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en El Contrato Social
Resumen
Este texto tiene tres partes. Primero, El hombre natural a la luz de la razón, se
consideran los antecedentes y elementos previos a la tesis ilustrada de la ‘voluntad
general’. El modelo de época está en una definición kantiana de las Ideas para
1
una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la
Historia (1994). Segundo, o El pacto social o primera convención, se muestran
como acto de creación los demás elementos inherentes a la ‘voluntad general’. Y
tercero, o Un esbozo de la ‛alteridad’ levinasiana, se concluye con una breve e
incompleta síntesis. Se esbozan algunas descripciones de Emmanuel Lévinas de
Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad (1995).
De ahí aquella conciencia está ante algo nuevo a un nivel de las ciencias. Se
trata de la transición entre la ‘Edad Media’ y la ‘Edad Moderna’. Se presenta
paulatina y se da una reciente ponderación a las lenguas vernáculas. La posición
de ruptura con lo religioso origina cada vez más una posición crítica. Se confronta
a la autoridad. Como etapa necesaria se la describe en la veta más crítica sobre
estos aspectos políticos y culturales.
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De alguna manera, el hombre renacentista fue por antonomasia progresista.
Porque, ante todo, buscaba la novedad sustituyendo la obediencia medieval. La
clave es su ímpetu explorador. Y, en verdad, crea con la difusión de los textos un
nuevo tipo de diálogo o discurso entre autor y lector. El último tiene la capacidad
de realizar interpretaciones personales. Y no eran necesariamente sometidas a la
orientación o al dictado de algún maestro. Los nuevos descubrimientos científicos,
especialmente referentes al universo, exigieron un replanteamiento. Así llega una
forma de relativismo en el conocimiento a partir que la Tierra ya no era más el
centro del universo.
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conciencia de su razón como una facultad que puede sobrepasar los
límites donde se detienen todos los animales fue algo muy importante y
decisivo para el modus vivendi del hombre. […] –todo ello pudo
proporcionar a la razón la primera ocasión de poner trabas a la naturaleza
(Génesis III, 1) y pese a su contradicción, llevar a cabo el primer ensayo
de una elección libre que, al ser la primera, probablemente no colmó las
expectativas depositadas en ella1.
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Lo humano y su libertad tienen contradicciones en el pasado. Es común partir
de la primera sociedad –o del estado natural que fue la familia. Y sus
configuraciones son cada vez más complejas. Porque los miembros con progreso
suman las necesidades, roles o funciones dentro de las comunidades humanas. Se
otorga así un liderazgo primigenio a una figura de ‛castas’ en el oriente. Y es el
Paters Familias (primer modelo) para las sociedades políticas occidentales. Ahí
tienen lugar algunas contradicciones determinadas por naturaleza y convención.
Rousseau señala las contradicciones que están presentes, desde de Hugo Grocio y
Thomas Hobbes. Afirma, entonces, en:
fin sin proponerse a sí mismo como fin el objeto de su arbitrio, tener un fin para las propias
acciones es un acto de la libertad del sujeto agente […] es un imperativo categórico de la razón
pura y práctica, por consiguiente, un imperativo que une un concepto del deber con el de un fin en
general” Kant Immanuel, La metafísica de las costumbres, (Madrid: Tecnos,1994b), 235-236. La
propia perfección y la felicidad ajena son aquellos conceptos de deber y fines no en sí mismos sino
por coerción y contradicción. “[L]a propia felicidad es un fin que todos los hombres tienen […]
porque éste implica una coerción hacia un fin aceptado a disgusto. Asimismo es una contradicción
que me proponga como fin la perfección de otro y que me considere obligado a fomentarla. Porque
la perfección de otro hombre como persona consiste precisamente en que él mismo sea capaz de
proponerse su fin según su propio concepto de deber […]”Kant Immanuel, La metafísica de las
costumbres, 237.
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Rousseau J-J., El Contrato Social, 11.
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esclavos. Es por eso que –en Grocio y Hobbes, cuenta Rousseau– se rompe
relativamente con la narrativa de la Modernidad. Su ruptura recae, en su culto
político y costumbres, sobre el acto de compartimentar el origen de los hombres.
