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Enrique Granados, Goyescas…..

Nació el 27 de julio de 1867 en Lérida y muy pronto dio


muestras de un talento exagerado para un niño de su edad.
Enrique Granados reunía todos los requisitos para ser un
genio de la música. Por eso, los grandes compositores de la
época no tardaron en fijarse en él. A caballo entre Barcelona y
París, Granados completó su formación. Entonces llegó a
convertirse en un gran pianista y en un prestigioso
compositor. Sin embargo, el destino le tenía preparado un
final trágico...
Su padre, un oficial cubano al servicio del Ejército, y su madre
no daban crédito. ¿Cómo podía tener tanto talento su chico? Y
es que el pequeño Enrique era todo un fenómeno. A los 13
años ingresó en una prestigiosa academia de la época y a los 16
dejó boquiabiertos a todos al ganar un concurso con su
magistral interpretación de la Sonata Op. 22 de Schumann.
Entre los miembros de aquel jurado estaba el prestigioso
Felipe Pedrell, que se quedó tan impresionado con él, que le
aceptó como alumno. Mientras, Enrique se sacaba unos
cuartos tocando en cafés. Tras encontrar el respaldo
económico necesario, Granados viajó a París, donde se ganó
una notable reputación como pianista.
En París convivió con el también pianista catalán Ricardo
Viñes, y llegaría a ser muy amigo de Satié, Debussy y tantos
otros músicos franceses. La intención de Granados era
ingresar en el conservatorio de la capital francesa, pero unas
fiebres le impidieron presentarse a las pruebas de admisión.
Pasados los años de estancia en París, regresó a Barcelona y
obtuvo en 1890 su primer triunfo con un memorable concierto
ofrecido en el teatro lírico de la capital catalana. En 1912
empezó a componer para piano una serie de obras de corte
romántico en los que puso de manifiesto su admiración por
Schumann y Chopin. Su interés por la música popular
española no tardó en despertarse, siguiendo con ello una
inclinación que en él estimularía el músico Pedrell. Así
surgieron su “Álbum de piezas sobre aires populares” y su
primera obra maestra: “las 12 danzas españolas”, cuyo primer
cuaderno apareció en 1892 suscitando los más elogiosos
comentarios de músicos como Grieg, Saint-Säens, Béirot y
Massenet, quien al referirse a él hablaba del “Grieg español”.
La serie completa de las 12 “Danzas españolas” se trata de una
de las obras más importantes de Granados y tal vez la más
célebre entre todas ellas. Es ahí donde se muestra por primera
vez la personalidad genial del compositor catalán. El estilo
pianístico me resulta muy cercano a Chopin y muy
impregnado de la música popular de las diversas regiones
españolas que intentó evocar.
Después de haber contraído matrimonio con el público en
1895, estrenando “Miel Alcarria” y tres años más tarde se
estrenó en el Price de Madrid su primera ópera “María del
Carmen”
En 1900 fundó en Barcelona la sociedad de conciertos clásicos,
de cuya orquesta fue director. Su actividad como concertista
era entonces muy intensa, dando recitales en París y en
ciudades españolas. Actuó junto Matats y Vidiella y colaboró
en concierto con Joan Marén, J.E. Risten, Camille Saint Saëns,
Jacques Thibaud y Pau Casals. Por estos años creó su propia
academia de música en la que se han formado notables
pianistas. Su aportación quedó plasmada en un interesante
“Método teórico-práctico para el uso de pedales del piano”.
Su colaboración en el mundo teatral catalán no fue nada
despreciable. Ya en 1897 había puesto música a una pequeña
comedia del fundador y director del Teatre Intim, Adriá Eval.
En 1901 compuso una zarzuela catalana, colaboró además en
“Follet” en el liceo barcelonés en 1903 y en”Gaziel”, poema
dramático con el que se inauguraron en Octubre de 1906 los
Espectadores Granen. Al año siguiente empezaría la
composición de un poema sinfónico, “Dante”, inspirado en la
