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Comprensiones sobre el ‘giro lingüístico’

y sus efectos en la ‘deconstrucción’ derridiana


José Antonio Rojas Alba

Este ensayo tiene como objetivo reflejar la tradición del ‘estructuralismo


lingüístico’ saussureano en la ‘deconstrucción’ derridiana. En La filosofía
actual (2007) de Dardo Scavino, parafraseando a Friedrich Nietzsche, ‘no
existen los hechos, sólo hay interpretaciones’. Scavino asume que ese
dictado gira en torno a la superación de una metafísica de la tradición
filosófica. Es decir, la idea existe en una fuente primera, mejor dicho, un
primer principio. Y de ahí se deducen los principios universales. El ejemplo
de esta tradición se encuentra a partir de un intento de comprensión del
mundo. Así figura metafísicamente el ‘Ser que Es’ ‒principio de identidad
mediado por el lenguaje A=A del Poema de Parménides. También las
tradiciones orientales hacen una comprensión onto-metafísica de la realidad
tal cual les ha sido dada. Una de ellas fue la sumeria con el Poema de
Gilgamesh –la fuente paleográfica más antigua de las civilizaciones.

1. El ‘giro lingüístico’
Pero se comprende este sentido de la realidad, a partir de una
hermenéutica y genealogía occidentales –desde Nietzsche, Heidegger hasta
G. Vattimo. Tiene antes la relación del conocimiento, digámoslo así, la
determinación de la cosa. De otro modo es la función del sujeto frente a un
objeto y predestinada por este último. A esto se llama usos ‘deícticos’ de un
lenguaje determinado. A pesar de eso los deícticos se originan
primariamente en la función lingüística asociada a un sentido. A partir de
cuestionamientos en contra de la ‘deconstrucción’ Jacques Derrida la
justifica en espacios de la Academia. Así una de las fuentes de la
‘deconstrucción’ de Derrida es la ‘lingüística sincrónica’ de Ferdinand de
Saussure. Es como tener un haz bajo la manga. De esta forma el ‘giro
lingüístico’ se lee en la sincronización del lenguaje –del signo como

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‘significante 1’ de la palabra. Hace parte de una nueva corriente analítica
esta transición planteada por Frege. Y prosigue en el Curso de Lingüística
General de Saussure.
Pasando por Frege hasta Richard Rorty se cuestiona sobre la
fundamentación de la verdad científica. Rorty específicamente cuestiona los
principios de validez universal de las sociedades científicas surgidas en ese
tiempo. Entonces se los interpela ante la historia como unas obras de poesía
de la humanidad. Sobre todo, son de aplicación pertinentemente al ‘signo’
lingüístico.
Este esquema tiene como base al programa de la lingüística sincrónica
saussureana. Se diferencia de la diacrónica, o sea, de una filología o historia
de los significantes. Sobre todo la componen dos ejes de funcionamiento en
los significantes. Sino tal cual, estos signos se presentan como significantes
flotantes. A modo de ejemplo todo concepto tiene una realidad material. Sin
embargo cuando se enuncia siempre se prevé su condición de un
‘significante flotante’. Justamente la importancia cardinal se configura en la
asociación de los ejes de la lingüística de F. Saussure. Entonces, ‘los
significantes flotantes’ ingresan al funcionamiento propiamente dicho de los
ejes. Este eje paradigmático se organiza por las sustituciones también
llamando a los sinónimos habitantes un texto. Por ejemplo se organiza un
diccionario monolingüe ‒de la Lengua Española‒ por significantes. Y estos
derivan en otros hasta un punto de cierre convencional o arbitrario. A la vez
el segundo eje ‘sintagmático’ configura el sentido de las proposiciones o
juicios. Son las unidades de medida de la lingüística occidental como las
sucesiones. En el sintagma se encuentra esa posición estructural de los
significantes. En ‘lenguaje figurado’ y poco secular es como si el Verbo
estaría encarnado.
La posición estructural de los significantes invierte, según las nuevas
tradiciones postmodernas, el criterio de verdad. Para el otro apotegma del
‘giro lingüístico’, de Jacques Derrida ‘nada está fuera del texto, porque el
texto está afuera’. No se trata de buscar el origen para describir lo propio de
la ‘deconstrucción’. Entonces se complementa con el ‘giro lingüístico’.
Principalmente el dilema –de tipo epistemológico, ético y cultural– se

