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Gp: 02/03/16.

La actividad central del grupo pequeño consistió en hacer rol-play en el que, por
parejas, teníamos que hacer de paciente y el otro de terapeuta y actuar como si el
paciente llamara al terapeuta para concertar una cita. En este caso yo hice de
terapeuta y ella de paciente. Durante la conversación, nos saludamos y le pregunté
por el motivo de consulta. Ella me contó que su hija estaba teniendo problemas de
ansiedad y que estaba teniendo comportamientos extraños con la comida. A
continuación, yo le pregunté a Ana su nombre, la edad de su hija y por su
disponibilidad de horarios, hice como si apuntara todos esos datos, le di cita y le dije
que, en el caso de no poder asistir, me avisaran para poder cancelar la cita y concertar
otra. Finalmente nos despedimos.

A continuación, Ana me dio su punto de vista sobre mi actuación, ella se había sentido
bien atendida y le había parecido cercano. Sin embargo había cometido una serie de
errores como no presentarme, no preguntarle sobre el padre, si están divorciados o
cuál es su situación de pareja actual, si ambos tienen la patria potestad, el entorno
familiar, así como no haber citado al padre también. Aun así, pienso que, en general,
mi actuación fue buena no estaba nervioso, transmití cercanía y tranquilidad y atendí
adecuadamente al cliente, pero no me presenté, pues suponía que al llamarme Ana,
ella ya sabría a donde llamaba y quien era yo. Considero que fue un gran error por mi
parte no preguntar por el padre, ya que al haber estudiado ética el cuatrimestre
pasado, sabía que se necesita la autorización de ambos progenitores para llevar a
cabo cualquier tipo de evaluación e intervención, que d lo contrario podría tener
problemas legales. Por otro lado, se me pasó coger un número de contacto de la
paciente, por si tuviera que llamarla para algo, aunque tampoco es algo que no le doy
mucha importancia pues, actualmente, la mayoría de dispositivos móviles o telefónico
llevan incorporado un registro de llamada. Si bien es cierto tal vez ese no sea su
número habitual o quizás prefiera otra vía de contacto.

Escuchando la actuación de los demás compañero me di cuenta de otros detalles


como que es importante no solo presentarse con tu nombre si no especificar que se es
psicólogo, si trabajas en una clínica o centro, puesto que si esto no lo sabe el cliente
puede inducir a confusión. Por otro lado, también me di cuenta que hay gente que ante
este primer contacto, se pone muy nervioso, hasta el punto que le da la risa. Que es
importante que dar una imagen de seriedad y profesionalidad. Otra cosa que me llamó
la atención es que puede haber clientes que utilicen esta primera llamada de contacto
como una auténtica sesión de terapia y comiencen a desahogarse. En mi opinión, es
importante saber parar esto y coger aquella información que nos hace falta para poder
tener un buen primer contacto. No solo durante este primer contacto telefónico, sino
también durante las sesiones, considero importante controlar el tiempo, pues se
pueden comer el tiempo de otros pacientes o hablar sobre información relevante para
la intervención, por lo que yo, en esos casos, le recordaría la necesidad de no irse por
la ramas y de que su tiempo termina a una determinada hora y que le quedan tantos
minutos para finalizar la sesión. Además, me parece importante recoger el motivo de la
consulta adecuadamente, es decir, sin lagunas y sabiendo que es lo que le ocurre al
paciente y si solo le ocurre a él o hay miembros de la familia implicados o más
personas, porque no es nada recomendable que atendamos o aceptemos a un cliente
a ciegas, ya que te arriesgas a no saber tratarlo y hacer perder tiempo a ambos.

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Después de esta puesta en común, cambiamos los papeles en el rol-play. Ahora, era
yo el paciente y Ana la terapeuta. Nos saludamos y presentamos y acto seguido, le
conté mi problema, que tenía ataques de ansiedad varias veces por semana y que
llamaba para buscar ayuda ella. Me preguntó mi edad, mi ocupación y si vivía con mi
familia y si ellos sabían que yo estaba buscando ayuda psicológica. Yo le respondí que
sí y que no habría ningún problema en traerla a la consultad. Finalmente, me preguntó
por mi disponibilidad y concertamos una cita.

