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Testimonio 1: LA HISTORIA DE JUAN

Mi nombre es Juan y soy de una comunidad de Veracruz. En el 2011 fui


contratado con una visa H-2B para trabajar para una compañía de ferias en New
Hampshire alrededor de ocho meses. En México la situación de vida es muy
difícil y el sueldo que uno puede ganar es muy bajo y no es suficiente para
mantener a la familia. Por eso decidí irme a trabajar a Estados Unidos donde
trabajaba alrededor de 105 horas a la semana montando las ferias, armando y
desarmando juegos, operando los rides, limpiando el espacio para después
movernos al siguiente poblado y volver a comenzar. Recibía un pago semanal
fijo de $354.00 dólares. El patrón nos descontaba cada semana $25.00 dólares
como una garantía para cubrir cualquier daño que pudiéramos causar a la casa
a pesar de las pésimas condiciones de la vivienda. Durante los primeros tres
meses tuve que dividir mi salario entre el pago de mi deuda en México, el envío
de dinero a mi familia y el costo para mantenerme en los Estados Unidos. El
dinero que enviaba a mi familia no era suficiente para su sustento. A los cinco
meses de estar trabajando, junto con otros cinco compañeros, estábamos
quitando un anuncio grande y una pieza de metal del anuncio se rompió y cayó
en mi ojo izquierdo. Dado que la compañía no nos proporcionó equipamiento de
seguridad como lentes, botas, guantes, etc. yo no contaba con ninguna
protección en ese momento. Mi patrón me llevó al hospital y me tuvieron que
operar la córnea. El doctor que me atendió me dijo que tenía que estar seis
semanas en reposo para permitir que mi ojo se recuperara. Después de mi
operación, tuve que quedarme en Estados Unidos para mi recuperación y viví en
las trailers que el patrón tenía para los empleados. A los quince días de mi
operación, el manager me pidió que le ayudara a mover unos objetos muy
pesados, a pesar de las indicaciones del doctor y de que yo le dije que no podía.
Al día siguiente de mover las cosas sentí mucho dolor en mi ojo y tuve que
regresar al hospital donde me dijeron que la incisión en mi ojo se había vuelto a
abrir y tuvieron que operarme nuevamente. Me tuve que quedar en Estados
Unidos hasta que el doctor me diera de alta y pudiera regresar a México. Durante
este tiempo mi contrato de trabajo terminó y me enviaron a Texas hasta que me
recuperara. Durante el tiempo que estuve en Texas, sin posibilidad de regresar
a México ni de trabajar, la compañía solamente me daba entre 100 y 150 dólares
a la semana. Durante este tiempo mi familia no contaba con un ingreso fijo.

Testimonio 2: fragmento de una entrevista realizada en Página/12 al actual


presidente de Bolivia, Evo Morales. En ella relata su experiencia como
trabajador migrante en la Argentina. Un trabajador migrante, presidente de
Bolivia–Usted fue migrante en el norte argentino. ¿Cómo fue su experiencia?–
En los años ’60 yo migré con mi papá, que era zafrero, a la zona de Jujuy, a los
cañaverales de azúcar, y ahí conocí la escuela. Era una migración dura pero
temporal, en la época de la zafra. Ahí conseguí mi primer trabajo vendiendo
picolé (helados de palito) y con eso ganaba algo de plata para ayudar a mi
familia, sólo comíamos tostado de fideo y té. Conocí la escuela en el cañaveral
Galilea, en Jujuy, pero era un aymara cerrado, casi no entendía el castellano y
tuve que abandonar los estudios. La vida en el Altiplano era dura. En mi familia,
de siete hermanos, vivimos sólo tres, mis otros hermanos perdieron la vida con
uno o dos años. Vivíamos en una casita de adobe que nos servía como
dormitorio, cocina, comedor y prácticamente de todo; al lado teníamos el corral
para nuestros animales. Vivíamos en la pobreza como todos los comunitarios.
Siempre recuerdo a las grandes flotas (micros) que transitaban por la carretera,
repletas de gente que arrojaba cáscaras de naranja o plátano. Yo recogía esas
cáscaras para comer. En ese entonces, una de mis aspiraciones mayores era
viajar en alguno de esos buses. Debido a esa situación de extrema pobreza, mis
padres migraron más tarde a la zona del Chapare, en el trópico de Cochabamba.
Por eso comprendo el dolor de los bolivianos que, por buscar fuentes de trabajo,
por mejorar su situación, migran a la Argentina.

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