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Universidad abierta para adultos

uapa
Tema:
Tarea 5
Asignatura:
Sexualidad humana
Participante:
Clarisol peña
Matricula:
11-0581
Facilitadora:
Lic. Ilusión García
Fecha:
09 de agosto del 2020
Después de consultar la bibliografía señalada (Libro Sexualidad Humana
de Rathus, Nevid & Fichner-Rathus) y otras fuentes de interés científico
para la temática objeto de estudio, se sugiere que realice la siguiente
actividad:
1-La madre de un niño de 5 años le cuenta a usted que su hijo se ha
estado masturbando mientras ve televisión en la sala de la familia. Le
pregunta qué debería hacer en cuanto a esta conducta. Haz una lista con
sugerencias para esta madre.
-Acepta la masturbación como parte del desarrollo evolutivo de tu hijo, como
una conducta que aprendió y que le gusta.

-Controla el lugar donde lo hace, permítele que la practique en su habitación o


en el baño, y explícale que eso es un acto privado y que no lo debe realizar
ante otras personas.

-No te conviertas en su espía, ya que los pequeños se dan cuenta que lo tienes
vigilado.

-Cuando lo consigas masturbándose trata de distraerlo con algún juguete o


actividad de su interés.

-Involúcrate en sus juegos y participa con él de los paseos y actividades.

-No trates de eliminar la masturbación aplicando castigos físicos ni


reprimendas, ya que sólo conseguirás que la conducta se fije en el tiempo.

-Comparte la información con la maestra del niño y trata que el enfoque sea el
mismo.

-Si sientes que no puedes manejar la situación, que te provoca un alto grado de
ansiedad y preocupación o si sospechas que la conducta se aparta de la
normalidad, no dudes en consultar con tu pediatra.
2. Elabora un cuadro sinóptico sobre los cambios (físicos, de actitud, etc.)
en la sexualidad en la adultez y vejez. 

Desarrollo Desarrollo Desarrollo Principales


Físico Cognitivo Socio- cambios
emocional
Adulto Maduro Los cambios físicos Los individuos La productividad de Los cambios físicos
característicos de la alcanzan su nivel los 30 a los 50 años más importantes son
(30 a 55 años) madurez se suceden en máximo de engloba los deseos el climaterio en las
forma gradual. La funcionamiento del adulto de dejar mujeres y la
estructura genética y los cognitivo en muchas un legado a la andropausia en los
factores relacionados capacidades durante siguiente. La hombres. El adulto
con el estilo de vida la madurez. Se creatividad y legado, maduro es más
poseen una importante pierde velocidad en estructuran la realista y es capaz
influencia en la el proceso de trascendencia del de tener una
aparición o no de información. adulto. El madurez emocional
enfermedades crónicas. La memoria se estancamiento (auto- que le permite
Comienza un deterioro equipara a un banco absorción) sensación dimensional las
físico, desde visual, de trabajo en el que de falta de legado. situaciones difíciles y
auditivo, sexual los individuos Tipos de mejorar sus
(menopausia y pueden manipular y productividad: relaciones cercanas.
andropausia) ensamblar la Biológica (los hijos), Disfruta sus tiempo
hipertensión, pérdida de información de la laboral y cultural de ocio para la
fuerza. que disponen para (conservar cultura en recreación y
tomar decisiones, la sociedad). La desarrollo cognitivo.
resolver problemas, creatividad en el En esta etapa se
comprender adulto permite puede aprovechar el
mensajes escritos u preservar y mejorar tiempo para adquirir
orales. Hay más a la sociedad conocimientos
conocimiento mediante los nuevos, desarrollar
experto. vínculos con las proyectos de vida
nuevas que permitan llegar
generaciones (se de manera más
desarrolla su yo satisfactoria a la
positivo). Las vejez
mujeres desarrollan
su productividad a
través de las
distintas facetas de
su vida.

