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Andrés Felipe Rodríguez

Seminario de Platón

Correlatoría del texto Relatoría Parménides (126a-134e), David Silva

Este texto será una crítica a la relatoría de la sesión 8 del Seminario de Platón, escrito por
David Silva, cuyo tratamiento giró en torno a los puntos 126a-134e del diálogo
Parménides. Para esto, la correlatoría se dividirá en tres partes: (1) Se ahondará en algunos
de los puntos presentados por Silva en su resumen del apartado del Parménides, (2) Se hará
una crítica de la segunda parte de la relatoría, y (3) se plantearán preguntas sobre las
cuestiones tratadas en el Parménides.

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Me parece acertado el resumen hecho por Silva sobre el apartado leído, especialmente creo
conveniente la división del texto que realiza al final de la primera parte de la correlatoría.
En este apartado, voy a profundizar en algunos aspectos que, a mi juicio, fueron
presentados por el relator, pero requieren una mayor profundización, dado que son de gran
importancia para la comprensión de la cuestión planteada por Platón.

Como bien afirma Silva, en la primera parte del texto se muestra a Zenón haciendo una
crítica a la multiplicidad, para así sostener la tesis de su maestro Parménides que afirma que
“el todo es uno” (128b). El argumento de Zenón se centra en negar la posibilidad de la
desemejanza, lo que conlleva a la imposibilidad de la multiplicidad: Si x es desemejante
con y, entonces x es semejante con y en la medida en que comparten el ser desemejantes.
Por tanto, x es semejante y desemejante, y del mismo modo lo es y. Para Zenón, es
imposible que dos propiedades contrarias convivan en un mismo objeto, y al ser esto una
consecuencia necesaria de la desemejanza es necesario descartar su posibilidad. Por lo
tanto, la desemejanza es imposible.

¿Qué tiene que ver la semejanza con la multiplicidad? Es una condición suficiente de la
multiplicidad la existencia de desemejanza. Es importante resaltar que la multiplicidad se
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entiende en dos sentidos distintos en el texto, que se ve reflejado en el argumento


Socrático1: La multiplicidad de cosas que pertenecen a una misma categoría (como un perro
que pertenece a una manada), y los entes individuales compuestos de multiplicidad (como
los órganos componen al cuerpo humano). Con esta distinción es evidente como la
multiplicidad requiere a la desemejanza: La existencia de dos objetos independientes
implica tanto desemejanza como multiplicidad, y que un objeto este compuesto de distintas
partes también lo implica.

Como afirma María Isabel Santa Cruz2, el argumento de Zenón se sostiene en un supuesto:
“la indistinción entre cosa y propiedad, entre sujeto y predicado” (p.14). El argumento de
Sócrates se dirige a negar este supuesto, por lo que intenta separar la cosa y su propiedad.
¿Cómo se llega a esta separación? Por medio de la introducción de las formas: las formas
son las realidades perfectas, en este caso, la semejanza en sí y la desemejanza en sí. Un
objeto no es semejante ni desemejante por sí mismo, sino que lo es gracias a su
participación de la forma de lo semejante y la forma de lo desemejante.

En consecuencia, gracias a la relación anteriormente planteada entre desemejanza y


multiplicidad, no hay inconveniente en aceptar que las cosas puedan ser una y múltiple a la
vez, si se afirma que un objeto participa de la forma de lo uno y de la forma de lo múltiple:
“así como tampoco si se muestra que el conjunto de todas las cosas es uno, por participar de
lo uno, y que precisamente esas mismas cosas son; a su vez, múltiples, por participar de la
multiplicidad” (129b). De esta manera, se hace un rescate a la multiplicidad: las cosas, al
participar de lo uno, pueden participar de lo múltiple sin que esto sea excluyente.