Esto encamina su desplazamiento al que Rousseau se opone.
5
Por el “Soberano” se entiende a la unión de los individuos que conforman al Estado y Ciudad
como persona moral Cf. Ibíd., 34.
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relaciones entre otros el depositario del mayor control de la voluntad popular. Este
depositario existe en todos los confines del mundo.
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Rousseau, también un Estado pequeño debe tener relaciones de poder. Son
llamados actos de magistratura acordes con la ‘Voluntad’ del Soberano. Se precisa
que aquellos proyecten una mayor tecnocracia. Por ejemplo las Ciudades-Estado
griegas constituyen, para su tiempo, variadas formas de gobierno. Una de ellas es
la ‛aristocracia electiva’ o meritocrática como forma política entre otras.
Por ‛Ley’ se entiende a prima facie aquel movimiento del ‘Cuerpo político’ de
la voluntad soberana de los súbditos. Ésta le da una funcionalidad a los efectos de
la realidad. Emana en el derecho positivo, o sea, se constituye en norma del
Estado. Al respecto Rousseau describe a ese proceso:
6
Ibíd., 29-30.
7
Rousseau J-J., El Contrato Social, 41.
8
Se legisla por la ‛voluntad general’ del Soberano en un objeto de aquella
totalidad. Se trata de su deber ser. Y se parte del espíritu de quien legisla 8. Sino se
fragmenta el argumento rousseauniano de la voluntad en simples puntos de vista.
Porque, en todo caso, no se comprende a una ley que atribuye privilegios o
exclusividades a un grupo o parte de la sociedad como si fuera el todo. No
corresponde –por supuesto esos privilegios– a quien legisla, ejecuta o intermedia.
Tampoco entre quien administra un poder potencial del ‛Soberano’ encima del
estatus de los súbditos. Porque únicamente se le debe al Estado, según su función
y responsabilidad, actos de completa magistratura y ministerio.
8
Cf. Ibíd., 43-46.
9
Cf. Ibíd., 65-67, 69, 71, 73.
9
La alteridad, la heterogeneidad radical de lo Otro, sólo es posible si lo
Otro es otro con relación a un término cuya esencia es permanecer en el
punto de partida, servir de entrada a una relación, ser el Mismo no
relativamente, sino absolutamente. Un término sólo puede permanecer
absolutamente en el punto de partida de la relación en tanto que YO10.
El balance de este ensayo está sobre las tres partes analíticas. Coinciden las dos
primeras a partir de los elementos previos y derivados de la ‘Voluntad General’.
Subyace, en ambos parágrafos también con otro nombre, la ‘Soberanía’ como
conditio sine qua non. Así se plantea la obra de Rousseau en términos generales.
La tercera y última parte hace de contraargumento del ensayo. Se toma una idea
de Emmanuel Lévinas de la ‘Alteridad’. Se trata de la condición de universalidad
frente al argumento moderno del Estado rousseauniano. Se afirma que el sistema
rousseauniano acopla y, de acuerdo a una supuesta neutralidad, limita al ser
social. Este es el ‘Poder Constituyente’ activo. No obstante el último se convierte
en mero fundamento de una abstracción racionalista. Y deja vaciada a la norma
10
Lévinas Emmanuel, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, (Salamanca: Sígueme
1995), 60, 57.
11
Lévinas Emmanuel, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, 57.
12
Ibíd., 57.
13
Ibíd., 57.
14
Cf. Ibíd.,57.
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fundamental –es decir, a la Constitución Política del Estado. El sistema jurídico,
superando a Rousseau, se condiciona por una marginalidad de la Ciencia Jurídica.
Se trata, en otras palabras, de elaborar nuevos conceptos en otra base
epistemológica. El sistema jurídico rousseauniano es formal. Y la
interculturalidad, en el plano más o menos liberal, hace las veces de ornamento.
Contiene, pues, simples alegorías en medio de las categorías tradicionales del
‛Derecho’ Moderno.
Bibliografía
KANT Immanuel,
1994a Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos
sobre Filosofía de la Historia, Madrid: Tecnos.
LÉVINAS Emmanuel,
ROUSSEAU J-J.,
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