Desarrollo Desarrollo Desarrollo Principales


Físico Cognitivo Socio- cambios
emocional
Vejez (Mayor a 55 Se reduce la capacidad Los cambios que se El anciano puede Deterioro físico, se
años del sistema producen en los tener una visión reduce la masa
inmunológico, que patrones cognitivos positiva o negativa muscular, la
puede mejorar con el pueden dar lugar a la de todos los capacidad visual y
ejercicio físico. Las falta de uso y por periodos anteriores auditiva. Se deteriora
arrugas y las manchas consiguiente se de su vida, lo que la memoria y la
son signos de la Vejez. atrofian las determina su auto- capacidad de
Se reduce la capacidad capacidades aceptación. Hay una procesar
visual y auditiva. cognitivas. La revisión de la vida: información. Hay una
Cambia el rendimiento velocidad de reorganizando el profunda reflexión
sexual. Se pueden procesamiento de la pasado, su acerca de lo que fue
presentar enfermedades información significado y su vida y su
como la artritis, disminuye durante la comprensión. Tres aportación personal.
enfermedades vejez (se deteriora el tareas del desarrollo: Acercamiento a la
cardiacas, cáncer o funcionamiento del Méritos personales religión, donde se
apoplejías. cerebro y del más allá del rol siente reconciliado y
sistema nervioso laboral, aceptación en paz. Deseo de
central. del deterioro del sentirse
cuerpo acompañados
.3 Efectuar un resumen de la unidad 5 acorde a temas y sub temas
del programa de la asignatura.
La diferenciación sexual prenatal
Aristóteles pensaba que las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres
se debían a la temperatura del semen durante la relación sexual. El semen más
caliente engendraba mujeres, mientras que el semen menos caliente
engendraba hombres (National Center for Biotechnology Information, 2000).
Otros creían que el esperma del testículo derecho engendraba mujeres,
mientras que el esperma del testículo izquierdo engendraba hombres.
Según la Biblia, Adán fue creado primero, y a Eva se le dio forma a partir de
una de sus costillas. Desde el punto de vista de los conocimientos de la
biología moderna, como veremos, sería más adecuado decir que los «adanes»
(es decir, los hombres) se crearon a partir de las «evas» (mujeres).
Cuando una célula espermática fertiliza un óvulo, 23 cromosomas del
progenitor masculino se combinan con 23 cromosomas del progenitor
femenino. El zigoto, el principio de un ser humano, mide tan solo una décima
de milímetro. Pero la impronta de un ser humano único está asegurada, será
moreno o rubio, se quedará calvo o no, tendrá barbilla de bruja o no, será
hombre o mujer.
Después de la fertilización, el zigoto se divide repetidamente. Después de unas
pocas semanas, una célula se ha convertido en miles de millones de células.
En la tercera semana, un corazón primitivo empieza a bombear sangre a través
del flujo sanguíneo embrional. Entre la quinta y la sexta semana, cuando el
embrión mide solo entre seis y doce milímetros, se han formado gónadas
primitivas, conductos y genitales externos cuyo sexo no se puede distinguir a
simple vista
Los factores genéticos en la diferenciación sexual
Algunas de las respuestas a esta cuestión son fascinantes. Por ejemplo, la
interacción de un número de genes conduce al desarrollo de tres tipos
diferentes de machos en una especie de crustáceo y a una estrategia de
apareamiento bastante compleja (Shuster & Sassaman, 1997). Un gen
determinador-sexual llamado «transformador» (tra) es necesario para el
desarrollo de las hembras de las moscas de la fruta. Las hembras,
cromosómicamente XX, con el gen tra inactivo, intentan copular con otras
hembras pero siguen siendo atractivas para los machos, porque siguen
emitiendo hormonas femeninas (Arthur et al., 1998). La conclusión de los
investigadores es que entre las moscas de la fruta, la diferenciación sexual, la
orientación sexual y la conducta sexual están determinadas por la interacción
de genes (O’Dell & Kaiser, 1997). El gen SRY —abreviatura de gen
determinador sexual de la región Y— también está relacionado con la
diferenciación sexual (Neerman-Arbez, 2003).
En un artículo que podía haber sido titulado «El ratón, ese roedor», el
investigador Stephen Maxson (1998) informó que un número de genes
implicados en la determinación de la masculinidad en los ratones, incluyendo el
SRY, están también relacionados con la agresividad. Estos estudios sugieren
un papel de los genes en la determinación del apareamiento y otros patrones
de conducta en los humanos. Los estudios con ratones son de particular interés
porque el gen SRY humano es similar al gen SRY de los ratones (National
Center for Biotechnology Information, 2000). No obstante, las personas están
también influidas por la cultura, los valores, las experiencias y las creencias
