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FH-34 (P)

R-Enero 03
4 Páginas

EL OBRERO ILEGAL

En 1978 viajé a Canadá con el propósito de estudiar el idioma


inglés. Tenía 25 años de edad y acababa de terminar mis estudios
de odontología. Después de diez meses en London, Ontario, me
dirigí a Toronto donde me alojé en casa de Garry Cuff, un buen
amigo de mi familia. Garry era director general de una fábrica de
plástico ubicada en las afueras de Toronto. Su familia me trató muy
bien y cuando después de una semana de estancia me disponía a
regresar a México, Garry me sugirió trabajar un tiempo en la fábrica.
De este modo, me dijo, podría hacerme de una buena cantidad de
dinero y conocer algunas ciudades del país antes de volver. Por la
comida y el alojamiento no tendría que preocuparme ya que para
ellos yo era un miembro más de la familia. La propuesta me
entusiasmó mucho; yo no tenía problema de tiempo pero sí de
dinero pues había agotado mis ahorros y tenía lo justo para volver.
Caso Elaborado por el Dr. Gonzalo
Díaz García, del IPADE.
Acepté la invitación gustoso: trabajaría: un par de meses y haría un
poco de turismo, después volaría de regreso a casa para empezar a
Este caso se ha elaborado para laborar en mi profesión. Al día siguiente viajaba con Garry rumbo a
servir como base de discusión; no la fábrica. Fui presentado al personal administrativo como un buen
pretende ilustrar la gestión, amigo del señor Cuff que trabajaría en la fábrica una corta
adecuada o inadecuada, de una temporada. El gerente del personal me atendió y me explicó las
situación determinada. condiciones de mi trabajo. Tendría un salario de cuatro dólares la
hora. Yo no estaría en nómina como el resto del personal; en mi
condición de estudiante extranjero. no se me permitía trabajar
durante mi estancia en Canadá. Por este motivo recibiría mi salario
directamente y en efectivo; la erogación sería cargada a los gastos
administrativos de la fábrica.

Me dijo que una ventaja de no estar en nómina era que no me


descontarían los impuestos; yo, desde luego, debía guardar una
absoluta discreción respecto a todo esto. Ese mismo día comencé a
trabajar.

Derechos Reservados. ©, 1998


Editado en Club Unión, A.C.
Mar Mediterráneo 183 11400 México, D.F.
Autorizado para uso exclusivo del ICAMI.
Prohibida su reproducción total o parcial.
“Bamberger Polimers, Inc.” producía y distribuía En esa época había nueve obreros eventuales,
poliestireno, un plástico que es la materia prima en todos ellos canadienses; sus edades oscilaban
la elaboración de diversos productos químicos. Fui entre los dieciocho y veinte años. Eran de clase
asignado a la sección de envasado, esta sección social baja y aparentaban poca escolaridad.
había cuatro trabajadores de planta: un capataz y Llevaban un mes de trabajar en la fábrica, casi
tres conductores de montacargas. Los obreros eran todos habían entrado juntos. Por sus comentarios
todos eventuales, se les contrataba a través de una supe que esperaban tener trabajo por dos o tres
agencia de empleos en función de las fluctuaciones meses más, bromeaban entre ellos en forma ruda,
del volumen de trabajo en la fábrica. Garry me abundaban las señas obscenas y su lenguaje era
había comentado que los obreros eventuales bastante vulgar. A los pocos días de estar
constituían un verdadero problema para la planta y trabajando en Bamberger Polimers, Inc., me di
requerían de una supervisión constante y estricta; cuenta que frecuentemente, al terminar las labores,
de otro modo no trabajaban lo justo. varios de ellos permanecían en las afueras
fumando marihuana.