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invierte por el ‘signo’ lingüístico. A esto se añade el aporte de la
hermenéutica heideggeriana. Está en el horizonte de comprensión, o mundo
de la vida, que desmonta al sistema neokantiano. En el ‘giro lingüístico’ se
encuentran más de un sentido de las culturas o civilizaciones. A partir de
esto se denomina ‘encantamiento del mundo’ a través de sus lenguajes. Una
respuesta contestataria cuestiona también los proyectos de la ciencia y
cultura modernas.
Hay que hacer brevemente un cierre sobre el ‘giro lingüístico’. Hay
convención, o sea, arbitrariedad en algún momento esto llega también al
texto. En el psicoanálisis lacaniano, para Yannis Stavrakakis, este cierre es
un point de capiton ante la inconmensurabilidad de flujo de sentidos. Este
punto de almohadillado trae consigo una carga de violencia, porque implica
una imposición de poder en el discurso político, epistemológico y cultural.

2. La deconstrucción como estrategia


El procedimiento deconstructivo está al alcance de todo quehacer
científico. Es conocido que la ‘deconstrucción’ deriva del francés
destruction. En la etimología hebrea se parte del verbo ‫‘ הפף‬jafák’ o volverse
atrás. Y deriva de ‫‘ הפף‬jéfek’ o ‫‘ הפכה‬jafeká’ destrucción. Además representa
esa asociación o concentración que gira sobre la estructura teórica
heideggeriana. Para Derrida deriva el sentido de concentración de la
etimología alemana de esa palabra. En la propuesta derridiana se toma a la
‘deconstrucción’ sobre algunos supuestos para aclarar.
Primero la intervención de Derrida, seguida a la de John Caputo, en la
Universidad de Villanova EE.UU. es un hito importante. Porque se
desmitifican las falsas acusaciones en su contra. También se desmitifican
acusaciones en contra de la ‘deconstrucción’. Los temas agrupados en esta
Conferencia muestran el giro de la ‘deconstrucción’. Trata sobre los
quehaceres de tal estrategia en la Academia. Se resalta también su grado
subversivo como una forma ‘antiacadémica’. En esa oportunidad se compara
a la estrategia de la ‘deconstrucción’ con una cáscara de nuez. O sea, para
que se entienda mejor, se compara a un ‘ABC’ sobre la ‘deconstrucción’.

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Segundo este proceso no es ni puede ser un corsé metodológico. Tiene como
referente a unos puntos de partida, según Derrida, para develar al texto y
toda narrativa. No se observan así en la mayoría de las lecturas más estándar.
La ‘deconstrucción’ es en todo el sentido de la palabra una estrategia. No se
la puede, por tanto, reducir como un manual de textos o un simple ‘ABC’.
Porque cada momento, entre tantos, cada texto es tan inédito como los
tejidos. Es imposible un canon estándar de los textos para la
‘deconstrucción’. Ninguna metodología científica la predetermina en una
estructura acabada. Tercero se da una característica muy peculiar en el
proceso deconstructivo. Los caracteres de disociación y de heterogeneidad
hacen particular o agrupan a cada ‘deconstrucción’. Es decir, modifican a
cada corpus narrativo.
Sobre los textos clásicos ‒de Platón, Aristóteles, Shakespeare, Hegel o
Marx‒ la ‘deconstrucción’ los asume en toda su integridad. Al respecto
Jacques Derrida señala de la ‘deconstrucción’:
La deconstrucción no es un método o una herramienta que se aplique
a algo desde un afuera. La deconstrucción es algo que sucede y que
sucede en el interior; hay una deconstrucción en funcionamiento
dentro de la obra de Platón, por ejemplo1.
No es que los asuma bajo el principio de ‘Autoridad’. Sin embargo parte
de sus indeterminaciones. Así Derrida desarrolla sus proposiciones por
ejemplo en su obra Khora con relación al Timeo de Platón. A nivel general la
‘deconstrucción’ ‒para Derrida‒ es una de varias tensiones de la memoria. Y
deriva en algo nuevo dando lugar al texto y operando en él, así se
deconstruye. De inicio la intención de la ‘deconstrucción’ no es la de un
método o de una mera pieza metodológica que se aplique en la Academia.
Tampoco se reduce a negar aquel reduccionismo metodológico. Más bien se
explica en la forma de discurso.
¿La deconstrucción como estrategia? Es un intento de aclarar el alcance
de la ‘deconstrucción. Derrida representa un esquema sobre la
‘deconstrucción’ así:
1
Derrida Jacques, “La Mesa Redonda de Villanova” en Derrida Jacques y Caputo John, La
deconstrucción en una cáscara de nuez, (Buenos Aires: Prometeo, 2009), 20.