personales. En las personas existe solo raramente una línea directa entre
genética y conducta, especialmente cuando se trata de conductas sociales
como el emparejamiento y la agresión.
El papel de las hormonas sexuales en la diferenciación sexual
Una vez los genes han hecho su trabajo y los testículos se han desarrollado en
el embrión, empiezan a producir andrógenos. Sin hormonas sexuales
masculinas, o andrógenos, todos desarrollaríamos órganos sexuales
reproductores femeninos. El andrógeno más importante, la testosterona, incita
la diferenciación del sistema de conductos masculino cada conducto de Wolff
se desarrolla en el epidídimo, conducto deferente y vesícula seminal. Los
genitales externos, incluyendo el pene, empiezan a tomar forma sobre la
octava semana, bajo la influencia de otro andrógeno, dihidrotestosterona
(DHT). MIS, una hormona testicular que es secretada durante el estado fetal,
impide que los conductos de Müller se desarrollen en el sistema de conductos
femeninos.
En los fetos femeninos se producen pequeñas cantidades de andrógenos, pero
normalmente no son suficientes para producir la diferenciación sexual
masculina. En los fetos femeninos, la relativa ausencia de andrógenos produce
la degeneración de los conductos de Wolff y promueve el desarrollo de los
órganos sexuales femeninos. Los conductos müllerianos evolucionan en las
trompas de Falopio, el útero y los dos tercios superiores de la vagina. Estos
desarrollos ocurren incluso en ausencia de hormonas sexuales femeninas.
Aunque las hormonas sexuales femeninas son cruciales en la pubertad, no
están implicadas en la diferenciación sexual fetal. Si un feto con una estructura
cromosómica XY dejara de producir testosterona, desarrollaría órganos
sexuales externos femeninos, aunque sería estéril.
El descenso de los testículos y los ovarios
Aproximadamente en la décima semana después de la concepción, han
descendido de manera que están casi a la altura del borde superior de la
pelvis. Los ovarios permanecen allí durante el resto del desarrollo prenatal.
Más tarde giran y descienden un poco más hasta su posición adulta, en la
pelvis. Unos cuatro meses después de la concepción, los testículos
normalmente descienden hacia el saco escrotal, vía el canal inguinal. Después
de su descenso, el camino se cierra.
En un pequeño porcentaje de varones, uno o ambos testículos no descienden.
Permanecen en el abdomen en el momento de nacer. Esta condición se llama
criptorquidia. En la mayoría de los casos de criptorquidia, los testículos emigran
hacia el escroto durante la infancia. En otros casos, los testículos descienden
durante la pubertad. Los hombres en los que los testículos no han descendido
se tratan con cirugía o terapia hormonal, porque son más propensos a padecer
cáncer de testículos. La producción de esperma también se ve afectada si no
descienden al escroto, porque los testículos que no han descendido están
sometidos a la temperatura corporal, que es un poco más elevada que la
óptima, lo que provoca esterilidad.
El cerebro, como los órganos genitales, sufre una diferenciación sexual
prenatal. La testosterona hace que las células en el hipotálamo de los fetos
masculinos sean insensibles a las hormonas sexuales femeninas, los
estrógenos. En ausencia de testosterona, como en los fetos femeninos, el
hipotálamo desarrolla sensibilidad a los estrógenos. La sensibilidad a los
estrógenos es importante en la regulación del ciclo menstrual después de la
pubertad. El hipotálamo detecta los niveles bajos de estrógeno en sangre, al
final de cada ciclo, e inicia un nuevo ciclo estimulando la glándula pituitaria para
que secrete FSH. La FSH, a su vez, estimula la producción de estrógenos por
los ovarios y la maduración de un folículo inmaduro en un ovario.
La identidad sexual
Nuestra identidad sexual es nuestra conciencia psicológica o sensación de ser
hombre o ser mujer, que es uno de los más obvios e importantes aspectos de
nuestro auto concepto. La identidad sexual, como veremos, es normalmente,
pero no siempre, la que corresponde a la anatomía sexual del individuo. La
asignación sexual (también llamada asignación de género), que refleja el sexo
anatómico, se hace nada más nacer el niño o la niña. El sexo de un niño es tan
importante para los padres que quieren saber si es un niño o una niña antes de
contar los dedos de sus manos y de sus pies.
La mayoría de los niños toman conciencia de su sexo anatómico en torno a la
edad de 18 meses. A los 36 meses, la mayoría de los niños han adquirido
plena conciencia de su identidad sexual (Rathus, 2003).
La naturaleza y la educación en la identidad sexual
La identidad sexual es casi siempre consistente con el sexo cromosómico. Sin
embargo, esa consistencia no certifica que la identidad sexual esté