El horario era de ocho de la mañana a cinco de la


tarde; la asistencia y puntualidad eran controladas a Mi entrada a trabajar no despertó mayor curiosidad;
través de un reloj checador. Yo entraba a las nueve era común la rotación de personal eventual enviado
de la mañana, que era la hora en que Garry iniciaba por la agencia, también era frecuente que los
labores. Mi hora de salida era de las cinco de la eventuales de la sección de envasado fueran
tarde junto con él resto de la gente, pero como casi enviados a la sección de producción -o viceversa-
siempre había trabajo extra y tenía que esperar a cuando así era requerido. Los primeros días de
Garry, permanecía laborando hasta las siete u ocho trabajo traté de ser amistoso con todos pero
de la noche. Cuando por algún motivo Garry volvía teniendo cuidado de no entrar en sus bromas.
a casa antes de las cinco de la tarde -cosa que Cuando me preguntaron acerca de mi procedencia
durante mi estancia ocurrió tres o cuatro veces- me la razón por la que no entraba a las ocho de la
lo hacía saber a través del altavoz de la fabrica. mañana, contesté que era originario de México y
Confieso que me resultaba embarazoso escuchar que había sido contratado con este horario
¡eh Pedro, time to go home! retumbar en todo el particular, no mencioné ni aclaré nada más.
enorme edificio industrial en ese mismo momento
tenía que suspender lo que estuviera haciendo para
alcanzar a Garry en su oficina. Había dos descansos de diez minutos uno a media
mañana y otro a media tarde, había también un
descanso de cuarenta y cinco minutos para tomar
El trabajo en la sección de envasado era bastante el lunch al mediodía. Un silbatazo largo anunciaba
duro. Una máquina automática arrojaba los costales el descanso para el café y dos y silbatazos largos
de poliestireno de cincuenta libras de peso a una para el lunch. En una esquina de la sección de
banda sinfín de la que los obreros, que se envasado había una mesa larga para que comiera
encontraban colocados a cada lado de la banda, los el personal obrero de la sección. Me di cuenta que
iban tomando y apilando ordenadamente en sólo los eventuales se reunían a comer en la mesa.
palestras de madera hasta completar un número El capataz y unos de los conductores de
determinado; el obrero iniciaba entonces la misma montacargas salían de la planta para comer;
labor con la otra palestra, mientras la recién supongo que a algún restaurante cercano. Los
terminada era transportada en el montacargas al otros dos; José y Toni, comían apartados del resto
almacén. de grupo casi siempre sobre algunas cajas o
costales de poliestireno.

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Los dos eran de color, originarios de Jamaica. José ausencias, Jack suspendía el trabajo y se dedicaba
aparentaba poco más de treinta años de edad y era a molestar al resto de sus compañeros, éstos le
casado; Toni debía tener escasos veinte años. seguían el juego; algunos por gusto otros
Hablaban entre ellos un “caló” muy especial que seguramente por temor. El resultado fue que los
nadie entendía. pocos que continuamos trabajando empezamos a
recibir - transportados por la banda- más costales
de los que podíamos tomar y varios empezaron a
Aunque empecé comiendo en la mesa con todos caer al suelo y a apilarse paulatinamente. Aunque
los eventuales, no logré integrarme a ellos; las me sentía sumamente molesto por la situación, no
obscenidades y modales vulgares me resultaban dije nada y me limité a seguir trabajando.
muy desagradables. Algunos de ellos me miraban
de reojo y tengo la sensación de que yo no les
agradaba mucho. El líder del grupo era Jack, un Cuando volvió el capataz, detuvo la máquina y -a
joven muy corpulento. En una ocasión durante un gritos- nos ordenó a todos a levantar los sacos que
descanso para el café me preguntó -a bocajarro y se habían apilado en el suelo y que para entonces
delante de todos -si tenía yo tarjeta checadora, ya habían formado una verdadera montaña. Yo
contesté que sí y no di mayor explicación, pero por también tuve que acomodarlos, de modo que esa
las expresiones supuse que no habían creído. tarde trabajé el doble que Jack y sus compinches.

A partir de ese día empecé a comer con los A partir de entonces me alejé aún más de los
jamaiquinos. Eran sencillos y amables, se eventuales y evitaba cruzar palabra con ellos, sobre
mostraron interesados en saber quién era, de todo con Jack. Confieso que, durante la cuarta
donde venía y que hacía. Les conté que era semana, cuando Garry me llamó por el altavoz para
mexicano y que me encontraba temporalmente en irnos temprano a casa, sentí, junto con la
Canadá, pero no di más explicaciones. Me sentía incomodidad que ello me producía, un cierto
más a gusto con José y Toni que con los placercillo: simplemente arrojé a un lado el costal
eventuales. Percibí que había una mutua antipatía que me disponía a acomodar y los dejé trabajando.
entre mis amigos de color y el grupo de eventuales
y, aunque sin manifestarlo externamente – yo sólo
estaría un mes más y no necesitaba problemas - Permanecer al margen de Jack y su grupo me dio
compartí con ellos dicho sentimiento. una cierta inmunidad temporal, misma que
desaparecía al inicio de mi segundo mes de trabajo.
Poco antes de la hora del luch, Jack pasó a mi lado,
En una ocasión, durante la hora del lunch, hubo un me dio una palmadita en la espalda y, sin
pleito entre Jack y uno del grupo; el incidente duró detenerse, se dirigió silbando hacia la máquina de
poco pero el otro muchacho resultó con un labio etiquetar costales a la que había sido "asignado". El
roto. Cuando el capataz regresó y se reiniciaron las trabajo de etiquetar costales era el más codiciado
labores nadie mencionó nada. Cuando pregunté a pues resultaba un placer a Iado de la dura labor de
Toni que era lo que había ocurrido, su respuesta cargar costales durante horas. El trabajo de
fue parca y despectiva: "son basura". etiquetar normalmente se rotaba entre los obreros,
pero hacía ya varios días que Jack desempeñaba el
puesto sin que nadie se atreviera a pedirle el
Durante la tercera semana de mi estancia en la cambio. A pesar de lo injusto, creo que la mayoría
fábrica, nuestro capataz tuvo que ir a la sección de nos sentíamos aliviados de cuando menos no
producción para auxiliarlos en algunos problemas tenerle encima molestando continuamente,
técnicos, esto hizo que se ausentara dificultando la ya de por sí dura labor de recoger
frecuentemente de nuestra área. Durante sus costales.