Hasta aquí Sócrates ha aceptado la posibilidad de la multiplicidad en las cosas. Sin


embargo, aún debe tratar la posibilidad de la multiplicidad en las formas. Sobre este punto

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Esta distinción también es planteada por el relator. Sin embargo, me pareció importante hacerla explícita,
porque va a ser con base en estos dos tipos de multiplicidad que Parménides sostendrá que no es posible
que las formas permitan la multiplicidad. El fragmento en el cual se ve esta distinción es este:
“Bien podría decir, cuando pretendiese mostrar que soy múltiple, que unas son (as partes derechas de mi
cuerpo y otras las izquierdas, unas las anteriores y otras las posteriores, e, igualmente, unas las superiores y
otras las inferiores (yo creo, por cierto, que participo de la multiplicidad); y cuando pretendiese mostrar que
soy uno, podría decir que, del grupo de nosotros siete, yo soy un único hombre, porque participo también
de lo uno” (129d)
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Escritora de la Introducción al diálogo en la versión de Gredos.
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estoy de acuerdo con Silva en que Sócrates no da respuesta a esta cuestión, y se intentará
dar respuesta a esto en la última parte de la correlatoría.

Después de esto, Silva empieza a mostrar el desarrollo de la argumentación de Parménides


en contra del planteamiento Socrático. La primera cuestión que surge es ¿Qué clase de
formas hay en el mundo de las formas? Sócrates acepta la existencia de formas como la
unidad, la multiplicidad, la semejanza, etc. Sin embargo, no está seguro de si debe aceptar
la existencia de formas de las que participen sustancias, como lo son el hombre y el fuego.
Considero que esto trae problemas a una de las dos maneras de entender la multiplicidad (la
de los órganos en el cuerpo humano). Sobre esto se tratará en la tercera parte.

Adicionalmente, Parménides le pregunta a Sócrates si puede haber formas de cosas como la


basura y el pelo, a lo cual este responde con un no rotundo. La explicación dada por el
relator me parece correcta: Las formas, al ser algo perfecto, no pueden serlo de algo
imperfecto como lo es la basura, porque parece ser una contradicción pensar que lo
imperfecto participa de la perfección. Hice el cambio de la palabra desagradable utilizada
por el relator, por la palabra imperfecto, para facilitar la interpretación del argumento

En seguida, el relator presenta el problema de la participación de las cosas en las Formas.


Anteriormente, Sócrates aceptó la unidad de las Formas (132a), y ya se había aceptado
antes la multiplicidad de las cosas que participan de esta Forma. El problema de la
participación busca demostrar la inconsistencia de estas dos afirmaciones. En un primer
momento, se entiende a la participación como la presencia de la Idea en la cosa, sin
embargo, al ser múltiples las cosas, es imposible que la idea en su totalidad pueda estar
presente en todas. Por lo tanto, es necesario, o bien negar la multiplicidad, o aceptar que las
cosas solo participan de una parte de la idea, lo cual implica negar la unidad de la idea (lo
cual conlleva a su vez, a negar que las cosas participen de la totalidad de la Forma).

Finalmente, considero que el relator realizó un buen tratamiento del argumento Socrático
sobre la posibilidad que las Ideas fueran pensamientos, del mismo modo los argumentos de
Parménides sobre el tercer hombre y la incognoscibilidad de las ideas. Sin embargo, es de
difícil interpretación la explicación dada por Silva sobre la posibilidad de las Formas como
“modelos de la naturaleza” (131d). Según este argumento, las formas son modelos naturales
a los cuales las cosas se le asemejan. El relator afirma que la respuesta de Parménides es:
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“Pero a Parménides no le convence esto, pues es posible que la Forma no sea semejante a
los objetos que participan de ella, ya que solamente se le asemejan” (Silva, 2019, p.3). La
manera en como considero es planteada la posición de Parménides es: Es posible que los
objetos, al solamente asemejarse a las formas, no participen de ellas. Esto se debe a que el
argumento de Sócrates cae también en el problema del tercer hombre. Cuando un objeto se
asemeja con una Forma, lo hace respecto a algo distinto a la Forma misma, lo cual implica
la existencia de un tercer objeto que le permite a ambas ser semejantes. A su vez, este tercer
objeto se asemeja a los otros dos respecto a algo distinto, por lo que es necesario un cuarto
objeto, y así continua hacia una secuencia al infinito. Por lo tanto, la secuencia al infinito
impide que las cosas participen de algo que les permita ser semejantes a las Formas.

(2)

El rescate a la existencia de las Formas realizado por Silva por medio de un acercamiento
desde Frege corre dos riesgos: en primer lugar, hacer una relación apresurada entre los
planteamientos Fregeanos y los Platónicos, por lo que en una primera parte se evaluará en
que medida se pueden relacionar los dos autores. En segundo lugar, puede suceder que, si la
relación entre Platón y Frege no es clara, la discusión sea trasladada desde Sócrates-
Parménides hacia Frege-Parménides. Cabe resaltar que mi acercamiento a Frege se sostiene
únicamente en mi interpretación de la explicación realizada por el relator.