determinada biológicamente. De hecho, también tendemos a ser criados como
hombres o mujeres de acuerdo con nuestro sexo anatómico. Entonces, ¿cómo
podemos separar los papeles de la naturaleza y de la educación, de la biología
y del entorno?
Los investigadores han encontrado pistas en las experiencias de unos
individuos peculiares, los intersexuales, que poseen las gónadas de un sexo
pero tienen genitales externos que son ambiguos o típicos del otro sexo.los
intersexuales son criados algunas veces como miembros del otro sexo
(identidad diferente de su sexo cromosómico). Los investigadores se han
preguntado si la identidad sexual de estos niños refleja su sexo cromosómico y
gonadal o el sexo que se les asignó en el momento del nacimiento y de
acuerdo con el cual fueron criados. Antes de seguir más adelante, distingamos
entre los verdaderos hermafroditas y los intersexuales
Los errores hormonales durante el desarrollo prenatal producen varios defectos
congénitos. Algunos individuos nacen con tejidos ováricos y testiculares. Son
llamados hermafroditas, por el mito griego del hijo de Hermes y Afrodita, cuyo
cuerpo quedó unido al de una ninfa mientras se bañaba. Los verdaderos
hermafroditas pueden tener una gónada de cada sexo (un testículo y un ovario)
o gónadas que combinan tejido testicular y ovárico.
El transexualismo
El transexualismo es una condición en la cual el individuo desea poseer las
características anatómicas de las personas del otro sexo y vivir como una
persona del otro sexo. Muchos transexuales se someten a tratamientos
hormonales y a cirugía para crear la apariencia de los genitales externos típicos
del otro sexo. Esto obtiene mejores resultados cuando se realiza de hombre a
mujer que cuando se hace de mujer a hombre. Después de la cirugía estas
personas pueden mantener relaciones sexuales e incluso alcanzar el orgasmo.
Un estudio encontró que dos tercios de las «nuevas mujeres» alcanzaron el
orgasmo durante la actividad sexual. Pero no pueden concebir o criar bebés.
¿Qué impulsa a los transexuales a vivir como personas del otro sexo? Según
John Money (1994), los transexuales experimentan disforia de género, es decir,
incongruencia entre su anatomía genital y su identidad sexual. Aunque tienen
el sexo anatómico de un sexo, sienten que son miembros del otro. La
discrepancia les motiva a deshacerse de sus propios caracteres sexuales
primarios (genitales externos y órganos sexuales internos) y vivir como
miembros del otro sexo. Un transexual hombre a mujer se percibe a sí mismo
como una mujer que por un error del destino nació con el equipo genital
equivocado. Un transexual de mujer a hombre se percibe como un hombre
atrapado en un cuerpo de mujer. Ray Blanchard (1988, 1989) y J. Michael
Bailey (2003a, 2003b) tienen otro punto de vista. Basándose en su larga
investigación con transexuales, sostienen que los hombres que desean ser
mujeres tienden a caer en otras categorías: o son hombres extremadamente
femeninos o son hombres que se excitan sexualmente con la idea de ser una
mujer. La primera categoría incluye lo que Blanchard llama «homosexuales
transexuales» —hombres que son gays extremadamente femeninos y no se
sienten totalmente satisfechos con la actividad sexual con otros hombres—. La
segunda categoría se refiere a hombres que son «autoginefílicos» —deseosos
de ser mujeres o amantes de lo femenino—, o que se estimulan sexualmente
con fantasías en las que son mujeres.
Resultados de la cirugía de reasignación de sexo.
Tras la introducción de la cirugía de reasignación de sexo en Estados Unidos en la
década de los sesenta, la mayoría de los informes de la adaptación postoperativa fue
positiva (Pauly & Edgerton, 1968). Sin embargo, un influyente estudio en la década de
los setenta, dirigido por la Gender Identity Clinic en la Johns Hopkins University, fue
bastante negativo (Meyer & Reter, 1979). El estudio incluía un grupo de control de
transexuales que no se sometieron a la cirugía de reasignación de sexo. La adaptación
psicológica fue más positiva entre los transexuales en el grupo de control que entre
aquellos que se sometieron a la cirugía.
La psicoterapia con los transexuales es un tema controvertido, porque muchos
terapeutas se han propuesto convencer a los transexuales, durante el periodo
preoperatorio, para que cambien de idea (Jones & Hill, 2002). Normalmente los
transexuales deben obtener el consentimiento de los profesionales de la salud
mental antes de someterse a la reasignación de sexo, pero algunos
profesionales consideran que los pacientes deberían aprender a aceptar su
anatomía sexual (Raj, 2002). Por otra parte, muchos transexuales, incluyendo
los transexuales postoperativos, informan que han tenido experiencias positivas