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La palmadita me resultó sospechosa y algunas de haberlas guardado con actitud retadora; casi
risitas confirmaron mi temor: Jack me había pegado podía imaginarme a Jack preguntándome delante
en la espalda una etiqueta engomada con una frase de todos si las había guardado para coleccionarlas.
insultante. Cuando lo miré, sostuvo la mirada y
sonrió burlonamente. Varios eventuales sonrieron
también; otros permanecieron callados y noté que Trate por varios minutos de convencerme, como
me miraban seria e inquisitivamente, como casi lo había logrado la primera ocasión, de que
esperando ver cual sería mi respuesta. Yo intuía Jack no volvería a molestarme, pero ahora veía
que varios del grupo no querían a Jack y claramente que esa posibilidad era absurda;
condescendían con él sólo por temor. después de esto Jack no me iba a dejar en paz ni a
sol ni a sombra. Pensé en recurrir a Garry y contar
lo ocurrido; seguramente haría que Jack fuera
Guardé el papel en la bolsa, mientras una oleada despedido y se solucionaría el problema; pero el
de coraje me inundaba. Me puse a pensar en cual sólo pensar en esta alternativa hizo que me sintiera
debería ser mi respuesta. mal conmigo mismo: significaría huir cobardemente
del problema. Pensé también que tal vez lo mejor
sería enfrentarme a golpes con Jack, quizá José y
Seguramente lo más prudente sería ignorar todo el Toni me apoyarían cuando yo reclamara a Jack su
asunto, yo estaría en la fábrica escasas tres proceder, pero por la mirada que me lanzó José
semanas más y el incidente seguramente no se cuando el primer incidente de la etiqueta ya no
repetiría si me mantenía lo suficientemente estaba seguro de ello.
apartado. Cuando el montacargas llegó a levantar
la palestra que recién había yo terminado, noté que
José me miraba duramente: no hubo el clásico Cuando sonaron los dos silbatazos largos que
pulgar hacia arriba ni la palabra amistosa que anunciaban la hora del lunch, sentí un vacío en el
comúnmente me dirigía, simplemente levantó la estómago. El grupo se iría a comer a la mesa
palestra y se la llevó. grande y los jamaiquinos se sentarían, como
siempre, sobre una pila de costales. Si no me
decidía a hacer algo, no podría ir a ninguno de los
Diez minutos después, mientras seguí deliberando dos lados.
sobre qué hacer ante la afrenta recibida, Jack me
hizo la segunda. Pasó a mi lado y me pegó otra
etiqueta en la espalda, sólo que esta vez no hubo Las carcajadas que empezaron a llegar de la mesa
una palmada para disimular la broma de mal gusto; de los eventuales me angustiaron más todavía: si
tampoco hubieron risitas burlonas. Todos me iba hacer algo, tenía que hacerlo ya. Metí la mano a
miraban de reojo y con seriedad. Continué apilando la bolsa y apreté fuertemente las etiquetas. Tenía la
los costales mecánicamente mientras trataba de boca completamente seca, noté que las manos me
calmarme y pensar. Tenía que darle una lección a temblaban y que el corazón me latía fuertemente.
ese mequetrefe y mostrarle claramente que yo no
iba a ser otra de sus víctimas. Yo era de mucho
mayor edad que Jack, pero él era mucho más
corpulento; si lo retaba abiertamente, con seguridad
me llevaría una paliza. La alternativa de hacerme
de la vista gorda era imposible; todos habían
presenciado el incidente y yo tenía en mi bolsa las
dos etiquetas. Si las hubiera tirado desde un
principio hubiera mostrado –de alguna manera- que
lo ocurrido me tenía sin cuidado, pero no después

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