones intravítreas de anti-VEGF suelen administrarse de forma coadyuvante cada 6 semanas
hasta que el ojo se estabilice, ya que consiguen una resolución más rápida de los neovasos que la FPR. Si
se administra primero el tratamiento intravítreo, probablemente conviene esperar unos días para evitar
contaminar el sitio de la inyección. Los inhibidores del VEGF probablemente sean de poca utilidad si
existe cierre sinequial del ángulo.
○ El tratamiento del GNV se trata en el capítulo 10.
○ La hemorragia vítrea puede responder al tratamiento con anti-VEGF intravítreos –aún no hay muchos
estudios sobre la cuestión–, pero el tratamiento definitivo es la vitrectomía con endoláser.
Existe una arteria ciliorretiniana en el 15-50% de los ojos, que aporta a la mácula central una segunda
fuente de irrigación procedente de la circulación ciliar posterior. Su importancia radica en que puede
mantener la visión central tras una OACR, suponiendo que irrigue la fóvea.
• Aislada. Es rara (figs. 13.40A y B); puede ocurrir en pacientes jóvenes con una vasculitis sistémica
asociada.
• Combinada con OVCR. No es infrecuente (fig. 13.40C); la oclusión es transitoria y el pronóstico es
mejor que en la oclusión de arteria ciliorretiniana aislada.
• Combinada con neuropatía óptica isquémica anterior (fig. 13.40D). Afecta típicamente a pacientes
con ACG y comporta un pronóstico pésimo.