con los terapeutas, que les mostraron respeto y les ayudaron a adaptarse a su
nueva vida (Rachlin, 2002).
Los roles de género y los estereotipos
Un estereotipo es una idea convencional, fija —a menudo distorsionada—
sobre un grupo de personas. La asignación de sexo —nuestra identificación
como mujeres u hombres— no determina los roles o conductas que son
consideradas masculinas o femeninas en nuestra cultura. Son las culturas las
que han generado expectativas referidas a la supuesta personalidad y
conductas propias de hombres y mujeres. Estas expectativas se llaman roles
de género.
El rol femenino estereotípico incluye rasgos tales como afectuosidad,
dependencia, amabilidad, utilidad, paciencia y sumisión. El estereotipo del rol
de género masculino es de dureza, caballerosidad y protección. Generalmente
las mujeres son vistas como cálidas y emocionales; los hombres, como
independientes, asertivos y competitivos. Los tiempos han cambiado un tanto.
Por otra parte, aunque en nuestra sociedad las mujeres ocupan los trabajos
con la misma probabilidad que los hombres, generalmente ellas continúan
llevando la carga de las principales responsabilidades de la crianza de los
niños y el trabajo del hogar. Un estudio en treinta países confirma que estos
estereotipos de rol de género están extendidos
El sexismo
El sexismo nos puede llevar a interpretar la misma conducta, con unos u otros
prejuicios, según haya sido realizada por una mujer o por un hombre. Una
mujer «sensible» es simplemente sensible, pero un hombre «sensible» puede
ser visto como un «mariquita». Una mujer sensible también puede ser
calificada de atenta, mientras que un hombre que muestre la misma conducta
parece pasivo o débil. Podemos ver a un hombre como «seguro de sí mismo»,
pero una mujer que se comporte de la misma manera puede ser vista como
«prepotente». Al hombre podemos considerarle flexible, pero a la mujer la
tacharemos de inconstante e indecisa. Él puede ser racional donde ella es fría.
Él es fuerte cuando es necesario, mientras ella será vista como una persona
con mal carácter. Cuando una mujer de negocios adopta estereotipos
masculinos, el sexista la puede tachar de anormal o una persona con
problemas. Los niños desarrollan estereotipos sobre las diferencias entre
«trabajo de hombres» y «trabajo de mujeres». Las mujeres han sido excluidas
históricamente de las «ocupaciones masculinas» y las expectativas
estereotípicas que conciernen al «trabajo de hombres» y al «trabajo de
mujeres» se filtran hasta los cursos de primaria. Por ejemplo, de acuerdo con
los estereotipos tradicionales, de las mujeres no se espera que sean
excelentes en matemáticas. La exposición a estas expectativas negativas
puede alejar a las mujeres de carreras de ciencias y tecnológicas. Incluso
cuando eligen una carrera de ciencia o tecnología, las mujeres están a menudo
sujetas a la discriminación en sueldos, promociones, asignación de facilidades
para investigar y fondos para dirigir investigaciones (Loder, 2000). De manera
similar, solo recientemente han entrado los hombres a dominios ocupacionales
previamente restringidos a las mujeres, como el secretariado, la enfermería y la
enseñanza en niveles elementales, y últimamente se han abierto las puertas
para las mujeres en profesiones tradicionalmente masculinas como las
ingenierías, las leyes y la medicina
Los roles de género y la conducta sexual
La expectativa cultural de que los hombres son los iniciadores y las mujeres
son porteras está relacionada con el estereotipo muy difundido de que los
hombres son sexualmente agresivos y las mujeres son sexualmente pasivas.
De los hombres se espera que tengan un mayor número de parejas sexuales
que las mujeres (Mikach & Bailey, 1999). Los hombres no solo inician los
encuentros sexuales; se espera de ellos que dicten todos los «movimientos»,
de la misma manera que se espera que dirijan a su pareja en el baile. Las
personas que siguen el estereotipo del rol masculino de género, ya sean
hombres o mujeres, corren un riesgo mayor de practicar relaciones sexuales de
riesgo (sin protección) (Belgrave et al., 2000). De acuerdo con el estereotipo,
de las mujeres se espera que dejen que los hombres determinen la elección, el
tiempo y la secuencia de las posiciones y las técnicas sexuales.
Desafortunadamente, el estereotipo favorece las preferencias sexuales
masculinas, denegando a la mujer la oportunidad de dar y recibir sus tipos
preferidos de estimulación. Una mujer puede alcanzar más fácilmente el
orgasmo en la posición donde ella está encima, pero su pareja puede preferir la
posición en la que él está encima. Si el hombre toma toda la iniciativa, ella
puede no tener la oportunidad de llegar al orgasmo. Incluso la manifestación de
sus preferencias puede ser tachada de «poco digna de una mujer». El
