En el esoterismo de principios del siglo XX, los estudiantes de
magia y los numerólogos atribuyeron al número 5 una acción funesta. Es comprensible: en los arcanos mayores del Tarot, este número está representado por El Papa y El Diablo. Los esotéricos, en conflicto con la Iglesia católica, confundieron las dos cartas y vieron la maldi- ción (XV) como la sombra de la bendición (V). Se puede comprender también que en una serie de 9 números (el 10 se considera una repeti- ción del 1) el número 5 se encuentra en medio de la serie, como entre dos mundos. Antes, la serie 1 a 4 representa la vida material, y después la serie del 6 al 9 representa la vida espiritual, maravillosa pero incier- ta, cuando se considera desde el plano concreto. En realidad, tanto El Papa como El Diablo son invitaciones a ir más lejos, a superar los lími- tes de lo material y de lo racional. El Papa, sin abandonar sus discípu- los, que pertenecen a este mundo, establece un puente, una comuni- cación con el otro mundo: la dimensión divina o cósmica. El Diablo tentador propone un descenso a la oscuridad del inconsciente para llegar hasta el magma impersonal, fuente de toda creatividad. El 5 abre caminos para el conocimiento de uno mismo o propone ideales brillantes. Sugiere la prudencia de no abandonar lo adquirido en la vida material, pero invita a superarlo.
En el Cinco de Espadas, Palo que simboliza la vida intelectual, apa-
rece, entre las espadas entrecruzadas, el rojo de la espada central que se dirige hacia fuera por una abertura romboidal. Es la primera vez, en el proceso de esta serie, que lo mental acepta la unión con el Otro y trata de lanzar una mirada más allá de sí mismo, fuera de su peque- ño mundo intelectual. Aparece una idea que puede transformarse en ideal, en un camino a seguir.
En la serie de Copas, que representa la vida emocional, el Cinco de
Copas nos muestra un recipiente central de donde brota una eufórica construcción floral. Diríase una pagoda, un templo. Por vez primera se vive el entusiasmo de la fe, incluso del amor fanático. Se cantan las loas de un maestro, de Cristo, de diferentes dioses, de la Madre Natu- raleza o, por qué no, de un teórico político... Se cree haber encontra- do la dirección definitiva que debe tomar nuestro corazón y el de la humanidad. Si se observa bien esta carta, se verá, al pie de la copa cen- tral, un corazón amarillo formado por las ramas de la planta de base, que ha florecido. Pero, como el corazón se encuentra en la base, actúa en el plano material: uno vuelve su corazón hacia Dios sin des- deñar por ello las ternuras humanas. Con esta carta, podría entender- se a la joven discípula que vuelve embarazada de pasar una temporada con su gurú...
Con el Cinco de Oros, la seguridad material del Cuatro da paso,
en su centro, a una nueva posibilidad de enriquecimiento que conjura el gran peligro del grado anterior: hemos visto que, si el Cuatro no cambia, envejece, se pudre y decae. Se ven ejemplos prácticos de ello todos los días: los grandes almacenes, para no perder clientela, deben pensar en abrir una sección de productos biológicos; un enfermo que no ha obtenido resultados concretos con la medicina oficial va a bus- car un chamán en el extranjero o un sanador en el campo de su país; una pareja bien establecida se propone tener un hijo; o uno decide invertir sus ahorros en una actividad que pueda multiplicar el capital.