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2020-05-19
BE-165
2-307-019
Hacía tres meses que Antonio Cobos había asumido la dirección de una obra
de Contrasba, una empresa constructora de tipo medio especializada en
obras públicas. Consistía en una variante de 2 kilómetros de acceso a una
ciudad en un país latinoamericano.
Un día, uno de los obreros a su cargo sufrió un accidente que podía haberse
evitado con algunas medidas de seguridad no excesivamente costosas. A
partir de aquel momento, Antonio se dio cuenta de que los costes no podían
disminuirse «a toda costa». De hecho, tenía la firme convicción de que una
vida humana valía más que todo el dinero del mundo, pero hasta entonces
se había pasado la mayor parte de su tiempo en el despacho o haciendo
gestiones, abrumado por el exceso de trabajo, sin haberse detenido a
reflexionar sobre la seguridad.
1 Este caso está basado en uno anterior, TD-51, titulado «Contrasba», del mismo autor.
Caso preparado por Pedro Jornet, MED-89, bajo la supervisión del Profesor Domènec Melé, como
base de discusión en clase y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una
situación determinada. Junio de 2007.
Este caso se ha escrito con la colaboración de la Cátedra Economía y Ética, IESE.
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seguridad, así como la realización de un plan de seguridad en la obra. Sin embargo, las
medidas de seguridad aplicadas distaban mucho de ser las que exigía la actual
legislación. No se realizaban demasiadas inspecciones del cumplimiento de la ley,
aunque últimamente habían aumentado y se habían paralizado varias obras por
incumplimiento de la ley.
Juan Blanco, otro ingeniero de Contrasba, comentó que si había algún accidente en la
obra, el jefe de obra sería el responsable y podía ser llevado a juicio, aunque en estos
casos la empresa suele evitar que se llegue a los tribunales a base de pagar buenas
indemnizaciones.
Las presiones sindicales para que se cumplieran las normas de seguridad e higiene en el
trabajo no eran muy fuertes, aunque habían aumentado en los últimos tiempos. Desde
hacía al menos tres años, las dos principales centrales sindicales del país habían
denunciado los problemas de seguridad existentes en la construcción.
Sin embargo, donde los sindicatos seguían poniendo más énfasis en sus
reivindicaciones era en los aumentos salariales, con las que conseguían buenos
resultados ante la necesidad de evitar huelgas que retrasarían la entrega de las obras.
No era responsable, por el momento, que se organizaran movilizaciones pidiendo
mayores medidas de seguridad.
Estudiaron juntos el tema y evaluaron el coste que supondría tener una seguridad que
calificaban de «adecuada»: esto suponía alrededor de un 1% de incremento del coste
total de la obra. Cumplir todas las medidas exigidas en el plan de seguridad suponía
alrededor de un 3%, además de retrasar un mes la terminación de la obra (la duración
prevista era de 28 meses), con la consiguiente penalización.
Antonio Cobos pensaba que al menos debía adoptar las medidas para tener una
seguridad «adecuada», pero el margen de beneficio previsto disminuiría un poco y esto
le desacreditaría ante la dirección. De esta forma estaría todavía fuera de la ley, aunque
mejoraría bastante la seguridad en la obra. Cumplir a rajatabla suponía demasiado y no
estaba dispuesto a decidirlo por sí mismo.
«Antonio, las obras deben hacerse bien. En Contrasba no vamos a disminuir costes
prescindiendo de lo que es necesario. Ahora bien, encuentro ridículo gastar dinero
en algo que, en la práctica, no nos lleva a ninguna parte. Pienso, por ejemplo, en el
montaje del puente: según la legislación, debería ponerse una barandilla a cada
viga, y esto no lo hace nadie. Imagínate el tiempo que nos haría perder cumplir
todas las medidas de seguridad con el personal que tenemos, y el dinero que nos
costaría diariamente. Además, en esta corta variante ya no hay necesidad de hacer
más voladuras. Es verdad que tienes un pequeño puente y algún riesgo de
desprendimientos, pero si ponéis cuidado no ha de pasar nada. Mira, Antonio, en
una obra ganas dinero si la haces en poco tiempo; si no, los gastos fijos mensuales
te comen los resultados. Preocúpate de alcanzar un beneficio del 8% y no quieras
hacer lo que nadie hace. Los accidentes se evitan si cada uno está por lo que hace
en cada momento y actúa prudentemente; los que hacen las normas, se pasan.»
Tras estas palabras, Antonio se daba cuenta de que cumplir las exigencias legales podía
tener serias repercusiones para él. Tal vez podría disminuir algo otros costes mediante
una buena gestión, pero la cota de beneficios que le habían marcado era realmente
muy elevada. Otras constructoras sólo exigían para centros de beneficios de obras
parecidas un 6% de beneficios.
Había también falta de sensibilidad de los obreros para aumentar su propia protección
en el trabajo. A menudo, Antonio veía a su gente sin casco, utilizando el soplete sin
gafas o trabajando a alturas peligrosas sin atarse. Aparte del engorro que suponía tener
que utilizar el casco en época de calor o ponerse las gafas para soldar, muchos obreros
tenían un exceso de confianza en que no les pasaría nada al incumplir lo legalmente
establecido. Habían expresado incluso cierta sensación de ridículo al aplicar ciertas
normas de seguridad cuando muchos compañeros no lo hacían.