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Cuento Reflexivo
Abundio era el hazmerreír del pueblo. Y es que Abundio era un poco tonto y
bastante inútil. Al menos eso era lo decía todo el mundo. Abundio,
acostumbrado a oírlo a todas horas, ya ni se ofendía.
Otra cosa que le gustaba mucho a hacer a Abundio era poner la mesa. Pero
cuando sus padres le pillaban colocando el mantel, los platos, los cubiertos
o los vasos les decían:
-Deja eso, Abundio, deja eso, que tú no puedes cargar con tanto peso.
-No puedo, nena -dijo Abundio-. Mamá y papá dicen que no puedo.
Era papá. Abundio no se dio cuenta de que sus padres ya habían llegado y
los observaban desde la valla del jardín, muy emocionados.
-Gracias por la gran lección que nos acabas de dar, Abundio -dijo mamá.
A partir de ese día a Abundio le dejaron cuidar las flores, ayudar en la
cocina, poner, cuidar de su hermana, cargar con las bolsas del
supermercado y muchas cosas más. De vez en cuando se hacía daño y
cometía errores. Y muchas veces tenía que preguntar cómo se hacían las
cosas. Pero nunca jamás nadie volvió a decirle que no podía o no sabía
hacer algo. Porque todo se consigue a base de esfuerzo, y es mucho más
fácil cuando tienes alguien que te anima a seguir intentándolo, que apoya
cuando caes para que te vuelvas a levantar.
Actividad N°3
Reflexiona
1. Describe el comportamiento de Abundio y su familia.