estereotipo del rol masculino también impone limitaciones a los hombres. De
los hombres se espera que tomen la iniciativa para llevar a sus parejas al
orgasmo, pero no deberían preguntar a sus parejas lo que les gusta porque se
supone que son expertos de manera natural. (Los «hombres de verdad» no
solo no comen pastel de verdura; tampoco necesitan preguntar a las mujeres
cómo hacer el amor.)
Las diferencias en las habilidades cognitivas
La evaluación de la inteligencia no muestra diferencias sexuales globales en
las habilidades cognitivas (Halpern & LaMay, 2000). Sin embargo, los
resultados de la investigación sugieren que las chicas son superiores a los
chicos en las habilidades verbales, como la fluidez verbal, la habilidad para
generar sinónimos, deletrear, conocimiento de lenguas extranjeras y
pronunciación (Halpern, 1997, 2003). Aún más, los niños tienen más problemas
con la lectura, desde leer por debajo del nivel adecuado a su edad hasta
dificultades severas. Los varones parecen ser mejores en la manipulación de
imágenes en procesos mentales. Los hombres en general destacan en lo visual
—habilidades espaciales del tipo de las utilizadas en matemáticas, ciencia y
lectura de mapas (Collaer & Nelson, 2002; Grön et al., 2000; Halpern & LaMay,
2000)—. Destacan especialmente en la rotación espacial mental de cuerpos
geométricos. un estudio comparó las estrategias de navegación de 90
estudiantes universitarios masculinos y 104 femeninos (Dabbs et al., 1998). Al
dar las direcciones, los hombres se referían más a menudo a millas y
coordenadas direccionales (Norte, Sur, Este y Oeste). Las mujeres se referían
más a marcas del terreno y derecha e izquierda. Estudios en Estados Unidos y
en otros lugares muestran que los hombres en general obtienen puntuaciones
más altas en las pruebas de matemáticas que las mujeres (Beller & Gafni,
2000; Gallagher et al., 2000; Halpern & LaMay, 2000; Leahey & Guo, 2001).
Las diferencias en la resolución de problemas se reflejan en las pruebas de
matemáticas del Scholastic Aptitude Test (SAT). La puntuación media es de
500, y cerca de dos tercios de las pruebas alcanzan notas entre 400 y 600. El
doble de chicos que de chicas puntúan más de 500.
Las diferencias en la personalidad
También existen diferencias sexuales en la personalidad. Según un meta-
análisis de los estudios de investigación, las mujeres superan a los hombres en
extroversión, ansiedad, confianza y capacidad educadora (Feingold, 1994). Sin
embargo, las diferencias en la personalidad tienden a ser pequeñas (Bailey,
2003b). Los hombres tienden a superar a las mujeres en confianza en sí
mismos, fuerza de voluntad y autoestima. Por otra parte, la tercera autora de
este libro señala, con gran disgusto, dos factores que colaboran en la relativa
baja autoestima de las mujeres:
• Los padres, por lo general, prefieren tener hijos.
• La sociedad ha creado un campo de juego desigual en el cual las mujeres
deben hacerlo siempre mejor para ser igualadas a los hombres.
Las diferencias en la conducta social
Existen importantes diferencias sexuales en la conducta social, sobre todo en
lo que se refiere al sexo y la agresividad. Considera los estilos de
comunicación. Aunque nos han inundado con dibujos animados de amas de
casa chismorreando por encima de las vallas de sus patios o tomando
interminables tazas de café cuando quedan para charlar, la investigación
muestra que los chicos dominan las discusiones en clase (Sadker & Sadker,
1994). Cuando las chicas maduran, parece que aprenden a permanecer en un
segundo plano detrás de los chicos y dejan que ellos lleven la conversación,
cuando están en grupos de personas de los dos sexos
Sin embargo, las mujeres están más dispuestas que los hombres a discutir
acerca de sus sentimientos y experiencias personales (Dindia & Allen, 1992). El
estereotipo del «hombre fuerte y silencioso» puede no disuadir a los hombres
de monopolizar la conversación, pero puede inhibirlos cuando se trata de
expresar sus sentimientos personales.
Ser un hombre o ser una mujer: la determinación del género.
El punto de vista evolucionista: la explicación está solo en la naturaleza. Desde
el punto de vista de la evolución, la historia de la supervivencia de nuestros
ancestros está ligada a nuestros genes. Los genes que confieren atributos que
aumentan las oportunidades de supervivencia de un organismo, para producir
descendencia viable, tienen una mayor probabilidad de ser transmitidos a las
futuras generaciones. Así que poseemos los vestigios de genes con rasgos que
ayudaron a nuestros ancestros a sobrevivir y reproducirse (Bjorklund & Kipp,
1996; Fisher, 2000). Esta herencia influye en nuestra conducta sexual y social
tanto como en nuestras características físicas.