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Es preciso, asimismo, señalar que la deconstrucción no es
siquiera un acto o una operación. No sólo porque, en ese caso,
habría en ella algo ‘pasivo’ o algo ‘paciente’ (más pasivo que la
pasividad, diría Blanchot, que la pasividad tal como es
contrapuesta a la actividad). No sólo porque no corresponde a un
sujeto (individual o colectivo) que tomaría la iniciativa de ella y
la aplicaría a un objeto, a un texto, a un tema, etc. La
deconstrucción tiene lugar; es un acontecimiento que no espera
deliberación, la conciencia o la organización del sujeto, ni
siquiera de la modernidad2.
Es decir, la ‘deconstrucción’ no media la relación del conocimiento, en
términos tradicionales, de sujeto a objeto. Por eso no procede de una
decisión voluntaria o, mejor dicho, de la conciencia individual. Porque se
deconstruye a la vez. Pero el lugar de este proceso deconstructivo se
encuentra solo en el texto. ¿Qué significa? Pues hay que ver al texto ‒en
cualquier caso‒ como la composición narrativa de códigos. Se los llama
también tejidos que pueden, en gran medida, revelar las indeterminaciones.
A estas, en el interior de cada narrativa, se las ubica en la zona de los lugares
no-lugares. Son, entonces, los puntos de partida de toda función
deconstructiva.
En ese sentido, ¿en qué consiste la deconstrucción de textos? La
‘deconstrucción’, primero, está fuera de la regularidad marcada por el canon.
Al contrario de esa regularidad, la estrategia de la ‘deconstrucción’ rompe la
identidad de un texto. Y no aparece sobre los límites de esa unidad =
identidad. Entonces aparece como una estrategia metodológica frente a la
regularidad. Esta condición muestra a la estrategia derridiana en los no-
lugares del ‘logocentrismo’. Se aboca, estratégicamente, a encontrar un
desplazamiento de los textos. Por ejemplo se descentran de su fundamento
estándar a los diálogos platónicos y a otros clásicos. Se hace, más bien, una
revisión sobre el carácter aporético de sus narrativas.
Ya para concluir, hay que hablar sobre la posición derridiana sobre
algunos temas de contenido universal. De alguna manera, la

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Derrida Jacques, “Carta a un amigo japonés”. En: El tiempo de tesis., (Barcelona: A
Ediciones, 1997), 26 los paréntesis le pertenecen.

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‘deconstrucción’ está al margen de la fe o de cierto mesianismo. Porque, no
obstante, estos constituyen una suerte de principios como ‘singulares-
universales’. Tanto la fe o la justicia son así principios fuera del objeto de la
‘deconstrucción’. Porque al ser sometidos a la ‘deconstrucción’ pierden
aquella universalidad. Incluso, para Derrida, se leen los textos bíblicos y
clásicos sobre sus contextos. Se llama también ‘archi-texto’ desde una
revisión ecléctica. Y según la tradición de las ‘escuelas bíblicas’ estos textos
son una fuente de interpretación. Se hace su correspondiente exégesis. La
‘deconstrucción’ sigue, valga la petición de principio, deconstruyendo. En el
caso de los textos bíblicos busca más versiones sobre los planteamientos
paleocristianos. Y sobre el eclecticismo del mesianismo, Derrida plantea una
versión diferente ni ortodoxa ni religiosa.

Bibliografía
DERRIDA Jacques,
1997 “Carta a un amigo japonés”. En: El tiempo de tesis. Barcelona: A
Ediciones.
2009 “La Mesa Redonda de Villanova” en Derrida Jacques y Caputo John,
La deconstrucción en una cáscara de nuez, Buenos Aires: Prometeo.

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