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EZEQUIEL
INFORME
AUTOR
En hebreo el libro recibe su título del nombre de su autor, Yejezqe'l, que significa:
"A quien Dios fortalecerá". Este nombre, como el de muchos otros de los santos de
la antigüedad, correspondía muy bien con la vida y obra de quien lo llevaba.
FECHA
El Libro de Ezequiel fue escrito probablemente entre el 593 y el 565 a.C. durante el
cautiverio babilónico de los judíos.
CONTENIDO
Los mensajes del libro de Ezequiel aclaran el propósito de Dios para con su pueblo
en el trance amargo del cautiverio babilónico. Durante siglos los profetas habían
aconsejado y amonestado a Israel, y sin embargo la nación se había sumergido cada
vez más en la apostasía. Al fin resultó evidente que el pueblo escogido jamás
alcanzaría las metas que Dios le había propuesto como nación, a menos que se
emplearan medidas drásticas para enseñarle las lecciones de la obediencia y la
cooperación con Dios. Por lo tanto, se le permitió que aprendiera en medio de la
adversidad las lecciones que había rehusado aprender durante los tiempos de
prosperidad (ver p. 33).
Aunque parezca extraño, fueron los gobernantes de Israel los que, por precepto y
ejemplo, llevaron al pueblo a la apostasía (Isa. 3: 12; 9: 16; Eze. 34: 2-19).
Evidentemente, al principio Dios tenía el propósito de que sólo los gobernantes
fuesen llevados al cautiverio (Dan. 1: 3-4). La gran mayoría del pueblo había de
quedar en Judea, esperando allí el regreso de un grupo de escarmentados
gobernantes para que los guiaran en los caminos de Dios. Si los judíos hubieseis
estado dispuestos a someterse a Nabucodonosor, como lo quería Dios (Jer. 27: 1-
22), la ciudad de Jerusalén y su magnífico templo habrían quedado intactos (Jer.
17: 25, 27; 38: 17), y el siglo de demora, dificultades, y desánimos que afrontaron
los exilados a su regreso de Babilonia se hubiera evitado. Pero la terca resistencia
de Israel (Jer. 28: 1-14) hizo que su copa de sufrimiento fuera cada vez más amarga,
y originó una segunda y una tercera deportación en los años 597 y 586 a. C.,
respectivamente. "Los yugos de madera" fueron reemplazados por "yugos de
hierro" (Jer. 28: 13-14). Pero aun en el cautiverio la injusticia divina fue
atemperada con misericordia.
b. El castigo, 9: 1-11.
D. Cuarta sección, 24: 1-27 (9.o año, 10.o mes, 10.o día).
A. Primera sección, 25: 1 a 28: 26, fecha no especificada, pero quizá siga al mensaje
presentado bajo "D".
1. Una serie de profecías concernientes a los vecinos próximos a Israel, 25: 1-17.
2. Segunda división (27.o año, Jer mes, Jer día del mes
4. Cuarta división (11.o año, Jer mes, 7.o día: Babilonia fortalecida contra Egipto,
30:20-26.
5. Quinta división (11.o año, 3er mes, Jer día): La gloria y la caída de Egipto corren
paralelamente con las de Asiria, 31:1-18.
6. Sexta división (12.o año, 12.o mes, Jer día): Lamentaciones por Egipto, 32: 1-16.
7. Séptima división (12.o año, 15.o día): Egipto ha de tomar su lugar entre otras
naciones caídas, 32: 17-32.
A. Primera sección, 33: 1 a 39: 29 (12.o año, 10.o mes, 5.o día).
36: 16-38.
Ezequiel 34 es el capítulo donde Dios denuncia a los líderes de Israel como falsos
pastores, por su poco cuidado a Su pueblo. En lugar de apacentar a las ovejas de
Israel, ellos se preocupaban por ellos mismos. Ellos comían bien, estaban bien
vestidos y bien atendidos por el mismo pueblo sobre el que ellos habían sido
puestos para cuidar (Ezequiel 34:1-3). En contraste, Jesús es el Buen Pastor quien
da Su vida por las ovejas, y quién las protege de los lobos que destruirían al rebaño
(Juan 10:11-12). El verso 4 del capítulo 34 describe al pueblo cuyos pastores
fracasaron en ministrar a las ovejas débiles, enfermas, heridas y pérdidas. Jesús es
el Gran Médico quien sana nuestras heridas espirituales (Isaías 53:5) por Su
muerte en la cruz. Él es quien busca y salva a lo que se había perdido (Lucas 19:10).
Todo el libro muestra que Dios es el omnipotente soberano, que actúa en toda la
historia humana (5; 7; etc.). Pero, más que los demás autores bíblicos, Ezequiel
pone de relieve la realidad del pecado que domina aún al pueblo escogido en
muchos momentos de su historia (16; 20; 23). A la vez que reconoce la soberanía
divina, recalca que el hombre tiene la responsabilidad de su pecado y tiene el
llamado al arrepentimiento (18.31, 32). Los tonos oscuros y repulsivos con que
Ezequiel pinta el pecado destacan su concepto de la gracia divina (por ejemplo,
36.25–27).Como ningún otro profeta, Ezequiel acentúa la realidad del juicio y la ira
de Dios (caps. 5; 7; 20; etc.). Pero también habla con pasión del tierno amor de
Jehová, quien busca a sus ovejas perdidas (cap. 34), no quiere «la muerte del que
muere» y ruega: «convertíos, pues, y viviréis» (18.32).