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La actividad central del grupo pequeño consistió en hacer rol-play en el que, por
parejas, teníamos que hacer de paciente y el otro de terapeuta y actuar como si el
paciente llamara al terapeuta para concertar una cita. En este caso yo hice de
terapeuta y ella de paciente. Durante la conversación, nos saludamos y le pregunté
por el motivo de consulta. Ella me contó que su hija estaba teniendo problemas de
ansiedad y que estaba teniendo comportamientos extraños con la comida. A
continuación, yo le pregunté a Ana su nombre, la edad de su hija y por su
disponibilidad de horarios, hice como si apuntara todos esos datos, le di cita y le dije
que, en el caso de no poder asistir, me avisaran para poder cancelar la cita y concertar
otra. Finalmente nos despedimos.
A continuación, Ana me dio su punto de vista sobre mi actuación, ella se había sentido
bien atendida y le había parecido cercano. Sin embargo había cometido una serie de
errores como no presentarme, no preguntarle sobre el padre, si están divorciados o
cuál es su situación de pareja actual, si ambos tienen la patria potestad, el entorno
familiar, así como no haber citado al padre también. Aun así, pienso que, en general,
mi actuación fue buena no estaba nervioso, transmití cercanía y tranquilidad y atendí
adecuadamente al cliente, pero no me presenté, pues suponía que al llamarme Ana,
ella ya sabría a donde llamaba y quien era yo. Considero que fue un gran error por mi
parte no preguntar por el padre, ya que al haber estudiado ética el cuatrimestre
pasado, sabía que se necesita la autorización de ambos progenitores para llevar a
cabo cualquier tipo de evaluación e intervención, que d lo contrario podría tener
problemas legales. Por otro lado, se me pasó coger un número de contacto de la
paciente, por si tuviera que llamarla para algo, aunque tampoco es algo que no le doy
mucha importancia pues, actualmente, la mayoría de dispositivos móviles o telefónico
llevan incorporado un registro de llamada. Si bien es cierto tal vez ese no sea su
número habitual o quizás prefiera otra vía de contacto.
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Después de esta puesta en común, cambiamos los papeles en el rol-play. Ahora, era
yo el paciente y Ana la terapeuta. Nos saludamos y presentamos y acto seguido, le
conté mi problema, que tenía ataques de ansiedad varias veces por semana y que
llamaba para buscar ayuda ella. Me preguntó mi edad, mi ocupación y si vivía con mi
familia y si ellos sabían que yo estaba buscando ayuda psicológica. Yo le respondí que
sí y que no habría ningún problema en traerla a la consultad. Finalmente, me preguntó
por mi disponibilidad y concertamos una cita.
Esta práctica me ha servido para darme cuenta de aquellos fallos que podría haber
cometido en un primer contacto telefónico y de que cosas conviene hacer y cuales no
tanto en un primer contacto telefónico como en uno presencial, durante la primera
sesión. Además, de contrastar como he visto yo mi actuación a como la ha visto el
compañero y recibir un feedback de que es lo que ha echado en falta. El percatarme
de estos errores me permite que en un futuro, sea más difícil que los cometa.
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Gp
Por último, pienso que el genograma en sí mismo puede servir como una intervención
terapéutica para generar cambios en las familias. Por ejemplo, Implicar a la familia:
proporcionando, a través del genograma, un acceso rápido a contenidos con fuerte
carga emocional (nacimientos, muertes, conflictos...) enmascarado bajo un proceso
rutinario (rellenar una ficha familiar) que puede evitar la sensación de amenaza para
hablar de estos temas, delante del terapeuta. De esta forma, las familias más
reservadas pueden abrirse a discutir estos aspectos familiares más íntimos. También
se puede emplear para cuestionar el sistema cuando la familia llega a terapia con
ideas bastante rígidas sobre el problema y quién es el culpable. La información que se
presenta a través del genograma es una forma de empezar a modificar estas
creencias al no centrarse tan solo en el problema, sino también en sus protagonistas.
Por otro lado, puede resultar interesante para aclarar pautas familiares, al compartir
las hipótesis obtenidas gracias al genograma de forma que la familia las pueda aceptar
o rechazar, pudiéndose así empezar a aclarar estas pautas familiares y trabajar
nuevas relaciones dentro de la familia. Los genogramas son como los árboles
genealógicos. Solo que, además de fijarte en las ramas, también te fijarás en las hojas
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de cada rama. No solo se puede mostrar quién es parte de la familia, sino de qué
manera están todos conectados a través de las relaciones físicas y emocionales. Es
importante tener en mente los objetivos a la hora de hacer un genograma ya que nos
pueden orientar hacia el tipo de información que nos interesa conseguir.
Para lograr una satisfactoria convivencia escolar y evitar la violencia, el acoso escolar
o el bullying, es conveniente conocer la estructura social de los alumnos dentro de la
clase, con los grupos que se forman, los líderes y los alumnos que son
rechazados. Todos los profesores tienen un conocimiento intuitivo de estas realidades,
pero la aplicación del sociograma puede dar mucha luz para poder integrar en el grupo
a los alumnos rechazados.
1.- ¿Con qué alumno te gustaría estar en clase para hacer los deberes y los
trabajos? Con esta pregunta se pretende averiguar la atracción para el trabajo y saber
los líderes que tienen prestigio por ser trabajadores, listos y con capacidad de
coordinar las actividades escolares del grupo. Se pregunta también la causa de su
elección con cinco opciones y una contestación abierta. El profesor se puede apoyar
en los líderes de grupos para organizar equipos de trabajo, juegos y distintas
actividades.
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