Durante la conversación, yo me sentí muy bien atendido, aunque me chocó un poco


que me preguntara por mi ocupación, porque no le veía mucha relación con el resto de
la información. Por otro lado, eche en falta una serie de cuestiones como es que no
me hubiera preguntado por un teléfono de contacto, y que olvidara decirme que si no
pudiera asistir a la cita me llamara para cancelarla y poder concertar otra, así como si
estoy siguiendo algún tipo de tratamiento o si he visitado ya a otro psicólogo por ese
problema o por otros problemas anteriores, por lo demás lo hizo muy bien.

En general, en la puesta en común, vi como los compañeros habían mejorado su


actuación y cometían menos errores que inicialmente y que se dedicó más tiempo a
resolver las inquietudes de los demás. Me llamó la atención que se cobrara al paciente
desde la primera sesión, pues pienso que esta primera sesión, se utiliza más bien
como una toma de contacto, ver si al paciente le convenzo como psicólogo y si está de
acuerdo con el modo y las condiciones de trabajo y si yo, como terapeuta, puedo
ayudarlo o si es mejor derivarlo a otro psicólogo. Aunque, si es cierto que, tal vez, no
sea necesaria toda una sesión para que ambos nos demos cuenta de eso y que se
podría hacer durante la primera llamada telefónica. Además, la manera en que el
profesor ejemplificó como el empezaría ese primer contacto en sesión, que posibilitaría
ir forjando una alianza terapéutica, me resultó muy útil y práctica. Así como, si el
cliente está interesado de antemano en las condiciones de trabajo, mandarle un correo
con toda la información. Además, no insistir en cuanto cobra pues se puede pensar el
cliente que nosotros pensamos que no nos va a pagar o que no tiene dinero para
pagar nuestros servicios. Otra cosa que me parece importante destacar es haberme
percatado de que es necesario llevar a la familia a la terapia, pues permite ver si son o
no necesario para la intervención, si pueden entorpecerla, también observar las
dinámicas que se producen y obtener información relevante, que puede ser usada a
favor de nuestro paciente. En el que caso de que no sean necesarias para la
intervención siempre se pueden descartar o citarla más adelante.

Esta práctica me ha servido para darme cuenta de aquellos fallos que podría haber
cometido en un primer contacto telefónico y de que cosas conviene hacer y cuales no
tanto en un primer contacto telefónico como en uno presencial, durante la primera
sesión. Además, de contrastar como he visto yo mi actuación a como la ha visto el
compañero y recibir un feedback de que es lo que ha echado en falta. El percatarme
de estos errores me permite que en un futuro, sea más difícil que los cometa.

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En esta sesión hicimos un genograma en el que teníamos que representar a los


diferentes integrantes de familias de la serie norteamericana Modern Family y poner
las distintas relacionales y parentesco de cada uno.

El genograma es una representación gráfica (en forma de árbol genealógico) de la


información básica de, al menos, tres generaciones de una familia. Incluye información
sobre su estructura, los datos demográficos de los miembros y las relaciones que
mantienen entre ellos. Pienso que es útil para, de esta forma, proporciona a “golpe de
vista” una gran cantidad de información, Por ejemplo, un genograma puede decirte
quién está casado, divorciado, viudo, etc. También te dirá cuántos hijos tiene cada
unión (generalmente entre dos personas), cómo es cada niño y cómo son las
relaciones individuales entre los miembros en otros niveles además del físico. Es decir,
permite no sólo conocer a la familia, sino realizar hipótesis acerca de la relación entre
el problema y el contexto familiar, la evolución del problema a lo largo del tiempo, su
relación con el ciclo vital de la familia, etc. Permite, además, representar cómo los
diferentes miembros de una familia están biológica y legalmente unidos entre sí.

En mi opinión, toda esta información que proporciona el genograma, ayuda al


terapeuta a identificar posibles pautas relevantes en el funcionamiento familiar.
Considero que puede ser interesante prestar atención a la presencia de síntomas,
pautas de relación o funcionamiento que se repiten en las diferentes generaciones; a
las coincidencias de fechas (por ejemplo, fecha de una muerte y aparición del
problema); y al momento del ciclo vital en el que se producen determinados
acontecimientos (por ejemplo, emancipación tardía de los hijos). Además, permite
poder concentrarse en varios patrones y problemas hereditarios incluyendo el abuso
de sustancias, las enfermedades mentales y la violencia física, así como muchas
enfermedades físicas, así como rastrear el historial de trastornos mentales o
enfermedades médicas actuales a las que las personas pueden ser proclives través
del linaje familiar.

