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Objetivo inicial del AT: acompañar al paciente a PAMI para la gestión de traslado
institucional.
Viñeta Clínica:
Héctor es un paciente de 58 años, con diagnóstico de esquizofrenia, con una larga
estancia de internación psiquiátrica, o sea, un paciente institucionalizado. Es un caso
comúnmente llamado “social”. Su larga estancia se debe más a cuestiones
burocráticas que a la patología en sí. Los años pasan, los gobiernos cambias y los
pacientes ¿esperan?, ¿qué? Llega su turno de la gran lista de pacientes en espera…
Héctor es citado por PAMI, vía asistente social.
¿Cuál es su función dentro del dispositivo institucional? La función del at solo puede
definirse en relación a la estrategia de un tratamiento, e ira cobrando sentido en la
medida en que este avance, es decir, en relación a las particularidades de cada caso.
La urgencia con las que suelen manejarse este tipo de situaciones hizo que en poco
tiempo baraje diversas cuestiones, como ser, presentarme ante el paciente, ponerlo al
tanto del trámite a realizar y de alguna manera estar sujeto al libre albedrio.
Luego de una serie de requisitos a presentar, tales como Informe Social, Resumen de
H.C., recibo de pagos de haberes de jubilación (en poder del curador oficial), etc., me
encontré con una serie de cuestioné de muy amplio espectro. Ya no se trataba
solamente de acompañar a Héctor, sino también acompañar el proceso burocrático en
juego ¡Que tarea esa!
Momento de tensión
Poniendo a Héctor al tanto de las situaciones hasta el momento, este me cometa que
había ido a visitar a la asistente social, en busca de información, encontrándose con la
tan común respuesta “hay que esperar”. Le comunico que había novedades y que
seguramente no habrían llegado a oídos de la asistente social, que se quede tranquilo
que en poco tiempo se resolvería todo y que se vaya preparando (haciendo alusión al
traslado).
Semana siguiente, me entero de la internación en clínica media, ¿Qué paso?, (no dejo
de pensar en lo que hablamos la última vez antes de su internación).
Pasan los días y lo noto peor, sudando, trémulo, criticando todo a su alrededor; l
angustia me corroe, un nuevo lugar me plantea el acompañamiento de Héctor, ya no
es el seguimiento de sus trámites sino el seguimiento de su estado de salud, el medir
entre los médicos y enfermeros de clínica médica y los de su lugar de morada,
además de presencia y sostén, muchas veces utilizando un discurso Amo y todo
recurso pertinente que estuviese al alcance de mi mano.
Entre los tramites, confusos para Héctor, y los vericuetos de la enfermedad, advertí
que era momento de una toma de decisión a saber: mientras hablaba con Héctor
sobre el traslado y otras dudas al respecto, noto que este tema era motivo de extrema
ansiedad por lo que decido estratégicamente cambiar de rumbo, le propongo dejar el
tema “Rosario” para otro momento, ocuparnos de pasar este mal trance y ver luego
qué sucedería.
Al día siguiente los médicos se cuestionaban el porqué del traslado a este hospital
siendo que era un paciente para estar en clínica médica. Un día mas y ya no lo
encuentro allí, ¿Dónde estará? Me preguntaba, y nadie sabía responder, no había
registro del paso por allí, claro, ¡venia del Borda! (y no estaban al tanto que era un
paciente con cobertura de PAMI…)
De regreso a clínica médica, lo visito y se pone muy contento, tan es así que me
demanda si lo puedo terminar de afeitar, estando en presencia de enfermeros
(transferencia instalada).
Tres días después del reingreso a la clínica médica, la asistente social le anuncia que
ya salió la vacante para el Gerontopsiquiátrico en Rosario y que lo vendría a buscar su
hermana. A la confusión que traía, se le suma esta otra, debido a la inminencia del
traslado (ya que si no se perdería la vacante). Me pide que lo ayude a ordenarse ya
que no entiende por qué tan rápido todo.
Le digo que me pregunte lo que quiera saber, todo aquello que le preocupe, que
puede confiar en mí y que lo iba a ayudar. Al explicitar estas dudas, quedaron
develadas muchas más cuestiones que las que me imaginaba.
Reflexiones finales
El debate ético era constante, ¿Qué hacer, que no hacer, a quien recurrir, será mi
deber?, ¿altruismo?
En este AT, sus circunstancias son: se realiza a partir del trabajo en un servicio del
hospital Borda, y tiene su relación con el espacio denominado taller Trans Institucional.
Pone en juego cuestiones como lo inter, lo trans, y el trabajo con pacientes que fueron
trasladados del Borda a otra institución, donde ese pasaje era brusco, era un “entre”
que no quedaba articulado, más bien fragmentado según los dichos del at. Un “entre”
que en su fragmentación no da lugar a la salda. Si no se piensa la entrada no
podemos plantear la salida, digamos jugando un poco con las palabras.
En un plano más amplio, será algo que nos incumbe como trabajadores de la Salud
Mental, aquello que hace a las políticas en salud. Y al recurrente tema de las posibles
alternativas a la institucionalización, que recursos se le dedican, que formación para
sus protagonistas, etc. Porque este relato nos hace ver la necesidad que existe de
capacitación básica en estos temas también para los médicos, y en los distintos
servicios hospitalarios, técnicos y profesionales no psi. Nos expone el tema de las
grietas institucionales.
No obstante, uno va a deducir que el at hizo alguna hipótesis, que sostiene con su
intervención. Puede suponerse un saber en Daniel (lo más importante: ¿Héctor lo
supuso?). Un saber que tiene que ver con un deseo, que sostiene en su posición en el
caso. Va a donde tiene que ir. Esta con quien tiene que estar. Diferencia momentos,
decide cuestiones tácticas. Habla, hace y escucha.
Y aunque esos tiempos estén en el servicio, como sucedía aquí, habrá que considerar
si e circuito asistencial existente operativo. En tanto los tiempos propios del paciente
no coincidían con ese esquema, resulta esencial poder operativizar, para dar lugar a
las situaciones de urgencia, como en estos casos.
Por esto remarco que hay momentos donde una indicación en el sentido del discurso
médico, que priorice lo terapéutico, una indicación desde una posición de discurso
amo, si lo decimos en otras palaras, es necesario. Indicar, organizar, realizar
esquemas para responder a las dudas, como hace el at.
Se articulan con esto alunas afirmaciones que extraigo de J. A. Miller, respecto al uso
del medicamento, y de su lugar en la cura analítica: dice que son formas de
anestésicos, no curan, pero permiten trabajar con ciertos pacientes… Creo que es una
figura ilustrativa para pensarla en relación al acompañamiento. No se trata de que
cure, pero permite trabajar con determinados pacientes en un momento y durante un
tiempo más o menos limitado.
Aunque a veces esto no es entendido así por los propios psicoanalistas. Y digo esto
como psicoanalista, ya que por lo general entre los ats y estudiantes de la Facultad
suela parecer la crítica más franca hacia la practica psiquiátrica. Sin embargo, en
estos años, al dar charlas o cursos en hospitales o universidades, y en mi practica
como coordinador de un equipo de AT, me fui encontrando con las dificultades de los
terapeutas para precisar la especificidad de esta función y su orientación en cada
caso, donde no se tienen en cuenta cuestiones básicas, como es la articulación de las
acciones del AT con su estrategia, y la supervisión de sus modificaciones en función
de la evolución del paciente. Y en esto influye el difuso conocimiento específico sobre
el tema entre los profesionales psi.