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Poemas

Óscar Rozalén

OFRENDA

Ninguna gota es azul


excepto el mar,
las tormentas son infinitos
puntos de calma pero desordenados,
las palabras golpean tu ventana
tiroteando la noche
como una lluvia seca de verano.

Se trata de escribir un poema


mientras la noche va descontando
estrellas hasta que amanezca.
Se trata de hacer guardia
desde los áticos del mundo
a que el tiempo recorra las calles
y las pueble de panteras.

Tu nombre se desprende del poema


al precipicio de la noche,
y cae empujado por la gravedad
al fondo de un lago vacío
que es el silencio.

Siente que tienes la libertad


de buscar tu propia frontera,
cada hombre es una jaula
que ha dejado escapar a su oso.

Cuelga tu miedo del balcón


hasta que la noche lo vuelva
sombra y se lo beba,

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no temas a la felicidad
aunque tu infancia ya sea lejana,
el azul hay que ganarlo cada día.

Tus poemas están en ti


como hormigas recorriendo tu piel,
las palabras son pedazos de intuición.

El álgebra de la lluvia formula


recuerdos precisos como un ecuación
sin incógnitas.

La cuenta atrás de la noche


está llegando a su fin,
vuelve al mismo lugar
del principio del poema
que ya nunca será el mismo.

Este poema de principios de verano


es una ofrenda de verdades infundadas.

PONLE VOZ A ESTO

«decías la tormenta es un tigre»


Benjamín Prado

Hay veces que la tristeza


no deja ventanas encendidas.

Tumbado junto a ti
trato de buscar las palabras exactas
para desactivar el pasado,
mi conciencia usa su voz en off
-algo parecido al grito
de una ballena en una playa vacía-,
me dice que cada hombre lleva
un pasajero dentro que debe completar su viaje.

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Tumbado junto a ti cae la noche,
no es sencillo volver siempre
al mismo sitio desde diferente lugar.

La voz en off dice


que en verano se sueñan peces
y en invierno se sueñan tigres,
y también dice
que un hombre es un abismo desde
el momento que mira hacia atrás.

ÁRTICO

La última luna existe en el Ártico


cerca del mar donde no pasan los ángeles ni las olas.

Mi padre buscaba la lentitud,


siempre decía que el miedo se creó en las ciudades,
lejos de las montañas.

Las palabras de entonces vuelven como un boomerang


desde ese verano en que todo era sombras.

Ahora me incluyo entre mis pertenencias,


aunque la tierra no sea de nadie.

H o y he amanecido en el estrecho de Bering


sin nada que ponerme.

PECADOS CAPITALES

Mientras tú esperabas en Madrid a que regresase,


bajo las Luces de Paris desnudé
a una mujer sin nombre,
en Atenas, todo un clásico, regalé flores a una desconocida,
Amsterdam me abrió el corazón en canal,

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visité Londres para repasar lo último de la lencería femenina,
Nueva York me citó en Roma,
en Dubái hacía demasiado calor como para salir de la cama,
Lisboa y yo envejecimos juntos en lo que dura una noche,
en Oslo, prefiero olvidarlo, todo fue demasiado frío,
una día me dejé la ventana abierta y se la llevo Buenos Aires,
en La Habana no hubo ni despedidas ni Ojalas,
en Tokio inventamos como besarse en ningún idioma,
y otras ciudades fueron como puntos suspensivos...

Aunque de todas las mujeres


ninguna supo odiarme tan bien como tú.

JAPÓN

Sé que cuando muera


habrá cierto olor a vainilla
y vendrá gente de Asia
con aromas y laberintos.

Katsue,
acostúmbrate a plantar
los pies
en
el
aire,

algunos días se puede


morir de menos,

a veces, Natsuko,
el olvido es la costumbre
y te vacía la memoria
hasta los topes,

no pongas esa escasa formar de mirar, Yuka,


como si todo viniese desde la infancia,

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Yusuke,
debes saber que en cualquier lugar
con la debida atención
puedes oír relinchar a un caballo,

al fondo de todo, Suko,


hay una lengua que duerme
inacabada,
impronunciable.

Sé que cuando muera


todas las mujeres tendrán
un nombre japonés.

CERCADOS

Ya dejada atrás la fatiga


de cuando uno quiere enseñar
que amarse es el menor de lo motivos,
llevados por ese deseo hipnótico
sin conciencias que venerar,
en un lento acercamiento a los confines,
aguardando al descuido de la memoria,
cuando ya no queda más desafío
que el de vivir o merodear la vida,
a esas horas que cierra
el antro más lujoso de la noche,
en desborde de paciencia,
a la lentitud de la agonía,
un cuerpo se parece a otro cuerpo,
tan desigual,
tan resonante de pulso,
aprendiendo a decir de otra manera
como se van agotando los labios
y el último cigarro.

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II

Hay derrotas
que no son tan puntuales como contigo,
ni lugar donde ocultarse en este cuarto,
con el deseo no se juega a ser infiel,
no debes guardar nada para cuando amanezca,
otro hombre como yo está por llegar.

III

La ausencia de espejismos
es no buscar significado a los recuerdos,
algo me dice
que el pasado esta indefenso en las fotografías.
En ellas se te ve tan feliz.

Me es difícil explicarte desde esta distancia


- a cinco centímetros mal medidos de tu piel—,
cómo he descubierto sin contar contigo
que en Avenue Clichy siempre llueve borroso,
Amsterdam prefiere una mujer
a sus embarcaderos,
el mar desemboca en Lisboa.

Imagina que tras la densidad


que apacigua después del orgasmo
todo duele menos,
sueña el instante exacto de la despedida
que tal vez nunca ocurra,
no te sueltes de la última hoja
que cae de esta cama
en letargo final.

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