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Tema: LA EMPATIA

Objetivo: Reflexionar acerca de la importancia de la empatía y


potenciar la habilidad de colocarte en el lugar del otro.

Cuento Reflexivo

El dia en que Abundio demostró no ser tonto

Había una vez un niño llamado Abundio, Abundio como su padre, su


abuelo, su tatarabuelo y quién sabe si habría unos cuántos antepasados
más.

Abundio era el hazmerreír del pueblo. Y es que Abundio era un poco tonto y
bastante inútil. Al menos eso era lo decía todo el mundo. Abundio,
acostumbrado a oírlo a todas horas, ya ni se ofendía.

A Abundio le encantaba cuidar las flores del jardín y trabajar en la huerta.


Pero su padre no le dejaba. Pero cada vez que sus padres le pillaban
podando un tomatera o regando el césped les decía:

-Quita de ahí, Abundio, quita de ahí, que tú no sabes hacer eso.

A Abundio también le gustaba mucho ayudar en la cocina pelando patatas y


zanahorias, moviendo el guiso o lavando la verdura. Pero cada vez que sus
padres le pillaban con el pelador, con el cucharón o con el lavafrutas le
decían:

-Quita de ahí, Abundio, quita de ahí, que tú no sabes hacer eso.

Otra cosa que le gustaba mucho a hacer a Abundio era poner la mesa. Pero
cuando sus padres le pillaban colocando el mantel, los platos, los cubiertos
o los vasos les decían:

-Quita de ahí, Abundio, quita de ahí, que tú no sabes hacer eso.


A abundio también le gustaba mucho acompañar a sus padres a hacer la
compra al supermercado del barrio, arrastrar la cesta y cargar con las
bolsas de la compra. Pero sus padres siempre le decían:

-Deja eso, Abundio, deja eso, que tú no puedes cargar con tanto peso.

A Abundio también le gustaba coger a su hermanita pequeña. Pero cuando


sus padres lo veían con ella en brazos le decían:

-Deja a la niña, Abundio, déjala, que pesa mucho y se te va a caer al suelo.

A Abundio también le gustaba mucho jugar con su hermana. Pero cuando


sus padres los veían a los dos juntos le decían:

-Deja a la niña, Abundio, déjala, que la vas a hacer daño.

Un día Abundio estaba en el jardín cuidando de su hermana mientras sus


padres volvían de hacer la compra. La niña estaba dentro de un pequeño
corralito mientras Abundio la miraba desde fuera. La niña intentaba
ponerse de pie mientras Abundio la miraba asombrado.

-¡Vamos, hermanita, arriba! -decía Abundio-. ¡Ánimo, pequeña! ¡Arriba!

Finalmente la niña se puso en pie. Dio dos pasitos y se volvió a caer.

-¡Levántate, valiente! -le dijo Abundio-. ¡Este es tu momento! ¡Aprovecha,


que no están ni mamá ni papá para decirte que no puedes!

La niña se volvió a levantar, dio cuatro pasos seguidos hasta Abundio y


levantó los brazos para que la cogiera.

-No puedo, nena -dijo Abundio-. Mamá y papá dicen que no puedo.

-¿Por qué no lo intentas?

Era papá. Abundio no se dio cuenta de que sus padres ya habían llegado y
los observaban desde la valla del jardín, muy emocionados.

Abundio no se lo pensó dos veces y alzó a su hermana, que gritaba de


júbilo.

-Gracias por la gran lección que nos acabas de dar, Abundio -dijo mamá.
A partir de ese día a Abundio le dejaron cuidar las flores, ayudar en la
cocina, poner, cuidar de su hermana, cargar con las bolsas del
supermercado y muchas cosas más. De vez en cuando se hacía daño y
cometía errores. Y muchas veces tenía que preguntar cómo se hacían las
cosas. Pero nunca jamás nadie volvió a decirle que no podía o no sabía
hacer algo. Porque todo se consigue a base de esfuerzo, y es mucho más
fácil cuando tienes alguien que te anima a seguir intentándolo, que apoya
cuando caes para que te vuelvas a levantar.

Actividad N°3

Reflexiona
1. Describe el comportamiento de Abundio y su familia.

2. identifica cuál de los personajes del cuento (Abundio o padres)


no manejan una buena empatía. (Justifica tu respuesta.
3. Una vez realizado esto, colócate en el lugar de Abundio y escribe:

¿Qué crees que sintió Abundio?

¿Qué pensó Abundio con la situación con sus padres?

¿Qué harías tu joven, en esa situación?

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