Se argumenta que las mujeres están genéticamente predispuestas para ser


empáticas y cuidadoras porque estos rasgos permitieron a las mujeres
ancestrales responder a las necesidades de los niños y aumentar la
probabilidad de que sus hijos medraran y eventualmente se reprodujeran,
transmitiendo su propio legado genético a las futuras generaciones. Las
mujeres prehistóricas, por ello, solían estar cerca de la casa, cuidar de los
niños y recoger plantas comestibles, mientras que los hombres se aventuraban
lejos de casa para cazar y asaltar los almacenes de comida de sus vecinos
La androginia psicológica y la reconstrucción de la masculinidad-
feminidad: ¿cuantos más rasgos, mejor?
Muchas personas piensan en la masculinidad y la feminidad como extremos opuestos de
un continuo. Las personas tienden a asumir que cuanto más masculina es una persona,
menos femenina es o debe ser, y viceversa. Así que un hombre que muestra rasgos
estereotípicos femeninos de cuidado, cariño y emociones es a menudo considerado
menos masculino que otros hombres. Las mujeres que compiten con los hombres en los
negocios son consideradas no solo más masculinas, sino también menos femeninas que
otras mujeres.
Algunos investigadores, como Sandra Bem (1993), argumentan que masculinidad y
feminidad comprenden dimensiones independientes de personalidad. Una persona que
es fuertemente masculina, sea hombre o mujer, puede también poseer rasgos femeninos,
y viceversa. Las personas que exhiben seguridad «masculina» y destrezas
instrumentales (destrezas en las ciencias y en los negocios, por ejemplo), junto con
cuidado «femenino» y cooperación, se ajustan a ambos estereotipos de rol de género
masculino y femenino. Se dice de ellos que muestran androginia psicológica. Seguridad
y destrezas instrumentales son consistentes con el estereotipo masculino. Cuidado y
cooperación son consistentes con el estereotipo femenino. Las personas que muestran
rasgos poco marcados en los estereotipos masculinos y femeninos son
«indiferenciadas», según los estereotipos de rol de género que esta autora propone.
Las personas que son psicológicamente andróginas pueden ser capaces de reunir un
rango más amplio de rasgos masculinos y femeninos para enfrentarse a varias
situaciones y expresar sus deseos y talentos. Los investigadores, por ejemplo, han
encontrado personas psicológicamente andróginas de ambos géneros que muestran
independencia «masculina» para adaptarse a las presiones de grupo y cuidado
«femenino» en las interacciones con un gatito o un bebé (Bem, 1975; Bem et al., 1976).
Los adolescentes psicológicamente andróginos se muestran más reacios a calificar una
tarea como masculina o femenina (Kulik, 2000).

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