Relación Platón-Frege

Intentaré reconstruir el planteamiento Fregeano: Existe una referencia, que es el objeto en


el mundo; existe una representación, que es el medio como yo percibo ese objeto en el
mundo; y existe un sentido, que es la manera en cómo la referencia se me presenta, o el
pensamiento que yo tengo sobre una referencia. En el sentido se encuentra el lenguaje, el
pensamiento y los principios lógicos, que son aquellos que me permiten conocer la
referencia, y atribuirle predicados verdaderos a la referencia. Sin embargo, el valor de
verdad de estas oraciones no está en el sentido, porque estos no tienen significados por sí
mismos, sino que este lo obtienen por el valor de verdad que le otorga la referencia. Este
sentido, a su vez, no pertenece al ámbito de las cosas ni al ámbito de la mente, sino que
pertenece a una tercera realidad. Así, utilicemos uno de los ejemplos del texto del
Parménides para mostrar esto: “X es múltiple”, X es mi referencia, mi percepción de X es
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mi representación, y el enunciado “X es múltiple” es mi sentido, el cual es verdadero


gracias a su significado, obtenido por la referencia en el mundo.

¿Qué pasaría en Platón utilizando el mismo ejemplo? Diría que “X es múltiple” porque este
objeto X participa de la idea de multiplicidad, no porque el objeto sea múltiple en sí mismo.
Entonces, la Forma otorga la multiplicidad al objeto, y por esto mismo, podríamos afirmar
que otorga el valor de verdad a la expresión “X es múltiple”. La necesidad de la Forma en
este caso es ontológica y epistemológica, porque sin la forma X no sería múltiple, y el
enunciado sería falso.

La afirmación de Silva con la cual relaciona a Platón y a Frege es: “Las formas son
pensamientos (sentido)3, Los objetos (referencias) participan de ellas en virtud de su valor
de verdad, siendo así significativos. Es decir que, la participación y relación entre Formas y
objetos está en el significado” (Silva, 2019, p.5). De este modo, los sentidos son Formas de
las cuales las referencias participan. Analicemos si esto es así: en Frege, la referencia X es
múltiple en sí misma, no necesita del sentido para ser múltiple. Para lo que sí que es
necesario el sentido es para que este enunciado sea cognoscible. Por lo tanto, las referencias
no dependen ontológicamente del sentido, sino solo epistemológicamente, en cuanto que
los enunciados de identidad no serían posibles sin él. Es más, para Frege el valor de verdad
del sentido depende de la referencia, por lo cual, gracias al significado, incluso se podría
decir que la existencia del sentido depende de la referencia.

En conclusión, parece que, según mi interpretación, la forma platónica y el pensamiento


fregeano no se pueden relacionar: en el caso de las formas, su valor es tanto ontológico
como epistemológico; en el caso del sentido, su valor es únicamente epistemológico y su
veracidad depende de los objetos del mundo. X es múltiple gracias a la forma Platónica,
pero X no es múltiple gracias al sentido fregeano. Por lo tanto, considero que el relator cayó
en los dos riesgos presentados al principio del apartado: la relación entre los autores fue
apresurada, y al ser así, se traslado la discusión desde Sócrates-Parménides hacia Frege
Parménides

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La razón por la que se relaciona al sentido con el pensamiento es porque entiendo al sentido como el
contenido de un pensamiento, por lo que pueden ser utilizados como sinónimos bajo la suposición de que
un pensamiento no es más que su contenido. Y esto también se sostiene en la definición de sentido dada
por Silva: “el Sentido es meramente un pensamiento que se tiene de un objeto”.
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A pesar de esto, aún es posible evaluar si Frege responde al problema de la cognoscibilidad


planteado por Parménides. Entre las conclusiones presentadas por el relator, la tercera
afirma: “Las Formas se pueden conocer en virtud de los siguientes condicionales: si son
significativas, tienen sentido y objeto, pueden ser cognoscibles. Si no son significativas, no
tienen ni sentido ni objeto, y no pueden ser cognoscibles.” (Silva, 2019, p.5) Considero ya
en sí problemática esta conclusión, dado que anteriormente llegué a la conclusión de que el
pensamiento es igual al sentido, por lo cual no es correcto decir que una forma es
cognoscible si tiene sentido. Entonces reduciré la afirmación del relator a la siguiente
expresión: Un sentido es cognoscible si posee referencia, y por tanto, significado.