“Divina Comedia” del poeta florentino, cuya versión inacabada
se estrenó en sesión privada en el Palau de la Música Catalana.
Otras abras suyas para el teatro tuvieron “Petrarca” y el poema
lírico “Liliana” estrenado en el palacio de Bellas Artes de
Barcelona, aparte de la ópera “Goyescas”, que sería finalmente
estrenada en Nueva York. Pero donde demostró Granados
mejores dotes como compositor fue en su producción
pianística. El punto culminante de su carrera artística en este
sentido lo constituyen las “Goyescas”, en su forma original
para piano solo, y las “Tonadillas en estilo antiguo”, para
soprano y piano.
Goyescas quizás represente el momento más duro de su
creación. La obra consta de dos series. La primera serie fue
estrenada por el propio compositor en 1911 en el Palau de la
Música de Barcelona. El estreno parisiense de la obra
completa fue en Abril de 1914 en la Salle Pleyel, junto con las
“Tonadillas”, en un memorable concierto organizado por la
Societé Musicale Indépendente. El éxito fue tan rotundo que el
director de la Ópera de París le pidió que transformara la suite
en una ópera ofreciéndole su estreno en París. Granados se
dedicó a esta misión desde su retiro en Suiza. Pero al final la
ópera no llegó a estrenarse en París por culpa de la Guerra
Mundial y el compositor aceptó la invitación del Metropolitan
Opera House neoyorquino para que la obra se estrenara allí en
1916. Se trata de una obra llena de ritmo y muy colorista, de
estructura muy compleja. Intenta reflejar el ambiente de las
clases populares del Madrid de fines de siglo XVIII; el mundo
de los tapices de Goya y de los sainetes de Ramón de la Cruz, el
mismo universo de “majos” y “majas” que estiliza en sus
Tonadillas. En cuanto a su obra de madurez, las “Tonadillas en
estilo antiguo” se estrenó en el retenido concierto de la Salle
Pleyel de París, corriendo a cargo de la soprano Madame
Polack la parte del canto. Se trata de una obra íntimamente
emparentada con “Goyescas”, de la que incluso recoge algunos
temas melódicos. Compuso otras canciones con
acompañamiento de piano. Destaquemos las “12 Canciones
amatorias”, basadas en textos del Cancionero español, la
“Elegía eterna”, en catalán, y el “Cant de les Estrelles”.
Su fama traspasó las fronteras. Se decidió que París sería la
ciudad en la que se estrenaría mundialmente Goyescas, pero el
estallido de la I Guerra Mundial provocó un cambio de planes.
A pesar del terror que sentía por el océano, el compositor
aceptó cruzar el Atlántico para organizar la representación de
su obra en Nueva York.
Su estancia en Estados Unidos fue triunfal y llegó a actuar en
la Casa Blanca. Pronto llegó la tragedia. De regreso a casa, el
24 marzo de 1916, su barco fue bombardeado por un
submarino alemán y se hundió. Granados murió intentando
salvar a su esposa.
Goyescas
La idea de convertir en ópera las piezas para piano que
Granados escribió sobre distintas pinturas de Goya es
discutible. Puesto que se trata de dos géneros muy diferentes y
además el dramatismo nunca fue el fuerte de Granados, esta
ópera terminó siendo un mosaico de piezas líricas muy
inspiradas. Los mejores momentos son el conocido
«Intermezzo», lleno de apasionadas melodías españolas
instrumentadas brillantemente, y la canción mencionada
sobre la «maja y el ruiseñor».
Destinada al principio a la Ópera de París, que canceló el
estreno a causa de la guerra, Goyescas se estrenó en Nueva
York el 28 de enero de 1916, con gran éxito. Allí, pocos días
antes, nació el «Intermezzo», que fue aplaudido
clamorosamente y tuvo su propia historia independiente como
brillante pieza de concierto. La ópera sin embargo terminó
como un huésped insólito y exquisito de los escenarios, incluso
en su país, que en las últimas décadas se acerca cada vez con
mayor entusiasmo a la ópera seria.

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