Por último, pienso que el genograma en sí mismo puede servir como una intervención
terapéutica para generar cambios en las familias. Por ejemplo, Implicar a la familia:
proporcionando, a través del genograma, un acceso rápido a contenidos con fuerte
carga emocional (nacimientos, muertes, conflictos...) enmascarado bajo un proceso
rutinario (rellenar una ficha familiar) que puede evitar la sensación de amenaza para
hablar de estos temas, delante del terapeuta. De esta forma, las familias más
reservadas pueden abrirse a discutir estos aspectos familiares más íntimos. También
se puede emplear para cuestionar el sistema cuando la familia llega a terapia con
ideas bastante rígidas sobre el problema y quién es el culpable. La información que se
presenta a través del genograma es una forma de empezar a modificar estas
creencias al no centrarse tan solo en el problema, sino también en sus protagonistas.
Por otro lado, puede resultar interesante para aclarar pautas familiares, al compartir
las hipótesis obtenidas gracias al genograma de forma que la familia las pueda aceptar
o rechazar, pudiéndose así empezar a aclarar estas pautas familiares y trabajar
nuevas relaciones dentro de la familia. Los genogramas son como los árboles
genealógicos. Solo que, además de fijarte en las ramas, también te fijarás en las hojas

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de cada rama. No solo se puede mostrar quién es parte de la familia, sino de qué
manera están todos conectados a través de las relaciones físicas y emocionales. Es
importante tener en mente los objetivos a la hora de hacer un genograma ya que nos
pueden orientar hacia el tipo de información que nos interesa conseguir.

La técnica del genograma me recuerda mucho a la técnica del sociograma,


una técnica que, a través de la observación y la evaluación de un contexto, refleja en
un gráfico los diferentes vínculos entre los miembros de un grupo. De esta manera,
logra dejar en evidencia los grados de influencia y los lazos de preferencia que se
presentan en él. Este tipo de relaciones no son necesariamente formales, en la
mayoría de los casos son informales.

Para lograr una satisfactoria convivencia escolar y evitar la violencia, el acoso escolar
o el bullying, es conveniente conocer la estructura social de los alumnos dentro de la
clase, con los grupos que se forman, los líderes y los alumnos que son
rechazados. Todos los profesores tienen un conocimiento intuitivo de estas realidades,
pero la aplicación del sociograma puede dar mucha luz para poder integrar en el grupo
a los alumnos rechazados.

En este sociograma se hacen tres preguntas a cada chico:

1.- ¿Con qué alumno te gustaría estar en clase para hacer los deberes y los
trabajos? Con esta pregunta se pretende averiguar la atracción para el trabajo y saber
los líderes que tienen prestigio por ser trabajadores, listos y con capacidad de
coordinar las actividades escolares del grupo. Se pregunta también la causa de su
elección con cinco opciones y una contestación abierta. El profesor se puede apoyar
en los líderes de grupos para organizar equipos de trabajo, juegos y distintas
actividades.

2.- ¿Qué compañero de la clase te gustaría tener como amigo? En este caso se


pretende conocer la atracción por la amistad y saber qué chicos tienen un liderazgo
basado en la simpatía, el buen carácter y la amistad. También se elige una de las
cinco causas que se presentan y una contestación abierta. 

3.- ¿Con quién no querrías estar en clase ni ser su amigo? Esta es la pregunta más


costosa de responder a los alumnos y a la vez la más interesante del sociograma. Con
ella se averiguan los rechazos entre los chicos del grupo y las causas de esta
situación, con cinco respuestas y una abierta. Conociendo los alumnos rechazados y
sus causas podemos buscar las estrategias para integrarlos en el grupo. ¿A través de
qué compañeros se puede iniciar esa integración? En los gráficos sobre el trabajo y
sobre la amistad podemos ver si han recibido alguna atracción y a quién eligen en las
dos primeras preguntas. Con estos alumnos relacionados de alguna manera con los
rechazados podemos hacer varias cosas: hablar con ellos para animarles a acoger a
ese rechazado en el trabajo y en los juegos, ponerlos en el mismo equipo de trabajo,
organizar juegos entre ellos, etc.

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