Adicionalmente, el valor de verdad de un sentido es dado por su significado, por lo cual si


este sentido carece de referencia no puede tener veracidad. Si se define conocimiento como
“creencia verdadera justificada” un sentido sin referencia no es cognoscible, por lo cual sí
puede ocurrir que yo tenga un sentido incognoscible, no necesito carecer tanto de sentido
como de referencia para que algo no se pueda conocer. Por tanto, considero que la
conclusión III del relator no es correcta.

(3)

En este apartado retomaré las cuestiones que dejé sin resolver en el primer apartado, y
adicionalmente plantearé nuevas preguntas. Se recomienda al relator al final de su escrito
realizar preguntas para la discusión en la sesión, pues hicieron falta en la relatoría.

¿Pueden las formas mezclarse entre ellas, es decir, ser semejantes y desemejantes?
Considero que no. Aceptar que las formas sean desemejantes es aceptar que hay formas que
participan de otras formas, por lo cual sería negar que las formas son realidades perfectas:
la forma debe ser en sí misma y no con relación a nada más.

¿Qué tipo de formas hay en el mundo de las Ideas? ¿Pueden existir formas de sustancias?
Esta es la cuestión que surge de la pregunta sobre si puede haber forma de hombre o de
fuego. En primer lugar, de aquí surge una nueva pregunta: si sustancia del hombre puede no
ser participar de una forma, ¿Qué es la sustancia del hombre? 4 En segundo lugar, intentaré

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“Es también más difícil admitir Formas de sustancias”. De aquí surge mi duda de por qué la discusión del
hombre es una discusión sobre la sustancia, no queda claro qué es la sustancia, si esta no es dada por la
participación de las formas.
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mostrar por qué debe existir forma de sustancias dadas las consecuencias de aceptar lo
contrario: Si no se aceptan las formas de sustancias es posible que las formas pierdan su
importancia. Si se afirma “el hombre es bueno” podemos decir que el hombre participa de
la idea de bueno, pero no podemos decir que el hombre participe de la idea del hombre. Por
lo tanto, el hombre es hombre por sí mismo, y lo único que está haciendo la Forma es
atribuirle el predicado “es bueno”. En definitiva, esto aumenta mi conocimiento sobre qué
es el hombre, pero no hace al hombre ser hombre. Pareciera que las formas nos amplían el
conocimiento de las cosas, pero la cosa puede seguir siendo lo que es con independencia de
esta.

¿Cómo conocemos qué es la basura? Si la basura no tiene una forma dada su imperfección,
hay dos posibles conclusiones: no sabemos lo que es la basura, o debemos aceptar que la
basura, al igual que el hombre, tiene una sustancia.

¿Cómo entender el segundo sentido de multiplicidad? Puedo afirmar que el hombre es


hombre por su sustancia de hombre, puedo decir que es uno por participación de lo uno, y
puedo decir que es múltiple por participación en lo múltiple. Sin embargo, no se cómo se
entiende aquí la multiplicidad: el hombre es uno por su sustancia de hombre, pero ¿qué lo
hace múltiple? Tendría que aceptar que la sustancia de hombre está compuesta por
infinidad de sustancias: la sustancia de pie, de mano, de pelo, de ojo, etc. La única solución
posible que le encuentro es la de aceptar que una sustancia siempre está compuesta por
infinita cantidad de otras sustancias. Lo mismo pasa en el caso de las formas, si acepto la
existencia de la forma de hombre, debo aceptar que existe forma de pie, mano, pelo,
cabeza, etc. En ambos casos se multiplica la realidad en infinitud de partes. ¿Hay una salida
distinta a esto? ¿Cómo entender la multiplicidad? Pareciera que aceptar la participación de
la cosa en la multiplicidad conlleva, necesariamente a multiplicar la realidad.

Referencias:

- Platón. Diálogos V: Parménides (126ª-134e). Madrid. Gredos.


- Silva, D. Relatoría Parménides (126ª-134e)
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