¿Qué luz es la que está encima de todas en los semáforos de la
circulación? ¿Es la roja o la verde? En el primer momento quizá le parezca a usted que es fácil contestar esta pregunta. Pero imagínese la siguiente situación: usted está tomando parte en una de esas competiciones de «lo toma o lo deja», en la cual unas respuestas acertadas pueden proporcionarle un montón de dinero. Usted debe contestar sin error esta pregunta para ganar el premio mayor. Diga, pues, ahora, ¿qué luz es la que está arriba, la roja o la verde?
Si usted ha sabido representarse en la mencionada situación, es muy
probable que ahora esté vacilando, porque en realidad no está seguro de cuál es la luz que se encuentra arriba de todo, ¿verdad que no? Si está seguro, entonces usted pertenece a una minoría de personas que ha observado lo - que la mayoría solamente ve. Entre ver y observar existe un universo de diferencia, y como prueba de ello está el hecho de que la mayoría de las personas a las cuales hice yo la pregunta anterior, o me dieron una respuesta equivocada o no estaban seguras. ¡Esto a pesar de que ven las luces reguladoras de la circulación innumerables veces al día! Digamos de paso que la luz que está más arriba es siempre la roja, y la que está más abajo, es siempre la verde. Si existe un tercer color es el amarillo, pidiendo precaución, y éste se encuentra invariablemente en medio. En el caso de que usted estuviera perfectamente seguro de que la contestación acertada era «la roja», déjeme que pruebe a modificar un poco su orgullo con otra prueba relativa a su capacidad de observación. ¡No dirija una mirada a su reloj de pulsera! No dirija una mirada a su reloj de pulsera y conteste a esta pregunta: en la esfera de su reloj, ¿qué hay? ¿La cifra arábiga 6 o las cifras romanas VI? Piénselo un momento antes de fijar la mirada en su reloj. Decida la respuesta como si tuviera una importancia grande el acertarla. Usted se encuentra otra vez en un concurso de «lo toma o lo deja», y la respuesta puede valerle una buena cantidad de dinero. De acuerdo, pues, ¿ha decidido ya qué respuesta debe dar? Ahora sí, mire el reloj y vea si ha acertado. ¿Acertó? ¿O acaso se ha equivocado lo mismo si dio una respuesta que la contraria, porque en la esfera de su reloj no hay ningún seis? En la mayoría de los relojes modernos, el sitio del seis suele estar ocupado por la esferita que señala los segundos. ¿Ha contestado la pregunta correctamente? Bien, tanto si es que sí como si es que no, ha tenido que mirar el reloj para comprobarlo. ¿Puede decirme ahora la hora exacta que señalaba? ¡Probablemente no, y el caso es que no hace sino un segundo que lo ha visto! Una vez más usted ha visto, pero no ha observado. Haga la misma prueba con sus amigos. Aunque la gente fija la vista en su reloj varias veces al día, pocos podrán contestarle correctamente acerca del número seis. He ahí otra prueba a que puede someter a sus amigos; pero mejor será que vea primero si usted sabe contestar. Si usted suele fumar cigarrillos, habrá visto un timbre azul en el paquete cada vez que lo saca del bolsillo para encender uno. En ese timbre de impuestos hay un retrato, y debajo del retrato el nombre del personaje. ¡Se trata de conquistar la más alta recompensa en nuestra competición imaginaria de «lo toma o lo deja»; diga el nombre de ese personaje! Me figuro que tendrá que marcharse con un premio de consolación, nada más. Lo digo tan convencido porque únicamente dos o tres de las muchísimas personas que he sometido a esta prueba han contestado correctamente. ¡El hombre del retrato en el timbre es De Witt Clinton! Compruébelo. No quiero que me tomen por machacón, pero si usted acaba de mirar el timbre y el retrato de De Witt Clinton, habrá visto lo que hace con la mano izquierda. También habrá visto, probablemente, cuatro letras, dos en la parte superior izquierda y dos en la parte superior derecha del timbre. Digo que habrá visto estas cosas; no creo que las haya observado. De ser así, debería poder explicar ahora, inmediatamente, qué hace De Witt Clinton con la mano izquierda, y nombrar además las cuatro letras. Ha tenido que mirar otra vez, ¿verdad? Ahora ha observado que tiene la mano izquierda en la sien, como si estuviese pensando, y que las cuatro letras son: U. S. I. R., iniciales de United States Internal Revenue ∗ . No se sienta demasiado deprimido si no ha sabido contestar a ninguna de las anteriores preguntas; como le dije antes, la mayoría de personas se encuentran en el mismo caso. Quizá recuerde usted una película rodada hace unos años en la que interpretaban los primeros papeles Ronald Colman, Celeste Holm y Art Linkletter. Se titulaba Champaña para César, y representaba a un individuo que no dejaba una sola pregunta por contestar. El film terminaba con la última pregunta de la serie, acertando la cual ganaba varios millones de dólares. Para ganar aquellos millones le pidieron a Ronald Colman que diese su número de afiliado a la Seguridad Social. Por supuesto, ¡no lo sabía! El detalle me interesó y me divirtió, porque en verdad daba en el blanco. ¿Verdad que demuestra que la gente ve pero no observa? Y de paso, ¿usted conoce su propio número de afiliado a la Seguridad Social? ¿O, simplemente, el de su carnet de identidad? Si bien los sistemas y métodos contenidos en este libro hacen que usted se vuelva observador automáticamente, en otro capítulo encontrará interesantes ejercicios de observación. Además, mi sistema hará que usted se sirva de su imaginación con mucha mayor soltura que antes. He dedicado tiempo y espacio a hablar de la observación porque es uno de los factores importantes para el cultivo de la memoria. El otro y más importante factor es la asociación. Nos es imposible recordar nada que no